Algunas Conceptualizaciones en relación Al Superyó Introducción Laplanche y Pontalis definen Fantasía como un: "guión imaginario en el que se halla presente el sujeto y que representa, en forma más o menos deformada por los procesos defensivos, la realización de un deseo, y en último término, de un deseo inconsciente". A su vez, las Fantasías Originarias "constituyen una formación del inconsciente de un sujeto único, pero son también, por su frecuencia, su generalidad y su origen, una pertenencia colectiva”. El atravesamiento del Complejo de Edipo implica la presencia e interjuego de distintas instancias que estructuran la vida imaginaria del sujeto. En los Cuadros A y B agregados al final de este trabajo muestran algunas de las instancias psíquicas constituyen El Entramado Edípico. EL entrecruzamiento es de todas contra todas y de cómo se realizaría esto constituiría parte de la novela familiar de cada sujeto. Ellas soportan las variantes afectivas, entre las relaciones de los diferentes elementos del Triángulo. Este concentra una serie de deseos amorosos y hostiles en relación a las diferentes posiciones dentro de las instancias psíquicas que el niño vivencia en relación a sus padres o sobre quienes lleven a cabo esta función (Relación Paterna y Relación Materna). <Teoría de la seducción>. El pene, será la zona erógena por excelencia, a punto tal que no existirá la posibilidad de representarse a un otro, sin esa parte constitutiva esencial <Narcisimo>. Este complejo es vivido en la fase fálica en la que un solo órgano cuenta <El Falo>. A su vez El niño construye así, a través de la Fantasía de “Amenaza de Castración”, una respuesta a la diferencia sexual anatómica. La angustia es la manifestación, ante la amenaza de castración real o fantaseada, como consecuencia de deseos eróticos incestuosos. Recordemos que la angustia de castración se hace efectiva cuando se dan tres condiciones: * visión de los genitales femeninos, * amenaza de castración, * atravesamiento de la situación edípica. 1 El interjuego que se da entre las instancias psíquicas plus <Experiencia de Satisfacción mediante> construye en su inconciente una representación del origen del sujeto. Freud para el desarrollo de su teoría siempre tomo en cuenta oposiciones (o pares contrastados) real/psíquico, ontogénesis / filogénesis, individuo/especie humana. Hay que tener en cuenta aparte de las instancias los factores biológicos: Desvalimiento, Insuficiencia en el desarrollo (carencia) y por último la acometida en dos tiempos del desarrollo libidinal junto a la doble lateralidad del triángulo y la disposición bisexual constitucional del individuo. La idea de este trabajo es un intento de conceptualizar y relacionar el funcionamiento del aparato psíquico relacionando con el desarrollo del la instancia superyó a partir de cierto desorden cronológico. Desarrollo En 1914, Con introducción del narcisismo, Freud plantea la culpa «ideal del yo»/«instancia observadora y evaluadora», En 1921, en Psicología de las masas y análisis del yo, se constituirá todavía una instancia única con el título de «ideal del yo» -ya, anticipadamente, una relación estructural-, con múltiples funciones, disociada del yo y en conflicto con él. El término superyó fue introducido por Freud en 1923 en El yo y el ello. El superyó es la gran innovación de la segunda tópica. Freud da cuenta en la p35 (1) dice: “…Así, como resultado universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo se puede suponer una sedimentación en el yo, que consiste en el establecimiento de estas dos identificaciones, unificadas de alguna manera entre sí. Esta alteración del yo recibe su posición especial: se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo o superyo…” Esto podría explicarse por la doble lateralidad del triangulo y la disposición bisexual constitucional del individuo. En relación con las oposiciones que Freud tomaba en cuanta podemos citar que se basa en un juego de lenguaje, que expresa aquí los dos momentos, afirmativo y negativo, del mandato «Tú debes (hacer como tu padre); tú no debes (hacer como tu padre)» 2 Al primer momento se asocia una genealogía de las identificaciones del sujeto, sean éstas originarias, anteriores a toda investidura de objeto o «relictos» de las primeras elecciones de objeto del ello; al segundo momento se asocia «una formación reactiva enérgica contra esas investiduras de objeto, interdicto, sentimiento de culpa, angustia. Según Freud, la formación del superyó es correlativa de la declinación del complejo de Edipo. El complejo de Edipo, en su forma más completa, se convierte en el pivote de la formación del superyó, en la medida en que se expresa como conflicto entre el «tú debes» y el «tú no debes». Resulta difícil entre las identificaciones, determinar cuáles son las que intervendrían específicamente en la constitución del superyó, del ideal del yo, del yo ideal e incluso del yo. El “ideal del yo” se podría definir como: “La instancia tras la cual se esconde la identificación primera y de mayor valencia es decir con los progenitores”. La instancia parental “…El establecimiento del superyó puede considerarse como un caso de identificación, lograda con éxito, con la instancia parental…”, “…El superyó del niño no se forma a imagen de los padres, sino más bien a imagen del superyó de éstos; se llena del mismo contenido, se convierte en el representante de la tradición, de todos los juicios de valor, que de este modo persisten a través de las generaciones…”. da cuenta Freud en la Continuación de las lecciones de introducción al psicoanálisis (1932). La expresión «instancia parental» indica por sí sola que la identificación constitutiva del superyó no debe interpretarse como una identificación con personas. Por el camino de la dualidad con que Freud postulas sus hipótesis: Por un lado, las huellas o rastros de los que se trata son el resultado de transformaciones complejas por identificación, proyección, formación reactiva, etc. Por otra parte, el sujeto pertenece a la especie humana, y esta pertenencia se expresa en Freud a través de la hipótesis filogenética. Los padres no deben considerarse sólo, ni sin duda en primer lugar, en su individualidad más superficial, sino en su pertenencia a la especie humana y a la cultura, a la civilización de la que forman parte, y por lo tanto a la historia de esta especie. 3 Por él se inscriben en el psiquismo del sujeto las huellas de las relaciones objetales, y en consecuencia las huellas de la influencia del mundo exterior, las vicisitudes de la alteridad. Esta instancia que se hace oír en el interior se ha manifestado primero en el exterior, como lo muestra el mecanismo de la formación del superyó. El papel prohibidor del superyó ha sido desempeñado primeramente por una potencia exterior, por la autoridad parental. El niño pequeño no posee inhibiciones internas, obedece a sus impulsos y no aspira más que al placer. La renuncia a las satisfacciones pulsionales será la consecuencia de la angustia inspirada por esta autoridad externa. Se renuncia a las satisfacciones para no perder su amor. A través del mecanismo de la identificación, esta amenaza externa se interioriza. La relación con los padres, el temor de perder su amor, la amenaza de castigo se trasforman en superyó por medio del proceso de identificación: absorbemos al otro por incorporación oral. La identificación es, en efecto, la forma más originaria de la relación con el otro. Pero la identificación con el objeto debe distinguirse de la elección de objeto: «Si el varoncito se identifica con su padre, quiere ser como su padre; si quiere hacer de él el objeto de su elección, quiere tenerlo, poseerlo». Sólo en el primer caso su yo será modificado. Si se ha perdido el objeto o se ha debido renunciar a él, uno puede, dice Freud, identificarse con él de modo que la elección de objeto regrese a la identificación. Al renunciar a los investimientos colocados en los padres, a través del abandono del complejo de Edipo, las identificaciones del niño se ven reforzadas. En el curso del desarrollo, el superyó deviene impersonal y se aleja de los padres originales. La angustia ante la autoridad exterior se ha mudado en angustia ante el superyó. Este último, heredero del complejo de Edipo, adoptará luego las influencias de las figuras de autoridad y de los educadores que han tomado el lugar de los padres. Se enriquecerá con los aportes de la cultura. La angustia ante el superyó normalmente no encuentra un término; como angustia moral, se muestra indispensable en las relaciones sociales. Pero muchos individuos no pueden superar la angustia ante la pérdida del amor, lo que no deja de tener consecuencias en nuestra vida social. Si bien el superyó está condicionado por el Edipo, también se explica por un hecho biológico capital que los liga a ambos: la prolongada dependencia en la que se encuentra el niño con respecto a sus padres. 4 No debemos olvidarnos que el advenimiento del superyó está ligado, por un lado, al prolongado estado de desamparo y dependencia infantiles del ser humano, y por el otro, a la instauración difásica de su vida sexual. En efecto, estos dos hechos «biológicos» instauran las condiciones durables de la interrelación necesaria del individuo y su medio humano, que favorecen la génesis de los sentimientos morales y el hecho del Edipo y su represión. En El malestar y la cultura, Freud dará cuenta la derivación del sentimiento de culpa y del superyó de la sofocación <represión> exclusiva de las pulsiones agresivas, y sobre todo de las del propio sujeto. Las Pulsiones agresivas se relacionan con el Complejo de Edipo: «Cuando se impide la satisfacción erótica, esto arrastra cierta agresividad contra la persona que veda esa satisfacción, y esta agresividad tiene que ser a su vez sofocada». El medio más poderoso de sofocación es el mecanismo doble de proyección e identificación. El superyó es su resultado. La conciencia (moral) y el sentimiento de culpa son una misma realidad. El sentimiento de culpa es la percepción que tiene el yo de esa severidad, de la vigilancia de la que es objeto. Desde esta perspectiva se interpretará la tesis de la conciencia moral como supervivencia de la severidad de la autoridad exterior, remarcando que «la agresividad vengativa del niño tomará por medida la agresión primitiva que espera de parte del padre En relación al sentimiento de culpa y la angustia La angustia del yo ante el superyó es la exteriorización de ese masoquismo del yo que exige la punición para ser así liberado. Esta angustia está estrechamente ligada a la angustia de castración, sobre todo cuando la intervención del masoquismo es más fuerte y resexualiza la moral. En caso contrario, se expresa a través de un malestar social, indeterminado Así como en el superyó el padre se convierte en impersonal, la angustia de castración por el padre se transforma en angustia social o en angustia moral, indeterminada. Para esto es necesario suponer una fuente exterior que decida qué es lo que debe llamarse el bien y el mal. 5 Cabe aquí entonces las siguientes preguntas: ¿Cuál será entonces la motivación del ser humano para someterse a ese decreto? ¿Qué sino el miedo a perder el amor de quien enuncia la ley? Y esto último, ¿No es al mismo tiempo el que puede socorrer a ese ser humano que se percibe en el desamparo y en una dependencia total respecto del prójimo? El sentimiento de culpa no es entonces nada más que la angustia ante esa pérdida de amor, angustia «social». Esta actitud es la del niño pequeño: no puede ser otra en su caso. Lo mismo ocurre con muchos adultos, para los cuales la sociedad reemplaza a la pareja parental. En esta perspectiva, no cabe distinguir acción e intención, en el sentido de que sólo cuenta el hecho de que las cosas sean conocidas por la autoridad; la renuncia a las pulsiones será el resultado de esa angustia ante la pérdida del amor de quienes enuncian el bien y el mal, angustia ante la agresividad de la que estos últimos podrían dar prueba ante el culpable. Se podría decir en rigor que la angustia es la primera forma de la conciencia moral. En las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933), Freud da de él esta descripción: “…Tengo ganas de cumplir tal acto apropiado para satisfacerme, pero renuncio a él a causa de la oposición de mi conciencia. 0, en otro caso, he cedido a algún gran deseo y, para experimentar cierta alegría, he cometido un acto que mi conciencia reprueba; una vez cumplido el acto, mi conciencia provoca, con sus reproches, un arrepentimiento…”, “… El superyó, que inhibe nuestros actos o que produce el remordimiento, es «la instancia judicial de nuestro psiquismo…”. Conclusión Ligado a la palabra, el superyó es una instancia simbólica. En El yo y el ello (1923), Freud nos dice que el superyó no puede renegar de sus orígenes acústicos, que comporta representaciones verbales y que sus contenidos provienen de las percepciones auditivas, de la enseñanza y de la lectura. El superyó es un residuo de las primeras elecciones de objeto, sin embargo reacciona contra estas elecciones por medio de la coerción, expresándose bajo la forma del imperativo categórico. No se limita a darle al yo el consejo: «Sé así» (como tu padre), sino que también prohíbe: «No seas así» (como tu padre); dicho de otro modo:- «No hagas todo lo que él hace; muchas cosas le están reservadas a él solo». De esta manera, el superyó habla. Es «la voz de la conciencia», «la gran voz». 6 Conservará el carácter del padre y cuanto más intenso fue el complejo de Edipo y más rápido se produjo su represión tanto más riguroso devendrá después el imperio del superyó como conciencia moral y como sentimiento inconsciente de culpa (necesidad de castigo), sobre el yo. Esa severidad es acrecentada por la desmezcla de pulsiones que acompaña esa introducción en el yo. El superyó y la conciencia moral, eficaz dentro de él, se puede volver cruel y despiadado hacia el yo a quien vigila e impone su imperativo categórico. Podríamos decir así, que devino en “cultivo de la pulsión de muerte”. El final del Complejo de Edipo implica la de sexualización de dos deseos que sucumben a la represión El incesto y El parricidio En síntesis el superyó al ser la herencia del Complejo de Edipo también lo es de los más importantes destinos libidinales del ello. ??????El yo se apodera simultáneamente del C. de Edipo y se somete, él mismo, al ello. Mientras el yo es el representante del mundo exterior, el superyó es el abogado del mundo interior, del ello, y a la vez es el arquetipo al que puede aspirar. Escribe Freud: “Vemos al yo como una cosa pobre, que padece una triple servidumbre y en consecuencia sufre bajo la amenaza de un peligro triple: el mundo exterior, la libido del ello, y la severidad del superyó”.?????? ¿??????Sus funciones son la auto-observación, la conciencia moral, la censura onírica y el ejercicio de la influencia esencial en la represión. A su vez es heredera del narcisismo.??????? 7 Bibliografía ⇒ Diccionario de Laplanche y Pontalis. ⇒ Freud, S. (1913) “Tótem y tabú”. AE XIII ⇒ Freud, S. (1927) ”El Malestar en la Cultura AE XXI ⇒ Freud, S; (1923) “El yo y el ello”. AE XIX. ⇒ Freud, S; (1923) “La organización genital infantil”. AE XIX. ⇒ Freud, S; (1923) “El Sepultamiento del complejo de Edipo”. AE XIX. ⇒ Freud, S; (1933) “En las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” 8