Esa Órgano de la Asociación del Gremio de Toneleros Año III.—(Tercera época).—Núm. 75. SE PUBLICA DOS V E C E S A L n E S 5e reparte gratis a los asociados. El doble juego de los caciques Los ricachos continúan torpedeando descaradamente a la República. Sa odio africano a las instituciones republicanas, es escandalosamente ostensible. Su afán inmoderado de que no se les vaya de las manos el poder económico, ese poder que les permite impunemente aherrojar las conciencias, esclavizar voluntades y el continuar nutriéndose del sudor y sangre proletarias, les hace recurrir a todas las trapacerías, intrigas, falsedades, ruindades y falacias en que tan mohos son, porque estas arces les han sido transmitidas con todos sus privilegios, bienes, acciones y derechos de todas clases, que sus antepagados acumularon, valiéndose de las miemas. En los pueblos, aldeas y lugares donde los trabajadores conscientes han logrado desplazarlos de algunas de aus antiguas posiciones, se entre gan a un doble juego que dá una idea clara de la ruindad y vileza de sus intenciones. Por una parte, provocan constantemente el sentimiento reivindicativo de los trabajadores, con afirmaciones de que nada han conseguido con la República; que están lo mismo o peor que antes; que la reforma agraria es un engaño manifiesto y una burla que el Gobierno de la República está haciende a los pobres; que lo que han hecho los socialistas dirigentes es colocarse magníficamente cobrando unos pocos La correspondencia al Director P A B L O I G L E S I A S , 17 Y I» Jerez de la Frontera 24 de Marzo de 1933 de eneldos cada uno de ellos, olvidándose completamente de sus antiguos compañeros; que vean claramente y ee vayan desengañando que los ricos siempre son ricos y los pobres siempre son pobres; que como ellos son dueños de las tierras las han de labrar si quieren y si no quieren la brarlas ahí se han de quedar para sus ganados, porque en los organismos superiores encargados de resolver estas cuestiones del laboreo de tierras, siempre se le dá la ra zón al poderoso y las Comisiones de Policía Rural son una birria; que los terrenos los arrendarán a los labradores que no sean de la socie dad y el que sea socio se que dará sin arar porque a ellos les dá la gana, pues para eso Bon los amos... Por otra parte, acuden diariamente a los ministerios, gobiernos civiles y otros organismos oficiales haciéndose las víctimas, lastimándose de un modo grotesco y lastimoso de los atropellos tan inicuos de que son objeto: sus fincas son asaltadas, sus ganados devorados y ellos mismos perseguidos hasta el punto de que se temen ser degollados al volver de una esquina por las hordas de fo ragidos, que andan sueltas al frente de las cuales ponen siempre al presidente de la Casa del pueblo, cuando no al alcalde, si éste es trabajador... La prensa subvencionada por los obispados con el dinero que se extrae de la piel de los trabajadores, gemebundea y se mesa los cabellos; los puestos de la fuerza ar- De los originales firmados responden sus autores y los anónimos no se publican.—Se publiquen o no, no se devuelven los originales ni se tiene correspondencia sobre ellos. mada se ponen en movimiento y los viles succionadores de sangre proletaria, regresan a sus poblados orondos y satisfechos a continuar el doble juego, que tan excelentes resultados les viene dando por la ceguera incomprensión de las Autoridades superiores de la República. Sin embargo los trabajadores conscientes son y serán el verdadero apoyo el aaténtico sostén de la República, porque no se olvidan de los trágicos años del absolutismo alfonsino, en los que todos los pueblos resurgieron las alimañas feroces de horca y cuchillo y derecho de pernada; en los que no se permitía a los trabajadores ni cazar, ni pescar, ni ir por leña, ni a hacer picón; en los que, o el obrero se sometía a todoB los caprichos y veleidades del ricacho miserable o emigraba a cualquier punto de la tierra, o se moría de inanición... De libertades políticas, ni hablar; estaban proscritas, Y son estos tiempos los que añoran, con la nostalgia de las hienas, los encopetados caciques que hollan diariamente las dependencias de los gobiernos civiles, con la palabra republicano en los labios y el odio y el rencor más vil y repugnante contra la República, albergado en sus corazones. Así como el tigre, cauteloso y reptante, acecha su presa, esperan ellos el momento de lanzarse a cualquier revuelta, para pisotear y triturar cuanto huela a republicano. PEDRO EVOLE ¿Huelga de inquilinos? E n una d e las sesiones del Pleno de Sindicatos d e Barcelona, h a dicho el delegado del ramo d e construcción, «que se ha hablado mucho de revolución, pero no se medita la forma en que hay que hacerla». D i ce «que uno d e los medios d e iniciarla consiste en negarse los inquilinos a pagar a los caseros, y a q u e ello desquicia una parte importante de la economía». Estatqos en un todo d e acuerdo con lo dicho por el delegado d e construcción, en aquello d e «se h a hablado mucho d e revolución pero no se ha dicho todavía como hemos de hacerla», y no es q u e no se h a dicho, es que al paso q u e van las cosas no se dirá como hemos d e hacerla, porque al q u e lo diga lo califican en seguida d e «moderado» o de otras cosas peores. Mas el delegado d e construcción ha caído en el mismo vicio que h a n incurrido todos los q u e h a n hablado d e revolución, por cuanto q u e tampoco él ha explicado como tendremos que hacer esa tan manoseada revolución. Cuando pronunció el pensamiento que hemos copiado s e quedaría tan satisfecho, y n o dudamos de que muchos d e los inquilinos q u e tal escucharan, lo aplaudirían. ¿Pero es acaso q u e con decir que los inquilinos no paguen las casas y a está resuelto el problema so* sial o el d e la vivienda? Si con solo decir que no se paguen las casas s e arreglase este problema, hace m u cho tiempo q u e esta cuestión estaría resuelta, porque eso d e no pagar los alquileres lo pensamos todos. E s t a m o s hartos d e teorías y lo que hace falta es practicar, y p r a c ticar y a sabemos que no es otra cosa q u e construir. Q u e ese pensamiento lo digera otro delegado q u e no fuera el d e construcción no m e hubiese extrañado; lo que m e extraña es q u e lo haya dicho el delegado d e la construcción. Porque no tengo la menor duda d e que tiene que ser un i n d i viduo bastante instruido, porque a los Plenos se mandan siempre a los hombres m á s capacitados de los