INTRODUCCION La fisiología uterina es mejor conocida hoy en día gracias, en gran medida, al uso el ultrasonido y fundamentalmente al desarrollo de las sondas transvaginales, las cuales permiten un mayor acercamiento al área que se desea investigar y proporcionan una mejor resolución de las imágenes obtenidas. Por todo lo anterior el ultrasonido transvaginal ha permitido un mejor diagnóstico de la patología endometrial convirtiéndose de esta manera en un recurso importante (1, 2, 19). La menopausia es un punto en el tiempo y ocurre después de 12 meses de amenorrea sin una causa patológica obvia. Refleja la disminución casi completa, pero natural, de la secreción hormonal ovárica. La postmenopausia es cualquier lapso después del último periodo menstrual, sin importar si la menopausia fue natural o inducida. Cuando en esta etapa de la vida hay hemorragia uterina anormal, ello es de gran interés médico porque el cáncer de endometrio sobreviene hasta en 10% de estas pacientes (1, 5, 7). El endometrio tiene dos capas principales: 1) La transitoria o funcional que contiene una zona compacta que incluye al estroma subyacente al epitelio luminal y una zona esponjosa intermedia, que contiene glándulas tortuosas empaquetadas con mayor densidad. 2) La capa basal se ubica por debajo de la zona esponjosa y adyacente al miometrio, y contiene el fondo de las glándulas y la vasculatura de sostén. La capa funcional experimenta una progresión notable de cambios histológicos durante el ciclo menstrual, mientras que la capa basal sólo tiene alteraciones leves (2, 3,10). Cuando las células glandulares se estimulan, producen receptores de estrógeno en el citoplasma y prolifera el número y tamaño de las glándulas durante los años reproductivos; sin embargo, el efecto de la progesterona contrarresta la influencia de los estrógenos madurando su epitelio. Cuando no hay embarazo, el revestimiento se desprende durante la menstruación y se inicia un nuevo ciclo. En la postmenopausia, el endometrio basal se interdigita con el miometrio y ello favorece cierto grado de adenomiosis superficial, que es un hallazgo normal en el útero de mujeres en la quinta década de la vida. Este endometrio infiltrante no tiene cambios cíclicos normales. Después de la menopausia hay atrofia endometrial y la actividad mitótica cesa. Las células epiteliales se retraen en tamaño y el estroma se torna fibrótico. En la luz de las glándulas endometriales se observa un material eosinófilo compacto que ocasiona ingurgitación y de esta manera, origina el patrón histológico conocido como atrofia quística (5, 7, 9). De acuerdo con esto, el grosor endometrial es un indicador de riesgo de cáncer de endometrio en mujeres posmenopáusicas y si éste tiene un espesor mayor de 4 a 5 mm, se requiere tomar una biopsia del endometrio, para descartar algún tumor maligno (2, 6, 8). A cualquier mujer con hemorragia durante la postmenopausia, que no esté recibiendo terapia hormonal de reemplazo (THR), debe tomársele una muestra de endometrio. Alrededor de 7% de esas hemorragias son causadas por tumores malignos. Por tanto, la hemorragia en mujeres postmenopáusicas debe considerarse cáncer de endometrio, hasta que no se demuestre lo contrario. Salvo que se realice un ultrasonido transvaginal y en éste se demuestre que el grosor endometrial es menor o igual a 4 mm, entonces el riesgo de afectación endometrial será significativamente bajo y quizá no se requiera una investigación más exhaustiva. Si el ultrasonido transvaginal reporta que el grosor endometrial es mayor de 4 mm debe tomarse una biopsia de endometrio (9, 10, 19). El sangrado genital en la mujer peri-posmenopáusica constituye un signo temprano de anomalía endometrial, se presenta en el 5% de las pacientes (18). El ultrasonido ginecológico es un método de diagnóstico sumamente práctico, poco invasivo y económicamente accesible, sin embargo presenta la desventaja de ser operador dependiente, aun en manos expertas puede no identificarse alguna patología endometrial cuando se estudia el útero. Con el ultrasonido transvaginal, se pueden obtener ciertas imágenes que no son posibles cuando se realiza por vía transabdominal, utilizando un transductor de 5 a 7.5 MHz es posible diferenciar las estructuras pélvicas y a nivel de útero identificar la textura y grosor del endometrio (5, 8, 9, 20). El endometrio cursa durante el ciclo menstrual por varias fases: menstruación, proliferativa y secretora. La fase proliferativa es relativamente inconstante en duración, regularmente del día 6 al día 14 del ciclo menstrual. Macroscópicamente se observa un aumento progresivo en el grosor del endometrio, que puede llegar hasta 10 – 12 mm el día 14 del ciclo, día que ocurre la ovulación, así mismo la morfología del endometrio se identifica como una imagen trilaminar que al principio es irregular pero que va acentuándose según pasan los días del ciclo previo a la ovulación. Durante la etapa tardía de la fase proliferativa es posible identificar utilizando ultrasonografía transvaginal el endometrio normal con característica hipoecoica y de aspecto trilaminar (12, 16, 21). Los puntos de corte para considerar un grosor patológico del endometrio a la ecografía son: ≥ 16 mm en edad reproductiva, ≥5mm para la menopausia y ≥ 8mm en la postmenopausia con terapia de reemplazo hormonal (TRH). Algunos sostienen que el punto de corte no debe ser diferente para la mujer con TRH o sin ella (3, 4). En la práctica clínica, un grosor ≤ 4 mm es capaz de excluir patología significativa con un valor predictivo positivo (VPP) de 87,3% y un 90% de sensibilidad (1, 5, 6). Con todo, el valor de la medición ecográfica del grosor endometrial parece ser un mejor predictor en la postmenopausia que en la premenopausia respecto a patología de endometrio (17, 18, 21). Se ha sugerido que el estudio del endometrio por ultrasonografía transvaginal debería ser el primer método para excluir las anomalías endometriales en mujeres con sangrado posmenopáusico y que el legrado debe realizarse sólo en aquellas mujeres con endometrio más grueso de lo normal (19, 20). CONCLUSIONES La edad promedio de las pacientes estudiadas fue de 58 años, siendo el grupo predominante el comprendido entre los 51 a 60 años. Las muestra de endometrio remitidas para el análisis histopatológico fueron adecuadas. La hiperplasia endometrial fue el diagnóstico más frecuente, con 45% de los casos. El cáncer endometrial se observó en el 10% de los casos. El grosor endometrial promedio fue de 9.0 mm, con valores máximos y mínimos de 23 y 1 mm respectivamente.