Sociología y diseño

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La Sociología en el proceso de Diseño
Dra. Encarna Ruiz Molina
Hace apenas una década, el concepto posmodernidad nos permitía definir al paradigma
social que se desarrolla a partir de la evolución de la modernidad. Este nuevo contexto
se caracterizaba por los importantes cambios sociales y culturales que se producían en
occidente desde finales del siglo XX y que son los encargados de definir el paso de
siglo.
Lo posmoderno surgió como un concepto ligado al de sociedad de la
información y definió las transformaciones que los medios de comunicación estaban
provocando en todo la estructura social: la economía, los sistemas de producción, la
cultura, las relaciones inter sociales, los sistemas políticos… De esta manera, la
posmodernidad se presentaba como una referencia o como un fenómeno que planteaba
nuevos retos en la evolución de las estructuras sociales.
Así, García Selgas y Monleón dicen que la globalización iniciada durante la
modernidad y la evolución de la red informacional nos conducen a una etapa distinta,
que ellos definen como “una reacción conservadora ante la estética modernista cuando
una serie de formaciones o posiciones ideológicas expresan y apoyan la vida”. 1 Estos
autores también aseguran que la crisis energética del 73, la destrucción paulatina del
ecosistema, el peligro de devastación nuclear y la creciente desigualdad social, hacen
que los ciudadanos caigan en un desencanto que les impide mirar con fe el futuro. Por
eso, afirman que todos estos elementos han permitido finalizar con la tesis básica de la
modernidad, que se construía sobre la universalidad del individuo y de la razón. Y fue a
partir de aquí cuando se comenzó a hablar de la posmodernidad.
El movimiento posmoderno ha tenido su máxima extensión en las relaciones
individuales De esta manera, Heller señala que la condición política postmoderna tenía
como premisa la aceptación de la pluralidad de culturas y de los discursos. El
pluralismo está implícito en la posmodernidad como proyecto, y también como una
realidad social. La mezcolanza de culturas se ha convertido en una constante en muchas
comunidades, en las que conviven diferentes etnias. Esto ha hecho que, cada vez más,
1
García Selgas, F.; Monleón, J. (1999): Retos de la postmodernidad, Madrid, Editorial Trotta.
comencemos a hablar de sociedad multicultural, como término que implica el respeto a
las diferentes tradiciones, lenguas y culturas. En este sentido, Heller afirma que “el
universalismo relativo de la condición postmoderna se basa, también, en el hecho de
que ya no existe terra incognita en nuestra geografía política. El derrumbamiento del
sistema colonial ha cerrado un largo período de desvergonzada supremacía cultural” 2.
Además, el llamado “tercer mundo” ha sido interpretado a veces positivamente, a veces
negativamente, grabado en la conciencia del primer mundo. Tampoco es ya la sociedad
soviética un misterio para el capitalismo occidental. Ni estamos en un periodo de guerra
fría como el que vivíamos hasta los años 90 y que marcó una tensión evidente en las
relaciones internacionales.
Ahora, apenas iniciado el siglo XXI, el término posmodernidad comienza a estar
en entredicho. Desde la sociología, algunos analistas hablan de superación de este
paradigma y la definición de uno nuevo, que aún nadie sabe designar, pero que todos
interpretamos como una tardo posmodernidad. Sin embargo, podemos afirmar que nos
encontramos en un nuevo periodo de cambio, marcado por la revalorización de lo local
dentro de un marco global del que no podemos escapar.
Así, la economía, en plena crisis financiera internacional, experimenta un
cambio sustancial que hace que los sectores tradicionales productivos comiencen a
redefinirse nuevamente. La política se caracteriza por la falta de credibilidad, por una
parte, y por la reivindicación social de la entrada en escena de un sistema democrático
participativo por otra. Las estructuras sociales más tradicionales, como es el caso de la
familia, comienzan a ser interpretados en términos de convivencia: aparecen nuevos
formatos de familia que nada tienen que ver con el término moderno de familia nuclear.
Esta evolución tan rápida de los paradigmas sociales, se debe, en parte, a la
enorme repercusión que los modernos medios de comunicación tienen en la convivencia
de los individuos. De esta forma, David Lyon afirmaba de la posmodernidad que
existía como una idea o como una forma de crítica entre los intelectuales y en los
medios de comunicación. Y determinaba que “El posmodernismo se refiere a
fenómenos culturales e intelectuales, a la producción, consumo y distribución de bienes
simbólicos”.3 Los medios de comunicación se convirtieron en elementos básicos en la
primera posmodernidad, y lo son ahora en esta tardo posmodernidad, ya que son los
enlaces necesarios entre los diferentes agentes sociales.
2
3
Heller, A.; Ferenc, F. (1989): Políticas de la posmodernidad, Barcelona, Ediciones Península.
Lyon, D. (2000): Postmodernidad, Madrid, Alianza Editorial.
Este fenómeno que se inicia en la segunda mitad del siglo XX ha sido capaz de
modificar los modos de comportarse de la sociedad occidental que ahora se haya en un
proceso mucho más radical: las estructuras económicas y políticas también se están
modificando. El capitalismo, que tan importante ha sido para occidente en este periodo,
ahora comienza a desplazarse hacia otros países situados en el sur periférico del
sistema: China, India o Brasil, países considerados en vías de desarrollo, focalizan la
atención de los inversores que ven en ellos los nuevos centros económicos del mundo.
Por su parte, Castells4 nos habla de una oposición latente entre globalización e
identidad que está dando forma a nuestra sociedad actual. Para este autor, la revolución
de las tecnologías y la reestructuración del capitalismo están propiciando la aparición de
una nueva forma de sociedad, la sociedad red. Esta sociedad se caracteriza por la
globalización de las actividades económica, por la organización en red, la
individualización y por el fomento de una cultura de la virtualidad.
Otra de las consecuencias del boom tecnológico
es el fenómeno de la
destemporalización y la aparición de la simultaneidad y la instantaneidad, la actualidad,
y en definitiva, la sensación de presente continuo. Los medios también han contribuido
a modificar los hábitos perceptivos y sensitivos. En este sentido, podemos hablar ya de
lo que se conoce como fragmentación de lo social y, por tanto, lo que algunos
estudiosos como es el caso de Baudrillard han dado en llamar “El fin de lo social”.5
Desde mi punto de vista, nos encontramos en un nuevo periodo en el que lo
social, lejos de desaparecer, se interpreta dentro de otros parámetros, entre los que
destaca la inmediatez de todo lo que acontece y el acceso rápido a todo tipo de
información. Nunca anteriormente hemos tenido un acceso tan rápido, flexible y al
mismo tiempo perecedero como en esta nueva etapa a relaciones personales y
manifestaciones culturales de toda índole. La redes sociales propician este tipo de lazos,
que lejos de eliminar “lo social” lo sitúan en una esfera mucho más amplia y compleja.
Por esta razón, no podemos dejar de citar en esta reflexión a Lipovetsky que en
su obra “Los tiempos hipermodernos”6 nos hace meditar sobre estos fenómenos. Para
este autor, los parámetros en los que se basa este nuevo modelo social están definidos
por el hiperconsumo. Así, para Lipovestsky, el consumo adquiere una gran relevancia
en todos los ámbitos relacionales del individuo occidental en este comienzo de siglo. Y
4
Castells, M. (1998): La era de la Información, Vol. II, Madrid, Alianza Editorial.
Baudrillard, J (1998): Cultura y simulacro. Barcelona, Ed. Kairós.
6
Lipovetsky (2008): Los tiempos hipermodernos, Madrid, Ed. Anagrama.
5
nos advierte que “los sistemas de representación se han convertido en objetos de
consumo y todos son tan intercambiables como un coche o una vivienda” (Lipovetsky:
2008:31). De esta forma, el filósofo francés asegura que nos encontramos en un periodo
en el que la comercialización de las formas de vida no tiene ninguna barrera estructural,
cultural o ideológica. Y que la “lógica de la moda y del consumo ha impregnado las
crecientes dimensiones de la vida pública y privada” (Lipovetsky: 2008:33). Esto
permite que los individuos cada vez tengan mucho más integrados modos de vida
fluctuantes y flexibles.
Llegados a este punto, debemos recordar a Bauman y su concepto de “Sociedad
Líquida”7 que nos invita a reflexionar sobre este carácter efímero que define a la cultura
contemporánea. Así, el autor nos permite discernir cuáles son los atributos de esta
sociedad capitalista, e insiste en que ésta se define por su carácter precario, transitorio y
volátil.
En el ámbito de la pedagogía del diseño todos estos aspectos sociológicos deben
estar muy presentes a la hora de formar a los estudiantes de esta disciplina. La
sociología siempre ha sido para ellos un instrumento clave que les permite avanzar en la
concepción de nuevos productos y servicios, y también adaptar los ya existentes a las
exigencias de una comunidad. Enseñar Sociología para diseñadores en un “mundo”
cambiante se vuelve complicado si no se realiza desde el análisis de lo cotidiano y, al
mismo tiempo, a partir de las bases estructurales de la propia disciplina. En este sentido,
los profesores de Sociología del diseño debemos ser capaces de adaptar ambos
discursos y entender que el diseño es una herramienta importantísima para el desarrollo
de la industria. También es preciso recordar su potencial comunicativo, que lo convierte
en un instrumento clave en la divulgación de los valores culturales de cualquier
comunidad.
Y es que, desde el punto de vista social, el diseño es una plataforma
extraordinaria de mejora de los bienes de consumo al servicio de la empresa y de los
ciudadanos.
Del mismo modo, esta disciplina puede contribuir a mejorar las
condiciones de vida de los menos favorecidos a partir del desarrollo de técnicas y útiles
que se adapten a sus necesidades. Por esta razón, el diseñador debe saber interpretar el
paradigma social en el que se ubica y los condicionantes culturales, económicos y
estructurales que lo definen.
7
Bauman, Z. (2003): Modernidad Líquida, México, Fondo de cultura Económica.
La sociedad hipermoderna es poliédrica, diversa e hiperconectada
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