1.- ARTÍCULO DEL MES: CLAUSTROFOBIA Y BUCEO, ¿INCOMPATIBLES? P ara la mayoría de buceadores, esta actividad nos ofrece la oportunidad de sentir la ingravidez en un espacio totalmente abierto. Para muchos no existe una sensación de libertad mayor y quizás es justamente eso lo que más atrae para la práctica de este deporte. Pero desgraciadamente no es así para todo el mundo, hay quien experimenta una angustiosa sensación de “encierro” que, en los casos más extremos, puede llegar a volverse totalmente insoportable e inhabilita para la práctica del buceo. A continuación hablaremos más a fondo sobre la claustrofobia y lo que supone para este deporte. ¿QUÉ ES LA CLAUSTROFOBIA? La claustrofobia se podría definir como “el miedo irracional a permanecer en un espacio cerrado”. Las personas que padecen este trastorno, en el momento en que se encuentran en un espacio cerrado, comentará a notar sensaciones como una fuerte ansiedad, ahogos, sudores fríos, ritmo acelerado, etc.; una serie de sensaciones que le llevarán a sentir la necesidad irracional de escapar, entrando generalmente en una situación de pánico. Los síntomas son, por tanto, muy similares a los que podemos sentir ante un ataque de ansiedad o angustia. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la claustrofobia es un trastorno psicológico y, por lo tanto, no podemos buscar una justificación racional. Lo que sí deberemos tener en cuenta es que casi con seguridad se producirá una respiración rápida, que llevará a la hiperventilación, con una eliminación excesiva de CO2, por lo que, en principio, la claustrofobia parece ser un trastorno totalmente contraproducente para la práctica del buceo. Pero veamos algo más... ACLARANDO CONCEPTOS Muchas de las situaciones de ansiedad que se asocian a la práctica del submarinismo, se producen en situaciones de relativo encierro y suelen ir acompañadas de un intenso deseo de escapar. Esto puede llevarnos a caer en el error de considerar que tienen alguna relación con aspectos claustrofóbicos. Nada más lejos de la realidad. Es normal que muchos buceadores principiantes o aquellos que llevan bastante tiempo sin hacer una inmersión, puedan sentir temor al verse “enfundados” en el traje, justo antes de empezar a sumergirse. Podemos clasificar este miedo como “normal”, son los nervios que, en cierta medida, todos tenemos por el desconocimiento ante lo que se aproxima, pero nada tienen que ver con una fobia. La claustrofobia es un trastorno psicológico concreto que no debe confundirse con otros miedos, sin duda más habituales en el buceo y de una más fácil solución. De hecho, se calcula que sólo un 2% de la población sufre este tipo de trastorno. Una persona que sufra este trastorno, cuando se sumerja en el agua sentirá crecer su ansiedad y esta rápidamente se transformará en pánico. Por los síntomas, la claustrofobia puede confundirse con un ataque de ansiedad o angustia. A menudo, se produce también una respiración rápida, que lleva a la hiperventilación, con una eliminación excesiva de CO2. Por lo tanto y en principio, la claustrofobia parecería totalmente contraproducente para la práctica del buceo, pero hay casos y casos. Veamos ejemplos: 1.- CLAUSTROFOBIA EN EL MAR El buceo hace experimentar a nuestro cuerpo sensaciones totalmente contradictorias: por un lado podemos sentir la máxima libertad y, por otro, nos sentimos atrapados. Tenemos que tener en cuenta que durante una inmersión, nuestros sentidos perciben estímulos que les son extraños. Una persona con un trastorno psicológico como la claustrofobia, puede interpretar estos estímulos como opresivos y eso acabará por desencadenar una situación de pánico que será, como poco, peligrosa. Ante el comienzo de un ataque de claustrofobia, el organismo reacciona en primer lugar con una respiración rápida y agitada, lo cual en el buceo tiene, como todos sabemos, consecuencias nefastas. Pero, ¿puede considerarse de la misma forma un buzo experto en aguas abiertas pero que no puede acabar un curso de cuevas tras sentir ansiedad intensa a un kilómetro de la entrada, que uno que se siente encerrado en el corto espacio aéreo de su mascara? Evidentemente no; hay que aclarar que bajo un mismo síntoma o situación de potencial estrés, pueden significarse diferentes orígenes, y por lo tanto diferentes formas de afrontarlo, así como distintos grados de trastorno: 2.- LA CLAUSTROFOBIA NEURÓTICA Una persona con una claustrofobia severa probablemente no llegue ni a plantearse realizar un curso de buceo, salvo por circunstancias externas como podrían ser presión de la pareja, amigos, vacaciones, etc. Es muy complicado que progrese, incluso aunque pueda llegar a finalizar con muchas dificultades un curso de iniciación, lo normal es que no se interese por el buceo. Son personas que pueden sentir ansiedad simplemente metiendo la cabeza debajo del agua, con la capucha o como antes se mencionaba , pueden sentirse encerradas dentro del pequeño espacio aéreo de su máscara. 3.- RASGO CLAUSTROFÓBICO Hablando de submarinismo es mucho más habitual encontrar personas que puedan padecer un determinado rasgo claustrofóbico integrado en una personalidad relativamente normal y que se active ante determinadas situaciones de estrés y no en otras. Hay que tener en cuenta que pueden existir diferentes grados o intensidades de dicho rasgo; es posible que el límite de algún buzo esté por ejemplo en cuevas técnicas de alta dificultad, pero pueda bucear sin problemas en sencillos túneles o pequeñas cavidades submarinas. Por ejemplo, alguien puede bucear con normalidad en mar abierto y buenas condiciones de visibilidad, pero sentir ansiedad buceando en cuevas y túneles etc... Hay que diferenciar la persona que siente fuerte ansiedad ante los espacios cerrados y/o donde no puede escapar de forma rápida, de la persona que siente ansiedad en situaciones donde no controla lo que ocurre a su alrededor. Esto último es mucho más habitual en el buceo. Este tipo de buzo bastante frecuente, siente temor ante una mayor amplitud de situaciones, espacios confinados, baja visibilidad , nocturna, situaciones inesperadas dentro de la inmersión…pero también la solución puede ser más accesible. En este sentido es importante con estas personas el hecho de que evolucionen de forma muy progresiva y estén informadas en todo momento sobre el desarrollo de la inmersión dejándoles en cualquier caso siempre la decisión de abortar una acción si no se sienten seguros. En todos los problemas de ansiedad pero especialmente en el verdadero claustrofóbico aprender técnicas de relajación tipo Shultz puede ser útil para prevenir o combatir los problemas una vez aparezcan. 4.- CLAUSTROFOBIA SITUACIONAL Otro aspecto a considerar es que todos podemos padecer una situación de ansiedad en una situación que nos supera, o simplemente en un día que no tenemos las mejores sensaciones . Hay que dejar claro en este sentido que un hecho aislado no nos identifica como alguien con problemas de claustrofobia o de cualquier otro tipo relacionado con la ansiedad. Para poder considerarlo de este tipo, debe ser algo que se repite en el tiempo con cierta frecuencia. LA CLAUSTROFOBIA, ¿IMPEDIMENTO PARA BUCEAR? Los requisitos para bucear incluyen el haber pasado una completa revisión médica. Si usted sufre habitualmente o ha sufrido de manera ocasional algún episodio de claustrofobia, conviene que lo comente con su médico. Es necesario que le comentemos si en alguna ocasión nos hemos sentido incómodos o molestos en situaciones “típicas” de encierro como pueden ser ascensores, túneles... El profesional médico deberá evaluar si se trata de un miedo lógico o de una posible fobia, en cuyo caso se recomendará la visita a un psiquiatra que es quien definitivamente puede diagnosticar la existencia de desordenes claustrofóbicos. La pregunta viene después, en caso de ser diagnosticado positivamente, ¿se puede bucear? La respuesta sería “depende”. En primer lugar dependerá de la severidad con la que la fobia se presente en el individuo, después están los deseos de practicar este deporte y, por último las condiciones en las que se practique. En principio si el grado de la fobia no es muy elevado, el individuo puede intentar tomar contacto con el buceo de manera lenta y paulatina, por lo que se recomienda comenzar con un bautizo en piscina, donde las condiciones pueden ser perfectamente controlables. Por supuesto, nunca se realizará una primera inmersión en mar abierto sin antes haber comprobado la respuesta de nuestro cuerpo ante esta actividad. Si todo resulta bien, puede ir avanzando y desarrollar otras inmersiones más complicadas. De hecho existen casos en los que el buceo ha resultado beneficioso, ayudando a personas a combatir este trastorno en otros aspectos de su vida diaria.