ARQUETIPO "EL NIÑO" 1 Beatrice Jezic ¿Por qué he elegido entre un sinnúmero de arquetipos justamente el del niño? En primer lugar porque todos nosotros, hemos experimentado pasivamente este arquetipo con toda su fuerza, ya que nuestro alrededor proyecta sus características en nosotros; de forma que lo aprovechamos y también lo sufrimos. En segundo lugar porque en la psicología junguiana, el niño y el arquetipo del niño han ocupado durante mucho tiempo o un lugar secundario, o bien aparecían en un nivel muy elevado en forma del "niño divino". En tercer lugar porque el Instituto C.G.Jung en Zürich ofrece, desde hace tiempo, estudios para analistas que desean especializarse en el trabajo analítico con niños y adolescentes. Esta renovación aportó una brisa fresca en estructuras, en parte polvorientas, porque el niño real está mucho más cerca del inconsciente que el adulto: erupciones volcánicas, terremotos, inundaciones se "desahogan" de forma directa; la participación mística con los animales salvajes tiene lugar delante de los ojos del psicólogo; “adversarios desagradables son matados al instante”; se inventan todo tipo de rituales para controlar un poco la gran energía del inconsciente. El lenguaje es directo, casi chocante: una caca es una caca y no un excremento. Supervisiones e informes de esos terapeutas infantiles tarjeron alegría a los espacios "señoriales", alegría que también experimenta el adulto, cuando de repente de su profundidad sale el niño que sustituye a lo rancio. En cuarto lugar porque cada uno de nosotros tiene su propia biografía y al comienzo y en el centro de su biografía se encuentra el niño, tal como nacimos. Para visualizarlo, utilizo la sección de un árbol: en el centro está el comienzo y alrededor aparecen como círculos concéntricos los años de la vida. 1 Conferencia ofrecida por Breatrice Jezic en el Colegio Oficial de Psicólogos de Valencia en 1994. Seguramente para cada uno de nosotros existen imágenes que desde nuestra niñez tienen gran significado. Por ejemplo, yo tengo una imagen personal acerca de los árboles talados: Mi casa paterna estaba al lado de un bosque que pertenecía a un fabricante de paraguas; para la fabricación de paraguas se talaban y apilaban los árboles al borde del bosque. Con dolor e indignación contaba los anillos y todavía hoy los paraguas me producen mal efecto. Más tarde me encontré de nuevo con el árbol y su origen en la selva africana, pero, al contrario del fabricante de paraguas, el africano lo trataba con más respeto. Se disculpaba ante el "árbol grande" por tener que derribarlo por algún motivo. El "motivo más sagrado" era cortar el corazón del árbol, el centro, y sumergirlo como corazón en el fondo del tantán recién ahuecado. El tantán que anuncia la mañana y la noche y que a ciertas horas transmite también noticias. De esta forma el corazón del árbol se unía con la voz. Después, cuando ya trabajaba como terapeuta analítica, la imagen del árbol y sus anillos me sirvió de repente para ayudar a una mujer de 40 años a distanciarse de su complejo paterno y materno; le sugerí dibujar los anillos de su vida y de esa manera logró ver que 40 años crean una verdadera distancia con los tabús paternos. E n q u i n t o l u g a r po rq u e l a i ma ge n a rq u e t í p i c a d e l n i ñ o t i e n e u n a g ra n importancia para nuestro desarrollo. Cuando este motivo aparece en sueños y fantasías, representa un cambio, un cambio objetivo: se puede experimentar el cambio como bueno o malo; no se puede casi detener. Si se detuviera, podría resultar en lo que llama C.G. Jung una "reducción regresiva d e la Persona": endurecimiento de viejos aspectos, recaída en viejos comportamientos restrictivos. De forma que cuando aparece el símbolo del niño hemos de ir con mucho cuidado. Sé que todos ustedes conocen en profundidad la psicología junguiana; sin embargo deseo recordarles lo que quería decir C.G. Jung con el concepto de arquetipo: "No se pueden conf undir las imágenes arquetípicas que nos transmite el inconsciente con el arquetipo en sí”. El arquetipo en sí no puede ser consciente, pero nos transmite una imagen que puede ser consciente. Lo arquetípico son variaciones de un tema básico: Jung lo explica mediante los mandalas: una forma básica, bastante sencilla y central, que puede ser representada en innumerables variaciones. Más tarde Jung compara el arquetipo con el sistema axial de un cristal, que preforma la cristalización sin tener existencia material propia. “El arquetipo es una "facultas praeformandi", una posibilidad de la imaginación dada a priori: no se transmiten por herencia las imágenes, sino las formas que en este sentido corresponden justo con el instinto que también está determinado formalmente" CW VIII p. 417, IX p. 155, VII p. 109 ) Cuando fue preguntado de dónde vienen esas imágenes primitivas arquetípicas, Jung contestó: "me parece que sólo se pueda explicar, suponiendo que sean resultados de experiencias de la humanidad que se repiten continuamente. Nada nos impide suponer que ciertos arquetipos ya existen entre los animales y que por consiguiente forman parte de la particularidad del sistema vivo." Cada nuevo motivo arquetípico que se anuncia, pero sobre todo el del NIÑO, significa un nuevo comienzo y un desarrollo. ¿Pero qué significa en realidad un desarrollo psíquico? ¿Se consuma de forma completamente autónoma, como el casi entero desarrollo corporal? Está claro que un nuevo comienzo psíquico tiene también un "aspecto final" o, en otras palabras, tiene una meta. Sin embargo un desarrollo psíquico sólo puede tener lugar con creciente consciencia y responsabilidad. Si el hombre descuida la fuerza que surge del arquetipo, caerá en una dependencia, llegará a ser su víctima, se ahoga en él: en vez de una persona capaz de imponerse, me vuelvo asesino, en vez de líder, me vuelvo dictador, en vez de la fuerza que surge de la imagen arquetípica del niño en el inconsciente y que incita a un ser nuevo y más abierto, existe el peligro de que quede atrapado en el motivo tentador del Puer Aeternus, de la Puella Aeterna. Así que no basta con tener un Mercedes potente; es necesario un conductor. Cuánto más caballos tiene mi motor, tanto más cuidado tengo que tener al conducir, para no amenazar el medio ambiente. Cuando el hombre experimenta la violencia de las fuerzas inconscientes, fascina a sus prójimos. Vive una autenticidad muy directa y sólo importa el conseguir la meta. Tal hombre será dominado por dolor, deseo y furia; es ciego para las realidades externas; es poseído y destructivo. Ya no objetiva su instinto, lo racionaliza completamente. Eso significa que se sirve de una realidad falsa para justificar el instinto. Tenemos como ejemplo las terribles guerras civiles de la actualidad, en Bosnia, en Ruanda-Burundi, donde personas que hasta ahora convivían en paz se pierden en delirio homicida, que se racionaliza como purificación étnica. Dado que el hombre siempre busca motivos causales para explicar por qué se llega a eso (es decir que actúa de forma racional), no hay ningún progreso. En mi opinión las fuerzas humanas dispuestas a hacer compromisos tienen menos fuerza e irradiación que las fuerzas destructivas. Hay muchas teorías religiosas y filosóficas sobre la "libertad humana". Según las cuales, el hombre tendría la posibilidad de elegir, por supuesto de forma limitada, dado que somos niños de nuestro tiempo y nuestra sociedad y que estamos limitados por nuestra corporalidad; no podemos pensar que somos seres libres y superiores. Pero a veces la psicología analítica nos puede ayudar, gracias al consciente a reconocer las fuerzas arcáicas y darles la bienvenida -- ya que son en si mismas energía y podemos canalizarlas.Es nuestra tarea humana de procurar que ambas fuerzas, la del consciente y la que surge del inconsciente, trabajen juntas. Después de haber tratado de forma general el arquetipo, quiero ahora examinar la imagen arquetípica del niño. LA IMAGEN ARQUETÍPICA DEL NIÑO La imagen arquetípica tiene muchas facetas; C.G. Jung escribe en su libro "Die Wurzeln des Bewusstseins" ("Las Raíces del Consciente") p.83, publicado en 1954, lo siguiente: "Parece ser probable que un arquetipo en situación reposada, no proyectada no tiene una forma determinable de manera precisa, sino que es una imagen formalmente indeterminable, que tiene sin embargo la posibilidad de aparecer bajo formas determinadas, mediante proyecciones." Es probablemente para proteger la vida en gestación y del crecimiento del bebé real que se acentuén en la imagen arquetípica del niño los aspectos positivos. El niño dulce, el niño amable y bueno, el niño alegre, hasta el "niño divino", como si lo "divino" únicamente contuviera aspectos positivos. Durante mi actividad terapéutica en Basilea, dos veces me fueron asignadas mujeres que sufrían de lo que se llama "psicosis de embarazo". Este empuje psicótico, generalmente único en la vida de una mujer, puede amenazar la vida del recién nacido o también de la madre. Surgen impulsos de arrojar el niño por la ventana, asfixiarlo o por miedo a esos impulsos terribles, suicidarse. En ambos casos se trataba de madres, que durante el embarazo habían idealizado excesivamente el niño y el ser madre. No admitían ningún sentimiento que el niño podría ser también una carga, que el niño quita libertad a la madre, que podría romper la unión estrecha hombre-mujer o la estabilidad familiar ya existente. Había solamente imágenes del tipo: Virgen María bondadosa y de un niño sonriendo. A causa de la experiencia sísmica del parto, de los dolores, ocasionados por el nacimiento del niño, a causa de ese choque estalla la psicosis, en otras palabras es la inundación de los aspectos negativos. La medicina, sin embargo habla de un cambio hormonal, ¿pero qué viene primero? ¿el aspecto negativo reprimido de la imagen arquetípica o las hormonas? El niño real, tal como el arquetipo del niño, es tanto bueno como malo -- al igual que la imagen arquetípica de la madre o del padre. La imagen arquetípica del niño es un símbolo de la vida que comienza, de una época nueva que comienza, un mundo nuevo, un cambio. Algo nuevo, dinámico llama a la puerta del consciente; ahora depende de si ha llegado el momento oportuno para ello. Los griegos hablaban de "kairos", el buen momento. Ya que desarrollo significa también separación de viejas estructuras, el arquetipo niño es amenazado por fuerzas establecidas; amenazado de ser expulsado o incluso matado. Recuerden los numerosos mitos y cuentos, donde se abandona a niños con la intención de que mueran. ¿Qué provoca estas fuertes reacciones? Cito otra vez a Jung de "Die Wurzeln des Bewusstseins" ("Las Raíces del Consciente"), p. 586, donde compara al hombre medieval con el hombre moderno más consciente: "El hombre medieval estaba más cerca de la totalidad inconsciente, una totalidad inconsciente que el niño y el hombre primitivo poseen de forma más completa y que el animal que vive en libertad posee en un grado perfecto." El niño lleva en sí todas las características de los adultos: puede ser egoísta, furioso, envidioso, triste, destructivo, ávido, pero también generoso, cariñoso, tierno, contento, listo, juguetón. Pero cuando el niño está furioso, su totalidad está furiosa -- es furia, es tristeza, es hambre -- o más fuerte todavía: yo hambre, yo furia -- tal como se expresa en los idiomas centro africanos, por ejemplo en el kirundi. Y es esa violencia de la totalidad inconsciente la que, a nosotros los adultos, nos seduce, pero al mismo tiempo nos deja impotentes. Sabemos de nosotros mismos que tenemos muchas facetas; cada uno de nosotros es una pluralidad que intenta centrar nuestro SELF, de ahí que nos consideramos como unidad. El niño sin embargo en general no se entiende como unidad, por ejemplo durante mucho tiempo habla de sí mismo en la tercera persona. De repente puede ser un perro, luego un gigante, etc. Así también pasa con el niño arquetípico: cuando aparece, se despiertan muchas tendencias y deseos, a veces contradictorios, en el hombre. En el niño real individual sólo pueden realizarse aspectos parciales de la imagen arquetípica del niño; otros son arrinconados en el inconsciente “donde traman como conspiradores la fuga de la cárcel”. He tenido la gran suerte de vivir, siendo niña, en la ciudad maravillosa de Berna, de la cual también estaba enamorado Goethe. Esta ciudad, construida en 1191 por un urbanista megalómano de Záhringen, sus calles fueron construidas tan anchas que también hoy en día el tráfico moderno puede pasar por el casco antiguo y los peatones puedan caminar tranquilamente por debajo de los amplios soportales. ¡¿Así que megalómano porque era intuitivo?! En medio de esas arterias anchas fueron construidas fuentes redondas enormes; en su centro se eleva una columna en la cual hay figuras mitológicas, religiosas e históricas. Recuerdo que cuando era niña, de camino al colegio,pasaba "Kindlifresserbrunnen" ("Fuente del traganiños"): una representación de por el Cronos- Saturno. ¡Ahí está! “y lleva justamente un niño a su boca; otros están como atados a sus piernas y brazos -- los devorará a todos. Como escolar pasaba con inquietud por delante del monstruo, sobre todo cuando había hecho mis deberes a la ligera. Este tramo del camino al colegio se hacía sobre todo difícil porque justo detrás de la fuente estaba todavía la tienda de paraguas del señor Lüthi, el propietario y carnicero del bosque”. Así que desde muy temprano tenía conocimiento de la amenaza del niño y también de sus aspectos amenazantes, que podía ver en las caras espantadas de mis padres, cuando mi comportamiento era totalmente distinto al que corresponde a un niño "decente". La imagen arquetípica del niño surge principalmente en la mitad de la vida con toda su fuerza. Jung escribe en "Seelenprobleme der Gegenwart" ("Problemas del Alma Contemporáneo"), Rascher 1931: "Es imposible vivir en la tarde de la vida los mismos programas que por la mañana, lo que entonces era muy importante, ahora lo es mucho menos; la verdad de la mañana con frecuencia es la equivocación de la noche". Jung comparó la vida humana con el ciclo solar, tal como nosotros lo vemos: el semicírculo de 180 grados y el otro semicírculo invisible, sobre esta mitad, de después de la muerte, Jung se expresa con mucho cuidado: "No podemos saber nada sobre una vida después de la muerte. Pero como médico veo que personas que creen en un sentido de la muerte y un tipo de continuación de la vida, viven psíquicamente mejor, tal creencia es psicohigiénica. Me he apartado ligeramente del cenit de la vida, ya que el arco solar no sólo recorre los 180 grados, sino el círculo entero de 360 grados”. Hasta el cenit el hombre ha cumplido con lo que le exige el sobrevivir y la sociedad: aprendizaje, ganar dinero, vida social, formar una familia, descendencia. En "Seelenprobleme der Gegenwart" ("Problemas del Alma Contemporánea"): Jung afirma: "Ese anclaje en el mundo y en el tiempo es natural; la civilización sin embargo se encuentra del otro lado de la meta natural del ser vivo." Cuando se han alcanzado las metas "naturales", surgen a menudo sentimientos de aburrimiento, de tedio, de vacío, porque hay demasiadas cosas que todavía no se han vivido. Hay varias maneras para salir de esa crisis: con frecuencia se somatiza en esta época; generalmente son molestias corporales que pueden causar un estancamiento. O bien glorifica lo conseguido: todos conocemos a mujeres que hasta muy avanzada edad hablan de sus partos y abortos, a hombres que rumian sus hazañas del servicio militar y de su época como estudiante, que siguen aumentando el capital y que tutelan sobre sus descendientes mientras vivan. Obien una huida hacia metas aparentemente nuevas: deporte y piel tostada por el sol para no envejecer, liftings, tratamientos de las arrugas, mucha vida social y mucho consumo. O bien el camino difícil de analizar las metas y los valores conseguidos. Pero esta ansia de individuación se encuentra con muchos comentarios y una fuerte presión del colectivo. Viejas amistades se deshacen, se abandonan viejas costumbres con resignación. Para proteger el desarrollo, el hombre necesita soledad; de repente tiene, causando el enfado de su entorno, otras opiniones. Su entorno humano está desilusionado y también irritado, porque tiene el valor de tomar ese camino, que muchos evitan por comodidad. A menudo el cambio no se logra inmediatamente: les quiero recordar los muchos cuentos, donde algunos hijos o hijas no llegan a la meta; de la misma forma el hombre en el camino de la individuación tiene que sufrir a veces un contratiempo. Hacen falta muchos sacrificios por fidelidad a la ley propia. Un ejemplo destacado de la "obligación a la fidelidad" de la voz interior me parece Martin Luther (1483-1546), el reformista alemán. A los 18 años experimentó durante una fuerte tormenta el poder de Dios; abandonó sus estudios de derecho y se hizo monje. Como "hómo religiosus" se indignaba sobre los abusos en la Iglesia (tráfico de indulgencias, nepotismo, etc.). En 1518, a los 35 años, tuvo la "Turmerlebnis" ("Vivencia torre"); probablemente el niño arquetípico le obligó a tomar postura, que culminaba en lo siguiente: "El papado es una institución puramente humana, también concilios pueden errar". La biblia llegó a ser para Marin Luther la base de la fe. En 1521, a los 38, tenía que retractarse de sus "doctrinas heréticas".Pero también desestimó esta presión pública y gritó en lugar de la retractación: "Aquí me hallo, aquí estoy, no puedo hacer otra cosa. ¡Dios, ayúdame! ¡Amén!" Tal como les pasa a los padres del niño real, así le pasa también a quien es dominado por el arquetipo niño. Ambos son confrontados con una dinámica cuyas energías surgen del inconsciente y parecen caóticas y objetivas; ambos tienen que ayudar al niño a conocer estructuras y reconocer contrastes para el desarrollo del Self inconsciente al Self maduro. Al igual que después del nacimiento de un niño real nos espera mucho trabajo, con el nacimiento del niño interior nos espera un "opus", que puede llenar la segunda mitad de nuestra vida. Cada cambio es precedido por una separación y cada separación significa al mismo tiempo tristeza. Incluso personas, que después de muchos años de prisión son puestas en libertad, sienten lo difícil que es el tener que abandonar las estructuras odiadas y ser libres y sin protección. El analista tiene que darse cuenta de ese tiempo para la tristeza y no debe recibir en seguida con júbilo el nacimiento del niño interior de su analizado. Por supuesto existen grandes "personalidades Mana", que están mejor preparadas para esta misión. En este contexto Jung nos cuenta un ejemplo de la literatura etnológica: un gran cacique y guerrero indio tuvo en la mitad de su vida en un sueño la visión del "gran espíritu". Este le ordenó que desde ahora en adelante se sentara con las mujeres y los niños, llevara ropa femenina y comiera alimentos femeninos. Obedeció a esta visión sin perder su prestigio. No siempre se presencia el nacimiento del niño interior. Les contaré un sueño de una mujer que entonces tenía 38 años. Era una niña de la guerra; tuvo que independizarse desde muy joven porque la madre trabajaba en una fábrica de municiones y del padre, que había ido al frente, no se había vuelto a saber nada. Más tarde llegó con un convoy de niños a Suiza donde se crió, estudió e hizo un buen aprendizaje como ingeniera de caminos, canales y puertos. Era inquieta y políticamente muy activa; pertenecía a lo que llamamos la generación del 68: una generación que por primera vez ponía en duda todos los valores de nuestra sociedad. La soñante cambiaba frecuentemente de puesto de trabajo. Sin embargo tenía pocas exigencias materiales: buhardillas frías le bastaban como vivienda, ropa de segunda mano, zapatos gastados y medias rotas bastaban como vestimenta, una bicicleta oxidada, salvada de la basura como vehículo. Pero no era una niña hippie feliz; estaba llena de tensiones agresivas contra todo el mundo. Después de dos años de análisis tuvo un primer sueño de “nacimiento”, que indicaba que se estaba preparando un cambio en el inconsciente, pero todavía no había llegado el momento adecuado: "Se encuentra en el jardín de un hogar para niños. (Con ese jardín y sus árboles asocia recuerdos positivos, de cuando se sentía independiente y libre). Está debajo del peral, busca algo, encuentra un huevo que es anguloso y que tiene algo dentro que se mueve. La soñante deja caer el huevo de miedo (Véase el cuento de Pitchers Vogel, El pájaro emplumado, Grimm 46); la cáscara se rompe y en el suelo yace un embrión humano; apenas se pueden distinguir piernas, manos y rostro, como si estuviera envuelto en una piel; se contrae. La soñante lo deja yacer en el suelo con sentimientos de angustia y piensa: 'ya no puede ser salvado”. La soñante desde el nacimiento de su hermana, de la cual había tenido que ocuparse demasiado temprano, consideraba repugnantes a las criaturas desamparadas. En el sueño hay un indicio de hacia dónde correrá,con probabilidad, su energía psíquica: hacia la propia de bi li dad, hacia la propia indige ncia y por lo tanto hacia la conscienciación de propias necesidades, será necesaria construcción de una “persona”, su lugar en la sociedad, la atracción erótica hacia un hombre algo más joven, etc. El post 68 que ahora quería realizarse en la vida cotidiana. Poco tiempo después la soñante decidió estudiar arquitectura. Tres años después del sueño del embrión, sueña: “ella y ese hombre están en la ciudad. Ella empuja un tablero sobre ruedas: es una mezcla de cochecito de niño, mesita camarera y bandeja. De repente ve que encima hay un bebé, envuelto en pañales como una momia, parecido a como en general se representa al niño Jesús. Es un bebé precioso de mejillas sonrosadas. El novio no quiere empujar el tablero y ella no quiere coger al bebé. Finalmente lo deposita en la acera. Pero pasan peatones y le hacen sentir mal; teme que también podría pasar la analista. Así que coge al niño en los brazos, percibe su calor y se siente muy dichosa." Efectivamente, la soñante se dio cuenta que tenía que aceptar y cuidar como posibilidad propia la capacidad y la creatividad que hasta ahora había proyectado en el novio. Lo maravilloso de la psique es que no refleja de forma absoluta e irrevocable la diferencia de sexo: soñamos con mujeres con pene y hombres con pechos; la mujer debe desarrollar "positivamente" el animus y el hombre la anima. ¿Nos puede sorprender entonces que haya hombres embarazados que dan a luz? Tenemos ejemplos de figuras mitológicas: de la cabeza de Zeus nace Atenea y de su muslo Dionisos. Les quiero contar, ahora, el sueño de un hombre muy introvertido de 38 años, que era maestro, pero a quien le gustaba más la carpintería y la apicultura que dar clases. También él era de la generación del 68. Sus símbolos en parte provenían del mundo de las abejas y he aprendido un montón sobre los primeros animales domésticos de los hombres. Su sueño empieza con representaciones de abejas: "Tirado en el suelo hay una colmena de fecundación para criar reinas jóvenes; pero la colmena está al revés en el suelo y con miedo, el soñante ve que está vacía: ¿habrán sido comidas las abejitas? Sólo queda en el suelo una reina viva que tiene forma vermicular. Piensa que será demasiado débil para sobrevivir. Sin embargo la levanta y la pone en la colmena. Ahora se encuentra en su casita de montaña. Quiere dormir pero se junta un enjambre debajo del techo. ¿De dónde viene? ¿Trae a la reina semimuerta? Está muy cansado, pero sin embargo toma una colmena para encorchar el enjambre. Tiene la impresión de ser determinado desde fuera. Ahora quiere darse una caminata en solitario. Llega a un refugio donde están reposando alpinistas en catres, que ríen y charlan; ahí no quiere quedarse. Así que continúa la subida. Debajo de una roca saliente se acuesta sobre la fresca hierba alpina. Acaricia su vientre y siente una ligera presión, casi como un dolor. Ahora se da cuenta que está en muy avanzado estado de embarazo. Ya parece haber dado a luz; hay dos comadronas. Una de ellas le muestra que tiene que apretar sobre su ombligo para que salga un liquido con el cual podrá alimentar al bebé." También en él, la creación de la vida tomó formas más sólidas, guiadas por un objetivo. Quizás les asombre que en ambos casos se trata de personas de la generación del 68, personas que protestaban contra las normas rígidas de la sociedad establecida y buscaban alternativas. El conformista y el que protesta se dirigen a o contra las mismas normas jerárquicas: N O R M A CONFORMIDAD PRO TES TA Para desarrollarse ambos tienen que elegir el mismo camino: “llegar a ser uno mismo” . Tendrán que poner en el centro de su universo el Self como elemento de decisión. Jung había observado que mediante el proceso de individuación la función inferior se desarrolla y se vuelve consciente, será lo nuevo creativo. Cuando aplico esta idea al caso de ambos analizandos, llego a las mismas conclusiones: En la mujer llama la atención, incluso para ser alguien del 68, su “persona” negativa, su entorno muy abandonado, su falta de sentir necesidades corporales. Así que la función de sensación era inferior. Haciendo la carrera de arquitectura tuvo que entenderse con los materiales, tuvo que tratar de comprender a las necesidades de gente soltera, de parejas, de familias e incluso de grupos enteros de la sociedad, ya que se especializó en la conservación de ayuntamientos antiguos, cuarteles, fábricas y casas de campo que fueran destinados a otros fines efectuando una suave renovación. El hombre joven era un destacado tipo sensitivo; cuando describía una caminata, entraban todos los aromas de la naturaleza en mi consultorio; yo podía sentir de forma muy táctil la piel de un gato, el calor de leche recién ordeñada. Además de eso, o quizás a causa de eso, estaba anclado en el matriarcado. Su amor hacia las abejas lo reflejaba. Por más amable que era, no era "de ese mundo" ... Su mundo parecía una fantasía y haciéndose mayor se asombraba de no pertenecer a nada de eso. Aparentemente se trataba del desarrollo de la intuición extravertida: ¿que hago ahora con todos los bienes espirituales, que he reunido? Ahora de repente parecía resolverse por sí solo: primero escribió un manual sobre la apicultura, con amplificaciones mitológicas e históricas. En segundo lugar integró la apicultura y el profesorado: se hizo trasladar a un colegio de inmigrantes: son clases con un 80% de inmigrantes, variedad de pueblos, variedad de idiomas, variedad de religiones (Suiza es el país con mayor número de inmigrantes: el 22% de la población activa). En esas clases de inmigrantes hay que crear primero un grupo y como mejor se consigue es mediante una tarea conjunta: puso colmenas en el patio del colegio; los niños aprendieron a observarlas, cuidarlas, exprimir la miel, venderla y ahorrar ese dinero para realizar excursiones. Animado por el éxito del intento, ofreció a una clínica psiquiátrica hacer el mismo experimento con enfermos psíquicos, también fue un éxito. De repente era alguien a quien la gente consultaba y cuya experiencia fue tomada en serio. Si antes esta actividad solitaria de la apicultura le había aislado de la gente, ahora , lo que había empezado a los ocho años, y que sólo causó comentarios adversos, llegó a ser un importante factor de integración social. Así que creo que era la intuición extravertida que produjo repentinamente ese cambio. EL NIÑO REAL EN SU MUNDO REAL (Época, Familia, Capa Social, Religión, Pueblo) Si se toman el trabajo de investigar la situación familiar en cuentos y mitos, notarán en seguida que apenas existen situaciones "normales". La familia "normal" consiste en una madre, un padre e hijo(s). Seguramente las hay, incluso estadísticamente de modo significativo. ¿Pero, por qué, entonces apenas este tipo de familias apenas se retratan en ese tesoro de experiencias de la humanidad tan importante? En los cuentos hay viudos, viudas, madrastras y padrastros, huérfanos, y cuando existen padres y madres, son generalmente tan pobres o tan ricos y por consiguiente tan amenazados que abandonan a los niños (por ejemplo Hánsel y Gretel, La bella durmiente del bosque, etc.). ¿Será porque la normalidad es tan trivial y por eso no vale la pena mencionarla, o es la "normalidad" una forma colectiva extravertida de la cual existe el contorno exterior pero que desde la vivencia interior del niño no se corresponde en absoluto con su experiencia?. Tomemos como ejemplo la gran cantidad de niños sin padre y quizás más todavía hijas, que en realidad tienen padre, pero no lo experimentan. Desaparece antes del desayuno y vuelve por la noche tan tarde que el niño en general ya está acostado. O los padres se han estancado en una adolescencia que no asume la responsabilidad, tal como aparentemente lo espera el niño. O los padres se sienten frustrados, de forma que parecen no tener nada que aportar. A veces por suerte hay alguna abuela ( en “la cabaña del bosque”) que permite experimentar al niño transitoriamente el elemento materno. En el caso de madrastras y padrastros en los cuentos, se podría pensar más bien que el niño experimenta en esta fase el lado oscuro del arquetipo paternal. Durante su de sarrollo e l niño de be liberarse cada vez más de la relación simbiótica; esto produce miedo y ésto a su ve z es proyectado. También la función de los hermanos es importante en la vida del niño. Si soy hijo/a único/a, no tengo que preocuparme por experiencias con hermanos reales. Al mismo tiempo por la falta de experiencia podré formarme una imagen superior de hermanos. Existe el peligro que serían más guapos, más inteligentes y fuertes que yo, por lo cual sentiría miedo y rivalidad. También puedo reprimir estos sentimientos y admirarlos. Hay por ejemplo muchos niños que sirven como lacayos a un niño fuerte. O bien soy hijo/a único/a solamente en mi fantasía, entonces los "más pequeños" se consideran como "gusanos”, “no deberían ser percibidos”. Este caso se da a menudo con el primogénito. Naturalmente está al acecho en el inconsciente el peligro de la superioridad de los hermanos menores. Cuántas veces en los cuentos es justamente el más joven y menos inteligente el que toma el reinado. Me parece que el primer y el último niño tienen una función especial, como también la tiene el primer hijo después de varias hermanas o la primera hija después de varios hermanos. En el medio el niño está menos expuesto, pero también se siente menos "singular". Por supuesto también el género es importante. En las culturas patriarcales las chicas tienen poca importancia, sólo como joven ayuda y futura madre. No puedo decir que ocurre lo contrario en culturas matriarcales. Durante cinco años he vivido en la selva de la Cuenca del Congo, donde la cultura es matriarcal: los niños pertenecían al lado materno y el padre tenía que trabajar para su mujer y los padres de su mujer. Los niños se criaban libremente. Los chicos eran iniciados mediante los rituales en la sociedad masculina de cazadores. Las chicas, casi no había tareas hogareñas, eran iniciadas principalmente en los misterios de la luna, de la menstruación y de la sexualidad. Por otra parte conocí a familias matriarcales en Europa: las fincas o la fortuna pertenecían a la familia de la madre y el padre tenía poca importancia. Pero también en esos casos las madres reclamaban los hijos y los hacían más o menos sus descendientes. Esto significa que el hijo tiene que realizar el animus de su madre, esto puede equipararse a una absorción. Para que nosotros, los "niños únicos adultos" que todos somos, no sólo pensemos de prisa en nuestra situación como niño en nuestra familia, sino para que también intentemos volver a vivir la infancia sensitivamente, es conveniente dar forma al niño y su relación con el padre, la madre y los hermanos. Esto se puede realizar mediante el dibujo, la pintura, el psicodrama u otras representaciones. Para ilustrarlo les quiero contar una historia real, en forma de cuento: “Erase una vez ... una reina (reinaba en una casa grande) y un rey que siempre estaba fuera, porque tenía que visitar los territorios lejanos de su reino (era médico) .... La pareja tenía dos hijas buenas y rectas; sobre todo al padre le gustaba su capacidad (eran buenas alumnas en el colegio). Pero a menudo la madre se sentía muy sola y ansiaba lo masculino. Después de siete años ocurrió el milagro: dio a luz a un dulce hijito. No le negaba nada en absoluto al príncipe y también el padre gozaba de su dulce hijo retozando. También las dos hermanas le amaban tiernamente, lo llevaban consigo, le hacían dibujos, reparaban sus juguetes. Lo que les gustaba a todos era que el principito nunca se alejaba del gran parque del castillo e incluso dentro del parque había lugares oscuros y pantanosos que evitaba. Nadie tenía que temer que le ocurriría alguna desgracia. Por cierto, siempre estaba un poco enfermizo y necesitaba muchos cuidados, que todos le dedicaban. Cuando tenía siete años, tenía que ir a un caballero vecino para aprender a montar a caballo y disparar (escolaridad obligatoria). Pero se opuso y lloró en el seno materno. El padre se impacientaba, las dos hermanas tan amables ahora se reían de él. Sólo la madre consideraba que tendrían que esperar un año más. En vez de enviarlo a un caballero, fue enviado a una "pobre mujer en el bosque" (una terapeuta). Ahí el príncipe se sentó en el suelo y se volvió el piloto de carrera de automóviles más rápido que jamás existió, se volvió Bernard Russi, un ídolo suizo del esquí, se volvió un animal salvaje, bebiendo sangre y manchándose con ella (bebió de una jabonera, a gatas en el suelo, zumo de frambuesa). Luego se volvió brujo y la "pobre mujer" su ayudante. Todos los niños que encontraban fueron convertidos en arañas, pájaros, liebres, gatos, nunca en algo peligroso. Después surgían profesiones más prácticas: era un gran cirujano cuya especialidad era tratar a personas que tenían 6 o incluso 7 dedos en manos o pies, que curaba amputándoles. Finalmente también se hizo limpiachimeneas, pero sus pies eran tan enormes que no podía bajar por las chimeneas. Por fin se dio cuenta de que el tamaño de zapato número 30 le sería mejor”. Así que psicológicamente tuvimos que desmontar cuidadosamente el yo grandioso del príncipe, para que no tuviera que conseguir en la fantasía una vida de éxito tan fatigosa, para luego llegar a ser tanto más pequeño en la realidad. ¿Qué habría pasado si no hubiera ido a la pobre mujer en el bosque? Probablemente todavía hoy estaría viviendo detrás de las murallas del castillo de su padre y temblando por lo que sucede ahí fuera. Pero se atrevió a hacerse algo muy poco importante (desde el punto de vista del rey): se convirtió en conductor de tranvía en la vida real, y también él reina sobre un mundo cuando está sentado en el asiento del conductor y lleva un uniforme elegante que le da aceptación en el colectivo y le protege. Como pueden ver, sin hacerse junguiano, ha elegido un camino muy individual y ha hecho un compromiso entre el príncipe grandioso y el chiquillo pobre y débil. Las consecuencias de nuestra niñez no solamente son el resultado de la situación familiar sino también del intercambio de necesidades infantiles y la actitud del entorno hacia esas necesidades. Cuanto más pequeño es el niño, tanto más desamparado está contra las tentaciones interiores y exteriores. Madres abrumadas o insensibles reaccionan muchas veces con impaciencia y furia contra el comportamiento instintivo de sus niños. El niño, que todavía no habla, percibe los ánimos y sentimientos mucho más que el adulto. De esta forma, impaciencia y furia provocan en él también furia; pero pronto nota que esto es peligroso porque sus deseos y movimientos son todavía muy restringidos. De la psicología de los complejos sabemos que los complejos tienen un centro pequeño, que pueden extenderse como un cáncer. La inseguridad, ¿qué puedo desear? ¿ qué tengo que reprimir? se intensifica. De forma consciente o en la sombra existen reivindicaciones sobre lo que puedo obtener: posesión, donación, tiempo, ayuda. El niño no tiene valores: un jarrón chino de la época Ming no tiene ni más ni menos valor que el propio excremento u orina. A los 2-3 años todo es interesante y se desmonta y se rompe para penetrar mejor en los secretos. Es el comienzo de la acción, de la investigación, de la toma de posesión, de la lucha para algo, de la libre movilidad. Ahora que los adultos insisten precisamente en la tranquilidad y el orden, sólo determinados terrenos son permitidos, se obstaculiza la inclinación a la independencia, a la perseverancia, a la afirmación de sí mismo. Si esta educación tiene éxito, el niño se hará dócil, respetará las instrucciones y las órdenes, no asumirá ninguna responsabilidad; dan todo lo que se les exige: dinero, tiempo, posesión y fuerza: el ciudadano ideal para una dictadura. Pero en el fondo está burbujeando lo no vivido: la protesta, el orgullo, la agresión y la furia contra otros que son autónomos. Con qué frialdad estas personas heridas pueden perseguir a los "otros", los "sueltos", por dolor y venganza para los propios sacrificios (la teoría de la neurosis habla de la estructura neurótica obsesiva). Conocemos bien los temores y la incomodidad de los adultos hacia la sexualidad infantil. A pesar de Freud, esto no ha cambiado mucho. Lo que sí se sabe, es que esa curiosidad sexual es algo "normal". ¿Pero qué hacer cuando el hermano de 5 años efectúa investigaciones médicas con los hermanos/as menores o mayores, justo en el día cuando está la tía de América de visita?. Ya antes había arrugado el entrecejo por lo del mantel que era blanco como la nieve, pero que el mismo monstruo había manchado delante de sus ojos con colacao. Si esos deseos de jugar se limitan demasiado, entonces el niño se siente rechazado en sus deseos, sus intereses, su sexualidad y a menudo en su rol del sexo. De nuevo a causa de la formación de complejos se restringe el afán total de investigación y con eso el pensar lógico y la relación con la realidad. En vez del pensamiento, surgen valores tales como: eso es indecente, eso es malo, eso es impertinente, etc., etc. En otras palabras, la función racional del sentir domina en el consciente y el pensar espera en la sombra. (En la teoría de la neurosis esas se consideran características de la estructura histérica). La investigación precisa en cuanto al desarrollo infantil proviene de Freud, su hija, los neoanalistas, los americanos, etc. No nos prohibamos el pensar y no lo califiquemos como sin valor. No podemos olvidar que Jung fue durante muchos años el príncipe heredero de Freud y que ha integrado mucho de este padre. Pero tampoco él quiso ser tutelado. El no era "rumiante"; intentemos no serlo tampoco: podemos “pastar en prados abundantes”, integrarlo y utilizarlo de forma creativa. Me puedo imaginar muy bien que todas estas características experimentadas y reprimidas, que tienen su origen en la niñez, corresponden a motivos arquetípicos. Lo que fue reprimido en la niñez del individuo, sigue viviendo en el inconsciente personal, que a su vez es unido con el inconsciente colectivo como mediante ósmosis; así que se realiza un intercambio, igual como entre el consciente y el inconsciente. Si no fuera así, no nos interesarían en absoluto los mitos. Para concluir quisiera decir lo siguiente: ningún arquetipo se vive en todas las personas de forma tan concreta y encarnada como el del niño. Primero somos niños, después tenemos niños. Por otro lado también existen padres que se agarran de tal forma al hijo corporal que sólo viven una de tantas manifestaciones del arquetipo niño. Su propio desarrollo psíquico se realiza únicamente en el propio hijo corporal. Cuando se emancipan, sólo les queda un vacío interior. En psicología analítica prevalece la idea que a las imágenes arquetípicas hay que construirles altares; pensemos por ejemplo en las estatuas que C.G.Jung esculpió él mismo en la piedra. Nunca le dio miedo representar sus ideas de forma concretamaterial. Ninguna falta debe vivir en la sombra por represión y negación. Un duelo activo para el niño ausente fecunda el desarrollo psíquico y nos lleva, si el destino está a nuestro favor, al niño interior.