Språk- och litteraturcentrum Tutor: Ingela Johansson Examinador: Carlos Henderson ¿Qué se prepara en la cocina literaria? La función de la comida en tres obras latinoamericanas Kandidatuppsats Otoño 2015 Melissa Ferreira dos Santos Resumen Este estudio tiene como tema el papel de la comida en la literatura y como propósito investigarlo más específicamente en tres obras: la novela Como agua para chocolate (1989) de Laura Esquivel, el cuento “Lección de cocina” (1971) de Rosario Castellanos y el cuento “El corazón de la alcachofa” (2003) de Elena Poniatowska. Con el soporte de estudios anteriores sobre el tema, partiendo desde la Antigüedad con la Odisea de Homero hasta los días actuales, y con la ayuda de conceptos como la literatura carnavalesca de François Rabelais y “kitchen tales” / “table narratives” de Maite Zubiaurre, se analizará las tres obras de forma comparativa con el propósito de descubrir si la comida tiene la función de transmitir ideas o si es solamente un elemento de la literatura descriptiva. Nuestra hipótesis de que cada una de las obras utiliza la comida para simbolizar algo distinto se confirma. En la novela de Esquivel, la comida es usada como arma de seducción, revuelta y venganza. En el cuento de Castellanos, la comida es una representación de la pareja y el cambio a la vida a dos. En el cuento de Poniatowska, la comida representa las tradiciones y reglas impuestas por la sociedad. Así, a través del simbolismo, las autoras logran transmitir mensajes. Palabras clave: la comida en la literatura, Como agua para chocolate, Laura Esquivel, “Lección de cocina”, Rosario Castellanos, “El corazón de la alcachofa”, Elena Poniatowska Abstract This study has as its theme the role of food in literature and more specifically to investigate it in three works: the novel Like Water for Chocolate (1989) by Laura Esquivel, the short-story “Lección de cocina” (1971) by Rosario Castellanos and the short-story “El corazón de la alcachofa” (2003) by Elena Poniatowska. With the support of previous studies on the subject, starting from Antiquity with Homer’s Odyssey until today, and with the help of concepts such as François Rabelais’ carnivalesque literature and Maite Zubiaurre’s “kitchen tales” / “table narratives”, the three works are compared and analyzed with the purpose of confirming if food has the function of transmitting ideas or if it is only an element of the descriptive literature. Our hypothesis that each of the works uses food to symbolize something different is confirmed. In Esquivel’s novel, food is used as a weapon of seduction, rebellion and revenge. In Castellano’s short-story, it’s a representation of the couple and the changes they go through as married. In Poniatowska’s short-story, food represents the traditions and rules imposed by society. Thus, through symbolism, the authors manage to convey messages. Key-words: food in literature, Like Water for Chocolate, Laura Esquivel, “Lección de cocina”, Rosario Castellanos, “El corazón de la alcachofa”, Elena Poniatowska ÍNDICE 1. 2. 3. Introducción ........................................................................................................................ 1 1.1. Observación principal y objetivo ................................................................................. 2 1.2. Las obras del estudio y sus autoras .............................................................................. 2 1.3. Propósito, preguntas de investigación e hipótesis ....................................................... 5 1.4. Método y disposición................................................................................................... 5 1.5. Marco teórico ............................................................................................................... 5 1.6. Campo de investigación............................................................................................... 7 1.7. El aporte del trabajo ................................................................................................... 11 Análisis ............................................................................................................................. 12 2.1. Resumen de Como agua para chocolate (1989) de Laura Esquivel ......................... 12 2.2. Análisis de la función de la comida en Como agua para chocolate ......................... 14 2.3. Resumen de “Lección de cocina” (1971) de Rosario Castellanos............................. 16 2.4. Análisis de la función de la comida en “Lección de cocina” .................................... 17 2.5. Resumen de “El corazón de la alcachofa” (2003) de Elena Poniatowska ................. 20 2.6. Análisis de la función de la comida en “El corazón de la alcachofa” ....................... 21 Conclusión ........................................................................................................................ 24 3.1. Recapitulación y conclusión ...................................................................................... 24 3.2. Reflexiones finales .................................................................................................... 25 Bibliografía............................................................................................................................... 27 1. Introducción La alimentación es vital para los seres humanos y animales y por tanto es parte del cotidiano. Comer es un acto rutinario, así como trabajar, estudiar, entrenar o cualquier otra cosa a que uno se dedique. Comer nos hace más o menos sanos y es también una oportunidad de estar con otras personas, compartir momentos divertidos o hasta citas de trabajo. El acto de comer es tan importante que no se suele reflexionar mucho sobre ello, a menos que el objetivo sea bajar de peso. De todas formas, aunque comer sea un acto de sobrevivencia, lleva también una carga de significados de los que ni siempre nos damos cuenta. Lo que uno come puede decirnos por ejemplo si esta persona se preocupa o no por su salud, si se preocupa o no por el medio ambiente, si tiene mucho o poco dinero, si tiene o no buenas maneras y otras cosas. O sea, además de una necesidad básica, comer es también un rito social. Por ser algo tan importante en nuestras vidas, el comer también está presente en el arte. En la televisión, en el teatro y en las películas se ven frecuentemente escenas donde los actores están comiendo, y en la literatura también pasa lo mismo. Como todas las formas de arte, la literatura también tiene como objetivo expresar la creatividad, entretener, transmitir un mensaje o todos juntos. Algunos autores expresan sus ideas de manera directa, mientras que otros utilizan herramientas o simbolismos para transmitirlas de una manera menos explícita, más artística o hasta para provocar la reflexión. Atienza (2007) afirma que el comer aparece ya en la literatura antigua, en obras como la Odisea de Homero. “Especialmente en Odisea los alimentos y bebidas adquieren tanta importancia que llegan a funcionar como sistema semiótico que acompaña el despliegue de la trama narrativa y, al igual que la vestimenta, constituye un expediente de identificación” (4142). Burke Moneypenny (2013: 185) también está de acuerdo que la alimentación es mucho más que un acto de sobrevivencia, puede ser una fuente de identificación cultural. Ella nos presenta más ejemplos de que la comida está presente en la literatura desde hace mucho tiempo. En su estudio sobre la literatura medieval de Castilla, ella encuentra en El cantar del Mio Cid (c.1200) y otras obras muchas evidencias de que lo que se come y la forma como se come revela mucho sobre los distintos grupos culturales, por ejemplo, los judíos que no comen carne de cerdo. Esta tendencia de usar la comida como forma de expresar ideas sigue hasta hoy y la literatura moderna tiene innúmeros ejemplos como Monsoon Diary: A Memoir with Recipes 1 (2003) de Shoba Narayan, Climbing the Mango Trees: A Memoir of a Childhood in India (2005) de Madhur Jaffrey, The Language of Baklava (2005) de Diana Abu-Jaber y otros. Frey Waxman (2008) analiza detenidamente éstas y otras obras y argumenta sobre su importancia en las clases de literatura, dado que la comida es una herramienta de identificación cultural, étnica, familiar, y una conexión entre generaciones de inmigrantes que siguen sus tradiciones, aunque ya no estén en sus países de origen. Por supuesto, la literatura hispanoamericana también nos brinda muchos ejemplos donde la comida tiene un papel importante. Para mencionar algunos, Aura (1962) de Carlos Fuentes, Demasiado amor (1990) de Sara Sefchovich, Afrodita (1997) de Isabel Allende, Despertar los apetitos (2005) de Mónica Lavín, y muchos otros (Castilleja, 2010)1. 1.1. Observación principal y objetivo El presente estudio nace como fruto de la observación de que la comida es un motivo recurrente en la literatura y que algunos autores la usan de manera especial. A veces, incluso, hay más énfasis en la comida y el comer que en los personajes. Por tanto, el objetivo de este estudio será analizar algunos ejemplos de cómo se usa la comida en la literatura y cuáles son los significados en cada una de las obras analizadas, las cuales se presentarán a continuación. 1.2. Las obras del estudio y sus autoras Para alcanzar nuestro objetivo, utilizaremos tres obras de tres autoras hispanohablantes. La elección se dio debido al conocimiento previo de las obras y al uso de la comida como tema en las mismas. Analizaremos una novela, la cual presentaremos en primer lugar, aunque no sea cronológicamente la obra más antigua, por ser una novela muy conocida y paradigmática dentro del tema que analizaremos, y luego dos cuentos donde encontramos la similitud con la novela, es decir, el énfasis en la comida. Seguiremos este orden también por el formato de las obras, primero la novela que es más larga y luego los cuentos. La novela es Como agua para chocolate (1989) de Laura Esquivel. El primer cuento es “Lección de Cocina” (1971) de Rosario Castellanos, publicado originalmente en el libro Álbum de familia. El segundo es “El corazón de la alcachofa” (2003) de Elena Poniatowska, publicado originalmente en el libro Tlapalería. Coincidentemente las tres autoras son mexicanas. Sin embargo, el objetivo de este 1 Los años de publicación de las obras citadas fueron encontrados en Goodreads, cuando no mencionado por los autores de los estudios. 2 estudio no es limitarse solamente a la literatura mexicana, dado la gran importancia de las autoras en la literatura hispanoamericana y mundial, sino también discutir las distintas formas de tratar el tema comida en la literatura en general. Laura Esquivel nació en la Ciudad de México en 1950. Se ha formado como educadora y también ha estudiado teatro y creación dramática. Escribió programas infantiles para la cadena cultural de la televisión mexicana y en 1983 empezó a escribir guiones cinematográficos, por influencia de su entonces marido, el cineasta Alfonso Arau. En 1989 publicó su primera novela, Como agua para chocolate, que conquistó al público y a la crítica y en 1992 fue llevada al cine por su marido, con un guion escrito por la propia autora. La novela tuvo éxito no solo en México, sino también en otros países y ha sido traducida a decenas de idiomas. La historia de un amor prohibido contada a través de recetas, desde una cocina y con rasgos de realismo mágico recibió también los premios American Bookseller y Book of the Year en Estados Unidos. En 1995 escribe su segunda novela, La ley del amor, y en Íntimas suculencias (1998), vuelve con el tema de la cocina y las recetas (Biografías y vidas, 2015). Esta pasión por la cocina empieza ya en su infancia, donde ha escuchado historias y aprendido tradiciones de su familia. Más adelante veremos cómo Esquivel relata la magia y la alquimia de la cocina en Como agua para chocolate. Salgado (2009) afirma que sus obras tienen una temática variada como “el amor, el dolor, la pasión y la reivindicación del papel de la mujer en el ámbito familiar para fortalecer las tradiciones” (59). Nuestra segunda autora, Rosario Castellanos, también nació en la Ciudad de México en 1925. Cursó estudios de letras en la Universidad Nacional Autónoma de México y más tarde hizo cursos de estética y estilística en Madrid. Trabajó en el Instituto Indigenista Nacional y fue maestra de filosofía y literatura en varias universidades en México y Estados Unidos. Murió en Tel Aviv, Israel, en 1974, tres años después de haber sido nombrada embajadora debido a su dedicación a la docencia y a la promoción de la cultura (Biografías y vidas, 2015). Además de ser una de las narradoras de más destaque en la literatura hispanoamericana, también fue una de las más importantes poetas mujeres del siglo XX en México (Biografías y vidas, 2015). En su obra se destacan temas como el indigenismo, el conflicto amo/siervo u hombre/mujer y el papel de la mujer, impuesto por los hombres y la sociedad (Zeitz, 1983: 765). Sus colecciones de cuentos, Ciudad real (1960), Los convidados de agosto (1964) y Álbum de familia (1971), traen además de estas temáticas, el amor o la pérdida de ello. También escribió ensayos, y la antología Mujer que sabe latín (1974) puede ser considerada una representación de su vida y de su obra. El título está inspirado en el refrán sexista “mujer 3 que sabe latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin” (Biografías y vidas, 2015). El sexismo y la opresión sufrida por la mujer es uno de los temas más fuertes de su obra y particularmente en Álbum de familia, donde encontramos uno de los objetos de estudio de esta investigación, el cuento “Lección de cocina”. En el apartado Análisis discutiremos el papel de la comida y de la cocina en este cuento que, con pocas palabras, logra transmitir tantos y tan fuertes mensajes. La tercera y última de nuestras autoras es Elena Poniatowska Amor. Nació en París en 1932 y se trasladó a México antes de cumplir los diez años con su familia noble de origen polaco; padre francés y madre mexicana. Estudió en México, en Estados Unidos y en 1953 inició su carrera de periodista. También en esa época se involucró en la causa feminista y se unió a la izquierda política (Biografías y vidas, 2015). Inició su carrera en la literatura en 1954 con la novela Lilus Kikus y por Hasta no verte Jesús mío (1969) recibió el premio Mazatlán, que la hizo reconocida como una de las más importantes novelistas de su generación. En La noche de Tlatelolco (1971), que se convirtió en una de las novelas más importantes de su carrera, Poniatowska mezcla periodismo y ficción al dar voz a los implicados en la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas (Biografías y vidas, 2015 y texto de la solapa de Poniatowska, 2014). Con De noche vienes (1979), escandalizó la sociedad con la historia de una mujer casada con cinco hombres, una referencia a una costumbre de algunos hombres mexicanos que tienen más de una esposa (Coonrod Martinez, 2007). Su carrera literaria se divide en varios géneros: novela, ensayo, testimonio, crónica, entrevista y poesía. Su obra revela una temática bastante variada, basada en la sociedad mexicana: las relaciones entre hombres y mujeres, el papel de la mujer, el trabajo y el desempleo, el racismo, las costumbres y tradiciones del país y las tragedias nacionales (Biografías y vidas, 2015). En Tlapalería (2003), encontraremos nuestro tercer objeto de estudio, el cuento “El corazón de la alcachofa”. Esta colección de cuentos marca, según Pedroza (2008), otra etapa de la autora. Antes había una mayor presencia del autor, mientras que “Tlapalería es un libro que tiene sobre todo el gusto por contar, por narrar lo que ha ocurrido ya, no las posibilidades de otros sucesos” (135). Más adelante, en el apartado Análisis, discutiremos y entenderemos como el cuento “El corazón de la alcachofa” usa la comida para relacionarse con alguno de los temas trabajados por Poniatowska. 4 1.3. Propósito, preguntas de investigación e hipótesis Como se ha mencionado anteriormente, el objetivo de este estudio es investigar el uso y papel de la comida en la literatura. Así, se plantean las siguientes preguntas de investigación: ¿Es la comida una herramienta de transmisión de ideas a través del simbolismo o solamente un elemento de la literatura descriptiva? En caso de que la comida tenga un simbolismo, ¿Qué es lo que simboliza? Nuestra hipótesis es que hay un uso simbólico de este elemento en gran parte de las obras, y es probable que existan diferentes significados en distintas obras, los cuales intentaremos revelar en este estudio. 1.4. Método y disposición Para llevar a cabo esta investigación, se usará el método de lectura comparativa. Primero se hará una lectura detenida de la novela Como agua para chocolate y de los dos cuentos “Lección de cocina” y “El corazón de la alcachofa”, y después se hará una lectura crítica y análisis con apoyo de las fuentes secundarias. En seguida, se hará una comparación entre ellos con el objetivo de encontrar similitudes y diferencias. Este trabajo está dividido en tres partes: introducción, análisis y conclusión. En la introducción hemos presentado la observación principal, los objetos de estudio, el propósito y las preguntas de investigación, además del método a ser utilizado. En seguida, se presentará el marco teórico y el campo de investigación. Luego, se presentará un breve resumen de las obras seguido por el análisis de las mismas. Terminaremos con una recapitulación y las conclusiones. 1.5. Marco teórico A continuación, presentaremos el marco teórico que se utilizará para analizar el uso de la comida en la literatura y sus posibles significados. No usaremos teorías específicas sobre la comida y su uso en la literatura, sino que trabajaremos con algunos conceptos relacionados al tema. El primero es el análisis de Mikhail Bakhtin, filósofo y teórico literario ruso, sobre la obra de François Rabelais. Después, seguiremos con los conceptos de “kitchen tales” y “table narratives” de Maite Zubiaurre en su estudio “Culinary Eros in Contemporary Hispanic Female Fiction: From Kitchen Tales to Table Narratives” (2006), donde ella analiza como la 5 comida tiene una relación muy próxima al erotismo en la literatura escrita por mujeres y también la relación entre la cocina y el supuesto papel de la mujer en la sociedad. François Rabelais (1494-1553) nació en Francia y fue un fraile franciscano, médico y escritor que escribió obras consideradas de cierta manera polémicas en su tiempo. Pantagruel (1532) fue su primera obra y a pesar del gran éxito que obtuvo, fue considerada obscena y herética. En 1535 publicó La vida inestimable de Gargantúa, padre de Pantagruel, y otros tres libros de Pantagruel fueron publicados en 1546, 1548 y 1549. Su obra se caracteriza por la sátira de la sociedad Renacentista, con descripciones detalladas y a veces exageradas (Biografías y vidas, 2015) a través de la vida de dos gigantes glotones, Pantagruel y Gargantúa, en escenas de festines burlescos. Por ejemplo, el primer grito de Gargantúa al nacer fue: “¡A beber, a beber!” (Chaverri, 2010: 137). Chaverri (2010) contribuye a nuestro estudio con un análisis de Como agua para chocolate de Laura Esquivel, haciendo una comparación con la obra de Rabelais. Los detalles sobre su análisis específico de la obra de Esquivel vendrán más tarde en el apartado Análisis de este estudio; en este momento nos concentraremos en el uso de la comida en la obra de Rabelais. Chaverri cita a Mikhail Bakhtin: “The exceptional predominance that the beginning of material and bodily life has in Rabelais' works is usually pointed out: images of the body, of drinking, of the satisfaction of natural needs (eating) and sexual life” y también menciona la presencia de la comida o del cocinar: “...based essentially on names of dishes, fish, salads, legumes, tableware and kitchen utensils” (2010: 134). Todos estos elementos hacen parte de la literatura carnavalesca característica de la obra de Rabelais, que también incluye la escatología, el erotismo, la irracionalidad y el grotesco. Seguiremos ahora con los conceptos presentados por Maite Zubiaurre en “Culinary Eros in Contemporary Hispanic Female Fiction: From Kitchen Tales to Table Narratives” (2006). Ella introduce su estudio afirmando que la comida es uno de los temas más comunes en el arte y en la literatura eróticos, y que no es excepción entre las escritoras hispánicas. Sin embargo, desde un punto de vista feminista, la unión entre escritoras, cocina y comida puede ser un problema. Las mujeres suelen ser descritas como las responsables por la nutrición de los demás o, en el caso de la literatura erótica masculina, como la mujer comestible. Por eso, según Zubiaurre, se hace difícil encontrar una combinación entre mujer y comida que no sea sexista. Dentro de la literatura hispánica, ella cita varios ejemplos de escritoras y obras que retratan a la mujer y la comida disputando el lugar de destaque en la cocina, en un subgénero que puede ser llamado erótico-culinario, y Como agua para chocolate se destaca como la piedra angular de este subgénero (2006: 29-30). Zubiaurre cree que, aunque la mayoría de los 6 críticos ven la cocina de Esquivel como el espacio donde la mujer contesta la fuerza patriarcal (en el caso del personaje principal Tita, la fuerza patriarcal de su madre). Sin embargo, para ella, la cocina no pasa del tradicional espacio donde la mujer tiene poder, pero fuera de cualquier influencia exterior. Para explicarlo, usa dos conceptos propios: “kitchen tales” y “table narratives”. 'Table narratives', as opposed to 'kitchen tales', succeed in breaking the vicious circle of (cooking) women stubbornly depicted as witches, virgins, nurturers, and mothers. I coin the term ‘table narratives’, to designate the fictions where women appear at the other end of the food production line, namely as ‘real’ consumers, and not as producers, endowed with magical skills, of culinary delicacies. Women sitting at tables […] by making a simple but powerful statement: we aren't food (meant only to satisfy the sexual hunger of the male); we do not cook (and hide in kitchens/laboratories, and therefore become nurturing machines and mysterious sorceresses): we eat food instead, and sit at a table (Zubiaurre, 2006: 31). Por tanto, según su concepto “kitchen tales”, la mujer tiene poder, pero su fuerza se convierte fácilmente en transcedentalismo mágico, mientras que “table narratives” retrata también a la mujer en la cocina, pero de forma menos tradicional y en una posición más realista, sin estereotipos mágicos. Zubiaurre compara Como agua para chocolate con varias obras de escritoras hispánicas y concluye que ésta se encuentra bajo “kitchen tales”. Más detalles sobre su análisis específico de la obra de Esquivel serán presentados en el apartado Análisis. 1.6. Campo de investigación Estudios anteriores sobre la comida en la ficción Antes de empezar con el análisis, haremos una presentación de algunos estudios anteriores sobre el uso de la comida en la literatura en general, y luego una breve presentación de trabajos anteriores sobre el uso de la comida en las tres obras investigadas en nuestro estudio. Como se ha mencionado en nuestra introducción, es posible encontrar referencias a la comida ya en la Antigüedad clásica, en la Odisea de Homero. Atienza (2007) nos muestra en su estudio “Comedores de pan y bebedores de vino: la cuestión alimentaria en la Odisea” que son muchas las referencias a comida ya en esa época, “[n]o hay canto en que no se coma y beba más de una vez desplegando un verdadero catálogo de alimentos y maneras de comerlos que otorgan al poema el ethos gastronómico que lo caracteriza” (42). La Odisea presenta una clara división de clases al describir la alimentación de los héroes, los dioses y los hombres comunes. Los héroes eran una raza especial y superior a la de los hombres comunes y su alimentación era basada en carne asada, pan y vino. La abundancia de carne funciona como 7 elemento de ostentación del elevado estatus social. Además del estatus social, comer carne también significaba seguir innúmeras reglas, desde cuales animales que se pueden comer, la forma de matarlos, hasta como servirlos. Los campesinos, por otro lado, tenían una alimentación mucho más simple, basada en trigo, cebada, vegetales, legumbres, higos y aves de pequeño tamaño, por ser una carne barata y rica en proteínas (Atienza, 2007: 43-46). El vino tiene destaque en la Odisea por ser esencial en la dieta de los héroes y también de los hombres comunes. Lo que los diferencia es el modo de beberlo. Según Atienza, “el consumo del vino sin mezclar [con agua] se consideraba propio de pueblos bárbaros mientras que la mezcla representa el modo civilizado de beber” (2007: 47). Los alimentos de origen vegetal, como cereales, frutas, legumbres, también están presentes en la obra de Homero y son una gran fuente de símbolos. Las plantas en general son ingredientes de recetas mágicas que pueden transformar a los hombres en cerdos, leones y lobos (Atienza, 2007). Atienza concluye que la Odisea nos presenta “una especie de turismo gastronómico de alto riesgo” hecho por el héroe y que “toda comida (se mencionan aproximadamente doscientas en el poema) contiene una clave que la convierte en un acto de transcendencia, ya sea porque da vida o la quita” (2007: 56). A través de los tipos de alimentos, del ritual que se siguió para prepararlos y del modo de comerlos, se conoce a que grupo determinada persona pertenece. Burke Moneypenny (2013) contribuye al campo con otro estudio sobre la comida en la literatura como forma de identificación cultural, “The Feather and the Fork: Food Culture in Medieval Castillan Literature”. Ella nos presenta elementos de que ya en la literatura medieval ibérica era posible distinguir los distintos grupos culturales o clases sociales a través de la comida, y menciona una cita de Paul Fieldhouse que resume bastante bien el propósito de su estudio: [A] collection of learned attitudes and behaviours which dictate not only what is acceptable as food, but also when and how that food is to be prepared, served, and eaten. Each culture tends to think of its food as 'normal', and so deviation from common practice is usually ridiculed or dismissed as being 'heathen' or 'foreign'... (186). El primer texto medieval analizado, Cantigas de Santa María, retrata a un judío que fue aprisionado y torturado por cristianos. Él ruega la ayuda de la Virgen María, que le dice que para llegar al cielo tendría que creer en Jesús Cristo, empezar a comer carne de cerdo y parar de matar cabras, es decir, además de cambiar sus creencias, debería también adquirir los hábitos y alimentación cristianos. En Siete Partidas también se ve cómo la alimentación representa más que una necesidad del cuerpo humano. A los cristianos les está prohibido comer junto a los judíos, sea solamente compartiendo la mesa, o conversando, para evitar la 8 mezcla de culturas y religiones, dado que la alimentación en grupo es un momento de compartir lo que se tiene (Burke Moneypenny, 2013: 187). Los banquetes eran comunes en la Edad Media por ser una forma de demostrar el estatus social, además de definir y mantener las relaciones y la jerarquía. Lo que se elige para servir representa las calidades del anfitrión, dado que el tipo de comida es también una indicación del estatus social. En El cantar de Mío Cid, la hija de Cid se va a casar y él usa la boda y un gran banquete como pretexto para manipular a los invitados que después le contarán al rey sobre sus calidades, lo que le ayuda entonces a ganar el reconocimiento del mismo (Burke Moneypenny, 2013: 188-190). Burke Moneypenny concluye entonces que la comida tiene un papel importante en la literatura por ser una herramienta de comunicación usada por el autor. Sin embargo, esta herramienta solo funciona bien desde que los lectores conozcan las normas de la cultura alimenticia presentada (Burke Moneypenny, 2013: 193-194). Pasando a la literatura contemporánea, tenemos un estudio que nos da más ejemplos del uso de la comida por los escritores, “Food Memoirs: What They Are, Why They Are Popular, and Why They Belong in the Literature Classroom” (2008) de Barbara Frey Waxman. Ella afirma que además de ser uno de los instintos más fuertes del ser humano, comer también es un placer y muchos autores utilizan esta combinación de instinto y placer para hacer asociaciones metafóricas entre comida y amor, por ejemplo. La comida se asocia también a la identidad cultural y étnica de un grupo, a la familia y puede ser una conexión entre inmigrantes y exiliados de distintas generaciones. El comer también puede ser una forma de enseñar sobre la cultura, los valores y las creencias de determinados grupos. Con estos argumentos, ella defiende que el uso de este tipo de obra en las clases de literatura es bastante relevante (363-364). Son inúmeros los ejemplos de novelas donde los autores construyen su narración basada en sus memorias culturales y familiares, y la comida tiene un papel de unir los que comparten de las mismas costumbres. No obstante, puede aparecer también como un divisor de los grupos, separándolos entre 'nosotros' y 'ellos', “'we Poles' eat potatoes and buckwheat groats while 'those Indians' consume curries and basmati rice” (Frey Waxman, 2008: 366). De todas formas, según la autora, la mayoría de los ejemplos son invitaciones a conocer y a saborear otras culturas. Otro importante aspecto que Frey Waxman resalta en su estudio es el erotismo, dado que son muchos los relatos donde la representación de lo que comemos o vemos a nuestros padres comiendo en la infancia tiene influencia de forma erotizada en lo que comemos en la vida adulta. En Tender at the Bone (1998) de Ruth Reichl, por ejemplo, la 9 protagonista de la novela prepara platos que su padre solía comer para seducir al hombre con quien quiere casarse. Frey Waxman (2008: 378-379) también menciona Afrodita (1997) de Isabel Allende, que ofrece historias de seducción y sensualidad a través de la comida. A continuación, presentaremos brevemente algunos estudios anteriores sobre el uso de la comida en las tres obras de esta investigación. Más detalles sobre estos estudios serán presentados en el apartado Análisis. Estudios anteriores sobre Esquivel, Castellanos y Poniatowska En una entrevista dada por Laura Esquivel a Claudia Loewenstein en 1994, “Revolución interior al exterior: An interview with Laura Esquivel”, ella relata detalles de la novela Como agua para chocolate, desde su inspiración para escribirla, hasta características de los personajes y significados. Esquivel nos da también más informaciones sobre su vida y la influencia de su relación personal con la cocina en dicha novela en “Las nuevas recetas de Laura Esquivel” (2009) de Marcela Salgado. En “Food and cultural concerns: an alephic reading of Laura Esquivel's Like water for chocolate” (2014) de Oana Ursache, encontramos la comida como protagonista de la novela de Esquivel, dado que es lo que mueve la narración adelante. “Erotic Rebellion: Chocolate and Laura Esquivel's Como Agua Para chocolate (Like Water For Chocolate) (2010) de Judy Hayden nos presenta la historia del chocolate y su relación con el sexo, una interpretación del título de la obra de Esquivel, la comida marcando el espacio de la mujer y su papel en la sociedad, con referencias a la obra de François Rabelais. Maite Zubiaurre, como mencionado en el marco teórico, nos presenta en “Culinary Eros in Contemporary Hispanic Female Fiction: From Kitchen Tales to Table Narratives” (2006) un análisis sobre la relación de la comida con el erotismo y como la forma de retratar a la mujer en la cocina puede o no tener una connotación sexista. El último estudio considerado en este trabajo sobre la novela de Esquivel es parte del libro A Recipe for Discourse, Perspectives on Like Water for Chocolate (2010) editado por Eric Skipper, una compilación de diversas lecturas sobre la obra de la autora. La parte IV, intitulada “Rabelaisain Appetites and Gastronomy in LWFC”, está dividida en dos capítulos: el primer estudio trata justamente del análisis mencionado en el marco teórico, donde la autora Amelia Chaverri hace una comparación entre la obra de Esquivel y la obra de François Rabelais. Nuestra segunda autora, Rosario Castellanos, también ha sido objeto de estudio de innúmeros investigadores. El primer estudio considerado en este trabajo es “Técnica e ideología en un cuento de Rosario Castellanos” (1983) de Eileen M. Zeitz, donde la autora 10 analiza la técnica narrativa, estructura y estilo del cuento “Lección de cocina” de modo a determinar la ideología que la técnica implica. En “De rutina a ritual: Cotidianeidad y erotismo en la literatura mexicana” (2010), Diana Castilleja analiza seis escritores mexicanos y la relación entre comida y sexo que hay en sus obras; Castellanos es una de los escritores analizados, con énfasis en el papel de la cocina como espacio de represión femenina. Victoria Carpenter también analiza el cuento de Castellanos en “Erasing Men from Álbum de familia by Rosario Castellanos” (2010). Su análisis está más focalizado en el papel de los géneros, en cómo el narrador con voz femenina tiene el poder de borrar el hombre de la narración y lo que la carne puede representar en la narración. En “La cocina: de cerrado espacio de servidumbre a abierto espacio de creación” (2009), Priscilla Gac-Artigas hace un análisis de la literatura femenina de fines del siglo XX y cómo las escritoras hispanoamericanas han tratado temas y espacios históricamente considerados femeninos de forma transgresora y han reivindicado su justo valor y significado. Nuestra tercera autora es Elena Poniatowska y aunque ella tiene tanta importancia en la literatura como las otras dos autoras de nuestro trabajo, no fueron encontrados muchos estudios sobre el cuento “El corazón de alcachofa”. En “La múltiple mirada. El cuento y los personajes femeninos en Elena Poniatowska” (2008) de Liliana Pedroza encontramos un breve resumen y análisis de algunas obras de la escritora, entre ellas nuestro cuento-objeto de estudio, analizando como la alcachofa es tratada por los miembros de la familia. “Elena Poniatowska, Una biografía íntima, una biografía literaria” (2008) de María del Rosario Alonso es una reseña de una biografía de la autora que nos muestra la fuerte influencia que su vida tiene sobre su obra. En resumen, se ha visto que la comida ha estado presente en la literatura universal desde la Antigüedad y ha servido de instrumento para transmitir mensajes, definir identidades culturales y de clases sociales, como por ejemplo la abundancia de carne en Odisea que demostraba el elevado estatus social o el hecho de que los judíos no comen carne de cerdo. Con el apoyo de estos estudios, esperamos alcanzar nuestro objetivo de identificar el papel de la comida en las obras analizadas. 1.7. El aporte del trabajo Como se pudo observar en el Campo de investigación, muchos son los estudios sobre la novela de Esquivel y el cuento de Castellanos con relación a lo que la comida puede representar. Sin embargo, casi no se han encontrado estudios específicos sobre este tema en la 11 obra de Poniatowska, lo que es comprensible, dado que su cuento fue publicado en 2003, mientras que las otras dos obras fueron publicadas respectivamente en 1989 y 1971. Así, además de un análisis comparativo de las tres obras, esperamos también con esta investigación hacer una lectura específica de “El corazón de la alcachofa” y aportar nuevas ideas sobre la obra de Poniatowska. 2. Análisis A continuación, presentaremos un breve resumen de las obras, seguido por el análisis crítico basado en el tema de esta investigación. 2.1. Resumen de Como agua para chocolate (1989) de Laura Esquivel La novela trata de una familia de mujeres que vive en un rancho en México a principios del siglo XX, y está dividida en doce capítulos que corresponden a los meses del año, no del mismo año, sino que se pasan muchos años en la vida de la familia. Cada mes corresponde a una receta de un plato mexicano que más tarde determinará los sucesos de la narración. Los capítulos empiezan con los ingredientes de las recetas y la manera de hacerlas. La narradora mezcla las instrucciones de la preparación de los platos con el relato de la historia de su familia, la familia De la Garza. Ya en el primer párrafo ella se revela sobrina nieta de Tita, el personaje principal de la novela. Tita es la hija menor de Mamá Elena, viuda y la matriarca de la familia que, además de Tita, tiene otras dos hijas, Gertrudis y Rosaura. Su marido muere cuando Tita tiene apenas dos días y desde entonces Mamá Elena toma las riendas del rancho y de la familia como un verdadero patriarca. Además de las cuatro mujeres, también viven en el rancho Nacha, la cocinera y Chencha, la sirvienta. El relato empieza con el nacimiento prematuro de Tita sobre la mesa de la cocina: “Dicen que Tita era tan sensible que desde que estaba en el vientre de mi bisabuela lloraba y lloraba cuando ésta picaba cebolla […] Un día los sollozos fueron tan fuertes que provocaron que el parto se adelantara […] Tita arribó a este mundo prematuramente, sobre la mesa de la cocina, entre los olores de una sopa” (Esquivel, 2003: 11). Y así sigue la narración por toda la novela, con muchas menciones a los ingredientes y platos preparados y las emociones de Tita. El drama de la historia empieza cuando Pedro Muzquiz se presenta a Mamá Elena para pedir la mano de Tita. Ambos están enamorados, pero Mamá Elena les revela que Tita no podrá 12 casarse hasta que Mamá Elena muera. Como parte de la tradición de la familia, la hija más joven tiene la responsabilidad de cuidar a su madre hasta que ésta se vaya. Como solución para estar cerca de Tita, Pedro decide aceptar la oferta de Mamá Elena de casarse con Rosaura. Tita no esconde su inmensa insatisfacción para castigarla por mostrarse insatisfecha, Mamá Elena la incumbe de preparar los platos para la boda juntamente con Nacha. Durante la preparación del pastel de la boda, Tita no para de llorar y sin querer deja caer lágrimas sobre el preparado. Después de comer el pastel, los convidados empiezan a llorar por el gran amor de sus vidas, luego a sentirse mal y a vomitar por todos cantos del rancho, con excepción de Tita, que ya había llorado mucho durante la preparación del pastel. Mamá Elena concluye entonces que ella ha puesto algo para intoxicar a todos y causar una vergüenza a la familia. Nacha muere en este mismo día y Tita, por haber crecido en la cocina con ella y ser la más experimentada de las mujeres al cocinar, es nombrada por Mamá Elena la nueva cocinera del rancho. Rosaura sigue viviendo en el rancho con Pedro y la tensión entre ellos y Tita es inmensa. Tita prepara platos que llevan, además de los ingredientes normales, sus emociones en forma de lágrimas y hasta sangre, como cuando prepara Codornices en pétalos de rosas. Gana las rosas de Pedro por su primer año como cocinera y Mamá Elena la obliga a deshacerse de ellas. Pero Tita no le obedece y decide preparar un plato con los pétalos. No se da cuenta que se ha picado en ellas durante la preparación y su sangre se mezcla a los otros ingredientes. Al comer las codornices, todos son tomados de un fuerte calor. Gertrudis resulta la más afectada, sintiendo un calor y una excitación sexual tan fuerte que se va desnuda con un soldado villista que pasaba en caballo y sobre el mismo caballo hacen el amor. Su excitación sexual es tanta que él se ve obligado a dejarla en un burdel después de una semana por no aguantar más tanta energía. Rosaura y Pedro tienen un hijo que después de un tiempo no sobrevive. La tensión entre Tita y Pedro es cada vez más fuerte y también entre Tita y Rosaura, que sabe del amor que hay entre ellos. Algunos años después, un médico americano muestra interés por Tita que, obviamente, sigue enamorada de Pedro y sin poder casarse con nadie. Pedro y Rosaura tienen una hija, Esperanza. Mamá Elena se pone enferma y no quiere comer la comida de Tita por creer que ésta pone algo para hacerla aún más enferma, lo que no es verdad. Al morir, Mamá Elena sigue visitando a Tita como un fantasma para impedirla de concretizar su amor por Pedro, pero es imposible. Ellos finalmente tienen su primera noche de amor. Después de mucho tiempo enferma, es Rosaura la que muere y entonces Pedro y Tita pueden finalmente estar juntos para siempre. La pasión entre ellos en su noche de amor es tan fuerte que el rancho empieza a quemar. Esperanza, la hija de Pedro y Rosaura, al volver de su viaje de luna de miel, encuentra solamente las cenizas del rancho y los restos del libro de 13 recetas de Tita, donde ésta también escribía la historia de la familia. Esperanza guarda el libro y se lo da años más tarde a la narradora, la sobrina nieta de Tita. 2.2. Análisis de la función de la comida en Como agua para chocolate Esta es una novela que se puede analizar desde innúmeros puntos de vista porque hay elementos de varios tipos: se puede hacer una lectura histórica, dado que se pasa durante la Revolución Mexicana, una lectura basada en el realismo mágico, considerando todos sus sucesos extraordinarios y característicos de este estilo literario, una lectura feminista, analizando las características de cada una de las mujeres de la familia, para mencionar algunas de las posibilidades. Muchos son los análisis sobre todos estos aspectos, pero aquí nos concentraremos en el papel de la comida en la novela. Si empezamos nuestro análisis con el título de la novela, veremos que ya aquí la comida tiene un papel importante. En la portada de nuestra edición tenemos la explicación: “'Estar como agua para chocolate': es decir, a punto de explotar de rabia o de pasión amorosa” (Esquivel, 2003: portada). La propia autora lo confirma y añade que antes de la llegada de los españoles, no había vacas en México, entonces se usaba agua para preparar chocolate caliente y el momento exacto era un poco antes del agua hervir y es de donde viene este dicho popular que cuando alguien está a punto de explotar está como agua para chocolate (Loewenstein, 1994: sp). Hayden (2010: 36-37) cita otra autora en su estudio, Janice Jaffe, que argumenta que la expresión se refiere al sentimiento de Tita al ser prohibida de casarse con Pedro y quedarse casi como una prisionera de su madre. Hayden complementa aún que la expresión también significa frustración sexual y así, ya en el título, tenemos una rápida descripción de lo que trata la novela. Como se ha mencionado anteriormente, Esquivel ha estado involucrada en el arte culinario desde pequeña y según nuestro punto de vista, esta experiencia de vida parece estar presente en su primera novela, desde el momento del nacimiento de Tita sobre la mesa de la cocina hasta las mágicas recetas con efectos sorprendentes, dignas de los grandes alquimistas: “Los primeros años de mi vida los pasé junto al fuego de la cocina de mi madre y de mi abuela, viendo cómo estas sabias mujeres, al entrar a ese recinto sagrado, se convertían en sacerdotisas, en grandes alquimistas que jugaban con el agua, el aire, el fuego y la tierra” (Salgado, 2009: 54). Tita pasa gran parte de su vida en la cocina y por esta razón debemos prestar especial atención a este recinto que no es solamente donde se preparan los alimentos, sino que también puede tener una connotación negativa para las mujeres, según la intención 14 del hablante. La cocina ha sido tratada en el discurso machista y patriarcal desde hace mucho como “el lugar de la mujer” y el hecho de que la mayoría de los sucesos de Como agua para chocolate nacen en la cocina es motivo de discusión. Como mencionamos en el marco teórico, Zubiaurre (2006) considera la novela de Esquivel una obra fundamental en el subgénero erótico-culinario y, aunque la mayoría de los críticos la vean como una contestación de la fuerza patriarcal, para Zubiaurre la novela es una narración tradicional donde la mujer tiene fuerza y poder, desde que no salga de su cocina, y la clasifica como un “kitchen tale”. Nosotros estamos parcialmente de acuerdo con lo que afirma Zubiaurre. Tita es una virgen que amamanta al sobrino como la verdadera figura materna, y a través de los platos que cocina, crea situaciones que solo una bruja o un mágico podrían explicar, lo que está de acuerdo con su concepto de “kitchen tale”. Sin embargo, también a través de sus platos, ella demuestra su insatisfacción con la vida que su madre la impone y, de manera consciente o inconsciente, logra usar la comida como un arma o instrumento de poder y revuelta, algo con lo cual Zubiaurre también está de acuerdo. Además de un arma, la comida también le da placer a Tita, que no es solamente una buena cocinera, sino que también una apreciadora de comida, siendo entonces tanto productora como consumidora. Así, lo que nosotros argumentamos en nuestra investigación es que, al usar los conceptos de Zubiaurre, Como agua para chocolate podría clasificarse como una mezcla de ambos. Sería muy difícil relatar una historia que se pasa en la época de la Revolución Mexicana con mujeres de rasgos ultra feministas como los descritos en el concepto de “table narratives”. Seguiremos entonces nuestra investigación con base en la idea de que la comida es usada como arma en la novela de Esquivel y adelante presentaremos nuestros argumentos. Hayden (2010) también está de acuerdo con la idea al afirmar que Tita, en su estado 'como agua para chocolate', decide usar su talento en la cocina para iniciar una revolución. La revolución es contra la autoridad de Mamá Elena, contra su vida sin perspectivas y contra la prohibición de vivir su gran amor. Siguiendo la misma idea, Chaverri (2010) afirma que, si el evento social sirve para reafirmar las decisiones de Mamá Elena, Tita lo desestabiliza creando un caos digestivo, lo que queda claro en el episodio del pastel de boda de Pedro y Rosaura, donde las lágrimas de Tita hicieron con que los invitados lloraran por los amores de sus vidas y luego a vomitar de intoxicación. Este episodio de los invitados vomitando por todos cantos del rancho y, más tarde, los problemas digestivos y de flatulencia de Rosaura nos remiten también a Rabelais y sus descripciones crudas de las funciones del cuerpo humano, o el aspecto escatológico, que según Bakhtin en Chaverri (2010: 141) son elementos muy importantes en la literatura carnavalesca de Rabelais. 15 Al preparar Codornices en pétalos de rosas, Tita también se sintió reprimida por Mamá Elena, que la obligó a deshacerse de las rosas dadas por Pedro. En esta ocasión, la sangre derramada en la preparación del plato llevaba la alegría de Tita delante del gesto de amor de Pedro y el resultado de la tensión amorosa entre ellos fue percibido en Gertrudis, al huir del rancho con el soldado villista, totalmente desnuda, desagradando mucho a Mamá Elena. El hecho de que Tita sabía de los peligrosos efectos que la sangre podría causar es una evidencia para nuestro argumento de que ella pasó a usar la comida como arma: Se desprenden con mucho cuidado los pétalos de las rosas, procurando no pincharse los dedos, pues aparte de que es muy doloroso (el piquete), los pétalos pueden quedar impregnados de sangre y esto, aparte de alterar el sabor del platillo, puede provocar reacciones químicas, por demás peligrosas. Pero Tita era incapaz de recordar este pequeño detalle ante la intensa emoción experimentada al recibir un ramo de rosas, de manos de Pedro (Esquivel, 2003: 45). Mucho tiempo después, ya cuando Mamá Elena había muerto, Rosaura le pide ayuda a Tita para preparar una dieta que le ayudara con su grave problema de obesidad, flato y mal aliento, que la estaban alejando de Pedro, y también le revela que su hija Esperanza tendría el mismo destino de Tita, de cuidarle hasta su muerte. Tita quiere gritarle que no pero no lo hace porque, por primera vez, ellas tienen una conversación normal entre hermanas. Aunque a Tita no le gusten nada los planes de Rosaura para su hija, ella siente el peso de los remordimientos, “[n]o podía iniciar en estos momentos una discusión entre ellas que diera al traste con la buena voluntad que sentía de compensar a Rosaura del daño que le estaba causando […] Tita estaba destruida. ¡Qué era lo que había hecho! ¿Cómo resarcir el daño a Rosaura, a Pedro, a ella misma […]?” (Esquivel, 2003: 148-149). Eso nos parece una insinuación bastante clara de que Tita, a través de la comida, estaba causando los problemas de mal aliento, flatulencia y obesidad en Rosaura para que Pedro se alejara de ella. Por tanto, estas son evidencias del uso que Tita hace de su poder y talento culinarios, lo que le proporciona usar la comida como arma de seducción, revuelta y hasta venganza. Para llegar a esta conclusión, nos apoyamos también en la declaración de Ursache de que la novela de Esquivel fue la primera a usar la comida como personaje principal, como la fuerza que cambia la historia y mueve adelante los personajes y la narración (2004: 1005). 2.3. Resumen de “Lección de cocina” (1971) de Rosario Castellanos El cuento “Lección de cocina” de Castellanos relata también la preparación de un plato. La narradora es una mujer recién casada que vive con su marido en México en la segunda mitad del siglo XX. La narración se presenta en forma de monólogo interior y empieza con una 16 contemplación de la cocina que “resplandece de blancura. Es una lástima tener que mancillarla con el uso” (Castellanos, 1971: 7). Ella también afirma que su lugar es en la cocina y así ha sido desde el principio de los tiempos, y que antes de llegar a su lugar ha estado extraviada en aulas, calles, oficinas y cafés. Es hora entonces de preparar la cena y ella decide seguir una receta para preparar carne asada para su marido. Durante todo el tiempo, deja claro que no tiene talento para la cocina o para cualquier otra actividad que se espere que una “abnegada mujercita mexicana” pueda desempeñar (1971: 9). Al extraer la carne del refrigerador y quitar la capa de hielo que la cubría, se acuerda de su luna de miel, comparando el color rojo de la carne al color rojo de las espaldas quemadas por el sol de Acapulco. Se acuerda también que, al hacer el amor con su marido, era ella la que se acostaba boca arriba, soportando su peso y al del marido y el dolor en la espalda quemada. Después de algunos recuerdos más, sigue con la preparación de la carne, intercalando más recuerdos de su vida de soltera y de su encuentro con el marido, junto con quien no lleva más de un año. También afirma que perdió su antiguo nombre y todavía no se ha acostumbrado al nuevo, que tampoco es suyo. Más recuerdos, quejas y reflexiones, mientras sigue con la carne. Reflexiona y se queja de la rutina de ama de casa y esposa, como por ejemplo que los libros de receta esperan que uno sepa sin mayores explicaciones. En la receta dice que tarda muy poco para que la carne esté lista, pero “¿Cuánto es poco? ¿Quince minutos? ¿Diez? ¿Cinco? Naturalmente, el texto no especifica. Me supone una intuición que, según mi sexo, debo poseer pero que no poseo...” (1971: 13). Pone la carne en el horno y sigue con sus reflexiones. Algunos minutos después, empieza a soltar un humo negro y ella se da cuenta de que la carne está quemada de un lado. Busca soluciones: ponerse guapa e invitar al marido a un restaurante, después de echar la carne a la basura para que él no se dé cuenta, o admitir al marido que ella es una inútil que no sabe ni asar una carne. Sabe que, si insiste en contarle la verdad, que estuvo pendiente de la carne todo el tiempo, él no le va a creer. Admite que esperaba hacer sacrificios para mantener la armonía conyugal cuando se casó, pero no esperaba pasar por algo tan insignificante y ridículo como eso de la carne y termina su narración de forma abierta con “Y sin embargo...” (1971: 22). 2.4. Análisis de la función de la comida en “Lección de cocina” En un primer momento, puede parecer que el cuento de Castellanos trata solamente de problemas triviales y cuestionamientos de una ama de casa. Luego se nota la cuestión feminista y una crítica al papel de la mujer en la sociedad. Un detalle que nos llamó la 17 atención es la forma como la carne está descrita y tratada por la protagonista en todo el relato. La transformación de la carne, desde su estado crudo hasta asado, tiene tanta importancia en algunos momentos que hace que se parezca a un personaje. Después de introducir el relato con algunas reflexiones sobre la cocina, sobre sí misma y sobre cómo este lugar ahora es suyo, aunque no tenga las aptitudes esperadas, nos introduce a la carne. No era su objetivo preparar carne asada, simplemente abrió el compartimiento del refrigerador que decía “carnes” y sacó un paquete cualquier. Aquí empieza entonces a describir su aspecto y cada momento de la transformación de la carne le hace pensar en momentos de su vida. “Extraigo un paquete irreconocible bajo su capa de hielo. La disuelvo en agua caliente y se me revela el título sin el cual no habría identificado jamás su contenido” (Castellanos, 1971: 9). Aquí podemos trazar un paralelo con lo que relató sobre sí misma al principio: “[y]o anduve extraviada en aulas, en calles, en oficinas, en cafés; desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para adquirir otras. Por ejemplo, elegir el menú” (1971: 7). Se puede decir que ella se siente tan irreconocible como el paquete de carne bajo la capa de hielo, es decir, lo que era o hacía antes en su vida ya no hará más, porque la capa de hielo del matrimonio la obliga a adquirir nuevas destrezas y a convertirse en otra persona. Castilleja (2010) nos da aún más elementos que sostienen esta comparación al analizar el papel de la cocina en este cuento como un “espacio 'femenino', teatro en donde se concentra lo asfixiante y lo angustioso del rol que su especie le impone actuar” (145). Más tarde también, la protagonista menciona que “perdí mi antiguo nombre y aún no me acostumbro al nuevo, que tampoco es mío” (Castellanos, 1971: 11). La angustiada protagonista está entonces tan irreconocible como la carne congelada. A continuación, siguen las comparaciones entre la carne y otros momentos de su vida. Compara su color rojo al de las espaldas suya y de su marido, quemadas por el sol en la luna de miel en Acapulco. Aquí, la carne cruda puede hacer referencia al comienzo de la vida a dos y luego cambiará su estado. Sin embargo, antes de cambiar, antes de la “metamorfosis”, hay que “dejarla reposar así. Hasta que ascienda a la temperatura ambiente, hasta que se impregne de los sabores de que la he recubierto” (1971: 12). La metamorfosis o transformación a que se refiere es algo por lo cual todos que se casan suelen pasar, o sea, hay que ajustarse a la nueva vida, a la nueva rutina, pero lleva tiempo hasta que se alcance “la temperatura ambiente”, así como la carne. Zeitz (1983: 768) también está de acuerdo que aquí la narración hace de propósito una confusión entre la carne y la vida de la protagonista. En otro pasaje la protagonista cuestiona “¿Cuánto tiempo se tomará para estar lista? [...] Tarda muy poco, dicen los manuales. ¿Cuánto es poco? [...] Naturalmente, el texto no especifica. Me supone una 18 intuición que, según mi sexo, debo poseer pero que no poseo...” (1971: 13). Se puede transferir estas mismas dudas sobre la carne a su vida, o sea, cuándo reconocerá su propia identidad otra vez, cuándo aprenderá o adquirirá las aptitudes deseadas, cuándo se acostumbrará. La protagonista misma se compara a la carne con gran ironía y connotación sexual cuando lee en la receta “que previamente ha de untarse con un poco de grasa para que la carne no se pegue”. Según ella, “eso se me ocurre hasta a mí, no había necesidad de gastar en esas recomendaciones las páginas de un libro” (1971: 16). Gac-Artigas (2009) afirma que la relación comida y sexo es ampliamente reconocida y aceptada en las sociedades latinoamericanas patriarcales y escritoras hispanoamericanas como Castellanos han añadido un tercer elemento a sus obras: la creación. “Para ellas ya no se trata de concebir la escritura como instrumento de rebeldía para liberarse de su condición social, sino como obra de arte de valor propio” (517). Todo el relato se pasa en la “cocina-prisión”, como la llamó Castilleja (2010) en su estudio o en “la cocina, espacio de autodescubrimiento y de liberación”, como Gac-Artigas (2009) la describió. Si consideramos los conceptos formulados por Zubiaurre, “kitchen tales” y “table narratives”, podemos afirmar que no es un “kitchen tale”, dado que la protagonista no tiene ningún de los elementos esperados de una mujer de estas narraciones, no es la figura maternal, nutridora o mágica. Sin embargo, tampoco la encontramos completamente en “table narratives”. Ella es una negación de la nutrición, primero porque no quiere hacerlo y segundo porque no sabe cómo. Al mismo tiempo que deja claro que no quiere y no sabe cocinar, admite intentar adecuarse a lo que se espera de una esposa en esta época, por ejemplo, dando placer a su marido, aunque no tenga ganas o le duela la espalda, lo que no está de acuerdo con uno de los aspectos del concepto descritos por Zubiaurre: “Women sitting at tables […] by making a simple but powerful statement: we aren't food (meant only to satisfy the sexual hunger of the male)” (2006: 31). La protagonista está claramente en una fase de transición entre la total abnegación a los valores esperados por la sociedad y la liberación, por lo menos en sus planes, lo que hace con que el cuento no se encaje exactamente en el concepto de “table narratives”. La protagonista sigue con sus reflexiones sobre la vida conyugal mientras la carne está asando en el horno. De repente, empieza a soltar un humo negro y la protagonista se da cuenta de que habría que haberla dado vuelta para no quemarse, pero ahora es tarde. Con ironía compara la carne a las mujeres, dándole características humanas: “[a] esta carne su mamá no le enseñó que era carne y que debería de comportarse con conducta” (1971:18). Se preocupa por lo que dirá a su marido y al imaginar lo que pasaría si no hiciera nada, es decir, 19 simplemente dejar la carne quemada en el horno y esperar por sus críticas, hace otra comparación entre la carne y sí misma: “aquí huele, no a carne humana, sino a mujer inútil” (1971: 19). Casi al fin, la protagonista hace una longa recapitulación de los cambios sufridos por la carne y la compara al marido: “Recapitulemos. Aparece, primero el trozo de carne con un color, [...] Luego cambia y se pone más bonita y se siente muy contenta. [...] Y sigue cambiando [...] Y el trozo de carne que daba la impresión de ser algo tan sólido, tan real, ya no existe. [...] Mi marido también da la impresión de solidez y de realidad cuando estamos juntos...” (1971: 20). Y sigue afirmando que la carne no ha desaparecido, sino que ha sufrido una serie de metamorfosis, ha dado un salto cualitativo y seguirá operando en su conciencia, “modificándome, determinándome, estableciendo la dirección de mi futuro” (1971: 21). Admite así que, la transformación por la cual la carne, o más bien la pareja ha pasado y está pasando va a determinar su futuro. Desde el momento en que saca la carne congelada del congelador hasta el momento en que la carne se quema en el horno, se observa una comparación entre los estados por los cuales la carne está pasando y la vida de la mujer y su relación con el marido. Zeitz (1983) sostiene que la carne representa a la protagonista, mientras que Carpenter (2010) concluyó que representa al marido. Sin embargo, en esta investigación se concluye que la carne representa no solamente a la protagonista, sino que también su marido y su matrimonio, es decir, representa el cambio a la nueva vida y todo lo que se exige de las mujeres en sus papeles de esposas. 2.5. Resumen de “El corazón de la alcachofa” (2003) de Elena Poniatowska El cuento relata la vida de una familia mexicana, o más precisamente su ritual de comer alcachofas. La narradora es una de las nietas de la matriarca de la familia que está compuesta por la abuela, el padre, la madre y cinco hijos. Ellos siguen una tradición de comer alcachofa una vez a la semana. El cuento empieza con: “A todos nos fascinan las alcachofas: comerlas es un acto sacramental” (Poniatowska, 2014: 155). Sigue entonces con una descripción sobre cómo disfrutan del proceso, comiendo primero las hojas grandes, luego las medianas hasta llegar al centro y “descubrir el tesoro […] el corazón” (2014: 155). La narradora cuenta entonces que fue la abuela que los hizo “alcachoferos”. Su padre empezó al casarse, pero los nietos desde temprana edad. Describe cómo se sirve, el tipo de salsa y las reglas de la abuela. La forma de comer alcachofa es muy importante para ella, que hasta deja de tener contacto con amigos que demuestran falta de habilidad para la actividad. La abuela llega a la 20 conclusión de que su familia es la única en todo el Distrito Federal que sabe comer alcachofas. Hay una atención especial al hablar del corazón de la alcachofa, que debe ser tratado con cuidado para no que se lastime. Se describe la forma como cada miembro de la familia come la alcachofa y queda claro que todos tienen una forma particular de saborearla, aunque sepan la importancia de seguir las reglas de la abuela, que “[l]as come con respeto o con algo que no entiendo, porque al chupar la hoja cierra los ojos” (2014: 157-158). Un día, al comer la alcachofa, el padre anuncia que quiere separarse. La madre ya lo sabía y la abuela no parece preocuparse mucho por la noticia en sí, sino con el hecho de que, con esta noticia desagradable, el padre está perturbando el momento que debe ser dedicado solamente a saborear la alcachofa. Ellos se separan, el padre se casa de nuevo y años después muere la abuela. La madre desarrolla una enfermedad en el hígado y la hija narradora menciona que la cura con medicinas que contienen extracto de alcachofa. Ellas siguen con el ritual una vez a la semana, aunque no parezca tener el mismo gusto o valor. La narradora revela entonces que había amado mucho a un hombre casado, y que este, al volver a su familia, le dijo que ella tenía el “corazón de alcachofa, que todos comentaban en el trabajo que tenía yo corazón de alcachofa” (2014: 161) y que todos decían que ella tomaba las cosas demasiado en serio. Ella revela que la madre parece querer decirle algo serio, pero que no la deja pues “[q]uizá nos hemos rodeado de hojas más altas que nosotras como las alcachofas, quizá va a asestarme la horrible certeza de haber equivocado la vida, mi única vida” (2014: 161) y con esta reflexión termina su relato. 2.6. Análisis de la función de la comida en “El corazón de la alcachofa” Como se ha mencionado anteriormente, no fueron encontrados estudios específicos sobre el significado o simbolismo de la alcachofa en este cuento de Poniatowska. No obstante, se ha encontrado una descripción sobre el simbolismo de la alcachofa en la vestimenta española del siglo XV: La alcachofa, decorativamente, se diseña de forma similar a una granada o a una piña. En el siglo XV, aparece en tejidos de uso cortesano, de gran tamaño, como símbolo de riqueza y de poder. Entre sus hojas apretadas, múltiples y cerrándose hacia el centro, ha querido verse la reunión de tesoros y riquezas bien guardados. Su presentación en el bordado popular puede asociarse con el valor significativo de la piña, fertilidad. Se presenta en composiciones a la granada y a la piña, generalmente en forma contrapeada dentro de cintas onduladas (González Mena, 1994: 152). Símbolo de riqueza, poder y fertilidad. A continuación, investigaremos si el cuento de 21 Poniatowska refleja estos elementos o si expresa otras ideas. Ya en la introducción del cuento se nos revela cuan especial es la alcachofa: “A todos nos fascinan las alcachofas: comerlas es un acto sacramental” (Poniatowska, 2014: 155). De acto sacramental, pasamos a una descripción detallada y casi sexual de como se come una alcachofa, desde las hojas grandes exteriores “chupándolas una por una, rascándolas despacito la ternura de su ternura con los dientes” hasta llegar al centro que es como “descubrir el tesoro [...] que protege el corazón […] No hay que darse prisa […] la prisa puede hacer que se pierda ese arcoíris de sabores” (155). Se nota una verdadera fascinación de la narradora por las alcachofas. Al revelar que fue la abuela quien los hizo “alcachoferos” y los “domesticó a temprana edad” (155) entendemos de donde vino la fascinación por tal vegetal. A todos en la familia les encanta comer alcachofas y lo hacen con placer, siguiendo la rutina establecida por la abuela, que consiste en comerla antes de la comida una vez a la semana, al medio día, siempre con la misma salsa. Cierta vez ha probado una receta de salsa con pimiento rojo que le dieron, pero la encontró vulgar y nunca más se atrevió a cambiarla, siguiendo con la receta tradicional. En otra ocasión, en una cena en casa de conocidos, presenció “la masacre” de la alcachofa por parte de su anfitriona que usaba cuchillo y tenedor para destruirla. Al concluir que, en una ciudad como la Ciudad de México con veintidós millones de habitantes, no hay nadie más que sepa comer las alcachofas, la abuela demuestra que no está abierta a novedades o cambios de la tradición y del rito, como la narradora misma lo llama. Sus reglas nos remiten a las reglas para comer carne descritas en la Odisea, que mencionamos anteriormente. La abuela es una persona muy tradicional y según la narradora, combina perfectamente con el ritual, mientras que el padre, “un gigantón de dos metros” que usa camisa de colores fuertes, no deja que se vea bien la alcachofa, que se ve mejor con “un tono neutro como el de mi abuela o un fondo blanco” (2014: 158). La descripción del padre nos hace pensar que él, de alguna forma, no pertenece a este mundo tradicional de la abuela. Luego la narradora revela detalles sobre la madre, que fuma mucho y antes tomaba agua después de la alcachofa como el resto de la familia, pero después de la terapia empezó a tomar vino, lo que desagradó a la abuela. Eso nos da una idea de que la madre puede estar pasando por algún tipo de crisis, buscando una solución en el psicoanálisis. La reacción de la abuela delante de la comunicación de que el padre quiere separarse demuestra que el rito o la tradición tiene más importancia que lo que de verdad está pasando en la familia: “-Lo que no me esperaba, Julián, es que soltaras la notica en la mesa ahora que comemos alcachofas” y complementó la madre: “-Los niños no han llegado al corazón de la alcachofa” (2015: 159). El padre, como ya no quiere ser parte de este ambiente, interrumpe 22 entonces el rito para hablar de lo que le importa más. Él se va, se casa días después y algunos años después muere la abuela. La narradora se queda viviendo con la madre que “alega que la vida la ha despojado de todas sus hojas y le ha dejado el corazón al descubierto” (2014: 160) en una clara comparación entre sí misma y una alcachofa, una analogía entre lo especial y delicado que es el corazón de una alcachofa, y el corazón humano, que es símbolo de los sentimientos y, principalmente del amor. Siguiendo la misma analogía, la narradora afirma que sigue comiendo alcachofas con la misma expectativa, llegar al corazón, “sitio de donde partieron todas mis esperanzas” (2015: 160) y revela que ha amado a un hombre casado, pero que este la ha dejado, muy triste, con su corazón de alcachofa, que según él le explicó, quiere decir que ella toma las cosas y la relación muy a serio. Al fin del relato la narradora revela que ni a la madre ni a ella misma les encanta el ritual de comer alcachofas como antes, que las primeras hojas todavía son buenas pero que a media alcachofa ya no tienen ganas de seguir. Ella siente que la madre quiere decirle algo, pero no la deja porque “[q]uizá nos hemos rodeado de hojas más altas que nosotras como las alcachofas, quizá va a asestarme la horrible certeza de haber equivocado la vida, mi única vida” (2014: 161). La conclusión a la que llega la narradora y su comparación con una alcachofa, nos hace pensar que el corazón de la alcachofa puede representar nuestros propios sentimientos, nuestras verdades y deseos, involucrados en tradiciones impuestas por otros, obstáculos que no nos dejan alcanzar los objetivos y cosas a aprender en la vida, es decir, la vida en sociedad con sus reglas y las hojas que tenemos que chupar, como cosas a conquistar, hasta llegar al corazón, a lo que somos de verdad. Según Pedroza (2008), la narradora se asemeja a una alcachofa, pues su corazón está rodeado de hojas más altas que ella misma. Las tradiciones de la abuela también pueden ser interpretadas como una crítica a las diferencias sociales que hay en la sociedad mexicana hoy día, donde algunos tienen mucho y se preocupan por detalles tan insignificantes como la forma exacta de comer un determinado plato, mientras que muchos pasan por serias dificultades económicas y no tienen lo básico para sobrevivir. Coonrod Martinez (2007) afirma que la colección de cuentos Tlapalería, donde este cuento fue publicado originalmente, contiene muchas historias sobre los excluidos y quizás “El corazón de la alcachofa” sea el otro lado de esta realidad, una influencia de los años que la autora trabajó como periodista, realizando entrevistas y crónicas de sociedad y su transformación a “una cronista comprometida capaz de relatar la historia contemporánea de su país” (Alonso, 2008: 736). También se puede interpretarlo como una representación de las diferencias culturales entre los mexicanos de origen indígena y los de origen europea. La propia escritora es una mezcla de culturas o como afirmó Alonso (2008) “fruto de un crisol 23 cultural sumamente rico y diverso que la sitúan como descendiente de antiguos hacendados mexicanos por parte de madre y aristócratas polacos afincados en Francia por parte de padre (735). Así, nadie mejor para escribir sobre diferencias culturales que Poniatowska. Podemos añadir también que los conceptos de Zubiaurre no se aplican directamente a este cuento, dado que no parece tratar directamente de la relación entre el papel de la mujer vs. la sociedad, sino de la relación entre la familia, la imagen delante de la sociedad y la importancia que se da a las tradiciones, muchas veces más que a los propios deseos y sueños. Por otro lado, es posible reconocer a Rabelais en la forma como la alcachofa es descrita, con exageración y detalles, algunas de las características de su literatura carnavalesca, según Chaverri (2010: 145-146). Por tanto, lo que podemos concluir en nuestro análisis es que la alcachofa simboliza las reglas y tradiciones impuestas por la sociedad y con las cuales tenemos que vivir o enfrentarlas, cambiarlas, comerlas para alcanzar nuestros objetivos y nuestro yo verdadero. 3. Conclusión 3.1. Recapitulación y conclusión A continuación, resumiremos los resultados de nuestra investigación y retomaremos el propósito, las preguntas de investigación y la hipótesis. Nuestro objetivo era investigar el uso y papel de la comida en la literatura. Además de verificar en los estudios anteriores que, desde la antigüedad hasta la literatura contemporánea, la comida ha sido utilizada por algunos autores como instrumento para transmitir ideas, también hemos hecho nuestro propio análisis de los tres objetos de estudio. Al analizarlos, nos deparamos con formas distintas de usar la comida y significados también distintos. En Como agua para chocolate, la comida es tratada casi como un personaje, dado que define muchos de los sucesos de la narración. Tita, el personaje principal, usa la comida como un arma de seducción, de protesta, y podemos decir también de venganza. A través de los platos que cocina, Tita libera sus emociones y se liberta de la represión de su madre. La comida sirve entonces de arma e instrumento de liberación. El papel de la mujer en la novela ha sido cuestionado por críticos feministas. Con todo, lo que consideramos es que la novela retrata el modo de vivir del comienzo del siglo XX, cuando la mujer no tenía voz participativa en la sociedad y por eso Tita usa los medios que tenía para expresarse, convirtiendo un espacio de feminidad en uno de rebeldía. 24 Por otro lado, la cocina de “Lección de cocina” de Castellanos se convierte en un lugar de reflexión justamente sobre el papel de la mujer en la sociedad y lo que se espera de ella. La carne y su transformación son interpretados en algunos estudios como una representación de la mujer y en otros como una representación del marido. Nosotros estamos de acuerdo con ambas interpretaciones y por eso mismo, concluimos que la carne es un símbolo de la unión de la pareja, es decir, de la nueva vida y todos los cambios y adaptaciones por los cuales tanto marido como mujer tienen que pasar. De igual modo, estamos de acuerdo que, en la época en que se escribió el cuento (1971), la mujer todavía era la que más sufría con la adaptación a la nueva vida, dado que lo que se esperaba de ella era total habilidad para cuidar de la casa, de los hijos, cocinar y estar siempre guapa para el marido. En “El corazón de la alcachofa” de Poniatowska, lo que nosotros concluimos es que se hace una crítica a las convenciones sociales, y quizás hasta religiosas, dado que el comer alcachofa está descrito como un rito. Estas mismas convenciones pueden acercarnos o alejarnos de nuestros objetivos y de nuestros verdaderos sentimientos y deseos. Eso se demuestra al final cuando la narradora menciona que quizá ha estado rodeada de hojas más altas que ella misma, y por eso se siente sola, sin amor. Podemos interpretar que las convenciones tal vez la hayan alejado de hacer lo que más quería. El corazón de la alcachofa es usado de manera simbólica al ser comparado, en muchas ocasiones, al de los personajes, delicado, un tesoro a ser tratado con cuidado para no lastimarlo. Siguiendo el mismo raciocinio, las hojas que se comen una a una hasta llegar al corazón, pueden ser un símbolo de las etapas de la vida, las cosas a aprender y conquistar o también las barreras y convenciones que encontramos en nuestros caminos. Así, confirmamos nuestra hipótesis de que las obras investigadas usan la comida para transmitir una idea y concluimos nuestro análisis sobre las mismas. Podemos decir entonces que tanto Como agua para chocolate como “Lección de cocina” tratan, de forma indirecta, de la emancipación de la mujer o de un intento, mientras que “El corazón de la alcachofa” retrata el aprisionamiento y limitación causado por las convenciones sociales. 3.2. Reflexiones finales Debido a la limitación de espacio de este estudio, solo hemos podido investigar tres obras y, coincidentemente, las tres obras fueron escritas por mujeres mexicanas, lo que puede ser un importante factor en la forma como la comida es usada en las obras. Diferencias culturales y de género posiblemente proporcionarían resultados distintos. Esto abre camino a futuras 25 investigaciones, no solamente sobre cómo los hombres tratan la comida en la literatura, sino también cómo tratan el papel de la cocina y de la mujer en diferentes culturas. Algo semejante parece haber sido tratado en algunos de los estudios mencionados en el campo de investigación. Asimismo, una comparación directa entre obras escritas por hombres y obras escritas por mujeres, desde el mismo punto de vista, nos daría una mayor perspectiva sobre el tema. 26 Bibliografía Fuentes primarias Castellanos, Rosario. “Lección de cocina” ed. Álbum de familia. México D.F.: Joaquín Mortiz, 1971. 7-22. Impreso. Esquivel, Laura. Como agua para chocolate. Buenos Aires: Grijalbo Mondadori, 2003. Impreso. Poniatowska, Elena. “El corazón de la alcachofa” ed. Llorar en la sopa. Madrid: Fondo de Cultura Económica de España, Universidad de Alcalá de Henares, 2014. 155-161. Impreso. Fuentes secundarias Alonso, Maria del Rosario. “Elena Poniatowska, Una biografía íntima, una biografía literaria”. Bulletin of Hispanic Studies. Vol.85.5 (2008): 733-738. Disponible en http://eds.a.ebscohost.com.ludwig.lub.lu.se/eds/pdfviewer/pdfviewer?sid=8769fd23-cca6451f-8c85-93ee9e0c892a%40sessionmgr4002&vid=0&hid=4110 [Fecha de consulta: 5 de noviembre de 2015]. Web. 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