6a Opinión Zócalo Saltillo Lunes 1 de febrero de 2010 Plan B la famosa aventura Lydia Cacho omar El diputado que odiaba a los negros Sacó del clóset al fantasma del racismo latente entre nosotros C uando el diputado Ariel Gómez León dijo que los damni- ficados haitianos —que llevaban semanas de hambre y sed— no tenían cara de necesidad “sino de abusivos insaciables”, sacó del clóset al fantasma del racismo latente y presente entre nosotros. Basta leer las crónicas sobre Haití, casi todas impregnadas de un racismo incontenible. El prejuicio miedoso a la negritud, al “salvajismo” negro se refleja en la culpabilización de los haitianos de su propia tragedia. Los cascos azules se van a sus estaciones antes de que anochezca porque temen “una revuelta”. No es lo mismo la desesperación de un país en ruinas, azotado por el hambre y el dolor de la tragedia, que una rebelión salvaje. Y el pueblo haitiano está en la primera circunstancia, no en la segunda. te racista. El poder del racismo es acumulativo y, como establece jerarquías naturalmente excluyentes, se adopta fácilmente. La visión político-jurídica del virreinato se convirtió en cultura para justificar el maltrato y juzgar las diferencias, para ordenar la catequización y para disponer de mano de obra indígena esclavizada. Hoy en día la Constitución marca la igualdad social; sin embargo las prácticas muestran lo contrario. Es el prejuicio miedoso a la negritud, al ‘salvajismo’ negro Casi nadie habla de que Haití fue el primer país en abolir la esclavitud y que pagó caro su atrevimiento con Francia y Estados Unidos, quienes lo invadieron y endeudaron hasta ahorcarle. Primero lo debilitaron y aislaron, luego lo trataron con un paternalismo perverso y debilitante. La actitud de los soldados americanos ahora es la del reconquistador intolerante y prejuicioso convencido de que es superior a esos negritos peligrosos. Ese miedo a los “otros con voz” es el mismo que impulsó a los virreyes españoles a crear la política de Limpieza de Sangre en México, misma que heredamos y hemos alimentado hasta convertirnos en un país profundamen- Como el 80% de las y los mexicanos, las personas indígenas son arrestadas, juzgadas y sentenciadas en procesos ineficientes, corrompidos y manipulados y, además, se les aplica el agravante de su raza e idioma. En México existen 62 lenguas indígenas reconocidas y 364 variantes, los juzgados carecen de traductores y se ha documentado que las personas indígenas, particularmente comunicadores, activistas de derechos humanos y civiles o ambientales, reciben las penas más severas del país; más severas que aquellos no indígenas sentenciados por secuestro, asesinato y narcotráfico. Los valores del racismo establecen jerarquías que justifican los privilegios del grupo dominante, sólo pueden suprimirse cuando cada persona se escuche a sí misma y erradique el racismo de su vida y su entorno. Cuando el doble discurso no le traicione, como al diputado Atando cabos Denise Maerker Quemados Él y sus compañeros quedaron marcados. Como tantos otros. Nosotros ante la sociedad somos delincuentes y hago hincapié en que nosotros siempre fuimos inocentes y somos inocentes, y el hecho es que nos dieron nuestra libertad, pero la quemada que nos dieron no va a ser fácil para nosotros, ni para nuestras familias”. Quien así se expresa es Gabriel González Chávez, uno de los 31 custodios del penal de Cieneguillas que esta semana fueron liberados luego de haber pasado ocho meses en la cárcel acusados de evasión de presos. La madrugada del 16 de mayo, fecha en que se fugaron 53 presos del penal de Cieneguillas en Zacatecas, Gabriel se encontraba a 13 kilómetros de la prisión en el Hospital General de Guadalupe, aun así fue encarcelado en una prisión de máxima seguridad junto con otros 43 custodios. Gabriel tiene razón, aunque un sino tratados como tales durante meses en un penal de máxima seguridad. Su encarcelación implicó gastos y sufrimientos para ellos y sus familias. Y sin embargo la PGR no se va a disculpar. El vocero Ricardo Nájera dijo ayer que sus actuaciones se sustentan en los “elementos probatorios que se allega”. Es decir, la PGR insiste en que tenía pruebas a pesar de que un juez ya las desestimó pero tampoco se inconforman con la decisión del juez de liberarlos porque saben que perderían el caso. Lo cierto es que el Gobierno nos debe una explicación a todos y a los liberados una disculpa. O es incapaz de integrar averiguaciones contundentes en contra de peligrosos delincuentes o manda encerrar inocentes. No puede ser que en una sola semana 43 personas hayan sido liberadas por falta de pruebas y las autoridades no hagan una sola declaración en la que se reconozcan los errores, la ineptitud, no digamos la mala fe, detrás de estos reveses. ¿Alguien está calculando el daño que estos errores le asestan a la legitimidad de la lucha en contra del crimen organizado localmente? Lo cierto es que el Gobierno nos debe una explicación juez ordenó su liberación y muy a pesar de lo endeble y hasta absurda que haya sido la acusación en su contra, él y sus compañeros quedaron marcados. Como tantos otros. Apenas el sábado en la madrugada salieron del penal de Mil Cumbres en Michoacán 12 de los 32 funcionarios públicos detenidos el 26 de mayo del año pasado en el espectacular operativo federal conocido como el michoacanazo, todos estaban acusados de colaborar con La Familia Michoacana. El daño es evidente. No sólo fueron expuestos públicamente como delincuentes Algo anda muy mal cuando después de una derrota así el Gobierno y las autoridades no sienten la necesidad de explicarse. Los únicos quemados deberían ser los responsables de las investigaciones y no quienes cayeron en las mallas de quienes para pescar a uno se tienen que llevar a 20. Palabras de Poder Critilo La buena fama ‘Si puedo preservar mi buen nombre, seré suficientemente rico’ Dos cosas son la fuente de la felicidad: una buena fama y una distinción justa de las cosas; quien algo busca más allá, marcha a su ruina”, escribió un poeta árabe. Y a el jesuita español, Baltasar Gracián, nos decía en una de sus obras, que la buena fama, el buen nombre, era la fragancia que más gustaba a todos. “ Una justa distinción de las cosas”, consiste en aplicar nuestra inteligencia con todo cuidado al momento de valorar a una persona, cosa, o una determinada circunstancia. Seguramente, una de las destrezas más útiles y provechosas para toda nuestra existencia, consiste en saberle otorgar el debido valor a cada cosa, persona y circunstancia. La “justa distinción de las cosas” es también lo que entendemos por buen juicio, recto pensar, sensatez, etc. U A algunos de nosotros nos ha sucedido que de manera acerta- da o equivocada, ciertas personas nos muestran su antipatía de manera notable, aun y cuando se esfuercen en querer esconderla. Supongamos, que tienen razón en mostrárnosla debido a un comportamiento inadecuado que observamos durante algún buen tiempo. Y supongamos también, que nosotros dejamos desde hace mucho tiempo ese inadecuado comportamiento y ahora somos personas decorosas y decentes. Por desgracia, en el casi totalidad de los casos, sus primeras impresiones negativas son las que van a permanecer. Nuestra mala reputación no la podemos esconder ni borrar no de los propósitos más importantes que debemos hacernos en cualquier etapa de nuestras vidas, consiste en otorgarle a la “buena fama”, un lugar especial en nuestras vidas. La buena fama nada tiene que ver con los grandes éxitos profesionales o económicos, y ni siquiera, con nuestra cultura personal. Más bien, se trata de una estela de “confiabilidad” que los demás pueden depositarnos, ya que nos perciben como personas decentes y justas. T memoria no es tan decisivo como se cree para la felicidad de nuestra vida. Un día nos cae encima lo que otros saben (o creen saber) de nosotros, y entonces nos damos cuenta de que eso tiene más poder. Nos resulta más fácil arréglanoslas con nuestra mala conciencia que con nuestra mala reputación”. odo aquel que goza de “buena fama” tiene las puertas abiertas, pues su confiabilidad y aura de buena persona, lo hace acreedor a que se le brinden oportunidades y ayudas. Dice un dicho popular: “Es bueno ser importante, pero más importante es ser bueno”. Toda persona buena hace referencia a la bondad, al buen comportamiento, a mantener la palabra dada. De hecho, no podemos tener un mejor negocio que gozar de “buena fama”, pues en cualquier parte seremos bien recibidos. cemos por primera vez a una persona: la impresión que le causemos y que nos cause a primera vista, será definitiva en la abrumadora mayoría de los casos. O bien, algunas personas pueden tener de nosotros una magnífica impresión, aun y cuando no esté sustentada en la realidad. Lo más probable es que, para bien nuestro, esa impresión se mantendrá. H ay un refrán popular que dice: “Crea fama y échate a dormir”. Esto significa, que si la persona goza de buena fama, su vida podrá ser mucho más cómoda en todos sentidos. La realidad es aplastante: la opinión que la generalidad de las personas tengan sobre nosotros, en un sentido negativo o positivo, nos traerá consecuencias para nuestra infelicidad o para nuestra dicha. Si la persona goza fama, su vida podrá ser mucho más cómoda en todos sentidos H ay una reflexión del filósofo alemán Nietzsche, relaciona- da con el tema que estamos tratando, en su obra, “La Gaya Ciencia”, pensamiento que por su extrema importancia, transcribimos en su integridad: “ Lo que otros saben de nosotros: lo que nosotros sabemos de nosotros mismos y conservamos en la A lgo muy similar nos sucede cuando cono- E s a b s o l u ta mente cierto lo que dice Nietzsche: “Nos resulta más fácil arreglárnoslas con nuestra mala consciencia que con nuestra mala reputación”. Podemos esconder dentro de nosotros nuestras malas acciones y aparentar decencia ante los demás. Pero nuestra mala reputación no la podemos esconder ni borrar. P or esto, esforzarnos por alcanzar una buena fama, un buen nombre, respetabilidad, es una fuente directa a la felicidad, pues nos permite relacionarnos con muchas personas en un alto grado de confiabilidad.