Formas y transformaciones del narcisismo * Heinz Kohut ** Aunque en las consideraciones teóricas suele aceptarse que el narcisismo, esto es, la carga Iibidinal del Self ***, no es per se patológica ni nociva, existe una comprensible tendencia a evaluarlo negativamente en cuanto se abandona el campo de la teoría. Cuando existe tal prejuicio, sin duda está basado en una comparación entre el narcisismo y el amor objetal, y se lo justifica afirmando que el primero representa la más primitiva y la menos adaptativa de esas dos formas de distribución de la libido. Con todo, creo que estos criterios no surgen fundamentalmente de una evaluación objetiva de la posidóndel narcisismo en el desarrollo o de su valor adaptativo, sino que se deben a la intromisión injustificada civilización occidental. Cualesquiera del sistema altruista de valores típico de la sean los motivos, tales juicios de valor ejer- cen un efecto empobrecedor sobre la práctica clínica. Tienden a promover en el terapeuta el deseo de reemplazar la posición narcisista del paciente por ~l amor objetal, mientras que a menudo se descuida la meta más adecuada, esto es, un narcisismo transformado (es decir, una redistribución de la libido narcisista y la integración de las estructuras psicológicas primitivas en la personalidad madura). También en el aspecto teórico se ha descuidado la contribución del narcisismo a la salud, la adaptación y el logro Sin embargo, tal predilección resulta justificable por razones heurísticas, ya que el examen de ros estados relativamente silenciosos del narcisismo en equilibrio es evidentemente ****. menos fructífero que su estudio en los estados de perturbación. Los trastornos del equilibrio narcisista a los que nos referimos como "herida narcisista" parecen ofrecer una vía de acceso particularmente promisoria a los problemas del narcisismo, no sólo por la frecuencia con que aparecen en un amplio espectro * Trobc]e publicado en el Journal of ** Dirección: 1'80 N. Michigan Avenue, *** Para la delimitación del narcisismo de American Chicago, Psychoanalytic 111., 60601, Estados Association, Unidos 1966, XIV, 2. de Norteamérica. como "la ,carga libidinal estrictamente definida del Self" y con respe-cto a otras distribuciones de la libido (como las que utilizan las funciones yoicas o el "outolnterés"), véase Hartmann (por ejemplo ~:.!, en particular pág. 185 Y Ha, en particular póg. 433). su diferenciación ***,* Las observaciones de Federn que concuerdan con este enfoque aparecen en un capítulo del volumen Ego Psychology and the Psychoses 9. Sin embargo, también aquí, como en tantas otras de las fascinantes observaciones de Federn sobre la psicología del Yo, sus formulaciones estón demasiado cerca de la fenomenolog ía, esto es, de la experiencia introspectiva, por lo cual resulta diffcil integrarlas en la teoría psicoanalítico establecida (cf. 31, póg. 84). 371 Heinz Kohut de estados psicológicos normales ser fácilmente reconociblés los acompaña de inferioridad y por la elaboración u orgullo y anormales, por el afecto sino también penoso de malestar porque suelen o vergüenza que ideadonal que se conoce como sentimiento discernirse dos direcciones herido. En la obra de Freud pueden complementarias que los analistas tienden a seguir en su esfuerzo por lograr que ciertos casos de desequilibrio narcisista coincidan con un contexto psicoanalítico preestablecido. Por un lado, Freud llamó la atención sobre ciertas fundones del Yo relcelonadas'con el Ello, en particular los aspectos exhiblclonistos de los impulsos pregenitales; en otras palabras, señaló la vergüenza potencial como un para la defensa (el Schamgefühl del Yo, su sentimiento de vergüenza) y rición de vergüenza debido a fallas de la defensa14, (págs. 169, 171, (págs. 242 y sig.; 26, págs. 99 n., 106 n.) 17, (págs. 177 y sig.) 18,(pág. motivo la apa178)16, 171) 19, (pág. 108). Por otro lado, Freud afirmó que parte del narcisismo infantil se transfiere al Superyó y, de tal manera, se producen tensiones narcisistas en el Yo cuando éste trata de vivir de ccuerdocon su Ideal del Yo. Según Freud, el Superyó es "el vehículo del Ideal del Yo mediantee'l cual el Yo se mide a sí mismo, al que emula y cuyas exigencias de una perfección cada vez mayor se esfuerza por satisfacer" 27 (págs. 64 y sig.). En este contexto me resulta imposible considerar las numerosas contribudones de la literatura psicoanalítico y otros campos afines que han seguido estas dos direcciones conceptuales en lo relativo al desarrollo del narcisismo. Aunque en ciertas áreas he llegado a conclusiones que van más allá de las idees de Freud, el esquema g'eneral de mi propio pensamiento también ha sido determinado por ellas. A pesar de que en este estudio me referiré a menudo a fenémenos bien conocidos de la superficie psiCológica que pueden expresarse sin dificultad en 372 términos de la conducta, los conceptos utilizados aquí no son los de la psicología social. La definición general del narcisismo como carga del Self podría ser compatible con un enfoque transaccional, pero el Self en el sentido psicoanalítico es variable y de ninguna manera coincide con los límites de la personalidad tal como puede evaluarlos un observador del campo social. En ciertos estados Formas psicológicos, el Self puede ampliarse \ o bien contraerse y transformaciones- del narcisismo mucho más allá de los límites del individuo y coincidir con una sola de sus acciones o metas (d. 43, págs. 226 y sig.). La antítesis del narcisismo no es la relación de objeto sino el amor objeta!. La profusión de relaciones objeta les que pueda exhibir un individuo, en el sentido en que lo vería un observador del campo social, puede ocultar su experiencia narcisista del mundo de los objetos;" y luego el aislamiento y la soledad aparentes de una persona pueden constituir el marco para una gran riqueza de cargas ,El concepto objeta les. de narcisismo primario constituye un caso ilustrativo. Aunque se debe a una extrapolación a partir de observaciones empíricas, no se refiere al campo social sino al estado psicológico del bebé. Implica afirmar que éste experimenta originalmente a -la madre y a sus cuidados no como un "tú" y sus acciones, sino dentro de una visión del mundo en que la diferencia yo-tú aún no se ha establecido. Así, el control sobre la madre y .sus cuidados se asemeja más al concepto que un adulto tiene de sí mismo y del control que espera ejercer sobre su propio cuerpo y su propia mente, más que a la experiencia que el adulto tiene de los demás y de su control sobre ellos Sin embargo, el narcisismo primario no constituye el tema central de las consideraciones sobre el desarrollo que haré a continuación. Aunque sigue siendo durante toda la vida un importante residuo directo de la posición original -un tono narcisista básico que impregna todos los aspectos de la personalidad-, pasaré a considerar otras dos formas en las que llega a diferenciarse: el Self narcisista y la imago parental idealizada. *. El equilibrio del narcisismo primario se ve perturbado por las presiones de la maduración y las dolorosas tensiones psíquicas que se producen debido a que los cuidados maternos son necesariamente imperfectos y a que resulta imposible impedir que haya demoras traumáticas. Con todo, la organización psíquica del bebé intenta manejar esas perturbaciones construyendo nuevos sistemas de perfección. Freud llamó a uno de ellos 21 (págs. 136) el "Vo del * Bing, McLaughlin y Marburg 3 (pág. 24) consideran que el narcisismo primario es un estado "en el que diversas partes del organismo se cargan con libido de manera difusa e indiferenciado". As! su definici6n indica que el narcisismo primario es anterior a la época en que la aplicaci6n de un enfoque psicol6gico comienza a ser adecuada. 373 Heinz Kohut placer puro" *, una etapa en el desarro'lo en la que todo lo placentero, lo bueno y lo perfecto se considera como parte de un Self rudimentario, mientras que todo lo displacentero, lo malo y lo imperfecto se consideran "externos". O bien, en contraste con este primer intento de solución, el bebé trata de mantener la perfección y 1'0 omnipotencia originales confiriendo al "tú" rudimentario, esto es, el adulto, perfección y poder absolutos **. La carga de la representación psíquica de la imago parental idealizada no puede resumirse adecuadamente bajo el encabezamiento de narcisismo y tampoco de amor objetal. Desde luego, la idealización puede describirse como un aspecto bondad del narcisismo, originales esto es, de la dicha, (aún no diferenciadas) el poder, que se proyectan la perfección en la figura y la parental durante una fase en que esas cualidades se van separando gradualmente y dan lugar a una perfección correspondiente al pl¡acer, o al poder, o al conocimiento, o a la belleze o a la moral. la relación íntima entre idealización y narcisismo queda demostrada por el hecho de que la libido homosexual predominantemente, incluso cuando el objeto siempre es del sexo opuesto. participa Adem6s, la facilidad con que la identificación permite reincorporar en el Self la representación del objeto idealizado en diversas etapas de su desarrollo, constituye una pruebo adicional siguiendo de objeto" a Rank puede de su car6cter 46 establecer terior en los depresivos. en el narcisismo, sista del objeto sólo tenemos para si incluimos en cuenta Freud sino que la libido de la carga formación, esto es, la aparición la introyección la imago 23 narcisista con rasgos ,El Yo de placer puro 'puede ser considerado ensayo se denomina Self narcisista. dentro 250), de elección pos- idealizada la carga de amor narciobjetal misma ha sufrido una trans- de libido idealizadora sui generis (p6g. patógena objetal parte de 1:0 situación. no sólo se amalgama verdadero, * ** como señala dice que "un tipo narcisista los cimientos Sin embargo, idealizado un paso en la maduración 374 narcisista, (p6g. 416), cuando puede del desarrollo como un anticipo entenderse como de la libido narci- de la estructura que en este Para un examen del eeneepte que la psiquis inmadura se forma de un objeto tod'opoderoso y la relación del niño con él, véase Ferenczi 10 y Jones 37. Asimismo, véa,se Sandler et al., quienes en este contexto ·hablan ,efe un "objeto ideal" 48 (págs. 156 y sig.). Formas sista, que puede diferenciarse fases transicionales. y tra"sformaciones del descrrello del amor objetal del narcisismo con sus propias Aunque la idealización de la imago parental constituye una continuación directa del narcisismo original, la imagen cognitiva del progenitor idealizado cambia a medida que madura el equipo cognitivo del; niño. Durante un importante período transaccional en el que poco a poco se reconoce que la gratificación y la frustración proceden de una fuente externa, el objeto alternativamente emerge y vuelve 'a sumergirse en el Self. Con todo, cuando está separado del Self, la experiencia que el niño tiene del objeto es total en cada punto del desarrollo, y la clasificación aparentemente objetiva de objetos "parciales" y "totales" se funda en el juicio de valor del observador adulto. Así, la forma y el contenido de la representación psíquica del progenitor idealizado varían según la etapa de la maduración por la que atraviesa el aparato cognitivo del niño; asimismo, sufren la infl¡uenda de factores ambientales que afectan la elección de internalizaciones y su intensidad. La imago parental idealizada recibe en parte cargas Iibidinales de objeto, y las cualidades idealizadas son amadas como una fuente de gratificaciones a la que el niño se aferra tenazmente. Sin embargo, si la psiquis queda privada de una fuente de gratificación instintiva, no se resigna a esa pérdida sino que transforma la imoqo objetal en un introyecto, esto es, en una estructura del aparato psíquico que asume las funciones que previamente desempeñaba el objeto. Así, la internalización (aunque forma parte del equipo autónomo de la psiquis y tiene lugar de modo espontáneo) se ve realizada por la pérdida del objeto. No obstante, en este contexto meta psicológico, la pérdida de objeto debe entenderse en términos muy amplios, que van desde la muerte de un progenitor, o su ausencia o el retiro de su afecto debido a una enfermedad mental o psíquica, hasta la inevitable desilusión del niño en lo relctlvo a algunos aspectos circunscriptos de la lmoqo parental, o a las .prchlblclcnes de un progenitor con respecto a exigencias instintivas no modificadas. No refutaría a nadie que afirmara que e~ término pérdida objetal no debe utilizarse para las frustraciones impuestas por la educación o por otras exigencias de la realidad. Sin embargo, en el contexto de las precondiciones 375 Heinz Kohuf para la internalización de las funciones reguladoras de los impulsos, las diferencias son s610 de índole cuantitativa. El rechazo bondadoso de una demanda instintiva no modificada, aunque esté enunciado en la forma de un valor positivo, sigue siendo una frustración que implica la imposibilidad de mantener una carga objetal específica; por lo tanto, puede traer como resultado una internalización y el incremento de la estructura psíquica que regula los impulsos. La posici6n excepcional del Superyó entre las estructuras psíquicas que regulan los impulsos está correlacionada con el hecho de que el niño debe lograr un retiro de carga, específico o de la fase, de sus representaciones objetares infantiles precisamente en la época en que la carga ha alcanzado su máxima intensidad. Si aplicamos estas consideraciones a nuestro tema específico, podemos decir que durante el período preedípico se produce normalmente una pérdida gradual de la imago parental idealizada y un incremento concomitante de la ma"triz yoica destinada a regular los impulsos, ai tiempo que la pérdida masiva durante el período edípico contribuye a la formación del Superyó. Cada una de las fallas percibidas en el progenitor idealizado lleva a una preservación *. interna correspondiente de la cualidad externamente perdida del objeto Un niño miente y nadie se da cuenta y, de tal manera, se pierde un aspecto del objeto idealizado omnisapiente¡ pero la omnisapiencia se" proyecta como un pequeño aspecto de la matriz que controla los impulsos y un aspecto significativo de la mirada que todo lo ve, la omnisciencia del Superyó. Es por la introyección masiva, especifica de fase, de las cualidades idealizadas del objeto que, como señala Freud, debemos considerar all Superyó como el "vehículo del * 376 Aquí se condensa un amplio espectro de posibilidades. No sólo la en~ermedad o la muerte de 'Un 'progenitor, sino tamhién las reacciones de los padres ante la enfermedad de un niño pequeño pueden destrozar prematura y traumáticamente la imago del ebjete idealizado y provocar así ;nternalizaciones masivas, inadecuadas e inapropiadas con respedo a la fase, que impiden el establecimiento de un Superyó idealizado y llevan más tarde a una vacilación entre la búsqueda de poderes omnipotentes externos con los que el individuo quiere fusionarse y el refuerzo defensivo de un concepto grandioso del Self. Empero, no sólo el descubrimiento prematuro de las de'bilidades parentales puede dar origen a traumas, en esta área, puesto que la incapacidad de un progenitor narcisista, para permitir que el niño descu'bra gradua,lmente sus flaquezas puede tener resultados iguolmente traumáticos. La confrontación final con la debilidad del progenitor resulta inevitable y, cuando se produce, la introyección resultante es masiva y patológica. y transformaciones Formas del narcisismo Ideal del Yo", O, en otros términos: el Ideal del Yo es ese aspecto del Supery6 que corresponde a la introyección masiva, específica de fase, de las cualidades idealizadas del objeto. El hecho de que el progenitor idealizado fuera el depositario de la perfección y la omnipotencia originalmente narcisistas explica la omnipotencia, la omnisapiencia y la perfección del Superyó, y a estas circunstancias se debe que los valores y las normas del Superyó se experimenten como absolutos. Con todo, el hecho de que el narcisismo original haya pasado por un objeto querido antes de que fuera reinternalizado, y de que la carga narcisista misma hubiera 'alcanzado el nuevo nivel de idealización, explica la importancia emocional única que tienen nuestras normas, valores e ideales, en tanto forman parte del Superyó. Desde el punto de vista psicol,ógico, ese valor no puede definirse según su contenido o su forma. Un chiste deja de ser gracioso cuando se relata su contenido sin tener en cuenta la estructura psicológica espedfica de las bromas. Del mismo modo, la posición especial que ocupan los valores e ideales que pertenecen al dominio del Superyó no está determinada por su contenido, que es variable, (y puede consistir en exigencias de una conducta generosa y altruista oen exigencias de hazañas y éxitos) ni por su forma, también variable (es decir, se trate de prohibiciones o valores positivos, incluyendo las exigencias de modos específicos de descarga impulsiva), sino por su génesis y su ubicación psíquica. lo que caracteriza al Ideal del Yo no es su forma o su contenido, sino su cualidad única que le permite despertar nuestro amor y admiración al tiempo que nos impone la tarea de controlar los impulsos. Hemos de referirnos contraste ahora al Self narcisista. con la que se utiliza en la carga instintiva Su carga de la imago narcisista, parental en idea- lizada y del Ideal del Yo, se retiene en el núcleo del Sel,f y no da ese paso parcial específico hacia el amor objetal que trae como resultado la idealización. El Ideal del Yo está predominantemente relacionado con el control de los impulsos, mientras que el Self narcisista está estrechamente vinculado con los impulsos y sus tensiones inexorables. A riesgo de parecer antropomórfico, aunque no hago más que condensar una serie de impresiones clínicas y reconstrucciones genéticas, me siento tentado de decir que el Yo experimenta la influencia del Ideal del Yo como algo que previene desde arriba y la del Self 377 Heinz Kohuf narcisista, como proveniente de abajo. O bien podría ilustrar mi argumentación utilizando imágenes que corresponden a los derivados preconscientes de las dos estructuras y decir que el hombre está guiado por sus ideales, pero empuladO por sus ambiciones. Y, en contraste con la imago parental idealizada, a la que se contempla con admiración, respeto y con el deseo de parecerse a ella, el Self narcisista aspira a que se lo mire y se lo admire. El establecimiento del Sel:f narcisista debe evaluarse como un paso predeterminado en la maduración y también como un logro del desarrollo, y la fantasía grandiosa que constituye su correlato funcional es adaptativa y apropiada a la fase, tal como lo es la sobreestimación del poder y la perfección del objeto idealizado. la interferencia prematura en lo que respecta al Self narcisista trae como resultado una vulnerabilidad narcisista posterior, porque lo fantasía grandiosa se reprime y se vuelve inaccesible a las influencias modificadoras. Asimismo, el Self narcisista y el Ideal del Yo pueden distinguirse por la relación entre las capas superficiales de ambas estructuras y la consciencia. La percepción y la consciencia constituyen los análogos psicológicos de los órganos sensoriales que escrutan el medio circundante; por lo tonto, el hecho de que el Ideal del Yo posee cualidades objeta les lo. hace más accesible a la eonsCiencia Sin embargo, hasta los aspectos superficiales del Self narcisista son introspectiva mente difíciles de percibir, pues esta estructura no posee cualida- *. des objeta les. En una carta a Freud (29 de junio de 1912) Binswanger que "Había quedado impresionado por la tremenda vol/untad de poder señala ... de dominio [de Freud]". Freud le contestó el 4 de julio de 1912: "No me animaría a contradecirlo con respecto a la voluntad de poder, pero no tengo consciencia de ella. He conjeturado hace mucho que no sólo el contenido reprimido de la psiquis, sino también el ... núcleo de nuestro Yo ["das Eigentliche unseres Ichs", esto es, la parte esencial de nuestro Yo] es inconsciente ... hecho de que la consciencia es ... un órgano sensorial dirigido * 378 lo deduzco del hacia el¡ mundo Desde luego, estas consideraciones no son válidas cuando algunos aspectos del Ideal del Yo quedan ocultos como consecuencia de un conflicto endopsfquico. En consecuencia, con el status especial efel Ideal del Yo eemo un objeto interno, este ocultamiento está ubicado entre la represión y la negación. Formas exterior ... se percibe" 4 de modo que siempre (págs. 57 y sig.). y tra"sformaciones. está vinculada del narcisismo con una parte del Yo que no Como ya señalé, los correlatos preconscientes del Self narcisista y el Ideal del Yo se experimentan como nuestras ambiciones e ideales. A veces resulta difícil distinguirlos, no sólo porque las ambiciones a menudo se disfrazan sus ideales como ambiciones y, por último, ciertos contenidos del Ideal vida, o períodos afortunados en la vida de los mimados por ta fortuna, en los que ambiciones e ideales coinciden. Los tipos adolescentes a menudo disfrazan sus ideales como ambiciones y, por último Ciertos contenidos del Ideal del Yo (exigencias de logro) pueden confundir al observador. Con todo, si se tienen presentes las diferencias metapsicológicas, la distinción fenomenológica resulta más fácil. Nuestros ideales son nuestros líderes internos; los amamos y anhelamos alcanzarlos. Los ideales pueden absorber gran parte de la libido narcisista transformada y, por ende, disminuir las tensiones y la vulnerabilidad narcisistas. Si la carga instintiva que el Yo hace del Superyó no está suficientemente desexualizada (o si vuelve a sexualizarse), el resultado es el masoquismo moral, un estado en el que el Yo puede quedar anegado en un estado de humillación cuando no logra vivir a la altura de sus ideales. En general, sin embargo, el Yo no experimenta específicamente la sensación de estar narcisistamente herido cuando similar al anhelo. tasías También infantiles fusionarse embargo, no puede alcanzar los ideales, nuestras ambiciones, aunque grandiosas, pueden alcanzar sino más bien una emoción derivan de un sistema de fanun grado óptimo de restricción, con la estructura de Ips metas yoicas y alcanzar autonomía. Sin también aquí es posible discernir un cíerto sabor psicológico carac- terístico y genéticamente determinado. Nos vemos empujados por nuestras ambiciones pero no les amamos. Y si no logramos realizarlas, tampoco podemos descargar las tensiones narcisistas y exhibicionistas, que entonces se acumulan, y la desilusión que el Yo experimenta contiene siempre un ingrediente de vergüenza. Con todo, si la grandiosidad del Self narcisista no ha sido suficientemente modificada, debido a ataques traumáticos contra la autoestima 379 Heinz Kohut del runo que han provocado la represión de las fantasías grandiosas, el Yo adulto tiende a vacilar entre una sobreestimación irracional del Self y sentimientos de inferioridad, y reacciona con mortificación narcisista frente a la frustración de sus ambiciones. Antes de seguir adelante con nuestro examen de la relación entre el Self narcisista y el Yo debemos examinar dos temas secundarios: el exhibicionismo y la fantasía grandiosa. Permítaseme comenzar describiendo la interacción entre una madre y su bebé, tomada de un capítulo de una novelo de Trollope. "Upalalá... ¿no tiene unas piernas lindísimas?", dijo la madre, maravillada. "'" es un tesoro, eso es lo que es; y tiene las piernitas rosadas más lindas del mundo ... bueno ... ¿vieron alguna vez algo igual?.. mi Juancito travieso. Le ha despeinado todo el cabello a mamá... qué hombrecito travieso. " El niño daba gritos de deleite ... " Esta descripción, muy abreviada, de una escena sumamente común, ilustra dos aspectos bicionista a la perfección importantes y sus fantasías de grandeza. mo puede entenderse como pulsos, como la expresión de Self como ejecutor) más que medida en que se lo invita confirmarlo 380 las circunstandas del equipo de esa manera. psicológico correlacionadas con del niño: su propensión externas exhi- En un sentido amplio, el, exhibicionis- una dimensión narcisista básica de todos los imun énfasis narcisista en la meta del impulso (en el en su objeto. El objeto es importante sólo en la 'a participar en el placer narcisista del niño y a Antes de que se haya establecido la separación psicológica, el bebé experimenta el, placer de la madre en todo su Self corporal, como parte de su propio equipo psicológico. Luego de dicha separación el niño necesita el brillo que percibe en la mirada materna para mantener la sufusión libidinal narcisista que ahora concierne, en su correspondiente secuencia, a las principales funciones y 'actividades de las diversas fases de la maduración. Así, hablamos de exhibicionismo anal, uretral y fálico, señalando que, en la nlño, el exhibicionismo de la fase uretral-fálica no tarda en verse reemplazado por el exhibicionismo que concierne a todo su aspecto y por un énfasis exhibicionista interrelacionado en la moral y el control de los impulsos. El exhibicionismo del niño debe desexualizarse gradualmente y subor- Formas y transformaciones del narcisismo dinarse a sus actividades dirigidas a una meta, propósito que se logra en forma óptima a través de frustraciones graduales acompañadas por apoyo afectuoso, al tiempo que las diversas actitudes, manifiestas y encubiertas, de rechazo o excesiva permisibilidad (sobre todo sus amalgamas y sus alternancias rápidas e imprevisibles) constituyen el terreno emocional, para una amplia gama de trastornos. Aunque los resultados desfcvcrcb.es varían en gran medida, y van desde una severa hipocondría hasta formas leves de vergüenza, desde el punto de vista metapsicol6gico todos ellos constituyen estados de acentuada tensión narcisista-exhibicionista, con modos de descarga incompletos y aberrantes. En todas estas situaciones, el Yo trata de obtener la participación del objeto en el exhibicionismo de su Self narcisista, pero cuando se produce el rechazo por parte del objeto, también fracasa la libre descarga de la libido exhibicionista; en lugar de una sufusión placentera de la superficie corporal, surge el calor del rubor desagradable; en lugar de una confirmación placentera del valor, la belleza y la capacidad del Sel,f para despertar amor, aparece una dolorosa vergüenza. Pasaré ahora a examinar la posición que ocupa y la función que desempeña la fantasía gr'andiosa en la estructura de la personalidad. Si bien las urgencias narcisistas-exhibicionistas pueden considerarse como el aspecto impulsivo predominante del Self narcisista, la fantasí'a grandiosa constituye su contenido ideacional. Que contribuya a 1,0 enfermedad o a la salud, al éxito o al fracaso del individuo, depende del grado de desexualizaci6n y de la medida en que está integrada con los propósitos realistas del Yo. Consideremos, por ejemplo, la afirmación de Freud en el sentido de que "un hombre que ha sido el favorito indiscutido de su madre conserva durante toda la vida el sentimiento de un conquistador, esa confianza en el éxito que a menudo lleva al éxito real" 24 (pág. 26 y, en 1,0 traducción de E. Jones 38, pág. 5). Evidentemente, Freud habla .aquí sobre los resultados de las fantasías narcisistas valiosas desde el punto de vista adaptativo, que constituyen un apoyo perdurable para la personalidad. Es evidente que, en esos casos, las tempranas fantasías narcisistas de poder y grandeza no chocaron con experiencias prematuras súbitas de desilusión traumática, sino que se integraron gradualmente en la organización orientada hacia 1'0 realidad. 381 Heinz Kohut Podemos ahora tratar de resumir la influencia final que ejercen los dos principales derivados del narcisismo original sobre la organización pslco16gica madura. Bajo circunstancias favorables, las fuerzas neutralizadas que emanan del Self narcisista (las necesidades narcisistas de la personalidad y sus ambiciones) se van integrando gradualmente en la trama de nuestro Yo como una saludable capacidad de gozar de nuestras actividades y éxitos y como un sentimiento de decepción adaptativamente útil, teñido de rabia y vergüenza por nuestros fracasos y deficiencias. Del mismo modo, el Ideal del Yo (la imagen internalizada de perfección que admiramos) puede llegar a constituir un continuo con el Yo, como un foco para nuestros valores egosintónicos, como un sa'udable sentido de dirección y guía de nuestras actividades y propósitos, y como un objeto adaptativamente útil de nostálgica desilusión, cuando no podemos alcanzarlo. Un Superyó firmemente cargado y fuertemente idealizado absorbe considerables cantidades de energía narcisista, lo cual disminuye la tendencia de la personalidad al desequilibrio narcisista. Por otro lado, la vergüenza surge cuando el Yo no puede asegurar una descarga apropiada a las exigencias exhibicionistas del Self narcisista. De hecho, en casi todos los casos clínicamente significativos de propensión a la vergüenza, la personalidad está caracterizada por una idealización deficiente del Superyó y por una concentración de la libido narcisista en el Self narcisista; y asf, la personalidad ambiciosa, que anhela el éxito, con un concepto del Self grandioso pero mal integrado e intensas tensiones narcisistas-exhibicionistas, es la más proclive a' experimentar vergüenza Si las presiones procedentes del Self narcisista son intensas y el Yo no puede controlarlas, la personalidad responde con vergüenZ!a a los fracasos de todo tipo, sea que sus ambiciones se refieran a la perfección morolo al éxito exterior (o, como suele ocurrir, alternen unas con otras, ya que la personalidad no posee una estructura firme en cuanto a las metas ni en cuanto a los ideales). Así, bajo circunstancias óptimas, el Ideal del Yo y la estructura de metas del Yo constituyen la mejor protección de la personalidad contra la vulnerabilidad *. * 382 El. Jacobson 36 (págs. 203 y sig.), siguien,do a A. Reich 47, se refiere al hecho de que tales pacientes a menudo culpan a sus elevedes ideales por su "intolerable e~periencia de ansiedad, vergüenza e inferioridad", eucnde en realidad su padecimiento se debe a conflictos relacionados con "imágenes del Self grandiosas y anheladas" y con t'tentlenc'ias narcisistas-exhibicionistas". Formas y 'transformaciones del narcisismo narcisista y la propensron a la vergüenza. Sin embargo, en lo que se refiere al mantenimiento del equilibrio narcisista homeostástico de la personalidad, la interacción entre el Self narcisista, el Yo y el Superyó puede describirse de la siguiente manera. El Self narcisista provee pequeñas cantidades de libido narcisista-exhibicionisto que se transforman en señales subliminales de desequilibrio narcisista (señales subliminales de vergüenza) cuando el Yo intenta alcanzar sus metas, emular ejemplos externos y obedecer exigencias externas, o bien vivir a la clturc de las normas y, sobre todo, de los ideales del Superyó (es decir, del "Ideal del Yo ... cuyas exigencias de una perfección cada vez mayor se esfuerza por satisfacer")¡ o bien, expresado de manera al,go más caprichosa: el Self narcisista trata de exhibir su perfección ante el Yo o, por intermedio del Yo, ante el mundo externo o el Superyó, y comprueba entonces que es deficiente¡ la pequeña y deficiente descarga resultante de libido pone al Yo sobre alerta con respecto a una experiencia potencial de dolorosa vergüenza. En contraste con la explicación meta psicológica de la vergüenza ofrecida aquí, Saul49 (págs. 92-94) basándose en Alexander 1 y de acuerdo con el enfoque de la antropología culturcl P, compara la culpa y la vergüenza como fenómenos paralelos; sugiere una diferenciación entre ambas emociones especificando cuando que, al revés una persona considerar de lo que sucede no puede vivir de acuerdo aquí la cuestión relativa (cf. especialmente la amplia posición 14). Hace poco fue examinada sostienen que es desaconsejable la vergüenza con sus ideales. a la corrección turales quienes con la culpa, surge No corresponde de teles distinciones estruc- formulación de Piers y Singer de esta por Hartmann y Loewenstein 39 (pág. 67), "exagerar la separación entre el Ideal del Yo y las otras partes del Superyó", un procedimiento teórico del que "depende la oposición estructural entre culpa y vergüenza" Por otro lado, Sandler, Holder y Meers 48 (pág. 156 y sig.) incluyen el Ideal del Yo dentro del contexto del Superyó. Basándose en contribuciones de Jacobson 85 y A. Reich 47 postulan la existencia de un "Self ideal" (distinto del *. >1< Véase, asimismo, Kohut y Seitz 39 (pág. 135), quienes destacan la importonclo de retener la idea de la "cohesión genética y funcional" esencial de las fuerzas morales internas que residen en el Superyó, a pesar de las ventejcs heurísticas y la conveniencia de una diferenciación ceerde con la fenomenología de sus efectos psicológicos. 383 Heinz Kohut Ideol del Yo), afirman que el, niño trote de "evitar la desilusión y la frustración viviendo de acuerdo con su Self ideol" y llegan a la conclusión de que la vergüenza surge cuando el individuo no logra "vivir de acuerdo con las normas ideales que acepta, mientras que 1'0 culpa se experimenta cuando su Self ideal difiere de lo que siente que le dictan sus introyectos". la interacción entre el Self narcisista, el Yo y el Superyó determina los rasgos característicos de la personalidad y, por lo tanto, es instintivamente considerada, más que cualquier otro atributo de la personalidad, como la piedra de toque de la individualidad o la identidad de una persona *. En muchas personalidades destacadas, ese equilibrio interno parece estar más dcmlnede por un Self narcisista bien Yo (que los guía y en un campo cada de la que parecía integrado (que canaliza los impulsos) que los controla). Churchill, por ejemplo, repitió vez más amplio, la hazaña de surgir airoso no haber salida por medios corrientes. (Un por el Ideal del una y otra vez, de una situación ejemplo de ello es su famosa huida durante la guerra' de los boers). No me sorprendería descubrir que, en lo más profundo de su personalidad, abrigaba la convicción de que podía volar y así escapar en los casos en que las formas corrientes de locorncclén eran imposibles. En el volumen autobiográfico My Early Life5 (págs. 43 y sig.) describe los siguientes hechos. Durante unas vacaciones en el campo, intervino en un juego en el que 1.0 perseguían un primo y un hermano menor. Mientras cruzaba un puente sobre un precipicio se vio atrapado por sus perseguidores, quienes habían dividido sus fuerzas. la captura parecía inevireble", escribió, pero "de pronto se me ocurrió un gran proyecto", Contempló los árboles jóvenes debajo del puente y decidió saltar y colgarse de una de sus ramas. Hizo cálculos y meditó. "En un segundo, me había lanzado al vcc'o", continúa Churchill, "abriendo los brazos para aferrarme a la copa del árbol". 1/. Estuvo tres días inconsciente la cama. Aunque es .evidente * 384 •• y más de tres meses obligado que en esta ocasión la fantasía a permanecer en grandiosa incons- Resulto difícil encontrar en psicoanálisis un lugar adecuado para el concepto de "identidad" 8, puesto que, anfibológicamente, resulta igualmente aplicable en la psicología social y en la individual. Bajo tales circunstancias, parece iustificado preferir un enfoque empírico de un área vagamente delirnitcedo por el uso impresionista del término y, de hecho, dicho enfoque ha dedo lugar en algunas ocasiones (véase, por ej'emplo, Kramer 40) a hallazgos esclarecedores, sobre todo en el campo de la psicopatología. Formas ytra~sformaciones del narcisismo ciente que lo impulsó no estaba aún completamente integrada, ya se había iniciado la lucha del Yo razonador para dar cumplimiento al anhelo del Self narcisista de modo rea'ista. Afortunadamente para él y para la civilización cuando alcanzó la cumbre de sus responsabilidades, el equilibrio interno ya se había modificado. '11 Hasta este momento me he referido al origen, el desarrollo y las funciones de dos formas principales del narcisismo, y a su integración en la personalidad. Aunque les influencias mutuas entre el Self narcisista, el Yo y el Ideal del Yo no se desconocían, se prestaba particular atención a las estructuras narcisistas mismas y no a la capacidad del Yo poro controlar las energías narcisistas y tronsforrnor las constelaciones narcisistas en configuraciones psicológicas nuevas y más diferenciadas. Con todo, hay una serie de adquisiciones yoicas que, aunque genética y dinámicamente relacionadas con los impulsos narcisistas, de los que reciben la energía, están muy alejadas de las estructuras narcisistas preformadas de la personalidad y, por lo tanto, deben evaluarse no sólo como transformaciones del narcisismo sino más bien como logros del Yo y aptitudes y logros de la personalidad Permítaseme enumerar primero aquellas cuya vinculación con el narcisismo me propongo examinar: 1) la creatividad del hombre; 2) su capacidad de empatía; 3) su capacidad para aceptar su propia finitud; 4) su sentido del humor y 5) su sabiduría. *. En primer lugar, examinaremos brevemente la relación entre el narcisismo y la creatividad. Al igual que todas las actividades humanas complejas, la creatividad artística y científica cumple muchos propósitos y abarca la per- * En su trabaja sobre la prestancia Rangell (45) señaló la interreloción genétka y dinámica de lmpulsos específicos con una actitud integradora del Yo. Para decirlo 'con mis propias polcbrcs, la prestancia se basa en la desexualización de la carga crudcrnente exhibicionista del Self narcisista y en la impregnación de toda la personalidad física y mental con la libido neutralizada. Aunque la prestancia puede estar más cerca de los impulsos exhibicionistas que los diversos logros yoicos que se examinarán aquí, resulta imposible explicarla completamente en relación con los impulsos que lo alimentan, y es necesario considerada como una nueva y amplia <:onfiguradón dentro de los dominios del Yo mismo. 385 Heinz Kohut sonalidad lógicas total y por lo tanto, e impulsos. también En consecuencia, una amplia cabe esperar gama de estructuras que el narcisismo psico- del indi- viduo creador participe en su actividad creativa, por ejemplo, como un acicate que lo impulsa a alcanzar fama y aplauso. Sin embargo, si entre el narcisismo y la creatividad no existiera otra conexión que la interacción entre ambiéión y un equipo ejecutivo superior, no se justificaría e.xaminar la creatividad de modo específico entre las transformaciones del narcisismo. 'Empero, creo que, si bien I,os artistas y los científicos pueden tener necesidad de aplauso y ser individuos vulnerables desde el punto de vista narcisista, y si bien sus ambiciones pueden contribuir a impulsarlos a la comunicación creativa misma merece que se la considere cisismo. adecuada de su obra, la actividad entre las transformaciones del nar- las ambiciones del individuo creador desempeñan un papel importante en su relación con el público, esto es, con un auditorio de admiradores potenciales; sin embargo, la transformación del narcisismo constituye un rasgo de la relación que el, creador tiene con su obra. En la labor creativa se utilizan energías narcisistas que han alcanzado una forma a la que me referí antes como libido idealizadora, esto es, la elaboración de ese punto específico en el proceso del desarrollo que va desde el narcisismo hasta el amor objetal, en el que un objeto (en el sentido de la psicología socia/) es cargado con libido narcisista y queda así incluido en el contexto del Self. 386 la analogía con el amor de una madre por el feto y por el bebé recién nacido es tentadora y, sin duda, la profunda devoción hacia el niño al que incorpora en su Self ampliado, y su empatía en la respuesta a él, son similares a la participación de una persona en su obra. No obstante, creo que 1'0 relación de la persona creadora con su trabajo tiene menos en común con el narcisismo ampliado de la maternidad que con el narcisismo todavía ilimitado de la temprana infancia. También desde el punto de vista fenomenológico, la personalidad de muchos individuos excepcionalmente creativos es más infantil que maternal, e incluso los experimentos de 'algunos grandes hombres de ciencia revelan sorprendente frescura y simplicidad infantiles. La conducta de Enrico Fermi, por ejemplo, mientras presenciaba la primera explosión atómica es des- Formas cripta por su esposa de la' siguiente y tral'lsformaciones manera: rompió une del narcisismo hoja de papel en pequeños pedazos y, en cuanto se inició la explosión, los dejó caer uno por uno mientras observaba el impacto de la onda de choque 11 (pág. 239). Sea en el arte o en la ciencia, el individuo creador está menos separado psicológicamente de su medio que el no creador; la barrera "yo-tú" no está tan claramente definida. La intensidad con que la persona creadora percibe los aspectos pertinentes de su medio circundante se asemeja a las detalladas percepciones de~ Self que tienen Jos tipos esquizoides e infantiles: se acerca más a la relación del niño con sus excrementos o a las experiencias que algunos esquizofrénicos tienen de su cuerpo *, que a los sentimientos madre frente a su hijo recién nacido. normales de una Todos nosotros conocemos la falta de distinción entre lo "interno" y lo "externo" en nuestra relación con el aire circundante que, al ser inhalado y expulsado, se experimenta como parte de nuestro Self, mientras que casi no lo percibimos como parte de nuestro medio externo. Del mismo modo, el individuo creador tiene aguda consciencia de aquellos aspectos del medio que son significativos para su obra y los carga con libido narcisista idealizadora; al igual que el aire que respiramos, se experimentan muy claramente en el momento de la unión con el Self. La tradicional metáfora expresada en el término "inspiración" (que se refiere tanto al hecho de tomar aire como a la influencia fertilizadora de un estímulo externo sobre la capacidad creadora interna) y la típica descripción de la creatividad ("Formó, pues, el Señor Dios al hombre del lodo de la Tierra, e inspiróle en el rostro un soplo de vida, y quedó hecho el hombre con alma viviente" [génesis, 2: 7]), confirman el aserto de que existe una estrecha proximidad psicológica, por un lado, entre la inspiración creadora y la respiratoria y, por el otro, entre surgir a la vida del polvo yla transformación creadora en obra de arte de un material que se experimenta en forma narcisista. Greenacre, que hace poco estudió la naturalez·a de la inspiración creadora so (págs. 11 Y sig.) y que menciona el interés del niño por el aire como una * Traté a una talentosa joven esquizofrénica que, en cierta ocasión, me hizo una hermosa descripción, artísticamente objetiva, de la aureola de sus pezones, con un conocimiento casi microscópico de los detalles y una absorta concentración, como si se tratara del mós fascinante de 105 paisajes. 387 Heinz Kohut fuerza misteriosa pensamientos, e invisible y también que se convierte para su consciencia en un símbolo moral para incipiente, futuro artista creador posee ya en la infancia no sólo gran a los estímulos sensoriales procedentes del objeto primario, sus sueños y sostiene que el sensibilidad frente esto es, la madre, sino también de todos los que se originan en objetos similares al primario. Utiliza los términos "alternativas colectivas" y "enamoramiento del mundo" para describir la actitud del artista frente a su medio, y afirma que no debe entenderse como una expresión del narcisismo infantil sino que "participa de una relación objetal, aunque colectiva" 29 (págs. 67 y sig.). También K. R. Eissler se refiere al prob'ema de la relación entre el artista y la realidad cuando habla de "técnicas automórficas" 7 (pág. 544), esto es, ac:tividades artísticas que tienen lugar en una región fronteriza de las actitudes autoplásticas y clcpléstlcos frente a la realidad. Sostiene que una obra de arte es autoplástica en tanto, al igual que un sueño o un síntoma, sirve para resolver un conflicto interior y cumplir un deseo¡ empero, también es aloplástica pues modifica la realidad al crear algo original y nuevo. Greenacre y Eissler examinan el problema de la creatividad desde direcciones distintas de la que se adopta aquí, por lo cual llegan también a conclusiones diferentes. No obstante, creo que sus halllazgos son congruentes con la proposición de que el artista carga a su obra con una forma específica de libido narcisista. Así, la observación que hace Greenacre acerca de la intensidad de la temprana sensibilidad percepción del mundo en el futuro artista y de la persistencia de en la madurez, está de acuerdo con la afirmación de que una parte importante del equipo psicológico de las personas creadoras es el resultado de la amplia elaboración de un momento transicional en el desarrollo de la libido: la idealización. En el individuo corriente, esta forma de libido narcisista sobrevive sólo como el componente idealizador del enamoramiento, y el excedente de libido idealizadora que no se absorbe en la amalgama con la carga objetal puede explicor los breves accesos de actividad artística que no son raros en ese estado. Además, el hecho conocido de que las personas crea- 388 doras tienden, durante los períodos de productividad, a tener fases su obra les merece una muy alta opinión y otras en las que se sienten en que conven- Formas y transformaciones del narcisismo cidos de que carece de todo valor, constituye una clara indicación de que la obra de arte está cargada con una forma particular de libido narcisista. La extensión de' esa carga libidinal a las "alternativas colectivas" y, en última Instcnclc. "01 mundo", que describe Greenacre, me parece indicar una experiencia narcisista del mundo (un Self ampliado que incluye al mundo) antes que la manifestación de un "enamoramiento" dentro de un conte,xto de amor objetal sin reservas de ninguna clase. Asimismo, el hecho de que, como Eissler demuestra convincentemente, la obra de arte sea la materialización de procesos psíquicos autoplásticos y aloplásticos a un mismo tiempo y de que, en cierto sentido, la actitud del artista frente a su obra see similar a la del fetichista con el fetiche, parece confirmar la idea de que, para el creador, su obra es un objeto transicional cargado con libido narcisista transicional. El apego del fetichista al fetiche exhibe la intensidad de una adicción, lo cual no constituye una manifestación de amor objetal sino de una fijación a un objeto temprano que se experimenta como parte del Self. Los artistas creadores, y también los científicos, pueden sentirse apegados a su obra con la intensidad de un adicto, pero tratan de controlarla y moldearla con fuerzas y para fines que corresponden a un mundo que se experimenta en forma narcisista. Intentan recrear una perfección que antes constituía un atributo personal; durante el acto de IIa creación, sin embargo, no se relacionan con su obra dentro de esta mutualidad de dar y tomar que caracteriza al amor objeta l, Me referiré ahora a la empatía, la segunda de las facultades del Yo, que aunque muy apartada de los impulsos y en gran medida autónoma, se considera aquí en el contexto de la transformación del narcisismo *. La empatía es el medio por el cual se reúnen datos psicológicos acerca de otras personas y, cuando éstas dicen qué piensan o sienten, permite imaginar esa experiencia interna aunque la misma no sea susceptible de observación directa. Por medio de la empatía tratamos de discernir, en un único acto de * Au'nque, incluso con respecto a [os temas examinados en este estudio, a menudo me ·resulta imposible presentar suficiente material empírico en apoyo de mis afirmadone,s, las siguientes consideraciones acerca de la empatía son más especulativas en su esencia y probablemente requieren para su verificación un enfoque experimental de erlente'elén psicoanalrtica. 389 Heinz Kohut reconocimiento mos definir certero, mediante complejas configuraciones la trabajosa presentación psicológicas que sólo podría- de una multitud *. de detalles o que incluso pueden superar nuestra capacidad de definición La empatía es un elemento esencial de la observación psicológica y, por ende, encierra particular importancia para el analista, quien, como científico empírico, debe percibir las complejas configuraciones psicológicas que constituyen la materia prima de la experiencia humana antes de tratar de explícarlas. Sin embargo, el uso científico de la empatía constituye un logro específico del Yo autónomo ya que, en el acto de empatía, debe suspender deliberadamente su 'modo predominante de funcionamiento, que' apunta a percibir los datos no psicológicos del medio. El fundamento de nuestra capacidad para lograr acceso a la mente de otra persona tiene su origen en el hecho de que, en nuestra temprana organización mental, los sentimientos, las acciones y la conducta de la madre estuvieron incluidos en nuestro 5elf. Esta empatía primaria con la. madre nos prepara para reconocer que, en gran medida, las experiencias internas básicas de la gente siguen siendo similiares a las nuestras. Nuestra primera percepción de las manifestaciones de los sentimientos, los deseos y los pensamientos de otra persona tuvo lugar dentro del marco de una concepción narcisista del mundo; por lo tanto, la capacidad para la empctlo corresponde al equipo innote) de la psiquis humana y, hasta cierto punto, sigue estando asociada al proceso primario. Con todo, las formas no empáticas de cognición, correspondientes a objetos que son esencialmente distintos del 5elf, se superponen cada vez más al modo .empático original de percepción de la realidad y tienden a impedir su libre funcionamiento. La persistencia' de formas empáticas de observación fuera * 390 La. eepocldcd 'para reconocer estados psicológicos complejos por ·medio de la empatía tiene su paralelo en la capacidad 'para identificar un rostro en un único cete de apercepción. Tampoco .. cqu] -po~ lo general sumemos detalles ni repasamos eemplejes teorías de [ulele comparativo, ni podemos .deflnlr nuestro reconocimiento certero aduciendo detalles. La similitud entre el recenacimiento -perceptual inmediato de 'un rostro y la captación empática del estado psicológico de otra persona quizás no sea sólo accidental, pues podría muy bien ·derivar de un hechc genético significativo, a saber, que la fusión perceptual del niño pequeño con el rostro de la madre constituye a un tiempo su más importante acceso ala identidad y al estado emocional de aquélla (cf.50, págs. 103 y sig.). Formas y transformaciones del narcisismo de la psicología es, de hecho, arcaica y lleva a una percepción defectuosa, prerroclonol y animista de la realidad. Los modos no empótiCos de observaCión, por otro lado, no apuntan a las experiencias de otras personas y,' si se los utiliza, en el 'campo psicológico, llevan a una concepción mecanicista y sin vida de la realidad psico.óqlco. Las -formas no empáticas de cognición predominan en el, adulto, por' lo cual a menudo es necesario establecer rápidamente la empatía antes de que interfieran los modos no empáticos de observación'. La corrección cproxlmcdo de las primeras impresiones en la evaluación de personas, en contraste con las evaluaciones posteriores, es un hecho bien conocido y e,xplotado por los hombres de negocios. Aquí la empatía parece capaz de evitar toda interferencia- y de completar un rápido escrutinio antes de que otros modos de observación logren imponerse. Sin embargo, la comprensión empática exhaustiva, que constituye 110 meta del analista, requiere la capacidad 'para usar la empotra durante períodos prolongados. Su actitud habitual de observación (Jlatención constantemente flotante"; evitar las anotaciones; limitar las interacciones realistas; concentración en la meta de lograr comprensión y no en el deseo de curar y ayudar) tiende a excluir los procesos psicológicos correspondientes a la percepción no psicológica de objetos y a promover la comprensión empática mediante la percepción de identidades experiencia les. Entre los principa'es obstáculos para el uso de la empatía-(sobre todo durante períodos prolongados) figuran los que tienen su .orlqen en conflictos inherentes al modo narcisista de relacionarse. Dado que el .edlestromlento en la empatía constituye un aspecto importante en la formación psicoanalítico, la disolución de las posiciones narcisistas representa una tarea específica del análisis didáctico; y la creciente capacidad del candidato para utilizar las cargas narcisistas ,transformadas en la observación empática constituye un signo de que esa meta se ha alcanzado. ¿No cabría pensar que entre los obstáculos para el uso de la empatla figura también la resistencia a reconocer el conocimiento inconsciente que tenemos de los demás? ¿Y que al "Siempre lo he sabido" del paciente toda vez que se pone de manifiesto un contenido inconsciente 70 (pág. 148) corres- 391 Heinz Kohut pendería logran un "Siempre lo he reconocido" una reconstrucción válida del analista o cuando el segundo cuando éste y el paciente proporciona un recuerdo pertinente? Freud se preguntó mientos existía realmente en más de una ocasión 27 (págs. si la transferencia de pensa- 54-56) y se refirió a esos fenómenos bioló- gicos y sociales como el medio por el cual /lse cumplen los objetivos en las grandes comunidades de insectos" y como la posible persistencia de un "método original, arcaico, de comunicación entre los individuos" que "en ell curso de la evolución filogenética ha sido reemplazado por un método mejor: proporcionar información con la ayuda de señales", a pesar de lo cual "puede volver a aparecer bajo determinadas circunstancias, por ejemplo, en las muchedumbres frenéticamente exelrcdes" (pág. 55). A tales afirmaciones, sólo cabe agregar 1) que una limitación intencional de los procesos cognitivos habituales del Yo (como la que se da en t,a situación analítica) puede abrir acceso a la comunicación empática, como sucede con el estado involuntario de tipo trance que se produce en quienes forman parte de una muchedumbre excitada *, y 2) que el prototipo de la comprensión empática debe buscarse no sólo en la prehistoria de la raza, sino también a comienzos de la vida del individuo. Sin embargo, bajo circunstancias favorables, la facultad de percibir las manifestaciones psicológicas de la madre, alcanzada mediante la extensión de las cargas narcisistas, constituye el punto de partida para una serie de pasos en el desarrollo que, en última instancia, llevan a un estado en que el Yo puede elegir entre los modos empáticos y no empáticos de observación, requerimientos de la realidad y la naturaleza del medio que examina. La capacidad del hombre para para actuar de acuerdo con este penoso tituir su logro psicológico más grande, * 392 reconocer la finitud según de su existencia los y descubrimiento, puede muy bien consa pesar de que a menudo se com- A. Mitscherlich 42 (en particular 'págs. 202 y sig.) ofre'ce una notable descripción de la permeabilidad del Yo con respecte a las tendencias mentales predominantes de una multitud excitada, y un esclarecedor examen ,de la propensión del individuo atrapado por un grupo excitado a ebcndencr la autonomla yoka y reaccionar regresivamente cen complacencia narcisista-idantificatoria. Formas y tra •.•sformaciones prueba que la aceptación encubiertas. La aceptación del narcisismo manifiesta de tal finitud coexiste con negaciones de la finitud es un logro del Yo, el cual realiza I~ tarea emocional que precede, acompaña y sigue a lcasepereclones. Sin tales esfuerzos, resultaría imposible alcanzar una concepción válida del tiempo, da los límites y de la falta de permanencia de las cargas objeta les. Freud estudió 'a tarea emocional impuesta a la psiquis por la impermanencia de los objetos, trátese de personas amadas o de valores respetados 22 (pág. 303), Y expresó su convicción de que esa impermanencia no lleva a desvalorizarlos. Por el contrario, afirmó, su misma impermanencia nos hace amarlos y admirarlos aún más: "el velor de la transitoriedad es valor de escasez en el tiempo". La actitud de Freud está basada en el abandono del infantilismo emocional, incluso de todo resto de la insistencia narcisista en la omnipotencia del deseo; expresa la aceptación de los valores realistas. Sin embargo, más diffci.1 aún que el reconocimiento de que las cargas objetales no son permanentes, es la aceptación emocional e intelectual sin reservas del hecho de que nosotros mismos no somos permanentes, de que el Se!f cargado con libido narcisista es finito en el tiempo. Creo que esta rora proeza no depende sólo de una victoria de la rozén autónoma y de la objetividad suprema frente a los reclamos del narcisismo, sino también de la creación de una forma superior de narcisismo. los grandes hombres que elconzercn eso visión de la vida que los romanos llamaban vivir sub especie aeterni1atis, no exhiben resignación y desesperanza, sino un sereno orguUo, acompañado a menudo por un cierto desdén frente a la muchedumbre que, sin poder gozar de lo variedad de experiencias que la vida le ofrece, teme a la muerte y tiembla ante ella. Goethe expresó con bellas palabras su desprecio por quienes no pueden aceptar la muerte como una parte intrínseco de la vida: Und so lang du das nicht hast Dieses: Stirb und werde! Bist du nur ein trüber Gast Auf der dunklen Erde * *. "Que mientras en ti cumplida na veas el ' IM.uere y transfármatel', serás en la oscura tierra 393 Heinz' Kohut Goethe sostiene aquí que sólo 'aceptando la muerte puede el hombre cosechar todo Jo que la vida ofrece; sin ella, la vida es insignificante y gris. No creo que una actitud como la que expresa aquí Goethe deba entenderse como una hermosa negación del temor a la muerte, pues no hay en el/a ningún matiz .de ansiedad y tampoco excitación. Con todo, se destaca en ella una superioridad crecdoro no aislada que. juzga y recrimina con tranquila seguridad. No,rt:'e cobe dude de que quienes pueden alcanzar esta actitud final; frente a la vida lo hacen gracias a un narcisismo transformado, nuevo y más amplio: un ..narcisismo cósmico que ha trascendido los límites del individuo. Así corno la empatía primaria del niño con la madre es precursora de la .capacidad adulta para la empatía, del mismo modo su identidad primaria conelle debe considerarse precursora de una expansión del Self, en las postrimerías de la vida, cuando se reconoce la finitud de la existencia individual. El, universo psicológico original, esto es, la experiencia primordial de la madre, es "recordado" por muchas personas en le forma de esas vagas reverberaciones que aparecen ocasionalmente y se conocen como "sentimiento oceánico" 26 (págs. 64-73). También debe entenderse que cuando se alcanza plenamente la certeza de la muerte, el desplazamiento de las cargas narcisistas desde el Self hasta un .concepto de participación en una existencia supra individual e intemporal, .éstá genéticamente predeterminado por Ja identidad primaria del niño eon. la mcidre. -Sin embargo; en contraste con el sentimiento oceánico, que se expérimenta .pasivamente (y por lo común en forma transitoria) la auténtica modificéición de las cargas en la dirección de un narcisismo cósmico es el resulta'do per.durable y erecder de las actividades de un Yo autónomo, y son muy pocos los que pueden lograrlo. Parece haber una gran distancia entre la aceptación de la finitud y la solemnidad casi religiosa de un narcisismo cósmico y otra adquisición singularmente humana: e] sentido del humor. Y, sin embargo, ambos fenómenos .394 no m6s que un huésped borroso que vaga entre tinieblas". Según la :traducción de Rafael Cansinos Madrid, 1950. Assens, Obras Completas, Tomo 1, p6g. 1511, AguiJar, Formas y transformaciones del narcisismo tienen mucho en común. No es casual que Freud inicie su ensayo sobre el humor 29 (pág. 16)) hablando de la capacidad de un hombre para superar su temor, a una muerte inminente colocándose, mediante el sentido del humor" en Un pleno superior. "Cuondo .,. un criminal a quien se conducía al cadalso comentó: 'Bueno, la semana comienza bien' Freud sostiene que "el proceso humorístico .,. le proporciona ... satisfacción". Y afirma que "el humor 11, tiene algo, de liberodor", "algo de grandeza" y constituye un "triunfo del narcisismo" y "la victoriosa confirmación de la 'invulnerab~lidad'" (pág. 162). Sin, embargo, desde el punto de vista meta psicológico, Freud explica que el sentido, del humor, este "trlunfo del narcisismo", se logra cuando una persona retira "el acento psíquico de su Yo" y "lo transfiere a su Superyó" (pág. 164). ,,' Asf, tanto el sentido del humor 'como el narcisismo cósmico constituyen transformaciones del narcisismo que ayudan al hombre a alcanzar un domlnlc fincil sobre las exigencias del Self narcisista, es decir, a tolerar el reconocimiento de su finitud en principio e incluso de su muerte inminente. No cabe duda de que, muchas veces, la afirmación de que el Yo ha dominado s~ temor a la muerte es inauténtico. Si una persona es incapaz de estar seria y utiliza el sentido del humor en modo excesivo, o si se muestra reacia a enfrentar las penas y las dificultades de la vida diaria y tiene siempre la cabeza en'la.s nubes, llegamos' a sospechar tanto del payaso como del santo, y probablernente estaremos en lo cierto al suponer que ni el sentido del humor ni ,la santidad son genuinos. Con todo, si un hombre puede reaccionar con sentido del humor frente al reconocimiento de esas realidades inalterables que se oponen a las afirmaciones del Se'f narcisista, y si verdaderamente puede alcanzar esa posición serena, superior, que le permite conternplor filosóficamente su propio fin, supondremos que ha tenido lugar una transformación de su narcisismo (un retiro del acento psíquico del "Yo", como lo expresa Freud) y respetaremos a quien lo haya logrado. La indiferencia con respecto a los intereses del Self, incluso hasta el punto' de permitir su muerte, también puede sobrevenir durante estados de carga objetal suprema. Tales casos (por ejemplo, como consecuencia de un fervor patriótico personificado y extremo) tienen lugar en un estado mental 395 Heinz Kohut de frenesí, y el Yo queda paralizado, como si estuviera en trance. Por otro . !IOdo, el sentido del humor yel narcisismo cósmico que nos permiten enfrentar la muerte sin tener que recurrir a la negación, no están meta psicológicamente basados en un retiro de carga del Self por medio de una frenética hipercarga de los objetos, sino en un retiro de carga del Self narcisista mediante la reorganización y transformación de la libido narcisista; y, en contraste con los estados de carga objetal extrema, el Yo no queda por el'e limitado, sino que permanece activo e intencional. Un genuino retiro de carga del Self sólo puede medio de un Yo intacto y eficaz; y está acompañado que ,la carga se transfiere desde el Self, tan apreciado, viduales y al mundo con que el individuo se identifica. más profundas del sentido del humor y el narcisismo cuadro de grandiosidad y euforia sino el de un sereno cierta mezcla de rnelcneolle no negada. lograrse lentamente por por tristeza a medida a los ideales supraindiPor lo tanto, las formas cósmico no ofrecen un triunfo interior, con una Hemos llegado ahora a nuestro tema flnol, la aptitud humana que llamamos sabiduría. En la progresión que va desde la información pasando por el conocimiento, hasta la sabiduría, las dos primeras todavía pueden definirse casi exclusivamente dentro de la esfera de la cognición misma. El término informaci6n se refiere a la reunión de datos aislados acerco del mundo; el conocimiento, a la comprensión de un conjunto cohesivo de tales datos unidos por una matriz de abstracciones. Sin embargo, la. sabiduría va más allá de la esfera cognitiva aunque, desde luego, la incluye. La sabiduría se logra, en gran parte, gracias a la capacidad del hombre para superar su narcisismo no modificado, y se basa en su aceptación de las limitaciones de sus poderes físicos, intelectuales y emocionales. Puede definlrselo como una amalgama de los procesos superiores de la cognición con la actitud psicológica que acompaña al renunciamiento de tales exigencias narcisistas. 396 Ni la posesi6n de ideales, ni el sentido del humor, ni la aceptación de la finitud caracterizan por sí solas a la sabiduría; las tres deben estar relacionadas y constituir una nueva constelación psicol6gica que va más allá de los c;liversos \ \ Formas atributos definirse y transformaciones del narcisismo emocionales y cognitivos que 110 constituyen. Así, la sabiduría puede como una actitud estable de la personalidad frente a la vida y el mundo, actitud formada mediante ei sentido del humor, la aceptación memente cargado. Es evidente la integración de la finitud que, en el curso de la vida, de la función cognitiva con y un sistema de valores firla adquisición de conocimiento debe estar precedida por 110reunión de información. Incluso desde el punto de vista de su componente cognitivo, por lo tanto, la sabiduría no puede ser un atributo de la juventud, ya que se necesitan experiencia y esfuerzo para adquirir un amplio conocimiento. Los ideales están ampliamente cargados en la juventud; el sentido del humor suele alcanzar su punto más alto en la madurez; y la aceptación de la finitud puede lograrse cuando el hombre se acerca a la vejez. Así, vemos una vez más que el logro de la sabiduría queda por lo común reservado a las fases posteriores de la vida. La esencia de este notable logro es, por ende, 'un abandono total de los delirios narcisistas, incluyendo la aceptación de que la muerte es inevitable, sin abandonar la participación cognitiva y emocional. El acto final de la cognición, esto es, el reconocimiento de los lfmltes y de la finitud del Self, no es el resultado de un proceso intelectual ais!ado, sino el victorioso producto de la labor de la personalidad total durante toda una vida tendiente a la adquisición de un amplio conocimiento yola transformación de modos arcaicos de norclsisrno en ideales, sentido del humor y un sentimiento de participación supraindividual en el mundo. El sarcasmo aparece como consecuencia de la falta de valores idealizados y tiene como meta minimizar la significación emocional de las limitaciones narcisistas mediante la hipercarga de un Self omnipotente que busca placer. Sin embargo, la condición más importante para el logro del sentido del humor bajo circunstancias adversas y para la capacidad de contemplar el propio fin inminente, es la formación y el mantenimiento de un conjunto de valores importantes, esto es, desde el punto de vista meta psicológico, una fuerte idealización del Superyó. Además, la sabiduría se caracteriza no sólo por el mantenimiento de las cargas libidinales de los antiguos ideales sino por su e.xpansión creadora. Y, a diferencia de una actitud de total seriedad e insoportable solem- 397 Heinz Kohut nidad frente al fin de la vida, los hombres verdaderamente sabios pueden, en los .ú'timos instantes, transformar el humor de sus años de madurez en un sentido de ,la proporción, un toque de ironía frente a los logros de la existencia Individuo], incluyendo su propia sabiduría. El dominio final del Yo sobre el Self narcisista, el control final del jinete sobre su montura, quizás haya contado con ,la ayuda decisiva de que también el caballo ha envejecido. Y por último, P9d~mos, reconocer que lo que se ha l,agrado no es tanto un co~trol sino la aceptación del insight final de que,en lo relativo a los poderes supremos de la naturaleza, todos somos "jinetes domingueros" *. Al concluir este trabajo quisiera ofrecer un breve resumen de los principales temas planteados. Quise señalar que existen diversas formas de narcisismo que es necesario considerar no sólo como precursoras del amor' objetal, sino también como constelaciones psico'ógicas independientes, cuyo desarrollo y cuyas funciones, merecen un examen y una evaluación aparte. Ademós, intenté. mostrar de qué manera una serie de logros complejos y autónomos de la personolidod madura derivan de transformaciones del narcisismo, es decir, dele capacidad del Yo para dominar las cargas narcisistas' y utilizarlas al servic'i6 'de sJs metas má~altas. Para concluir, quisiera decir que estoy cada vez más convencido del valor de estas conceptualizaciones para la terapia psicoanalHica. Son útiles para formular amplios aspectos de los pslcopctoloqto de las personalidades narcisist,as que tan a menudo figuran entre nuestros pacientes; nos ayudan a comprender los cornblos psicológicos que aquéllos tienden a provocar y, por último, nos cyudon a evo lucr la meta terapéutica. En muchos casos, la transformoción de las estructuras narcisistas y su integración en la personalidad -el fortalecimiento de los ideales y el logro, incluso en pequeño grado, de transformaciones del narcisismo tan saludables corno el, sentido del humor, la creatividad, Ic empatía y la sabiduríadeben evaluarse como un resultado mós genuino y válido de ,~a terapio que la precaria aceptación por parte del paciente ,¡. 398 'La palabra alemana "Sonn,tagsreiter" en el conocido chiste mencionado por Freud 17 (pág. 275 Y lú, póg. 237) se ha traduddo como "jinete dominguero" en las versiones inglesas 13 (pág. 258 'y lG, pág, 231),' " Formas de nuestra objeta!. exiqencio de que modifique y transformaciones su narcisismo del narcisismo y lo transforme en amor Bibliografía l. 2. '3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. Alexonder, F., "Remerks obout the Relotion of Inferiority Feelings to Guilt Feelings", lnr; J. PsychoaÍlal., XIX, p6gs. 41-49, 1938. 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