La Jurisprudencia de la Corte Suprema y los derechos

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La jurisprudencia de la Corte Suprema y los derechos humanos
en el ámbito de la salud mental
Archivo enviado desde LexisNexis OnLine 26/ 06/ 2008 D_4ta_jun08.zip 3A-25_06.TXT
Citar Lexis Nº 0003/013886 ó 0003/013887 Género: Jurisprudencia anotada
Autor: Morlachetti, Alejandro Fuente: SJA 25/6/2008 - JA 2008-II-121
COMPETENCIA (EN GENERAL) - 09) Cuestiones de competencia - g) Contienda negativa y conocimiento simultáneo
COMPETENCIA (EN PARTICULAR) - 01) Acciones en el derecho civil (parte general) - a) Personas - 01.- Capacidad - B) Insania
Comentario a: - Corte Sup., 19/2/2008 - R., M. J.,
"Hacer verdadera la democracia, tomar en serio los derechos fundamentales tal como vienen solemnemente
proclamados en nuestras Constituciones y en las declaraciones internacionales quiere decir hoy poner fin a
ese gran apartheid que excluye de su disfrute a las cuatro quintas partes del género humano". Luigi Ferrajoli
(*)
SUMARIO:
Conclusión
I. Introducción.- II. Hechos.- III. Antecedentes de la Corte.- IV. Caso "R., M. J.".- V.
I. INTRODUCCIÓN
El caso que motiva este artículo -competencia 1195.XLII, "R., M. J. s/insania"- se origina en un conflicto
negativo de competencia entre el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n. 9 y el Juzgado de
Primera Instancia en lo Civil y Comercial n. 4 del Departamento Judicial de Morón, provincia de Buenos
Aires, y su correspondiente elevación a la Corte Suprema de la Nación para que emita un pronunciamiento
al respecto.
Pero en realidad me voy a concentrar sobre las consideraciones de la Corte respecto de la situación de una
persona que ha sido sometida a una internación psiquiátrica no voluntaria por una causa que ha sido
archivada por más de catorce años sin ser enviada al máximo tribunal, y los derechos y garantías de
raigambre constitucional y de derecho internacional que se encontraron afectados.
Tanto en este caso, como en antecedentes al mismo, la Corte Suprema ha hecho mención a varios
instrumentos que componen los estándares internacionales en lo referente a los derechos humanos de las
personas con padecimiento mental. Por ello, es relevante repasar estos antecedentes, y también cuales son
los instrumentos de derechos humanos que la Corte ha utilizado respecto del tema de salud mental y que
deben ser la referencia y el marco obligatorio que el Poder Judicial en todas sus instancias debe tener en
cuenta en sus decisiones ante el caso concreto.
II. HECHOS
El 4/6/1982, en causa ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción n. 16 se
declaró la inimputabilidad de M. J. R., se lo sobreseyó definitivamente en el sumario penal instruido en su
contra por el delito de homicidio agravado y se dispuso que se mantuviera su internación como medida de
seguridad de conformidad con lo preceptuado por el art. 34
, inc. 1, CPen., y se remitió copia de lo
resuelto al asesor de menores en turno de la Justicia Nacional en lo Civil de esta Capital Federal, quien
promovió el proceso de incapacidad. El 11/6/1983 la titular del Juzgado Nacional de Primera Instancia en
lo Civil n. 14 -tribunal ante el cual el asesor de menores promovió el presente proceso de
incapacidad- decretó la interdicción civil de M. J. R. "por ser el mismo un alienado mental, demente en el
sentido jurídico, revistiendo su afección mental la forma de esquizofrenia", basándose en el informe emitido
por el Cuerpo Médico Forense.
En esa instancia se suscitó una cuestión de competencia entre la jueza en lo civil y el magistrado del fuero de
instrucción, que fue resuelta el 30/12/1986 por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, que rechazó
la inhibitoria planteada por el juez de instrucción y dispuso que las actuaciones quedasen radicadas ante el
Juzgado Nacional en lo Civil n. 14. La causa siguió en dicho juzgado hasta que, el 26/5/1992, en
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cumplimiento de una resolución de carácter administrativo interna de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, el expediente fue reasignado al Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n. 9, cuyo
titular resolvió inhibirse de entender en el presente proceso de incapacidad en virtud de que M. J. R. se
encontraba internado en un establecimiento psiquiátrico ubicado en la localidad de Castelar, provincia de
Buenos Aires, es decir, en otra jurisdicción.
Las actuaciones fueron remitidas al Departamento Judicial de Morón y recayeron en el Juzgado de Primera
Instancia en lo Civil y Comercial n. 4, cuyo magistrado rechazó la inhibitoria declarada por el juez nacional,
en razón de considerar que aquélla había sido decretada en forma tardía, compartiendo así lo dictaminado
por el asesor de incapaces provincial. Asimismo, dispuso elevar de inmediato las actuaciones a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, a fin de que dirima la cuestión de la negación de competencia con fecha
6/11/1992.
El 1/9/2006 la madre de M. J. R. solicitó el desarchivo de las actuaciones a efectos de ser designada como
nueva curadora, en reemplazo de su esposo. Recibido el expediente en el Juzgado en lo Civil y Comercial n.
4 del Departamento Judicial de Morón, su actual titular advirtió que "las presentes actuaciones no fueron
oportunamente remitidas a la Corte Suprema de Justicia de la Nación" a efectos de dirimir la cuestión de
competencia planteada y, en consecuencia, ordenó su envío a este tribunal.
Asimismo, resolvió que "teniendo en consideración lo prioritario de velar por el estado psicofísico del
insano, procédase a la urgente extracción de fotocopias, a los fines de la formación del cuadernillo de
control de internación respectivo". Finalmente, casi catorce años después, se procedió a elevar la causa a la
Corte.
III. ANTECEDENTES DE LA CORTE
Existen antecedentes en los que la Corte Suprema ha tratado el tema de los derechos y garantías que
corresponden a las personas con padecimientos mentales privadas de su libertad.
En una causa de 1923 la Corte sostuvo que la garantía del hábeas corpus protege el derecho a no ser
detenido arbitrariamente por causa de enfermedad mental (1) .
En el caso "Tufano" (2) , que se trataba de una persona con trastorno psíquico por abuso de sustancias
psicoactivas y que estaba internado en una institución de la provincia de Buenos Aires, y en el cual se
planteó un conflicto negativo de competencia entre la justicia nacional civil y la justicia de familia del
Departamento Judicial de La Plata, provincia de Buenos Aires, la Corte resolvió que era competente el
tribunal del lugar de internación.
Allí la Corte afirmó que de los antecedentes obrantes en el expediente surge que no hubo en esta causa
decreto fundado de internación involuntaria ni control sobre su legalidad ni respecto de las condiciones de
aquélla (consid. 3).
También se determinó que en el supuesto de suscitarse una contienda de competencia entre magistrados, el
deber de aquél no cesa hasta tanto el conflicto no sea resuelto, o bien hasta que juez del domicilio del
causante asuma su competencia, si ello correspondiese. "Lo contrario -aceptar que la internación sin orden
judicial y el mantenimiento de esa situación irregular sin control periódico alguno durante la tramitación de
los conflictos que de esta índole pudieran plantearse-, no significa otra cosa que convalidar la violación del
estatuto básico de los derechos fundamentales de las personas con padecimientos -reales o presuntos- como
los enunciados en el art. 482, párrs. 2º y 3º, CCiv., tornándose así ilusorio el contenido de los principios
constitucionales de la tutela judicial efectiva y del debido proceso" (consid. 7).
La Corte cita en forma expresa a los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el
Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental (1991)(3), que establecen estándares mínimos de derechos
humanos para la práctica en el campo de la salud mental representando el consenso de la opinión
internacional sobre la materia.
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De la decisión también pueden extraerse una serie de garantías que la Corte reconoce en resguardo de los
derechos fundamentales de personas sometidas a internaciones psiquiátricas involuntarias. Éstas son las
siguientes:
- Principios de inmediación-inmediatez;
- Debido proceso;
- Tutela judicial efectiva;
- Expresa cita y aplicación del art. 8 , párr. 1º, CADH. (4) .
En el caso "Hermosa"(5), que se trataba de un proceso de inhabilitación (art. 152 bis
, CCiv.) en donde se
declaró a la persona como inimputable en una causa penal y estuvo internada en la Unidad Psiquiátrica
Penal n. 20 del Hospital José T. Borda, se suscitó también un conflicto negativo de competencia entre la
justicia nacional civil y la justicia de familia del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, provincia de
Buenos Aires.
En los votos por la disidencia (6) se señaló que no se habían verificado los presupuestos para someter a esta
persona a un proceso como el promovido y que eran de aplicación los principios enunciados en el leading
case "Tufano", es decir: debido proceso, tutela judicial efectiva y deber del juez de continuar conociendo aun
en el caso de declararse incompetente. Esto implica supervisar la legalidad de la internación, así como la
oportunidad de la externación, y que existe obligación del sistema judicial de extremar la salvaguarda de
derechos fundamentales en casos de internación.
También citan como fundamento la sent. del 4/7/2006 dictada en el caso "Ximenes Lopes v. Brasil" por la
Corte IDH, que es la primera sentencia de la Corte Interamericana referida a la situación de una persona
que padece de trastornos mentales (7) .
Recientemente, en fallo del 5/2/2008 en el caso "Duarte", y citando el caso "Tufano", se estableció por la
mayoría que "ante la existencia de una internación involuntaria de larga data, resulta imperioso -atento su
vulnerabilidad y desprotección-, extremar la salvaguarda del principio de inmediatez en resguardo de los
derechos fundamentales de las personas internadas forzosamente, en procura de su eficaz protección"
(consid. 3). Y "...frente a tales consideraciones, el juez del lugar donde se encuentra el centro de internación
es quien debe adoptar las medidas urgentes necesarias para dar legalidad y controlar las condiciones en que
el tratamiento de internación se desarrolla con la mira puesta en su rápida externación. Sin perjuicio de ello,
mientras se dirime la cuestión de competencia, el tribunal que esté conociendo en el caso -aun si resolviere
inhibirse-, debe seguir interviniendo en la causa a fin de no dejar a la persona en un estado de desamparo"
(8) .
IV. CASO "R., M. J."
A continuación examinaré el caso bajo comentario a la luz de las pautas e instrumentos de derechos
humanos utilizados como fundamento por la Corte.
El más alto tribunal destaca que si bien se ha solicitado su intervención a efectos de resolver una contienda
de competencia, en el presente proceso se han configurado circunstancias excepcionales que no pueden ser
soslayadas, y que los pacientes institucionalizados, especialmente cuando son recluidos coactivamente -sin
distinción por la razón que motivó su internación-, son titulares de un conjunto de derechos fundamentales,
como el derecho a la vida y a la salud, a la defensa y al respeto de la dignidad, a la libertad y al debido
proceso, entre tantos otros.
Sostiene que las personas con padecimientos mentales constituyen un grupo de riesgo en cuanto al pleno y
libre goce de los derechos fundamentales, situación que genera la necesidad de establecer una protección
normativa eficaz, tendiente a la rehabilitación y reinserción del paciente en el medio familiar y social, en
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tanto hoy nadie niega que las internaciones psiquiátricas que se prolongan innecesariamente son dañosas y
conllevan, en muchos casos, marginación, exclusión y maltrato, y no es infrecuente que conduzcan a un
"hospitalismo" evitable (consid. 6).
La Corte toma como fundamento los estándares de derechos humanos y las garantías que se reconocen en
los diversos instrumentos internacionales de derechos humanos de carácter convencional, que además en la
República Argentina tienen jerarquía constitucional conforme a lo dispuesto en el art. 75 , inc. 22 después
de la reforma de 1994. Así, cita los arts. 25
, DUDH. (LA 1994-B-1611); XI, DADDH. (LA
1994-B-1607) (9) ; 7 , 8 y 25 , CADH. (10) ; 7 (11) , 9 (12) , 10 (13) y 14 (14) , PIDCyP. y 12, PIDESyC.
(LA 1994-B-1639) (15) .
Así, en el consid. 7 dice que los principios de legalidad, razonabilidad, proporcionalidad, igualdad y tutela
judicial de las condiciones de encierro forzoso, sea por penas, medidas de seguridad o meras internaciones
preventivas y cautelares de personas sin conductas delictivas -con fundamento muchas veces en la
peligrosidad presunta y como una instancia del tratamiento-, actualmente se ven fortalecidos y consolidados
en la Constitución Nacional (LA 1995-A-26) (arts. 16
, 17
, 19 , 33
, 41
, 43 y 75
, incs.
22 y 23).
Asimismo, la Corte destaca los Principios de Salud Mental (16) , a los cuales considera el estándar más
completo a nivel internacional sobre la protección de los derechos de las personas con padecimientos
mentales, y resalta que han sido tomados por la Comisión y por la Corte IDH como fundamento para
decidir en los casos "Víctor Rosario Congo v. Ecuador" (17) y "Ximenes Lopes v. Brasil", que ya había sido
citado en el caso "Hermosa"
(18) .
La Corte expresamente señala que de la normativa internacional y nacional se puede extraer un "catálogo de
derechos mínimos" específicos para quienes padezcan trastornos psíquicos, que según este fallo deben ser
respetados rigurosamente: "...a) derecho a ser informado sobre su diagnóstico y sobre el tratamiento más
adecuado y menos riesgoso; b) derecho a un examen médico practicado con arreglo a un procedimiento
autorizado por el derecho nacional; c) derecho a negarse a recibir un determinado tratamiento o formatos
terapéuticos; d) derecho a recibir los medios adecuados tendientes a la cura o mejoría donde las
negligencias o retardos en la prestación de un tratamiento pueden restar justificación a la internación, y
volverla ilegítima; e) derecho a la continuidad del tratamiento; f) derecho a la terapia farmacológica
adecuada, del que se deriva que la medicación no debe ser suministrada al paciente como castigo o para
conveniencia de terceros, sino para atender las necesidades de aquél y con estrictos fines terapéuticos; g)
derecho a un registro preciso del proceso terapéutico y acceso a éste; h) derecho a la confidencialidad del
tratamiento, incluso después del alta o la externación; i) derecho a la reinserción comunitaria como un eje
de la instancia terapéutica; j) derecho al tratamiento menos represivo y limitativo posible; k) derecho a no
ser discriminado por su condición" (consid. 9).
También afirma que "el debido respeto a los derechos... debe extremarse durante el transcurso de las
medidas de internación" (consid. 10), y que "la medida de privación de la libertad del paciente debe ser
revisada judicialmente mediante procedimientos simples, expeditivos, dotados de la mayor celeridad y, si
correspondiera prolongarla por razones terapéuticas, ello debe ser objeto de un minucioso control
periódico jurisdiccional obligatorio de los motivos de la internación, a efectos de estudiar si las condiciones
que determinaron su reclusión se mantienen o se modificaron en el tiempo, y siempre en el marco de los
principios y garantías constitucionales mencionados. De no ser así, la internación se convierte en los hechos
en una pena privativa de la libertad sin límite de duración... En esa inteligencia, resulta imperioso insistir en
que apenas hayan cesado las causas que determinaron la internación, el paciente tiene el derecho al egreso,
sin que ello implique dar por terminado con su tratamiento ya que él mismo puede optar por continuarlo,
conforme es su derecho" (consid. 10, párrs. 3º y 4º).
En el caso bajo análisis surge que debe tenerse en cuenta que más allá de que la medida de internamiento
posea un carácter terapéutico, en la práctica se trata de una auténtica privación de libertad de la persona.
Por ello el internamiento involuntario sólo debe tener un carácter excepcional, y es necesario realizar todos
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los esfuerzos posibles para evitar el ingreso en contra de la voluntad del paciente. Como sustento de lo
mencionado la Corte cita los casos paradigmáticos de la Corte Europea "Winterwerp v. Países Bajos" (19)
y "X v. Reino Unido" (20) , en lo que se refiere a la concurrencia de tres requisitos esenciales para
garantizar la legalidad del internamiento de quienes se encuentran detenidos en establecimientos
psiquiátricos por haber cometido actos constitutivos de infracciones penales: 1. que la enfermedad mental
debe haber sido establecida de manera probada; 2. el problema debe revestir un carácter o una amplitud
legitimante de la internación forzosa; y 3. la internación no puede prolongarse válidamente sin la
persistencia de tal problema.
La Corte Suprema también utiliza como fuente a la Corte Europea para afirmar el derecho de quien se
encuentre detenido en un establecimiento psiquiátrico por un período ilimitado o prolongado, en ausencia
de control judicial periódico automático, de introducir en intervalos razonables un recurso ante un tribunal
para que se pronuncie acerca de la legalidad de su internación, ya sea que ésta haya sido dispuesta por una
jurisdicción civil o penal o por otra autoridad (21) .
V. CONCLUSIÓN
Los estándares internacionales de derechos humanos en conjunto con la normativa constitucional nacional
limitan y exigen que la privación de libertad de las personas con padecimientos mentales se restrinja
exclusivamente a aquellos casos en los que esta medida es imprescindible y constituya una instancia del
tratamiento.
La causa "R., M. J. s/insania" se constituye en un caso emblemático, tanto por lo absurdo y dramático de su
privación de libertad durante mas de una década en condición de "causa y persona archivada" como así
también por tratarse de un caso judicial paradigmático de defensa de los derechos humanos de las personas
con padecimientos mentales y que marca la tendencia correcta -iniciada en el caso "Tufano"
- dirigida a
una mayor protección y resguardo frente a los casos de internaciones psiquiátricas, reconociéndose en
instancias del más alto tribunal que siempre se debe analizar -aplicando el principio pro persona, es decir, el
más favorable a los derechos de la persona- la legitimidad de la restricción de la libertad; su extensión; y
garantizar la plena vigencia de las garantías que hacen al debido proceso.
En este sentido, toda persona, sin ningún tipo de distinción, tiene el derecho inalienable a un recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, establecidos por ley, con las debidas garantías judiciales y
dentro de un plazo razonable, que la ampare contra actos que violen sus derechos humanos y libertades
fundamentales.
Sin desconocer la importancia del caso resuelto por la Corte, lamentablemente son frecuentes los casos de
personas detenidas contra su voluntad en instituciones de larga estadía o instituciones psiquiátricas, las
cuales son privadas de su libertad sin posibilidad de interponer un recurso efectivo para que un órgano
competente, independiente e imparcial establecido por la legislación nacional determine la legalidad de su
detención (22) .
No hay justificativo legal ni ético para el sometimiento a encierros forzosos sine die y en condiciones
indignas, sin que se revisen las causas que motivaron esa privación de libertad, la cual debe ser controlada
en forma rigurosa y periódica (23) .
En este sentido, es destacable la reciente entrada en vigencia de la Convención de Naciones Unidas sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad (24) , siendo su objeto el promover, proteger y asegurar el
goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por
todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente.
En lo que respecta a la protección de las personas con padecimientos mentales, el art. 12 establece la
obligación de los Estados de asegurar que "en todas las medidas relativas al ejercicio de la capacidad jurídica
se proporcionen salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir los abusos de conformidad con el
derecho internacional en materia de derechos humanos. Esas salvaguardias asegurarán que las medidas
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relativas al ejercicio de la capacidad jurídica respeten los derechos, la voluntad y las preferencias de la
persona, que no haya conflicto de intereses ni influencia indebida, que sean proporcionales y adaptadas a las
circunstancias de la persona, que se apliquen en el plazo más corto posible y que estén sujetas a exámenes
periódicos, por parte de una autoridad o un órgano judicial competente, independiente e imparcial. Las
salvaguardias serán proporcionales al grado en que dichas medidas afecten a los derechos e intereses de las
personas".
Por ello es necesario y urge la adopción de un marco legal en materia de salud mental que incorpore los
principios de los tratados de derechos humanos y los estándares de informes y recomendaciones de la
Asamblea General de Naciones Unidas (25) , de la Corte Interamericana (26) y de la Organización
Panamericana de la Salud (27) , y por el cual se garanticen el respeto de las libertades fundamentales y los
derechos humanos de las personas con discapacidad mental y sus familiares (28) .
Mientras eso no ocurra, y con el apoyo que constituye el marco de referencia de los derechos humanos,
incorporados en nuestra Constitución Nacional y asumidos por la Corte en el fallo que motiva este artículo,
será necesario e imprescindible profundizar el rol del Poder Judicial, no sólo en los casos individuales y que
llegan por vía de conflictos de competencia negativa, sino incluso con un alcance más amplio y que
signifique una instancia de control de constitucionalidad de la política pública y legislativa en materia de
salud mental.
Como lo afirmó esta misma Corte Suprema en el caso "CELS", "Que a diferencia de la evaluación de
políticas, cuestión claramente no judiciable, corresponde sin duda alguna al Poder Judicial de la Nación
garantizar la eficacia de los derechos, y evitar que éstos sean vulnerados, como objetivo fundamental y rector
a la hora de administrar justicia y decidir las controversias. Ambas materias se superponen parcialmente
cuando una política es lesiva de derechos, por lo cual siempre se argumenta en contra de la jurisdicción,
alegando que en tales supuestos media una injerencia indebida del Poder Judicial en la política, cuando en
realidad, lo único que hace el Poder Judicial, en su respectivo ámbito de competencia y con la prudencia
debida en cada caso, es tutelar los derechos e invalidar esa política sólo en la medida en que los lesiona. Las
políticas tienen un marco constitucional que no pueden exceder, que son las garantías que señala la
Constitución y que amparan a todos los habitantes de la Nación; es verdad que los jueces limitan y valoran
la política, pero sólo en la medida en que excede ese marco y como parte del deber específico del Poder
Judicial. Desconocer esta premisa sería equivalente a neutralizar cualquier eficacia del control de
constitucionalidad. No se trata de evaluar qué política sería más conveniente para la mejor realización de
ciertos derechos, sino evitar las consecuencias de las que clara y decididamente ponen en peligro o lesionan
bienes jurídicos fundamentales tutelados por la Constitución, y, en el presente caso, se trata nada menos que
del derecho a la vida y a la integridad física de las personas" (29) .
NOTAS:
(*) Ferrajoli, Luigi, "Derechos y garantías. La ley del más débil", Ed. Trotta, Madrid, 1999, p. 29.
(1) Corte Sup., 1923, "Duba de Moracich, María. Recurso de hábeas corpus", Fallos 139:154.
(2) "T., R. A. s/internación", del 27/12/2005, Fallos 328:4832.
(3) Resolución AG 46/119, 46 ONU GAOR Supp. (n. 49), p. 189, ONU Doc. A/46/49 (1991).
(4) Art. 8, CADH (LA 1994-B-1615): "Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido
con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter".
(5) "H., L. A. s/insania-proceso especial", del 12/6/2007, competencia 602.XLII.12, de junio de 2007.
p.7
(6) Dres. Lorenzetti, Zaffaroni y Argibay.
(7) La Corte Interamericana se pronuncio sobre la especial atención que los Estados deben a las personas
que sufren discapacidades mentales en razón de su particular vulnerabilidad: "Toda persona que se
encuentre en una situación de vulnerabilidad es titular de una protección especial, en razón de los deberes
especiales cuyo cumplimiento por parte del Estado es necesario para satisfacer las obligaciones generales de
respeto y garantía de los derechos humanos" (Corte IDH, "Ximenes Lopes v. Brasil", sent. del 4/7/2006,
serie C, n. 149, cap. VI "Consideraciones previas", párr. 101º).
(8) Votos de los Dres. Lorenzetti, Petracchi, Maqueda y Argibay.
(9) Los arts. 25 y XI de ambas declaraciones reconocen el derecho a la salud.
(10) Ver nota 4 para texto del art. 8 , CADH., que ya había sido citado expresamente en el caso "Tufano" .
El art. 25, CADH. establece que toda persona tiene el derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier
otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, establecidos por ley, con las debidas garantías
judiciales y dentro de un plazo razonable, que la ampare contra actos que violen sus derechos humanos y
libertades fundamentales. A pesar de la claridad de la norma, lamentablemente son frecuentes las
violaciones que ocurren en el caso de personas detenidas en instituciones psiquiátricas, las cuales son
privadas de su libertad sin posibilidad de interponer un recurso efectivo para que un órgano competente,
independiente e imparcial determine y revise la legalidad de su detención. Por ultimo, el art. 7
de la
Convención, que establece el derecho a la libertad personal, es sumamente relevante con relación a todas
aquellas personas que se encuentran detenidas en instituciones psiquiátricas sin las garantías del debido
proceso, y a pesar de que en muchas ocasiones las causas originales que causaron la internación hubieran
desaparecido.
(11) El art. 7, PDCyP. establece que nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Este artículo puede complementarse con la Convención Internacional Contra la Tortura y
otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984 [LA 1994-B-1679]), también relevante para
las personas con padecimientos mentales. En efecto, el art. 16, por ejemplo, impone a los Estados parte la
obligación de prevenir los actos que constituyan tratamientos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
(12) Art. 9: "1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser
sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas
fijadas por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta. 2. Toda persona detenida será informada,
en el momento de su detención, de las razones de la misma, y notificada, sin demora, de la acusación
formulada contra ella. 3. Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin
demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales, y tendrá
derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a
garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las
diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo. 4. Toda persona que sea privada de libertad
en virtud de detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida a la
brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal. 5. Toda
persona que haya sido ilegalmente detenida o presa, tendrá el derecho efectivo a obtener reparación".
(13) Art. 10: "1. Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano. 2.a) Los procesados estarán separados de los condenados, salvo en
circunstancias excepcionales, y serán sometidos a un tratamiento distinto, adecuado a su condición de
personas no condenadas; b) Los menores procesados estarán separados de los adultos y deberán ser
llevados ante los tribunales de justicia con la mayor celeridad posible para su enjuiciamiento. 3. El régimen
penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de
los penados. Los menores delincuentes estarán separados de los adultos y serán sometidos a un tratamiento
adecuado a su edad y condición jurídica".
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(14) Art. 14: "1. Todas las personas son iguales ante los tribunales y Cortes de justicia. Toda persona tendrá
derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada
contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil".
(15) El art. 12 , PIDESyC. (LA 1994-B-1633) reconoce el derecho de toda persona al disfrute del nivel más
alto posible de salud física y mental.
(16) A pesar de que los Principios de Naciones Unidas no son legalmente vinculantes, el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales en la observación general 14, sobre el derecho a la salud,
reconoce que los Principios de Salud Mental son una guía sobre las obligaciones de los Estados establecidas
en el PIDESyC., en particular en lo que se refiere a la protección contra un tratamiento coercitivo indebido.
Asimismo, la Corte Suprema señala en el caso bajo análisis que "los Principios son el estatuto básico de los
derechos y garantías procesales de las personas presuntamente afectadas por trastornos mentales,
enunciándose, entre otros, la designación de un defensor para que lo asista y represente, la obtención de un
dictamen independiente sobre la posible enfermedad mental, previéndose la posibilidad de detención la
que se desarrollará por un período breve y en tanto sea la opción menos restrictiva cuando exista un riesgo
grave de daño inmediato o inminente para esa persona o para terceros. En todos los casos, los motivos de la
admisión y la retención se comunicarán sin tardanza al paciente y al órgano de revisión (principio 16,
admisión involuntaria), quien deberá examinar a la persona `lo antes posible', decisión que podrá ser
apelada ante un tribunal superior (principio 17, órgano de revisión)" (consid. 5).
(17) En el caso "Congo" (abril de 1999) la CIDH aprobó un informe con relación al caso de "Víctor Rosario
Congo". En este informe la CIDH estableció el precedente de que es "pertinente aplicar estándares
especiales para determinar si se ha cumplido o no con las disposiciones de la Convención Americana
en
aquellos casos que se refieren a personas con enfermedades mentales o detenidas en hospitales psiquiátricos,
quienes son consideradas como un grupo particularmente vulnerable". La CIDH determinó que el Estado
de Ecuador había violado el derecho de Víctor Rosario Congo a la integridad física, psíquica y moral, a la
vida y a la protección judicial. Informe 63/99 de la CIDH, caso 11427, "Ecuador", del 13/4/1999.
(18) Se estableció la responsabilidad estatal por los actos u omisiones provenientes de instituciones de salud
no estatales y, a la vez, se ha afirmado la existencia de la violación del derecho al recurso efectivo y a las
garantías del debido, dado que "toda persona que se encuentre en una situación de vulnerabilidad es titular
de una protección especial, en razón de los deberes especiales cuyo cumplimiento por parte del Estado es
necesario para satisfacer las obligaciones generales de respeto y garantía de los derechos humanos" (Corte
IDH, "Ximenes Lopes v. Brasil", sent. del 4/7/2006).
(19) Corte Europea de Derechos Humanos, "Winterwerp v. Países Bajos", del 24/10/1979.
(20) "X v. Reino Unido", 5/11/1981.
(21) "X v. Reino Unido", p. 23, párr. 52º.
(22) Ver informe "Vidas arrasadas. La segregación de las personas en los asilos psiquiátricos argentinos. Un
informe sobre derechos humanos y salud mental en argentina", MDRI, CELS, 2007. También citado por la
Corte Suprema en el caso "Hermosa": "En este sentido, corresponde considerar que los hombres detenidos
en la Unidad Penal n. 20 del Servicio Penitenciario Federal sufren condiciones de encierro y custodia que
constituyen daños gravísimos e irreparables a sus derechos a la vida, al trato digno y humano y a la
integridad y seguridad personal (conf. informe con el detalle enviado por el CELS, Human Rights Watch y
Mental Disability Rights International al ministro de Justicia de la Nación, marzo de 2005) lo que obliga a
extremar los cuidados de las personas allí encerradas. Este informe da cuenta de que: `Las detenciones de
las personas internadas en la Unidad Penal n. 20 no son revisadas de manera periódica ni adecuada por los
jueces o fiscales intervinientes. El personal también informó que los jueces nunca llegan al penal para
visitara los internos ni efectúan preguntas sobre su evolución' (según se relata en el cap. VIII `Violencia y
p.9
abandono en la Unidad Psiquiátrica Penal n. 20 del Hospital Borda', ps. 209/217)" (consid. 5 de la
disidencia).
(23) La Corte señaló que "la máxima expresión de la situación de desatención en que se encuentra M. J. R.
se patentiza con el erróneo archivo de las actuaciones en la justicia provincial, entre los años 1992 y 2006.
Resulta inadmisible que durante este período no haya existido actividad jurisdiccional alguna en estas
actuaciones tendiente a supervisar su situación, agravados por el hecho de que se halla comprometida aquí
su salud física y psíquica". Si bien no es el tema central del artículo, es oportuno preguntarse cuáles son las
responsabilidades y posibles sanciones aplicables a los diferentes operadores del sistema de justicia en casos
como éste, y en especial del juez que estaba a cargo del Juzgado en lo Civil y Comercial n. 4 del
Departamento Judicial de Morón, que archivó erróneamente la causa en el año 1992.
(24) El 3/5/2008 entró en vigencia para los países que la ratificaron. Firmada por la Argentina el 30/3/2007.
Aprobada por la Cámara de Diputados con fecha 22/5/2008.
(25) Existen instrumentos que se denominan "estándares" internacionales de derechos humanos,
considerados principios o directrices y consagrados en declaraciones, resoluciones o recomendaciones
internacionales, emanadas de órganos de carácter internacional. La Declaración de los Derechos del
Retrasado Mental constituyó la primera invocación de las Naciones Unidas para que se adoptaran medidas
para la protección de las personas con discapacidad mental. En 1975 la Asamblea General de las Naciones
Unidas aprobó la Declaración de los Derechos de los Impedidos, la cual establece que las personas con
discapacidades tienen los mismos derechos civiles y políticos que el resto de las personas. Posteriormente
encontramos a los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la
Atención de la Salud Mental (1991). De conformidad con las recomendaciones de la Conferencia Mundial
de Derechos Humanos de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó las Normas
Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad, como instrumento guía
en la formulación de políticas públicas; las Normas Uniformes reiteran los fines de prevención,
rehabilitación y equiparación de oportunidades establecidos por el Programa de Acción Mundial.
(26) La Comisión Interamericana de Derechos Humanos puede emitir declaraciones, publicaciones e
informes con relación a grupos vulnerables. De hecho, siguiendo las recomendaciones de la OPS/OMS,
adoptó la Recomendación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (OEA) sobre la
Promoción y Protección de las Personas con Discapacidad Mental, Informe Anual de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), OEA/Ser./L/V/II.111, doc. 20 rev., 16/4/2001.
(27) La OPS convocó a la Conferencia Regional para la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en
América Latina (1990), la cual señala que la confianza exclusiva en la internación en hospitales psiquiátricos
como forma de tratamiento aísla a los pacientes de su ambiente natural y genera mayor discapacidad. La
Declaración establece un nexo fundamental entre servicios de salud mental y derechos humanos, al concluir
que los servicios de salud mental anticuados ponen en peligro los derechos humanos de los pacientes. La
Declaración promueve los servicios de salud mental comunitarios e integrados, y sugiere una
reestructuración de la atención psiquiátrica existente. Señala que los recursos, la atención y el tratamiento de
las personas con discapacidad deben garantizar su dignidad y derechos humanos, proporcionar un
tratamiento adecuado y racional y destinar esfuerzos para mantener a las personas con trastornos mentales
en sus comunidades. Asimismo, el XLVII Consejo Directivo de la OPS, de septiembre de 2006, aprobó la
resolución "La discapacidad: su prevención y rehabilitación en el contexto del derecho al disfrute del más
alto nivel posible de salud física y mental y otros derechos relacionados". Esta resolución constituye un
precedente muy importante con relación al reconocimiento de la salud como un derecho humano por parte
de los ministros de Salud, la utilización de convenciones y estándares internacionales de derechos humanos
como una herramienta importante en el contexto de la salud y con relación al rol de la OPS en su trabajo
con organismos regionales e internacionales de derechos humanos.
(28) Para mayor detalle sobre estándares y principios de derechos humanos en el ámbito de la salud mental
ver "Manual de recursos de la OMS sobre salud mental, derechos humanos y legislación. OMS, 2006", .
p.10
(29) "Recurso de hecho deducido por el Centro de Estudios Legales y Sociales en la causa `Verbitsky,
Horacio s/hábeas corpus'", Buenos Aires, 3/5/2005, consid. 27, voto de los jueces Petracchi, Maqueda,
Zaffaroni, Highton de Nolasco y Lorenzetti.
25/6/2008AR_DA002
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