KALECKI Y KEYNES1 Hoy la economía es una disciplina que debe morir o pasar por un cambio de paradigma, para volverse más amplia de miras y más modesta. Anatole Kaletsky Una nueva economía política que abarque economía, sociología, historia, arte, literatura, poesía. La negación de la fragmentación atomista de la economía del desarrollo, la economía laboral, la economía industrial, la economía estadística, la economía de las empresas… del enrejado burocrático de las calificaciones, los exámenes, los grados, las tesis. Un enfoque –un marco mental-, no un grado formal. Una ciencia de las bases puramente humanas, universales, de la producción de riqueza material para las necesidades humanas. E. K. Hunt y Jesse G. Schwartz I. INTRODUCCIÓN La economía, en la más amplia acepción del término, atraviesa una profunda crisis. Los magros resultados de indicadores como el empleo, el ingreso o la inflación, exacerbados a partir de la reciente crisis mundial, son el reflejo de una economía real que clama por un respiro que la aleje de una dolorosa agonía. Para la economía académica la historia no es muy distinta. Divorciada de toda consideración política, histórica y sociológica en sus marcos explicativos, la mainstream es incapaz de dar un mínimo atisbo del terremoto que sacudió a los sectores reales y financieros en el 2008.2 Este enclaustramiento de la Economía en sí misma inició en el siglo XIX, cuando Jevons y Marshall propusieron dejar atrás el término Economía Política para ceder su lugar al Economics, ello con la finalidad de “… evitar que la ciencia se confundiera con los intereses de una parte y… para evitar cualquier referencia de la ciencia económica a los cuerpos políticos”3. Existía, aparentemente, una inquietud por emular a las ciencias exactas y despojar así a la Economía Política de todo elemento valorativo. 4 Sin embargo, como acertadamente señaló Max Weber, tal empresa es imposible. Incluso detrás de una omisión subyace la afirmación de un juicio de valor. En el caso de Marshall y Jevons, 1 Erick Limas, limas.erick@gmail.com https://perichoresisfractal.wordpress.com/ La explicación que en este caso ofrecería la Teoría de los Ciclos Económicos Reales, uno de los caballos de batalla de la teoría económica ortodoxa, sería que ésta se debió a perturbaciones exógenas en el sector real de la economía. Las perturbaciones monetarias no pueden ser consideradas por el modelo ya que éste asume una economía de trueque. Romer, David, Macroeconomía Avanzada, McGraw-Hill, Madrid, 2006, p. 217. Evidentemente, se es incapaz de decir algo sustancial respecto a un fenómeno que se asume exógeno. Finn E. Kydland y Edward C. Prescott, creadores de la Teoría de los Ciclos Económicos Reales, recibieron el premio Nobel de Economía en el 2004 por sus aportes para explicar el ciclo económico. 3 Screpanti, E. y Stefano Zamagni, Panorama de historia del pensamiento económico, Ariel Economía, Baercelona, 1997, p. 162 4 Para Screpanti y Zamagni, estaría presente “… una especie de complejo de inferioridad, o de espíritu de emulación, ante la mathematics”. Screpanti, E. y Stefano Zamagni, op. cit., p. 161. 2 la línea oculta apuntaba a presentar a la economía capitalista, con sus fuerzas de ajuste automático, como el ideal de organización económico-social que debería de regir los destinos de la sociedad. Durante varias décadas diversos economistas continuaron añadiendo más detalles que fueron dando forma a un marco explicativo en apariencia robusto; sin embargo, la gran depresión del siglo XX echó por la borda este ambicioso proyecto. Fueron dos hombres, uno inglés y el otro polaco, provenientes de tradiciones de pensamiento diametralmente distintas, quienes señalaron los yerros en que se había sustentado el hasta entonces exitoso aparato conceptual ortodoxo. El primero de ellos, John Maynard Keynes, fue un alumno formado dentro la tradición liberal por el propio Marshall. El segundo, Michal Kalecki, quien había sido influenciado por el pensamiento marxista, era un ingeniero que adquirió su formación como economista de manera autodidacta mientras era redactor de un periódico polaco. Este texto versa sobre ambos autores, sus planteamientos y la importancia de no perder de vista que la esfera de lo económico requiere, para su adecuada interpretación, apoyarse en la teoría política. Esto, porque como veremos más delante, si bien tanto Keynes como Kalecki dieron una prescripción muy parecida para enfrentar la crisis, sus consideraciones valorativas, y por lo tanto las implicaciones derivadas de sus esquemas propuestos, difieren rotundamente. Donde uno encontró una oportunidad el otro vio una amenaza. II. KEYNES John Maynard Keynes, quizá el economista más afamado hoy en día, fue un funcionario público que tras diversos desencuentros con los dirigentes de la economía británica decidió dedicar todos sus esfuerzos a la docencia y a la investigación5. Formado bajo los postulados de la economía clásica, desde sus primeros años fue influido por intelectuales liberales como Thomas Hill Green, para quien el Estado tenía un efecto positivo en la sociedad, de modo que los intereses de ambos se identificaban plenamente. Es en el último capítulo de su magna obra, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, en donde Keynes revela de manera explícita el modo en que articuló lo político con lo económico, argumentando a favor de una presencia creciente del Estado en la economía, utilizando como instrumentos tanto a la política fiscal como a la monetaria y dejando abierta la posibilidad de utilizar otros medios. 6 Es por esta razón que Hyman Minsky, uno de los epígonos más avezados de Keynes, afirma que “el rostro que dio sus ideas políticas… se puede describir como un flirteo con un socialismo humano y descentralizado”.7 Friedman, M., et al, John Maynard Keynes: Crítica de la economía clásica, Madrid, 1968, p. 2. Keynes, J. M., Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, 3ª. ed., FCE, México, 1956. 7 Minsky, Hyman, Las razones de Keynes, FCE, México, 1987, p. 157. Quizá una de las explicaciones más robustas de la crisis del 2008 pueda ser encontrada en la Hipótesis de la inestabilidad financiera, formulada por Minksy dentro de la tradición keynesiana. Para este punto se pueden consultar las siguientes referencias: Minsky, Hyman, “The Financial Instability Hypothesis”, Working Paper No. 74, may, 1992. Minsky, Hyman, Stabilizing an Unstable Economy, Yale University Press, N.Y., 1986. 5 6 No obstante lo anterior, es pertinente señalar que Keynes siempre fue adverso a los planteamientos marxistas8. Sobre los comunistas, llegó a escribir que “… están comprometidos por su credo a hacer el mal por encima del bien”. Sin embargo, la referencia de Minsky al socialismo humano y descentralizado cobra sentido cuando se presentan los tres ejes que, para Keynes, definían el problema político que debía de ser atacado: conjuntar eficiencia económica, justicia social y libertad individual9. III. KALECKI Michal Kalecki, hombre de extraordinario talento, ha sido escasamente difundido en las aulas de clase. Se le discute muy poco, a pesar del extraordinario aparato analítico que formuló, considerado por reconocidos economistas como superior al propio aparato keynesiano10. Kalecki publicó su obra en 1933, tres años de que lo hiciera Keynes, y lo hizo utilizando sofisticadas herramientas cuantitativas. Sin embargo, pese a ello, se le relegó a un segundo plano. 11 Kalecki llegó a la economía por azares del destino. Después de haber estudiado ingeniería civil comenzó a trabajar en la sección de economía de un diario polaco. Sus primeros acercamientos con la disciplina se dieron a través de las lecturas de Rosa Luxemburgo y TugánBaranovski, de quienes tomó diversos elementos que más tarde habrían de dar sustento a sus teorías de la distribución y de los ciclos económicos. En particular, Luxemburgo contribuye a dar forma a una interpretación del proceso de producción capitalista que se lleva a cabo a través de interrupciones sistemáticas que llevan a la presencia de ciclos que van del auge a la crisis y viceversa.12 Estas interrupciones son debidas a la presencia de subconsumo; es decir, la clase trabajadora, dada la precaria situación en que se encuentran, es incapaz de conformar una demanda que iguale a la oferta de la economía, razón por la cual no es posible realizar toda la plusvalía y existe entonces un problema de sobreproducción. Cuando Kalecki plantea que los trabajadores no ahorran ya que todo su ingreso apenas si es suficiente para subsistir está haciendo referencia a esta noción del subconsumo. La relevancia de Tugán-Baranovski radica en que recuperó el análisis de los esquemas de reproducción ampliada de Marx, lo cual le permite a Kalecki bosquejar una explicación del ciclo económico sustentada en desequilibrios intersectoriales 13. Así, tanto Luxemburgo como Tugán-Baranovski contribuyen a gestar una interpretación de la realidad social marcada por el conflicto de clase, que tendrá En palabras de Joan Robinson, “Keynes… era alérgico a Marx”. Robinson, Joan, Introducción a la Economía Marxista, 6ª. ed., Siglo XXI Editores, México, 1974, p. 1. 9 Minsky, Hyman, op. cit., p. 158. 10 Kaldor, Nicholas, “Personal Recollections on Michal Kalecki”, en Sebastiani, Mario, Kalecki´s Relevance Today, St. Martin´s Press, New York, 1989, p. 8. 11 Una explicación que se ha dado ha sido el hecho de que, a diferencia de Keynes, los modelos de Kalecki desafían en mayor medida a las sociedades capitalistas. De Assis, Libanio, Gilberto, “When Math is Noth Enough: Kalecki´s Place in the History of Economics”, Oeconomicus, Vol. VI, Fall., 2002, pp. 27-42. 12 Aguilar, Alonso, Economía Política y Lucha Social, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1970, p. 87. 13 Colletti, Lucio, Marxismo y el “derrumbe” del capitalismo, Siglo XXI Editores, México, 1978, p. 239. 8 implicaciones no sólo en la relación que se da entre el capitalista y el trabajador sino entre los capitalistas entre sí. Ello porque Kalecki introduce el “grado de monopolio”, el cual es un reflejo del poder que tienen algunos empresarios para fijar precios. IV. KALECKI Y KEYNES: COINCIDENCIAS Y DIVERGENCIAS El punto de encuentro entre ambos se encuentra en que la inestabilidad y las crisis periódicas son inherentes al capitalismo, lo cual los lleva a formular, de manera separada, una teoría de la demanda efectiva. Así, ante caídas en la actividad económica, ambos autores recomiendan la intervención estatal para impulsar la recuperación vía gasto o vía modificaciones en la tasa de interés. Sin embargo, las divergencias son notorias y se explican debido a las concepciones político-ideológicas de cada uno. Recordemos que Keynes creía en la posibilidad de conjuntar eficiencia económica con justicia social y libertad del individuo. Existían desequilibrios, pero una vez que el Estado intervenía éstos se corregían y había de nuevo tranquilidad social. Por tal razón supuso que en la economía se daba una competencia leal y que en la formación de precios no intervenía ningún mecanismo ajeno al mercado. Exactamente lo contrario sucede con Kalecki, para quien la sociedad manifiesta un conflicto abierto en todos los frentes. En particular, la competencia entre los capitalistas no se limita a estrategias de mercadotecnia sino a la utilización de grupos de interés que inclinen la balanza hacia uno de los lados. Así, para Kalecki la competencia en una economía capitalista tiende a estar basada en estructuras oligopólicas que inhiben a su vez la presencia de mecanismos de ajuste automáticos. Finalmente, ¿cuál es el papel que otorga cada uno de ellos al sistema capitalista? Para Keynes, como ya se señaló, el capitalismo representa el sistema más eficiente, y no sólo eso, si no que también permite alcanzar la justicia social y la libertad del individuo, siempre y cuando, ante situaciones de crisis, reciba una ayuda por parte del Estado. La realidad observada por Kalecki es diametralmente distinta. Para él, el capitalismo además de socialmente injusto es ineficiente ya que con las crisis periódicas se dejan de utilizar recursos, en particular mano de obra, que está en condiciones plenas de efectuar su labor. Por otra parte, Kalecki considera que el sistema capitalista no permitirá que el Estado intervenga lo suficiente puesto que, para los empresarios es conveniente tener ciertos niveles de desempleo, ya que ello abarata la mano de obra y además, si llegase a suceder que la intervención Estatal llevase a una situación de pleno empleo, entonces, los trabajadores al estar mejor pagados y gozando de mejores nivel de bienestar podrían representar una amenaza para los empresarios.14 Kalecki, M., “Aspectos políticos del pleno empleo”, pp. 401-409, en Hunt, E., y J. G. Schwartz, Crítica de la Teoría Económica, FCE, México, 1977. 14 CONCLUSIÓN La ortodoxia económica ha incurrido en un error al tratar de separar el ámbito económico del político. Apuntar hacia explicaciones basadas en agentes atomísticos e ahistóricos es negar la complejidad y diversidad de los fenómenos existentes en el ámbito social. Cualquier explicación de un suceso económico que intente ocultar la presencia de elementos valorativos estará, paradójicamente, generando un sesgo y una visión parcial, y por tanto errónea, del objeto de estudio. En el caso de Keynes y de Kalecki, una interpretación superficial de sus aportes a la teoría de la demanda efectiva nos llevaría a plantear que ambas propuestas son totalmente equivalentes, cuando lo cierto es que el punto de llegada de Keynes es el punto de partida de Kalecki. Esto porque mientras que para el primero el ideal es un capitalismo con intervención estatal únicamente en el corto plazo, para el segundo la meta a alcanzar es una economía centralmente planificada que logre eliminar las contradicciones sociales reinantes en las economías capitalistas. Los ecos de Kalecki y Keynes nos recuerdan que la economía debería recuperar el diálogo con otras parcelas del saber y volver a sus fuentes originales. No es un paso sencillo pero sin duda alguna es necesario.15 15 “Hoy la economía es una disciplina que debe morir o pasar por un cambio de paradigma, para volverse más amplia de miras y más modesta. Debe ensanchar sus horizontes para reconocer los hallazgos de otros estudios de ciencias sociales e históricos, y debe volver a sus raíces. Smith, Keynes, Hayek, Schumpeter y todos los demás economistas verdaderamente grandes se interesaban en la realidad económica. Estudiaron la conducta humana real en mercados que existían de verdad. Sus ideas fueron fruto del conocimiento histórico, la intuición psicológica y la comprensión política. Sus instrumentos analíticos fueron las palabras, no las matemáticas. Persuadieron con elocuencia, no sólo con lógica formal. Nos queda claro por qué muchos de los académicos actuales tal vez teman ese regreso de la economía a sus raíces. El establishment académico está peleando con uñas y dientes para resistirse a estos cambios de paradigma, como lo demostró Thomas Kuhn, el historiador de la ciencia que acuñó la frase en 1960. Este cambio no será fácil, pese al obvio fracaso de la economía académica. Pero ahora los economistas enfrentan una clara disyuntiva: adopten nuevas ideas o devuelvan el financiamiento público que reciben y sus premios Nobel, junto con los bonos para los banqueros que ustedes justificaron e inspiraron.” Kaletsky, Anatole, “Adiós homo economicus”, Este País, número 219, México, junio 2009, pp. 4-9.