Carcinomatosis Leptomeníngea - Sociedad de Neurocirugía de Chile

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Revista Chilena de Neurocirugía 39: 2013
Carcinomatosis Leptomeníngea:
Presentación de un caso y revisión del tema
Leptomeningeal Carcinomatosis:
Case report and bibliographic review
Martha C. Ríos Castillo1, Myrna Moreno Miravalles2, Reinel Alcides Junco Martín3, Ernesto Echavarría Méndez3,
Eddy Leandro Almira Suárez4, Frank Reinaldo Pérez Nogueira5, Emmanuel Oyifioda Adole6
1 Especialista en Neurocirugía del Hospital Pediátrico Docente “Juan Manuel Márquez.” de Ciudad Habana, Profesor Auxiliar de
Neurocirugía de la Facultad “Finlay-Albarrán.”
2 Especialista Anatomía Patológica del Hospital Pediátrico “Juan Manuel Márquez” de Ciudad Habana. Profesor Auxiliar de la
Facultad “Finlay-Albarrán.”
3 Especialista en Neurocirugía del Hospital Pediátrico “Juan Manuel Márquez” de Ciudad Habana.
4 Residente de 4to Año Neurocirugía, Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de Cuba “Prof. Dr. José Rafael Estrada
González”.
5 Residente 3er. Año Neurocirugía, Hospital Clínico-Quirúrgico Docente “Abel Santamaría Cuadrado".
6 Residente 4to. Año Neurocirugía, Hospital Clínico-Quirúrgico Docente “Calixto García”.
Rev. Chil. Neurocirugía 39: 160 - 165, 2013
Resumen
Presentamos un caso clínico de un paciente femenino de 4 años de edad que debuta con un cuadro de hipertensión endocraneana incompleto de 3 meses de evolución, asociado a marcha atáxica en los días previos a su ingreso, que al realizar una
tomografía computarizada simple de cráneo se pudo diagnosticar una hidrocefalia triventricular activa y una masa tumoral grande
que ocupaba la cavidad del IV ventrículo y que producía efecto compresivo sobre el tallo encefálico, se confirmó el diagnóstico a
través de una resonancia magnética de cráneo, fue intervenida quirúrgicamente de urgencia donde practicamos una craniectomía
suboccipital de línea media estándar con ventriculostomía del cuerno occipital derecho transoperatorio y resección quirúrgica
macroscópicamente total, el diagnóstico histopatológico del tumor fue ependimoma anaplásico y un año después del diagnóstico
y de haber recibido radioterapia con acelerador lineal nuclear en raquis y cráneo apareció un empeoramiento neurológico correspondiente a una carcinomatosis meníngea, confirmada por imágenes de resonancia cráneo-espinales con inyección de gadolinio,
además de biopsia de la duramadre y citología del LCR, sobreviviendo sólo 2 meses, después de este último diagnóstico.
Palabras clave: Carcinomatosis Meníngea (CM), citología del líquido cefalorraquídeo (LCR), infiltración meníngea.
Abstract
Authors present a case report about female child of 4 years old who had a clinical debut of incomplete intracranial hypertension
syndrome for about 3 months, related with ataxic hike. On her first Computed Tomography an acute triventricular hydrocephalus
was identified, although a tumor mass into the 4th ventricle with mass effect over the brainstem. A Magnetic Resonance Imaging
was performed as well to confirm the diagnosis after what patient was operated as urgency with a middle line suboccipital craniectomy, right lateral ventriculostomy and total macroscopic removal of the tumor. Biopsy informed “Anaplasic Ependimoma of 4th
Ventricle” and cranio - spinal radiotherapy was performed too. One year later, the patient suffered an acute neurological impairment
due to leptomeningeal carcinomatosis, diagnosis supported by dural biopsy, cerebro - spinal fluid cytology and imagenological
studies. A survival time was just 2 months after this diagnosis.
Key words: Leptomeningeal carcinomatosis, cerebrospinal fluid cytology, meningeal infiltration.
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Revista Chilena de Neurocirugía 39: 2013
Reporte de Casos
Introducción
La carcinomatosis meníngea (CM) es una
diseminación difusa de células tumorales
en el interior del líquido cefalorraquídeo
(LCR) y/o las leptomeninges con siembras difusas de tumores metastásicos
sobre ellas, es una presentación rara de
un tumor sólido, particularmente procedente del cáncer, de pulmón (9-25%), de
mamas (2-5%)1, 2 y el melanoma maligno
(23%) en adultos y enfermedades hematológicas malignas3 fundamentalmente la
leucemia linfoblástica aguda y el linfoma
no Hodgkin de grado intermedio o alto4
así como los tumores neuroectodémicos
primitivos en niños3. Esta enfermedad
ocurre en aproximadamente el 8% de las
neoplasias malignas1,4. La presencia de
este cuadro se asocia a mal pronóstico,
con una supervivencia media entre tres y
seis meses5.
Caso clínico
Se trató de un paciente femenino de 4
años de edad que presentó vómitos de 3
meses de evolución, a lo cual se asoció
cefalea y posteriormente marcha inestable, hasta que por tomografía computarizada se diagnosticó un tumor en fosa
posterior que ocupaba toda la cavidad
del IV ventrículo y que ejercía efecto
compresivo sobre el tallo encefálico al
cual angulaba, asociado a hidrocefalia
triventricular activa moderada, la paciente fue intervenida quirúrgicamente por
urgencia y se le realizó una craniectomía
estándar de fosa posterior con laminectomía de C1 y C2, así como resección
tumoral total macroscópica, esta lesión
resultó ser muy voluminosa pero el piso
del IV ventrículo estaba libre. El estudio
citológico del LCR tomado de la cisterna
magna fue negativo de células neoplásicas y el estudio anatomopatológico de
la biopsia tumoral por parafina fue ependimoma anaplásico, como se describen
las imágenes de los cortes histológicos,
que se muestran en las Figuras 1a y 1b.
La evolución postoperatoria inmediata de la paciente fue muy satisfactoria,
lográndose recuperar de la anestesia
y pudimos explorarla neurológicamente; no encontrando déficits neurológicos añadidos a los pre-existentes en el
preoperatorio, la paciente permaneció
intubada orotraquealmente y con ventilación controlada las primeras horas del
postoperatorio, pero al cabo de 8 horas
dado su magnífico estado neurológico,
a
b
Figura 1. Descripción anatomopatológica del
tumor primario de fosa posterior, que resultó ser
ependimoma anaplásico del IV ventrículo (figuras
1a y 1b).
1 a: Densa celularidad con formación de pseudorrosetas perivasculares típicas del ependimoma.
H/E x 400
1 b: Otras zonas del tumor presentan apariencia
de astrocitoma gemistocítico con atipia citológica.
H/E x 400.
comunicándose con lenguaje extra verbal y sin déficit de vías largas, se decidió
extubar por los intensivistas, evolucionando bien hasta las 48 horas cuando
sufre un deterioro neurológico asociado
a una depresión respiratoria que requirió
ser reintubada y ventilada, cuando fue
asistida por neurocirugía sospechamos
inmediatamente la presencia de una
hidrocefalia aguda, indicándose una tomografía craneal de urgencia que confirmó el diagnóstico de una hidrocefalia
aguda severa, abriéndose la ventriculostomía que permanecía cerrada y salió
un LCR hipertenso y teñido de sangre
como agua de lavado de carne, a este
evento le siguieron complicaciones respiratorias como atelectasia, infecciones
respiratorias recurrentes por varios gérmenes, necesidad de ventilación prolongada que conllevó a la realización de una
traqueostomía, adaptación a la ventilación mecánica que impedía bajar los parámetros ventilatorios de forma progresiva, motivos por los cuales se produjo
una estancia prolongada de la paciente
en la unidad de Terapia Intensiva Pediátrica por 3 meses, además neurológicamente su estado era vegetativo persis-
tente, con apertura ocular espontánea,
cuadriparesia que fue evolucionando a
la espasticidad, trastornos de la deglución que condujo al uso de sonda nasogástrica inicialmente y luego de gastrostomía para garantizar su alimentación.
El destino de la ventriculostomía fue la
derivación ventrículo-peritoneal definitiva
al mes de la cirugía inicial, cuando las
características citoquímicas y el estudio
bacteriológico del LCR estuvieron óptimas para una derivación definitiva, por
lo cual se le colocó un sistema de baja
presión.
Una vez que la paciente mejoró nutricionalmente, y se estabilizó su estado
general fue sometida a radioterapia fraccionada cráneo-espinal con el acelerador nuclear, recibiendo un total de 54
Gy, transcurriendo sin complicaciones.
Posteriormente fue discutido el caso de
esta paciente en el colectivo de oncología pediátrica y se decidió que por su
escala de Karnofsky tan precaria inferior
a 40 puntos no era tributaria de recibir
quimioterapia, y se mantuvo con medidas generales de sostén, fisioterapia rehabilitadora pasiva. Cuando la paciente
presentó un año de operada comenzaron a aparecer eventos de disfunción del
sistema derivativo ventrículo-peritoneal
por obstrucción de este por esfacelos,
y en este momento se repitió el estudio
citológico del LCR que informó positivo
de células neoplásicas como se muestra
en la Figura 2, y se tomó biopsia de la
duramadre a nivel del orificio de trépano
de la ventriculostomía, resultando confirmatorio de carcinomatosis meníngea,
según se muestra en las Figuras 3a y 3b.
Además realizamos un estudio imagenológico cráneo-espinal consistente en
una resonancia magnética con inyección
Figura 2. Citología del LCR. Infiltración del líquido cefalorraquídeo por células neoplásicas. H/E
x 400.
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a
b
Figura 3. Patrones anátomo - patológicos de los
tejidos de duramadre biopsiados.
3a: Infiltración meníngea por células tumorales.
H/E x 400
3b: Algunas zonas exhiben un patrón papilar con
estroma perivascular glial. H/E x 400.
de gadolinio, como se muestra en la Figura 4, que evidenció el siguiente informe: se utilizó en el estudio simple secuencias axiales en flair, T2 y sagitales
en T1 y coronales en T2. Después de la
inyección de contraste se realizaron secuencias axiales, sagitales y coronales
en T1, donde se apreció craniectomía
amplia en fosa posterior con artefactos
provocados por clip metálico en esa
región. Atrofia cerebelosa que provoca
aumento del espacio subaracnoideo.
En este estudio no se identificaron restos ni recidivas tumorales en la fosa
posterior. Una marcada dilatación y
deformidad del IV ventrículo y presencia de catéter de derivación cuya entrada era a través del lóbulo occipital
derecho. En la región supratentorial se
observaba atrofia cortical y dilatación
ventricular muy acentuada sobre todo
del III ventrículo. Existía un tabicamiento parcial del ventrículo lateral derecho,
identificándose además atrofia en los
núcleos basales de ambos hemisferios,
secuela todo de hipoxia cerebral.
En este nuevo examen se observaron lesiones extensas y difusas hiperintensas
hacia la porción alta de los hemisferios
cerebrales que no podemos descartar
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Figura 4. RMN de cráneo, técnica T1, cortes axiales con inyección de
gadolinio.
que sean secuelas de las radiaciones
que recibió la paciente. Persistía engrosamiento de las menínges tanto en la
región supra como infratentorial que se
realzó después de la inyección de contraste.
Con este diagnóstico confirmatorio de
Carcinomatosis meníngea se le planteó
a la familia las posibilidades terapéuticas
de reirradiación y tratamiento quimioterapéutico intratecal pero los padres no
aceptaron posibilidad de terapia alguna,
pues decidieron que era prolongar el
sufrimiento de su hija. La paciente sólo
sobrevivió 2 meses después del diagnóstico de la Carcinomatosis Meníngea,
al hacer una complicación de distress
respiratorio que la llevó al fallecimiento
en alrededor de 3 horas. Los familiares
no aceptaron necropsia postmortem.
Discusión
Las metástasis leptomeningeas son una
complicación cada vez de mayor importancia en los procesos de malignidad
sistémica2. Históricamente, la diseminación leptomeningea fue detectada en el
escenario de la progresión tumoral sistémica generalizada y el precursor de la
fase terminal en pacientes con cáncer.
Sin embargo, como las terapias actuales
han mejorado los tumores sólidos, se ha
hecho más frecuente encontrar la progresión leptomeningea aislada en un paciente con un tumor sistémico inactivo.
Además como los pacientes con cáncer
sobreviven un tiempo considerable la incidencia de metástasis leptomeningea
aparenta estar incrementada, particularmente en tumores tipo sólidos, no asociados previamente con diseminación
leptomeningea tales como el cáncer
de ovario y colorrectal. Por lo tanto, es
imprescindible tener una completa comprensión del proceso de la enfermedad
en la opción terapéutica, en función de
optimizar el manejo de pacientes con
tumores leptomeningeos. Seleccionar
pacientes que son manejados agresivamente puede tener una sobrevida prolongada con preservación de la función
neurológica y la calidad de vida6.
La detección temprana de la CM es importante tanto por razones pronósticas
como terapéuticas, la incidencia aparenta estar incrementada7, 8, 9, 10. Una de las
razones de este incremento es debido a
que la mayoría de los agentes quimioterapéuticos o regímenes para malignidad
sistémica no penetran la barrera hemato-encefálica en ningún grado significativo, por lo tanto, las células malignas
dentro del sistema nervioso pueden proliferar a pesar de que los pacientes tengan una respuesta sistémica o remisión
de su cáncer11,12. En segundo lugar, el
Reporte de Casos
surgimiento de la resonancia magnética
nuclear ha ayudado al diagnóstico de la
CM lo cual ha contribuido a incrementar
también la incidencia de dicha enfermedad.
La incidencia de CM entre todos los pacientes con cáncer es de un 8%13,10. Sin
embargo, otros estudios han re-evaluado una incidencia superior. Las bases
de datos de las autopsias muestran
que el 19% de todos los pacientes con
cáncer desarrollan CM, de los cuales el
40% tuvieron citología de LCR normal
antes de fallecer13. La CM de tumores
sólidos aparece en enfermedades de
estadio avanzado cuando los pacientes
tienen metástasis sistémicas difusas. El
20% de los pacientes tiene CM aislada
mientras que el 30% la tiene concomitantemente con metástasis cerebrales o
epidurales14,15.
Cualquier tumor sólido puede metastizar
las leptomeninges; sin embargo, el melanoma14,15,16, el cáncer de pulmón y de
mamas tienen una alta predilección por
las leptomeninges. Aunque existen reportes de oligodendrogliomas, neurocitomas17 y hasta gliomas de bajo grado18.
Las lesiones cancerígenas que con menor frecuencia metastizan a las leptomeninges son los tumores de células escamosas de la cabeza y el cuello así como
el cáncer de de ovario y tiroides14,15.
Existen múltiples mecanismos por los
cuales las células de un tumor pueden
diseminarse al espacio subaracnoideo.
Una vez que las células tumorales ganan
acceso al LCR hay una comunicación
directa con todo el espacio subaracnoideo.
Las células tumorales son arrastradas
por el flujo del LCR, depositándose mayormente a nivel de la base del cráneo
y la columna. Estas células pueden diseminarse por vía hematógena para envolver el parénquima y el plexo coroides.
Una vez implantadas pueden romper las
leptomeninges sembradas con micrometástasis.
Sin embargo, no todos los pacientes tienen metástasis concomitantes del SNC
o el plexo coroides sugiriendo que puede haber otro mecanismo. Revisiones
patológicas detalladas no han podido
demostrar células tumorales dentro de
la luz de las arterias de la vasculatura
leptomeníngea; por lo que se mantiene
improbable la diseminación hematógena
a través de las arterias leptomeningeas.
En la leucemia, las células malignas entran al espacio subaracnoideo a través
de las finas paredes de las venas micros-
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cópicas en la membrana aracnoidea y se
siembran en las meninges19. Las células
malignas además se extienden a los espacios de Virchow-Robin. Mecanismos
similares pueden darse en los tumores
sólidos verdaderos6.
La extensión directa o por contigüidad
es un segundo mecanismo a través del
cual ocurre la invasión al espacio subaracnoideo. Esta puede ocurrir por diseminación paravertebral a lo largo de las
raíces espinales, la invasión de los espacios perineurales por el foco primario,
los nódulos linfáticos cervicales comunicándose directamente con el espacio
subaracnoideo y el crecimiento tumoral
al espacio subdural. Además se han
propuesto la extensión desde el plexo de
Batson y la diseminación perivenosa de
las metástasis de la médula ósea9. Las
craneotomías de fosa posterior para la
resección de metástasis parece ser un
factor de riesgo para el desarrollo de la
CM, probablemente por la proximidad
de la lesión con los espacios de LCR20,21.
Lo característico en la CM son los signos
y síntomas neurológicos multifocales.
Los síntomas pueden dividirse en: Los
propios del SNC, los provocados por
neuropatías craneales o los que son por
afecciones medulares/radiculares. Los
mecanismos por los cuales la CM causa
signos y síntomas neurológicos, se incluyen: la obstrucción del flujo o drenaje
de LCR con el resultante incremento de
la presión intracraneal (PIC). La irritación
meníngea, o los signos focales por la invasión local o irritación cerebral, nervios
craneales, médula espinal o nervios raquídeos. La CM puede causar infarto cerebral por una vasculopatía cerebral; los
cambios en el metabolismo cerebral y la
reducción en el flujo sanguíneo cerebral,
pueden causar una encefalopatía difusa. Los síntomas neurológicos aislados
ocurren en el 30-53% de los pacientes
con CM9,14, siendo los más frecuentes los
propios del SNC y los mielorradiculares.
La afección multifocal se ve en el 4080% de los casos9,14.
Los signos y síntomas más frecuentes
son:9,14
La cefalea, cambios de conducta, nausea/vómitos, alteraciones de la marcha,
episodios de pérdida transitoria del conocimiento, vértigos, diplopía, perdida
visual, disartria, disfagia, hipoacusia,
dolor cervical o de espalda, dolor radicular, parestesias, debilidad, trastornos
esfinterianos.
La demostración definitiva de CM se
basa en la verificación de células neoplá-
sicas en el LCR. La primera PL demuestra una citología neoplásica positiva en
el 50% de los casos. Esta cifra aumenta
hasta el 90% en la tercera PL y en laboratorios experimentados. Se puede
realizar una determinación de marcadores tumorales en el LCR, que ayuda en
la evolución global diagnóstica y, si son
positivos o elevados, facilitan el seguimiento de la respuesta al tratamiento,
aunque no sustituyen a la citología22-25.
La RM es la técnica de imagen más
sensible, pudiendo visualizarse una
captación de contraste por las leptomeninges26. Puede demostrar, además,
metástasis parenquimatosas (muy frecuentes en el melanoma) y nódulos por
acumulación de células neoplásicas en
el espacio subaracnoideo. La captación
de contraste por las leptomeninges no
es, sin embargo, patognomónica de
CM.
En general, la estrategia terapéutica consiste en administrar radioterapia local dirigida a las zonas sintomáticas. Además,
la radioterapia puede ayudar a restaurar
la dinámica del flujo del LCR en caso de
hidrocefalia, ya que la presencia de células neoplásicas puede provocar la obstrucción de las granulaciones aracnoideas dentro del espacio subaracnoideo,
dando lugar a hidrocefalia obstructiva27.
La quimioterapia intratecal es efectiva
en la mayoría de los casos, ya que, utilizando reservorios de Ommaya, puede
alcanzarse mayores concentraciones
de los fármacos en LCR, produciendo
mayor efecto y menor toxicidad.28 En el
caso de nuestro paciente, el curso rápidamente progresivo del cuadro impidió
que recibiera tratamiento.
La CM es una complicación que aparece en torno al 8% de los pacientes con
cáncer, pudiendo ser la primera manifestación del mismo hasta en el 20% de los
casos4. Una vez el tumor alcanza las leptomeninges hay una diseminación multifocal o difusa facilitada por el LCR. Con
preferencia, las zonas leptomeníngeas
de depósito neoplásico son las cisternas
basales, la cisura de Silvio, la región hipocámpica y la cola de caballo. Debido
al carácter difuso de la diseminación leptomeníngea, el cuadro clínico resultante
es casi siempre la combinación de síntomas multifocales: cefalea, dolor local
o radicular (preferentemente en zona
lumbosacra), déficit motores o sensitivos
de distribución radicular, afectación de
pares craneales, alteración de funciones
superiores y, con menor frecuencia, alteración del control de los esfínteres4.
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Revista Chilena de Neurocirugía 39: 2013
La demostración definitiva de CM se
basa en la verificación de células neoplásicas en el LCR. La primera PL demuestra una citología neoplásica positiva en
el 50% de los casos. Esta cifra aumenta
hasta el 90% en la tercera PL y en laboratorios experimentados. Se puede realizar una determinación de marcadores
tumorales en el LCR22, que ayuda en la
evolución global diagnóstica y, si son positivos o elevados, facilitan el seguimiento de la respuesta al tratamiento, aunque
no sustituyen a la citología25.
La RM es la técnica de imagen más
sensible, pudiendo visualizarse una
captación de contraste por las leptomeninges26. Puede demostrar, además,
metástasis parenquimatosas (muy frecuentes en el melanoma) y nódulos por
acumulación de células neoplásicas en
el espacio subaracnoideo. La captación
de contraste por las leptomeninges no
es, sin embargo, patognomónica de
CM23.
En general, la estrategia terapéutica consiste en administrar radioterapia local dirigida a las zonas sintomáticas. Además,
la radioterapia puede ayudar a restaurar
la dinámica del flujo del LCR en caso de
hidrocefalia, ya que la presencia de células neoplásicas puede provocar la obstrucción de las granulaciones aracnoideas dentro del espacio subaracnoideo,
dando lugar a hidrocefalia obstructiva27.
La quimioterapia intratecal es efectiva
en la mayoría de los casos, ya que, utilizando reservorios de Ommaya, puede
alcanzarse mayores concentraciones
de los fármacos en LCR, produciendo
mayor efecto y menor toxicidad9,24. En el
caso de nuestro paciente, el curso rápidamente progresivo del cuadro impidió
que recibiera tratamiento.
Conclusiones
La CM es una complicación que aparece en torno al 8% de los pacientes con
cáncer, pudiendo ser la primera manifestación del mismo hasta en el 20% de los
casos4. Una vez el tumor alcanza las leptomeninges hay una diseminación multifocal o difusa facilitada por el LCR. Con
preferencia, las zonas leptomeníngeas
de depósito neoplásico son las cisternas
basales, la cisura de Silvio, la región hipocámpica y la cola de caballo. Debido
al carácter difuso de la diseminación leptomeníngea, el cuadro clínico resultante
es casi siempre la combinación de síntomas multifocales: cefalea, dolor local
o radicular (preferentemente en zona
lumbosacra), déficit motores o sensitivos
de distribución radicular, afectación de
pares craneales, alteración de funciones
superiores y, con menor frecuencia, alteración del control de los esfínteres4.
La demostración definitiva de CM se
basa en la verificación de células neoplásicas en el LCR. La primera PL demuestra una citología neoplásica positiva en
el 50% de los casos. Esta cifra aumenta
hasta el 90% en la tercera PL y en laboratorios experimentados. Se puede
realizar una determinación de marcadores tumorales en el LCR, que ayuda en
la evolución global diagnóstica y, si son
positivos o elevados, facilitan el seguimiento de la respuesta al tratamiento,
aunque no sustituyen a la citología5.
La RM es la técnica de imagen más
sensible, pudiendo visualizarse una captación de contraste por las leptomeninges6. Puede demostrar, además, metástasis parenquimatosas (muy frecuentes
en el melanoma) y nódulos por acumulación de células neoplásicas en el espacio subaracnoideo. La captación de
contraste por las leptomeninges no es,
sin embargo, patognomónica de CM.
En general, la estrategia terapéutica consiste en administrar radioterapia local dirigida a las zonas sintomáticas. Además,
la radioterapia puede ayudar a restaurar
la dinámica del flujo del LCR en caso de
hidrocefalia, ya que la presencia de células neoplásicas puede provocar la obstrucción de las granulaciones aracnoideas dentro del espacio subaracnoideo,
dando lugar a hidrocefalia obstructiva27.
La quimioterapia intratecal es efectiva
en la mayoría de los casos, ya que, utilizando reservorios de Ommaya, puede
alcanzarse mayores concentraciones
de los fármacos en LCR, produciendo
mayor efecto y menor toxicidad 28. En
el caso de nuestra paciente el curso rápidamente progresivo del cuadro, y la
negativa familiar impidió que recibiera
tratamiento.
El tratamiento de la CM se mantiene
controversial y no existen normas establecidas en la literatura. Esta enfermedad
tiene un mal pronóstico y un desenlace
fatal a pesar de la terapia agresiva29,30.
Recibido: 22 de febrero de 2013
Aceptado: 30 de marzo de 2013
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Correspondencia a:
Dr. Eddy Leandro Almira Suárez
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