UN EJÉRCITO EUROPEO. ¿SUEÑO O REALIDAD? LA NECESIDAD DE UNA MAYOR IMPLICACIÓN. Autor: Germán Facenda Sardá Academia General Militar – Departamento de Ciencia Militar E-mail: gfacsar@et.mde.es Resumen: La próxima autosuficiencia energética norteamericana, gracias al fracking, así como su mirada hacia el Este obliga a la Unión Europea a participar más activamente acorde a su potencial económico. Garantizar su integridad territorial, a las personas o participar en operaciones bajo el mandato de la ONU va más allá que una mera acumulación de fuerzas según el interés temporal de cada país. En una época donde los presupuestos de defensa decrecen de forma alarmante y las capacidades críticas cada vez son más caras parece razonable tener un único presupuesto de defensa europeo sin perder de vista la necesaria coordinación con la OTAN. Para ello, es conveniente ceder soberanía de los estados miembros en materia de Defensa siendo ésta complementaria a unos intereses nacionales que, rara vez, son compatibles con los de la Unión Europea. Nota biográfica: Nacido en Tarragona el 2 de diciembre de 1966, casado y con dos hijos. Egresado de la Academia General Militar en el año 1992 como teniente de Caballería, actualmente es el jefe del departamento de Ciencia Militar de la AGM. Diplomado de Estado Mayor y de Educación Física, cursa el último año del grado de Geografía e Historia por la UNED. Palabras clave: Fracking, soberanía, presupuestos, capacidades, ejército, comercio, seguridad, fronteras. INTRODUCCIÓN Recientemente, el secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, aseguró que la crisis con Rusia ha provisto un momento de lucidez a los socios de la OTAN, a quienes pidió mayores compromisos para aumentar la inversión militar. Recomendaba aumentar el gasto en defensa sin olvidar las necesidades de equilibrio fiscal, por lo que propuso que en el futuro las reuniones ministeriales de la Alianza Atlántica incluyan a titulares de Finanzas y responsables presupuestarios. Estados Unidos, inmerso como la Unión Europea (UE), en recortes de gasto y austeridad fiscal y tras más de una década de guerras en Irak y Afgan- 1 istán quiere reequilibrar su balanza fiscal, entre otros parámetros. Para Hagel, uno de los grandes obstáculos que han impedido mejorar la inversión en defensa ha sido la sensación de que el fin de la Guerra Fría ha venido acompañada de un ’fin de la historia’ y el fin de la inseguridad, al menos en Europa. Pero para el jefe del Pentágono, la crisis a propósito de Ucrania ha dejado claro el valor de la OTAN, y es que Europa todavía vive en un mundo peligroso y que la paz se asegura con una creíble disuasión del poder militar. “La Alianza no se puede permitir que las más grandes economías europeas y aquellos aliados con capacidades más avanzadas no incrementen sus inversiones en defensa", afirmó Hagel. A estas declaraciones deberían añadirse la de la ministra alemana de Defensa, Úrsula von der Leyen, que manifestó en una entrevista al semanario germano "Der Spiegel" que no descarta en el futuro la creación de un ejército europeo como una consecuencia lógica de la cada vez más estrecha cooperación militar entre los países de la Unión Europea. La ministra alemana también basó su reflexión en la dificultad creciente que tendrán los estados para afrontar el gasto que supone la partida militar en los presupuestos nacionales. Sin embargo, la ministra del gabinete dirigido por la canciller Angela Merkel descartó que este paso se pueda producir en un futuro cercano. "Hasta llegar a ese punto quedan todavía por recorrer muchos pasos previos. Lo único claro en el caso de que se produzca es que los parlamentos deberán conservar su derecho de intervención", explicó Von der Leyen. 1.- ¿HAY UN EMBRIÓN PARA SU CREACIÓN? Para determinar las capacidades militares necesarias, la UE estableció un mecanismo que consistía en elaborar un Catálogo de Requisitos (identificar las capacidades que se necesitan para cumplimentar el objetivo establecido), que se compararía con un Catálogo de Fuerzas (las capacidades que ofertan los EEMM), todo lo cual daría lugar a un Catálogo de Progreso (comparar necesidades con ofertas para así identificar carencias). Se crean además durante estos años las estructuras de gestión de crisis necesarias para planear y dirigir la PCSD y las operaciones militares de gestión de crisis (el Comité Militar de la UE y el Estado Mayor de la UE), tanto desde el punto de vista político como militar. La entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la PESD se transforma en PCSD, abriéndose una puerta a la definición progresiva de una política común de defensa de la Unión, con pleno respeto a los compromisos OTAN. Y de este forma, en el año 2004 se crea la Agencia Europea de Defensa (EDA) con la misión de asistir al Consejo y a los EEMM en su esfuerzo por mejorar las capacidades de defensa de la UE, facilitando y en cierta medida armonizando su desarrollo. La Agencia pretende sobre todo influir en los planes nacionales de desarrollo de capacidades; promover el desarrollo en cooperación de las capacidades identificadas como necesarias; y tratar de optimizar tanto la 2 industria como el mercado europeo de defensa. En algunos foros se habla de la EDA como el germen de un Ministerio Europeo de Defensa. En el año 2006 el Comité Director de la EDA, aprueba el denominado “Plan de Desarrollo de Capacidades” (CDP) con el objetivo de influir en los planes nacionales de desarrollo de capacidades, para que los EEMM desarrollen las capacidades que necesita la UE para sus operaciones militares de gestión de crisis. El posterior desarrollo de estas capacidades se puede hacer bien individualmente por un Estado Miembro, de forma bilateral o multilateralmente, y es aquí donde la Agencia actúa como catalizador, como punto de encuentro. Con la idea de promover el desarrollo de capacidades entre varios, se articulan herramientas como la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) o como el “Pooling & Sharing” (P&S). El Tratado de Lisboa (TdL) introduce la PESCO en el ámbito de la cooperación militar, con la idea de promover entre aquellos EEMM que se comprometan, acometer de forma más intensa el desarrollo de sus capacidades de defensa, armonizando la determinación de necesidades militares, poniendo en común y en su caso especializando sus medios y capacidades. En este caso se trata de cooperar entre varios EEMM (número flexible), “poniendo en común y utilizando” o bien “compartiendo” capacidades militares, lo que debería dar como resultado mayor disponibilidad, mejora en eficacia/coste, en interoperabilidad, y siempre de forma complementaria con la iniciativa OTAN denominada Smart Defence. Se puede decir que se ha creado el mecanismo teórico para identificar carencias, las capacidades que faltan. Se trata ahora de pasar de las palabras a los hechos y desarrollar esas carencias, que si se hace en común como se pretende con el P&S o la PESCO, implicaría pérdida de autonomía de decisión, e incluso en algunos casos cesión de soberanía, asunto siempre delicado en el ámbito de la defensa. 2.- MOTIVACIONES PARA CREAR UN EJÉRCITO EUROPEO. a.- Escenario económico norteamericano. Nuevos y vastos hallazgos de crudo y gas natural alrededor del mundo auguran una reducción de los precios unido a los cambios en la demanda también intensificarán la presión sobre la supremacía del petróleo. Por primera vez en sus 150 años de historia, el motor a combustión puede funcionar en forma eficiente con distintos combustibles, entre ellos el gas natural. Conforme estos combustibles alternativos empiezan a ser adoptados, el consumo global de crudo crecerá en forma más lenta y luego se estabilizará. Un alza en la producción de Estados Unidos debería convertir a ese país en un exportador neto en los próximos cinco años, gracias a la técnica del “fracking”. En octubre de 2013, el Departamento de Energía anticipaba que EE UU será ya este año el principal productor de petróleo y de gas natural del mundo, 3 con lo que supera a Rusia y Arabia Saudí. Por lo tanto, la atención de EE UU lo aproximará cada vez más hacia Asia. Pero este ajuste en el equilibro del poder en el mercado energético también puede afectar a la relación con Europa. b.- La mirada hacia el Sur. Problemas y un mercado de 200 millones de personas. Por otra parte, la Unión Europea ha dado un nuevo paso al frente para erradicar los graves problemas que amenazan a África, y también al continente europeo. «Reconociendo la importancia de las relaciones con África Occidental y Central –recoge en sus conclusiones oficiales–, el Consejo ha adoptado una Estrategia de la Unión Europea para el Golfo de Guinea para apoyar los esfuerzos regionales y de sus estados costeros para superar los muchos desafíos que plantean la inseguridad marítima y el crimen organizado». Esta nueva estrategia europea para África se convierte en la tercera de ámbito regional, tras las referidas al Sahel y al Cuerno de África, y pone de manifiesto la importancia que la Unión Europea otorga a la seguridad marítima. El compromiso adquirido quedó plasmado en los tres documentos aprobados, por unanimidad, en la Cumbre: - Código de Conducta, que concierne a la erradicación de la piratería, los actos criminales contra buques y las actividades ilícitas en África Occidental y Central. - Memorándum de Entendimiento sobre Seguridad Marítima y la Seguridad en África Occidental y Central, que establece un acuerdo entre las tres organizaciones regionales para desarrollar un plan de acción que materialice el Código de Conducta. - Declaración (conjunta) de los Jefes de Estado y Gobierno del África Occidental y Central, sobre las acciones necesarias para garantizar la seguridad marítima en los espacios comunes del Golfo de Guinea. En ella, destaca el compromiso de los Estados de trabajar por la promoción de la paz, la seguridad y la estabilidad en su zona marítima; así como de promover actividades encaminadas a incrementar la cooperación, la coordinación, y la interoperabilidad de sus recursos estatales. En cuanto a la forma de garantizar los intereses compartidos, la Estrategia se centra en la necesidad de fortalecer las economías e instituciones de los países del Golfo de Guinea sobre la base del consenso, la capacitación y el respeto al liderazgo africano, así como de la coordinación entre los programas dirigidos al desarrollo y la seguridad regionales. Por otra parte, la Unión Europea subraya la importancia de garantizar un espacio seguro donde se pueda optimizar la explotación de los recursos naturales, incrementar el comercio de bienes y servicios, y fomentar un mercado de exportaciones –del que la Unión Europea es hoy el mayor cliente– para acelerar el crecimiento económico regional. Respecto a las amenazas que enfrentan las regiones de África Occidental 4 y Central, la Unión Europea centra el foco de interés en aquellas que pueden socavar los avances experimentados en el ámbito económico que, según los países, se combinan con la fortaleza o la debilidad de la gobernanza estatal. Entre ellas, destacan el crimen organizado, la piratería y el asalto armado en el mar, el tráfico ilícito de petróleo, la pesca ilegal o, por último, la incidencia negativa que los altos ratios de desempleo tienen sobre cada una de estas amenazas contra la seguridad regional. c.- Exiguos presupuestos de Defensa Por otra parte, los gastos en defensa de los 26 (se excluye Dinamarca) alcanzan prácticamente los 200.000 millones de euros anuales. La suma del Reino Unido, Francia y Alemania, es casi dos tercios de todo el gasto de los 26, y si sumamos a España e Italia nos acercamos al 80% del total de los 26. Prácticamente el 95% del gasto en defensa de los Estados Miembros (EEMM) de la UE es simultáneamente gasto de defensa OTAN. En este sentido cualquier proyecto conjunto que no cuente con alguno de los tres grandes será poco relevante; Por otra parte, los costes derivados del desarrollo y adquisición de capacidades son asumidos exclusivamente por los EEMM, sin ningún apoyo de la UE, por lo que parece perfectamente legítimo que los intereses y prioridades de estos EEMM se antepongan a los de la UE. Las misiones civiles de gestión de crisis son financiadas con el presupuesto PESC; pero cuando hablamos de operaciones militares, los Tratados no permiten ninguna financiación. En este asunto y con el modelo actual es prácticamente impensable que un Grupo de Combate /Battle Group pueda desplegar si los gastos derivados han de ser asumidos por el país/países que aporta/n los medios (normalmente una nación marco y dos o tres que apoyan). d.- Carencias de capacidades No es descartable que las carencias identificadas y las capacidades a desarrollar tanto en la UE como en la OTAN sigan la misma línea, y considerando que las operaciones de la UE son a priori de menor intensidad, las capacidades deberían servir mayoritariamente para las operaciones de gestión de crisis. Si además recordamos que el Tratado de Lisboa (TdL) abre la puerta a progresar hacia una defensa europea, instrumentos como la PESCO o el P&S (pooling and sharing), que no necesitan de la participación de todos los EEMM, y que además podrían admitir la participación de terceros, deberían ser perfectamente adecuados para desarrollar capacidades militares en sintonía y convergencia con la OTAN. e.- Relación OTAN / UE. Áreas de responsabilidad La UE debería estar en condiciones de actuar de forma autónoma como Europa, en un marco de organizaciones “separables pero no separadas” en temas de defensa. De esta forma la UE se podría considerar como el pilar europeo de la OTAN (con el que podrían colaborar el resto de EEMM), teniendo capacidad autónoma de llevar a cabo operaciones militares de gestión de crisis (como pudo 5 haber sido el caso de Libia). Para avanzar en esta línea, las posturas de París (más proclive a una dimensión europea de la defensa), de Londres (más por una dimensión OTAN) y de Berlín (con poco interés en temas de defensa), se deberían de alinear de alguna forma, pues los tres deberían conformar el referente político para avanzar en todo este proceso. De todas formas, también se puede pensar que el euro y, por ende, la moneda también ha sido un espacio tradicional de fuerte sentimiento de soberanía, lo cual no ha impedido el euro haya sido un éxito (a pesar de la crisis reciente), que los EEMM que lo tienen lo sienten como muy suyo, a pesar de estar compartido. No se trata por tanto de imponer que estén todos, sino de reflexionar si hay otras posibles alternativas para avanzar. 3.- OBSTÁCULOS PARA LA CREACIÓN DE UN EJÉRCITO EUROPEO. a.- Escenario político en la UE. No obstante, en la UE existen dos tipos de política; aquellas donde las instituciones tienen competencias y, por otra, las regidas por un tipo “intergubernamental”, como es el caso de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC). En las políticas intergubernamentales manda el Consejo, lo que es decir los Estados Miembros (EEMM), y así la PESC está sometida a unas reglas propias y diferentes al resto de políticas comunitarias, incluidas incluso aquellas que tienen vocación de acción en el exterior (desarrollo y cooperación, ayuda humanitaria, etc). Dentro de la PESC, la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) facilita a la Unión capacidad operativa para actuar, haciendo uso de recursos tanto civiles como militares. Hay que añadir además que la gestión de la crisis ha demostrado que la Unión Europea (UE) tricéfala, dirigida por el Consejo, la Comisión y el Parlamento Europeo, tiene dificultades para orquestar respuestas consensuadas ante problemas graves donde se enfrentan varias voces. A pesar de los continuados pasos en el proceso de integración, la deriva económica provocó que fuera el Consejo Europeo, el organismo que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 Estados miembros, el que marcó las directrices políticas que sacarían a la UE de la crisis. b.- Operaciones militares de la UE y dificultades de desarrollo En las operaciones militares de gestión de crisis, se puede observar que entre el nivel de ambición, y la realidad de las operaciones sobre el terreno, hay un cierto desequilibrio. Las operaciones militares de la UE han sido mayoritariamente de un calado bastante limitado, siendo ALTHEA la misión de la UE en Bosnia Herzegovina que relevo a la misión SFOR de la OTAN la de mayor tamaño (inicialmente eran 7.000 efectivos, y actualmente son 600). En primer lugar existe una clara brecha entre el nivel de ambición fijado 6 y lo que se está dispuesto a hacer. A esta difusa “bipolaridad” en la postura de los EEMM, se suma la falta de objetivos claros en asuntos propios de defensa a nivel europeo y la falta de compromiso real de los EEMM, tanto en contribuciones para operaciones como en desarrollo de capacidades. Cuando los intereses de los EEMM no son convergentes con los propuestos por Bruselas, priman los nacionales. No obstante, para cualquier EEMM se podría plantear qué grado de cesión de soberanía y autonomía de actuación en aras de ser más eficaces, más eficientes y sobre todo comulgar con la UE pero teniendo en sus propios intereses nacionales (que pueden estar basados en la percepción de riesgos y amenazas no compartidas), y consideran que deben conservar esa “capacidad autónoma” de actuación, y para ello deben tener los medios y capacidades propias necesarias. Si la UE quiere seguir haciendo operaciones militares de gestión de crisis como las realizadas hasta la fecha, con las capacidades militares existentes, tiene más que suficiente y no se puede decir que tenga carencias importantes. El único problema es que los EEMM que tienen estas capacidades, las quieran poner a disposición de la UE, y además asumiendo además los costes derivados. c.- La industria de defensa La industria de defensa deja de ser un elemento clave en el desarrollo de capacidades y sigue totalmente fragmentada. La EDA trabaja en una base industrial y tecnológica y en un mercado europeo de la defensa, que racionalice de alguna forma la situación actual, pero se encuentra de frente con los intereses nacionales (soberanía, seguridad de suministro, puestos de trabajo, salvar mi industria nacional, etc). Además, en un escenario de presupuestos a la baja, donde el pensamiento de las capitales va más hacia - lo poco que tengo me lo gasto en “mis capacidades” y en “mi industria”, que no es el momento de experimentar en proyectos comunes que no se sabe muy bien quien y donde se desarrollarán. Aquí, y éste es un asunto de enorme calado, es necesario encontrar una solución donde todos ganen de forma tangible; si van a ganar unos a costa de otros, la industria europea de defensa no despegará y las industrias nacionales continuarán su declive, perdiendo influencia y mercado ante la industria americana y las de las potencias emergentes. d.- Carencia de objetivos comunes Así, es paradójico que los EEMM defienden desde Bruselas una actuación europea de carácter post-moderno (driven by principles) como supuesto actor global, cuando esos mismos EEMM se comportan desde las capitales siguiendo criterios de estado-nación (driven by interests) y no aportan los medios necesarios ni se comprometen a un desarrollo común y compartido de capacidades. Hay una cierta divergencia entre los principios que declaramos y los intereses que defendemos, entre lo que decimos que queremos hacer y lo que realmente estamos dispuestos a hacer. Si la UE quiere ser un actor global, y actuar con criterios post-modernos 7 en el orden internacional, además de la diplomacia, el multilateralismo, etc, necesita dotarse de un instrumento militar creíble, y que además podría usar de forma autónoma. Además, una Europa de la defensa bajo la fórmula de separable pero no separada, permitiría hacer frente a los compromisos que el 94% de la población de la UE tienen en el marco de la OTAN, así como a los que se le presenten a la UE en su rol de actor global. Para todo esto es necesario avanzar en temas como la cesión de soberanía, la industria de defensa, la financiación, con vistas a ser mucho más eficaces y eficientes, y como dice la propia EES más capaces. Es de señalar que los estados miembros tampoco comparten en bloque una visión sobre lo que debe ser el papel de la UE en el mundo y las diferencias de cultura estratégica que hay entre cada país fragmentan la concepción de la defensa y la seguridad en prácticamente veintiocho piezas difícilmente encajables en el “puzle común”. Por poner algunos ejemplos, Francia y Gran Bretaña no dudan en usar su fuerza para satisfacer sus intereses geoestratégicos, mientras que Alemania tiene esa posibilidad vetada constitucionalmente. De hecho, hay que dudar si realmente existe un “interés común europeo”. No olvidemos que Francia y Gran Bretaña pueden tener intereses comerciales intraeuropeos comunes pero por ejemplo en África son grandes competidores que buscan evitar el avance de la zona de influencia del otro. De todo ello resulta la falta de entusiasmo y voluntad política que han mostrado las misiones que ha enviado la UE. e.- Renacionalización Las competencias “duras” en materia de seguridad y defensa siguen estando en manos de los estados, por lo que la PESD/PCSD es una suerte de cooperación intergubernamental en el seno del Consejo en materia de seguridad y defensa. Cada asunto genera un debate y de ese debate saldrá una decisión, que según lo tratado puede ser radicalmente diferente a lo anteriormente hecho. Esta forma de actuar y decidir impide que terceros puedan prever como actuará la UE ante la aparición de una nueva crisis internacional ¿Enviará fuerzas, será civil, qué alcance tendrá? Etc. Como reveló el cisma provocado por la guerra de Irak (donde un grupo de estados liderado por Gran Bretaña apoyó la posición norteamericana frente a la radical oposición del bloque liderado por Francia y Alemania), los estados europeos no tienen unos intereses compartidos en materia de seguridad y defensa. Esta división entre “atlantistas” y “europeístas” divide las lealtades en el seno de la UE y hace cuasi imposible una posición común. A ello, además hay que sumarle que seis estados miembros tienen una posición neutral marcada en sus constituciones. A esto hay que añadir que la crisis económica impide siquiera plantearse en la actualidad este tema, además el cierto repliegue a lo nacional que esta situación ha provocado, unido a la creciente desconfianza hacia la UE que los ciudadanos de los países más afectados por las políticas de austeridad que im- 8 pone Europa están teniendo, empuja a no considerar éste como un momento propicio para iniciar un proyecto tan delicado. 4.- ¿QUÉ TIPO DE FAS EUROPEAS QUEREMOS? La apuesta de la UE por un mundo donde impere un “multilateralismo eficaz” se enmarca en su concepción de un sistema internacional normativo pudiendo complementarse con un ejército europeo capaz de intervenir en cualquier tipo de misión, en cualquier parte del mundo y en cualquier momento. Sin embargo, actualmente, solo Francia y Gran Bretaña pueden aspirar mínimamente a tener voz en los foros internacionales. Viéndolo desde otra perspectiva, solo si la UE diseña unas fuerzas armadas propias podrá realmente dar pie a un “multilateralismo eficaz” donde las potencias están mutuamente obligadas a ponerse de acuerdo sobre las intervenciones en zonas de crisis. La interposición de fuerzas o la diplomacia en ocasiones no sirven, y si no véase el ejemplo de Ruanda en 1994 donde ya había fuerzas de Naciones Unidas pero su inoperancia permitió que el genocidio se llevara a cabo ante sus ojos. Es evidente que una intervención militar a gran escala en un tiempo corto habría frenado notablemente la carnicería que supuso el exterminio de los Tutsis. Más bien significa que una parte de las Fuerzas Armadas Nacionales de determinados estados europeos ya ha empezado a trabajar conjuntamente, lo que en cierta manera las “europeiza” y favorece cauces para una integración futura. Además, “de la misma manera, la UE ha ido dotándose de estructuras institucionales y procesos administrativos para poder formular y ejecutar [la PESD/PCSD]. a.- El “libro blanco de la defensa” europeo Una de las grandes dificultades para crear una verdadera política de seguridad y defensa europea es la enorme heterogeneidad de culturas estratégicas existentes entre los diferentes estados europeos. Esto impide tener una agenda común y no permite que la UE tenga identificadas claramente las amenazas que busca combatir, los riesgos que quiere evitar y como quiere hacerlo, pues cada estado tiene su receta propia. Ello, además de ser un bloqueo para constituir una política común de verdad en este ámbito, hace que la UE vague en el mundo sin un rumbo fijo pues al final cada estado decide en qué sentido tirar. Así pues se impone como necesario que la UE, en ausencia de unas fuerzas armadas propias cree un cuerpo doctrinal en lo estratégico, operacional y táctico para guiar las actuaciones de las fuerzas armadas nacionales en un “sentido europeo”. Así pues se requiere que la Comisión Europea, al igual que en otros ámbitos ya lo ha hecho, se encargue de redactar un libro blanco de la defensa que sirva de guía para que la UE actúe en el mundo reflejando su visión respecto a las Relaciones Internacionales. Como potencia, la UE debe representar una vía intermedia entre el poder blando que hasta ahora ha exhibido y un poder duro. Defender un mundo 9 de normas que respete los Derechos Humanos y la democracia no es incompatible con un fuerte potencial militar, al contrario, de cuantos más recursos se disponga en este sentido más capacidad se tendrá para defender estos valores: - Primacía de los derechos humanos. - Crear espacios seguros para que las poblaciones puedan en libertad elegir una autoridad política legítima. - Un multilateralismo eficaz (actuar conforme a un mandato de Naciones Unidas). - Focalización regional (frente a un enfoque estatal, considerar que las fronteras no frenan los desastres). El tema fundamental debería ser el político, es decir, resolver la falta de compromiso y voluntad de los estados para que la PCSD sea una verdadera política común de seguridad y defensa. Recientes acontecimientos como las primaveras árabes y su degeneración en muchos casos en guerras civiles en el vecindario europeo o el reequilibrio estadounidense hacia la región de Asia Pacífico deben hacer reflexionar a Europa pues sus intereses van en ello. Además los recortes que están sufriendo todos los sectores, incluido el militar, parecen sumir al continente en una crisis tanto económica como política cuya depresión amenaza con hundir el peso fragmentado pero potencialmente existente que tiene Europa en el mundo. Este ejército permitiría a la UE combinar su apuesta por el normativismo, el multilateralismo y la defensa de los Derechos Humanos y la democracia con una capacidad y unos medios reales para intervenir en cualquier parte del mundo en operaciones que abarquen todo el arco de posibilidades (desde las más exigentes y “duras” a las más blandas que podrían requerir tan solo una misión civil). Que la UE disponga de unas capacidades militares propias apoyadas por una política de seguridad y defensa sólida no implica que se convierta en una potencia al estilo estadounidense. Por su propia composición, sus veintiocho miembros cada uno con su propia idiosincrasia política, y su diseño democrático, los órganos de decisión europeos son elegidos directa o indirectamente por los ciudadanos, el control final del rumbo de la Unión recae en sus ciudadanos. La ciudadanía europea tiene en sus manos votar a unos dirigentes que hagan de la UE una unión social y democrática cuyo papel en el mundo difiera del tradicional ejercido por las potencias clásicas sirviendo de ejemplo para las mismas con el objetivo de reforzar una sociedad internacional basada en el estado de derecho. b.- ¿Un ejército federal o unas fuerzas complementarias a las nacionales? Las dos opciones más plausibles para disponer de un ejército propio son: por un lado, un ejército que sea una unión temporal de las aportaciones de las Fuerzas Armadas de varios países y que siga más o menos en la línea de las actuales organizaciones militares internacionales de la ONU o la NATO o en una versión más integrada de las naciones como el Eurocuerpo. Los países delegan 10 más o menos parcialmente su autoridad sobre unas unidades pero esas unidades nunca dejan de ser parte de los ejércitos de los estados. Es decir, cada militar con su uniforme nacional propio y una boina común europea, por ejemplo. La otra posible opción es un Ejército Europeo bajo control del Parlamento Europeo que substituya los actuales ejércitos europeos. Siguiendo con el símil anterior, cada militar con un uniforme común, bandera e himno con el consiguiente cesión de soberanía. En el nuevo marco en el que nos encontramos, las tareas de las Fuerzas Armadas podrían ser: - Garantizar la supervivencia de esa unión política mediante la defensa de sus fronteras (defensa territorial) y la defensa de los valores comunes recogidos en el artículo 2 de su Tratado fundamental, el Tratado de Lisboa (Pacto Social) - Controlar posibles invasiones demográficas o infiltraciones. - Dar soporte y cobertura a las acciones humanitarias en el extranjero que el Gobierno lleva a cabo. - Dar soporte y cobertura a las acciones humanitarias o no, bajo mandato de la ONU. - Actuar como soporte u organización logística interna en caso de desastre natural o graves problemas sociales (epidemias, saqueos). 11