/ REVISTA HISTORIA NAVAL Año VIII Núm INSTITUTO DE HISTORIA ARMADA Y CULTURA ESPAÑOLA NAVAL 31 INSTITUTO DE HISTORIA ARMADA Y CULTURA NAVAL ESPAÑOLA REVISTA DE HISTORIA NAVAL Año VIII 199O Núm 31 REVISTA DE HISTORIA NAVAL CONSEJO REcroR: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Federico Fer nando Bordejé y Morencos, contralmirante. Presidente: Vicepresidente y Director: José D. Cervera Pery, coronel auditor de la Armada. Vocales: Secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Anto nio Meirás Bahamonde, capitán de navío. Redacción: María Vigón Tabar, María del Pilar San Pío Aladrén, Lola Higueras Rodríguez, Hugo O’Donnell y Duque de Estrada. Isabel Hernández Sanz. Administración: D.Antonio García Pereira, capitán de Intendencia de la Armada, y D. Paloma Moreno de Alborán Calvo. DIREccIÓN Y ADMINISTRACIÓN: Museo Naval—Montalbán, 28014 Madrid (España). 2. IMPRIME: Servicio de Publicaciones de la Armada. Publicación trimestral: cuarto trimestre 1990. Precio del ejemplar suelto: 650 pta5. Suscripción anual: España y Portugal: 2.400 ptas. Resto del mundo: 30$ USA. Depósito legal: M. 16.854-1983. ISSN-02 12-467X. NIPO: 098-90-003-6. Printed in Spain. CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval. SUMARIO Págs. NOTA EDITORIAL . 5 Francisco Javier de Salas. Un centenario olvidado, por José Cer vera Pery7 Las campañas navales de la Primera Guerra Púnica, por Julio Al bert Ferrero19 Pizarro, por Eric Beerman43 El Imperio español en el Marruecos atlántico. Los corsarios moris cos de Rabat-Salé durante el siglo xvii, por Francisco Sánchez Ruano57 El Brigadier de la Real Armada e Ingeniero Director D. Joaquín M. Pery y Guzmán, por José Blanco Núñez75 Ingenios mecánicos para la Armada de Carlos V, por Ricardo Her nández Molina83 Documento95 Noticias Generales, por Lola Higueras Rodríguez99 La Historia Marítima en el Mundo, por M.’ Pilar San Pío Aladrén Recensiones105 103 COLABORAN EN ESTE NÚMERO José Cervera Pery es coronelauditor y periodista. Diplomadoen Tecnología de la Información yen Derecho Internacional. Miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una serie de libros de Historia Naval. Conferenciante y articulista, en la actualidad es jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval, y jefe del Servicio Histórico del Cuartel General de la Armada. Actual director de la REVISTADE HIsToRIA NAVAL. Julio Albert Ferrero es vicealmirante de la Armada en situación de reserva. Especialista en temas estratégicos, ha publicado numerosos trabajos en la REVISTA GENERAL DE MARINA, siendo igualmente colaborador de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Es presidente de la Asocia ción de Estudios del Mar. Erie Beerman es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Madrid y licenciado en estu dios latinoamericanos por la American University (Washington D. C.). Durante muchos años ha trabajado en archivos españoles y es miembro de numerosas sociedades españolas y nortea mericanas. Ha participado en congresos y simposios en España, Italia y Estados Unidos. Sus numerosas publicaciones se centran principalmente en las relaciones entre España y Estados Unidos, durante el siglo XVIII. Acaba de concluir un documentado estudio sobre el proceso y encarcelamiento de idejandro Malaspina. Francisco Sánchez Ruano, periodista y profesor de la Sociedad de Estudios Internacionales. Ha pronunciado conferencias en Universidades españolas sobre temas moriscos. Y también en cen tros de Investigación de Londres y París: Académie des Sciences d’Outremer. Presidente de la Asociación de Amigos de los Moriscos, ha realizado ponencias y seminarios sobre el papel de España como puente entre la civilización musulmana y occidente. Colaborador habitual en Omaya, revista de información hispano-árabe, así como en periódicos y revistas de amplia difu sión: Diario 16, El Independiente, El Sol, El Mundo, Dinero, etc. José Blanco Núñez es capitán de fragata e investigador naval; cuenta en su haber con numerosos trabajos y conferencias pronunciadas. Ha sido ponente en la Cátedra General Palafox, de Zara goza, y conferenciante en distintos seminarios de los organizados por el Instituto de Historia y Cultura Naval. En la actualidad está destinado en el Estado Mayor de la Defensa, en su gabinete de relaciones públicas. Ricardo Hernández Molina es licenciadDde Grado en Náutica, Sección Máquinas de la Escuela Superior de la Marina Civil, siendo el primer alumno que lee y aprueba la tesina de licenciatura con la calificación de notable. Actualmente está realizando su tesis doctoral, titulada Antece dentes históricos de la propulsión mecánica en España o el In genio de Blasco de Garay, en el Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universi dad de Cádiz. Su actividad docente se centra en la disciplina de Electricidad de la Escuela de Formación Marítimo-Pesquera de Huelva. NOTA EDITORIAL Históricamente en el campo de acción internacional, 1990ha resultado un año sorprendente, pero la actualidad no va a ser historia hasta que las pers pectivas se definan en el tiempo. Para nuestra REVISTA, el primer peldaño de la escala de los 90 ha sido también un peldaño ascendente, dentro de una línea definida de propósitos y objetivos. Un centenario olvidado, pero no por ello menos digno de recuerdo, el del marino historiador D. Francisco Javier de Salas, abre el número, muy diversi ficado en cuanto a contenidos y conceptos. De tal modo que puede pasarse de las campañas navales de las Guerras Púnicas —magnífico estudio que realiza el vicealmirante Albert— a las secuelas navales del siglo xviii, en el que José Blanco Núñez define el sentido de la obra de un marino creativo: D. Joaquín María Pery y Guzmán. También los moriscos de Rabat y Salé en sus acciones piráticas durante el siglo xvii centran la atención en el análisis del historiador Francisco Sánchez Ruano, y los ingenios mecánicos para la Armada de Car los Y, de Ricardo Hernández Molina, evidencian ya una premonición de acti vidades futuras. Eric Beerman, solvente hispanista, nos traza una original semblanza de Pizarro; para que el Documento, las Noticias Generales, la Historia Marítima del Mundo y las Recensiones de libros, todas ellas a través de sus redactores habituales, pongan el remate acostumbrado a este nuevo número, que sale en la hora de los balances y las revisiones. Porque históricamente, 1990—rema chamos— ha sido un año sorprendente. FRANCISCO JAVIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADO José CERVERA PERY Director de la Revista de Historia Naval El sentido de una vida. -- Marino y jerezano —lo que no es frecuente en los escalafones del Cuerpo—, el capitán de navío Francisco Javier de Salas —murió sin poder lucir los entorchados del generalato concedidos a última hora— encarna junto a Cesáreo Fernández Duro el prototipo del marino historiador y científico —legado directo del ilustrado español del siglo xviii— enmarcado con idénti cas virtudes, pero a tono con la época que viven, en la España del siglo XIX. Sus vidas son en cierto modo paralelas y en sus obras parece alcanzarse una conjunción de propósitos. Don Cesáreo nace dos años antes que D. Javier y muere bastantes años más tarde; pero juntos ingresarán en 1845 en aquella primera promoción del inaugurado Colegio Naval Militar de San Fernando, en el mismo edificio de la población naval de San Carlos, que desde 1913 albergó la moderna Escuela Naval Militar hasta su traslado a Marín, y en la que todavía se educan y forman los suboficiales de la Armada. El propio Fernández Duro, encargado por la Real Academia de la Historia de pronunciarel discurso necrológico de Francisco Javier de Salas, en la sesión de 17 de abril de 1990, daba noticia del ingreso de ambos en aquella savia nueva que bajo la denominación de Aspirantes de Marina agrupaba bastantes ape llidos vinculados de antiguo con la Armada, como Bustillo, Sopranis, Pardo de Figueroa, Uriarte, Pery, Aguirre, Manterola, Barreda, Al vear, Elizalde, etc... Puedo afir mar como testigo de vista —decía D. Cesáreo en su citado discurso— que uno de los jóvenes asistentesal curso inaugural del Colegio, sentó su plaza militare! 26 de marzo del citado año, respondiendo al nombre de D. Fran cisco Jíivier de Salas, natural de Francisco Javier. Retrato al óleo de Condov. Jerez de la Frontera. Cesáreo Fer (Museo Naval, Madrid). Año 1990 7 J. CERVERA PERY nández Duro y Francisco Javier de Salas carecían de antepasados marinos y aunque honraron cumplidamente el botón de anda, ambos dieron a la Armada mayor prestigio en libros y escritos que en hechos de armas, aunque éstos no estuvieran ausentes en sus respectivas hojas de servicio. Ambos espe ran también el alba de la resurrección desde el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, cuya Santa Misa —como ha escrito Guillén —frecuentaban los domingos de sus años de aspirantes, y donde yacen tantos varones cantados por ellos en libros y artículos históricos. Con catorce años recién cumplidos es difícil definir o afirmar una autén ticá vocación naval. Al joven Salas, cuya frágil salud no le permitirá como al resto de sus compañeros cimentarla, ya le tiraba la Historia, en la que va a navegar sus más felices singladuras. Ya desde alumno dél Colegio Naval —diría en su discurso de recepción en la Real Academia de la Historia— ne dolía ciertatnente.no tener noticia sobre esta parte del pasado de la institución (la Marina) y extrañábame el no encontrar un librito apropósito donde adqui rirla. (Se está refiriendo a las expediciones marítimas de Pedro 1 de Castilla y Pedro IV de Aragón, tema central de su discurso). 1a hoja de servicios de Francisco Javier de Salas es sin embargo fiel reflejo de una excelnte trayéctoria naval en los años de juventud, y los ascensos se suceden por rigurosa antigüedad desde 1848 a 1860 en que, afectados seria mente suspulmones, pide y obtiene su pase a la reserva en el Cuerpo General de la Armada. Pero en los pocos años que permanece en el servicio activo, cumple con exactitu.d y celo, sus obligaciones militares y no será tampoco escasa su pericia marinera. Uno de sus contados biógrafos, el capitán de fra gata Patricio Aguirre de Tejada, recuerda haberlo visto en circunstancias crí ticas de mar, en las que supo demostrar ampliamente todas las condiciones de un perfecto oficial de Marina, serenidad, energía y conocimientos técnicos de la profesión (1). También resulta destacada y brillante su participación en la guerra de Africa de 1.859.dado que sus servicios fueron recompensados con la cruz lau reada de Marina (Vidart), y a pesar de su precario estado de salud aguantó el tipo a bordo y no pidió el pase a la reserva hasta finalizada la campaña. Comienza entonces para el teniente de navío Francisco Javier de Salas una nueva vida desde su destino de primer redactor del Depósito Hidrográfi co, buena plataforma de proyección científica y cultural y que venía a encajar perfectamente con sus aficiones e inquietudes. Desde allí podía bucear incan sable en documentos y manuscritos y extender su campo de acción a coleccio iies y archivos de nayores alcances, como el de Simancas. Y en 1864 sale su primer libro, cuyo largo título, Marina española en la Edad Media.’ Bosquejo histórico de sus principales sucesos, en relación con la historia de las Coronas - (1)’ En la campaña de Africa de 1859. en medio de un temporal desecho, consiguió fondear su barco, el Buenaventura, al abrigo en Puerto Mayorga. sin averías y sin pérdidas humanas, mientras que el vapor Santa Isabel se hacía pedazos en la bahía de Algeciras. la goleta Rosalía naufragaba en las costas de Marruecos y todos los demás buques de la escuadra se veían obliga dos a correr un furioso sudeste. 8 31 FCO. JAVIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADO de Aragón y Castilla, responde —en el sentir de Fernández Duro— a una notable exposición de pasadas gradezas, episodios gloriosos, atrevidas explo raciones, grandes descubrimientos y sorprendentes victorias, pero que a dife rencia de otros triunfalistas que no dedican una página a los desastres, ni una frase a las derrotas, aborda con objetividad y buen juicio las acciones negati vas en las que se ven implicadas aquellas marinas, y que son —a su entender las lecciones más provechosas que fa Historia dieta (2). Este primer libro, que en opinión de Fernández Duro, más bien que un ensayo de principiantes pareció una obra ejercitada de maestro, va a significar en su vida un importante hito, ya que la Real Academia de la Historia lo pre mia nombrándolo primero académico correspondiente (sesión del 26 de mayo de 1866) y pocos meses después (sesión del 15 de diciembre del mismo año), a propuesta de los miembros Serafín Estébanez Calderón, Pedro Sabau y Aureliano Fernández Guerra, es investido como académico de número con todas sus cualidades y preeminencias. La Real Academia de la Historia va a ser,por tanto,el puente de mando desde donde Salas dirija una esforzada pero feliz navegación historiográfica, y ¡caso raro por infrecuente!, su nombramiento académico le hace obtener por elección —rompiendo los rigurosos moldes del escalafón cerrado— el ascenso a capitán de fragata. Bien es verdad que también había cooperado a ello la publicación de otro nuevo libro, Marina española. Discurso histórico. Reseña de la vida de mar, refutación y réplica al llamado Estudios sobre una ley para el libre uso del mar, escrito por un ingeniero del Ministerio de Fomen to, de pintoresco nombre —Canuto Corroza—, en el que e exponían ideas muy contrarias a los intereses de la Armada con notoria mengua de atribucio nes y competencias. El eterno problema que ha venido superponiéndose hasta los días presentes, pero en aquellas fechas y con aquel libro, Salas pres taba un buen servicio a la Marina y a la nación, por lo que su ascenso no nece sitaba de un mayor justificante (3). En su nuevo empleo, Salas recorrió los destinos de oficial primero de Secretaría y oficial mayor del tribunal del Almirantazgo y desempeñó muy diversas comisiones, algunas de gran prestigio cultural y científico, hasta su nombramiento como Director del Museo Naval, al que supo imprimir una gran actividad dinámica con el hallazgo de importantes documentos inéditos, referentes a la historia de la Marina, que luego publicaría en los boletines de la Real Academia de la Historia o en colecciones como la relativa a/descubri miento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en Ultramar, editadas en la imprenta de los sucesores de Rivadeneyra en los años 1866 y 1867. La aparición de su documentada Memoria sobre la industria y (2) Ellibro fue impreso en la tipografía de Fortanet. en 1864, y constaba de 564 pdginas. En la reedición de 1925, que fue declarada de texto en la Escuela de Guerra Naval, se imprimió va en dos tomos. (3) Precisamente. en la actualidad se debate en el Congreso de los Diputados el nuevo pro yecto de Ley de Ordenación dela Marina Mercante, en el que se analizan la atribución de distin tas competencias. hoy encomendadas a la Armada. Año 1990 J. CERVERA PERY legislación de pesca, con profusión de Reales Ordenes, circulares, cédulas, concesiones y estudio de litigios, le proporcionaron un nuevo nombramiento de Comisario encargado de dirimir los conflictos entre pescadores de España y Portugal, en cuyas gestiones propone un tratado especial para evitar nuevos enfrentamientos en áreas conflictivas. Cuando aún ha de transcurrir más de un siglo para que surjan las cuestiones de delimitación de zonas económicas exclusivas, la clara visión de Salas sobre el problema tiene una anticipación premonitora (4). Si el trabajo intelectual y de investigación estimulaba en Salas las células de su cerebro, sus órganos respiratorios, seriamente afectados por el clima de Madrid, le marcan un nuevo sentido de vida. Y vuelve a donde empezó, a un destino en la Armada cercano al mar; de comandante de Marina de Valencia. Abandona sus colaboraciones y asistencias en la Real Academia de la Histo ria y vive sus últimos años cara al luminoso mar levantino, cuyos arcanos tan bien había sabido desvelar, en el estudio de las campañas marítimas de los dos Pedros, el castellano y el aragonés. _&ç Real Colegio de Guardiamarinas dé San Fernando. (Biblioteca del Museo Naval. Madrid). Ocurrida su muerte, Fernández Duro, ¡siempre D. Cesáreo de compa ñero fiel!, dirá de Salas en su semblanza necrológica: No escribió mucho, escribió bien, lacónica frase que tanto sentido encierra, y el director de la Real de la Historia, Antonio Cánovas del Castillo, aún fue más conciso: Salas era un académico. No hacía falta decir más, y otro entrañable compañero, el capi tán de fragata Patricio Aguirre de Tejeda, tomó la voz de la Marina. La (4) lo Publicadatambién en la imprenta de Fortanet en 1876. Núm: 31 FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADO Armada nacional española —escribía—; la marina militar que en los dos siglos que lleva de existencia como entidad permanente, cuenta con ministros como Ensenada y Mazarredo, generales como Navarro y Méndez Núñez; matemáti cos como Jorge Juan y Ulloa, y héroes como Churrucay Galiano, también.por su parte ha sabido dar palpables ínuestras de que entre las armas y las letras no sólo no hay antagonismos, sino antes bien ambas se buscan con amor, viviendo juntas en la más perfecta y cabal armonía. Si Arriaza, Navarrete y Vargas Ponce no lo hubieran demostrado, Salas daría de ello cumplido testimonio. El Gobierno, en justo homenaje a su meritoria aportación al mejor cono cimiento de la historia naval y a la proyección que a través de ella tuvo la Armada, decretó en 1899el traslado de sus restos al Panteón de Marinos Ilus tres de, San Fernando, donde reposan bajo un sencillo epígrafe: Francisco Javier de Salas. Capitán de Navío. Individuo de Número de la RealAcademia de la Historia. 21-2-1832. 4-4-1890. Su compañero de promoción y afinidades, su amigo leal y autor de su semblanza en la Real Academia de la Historia, el también capitán de navío D. Cesáreo Fernández Duro, sería también ente rrado en dicho Panteón cincuenta y nueve años más tarde. La glosa de una obra. Cronológicamente el primer libro que sale de la pluma de Francisco Javier de Salas es el Bosquejo histórico de la Marina de la Edad Media, dedicado a la memoria de su inspirador, Martín Fernández de Navarrete, y que queda incompleto pues se planta en el siglo XIII; pero aun siendo un trabajo de espe cial relevancia, es superado en importancia por su segunda obra Marina espa ñola. Discurso histórico. Reseña de la vida de mary Memoria, en contestación a un proyecto sobre el Ramo y que se imprime en Madrid en la imprenta de Fortanet, calle de la Libertad, 29, en 1865. El libro comienza con una exposi ción al ministro, cumplimentando la Real Orden de 7 de agosto de 1864 que le comisiona para contestar los estudios del ingeniero Canuto Corroza, sobre una ley para el libre uso del mar para la navegación y para los puertos. Salas cree acercarse al espíritu de la disposición historiando de un modo sintético el pasado del personal de la Marina española en relación con las ordenanzas decretadas en diversos períodos para su gobierno y régimen, exponiendo—él dice que someramente— las razones que dieron origen en nuestra patria a las matrículas de mar, las vicisitudes que la institución ha experimentado y los ataques y encomios de que en diversas épocas ha sido objeto. El libro se estructura en tres partes: Una primera que se contrae al Dis curso sobre la Organización de la Marina española en distintas épocas. Refle xiones preliminares; retóricas ochocentistas... pero con sustancia de fondo. Consideraciones sobre la Marina de la antigua Corona de Castilla; considera ciones sobre la Marina de la pujante Corona de Aragón; de qué modo lleva la Marina española el Descubrimiento del Nuevo Mundo. Entra en una mate ria con el estudio de las concesiones amparantes a la marinería y se detiene en Año 1990 J. CERVERA PERY amplios comentarios a la Ordenanza de 1606 de la que surge la matrícula de mar, que habrá de reafirmarse en una cédula de octubre de 1625.El fomento de la Marina es engañoso en tiempos de Felipe IV y lo justifica en su referen-’ cia a las Hordenanzas de S. M. para el buen govierno de la Armada del Mar Oczeano (sic). Penetra en los disturbios de la guerra de Sucesión y estudia el reglamento de Gaztañeta para organizar la recluta de la marinería. Estudia también la Ordenanza del Infante Almirante de 1737, con juicios duros y tajantes, pero dá paso a/genio en su admiración por la política naval de Ense nada, aunque sus planes de armamentos y sus consecuencias incidan negati vamente en el desarrollo de las matrículas de mar. No deja nada al azar. Pro fusión de gráficos sobre la marinería matriculada en 1786 con el extracto del Estado numérico de los Buques de Su Majestad en 1787y 1788—años de fuer tes efectivos navales—, con una prospección sobre los hombres y tripulacio nes que se necesitaban. Hay un cálido elogio a Domingo Pérez de Grandalla na, cuyas reflexiones constan de los siguientes títulos: Introducción; reflexio nes sobre nuestra constitución militar y marinera; artículos de las legislacio nes inglesas y francesas y naturalmçnte de la legislación española, con comen tarios de todos ellos, de su táctica, señales e instrucciones... Dice Salas que es uno de los manuscritos más importantes como asunto histórico, éste de Gran dallana, que pueda ofrecerse a la consideración de un hombre de estudios. En su plan preside el orden; en su texto, la previsión unida a un exacto juicio sobre la índole del país y la aplicación de las leyes; en sus prescripciones, la filosofía, y en su letra, la severa y majestuosa concisión del que siempre debe prescribir con el mayor conocimiento de causa (5). No se recata Salas —todavía en esta primera parte de su estudio— en señalar el estado lamentable de la Armada expuesto por los ministros del Ramo (Salazar y Vázquez de Figueroa) y hombres superiores de la institución que deberían inscribirse bajo el denominador común de Hambre, Miseria.e Injusticia—con el énfasis de las mayúsculas—, fácilmente advertible desde el primer renglón de la exposición hecha por Vázquez de Figueroa a la Regencia del Reino en 20 de octubre de 1812. sobre el estado de la Marina Real. Tre mendo el parte del capitán general de Ferrol dando cuenta de la muerte por inanición de oficiales bajo su mando... Tremendos también los oficios de los almirantes Quevedo, Guruceta, Alejo Gutiérrez de Rubalcava, Vigodet, Alonso de la Riva, etc. Implacables notas del abandono de los apostaderos. En la parte más dura del libro insiste en las reformas de las matrículas en con sonancia con la que pidió Vázquez de Figueroa, y sus resultados son examina dos cuidadosamente, y al final hace unas reflexiones llenas de patriotismo, aunque no exenta de amargas consideraciones. La parte segunda la dedica al servicio en la Armada, y en su prefacio ya expone que al ver que una institución basada en principios más liberales que (5) DonDomingo Pérez de Grandallana publicó unos valiosos informes referentes a la Ge tica espaíiola, francesa e inglesa, con análisis comparativos y deducción de consecuencias que son recogidos por Salas en su Historia de la Matrícula de Mar (páginas 223 a 225). 12 31 FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADO cualquier Otro sistema que se funde en el servicio obligatorio del Estado encuentra detractores, y es sobre todo combatida por algún representante del país en el seno del Parlamento, preciso será reconocer que algo le afecta que desdice de sus principios y la hace objeto de censuras. En sus capítulos habla de la vida de mar, que supone peligros y privaciones y pasa revista a lo que hace un marinero en un buque de guerra, estableciendo las diferencias y parangones entre marineros y soldados. Analiza las hipótesis del sorteo para dotar a los buques de la Armada y el ingrato papel que cabe a los oficiales reclutadores... La voluntad de los mozos se exploraba invitándolos primera mente para el ejército de Ultramar y luego para nutrir los cuadros de la Arma da, y mientras que en el día anterior—arguye——habían salido pocos en aquel concepto y ninguno en éste, en el segundo, a fin de precaver la posibilidad de verse forzosamente elegidos para la Marina, salían por docenas del cuadro para servir en el ejército de Ultramar. Algo muy grave falla en el sistema. Estblece Salas la diferencia entre la matrícula de mar y la quinta, y como la sustitución de aquélla por ésta agrava más los problemas y hay que volver a la primera solución, poniendo punto final a esta parte con amplias conside raciones sobre la forma de matrícula. Pero es ya en la tercera parte del estudio donde Salas entra a fondo en la refutación de las teorías de D. Canuto, que arrima al ascua a su sardina en Fomento, intentando sustraer competencias de Marina con graves acusaciones. Según los Estudios, la matrícula de mar es la causa evidente de cuantos males afligen alpaís pues ahoga el comercio, niata la industria, merma la población marinera, condena a una clase a la servi dumbre, esclavitud y miseria, que influye directamente en la pobreza de la nación. Salas refuta todo esto y también el sistema que éste proponía para sustituir a las matrículas. La población marinera no ha disminuido por su apli cación, pero ofrece sus ideas para el reclutamiento naval sobre la base del ser vicio voluntario (un aluvión de datos al respecto) y comenta los sistemas seguidos por otras naciones para tripular los buques del Estado (Gran Breta ña, Holanda, Francia. Turquía, etc.). Igualmente se pregunta Salas si la matrícula constituye una clase privilegiada y expone sus líneas maestras sobre la regulación de la misma y los dictámenes de varias autoridades, entre ellas las del capitán de fragata García de Tudela, del que hace encendidos elogios. Para Salas la matrícula, lejos de contrarrestar, influye favorablemente en el desarrollo del comercio y considera injustos los cargos que se le hacen. l echazo de una posible segregación del Ministerio de Marina del mando y régimen de los puertos márítimos para hacerlos depender entera mente del de Fomento es terminante en Salas. Refuta las causas expuestas y se pronuncia claramente sobre la inconveniencia de establecer una escisión entre las marinas de Estado y comercialy se pregunta si es conveniente aplicar la jurisdicción puramente civil a los delitos cometidos abordo de los buques mercantes. No quedan marginadas en su análisis las cuestiones del practicaje y su regulación y en la recta final expresa una coincidencia de areceres con el libro criticado.., que no va más allá de unas compartidas ansias de libertad. Año 1990 J. CERVERA PERY Edificios de la puhlación de San Carlos—Oficinas del Departair Distribuido el libro de Salas en los Cuerpos Colegisladores y redacciones de prensa, su influencia fue patente en los medios oficiales y la edición fue agotada en poco tiempo. La experiencia demostró su utilidad y así Salas cinco años más tarde pudo hacer una segunda edición, corregida, actualizada y ampliada. Su título en esta ocasión fue más explícito. descargado ya de cual quier motivación de controversia: Historia de la matrícula de mary examen de varios sistemas de reclutamiento marítimo (6). La Marina española en la Edad Media, cuya primera edición fue publicada por Fortanet en 1864 es, ante todo, un libro de historia; pero historia elabo rada con profunda rigurosidad y mimo en el detalle. El libro nace de una auto rización a su autor, por Real Orden, para que pueda consultar toda la amplia documentación que Martín Fernández de Navarrete dejó en el Depósito Hidrográfico, y que tome de ella los datos necesarios para la obra de historia marítima que escribe. La fecha es de 15 de julio de 1860 y la firma José Ruiz de Apodaca, por lo que posiblemente y dada la densidad y aporte documental de la obra, Salas se habría anticipado a la autorización demandada y estuviera ya trabajando en ella, aun sin saber si tendría ocasión de publicarla. Entre la voluminosa colección de documentos inéditos consultados figuran los proce dentes del archivo de la Corona de Aragón, así como de los de Simancas, Sevilla y Cádiz, que fueron reunidos en 1798 por el teniente de navío Sans de Baruteli por encargo de Carlos IV. Salas bebe prácticamente en los papeles, se justifica con modestia, pero escribe una historia de un período práctica mente desconocido, muy completa y legible, hasta el punto que también alcanzó los honores de una reedición oficial bastantes años más tarde. Merece la pena transcribir la disposición oficial (fechada en 1925) y en la que el minis tro Honorio Cornejo hace la siguiente exposición de motivos: (6) 14 Editadaen 1870, ¡cómo no!, en la imprenta de Fortanet. 31 FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO eón de Marinos Ilustres—Oficinas OLVIDADO de la AcademiaCentral. (...) Uno de los asuntos que han de merecer especial atención en la Escuela de Guerra Naval (que acaba de crearse) es el estudio de nuestra propia historia marítima con extensión algo mayor que la que ofrecen los compendios escritos para la enseñanza elemental, y enorgulleciéndose nuestra Marina con la mag nífica labor histórica del que fue capitán de navío de la Armada, Excmo Sr. Don Francisco Javier de Salas, cristalizada en su obra «Historia de la Marina en la Edad Media», que aunque abarca un período bastante limitado, debe ser conocida y estudiada por nuestros oficiales, 5. M. el Rey (Q. D. G.) de confor midad con lo informado por la Sección de información del Estado Mayor Cen tral y por la intendencia Central y Sección de Intervención y lo consultado por la Junta Superior de la Armada, se ha dignado disponer (...), y a continuación se exponen las razones de la impresión y se consigna la gratitud a la familia por la cesión de derechos. Como ha escrito Fernández Duro, la Historia de la Marina de la Edad Media abarcó los principales sucesos del siglo xiii, trayendo a su narración, mucho de la elegancia, la sobriedad y de la altura de Plutarco; no poco de la sentencia de Mariana de no asentar partida sin quitanza; bastante de la crítica ilustrada de Navarrete, modelo en cuestiones marítimas, sin perjuicio de juzgar con libérrimo criterio sucesos en que aparecen barajadas soberbia y poquedad, pericia, ignorancia, crueldad, grandeza, generosidad y abnegación. Retórica aparte, el análisis de D. Cesáreo es como siempre acertado y preciso. El esce nario mediterráneo de la marina catalana de los Jaimes; la puesta en escena de las naos de Cantabria, que rompen el puente de Triana para que Fernan do III el Santo incorpore Sevilla a su Corona; las luchas marítimas entre los dos Pedros, reyes, primos y rivales por la supremacía en la mar... Lo que -hubiera podido ser continuación de una gran obra con la impronta naval del siglo xiv, quedó solamente en propósito, porque el anda de la muerte garreó sobre el autor. Faltó así el eslabón que engranara con el arranque de la monu Año 1990 - 1 J. CER VERA PERY mental obra de Fernández Duro, Armada española desde la unión de los rei nos de Castilla y Aragón. Queda el discurso de recepción académica de Francisco Javier de Salas, también impreso en Fortanet. Es un discurso muy largo, muy barroco y muy documentado, con fuentes de inspiración acusadas y directas de su libro La Marina de la Edad Media. El tema tiene un perfecto encaje en:Expedicio nes marítimas de Don Pedro 1 de Castilla y Don Pedro IV de Aragón, con un interesante plano operativo de las derrotas de Castilla y Aragón en 1359, y la cita de numerosas cartas inéditas. La preceptiva contestación al discurso de Salas estuvo a cargo de Aureliano Fernández y Orbe, académico de núme ro. Se refiere primero a la vacante dejada por el general Zarco del Valle (que es la que ha ocupado Salas), y habla de su obra. El estudio de Salas realza el compromiso de Pedro 1 de Castilla de eniprender una guerra marítima cuando la nación no contaba con recursos para ella, pero en lo que denota una clara visión naval. Sigue profundizando en las luchas de D. Pedro y sus perdo nes a sus hermanos bastardos. No quiere desnaturalizar la Historia, pero se le ve dompedrista en todo. Y la miel queda en los labios, tras el importante índice cronológico de algunos documentos y obras que contienen importantes juicios de valor sobre el reinado. Final con reflexión. - Vivimos en la era de los centenarios y las conmemoraciones. Los calenda rios estan enmarcados de fechas y anotaciones a recordar. La gran cita del 92 acorta cada vez más su trayectoria, y la pluma, el micrófono o la cámara tele visiva se encargan día a día de testimoniarlo. Hay sin embargo un centenario sobre el que se ha pasado casi de puntillas, tal vez porque la obra de quien lo causa no haya llegado a todos, no sea demasiado conocida o no se le valore, en la esquina del siglo XXI, como supieron hacerla quienes abrieron el si glo xx. La figura, memorable en todo, del capitán de navío Francisco Javier de Salas, cuya vigencia histórica aún puede palparse, es merecedora de algo más que la simple noticia rutinaria de que se han cumplido cien años de su muerte. Y sobre el olvido y la desidia de hoy, es oportuno el recuerdo de aquellas fra ses de Luis Vidart, que en las noticias biográficas del marino historiador se quejaba de que sólo la placa del Mérito Naval y la encomienda de número de la Orden de Carlos III fueran las mayores recompensas que en su día conce diera el Gobierno a quien tanto hizo en servicio de su patria, mientras que las listas de los caballeros grandes cruces de Carlos III e Isabel la Católica esta ban llenas de ilustres desconocidos y jamás se honraron con el nombre de Francisco Javier de Salas, acaso porque su categoría de coronel no le permitía figurar al lado de los que careciendo de profesión conocida puedan cubrir el pecho con tal clase de banda y encubrir su apellido con cualquier título más o menos nobiliario. 16 31 FCO. JA VIER DE SALAS: UN CENTENARIO OLVIDADO No dejaba de tener razón aquella amarga queja en la que se pedía, que estimándose en su valía, en los trabajos oficiales y extraoficiales y sus escritos históricos y científicos, se hubiese roto una ridícula limitación y concedido a Salas una banda española que acompañase a la roja cinta de la Orden de Cris to, que los portugueses, con mayor sentido de la ecuanimidad, le habían otor gado. Tal vez, los árboles, como siempre, no dejaran ver al bosque; porque para conocer de una severa crítica de los errores cometidos en la organización de la Armada, bastaba y sobraba con la lectura de sus libros... Pero a cien años de su desaparición, sigue siendo de estricta justicia el recuerdo de su vida y de su obra. Año 1990 LAS CAMPAÑAS NAVALES DELA PRIMERA GUERRA PÚNICA Julio ALBERT FERRERO Vicealmirante Introducción. La lucha por la posesión de la isla de Sicilia dio lugar al conflicto entre Roma y Cartago, conocido como Primera Guerra Púnica, que se desarrolló en tres etapas perfectamente diferenciadas. Durante la primera, entre los años 264 y 257 a. de C., Roma ocupó Sicilia con operaciones terrestres y tuvo que luchar en la mar. Durante la segunda etapa, entre los años 257 y 254 a. de C., Roma tras ladó la lucha a Africa, amenazó directamente a Cartago y terminó en desastre su expedición, lo que produjo un afianzamiento de las posiciones cartaginesas en Sicilia. La tercera etapa, entre los años 254 y 241 a. de C., fue una guerra de posi’ ciones en Sicilia, larga y agotadora, en la que Roma luchó en la mar para cor tar los suministros a las posiciones cartaginesas, es decir, para conseguir el dominio del mar. La derrota sufrida por la flota cartaginesa en las islas Egadas dio fin a esta primera guerra púnica. Firmando la paz en el año 241 a. de C., por la cual Cartago renunciaba a Sicilia y pagaba una indemnización de gue rra. Este artículo se inicia con los antecedentes de la colonización y comercio en el Mediterráneo que vienen a determinar la disputa entre romanos y carta gineses por su dominio, origen remoto pero fundamental de las guerras púni cas. Cronología del comercio mediterráneo. Las incursiones marítimas en el Mediterráneo occidental fueron iniciadas por los fenicios en el siglo xn a. de C., época en la que tradicionalmente se suponía que tuvo lugar la guerra de Troya (1100), no obstante, según investi gaciones arqueológicas relativamente recientes, los enlaces marítimos entre ambos extremos del Mediterráneo datan de los años 3000 a de C. La pequeñez del territorio fenicio, que se corresponde prácticamente con la del actual Líbano, las condiciones geográficas y el excedente demográfico predisponían al comercio marítimo. Entre los siglos IX y VIII a. de C. los fenicios establecieron dos tipos de cen tros de colonización: las ciudades y las factorías. Año 1990 J. ALBERT PERRERO Las ciudades con gran fuerza económica como Cádiz, Lixus (Larache) y Utica (Túnez). Las factorías eran originalmente puntos de apoyo para la navegación, así como centros de intercambio comercial. Fenicia, al igual que sucede actualmente en el Líbano, era militarmente muy débil, por lo que sufrió sucesivas invasiones por Asiria, el Imperio Babi lónico y posteriormente invasiones persas, hasta que en el año 332 cayó la última ciudad, Tiro, en poder de Alejandro Magno, incorporándose Fenicia al mundo helenístico. Los fenicios tuvieron una clara tendencia a establecerse en la ribera meri dional del Mediterráneo, siendo los creadores y explotadores de un largo camino comercial desde Siria hasta España, al que se conoce como la ruta del estaño. Iniciaron las relaciones con un pueblo de la costa andaluza, Tartesos, que constituía una fuerte entidad política y económica, incrementando su importancia con las aportaciones de estaño de Galicia, Bretaña e Inglaterra. Para asegurar estas relaciones eligieron Cádiz, completando su dominio con Málaga e Ibiza. Grecia inició a partir del siglo VIII a. de C. el comercio por todo el Medite rráneo, llegando a su extremo occidental después de los fenicios. Su coloniza ción se distribuyó en cuatro zonas: la oriental, que llegaba hasta los confines del Mar Negro y que fundó importantes ciudades en Asia Menor. La segunda zona, al sur de Italia y Sicilia, fue colonizada tan intensamente que se llamó Magna Grecia. La tercera, la occidental, es la única que parece haber obede cido a un móvil concreto, el del comercio del estaño. La relación con Tartesos trajo la fundación de Marsella (600) por parte de los habitantes de Focea, ciu dad griega del Asia Menor, cabeza de una talasocracia focense de la que for maban parte las colonias de Rosas, Ampurias, Barcelona y Denia (Hemeros copión). La cuarta zona, la meridional, consistió en dos colonias, la de Nau cratis en Egipto y la de Cirene en Libia, cabeza de un largo camino de pene tración hacia el interior del Africa. Desde el comienzo del siglo VII a. de C., el Mar Egeo, eliminada la compe tencia fenicia, se había convertido en un gran lago griego y los helenos poseían en Jonia (Asia Menor) una incrustación en territorio bárbaro. A mediados del siglo VI a. de C. todas las ciudades griegas de Asia se sometieron a los reyes lidios y posteriormente sucumbieron a los persas. Desde principios del siglo vi a. de C., los marinos focenses aparecieron en las costas espáñolas como posibles competidores de Cartago. Cuando Jonia fue sometida por los persas, Focea, que no quería ser dominada, abandonó Asia y se trasladó a Alalia, en Córcega. Como consecuencia de los movimientos coloniales fenicios aparecen los cartagineses, pueblo semítico de la antigüedad y de su mismo origen fenicio (a quienes los romanos llamaron púnicos), que fundaron Cartago, en Túnez, en el año 800 a. de C. y que se extendieron por Sicilia, Córcega, Cerdeña y España, estableciendo una larga rivalidad con los griegos europeos y del Asia Menor. 20 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LA PR!MERA’GUERRA PÚNICA En el año 535 a. de C. tuvo lugar la batalla naval deAlalia (Córcega), que señaló el fin del dominio marítimo de los focenses, reforzando al mismo tiempo la posición de los cartagineses. Cartago fue creando un vasto imperio, cuyo centro era el mar, con territo rios y ciudades no sujetas con firmeza. Desde finales del siglo iv a. de C., al hacerse más normales y pacíficas las relaciones con las ciudades griegas, Cartago se había convertido en la puerta por la que los productos occidentales entraban en el mundó helénico, no obs tante, no consiguió crear una industria, sus productos no podían competir con los griegos por loque se vio obligada a un proteccionismo a ultranza, impo niendo a la larga un sistema de monopolio. Sus flotas impedían a cualquier competidor que participase en los mercados de Occidente. A mediados del siglo ni a. de C., Cartago, en posesión de un gran ejército de mercenarios y de una sólida flota, había llegado a ser el mercado más importante de Occidente. Decaída Tiro, Cartago fue su heredera, tomó la dirección constituyendo el Imperio Cartaginés cuyos buques de guerra se pro pusieron, desde entonces, impedir por la fuerza el aéceso de navegantes a España. Una red de colonias griegas rivales de los cartagineses emprendieronla explotación de los minerales ibéricos. En Italia, entre los siglos vii y vi a. de C., los etruscos avanzaron en todas las direccions. En la segunda mitad del siglo vi emprendieron la colonización agrícola del Valle del Po y llegaron a Campania. En el año 509 a. de C. tuvo lugarla rebelión del Lacio, expulsando los romanos a los etruscos y constituyéndose en estado independiente (Rex pública). La península italiana no conoció antes del siglo y a. de C. ningún esfuerzo de unidad. En el año 395 a. de C. se inicia la expansión de los italia nos hacia el sur de Italia. Al unificar Italia, Roma se plantea el dominio del Mediterráneo occidental que Cartago consideraba conseguido a su favor en la primera mitad del siglo iii a. de C. Durante su larga rivalidad con los griegos, los cartagineses procuraron afirmar su dominación en el norte de Africa. Antecedentes de la primera guerra píinica. Las denominadas guerras púnicas entre romanos y cartagineses comenza ron con la lucha por la hegemonía en el Mediterráneo central y occidental y acabaron con la destrucción de Cartago y el dominio de Roma en Occidente. Desde muy antiguo, Cartago ámbicionaba la posesión de Sicilia apoyán dose en las viejas colonias fenidas, controlando el extremo oeste de la isla y luchando durante más de un siglo contra las ciudades griegas de la isla capita neadas por Siracusa. Estas sangrientas luchas resultaron estériles, puesto que ni la coalición de las ciudades griegas consiguió expulsar a los cartagineses, ni éstos consiguieron aumentar sus territorios. Al conquistar Roma el sur de Italia se originó una nueva rivalidad. Los romanos se apoyabán generalmente en las ciudades griegas y desde el siglo iv a. de C. existieron varios tratados comerciales entre Roma y Cartago. Año 1990 J. ALBERT FERRERO En el tratado del año 306 a. de C. se estableció, al parecer, como límite de influencia, el estrecho de Mesina. Roma consideraba que Cartago estaba en posición geobloqueante, puesto que dominaba Sicilia, Córcega y Cerdeña. Cartago era posiblemente mayor que Roma y más rica. Su fortaleza radi caba en su monopolio comercial apoyándose en sus puertos que jalonaban a lo largo el Mediterráneo occidental y controlaban las transacciones de los pro ductos procedentes de los países correspondientes. Estos puestos avanzados del comercio internacional estaban controlados por poderosas guarniciones, Cartago fue la ciudad industrial y comercial más próspera del mundo. A lo largo de la costa de Africa su monopolio descansaba en el control de los puer tos desde Trípoli hasta Tánger, lo que suponía comerciar con tres millones de población mora. Además mantenía varios puertos en España, que le propor cionaban el acceso a las ricas minas del interior. Tenía cinco colonias en Cer deña y recogía diezmos de la parte occidental de Sicilia, cuyas cosechas eran muy ricas y cuya población se estimaba en un millón. Cartago era, por lo tan to, el centro comercial de una población que oscilaba entre cuatro y cinco millones, y sus comerciante nobles eran prósperos debido a que sus flotas eran lo suficientemente fuertes como para transportar los fletes de otros pue blos fuera del Meditérráneo occidental y restringir en gran medida la piratería endémica en este mar. El Ejército y la Armada estaban compuestos por ins critos de los pueblos sometidos y mercenarios procedentes de tribus guerreras disponibles, conducidos y dirigidos por la aristocracia mercantil cartaginesa. Los gastos producidos se cubrían en gran parte con los tributos de las ciu dades sometidas, cuyas gentes se aprovechaban de los beneficios de la indus tria, merced a la protección del Ejército y la Armada cartaginesa. Roma fundamentaba su economía y su poderío militar en bases diferen tes. Era un país eminentemente agrícola que dependía en gran parte del comercio y de los productos manufacturados de otros países. Su hegemonía en Italia no se había establecido originalmente sobre el beneficio de los tribu tos forzados de los pueblos sometidos como hizo Cartago. Se vio obligada a ensanchar sus fronteras para preservarlas de la paz, sufriendo las presiones e invasiones de las tribus y pueblos limítrofes. Conforme aumentaba el territo rio bajo su dominio establecía alianzas que le apoyaban en las guerras, pero les permitía una autonomía local, no humillándoles con forzados tributos. A diferencia de Cartago los beneficios de la soberanía fueron más políticos que económicos. Los tratados con Cartago a comienzos del siglo lila. C. prohibían a los bar cos romanos navegar por las zonas reservadas cartaginesas y recíprocamente los cartagineses acordaron no saquear en las costas de Roma. La invasión de Italia por el Rey Pirro de Epiro en el año 281 a. de C. y su último ataque a Sici lia causaron un gran cambio en la situación política de Roma y en su actitud frente al comercio exterior. Después de vencer a Pirro y expulsarle a Epiro, Roma negoció con las ciudades del sur de Italia que le habían apoyado en el año 269 a. de C., llegando a controlar el territorio y en consecuencia ser res ponsable de la prosperidad local. Los greco-italianos eran comerciantes y 22 31 LAS CAMPANAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PÚNÍCA navegantes por vocación, como sus vecinos los cartagineses de Sicilia, y ante la situación de rivalidad comercial y la pobreza de su suelo, la indiferencia de Roma por el comercio desapareció prácticamente. La población de Italia al sur del Valle del Po era del orden de los tres millones de habitantes. Situación de Sicilia. Durante varios siglos, los griegos y cartagineses lucharon por la posesión de las ricas tierras de Sicilia, ocupando los griegos la parte oriental y los car tagineses el resto de la isla que, además de su producción, era importante para ellos por su situación a medio camino entre Cartago y Cerdeña. Desde hacía cer ca de un siglo los griegos habían conseguido aguantar el empuje de los cartagine ses y un incidente vino a incorporar a los romanos a la disputa. Hieron, Rey de Siracusa, trató de extender su poder mediante la con quista de Mesina, cuya situación geográfica en el Estrecho era el punto natu ral de comunicaciones entre Sicilia y la península italiana. En aquel tiempo Mesina estaba dominada por mercenarios, que habían tomado el nombre de hijos de Marte (mamertinos), y que procedían del ejér cito de Siracusa. Estos mamertinos asesinaron a los varones y tomaron a sus viudas y propiedades. Entablaron relaciones amistosas con la guarnición romana de la ciudad de Regio, allí establecidos a petición de sus ciudadanos desde los tiempos de la invasión de Pirro. Las tropas romanas siguieron el ejemplo de los mamertinos y ocuparon la ciudad que protegían. Pero, como Roma, que había evacuado el sur de Italia, después de la expulsión de Pirro, no devolvió Regio a sus ciudadanos, ni castigó a la infiel guarnición en el Foro; animó a Hieron a atacar a los mercenarios en Mesina en el año 265a. de C. Ensu angustia los mamertinos solicitaron ayuda a los cartagineses contra Siracusa, entregándoles la ciudad y pidiendo al mismo tiempo ayuda a Roma para que presionase a Siracusa. Los romanos deliberaron durante largo tiempo acerca de esta petición. En principio no deseaban ayudar a los mamertinos que habían cometido los mis mos atropellos que su guarnición de Regio, pero, por otra parte, no deseaban ver a los cartagineses establecidos firmemente en la parte oriental de Sicilia, controlando el Estrecho y amenazando el comercio de sus aliados en el sur de Italia con un monopolio comercial hostil. Alfin y previo referéndum del pue blo en el año 264 a. de C. decidieron intervenir. Ocupación romana deSicilia. La guerra comenzó sin una declaración explícita, Roma tomó como pre texto de intervención la aludida petición de los mamertinos. Los romanos enviaron un ejército consular que cruzó con éxito el Estrecho, aunque sin una flota para proteger el paso, únicamente con embarcaciones menorés y algu nas trirremes prestadas. Los mamertinos obligaron a salir de Mesina a los car Año 1990 J. ALBERT FERRERO MAR TIRRENO Islas Lipari MESINA. TRAPAN 1 ERYX PALERMO Etna Monte MILA SAL A Islas EQadas CATANI: HERACLEA ENTO Paseoro SIRACUSA e Ecnoma 24 Núm. 31 LAS CAMPAÑAS NA VALES DE LA PRIMERA GUERRA PÚNICA tagineses, entregándola a los romanos. Después de crucificar al general que evacuó Mesina, los cartagineses enviaron una flota con un ejército embarcado para recuperar la ciudad, contando con el apoyo de Hieron, siendo derrota dos por los romanos, que se dirigieron entonces contra Siracusa. Llegaron a Roma las noticias sobre estos acontecimientos, por lo que envió un ejército de 4.000 hombres. Hieron, ante está situación, cambió de campo firmando un tratado con Roma en el que se reconocía como tributario. A partir de entonces fue un aliado fiel de Roma y supuso una importante ayuda en las operaciones militares romanas. Siracusa llegó a ser una base naval y militar importante. Los romanos, con la ayuda de Siracusa, tomaron Agrigento, la principal plaza de armas cartaginesa, en el año 262 a de C. Los cartagineses se retira ron a sus fortificadas posiciones del oeste, a las que podían proporcionar apoyo logístico con su flota. Este éxito persuadió al Senado romano que pronto podrían ser expulsados de Sicilia los cartagineses, pero enseguida se hizo patente que aunque muchas ciudades isleñas estaban bajo el control de los ejércitos romanos, las que estaban en la costa temían más a las flotas púni cas que a los ejércitos romanos. Además, las flotas hostiles efectuaban pillajes en las costas italianas, llevando la guerra cerca de Roma. En 261 a. de C. resultó evidente para el Senado romano la necesidad de contar con una flota que protegiera sus costas y posibilitara una potenciación militar en Sicilia. Construcción de la flota romana. Según Polibio, principal historiador de esta guerra, el Senado decidió la construcción de 100 penteras (quinquerremes) y 20 trieras (trirremes), que se realizaron en sesenta días; esto actualmente se considera exagerado. Cada pentera, siguiendo a este historiador, debería llevar 300 remeros, 120 solda dos y 50 hombres de dotación, es decir, unas 470 personas en total. Su cons trucción en ese período de sesenta días hubiera requerido la participación de unos 200.000 hombres, entre leñadores, carpinteros y trabajadores en metal. • Existen teorías que indican que las penteras llevaban únicamente 40 remeros y 30 soldados, lo que conduce a considerar que la mayor flota de gue rra estaría compuesta por unos 25.000 hombres. El historiador Polibio indica posteriormente que cada pentera llevaba un total de 250 hombres. Entidad de las fuerzas. No se conoce con seguridad la composición exacta de ambas flotas, no obstante, estudios realizados basados en la población existente, posibilidades de ayudas de los aliados y estimando una superioridad numérica de un 25 por 100 de los romanos, se llega a la cifra de 160 buques romanos frente a 130 car tagineses. Año 1990 J. ALBERT FERRERO Primeros contactos entre las flotas. A principios del año 260 a. de C., una vez terminada la construcción de los buques, de haberse adiestrado los remeros y de varios ejercicios en la mar, la flota romana se dirigió a Sicilia bajo el mando del cónsul Cornelio Scipión, que destacó 17 buques como fuerza avanzada a Mesina, para que preparasen la llegada de su flota, especialmente el apoyo logístico. Una vez en Mesina, se dirigió a la ciudad de Lipari, en las islas del mismo nombre, tomándola. Este archipiélago, situado al norte de Sicilia, tenía gran importancia estraté gica para los cartagineses, como base avanzada desde la que se podían amena zar las costas y las comunicaciones romanas con Sicilia. La flota cartaginesa, formada en su totalidad por 130 buques, estaba con centrada en Palermo bajo el mando de Aníbal, quien envió 20 buques bajo el mando del cartaginés Boodes para sorprender a los confiados romanos. Lle garon de noche a la entrada de la bahía, cerrándola hasta que amaneció. Los soldados romanos al verla abandonaron los buques y huyeron atierra. Corne lio se rindió y Boodes regresó triunfante a Palermo con las presas y con Cor nelio. Esto animó a Aníbal a cruzar el Estrecho y dirigirse en Italia hacia el nor te, en una acción de reconocimiento sobre los movimientos de la flota romana hacia el sur, a lo largo de la costa. Con 50 buques cayó sobre la flota romana que conocía sus movimientos y estaba lista para el combate. Como resultado de este encuentro, Aníbal per dió varios buques y consiguió escapar. La flota romana continuó hacia el sur; al conocer la derrota de Cornelio, Duilio, el otro cónsul que mandaba las fuerzas de tierra, tomó el mando de la flota en Mesina, enterándose al mismo tiempo que la flota cartaginesa se encontraba en el norte de Sicilia. El «corvus». Los capitanes romanos no estaban satisfechos de la actuación de sus buques. Los cartagineses contaban con unidades más ligeras que podían ele gir la distancia óptima de ataque para sus expertos tiradores o que podían reti rarse rápidamente después de un ataque con espolones o bien después de un golpe lateral sobre los remos; es decir, la flota romana tenía el problema de un enfrentamiento con un enemigo que empleaba una táctica naval evolucio nada de buques contra buques, táctica que Roma tenía que sustituir por la de hombres, enfrentando a los mercenarios cartagineses con los disciplinados legionarios romanos. Para poder aplicar esta táctica, Roma inventó el denominado corvus (cuervo), que consistía en una plancha de unos cinco metros con un pesado pico de hierro en su extremo exterior que se abatía sobre el buque enemigo, trincándole, y por la que podían pasar los legionarios manteniendo una lucha cuerpo a cuerpo, similar a la de la batalla terrestre, en la que las tropas roma 26 31 LAS CAMPAÑAS iVAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PÚNICA nas tenían gran experiencia. La técnica de abordaje fue decisiva en las bata itas navales de esta guerra. Batalla naval de Mila (ano 260 a. de C.). La flota romana, después dé la acción de Lipari, disponía de 140 buques frente a la flota cartaginesa, que con varias unidades perdidas no llegaba a los 130 buques. Duilio se había enterado de que la flota cartaginesa había salido desde Palermo hacia el este, asolando las costas de Mila (la actual ciudad de Milazzo), que se encontraba a unas 18 millas al oeste de Mesina. No cabe duda que la incursión cartaginesa tenía por objeto provocar la salida de Mesina de la flota romana y presentar batalla eñ el mar abierto, donde los cartagineses estarían en ventaja por su pericia marinera. Una victo ria completa en la mar comportaría el aislamiento del ejército enemigo en Sicilia al cortar sus comunicaciones. La aparición de la flota romana frente a las costas de Mil no fue una sor presa para Aníbal, que dejó la costa con optimismo, arrumbando con su flota hacia al enemigo sin mucho orden, a bordo de una heptera que había pertene cido al Rey Pirro en su última campaña de Sicilia. Al estar cerca de los romanos, los cartagineses quedaron sorprendidos por las nuevas construcciones en las proas de sus buques, no obstante siguieron avanzando sin esperar a los de la retaguardia. El contacto con las unidades romanas fue fatal. Los corvus cayeron sobre las cubiertas de los cartagineses que no pudieron aguantar una lucha cuerpo a cuerpo con los legionarios romanos. Los treinta buques de la vanguardia, junto con la heptera, el buque insignia cartaginés, fueron capturados y Aníbal consiguió escar en una pequeña embarcación. Los buques de la retaguardia cartaginesá seguían aproximándose pero, a la vista del desastre sufrido, mantuvieron inicialmente las distancias para poder lañzar sus proyectiles y previa deliberación, contando con la superior maniobrabilidad de sus unidades, resolvieron atacar las popas y los costados del enemigo para evitar los corvus. Aunque el historiador Polibio, la única fuente histórica de esta batalla, decía que cada vez que un buque cartaginés se aproximaba a uno romano se encontraba con el corvus que lo trincaba, esto literalmente no pudo ser así, ya que el corvus cubría únicamente la próa de su propio barco. Los romanos en esta fase de la batalla contaban con una gran ventaja numérica, ya que su mayor cantidad inicial de buques se incrementaba con los treinta buques apresados. Consecuentemente, aunque más lentos que sus enemigos, aun cuando uno de los últimos había perdido momentáneamente el control de sus movimientos por la colisión con el enemigo, había en sus proximidades alguna unidad romana libre que se acercaba sigilosamente y le trincaba con el corvus, venciéndola rápidamente. La batalla terminó con la retirada de los cartagineses, que perdieron 50 buques. Su resultado se debió más a la victoria individual del soldado que a Año 1990 J. ALBERT FERRERO la maniobra de la flota, pero se debe a Duilio el mérito de haber encontrado el modo de proporcionar a sus hombres la oportunidad del nuevo invento. La victoria regocijó a Roma, Duilio fue recibido con todos los honores. La Armada italiana lo recuerda orgullosamente, a lo largo de su historia, inclu yendo con su nombre unidades de combate importantes. Actualmente, cuenta con el crucero lanzamisiles de escolta CayoDuilio, de la clase «Andrea Doria», de 6.500 toneladas. Aníbal volvió a Cartago, retornando probablemente el siguiente año a Cerdeña para reforzar las guarniciones. La flota romana siguió capturando sus buques en la bahía, escapando por la costa la mayor parte de sus dotaciones. Inactividad de las flotas. A pesar de los éxitos navales romanos, el año 260 a. de C. y los siguientes no proporcionaron operaciones decisivas del ejército en Sicilia. La razón con sistía en que Cartago dominaba sus ciudades y costas occidentales, en conse cuencia, los romanos no podían interceptar las comunicaciones enemigas por no disponer de bases navales próximas a la zona de operaciones que los buques de aquella época exigían. Por lo tanto, ambos contendientes podían apoyar logísticamente a sus ejércitos, sin embargo, ninguno de ellos era lo suficientemente fuerte como para forzar una decisión. Durante estos años de inactividad, ambos bandos construyeron buques. En el mar los cartagineses séguían siendo fuertes y la guerra se estabilizó. La flota romana renueva actividades. En el año 257 a. de C. comienza la segunda fase de la primera guerra púni ca. La flota romana inició su actividad con una incursión sobre Malta. Des pués de regresar a Sicilia, fondeados en Tyudaris, en la costa norte próximo a Mesina, vieron pasar la flota cartaginesa con cierto desorden. Atilio Régu lo, el cónsul, se dirigió a la caza con 10buques, ordenando al resto de la fuerza que le siguiera en cuanto estuviera lista. Los cartagineses arrumbaron en demanda del enemigo, hundiendo todos sus barcos, excepto el buque insignia de Régulo que pudo escapar. El resto de los romanos llegaron en orden cerra do, atacando con éxito, hundieron ocho buques y apresaron 10 con sus dota ciones, llevando al resto a las islas Lipari. Esta acción fue la causa del incremento de las fuerzas navales por parte de ambos contendientes. Batalla navalde Ecnoma (256 a. de C.). En el año 256 a. de C. ambos bandos disponían de grandes flotas. Roma había decidido pasar a Africa para desorganizar el Imperio cartaginés. En el 28 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DELA PRIMERA GUERRA PÚNICA verano de ese año, los romanos concentraron su nueva flota en Mesina bajo el mando de los cónsules Régulo y Vulso, arrumbando desde allí hacía el sur al cabo Passaro y posteriormente a lo largo de la costa hasta la altura del monte Ecnoma, donde permanecía el ejército, con el objeto de embarcar un grupo escogido de tropas y llevarlos a Africa. Los cartagineses estaban bien informados de los preparativos del enemigo, eran conscientes de la debilidad de sus costas y de la dificultad de vencer a los romanos una vez desembarcados en Africa. En consecuencia el Consejo cartaginés envió su flota, bajo el mando de Amílcar, a Sicilia para impedir la invasión antes de cruzar el mar. Después de tocar en Lilybaeum (Marsala), arrumbó a Heraclea en la costa Sur, que estaba a unas 35 millas al oeste de la base y del campo romano. La flota romana se componía de 330 buques, de los que probablemente 250 eran de guerra y los 80 restantes de transporte con menos soldados y menos remeros. La flota cartaginesa se componía de 350 buques, incluyendo probablemente también transportes y mercantes, empleadospara escoltar a la flota en su navegación a Sicilia. El total de hombres involucrados en ambos bandos se cifraba en 290.000, según Polibio, sin embargo, suponiendo la misma entidad de dotaciones que las de las campañas del año 260 a. de C., el número total de hombres de la expedición romana podría llegar a ser del orden de 60.000 en los 330 buques y de 43.000 en los 200 buques cartagineses sin incluir los de los b ques trans porte. Las dos flotas se encontraban ahora frente a sus bases y cada una con sus líneas de comunicaciones marítimas y terrestres aseguradas y cercanas en ambos casos a un río que les suministraba agua para los buques. Para lograr el objetivo estratégico de Roma en África con gran probabili dad de éxito, el apoyo logístico militar era tan importante como las propias tropas. Ambos contendientes eran conscientes de esto y por elld, la flota car taginesa, bajo el mando de Amílcar, permanecía en Heraclea con el propó sito expreso de deshacer la expedición romana antes de que pudiera dejar Sicilia. Las flotas en aquella época evitaban en lo posible el mar abierto, por lo tanto Amílcar podía a,percibirse del paso de la flota romana hacia el oeste antes de aproar hacia Africa. El podía esperar, por lo tanto, a que apareciese la flota romana. El plan táctico de los romanos tenía que proporcionar cobertura a los transportes para que alcanzasen la costa africana con seguridad. Como esto difícilmente se podría conseguir sin llegar a la batalla, el punto esencial tác tico consistía en proteger a los transportes durante ésta. Para Amílcar tam bién la clave del problema radicaba en los transportes. Necesitaba una oportu nidad para maniobrar libremente con sus buques para espolonear. Resultaba evidente para él que sin los suministros, los cónsules ni irían a Africa, y que un ataque con éxito a los transportes con más o menos ayuda pararía la expe dición. En cualquier caso obligaría a maniobrar con desventaja a los pesados Año 1990 vi. VJ.SO3 30 V3Nfl A’ =r -i a 4 u -j 1 4 a 4 u) t,1 o z z 4 It ==? r o 0’ 4 1 / a a—J ‘al a 4 u -J 1 4 e a 4 u — y zo z y’ O 30 0 ‘a 1 Núm. 31 ViSOD 30 3NI1 7T’ -— - - -J S ) 2 Ib 1 ir al o Ui, 3N11 3NI1 V1S0330 •-] ==: o jI Año 1990 ‘o o J. ALBERT FERRERO buques de combate romanos y daría una ocasión a los cartagineses de aprove charse de las ventajas del mayor adiestramiento de sus comandantes. Ambas flotas tenían un buen conocimiento de la situación del bando con trario. Los cartagineses tenían observadores en lo alto de las montañas que circundaban al campamento romano, así como contaban con la información de los pescadores sobre los preparativos del enemigo. Se supone que la noche anterior al contacto, los romanos aproximaron sus buques a tierra, empleando toda la noche en los preparativos y haciéndose a la mar en las primeras luces del alba, de tal modo que la flota entrase en for mación a la salida del sol. El rumbo era de componente noroeste barajando la costa. Los movimientos del campo romano, conocidos por Amílcar por jinetes, señales de fuego en tierra y en la mar, le proporcionaron la posibilidad de que su flota con toda la fuerza expedicionaria estuviese en la mar solamente una o dos horas más tarde que los romanos. Aunque los romanos asumían una estrategia ofensiva, la existencia de sus transportes les obligaba a mantener una táctica defensiva que tenía que pro porcionar la iniciativa al enemigo. En consecuencia, la flota romana adoptó una formación que cubría los transportes, apta para la navegación, y desde la cual los buques de combate podían destacarse oportunamente para la batalla según lo requiriesen los movimientos del enemigo. Se dividió la flota en cua tro escuadrones. A los tres primeros se les asignó el nombre de 1a 2a legión y al cuarto se le denominó triarii.Esto no presupone que en cada escua drón estuviese embarcada una legión. Los dos ejércitos consulares en Sicilia contaban con 40.000 hombres y la mitad de ellos se dejaron en la isla como guarnición de su parte oriental. Esto estaba justificado ante la dificultad de Cartago para conseguir en poco tiempo un gran ejército en Africa. Cada uno de los dos primeros escuadrones estaba bajo el mando de un cónsul cuyo buque insignia, un hexera, se situaba ene! centro de la formación en línea de demora. Por la popa de los dos primeros escuadrones estaba el ter cer escalón en línea de frente formando la base de un triángulo cuyos otros dos lados eran los dos primeros escuadrones. Este tercer escuadrón llevaba por su popa los buques transporte. El dispositivo permitía no sólo apoyar a los transporte durante la navegación, sino también ayudarles en caso de quedar rezagados. Por la popa de toda la formación iba el escuadrón triarii en línea de frente con una intervalo mayor entre buques, de tal modo que los extremos sobrepasasen los vértices posteriores del triángulo. La formación completa ocuparía un frente de dos millas con una profundidad de algo más de una e iría, sin duda, precedida de buques en misión de descubierta varias millas por la proa. Se supone que la flota cartaginesa salió una hora más tarde y que la veloci dad de ambas no excedería de los 2,5 nudos, para no cansar a los remeros y reservar energías para la acción, estando inicialmente a una distancia de 30 millas, por lo que podrían entrar en contacto seis horas más tarde, puesto 32 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PÚNICA que la velocidad relativa de aproximación no excedería los cinco nudos. La formación cartaginesa era en cuatro columnas con intervalos de una milla y las guías en línea de frente. Por razones de facilidad de maniobra cada columna era doble y así los 200 buques cubrían un área de tres millas de ancho por una de largo. Probablemente, las columnas de los flancos estarían refor zadas a expensas de las centrales, para poderllevar a cabo el plan del almi rante cartaginés de envolver al enemigo para conseguir sus transportes. Alrededor de las nueve de la mañana, ambos almirantes empezaban a recibir información del enemigo proporcionada por sus unidades de descu bierta no solamente por medio de señales, sino mediante el envío de botes con enlaces que surcaban por la línea de combate pasando verbalmente las infor maciones. A las once, las dos flotas estaban a cinco millas y Amílcar inició el plan de despliegue para el combate; la columna de babor metió hacia tierra, mientras que la de estribor, compuesta por los buques más rápidos, metió hacia la mar con el propósito de envolver al enemigo y llegar hasta sus transportes. Las dos columnas centrales, mandadas por el propio Amílcar, metieron simultánea mente 90° a babor por contramarcha y luego 90° a estribor por giro simultá neo, quedando en una sola línea de frente de demanda de la fuerza enemiga. Los romanos aminoraron la marcha para poder disponer de tiempo para con trarrestar los movimientos de los cartagineses y en seguida se apercibieron de sus intenciones, por lo que tenían que frustrar el cerco, y para ello los dos pri meros escuadrones pasaron a formar una línea quebrada convexa. El tercer escuadrón metió 90° a estribor por giro simultáneo hacia la costa enemiga. El escuadrón de triarii metió 90° a babor por giros simultáneos, es decir, hacia la mar, hasta quedar por la aleta de babor del segundo escuadrón, en cuyo momento pasó, por giros simultáneos, a una línea de frente con el propósito de apoyar los escuadrones de los cónsules en el caso de que la columna de Hanno les atacase por la popa, y al mismo tiempo se interponía entre Hanno y los transportes, que en formación de columnas arrumbaron hacia la base de partida. La posición ventajosa del escuadrón triarii exigía el enfrentamiento directo con Hanno antes de que éste pudiera atacar a los transportes. El despliegue romano evitó el cerco presentando un oponente a cada des tacamento cartaginés. Media hora después los dos escuadrones laterales car tagineses, bajo el manco de Amílcar, sobrepasaron los escuadrones romanos centrales, que se habían aproximado a los de los cónsules, invirtieron el rumbo y se rétiraron alejando a los cónsules de sus transportes sobre los que esperaban emprender la acción decisiva. Casi simultáneamen.te la cabeza del tercer escuadrón romano había llegado a la costa, metiendo 90° a babor por giro simultáneo, quedando en línea de frente hacia la columna enemiga y cor tándole su camino hacia los transportes. Esta metió por contramarcha hacia ¡amar (para evitar que le cortase la clásica T, en este caso T invertida) y dispo ner de suficiente espacio para formar la línea de combate y luego enfrentarse con los romanos. Mio 1990 J. ALBERT FERRERO Aunque el tercer escuadrón romano había podido interponerse entre el enemigo y los transportes, en la acción que siguió estuvo presionado fuerte mente, retrasando con destreza gradualmente su ala de fuera hacia la costa, en Çuya posición los cartagineses no podían alcanzar la popa de los buques, protegiéndole los corvus de un ataque frontal decisivo. Una maniobra algo similar se estaba llevando a cabo en la zona exterior en la que el escuadrón triarii, en contacto con el escuadrón rápido de Hanno, no podía evitar el ataque por sus popas en el mar abierto. Al mismo tiempo el escuadrón central cartaginés había llevado a los cónsules a unas dos millas del resto de la fuerza, Amílcar de nuevo y previa señal invirtió el rumbo y atacó con una gran furia. A las 13,30la lucha estaba generalizada, llevándose a cabo tres acciones en diferentes sitios. En el centro, los romanos eran más fuertes, pero los buques ligeros cartagineses eran más manejables y operaban con gran destreza, avanzando para espolonear y retrocediendo de nuevo; no obs tante, lo romanos contaban con el coraje de sus tropas, la presencia de los cónsules y la ventaja de los corvus que permitía a sus legionarios abordar con éxito los buques enemigos. Al fin, Amílcar escapó con sus dos escuadrones, abandonando sus buques desarbolados. El cónsul Manlius se quedó en la zona de combate para llevarse las presas. Régulo con un escuadrón se dirigió a ayudar al escuadrón triarii, que se encontraba en dificultades. Se aproximó al enemigo por la zona en que no combatía, es decir, al lado opuesto del escuadrón triarii y’ por lo tanto, cogiéndole entre dos fuegos el escuadrón de Hanno, que se retiró hacia la mar terminando así la segunda batalla. Mientras Régulo sostenía la segunda bata lla, Manlio, terminada su misión, se dirigió hacia tierra, donde el tercer escua drón sostenía un combate con el,éscuadrón cartaginés de babor. Los cartagi neses no pudieron alcanzar las popas de los romanos y se acercaron tanto que fueron víctimas de los corvus. La aproximación de Manlio proporcionó la mayor parte de las presas, ya que consiguió rodear al enemigo, incorporán dose también Régulo, capturando 50 embarcaciones con sus dotaciones solo de aquel escuadrón, del que consiguieron escapar algunos buques por la cos ta. Así, de este modo, terminó el tercer combate con la victoria, también, romana. Los cartagineses sufrieron la pérdida de 30 buques hundidos y 64 apresados con sus dotaciones, a su vez, las pérdidas romanas fueron 24 buques hundidos, ninguno apresado y todos los transportes indemnes. Esta batalla resulta notable en la historia de la táctica naval por varias razones. En primer lugar, el intento cartaginés de llegar a los transportes pro dujo la separación de los escuadrones romanos en vez de haberlos concentra do, formando una agrupación masiva para presentar una batalla defensiva. Esto es lo que en la actual táctica antisubmarina se conoce como situación A, en la que las fuerzas de cobertura se integran con el convoy, formando lo que en argot de nuestra Escuela de Guerra se le conoce como la táctica del tortu gón. En segundo lugar, los buques lentos romanos fueron capaces de mantener el contacto y trincar a cada uno de los escuadrones enemigos. 34 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PÚNÍCA En tercer lugar, cada cónsul llevó a su escuadrón a un segundo combate después de haber vencido en el primero. Resalta aquí la actuación de los cónsules, que consus buques lentos logra ron una clara victoria, resultado de sus condiciones de mando, pericia táctica, así como de la disciplina romana tanto en tierra como en la mar. Expedición a África. - Después de la gran victoria de Ecnoma, los romanos regresaron a puerto con sus presas, repararon las averías, abastecieron sus buques, completaron dotaciones y se dirigieron a Africa, fondeando los primeros buques en el cabo Bon en espera del resto de lafuerza..Agrupados de nuevo, costearon hasta 10 y 15 millas al sur de Kelibia, donde efectuaron el desembarco, vararon en tie rra los buques y construyeron trincheras a su alrededor, decidiendo cercar Cartago, que estaba a unas 70 millas al oeste, pidiendo previamente su rendi ción: Los cartagineses, al enterarse de que la ciudad de Kelibia estaba cercada, decidieron fortificar Cartago con sus alrededores y reclutar fuerzas. Pronto Kelibia se rindió. Los romanos pidieron instrucciones a Roma, consiguiendo entretanto capturar ganado y 20.000 esclavos. La respuesta fue dejar a Régulo con 15.000 hombres, 500 caballos y 40 buques en Africa. El resto, o sea, 5.000 hombres con los prisioneros, deberían volver a Roma bajo el mando del cónsul Manlius. El retorno de éstos se realizó sin novedad. Los cartagineses, viendo que los romanos intentaban quedarse en su país, desplazaron desde Sicilia a 5.000 hombres y 500 caballos bajo el mando de Asdrúbal y Bostar. Amílcar venía de Sicilia, llegó posteriormente y no tenía suficientes poderes. La estrategia romana consistió en conseguir una decidida victoria en Túnez, a 12 millas de Cartago, e invernar allí, mientras las tribus númidas se sublevaban contra Cartago. Régulo impuso condiciones de rendición muy severas que Cartago no aceptó y se preparó para resistir a toda costa. El ejér cito cartaginés reorganizado por un lacedemonio, Jantipo, jefe del contin gente de legionarios espartanos, convirtió la expedición romana en catástro fe, venciendo a Régulo y capturándole, escapando 2.000 hombres que se refu giaron en Kelibia, donde fueron sitiados. Los nuevos cónsules trataron de construir una gran flota para impulsar el ataque en Africa, pero a la vista de la derrota romana del ejército de Africa, la flota se envió para transportar a las fuerzas de Kelibia. Los cartagineses habían reparado sus viejos buques ,í construido algunos nuevos, salieron hacia cabo Bon esperando la flota enemiga que les venció fácilmente, apresando 114buques con sus dotaciones. Los romanos embarca ron la guarnición de Kelibia y volvieron con sus presas. En su viaje de regresq y frente a Camarina, en la costa meridional de Sicilia, sufrieron una tempes tad con gran pérdida de vidas humanas, salvando únicamente 80 buques. Este Año 199Q J. ALBERT FERRERO 36 Núm. 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LA PRIMERA GUERRA PÚNICA descalabro fue atribuido a la obstinación de los cónsules que ignoraron los avisos de sus pilotos. Reanudación de la guerra en Sicilia. La victoria en África y la destrucción de la flota romana por una tempes tad animó a los cartagineses a considerar una nueva oportunidad. Enviaron a Asdrúbal a Siciliacon las fuerzas que habían vencido a Régulo, entre ellos 140 elefantes que habían aterrorizado al enemigo en Cartago. Disponían también de una flota de 200 buques. Los romanos; con gran voluntad, construyeron 140 buques con lo que pudieron contar con 220 unidades. Los nuevos cónsules dirigieron la flota por la costa norte de Sicilia hasta Palermo, sitiándolo y cap turándolo sin gran esfuerzo convirtiendo en esclavos a 13.000 ciudadanos y consiguiendo rescate por los restantes. Acto seguido dejaron una guarnición y regresaron a Roma con el ejército restante. Asdrúbal, no obstante, consi guió restablecer las posiciones cartaginesas en Sicilia. En el año 253 a. de C. los cónsules navegaron con toda la flota hasta Sicilia y desde allí a Africa donde llevaron a cabo algunas incursiones poco impor tantes, de regreso a Roma la flota fue sorprendida nuevamente por una tem pestad perdiendo 27 buques. En el año 252 a. de C. los romanos limitaron sus esfuerzos a Siciliacon sólo 60 buques para convoyar los suministros al ejército. Por otro lado-,el hecho de que los romanos no disputaban el dominio del mar, animó a los cartagineses a pensar que podían ser superiores en tierra, dado el terror demostrado por los romanos ante los elefantes. Durante dos años, la campaña de Sicilia fue una guerra de desgaste, pero entonces el Senado empezó a considerar de nuevo el poder naval como fuente de éxitos. En el año 251 construyeron 50 buques y comenzaron a reclutar dútaciones. En el año 250 a. de C. Asdrúbal inició la ofensiva y avanzó desde Marsala hacia Palermo, confiando en sus ele fantes para derrotar al enemigo, sin embargo, en este tiempo los romanos habían aprendido a defenderse de ellos y el hábil cónsul Cecilio Metelo no solamente derrotó a Asdrúbal, sino que capturó varios elefantes devolviendo la confianza al ejército. Sitio de Marsalla. El Senado, estimulado por este gran éxito, decidió hacer un gran esfuerzo, tanto por tierra como por mar. Después de realizar los correspondientes pre parativos, salieron los cónsules para Sicilia con 240 buques, cuatro legiones además de las tropas aliadas con la intención de sitiar Marsala, creyendo que con su posesión contarían con una buena base para la invasión de Africa. Los cartagineses consideraban también su importancia y decidieron defender Marsala como la mejor protección contra la invasión de su territorio. De este modo comenzó el bloqueo de Marsala, que duró hasta el final de la guerra en el año 241 a. de C. Año 1990 J. ALBERT FERRERO La ciudad estaba protegida por un foso y una muralla de grandes propor ciones y por lagos rellenos con agua del mar. Su guarnición era de 10.000mer cenarios además de los habitantes. Se inició el sitio con fuertes ataques y con trataques. La defensa fue desesperada. Durante largo tiempo no se recibió ninguna noticia en Cartago, que persuadida de la necesidad de apoyar ala ciu dad envió una fuerza compuesta por 50 buques con 10.000 hombres al mando de Aníbal, hijo de Amílcar. Aníbal fondeó en la isla de Aegusa, a seis millas de Marsala, en espera de viento favorable para forzar el bloqueo, en cuyo momento leyó anclas y se dirigió a la entrada de la bahía. La flota romana, ante la repentina aparición del enemigo. temió oponerse ya que éste estaba a barlovento, ante la dificultad de avantear hacia la mar con los buques grandes propulsados por los remos, puesto que con las velas derivarían a sotavento. En cualquier caso la colisión con el enemigo terminaría abatiendo en el inte rior de la bahía mientras combatían. A consecuencia de estas objeciones para la acción, los romanos esperaron la evolución sin resistirse. La audacia de Aníbal le llevó al éxito y le dio tal confianza que realizó uná salida con 20.000 hombres para incendiar el campamento romano, pero tras fuertes combates volvieron sin conseguir su propósito. Aníbal entonces salió durante la noche hacia Trapani donde estaba la flota principal cartaginesa bajo el mando del Adherbal. Los romanos sufrieron pérdidas en la mar, por lo que se limitaron a continuar el bloqueo solamente por tierra hasta el final de la guerra. Batalla de Trapani. En el año 249 a. de C. la flota romana había sufrido grandes pérdidas en hombres durante los sitios después de haber desembarcado. El Senado, a la vista de estos acontecimientos, envió 10.000 hombres procedentes de leva, y bajo el mando del cónsul Claudio Pulcro decidió atacar a la flota hostil en Tra pani, que se encontraba a 12 millas. A pesar de que los presagios de los gallos sagrados fueron pesimistas, Claudio, temiendo un pronto refuerzo de la flota enemiga, inició las operaciones adoptando una formación de cuatro columnas con intervalo de 80 metros y con una profundidad de 1,5 millas. La velocidad sería lenta, entre 2 y 2,5 nudos. Sobre las cinco fue avistada la flota desde Tra pani y Adherbal quedó alertado, reaccionando con prontitud y buen juicio. Después de la exhortación usual antes del combate expresó su orden de bata lla muy sencillo de entender; los buques en columna debían seguirle como guía. A las siete salió por el lado norte de la bahía mientras el enemigo se aproximaba por el lado sur, dando tiempo, de este modo, para regularizar la columna y proporcionar seguridad a los hombres. En el bando contrario todo fue confusión. El cónsul se situÓ a retaguardia para empujar a los rezagados, en vez de ponerse al frente para guiar y dirigir la batalla. En consecuencia él no sabía que Adherbal estaba allí hasta que recibió la información desde su retaguardia. Claudio ordenó inversión de rumbo, percatándose sus dotaciones del error cometido se retiraron interfi riendo entre ellos, rompiendo remos en la obscuridad. Se dirigió hacia el sur, 38 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LA PRiMERA GUERRA PÚNICA mientras la nueva retaguardia entraba en formación. Después, tras un giro simultáneo a estribor, quedó en línea de frente esperando al enemigo. Entretanto Adherbal, después de pasar las isletas del lado oeste de la bahía, arrumbó hacia el sur paralelamente a la costa y a la línea enemiga. Después de avantear lo suficiente para sobrepasar la línea romana en cinco buques, efectuó un giro simultáneo a babor de 900, quedando en línea de frente aproado a la línea enemiga, y cuando la línea quedó formada avanzó sobre el enemigo, previa señal. Esta posición había ayudado al tercer escua drón en la batalla de Ecnoma en la que los corvus trincaron a los buques car tagineses, mientras la costa protegía las popas, aquí, sin embargo, no surtió efecto. Al principio, el combate estaba igualado, pero poco a poco los carta gineses iban mejorando su situación, debido a la ayuda BATALLA DETRAPANI de varias condiciones favo rable. Sus buques eran lige ros, sus remeros bien adies trados y estaban en ventaja por estar del lado de la mar. Cuando alguno de sus buques era fuertemente pre sionado disponía de veloci dad y espaçio de retirada. Si el enemigo avanzaba en per secución demasiado lejos, se revolvían rápidamente, ata cándole por el costado y, a veces, por la popa consi guiendo hundir muchos buques romanos que eran más lentos y sus remeros no estaban bien adiestrados. Si alguno de sus buques estaba en apuros, otros venían rápidamente en su auxilio, ya que el mar abierto se lo permitía. Sin embargo, para los romanos las condiciones fueron muy distintas. No disponían de espacio para retirarse so pena de emba rrancar, ni quedaban libres de atravesar la línea ene miga .y volver de, nuevo y tampoco podían apoyar cualquier punto débil en su Año 1990 39 J. ALBERT FERRERO línea, puesto que no disponían de espacio para pasar por la popa de los buques que combatían. Muchos quedaron varados en los bajos o embarranca dos en la costa. Al final el cónsul escapó con 30 barcos y el resto, 93 en total, fueron apresados con sus dotaciones, algunos buques pudieron escapar por la. costa. Así terminó la batalla, la única derrota naval seria de los romanos. La falta de Claudio era muy propia de los líderes ineptos aun hoy en día, consecuencia de una dedicación a tareas administrativas en las que se sentía competente en lugar de la táctica en la que estaba menos preparado. El lugar que debía haber ocupado era la vanguardia, donde hubiera recibido los informes de las unida des en descubierta, y por lo tanto podía modifiçar los planes de acuerdo con lo que las circunstancias lo hicieran necesario después de entrar en la batalla. Si hubiese estado a la cabeza de su columna hubiese podido tomar la iniciati va, aproando hacia la mar y luego cayendo sobre la retaguardia enemiga. Lo esencial de su plan fue la sorpresa, que no pudo explotar ante la falta de órde nes a su vanguardia, que proporcionó al enemigo tiempo para recuperarse de la sorpresa y conducir la batalla de acuerdo con su propio plan. Operaciones navales menores. La guerra de posiciones se hizo larga y agotadora. Roma consiguió una victoria diplomática en el año 248 a. de C., firmando un nuevo tratado de amistad con Hieron II de Siracusa, consolidándose así el fuerte enlace entre Roma y las ciudades griegas de Sicilia. Se llevaron a cabo pequeñas acciones navales en los aprovisionamientos al ejército que bloqueaba Marsala, pese a las distintas incursiones romanas en Sicilia, y los sitios a sus dos posiciones de Mársala y Trapani, los cartagineses las mantuvieron. Como consecuencia de estas acciones navales, los cartagineses mantenían su dominio del mar, sin embargo, los romanos eran más fuertes entierra. En el año 247 a. de C. Amíl car Barca, que ostentaba el mando de las fuerzas cartaginesas en Sicilia, comienza a efectuar incursiones en la costa italiana, Roma reaccionó desple gando guarniciones en las ciudades y estableciendo algunas colonias nuevas sin intentar efectuar acciones navales. En el año 246 a. de C. Amílcar desembarcó al oeste de Palermo y estable ció una nueva base fortificándola, desde la cual realizaba de nuevo incursio nes sobre la costa italiana, proporcionándole también la penetración en Sici lia. En el año 244 a. de C. Amílcar intentó aislar a los sitiadores de Trapani sin coñseguir un éxito completo. Batalla de las islas Egadas (242 a. de C.). El Senado romano, que se había mostrado escéptico respecto a la flota, debido a sus fracasos navales mandó organizar una flota, como único modo de poder terminar con los bloqueos de Marsala y Trapani. Resultaba evidente que, mientras Cartago pudiese enviarles suministros, ambas ciudades resisti 40 31 LAS CAMPAÑAS NAVALES DE LA PRiMERA GUERRA PÚNÍCA rían el asedio. Se consiguió la flota mediante préstamos de ciudadanos ricos romanos, préstamos que serían devueltos en caso de éxito. Se reunieron 200 buques bajo el mando del cónsul Cátulo, dirigiéndose a Trapani. A su llega da, la flota cartaginesa estaba descansando en sus bases. El cónsul reforzó el bloqueo y tomó el control de las entradas de Marsala y Trapani. Sabía que tenía que esperar y se dedicó a adiestrar a la fuerza preparándola para un combate en la mar. Los cartagineses supieron que los romanos estaban en la mar y que habían preparado su flota sin soldados utilizando los buques como transportes. La flota cartaginesa salió a la mar bajo el mando de Hanno, fondeando en Hiera en la parte exterior de las islas Egadas, a unas 20 millas de Marsala y a unas cinco millas de Eryx, tratando de forzar el bloqueo, descargar los sumi nistros y completar sus dotaciones. Pero Cátulo, al conocer la llegada del enemigo, se colocó en Aegusa, más cercana a Sicilia que Hiera, a sólo 8 ó 10 millas de ambos puertos. En la mañana del día siguiente soplaba brisa fuerte de poniente y había algo de mar. El día resultaba favorable al enemigo, que podía entrar a vela en el puer to; él no podía luchar por falta de soldados, ni podía avanzar hacia la mar. Cátulo pensó que era peligroso dejar que el enemigo. llegara a la costa y desembarcase los suministros, con lo que sus buques quedarían más libres y ligeros y se podrían reforzar con soldados, por lo que se decidió a presentar batalla. Sus remeros, bien entrenados, no tuvieron dificultad en formar, la línea de combate. Los buques romanos estaban ligeros de carga y listos para la acción, los cartagineses, como ya se ha indicado, estaban pesados con sus cargas, los remeros no estaban bien entrenados y habían reclutados pocos sol dados. Arriaron las velas y propulsados a remo se dirigieron hacia los roma nos. La batalla fue corta, los romanos hundieron 50 buques y capturaron 70. No obstante, el viento soplaba a favor de los cartagineses y Hanno terminó la lucha volviendo con el resto de su flota hacia Hiera, mientras el cónsul luchaba para conseguir las presas y llevarlas seguras a puerto en contra del viento, hizo 10.000 prisioneros. Esta victoria fue decisiva para la terminación de la guerra y Hanno a su regreso fue crucificado. Términos de paz. Trapani y Marsala durante varios años habían quedado aisladas de Sicilia y ahora con esta derrota quedaban cortadas sus comunicaciones con Cartago. Cartago pidió la paz, en consecuencia tuvo que abandonar sus posesiones de Sicilia, incluidas las islas Lipari, respetar a Hieron de Siracusa y pagar una fuerte indemnización de guerra. Conclusiones: 1. Esta guerra duró veintitrés años. Durante gran parte de ella las flotas no.operaron en gran escala. Año 1990 J. ALBERT FERRERO 1 2. Lacaracterística estratégica de esta guerra fue la entera dependencia por ambos bandos del dominio del mar para el control de Sicilia. Al principio de la guerra cada contendiente disponía de la mitad de la isla y ninguno podía ser capaz de expulsar al otro a menos que su flota pudiese cortarlas comunica ciones del ejército contrario. 3. En el último período de la guerra, cuando Roma estaba en posesión de toda la isla con excepción de las dos bases en el oeste y la región ocupada por el ejército de Amílcar, no los pudo dominar hasta disponer de una flota que cortólos suministros por mar. 4. En el aspecto táctico destaca el empleo por parte de los romanos de los corvus, que permitió a los soldados romanos conseguir la victoria; tro cando su valor y destreza en las armas, en lugar de la habilidad marinera de los cartagineses, en maniobra y empleo del espolón. 5. Laprimera guerra púnica marcó un cambio en la política de expan Sión de Roma. Hasta entonces sus aliados no contribuían económicamente en las conquistas. Ahora, con la conquista de Sicilia, la isla quedaba sujeta a Roma y pagaba tributo. En lo sucesivo, con la península italiana como base, Roma extenderá su autoridad sobre los aliados que pagaban tributos, y de una comunidad fundamentalmente agrícola llegará a ser una potencia comer cial y financiera, empleando su flota para extender su poder por el Mediterrá neo. 42 31 PIZARRO Eric BEERMAN EXTRACTOS DE PROVIDENCIAS PARA EL DESCUBRI MIENTO DEL MAR DEL SUR Y CALIFORNIAS DESDE LA CONQUISTA DE INDIAS, Y PARA LA EXCLUSIÓN IMPUESTA A TODAS LAS NACIONES EXTRANJERAS DE• NAVEGAR AQUELLOS MARES. FORMADOS DE ORDEN DE 5. M. POR: LOS SRES. D. JOSEPH GARCÍA DE LEÓN Y PIZARRO Y D. FERNANDO JOSEPH MANGINO DEL CONSEJO REAL Y SUPREMO DE LAS INDIAS. Introducción. José. García de León y Pizarro nació en la ciudad andaluza de Motril el 25 de octubre de 1730 y fue bautizado el siguiente 10de noviembre. Su padre era José García de León, nacido en Arévalo (Segovia), coronel en el Ejército y gobernador de la plaza de Orán, y su madre Francisca Pizarro (1). José Gar cía de León se casó joven con D a María Teresa de Ortiz, de la ciudad de Gra nada, quien murió pronto, contrayendo matrimonio más tarde con la rondeña María Frías y Pizarro en su pueblo natal el 16 de enero de 1759 (2). Este matrimonio tuvo tres hijos: Josefa Pizarro y Frías, quien se casó en Quito en 1784, al tiempo que su padre era presidente de la Audiencia, con Juan José Villalengua y Marfil, quien más tarde sucedió a su suegro en dicho cargo; María Dolores casó con Manuel de Valenzuela, director general de Rentas de Santa Fe de Bogotá y del Consejo Real de Hacienda, y José, nacido en la madrileña calle de la Espada en 1770,antes de trasladarse sus padres a Quito. José, con el tiempo, ocuparía el cargo de ministro de Estado, cuyas valerosas memorias en siete tomos se conservan en el Archivo del Ministerio de Asun tos Exteriores en Madrid (3). (1) Copia de la partida de bautismo, Archivo Histórico Nacional, Madrid (aquí en ade lante AHN). Real Orden de Carlos III (Estado), expediente137(JoséGarcíade León y Piza rro), f. 1; citando la iglesiaparroquial de Motril. Libro de bautismos(año 1730). (2) Copiade la partida de matrimonio, ibídem, exp. 530(JoséPizarro y Frías). ff. 183v184; citandola iglesiaparroquialde SantaMaría de laEncarnación,Ronda,Libro VII dematri monios, f. 203y. (3) AHN. Estado(aquí en adelanteE), legajo 3027/1,número 148; FedericoGonzález Suárez, Historia General de la República del Ecuador, 6 tomos,Quito. tomo V, p. 309. y José Año 1990 E. BEERMAN José García de León y Pizarro sirvió desde el año 1760 en el Ministerio de Hacienda con destino en las plazas de Alij ama, Ubeda y Jerez de la Frontera; fue ministro fiscal en la Cancillería Real de Sevilla y socio benemérito de la Sociedad Económica de Baeza (4). En 1778 llegó a Quito con su familia, reemplazando a José Diguja y Quiñones. Durante los seis años que permane ció en Quito, García de León y Pizarro tuvo que enfrentarse a los problemas relacionados con la guerra contra Inglaterra, los levantamientos de los comu neros en 1781del Socorro en el Virreinato de Santa Fe, la rebelión de Tupac Amaru en el Perú, y con las primeras sublevaciones organizadas por el pre cursor de la independencia de Ecuador, Eugenio Espejo. Durante su estancia en Quito fue nombrado caballero supernumerario de la Real Orden de Car los III (5), y en marzo de 1783 se le despachó el título de consejero togado de la Cámara y Consejo de Indias (6). El 4 de mayo de 1784, García de León y Pizarro fue reemplazado como presidente de Quito por su yerno Juan José Villalengua (7). Embarcó con su familia en el malogrado navío San Pedro de Alcántara, salvándose milagrosamente del naufragio en las costas de Peniche, en Portugal (8). Mientras ocupaba un puesto en el Consejo de Indias en España, García de León y Pizarro trató obtener el cargo de Ministro de Gracia y Justicia, pero Eugenio Llaguno y Amirola fue escogido en 1794 (9). La esposa de García de León y Pizarro —«La Pizarro» (María de Frías y Pizarro)— jugó un impor tante papel en 1795durante la fracasada conspiración de Alejandro de Malas pina para reemplazar a Manuel Godoy por el Duque de Alba (10). José Gar cía de León y Pizarro murió en su casa en Madrid, en calle Toledo, enfrente de la iglesia de San Isidro, el 30 de marzo de 1798 (11). Fernando José Mangino y Fernández de Lima nació el 7 de octubre de 1731, siendo bautizado, el día 12, en la catedral. Sus padres eran Antonio Mangino y Urceso, de Génova (Italia), y Juana Fernández de Lima, de Lis boa (12). El matrimonio tuvo otros dos hijos: María Ignacia y Rafael (13). García de León y Pizarro, Memorias de la vida del Excmo. Señor Don José Pizarro (17701835)..., escritas por el mismo. Madrid, 15 de junio de 1833,Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Mss. 27-34, 7 tomos. (4) Gazeta de Madrid, núm. 28, 6abril 1798, p. 311. (5) Ibídem, y AHN, Carlos III, exp. 137. (6) ArchivoGeneral de Simancas (aquí en adelante AGS), Títulos de Indias (aquí en ade lante TI). 14marzo 1783 (187-303). (7) Archivo Nacional de Historia (Quito), documento 6831; citando Boletín del Archivo Nacional de Historia, Quito, 1956, núm. 6, p. 6. (8) AHN, E, libro II, 12junio 1788. (9) Ibídem, libro VII, 24enero 1794. (10) Paraesta historia de la Pizarro en la conspiración de Malaspina, véase mi manuscrito El proceso y encarcelamiento de Alejandro Malaspina (1794-1803)». (.11) GazetadeMadrid, núm. 28, 6abril 1798, p. 311. (12) Partida de bautismo, AHN, Carlos III, exp. 500, f. 245; citando catedral de Sevilla, Libro de bautismos (1731), f. 32v. (13) AHN, Carlos III. exp. 573. Su hermano Rafael Mangino nació en Madrid yen 1791 era administrador de Alcabalas en la Puebla de los Angeles, en Méjico. 44 31 PIZARRO azi-iy- »-2, 17, 2 7 ¿2e TIÍI corni4-,zclaT.. C e 1Z CI 2” ftírt. f4 ‘d )iar re crrwi Z4 ‘r . 2e Za aic’ lfli 7141 ei 4trIfl Crtuj 9e- 7€! Jur ( j2i71 71íWWaW7V aC4’;:í y íoie f1e1W 2P7iz-i2€ Zp’le eçJnveivk’ d jy ‘ LI Aiio 1990 encaA 9aai 7fll: 7C’V1’13 2e •Ji’1 14711 / 45 E. BEERMAN Fernando José Mangino abandonó pronto su tierra natal de Andalucía, y en 1762 consiguió el cargo de corregidor en la ciudad mejicana de Zacatzan de las Manzanas (14), Algunos años más tarde, en 1775, se trasladó a la capital de Méjico como contador de la Contaduría de Tributos y Azogues (15). El año siguiente Mangino fue nombrado superintendente de la Casa de Moneda de Méjico (16),,y ministro honorario del Consejo de Indias (17). Mangino fue estrecho consejero del Virrey Bernardo de Gálvez en Méjicó durante los años 1784-86. Al morir allá Gálvez en 1786, Mangino regresó a España con la viuda de aquél, Felicitas de St. Maxent, sus cuatro hijos y su suegra. En Madrid Mangino frecuentaba la tertulia de la viuda de Gálvez, en la Corredera Baja de San Pablo, n.° 22, donde se reunían, entre otros, el Conde de Aranda, Conde de Cabarrús, Francisco Sabatini, Lorenzo Fernán dez de Moratín, el director de la Real Compañía de Filipinas, D. Gaspar Leal, y el intendente de Luisiana, D. Martín Navarró. En 1790, cuando Man gino y José García de León y Pizarro redactaban esta relación, Felicitas de St. Maxent, Cabarrús, Sabatini, Leal y Navarro fueron desterrados por Real Orden (18). En 1788 Mangino fue nombrado consejero iogado de las Indias (19). Durante el tiempo que Mangino pertenecía al Consejo y Cámara de Indias otorgó su último testamento en Madrid ante el escribano de número D. Angel Urruchi, el 4 de octubre de 1800. Dejó como única y universal here dera a su esposa Dña. Josefa María Panes, sin hijos, actuando como testigo elfamoso consejero de Indias D. Manuel Joseph de Ayala. Al morir Mangino fue enterrado enlacapilla de San Juan Nepomuceno, del convento de la San tísima Trinidad Calzada en Madrid. Al fallecer en 1806, Mangino dejó las publicaciones Un proyecto para establecer en Méjico una academia de pintura, escultura y arquitectura (Méjico, 1781), y Ordenanzas para el manejo y gobierno del apartado general de oro y plata en la Casa de Moneda (Madrid, 1790) (20). Basado en sus conocimientos de América y sus experiencias en el Consejo de Indias, el gobernador de éste, D. Francisco Moñino, hermano del ministro de Estado, el Conde de Floridablanca, pidió, por Real Orden de 7 de junio de 1790, a José García de León y Pizarro y a Fernando José Mangino redactar la siguiente relación encontrada en el Archivo Histórico Nacional. Madrid, Estado, Legajo 2848, Número 6: (14) AGS. TI. 6julio 1762 (184-87). (15) Ibídem, 18agosto 1775 (185-136). (16) Ibídem, 12marzo 1776 (185-153). (17) Ibídem, 14agosto 1776 (185-143). (18) Eric Beerman, «The French Ancestors of Felicite de St. Maxent», Revue de Loui sianelLouisiana Review, VI, núm. 1 (verano 1977). pp. 69-75. (19) AGS. TI, 16enero 1788 (13-9-529). (20) Archivo Histórico de Protocolos, Madrid, prot. 22433, ff. 261-62. 46 31 PiZARRO EXTRACTOS DE PROVIDENCIAS PARA EL DESCUBRI MIENTO DEL MAR DEL SUR Y CAL1FORNIAS DESDE LA CONQUISTA DE INDIAS, Y PARA LA EXCLUSIÓN IMPUESTA A TODAS LAS NACIONES EXTRANJERAS DE NAVEGAR AQUELLOS MARES. FORMADOS DE ÚRDEN DE 5. M. POR: LOS SRES. D. JOSEPH GARCÍA DE LEÓN Y PIZÁRRO y D. FERNANDO JOSEPH MANGINO DEL CONSEJO REAL Y SUPREMO DE LAS INDIAS. Razón y orden de estos extractos. Por Real Orden de 7 de junio de este año de 1790 comunicada en el día siguiente por el Exmo. Sr. D. Francisco Moñino, gobernador del Real y Supremo Consejo de Indias, se nos previno ejecutásemos a la mayor brevedad un extracto circunstanciado de las providencias dadas sobre nuestros descu brimientos, actos y posesiones de costas y navegación del Mar del Sur (Pacífi co) especialmente de la parte del Norte y de Californias hasta los 60 grados y más; extensión de sus límites y navegación, y la prohibición de hacerla otras naciones, particularmente en el reinado del Sr. D. Carlos II al cual se remite lo estipulado en el Tratado de Utrech, artículo 8 con la Inglaterra; a cuyo fin nos auxiliasen los oficiales que necesitásemos de las dos Secretarías del Perú y Nueva España y de la Escribanía de Cámara reconociendo al intento de los Archivos de ellas y el secreto del Consejo, las Leyes, Cédulas y providencias que hubiera sobre el asunto. Para el exacto desempeño del cumplimiento de esta Real Orden pasamos incontinente y progresivamente a estas oficinas y por descontado tuvimos el consuelo de que nos informásen la grande saca que había habido de sus pape les, pues de la de Nueva España se había hecho en el año de 1603 la primera remesa al Archivo de Simancas con inclusión de todos los expedientes y Car tas que en ella había de aquella parte de América hasta el de 1594y que en los de 1658 y 1718 se habían remitido los papeles existentes desde aquella época hasta el de 1700 hallándose en el día unos y otros en el nuevo Archivo de Indias establecido en Sevilla. Y por lo respectivo a la del Perú que en el de 1718 se remitieron a Simancas todos los causados hasta el de 1700 y en virtud de las últimas Reales Órdenes se enviaron en el de 1788al de Sevilla todos los resueltos hasta el de 1760. En este conflicto nos dedicamos a reconocer por nosotros mismos y por medio de los Oficiales auxiliantes (urgido siempre de la brevedad y dç ganar instantes, que se nos reencargaba) todos los papeles de cualquiera clase que Año 1990 E. BEERMAN eran, para ver si dentro de ellos y por vía de antecedentes hallábamos al obje to, singularmente el de averiguar el origen, principio y progreso de nuestros descubrimientos con particularidad en el Mar del Sur y Península de las Cali fornias. A este fin uno por uno vimos, leímos y reconocidos todos los grandes y pequeños legajos de expedientes deteniéndonos en aquellos cuyas rotulatas presentaban alguna idea de ser conducentes a nuestros deseos, recurrimos a los Libros de Registros de Cédulas y no obstante de que en la del Perú empie zan desde 1492 y en la de Nueva España en 1529se reconocieron diminutos y faltos de muchas. Hicimos la propia diligencia con los reservados, relativos a los ex Jesuitas que tuvieron sus misiones en aquella parte del mundo y los obrados para la erección del Obispado de Sonora (en que se incluyen las Cali fornias) su visita y cuanto era análogo el asunto. Aunque en esta prolija inspección, tanto más laboriosa cuanto más anti guas eran las fechas encontramos documentos al propósito, no lográbamos por la enunciada falta de papeles remontarnos hasta el origen. En este caso y por último recurso acudimos al Archivo separado que tiene la Junta del Código de Leyes de Indias que se está trabajando (de la que soy miembro yo D.Joseph García de León y Pizarro), en el cual está el tesoro de importantes papeles y Cédulas Reales encuadernadas para su más conveniente uso. Leímos sus índices, y sin embargo de que registramos muchas Cédulas muy útiles, no llegábamos a la primera que autorizase el Descubrimiento del Mar del Sur principalmente por el Norte, hasta que nos entramos a examinar la compilacion impresa de orden de S. M. en el año de 1596 de Provisiones, Cédulas, Capítulos de Ordenanzas, instrucciones y cartas libradas en diferen tes tiempos por las Majestades de los Sres. Reyes Católicos D. Fernando y D. Isabel y sus sucesores hasta el Sr. D. Felipe II con acuerdo de su Consejo de las Indias tocante a su buen gobierno que es uno de los documentos archi vados para dicho Código y allí fue donde tuvimos la satisfacción de dar con el origen del mandato Real para aquel Descubrimiento que fue encargado el año de 1523a Hernán Cortés, incluyéndolo en una dilatada instrucción que se le dio con el único brevete a la verdad poco alusivo al pensamiento de ser para el buen tratamiento y conversión de los indios e igualmente en uno de los tomos de las relacionadas Cédulas encuadernadas vimos una del año de 1540 que indica haberle emprendido efectivamente y que se lo impedía el virrey de Nueva España. Estas dos Reales resoluciones sirvieron de Norte; después los expedientes de las Secretarías y finalmente los libros históricos que tratan del estableci miento de las Misiones examinadas y aprobadas por el Consejo y Audiencia de México, cuyos expedientes fueron también vistos para formar el extracto de lo ocurrido desde el principio hasta nuestros días sobre el descubrimiento, población de las Californias, reducción y conversión de los indios, posesión de hecho tomada de su tierra, costas, puertos y cabos, nomenclatura española de ellos y los actos formales de posesión en nombre de S. M. hechos y levan tados últimamente hasta nuestro tiempo. 48 31 PIZARRO g ( tretoí 9icuk;i’ 9ej9e & r’ i7Zé77 ¿€ 4S’ ¿Z’ ¡9ePL,1ttr Pdc/iy 4m4 Yu)y ta’ & 6ck44 / trma2’i 7htveoa*’ .í. .Vy Añó 1990 £iq24et’1 9e ar2e 9e i21í J-O G77 4 hzi cMc,wn, (79al a & woc/ L4?VOT7VO e d Za41 49 E. BEERMAN Se halló el descubrimiento que hizo el general Sebastián Vizcaíno; se dedujo que en conveniencia del ejecutado en tiempo del Virrey de Nueva España, D. Antonio Mendoza, se puso al cabo que está entre los grados 40 a 45 de latitud el nombre de cabo Mendocino y de todos estos documentos se formó el extracto número 1. Así de los libros de registros de las Secretarías como de varios expedientes permanentes en ellas y en la Escribanía de Cámara y de la citada compilación para el código escogimos las Cédulas Reales, consultas, Reales Ordenes, cau sas y decisiones que prohíben a los extranjeros descubrir, pasar y comerciar en nuestras Indias con las penas impuestas para su verificación y es el extracto número 4. Por esta serie, términos y modo, hemos procedido en la evacuación de la Real Orden que nos fue comunicada y proponemos para que nos sirva de idea y mejor conocimiento del contenido de todos y cada uno de los cuatro extrac tos, pudiendo asegurar que en todo lo obrado se ha procedido con el cuidado, exactitud, prontitud y desvelo que ella misma exige y es propia asignación de sínodos a los misioneros, e igualmente se mandó que para la defensa de Cali fornias, descanso y refugio de las naves de Filipinas se construye un presidio de veinte a treinta soldados y un cabo y que pasaran las familias que volunta riamente quisieran para probar y se tituló el Presidio de Nuestra Sra. de Lo reto. Los citados padres Kino y Salvatierra dieron también cuenta de que las tierras de las Californias se continuaban en el continente del Nuevo México por haberlo experimentado por sí mismos, por lo que inferían haberse errado los mapas antiguos en que se hallaba como isla. Todo lo cual se comprobó después por cuenta que dio el virrey con testi monio, añadiendo las providencias que había tomado para sosegar la subleva ción de los indios, en cuya empresa se habían gastado más de 470 pesos. También se halla por antecedente de dicho grande voluminoso expediente la representación que hizo al Consejo desde Tula a 25 de marzo de 1715 el Oidor D. Juan de Olivan Rebolledo, en que con testimonio de autos que acompañó dijo que habiéndose descubierto tres puertos, el uno llamado San Diego, muy capaz y ameno, y con otro inmediato más pequeño como resul taba de las Cédulas despachadas al Virrey de Nueva España en el año 1606 por las que se le mandó se poblase el puerto de Monterrey en la costa occiden tal de las Californias, y que pareciendo a dicho oidor la gran utilidad de que se poblase el puerto de San Diego, entre otras razones por la que no fuese poblado por la de los enemigos de la corona de que se hallaba temeroso por haberlo intentado el año de 1714 Lord Cliperton con patente del Imperio y se había tenido la fortuna de haberlo atacado y hécho prisionero: suplico que Su Majestad resolviera lo que fuera más de su agrado. Oído al señor fiscal se acordó entre otras cosas en 10 de marzo de 1718se pidiese informe al Virrey, Marqués de Valero, y que si hallase algún riesgo de entrar extranjeros a poblar en aquel paraje diese las providencias convenientes para embarazarlo. Ultimamente se formó expediente sobre la solicitud que hizo en el año 50 - 31 Nú PIZARRO 1735 el Procurador de aquellas misiones pidiendo se aumentasen 30 plazas de soldados sobre las 25 de presidio de N. S. de Loreto, por haber habido suble vación de indios, lo que se comprobó por cuenta que dio el Virrey con testimo nio y para providenciar sobre este particular mandó al Consejo se uniesen todos los papeles y documentos concernientes a lo ocurrido desde que el Mar qués del Valle comenzó el descubrimiento de las Californias, que son todos los que cronológicamente quedan relacionados y otros muchos de que no se hacen mención por no tener conexión alguna con lo principal del descubri miento. Con vista, pues, de todo, y haciendo en parte expresión de ello consultó a S. M. el Consejo en 12 de mayo de 1744, que habiendo considerado el cons tante deseo de los gloriosos progenitores de S. M. de reducir las Californias al gremio de la Iglesia y dominio de S. M. los crecidos dispendios de su Real Erario que en esta Empresa se habían consumido, contemplaba muy preciso que en descargo de su Real conciencia se aumentase la aplicación a donde estaba tan sazonado el fruto, tanto en lo espiritual como en lo temporal,así por la comodidad grande para el comercio de Filipinas como para impedir haga pie en ella alguna Nación extranjera, que sería una mortal herida para todas las Provincias de Nueva España, por lo que fue de dictamen el Consejo se tratase luego de concluir la reducción de las Californias sin detenerse en dispendios: que en los puertos buenos que se fueran descubriendo se hiciera población de españoles con fortaleza y presidio; que para la reducción de los indios entrasen Misioneros por el paraje por donde se une y conf ma la Califor nia con el Continente y tierra firme, igualmente propuso otros diferentes pun tos sobre el objeto de las misiones y por haberse recibido antes de remitirse la consulta, carta del Marqués del Castillo. Presidente que fue de la Audien cia de Guadalajara, diciendo convendría para el disfrute y seguridad de las costas del Mar del Sur se mantuviesen dos Balandras armadas en guerra que recorriesen aquellas costas: fue de parecer el Consejo que concluyó en dicha consulta que se mandase al Virrey de México pusiese en práctica dicho pensa miento, no hallando inconveniente. Con la consulta a S.M. se acompañó un mapa de la Península de las Cali fornias y de las que yacen a la orilla contrapuesta de su golfo, y es el mismo que se imprimió después ene! año de 1757 de orden del Consejo, con los tres tomos titulados Noticia de la California y de su Conquista, que está al fin del tercero y otros dos en el interior de él. 5. M., a la citada consulta, resolvió: me conformo y expida el Consejo todas las órdenes que resulten. Expedidas las correspondientes Cédulas se remitió al Consejo un dilatado informe del Provincial de la Compañía de la Nueva España, en que dio cuenta del estado de las misiones y las dificultades que se ofrecían pára reducir los Naturales y que era necesario antes de las Naciones Pimas altos y otras y propuso varios medios para vencer varias difi cultades. El Consejo reconoció que eran muy arduos y costosos, por lo cual, recor dando a S. M. la anterior consulta del 12 de mayo de 1744. dirigió otra en 22 Afio 1990 E. BEERMAN de agosto de 1747, siendo de parecer se remitiese dicho informe al virrey de Nueva España para que en Junta de diferentes personas practicara lo que le pareciera conveniente y que se le hiciera muy especial informe para la reduc ción de dichos Pimas altos y demás: S. M. se dignó resolver esta consulta como parece y en su virtud se expidieron los despachos correspondientes en dicho año de 1747, y en consecuencia de otro acuerdo del Consejo se remitió al S. Marqués de la Ensenada con papel de 30 del mismo mes de agosto y año de 1747 el derrotero original de la navegación hecha por el padre Consag, Jesuita, por la costa oriental de las Californias que había sido dirigido al Con sejo y se pusiesen fuertes o presidios en parajes proporcionados en los ríos Colorado y Xila con objeto de que los franceses e ingleses no se apoderasen de Monterrey e invadiesen las costas vecinas de la California que están al desembocadero del río Carmelo y también para contener a los indios Apaches y otros. El Virrey dio parte de lo referido sobre lo cual para determinar con conocimiento se mandaron agregar los antecedentes, lo que tuvo efecto colo cando las Cédulas citadas de año de 1606 y la Secretaría puso por nota que en aquella oficina no se hallaba más noticia que de las Cédulas referidas y el expediente se discurría podía estar en Simancas, aunque por el índice que había en la Secretaría no se podía venir en el conocimiento cierto de su para dero y que parecía el que se tuviese presente este incidente antiguo que se daba la mano con la propuesta con la conquista del río Colorado y entera reducción de las Californias y más cuando corría todas sus costas en el Mar del Sur, que distaba Monterrey del puerto de Acapulco como 350 leguas españo las; sin embargo, de esta nota de la Secretaría no consta se tomasen más noti cias para la unión de dicho expediente antiguo. Aunque el Consejo hasta el año de 1758 dio varias providencias para dichos establecimientos no resulta tuviesen efecto por los documentos poste riores existentes en la Secretaría que se van a referir. Posteriormente representó al Consejo Fray Juan de Iriarte, religioso Domi nico, que deseaba pasar solo o acompañado del misionero a la costa del Mar del Sur de la California, y pidió licencia para ello. Y el Consejo consultó a S. M. en 2 de septiembre de 1768, expresando que según las noticias más moder nas la Provincia de la California antigua, que en su extensión tiene más de 400 leguas, empezaba en la punta de San Lucas a los 22 grados y 52 minutos de latitud y terminaba a los 36 en la desembocadura del río Carmelo, en la Mar del Sur, que la separaba de la punta de Monterrey, que se halla en los 37 gra dos de altura desde donde sigue la costa hasta el cabo Mendocino, que está en los 41 grados y medio de latitud; que se debía tener también presente que 25 grados se hallaba la misión y presidio de Loreto, cabezera de la California: en los 28 la de S. Ignacio, y sabía el Consejo lo mucho que unía en pedir que en las costas de la California hiciese pie alguna nación extranjera como se había representado en consultas de 12 de mayo de 1744 y 22 de agosto de 1747 pro poniendo entrar misioneros por donde se unía la California con el continente al desemboque al río Colorado, por lo que era de dictamen se pidiese infor mes al Virrey y Arzobispo de México en razón de lo que exponía dicho Fray 52 31 PIZARRO Juan de Iriarte. Su Majestad se conformó y se libraron Cédulas en 4 de noviembre de dicho año de 1768. Con la Real Orden de 1 de enero de 1770 remitió al Consejo el Sr. Bailio (Julián) Arriaga una carta del Virrey de Nueva España de 22 de julio de 1769con copia del informe que en vista de la exposi ción que había hecho el Fray Juan de Iriarte le había dado el Sr. D. José de Gálvez, hallándose allí de visitador general en el que dijo que dicho religioso padecía alguna equivocación involuntaria que manifestó; y que debía adver tirse que había más adelante de la Misión de San Ignacio establecidas otras tres, que la última era de Sta. María, situada al grado 31 que después se había trasladado al paraje nombrado Belicatá que se regulaba cerca del grado 32 y además estaba aprobado el pensamiento de establecer otras seis sobre la costa occidental de las Californias desde Belicatá hasta el famoso puerto de Monte rrey y poner en él un Presidio que dejase a cubierto la península de las porfia das tentativas de algunas naciones extranjeras con especialidad de las que últi mamente hicieron los rusos pretendiendo familiarizarse con la navegación del mar de Tartarí, le hizo.memoria dicho Sr. Ministro de las providencias que en este siglo, y los dos anteriores se tomaron por nuestros soberanos y el Consejo para evitar este mal que no había tenido efecto. Oído en este expediente al Sr. fiscal, fue de dictamen el Consejo en consulta de 2 de marzo de 1770 se permitiese la entrada a aquel religioso en la costa del Mar del Sur de la Cali fornia desde los 25 hasta los 28 grados de latitud; con cuyo motivo recordó a Su Majestad sería necesario y conveniente para asegurar aquella provincia de los recelos de establecer algunos extranjeros que en distintas ocasiones, con la idea de descubrir algún puerto en la costa del Mar del Sur, habían descen dido por las inmediaciones del río Colorado hasta el Nuevo México en donde fueron descubiertos y presos que en su desembocadura se formase un presidio con guarnición competente; con lo que se conformó Su Majestad, yen cuanto al presidio que quedaba en tomar providencia. Después se recibieron representaciones del arzobispo sobre la efectuación de las Misiones, y asimismo del Virrey y suscitado duda entre Dominicos y Franciscanos sobre la división de aquel terreno para sus respectivas Misiones y pretensiones sobre el envío de nuevos Misioneros y se pasó en el año de 1773 al Sr. D. José de Gálvez para que informara lo que le pareciera como lo hizo en 18 de diciembre del propio año dando noticia exacta del estado en que se hallaban las Misiones de la California antigua y moderna, y las de Sonora, y propuso varios puntos entre los cuales expuso que debía ponerse a cubierto las islas Marías ocupándolas S. M. trasladando a ellas la guarnición del presi dio de Loreto. Enterado el Consejo de todo y de los varios Estados con que se acompañó dicho informe, del nuevo Mapa de aquella Península, de los Diarios de Viaje del Capitán Juan Bautista de Ansa a Monterrey y de su regreso hasta el presi dio de Tubac y de lo dicho por el Sr. Fiscal çonsultó a S. M. sobre las disputas de los Misioneros, lo que le pareció conveniente y sobre que se establecieron cinco Misiones y todas las demás que se necesitaran para la reducción de los Indios Yumas, Opas y otras pacíficas, reconocidas por el Capitán Ansa, y que Año 1990 E. BEERMAN se ocupasen las islas Marías donde se trasladase la guarnición del Presidio de Loreto, y asimismo que las naos de Filipinas hiciesen escala en Monterrey que estaba en 37 grados. S. M. resolvió se remitiera este expediente al Virrey de Nueva España mediante lo que habían ido variando las disposiciones con el motivo de los nuevos descubrimientos para que deliberase e informarse según lo que la actualidad pedía conformándose en cuanto al envío de religiosos misioneros dominicos con lo que proponía el Consejo. Los informes de Sr. D. José de Gálvez, mapa y descubrimiento del Capitán Ansa se devolvieron a la vía reservada donde deben existir. Queda sentado cuanto resulta útil de los expedientes, consultas, informes y Cédulas libradas sobre el descubrimiento de la California desde el Marqués del Valle, D. Hernando Cortés, hasta el año de 1770 que se hallan en los Archivos de las Secretarías del Supremo Consejo de las Indias. Ahora parece indispensable expresar para completa inteligencia de lo ocurrido en el asunto hasta nuestros días ya que no pasan adelante los papeles mencionados que de orden y licencia del Supremo Consejo de Indias, como se ha indicado arriba, se imprimió en Madrid, año de 1757, la obra en tres tomos en cuarto titulada: Noticia de la California y de su conquista espiritual y temporal sacada de la Historia, manuscrita formada en México, año de 1739, por el jesuita Miguel Venegas, y de otras noticias y relaciones antiguas y modernas con un mapa general y otros particulares de la América Septentrio nal, así oriental y Mar del Sur intermedio, Esta obra incluye el descubri miento del general Vizcaíno y muchos de los que quedan nombrados en este extracto y en el tomo tercero, que es el más interesante, se ponen varios apén dices, entre ellos lo que sobre la California dice Francisco López de Gómara, una Relación del viaje del nombrado Vizcaíno, un Derrotero del que en des cubrimiento de la Costa oriental de Californias hasta el río Colorado hizo el jesuita Fernando Consag, una descripción por el capitán Woodes Rogers, inglés, y su derrota en el Mar del Sur, un extracto de algunas noticias del viaje del almirante Jorge Anson, inglés, noticia de la relación de monsieur Henri que Ellis y de diferentes tentativas de los ingleses para descubrir paso y comu nicación del Mar del Norte al del Sur por encima de la California, una razón de la Memoria de Mr. de L’Isle sobre los nuevos descubrimientos al norte del Mar del Sur y la traducción de la relación del viaje del almirante Bartolomé de Fonte, hecho en 1640 de orden de España y observaciones sobre su certe za. Todos estos documentos esclarecen notablemente la materia y convencen nuestra constancia y tesón en el descubrimiento de aquellos mares y costas. Después se ha publicado e impreso en México en el año de 1787 en tomo en cuarto que se titula: Relación Histórica de la vida y apostólicas tareas del venerable Padre Fray Junípero Serra y de las Misiones que fundó en la Califor - tija Septentrional y nuevos establecimientos de Monterrey. En esta obra se hace muy extensa e individual expresión de las providen cias dadas por la Corona de España desde la expulsión de losjesuitas, que en México fue en 25 de junio de 1767, para que en lugar de los expulsados ocupa54 31 PIZARRO sen las Misiones de Californias los religiosos de San Francisco y se nombró por superior de ellas al dicho Fray Junípero. Con este motivo se refieren a las expediciones que se hicieron desde 1769 con objeto de renovar los antiguos descubrimientos y hacer otros nuevos siendo Virrey de Nueva España el Marqués de Croix, de las cuales se extrac tará lo precisamente necesario a el objeto propuesto. En efecto, en el año de 1769 se proyectaron y salieron dos expediciones desde el puerto de San Diego, situado a los 32 grados y medio de latitud, la una para ir por tierra, y la otra por mar en demanda del puerto de Monterrey, siendo Comandante de la de tierra D. Gaspar de Portolá, la cual tuvo la feli cidad de llegar a él el día 24 de mayo de aquel año y reconocido, y explorado y ocupado el puerto por mar y tierra con particular complacencia de las innu merables gentes que poblaban todo el país se tomó y solemnizó su posesión en nombre del Rey N. S., con instrumento que extendió el Comandante en Jefe y certificaron los demás Oficiales de ambas expediciones, asegurando todos ser aquél el mismo puerto de Monterrey con las idénticas señales que describieron las relaciones antiguas del general D. Sebastián Vizcaíno y Derrotero de D. Joseph Cabrera Bueno, primer piloto de las naos de Fi lipinas. Deseando continuar más adelante el descubrimiento, se dieron en Méxi co, siendo ya su Virrey, el Bailio Fray D. Antonio Bucareli nuevas eficaces pro videncias para hacer una segunda expedición a fin de que se subiese a mayor altura, ya este fin se aprestó una fragata y una goleta al mando, como también la expedición de D. Bruno de Ezeta, teniente de navío de la Real Armada, y de su segundo a D. Juan Pérez, que era muy prácticó por haber hecho aque llos viajes, y habiendo salido del puerto de San Blas a mediados de marzo de 1775 se hallaron en 9 de junio en la altura de 41 grados y 6 minútos, y por haber encontrado allí un razonable puerto saltaron a tierra, y el día 11 se tomó posesión solemne, se cantó misa y se enarboló una grande cruz, y por ser el día de la Santísima Trinidad se le puso al puerto este inefable nombre. El día 13 de julio de dicho año de 1775, estando en la altura de 47 grados y 23 minutos encontraron una grande y hermosa cala donde dieron fondo, y el día siguiente fue la lancha con el Comandante a tierra y fijaron otra cruz en la playa, no pudiendo hacer con la mayor solemnidad la función por impedirlo la marejada y resaca. Por haberse desaparecido la goleta, continuó adelante sola la fragata y subió hasta los 49 grados y medio, adonde llegó el día 11 de agosto, pero por estar accidentada de escorbuto la mayor parte de la tripulación se volvió a Monterrey. La goleta, que como queda dicho se había separado de la Comandante, siguió costa a costa presumiendo que se había adelantado, y no pudiendo encontrarla subió hasta el grado 58, y halló en esta altura un gran puerto bueno y seguro que llamaron de Ntra. Sra. de los Remedios, del que tomaron posesión y dejaron enarbolando en él una Sta. Cruz, fijándola a vista de una Año 1990 55 E. BEERMAN Ranchería de Gentiles que estaba cerca de la playa y hecha agua y leña salie ron de aquel puerto. Aunque forzaron para subir a más altura, no pudieron por los vientos con trarios y las corrientes que en breve los bajaron a los 55 grados. Arrimáronse a tierra y hallaron en estrecho como en dos leguas de una punta a otra y a la medianía una isla que llamaron de San Carlos. Vieron que adentro internaba mucho la mar que hacía horizonte y les pareció en la realidad hay paso del Mar del Norte a este pacífico, en ninguna parte mejor que en ésta puede estar, y le nombraron el paso de Bucareli, que se halla en la altura de 55 grados caba les. Arrimáronse a una de las dos puntas, saltaron a tierra, y tomaron de ella posesión, dejando enarbolada una gran cruz. Saliendo de aquel paraje llega ron el 7 de octubre a Monterrey, donde ya se hallaba la fragata. Luego que el virrey Bucareli recibió la noticia con los diarios de la segunda expedición que se acaba de referir, promovió otra tercera que se hizo con dos fragatas, la una llamada la Princesa y la otra la Favorita, nombrando de comandante al teniente de navío D. Ignacio Arteaga y diferentes subalternos y pilotos. Salieron éstas del puerto de San Blas el día 12 de febrero de 1779, y habiendo navegado muchos días llegaron el 3 de mayo al paso de Bucareli (que como queda sentado se halla en la altura de 55 grados cabales), y entra ron en él y hallaron un grande archipiélago o mar Mediterráneo. No pudieron cerciorarse si por dentro se comunica por algún brazo con el Mar del Norte, porque no hallaron por dicho rumbo término y no distraerse de su principal atención. Habiendo salido de aquel puerto que llamaron de Bucareli, se hallaron el día primero de agosto en la altura de 60 grados en que encontraron un grande y ventajoso puerto. Salieron a tierra y tomaron posesión de ella y del puerto que nombraron de Santiago. Fijaron en un alto una gran cruz, que la subieron en procesión cantando el himno Vexilla Regis, etc., y hechas varias observa ciones y ocasionarse la enfermedad de escorbuto se volvieron al puerto de San Blas y dieron cuenta de su expedición. 56 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTICO Los corsarios moriscos de Rabat-Salé durante el siglo xvii Francisco SÁNCHEZ RUANO Uno de los episodios menos conocidos de nuestra Historia es el referido a los moriscos, tras su expulsión de España en 1609(1). Efectivamente, los des cendientes de aquellos árabes y bereberes, creadores de una brillante civiliza ción que conocemos como Al-Andalus, tuvieron a su cargo algunas importan tes páginas de la Historia de Africa, entre las que destacan la conquista de Sudán occidental por el Ejército morisco de Yuder Pachá (2) y la República morisca de Rabat-Salé. Los hornacheros pasan a Marruecos. En torno al castillo de Hornachos, a 50 kilómetros de Mérida, y en la pro vincia de Badajoz, se agrupaban unos 3.000 habitantes que pese a las presio nes de la Iglesia seguían refractarios al cristianismo. Los moriscos (3) que habitaban Hornachos tenían fama de poseer bas tante dinero y algunos los acusaban de saltear los caminos e incluso de mone deros falsos, habían comprado a Felipe II, entre otros privilegios, el de tener armas ofensivas y defensivas por 30.000 ducados. Se les achacaban algunas muertes y se juntaban en Consejo de Estado en una cueva de la Sierra de Hor nachos, lo que constituiría el embrión de su futura República; como muchos de ellos eran arrieros, tenían un buen conocimiento de lo que ocurría en España, no descartando sus tratos con marroquíes y turcos. A consecuencia de las pesquisas que realizó en Hornachos durante meses (1) Los decretos de expulsión de los moriscos, entre 1609 y 1614, afectaron a unos 300.000, Ids autores no se ponen de acuerdo en la cifra, y los causaron, además de la intransigencia ecle siástica de la época, el temor que existía en la Corte de Felipe III a que los moriscos pudieran ayudar a Francia o al Imperio Otomano, en caso de una hipotética invasión de tales potencias, lo que en aquella época no era pausible. (2) El autor de este trabajo ha publicarlo una serie de artículos sobre el Ejército morisco de Yuder Pachá, natural de las cuevas de Almanzora. que conquistó Sudán occidental en 1591., siguiendo las órdenes del Sultán Ahmed Al Mansur. Fue creador de una nueva etnia, los Arma, que todavía viven en Tombuctú y otras poblaciones del Níger. En la Revista de Historia Militar hay tres excelentes artículos sobre este tema del coronel Portillo, en los años 1971 y 1974. (3) El concepto de morisco —que sucede al de mudéjar o musulmán español que podía conservar la religión islámica, según estipulaban las Capitulaciones de Santa Fe de 27 de noviembre de 1941— data de las Germanías de Valencia en 1521. cuando se llegó a amenazar de muerte a los mudéjares si no se convertían al cristianismo. Desde entonces. el morisco es el antiguo musulmán convertido al cristianismo, al que se denominaba cristiano nuevo en contra posición con el cristiano viejo. Año 1990 E. SÁJVCHEZ RUANO el juriconsulto G. López Madera, Corregidor de Toledo y Catedrático de Derecho Civil en Alcalá, el Rey Felipe III los expulsó explícitamente, mediante Bando de 9 de diciembre de 1609, tras los de Valencia. Los autores no se ponen de acuerdo sobre la cifra de los expulsados, oscila entre mil y tres mil (4). Lo cierto es que llegaron a Marruecos en 1610 y tras un tiempo en Tetuán (5), el Sultán alauí decidió su traslado a las orillas del río Bu Regreg —el de los barrancos—, que desemboca en el Atlántico y en su margen derecho tenía un importante puerto en Salé. El Imperio español en Marruecos. Como consecuencia de la fracasada expedición del Rey Sebastián de Por tugal contra Marruecos, derrotado y muerto en la batalla de Alcazarquivir, el 4 de agosto de 1578, Felipe II pasó a ocupar el trono de Portugal, pues su sobrino murió sin descendencia (6). Así el Imperio ultramarino portugués pasó a España, que llegó a ocupar casi todo el Atlántico marroquí, no olvide mos que en la costa mediterránea poseía Ceuta, Vélez de la Gomera y Meli lla, con ciudades y puertos tan importantes como Tánger, Larache, La Mamora (hoy Mehedia), Mazagán, etc. Sólo la ciudad y puerto de Salé esca paban al control español cuando los hornacheros llegaron a Bu Regreg y el Sultán Mulay •Zidan les permitió fortificar la Kasbah —alcazaba o alcá zar— (7). Precisamente el Sultán, cuya autoridad se centraba en la zona de Marra kech, pues estaba en guerra con uno de sus hermanos, cuya sede era Fez (8), pretendía utilizar a los belicosos moriscos contra España, ya que se veía (4) La obra más importante, sin ninguna duda, es la de H. Lapeyre: Geografía de la España morisca, donde se citan unos 2.500 expulsados y se sugiere que pudieron quedar algu nos. Lo que sucedió en otros casos bajo diversos conceptos. (5). Tetuán fue destruida por los portugueses y pór el Rey de Castilla Enrique III en 1399, pasando gran parte de la población a ser cautiva de este reino. Los andalusíes y granadinos que huían ante el avance cristiano en la península, la reconstruyeron hacia 1485. (6) Don Sebastián desestimó los prudentes consejos de Felipe 11. que no era partidario de la aventura marroquí. incluso el Duque de Alba intentó demostrar al joven Rey lo inviable del proyecto, lo que le valió la acusación de cobardepor parte del temerario Rey portugués. (7) A un primer monasterio o ribat, cerca de la ciudad romana de Sela, cuyas ruinas están en las afueras de Rabat, sucedió la construcción de la Kasbah por el primer soberano almohade Abd el Mumen. Aunque fue el Sultán almohade Yakub al Mansur quien erigió la urbe de Riba el Fath —Campamento de la victoria— para celebrar la victoria de Alarcos en 1195 contra el Rey de Castilla. Aquella primera ciudad, corno su nombre indicaba, era más bien un campa mento militar donde se entrenaban las tropas almohades antes de su salida para Al-Andalus a combatir a los cristianos. A la llegada de los hornacheros sólo quedaba la muralla, la Kasba/i semirruinosa y la torre de Hassan, contemporánea de la Kutubía de Marrakech y de la Giralda sevillana, pues. como se sabe, los almohades eran importantes constructores. Los benimerines. que les sucedieron, abandonaron Ribat el Fath en beneficio de Salé. (8) La muerte de Ahmed al Mansur, el Sultán saadí que derrotó al Rey Don Sebastián y que conquistó Sudán occidental y sus riquezas auríferas, significó el comienzo de la decadencia de la dinastía Saadí y las luchas entre sus hijos para apoderarse del trono, situación que por dis tintos motivos aprovecharon españoles y moriscos. 58 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTICO impotente para luchar E-’ contra los españoles que en 1610 habían tomado Larache y en 1614 La Mamora. No obstante, en la zona de Salé quien real mente dominaba era el morabito Sidi El Ayachi (9), este importante diri gente de la Jihad vio, a su vez, la oportunidad de usar a los moriscos no sólo contra los españoles, sino también contra el mismo Sultán, a quien conside raba un tibio en la lucha contra España y un obstá culo a sus pretensiones de ocupar el trono y fundar una nueva dinastía que sucediera a la de los deca dentes saadíes. En tales circunstan cias, los hornacheros, empujados al corso por los Torre de Hassan. Construcción almohade. contemporá poderes que entonces nea de la Kutubía en Marrakech y de la Giralda, siglo xii. dominaban Marruecos, revelaron una notable habilidad, no sólo al converirse en armadores de una importante flota que pronto sería la pesadilla de los buques cristianos (10), sino también supieron explotar en su beneficio las rivalidades entre el Sultán y El Ayachi, hasta el punto que se convirtieron en los corsarios más,importan tes de la costa atlántica marroquí e incluso fueron los principales motores de la caída y muerte de El Ayachi. Por un momento pareció como si España pudiera apoderarse de RabatSalé, pero la oportunidad se desaprovechó. como veremos (11). (9) ElA’achi era un santón o morabito con muchos partidarios en el norte de Marruecos, pues incluso le propusieron hacerse Sultán en Fez, ya que era el verdadero dirigente de la Jihad o guerra santa contra lo españoles que ocupaban la mayoría de las plazas de la costa atlántica marroquí (10) Hay que señalar que los hornacheros fueron siempre gente de tierra adentro, mas el odio a la España cristiana que les expulsó de sus hogares les llevó a convertirse en armadores y hasta en marinos de una flota que llegó a España, Islas Británicas, Islandia y Terranová. (1 fl Salé fue ocupada en 1260 por la flota castellana de Alfonso X. que la mantuvo durante 23 días, hasta que fue reconquistada por el Emir almohade —dinastía en decadencia tras las Año 1990 59 F. SÁNCHEZ RUANO La independencia de la «República» corsaria y guerras entre los moriscos. El auge del corso en el Atlántico pasó de unos primeros ataques a las Canarias, procedentes de los corsarios argelinos (12), a una serie generali zada de asaltos nosólo a naves españolas, sino también a francesas, inglesas y en ocasiones holandesas, pese a que los Países Bajos ayudaron notable mente al desarrollo del corso en Salé (13). Como consecuencia de la pérdida de La Mamora y de su ocupación por la Escuadra de Luis Fajardo, quien la denominó San Miguel de Ultramar (14), el corsario Mainwaring y otros que tenían allí su base pasaron a Salé-el-Nue vo, con lo que engrosaron los conocimientos de los hornacheros sobre los asuntos marítimos. La riqueza aumentaba debido a las rentas de aduanas y a las presas marí timas, por lo que los hornacheros concibiéron la idea de independizarse del Sultán; para ello, como no eran más de 3.000, decidieron traer a los moriscos que vivían en Marruecos. En efécto, pagaron el viaje a moriscos de Cádiz, Llerena, Sanlúcar, Córdoba, Valencia, etc., y pronto unos 8.000 moriscos construyeron La Medina, urbe no fortificada, que aún hoy podemos visitar en el Rabat antiguo. Sin embargo, no permitieron que los moriscos traspasaran la plaza del Gazhal y entraran en la fortaleza o castillo, ni que formaran parte del Cabildo o Diwan, compuesto por los 14 hornacheros más ricos, que eran quienes diri gían los asuntos, como lo hacían en Hornachos antes de la expulsión, ni mucho menos que participaran en las riquezas obtenidas (15). • Navas de Tolosa—. Por este motivo la actual Rabat era llamada por los moriscos Salé-la-Nueva: para diferenciarla de la primera Salé o Salé-la-Vieja. El nombre de Rabat lo impuso el Sultán alauí Mulay Ismail en el último tercio del siglo XVII. (12) Yaen 1653, los corsarios argelinos atravesaban el estrecho de Gibraltar y atacaban las Canarias. Hacia 1570 apresaron barcos en la barra de Sanlúcar, y nueve galeras del corsario Calafat llegaron a Lanzarote y lo saquearon. Es en 1585 cuando Murad Rais. corsario argelino de origen albanés, desembarcó en Lanzarote haciendo cautivos a 200 cristianos, entre los que estaban la mujer e hija del Marqués de Herrera. Señor de la isla. Los ataques a Canarias conti nuaron con Murad Rais. que solía tomar como base Larache, y con Xabari Rais. que ataco en 1593 y cuya base era Salé. La llegada de los hornacheros empeoró la situación de los cristianos y no sólo de los españoles como se podía prever. (13) Las Provincias Unidas, después Países Bajos, o Flandes protestante, ayudaron a los enemigos del Imperio español por razones obvias y suministraron a los corsarios de Salé las armas, munición, aparejo e incluso les vendieron algunos barcos, además les proporcionaron los técnicos que calafateaban los buques corsarios bajo la Torre de Hassan, donde estaban situa dos los astilleros de la República corsaria. (14) Parecía que los holandeses enviaban una escuadra. mandada por el almirante J. Evertsen para ocupar La Mamora, con acuerdo del Sultán, por lo que la Escuadra de Fajardo. haciendo caso omiso de la holandesa, aparentó atacar Salé para luego desembarcar 5.000 solda dos al norte de La Man-tora, ocupándola. (15) La mayoría de los 70 cañones que tenían los hornacheros apuntaban hacia la playa de la Higuera —hoy del Gazhal— para mantener alejados de la plaza a los demás moriscos, alega ban que los beneficios eran para construir más fortificaciones, lo que resultó cierto pues se cons truyó una segunda muralla denominada de los Andaluces, copia de la almohade, aunque de 60 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTiCO Muralla almohade. Muro que rodea la Kasbah o Alcazaba o Alcázar, construida por los almohades y reconstruida por los hornacheros. El Sultán nombró Caíd —jefe militar— en 1614 a Ez Zaruri, quien al mando de unos 25 soldados marroquíes controlaba a los hornacheros. Pero éstos, apoyados por El Ayachi, consiguieron expulsarlo en 1626, alegando que no era leal al Sultán, al que pagaban el diezmo de todo lo que capturaban. El Sultán, entonces, nombró nuevo Caíd en la persona de Ayib. En 1627, los hornacheros se encontraron lo suficientemente fuertes como para desenmascararse, por lo que mataron al Caíd y expulsaron a los soldados de la fortaleza, negándose a pagar el diezmo al Sultán (16). Esta independencia de Marruecos, bajo una primera protección de El Ayachi, tendrá una repercusión muy superior a la que se podría esperar, ya que los ataques a los barcos cristianos que venían de América se incrernenta menor calidad, que sirvió a los hornacheros para protegerse de los moriscos. El excesivo egoísmo de los hornacheros iba a constituir el germen de su futura caída a manos de los moriscos y de ambos a manos de los marroquíes. (16) La muerte del Sultán favoreció los planes independentistas de lós hornacheros. al nuevo Sultán le regalaron unos esclavos y de vez en cuando algunas mercaderías capturadas en el mar. La República estaba dirigida por los hornacheros más ricos y, por supuesto, no había elecciones ya que el modelo de gobierno lo constituirían las ciudades comerciales italianas de la época. como Génova o Venecia. Era una República oligarca o plutocrática. Año 1990 61 E. SÁNCHEZ RUANO ron, aumentando el número de los cautivos cristianos que hacían en el oceáno para posteriorniente revenderlos en Salé-la-Nueva a las órdenes religiosas: Mercedarios, Redentoristas, Trinitarios, etc. La hegemonía hornachera sólo iba a permitir al resto de los moriscos beneficiarse del zoco y del comercio con los marroquíes de la región, limi tando este comercio a los productos agrícolas y ganaderos. Lo que resultará un mal negocio en situaciones de crisis, aunque los orgullosos hornacheros se sintieran protegidos por El Ayachi, que pensaba utilizarlos contra los españo les de La Mamora, al margen de que las potencias europeas comenzaban a resentirse de las actividades de la flota corsaria de Salé-la-Nueva. Para el cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, no había dife rencia entre ambas Salé, por lo que envió lá flota del almirante Razilly contra los corsarios. Por aquel entonces habían atacado unos 1.000 barcos cristianos, haciendo seis mil cautivos que pasaron por las mazmorras de lo que hoy se denomina Torre del Pirata, y causaron unas pérdidas globales de 15 millones de libras, de las que dos terceras partes eran francesas. Los siete buques franceses comenzaron el cañoneo de la fortaleza, que fue constestado por los cañones de ésta. Mientras, El Ayachi no veía con malos ojos el ataque francés a la Repú-. blica hornachera, pues en dos ocasiones —1615 y 1627—atacó abs españoles de La Mamora sin conseguir el apoyo de los hornacherps; hundió varios bar cos españoles, tomó algunos cañones y apresó 800 prisioneros. Consiguió liberar cientos de presos marroquíes. Por este motivo se produjo un enfrentamiento entre los hornacheros, cuyo gobernador Abd-el-Kader Cerón era partidario de proseguir la lucha con los franceses, y los moriscos, que al tener menos beneficios y riquezas que los hornacheros, sufrían más con el asedio y eran partidarios de concluir la lucha. Razilly firmó un acuerdo con el gobernador Cerón por el que se liberaron varios cautivos mediante un rescate de 265 libras por cautivo. Esta tregua se prolongó dos años más. La guerra civil entre hornacheros y moriscos continuó, pues éstos no que rían seguir viviendo en las condiciones de dependencia respecto a los horna cheros en que lo estaban haciendo, hasta el punto que los soldados de laforta leza —500 a 1.500— dispararon contra los moriscos. En esta ocasión El Ayachi apoyó a los hornacheros, a los que consideraba más musulmanes que a los moriscos, a quienes llamaba Cristianos de Castilla, por lo que aprovisionó la fortaleza desde Salé-el-Viejo, e incluso envió solda dos que atacaron la retaguardia de los moriscos y les apresaron ganado. La guerra continuó en 1630, pese al esfuerzo mediador del capitán inglés J. Harrison; fue un santón de Chella —ruinas de la antigua Sela romana— quien consiguió un acuerdo entre ambos bandos moriscos qué corrían el riesgo de ser aniquilados por los marroquíes del lugar. 62 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTICO El acuerdo de mayo de 1630 se basó en tres puntos: 1.—Los moriscos de Salé-el-Nuevo —Rabat— eligirán un gobernador que residirá en la fortaleza o castillo,junto al gobernador hornachero. 2.—El Cabildo—Diwan—tendrá 16 miembros, elegidos en igual número entre hornacheros y moriscos. 3.—Las rentas derivadas de los derechos de aduanas y de las presas marí timas se repartirán a partes iguales entre hornacheros y moriscos. La República seguía gobernada desde la fortaleza, pero con un goberna dor hornachero y otro morisco, elegidos anualmente y que respondían ante el Cabildo o Diwan que era el Consejo de Estado, compuesto por las familias más influyentes, quien realmente constituía el poder. En el Cabildo tenía voz y voto el almirante de Salé o jefe de la flota corsa ria, Morato Arraez, cuyo verdadero nombre era Janz Janssen, holandés con vertido al Islam y al que el Sultán designó para este cargo en 1624, era el único no morisco en el Diwan. Mientras tanto, El Ayachi atacó Tánger, sin éxito, por lo que pasó des pués a intentarlo en Larache, donde sí lo consiguió. Esto le animó a pedir cañones y tributos a la República morisca en 1631, para atacar a los españoles en La Mamora. Al negarse el Cabildo a sus pretensiones, consiguió’unafetwa —decreto religioso— por la que ponía a todos los moriscos fuera de la ley musulmana. Puso cerco a la fortaleza y a La Medina en julio de 1631, y las cañoneó, mientras tanto su hijo, con 5.000jinetes, acampaba en Chella para completar el cerco. Es entonces cuando ambos gobernadores, el morisco Cacen y el horna chero Cerón, pidieron ayuda al nuevo Sultán, que era hijo de morisca. Mien tras, el Duque de Medinasidonia, capitán general del Océano, envió vituallas y pertrechos desde La Mamora para evitar la caída de lafortaleza en manos de El Ayachi. El Sultán aprovechó el momento para afirmar su autoridad en ambos Salé y en el castillo, por lo que El Ayachi tuvo que levantar el cerco en octubre de 1632, alegando que los moriscos no obedecían al Sultán. Tratos secretos entre España y la «República» corsaria. Ya en 1619 el gobernador de Mazagán, E.’de Mascarenhas, escribió a Felipe III para comunicarle que negociaba con los hornacheros la entrega de la Kasbah, pero el intento no prosperó. En 1626, Felipe IV, mediante una cédula, autorizó a los españoles para que comerciaran con los moriscos de Salé-el-Nuevo en casos excepcionales. El profesor marroquí Bouzineb sostiene que los tratos entre los hornache ros y España datan de la década de 1620, pero es en 1631cuando el Duque de Medinasidonia, capitán general del Océano y las Costas de Andalucía, Año 1990 E. SÁNCHEZ RUANO La Kasbah, con la Torre del Pirata a la derecha. En la playa se vendían los esclavos cristianos. escribe a Felipe IV enviándole la contestación del Alcaide y del Diwan a la propuesta del Rey de España: (...) Que se les de Hornachos y los actuales habitantes de esa ciudad se marchen una vezse tasen en su justo valor los bienes que dejen, que deben ser gobernados sólo por moriscos pero que aceptan los clérigos y frailes para que les instruyan en lafe cristiana, excepto los nacidos en Berbería a los que se dará un plazo de 20 años antes de que la Inquisición pueda intervenir en sus asuntos (que darán informaciones de cautivos cristianos de que muchos moriscos son cristianos y que algunos fueron perseguidos por los marroquíes y martirizados por la fe de Cristo); que se les guarden los privilegios qt.ie les dió el Rey Feli pe lIen lo referente a tributos pues quieren pagar lo que los otros vasallos; que ellos llegarán en sus bajeles a Sevilla y cuando estén todos entonces darán los barcos a Felipe IV, que se les restituirán los hijos que quedaron en España cuando fueron expulsados (los menors de siete años). Que a cambio entrega rán al Rey la Fortaleza y Salé-el-Nuevo con cañones de Inglaterra y pertrechos, municiones, etc., para dos años; que le darán también las riquezas de los judíos, holandeses yfranceses que viven allí como mercaderes; que entregarán todas las cartas y documentos que tienen de los tratos mantenidos con el Rey de Inglaterra, con el Burgomaestre de Amsterdam, con franceses de Marsella, etc., y que son muy importantes para el Rey pues así verá las intenciones de tales autoridades hacia España y que también se comprometen a matar a El 64 Núm. 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTiCO Ayachi con lo que terminarían los cercos a las ciudades españolas en África. Que finalmente, llevaran en los bajeles caballos, ganado, ropas, artillería, etc., y que a cambio de ésto más los bajeles, el Rey debía entregarles 200 libras de oro y 2 millones de mezcales. Firman como gobernador Cerón, como miem bros del Diwan el caíd Bexer Ibrahen Ben Bargas y Alí Ríos, y como escriba nos Mohamed Blanco y Musa Santiago (...). Si bien el Rey y su confesor estaban de acuerdo en llegar a un entendi miento con los corsarios moriscos, el Consejo de Estado se manifestó en con tra, pues repugnaba a sus conciencias el mantener tratos con musulmanes que además eran piratas; aunque esto lo realizaban también otras potencias y estados que se definían como cristianos. Al Consejo de Estado y a parte de la Corte les parecía que era dar marcha atrás a la expulsión decretada, hacía años, por Felipe III. No obstante, Felipe IV escribió al Duque de Medinasi donia el 20 de noviembre de 1631, a raíz del ataque de El Ayachi a Sale-elNuevo y a su fortaleza, para que ayudara a los moriscos aunque no se lo pidie ran. Los tratos continuaron durante toda la década, pues en .1637el hijo de Medinasidonia intentó llegar a un acuerdo con el gobernador morisco El Cacen, quien no lo aceptó por no necesitarlo. Pero al entrégarlos moriscos a El Cacen preso al Sultán, éstos negociaron con D. Juan de Toledo, venido de La Mamora por mar, la entrega de la fortaleza, para lo cual el Rey de España enviaría 500 soldados. La Kasbah, desde la playa del Bu Regreg Año 1990 65 F. SÁNCHEZ RUANO La vuelta triunfal de El Cacen, liberado por el Sultán, a la fortaleza impi dió el acuerdo; mientras tanto Felipe IV era partidari9 de ocupar la plaza, sin permitir a los moriscos volver a España, y si no era posible, como mal menor, ayudarlos en la fortaleza contra El Ayachi y el Sultán. Cuando estalló la segunda guerra civil entre hornacheros y moriscos en 1637, El Ayachi apoyó a los hornacheros; entonces, el Duque de Medinasido nia adoptó una medida que posiblemente la Corte no aprobara, pues envió al castillo, que estaba en manos de los moriscos, tras haber expulsado a los hor nacheros, al capitán Alonso de Castrejón con una carta de 9 de agosto de 1637. en la que les propone seguir viviendo en la fortaleza, protegidos por el Rey de España y pueden (...) seguir con el comercio (...) en laforma que hasta aquí lo han hecho. No está claró que la Corte apoyara el corso de los moriscos, sin ninguna contraprestación. También afirmaba que a quienes se convirtie ran al catolicismo se les admitiría en España, aunque se les señalaría el lugar donde vivirían al mismo nivel que los otros españoles; a su vez, los que se que daran en el castillo podrían comerciar tranquilamente con España, pues se les asignaría un puerto español exclusivo para tal comercio. El proyecto tampoco se realizó, porque, entre otras causas, hubo un acuerdo entre el Sultán y los moriscos, por el que éstos tuvieron que entregar unos cautivos ingleses al almirante Rainsborough. Muerto El Cacen en 1638, su hijo. escribió al de Medinasidonia que la situación era tan crítica para sus administrados que no le cabría otra solución que entregar el castillo a los cristianos, pues España les ayudaba con víveres y municiones ante un nuevo cerco de El Ayachi, por todo ello Medinasidonia estaba dispuesto a enviar 600 soldados al castillo, lo que no se realizó porque el jefe marroquí el Caíd Morat François, enviado por el Sultán para apoyar a los moriscos contra El Ayachi, no aceptó el trato; este renegado francés reci bió otra proposición inglesa que tampoco resultó. En varias ocasiones Medi nasidonia envió embajadores al castillo, como fray A. Xirnénez de Mesa, que tampoco consiguieron un acuerdo efectivo entre España y los moriscos. Inclusive el Sultán escribió al de Medinasidonia, el 18 de junio de 1639, pidiendo que eliminara del estuario un buque francés que apoyaba el bloqueo de El Ayachi y sus actuales aliados, los hornacheros, contra los moriscos del castillo. El 17 de noviembre de 1639se firmó en el castillo un acuerdo entre el capi tán Castrejón y el hijo de El Çaceri, mediante el cual los esclavos que se’levan taran en Marruecos contra el Súltán y entraran en el castillo estarían libres como si fuera en España. Si bien el acuerdo sería válido durante dos años, España perdió en diciembre de 1640Portugal y su Imperio ultramarino, a par tir de este momento ya no será una potencia en la costa atlántica marroquí, perdiendo todo interés por los moriscos del castillo y de Salé, pues ya no podía mantener el rango de primera potencia; tres años más tarde los Tercios españoles perderán su fama de imbatibles en Rocroi ante Condé. 66 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTICO La hegemonía morisca en el castillo y el fin de El Ayachi. Aunque en el período de 1627a 1637 las rentas de la República alcanzaron los 26 millones de ducados, los moriscos no estaban contentos con el acuerdo de 1630,pues estimaban que los hornacheros seguían dominando la fortaleza; por lo que en el verano de 1636, aprovechando la boda de un hornachero con una morisca, por la que el alcalde hornachero Callia Pinta se trasladó a La Medina para festejarla. Durante su ausencia, el jefe moriscó El Cacen tomó el castillo y sus armas y encerró a algunos de. los responsables hornacheros, entre los que se encontraba el rico Aligglan, al que mató para apoderarse de sus riquezas. La mayor parte de los hornacheros huyeron a Argel, Túnez y Salé-el-Vie jo, donde pidieron la protección de El Ayachi, quien decidió apoyarlos para terminar con los moriscos a los que estimaba como cristianos; sólo unos pocos hornacheros permanecieron en La Medina o Salé-el-Nuevo. Las tornas habían cambiado y El Cacen decidió atacar a El Ayachi, antes que éste y los hornacheros lo hicieran, por lo que a comienzos de 1637.El Cacéri construyó un puente de barcos sobre el Bu Regreg para atacar Salé. Ante el peligro El Ayachi no dudó en pedir ayuda a un estado cristiano, Ingla terra. Carlos 1 envió al almirante Rainsboroúgh, en abril, para liberar los cau tivos ingleses con su escuadra y destruyó a cañonazos el puente de barcos. En mayo es El Cacen quien está cercado por El Ayachi por tierra y Rainsbo rough por mar. Situación crítica que le llevó a pedir ayuda al Sultán El-Aseg her, sin conseguirla, por lo que en junio estalló un motín y fue detenido por los moriscos partidarios del Sultán, que lo entregan encadenado el 2 de julio. Tras escucharle, el Sultán decidereponerlo en sus funciones y lo énvía nueva mente al castillo en el barco del inglés R. Blake, que carga también con trigo para aliviar el hambre de los sitiados. R. Blake había hecho de intermediario entre Rainsborough y los moriscos. El 29 de julio de 1637entró El Cacen en La Medina y el castillo con bande ras desplegadas y a tambor batiente, con lo que el acuerdo con los españoles de La Mamora se interrumpió, además El Cacen entregó a Rainsborough unos 300 cautivos a cambio de rescate y-los siete barcos ingleses levaron el anda en agosto. El Ayachi continuó cercando la fortaleza y La Medina; en septiembre, Medinasidonia, siguiendo instrucciones reales, ayudó a los moriscos con vituallas, municiones, etç. Hasta que en enero de 1638 un tiro acabó con la vida de El Cacen, sucediéndole su hijo en el cargo de gobernador. Este per mitió la entrada de 350 soldados del Sultán, mandados por el renegado fran cés Caíd Morat François (17). (17) La mayoría de los extranjeros eran renegados ingleses,holandeses y franceses que actuaban como corsarios o al servicio del Sultán. Entre los primeros estaban War, Easton, Bis hop, Gennings. Harris, Thompson, Hewes, Bough. Smith, Walsingham, Ellis. Collins, Sawkel, Wollistone, Barrow, Savers, Flemming, etc. Los holandeses eran Janz Janssen —Morato Año 1990 F. SÁNCHEZ RUANO Café Moro. Járdín de los Udayas da al río Bu Regreg. En la Kasbah. Ante la intervención del Sultán, que había visto la oportunidad de afirmar su poder en Salé-el-Nuevo y el castillo, El Ayachi abandonó el cerco, en abril, con la condición de que los hornacheros exiliados en Salé-el-Viejo pudieran ir a vivir a Salé-el-Nuevo, en cuya Medina encontraron sus bienes y viviendas. Protegidos por el Morabito, los hornacheros aprovecharon para conquis tar todo Salé-el-Nuevo y cercaron el castillo en el verano de 1638,pero en esta ocasión El Ayachi no les ayudó, pues se dirigió a atacar a los españoles en La Mamora, en 1639 atacó Mazagán, matando a numerosos defensores, y en abril de 1640llegó a matar al gobernador F. Mascarenhas. Los hornacheros continuaron cercando a los moriscos, siendo un barco holandés el que realizó el bloqueo del estuario, pues aunque las Provincias Unidas ayudaron mucho a los corsarios, éstos violaban frecuentemente los pactos con los holandeses y en general con los europeos. El bloqueo no tuvo la menor eficacia, ya que tanto los barcos del Sultán como los de España se encargaron de que no faltaran las provisiones. Con la pérdida de Portugal y sus colonias en 1640, España se desinteresó del Atlántico marroquí, por lo que los moriscos tuvieron que buscar un nuevo aliado, ya que El Ayachi, envanecido por su triunfo en Mazagán, estaba dis puesto a terminar con los moriscos a los que calificó de úlcera cristiana en el Arraez, que huyó a Argel cuando el golpe de Estado de 1636—, Simon Dancer, etc. Entre los corsarios también había italianos y los sultanes tenían a su servicio españoles, franceses, ingle ses, etc. 68 Núm. 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTICO Islam. Pidieron la mediación de Mohammed el-Hajj ben Buquer, Señor de la Zawiva (18) de Dilá, que propuso su mediación sin que El Ayachi. le escúcha ra. De todas maneras, obligó a los hornacheros a levantar el cerco a fináles de 1640. y se dispuso a arrebatar la hegemonía a El Ayachi autonombrándose defensor de la dinastía saadí. El Ayachi, que pretendía suceder a esta deca dente dinastía, se dirigió a combatir al Señor de Dilá, pero tras un comienzo victorioso fue traicionado por los miembros de la tribu de Khlot y asesinado el 30 de abril de 1641. La cabeza de El Ayachi, el más importante muhaidin —combatiente por la fe—, fue cortada y paseada por las calles de La Medina y el castillo entre los gritos de júbilo de los moriscos. Comenzaba una nueva situación en la que los moriscosseguían en el castillo y los hornacheros en La Medina, ambos protegidos por el Señor de Dilá, cuyo representante en Salé-el-Viejo, el Caíd Genui, estaba al mando de las tres urbes. • Del Protectorado de Dilá al morisco Gailán. El fin de la «República». El corso, momentáneamente interrumpido por las guerras citadas, conti-, nuó con más pujanza que antes. Pero el Señor de los bereberes animó indirec tamente a los hornacheros para que tomaran el castillo. Estos atacaron en 1644 y el sitio fue secundado en el mar por los barcos de Dilá, con los que el Sultán no pudo ayudar a los moriscos, que tuvieron que rendirse el verano de 1644. Aunque los hornacheros no habían ganado, su excesivo orgullo y egoísmo les perdió una vez más, pues el Señor de Dilá mantuvo en el castillo una guarnición exclusivamente bereber, mientras que el corso siguió en aumento con la condición de pagarle a él ahora el tributo. Nombró a su hijo Abdalá gobernador de las tres urbes con el título de Príncipe de Salé y residía en el palacio de la fortalezi. Esta situación se man tuvo hasta el asesinato del último saadí en 1659. El morisco Ahmed el Jadir Ibn Gailán, uno de los hombres deEl Ayachi, dominaba el norte marroquí y decidió apoyar a los moriscos y hornacheros que desearan sacudirse el yugo de los incultos bereberes. El castillo fue ase diado, mientrasque el Rais —jefe— Gailán derrotaba al de Dilá en 1660. La situación del Príncipe de Salé en el castillo se hizo insostenible y ante la derrota de su padre intentó llegar a un acuerdo con España, que le apoyaba juntó con Portugal e Inglaterra, mientras que Francia y Holanda ayudaban a los moriscos, ofreciéndole el castillo al Marqués de los Arcos, gobernador.de Ceuta, a cambio de poder dirigirse a una ciudad del norte marroquí. Como España tenía un tratado de alianza con Gailán se lo comunicó a éste, quien, al ver las dificultades de su adversario, solicitó que lá piopuesta fuera recha zada. Así se perdió la última oportunidad española para tomar el castillo de Salé sin violeñcia. - (18) Hermandad o cofradía de bereberesdel Alto Muluya ue se prestaban una gran ayuda y con fines político religiosos. Su jefe, junto con el Sultán y El Ayachi se repartían la influencia en Marruecos. Año 1990 E. SÁNCHEZ RUANO En 1661 el Príncipe Abdalá huyó en un buque inglés. Gailán llegó a un acuerdo con el gobernador Genui, al que toleró en el castillo durante un tiem po. En 1664 lo ocupó expulsando a la guarnición bereber que desde 1644 estaba allí establecida. Fue el último morisco que mandó sobre las tres agrupaciones del río Bu Regreg. Aunque no duró mucho, pues la nueva estrella ascendente en el fir mamento político marroquí. los Alauis. se preparaban para conquistar el tro no. En 1666 Mulay er-Rachid, creador de la dinastía que perdura desde entonces en el trono de Marruecos, derrotó a Gailán, y posteriormente al Señor de Dilá, ocupando las tres urbes del Bu Regreg sin pegar un tiro. Con cluyó así la República morisca de Rabat-Salé, pues aunque se les permitió seguir con el corso, el tributo se pagaba ahora al Sultán, situación ésta cada vez más precaria, pues la autodeterminación de los moriscos fue reducida con el nuevo Sultán Mulay Ismail, hasta que el Sultán Mulay Sliman terminó defi nitivamente con el corso en el primer tercio del siglo XIX. Los corsarios moriscos y Europa. Ante el auniento del corso y la impotencia de las flotas cristianas para aca bar con los corsarios moriscos, se establecieron unos cónsules de los Países Bajos, Inglaterra y Francia en una calle que aún hoy se llama Rue des Consuis, es la principal de La Medina. La flota corsaria llegó a contar con 50 ó 60 barcos, pequeños, manejables y ligeros, que al mando del almirante Morat Rais (19) llegaron a alcanzar no sólo España, sino Inglaterra —logrando capturar unos 200 cautivos en Plymouth—, Irlanda, Islandia —en 1627 hizo 400 cautivos en Reikiavik— e incluso Terranova. Poseían bergantines, carabelas, galeones, fragatas, tartanas, pinazas, fusT tas, polacras, pataches, etc., barcos de poco calado que podían entrar fácil mente en el Bu Regreg y evitar así la persecución de las pesadas naves euro peas. Los barcos corsarios eran principalmente de vela redonda y con la arti llería a los costados, aunque también tenían barcos de remo largos con artille ría a proa. Los marinos holandeses e ingleses fueron los que les enseñaron el manejo de los barcos de vela redonda, indispensables para la navegación en el océano y por mucho que se esforzaron algunos de los marinos españoles más impor tantes de la época: Luis Fajardo, Pedro de Toledo, Miguel de Vidazábal, que llegó a atacar la flota marroquí en Mogador, asistido por Rodrigo de Silva, hijo del Duque de Medinasidonia; Pedro de Lara, que capturó la nave delSul tán con su biblioteca y que fue la base de la Biblioteca Arabe de El Escorial, etc., sólo se pudo frenar la actividad corsaria. (19) Tras el golpe de Estado de los moriscos contra los hornacheros en 1636. pudo huir con buena parte de sus riquezas a Argel, donde estuvo como corsario algún tiempo, hasta que los caballeros de Malta le capturaron, trance del que consiguió evadirse y tiempo después se puso al servicio del Sultán marroquí, que le hizo gobernador de otro puerto. 70 31 EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTiCo Comenzaban a finales de febrero y marzo para dirigirse a los cabos San Vicente y Santa María, algunos cruzaban el estrecho de Gibraltar. en varias ocasiones en las costas andaluzas, un grupo. de confiados comensales que pasaban el día en la playa, se vieron asaltados por corsarios, vistiendo capas blancas y calzón rojo, que gritaban en castellano Perros cristianos, rendíos a los de Salé. En abril salían todos los buques hacia los cabos Finisterre, Orti guiére y La Roque, acercándose a las costas durante el verano y en septiem bre realizaban largos cruceros, retirándose a las islas de Bayona, Blidone y Sisargas —30 kilómetros al oeste de La Coruña—, después se dirigían a Canarias a esperar a las naves que iban a buscar vino, yen otoño, ante la incle mencia del tiempo, se retiraban. El radio de acción era de unas 600 millas alrededor de Salé y resulta inútil mencionar el aumento de las primas y seguros que capitanes y armadores mantenían ante el auge del corso. Los corsarios respetaban únicamente las naves en que viajaban las órdenes religiosas citadas, que eran as que traían los rescates. El factor sorpresa era esencial, así como la superioridad númerica; las tác ticas empleadas eran muy astutas, en ocasiones utilizaban pabellones de lós países cuyos barcos abordaban, y como sabían idiomas, principalmente el castellano, muchas veces sorprendían a los marinos españoles demasiado incautos. Las tripulaciones no tenían paga fija para incentivarles a realizar presas. El 10 por 100 iba al Cabildo, el 45 por 100 al armador o al arraez, capitán, si 4 í Vista de Salé, desde la parte de los Oudaa Año 1990 Á y el río Bu Regreg. 71 F SÁNCHEZ RUANO era también el armador. Y el 45 por 100restante era para la tripulación; los oficiales, el piloto, el médico y el jefe artillero tenían tres partes, y el jefe de maniobras, el calafate y los artilleros, dos. El número de cañones y el de tripu lantes y marineros para el abordaje variaba según el tonelaje de los buques. El Diwan empleaba el castellano en los documentos oficiales, como los tratados con las potencias europeas, había un embajador en los Países Bajos, un encargado de negocios en Inglaterra, etc. El árabe apenas era usado por la mayoría de los moriscos, si bien en Salé y su fortaleza se hablaban todas las lenguas del Islam y la Cristiandad. Por la noche los tugurios estaban abiertos, mientras las riñas y el vino abundaban. Este fue uno de los motivos por el que los piadosos habitantes de Salé-el-Viejo se escandalizaron ante las prácticas musulmanas de sus vecinos los moriscos. Gran parte de la responsabilidad de lo que ocurría correspondía a los mercaderes cristianos que compraban mercancías en Salé a un cuarto o menos de su valor para revenderla en Europa con beneficios máximos. Richelieu llegó a enviar varias escuadras, la última la del almirante De Sourdis en 1636. Cromwell mandó al almirante Blake en 1656. Y Holanda, pese a ser el país que mejor se llevaba con los corsarios, también envió varias escuadras con los almirantes De Ruyter, Tromp, Wildt. Aunque lo máximo que lograban era obligar al rescate de algunos cautivos, cuyos precios oscila ban entre 30 libras por marino y 60 por oficial subalterno, a mediados del siglo XVII. En realidad Europa no presentó un frente común contra los corsarios debido a la desunión entre las potencias y a las guerras entre ellas, al benefi ciarse de las pérdidas experimentadas por los adversarios. Por otra parte los corsarios violaban, casi siempre, los tratados que hacían con los estados cris tianos, si los hubieran respetado su negocio se habría venido abajo. Por otra parte, el número de arraeces europeos y renegados superaría los 300, según el padre Dan en 1635, y sin ellos el corso no hubiera tenido tanto auge, pues los árabes no son muy aficionados al mar. Los marinos serían unos 4.000 a lo sumo, principmente moriscos y renegados, cuando éstosdesaparecieron de Salé el corso disminuyó. Tampoco los estados europeos podían presumir de excesiva honradez, ya que también practicaban el corso contra los más poderosos de la época, el Imperio español, que también tuvo sus corsarios, y en las galeras cristianas había numerosos cautivos musulmanes. Los cristianos hacían el corso contra los musulmanes desde sus bases en Sicilia, Almería, Valencia, Palma, Pisa, Livorno, La Valetta, etc. Finalmente, no se puede achacar fácilmente a hornacheros y moriscos de Salé-Rabat. el calificativo de corsarios o piratas, pues ya demostraron que pretendían volver a España, lo que les costó los ataques de El Ayachi, y cuando España se negó definitivamente en 1640, se lo propusieron a Inglate rra (Informe de R. Blake al Parlamento en 1641) 72 3! EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL MARRUECOS ATLÁNTICO Los nombres de moriscos aún existen en Rabat (20) y una de sus aporta ciones más perdurables consiste en la regularidad de sus calles, cuatro calles principales y dos vías transversales; mientras que en la ciudad, de 91 Ha., se cultivaban trigo, cebada, habas, viñas, etc. Los moriscos, como hombres del Renacimiento, manifestaron su influencia en el arte arquitectónico, mobilia rio y bordados (21). (20) Los nombres de los hornacheros más importantes son: Blarco, Zapata, Vargas, Galán, Flores, Santiago, Merino, etc., y losde los moriscos: Carasco, Palomino, Medina, Tole dano, Menino, Valenciano, Narváez, Aragón. Moreno, etc. (21) Mezquitas cuyos minaretes están inspirados en las iglesias ycampanarios de España; puertas de piedra esculpida en las casas de Rabat-Salé; pies con pilastras; arcos adornados en los vestíbulos, etc. Cofres con pedestal y lechos con dosel; mientras que los bordados son los del Renacimiento español. La influencia más notable se hace patente en los chalecs, que son igua les a los de Extremadura y Lagartera. Año 1990 EL BRIGADIER DE LA REAL ARMADA E INGENIERO DIRECTOR D. JOAQUtN M.a PERY Y GUZMÁN José BLANCO NÚÑEZ Capitán de fragata El elogioso comentario que le dedica en su Manifiesto el Conde de Sala zar, por los trabajos que nuestro brevemente biografiado llevó a cabo cuando era comandante general del Arsenal de La Carraca, para intentar recuperar el navío ex francés Algeciras, nos movió a la curiosidad y gracias a la amabili dad de uno de sus descendientes he podido, en el cuidado archivo familiar, acceder a los datos que ahora les ofrezco sobre este ilustre general de Marina que ha dejado caudalosa estela en nuestra querida Armada. Datos que juzgo interesantes por no haber sido el brigadier Pery guardiamarina, ni figurar su biografía en el Pavía. Nació D. Joaquín M. Pery y Guzmán en La Coruña, el 4 de agosto de 1766; su casta militar, pues era hijo del coronel de Reales Guardias de Infan tería D. Mariano Pery, y nieto del capitán D. Nicolás Pery Cavalerac, nacido este último en Milán el 16 de febrero de 1683. A la tierna edad de diez años sentó plaza de cadete en el Regimiento de Infantería de Milán, pasando cinco años más tarde, 1781, a cursar estudios a la prestigiosa Escuela de Ingenieros de Fortificación de Barcelona donde, según cita literal de una incompleta copia de su hoja de servicios, cursa estudios de matemáticas hasta el 30 de noviembre de 1783. Terminados sus estudios pasa destinado como subteniente de bandera a Ceuta, donde permanece diecisiete meses. De allí se trasladó a una Compa ñía del 1. Batallón, de guarnición en Malaga. El 1 de abril de 1786 es nombrado maestro de cadetes de su Regimiento. En 1787obtuvo R. O. para pasar al Departamento de Cádiz a presentarse al director de la Real Compañía de Guardiamarinas para ser examinado con arreglo al Artículo 435 y siguientes del Tratado 2.° de la Ordenanza de Arse nales de 1776, y mediante su aprobación quedar agregado al Cuerpo de Inge nieros de Marina. Los exámenes los verificó los días 19 y 20 de agosto, siendo a la sazón director interino de dicha Real Compañía el teniente de navío de la Real Armada D. Joaquín Francisco Fidalgo y comandante interino de ella el brigadier D. Francisco Javier Winthuysen, quedando agregado a dicho Cuerpo bajo órdenes del ingeniero jefe D. Tomás Muñoz, que estaba encar gado de las obras de los diques de La Carraca, siendo destinado el joven inge niero como ayudante del Detall de la citada obra. Año 1990 J. BLANCO NÚÑEZ El día 14 de diciembre del mismo año de 1787 sufre el examen de planos y al superarlo con éxito S. M. le concede el empleo de ayudante de ingeniero del Cuerpo de Ingenieros de la Real Armada. Cuerpo que había sido creado por R. O. de 10 de octubre de 1770 y que, como más tarde veremos, fue disuelto en 1825 siendo sustituido por el de Constructores e Hidráulicos. La patente de ayudante iba acompañada de otra de alférez de fra”gataque lleva fecha de 25 de diciembre de 1787, pues según el Artículo 396 de la Ordenanza de Arsenales: El Ayudante de ingeniero será por la naturaleza de su empleo, Alférez vivo de Fragata (...). La plantilla de este Cuerpo era la siguiente: 1 4 4 8 8 8 11 Comandante General (Xeje de Escuadra). Ingenieros Directores (CN o brigadier, según despacho que tuviere). Ingenieros Jefes (CN). Ingenieros en Segundo (CF). Ingenieros Ordinarios (TN). Ingenieros Extraordinarios (AN). Ingenieros Ayudantes (AF). Como vemos, el total del Cuerpo estaba formado por 44 individuos y su uniforme era idéntico al del Cuerpo General. En 1789, al armarse la Escuadra de Evoluciones del mando de D. Félix de Tejada. embarcó en el navío San Dámaso, que arbolaba la insignia del Jefe de Escuadra D. Joaquín Cañaberal, el cual, con el tiempo, fue capitán general honorario del Departamento de Cádiz, y que llevaba de capitán de bandera al capitán de navío D. Joaquín Hicquy y Pellizony. Estuvo en el citado San Dámaso desde el 1 de abril hasta el 18 de mayo en que transborda a la fragata Rosario, del mando del capitán de fragata D. Miguel de Orozco y Ruis de Bri viesca. El 24 de septiembre del mismo año, tras breve estancia en Cartagena, quedó disuelta la Escuadra y D. Joaquín María Pery, en consecuencia, desembarcó ese mismo día presentándose al Jefe de su Cuerpo en Cádiz, que lo destinó a la fábrica de Xarcia y Lonas del Departamento y el 8 de noviem bre inmediato siguiente a las carenas del dique de San Antonio. Enseguida, el 1 de diciembre del mismo año, pasó destinado a las obras de construcción de las murallas del Sur de Cádiz, donde permaneció un dilatado período de tiempo, durante el cual (1-5-1790) ascendió a ingeniero extraordinario (pa tente de alférez de navío) y el 21 de abril de 1792 a ingeniero ordinario (pa tente de teniente de navío). En este destino desempeñó dos comisiones de servicio a Estepona y Málaga con objeto de comprar importantes partidas de cal con destino a tales obras. También en el mismo año de 1792 es enviado a Tarifa para que levante los planos de su rada. En 1793, año de la guerra con los revolucionarios franceses, es elegido 76 31 EL BRIGADIER DE LA REAL ARMADA... Jefe de la Junta de Reconocimiento de los efectos que se adquieran para el Almacén General del Arsenal de La Carraca. En fecha 15 de julio de 1794 se le encarga la colocación del nuevo fanal (faro) del cabo de San Sebastián, obra que concluyó en 3 de octubre del mismo año. El año siguiente construyó un depósito de aceite para ese nuevó fanal de la torre de San Sebastián y enseguida es pasaportado de nuevo a Málaga a por más cal para la muralla, que sigue siendo la murallita de Cai, admiración de propios y extraños y nunca nos cansaremos de verla sobre todo cuando los rayos del poniente doran la «tacita de plata». En 1796 es comisionado para que pase al vecino Reino de Marruecos a verificar la calidad del esparto y las maderas de dicho Imperio por si fuesen de utilidad y en su caso comprarlas, comisión que mereció el elogio de sus jefes por lo sesudo de sus informes. El 3 de enero de 1801 es destinado a Málaga, otro de los destinos que iba a marcar fundamental mente su vida de ingenie ro, de oficial y de científi co. Al llegar se le confiere el empleo que hoy conoce mos como Ingeniero Director Obras de la Junta de de Puerto y comienza su febril activi dad para construir no sola mente los muelles mala gueños, sino también a ejecutar un proyecto para variar el curso de las agua.’ que en tiempo de lluvia bajan por la cordillera inmediata al Convento y calle de la Victoria. Además de la correc ción de los arroyos Calva rio, Angeles y del Cuarto. para evitar las inundacio nes del Perchel y de la Tri nidad, hizo un colector en el Guadalmedina, planos de los pontones y gangui les construidos en Cartagena para Málaga, el Año 1990 E!hrigicIicr de I Real Armada D. Juaquín María Pcrv yGuzrnún. 77 J. BLANCO NÚÑEZ puente del Rey en el Guadalhorce, el de San Lorenzo en el Guadalmedina, la desecación de la laguna de Fuente Piedra, y por último, en 1817, la actual farola de Málaga, en la cual existe hoy en día una lápida que recuerda la fecha de su construcción, reinando el Rey D. Fernando VII. Por cierto, los dere chos de linterna establecidos para el entretenimiento del faro fueron de 12 maravedíes que, con el nombre de Derecho de Linterna, tenían que pagar todos los barcos que entraran en puerto. También se ocupó D. Joaquín María, de las minas de Málaga, que para todo tuvo tiempo el laborioso ingeniero. Por sus trabajos en el puerto de Málaga, el teniente general D. Domingo Grandallana, a la sazón secretario del Despacho Universal de Marina e Indias, le expresa por mediación del capitán general de la Costa del Reino de Granada, brigadier del Ejército D. Rafael Trujillo Molina, su mayor satisfac ción por lo ejecutado. En Málaga le sorprendió el 2 de mayo, ya era capitán de fragata e inge niero en segundo desde el 5 de febrero de 1806, y aunque hemos podido apre ciar documentalmente los servicios que rinde a la Junta de Andalucía, entre otros el transporte de trenes de artillería a Antequera y otras plazas del Rei no, es juzgado y absuelto definitivamente de afrancesamiento y repuesto en sus empleos y cargos con todos los pronunciamientos favorables en 1816, en que se le vuelve a encargar de las obras del puerto malagueño. En 1819 asciende a ingeniero jefe y en 1812 pasa destinado al Departa mento de Cartagena y en. el año 1825 a ingeniero director, patente de briga dier, pnr tanto oficial general de la Real Armada, pasando destinado al Departamento Marítimo de Cádiz. El ministro, Conde de Salazar, decide racionalizar Cuerpos y Empleos de la agonizante Armada y disuelve por Real Orden de fecha 31 de agosto de 1825 el Cuerpo de Ingenieros, integrando a los componentes del Cuerpo que no quisieron pasarse al nuevo de Constructores e Hidráulicos, en el Cuerpo General, al cual, como hemos visto, en cierto punto ya pertenecían. Este último Cuerpo de Constructores e Hidráulicos, cuyo reglamento provisional fue aprobado por Orden del Rey en Madrid, el 9 de marzo de 1827, difería fundamentalmente del anterior en que englobaba en única materia las cons trucciones navales, civilese hidráulicas, reducía la plantilla a 25 profesores los cuales perdían su carácter militar en virtud del artículo 6.° de dicho Regla mento, que decía que aunque serían recompensados por sus méritos con ascensos y otras distinciones pero no con los grados ni condecoraciones milita res, que no son propias ni tienen ningt.Lna relación con su ejercicio. La uniformidad del nuevo Cuerpo ya no era la del Cuerpo General. cam biando la vuelta roja de las Tropas de Real Casa, por vueltas celestes y dife rentes casacas para las tres ramas de dicha ingeniería. El Artículo 14 disponía que de haber oficiales del extinguido Cuerpo de Ingenieros de Marina que quisieran pasar al nuevo se les daría preferencia en función de sus servicios y conocimientos, además continuarían usando sus grados militares, uniformes, fueros y privilegios consiguientes. 78 31 EL BRIGADIER DE LA REAL ARMADA... El brigadier Pery, a pesar de todo, prefirió continuar en el Cuerpo Gene ral de la Armada y fue nombrado comandante general del Arsenal de La Carraca. La recuperacióndel navío «Algeciras». Tras el desastre, el abandono y la miseria en que se había dejado languide cer a .la Marina en el primer cuarto del siglo pasado, viendo el Gobierno de la nación las dolorosas consecuencias que tal carestía produjo, materializada en independencias americanas tan dolorosas para la metrópoli, quiso recompo ner la Fuerza Naval, cumpliendo aquel largo proverbio que dice: Bendito sea Dios y la Armada cuando ruge el cañón en el frente (...). Durante el Gobierno del ministro anteriormente citado, el Conde de Sala’zar, se rehabilitaron el navío Asia, de 64 cañones, y el bergantín Aquiles, de 22, que fueron destinados al Pacífico. En Ferrol se habilitaron la fragata Casilda y las corbetas Aretusa y Dia man te, que en diciembre de 1824 salieron para el Caribe escoltando un con voy de cuatro transportes con dos mil hombres de tropas del Ejército. De aquella poderosa Armada que en 1793 alcanzaba su cenit, sólo nos quedaban los navíos Guerrero, San Pablo y Héroe en tal estado de abandono que: en nada podía contarse con ellos, sino renovando sus cascos con una carena de firme. Los diques de La Carraca estaban anegados de fango y uno de ellos incluso sin puerta. El celo del ministro y sus subordinados consiguió que en 1825que dasen operativos y se pudiese empezar a carenar los navíos Guerrero y San Pablo, el primero de los cuales estuvo listo en octubre de 1825 y el segundo, al cual se le cambió el nombre por el de Soberano, salió para La.Habana en 1827. En Ferrol se logró en cuatro años, debido ala escasez de los créditos, recu perar el navío ex francés Héroe, de 80 cañones, pero como la carestía y las necesidades de la guerra acuciaban, las autoridades de Marina se acordaron de que en los fangos de uno de los caños de La Carraca yacía el navío Algeci ras, veterano francés de 86 cañones, que tomó parte en Finisterre y Trafalgar y que íormaba parte de la División Rosilly, rendida en Cádiz en 1808 por el brigadier Ruiz de Apodaca, estudiada esta rendición perfectamentepor el almirante Barbudo (1), no nos detenemos en ella. Al subir al Trono la Reina Gobernadora y ser nombrado ministro del Despacho Universal de Marinae Indias D. José Vázquez de Figueroa, éste leyó, los días 11 y 13 de agosto de 1834, una exposición ante las Cortes del Reino que provocó la airada reacción, en forma de manifiesto, del Conde de Salazar, publicado en Madrid en la Imprenta deD. Miguel de Burgos en octu bre de dicho año de 1834, y que citábamos al principio de este artículo. (1) Apresamiento de la Escuadro francesa de/Almirante de Junio de 1808. Colección Fragata. Cádiz, 1987. Año 1990 Rosi/ly en la Bahía de Cádiz. el /4 J. BLANCO NÚÑEZ De él copiarnos el elogioso comentario que anunciábamos: (...) Se quiso intentarla carena de Otro cuarto navío no inferior al «Héroe» en sus excelentes propiedades. Este era el «Algeciras», que hacía años se hallaba sumergido y enterrado en uno de los caños delArsenal de La Carraca. El sacarlo de aquella situación, poniéndolo a flote, era una empresa ardua y arrevida, pero el Brigadier de la Armada D. Joaquín M.” Pery, Comandante General del Arsenal, supo imaginarla; y aprobado por S. M. su pensamiento supo. también llevarlo a efecto con buen éxito. Para ésto, después de extraidos con el auxilio de la campana hidráulica la mayor parte de los lingotes de hierro que tenía en bodega, le aplicó treinta bombas, y con ésto y a fuerza de aparejos, cajones, embarcaciones menores y mucha gente se logró que flotase. Mas no pudiendo sostenerse sobre el agua en tal estado, se repararon con celeridad sus fondos, con el fin de mantenerlo flotante, hasta que salido del primer dique el «Guerrero», entró a reemplazarlo. Como sucedió en Ferrol con la escasez de medios para sacar adelante el Héroe, en La Carraca todavía fue peor y des pués de tan duros trabajos el Algeciras se quedó sin salir a navegar cuando más se necesitaba, pues el Asia se había perdido en el Pacífico, junto con el Aquiles y el Constante, tras la sublevación de las dotaciones peruanas en aguas de las islas Marianas, en las cuales dejaron los amotinados a su jefe, el capitán de navío Roque Guruceta, y oficiales en marzo de 1825. El Algeciras, finalmente, pasó a excluido en 1829. En el archivo del almirante Pery hemos encontrado un escrito del coman dante general del Departamento de Cádiz que dice: El Sr. Director General de la Real Armada me dice en carta del 9 del actual lo siguiente: Excmo. Sr. me ha llenado de regocijo el ver por el Oficio de VE del 2 del que rige, felizmente concluida la operación de extraer del fango el hermoso navío «Algeciras» que ya seis años yacía sumergido. No esperaba yo menos del activo celo y conocida inteligencia con que desempeña sus funciones eldignísimo Comandante Gene ral del Arsenal de La Carraca (...) A continuación el escrito da las gracias a todos los individuos que participaron en los trabajos, entre los cuales figura el encargado del contratista Sr. D. Segismundo Moret, seguramente abuelo o padre del famoso político gaditano. Continúa el escrito: (...) Y proporcionar al Rey N. 5. la considerable ventaja de hayarse en la posibilidad de carenar para hacer frente a sus enemigos, con buque tan excelente por sus propiedades corno respetable por su fi.ierza. Sírvase VE hacerlo así entender en mi nombre, recibir y dar a todos las gracias y asegurarles al propio tiempo del particular aprecio con que en cada ocasión recordaré este servicio. Lo que tengo [a satis facción de trasladar a VS para la suya respectiva y los demás Jefes y empleados que han participado. San Fernando 16 de Septiembre de 1825. Firmado, Juan de Dios Topete. El brigadier D. Joaquín M.» Pery y Guzmán continuó de comandante general del Arsenal de La Carraca hasta 1832 y falleció en Málaga el 26 de 80 31 EL BRiGADIER DE LA REAL ARMADA... octubre de 1835.dejando tan amplia estela en la Armada que llega hasta nues tros días en su sexta generación; que sumados a los dos militares que le prece dieron hacen ocho de servicios continuados a la Patria; uno de sus hijos fue capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz, donde lo fue también uno de sus tataranietos y homónimo, gracias a Dios todavía con vida, otro de sus tataranietos ha sido ministro de Marina y en estos momentos la sexta generación cuenta con varios componentes en la Armada. Año 1990 INGENIOS MECÁNICOS PARA LA ARMADA DE CARLOS V Ricardo HERNÁNDEZ MOLINA Licenciado de la Marina Civil En un estudio histórico del desarrollo de la propulsión mecánica no cabe duda que el ingenio de Blasco de Garay constituye un antecedente de caracte rísticas singulares. Esto es así puesto que constituye la primera aplicación práctica en la que un elemento mecánico, diferente al remo o a la vela, es uti lizado en la propulsión naval. Desde mi punto de vista Blasco de Garay es un personaje típico de la His toria de España. Su nombre ha estado rodeado de una gloria inmerecida y de un injusto olvido. Aúñ hoy está relacioñado exagéradamente con la aplica ción del vapor a la navegación. La inmensa mayoría de los investigadores que lo éstudiaron anterior mente olvidaron, injustamente para él y desgraciadamenté para todos, la ver dadera obra de Garay por la cual obtuvo méritos sobrados párá ser conside rado un excelente ingeniero dentro de la historia de la propulsión mecánica. Es Blasco de Garay el primero que fue capaz de llevar a la práctica un ingenio mecánico para propulsar los navíos sin la ayuda de los remos o de las velas. La idea de impulsar los navíos mediante algún artificio mecánico que sus tituyera a los eleméntos tradicionales de propulsión es anterior a la época de Garay, y probablemente éste ya la conociera y decidiera llevarla a la práctica. Esto es lo que se desprende de un Memorial fechado en Málaga en 1539, fir mado por Blasco de Garay y dirigido al Emperador Carlos V: (...) Lo cual considerado de muy mucho tiempoha, me pare ce, sino me engaño, ser cosa que se podría efectuar (1). De hecho se tienen noticias que los antiguos égipciós conocieron las rue das propulsoras, aunque no se ha podido hallar ningún documento que lb atestigüe. Asimismo parece ser que los romanos las utilizaron en la batalla dé Accio (31 a. C.). Joseph Needham (2) ha demostrado que en el siglo viii ya se empleaban en China los barcos de ruedas de paletas accionados a través de un molinete. Existe en la Biblioteca Nacional de Madrid un documento bizan tino ilustrado con el dibujo de una nave Liburnica, dotada de tres pares de ruedas de palas movidas por bueyes uncidos a sendos cabrestantes. Leonardo da Vinci, hacia 1500, realiza diversos estudios sobre la propulsión de los (1) Archivo General de Simancas. Sección Guerra Antigua (Mar y Tierra); legajo 14; folio 22; Memorial de Blasco de Garay dirigido al Emperador en ¡539; Fechado en Málaga. (2) La gran Titulación; Ciencia y Sociedad en Oriente y Occidente; Alianza Editorial; Madrid, 1977;pág. 113/120. Año 1990 R. HERNÁNDEZ MOLINA navíos y proyecta dos embarcaciones movidas con ruedas de paletas. Asi mismo existen proyectos de barcos con ruedas de paletas en manuscritos de ingeniería alemana, correspondientes al siglo xv. Es evidente que existieron diversos proyectos anteriores al de Blasco de Garay, pero, en Europa, será él quien lleve la idea a la práctica. Blasco de Garay realizó en total cinco experiencias, de las cuales cuatro se llevaron a cabo en la ensenada del puerto de Málaga entre los años 1539 y 1542, la quinta y última experiencia tuvo lugar en Barcelona en 1543. En 1539 Blasco de Garay dirigió un primer Memorial al Emperador, escrito en Málaga, aunque sin fecha (3), en el cual y entre otros ingenios le ofrece el que nos ocupa: (...) daré un instrumento fácil con que se podrán excusar en las galeras todos los remadores, y que cuatro hombres puedan hacer mayor movimiento que todos ellos hacen, y tanto mayor movi miento que casipudiesen pasar sin velas, y que este mismo instru mento se pueda poner en cualquier navío de alto borde con poco embaraço, y que no haya necesidad de navío de borde bajo ni de remos jamás. La idea de poder sustituir el empleo de los remos y las velas despertó el interés del Emperador y su Consejo de la Guerra, y con fecha del 22 de marzo de 1539fueron expedidas varias Cédulas Reales tendentes a la realización del ingenio de Garay. La primera de ellas fue remitida al propio Blasco de Garay, en la cual el Emperador pro mete recompensarle si lleva a cabo su ingenio y se ve que es cosa provechosa (4). Con la misma fecha se remitieron Cédulas Reales a Francisco de Verdugo, pro veedor de las armadas; Diego de Cazalla, pagador de las mismas en Málaga, y al capi tán general de Artillería. En las cuales les comunica que Blasco de Garay va a Málaga a entenderse de cierto inge nio y qúe porque para hacerlo habrá menester oficiales de Firma autógrafa de Blasco de Garay. (3) Archivo General de Simancas. Sección Guerra Antigua (Mar y Tierra); legajo 14; folio 22; En el sobre existe la siguiente rúbrica: Al consejo de Guerra. Blasco de Garay, sobre los inge nios que dice que hará. (4) Archivo General de Simancas. Sección Guerra Antigua; Registros del Consejo; libro 17. 84 Núm. 31 INGENiOS MECÁNiCOS PARA LA ARMADA DE CARLOS V herrería y carpintería y hierro y madera, yo os mando proveáis que se le de lo que púra ello fuere menester y lugar en las atarazanas o en otra parte para que lo pueda poner en ejecución (5). Como consecuencia de estos escritos, Blasco de Garay recibió 40 ducados por Semana Santa, marchando a Málaga junto con un mozo el día de Pascua Florida, con el propósito de hacerse éargo de su ingenio. En el que estuvo tra bajando con tanto ahínco, que a principios del mes de julio escribe al secreta rio Francisco Eraso y a Juan Vázquez de Molina haciéndoles saber que (...) este mi négocio de los navíos estará a punto placiendo a Dios en todo este mes de julio. Y añade que es necesario proveerse de un navío, y’ ha de ser un Galeón de dos cubiertas, que llegue o pase a doscientos ¡oneles, porque para esta cantidad va enderezado el instrumento, por ser cantidad donde se puede ver la perfección de él, la cual espero en nuestro Señor que Ia de ser de más efecto que nadie piensa (...) (6). Enterado el Emperadór de las peticiones de Garay, e expidieron dos cédulas con fecha del 10de agosto del mismo año, dirigidasla primera al paga dor Baeza para que le diera 40 ducadós para su la segunda al proveedor Francisco de Verdugo y al pagador Diego de Caialla para que se fletara el barco que se necesitaba para la experiencia (7). Esta primera experiencia no se realizó hasta el 4 de octubre de ese mismo año. Tuvo, lugar en el puerto de Málaga en una nao de 450 toneles. Para el ensayo se útilizaron seis ruedas de paletas, colocadas tres en cada banda y movidas por un total de 18 hombres. En este primer experimento, la nao llegó a alcanzár casi una légua por hora, sin embargo no fue del agrado de Gara’, pues algunas cosas se quebraron y otras embarazaban mucho d navíQpor den tro debido a unas vigas largas con que se movía. Garay se prometió arreglar todos esos defectos, y por acuerdo entre los proveedores se decidió repetir la experiencia en otro navío con solo dos rue das, de forma que por dos juzgarían lo que se andaría llevando seis. Esta segunda experiencia tuvo lugar, el día 2 de julio de 1540 en el mismo.puerto de Málaga.: Para el segundo experiniento se utilizó una nao de 100 toneles, cargada de trigo, con:sólo dosrt.iedas, una por cada banda del buque movidas por seis hombres, de fórma que cada rueda era movida por tres, que se remudaban. La nao anduvo media legua en una hora varias veces, haciendo ciaboga y efec tuando diférentes maniobras, que hicieron que esta experiencia fuera un éxito. Varios son los informes qúe aéerca de estas dos primeras experiencias se emitieron. El primero de ellos es el remitido, desde Málaga, por los provee-. dores Francisco Verdugo y Diego de Cazalla al Emperador con fecha de 27 de julio, (8) en el cual y refiriéndose al ingenio dicen (...) Las naos en que se pusiere este ingenio aunque sean grandes Fiaran ciaboga más prestos que una Galera, (5) (6) (7) (8) Año Archivo General Archivo General Archivo General Archivo General 1990 de Simincas Seccion Guerra Antigua de Simancas. Sección Estado; legajo de Simancas. Sección Guerra Antigua; de Simancas. Sección Estado; legajo Registros del Consejo libro 17 45; folios 156-157. Registros del Consejo; libro 16. 47; folio 4. R. HERNÁNDEZ MOLINA hicimos en estar dentro al Capitan Gracian de Aguirre y al Capitan Noble zia, que son marineros y hombres de guerra y otras personas, y a los dos les pareció muy bien. (...) Algún tiempo más tarde, concretamente el 10 de septiembre de ese mismo año, Blasco de Garay dirigió un informe completo sobre las dos experiencias realizadas en Málaga. El documento está fechado en Madrid y dirigido al Emperador, el cual por entonces se encontraba en Flandes con motivo del levantamiento de Gante (9). Este informe (10) es sin duda el más completo de los que Garay efectúa; debido a su extensión nos limitaremos a extractar los datos más significativos. Además de los datos aportados hasta ahora, refiriéndose a la segunda de las experiencias, comenta que la nao efectuó diversas maniobras por la marina del puerto de Málaga, recorriendo varias veces la distancia de media legua en una hora, medida según las ampolletas que llevaron losproveedores, a favor y en contra deJa corriente, llegando hasta la puerta de las atarazanas. Casi tan cerca de tierra como llegan las galeras e hizo muchas veces ciaboga más presto que una galera. Dentro de la nao iban los proveedores (...) más de cien hombres capitanes de naos, pilotos, marineros y otras personas hábiles (...) entre ellos los que hemos mencionado anteriormente, en definitiva todos ellos hombres experi mentados en cosas de la már, además acompañaron a la nave otros muchos bajeles de gente que iban a la redonda de la nao para ver. Según este informe, a todos les sorprendió agradablemente el resultado de la prueba y se dió por la cosa más util del mundo y sin inconveniente alguno. Para Garay esta segunda experiencia superó a la primera,por ser más facil y ocupar tan poco lugar que con muy poquitas tablas, se podría encubrir el arte de dentro que nadie la viese, y ser de menos costo y menos violenta y que durará más que el navío donde fuere porque este ingenio se podrá quitar y poner lige ramente cuando fuese menester, o para ir a la bolina, o por algún tiempo fuerte que entrase. A continuación, hace referencia a un plano que le envía de una nao con dos ruedas colocadas en la proa (11), y le sigue una relación en la que expone lo que él piensa que andarían los navíos en función del tonelaje y el número de hombres que necesitaría cada uno para navegar a más de una legua por hora y a más de legua y media por hora, siendo su opinión que (...)para andar cosa de cantidad que pudiese servir en una navegación a menester más gente y tanta más cuanto hubiere de andar más. (9) Rubio y Ors: Blasco de Garay. Memoria acerca de su invento; Academia de Buenas Letras de Barcelona; 1849; pág. 15. (10) Archivo General de Simancas. Sección Estado; legajo 47; folio 1. (11) Por desgracia este plano y la carta que lo acompañaba se perdieron cuando los france ses ocuparon el Archivo General de Simancas. 86 31 INGENIOS MECÁNICOS PARA LA ARMADA DE CARLOS V Refiriéndose a las galeras, Garay piensa que de una de 24 bancos por ban da, en la que son necesarios 144 hombres, de esta otra forma sólo serían nece sarios 36 y enumera las siguientes ventajas: — — — — De una galera se harían cuatro. Andaría más que ninguna otra al remo. Las galeras podrían llevar medios cañones por las bandas y más solda dos libres para pelear. La chusma de la galera se podría despedir una vez finalizado el viaje, no siendo necesario la invernada. Los mismos soldados podrían ayudar con el ingenio, haciendo que andara mucho más, o en momentos de necesidad. Después de enumerar todas las ventajas que se podrían obtener de la apli cación de su ingenio, Blasco de Garay se compromete a llevarlas a cabo y advierte al Emperador de la posibilidad de que el invento llegue a manos ene migas. Asimismo le solicita las mercedes que él considere que debe de hacer le, si cumple con sus promesas. Unido al informe de Garay existe un decreto, sin fecha ni firma, en el que se expone la conveniencia de repetir las experiencias en navíos de alto borde de 300 a 400 toneles, pero no en galeras, ya que si diesen un golpe de cañon al ingenio, la galera y este, que en ella fuese quedaría perdida (12), a lo cual Garay debe de atender. En función de los resultados, se verían las mercedes que debe de recibir. Como resultado de las experiencias llevadas a cabo en Málaga y de los informes recibidos, se expiden diversas Cédulas Reales (13), destinadas a darle dinero a Garay, para su entretenimiento y a impedir que nadie pudiera construir el ingenio, o sacar traza alguna o modelo de él, so pena de una multa de sesenta mil maravedies cada vez, sin licencia real o poder del propio Garay. De lo que hasta el momento llevamos expuesto, se deduce claramente que el interés despertado por Garay en la Corte es grande, así como las posibilida des que el nuevo ingenio ofrece. Como consecuencia de ello se decide repetir la experiencia en un buque de mayor porte, 3006 350 toneles, y después veri ficarlo en una galera en función de los resultados que se obtuvieran. Para ello se expiden diversas Cédulas, la primera dirigida a los proveedores Verdugo y Cazalla, ordenándoles qué fleten un navío de dicho porte. Otra a Alonso de Baeza para que pague a Garay 200 ducados, una tercera dirigida al corregidor de la ciudad de Málaga para que le provea de alojamiento conforme a su ran go, otra más a los tenientes del capitán general de Artillería Rojas y Garcí Carreño ordenándoles que le facilitaran a Garay todos los elemeptos necesa (12) Archivo General de Simancas. Sección Estado; legajo 47; folio 2. (13) Archivo Generalde Sirnancas. Secçión Guerra.Antigua; Registros del Consejo; libro 16. Cartas del 11 y 16 de noviembre de 1540, dirigidas a Alonzo de Baeza y al corregidor de Málaga. Año 1990 R. HERNÁNDEZ MOLINA nos para construir su ingenio, y una última dirigida al mayordomo de Artille ría Diego de Lira para que se encargue de guardar y mantener a buen recaudo el ingenio de Garay. Blasco de Garay estuvo enfermo y no llegó a la ciudad de Málaga hasta entrado el mes de julio de 1541. Fecha en la que se efectuaban los preparati vos de la Armada, que unida a la que tenía el Emperador en Mallorca debía hacerse a la vela para la expedición de Argel. Debido a esta circunstancia, quedaron desatendidos todos los manda mientos anteriores, y aunque Blasco de Garay escribe varias cartas al Empe rador y al secretario del Consejo de la Gl4erra D. Francisco de Ledesma, ten dentes a conseguir algún dinero y material para poder llevar a cabo sus expe rimentos, no es atendido comunicándosele que en tanto no se terminen los preparativos de la Armada deberá esperar, y no se podrá continuar adelante con su ingenio. Durante ese tiempo Blasco de Garay se dedica a la construcción de un molino de mano, con lo que demuestra una vez más sus conocimientos de me cánica, sobre todo en lo referente a la multiplicación de las ruedas y puntos. Aún así, Blasco de Garay no deja de escribir solicitando el dinero, los hombres y el material necesario para llevar a cabo su ingenio, lo que se hace patente a través de las numerosas cartas enviadas durante los meses de agosto y septiembre de ese mismo año. Con todo, el interés que sentía Carlos V, no había disminuido como demuestra una rúbrica que aparece en una de las car tas de Garay en la que se lee: De los primeros dineros, no siendo más necesarios, se den (14). El Marqués de Mondéjar escribiría el 16 de octubre un memorial dirigido al Emperador y firmado en Granada, apoyando el proyecto de Garay en el sentido de que se deberían enviar los doscientos ducados que se necesitaban para acabar el ingenio. Sin embargo, la falta de recursos y la lentitud de los trabajos debieron de ocasionar nuevos retrasos, pues cinco meses después, el 7 de marzo de 1542, Garay vuelve a escribir solicitando al Emperador que se le diera una nave con la que se pudiera llevar a cabo cuantas experiencias fue ran necesarias, insistiendo en que pasara de los 300 toneles. Que el barco debia de ser de 300 toneles, o de alli abajo; que cupiese libremente un hombre debajo del alcazar y tuviese puente como los de Vizcaya o Levante (15). Por fin,y a instancias del Marqués de Mondéjar, las peticiones de Garay fueron atendidas, librándose varias Cédulas Reales, dirigidas a los proveedo (14) ArchivoGeneral de Simancas. Sección Estado; legajo 55; folio 5. Carta del 25 de sep tiembre de 1541. (15) Rubio y Ors; Op.cit.; págs. 22-23. 88 31 INGENIOS MECÁNICOS PARA LA ARMADA DE CARLOS V res y al pagador D. Alonso de Baeza, encaminadas ,a proveer de dinero para pagar el flete de una nao de trescientos toneles y el mantenimiento de los hombres necesarios para mover el ingenio de Garay y de esta manera poder realizar la expeçiencia. Esta tercera experiencia pudo llevarse a cabo el viernes día 7 de julio de 1542,. para lo cual se fletó una nao de 240 toneles, en la que se montaron seis ruedas de paletas, tres a cada banda del navío, cada una de ellas consti tuida por doce palas, movidas por un total de 36 hombres. Los resultados de esta prueba fueron muy malos, ya que aunque al principio el navío sa lió a gran velocidad, debido al número exce sivo de las palas y a que éstas eran muy pesadas, al poco tiempo los hom bres que las movían seis por cada rueda, no pudieron con ellas, con lo que el navío apenas navegaba. En vista de los resul tados, se corrigieron los errores y se enmenda ron las ruedas, acortán dose y disminuyendo el número de palas de cada una a seis. C1 esto, volvió a repetire la experiencia el martes Copia del retrato de Blasco de Garay. De La ciencia y sus ho,n día 11 del mismo mes de bres; vida de los sabios ilustres desde la antiguedad hasta e/siglo XIX, por Jaime Seix. Barcelona; tomo III; página 644. julio. Este nuevo ensayo se llevó a cabo en la misma nao de 240 toneles, dotada de seis ruedas de pale tas, tres por cada banda, teniendo cada una seis palas; para su movimiento se utilizaron 36 hombres en total. Con todo ello el experimento salió bastante mejor que el anterior, haciendo la nave ciaboga más rápidamente que la galera renegada, de 24 remeros en ocho bancadas, y llegando a alcanzar una velocidad de casi un cuarto de legua en una hora, aproximadamente algo más de una legua en una hora y media. Año 1990 89 R. HERNÁNDEZ MOLINA Los resultados de estas pruebas quedan fielmente reflejados en los infor mes que sobre ellas se emitieron por parte de: — — — — — — — — El Marqués de Mondéjar, con fecha del 10 de julio, contiene el parecer de D. Bernardino de Mendoza, que asistió a la tercera prueba. Diego de Cazalla, con fecha deI 13 de julio. Blasco de Garay, con fecha del 15 de julio. Los proveedores de Málaga, con fecha del 17 de julio. Francisco Verdugo, con fecha del 18 de julio. El Marqués de Mondéjar, con fecha del 19 de julio. El Marqués de Mondéjar, con fecha del 25 de julio, incluyendo el informe de Gracián de Aguirre. El Marqués de Mondéjar, con fetha del 7 de agosto, incluyendo otro informe de Blasco de Garay. En todos ellos se recogen los resultados de las pruebas y es unánime la opi nión de que no fueron todo lo buenas que Garay había esperado. Así en opi nión de Diego de Cazalla, en su carta enviada al Marqués de Mondéjar, Garay ha demostrado querer servir a S. M., pero el ingenio ha demostrado todo lo que puede dar de sí, y sobre este negocio no se gaste más de lo gastado. Añadiendo que existen otras artes que, si bien no son tan nuevas, harían mejores efectos con menos gastos (16). De la misma opinión son los proveedores y Francisco Verdugo, al dirigirse al Emperador los primeros y al comendador mayor de León, Francisco de los Cobos, el segundo, el cual piensa que no fue suficiente la multiplicación de las ruedas y puntos para la diferencia que hay en el tamaño de este barco y el uti lizado en la segunda prueba, añadiendo Que el arte de esta invención ha de nacer de la experiencia y Garay quiere que nazca la experiencia del arte. En una nota marginal de este documento, se puede leer que siempre se pensó así, que siempre se pensó que la experiencia sería del efecto que ha hecho (17). Gracián de Aguirre fue en efecto a ver al Marqués de Mondéjar, y en su opinión el artificio de Garay tiene aún varios inconveniente, tales como (...) que para lo que toca al salir del navío y para lo que toca al çarpar las anclas, impiden mucho las ruedas que estan a la proa y que para el amurar y caçar impiden algo las que estan en la medianía y todas las ruedas impiden para que no pueda haber artillería entre cubiertas y para que la barca no pueda venir a bordo. Tambien le parecé que habiendo una refriega ro,nperían muy facil níente las palas y aún todo elariificio. Añade que la segunda prueba fue’mejor que la primera, aunque el trabajo que la gente pasa es tan grande que le parece cosa intolerable y que no podrían durar en ello tres horas (18). (16) ArchivoGeneral de Simancas. Sección Estado; legajo 58; folios 2-3. (17;) Archivo General de Simancas. Sección Estado; legajo 58; folios 5-15. (18) Archivo General de Simancas. Sección Estado; legajo 58; folio 6. 90 31 INGENIOS MECÁNICOS PARA LA ARMADA DE CARLOS V Sin embargo, piensa que si estos inconvenientes se pudieran remediar, el artificio puede servir para muchas cosas, especialmente que podría aprove char para tomar un puerto y salir de él, y para doblar una punta y para juntarse las naves cuando van en armada y se hallan desviadas unas de otras y para bor nearse para tirar el artillería que llevasen y para otras cosas más. Piensa que estos inconvenientes son difíciles de remediar y que no se debe seguir gas tando más dinero en ello. Blasco de Garay en sus informes remitidos por el Marqués de Mondéjar al Emperador, si bien reconoce que la primera prueba del 7 de julio fue mala, debido a una serie de inconvenientes, la segunda no lo fue tanto, andando más de hora y media sin cesar y los hombres no se cambiaron, ni nadie les exi gió que trabajaran más de lo que pudiesen, que si bien era cierto que había cosas que se podrían enmendar, él se ofrecía a remediarlas todas de forma que la nao andaría más de lo que anduvo (19). El Marqués de Mondéjar no estaba tan seguro de ello como Garay, pero piensa que se le debería de dar un empleo en la artillería, pues lo tiene como hombre ingenioso (20). El resultado de todos estos informes y opiniones no es otro que un claro cambio de actitud por parte del Emperador, quien en un Memorial dirigido al Marqués de Mondéjar el 27 de agosto de 1542, y refiriéndose al ingenio, le comenta que aunque Garay da a entender qúe los inconvenientes se pueden enmendar, y el ingenio puede usarse para otras cosas además de andar por la mar, las dificultades son tan evidentes que no conviene perder tiempo ni gas tarse más en elló (21). Sin embargo, Garay debía de encontrarse ajeno a todos estos informes tan poco favorables, puesto que con fecha del 7 de septiembre del mismo año escribe una carta al secretario de Su Majestad, Juan Vázquez de Molina, en la cual, refiriéndose a la última experiencia, dice: aunque no se hizo a mi con tento, con solamente el efecto que vi/nos podrá ser bien servida su M., porque con treinta y seis hombres anduvo una nao de 250 toneles casi a legua por hora (...). Se ofrece a enmendar todos los inconvenientes y aconseja qúe S. M. debe ría mandar comprar una buena nao nueva de trescientos toneles donde esto sir viese y así verían si tiene inconvenientes o no, pues consta de lo principal que es del andar de la nao y que andará todavía mucho más, porque todas las cosas nuevas se aumentan en perfección cada día (...). Asimismo opina que el Rey debería asistir a una prueba, pues considera qu sería la única manera en que se pudiera formar un juicio verdadero, ya que de otra manera habría tantos pareceres como cabezas. Añade que habiendo sobrado dinero de la última experiencia, podría ponérse a punto el ingenio, para cuando se hubiere con (19) (20) (21) Año 1990 Archivo General de Simancas. Sección Estado; legajo 58; folios 4-8. Archivo General de Simancas. Sección Estado; legajo 58; folio 8. Archivo General de Simancas. Se.cción Estado; legajo 58; folios 9-10. R. HERNÁNDEZ MOLINA seguido el barco, en lugar de estar sin hacer nada, mientras suplica que Su Majestad le envíe una carta contestándole a todo ello (22). Blasco de Garay no abandonó su proyecto, y enterado del viaje de Su Majestad al puerto de Barcelona, con niotivo de su viaje a Italia y a Alemania, para sofocar el levantamiento de los protestantes, propuso que el ingenio fuera llevado allí, con el propósito de que el mismo Emperador lo viera. Esta propuesta fue atendida y el ingenio se trasladó al puerto de Barcelona, donde efectivamente estuvo el Emperador con su Corte desde mediados de abril hasta principios de junio, pero no llegó a ver el experimento (23). Esta experiencia, la quinta que se llevó a cabo, tuvo lugar el día 17 de julio de 1543 en el puerto de Barcelona, se efectuó en una nao llamada La Trini dad, de 200 toneles, venida de Colibre, al mando del capitán Pedro de Scarza. En la prueba se utilizaron dos ruedas de paletas colocadas una a cada banda del buque movidas cada una por 25 hombres, llegando a alcanzar una veloci dad de dos tercios de legua en una hora (24). Una vez concluido el experimento, el ingenio fue trasladado a las Ataraza nas del puerto de Barcelona, hoy Museo Marítimo. El experimento fue del agrado de todos los que lo vieron, según se desprende de los informes efectua dos por el propio Garay y D. Enrique de Toledo (tesorero general de la Corona de Aragón), dirigidos al comendador mayor de León. Asimismo el informe del tesorero Ravago, nada desfavorable, dirigido a los ilustrísimos señores Duque de Alba y al comendador mayor de León, hace hincapié en que el ingenio se podría perfeccionar, y que da tan presto la nao dos vueltas a la redonda a la parte que quiere corno la galera una (...). Sin embargo, y a pesar de los buenos resultados y de los informes favora bles, el Emperador decidió remitir el asunto al Príncipe, abandonándose el proyecto. Y como el propio Garay dice en su último informe dirigido el 6 de julio al Emperador: (...) Sería perder tiempo no entender en esto. Estas son las experiencias realizadas por Blasco de Garay entre 1539 y 1552 en los puertos de Málaga y Barcelona. Intentos de dotar a la navegación de un elemento propulsor capaz de sustituir a los remos y a las velas. Si el éxito no coronó estos intentos, no fue porque Blasco de Garay no demostrara que era posible la utilización de las ruedas de paletas en la navegación. Lamentablemente no existe en los archivos municipales de Málaga ningún documento referente a las mismas, consultados en el Archivo Municipal las actas capitulares, el libro de Originales y el libro de Provisiones. Se observó una importante laguna documental que abarca los años comprendidos entre 1536 y 1552. Lo mismo ocurre en el libro de Originales de cédulas reales, mandatos, provisiones, Málaga eclesiástico, en los que se observa una falta documental (22) ArchivoGeneral de Simancas.SecciónEstado; legajo58; folio 11. (23) Ferrerdel Río, Antonio: La América. Crónica hispanoamericana ; Tomo!. 1857-58; Año 1; Madrid, 24 de abril de 1857:n.’ 4; Pág.6. (24) Archivo Generalde Simancas.SecciónEstado; legajo289,folio 28. 92 31 INGENIOS MECÁNICOS PARA LA ARMADADE CARLOS V entre los años 1529 (T-5) y 1550 (T-6). Sn embargo, sí existen algunos docu mentos, referente a estos años, en el libro de Provisiones, en el volumen 73, que abarca los años de 1538 a 1545, aunque lamentablemente ninguno hace referencia a las experiencias efectuadas por Garay en el puerto de Málaga. Asimismo en los archivos municipales de Barcelona no existe ninguna referencia a la prueba efectuada en dicha ciudad. Consultados los apéndices al tomo IV de las memorias de Capmany (pág. 14, Colección 2. y 3:; Colec ción l.), en la que se recogen los embarcos y desembarcos efectuados en el mismo año en el que Garay realizó la experiencia, no aparece mención alguna. Debido a ello, el soporte documental lo constituyen los legajos que se encuentran en el Archivo General de Simancas, siendo sus referencias las que he facilitado en cada cita. Año 1990 DOCUMENTO El documento que presentamos a continuación pertenece a la Sección de Cartografía del Museo Naval de Madrid. Se trata de una carta manuscrita sobre pergamino, que fue encontrada en un panco de guerra moro dentro de un tubo de bambú. Fue regalada por un fraile filipino al teniente de navío Cayo Jiménez de Arechaga, quien la donó al Museo Naval en 1847. La carta comprende las Indias holandesas, isla de Borneo, archipiélago de Joló y parte de Filipinas. Aunque en los primeros catálogos del Museo Naval aparecía como carta tagala con caracteres arábigos, la particularidad que le confiere una gran rareza es que los topónimos están, en realidad, expresados en caracteres Bugi-Macasar. Los Bugi y los Macasar son dos de los pueblos indígenas de las islas Célebes, cuyo idioma es similar a los del grupo malayo-japonés. Año 1990 DOCUMENTO Carta de las Filipinas en caracteres Año 1990 árabes. 97 NOTICIAS GENERALES Lola HIGUERAS RODRÍGUEZ CONGRESOS Y SIMPOSIOS 1991-marzo 20 al 23. Portland, Oregon (USA). The Great Ocean. The North Pacific, 1600-1699. 2. Conferencia anual, centrada en los pueblos de las costas del Pacífico norte: las regiones marí timas de China, Corea, Japón, Siberia, oeste del Canadá y noroeste de los Estados Unidos, en el siglo XVII. Los trabajos seleccionados y presentados en la conferencia serán publica dos en marzo de 1992 por la Oregon Historical Society Press como un volu men en la North Pacific Studies Series. El lenguaje de la conferencia será el inglés y el tema principal la historia de la región, pero las contribuciones de disciplinas próximas como carto grafía, etnografía e historia económica serán bien recibidas. Los especialistas en el Pacífico norte pueden enviar los resúmenes de sus trabajos y el curriculum vitae a: Peter McGraw, North Pacific Studies Center, Oregon Historical Society, 1230 SW Park Avenue, Portland, OR 97205, USA. 1991-abril 11 al 13. Vancouver (British Columbia. Canadá). The Malaspina Symposium. Simposio para celebrar la presencia española en la costa noroeste de América a finales del siglo XVIII. Para más información, escribir a: Mr. Robin Inglis. Director. Vancouver Maritime Museum. 1905 Ogden Avenue. Vancouver, B..C. Canadá V6J 1A3. 1991-mayo-junio. Middelburg. Congreso sobre piratería en un contexto internacional, 1750-1850. Para más información e inscripciones: Dr. J. A. de Moor y Dr. E. S. van Eyck van Heslinga,. Subfaculteit Geschiedenis van de Rijksuniversiteit Leiden, Postbus 9515, 2300 RA, Leiden. 1991-agosto 19-24. Zurich (Suiza). Congréso Iniernacional de Historia Militar. Tema: Las Montañas y la Guerra. Inscripciones: Dr. Stüssi-Lauterburg, c/oBibliothéque Militaire Fédérale, Service Historique, CH-3003 Berne. Suiza. Año 1990 NOTICIAS GENERALES 1991-agosto 23 al 25. Esbjerg (Dinamarca). 2.” Conferencia sobre Historia del Mar del Norte. Historia de los Puertos, adaptaciones a los cambios, etc. Inscripciones: J. Edwards, Art. Galiery, Schoolhill, Aberdeen, Escocia, AB9 1FQ. 1992-abril 17 al 19. Burnaby British Columbia (Canadá VSA 1S6). The Vancouver Conference on Exploration and Disco very. Organizada por la Simon Fraser University para conmemorar el 200 aniversario de la llegada de Jorge Vancouver a la costa noroeste de América. Para más información e inscripciones: Prof. Hugh Johnston, Department of History, Simon Fraser University. Burnaby, British Columbia. Canadá (VSA 1S6). 1992-junio 4 al 6. Lden (Bélgica). By sea and by Air. fivecenturies and fue Americas, 1492 -1992. of interaction between the Low Countries Congreso internacional sobre el tema de las comunicaciones por mar y aire entre los Países Bajos y el Nuevo Mundo. Organizado por la Facultad de Letras de la Rijksuniversiteit de Leiden. Inscripciones y reservas de trabajos y seminarios: Mw. Susan Tabeling, vakgroep geschiedenis. R. U. L., Postbus 9515, 2300 RH Leiden. 1992-agosto. Liverpool (Reino Unido de Gran Bretaña). Primera Conferencia de Historia Marítima. Inscripciones: Dr. Peter N. Davies. Department of Economic History University of Liverpool, P. O. Box 147, Liverpool L69 3BX Inglaterra. 1991-febrero 19 al 22. Sevilla. Aportaciones americano. militares a la cultura, arte y ciencia en el siglo xviii hispano 1 Jornadas Nacionales de Historia Militar. Convocadas por la Capitanía General Sur, a través de su cátedra General Castaños, con la colaboración del Ministerio de Defensa, la Junta de An dalucía, Expo-92, Universidad de Sevilla, Diputación Provincial de Se villa y Ayuntamiento de Sevilla, enmarcadas en los actos conmemorativos del Descubrimiento de América. Tema: Aportaciones militares a la cultura, arte y ciencia en el siglo xviii 100 31 NOTICIAS GENERALES hispanoamericano. Las ponencias estaránencuadradas áreas: — — — — — — — en las siguientes Cultura. Ingenieros militares y arquitectura. Reformas militares y sociedad ilustrada. Organización jurídica virreinal hispanoamericana. Industrias de la Defensa. Nuevas expansiones territoriales en América. Personajes militares. Para solicitar el boletín de inscripción, escribir a: Cuartel General de la Región Militar Sur. 5. Secc. E. M. 1 Jornadas de Historia Militar. Sevilla. EXPOSICIONES 1990-diciembre 19 a febrero 20. Bilbao. Exposición monográfica sobre Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz. La aportación vasca a la ingeniería del siglo xviii. Organizada por la Diputación Foral de Vizcaya. Departamento de Cul tura. 1991-febrero. La Coruña. Bicentenario de la Reforma de la Torre de Hércules. Exposición organizada por el Ayuntamiento de La Coruña. Lugar: Salones de la antigua Estación Marítima de La Coruña. 1991-enero a septiembré. Vancouver (Canadá), Tacoma (USA) y Ottawa (Canadá). Exposición itinerante organizada por el Vancouver Maritime Museurn en conmemoración de la llegada de la Expedición Malaspina a la costa noro este de América. 1991-febrero. Portland, Oregon (USA). Exposición conmemorativa de los descubrimientos españoles de la costa noroeste de América. Organizada por la Oregon Historical Society en colaboración con el Museo Naval de Madrid, Año 1990 NOTICIAS GENERA LES 1992-Wisconsin-Milwaukee (USA). Maps and the Columbian Encounter. La Universidad de Wisconsin-Milwaukee albergará una gran exposición de mapas antiguos con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América. Para más información, escribir a Mark Warhus, The Office for Map His tory, American Geographical Society Collection, University of Wiscon sin-Milwaukee, Wisconsin 53201, USA. 102 . 31 Núm. LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO María Pilar SAN PÍO The Hermon DunlapSmith Centerfor the History of Cartography. The Hermon Dunlap Smith Center funciona dentro de la Newberry Library de Chicago desde 1972, merced a una generosa subvención del señor Hermon Dunlap Smith, coleccionista de mapas y de libros de viaje, del estado de Illinois. Este centro privado se ocupa del estudio y divulgación de la Histo ria de la Cartografía y de conservar y dar a conocer una excelente colección de materiales cartográficos. Para estos fines articula varios programas de investigación cartográfica y de formación de cartotecarios, incluyendo cursos de verano para universita rios y becas para ayuda a la investigación en este campo. El centro, además, edita una .revista cuatrimestral, Mapline, una serie de publicaciones ocasionales y Terrae Incognitae, revista anual producida por la Sociedad de la Historia de los Descubrimientos. The Hermon Dunlap Smith Center es uno de los cuatro centros que funcionan en la Newberry Library, importante biblioteca de investigación, financiada con fondos privados y creada en 1887. Esta biblioteca está especializada en humanidades y civiliza ción americana, exploración y asentamiento en el continente americano y civilizaciones indígenas. La colección cartográfica incluye 28.000 mapas, cerca de 50 globos y apro ximadamente 2.800 atlas anteriores a 1900. La mayoría de estos atlas cubren la zona geográfica de América y oeste europeo, incluyendo varias ediciones de Ptolomeo y de atlas italianos del siglo xvi. Otras colecciones especializadas son la colección «Sack» que comprende mapas de Europa desde el siglo XVII y la colección «Ayer», sobre mapas del Descubrimiento de América, aunque el fondo más importante lo constituyen los mapas de Estados Unidos en gene ral y de la región de los grandes lagos en particular. Este centro cartográfico alberga una importante cantidad de cartas portu lanas y de mapas manuscritos de las posesiones francesas en todo el mundo, además de planos de batallas europeas y americanas. Complementariamente a estos fondos originales y verdaderamente importantes, se han recogido facsímiles y microfilmes de los fondos cartográ ficos de otros archivos. Existe además una magnífica biblioteca de apoyo a la investigación integrada por catálogos de mapas, cartobibliografía y enciclo pedias, diccionarios y monografías especializadas sobre la Historia de la Car tografía. Año 1990 MARIA PILAR SAN PÍO En la década de los ochenta se han inaugurado los nuevos depósitos para los libros y mapas, que cuentan con los últimos adelantos en materia de pro tección y seguridad de esta clase de materiales. El departamento de restaura ción y conservación es también modélico en su género. La dirección es: The Hermon Dunlap Smith Center for the History of Car tography. The Newberry Library. 60 West Walton Street. Chicago. Ilinois. 60610. 104 31 RECENSIONES José: La Marina mercante española. Historia y circunstan cia. Editorial San Martín. 1990. Madrid; 268 páginas. CERVERA PERY, No voy a presentar a los suscriptores de esta REVISTA a quien es su direc tor. José Cervera es ampliamente conocido por su larga trayectoria de escri tor sobre temas marítimos, tanto como publicista como por sus afanes históri cos. Recordemos que une en su persona el ser militar del antiguo Cuerpo Jurí dico de la Armada y ser también periodista y diplomado en Tecnología de la Información. En su extensa producción destacan: Alzamiento y revolución en la Marina y La guerra naval española 1936-39, ambos dedicados a nuestra última guerra civil. La Marina mercante española es una exposición histórica de los avatares que ha sufrido esta parte tan importante de la riqueza nacional, a la par índice claro de la pujanza comercial de un país, como lo es la marina de transporte. El propio autor, en su A modo de introducción, nos explica su visión del libro: es, ante todo, un libro de divulgación y no de investigación o análisis. Desde un esquema convencional y culturalmente incompleto, he procurado ejercer el oficio de relator, que no de crítico. Los propósitos quedan clara mente alegados, hay exposición de hechos con los mínimos análisis necesarios para que el lector no entendido o especialista los comprenda fácilmente. La agilidad habitual de la pluma de Cervera Pery queda una vez más patente, están los inevitables números dedicados a los cascos y a su tonelaje; están los cambiantes factores internacionales, tan influyentes en esta historia, y también están las peripecias internas de nuestra política con sus deseos y sus frústraciones. El libro está dividido en tres partes de muy diferente paginado. La prime ra, titulada El entorno histórico, hace una exposición del condicionante marí timo de España y relata la historia de la Marina mercante desde los primeros tiempos hasta hoy. Desfilan ante nuestros ojos esos hitos tan importantes como son la marina catalano-aragonesa, el consulado del mar, el descubri miento, la carrera de Indias, los navíos de registro, la ilustración y el inolvida ble Jovellanos, la transformación de la industria naval debida al buque de vapor..., la pérdida de las colonias, las navieras decimonónicas, las conse cuencias de las dos guerras mundiales y las no menos traumatizantes de nues tra guerra civil. Finaliza esta primera parte con la ley de 1956 y la influencia de los planes de desarrollo. La segunda parte, La dinámica estructural está plenamente dedicada a los condicionantes actuales de nuestra Marina mercante, exponiendo la evolu ción del tráfico y su especialización, la realidad de las banderas de convenien cia, legislación y conferencias internacionales, asimismo, se estudian las modernas empresas navieras con sus problemas de financiación, primas, des gravación, eternas palabras en este asunto. Año 1990 RECENSIONES En la tercera parte se relata El instrumento político, dedicado íntegra mente a la Administración Pública Marítima, sus organigramas y los hombres que la sirvieron. Completan el libro un Apéndice en el que figura el Anteproyecto de Ley de Ordenación de la Marina Mercante, la llamada Lev Lobeto, y la bibliogra fría utilizada. La Marina mercante española es un libro bien presentado, de edición cui dada, numerosas ilustraciones y lectura fácil y amena. Es de interés, como no podía ser menos, para los aficionados a la historia marítima y también para los estudiosos de la realidad socioeconómica nacional. Antonio DE LA VEGA Michael: La guerra civil española en el mar. Siglo xxi de España Editores, S. A. Madrid, 1987; 400 páginas. ALPERT, Michael Alpert es un autor ya conocido por los lectores aficionados a los temas de la guerra civil española 1936-39. En la misma editorial, Siglo xxi editó en 1982un muy interesante estudio sobre la reforma del Ejército de Tie rra español, emprendida por Manuel Azaña los primeros años de la II Repú blica. Asimismo, a más de muchas conferencias y artículos, publicó en 1977, en la editorial Ruedo Ibérico, su tesis doctoral (en Reading) sobre el Ejército republicano. Se trata de un inglés, hispanista de gran talla, que como algunos otros han logrado explicar nuestra Historia, dándole nuevos enfoques y. sobre todo, sin los apasionamientos y condicionantes propios de los nacidos aquí. Como el propio título indica, este libro es de los pocos que trata de una parte tan importante de la guerra civil 1936-39, como lo fue el frente naval; y es que hay demasiada mentalidad continental entre nosotros, lo que nos lleva a desdibujar la importancia de la mar; los libros sobre la guerra en ella se podría decir que se cuentan con los dedos y en su mayoría son testimonios persona les, no estudios o análisis globales. Además de consultas, las podríamos lla mar bibliografías y hemerotecas tradicionales, Alpert ha trabajado iñvesti gando tanto en el Servicio Histórico del Estado Mayor de la Armada conio en la Public Record Office de Londres, y ha utilizado, asimismo, las publicacio nes oficiales pertinentes. Salvo tratar unitariamente el tema, modo muy necesario y siempre sinteti zador de situaciones, se puede decir que Alpert no aporta ni episodios ni noti cias que sean desconocidas para el lector, quizá debido a la reciente aparición en el mercado de obras tan importantes e interesantes como Armada españo la, siglo xx (1983), de Ricardo Cerezo; o El factor olvidado: La Marina britá nica y la guerra civil española, de P. Gretton (1984), ejemplos la primera en lo general y la segunda en lo particular. 106 3! RECENSIONES El libro está estructurado en un Prólogo del autor, diecisiete capítulos, una conclusión y dos Apéndices, además de la habitual Bibliografía y el siem pre interesante Indice de nombres. Para conocer la dedicación y el variable interés del autor por los aconteci mientos, se enumeran los capítulos del libro: 1) La Armada española en el siglo xx. 2) La II República. 3) Aiea jacta est. 4) Buques y bases. 5) Tángery Gibraltar. 6) Reorganización. 7) Comienzo de la Actividad Naval en el Cantá brico. 8) La llegada del material desde el exterior y la guerra de los nacionalis tas contra el tráfico a puertos republicanos. 9) La guerra contra el tráfico con tinúa. 10) La primavera-de 1937 en el Mediterráneo. 11) La Conferencia del Cantábrico. 12) Gran Bretaña y el coloquio del Norte. 13) La no intervención y la patrulla de control. 14) Nyón. 15) Las dos flotas en 1937. 16) 1938. 17) Ren dición, evacuacióny huida. La simple relación de los títulos de los capítulos indica al lector la especial dedicación del autor a la situación global e internacional o quizá estratégica y una menor a la que podríamos llamar Táctica. Por lo anterior, se trata de un libro muy interesante para el aficionado a la historia naval en sus términos generales y de menor interés para el especia lista. • - - LLORCA BAUS, - Carlos: La Compañía Trasatlántica en las campañas de ulta mar. Ministerio de Defensa. Madrid, 1990. La Compañía Trasatlántica Española es por antonomasia, dentio de las navieras del siglo xix, la de mayor proyección y alcance histórico. Fundada por aquel gran cántabro indiano que se llamó D. Antonio López en tierras ultramarinas y concebida con espíritu comercial de futuro, su colaboración con la Armada fue en todo tiempo generosa y eficaz, pues las campañas ame ricana y filipina de fin de siglo obligaron a no pocos y exigentes sacrificios que hubo que afrontar con dignidad y esfuerzo. De toda esta meritoria actitud nos habla el historiador e investigador naval Carlos Llorca Baus., que bajo auspicios del Instituto de Historia y Cul tura Naval ha escrito un excelente libro en el que pone de manifiesto, entre otras cualidades, la importante contribución de una empresa civil al quehacer militar y naval con la prestación de unos inestimables servicios que merecen ser conocidos y valorados en toda su dimensión. La historia de la Compañía (como era conocida-familiarmente en el Cádiz decimonónico) es por demás sugestiva y sugerente. Su punto de arranque son las Antillas, con el comienzo de las actividades comerciales de D. Antonio López, y su meta de destino las campañas de ultramar, tema central del libro, aunque su autor nos siga dando noticias de los avatares de la Compañía hasta los momentos actuales, con pluma fácil y buen estilo constructor. Una buena serie de ilustraciones, algunas ellas de gran originalidad, y una abundante bibliografía, con relación de capitanes, buques, etc., completan la obra, que ha sido por otra parte muy bien editada -por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa. J. C. P. - - - - Año 1990 Con objeto de facilitar la labor de la redacción, se ruega a nuestros posibles colaboradores se ajusten a las siguientes líneas de orientacion en la presentación de sus artículos: El material que se ofrezca para sti publicación sera enviado al director. Los autores pondrán en la página del lítulo su nombre y apellidos completos s su dirección postal para posible correspondencia. Los artículos deben estar mecanografiados a dos espacios en hojas DIN-A4, por tina cara, dejando un amplio margen a la derecha, que se utilizará para las correcciones. A principio de párrafo se dejarán cinco pulsaciones en blanco. Se evitará la utilización de abreviaturas. Se subrayarán los nombres de barcos, títulos de libros y revistas, así como las citas literales, para indicar el empleo de la cursiva en imprenta. Las notas a pie de página se reservarán exclusivamente para datos y referencias directamente relacionados.con el texto. Se redactarán en la forma más sintética posible y se presentarán en una hoja aparte con numeración correlativa. Los títulos de las publicaciones periódicas se citarán íntegros la primera vez que se mencionen, y despuésse emplearán las abreviaturas existentes. Los-autores proporcionarán las ilustraciones para sus trabajos, in dicando su localización en el texto; los originales de éstas tendrán la calidad necesaria para su reproducción. En todo caso deberán citar la procedencia del original y realizar los trámites precisos para que se autorice su publicación; la RF:visl, no se responsabilizará del incum plimient de estos trámites. Todas las ilustradones enviadas pasarán automáticamente a for mar parte del archivo de la Rvvisi... La lista bibliográfica deberá presentarse en orden alfabético; en caso de citar varias obras del mismo autor, se seguirá el orden crono lógico de aparición de las mismas. Cuando la obra sea anónima, se alfabetizará por la primera palabra del título que no sea artículo. Como es habitual, se darán en listas independientes las obras impresas y las manuscritas. f