Los cuentos de Hoffman

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LOS CUENTOS DE HOFFMANN
Jacques Offenbach
Opera fantástica en tres actos con un prólogo y un epílogo de Jacques Offenbach,
compositor que vivió entre los años 1819 y 1880 con libreto de Jules Barbier.
Introducción
¿Cuáles fueron las verdaderas intenciones de Offenbach al legarnos póstumamente esta
ópera? Muchas veces Offenbach ha sido mal interpretado como un niño terrible, que no
llega a ser más que un irreverente. Sin embargo, Offenbach buscó toda su vida llegar a
lo genuino y descartar lo aparente valiéndose del humor. Resucitar el sentido original de
la ópera cómica fue su última aspiración. Concebida históricamente como una
revolución dramática por Molière, que en ella presentaba lo cotidiano y hasta lo
grotesco pero buscando a través de ello encontrar el sentido de la verdad y descubrir el
hilo conductor genuino tras la aparente farsa. “Los Cuentos de Hoffmann” es en los
hechos el testamento de Offenbach, acerca del mundo y del arte.
La muerte sorprendió a Offenbach en pleno proceso de trabajo y presentación de la
ópera. Llevar la ópera al estreno fue entonces confiado al compositor Ernest Guiraud.
Este compositor se vio obligado a seguir instrucciones ajenas para poner en escena la
ópera y no pudo interpretar el sentido profundo del trabajo de Offenbach. Es así como
se suprimieron partes y se cambiaron el órden original de los actos, además de
completar y orquestar con nuevos criterios. El corte más grave que sufrió fue El rol de
la musa dado que es el hilo conductor de la acción dramática, el amor que eleva al
hombre. Recién desde 1953 se han hecho esfuerzos de recuperar la obra original.
El musicólogo Fritz Oeser publica en 1973 una revisión crítca de la partitura
reconstruída respetando los borradores originales. Desde entonces se continuó
trabajando en su difícil reconstrucción. La presente versión es el resultado aún no
definitivo de estos esfuerzos con un brillante elenco. Es que estamos frente a un nuevo
concepto formal de construcción literaria realizado por los dramaturgos y libretistas
Jules Barbier y Michel Carré en 1851, en su obra teatral “Los Cuentos Fantásticos de
Hoffmann”, quienes con ella ya anteceden la idea del montaje y el fundido encadenado
de escenas propias del lenguaje cinematográfico.
La obra contiene también muchos elementos estilísticos de la ópera lírica con recitativos
y que se excede en mucho de las ambiciones de una ópera cómica en el sentido original.
La trama nos habla del compositor y escritor E. T. A. Hoffmann, fusionando su vida con
sus cuentos fantásticos. Perdidamente enamorado de diferentes encarnaciones de la
misma mujer, o talvez de diferentes mujeres, las cuales siempre vuelve a perder por la
intervención del genio del mal siempre con otra apariencia. Consuelo inmediato
encuentra en el alcohol y luego al entregarse al arte.
El tema parece muy sencillo pero no lo es. El eterno triángulo de dos hombres pujando
por una mujer es en realidad aquí un triángulo en el cual dos mujeres pujan por un
hombre. No es una historia banal del amor no respondido sino un problema de mayor
dimensión: Una vez que se ha logrado la reconstrucción de la estructura original se
descubre que Olimpia, no es necesariamente sólo un autómata sino una mujer joven que
no logra hacer manifestar su alma. Es tan sólo una voz que cautiva sin capacidad de ser
consecuente con ella misma. Antonia, la próxima encarnación sucumbe precisamente
por su voz, ante la ambición de volverse famosa con ella. Giuletta, es la culminación de
los dos “viajes” anteriores. Es la mujer toda imagen que transforma a sus parejas en algo
en lo cual ya no se pueden reconocer. Stella es el personaje que sintetiza las tres
anteriores. Cuando el genio del mal se la vuelve a llevar seguido por una turba de
estudiantes entusiasmados, Hoffmann aprendió con sufrimiento la lección y puede ahora
ser un artista genuino. La musa se le revela otra vez.
La musa tiene un carácter protagónico de guía a través de la obra, abriendo y cerrando
la ópera y acompañando travestida a Hoffmann por todo el desarrollo del drama como
Nikolás. En ella aparece el rol femenino antagónico con carácter redentor como lo
encontramos en los dramas de Wagner y anteriormente en Beethoven. El protagonista
busca permanentemente el amor genuino. Se equivoca y elige el amor engañoso. Su
sinceridad le hace descubrir la verdad. Puede sorprender que la musa cuente con la
complicidad del mal para ello. Se ha señalado al respecto que las encarnaciones del mal
son las propias proyecciones de los aspectos negativos en la personalidad del artista que
le hacen actuar como en realidad no quiere ser. Una vez que la personalidad del
protagonista deja de ser esclava de las ilusiones, se vuelve a recomponer su mundo
interior. Como resultado, todos seremos beneficiados por la creación estéticamente
genuina que el artista nos va a legar.
La lucha será en el prólogo entre la presencia del Mozart genuino y la presentación
engañosa y aplaudida de Stella haciendo una interpretación poco profunda del genio
creador la cual el artista deberá soslayar en el epílogo para recibir así la antorcha que el
genio creador de Mozart nos legara.
Argumento
Acto I: Prólogo
El telón se abre dejando visible una vinería en Berlín. Es la Taberna de maese Luther,
una típica taberna alemana, contigua al teatro en el que esta noche va a tener lugar la
primera representación de la temporada de “Don Juan” de Mozart. En medio de la
taberna, una gran cantidad de toneles simétricamente dispuestos y, en el centro de todos,
un enorme tonel coronado con un pequeño Baco. Junto a los toneles de cerveza hay
estantes adornados con botellas de variadas formas. Dispersos, mesas y bancos. Es de
noche, la escena está iluminada por los rayos de la luna. Se oye el coro de los espíritus
invisibles invocados por La Musa de Hoffmann que aún no se ha manifestado. Luego ya
saliendo del tonel, se sube sobre el mismo y declara estar celosa de Stella la diva que
hoy actúa en el teatro contiguo. Es que la fascinación de Hoffmann hacia Stella,
amenaza la influencia que ella tiene sobre su alma. La Musa convoca a los espíritus del
alcohol para que le ayuden en apartar a Hoffmann de Stella. Ella misma toma la forma
de Nicolás, quien será el acompañante de Hoffmann que lo seguirá fielmente en sus
desventuras.
El consejero Lindorff, primera de las cuatro encarnaciones diabólicas enemigas de
Hoffmann, intercepta y sustrae un billete que la bella Stella ha enviado a Hoffmann.
Con la complicidad de Andrés, ayudante de cámara de Stella consigue revertir la
situación a su favor. La Taberna comienza animarse paulatinamente en el intervalo de la
ópera. Llega el poeta con su amigo Nicolás, profundamente conmovido por la actuación
de Stella. Aunque cede frente a los amigos y canta con ellos una canción de bebedores,
en ningún momento olvida la belleza sobrecogedora de Stella. De pronto descubre a
Lindorf y ambos se enfrentan duramente. Luego de ello, Hoffmann confiesa a sus
amigos que siempre encuentra a este personaje cuando lo persigue la mala fortuna. Los
recuerdos hacen que cuente a los reunidos su historia: La historia de las tres mujeres que
amó….
Acto II: Olimpia
La acción transcurre en París, en un suntuoso gabinete de físico. El mismo da a una
galería cuyas aberturas están cegadas por tapices. Observamos también puertas laterales
cerradas por postigos y una guitarra y un arpa colgados en una de las paredes. El
escenario está iluminado por velas. El físico Spallanzani lamenta sus pérdidas
económicas que sufriera a manos del banco que acaba de quebrar. Abriga la esperanza
de poder resarcirse de sus pérdidas por el invento de su autómata. Su única
preocupación es Coppelius, el proveedor de los ojos del autómata con quien debería
compartir sus ganancias futuras. Hoffmann, se ha hecho alumno del físico Spallanzani
para poder estar cerca de Olimpia, a quien cree hija del científico y en realidad es el
autómata construido por éste. Spallanzani esta al tanto de la situación y quiere usarla en
su provecho. Nicolás pretende prevenir a Hoffmann acerca del engaño del que es objeto,
llamándole la atención sobre lo mecánico de los movimientos de Olimpia así como de
sus ojos sin vida y compara a Olimpia con el mecanismo de relojería con un cucú. Lo
hace acompañándose de la guitarra, como intentando dar vida a este gabinete de lo
muerto. Aparece Coppelius, la encarnación del mal, en escena y logra vender a
Hoffmann unos lentes que tienen la cualidad de aumentar su ilusión embelleciendo aún
más los rasgos de Olimpia. Cuando se encuentra con Spallanzani, exige su parte tal
como había sido acordado del invento. Spallanzani lo engaña con un acuerdo
fraudulento cediéndole su cuenta del banco quebrado. Coppelius se retira muy contento
con el cheque a su favor. Mientras tanto llegan los invitados a los cuales Spallanzani
presentará el autómata como su hija. En el transcurso de esta presentación de Olimpia
en sociedad, el poeta proclama su amor por Olimpia. El mecanismo de Olimpia canta un
aria de dificultades extremas. Spallanzani toca los comandos reiteradamente para que el
autómata repita la secuencia. Luego, por un movimiento involuntario, Hoffmann, toca
los comandos del autómata, lo cual hace desencadenar las respuestas que el considera
favorables a su petición amorosa. Spallanzani invita entonces a Hoffmann a que baile un
vals con Olimpia. De pronto el mecanismo enloquece imprimiendo a la danza una
velocidad tan grande que Hoffmann es arrojado sobre un sofá. Spallanzani logra frenar
el mecanismo siendo la supuesta Olimpia acompañada nuevamente a sus aposentos.
Mientras todos se reúnen alrededor del maltrecho Hoffmann, nadie ha notado la vuelta
de Coppelius el proveedor de los ojos del autómata. Éste habiendo descubierto el
engaño del que fuera objeto se venga destruyendo a Olimpia, trayendo sus partes con
gran estruendo de engranajes rotos y de muelles torcidos. El poeta, con gran dolor tiene
que admitir el engaño y recibe la burla de los invitados cómplices con la situación.
Acto III: Antonia
La acción en este tercer acto tiene lugar en Munich, en la casa del constructor de
instrumentos Crespel. Se observan violines colgados de las paredes en un ambiente
amueblado en forma extraña. En primer plano una ventana se abre que se abre sobre un
balcón al Sol poniente. Al fondo, entre las dos puertas, un gran retrato de mujer colgado
de la pared. Al levantarse el telón la hija de Crespel, Antonia, canta una canción triste
acompañándose con un clavicordio. Esta vez, Hoffmann está enamorado de Antonia. .
Su padre, Crespel la ha taído a Munich para sustraerla de la influencia de Hoffmann Ella
esta enferma y cantar pordría tener consecuencias fatales como ya lo tuviera para su
madre una cantante fallecida recientemente. Crespel prohibe a su hija continuar
cantando y da órdenes a su casero Frantz para que no deje entrar a nadie mientras sale.
Hoffmann acompañado por Nicolás, entran en escena subresticiamente. Hoffmann
quiere entender la razón por la cual Crespel se alejara en forma tan intempestiva con su
hija, siguiéndoles el rastro. Mientras Nicolás manifiesta sus dudas, entra Antonia.
Ambos se abrazan pero tampoco Antonia puede explicarse los móviles que llevaron a su
padre de apartarlos aunque intuye que ello se relaciona con la prohibición de continuar
cantando que le impusiera ahora su padre. Cuando Hoffmann confiesa estar atraído por
la voz de Antonia pero siente que ella ama más su arte que a él, ésta se sorprende en
encontrar una actitud similar a la de su Padre en él. No obstante cantan juntos una
canción que invoca al amor que puede ser pasajero o no.
Ambos se separan y se alejan al percibir la cercanía de Crespel. Hoffmann se esconde
decidido a develar ahora el misterio. Con la llegada de Crespel, se anuncia el siniestro
Dr. Mirakl. Tanto Hoffmann como Crespel estan horrorizados. El Dr. Mirakl es la
tercera encarnación del mal. Crespel nota que tiene en sus manos el destino de Antonia
siendo el quien ya matara a su esposa del mismo modo. Por todos los medios intenta
alejar al médico demoníaco y parece lograrlo. Ahora Hoffmann comprende la situación.
No dice nada a Antonia cuando vuelven a reencontrarse. Sólo le pide que tenga fe en él
y que abandone sus deseos de conquistar la fama mediante su voz. Luego ambos se
alejan. Vuelve a hacerse presente Mirakl y tienta a Antonia. Le hace añorar el mundo de
gran cantante que Antonia estaba por renunciar, contraponiéndolo al mundo de la
felicidad doméstica que le espera junto a Hoffmann. Ella resiste hasta que invoca a la
madre para que la apoye en su amor hacia Hoffmann. Mirakl se hace entonces presente
por medio de la voz de la madre dando vida al retrato colgado de ella e instándola
cantar. Antonia cede al llamado interior de la Madre. Inmediatamente Mirakl toma un
violín y la hace cantar a un ritmo alocado hasta que Antonia cae moribunada. Crespl y
Hoffmann se acercan precipitadamente. Crespel acusa a Hoffmann de haberla matado y
pretende acuchillarlo. Hoffmann pide un médico. Nuevamente se presenta Mirakl quien
diagnostica la muerte de Antonia.
Acto IV: Giuletta
Este acto se ambienta en Venecia. Observamos una Galería de baile en un palacio sobre
el Gran Canal Se nos presenta un cuadro brillante y animado. Se observan Escalinatas,
columnas, faroles, arañas, sillones., más lejos puertas anchas, que conducen a otras
galerías. Los huéspedes de la cortesana Gulieta están agrupados de pie o tendidos sobre
almohadones. La escena queda enmarcada por una dulce barcarola cantada por Giulletta
con Nicolás. Hoffmann no esta de acuerdo con el contenido de la canción. Ya no quiere
tener más nada que ver con el amor y se dedica ahora al vino. El celoso Schehmihl
aparece para acompañar a Giuletta a la sala de juegos. Ella también invita a los demás a
la mesa de juegos y para que conozcan las chicas que trabajan para ella. Nicolás
advierte a Hoffmann que no acepte la invitación dado que no tiene demasiado dinero y
podría perderlo.
Una vez más, Hoffmann hace caso omiso a las advertencias de Nicolás. Ignora que el
astuto Departutto, la encarnación del mal en este episodio, esta tendiéndole una celada.
Éste, planifica robarle su sombra con la complicidad de Giuletta quien a tales efectos
deberá seducirlo. El plan incluye también la eliminación Shlemil, quien ya perdió su
sombra y pretende poseer a Giuletta a cambio de ello. Para ello instigará un duelo entre
Hoffmann y Shlemil.
La segunda escena tiene lugar en la sala de juegos. Hoffmann pierde todo lo que posee y
dialoga con Giuletta lo cual no gusta a Shlemil. Como respuesta, Giuletta pone en duda
la relación entre ambos. En la tercera escena Giuletta hace pasar a Hoffmann a un
apartado personal aparentemente para reconfortarlo por haber perdido todas sus
pertenencias en el juego. Luego, entre lágrimas le pide protección. Hoffmann queda
prendado de Giuletta y ésta haciendo un gesto de retirarse le promete una cita para más
tarde. Sin embargo le advierte que esta presa de Shlemil, quien tiene la llave de su
cuarto colgada en su cuello, como símbolo de poder sobre ella.
Luego, hace que Hoffmann le prometa entregarle a igual que Shlemil su reflejo, que ella
dice querer guardar en su corazón. Ahora, Hoffmann ya no puede verse más en el
espejo.
En la escena final vuelve a escucharse como fondo la barcarola. Departutto entra
sorpresivamente con Shlemil al apartado e instiga el duelo entre Shlemil y Hoffmann.
Durante el mismo muere Shlemil. Hoffmann queda dueño de la llave pero Giuletta
desaparece. Hoffmann finalmente la encuentra abrazada a Departutto en la Góndola de
éste. Giuletta sólo tiene para Hoffmann un último gesto de burla mientras la Góndola
empieza a moverse canal abajo.
Acto V: Epílogo (Stella)
Estamos nuevamente en la taberna de Berlín. Hoffmann concluye el relato de las tres
mujeres que amó y es aplaudido por los presentes. Manifiesta que las tres historias
muestran aspectos diferentes de la misma mujer. Lindorf se da cuenta que esta frente a
un contrincante alcoholizado y deprimido a quien no tiene que temer como rival.
Cuando finalmente Stella aparece triunfalmente, Hoffmann sólo tiene palabras de
desprecio para ella. Recuerda por un momento a las mujeres, sus melodías y las
diferentes encarnaciones del mal. Se despide y retoma la canción de los bebedores del
prólogo. Lindorf se retira con Stella y los estudiantes, mientras Hoffmann cae al piso
alcoholizado.
La taberna queda nuevamente a oscuras sólo iluminada por la luna. Sólo Nicolás se ha
quedado. Gradualmente éste se vuelve a convertir en la Musa. También vuelven a
manifestarse los espíritus. La Musa manifiesta que Hoffmann ha sanado. De las cenizas
de su corazón roto resurgirá nuevamente la llama de la creación genuina, lo cual es
reiterado por el coro final.
Reparto
Hoffmann, el poeta……………………………….…tenor, Neil Schikoff
La Musa Inspriradora y
Nicolás, un amigo de Hoffmann…………………….mezzo soprano, Ann Murria
Stella, la cantante de ópera…………………………soprano, Dinah Bryant
Olimpia, la muñeca mecánica………………………soprano Luciana Serra
Spalanzani, construcctor de Olimpia……………….tenor Alexander Oliver
Antonia, la joven enfermiza……………………….soprano Rosalind Plowright
Luther, un cervecero y
Crespel, padre de Antonia………………………….bajo Kurt Rydl
Voz de la madre de Antonia………………………soprano Jocelyne Taillon
Giuletta, un cortesana de Venecia…………………soprano Jessye Norman
Schlemil, enamorado de Giulietta…………………barítono Dale Duising
Lindorf, Coppélius,
diabólicos rivales de Hoffmann,
Dr. Miracle diabólico médico de Antonia y
Dapertutto, espíritu del mal………………………bajo barítono José van Dam
Andrès criado de Stella,
Cochenille criado de Spalanzani,
Frantz, Pitichinaccio criado de Giulietta…………tenor Robert Tear
Hermann un estudiante…………………………..barítono, Marcel Vanaud
Nathaniel un estudiante…………………………..tenor, Therry Dran
Coros y Orquesta de la Ópera Real del Teatro de la Moneda de Bruselas
Director: Sylvain Cambreling
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