REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana Julio de 2013 XIV Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo C) Lectura de santo Evangelio según San Lucas 10:1-12, 17-20 En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.” Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.” Él les contestó: “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.” Comentario breve: El evangelio de hoy continúa con los grandes temas del discipulado y misión apostólica. Los discípulos de Jesús, aquellos que han respondido a su llamado a seguirle y a acompañarle, los envía delante ‘a cada pueblo y lugar donde pensaba ir’. Sin excepción, cada bautizado es ungido y fortalecido por el Espíritu Santa para la misión cristiana; esta misión incluye la proclamación del mensaje evangélico con palabras y obras, y así preparar el camino para la visita del Señor con los cuales el intenta encontrarse. Jesús envió sus discípulos en pares como testigos, porque se consideraba que se necesitaban dos para atestiguar sobre la veracidad de algo. El los instruyo a viajar ligeros, no dependiendo en sus propios recursos solamente, pero en la providencia divina y la hospitalidad de la gente. Este ‘consejo evangélico’ de ‘pobreza por la causa del Reino de Dios’ no es un consejo que solamente los misioneros y santos como San Francisco y Santa Clara de Asís adoptaron; es también uno que cada cristiano, ordenado, religioso y laico, debe a aspirar. Hoy, tanto como en los mismos principios de la proclamación del evangelio cristiano, existe una gran necesidad de apóstoles intrépidos del Señor que se aventuren audazmente “como corderos en medio de lobos” en un mundo con gran potencial pero que también es envuelto por grandes retos. Cristo envía a sus apóstoles a personas en necesidad de sanación de varias enfermedades. El los envía a aquellos que anhelan oír nuevamente un anuncio de esperanza y gozo, “está cerca de [y para] vosotros el Reino de Dios,” de manera que resuene significativamente y concretamente en sus vidas. Jesús busca a discípulos que “busquen ante todo el reinado de Dios y su justicia,” en maneras que afirmen el gran bien que ya existe en el mundo y que confronten a todo lo que sea indigno de la persona humana. El Señor busca a testigos auténticos que sean ‘sal y luz y levadura’ en familias y parroquias, lugares de empleo, escuelas y universidades, vecindarios y las instituciones sociales, en los ‘mundos’ de la política, ley, entretenimiento, deportes, etc. – en sí, en cada sector de la sociedad. Consciente de que la “mies es abundante” y disponible para el Evangelio – pero que también que existe la necesidad de que los llamados dejen a un lado la comodidad, conveniencia, temores, presiones y opiniones sociales, e intereses y ganancias personales – debemos orar para una gran respuesta al llamado a la misión apostólica. Este evangelio nos asegura que los que se olvidan a sí mismos, confiando en el Señor y en su poder providencial, vencerán obstáculos en el nombre de Jesús y serán exitosos en su misión. El mundo ya contiene muchos ambiciosos buscando la fama y fortuna, el poder y el prestigio, los placeres y “la buena vida.” Lo que de veras se necesita son apóstoles intrépidos y generosos, comprometidos sinceramente e incondicionalmente al servicio de la misión liberadora y redentora de Cristo en el mundo. Podemos ser esos que responden al llamado de Jesús. Tenemos también que pedir en oración a Dios pidiéndole que inspire a muchos hacia una vida dedicada a la misión como sacerdotes, religiosos/religiosas, y ministros laicos. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Como cristianos bautizados hemos recibido la misión apostólica de dar testimonio del evangelio del Reino de Dios con nuestras palabras y obras, con nuestras vidas, en este mundo que tanto Dios ama. Dependemos no solamente en nuestros recursos y habilidades, sino mas especialmente en la gracia de Dios. Jesús no promete que siempre encontraremos una buena recepción y respuesta, pero nos llama al compromiso. Como se ha dicho, “Dios no nos llama a ser fieles no simplemente exitosos,” y Dios “no siempre llama a los capacitados sino capacita a los llamados.” Encontramos un dicho similar en 2 Corintias 3:4-6 (“Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, no porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios. El nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva Alianza.” Debemos de “rogar al dueño de la mies que mande obreros a su mies.” En nuestras familias y parroquias debemos fomentar un rico sentido para la misión cristiana en cada sector de la sociedad, y debemos de fomentar un gran valor hacia las vocaciones del sacerdocio, vida religiosa, y misiones. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Estoy consciente de mi misión como cristiano? ¿Cómo estoy proclamando de Evangelio de Jesucristo a los demás? ¿Tengo vocación hacia el sacerdocio o vida religiosa? ¿Oro por las vocaciones? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 816, 857-70, 915 REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 14 de Julio de 2013 XV Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo C) Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10:25-37 En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” Él le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?” Él contestó: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.” Él le dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.” Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.” ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” Él contestó: “El que practicó la misericordia con él.” Díjole Jesús: “Anda, haz tú lo mismo.” Comentario breve: Jesús era un comunicador extraordinariamente efectivo entre la sociedad oral de Palestina del primer siglo. Desde entonces, sus parábolas han moldeado la consciencia y valores de civilizaciones enteras. Las parábolas de Jesús invitan a sus oyentes a considerar situaciones ordinarias de maneras extraordinariamente diferentes. Así ellas sublevan las convenciones y asunciones por las cuales como individuos o como sociedad operamos, y que informan y moldean nuestro modo de pensar, valuar y vivir. Las parábolas nos liberan para poder considerar otras perspectivas y nos retan a actuar en maneras que no hubiésemos actuados por nuestra cuenta. La parábola de hoy del Buen Samaritano es un ejemplo ideal no solo de cómo enseñaba Jesús, sino sobre que enseñaba Jesús. Mas importante todavía, es que esta parábola es un excelente ejemplo de cómo vivía Jesús y como llama a sus discípulos a vivir. Como respuesta inicial a la pregunta valiosa del letrado de la Ley – una pregunta que nos debíamos hacer con más frecuencia en nuestros tiempos – Jesús ofrece el amor como la cualificación central. Para proponer esto él se refiere al Shema, la profesión de fe judía tomada del Deuteronomio (6:4-11) que llama hacia un amor total a Dios, y del libro de Levítico sobre el amor al prójimo. Al notar la persistente pregunta del letrado sobre la identidad del “prójimo,” Jesús ofrece un cuento ilustrativo corto (una parábola) que evocara la imaginación, emoción, comprensión y finalmente acción. Con esta parábola, encontrada solamente en Lucas, Jesús celebra a la figura menos esperada para los judíos como ejemplo de servicio al prójimo, un samaritano, cuyos los judíos consideraban herejes. Solamente el “ve” al herido, al punto de ser conmovido con compasión y de tomar acción. Su acción es bien generosa y se extiende más allá de las necesidades inmediatas del hombre herido. El samaritano toma el bienestar del herido muy personalmente, sin temor de involucrarse en su vida. Aun mas, a través de esta parábola Jesús rompe las barreras de etnicidad y religión, y reinterpreta lo que significa ser el prójimo: amar al prójimo hasta se extiende hacia amar a los que uno considera como enemigos. A la conclusión de la parábola, Jesús hace algo inesperado, torna la pregunta hacia el letrado de la Ley (¡y hacia nosotros!), “¿Eres tu un prójimo hacia el prójimo que te necesita?” Lo hace explícitamente llamándolo (y a nosotros) diciendo, “Anda, haz tu lo mismo.” Quizás pocos relatos han afectado el curso de las vidas y el curso de las sociedades más que esta parábola. También ella se encuentra a la base del la buena nueva cristiana: para amar a Dios debemos amar al prójimo de todo corazón. Hoy es la perfecta oportunidad para cada uno de nosotros los cristianos, como familias y parroquias, para preguntarnos como estamos viviendo como prójimos a los que están en necesidad. ¿Buscamos y vemos y respondemos a los muchos en nuestros alrededores que nos necesitan? ¿Qué barreras personales o sociales necesitamos romper para poder dar asistencia generosa con todo corazón? ‘Heredar la vida eterna’ no meramente significa la inmortalidad, sino significa la calidad de esa vida, que es vida de autentico amor. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Amor a Dios de todo corazón y amor al prójimo forman el centro de la respuesta humana de fe en Dios. En haciendo referencia a las escrituras, Jesús le recuerda al letrado de la Ley (y a nosotros) que el camino de conduce a la vida ya se nos ha sido revelado, necesitamos simplemente actual de acuerdo a él. ¿Como puedo vivir y actuar en solidaridad con los que sufren y con los oprimidos en el mundo? La parábola del Buen Samaritano nos ilustra la vida de Jesús mismo. De veras él es el Buen Samaritano cuya compasión sobrepasa toda barrera para así sanarnos y restaurarnos. Similarmente, el nos llama a “hacer lo mismo” hacia nuestro prójimo. Para Jesús, la gran pregunta no es ‘¿Quién es mi prójimo?’ sino, ‘¿Estoy siendo yo un prójimo’ en haciendo el bien hacia los demás, especialmente los que más necesitan de mi, y hasta hacia los que yo considero como forasteros y enemigos? Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cuáles son las barreras que me impiden ayudar a los demás…el temor, comodidad, egoísmo, prejuicio, presiones y opiniones externas? ¿Veo la humanidad en el otro/a al punto de ver en él/ella a una hermana o hermano? ¿Estoy consciente de mis propias heridas y de mi propia necesidad de ser sanado por Jesucristo? ¿Cómo estoy siendo un prójimo a las personas en necesidad? ¿Cómo puede mi familia, parroquia y comunidad responder más eficazmente a las personas en necesidad, o a participar en esfuerzos para hacerlo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 1822-29, 1939-48 REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 21 de Julio de 2013 XVI Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo C) Lectura del santo evangelio según San Lucas 10:38-42 En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con él. servicio; hasta que se paró y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola sirviendo? Dile que me eche una mano.” Pero el Señor le contestó: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.” Comentario breve: La lectura del evangelio de hoy, de Lucas, nuevamente se concentra en el significado del discipulado. Muy significativamente, encontramos aquí a dos más de las discípulas de Jesús. Otras mujeres discípulas incluyen Susana, Juana, Salome, María Magdalena, María la madre de Santiago, y otras mujeres que acompañaban a Jesús a través de la Galilea y en sus jornadas en Jerusalén. Muy significante, Jesús es el único maestro de la antigüedad que incluía a mujeres como discípulas. El formo una comunidad igualitaria que incluía mujeres, pobres y ricos, colectores de impuestos y pescadores, pecadores arrepentidos y extremistas religiosos, y personas con varias enfermedades. Jesús vio a las personas como personas, fueran judíos, samaritanos o gentiles, y así rompió las barreras de etnicidad, religión, estatus social y genero. El era una persona verdaderamente libre, sin temor de ser visto con nadie, y no sometiéndose a las presiones sociales de su tiempo. De verdad que Jesús vino para todos, con ese deseo de crear una familia con un Padre. Esto es central a la buena nueva cristiana. En este narrado, ambas Marta y María están ocupadas con aspectos importantes de la vida comunitaria, la hospitalidad y el estudio. Y no es la hospitalidad de Marta que le preocupa a Jesús, sino su ansiedad y preocupaciones “sobre muchas cosas.” El la invita a descartarlas. La actitud de María es reconocida; ella esta “al lado del Señor y le escucha.” El discípulo es la que con su vida y esfuerzos se enraíza en una comunión con el Señor escuchando su voz en su vida, en medio de cualquier cosa en que esté ocupada. Esto no es, entonces, un relato en que se valora el estudio y oración y compañía sobre la hospitalidad y acción. Este es un relato acerca de la fe sobre la ansiedad, no importa si lo que hacemos es oración o acción. Aun es verdad que la acción cristiana esta siempre fundada en la oración y reflexión. Los cristianos de hoy continúan haciéndole frente a muchos desafíos y “muchas preocupaciones” y asuntos, ansiedades y frustraciones, comunes a la vida diaria. Pero somos llamados, como Marta y María, a ocuparnos de estos aspectos de la vida cristiana en comunión con Jesucristo, en quien permanecemos enfocados y de quien recibimos nuestra fuerza. Adicionalmente, los cristianos en países desarrollados – tal como sus contemporáneos – viven un ritmo de vida agitado, y son similarmente distraídos por continua (¡y algunas veces adictiva!) compra y en las redes sociales, en juegos de computadora y entretenimiento sin límite. Si no hacemos conscientes esfuerzos en la oración y en el estudio cristiano que informa y forma nuestras vidas como cristianos, entonces más y más nos sentaremos ‘al pie’ del entrenamiento popular y del mensaje materialista de una cultura profundamente orientada hacia lo superficial y comercial, y así ser moldeados intelectualmente y moralmente por estas. ¿Cuyos discípulos seremos? ¿Qué clase de discípulos seremos? Jesús nos llama hoy a escucharle para, como María, podamos “escoger la mejor parte que nadie nos podrá quitar.” La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Jesús tuvo discípulas. Esto lo hace único entre los maestros de la antigüedad. Jesús era una persona verdaderamente progresiva e independiente. Para el Dios y las personas vienen en primer lugar. El evangelio llama a cada creyente hacia una vida cristiana activa centrada en la escucha de la Palabra de Dios y de fe orante, en vez de en preocupaciones, ansiedades y excesivas distracciones. Así se promoverá el Reino de Dios. El evangelio nos llama a abandonar nuestras preocupaciones “en muchas cosas” y que nos enfoquemos en lo que más vale. Con tantas actividades y distracciones que llenan nuestras vidas, los cristianos están en peligro de dejarse ser arrancados del centro de su identidad, vida y misión en Jesucristo. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cuál es mi perspectiva de la Iglesia? ¿Estoy consciente de que los seguidores de Jesús formaban un grupo mixto, unidos como una familia? ¿Cómo me inspira esto en mi vida como miembro de la Iglesia? ¿Es mi vida cristiana enraizada en la oración, el estudio de la Palabra y la reflexión? ¿Cómo puede un estudio más profundo de la Biblia, del Catecismo de la Iglesia Católica, de libros de teología y de las vidas de los santos, llevado a cabo individualmente y en comunidad, capacitarme y retarme para crecer como cristiano y dar testimonio cristiano efectivo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 131-41, 2548-54, 427 REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 28 de Julio de 2013 XVII Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo C) Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11:1-13 Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.” Él les dijo: “Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.” Y les dijo: “Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.” Y, desde dentro, el otro le responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.” Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?” Comentario breve: Los que tienen fe oran. La oración es un ‘extra’ de la vida cristiana ni es periférica a ella. Es una característica básica e inherente de cada persona de fe. Los que tienen fe oran, porque ellos no simplemente creen en algo (una idea o causa), sino en Alguien en quien están personalmente relacionados. Más aun, las personas de fe esperan grandes cosas de Dios, porque están convencidos de que son verdaderamente escuchados por El quien su poder infinito es el amor. En el evangelio de hoy encontramos una tal persona de fe y oración confiada y creyente, Jesús de Nazaret. Jesús de veras creyó, y de manera tan total que se entrego completamente al Padre y al hacer la voluntad divina. El escritor de Hebreos (5:7) escribe de que, “En los días de su vida mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su religiosa sumisión.” Ciertamente, la primera vez que encontramos al adulto Jesús en el evangelio de Lucas, lo encontramos orando en el momento de su bautismo. Tan impresionados estaban sus discípulos al verlo en oración que le pidieron que les enseñaran a orar. En el evangelio de Lucas recibimos una versión del Padre Nuestro abreviada en comparación a la versión que más comúnmente conocemos de Mateo, pero incluye los mismos componentes esenciales. Y por lo cuanto en el evangelio de Mateo Jesús concluye su enseñanza sobre la oración con una enseñanza sobre la importancia del perdón, en Lucas Jesús enfatiza la importancia de orar con perseverancia y confianza. El toma imagines de la vida diaria para ilustrar la efectividad de la persistencia. Se requiere una búsqueda y deseo habitual que busca, toca a la puerta y pide, porque la fe es relación de confianza de uno al Otro. Se requiere entonces una certeza de que uno recibirá y encontrara, y de que las puertas serán abiertas. ¿Y porque es este el caso? Aquí encontramos una descripción de lo que Jesús pensaba sobre el Padre celestial: Dios es verdaderamente Padre, como los padres y madres terrenales, pero también muy diferente. Dios es el Padre y la Madre absoluto; uno dispuesto a responder a la oración, a dar dones generosamente, y uno deseoso por acudir a las necesidades de sus hijas e hijos. Sin embargo, es importante que también nos acerquemos a él libremente. Finalmente, hacia la conclusión de sus enseñanzas sobre la oración, Jesús le recuerda a sus discípulos que el don por excelencia, el Espíritu Santo, no es meramente algo, sino Alguien. El Espíritu Santo es “el Don que contiene todos los dones” porque el Espíritu es el don de Dios mismo a quien Dios está dispuesto dar a los que lo piden, buscan, y tocan a la puerta. Dios está dispuesto dar su propio corazón, su amor y darse a sí mismo como don. La oración no es un quid pro quo (‘una cosa por otra’), pero es una comunicación real personal. En esta semana de verano y del Tiempo Ordinario, este evangelio nos invita a una vida de oración genuina y fiel, confiando que hará un efecto profundo en nuestras vidas, y a través de nosotros, en las vidas de muchos. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Jesús oró. También los que tienen fe oran. La fe no es basada meramente en una idea o en ritos; en vez, es primeramente y sobretodo una relación de amor y confianza y mutua auto-donación. Este evangelio destaca la importancia de la confianza, la certitud, y la perseverancia en la oración. De esa manera nos llama a la esperanza en El que tiene nuestro mejor bien en su corazón. La oración cristiana es un estilo de vida, vida en comunión y dialogo con Dios. El cristiano depende en la gracia y el poder de Dios. De todos los dones por los cuales podemos pedir, debemos pedir por los dones espirituales, más especialmente el Don de Dios mismo en su Espíritu Santo. Siéndoos ‘dotados’ con el Espíritu podemos en adelante ser una mayor bendición en las vidas de nuestros prójimos. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cuál es mi experiencia de la oración? ¿Cómo comprendo y percibo la oración? ¿Rezo de corazón? ¿Qué puedo hacer hoy y en el futuro para crecer en la vida de oración, una vida consiente de la presencia de Dios, atento a la voz de Dios y a sus señales que me vienen de tantas diversas maneras? ¿Por cuales dones espirituales debo pedir para crecer como cristiano, para poder dar testimonio del mensaje del evangelio y ser una bendición en las vidas de demás? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 2566-67, 2700-58, 2777-2865