Boletín extraordinario XX aniversario coronación Esperanza (1988

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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
La otra historia
Equipo de Redacción
tecimientos, con expresa dedicación a los aspectos
en que tuvieron una intervención singular. De esta
forma hemos pretendido plasmar en papel el “alma”
de aquellos días. Porque las emociones que se
ocultan en los entresijos de la memoria son también
historia; historia personal de todos y cada uno de
los que estuvimos allí; historia vívida y vivida en
los recuerdos y detalles poco o nada conocidos
que afloran en las páginas que siguen y ayudan a
completar la percepción de lo que narran los historiadores; historia colectiva de una ciudad cuyo
corazón exultaba con la solemnidad de la Misa
de la Coronación de Mozart. Es lo que hemos
intentado reflejar en estas páginas especiales.
on ya veinte las primaveras transcurridas desde aquel inolvidable mes
de junio de 1988 que cerró un
importante capítulo en la centenaria
historia de nuestra Archicofradía, y
en la que empezamos a escribir las páginas de uno
nuevo.
De la tristeza difícilmente contenida en nuestra
salida de Santo Domingo, a la alegría esperanzada
de la consagración del templo -hoy Basílica-, pasando por la preocupación con algunas gotas de amargor por la incomprensión de algunos hermanos en
la fe y la campaña desatada en contra, y culminando
finalmente en la emoción desbordada en clamores
antes y después de la ceremonia de Coronación
de María Santísima de la Esperanza, fueron tantos
y tan contradictorios los sentimientos que nos embargaron aquella primavera que, precisamente, esas
vivencias personales llenas de anécdotas son las
que hemos querido traer a estas páginas.
Finalmente, permitidnos tener un particular
recuerdo para los hermanos nuestros, hoy ausentes,
también protagonistas de esta historia: Francisco
Sánchez Segarra, Pepe Ruiz Sánchez, Rafael Rueda
Alcalá, Antonio Marín Martín, Fernando Urdiales
Aguado, Federico Cruzado Serrano, Kiko Romero
González, Alejo García Ortega…; ellos y otros muchos vivieron con gran intensidad los hechos relatados. Ahora que ya disfrutan, desde más allá de
las campanas, de la esperanza que animó sus vidas,
allí arriba, asomados a los balcones de la gloria,
seguro que están comentando lo bonitos y emotivos
que fueron aquellos días.
Porque la Historia está en los libros y en las
hemerotecas pero, habitualmente, ayuna del palpitar
de sus protagonistas. Por eso nuestra pretensión
ha sido cubrir ese importante hueco y hemos pedido
a los autores que relaten con el corazón –más que
con la palabra- lo que sintieron ante aquellos acon-
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
El Breve de la Coronación
Monseñor Ramón Buxarrais Ventura
“Habiendo examinado detenidamente la solicitud
formal de fecha 15 de enero de 1985 por la que
la Real Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús
Nazareno del Paso y María Santísima de la Esperanza
nos solicitaba la Coronación Canónica de su imagen
titular la Virgen de la Esperanza, e instruído y
terminado el proceso de recogida de datos históricos
y otros testimonios de diversa índole a fin de
comprobar las condiciones que la Santa Iglesia
requiere para ello, por las presentes y en virtud de
nuestras facultades conferidas en el prenotado 6
del Ritual de Coronación de una Imagen de Santa
María Virgen confirmado por la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino
por decreto del 14 de febrero de 1983, accedemos
gustosos a ello, pudiendo por tanto la Archicofradía
a partir de esta fecha concretar la realización de
este solemne acto a fin de que redunde en un
mayor auge de la fé cristiana y comprometida de
nuestro pueblo, que acepta el Dulce Nombre de
Jesús de Nazaret como nuestro salvador y honra
a María Santísima como Esperanza a cuya intercesión
recurrimos los pecadores. Málaga a doce de marzo
de mil novecientos ochenta y seis. +Ramón, Obispo
de Málaga.”
por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica
Obispo de Málaga
Cédula emitida por el
Obispado de Málaga
accediendo a la Coronación
Canónica de nuestra
Sagrada Titular
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Fragmentos de la
Homilía
Monseñor Mario Tagliaferri
l cumplir ahora mi compromiso,
gozoso de encontrarme entre vosotros, quiero que mi comentario
en esta celebración responda al
doble fin que me propuse al adquirirlo. Nada mejor para ello que explicar sencillamente el significado de la coronación de esta imagen
de María Santísima de la Esperanza, que vamos a
realizar inmediatamente.
Es un rito que comenzó a extenderse en la
Iglesia desde finales del siglo XVI y que, renovado
y simplificado, después del Concilio Vaticano II, se
practica con más frecuencia por exigencias de la
piedad mariana del pueblo cristiano, como pueden
demostrarlo las frecuentes coronaciones de imágenes
marianas en esta “tierra de María Santísima” y las
también frecuentes en países hispanoamericanos.
No es un rito vacío sino que está lleno de significado
teológico y de exigencias prácticas para nuestra
vida cristiana…
Reina de Esperanza
todo el pueblo de Málaga a la Virgen, a la que
invoca y reza bajo las más variadas advocaciones
plasmadas en las bellas imágenes de cada una de
las cofradías.
Ella es Reina de Esperanza, como lo va a proclamar la coronación de esta imagen, porque
intercede por nosotros ante el Rey de la gloria,
porque está profundamente arraigada en la historia
de la humanidad, maternalmente presente y partícipe en los múltiples y complejos problemas que
acompañan hoy la vida de los individuos, de las
familias y de las naciones, socorriendo al pueblo
cristiano en la lucha incesante entre el bien y el
mal, para que no caiga y, si cae, se levante. (Redemptoris Mater, 51)
Quiero manifestar mi gratitud, en nombre del
Santo Padre, a todas las cofradías malagueñas, a
sus hermanos y a sus juntas directivas, los de hoy
y los de ayer, por el esfuerzo constante y sacrificado
que realizan para conservar y acrecentar esa devoción a la Virgen María.
No desmayéis en el empeño, conscientes de
que el amor a la Virgen es una gran riqueza y
reserva de la fe del pueblo. Acudid a María con
amor filial como Madre bondadosa, invocadla como
Reina del mundo, del cielo y de toda la creación;
como Reina del amor, de misericordia, de paz.
Amor a María
Con razón el pueblo de Málaga honra a María
Santísima de la Esperanza. En este popular homenaje
mariano, veo yo, además, el amor y devoción de
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la vida de cada cristiano, en cuanto imitador de
la vida de Cristo, pero se aplica igualmente a nuestras responsabilidades sociales y, consecuentemente,
a nuestro modo de vivir y a las decisiones que se
deben tomar coherentemente sobre la propiedad
y el uso de los bienes” (S.R.S. nº 42).
Amor a los pobres
Vuestro homenaje y vuestro amor a la Virgen
se centra ahora en el signo de la coronación. De
él brotan dos exigencias para vuestra vida cristiana.
He sabido que la intención de la Directiva de
la Cofradía era utilizar la misma corona que ya
tenía la Virgen pero las aportaciones y los donativos
de los hermanos, con la expresa voluntad de que
fueran para la corona, indujeron a labrar una nueva,
que es la que se va a imponer.
En su encíclica se refiere “a la realidad de una
ingente multitud de hombres y mujeres, niños,
ancianos, en una palabra, de personas humanas
concretas e irrepetibles, que sufre el peso intolerable
de la miseria” (Id. nº 13) Están lejos de nosotros,
en el extenso Tercer Mundo. Pero los tenemos
también entre nosotros, aquí en Málaga y en otras
ciudades y pueblos de España.
En esta corona, por tanto, refulgen la generosidad y el desprendimiento de muchos devotos y
devotas de la Virgen de la Esperanza y el amor
que los inspira. Pero contemplo yo que se dibujan
en la corona, también refulgentes, las palabras que
María dijo a los criados de Caná: “Haced lo que
Él os diga”….
El Papa nos urge a socorrer y aliviar a los que
sufren esa pobreza. Procurad, como respuesta a la
llamada del Santo Padre que el desprendimiento y
la generosidad manifestados en la corona que vamos
a poner a la Virgen de la Esperanza, y el desprendimiento y sacrificio con que los hermanos de todas
las cofradías cooperan cada año a embellecer más
el desfile procesional, como expresión de amor a
sus Titulares, sea una constante en la vida de las
cofradías, canalizado hacia los más pobres y nece-
.…La reciente encíclica de Su Santidad concreta
y actualiza hoy aquí el mensaje de Jesús llamando
a la “opción o amor preferencial a los pobres que
es, dice, una forma especial de primacía en el
ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia. Se refiere a
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con la voluntad el Padre que está en los cielos,
como se conformó María.
sitados, de modo que cada año pongáis, también, en manos de estos lo que les ayude a “ser”
más y a vivir mejor.
Se hace necesario, para ello, que pongamos un
esfuerzo serio, constantemente renovado, para vivir
en este mundo como hijos de Dios, tanto en lo
individual como en la familia y en la vida pública
y social.
Más aún. El Papa, además de recordar que
pertenece a la enseñanza y la praxis más antigua
de la Iglesia la convicción de que hay que aliviar
la miseria de los que sufren no sólo con lo superfluo,
sino con lo necesario, nos dice: “Ante los casos
de necesidad, no se debe dar preferencia a los
adornos superfluos de los templos y a los objetos
preciosos del culto divino; al contrario, podría ser
obligatorio enajenar esos bienes para dar pan,
bebida, vestido y casa a quien carece de ello. Como
ya se ha dicho, se nos presenta aquí una “jerarquía
de valores” –en el marco del derecho de propiedad
–entre el “tener” y el “ser”, sobre todo cuando el
“tener” de algunos puede ser a
expensas del “ser” de tantos
otros” (Id. 31). Todo esto creo,
queridos hermanos de las cofradías, que es una exigencia
urgente y grave del amor y
devoción a la Virgen.
El cumplimiento de nuestro propio deber, la
defensa de los derechos de toda persona humana,
la educación cristiana de los hijos, la estabilidad y
fidelidad en el matrimonio, el esfuerzo para conservar los valores éticos y morales de la vida pública,
la presencia cristiana allí donde la cultura se hace
y se transmite son objetivos que debemos alcanzar
en nuestra renovación perseverante.
ORACIÓN A MARÍA
Queridos hermanos: Después
de coronar la imagen de la Virgen, vamos a participar en el
sacrificio de Cristo, renovado y
perpetuado en la celebración de
la Eucaristía.
Renovación de vida
Acerquémonos al altar con
nuestro compromiso de esforzarnos para que su Palabra sea
acogida siempre con fidelidad y
puesta en práctica.
He de recordar, además, otra
exigencia. Cuando termine este
acto vais a aclamar a la imagen
de María Santísima de la Esperanza, ya coronada canónicamente, y entre vivas y aplausos
la vais a llevar a su templo, que
conserva aún la frescura de la
unción y el perfume del incienso
de su reciente consagración.
De este modo manifestaremos la verdad de nuestro amor
a la Virgen que nos dice “HACED
LO QUE ÉL OS DIGA”.
Para que esto se realice y para prepararnos al
Rito de la Coronación y a la celebración eucarística,
digamos en nuestro interior la oración con que
termina el Papa su encíclica mariana:
En estas aclamaciones escucho yo la alabanza
a María de la mujer del pueblo “Bienaventurado
el vientre que te llevó y los pechos que te
amamantaron”.
“SALVE, MADRE SOBERANA DEL REDENTOR.
PUERTA DEL CIELO SIEMPRE ABIERTA. ESTRELLA
DEL MAR. SOCORRE AL PUEBLO QUE SUCUMBE
Y LUCHA POR LEVANTARSE.
Dijo Jesús: “Dichosos más bien los que escuchan
la palabra de dios y la ponen en práctica” (Lc. 11, 28).
Estas palabras son una llamada del divino
Maestro a renovar nuestra vida, a vivir según
los mandamientos de Dios, a conformarnos
TÚ QUE PARA ASOMBRO DE LA NATURALEZA
HAS DADO EL SER HUMANO A TU CREADOR”
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Del Pregón de la
Coronación
José Ruiz Sánchez
amos a coronarla porque es Santa
María de las Paciencias Infinitas esas
que van desde su sueño de Madre
a su destino de Reina y Señora
nuestra, andando en la ternura y el
silencio, desde el gozo a la distancia,
desde la distancia a la muerte, desde la muerte a
la vida. Y ese Tránsito pasa por María, como los
ángeles por su Nombre, nosotros por su recuerdo,
y el camino de la vida por la palabra que distingue
a los suyos: Esperanza.
341 años paseándose gloriosamente por las calles
de su Málaga.
(…) Vamos a coronarla porque desde Belén al
Calvario hubo un camino donde ya tuvo sentido la
vida perdurable y fue posible escribir Amor con
mayúscula, por la calma del sueño cuando Ella se
recoge, porque hay un sitio para todos allí donde
Ella esté, porque aunque algunos les parezca poco
conmemorable, acaso por desmemoriados, sigue
siendo la Inmaculada Concepción. Porque lavaba y
tendía en el romero mientras los pajarillos cantaban,
y vuelven y no paran de beber los peces en el río.
(...) Vamos a coronarla porque los caminos del
Altísimo son un apasionante misterio de latidos y
respiraciones, de pasos y de llamadas. Y cada cual
tiene el suyo así como nosotros tenemos el de la
Esperanza, porque ese Nombre, y lo que es y significa y bajo el cual salimos con María, después y
siempre, nos sigue sonando por los resquicios del
corazón que escucha; y se nos queda un fondo
inmemorial, entrañable, cierto y permanente, de
rumores de bambalinas, de incienso, de veleros y
luminarias y compases y clarines. Y en ese y con
ese interminable auxilio de una noche la entendemos
y la queremos, nos habla y nos convoca. Y la
seguimos. Y así nos mueve el sentir de la espera,
y nos sostiene y nos traduce la fe; nos explica cada
Jueves Santo las señales de la bienaventuranza, nos
restaña las heridas del camino, nos devuelve el
sentido de la misericordia al paso lento de su trono,
con el color del campo en primavera, al filo del
piropo en la ternura, entre el clamor de un pueblo,
con una nación de candelerías fidelísimas, a paso
de rosario y letanía, con el ritmo andaluz de las
carretas, con aire de yunque y de martillo, a paso
de Tartessos y canto gregoriano.
Porque las almas ya no cupieron en sus cuerpos
y echaron a volar como mariposas enamoradas de
la Luz, porque al encenderse esa luz, un día, abriremos los ojos y estaremos todos. Por la luz que
nunca se apaga.
Porque volverán las oscuras golondrinas, aquellas
que aprendieron nuestros nombres, aquellas volverán, volverán sin faltar ni una sola. Porque hay
como caracolas de olor por el romero que traen
el perfume del mar se su Nombre. Porque ese
Nombre de María bien vale una corona. Porque,
al fin, nos da la Real Archicofradiera, nazarena y
esperanzadísima gana. Porque, además:
Desde Belén al Calvario
hay un camino
que pasa
por calle Larios.
(…) Vamos a coronarla porque, ahora muy
respetuosamente, con talante oracional, viajeros
por el túnel intemporal de la Esperanza, podríamos
añadir algo a los hechos del Evangelio de la Epifanía;
y si los Magos de Oriente llevaron al niño –Dios,
mirra, incienso y oro, nosotros, los malagueños de
Málaga –la redundancia en este caso es obligada–
le traemos una corona a su madre, porque ésta
no es tierra de protestantes ni de moros, sino que
es la tierra de María Santísima, y lleva la Esperanza
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El Templo fue el regalo por la
Coronación
Manuel Narváez Díaz
a a principios de los años setenta
varios hermanos postulaban de
manera especial la coronación, entre
los que estaban Lola Carreras, Luis
Márquez, Paco Pepe y algunos más.
Fuimos a visitar a D. Manuel Gámez para que nos
informara sobre el camino a recorrer para obtener
de Roma el permiso para la coronación; porque
antes las concedía Roma, no como ahora que depende de los obispados. Y, además de las vías
mejores a seguir, había que explicar a la Santa Sede
la importancia devocional de la imagen de la Virgen
de la Esperanza en Málaga. Y no sólo lo hizo sino
que, además, nos calentó y animó para que la
pidiésemos. “Si una Virgen debía ser coronada en
Málaga, esa era la Esperanza,” nos dijo.
Pero, algunos años después, y paralelamente a
la coronación, surgió el tema de la capilla, hoy
basílica. Yo todavía sigo llamándola capilla. Cuando
asumí el compromiso de dirigir los destinos de la
cofradía, me puse como objetivos coronar a la
Virgen y edificar la capilla, algo que parecía imposible, con el añadido de que considerábamos ese
templo el regalo que los hermanos íbamos a hacer
a la Virgen por su coronación. Por eso me parece
imprescindible hablar también algo sobre la basílica,
puesto que ambos hechos están estrechamente
relacionados, y además también se cumplen veinte
años de su consagración.
no hipotecásemos a la Cofradía, para que no tuviéramos que arrepentirnos más adelante.
En una copa que tomamos algunos hermanos
después de una junta en el Bar Gaby del Palo, se
nos ocurrió la idea de conseguir mil suscripciones
de mil pesetas mensuales durante dos años. Aunque
hasta el propio Carlos Gómez Raggio era escéptico
de que lográsemos la cifra que nos habíamos propuesto, yo contaba con el enorme “tirón” de la
Virgen entre los malagueños. Y Málaga respondió
a la fe que teníamos nosotros en el cariño de la
ciudad a la Virgen de la Esperanza.
Tras terminar el salón de tronos y la casahermandad gracias, en gran medida, a los buenos
oficios de Vicente Caffarena, nos pusimos en contacto con el arquitecto Clemente Rodríguez Grajales
que tenía una gran amistad con Antonio Marín
Martín y empezamos a abordar los proyectos de
la capilla. Pero el problema que se nos vino encima
fue la financiación de su construcción. ¿Dónde
íbamos a encontrar el dinero? Recuerdo a este
respecto los consejos de D. Ramón Buxarrais. Nos
preguntaba con cuánto dinero contábamos, y nos
recomendaba que no pidiéramos préstamos, que
Y la verdad es que de las mil y pico personas
a las que les pedí la suscripción de las mil pesetas
mensuales para hacer la iglesia, sólo dos se negaron,
y hubo una tercera cuya respuesta todavía estoy
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solemne se hizo en marzo de 1986– nos llamó un
día D. Ramón para comentarnos la tramitación en
marcha de la coronación de la Virgen de los Dolores
y nos insinuó hacer las dos coronaciones juntas. Y
aunque nosotros ya contábamos con dicha autorización, le dijimos que no teníamos prisa en el acto
en sí de la Coronación porque lo condicionamos
en su día a la terminación de la capilla; y que si
los cofrades de la Virgen de los Dolores tenían
prisa, pues que se coronase antes. Esto explica que,
siendo nuestra autorización de Roma anterior, el
acto de coronación de la Virgen de los Dolores se
adelantase al de la Virgen de la Esperanza. Por
tanto desde el punto de vista jurídico fue la Virgen
de la Esperanza la primera en ser coronada, pero
de hecho lo fue la de los Dolores.
esperando. Al final conseguimos 1300 suscripciones
de hermanos y devotos. Luego, los “reenganches”
por otros dos años más y otros dos más, o sea por
cuatro y hasta seis años, fueron mucho más fáciles
de conseguir. Y con el proyecto de Clemente se
empezaron las obras. Pero no se hicieron “del
tirón” sino que, cuando teníamos un poco de dinero
se iniciaban las obras, parábamos cuando se nos
acababa y se reiniciaban cuando volvíamos a tener
fondos. Así las obras sufrieron cuatro o cinco parones. La empresa constructora fue Rojira que nos
dio todas las facilidades. Es justo también recordar
que, además de las aportaciones económicas, recibimos aportaciones en especie bajo la forma de
cemento y ladrillos de la Financiera y de Salyt
respectivamente. También se pusieron en el solar
de la obra unos grandes paneles de anuncios que
nos aportaron igualmente unos buenos ingresos.
Incluso hicimos un par de verbenas dentro de lo
que todavía era una estructura cubierta para recaudar fondos. Recuerdo también que para finalizar
las obras de la capilla nos faltaban 20 millones de
pesetas que conseguimos en un préstamo de Unicaja
avalado por un grupo de hermanos, aunque pronto
los columbarios nos sacaron de las trampas.
Otra cuestión importante fue la de la corona.
A preguntas de D. Ramón, le dijimos que la corona
que íbamos a utilizar en el acto de la coronación
era la de plata dorada de los años 60 que se había
confeccionado igualmente mediante suscripción
entre los hermanos. Pero recién elegido yo hermano
mayor, estando un día en la Feria, y concretamente
en la caseta de Cristóbal Peñarroya, me hizo una
entrevista Juanele (Juan Rosén) en un programa de
radio en el que colaboraba, y empezó a decir a
los malagueños que a la Virgen de la Esperanza
había que coronarla con oro. Luego ya fue Adolfo
Clemente el que tuvo la idea del “gramo de oro”
y la campaña que llevó a cabo la cadena Ser; tema
éste totalmente ajeno a la Archicofradía que respondió a la devoción que la Virgen suscita entre
los malagueños.
A Don Ramón Buxarrais, a quien la Cofradía
no tiene palabras para agradecerle las atenciones,
apoyos y facilidades que encontramos en él durante
su episcopado, le debemos otras muchas cosas.
Por ejemplo la bendición de la capilla por D. Ángel
Suquía. Ocurrió que, a finales de los años sesenta,
cuando empezaron los proyectos urbanísticos que
afectaban a nuestra capilla de Santo Domingo,
fuimos a ver a D. Angel Suquía, a la sazón obispo
de Málaga, para comunicarle nuestra intención de
irnos de allí y hacer una nueva capilla. Nos dijo
que la hiciésemos en algún barrio alejado del centro
que le conviniese a la diócesis. Nosotros le objetamos
lógicamente que la queríamos cerca de Santo Do-
Creo importante recordar que condicionamos
la coronación de la Virgen a la terminación de lo
que llamábamos la capilla, lo que explica la confusión existente en torno a cuál es la imagen de
Pasión que fue coronada antes en Málaga.
Una vez que teníamos ya la autorización de
Roma para coronar a la Virgen, –cuyo anuncio
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mingo, y sobre esta base trabajamos. El Ministerio
de la Vivienda nos ofreció terrenos en calle Cerrojo,
pasillo de Guimbarda, y nosotros por nuestra cuenta
vimos la posibilidad de los terrenos del cine Plus
Ultra en el Llano de Doña Trinidad. En cualquier
caso, D. Angel Suquía nos autorizó a edificarla y
se comprometió a que, si no estaba en Málaga, él
vendría a consagrarla.
Y, cuando años después, le comentamos a D.
Ramón esta conversación, él se ofreció para contactar con D. Angel Suquía, que ya entonces era
Cardenal Arzobispo de Madrid, e incluso nos acompañó en una visita que le hicimos para recordarle
su promesa de años atrás. Entrevista en la que D.
Angel Suquía dijo que en la vida se prometen
muchas cosas que luego, por unas u otras razones,
no se cumplen, pero que esta promesa -por supuesto- la iba a cumplir muy gustosamente, como así
fue. Era entonces Presidente de la Conferencia
Episcopal Española.
de la capilla de la que se hicieron dos réplicas;
son las tres que hay hoy en la Basílica. Asimismo
las barandillas que entornan el matroneo de la
iglesia son réplica de la verja de nuestra capilla de
Santo Domingo. Pero, sobre todo, nos trajimos los
restos de nuestros hermanos de siglos anteriores
cuyas cenizas reposan en la cripta a los pies de sus
imágenes queridas esperando la resurrección.
Fue igualmente D. Ramón quien nos insinuó que
la nueva iglesia podría ser declarada basílica. Y hasta
tal punto la concesión se la debemos a él que la
primera carta de D. Ramón pidiendo el título de
basílica es anterior incluso a la bendición del templo;
petición a la que Roma contestó en marzo de 1988
diciendo que primero se terminase la construcción
y decoración del templo y que después se reiterase
la petición con toda la documentación necesaria,
tras lo cual se daría la respuesta. La petición de D.
Ramón insistiendo en la petición, fue ya de 1991,
acompañada de toda la documentación requerida
dando origen al inicio de la tramitación. El título de
Basílica nos lo concedió, en 1998, el papa Juan
Pablo II con el breve Dulce Nomen Iesus.
Todo lo relativo al ceremonial de la consagración
de la iglesia, como al de la coronación lo preparó
D. José Mª Eguaras que entonces era secretario de
la Conferencia Episcopal, y a través de D. Ramón
fuimos preparando todo de acuerdo con las normas
eclesiásticas al respecto. Por cierto fue un bonito
detalle el que al asperjar D. Ángel el agua bendita
por toda la iglesia lo hiciese con una rama de romero.
Recuerdo también, como preparación litúrgica
a la coronación, el triduo que predicó fray Ricardo
de Córdoba, amigo de Carlos Gómez y Lola Carrera.
Nos acompañó en ambas ceremonias.
También le debemos a D. Ramón que la coronación la llevara a cabo el Nuncio Tagliaferri. A
mediados de los ochenta, él sabía que el nuncio
iba a venir a Málaga en breve plazo y nos concertó
una entrevista con él en la parroquia de Santo
Domingo, donde le pedimos que fuera él quien
coronara a la Virgen, lo que aceptó con mucho
gusto. Luego tuvimos algunos problemas en la
fecha, una vez fijada de acuerdo con él, que ya
han sido relatados en otro lugar (*). Pero todo se
solucionó.
D. Ramón también “autorizó” el cambio de la
corona en la ceremonia ya que, de la de plata
inicialmente prevista, se pasó a la de oro que hizo
Granda. Por cierto que en la junta en que aprobamos hacer la corona de oro, la primera pieza para
fundir que se puso sobre la mesa fue la alianza de
bodas de Rafael Rodrigo a la que siguieron diversos
objetos que donaron otros hermanos presentes.
Recuerdo que la despedida de Santo Domingo fue
enormemente emotiva. Yo tuve muy presente en aquellos momentos las palabras que tiempo atrás dijo Ángel
De Santo Domingo nos trajimos varios objetos
como la vidriera de la Anunciación y la lámpara
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
Era la primera vez que salía a luz pública. Y, por cierto,
un detalle curioso fue que nadie avisó a mi mujer que
tenía que acompañarme en esa procesión y fui solo
hasta el altar. Igualmente fue difícil para mí, por mi
timidez para hablar en público, la lectura de unas
letanías que había preparado para la ocasión D. José
María Eguaras y que tuvimos que leer Lola y yo.
Caffarena: “Si algún día salimos de Santo Domingo,
saldremos todos llorando”. Y creo que así ocurrió para
la inmensa mayoría. A mi se me saltaron las lágrimas,
que apenas había podido contener hasta entonces,
cuando Vicente Pineda, hermano mayor entonces de
Mena, nos dirigía unas palabras de despedida. También
recuerdo que, cuando llegamos al museo tras la salida
de Santo Domingo, inmediatamente nos fuimos
a colocar las imágenes en
el camarín, para ver cómo
quedaban en él, pues nos
parecía inmenso, máxime
con la iglesia desnuda de
casi todo. Hasta el sagrario nos lo prestó
Granda. Es el que está
ahora en los columbarios.
Después de la solemne Eucaristía de la
Coronación y tras desvestidos del ropaje ceremonial en la improvisada
sacristía en que habíamos
transformado la tienda
Menfis, varios directivos
acompañamos a Don
Ramón y a Monseñor
Tagliaferri al Obispado. Y
por el camino éste me
confesó que en todos sus
años de sacerdote nunca
había asistido a un acto
religioso en la calle, donde
hubiera visto más respeto
y más cariño a una
imagen.
Momento emocionante para mi fue también la primera vez que
sonaba el himno de la
Coronación de Perfecto
Artola en el salón de
tronos interpretado por la
banda de Salteras, cuando
se abrieron las puertas.
Aquel día la Virgen estrenó unas enaguas que confeccionó Pepi –la mujer
de Paco Regueira- con unos encajes antiguos que
regaló María Martín-Estévez Alemán.
Y si Menfis fue sacristía, mi casa sirvió de vestuario donde las camareras
de la Virgen se pusieron y quitaron las mantillas y los
directivos nos quitamos el chaqué; y mi alacena hizo
de caja fuerte, pues en ella se custodió la corona desde
la noche anterior hasta poco antes de la ceremonia
en que la trasladamos a Menfis.
Es de resaltar que la fecha de la coronación no
fue elegida al azar sino que era el día de los patronos
de Málaga, San Ciriaco y Santa Paula, que ese año
cayó en sábado y no fue fiesta local puesto que, desde
ese 1988, se cambió por la celebración de la Incorporación de Málaga a la Corona de Castilla en el mes
de agosto. Pero sin duda fue una gran fiesta que los
cofrades malagueños celebramos por todo lo alto.
Y un último recuerdo, en cierto modo curioso, fue
que entre los que se movieron en contra de la corona
de oro había varios sacerdotes, uno de los cuales vino
a verme días antes de la Coronación para aclarar su
postura y disculparse porque el tema se “había
desbordado”. Yo lo recibí en la sacristía y hablando
con él llegó un matrimonio para entregarme varios
objetos de oro con destino a la corona. Me vino al
pelo para que comprendiese nuestra postura, aunque
me dije para mí: “éste se habrá creído que estaba
todo preparado”.
También recuerdo con emoción el momento en
que en la procesión de acceso al altar salí yo con la
corona en mis manos. Hasta entonces, sólo la habían
visto los directivos de la cofradía, pero la expectación
era enorme a la vista de la polémica que el tema había
suscitado. Y me ví envuelto en una nube de fotógrafos
que no pararon de hacer fotos a tan preciosa joya.
(*) Rafael Esteve Secall; “Recuerdos deshilvanados de 1988”;
Ruta Cofrade 2008.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
Días de Junio
Carlos Ismael Álvarez
l conmemorar, (recordar juntos), los
acontecimientos cofrades de aquel
junio de hace veinte años, lo primero
que me viene a la mente es un
sentimiento de gratitud hacia don
Ramón Buxarrais, que no sólo coronó a la Virgen
de la Esperanza, sino que resistió con eficacia y
paciencia la presión de quienes públicamente le
pidieron, más bien le conminaron, que suspendiera
los actos, alegando para ello todo el consabido
repertorio de tópicos que los demagogos en materia
religiosa siempre tienen a mano, desde el despilfarro
al paro, pasando por el oro macizo.
Instalado (desde que sus expectativas se difuminaron) en la denuncia profética, cómodo concepto
teológico que reduce el “actuar” al “hablar contra”,
don José María González Ruiz, lectoral de la catedral
malagueña, dirigía por aquel entonces una sonora
protesta contra la jerarquía eclesiástica que acababa
de desautorizar a unos teólogos de la facultad de
Granada, centrando sus críticas en el presidente de
la Conferencia Episcopal, que era el cardenal Suquía,
y en el nuncio de la Santa Sede, que era monseñor
Tagliaferri. Ambos personificaban para el canónigo
la Iglesia reaccionaria y descomprometida que a él,
nuevo Jeremías en los desiertos de Caldea, le correspondía fustigar.
Nada teníamos que ver, por supuesto, en aquello,
pero eso fue en lo que nos vimos envueltos, porque
de manera casual los prelados Tagliaferri y Suquía,
por razones distintas y que se remontaban en ambos
casos a varios años atrás, fueron precisamente los
invitados por la archicofradía y el obispo para coronar
a la Virgen de la Esperanza y dedicar su nuevo
templo.
bra, redactor de enseñanza y religión del diario El
País en Cataluña, orquestó una formidable campaña
para, so pretexto de la coronación, redoblar y publicitar su ataque contra los prelados mencionados a
quienes, según su chiste predilecto, “la mitra episcopal
les servía de apagavelas de la inteligencia”. Sus
alumnos los seminaristas, los “cristianos de base” y
otros sedicentes movimientos apostólicos actuaron
Aprovechando el tirón devocional de la Virgen,
la notoriedad de la archicofradía en Málaga y la
consiguiente repercusión en la ciudad de la coronación canónica que se preparaba, González Ruiz con
la decisiva ayuda de su amigo Francesc Valls Lacam22
ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
La Virgen, arropada por todas las cofradías y el
pueblo entero de Málaga, fue coronada aquella tarde
de hace ahora veinte años y cada uno de los que
lo vivimos atesoramos nuestros particulares recuerdos
de aquel día en el que don Ramón por fin abrió su
boca para dar un ¡¡viva la Virgen de la Esperanza!!
contestado por diez mil personas.
en todo aquello más bien como palmeros, siempre
convenientes cuando se necesita hacer bulto y dar
la impresión de que se tiene detrás bastante más
de lo que en realidad hay. Firmaron para ello diversos
manifiestos y cartas al director y acabaron colocándose
para salir en la foto (dos por banco) en la “misa
paralela” que, como culminación de la campaña y
a la misma hora en que se coronaba la Virgen, ofició
don José María en la parroquia de La Palmilla, (curiosamente el mismísimo templo que, años más
tarde, entre todos los cofrades levantamos, de nuevo,
desde sus cimientos y pusimos a disposición de la
Iglesia de Málaga, sufragando por el procedimiento de entramparnos, –porque no los
teníamos–, los más de
cien millones de pesetas
de entonces que costó
su construcción).
A él, que nos comprendió entonces, y que en
silencioso retiro ofrece desde hace años –con sus
hechos– el testimonio evangélico de una vida compartida con marginados y ancianos, va dirigido mi
agradecido recuerdo en esta hora.
Don Ramón conocía
naturalmente su diócesis
y sabía muy bien quienes
eran los cofrades, –a los
que recomendó no alimentar la polémica con
escritos de defensa, ni
replicar las críticas–, y
quienes eran los que
desde distintos medios
de comunicación, declarándose escandalizados, le presionaban con
una supuesta indignación, (que no ha vuelto
a aflorar por cierto en
ninguna de las coronaciones posteriores), emplazándole abiertamente
a pronunciarse a su favor, optando él por un
silencio a ultranza que,
reconozcámoslo ahora,
nos ponía de los nervios
a tirios y troyanos.
Lo demás es suficientemente conocido.
23
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
Momentos
inolvidables
Manuel Harras Polonio
os momentos vividos aquel año
1988 fueron inolvidables. Desde mi
modesto papel, participé en los
múltiples acontecimientos y gestiones
que se realizaron; y no sólo en los
preparativos de la coronación, sino también en los
otros actos habidos previamente: la salida de Santo
Domingo y la dedicación del templo el día 4 de
junio del mismo año.
Mayor -estos últimos por ser entonces mayordomos
de trono adjuntos-iban al frente del trono de Maria
Santísima. Y recuerdo con mucho cariño que, durante gran parte de ese recorrido, estuvo conmigo
el inolvidable Alejo García que, inquieto, nervioso,
eufórico, no paraba de piropear a la Virgen, y
elogiar la respuesta de tantos devotos malagueños
que nos acompañaban cantando el “Salve Madre”
y rezando.
Me acuerdo especialmente del último viaje que
hicimos a Madrid para recoger la corona de la
Virgen de los talleres Granda. Salimos desde Málaga
muy de mañana en mi coche que tenía mayor
capacidad y, si bien a la ida paramos en varias
ocasiones, a la vuelta sólo lo hicimos una vez
quedándonos junto al vehículo para no perder de
vista la corona ni un instante.
También quiero destacar de una forma especial,
la elegancia y generosidad con que la Archicofradía,
a sugerencia de José Luis García Doblas, preparó el
escenario de la plaza de la Constitución, donde en
la parte más destacada y central fueron ubicados
los invitados al acto, mientras que la Junta de Gobierno de la Archicofradía se situaba en un lateral.
Poco antes de iniciarse la ceremonia, Rafael
Rodrigo y yo recogimos la corona de la casa de
Manolo Narváez, y la depositamos en la “Sacristía
de Menfis”, desde donde salió la procesión ceremonial en la que los celebrantes, con la presidencia
de monseñor Tagliaferri, se dirigieron al altar acompañados por los padrinos de la Coronación y por
Cuando llegamos a Málaga nuestra sorpresa
fue mayúscula pues, al llegar de madrugada a la
Casa Hermandad, nos encontramos con casi toda
la Junta de Gobierno –esperándonos- para ver la
Corona de la Virgen. La emoción y la admiración
nos embargaron a todos al abrir el estuche que la
guardaba y contemplar
de cerca esa preciosa
joya con que íbamos a
coronarla.
El día de la Coronación, en la procesión
de ida a la plaza de la
Constitución, como
tercer Teniente Hermano Mayor, y junto a
Vicente Caffarena y
Antonio Marín, me tocó
presidirla un buen trayecto pues, tanto el
Hermano Mayor como
los primer y segundo
Teniente Hermano
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ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
podremos olvidar.
Nos incorporamos a
la procesión, aunque
previamente cambiamos
el chaqué por un traje
en casa de Manolo
Narváez, –el improvisado
vestuario de casi toda
la directiva–. Una vez
llegados a la entrada de
Carretería, Rafael Rueda
me entregó su martillo
para levantar el trono
de la Virgen. Cuando
daba los toques de
atención, sonó una
potente voz detrás de
mí que me dijo:
–“FUERTE”–. Y sin dudarlo, sólo pude dar el
primer toque, pues partí
el vástago de acero del
martillo, y rebotando la
cabeza de bronce en la
campana, impactó en
mi ceja derecha,
abriéndome una brecha
que empezó inmediatamente a sangrar. Así
que me saqué el
pañuelo del bolsillo,
traté de taponarla y
volviéndome al de la
voz, le dije: –¿Así?–
Foto de la primera prueba de la
el Hermano Mayor llevando la corona que ceñiría
la cabeza de la Virgen.
El acto superó con mucho todas las expectativas.
Allí vivimos y experimentamos plenamente lo que
significa la solemnidad de un acto, con muchos
momentos de silencio, llenos de fervor y emoción,
rotos por aplausos, vítores y cantos, que todos los
asistentes, devotos, cofrades y hermanos, nunca
En estos momentos
de recuerdos imborrables siento la necesidad
corona
de evocar la memoria
de dos archicofrades –Rafael Rueda y Antonio Marín– que participaron intensamente en todos estos
actos y que, si bien ya no se encuentran entre
nosotros, nunca han dejado de estar presentes en
su cofradía, ni yo de sentirlos muy cerca de mí,
sobre todo ahora al rememorar aquellos acontecimientos. Ellos –que están junto a Maria Santísima
de la Esperanza– los vivieron de forma ilusionada.
Ilusión que nunca han dejado de trasmitirme.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
Los recuerdos del
Mayordomo de Trono
Carlos Gómez Raggio
esde que Fernando Labrada, dirigiera
carta el 4 de mayo de 1948 al
entonces hermano mayor de la
Archicofradía Matías Abela haciendo
donación de un magnífico cuadro
cuya venta sirviera para financiar la corona de la
Virgen de la Esperanza, la coronación había sido
un deseo de los archicofrades, pospuesto posiblemente por las más perentorias necesidades de
reconstrucción que tenía la Archicofradía; aunque
la coronación fuese un tema, o mejor, un anhelo
recurrente de los archicofrades. Y ello es así pues
en 1953 hay un acta con una referencia del entonces hermano mayor García del Olmo pidiendo que
se aplazara la construcción de una nueva corona
para la Virgen hasta "la consecución de nuestro
anhelo de que la Virgen de la Esperanza sea Coronada Canónicamente".
Años más tarde, hubo un hecho que volvió a
reverdecer aquellas aspiraciones. Al poco de ser
elegido yo hermano mayor, a principios de los años
sesenta, el entonces Gobernador Civil de Sevilla y
acreditado esperancista malagueño, José Utrera
Molina, nos invitó a Lola, a mí, a Manolo Narváez,
y a su novia Mari Loli –todavía estaban solteros-,
a la Coronación de la Macarena en Sevilla. Fue en
1964. Aquella ceremonia nos dejó un gratísimo
recuerdo y un deseo de lograr que la Esperanza
perchelera fuese asimismo coronada canónicamente.
pado, para que orientase los trámites a seguir.
Fuera por lo que fuese; bueno, ¡no!, por lo
que fuese, no. Teníamos el problema de los proyectos urbanísticos sobre el Guadalmedina y la compra
de los terrenos para el salón de tronos y la casa
hermandad y la financiación de las construcciones.
Este conjunto de proyectos absorbieron la preocupación y las energías de la cofradía durante bastantes años, lo que dejó un tanto pospuesta, aunque
no olvidada, la coronación. Así que la petición
formal no se retomó hasta el 15 enero de 1985,
reiterada de forma más completa el 28 de mayo
de ese mismo año. Entre una y otra fecha, el 1
de marzo de ese 1985 se puso la primera piedra
de la iglesia. Y el 21 de junio de 1985 el obispo
abrió el expediente para la coronación.
Pero hubo que esperar a 1970 cuando en el
capítulo general ordinario del mes de abril, se
aprueba realizar gestiones para conseguir la coronación. Posteriormente en la junta de 18 de noviembre de 1970 un grupo de directivos presentó
un nuevo escrito reiterando la propuesta aprobada
en el capítulo de abril. Iba firmado por Manolo
Narváez, Ángel Caffarena, Antonio Domínguez,
Alejo de León y González Díaz, quienes quedaron
constituidos en comisión para el logro de la coronación. Esta comisión, en enero de 1971, realizó
gestiones cerca de D. Francisco Carrillo, en el obis-
Bueno y llegó el día de la coronación, aunque
26
ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
de la ceremonia repetir la maniobra en sentido inverso.
antes quiero recordar que la única vez que yo llevé
un trono de traslado fue el de la Virgen al abandonar Santo Domingo. Fue muy emocionante, y
yo también me acordaba en esos momentos de
los problemas que habíamos vivido con otros párrocos en el pasado.
La verdad es que la ceremonia fue maravillosa.
Pero esa percepción, que era lógica en los archicofrades, también la tuvieron hasta los protagonistas
sacerdotales de la ceremonia. D. José María Eguaras
me confesó que en sus largos años de sacerdocio
“no había visto una cosa tan
bonita como la que aquí se ha
hecho”.
El trono no fue todo lo bien
que a mi me hubiera gustado.
Pero es lógico que así ocurriera
pues yo diría que –al margen
de que los tallajes no había sido
todo lo ajustados que ese trono
exige, teniendo en cuenta
además que hubo dos turnos–
muchísimos malagueños cofrades y no cofrades se metieron
“a dar un tirón”. Y eso se
comprobaba mirando a la vuelta
la cantidad de portadores sin
túnica que se veían en los varales. Y claro, el trono de la
Esperanza no es cualquier cosa.
Y también tocaron la
campana muchos significados
cofrades malagueños. Que por
cierto, yo no sé qué tiene la
campana de ese trono que
mucha gente se ponía a temblar cuando tenía el martillo en
las manos. Pero fue un día de
gran alegría aunque, también
para mí, de preocupación.
Primero por los pequeños incidentes en la calle Larios y
después cuando volvíamos, por
la gran masa de gente que nos
acompañaba y que apenas dejaba avanzar el trono.
Recuerdo que los mayordomos del trono íbamos
con una túnica similar a la de los hombres de trono
y, claro, fue llegar a la plaza de la Constitución, dejar
el trono en el magnífico escenario preparado por José
Luis García Doblas, y salir corriendo para mi casa,
ponerme el chaqué y volver a la plaza. Y al término
Asimismo algunos hombres de trono empezaron
la celebración antes de tiempo y quizá se alegraron
más de la cuenta. Pero, sin duda, fue una noche
memorable que perdurará entre los mejores recuerdos de nuestra vida de quienes lo vivimos.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
La belleza nace de tí,
Señora
Antonio Garrido Moraga
ay ocasiones en las que la vida nos
pone en lugares, quizás inmerecidos,
pero que permiten recordar con
emoción hechos pasados en los que
tuvimos cierta responsabilidad, gozosa responsabilidad, que arranca en este caso, es
de bien nacidos ser agradecidos, de la decisión de
Manuel Narváez de incorporarme como Secretario
de la Archicofradía en su candidatura.
Varios fueron los intentos de conseguir la Coronación Canónica de la “divina prisionera del
romero”, de la Virgen de Málaga, de la Señora de
la Esperanza, sobre la que tanto llevo escrito y
proclamado, Virgen que está en lo más íntimo de
mi corazón, como lo está en el de miles de personas
pero nunca, por circunstancias que sería prolijo
reseñar, se había acometido la empresa de una
manera resolutiva; esa fue nuestra tarea, a la que
quiero unir antes de seguir adelante, los nombres
de Juan Ignacio Montañés, Secretario Segundo,
Salvador García Morgado, Luís Márquez y Francisco
Romero (q.e.p.d.); entenderá el lector que me refiero
a lo que era la Secretaría de la hermandad en
aquellos años porque el deseo de conseguir tan
señalado privilegio puso a trabajar a toda la Junta
de Gobierno con una actividad frenética que culminó
con hitos singulares, el más notable, sin duda, la
construcción de la Basílica; pero también, con la
edición del libro de la historia de la corporación,
con la edición de un sello, con cultos extraordinarios,
con tantas cosas que asombran; por eso decía lo
de gozosa responsabilidad.
College de la no menos bella Pennsylvania, desde
allí seguí los últimos pasos de una coronación que
habíamos iniciado tiempo atrás; habíamos preparado
un expediente muy riguroso con adhesiones de
todas las instituciones y organizaciones de la ciudad
y con apoyos de fuera de Málaga porque no hay
que olvidar que eran tres los requisitos imprescindibles para conseguir el alto honor y éste era uno
de ellos; ahora las cosas son más fáciles. Conservo
copia de toda la documentación en dos volúmenes
magníficamente encuadernados y que me obsequió
una personalidad clave en nuestra historia reciente,
Carlos Gómez Raggio.
En el caso del que esto escribe mis recuerdos
son de dos clases, unidos en la alegría con los que
los evoco; los de los actos que puedo llamar oficiales
y los más discretos pero mucho más intensos como
el del día que he pasado más calor en mi vida y
que referiré más adelante.
El curso 1987-1988 lo pasé de catedrático visitante en Estados Unidos, en el bellísimo Dickinson
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ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
que la fe a la Reina del Perchel supera con mucho
los límites provinciales. El dolor contenido, la belleza
única, la expresión de la Esperanza, que captó de
manera admirable Félix Revello, ilumina las alegrías
y las penas de miles de personas en todo el mundo.
El primer requisito era la antigüedad material
del icono; en este caso, de la venerada imagen de
la Virgen, la dolorosa más antigua de Málaga; para
probarlo se hicieron hasta pruebas radiológicas.
Recuerdo cuando la llevamos al estudio de rayos
y con qué aprensión la depositamos debajo de la
máquina para las pruebas; fue algo tan extraño
ver a la Esperanza como si de un enfermo se tratara
que aún hoy me resulta un tanto raro recordarlo,
sé que fue un privilegio que el Destino me deparó.
El estudio radiológico mostró sin dudas la
antigüedad de la imagen por el tipo de ensamblaje
de las partes de la cabeza.
El tercero era la continuidad en la devoción a
lo largo del tiempo, con un siglo como mínimo.
Bastó recurrir a testimonios de la prensa y de la
literatura para satisfacer de sobra la demanda. Si
el Nazareno del Paso fue el origen de la archicofradía
y la imagen más venerada de la ciudad durante
décadas, desde 1641 la Madre de la Esperanza le
ha acompañado en el dolor de la Pasión y ha sido
el ejemplo más seguro de amor materno.
El segundo era la extensión de la devoción fuera
de la localidad en la que se encuentra la imagen;
de manera espontánea se recibieron testimonios
de Europa y de América que demostraron de sobra
Como digo, eran otros tiempos y los requisitos
eran más duros; de hecho, el expediente se preparó
para solicitar la gracia de la Coronación al Capítulo
de la Basílica de San Pedro que, desde la Edad
Media, era quien la concedía. Se cambió el procedimiento y el Obispo del lugar es actualmente quien
tiene la potestad de conceder el privilegio. Don
Ramón Buxarrais tuvo la suerte, el Destino de nuevo,
de ser quien firmara la concesión; no fue un camino
fácil pero se llegó a buen puerto y la ESPERANZA,
lo pongo con mayúsculas para que quede claro,
FUE LA PRIMERA DOLOROSA DE MÁLAGA QUE
OBTUVO EL PRIVILEGIO DE LA CORONACIÓN
CANÓNICA.
Volví expresamente de Estados Unidos para la
Coronación, quiero destacar que hecho una sílfide,
delgadísimo; lo digo por lo que vendrá después.
Llego a la Casa-Hermandad y me tenían preparada
una broma. Me enseñaron, con toda ceremonia,
la Corona que se iba a depositar en las sienes de
la Virgen. No caí en la trampa, era una corona que
había regalado un devoto; pasadas la risas, se me
enseñó la maravilla y, en efecto, quedé maravillado,
una pieza única, realizada por Granda con el oro
que regalaron los malagueños, gente sencilla, la
mayoría con pocos recursos; claro que para algunos
fue motivo de escándalo, qué pena, la ignorancia
es siempre muy atrevida y no merece la pena dedicar
al tema ni una línea, quede como anécdota en la
pequeña historia del más grande acto público de
fe celebrado en la ciudad en décadas.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
la Coronación de Mozart ocupó el ágora, esa plaza
de las cuatro calles donde el Nazareno bendice
cada año desde el siglo XVI. Francisco Sánchez
Segarra se acercó, aún derecho, erguido, emocionado, y tocó el rostro de la Virgen, él la había
salvado en 1931, a él le correspondía más que a
nadie ser padrino de la ceremonia. Este gesto es
el momento que recuerdo con más emoción, el
gesto de aquel hombre sencillo con el que se hacía
justicia. La ovación atronó el espacio en el momento
en el que la corona fue depositada en la cabeza
más bella y más humana, más sencilla y más barroca, y también, la misma ovación que se unió a
la música del galeón de las Indias de Málaga cuando
se levantó el trono. Tres instantes breves, tres momentos que siguen siendo una eternidad.
Llegó el gran día en el seno de unas jornadas
inolvidables. Si yo fuera un escritor cursi hablaría
del cielo prodigioso en su azul, de la máquina
barroca que Pepe Luís diseñó, tan ingeniosa cuanto
deslumbrante, de las palomas que volaban en la
Plaza de la Constitución, nerviosas ante lo que allí
iba a suceder, solemnísima ceremonia y multitudinaria manifestación de la fe de un pueblo, pero
como no soy cursi no lo digo aunque fuera exactamente así. Recuerdo especialmente el gran escudo
que coronaba el inmenso repostero, era el mismo
que años atrás portaban unos heraldos que marchaban delante de la procesión.
Vamos al recuerdo que llevo prometiendo desde
el principio. Insisto en que estaba muy delgado,
las fotos lo demuestran. Me correspondía poner
las medallas en los remates de todos los guiones
de las cofradías que iban a participar en el desfile.
Aquí me tienen de chaqué y pajarita en lo que
hemos llamado muchos años salón de los tronos,
no cabía un alfiler, mucho calor. La banda estrenó
el Himno de Coronación de Perfecto Artola. Siempre
que lo escucho me viene a la retina de la mente
la cara de la Virgen tocada con mantilla, otro
momento único entre tantos. Se fue llamando a
cada cofradía, no había espacio, los guiones no se
podían inclinar lo suficiente y el que esto escribe,
que no es bajo, poco
menos que tenía que
saltar para hacer el lazo
de las medallas en los
remates. Nunca me he
empinado tanto, nunca
he sudado tanto a pesar
de estar tan delgado,
hoy no hubiera podido
culminar la empresa,
nunca he llegado tan
alto y nunca he pasado
más calor, pero todas
salieron con las medallas
muy bien puestas.
No quiero terminar sin recordar que mi padre
me dijo que la Coronación iba a ser un gran momento pero nada parecido al instante en el que la
Virgen apareció en calle Larios, por primera vez
después de la guerra, llevada por sus hermanos,
él, uno más bajo los varales, con palio de azahar
y, qué casualidad, una mantilla, espuma de la bahía,
beso del aire, sobre tu belleza soberana, Virgen de
la Esperanza. Creo que cada uno vivió su momento
pero sé que tenía razón. Lo recuerdo siempre que
evoco la Coronación.
Los obispos y el
Nuncio cumplieron con
su cometido, la Misa de
30
ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
Han pasado dos décadas
y parece que fue ayer
Rafael Rodrigo Olmedo
cofrade nos permitió realizar un espléndido montaje
de la misma. En el transcurso de esta exposición
fue presentado el libro Esperanza Nuestra; quienes
lo adquirimos en ese momento, siempre tendremos
la oportunidad de leer en la solapa izquierda de
su portada: “mírala cara a cara que es la primera”.
uando el director de esta publicación
me solicitó que participara en la
edición del Boletín que hoy está en
tu mano, y aunque mis dotes de
expresión escrita son pocas, acepté
su encargo y desde aquí relato algunos de los
momentos que me tocaron vivir en la Archicofradía
con motivo de la Coronación Canónica de María
Santísima de la Esperanza.
No todo fue intenso trabajo pues al magnifico
Pregón de Coronación que pronunció José Ruiz Sánchez, en el Teatro Cervantes, se unieron otros actos
como la presentación de la obra pictórica de Virgilio
Galán que sirvió para la edición del cartel anunciador
de la Coronación; la presentación de la composición
musical “Esperanza Coronada” del maestro Perfecto
Artola y la participación en el Triduo de Coronación,
que nos proporcionaron la relajación del espíritu y el
descanso físico que todos necesitábamos.
Indescriptible emoción sentí el día que, en sesión
de Junta de Gobierno, ésta corporación nazarena
decidió soberanamente que la corona que ceñiría
las sienes de nuestra Madre, el día de su Coronación
Canónica, fuese de oro. Un albacea, desprendiéndola
de su dedo anular, ofreció la alianza que en el día
de su boda, ante las Sagradas Imágenes de su
devoción, le había colocado su esposa hacia ya
catorce años. Ese fue el inicio de las innumerables
aportaciones de piezas del metal precioso con las
que se labró la corona que recibiría Nuestra Señora.
He de añadir que desde la celebración de esa junta
al día de la Coronación transcurrieron más de dos
años, y hasta entonces no hubo una nueva alianza
en la mano del albacea. Los que allí estábamos,
sabemos su nombre y lo que para él representaba
la alianza que ofreció.
Otro de los momentos emotivos en los que
participé, fue en el traslado de nuestras Sagradas
Imágenes desde la Iglesia de Santo Domingo hasta
el nuevo templo, hoy basílica, que gracias al tesón
de Manuel Narváez Díaz y a las aportaciones de
muchos malagueños, se había ofrecido a la Reina
del Perchel como regalo por la efeméride que en
estos días celebramos. Por última vez las dos andas
se situaron dentro de nuestra capilla, las del Cristo
delante del altar y las de la Virgen en el camarín.
Los que integrábamos el equipo de albaceas, junto
a los que alguna vez lo habían sido, sacamos las
andas que portaban al Cristo a la nave lateral de
Santo Domingo y las que portaban a la Virgen,
“volando” por encima del altar, la colocamos en el
interior de la capilla, donde las recibieron los archicofrades que sobre sus hombros y con la mecida
que en esta tierra sabemos darle a los tronos, sin
importar su tamaño, fueron saludando a modo de
despedida a los Sagrados Titulares de las cofradías
que, hasta ese día, habían compartido con nosotros
la Iglesia que estábamos a punto de dejar. En ese
traslado, con gran devoción y emoción, llevé la
Cruz Guía de nuestra Hermandad, hasta la nueva
sede de calle San Jacinto.
La responsabilidad que sentí como albacea general hace ahora veinte años, se diluyó con el
trabajo que junto al equipo de albaceas, llevé a
cabo con muchísima ilusión, teniendo la inmensa
fortuna de participar en vivo y en directo en los
preparativos, en los actos previos y en la Coronación,
siendo estos los días más importantes de mi vida
de archicofrade.
Dentro de las actividades que se organizaron
en torno al 18 de Junio de 1988, realizamos una
exposición de los enseres de la Archicofradía en el
Palacio Episcopal; y aunque no se nos permitió
clavar ni un solo clavo en las paredes del recinto,
una vez más el uso de nuestra imaginación de
31
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
nación del altar en la plaza de la Constitución. He
de mencionar que seguramente aquel equipo de
albaceas ha sido el único que ha barrido el suelo
de la citada plaza, puesto que así lo hicimos antes
de marcharnos de allí aquella noche; en la que por
cierto no pegué ojo.
Muchas horas, bastantes de ellas robadas al
sueño, nos ocuparon los últimos preparativos para
la ceremonia de la dedicación del templo, pero he
de reconocer que se me pasaron demasiado rápidas.
El 4 de Junio, monseñor Suquía presidía la ceremonia, todo transcurría perfectamente, tan sólo hubo
un hecho que pasó inadvertido para muchos de
los presentes. Según la liturgia, en el acto que
celebrábamos, todas las luces y velas tenían que
estar apagadas hasta un determinado momento.
La intromisión de un inoportuno reportero gráfico,
posiblemente por querer tener una mejor luz para
conseguir su instantánea, le llevaron a conectar los
interruptores que encendieron las luces eléctricas;
abandoné con rapidez el lugar que ocupaba en el
presbiterio desconectándolos, pasando tan mal rato
que aún lo recuerdo cada vez que entro en la
Basílica.
Llegado el tan ansiado 18 de junio del Año
Mariano de 1988, a muy temprana hora de la
tarde, nuestra Madre salió en procesión rodeada
de un espléndido jardín de azucenas, sembrado
por las hábiles manos de Salvador García Morgado,
hacia el lugar previsto para ser coronada canónicamente. Delante del trono, junto al Hermano Mayor,
fray Ricardo de Córdoba vistiendo su hábito de
capuchino dando una vez más fe de su devoción
mariana. Con gran orgullo llevé durante un buen
rato el guión morado de nuestra corporación, disfruté tanto del calor humano que me olvidé del
climático.
Por tercera vez en un período inferior a un año,
la Virgen de la Esperanza en su majestuoso trono
se iba a pasear por las calles de nuestra ciudad. A
quienes nos ocupamos de la adecuación, montaje,
limpieza, y su puesta en escena, nos supuso un
esfuerzo mayor en esta ocasión; pues la noche
anterior al día de la Coronación teníamos dos frentes
de trabajo al mismo tiempo, los últimos preparativos
del trono en la casa hermandad y los de la termi-
Ya en la plaza de la Constitución se realizó la
maniobra para colocar el trono, de tal forma que
la trasera de los varales y parte del manto con su
alzacola se introdujeron en un hueco preparado
para tal fin, en la parte baja del dosel que servía
de fondo del altar; existía en ese lugar una zona
ajardinada y “milagrosamente” no se estropeó ninguna de sus plantas.
32
ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
de Cofradías, Francisco Toledo), tuve el privilegio
de besar la mano de nuestra amantísima Madre,
“Esperanza de Todos”, cuando subí de nuevo al
trono para asegurar la sujeción de la corona sobre
su cabeza, antes de iniciar la procesión de vuelta
a nuestra Casa Hermandad.
Junto al actual hermano mayor, Manuel Harras,
fui a recoger la corona que se encontraba en la
casa del entonces hermano mayor; desde su balcón
se divisaba el lugar que tan acertadamente se había
elegido para la celebración del acto de la Coronación. Desde allí pude comprobar con gran satisfacción que, lo instalado en la plaza era fiel reflejo
de lo proyectado en la maqueta, que en su día
había realizado José Luís García Doblas; quien también llevó a cabo la coordinación del montaje del
dosel, el altar, las tribunas y sillas.
Quiero hacer mención, finalmente, de grandes
“esperancistas” con los que compartí mi vida
cofrade, en los días que ahora conmemoramos y
en otros anteriores o posteriores, quienes la han
marcado con su ejemplo; aunque es posible que
se me quede entre las teclas del ordenador el
nombre de alguno de ellos. Ya no están físicamente
entre nosotros y desde aquí les rindo mi modesto
homenaje. En primer lugar a Dolores Carrera Hernández (Lolilla), mi madre en estos menesteres de
tratar de ser un buen cofrade; a Ángel Caffarena
Aceña, Pepe López Ramos, Alfredo Espigares Maestre, Francisco Moreno Montes y Rosa Checa, Rafael
Valdivia, Francisco Ruiz Tió y Maria Girón, Antonio
Castillo López y Teresa Lladó, Rafael Rueda Alcalá,
Antonio Marín, José Ruiz Sánchez, Paco Laraño,
Kiko Romero, Andrés Alejo Gómez, Mercedes Narváez Díaz, Federico Cruzado Serrano, Luis Rodríguez
Flores, Toñi Torres Navarro, Antonio Fernández
Moreno.
Entre idas y venidas tuve algunos olvidos; cuando
deposité la corona en el lugar establecido para ello,
me acordé de que al llegar la procesión a la plaza,
tenía que haber recogido a mi hija Lourdes, que
participaba de monaguillo. Cuando fui a recogerla
me la encontré hecha un mar de lágrimas, que
con rapidez se enjugaron con mi presencia y con
la suculenta merienda que compartió con los demás
monaguillos, en el Café Central. También olvidé
realizar cuando estaba previsto, la preparación del
anclaje que hacía posible sujetar la corona sobre
la cabeza de María Santísima, por lo que tuve que
improvisar cuándo hacerlo. Estando en ello, los
nervios empezaron a jugarme una mala pasada
privando a mis dedos de la habilidad necesaria para
realizarlo, de pronto sentí la fuerza que me transmitieron mentalmente los que me observaban y
eran conocedores de lo que yo estaba haciendo,
consiguiendo llevar a cabo mi propósito sin mayor
dificultad.
Y a los albaceas que trabajaron codo a codo
conmigo, quiero manifestarles una vez más mi
agradecimiento; como también al entonces hermano
mayor Manuel Narváez y por supuesto a mi querido
Carlos Gómez Raggio por hacer que yo participara
en primera línea de momentos tan importantes y
tan deseados por cualquier archicofrade. Gracias
también a todos los que me dejasteis compartir
con vosotros aquellas fechas históricas de nuestra
Archicofradía. Os aseguro que siempre me encontraréis a los pies del Dulce Nombre de Jesús Nazareno de Paso y de su Madre María Santísima de
la Esperanza.
En la ceremonia de la Coronación Canónica,
me correspondió protagonizar momentos que aún
hoy me hacen sentir la emoción de aquel día. En
el Ofertorio, junto a Trini, mi mujer, hicimos la
ofrenda del pan y del vino, actuando en representación de los matrimonios jóvenes de la Cofradía.
Todavía puedo sentir el temblor de Francisco Sánchez
Segarra, fruto de su emoción, cuando subí con él
las escaleras instaladas para acceder al trono, que
nos permitieron estar junto a María Santísima de
la Esperanza, en el instante en que fue coronada.
Terminada la ceremonia y después de quienes lo
habían hecho con antelación, el Nuncio de Su
Santidad y los padrinos de la coronación, (Francisco
Sánchez Segarra y el Presidente de la Agrupación
PD. Todo salió muy bien, nada se estropeó, nada
se rompió y nada se perdió, pero los pendientes
que días antes le regalé a mi hija Lourdes en su
Primera Comunión, se extraviaron aquel 18 de Junio,
y a día de hoy no sé ni cómo, ni en qué momento,
pero sé que yo los perdí.
33
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
Siempre te estaré
agradecido
José Luis García Doblas
ransmitir los sentimientos vividos en
los actos de tu
Coronación Canónica es, al menos
para mí, algo muy difícil. Quisiera
tener las cualidades necesarias para
saber expresarlos y poder hacer
partícipe de los mismos a todos.
Fueron tantos y tan intensos que
si quisiera escoger uno, éste sería
el de gratitud. Esperanza, nunca te
agradeceré suficientemente que me
hayas permitido colaborar en el
proyecto de tu Coronación Canónica y me haya podido sentir tan
cerca de Ti.
¡Qué sensación de alegría en
todos nosotros cuando recibimos
la noticia! La Coronación Canónica
de la Virgen de la Esperanza estaba
concedida. Por fin se veían culminados todos los esfuerzos y todas
las ilusiones de los que nos precedieron y de nosotros mismos.
Ahora teníamos que afrontar ese
reto y ofrecerte todo lo mejor que
tuviéramos para agradarte, y expresar en esos actos cuánto te
quieren los tuyos.
Hablábamos y comentábamos
sobre todo y se podía palpar el
entusiasmo de todos nosotros. Una noche me desvelé.
No hacía más que darle vueltas a qué se podría
hacer en la plaza. Ya teníamos acordado el emplazamiento, éste no podía ser otro que la plaza de la
Constitución. Este lugar significaba mucho para
nosotros, el Dulce Nombre de Jesús Nazareno del
Paso viene impartiendo su Bendición desde hace
siglos y ningún lugar mejor para que su Madre fuera
coronada canónicamente. Además, este espacio
permitiría que pudieran participar un mayor número
de personas. Lo cierto es que no podía dormir.
Busqué unas fotografías del trono de la Virgen, una
de frente y otra de perfil, las dos debían tener
aproximadamente las mismas proporciones, y con
las mismas comencé a dar forma al altar. Indudablemente debía ser de grandes dimensiones, pero sin
embargo, sería la Virgen en su trono lo que lo
constituyera. Por la mañana estaba lista la maqueta.
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ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
asistieron debidamente sentadas y muchísimas más
desde Larios, Granada y Especerías. Cuando pude
ver desde la casa de Manolo Narváez aquella plaza,
no me lo podía creer, era tal y como lo habíamos
proyectado.
Sensaciones de alegría, de preocupación, de
tristeza –alguna vez–. Todo se estudiaba, se debatía.
A veces, incluso se llegó a aprobar algo que no era
conveniente, lógicamente con la mejor voluntad. No
hay dudas de que todos poníamos de nuestra parte
lo mejor de nosotros, pero incluso así se puede estar
equivocado. Algo se aprobó que volvió a quitarme
el sueño. ¡Qué mal lo pasé! Al día siguiente fui a
hablar con Manolo Narváez y con todos los que
pude, tenía que hacerles partícipes de mi inquietud.
Parece que lo entendieron y se pudo revocar algún
acuerdo que no hubiera sido adecuado. Desgraciadamente el resultado me dió la razón. Hicimos bien
en reforzar el recorrido hasta llegar a calle Larios,
donde empezaba Málaga a recibir a la Virgen de la
Esperanza con el clamor que Ella merece. Hasta allí
había ido acompañada por sus archicofrades y todas
las cofradías malagueñas, como quienes entregan
lo mejor que tienen para que todos lo compartan.
No sabría explicar la sensación que tuve cuando
oí el himno de la Coronación desde el primer piso
de la casa-hermandad. Había estado revisando la
plaza y colocando unas vallas amarillas, que sirvieron
para evitar que aquellas personas que estaban en
desacuerdo con la Coronación, entraran en la Plaza
de la Constitución. ¡Qué pena, que esa buena gente
se dejara manipular por alguien cuyos fines no tenían
nada que ver con la Coronación de la Virgen de la
Esperanza! A pesar de estar oyendo desde arriba
a la Banda de Música, pude llegar a tiempo de ver
salir a la Virgen. Me encontré junto a Lola Carrera,
la emoción que sentí soy incapaz de describirla, se
me saltaron las lágrimas. Ver a la Virgen sin corona
me produjo una sensación de pena, veía a la Virgen
indefensa –¡qué tonto!–No podía entender que
pudiera haber alguien esperándola para interponerse
en su camino. Lola y yo no hablábamos pero con
las miradas emocionadas nos lo decíamos todo.
Con gran ilusión la llevé a la Cofradía, pero siempre
con la idea de empezar a hablar del tema, poder
arrancar para ir puliendo ideas. Siempre he tenido
claro que en nuestra Archicofradía hay compañeros
muchísimo más preparados que yo, y se trataba de
achucharles un poquito para ir viendo posibilidades.
Por eso cuando se me dijo “sigue desarrollando eso”
es cuando se me quitó el sueño de verdad; no me
lo podía creer. Yo creo que no era consciente de
la responsabilidad que se me venía encima.
Y así comenzó. Conseguimos un plano grande
de la plaza –siempre a escala de la maqueta– y
distribuí los espacios, zonas de sillas y las tribunas
que circundarían la plaza. En la escala que había
adoptado, cada silla era el espacio de una chincheta.
No se imagina uno, cuanta ilusión puede haber en
colocar una chincheta en un plano, para mí era
extraordinario cada vez que colocaba una, eso significaba que una persona más participaría del acto,
y eso me hacía muy feliz. Varios miles de personas
En calle Larios quiero resaltar el balcón de un
gran esperancista: Rodrigo Martín. Parecía que se
iba a tirar, es imposible que pueda haber más entu35
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
eran como el colofón del deber cumplido. Más
adelante fue la apoteosis total. Málaga entera contigo:
“Al Perchel“. El entusiasmo contagioso de Juan
Rosén... Lo que vivimos hasta llegar a la Basílica
quedará en lo más profundo de todos los que allí
estábamos.
siasmo. Mi agradecimiento a él y a Paco Regueira.
Ellos fueron unos colaboradores extraordinarios, me
ayudaron a resolver muchos detalles y estuvieron
realmente dispuestos a ayudarnos en todo lo que
necesitábamos de ellos.
Cuando la Virgen llegó a la Plaza, pareció pararse
el tiempo. ¡Parecía mentira! Atrás se habían quedado
las preocupaciones y los miedos del día anterior. Es
difícil imaginarlo, pero fueron unos momentos casi
dramáticos. Hubo que cambiar sobre la marcha el
arreglo floral del altar. Aún estoy viendo a Inma y
Javier llorar al verse sobrepasados por la tarea que
debían realizar. Se sentían impotentes y eso me
hacía sentir mal, pero no falto de esperanza. Trataba
de animarles y ellos a pesar de la impotencia que
sentían, continuaban pinchando flores. Estoy completamente seguro que Ella, que estaba pendiente
a todo, pensó que nos tendría que ayudar, que la
cosa estaba complicada y no iba a dejar solos a los
suyos. Nos mandó a dos muy de Ella también, no
eran otros que: Tomás Lavat y Pedro; fueron una
bendición, aquello volaba y en el tiempo adecuado,
las flores estuvieron puestas. Ya avanzada la noche,
aparecieron los compañeros de la Permanente, de
la Junta, etc., que habían estado reunidos en la
cofradía, imagino que ultimando detalles y demás.
Llegaron con la preocupación lógica de cómo se
iba a desarrollar la entrada de la Virgen a la Plaza.
Una vez explicado, observé como se iban disipando
las dudas, al menos, aparentemente.
Se me quedan muchas cosas por contar, pero
he querido reflejar algunas de las que más me
marcaron.
No quiero terminar esta reflexión sin agradecer
de todo corazón a todos los compañeros de la Junta
de Gobierno que aprobaran mis ideas y todas las
intervenciones que fueron necesarias. Sobre todo
quiero expresar mi máximo agradecimiento a Manolo
Narváez, que confió en el proyecto y me dio su
apoyo en todo momento. Fue un trabajo en común,
siempre estuvo al tanto de todo. La suerte de trabajar
con él tampoco lo olvidaré nunca. Aprendí de su
tesón y del desprendimiento que hay que tener para
estar a disposición de la Archicofradía siempre que
ésta nos necesite.
No he vivido nunca una celebración religiosa
como la Coronación de la Virgen de la Esperanza.
Varios miles de personas y solo se oían los pájaros,
que tampoco quisieron perdérsela. Así, con el Nuncio,
la Coral, los pájaros y el respeto de todos los asistentes. Parecía que estuviéramos en una función
religiosa en el cielo.
Cuando ya tu trono estaba para entrar en calle
Granada, uno de tus mayordomos, se acercó a mí
y me dijo: “Saca a la Virgen de tu plaza“. Tú sabes,
Esperanza, la enorme emoción que aquello supuso
para mí. No porque fuera mi plaza, sino la Tuya,
donde Tú habías permitido que te coronáramos y
como Tú habías querido que fuera. Por eso, esos
toques de campana nunca se borrarán de mis oídos,
36
ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
Vivencias de la
Coronación
C. Luis Márquez Ponce
ecuerdo que una noche estábamos
reunidos en las dependencias de la
Archicofradía en Santo Domingo
varios hermanos y como no, hablando de lo nuestro ....Tenía en
mis manos un ejemplar atrasado del diario ABC
de Sevilla, de fecha 1 Junio de 1981, dedicado
en su totalidad a la coronación canónica de la
Esperanza de Triana.
Días después visitamos al Delegado Episcopal
de Hermandades y Cofradías y por último al Exmo.
y Rvmo. Sr. Obispo D. Ramon Buxarrais quien
acogió con todo entusiasmo y cariño el deseo de
la cofradía y nos animó a seguir la labor que
habíamos iniciado para coronar a nuestra Sagrada
Titular.
Siempre y en todo momento nos apoyó la
autoridad eclesiástica; y no solo eso, también
logramos que el Nuncio de SS el Papa en España
Monseñor Tagliaferri se comprometiera a venir a
Málaga y coronar personalmente a nuestra Madre
de la Esperanza, así como la presencia del que
fuera Obispo de nuestra ciudad Monseñor D. Angel
Suquía Goicoechea, para la bendición del nuevo
templo, como así ocurrió.
Mi buen amigo Alejo y yo nos entusiasmamos
hablando del tema y aunque es verdad que la
cofradía ya hacía muchos años había tocado el
asunto en varias juntas de gobierno, nada formal
se había hecho hasta el momento; no por dejadez
sino porque no era todavía el momento. Los dos
decidimos buscar un equipo idóneo para presentar
de nuevo en junta de gobierno el deseo de que
nuestra Esperanza fuese coronada canónicamente.
Mientras el equipo de secretaría trabajaba en
esta labor, toda la archicofradía aportaba cuanto
era necesario para llevar a buen puerto la tarea
iniciada. El primero de todo Manolo Narváez que,
sin dejar de hacer suscripciones para la construcción
de la que hoy es nuestra Basílica de la Esperanza,
siempre estuvo volcado con el tema. Y qué decir
de los albaceas, siempre dispuestos a trabajar en
lo que fuese necesario sin escatimar esfuerzo
alguno, de los cuales mencionar sus nombres me
resultaría imposible.
Nos pusimos al habla con Antonio Garrido y
éste quedó prendado del proyecto. Una vez documentados de los pasos a seguir y debido a que
todos queríamos trabajar para lograr tan anhelado
evento, tras su exposición en la Junta de Gobierno
y su aprobación, se nombró una comisión y se
designó a la secretaría de la Archicofradía para
encauzar todo el proceso inicial, siempre con el
respaldo del Hermano Mayor y la Junta de Gobierno.
Y de esta forma empezamos con toda nuestra
ilusión –Antonio Garrido como secretario, yo como
vicesecretario, Juan Ignacio Montañés y Kiko Romero– la puesta en marcha del largo proceso.
Comenzamos pidiendo adhesiones a la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, a todas
las cofradías y hermandades de pasión y gloria,
centros culturales, grandes empresas, entidades
deportivas, religiosas y políticas, ayuntamientos de
la provincia como hermanos mayores honorarios
que son denuestra Archicofradía, Junta de Andalucía, etc… etc.
El primer paso fue solicitar una entrevista con
D. Antonio Ramírez Mesa, párroco de Santo Domingo. Éste sin demora alguna nos recibió a la
Comisión de Coronación presidida por el Hermano
Mayor D. Manuel Narváez Díaz y recuerdo sus
palabras declarándose un devoto de la Virgen de
la Esperanza y exhortándonos a seguir adelante
en nuestras intenciones que... "seguro que lo
conseguiríamos".
Una empresa que participó de forma muy
activa para este evento fue aquélla en la que yo
trabajaba, que puso a nuestra disposición, entre
otras cosas, las fotocopiadoras para la ingente
cantidad de escritos que se mandaron. Asimismo
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
recibimos adhesiones de otras cofradías sevillanas
como la Esperanza de Triana, el Silencio etc.
Después de la recopilación de todo el material
de que disponíamos en los archivos de la cofradía:
revistas nacionales, reportajes etc., se procedió a
dar forma al dossier que se enviaría al Sr. Obispo.
Fueron muchas las visitas al Delegado de Hermandades y al Vicario de la Diócesis D. Manuel Díez
de los Ríos con el deseo de que la Coronación
Canónica fuese concedida lo más pronto posible.
Casi todos los días me pasaba por la Joyería
Narváez para concretar con el Hermano Mayor
todos los flecos que iban surgiendo sobre el evento
que nos ocupa. Y una de esas mañanas, la del 12
de marzo de 1986, me acerqué a ver a Manolo
como era habitual y le dije: –¿Por qué no nos
llegamos a ver al Vicario y le preguntamos que hay
del tema..?– No lo pensamos dos veces y dejando
lo que cada uno teníamos entre manos, laboralmente hablando, nos encaminamos al obispado.
Nunca olvidaré aquel día. D. Manuel Díez parecía
que nos estaba esperando, pues sin mediar conversación nos dijo: –Ya tenéis la autorización del Sr.
Obispo para la coronación de la Virgen de la Esperanza, sentaos un momento que mecanografíe la
autorización–. ¡Qué momento... ! Yo dí gracias a
Dios y a su Santísima Madre de la Esperanza por
haberme concedido el privilegio de estar acompañando al Hermano Mayor para recoger de manos
del Vicario General el preciado documento por el
cual ya podíamos iniciar todo el proceso de los
actos de bendición del nuevo templo, el triduo de
Coronación y, como culmen de todo, la solemne
Coronación de Ntra. Sra. de la Esperanza.
truendosa ovación.
Debo aclarar que en la citación del Cabildo
General se indicaba que sería el párroco y director
espiritual de la hermandad, el que diese lectura
al documento; pero D. Antonio en un acto de
humildad cedió el honor a la hermandad y ésta
decidió que fuera yo.
El primer periodista a quien comuniqué tal
acontecimiento fue a Paco García de la Cadena
Ser, pues en todo momento en los programas que
dirigía durante la cuaresma, por amistad con Kiko
Romero y posteriormente conmigo, nunca se olvidaba de la Esperanza y teníamos los micrófonos
de la emisora a nuestra disposición. Fue la gran
noticia en el mundo cofrade y pronto comenzaron
a llegar felicitaciones de todas las cofradías; y la
prensa local y la de otros muchos puntos de Andalucía se hicieron eco de tal acontecimiento.
También quiso la Virgen que fuera yo el que
proclamase la concesión de la coronación en el
Capítulo General Extraordinario después de la
celebración eucarística en Santo Domingo a las
12 de la mañana del día 16 de marzo de 1986.
Como acción de gracias al Señor pude dar lectura
al escrito y al concluirlo, con todas las fuerzas
que la emoción del momento me permitió, grité
"Viva la Virgen de la Esperanza Coronada", y todos
los fieles que abarrotaban el templo de Santo
Domingo respondieron con un "viva" y una es-
Desde este 16 de marzo de 1986 hasta el 18
de junio de 1988 fueron tiempos de arduo trabajo.
Toda la cofradía, aparte de atender los asuntos
cotidianos de la hermandad, tenía el extra de la
terminación de la obra del templo, de la cual
Manolo Narváez fue sin lugar a dudas el instru38
ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
mento de Jesús Nazareno del Paso y Maria Santísima de la Esperanza, para hacer posible la realidad
que hoy disfrutamos.
Durante todo este proceso, que hoy nos parece
cosa fácil pues las exigencias por parte de la
autoridad eclesiástica para la concesión de la
coronación canónica de una imagen de María
actualmente han cambiado bastante, la confección
de la corona y la edificación del templo fueron
fruto del amor de una cofradía y de un pueblo
hacia María Santísima.
Como toda obra importante, también tuvimos
nuestras sombras, pero aquello se olvidó en el
instante en que Monseñor Tagliaferri puso la corona, símbolo de la realeza y devoción de un
pueblo hacia su Bendita Madre, sobre las sienes
de Nuestra Esperanza, Reina de todos los malagueños, en una plaza convertida en inmensa catedral por el ingenio y la labor de D. José Luis
García Doblas.
Una anécdota. Durante la celebración del triduo
ocurrió que, con todas las cuestiones que nuestro
albacea de culto tuvo que afrontar para dichos
días, a la hora de preparar el ritual propio del
triduo con el rezo del Santo Rosario, letanías a
Ntra. Sra. y oración final, resultó que no había
ninguna preparada para tal ocasión. Y me tocó a
mi el improvisarla un momento antes del mismo
y, más que improvisar, me parecieron dictadas por
la Señora para ayudarnos en aquel trance.
Dejo muchos detalles sin mencionar, pues esta
reseña se haría interminable. Y termino:
El verte coronada
fue un milagro del cielo.
El ir junto a tu trono
con mis ojos clavados en tu cara
adelanto de gloria en una cruz ganada.
Sigue siendo Señora
Esperanza en mí viva,
que nunca me aparte de tu Hijo
Camino, Verdad y Vida.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
Flor de las flores
Salvador García Morgado
os cofrades que hoy tienen veinte o
treinta años conocieron la Coronación
de la Esperanza sólo de oídas, de
fotos y poco más; quizás por eso
nunca podrán tener una idea exacta
de lo que supuso aquella campaña popular del gramo
de oro, ni de la manipulación mediática de aquel
puñado de manifestantes, autoproclamados “cristianos
de base”, indignados por el lujo de la corona, en
una falsa polémica, de diseño, cuya edición en las
páginas de la prensa nacional poseía un coste que
multiplicaba muchas veces el de la propia corona; ni
de la egregia figura del Cardenal Suquía ungiendo
las cruces de mármol verde del nuevo templo que
la devoción malagueña terminaría convirtiendo en
Basílica.
En aquellos años previos a la coronación yo tenía
la mitad que ahora y pensaba que nos había tocado
vivir el momento más feliz de nuestra historia, el que
cualquiera elegiría si pudiera entrar en el túnel cofrade
del tiempo. Dos hitos dándose la mano para emprender una nueva etapa: uno, erigir un templo y otro,
coronar a la Virgen. Aunque por su naturaleza el
uno se sitúa muy por encima del otro, nunca pudimos
inhibirnos del extraordinario entusiasmo que nos
produjo la concesión de la Coronación Canónica.
Triduo de la Coronación
liquidara la cuenta del siempre soñado trono del
Cristo; había que atender prioridades y optimizar
recursos, de forma que sacrificamos también aquella
libreta que hasta entonces habíamos conservado
como una hucha de nazarenas ilusiones. Durante
años la Virgen tuvo un ladrillo delante de la peana,
eso sí, envuelto cuidadosamente en celofán verde
con un ancho lazo de regalo morado.
En la construcción de la “capilla” se implicó toda
la ciudad, suscribiendo un donativo de mil pesetas
al mes durante dos años. En cierto sentido esa relación
de benefactores se asemejaba a las listas de hombres
de trono; allí estaban agrupadas todas las clases
sociales, cofrades y no cofrades, del centro y de los
barrios; las familias acomodadas y las que llegaban
justas a fin de mes; personajes populares y perfectos
desconocidos; no se recordaba un esfuerzo mayor
para pedir dinero y sostenerlo dos años, después
otros dos, después... En las sesiones de la junta de
gobierno todo el presupuesto se destinaba a ladrillos;
los jóvenes podíamos solicitar pero la respuesta era
consabida: No. Para flores, no; para cera, no; para
música, no. Ladrillos. Incluso se acordó que la tesorería
Mis responsabilidades oficiales en la directiva eran
para Secretaría. El equipo estaba encabezado entonces
por Antonio Garrido Moraga –que terminaría siendo
un activista verde desde el Dickinson College de
Pennsylvania– con Luis Márquez Ponce, Juan Ignacio
Montañés –el inolvidable Kiko Romero– y un servidor.
Mucho registro de entrada y salida en los A-Z e
incontables agradecimientos de adhesiones y de
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ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
donaciones para la corona, hechas unas en metálico
(1.250 pesetas cada gramo de oro) y otras en especie,
cuyas copias impresas en papel cebolla bajo papel
carbón, aún estarán en archivo. Sin embargo desde
finales de los setenta atendía también el exorno floral
de nuestros cultos, con una implicación creciente que
llegó a preocuparme, algunos aún me relacionan con
aquella tarea para la que no me considero especialmente dotado, ni por supuesto era mi preferida; sólo
se trató de una nueva muestra de imaginación para
ahorrar en época de restricciones.
trabajo en un salón de tronos aún casi desnudo. En
la calle la movilidad del bouquet era buena y su
efecto prácticamente inédito en la Málaga de hace
dos décadas. Lo imprevisto fue una muy calurosa
Semana Santa que abrió en exceso los gladiolos.
En ese diciembre de la visita del Nuncio la Virgen
no fue al altar mayor y combinamos por primera vez
una tercera especie en los centros, una variedad de
lilium moteado de tonos marfil, con gladiolos y claveles
sobre helecho imperial, en conjuntos que se derramaban sobre la mesa del vetusto altar dominico.
Con la coronación concedida y al menos un par
de años por delante asumí como un reto este servicio
para la visita del Nuncio, el último traslado, la dedicación del templo, el triduo de coronación… realmente
no se alejaba mucho de lo que llevaba años haciendo,
lo más complicado sería el trono. Por lo que tracé
un plan, ensayando formas, especies y cantidades.
Cuando la Esperanza sale de Santo Domingo
para cambiar de sede canónica, a los 347 años de
la fundación, va rodeada sólo de rosas blancas y
romero, recuerdo que tenían un suave perfume y
que cuidamos que “no pasaran sed” para que terminaran de abrir; así fue, y días después, espléndidas,
se marchitaban a sus pies en la nueva capilla.
Tuve claro desde el principio que la flor adecuada
para la coronación era la azucena (lilium longiflorum)
por varias razones: el color blanco, pero de sugestivo
verde cuando aún está cerrada la bellota, la textura
cerúlea, el generoso tamaño de la corola y la carnosidad de sus pétalos como prolongación viva de las
turgentes hojarascas doradas del trono, el aroma y,
sobre todo, la simbología que habla de la virginal
pureza de María, siempre acompaña las representaciones de la Encarnación y se toma, además, como
uno de los atributos de santidad que identifican a
Domingo de Guzmán. Aunque alguna idea me rondaba en la cabeza con magnolias, pronto la abandoné;
la azucena era la flor perfecta y el coste en aquella
ocasión no debía presentar problema.
Para la dedicación del templo habíamos sido bien
aleccionados de que el recinto debía aparecer limpio
Aún tenía que probar la capacidad física de hacer
doce ánforas completas de las dimensiones que todos
conocemos; nunca me planteé, por cien razones
distintas, alterar ese número. El centro cónico de
gladiolos rojos situado delante del Nazareno del Paso
el 18 de diciembre de 1987 era la prueba de los
que luego repetiría el Jueves Santo en las ánforas
del trono, empecé el Martes Santo. Al terminar entendí
que, con organización, un archicofrade también era
capaz de hacerlo y que la fuerza se aplica no sólo
llevando insignias o cargando varales. Una magnífica
instantánea de Rafael Melero –Garuz– en su libro
“La Pasión de Málaga” muestra el resultado de aquel
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
de flores y decoración, que en un momento puntual
de la ceremonia había que incorporar. Sólo conseguimos que se permitiera un centro delante de cada
Imagen, fueron de claveles, simétricos y enormes.
El triduo de coronación no aportó novedades
estéticas, andábamos adaptándonos a las nuevas
dimensiones y, particularmente, desde entonces invitando a mis hermanos a perderle el miedo a aquella
altura. Elevamos a la Virgen sobre las propias andas
del traslado y se presentó de blanco y verde, con
diadema, centrada en aquel inmenso y gélido camarín,
rodeada de cera y claveles, ante un dosel un tanto
tímido. La estampa memorable fue cuando en medio
de la enfervorizada predicación, Fray Ricardo de Córdoba anunció algo que extasió a los fieles: bajó del
ambón y, postrado ante la Señora, besó sus entrañas.
Creo que ninguno de los presentes lo olvidará.
De la coronación casi todo se ha dicho, contado,
cantado, poco distinto puedo aportar; cien tallos de
azucenas por ánfora, más trescientas para el frente,
a dos o tres flores por tallo, hacían casi cuatro mil;
sin contar la de oro que la Virgen llevaba en su mano
izquierda. Faltaba el toque malagueño, que se resolvió
con la providencial aparición de un biznaguero como
llovido del parque, no hay nada como una improvisación bien preparada. Cuando el trono estuvo listo
era casi la hora de salir.
mente abajo entre aromas de romero. Cómo todas
las cofradías de Málaga fueron madrinas de la mocita
perchelera y cómo cofrades de todos los colores nos
pusimos por una vez de acuerdo y el varal botó sobre
nuestros hombros al toque de una misma campana.
Como nosotros nunca sabremos lo que fue aquel
Jueves Santo del año cuarenta, esta generación que
hoy tiene veinte años tampoco sabrá cómo aquella
tarde los rayos de sol atravesaban la malla de sus
bambalinas y, después de acariciar su perfil, estallaban
en fulgores de esmeralda; no sabrá cómo sonaba
Mozart en la Plaza, cómo gritó el Obispo Buxarrais
“¡Viva la Virgen de la Esperanza!”, ni cómo el Nuncio
del Papa la besó.
Por eso, queridos amigos, ante los que no lo
vivieron, nosotros, que sí lo vivimos, tenemos la
responsabilidad y la suerte de poder contar lo que
pasó, con emoción, si se quiere incluso con poesía,
pero sobre todo con rigor: el 12 de marzo de 1986
la Iglesia otorgó el privilegio de la Coronación Canónica
a la imagen de María Santísima de la Esperanza; así
se culminaba un proceso iniciado en 1953. Cuando
en la festividad de los Santos Mártires Patronos de
Málaga del año Mariano, la Virgen fue coronada, ya
lo estaba en todos los corazones, como pregonara
María Victoria Atencia.
¿Cómo imaginarse el sobresalto de miles de azucenas cada vez que se levantaba el trono? O la
precisión matemática con que se le abrieron los
jazmines al caer la tarde. O la exhortación a favor
de los pobres enviada por Juan Pablo II, que veinte
años después aún nos mueve a intentar construir
una escuela en la India. Cómo el Himno de la Coronación por Salteras provocó en Carretería lo que las
trompetas en las murallas de Jericó, y se vino literal-
El olor de la azucena todavía hoy me produce
una reacción inevitable, y conservo una de las que
la escoltaban aquella tarde, como una reliquia, entre
las páginas de “Esperanza nuestra”.
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ESPERANZA 49
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Una foto
Pepeprado
demasiadas casas de hermandad había pocos puntos
“oficialmente establecidos” para reunirse, en fin
que eran otros tiempos. Tiempos más recoletos y
menos espectaculares. El mero hecho de que mi
Esperanza anduviera por las calles, en verano, por
la tarde y sin el Nazareno, era ya como para llamar
la atención, y para esto, se había organizado todo
con mimo, la calle estaba limpia y esperando, los
cofrades atentos y la imagen como vulgarmente
se dice “hecha un pincel”, que es una forma mundana de decir estupendamente, perfecta.
esde la pared una ya vieja foto
parece mirarme directamente a mí.
Cuando paro un momento en mi
tarea y paso a mirarla me quedo
algo sorprendido. Desde la foto, ya
ajada, con las esquinas agujereadas por inmisericordes chinchetas y con bordes con colores ya dañados
y levantados, me mira un grupo de personas conocidas para mí, muy conocidas que posan delante
de un trono –como decimos en Málaga–, que también me resulta tremendamente conocido. Ante
esa mirada directa echo a volar los recuerdos.
Dentro de esa organización, que recuerdo como
sucesión de llamadas de teléfono, preguntas, tallajes
Era una tarde espléndida, la tarde del 18 de
junio de 1988, según reza una
pequeña nota en el envés de
la foto; hacía un sol radiante,
de verano claro y luminoso y
ambiente en la ciudad como de
fiesta grande, de fiesta deseada
y esperada. Era nada menos que
la Coronación Canónica de la
imagen de la Virgen de la Esperanza. Se iba a efectuar en
la plaza de la Constitución. Se
decía que, entre otras, había
una novedad de esas que los
cofrades profundos vigilan tanto,
iba a llevar banda de música,
lo que entonces no era habitual
para un trono de Virgen.
También, que se estrenaría una
marcha especial, la de la Coronación, y más cosas
que con el paso del tiempo han perdido esa frescura
de la novedad, ya que ahora no son raras de ver,
ahora hay tronos en la calle durante todo el año,
ya no son cosas llamativas.
apresurados, algunos gritos, discusiones para estar
en el puesto “con los tuyos”, con los de siempre,
pero siempre arreglándonos entre todos a base de
buena voluntad. Al final se organizaron dos turnos,
para que todos pudiéramos arrimar el hombro
aunque fuera un rato y todos felices.
Todo esto, desde el mero hecho de la Coronación, era novedoso en sí mismo; en aquellos tiempos los tronos de pasión solo salían en Semana
Santa, las bandas de música se veían y oían poco,
los cofrades estaban dispersos porque al no haber
Yo aproveché aquella ocasión para darle la
alternativa como hombre de trono al mayor de mis
hijos, que ya estaba en edad de hacer cosas grandes,
con mi otro hijo, Álvaro, esperando su turno, que
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
sería al año siguiente, como parece adivinarse en
la propia fotografía. Aquél debut inesperado, la
Señora se lo compensó a Javier echándole una
mano cuando le hizo falta, pocos años más tarde,
son cosas que unos padres no pueden olvidar. En
la imagen, como siempre, cuidando de nosotros,
María, mujer y madre de hombres de trono y ella
misma nazarena de infantería de las de vela en
ristre, por una vez en la procesión a cara descubierta.
Para que la imagen sea total, incluso mi hija, Beatriz,
que por ser la menor era entonces la encargada
de las labores de apoyo técnico a los que salíamos
en la procesión, está presente tras la cámara. En
medio del grupo, un hombre que ahora me parece
joven, con pelo y barba totalmente negros y cara
de despiste, pero en la que se ve la satisfacción
de estar donde está y tener a su alrededor lo mejor
que se puede tener, familia y amigos, me sorprende.
Soy yo y me cuesta reconocerme.
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gustan algunos de esgrimir que hablan de su constitución, que hablan de siglos lejanos, es algo mucho
más cercana, más asequible a pesar de que las
alharacas de la espectacularidad a veces parecen
alejarla. No es una imagen de madera, eso es una
talla artística, no es el resonar de tambores y brillar
de los atalajes, eso es solo una envoltura. Es una
idea, un concepto, una ilusión. La idea de lo estable,
el concepto de algo superior que mira por ti, la
ilusión de no estar nunca solo, de tener alguien o
algo a quien dirigirte cuando las cosas se ponen
crudas.
Da lo mismo que los ultra cofrades pongan
pegas a lo que les parezca indecoroso o simplemente
no ajustado a lo esperado. Da lo mismo que los
anticofrades le pongan pegas a la misma existencia
de la Semana Santa en general y a mi Esperanza
en particular. Da lo mismo que los vaivenes de la
política se sirvan de Ella para sus fines. Da lo mismo
que haya quien la use para colgarse medallas y
sentirse importante. Da lo mismo, todo eso da
igual.
Han pasado los años, quien lo diría, veinte años,
se están celebrando ahora los actos del XX aniversario. He ido a algunos, a pocos –soy poco proclive
a actos de tintes oficialistas y protocolarios– pero
da igual, me doy cuenta de que el aniversario me
sirve para darme cuenta de que, en el total de mi
vida, estos veinte años se me han pasado en un
suspiro a pesar de la cantidad de cosas que me
han pasado. Cosas buenas, cosas malas e incluso
cosas malas que se han convertido en buenas al
pasar los años. Mi vida, nuestra vida ha cambiado,
incluso entre esas cosas que han cambiado, está,
que ya ni mi mujer ni yo salimos el Jueves Santo;
ni ella lleva la humilde vela que llevaba todos los
años en la decorosa intimidad del anonimato, ni
yo llevo a mi Nazareno por las calles de Málaga
en la confortable y a veces bullanguera, pero nunca
irreverente, compañía de mis amigos hombres de
trono, de los que ya faltan algunos en presencia
mortal aunque siguen con nosotros para siempre.
Ya casi nada es igual o se parece a lo que era
aquel lejano verano del 88. La sociedad se parece
a aquella como un huevo a una castaña; las cosas
que me parecían imposibles han sucedido; cosas
que parecía que iban a pasar, no han pasado; pero
hay algo que sigue inmutable. Mi Esperanza, que
dejando aparte esos fríos datos históricos que tanto
Sobre estas cosas siempre queda algo más.
Queda la esperanza; cuando todo va mal, por qué
va a cambiar, cuando va bien por qué se va a
mantener. Queda la realidad, esa realidad que te
ayuda a vivir con esa esperanza. Queda la fe en
el futuro, en que hay futuro, gracias a la esperanza.
Queda pues, lo importante.
Por eso cuando vuelvo a mirar esa foto, la veo
de forma diferente. Ya no es una simple superficie
de un papel algo especial, con unas imágenes
estampadas y coloreadas. Ahora es un recordatorio
de que esa tarde me lo pasé estupendo, que tenía
a mi familia y a mis amigos alrededor, que tenía
a mi Esperanza a mis espaldas, que han pasado
los años y seguimos juntos, que contra viento y
marea nos mantenemos unidos, y eso es mucho.
Quizás fue por eso, para que, pasados veinte
años, volviera a pensar en ese día y reflexionara
sobre él, por lo que nos hicimos aquella foto. Quizás
por eso, no se ha perdido como tantas otras. Quizás
por eso, es importante mirarla de cuando en cuando.
Se han cumplido veinte años, estamos aquí,
con la Esperanza. Ha valido la pena.
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ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
Con dedos temblorosos
acaricié su cara
Francisco Toledo Gómez
que habían aceptado muy gustosas el honor de
apadrinar dicho acto, y le habían concedido a la
sagrada imagen la medalla de oro de la entidad.
ue hace ya veinte años, en una calurosa tarde del mes de junio, cuando
Nuestra Señora de la Esperanza, en
su dorado y majestuoso trono se
paseó por las calles de Málaga,
buscando la plaza de la Constitución, lugar donde
todos los años en la madrugada del Viernes Santo,
cuando camina sobre un lecho de romero, presencia
cómo su hijo, nuestro Padre Jesús Nazareno, bendice
al pueblo de Málaga.
Aquel día me pareció inolvidable; uno de los más
bellos y emotivos que me tocó vivir en mis nueve
años de presidente agrupacional. Era impresionante
el murmullo que se sentía por la calle de Larios cuando
Nuestra Señora de la Esperanza se acercaba a la plaza.
La Virgen de todos los cofrades venía sin corona,
esperando la que le iban a ofrecer sus hermanos,
confeccionada con tanto amor y devoción.
Allí la esperaba toda la Málaga cofrade, presidida
por nuestro obispo, el inolvidable D. Ramón Buxarrais
Ventura, acompañado por D. Francisco Rubio Sopesén,
Delegado de Hermandades y Cofradías, y de D. Antonio Ruiz Pérez. Igualmente se encontraban presentes,
copresidiendo con nuestro obispo, la persona que
tendría el honor de coronar a Nuestra Señora, el
Nuncio de Su Santidad D. Mario Tagliaferri, así como
los padrinos de la ceremonia: Francisco Segarra, ese
malagueño de bien que salvó la cabeza de la Virgen
de su destrucción, y el entonces Presidente de la
Agrupación de Cofradías, el que esto escribe, en
representación de todas las hermandades malagueñas
Una vez bendecida por la autoridad eclesiástica,
tuvimos el honor de portarla, en unión de D. Francisco
Segarra, hasta su trono. Allí, junto a su peana, nos
esperaba D. Mario Tagliaferri para coronarla. Fueron
unos momentos que no se me olvidarán jamás. Posteriormente a la coronación, ofrecí la medalla de oro
de la Agrupación de Cofradías, la máxima distinción
de nuestra entidad, para así cumplir la orden de la
Asamblea General; bendito encargo el que me hicieron
mis cofrades de aquellos tiempos.
Al finalizar la santa misa, continuó la procesión
por las calles de Málaga,
hacia su templo, no sin
antes pasar por Carretería
y la Tribuna de los Pobres.
Aquello fue la locura de la
Málaga cofrade y no cofrade entregada a su Virgen
de la Esperanza.
Nunca olvidaré ese día
en que estuve tan cerca de
mi Virgen aquí en la tierra;
en que pude contemplarla,
deleitarme y comprobar que
es mucho más bella de lo
que yo creía; en que pude
besar su mano y, con dedos
temblorosos, acariciar su
cara.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
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¡Esperanza!
¿dónde vas?
Francisco Regueira y Juan Rosén
La salida de la Santísima Virgen de la Esperanza
desde el Salón de Tronos, para su Coronación
Canónica en la Plaza de la Constitución –¡que por
cierto, marcó un antes y un después de las coronaciones!– fué espeluznante. Pero curioso fué lo
de los componentes de la banda de música de
Salteras, que no se imaginaban –o, mejor dicho,
no se creían– que ese barco de nombre Esperanza
iba a emprender una travesía muy especial por las
calles malagueñas. Es más, pensaban que no se
movería siquiera, pero he ahí, que cuando el martillo
sonó tres veces y la Nao de la Esperanza ascendió
como un resorte, o como un mandato, en ese
momento, y al oír los sones de “Coronación de la
Esperanza”, estos chavales, estos hombres, lloraron
como niños, lloraron de alegría, de expectación,
de disculpas por la duda; y una mirada intensa de
la Virgen los calmó.
einte años hace ya? ¡Parece mentira!
¡Cómo pasa el tiempo! Todavía,
nosotros, los incombustibles, el
Juanele y el Regueira, tenemos
grabados en la mente y en el alma,
los días vividos, los momentos especiales. Nosotros
hemos sido de los espectadores que más trabajamos
y más disfrutamos; y eso, sin estar en el guión, sin
estar contratado o sin estar manipulado; lo hicimos
porque nos dió la gana y porque así lo merecía Ella.
Ya desde el inicio de la bendición de la Basílica
tuvimos un trabajo arduo y laborioso, todo muy
bien medido y organizado por D. José María Eguaras. El acto resultó tan maravilloso como recordáis
muchos de vosotros que participasteis, al igual que
nosotros, en acto tan singular. También tuvimos
tiempo de acercarnos al grupo de personas que
frente a la Basílica berreaban con sus insultos y sus
voces. Intentamos dialogar, pero imposible. Así,
como buenos malagueños, les echamos un mal de
ojo cariñoso; pero, eso sí, con malaleche, jajaja.
No sé si lo comprendieron, pero al rato de empezar
la ceremonia ya ni siquiera hablaban. Es más, se
marcharon por donde vinieron; ¡majarones!, como
decimos en Málaga.
Durante todo el camino de ida por la Alameda,
fué un clamor popular: palmas, música, vítores; y
nosotros con nuestro cometido, con nuestra entrega,
con nuestras miradas. La entrada en calle Larios se
nos queda corta en los adjetivos. Fue inconmensurable. Toda Málaga rendida a su Madre de la Esperanza. Palmas y más palmas, vítores ininterrumpidos,
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parábamos: –¡Esperanza, ¿dónde vas? ¡Al Perchel!
¡Esperanza, Coronada! ¡Esperanza, Reina de los
malagueños!– Así toda la noche, un rosario de
piropos para la Reina de las Vírgenes.
flores y más flores. Ella, al paso; al paso de sus
hombres de trono.
Una vez que la Virgen llegó a la Plaza de la
Constitución, el organigrama preparado por José
Luis García Doblas funcionó de lujo desde el principio
al final, todo coordinado, todo preparado, todo a
punto.
La Tribuna de los Pobres y la curva del Puente
de la Aurora nos dejó un sabor cofrade nunca
imaginable; los hombres de trono realizaron dos
maniobras espectaculares. Ahí nos quedamos mudos,
queríamos oír y ver, en primera línea, en directo.
Cuando sonó la Marcha Real, y la Virgen de la
Esperanza lucía su presea de oro, un estruendoso
movimiento recorrió todo nuestro cuerpo, ¡todo
estaba consumado! Y ahora quedaba disfrutar,
disfrutar delante Ella hasta llegar a la Basílica.
Y la entrada de la Virgen en el Salón de Tronos,
permítannos que lo guardemos en nuestro corazón,
como algo muy nuestro, muy íntimo.
Terminó la ceremonia y estábamos deseando
ponernos delante de Ella. Los primeros toques de
campana y allí estábamos los dos, mano a mano,
sin movernos ni un momento. No comimos, no
bebimos, no meamos; lo que queríamos era estar
junto a la Virgen de la Esperanza, como simples
espectadores, ¡pero los primeros!; como querían
estar los cientos y miles de malagueños que pensaban como nosotros. Las primeras calles, los primeros compases musicales, los primeros olés, los
primeros ¡guapa! embargaban nuestro espíritu verde
hasta el tuétano. Ella rompía el corazón de todos
y cada uno de los malagueños, que la mirábamos
con gozo.
Para terminar, una cosa. Todo lo vivimos muy
intensamente, muy como solemos ser los cofrades;
pero, tanto Juan como yo, solamente nos quedamos
con un algo muy especial, ¡con su mirada! ¡La
mirada de la bendita Esperanza!
La curva del Bar Jamón fue de época, no cabía
ni un alfiler. Juan empezaba con la retahíla de
piropos hacia Ella. Aquello, ¡para los que lo vivimos!
y ahora lo contamos como algo nuestro, porque
nadie nos lo puede quitar, es de nuestra propiedad.
Entrar en calle Carretería fué una explosión de
júbilo; jamás hemos presenciado un lleno como el
de entonces. –¿Qué tienes Virgen de la Esperanza?,
¿qué tienes?–. Ibas rompiendo corazones a tu paso,
abrías portones, puertas, ventanas, cierros, balcones,
todo el pueblo rendido ante tu Imagen soberana,
ante Ti, Reina de la Esperanza.
A mitad de Carretería, era imposible continuar,
no podía avanzar el trono. Bueno, ¿y qué?; ¡no
había prisa! No teníamos ganas de que avanzara,
y Carlos Gómez Raggio así lo aseveraba ¡mejor que
mejor!: –¡El Trono andará cuando lo quiera Ella!–
Nosotros, ya medio roncos de tanto gritar, no
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
49 ESPERANZA
Yo también voy a
quererla mucho
Adolfo Clemente
efectuadas por cofrades y no cofrades, malagueños
y foráneos, creyentes y, aunque pueda parecer
incongruente, más de un no creyente.
ace unas fechas, al leer el último
boletín de la Archicofradía del Paso
y la Esperanza, revivía con ilusión
mantenida en el tiempo la efeméride
de la coronación de Ntra. Señora
de la Esperanza.
Por eso, cuando el tiempo ha pasado, y el
hermano Rafael Esteve, en gesto que le agradezco,
reclama mi modesta colaboración para el número
que se prepara a fin de evocar aquellas fechas,
quisiera aclarar los trasfondos que hicieron posible
la confección de la corona usada para la solemne
ceremonia.
Aquellas fechas por muchos motivos, algunos
muy íntimos y personales, se despojaron de las
tinieblas con que los años envuelven los recuerdos.
Tras la primera lectura del artículo algo había
que no me encajaba; luego de una nueva lectura
caí en la cuenta de que el articulista olvidaba, a
mi entender, lo que para muchos fue lo más importante en relación a la coronación de Ntra. Señora:
si la coronación, ansiada durante décadas, era
realidad por el clamor popular de la devoción de
los malagueños, la pieza con la que se llevó a cabo
la coronación era el fruto de mil y una aportaciones
Ya por aquellas fecha la cadena SER en Málaga
realizaba su programación dedicada a nuestra Semana Santa. Dirigía la emisora el nunca suficientemente bien valorado Francisco Herrera, y la programación semanasantera Francisco García, ayudado
en la técnica por Ricardo Sánchez, y en el equipo
de la programación nos encontrábamos Rafael
Contreras y éste que ahora escribe.
Paralelamente a la noticia del Decreto de Coronación, los pajaritos del programa nos contaron
que no entraba en los planes de la Archicofradía
del Paso y la Esperanza, inmersa en los grandes
gastos que estaban suponiendo la construcción del
nuevo templo, hoy felizmente basílica, la confección
de una nueva corona para llevar a cabo el acto de
la coronación.
Nunca supe, ni me interesó saberlo, si ese era
el verdadero motivo o si, por el contrario, el planteamiento de usar la magnifica corona que en su
momento realizara la Corporación para la Niña del
Perchel, venía motivado por un temor a que las
críticas anticofrades, ya presentes con motivo de
la construcción del conjunto del templo esperancista,
casa-hermandad y salón de tronos, encontraran
una nueva diana hacia donde dirigir sus envenenados dardos.
Aquella noche estuve dando vueltas en mi cabeza: de una parte, la Virgen de todos los cofrades
y no cofrades, la Virgen de los malagueños, la que
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
La operación en sí era de un planteamiento
simplísimo: la pieza a confeccionar y ofrecer a la
Esperanza Perchelera debía ser el resultado de una
ofrenda popular en la que cualquiera, sin destacar
sobre nadie, pudiera participar; dicha ofrenda se
materializaría mediante la entrega a la cofradía de
un gramo de oro por persona. Como ofrecer un
gramo de oro era algo realmente difícil, se fijó el
precio de dicha cantidad, haciéndose entrega a la
Archicofradía de dicho importe. También se contemplaba la entrega de alguna pieza de oro, alianzas, pendientes, medallas, etc. En aras a que todas
las aportaciones fueran iguales el reconocimiento
o recibo de la entrega de las mencionadas piezas
simplemente recogería como valor el mencionado
de un gramo de oro.
desde que se llamó Esperanza reinaba en el Perchel
y en la otra margen del río, iba a ser coronada;
de otra parte, el hecho de que no se le ofrecería
con motivo de tan magno acontecimiento una
presea que fuera testimonio de la devoción popular;
y, por último, la idea de demostrar que las devociones espirituales manifestadas con elementos
materiales no son susceptibles de crítica alguna si
estos elementos tienen su origen en la ofrenda
íntima, voluntaria y personal de quienes en su
totalidad o parcialmente así la llevan a cabo.
Al día siguiente, planteé a Paco García y Rafael
Contreras la posibilidad de iniciar una actuación
que hiciera de la coronación no un acto puramente
cofrade, sino un acto general de devoción mariana.
Ellos hicieron suyo mi planteamiento, de tal manera
que los tres planteamos a Francisco Herrera la
conveniencia de que la SER se convirtiera en divulgadora de la idea de que la Esperanza tenía que
estrenar una corona en la fecha de su coronación,
así como que dicha corona debía –tenía que ser–
la ofrenda mariana de todo un pueblo y no sólo
de los miembros de su Corporación nazarena. Francisco Herrera se unió a nuestro planteamiento y
de ese forma se hacía realidad lo que yo, ya, había
bautizado como “Operación Gramo de Oro”.
Dar divulgación a la Operación Gramo de Oro
y comenzar las ofrendas fue todo una. La joyería
de Manuel Narváez, a la sazón hermano mayor y
a quien por cierto no habíamos comentado nada
del proyecto hasta que lo hicimos público, se convirtió en mudo testigo de un sin fin de personas
dispuestas a que su devoción quedara plasmada
mediante la ofrenda de un gramo de oro de los
que, fundidos con otros muchos, sería la materia
noble con la que se realizaría la corona.
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ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
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que la corona de la Virgen llevaba, entre otros, un
gramo de oro que hacía años le había regalado
“el abu” a la Virgen, cuando vi a Narváez y a
Harras. Recordando aquellas fechas previas a la
coronación Manuel Narváez me confesaba algo que
haría disipar mi gran duda: una de las personas
instigadoras de las críticas le había reconocido el
error que en su momento éstas habían constituido.
No faltaron voces que criticaran la iniciativa
invocando la mejor aplicación de la ofrenda a otros
fines de carácter social. Estas críticas, según años
después me confesaría Manuel Narváez, hicieron
que incluso planteara al obispo Buxarrais, el problema que “los chicos de la SER, habían originado a
la cofradía y solicitando de su pastoral consejo
aclaración de si dichas aportaciones deberían ser
aplicadas a la confección de una nueva corona,
planteamiento que en principio no compartía la
Corporación, o si bien deberían ser aplicadas a esos
otros fines sociales que los críticos reclamaban”.
Cuando termino de redactar estas torpes líneas,
se funden los recuerdos pasados y los recuerdos
recientes. Miro con cariño el oficio con que la
Archicofradía me testimoniaba su agradecimiento
por la Operación Gramo de Oro, mientras resuenan
las palabras de mi sobrino al salir del salón de
tronos: “Tío, si el abu quería tanto a Virgen de la
Esperanza que es tan bonita y le vigila sus cenizas,
yo también voy a quererla mucho”
La respuesta del Prelado al Hermano Mayor fue
clara y rotunda, si los fieles y devotos deseaban
que su aportación fuera destinada a la confección
de una nueva corona, así debía ser.
La operación ya era algo imparable; nunca supe,
posiblemente porque nunca lo pregunté ni nunca
quise que se me dijera, el resultado de la Operación
Gramo de Oro, lo que sí supe es que el día en
que la Esperanza Nuestra y de Todos fuera coronada
estrenaría, como así fue, una corona que a más
de oro estaba confeccionada de amor, devoción,
y veneración a la que siendo el primer Sagrario de
Jesús, se hizo Corredentora del género humano.
Cualquier cosa se puede olvidar de aquellos
días, pero que nadie olvide que la Esperanza fue
coronada por la Gracia de Dios y la devoción mariana con una corona confeccionada con la aportación fervorosa de todo un pueblo.
Ave María, Esperanza nuestra, Consolación mía,
Penas por mis pecados... ¡Ave María!
Como antes he dicho, las aportaciones fueron
múltiples, encontrándonos con la paradoja de que
no sólo los cofrades esperancistas, que en Málaga
somos todos, aportaron su gramo de oro, sino que
también personas no vinculadas a la Semana Santa
y ni siquiera malagueños, incluso algún no creyente
lo hicieron.
También hubo, al menos uno para mí muy
querido, mi padre, los que con esta ofrenda hicieron
la última en vida a la Virgen de la Esperanza. Seguro
que ellos vivieron la coronación en el mejor de los
lugares allá en el cielo.
Siempre tuve la duda de si aquello que organicé
fue algo positivo o negativo. Esta duda me la
despejaba el pasado Martes Santo Manuel Narváez
en presencia de Manuel Harras. Visitaba con mi
sobrino Alejandro la Basílica, le contaba como las
cenizas de su abuelo Ramón descansaban a los
pies del Dulce Nombre y de su Madre de la Esperanza; luego en el salón de tronos le hacía saber
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ESPERANZA 49
ESPECIAL CORONACIÓN 1988 - 2008
Gramo a gramo:
Corona para la Virgen
Paco García
ice el refranero español que “grano
a grano se hace granero”. En el caso
que me trae a esta publicación,
extrapolo el referido refrán y expreso
que “gramo de oro a gramo de oro
se hace corona de la Virgen de la Esperanza”.
Oro” para la Virgen de la Esperanza. Fue algo
espontáneo, sin mayor estrategia o planificación
que el vital sentir de Adolfo, siendo arropado por
una sensible empresa de comunicación que posibilitó
la promoción publicitaria de dicha iniciativa y por
un puñado de incondicionales que vieron en aquella
idea un símbolo más de unión con la Reina del
Perchel.
¡Qué cosas…! Parece mentira que hayan pasado
ya veinte años que coronamos a la Madre de Dios
Malagueña en la céntrica plaza de la Constitución
o, mejor dicho, desde aquel 18 de junio de 1988,
en la rebautizada plaza de la “Coronación”. Fue
éste un hecho que quedó grabado en el imaginario
libro de oro y “verde” de la historia de Málaga.
Un acontecimiento que movió en su favor todo
tipo de sentimientos y de voluntades, ante algo
que desde generaciones atrás estábamos teniendo
en deuda: Coronar canónicamente a María Santísima
de la Esperanza.
Yo no sé, a ciencia cierta, cuántas porciones
de oro pudieron recaudarse. La verdad es que la
“Operación Gramo de Oro” no pasó inadvertida y
puedo dar fe de que fueron muchas las personas
que se interesaron por ella. En este sentido, recuerdo
como entrañable y emocionada anécdota cuando
una mujer de humilde aspecto se presentó una
tarde en la emisora. Llevaba entre sus manos un
arrugado pañuelo, en cuyo interior atesoraba una
pequeña cadena dorada. El empeño de la buena
señora era que fuéramos nosotros, los de la radio,
los que hiciéramos llegar su sencilla “joya” a la
Archicofradía para que formara parte de la corona
de la Virgen. Lo más sentido de aquel generoso
acto es que la cadenita de oro en cuestión pertenecía a una hija suya, fallecida a los doce años de
edad como consecuencia de una grave enfermedad
…
Y, claro está, ante tan magna celebración, la
ciudad se volcó de muchas maneras, no faltando
apoyos desde la práctica totalidad de sus instituciones, entidades, colectivos de mayor o menor relieve
social e incluso innumerables acciones individuales
y hasta anónimas. Como si se tratara de un varal
de trono, “el todos a una” funcionó y con la corona
de la Virgen perchelera se encumbraron muchos
amores e ilusiones.
En definitiva, hechos como estos pusieron de
manifiesto la nobleza y la autenticidad de la referida
campaña. Es más. Aunque se hubiera donado ese
solo gramo de oro de la cadena de aquella inolvidable mujer, de sobra la “operación” ya habría
merecido la pena.
La radio de entonces, la Cadena Ser en Málaga
–en la cual, quien suscribe trabajaba por aquellas
fechas como responsable de su programación local–
no fue ajena a la trascendental conmemoración.
Gracias a uno de sus habituales colaboradores, el
amigo Adolfo Clemente, se materializó por medio
de las ondas una curiosa idea para que los malagueños que así pudieran y quisieran aportaran un
“gramo de oro” a fin de recaudar la cantidad suficiente del noble metal y con él, una vez fundido,
realizar la corona canónica de la Señora. De este
modo surgió la denominada “Operación Gramo de
Y así ocurrió todo. Dos décadas han transcurrido
desde entonces. Tiempo suficiente como para reafirmar, con mayor rotundidad si cabe, que la corona
de la Virgen de la Esperanza, además del consabido
metal, está fundida especialmente con los corazones
de los malagueños.
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