5. En el Parlamento Con el gobierno que Lerroux forma el 19 de diciembre de 1933, comienza el período que la izquierda española denomina "bienio negro", fase ésta en que el radicalismo dialéctico ya no será privativo de las minorías politizadas, sino que trascenderá, merced a una tenaz propaganda, a unas masas cada vez más enardecidas. En una primera etapa, apoyados los radicales por la CEDA, la inestabilidad política no tarda en aflorar como consecuencia, por un lado, de la estructura del Parlamento y, de otro, por la desconfianza que siente la izquierda hacia el tibio republicanismo de la derecha. Refiriéndose a la actitud que mantienen ante el nuevo régimen los dirigentes de la CEDA, dirá Mendizábal Villalba que estos se expresaban en términos "de sumisión, de respeto, de deferencia, con ciertos matices que se perdían en los repliegues de la intención y con imperceptibles restricciones mentales"1. Pero esta confusa posición no será extensiva a todos los diputados integrados en el grupo parlamentario de la CEDA, pues mientras algunos -entre los que deben de incluirse a Luis Lucia y a Giménez Fernández- hacen sinceros votos de republicanismo, otros manifiestan, sin equívocos, su hostilidad a la República. Entre estos últimos se encuentra Serrano Suñer, quien medio siglo después, sin que falten consideraciones autocríticas, reconoce abiertamente: "Mi actitud ante la República era de una oposición frontal. Es muy posible que esa postura mía fuera equivocada, y pienso ahora que sin duda lo fue, no habiendo observado una lealtad sincera que pudo haberla moderado y racionalizado. Sí, mi postura de lucha frontal fue equivocada, pero me parece todavía mayor equivocación la actitud de Gil-Robles, basada en la ambigüedad y la indecisión, con las que contribuyó al fracaso de la Segunda República porque los gobiernos de ésta no dieron crédito a sus protestas verbales de adhesión ni a las de sus amigos, El decía que acataba la República, pero a la vez enviaba a París a diputados de su partido como José Maria Valiente para entrevistarse con Alfonso XIII. Además, fue un error tolerar aquellas aclamaciones y manifestaciones con actitudes fascistas como ¡jefe, jefe, jefe! y Los jefes no se equivocan. Así se malogró políticamente un hombre como él, que tenía grandes aptitudes de parlamentario"2. En todo caso, cualquiera que sea el grade de adhesión al régimen republicano de los dirigentes de la CEDA, éstos presionarán desde fuera para lograr la abolición de la legislación laica y tímidamente socializante dictada durante el período precedente y para conseguir la amnistía de quienes secundaron el levantamiento de Sanjurjo. En este inestable período, Largo Caballero, en un mitin celebrado en Madrid, pronuncia palabras tan cargadas de significación como éstas: "Para asegurar el triunfo debemos terminar con las luchas entre la clase obrera. Yo me dirijo... a esos núcleos de trabajadores que, por error, nos combaten... Su finalidad como la nuestra, es un régimen de igualdad social. Y si vamos a los 1 A Mendizábal Villalba: Aux origines d'une tragédie. Ed. Desclée de Brouwer. París 1937. Pág. 214. Declaración a Helena Saña, recogida por éste en el libro El franquismo sin mitos. Conversaciones con Serrano Suñer. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1981. Pág. 40. 2 mismos fines y queremos terminar con la clase capitalista, que borra sus odios y rencores para unirse en contra de la clase obrera, ¿por qué nosotros no hemos de borrar también odios y rencores para formar un apretado haz que combata eficazmente al enemigo común?... Hay quienes nos acusan de alimentar la idea de que el Estado está por encima de la clase obrera. Quienes así discurren es que no han estudiado bien nuestras ideas. Nosotros queremos que desaparezca el Estado como elemento de opresión. Queremos convertirlo en una entidad meramente administrativa, y esto es todo". Impulsos como éste contribuirán a marxistizar a las masas, ya de por sí hondamente politizadas en esa hora de España. El futuro inmediato presagia concepciones y actitudes irreconciliables. La derecha, por su parte, se verá reforzada, siquiera sea débilmente en un principio, con la fusión, el 13 de febrero de 1934, de "Falange Española" con las "Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas", inspiradas por los planteamientos totalitarios de Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo. La organización resultante dispone en ese momento de reducidos efectivos, pero cuando se desencadene la contienda civil experimentara un crecimiento en aluvión en las provincias en las que triunfe el levantamiento contra la República. En el concreto contexto histórico de la España que irrumpe en 1934, la airada respuesta de la izquierda a la política radical-cedista no tarda en manifestarse. En efecto, la agitación social protagonizada por las centrales sindicales, alterará el pulso vital de numerosas zonas del país. Ya con disturbios en diciembre de 1933, durante los meses de marzo y abril de 1934, Zaragoza será un claro ejemplo de subversión, pues quedará prácticamente paralizada merced a una huelga general decretada por la CNT, en medio de graves atentados y continuas perturbaciones del orden público. La delicada situación de esta provincia aragonesa la expondrá Serrano Suñer en el hemiciclo, intervención que recoge Josep Pla 3 en su Historia de la segundo República Española, calificándola de "precisa, clara, de una gran valentía", y a ella pertenecen los siguientes párrafos: "Zaragoza es, acaso, en España, en los momentos actuales, el foco de mayor rebeldía, el lugar elegido para la concurrencia de los elementos más destacados en las actividades antisociales. Esto tuvo su manifestación plena en los graves sucesos que allí ocurrieron en diciembre pasado. Desde aquellos sucesos, que la autoridad local reprimió con acierto, que no regateamos, aunque pensemos que la represión pudo ser mucho más rápida y más eficaz, desde aquellos sucesos hasta el día de la fecha y Dios sabe hasta cuando, la ciudad no ha recobrado un momento de tranquilidad. "Muy pocos días después de la represión empezaron a actuar los Tribunales de urgencia y se produjo en seguida aquel asalto audaz al Juzgado, que acabó con el secuestro del sumario del proceso que se había instruido con motivo de los sucesos de diciembre. 3 Josep Pla: Historia de la segunda República Española. Ed. Destino. Volumen III. Barcelona, 1941. Pág. 187. Inmediatamente después, casi al día siguiente, a los dos 0 tres días, fue colocada una bomba en la Comisaría de Vigilancia, que causó la muerte a varias personas; pocos días después, con motivo de estos sucesos, se presentaron en la cárcel de Zaragoza el juez, el fiscal y el secretario a practicar determinadas diligencias, y allí fueron recibidos por la población reclusa en actitud de verdadero motín, haciéndoles objeto de toda clase de vejaciones y apaleándoles bárbaramente y, en último término, aquellos reclusos tuvieron la generosidad de no acabar con sus existencias, que estuvieron plenamente en sus manos, porque en la prisión no hubo, frente a ese tumulto, ningún genero de autoridad... "El director general de Prisiones, enviado por el Gobierno en cuanto ocurrieron aquellos sucesos, encontró en la prisión de Zaragoza a los oficiales vestidos de paisano y desarmados. Los oficiales, en la prisión de Zaragoza, tienen una autoridad totalmente disminuida frente a la población reclusa. Esto es consecuencia, señor ministro, de la notoria insuficiencia del personal de aquella prisión, y, naturalmente, se produjo esa relajación en la población reclusa, que llegó al límite verdaderamente intolerable de que el Comité de huelga allí detenido, siguió actuando, teniendo a su disposición maquinas de escribir y toda la literatura anarquista que apetecía, y desde la prisión salían circulares y órdenes que dirigía el Comité que allí seguía funcionando. "A raíz de todos estos sucesos, ha surgido la huelga actual, que lleva treinta y tres días consecutivos de duración, y el conflicto ni siquiera tiene aspecto de remitir. Todos los días, señor ministro de la Gobernación, indefectiblemente todos los días, a partir de las siete de la tarde estallan en la ciudad una, dos, tres bombas. Esto ocurre desde hace treinta y tres días. ¿Qué policía es esa que, después de esta reiterada actuación de los elementos perturbadores, llega al día treinta y tres de huelga y no ha descubierto los lugares donde se reúnen para proceder a la fabricación de explosivos? ¿Qué policía es ésta, que está en el mismo estado de ignorancia el día treinta y tres del conflicto que el día primero respecto a los dirigentes de ese movimiento en su aspecto criminal? "Yo sé que el conflicto tiene que resolverse por sus propias fuerzas, ya que, declarada ilegal la huelga, no interviene autoridad ni organismo jurisdiccional alguno en orden al trabajo. "Nuestro deseo como representantes de la ciudad y como representantes imparciales en relación a los intereses en lucha, es que el conflicto se resuelva de alguna manera; que si tienen razón los obreros, se les dé; si la tienen los patronos, se dé a éstos, y si los patronos y los obreros tienen que ceder en determinados puntos de sus posiciones respectivas, que cedan los dos. "El Gobernador civil nos dice: la huelga es ilegal, no se puede intervenir. La intervención del Gobierno, si se produce, habrá de ser inspirada en que se llegue a la solución por móviles y consideraciones exclusivamente de justicia y de legalidad: que no se llegue a la solución sacrificando intereses de ninguna de las dos partes, porque sería esto una posición claudicatoria y un estímulo para futuras y más graves discordias. "Yo agradecería al señor ministro de la Gobernación, cuyo buen deseo nos es sobradamente conocido, que no se cruzarán en el conflicto intervenciones más o menos oficiosas, como aquellas que dieron lugar a entrevistas, poco admisibles desde el punto de vista de la autoridad, que se celebraban entre determinado representante, más o menos oficial, del Gobierno y determinado dirigente del movimiento huido, rebelde, reclamado en distintos procedimientos judiciales, al cual se le facilitó un salvoconducto, que jamás, desde el punto de vista de la autoridad, debía habérsele facilitado". Esta situación conflictiva que Serrano Suñer denuncia en Zaragoza, también tiene otros escenarios en los que el anarcosindicalismo está bien arraigado, como Cataluña, Extremadura y Andalucía. La UGT, por su parte, se inclina a la táctica revolucionaria que -desplazados Besteiro y Prieto propugna Largo Caballero. La situación económica, además, es particularmente crítica, con seiscientos mil parados, de los que dos tercios son campesinos que se han visto obligados a abandonar las tierras ocupadas temporalmente durante el gobierno Azaña, ya que la coalición radical-cedista ha anulado las expropiaciones de los grandes latifundios, si bien el Ministro Giménez Fernández, aun con gran oposición de los suyos, consigue sacar adelante la ley de arrendamientos rústicos. Es la hora de las "Alianzas Obreras", con el objetivo último del asalto al Estado ante el temor de que se frustre definitivamente la posibilidad de asentar la balbuciente democracia, temor que acrecientan las recientes experiencias de Alemania -ascensión del nacional-socialismo como partido único- y Austria violento exterminio de los dirigentes socialistas por el Canciller Dollfuss-. Con razón podrá decir Vicens Vives que "sin estas experiencias extranjeras, la nerviosidad no habría hecho mella en el seno de las izquierdas españolas, empujándolas a consignas drásticas, a la preparación de la defensa contra toda injerencia gubernamental de las derechas". Pero si en el terreno social no cesa el hostigamiento a la política LerrouxGil-Robles, el problema estrictamente político también se agudiza con la discusión del proyecto de amnistía, con el que se pretende exonerar de responsabilidades a los encartados en los sucesos del 10 de agosto de 1932, compromiso aceptado por los radicales con los partidos de derecha. Este proyecto contempla la supresión de las medidas económicas adoptadas incautaciones sin indemnización- contra los implicados en la citada insurrección, así como dejar sin efecto las condenas de reclusión y la separación penal de los militares. También incluye la toma de posesión de dos diputados electos que habían sido sancionados por su actuación ministerial durante la Dictadura -Calvo Sotelo y Yanguas Messía-. Al elaborarse el proyecto, y durante su discusión parlamentaria, Serrano Suñer centra su interés en que "la amnistía a los militares suponga el reingreso en la escala activa de quienes habían perdido sus derechos por el solo hecho de haber ocupado cargos durante la Dictadura y los Gobiernos presididos por el general Berenguer". En este sentido, es propósito de Serrano Suñer, a fin de no sembrar la inquietud entre quienes representan a la izquierda en la Comisión dictaminadora del anteproyecto, enfocar el tema desde un estricto plano jurídico. La fórmula aprobada, negociada por Serrano Jover –diputado monárquico- y Serrano Suñer con la Comisión de Justicia, queda reflejada en el siguiente texto: "Se autoriza a la sala segunda del Tribunal Supremo de Justicia, para que, a solicitud de parte, y dentro del plazo improrrogable de tres meses desde la publicación de esta Ley, pueda, con carácter extraordinario y formación de expediente, con audiencia del Tribunal sentenciador y del Ministerio fiscal, acceder a la revisión de aquellas sentencias que adoleciendo de evidente injusticia en el fondo, o de una falta grave de garantías procesales en la forma, a juicio de la propia Sala, no aparezcan comprendidas explícitamente en los casos previstos por las leyes para los recursos de casación 0 de revisión. "Si en las causas a que tales sentencias hubiesen puesto término, existiese acusador particular, sería indispensable su previa conformidad con la revisión. No será obstáculo para el ejercicio de esta facultad por el Tribunal Supremo, la circunstancia de que el caso examinado haya sido objeto de negación o de concesión de indulto parcial." La Ley de Amnistía es aprobada el 20 de abril de 1934, por 269 votos a favor y uno en contra. Con este motivo, Serrano Suñer recibe, como muestra de gratitud, un pergamino de los generales beneficiados, en el que, a continuación de la fecha de la Ley, se puede leer: "Homenaje de admiración y gratitud al benemérito Diputado a Cortes don Ramón Serrano Suñer", siguiendo las firmas de Antonio Losada, Andrés Saliquet, José Millán Astray, Emilio Mola y, por Fernando Berenguer Fusté -muerto en atentado ese mismo año en su casa de Hernani-, su hermano Dámaso. A los efectos de la amnistía también se acoge Calvo Sotelo -exiliado en París- y Yanguas Messía, quienes tomarán posesión de su escaño el siguiente 8 de mayo. Pero la aprobación de esta Ley, de cuya aplicación se beneficia más ampliamente la derecha que los anarquistas condenados con anterioridad al 10 de agosto de 1932, servirá para enconar más el ánimo de los militantes sindicalistas y para provocar, en definitiva, la caída del gobierno de Lerroux al separarse del partido radical, con un contingente considerable de seguidores, su lugarteniente Martínez Barrios, que crea la "Unión republicana", agrupación política afín a "Izquierda Republicana" de Azaña. Al dimitir Lerroux, se encarga la formación de nuevo gabinete al político Ricardo Samper -dirigente de una agrupación autonomista valenciana-, gobierno que tropezará acto seguido con graves obstáculos en Cataluña, donde el partido mayoritario -"Esquerra Catalana", cuyo jefe, Lluis Companys, ha sucedido a Macia en el gobierno de la Generalita -, consigue la aprobación, en abril de 1934, de una ley que defiende los intereses de los modestos campesinos que se conocen como "rabassaires". Esta "Ley de Contratos de Cultivo", aprobada por el Parlamento catalán, es inmediatamente contestada por los propietarios catalanes, que la considerarán, conforme apunta Camps y Arboix, como "un alud vandálico e inmoral que trata de destruir los derechos de la propiedad"4, siendo anulada el 8 de junio de 1934, a instancias de la Lliga, por el Tribunal de Garantías Constitucionales, lo que agrava la tensión en Cataluña "bastión de la República"-, mientras el desvalido campesinado que gravita sobre los grandes latifundios de Andalucía, Extremadura y Castilla sufre en su propia carne la actitud de los terratenientes que reaccionan con el insolidario "comed República", dialéctica coherente con la empleada por ciertos correligionarios de Giménez Fernández cuando amenazan a éste con su repudio de la doctrina católica antes de que se apliquen los moderados principios sociales contenidos en las encíclicas "Rerum Novarum" y "Quadragéssimo Anno". Aún en este ambiente crispado y tenso, una experiencia grata reserva el Parlamento a Serrano Suñer: el reencuentro con José Antonio Primo de Rivera, también diputado en esta legislatura, elegido por la provincia de Cádiz. Aunque militen en distintos partidos, las actitudes e interpretaciones políticas de los dos amigos son marcadamente afines. La sensibilidad de uno y otro funcionan con tono similar y en dirección paralela. En la Cámara, y fuera de ella, volverán a encontrar, como en los mejores tiempos de la Universidad, horas de coloquio íntimo y personal. La amistad que les une aparece ahora más decantada y en sazón, y ambos la vivirán en reciproca apoyatura, asistiéndose mutuamente en momentos de desasosiego y desmoralización. Uno para otro son valedores y seguro sostén, como se pondrá de relieve cuando durante este breve Gobierno Samper se solicite de las Cortes el correspondiente suplicatorio para procesar a José Antonio, acusado de tenencia ilícita de armas, después de que, en un registro practicado por la policía en el centro madrileño de "Falange y de las JONS", hayan aparecido unas pistolas. José Antonio se reconoce en el Parlamento propietario de tales armas -"seis especies de artes ancestrales, de grandes armatostes, tal vez inservibles para defenderme", son palabras suyas en el hemiciclo-. Al gozar, como diputado, de inmunidad parlamentaria, la Sala Segunda del Tribunal Supremo formula la reglamentaria petición de procesamiento, sobre la que tiene que dictaminar la Comisión de Suplicatorios de las Cortes, integrada por una representación proporcional de todas las minorías, que en ese momento preside el nacionalista catalán Joaquín Pellicena, actuando de secretario el cedista Rafael Esparza. (Semanas antes, esta misma Comisión ha examinado otra petición de procesamiento contra un diputado socialista por Jaén, Juan Lozano Ruiz, en cuyo domicilio se ha encontrado un depósito de cincuenta y cuatro pistolas, accediendo el Parlamento a la petición del suplicatorio.) La Comisión propone en su dictamen el procesamiento de José Antonio, denegando otro suplicatorio que pesa sobre él por reunión ilegal como consecuencia de una concentración de falangistas, el 3 de junio, en el Club del Aire, próximo al aeródromo de Cuatro Vientos, de la que la Guardia Civil había levantado el correspondiente atestado. Es el 27 de junio cuando se discute en el Parlamento la procedencia o no de aprobar el dictamen de la Comisión. José Antonio, en su defensa, arguye que el artículo 56 de la Constitución establece que "puede suspenderse la instrucción sumarial, incluso hasta que termine la investidura parlamentaria del acusado". 4 J. de Camps y Arboix: Historia del derecho catalán moderno. Barcelona, 1958. Páginas 292-293. Por los socialistas interviene Indalecio Prieto, oponiéndose a que se otorgue el suplicatorio de José Antonio, manteniendo la misma doctrina que ha esgrimido pocas semanas antes cuando se trataba de procesar a un diputado de su partido. Prieto se funda en el fuero parlamentario y, en el caso de Primo de Rivera, argumenta, además, que siendo éste único diputado de su partido, su detención impediría que esa formación política pudiera hacerse oír en la Cámara, actitud que explicita y cortésmente agradece el diputado falangista. Antes de que se pronuncie el pleno, Serrano Suñer, gravemente inquieto por la suerte de su amigo, trata de conseguir el máximo número posible de votos para evitar el procesamiento de José Antonio. Sin embargo, la votación final resulta favorable a la concesión del suplicatorio, con sólo 65 votos en contra. Únicamente cinco diputados de la CEDA secundan la actitud de Serrano Suñer, lo que produce en él una gran decepción por lo que considera "una manifiesta falta de sensibilidad y de tacto político de la minoría que dirige Gil-Robles". Pese a todo, José Antonio seguirá ocupando su escaño en el Parlamento, quedando en suspenso, hasta el final de la legislatura, la instrucción sumarial, y ello por haber atendido el Presidente de las Cortes, Santiago Alba, la tesis sostenida por el líder falangista, también defendida por Prieto. Pero el curso general de los acontecimientos públicos, en una constante acumulación de problemas, no puede resistirlo el débil Gabinete Samper, forzado a dimitir tras el relativo paréntesis del verano. Ése es el momento en que Gil-Robles -"tomaremos el poder cuando queramos", había dicho pocos meses antes en una concentración en El Escorial- reclama el gobierno para la CEDA, aunque Alcalá-Zamora, en vista de la cerrada actitud hostil de socialistas y de republicanos incluso tan moderados como Miguel Maura, prefiere recurrir de nuevo, el 4 de octubre, al centrista Lerroux, en cuyo gabinete entrarán ya tres cedistas y un agrario -Anguera de Sojo, Rafael Aizpún, Giménez Fernández y José Maria Cid-. Pero esta incorporación a las tareas del gobierno de políticos derechistas será tomada por los partidos de izquierda como una auténtica señal de alarma. Ante lo que se considera un reto inaceptable, los socialistas, suscribiendo de hecho la táctica anarquista, deciden pasar a la acción directa, y el 5 de octubre decretan la huelga general en Asturias, emplazándose en la cuenca minera de Mieres el centro revolucionario, cuyos lideres naturales –Belarmino Tomás, González Peña y Teodomiro Menéndez- dirigen y organizan la ocupación y resistencia de Oviedo con las armas requisadas en las fabricas de Trubia. Trece días después, la llamada "Comuna de Asturias" cede definitivamente ante el acoso de las fuerzas de órden público, respaldadas por columnas del ejército que mandan el general López Ochoa, el coronel Aranda y el teniente-coronel Yagüe, en operación militar que dirige de hecho desde Madrid, instalado en el Ministerio de la Guerra, el general Franco, y ello por decisión personal del Ministro Diego Hidalgo. Tras sofocar el brote revolucionario, sobreviene una enérgica represión que lleva a cabo el implacable Lisardo Doval, comandante de la Guardia Civil. El orden queda restablecido, pero el movimiento revolucionario permite constatar un hecho importante, que Raymond Carr resume así: "Por primera vez en la historia española, todas las organizaciones obreras estaban unidas en un esfuerzo común. Aunque la unión no se produjo sin roces, el grito de guerra de los mineros asturianos, U. H. P. (Unión, hermanos proletarios), era una realidad emocional"5. En paralelo con la sublevación de Asturias, el 6 de octubre, Companys, violentando el Estatuto de Autonomía y enlazando con la dialéctica de Pi y Margall, declara en la histórica plaza barcelonesa de San Jaime: "...El Gobierno de la Generalitat, desde este momento, rompe toda relación con las instituciones falseadas. En esta hora solemne, en nombre del pueblo, y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado catalán dentro de la República federal española, y restableciendo y fortificando la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, ella invita a establecer en Cataluña el Gobierno provisional de la República, que encontrará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República federal libre y magnifica...". Esta proclama contra el Estado español se hace al abrigo de una huelga general que secundan la UGT y las juventudes socialistas, a las que arma el Consejero de Gobernación de la Generalitat, José Dencás, después de impedir la colaboración de los anarquistas, que cuentan con líderes de tanto prestigio como Durruti, Ascaso, García Oliver y Federica Montseny. La reacción del Gobierno es inmediata contra esta rebelión dictada "desde arriba". En una noche, y tan sólo con un discreto despliegue de las fuerzas de la guarnición de la plaza, que manda el general Batet Mestres, queda restablecida la normalidad, siendo detenido en pleno el disidente gobierno de la Generalitat, mientras queda en suspenso el Estatuto Catalán. Una vez desarticulada la localizada "Revolución de octubre" -en la que ostensiblemente han fallado las "condiciones objetivas"-, no se podrá impedir que los hechos tengan una enorme resonancia en el resto de España, especialmente los sucesos de Asturias, que Carlos M. Rama comentará así: "Véase que se trata del primer movimiento político de la democracia obrera que en la historia de España alcanza a vislumbrar el éxito. Frente al simultáneo fracaso de los partidos y la pequeña burguesía catalana, el triunfo moral de los mineros, pescadores y obreros de la industria siderúrgica de Asturias, marca el momento en que la clase obrera revolucionaria pasa al primer plano de los acontecimientos." Y el escritor uruguayo concluye con estas palabras: "...Tenemos en el episodio de octubre del 34 prefigurados todos los elementos fundamentales de la guerra civil entre las dos Españas del 1936-1939"6. Los meses finales de este año de 1934, marcado por su perfil trágico, serán consumidos por una larga y apasionada polémica entre los que abogan por la aplicación de medidas rigurosas a quienes han atentado contra el Estado y los que preconizan la clemencia. Con unas Cortes que boicotean las izquierdas, el Gobierno continuará desmontando los restos de la legislación azañista, prevaleciendo las posiciones más conservadoras en materia social, que impedirán que prosperen en su integridad las razonables medidas agrarias propuestas por Giménez Fernández, mientras en el ámbito sindical se mitifica la resistencia de Asturias y el clima psicológico va preparando el camino de la 5 6 Raymond Carr. Op. cit. Pág. 607-608. Carlos M. Rama: Op. cit. Pág. 167-168. formación de bloques opuestos, cada vez menos dispuesto al dialogo, la transacción o el compromiso. Así entra España en 1935: La sombra de la gran culpa nacional comienza a proyectarse por la ancha y abrupta geografía española. Con mayor estabilidad de la prevista, el gobierno de Lerroux, con las asistencias más estrictas, continúa la tarea propuesta. En los primeros días de enero entra en suspensión indefinida el Estatuto Catalán, después de designar a Portela Valladares para el puesto de gobernador general de Barcelona. Se suprimen los jurados mixtos. Se frena la Reforma Agraria. "No hay otro camino que el elegido por la CEDA", recalcara Gil-Robles. En su labor legislativa, las Cortes comienzan el debate, el 12 de febrero, sobre el proyecto de Bases de la Ley Municipal orgánica, firmado por el Ministro de la Gobernación, Vaquero, y elaborado por la Comisión de Gobernación que preside el radical Vega de la Iglesia, proyecto al que Serrano Suñer presenta enmiendas fundamentales, alternando sus intervenciones en defensa de las modificaciones propuestas con las de Calvo Sotelo -autor del Estatuto Municipal de 1924-, Cambó y otros diputados preocupados por el texto legal que ha de regular esa pieza clave del ámbito administrativo que es el municipio. Algo más de cuatro meses duran los debates parlamentarios de las Bases de que consta el proyecto, cuya trascendencia explica la atención que le presta la Cámara. Especializado en los temas de Administración Local, Serrano Suñer consigue la introducción de numerosas modificaciones sustantivas en el texto debatido (reconocimiento de la plena capacidad jurídica de las entidades municipales; fusión de municipios, alteración de términos municipales; régimen de carta; facultades de autonomía municipal; contratación y municipalización de servicios; eficacia de acuerdos municipales; casos de suspensión...). Especialmente importante es la enmienda que presenta el 12 de marzo a la Base XXVII, relativa a los "Recursos en materia municipal", suscrita también por los diputados José Antonio Primo de Rivera, Calvo Sotelo, Andrés Amado, José María Valiente y José Finat. Al defender ante el pleno del Parlamento esa enmienda, previamente rechazada por la Comisión, Serrano Suñer señala que se trata de uno de los puntos "menos elaborados y menos trabajados en nuestro Derecho Administrativo", y aboga por aprovechar las experiencias extranjeras en materia contencioso municipal. "Singularmente -dice- deberíamos utilizar la experiencia de Francia y de Italia, que han elaborado admirablemente estos trabajos, de tal manera que, sobre todo en lo que se refiere a las resoluciones del Consejo del Estado francés, bien puede afirmarse que han agotado totalmente la materia." Su amplia intervención, con múltiples matices y precisiones técnicas, aporta la innovación de la denuncia de la mora frente al silencio administrativo, que debe mantenerse, a su juicio, para facilitar que las reclamaciones de los administrados se resuelvan en las vías gubernativa y contenciosa. Solicitada por Serrano Suñer la votación nominal, su enmienda es tomada en consideración por 66 votos en contra 56. Comentando los debates de esta concreta Base, señalan dos competentes municipalistas, Llano y Lamoneda: "La amplitud y perfección con que esta base regula el recurso contencioso administrativo se debe a la enmienda que al Dictamen presentó el señor Serrano Suñer y que fue aceptada por la Cámara, contra el criterio de la Comisión, en votación nominal. Con tal motivo pronunció el autor de la enmienda uno de los más documentados discursos que se oyeron en la discusión de la Ley Municipal''7. Pero mientras en el Parlamento continúan los debates sobre la Ley Municipal, el Gobierno va a entrar en crisis a finales de marzo con motivo del indulto que, con un voto de diferencia, concede el Tribunal Supremo a González Peña, condenado a muerte por su destacada participación en la rebelión de Asturias. Al no dar su conformidad a esta decisión los ministros de la CEDA, que consideran el indulto como un triunfo de los revolucionarios, Lerroux presenta su dimisión el 29 de marzo. Abierta la crisis, el Presidente de la República, vanamente empeñado en la formación de un gobierno de conciliación nacional, tras de las consultas de rigor, que hace extensivas al jefe de los agrarios, Martínez de Velasco, termina encargando otra vez al jefe radical que presida un nuevo gabinete, al que se incorporan ocho ministros que carecen de acta de diputado. Este gobierno, llamado "de circunstancias", no reflejará, pues, la estructura del Parlamento. "La CEDA – explicará el Debate- no ha encontrado modo decoroso de participar en el Gobierno." La inviabilidad, sin embargo, de este gabinete extraparlamentario, sitúa a Alcalá-Zamora en la alternativa de disolver las Cortes o aceptar la vuelta de los cedistas al gobierno. El día 6 de mayo el Presidente de la República se decide por la segunda opción y, confirmado Lerroux, se entregan a la CEDA cinco carteras ministeriales, consiguiendo Gil-Robles la materialización de una larga aspiración: el Ministerio de la Guerra, en el que permanecerá siete meses, muy directamente asistido por Franco como jefe del Estado Mayor Central. Reforzado el gobierno, esta primavera ahondará en la crisis económica que viene arrastrando el país. El paro agrícola en Andalucía y Extremadura -dos reductos seculares de hambre- alcanza cotas desesperadas. Abandonada por el Estado la regulación salarial y suspendida la aplicación de la Ley de Términos Municipales -que impedía la contratación de mano de obra de otros municipios mientras se dispusiera de la misma en el propio término-, los grandes propietarios de la tierra imponen drásticas condiciones de vida, ignorando las exigencias populares. Al referirse a esta dura situación, dirá Malefakis: "La actuación de las derechas y de los derechistas en el campo, donde vivía la mayor parte de España, donde se producían las tres cuartas partes de la riqueza de España, en el segundo semestre de 1935, fue uno de los principales determinantes del odio de la guerra civil y de la guerra civil misma." Es significativo que en este gobierno ya no figure Giménez Fernández, el cedista que "había tomado en serio su fe católica", empeñado en mejorar las condiciones de vida del campesinado del Sur, tan duramente combatido por los agrarios y la extrema derecha, agrupada en el "Bloque Nacional", idea de Sainz Rodríguez patrocinada por Calvo Sotelo, que se ha constituido un año antes y que hace de la Monarquía cuestión previa a todos los problemas nacionales. Un caracterizado representante de este grupo, Goicoechea, cuando se presenta ante las Cortes del Gobierno constituido el 6 de mayo, expresará sin ambages su oposición al mismo pese a su carácter conservador: "Seguiremos, en cuanto a la 7 Antonio Llano Díaz de Quijano y Juan Lamoneda Fernández La nueva Ley Municipal Orgánica. Antecedentes, texto, comentarios, discusión parlamentaria integra. Ed. Madrid, 1935. Pág. 276 a 495. República, en la misma actitud de hostilidad que hemos mantenido siempre. Merecen nuestras simpatías aquellos elementos que lo integran, procedentes de los antiguos partidos monárquicos. No lo podemos combatir por lo que tiene de acentuadamente derechista; pero no le podemos apoyar por lo que tiene de republicano." Si la CEDA no encuentra asistencia por la derecha, por la izquierda tendrá que soportar duros embates, especialmente del recuperado Azaña –cuya imagen política vuelve a primer plano- y de los líderes socialistas, cada vez menos dispuestos a permanecer pasivos ante lo que consideran "el secuestro de la República". Como si pesara una condena bíblica, los españoles de 1935 se van aproximando ineluctablemente a la pendiente de la violencia. El 20 de septiembre, por discrepancias ante la reforma administrativa en curso, se hace insoslayable otra crisis. Dimitido Lerroux, Alcalá-Zamora, después de cuatro días de fatigosas consultas, designa Primer Ministro a Joaquín Chapaprieta, un técnico competente en cuestiones financieras, que consigue la colaboración de los bloques. Pocas semanas después se involucra a Lerroux en un escándalo anodino a propósito de la concesión irregular de una licencia para explotar una ruleta especial a dos extranjeros, Strauss y Perl -asociación que el lenguaje popular español acunará como "estraperlo" para designar los negocios turbios-, y el viejo líder radical, desacreditado y aislado, tiene que dimitir como Ministro de Estado, lo que provoca una nueva crisis. Reafirmado Chapaprieta, se limita a pasar a la cartera de Estado a Martínez de Velasco y a designar dos nuevos Ministros para Instrucción Pública y Agricultura, Industria y Comercio, impulsando su plan estabilizador -Ley de Restricciones-, que siembra la inquietud entre los funcionarios de todas las escalas. A finales de noviembre de ese año salta un nuevo escándalo al Parlamento: Un antiguo Inspector General de Colonias, Antonio Nombela, denuncia a las Cortes una indemnización excesiva, abonada al naviero Tayá por servicios marítimos a Guinea, con orden de pago, avalada por Lerroux, contra el Tesoro Colonial, asunto cuya apasionada discusión parlamentaria -en la que José Antonio pronuncia un durísimo discurso- significa ya el desahucio del partido radical. Y en la madrugada del 8 de diciembre queda definitivamente liquidada la coalición establecida años antes por la CEDA. Iniciadas las consultas de trámite, mientras Gil-Robles reclama inútilmente una vez más el poder, el encargo de formar gobierno recae en Portela Valladares, un hombre de confianza de Alcalá-Zamora. El nuevo gabinete, al que apoyan los agrarios, se constituye el 14 de diciembre, a pocas fechas de que se abra la campaña para las nuevas elecciones generales. Dos días antes, el general Fanjul, Subsecretario de Guerra, sugiere a GilRobles dar un golpe de Estado con la guarnición de Madrid, asegurando que le secundará el general Varela. Según refiere Gil-Robles, su respuesta es ésta: "Alabo y admiro su patriotismo, tantas veces evidenciado. No me parece, sin embargo, adecuado el medio que me propone para evitar la catástrofe... Ahora bien, si el Ejército, agrupado en torno a sus mandos naturales, opina que debe ocupar transitoriamente el poder con objeto de que se salve el espíritu de la Constitución y se evite un fraude gigantesco de signo revolucionario, yo no constituiré el menor obstáculo y haré cuanto sea preciso para que no se rompa la continuidad de acción del poder público. Exijo, eso sí, como condición esencial, que los jefes responsables del pronunciamiento den su palabra de honor de que la acción se limitará rigurosamente a restablecer el normal funcionamiento de la mecánica constitucional y a permitir que la voluntad de la nación se exprese con plena e ilimitada libertad. Consulte usted inmediatamente con el Jefe del Estado Mayor Central y con los generales que más confianza le inspiren"8. Los militares consultados, sin embargo, no se muestran de acuerdo en provocar una sublevación que aparezca enfeudada en una fracción parlamentaria. Pero éste es el prólogo de una serie de sondeos que en poco tiempo se hará entre mandos clave del sector del ejército dispuesto a variar, por la fuerza, el rumbo de los acontecimientos políticos españoles. Se cierra el año 1935 con un borrascoso Consejo de Ministros que llevará a Portela Valladares a presentar su dimisión, y con designación de nuevo gabinete, que preside el jefe del gobierno dimisionario, a quien reconfirma el Presidente de la República. Este gabinete, que se improvisa en el transcurso de unas horas, se declara "de centro republicano que sirva de regulador y de ponderado equilibrio en nuestra organización política". Pero la impaciencia y el nerviosismo que dominan el ambiente político español impedirán que el gobierno consiga sus propósitos iniciales. España está a punto de entrar en el umbral de su propia tragedia. 8 José María Gil-Robles: Op. cit. Pág. 365.