LA ESPIRITUALIDAD DE LA CUARESMA Trabajo Práctico Nombre: ………………………………………………………………………………………………………...................................... Instrucciones: A.- Lee los dos textos y subraya la siguiente información: a) creencias sobre el significado verdadero de la Cuaresma, b) prácticas y ritos propias de la Cuaresma y c) espiritualidad de la Cuaresma. (5p) B.- Completa el cuadro de doble entrada que está después de los textos. (20p) C.- Elabora una imagen conceptual sobre la Cuaresma. La imagen debe tener 4 elementos integrados y explicados. (10p) Texto 1: La cuaresma es un tiempo de conversión, pero, en general, no nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la Cuaresma y de la que habla Jesús, no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la Cuaresma no tiene que ser un tiempo triste, sino el descubrimiento de la verdadera alegría. No es dejar de vivir, sino sentirnos más vivos que nunca. Descubrir hacia dónde hemos de vivir. Comenzar a intuir todo lo que significa vivir. Porque convertirse es algo gozoso. Es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de poder y posesión. Liberarnos de objetos que no necesitamos y vivir para personas que nos necesitan. Uno comienza a convertirse cuando descubre que lo importante no es preguntarse cómo puedo ganar más dinero, sino cómo puedo ser más humano. No cómo puedo llegar a conseguir algo, sino cómo puedo llegar a ser yo mismo. Cuando en la Cuaresma escuchemos el texto bíblico: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de Dios”, pensemos que nunca es tarde para convertirnos, porque nunca es tarde para amar, nunca es tarde para ser más feliz, nunca es demasiado tarde para dejarse perdonar y renovar por Dios. Texto 2: No son pocos los que se preguntan por el sentido del ayuno, práctica que la Iglesia recomienda de manera particular durante el tiempo de Cuaresma. Para muchos, en efecto, se trata de un ejercicio que “no lleva a nada” o “pasado de moda” para el contexto actual. Este interrogante, sin duda, nos debe impulsar, no a la supresión de una práctica que hunde profundamente sus raíces en la enseñanza bíblica, sino a una vivencia de la misma según el querer de Dios, esto es, desde su expresividad más genuina. El profeta Isaías nos brinda una reflexión sobre el ayuno que Dios quiere. Lo hace en el contexto posterior al exilio de Babilonia, cuando los israelitas, luego de ser conquistados por los babilonios y expulsados de su tierra natal, tienen la oportunidad de volver a su país. Un tiempo marcado por la necesidad de reconstruir, a la vuelta del destierro, no solo las ciudades sino la vida del pueblo elegido, su relación con Dios y con los hermanos. La pregunta por el ayuno, en el texto bíblico, es por tanto una pregunta por la clave para reedificar la sociedad en el encuentro con el Señor. En este contexto, el profeta propone el verdadero sentido del ayuno, y lo entiende, en primer lugar, como “soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos” (Is 58, 6). Se trata de romper con todo tipo de esclavitud, con la injusticia que cierra las puertas de la libertad y con la discriminación que roba a los más pobres la posibilidad de acceder a lo que necesitan para su vida. La imagen de la prisión o de las ataduras remite a las múltiples formas de esclavitud que las personas pueden experimentar. Ayunar es, asimismo, “partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos” (Is 58, 7). Así, el ayuno se convierte, según Isaías, en un abrir el corazón a las necesidades apremiantes de los hermanos que piden una respuesta de misericordia de nuestra parte. No se vive el ayuno sin esta dimensión de apertura al otro. A partir del texto bíblico que hemos considerado, la vivencia del ayuno y de las demás prácticas cuaresmales, como la limosna y la oración, han de hacerse desde la misericordia y caridad que están contenidas en ellas. Vaciarlas de este significado es quedarse en el ritualismo, permanecer en la indiferencia o en la ceguera frente a lo que Dios realmente quiere; se convertirían solo en la ejecución de una pantomima, como la que describe el mismo Isaías en el citado pasaje (cf. 58, 5). La Palabra de Dios recalca el partir o el compartir, puesto que el ayuno y la limosna se deben entender como una renuncia que mueve a ofrecer a otros lo que les hace falta, es decir, el ayuno va unido a la solidaridad y la justicia. Nos dispone a que fundamentemos nuestra vida en la convicción de que la generosidad con los más postergados multiplica y nos atrae la bendición divina; de que compartir los bienes con los pobres y hambrientos es cuestión de justicia. La Cuaresma Escribir 5 oraciones en cada recuadro Creencias (Principios, convicciones, ideales, dogmas, teología, etc.) - Costumbres/ritos (Prácticas personales y comunitarias) - Espiritualidad (Valores, motivaciones, deseos, intenciones que están detrás de las prácticas y creencias) -