La pregunta fundamental por el ser mismoi[i] Martin Heidegger en: Heidegger-Studien, vol. 2, Berlin 1982, 1-9; M. Heidegger, Was ist das sein selbst? 12.9.1946, en: M.H., Reden und andere Zeugnisse eines Lebensweges. 1910-1976. GA., vol. 16, 423-25, 805s A raíz de mi propio desarrollo filosófico, que tuviera su punto de partida en mi ocupación con Aristóteles iniciada ya en el Gimnasio y continuada nuevamente con él, la pregunta por el Ût òt nö siguió siendo, siempre, para mí, la pregunta rectora de la filosofía. Respecto de la confrontación con la filosofía antigua en su totalidad, que fuera aclarándose cada vez más, reconocí un día que, en el inicio de la filosofía occidental y, según esto también, para toda la filosofía posterior, la pregunta resultó ser rectora: ¿qué es el ente en cuanto tal? y que, sin embargo, nunca se preguntó: ¿qué es el ser mismo y en qué se funda y consiste la patencia del ser y su relación con el hombre? Sólo a través de mi encuentro con Husserl, cuyos escritos ya conocía yo, de antes, pero que precisamente había leído al igual que cualquier otro escrito filosófico, pude lograr una relación más viva y fructífera con la acción efectiva del preguntar y el describir fenomenológico. De ese modo, pude desarrollar recién en forma filosófica la pregunta fundamental por el ser mismo, que me motivaba propiamente. Entretanto me hallaba situado desde un principio y constantemente fuera de la posición filosófica de Husserl en el sentido de una filosofía transcendental de la conciencia. ¿De dónde vendrá el hecho de que se interprete Ser y Tiempo siempre únicamente como un tipo de antropología fenomenológica o como una fenomenología de la conciencia del mundo natural? Que en la parte de Ser y Tiempo -la que fuera publicada-, se hable temáticamente del Dasein humano no es cuestión alguna. Pero una pregunta aún más importante es: ¿por qué entonces y con qué propósito se pregunta por el Dasein del hombre y por su ser (esto es, por su existencia) en el sentido de la temporalidad del Dasein? No se trata de ninguna manera de hacer una ontología del hombre, en el sentido de una disciplina parcial delimitada en forma especial dentro de una ontología general no se pretende en absoluto algo semejante, sino en la medida que se hable de una ontología, de lo que se trata es de una ontología fundamental, lo que significa -dicho en lenguaje de la tradición- de una fundamentación de la ontología, y por ende primeramente también de una fundamentación de la ontología en general. Pues la pregunta no es más, pensado rigurosamente, una pregunta ontológica, si por ella ha de entenderse la pregunta general y la pregunta especial por el ser del ente, dicho más claramente: no por el ente respecto del ser, cuyo “sentido” es ya supuesto como algo fijo e incuestionable por doquier desde Parménides hasta Nietzsche, sino por el ser mismo y eso significa, a la vez, por la patencia y el claro del ser (no del ente), tal es la única cuestión. El título para esta pregunta reza en Ser y Tiempo como la pregunta por el sentido del ser (pag.1) –y sentido (pág.151, “y pág.323” -J. Beaufret), podría decirse brevemente, es el ámbito del desocultamiento o del claro (comprensibilidad), donde toda comprensión, es decir, todo proyectar (llevar a lo abierto), se hace primeramente posible. La pregunta en Ser y Tiempo va únicamente tras la verdad del ser, no del ser del ente, por lo tanto nunca más detrás de una ontología, se trate ésta de una general o de una particular o especial. Pero, por haberme dado cuenta temprano de que, para los griegos, y sin que ellos mismos lo pensaran, el ser fue determinado como presencia (o sea, a partir de tiempo), aquello me dio el guiño decisivo, de que el ser está puesto de algún modo oculto en el claro del tiempo. De tal modo que, tiene luego, si ha de ser preguntado por la verdad del ser (es decir, por el claro del ser), plantearse la pregunta según Ser y Tiempo - y puesto que el hombre se halla puesto en una relación destacada con el ser, a saber, en el claro del ser, que de un modo muy oculto es el tiempo mismo, ha de ser preguntado por la relación originaria del tiempo con la esencia del hombre. Por eso es que al comienzo de Ser y Tiempo se trata la temporalidad del Dasein humano. Todas estas preguntas por la temporalidad del hombre, orientadas únicamente hacia la pregunta por el sentido del ser, son, por ejemplo, para un pensador como Kierkegaard por completo extrañas, como lo son del todo desconocidas para toda la filosofía tradicional, y no han sido comprendidas en lo más mínimo hasta ahora, incluso, a pesar de Ser y Tiempo. [Siga escribiendo] Quisiera hacer notar aquí algo muy personal, y es que: con este pensar, en el sentido de la pregunta por la verdad del ser, no se trata en absoluto de un rendimiento especial o de un descubrimiento peculiar de un hombre particular, sino que en la misma pregunta el ser y su misterio fuerzan al hombre de la tierra a su apremio más extremo, a saber, como lo he llamado, le reclaman por el olvido del ser y le fuerzan a la meditación. Para que un hombre pueda estar siquiera un poco a la altura de esta meditación de esta pregunta, se requerirá quizás atravesar por un silencio de dos o muchas décadas. Martin Heidegger Traducción de Breno Onetto, Playa Ancha, 11. de Enero, 2001 Sitio creado y mantenido por Horacio Potel i[i] El texto que ahora reproducimos fue dictado a Jean Beaufret en Septiembre de 1946, durante su primer encuentro con Martin Heidegger en Todtnauberg (en la Selva Negra) como respuesta a muchas preguntas, que Jean Beaufret se hiciera respecto del autor de “Ser y Tiempo”. [J. B., Entretiens avec F. Towarnicki, Paris 1984, p.6 s.] Si bien Jean Beaufret había intentado ya hace algunos años descifrar a Husserl y a Heidegger, Heidegger tiene noticias de Beaufret -como lo testifica una carta del 23. de Noviembre de 1945 [impreso al final de “Lettre sur l´humanisme”, Paris 1964]- recién por dos de sus ensayos [en: Confluences, Nr. 2-6, Lyon 1945], por los que reconoce en él, con todo, de inmediato, a un interlocutor con un oído despierto para su camino del pensar. Este decisivo encuentro, en Septiembre de 1946, pero ante todo la “Carta sobre el Humanismo” dirigida a Jean Beaufret, en Diciembre del mismo año, permitió que surgiera entre ambos un fructífero diálogo, y que perdurara ininterrumpidamente hasta la despedida y separación de Heidegger, el año 1976. El significado de este texto reside, en particular, en que recuerda la pregunta de Heidegger, como fuera planteada y desarrollada, en “Ser y Tiempo”, en dirección al sentido del ser - una pregunta que fuera incesantemente reiterada como pregunta; su exposición que ahora repetimos da un paso en el camino de su preguntar. Jean Beaufret presentó este texto el 29. de Octubre de 1976, como Introducción del Seminario que él diera en invierno de 1976/77, en la Maison des Lettres (en Paris). [Nota de Philippe Clidière]