Abraji - Associação Brasileira de Jornalismo Investigativo Seminário Internacional sobre Direito de Acesso a Informações Públicas Brasília/DF – 29 e 30 de setembro 2003. Painel: Panorama do direito de acesso nas Américas Palestra: O Caso do Peru e de outros países da América Latina Palestrante: Javier Casas Advogado, chefe do Escritório de Acesso a Informação Pública do Instituto Prensa y Sociedad, do Peru Acceso a la Información Pública: Panorama general de lo que ocurre en Sudamérica. En la actualidad, la mayoría de nuestros países nos encontramos en procesos recientes de discusión, elaboración o implementación de leyes de acceso a la información. El nivel de comunicación y consenso regional de las organizaciones civiles involucradas en la discusión de los contenidos mínimos de las normas de acceso a la información está bastante desarrollado, y sus resultados constituyen bases sólidas a partir de las cuales se puede presentar plataformas interesantes de discusión sobre proyectos de leyes con los poderes públicos en cada país. Además, también hay que tomar en cuenta el liderazgo que las asociaciones de medios de comunicación y de periodistas han tomado en el tema, de modo que éstas premian la adopción por un país de legislación concerniente al acceso a la información con cierta dosis de prestigio y popularidad para los políticos que la promueven, mientras que posiciones contrarias son objeto de fuertes campañas mediáticas de rechazo. Desde esta perspectiva, el siguiente panorama abordará primero el proceso en el cual se encuentran los países que aún no han sancionado leyes nacionales de acceso a la información, excepto Brasil, y luego se detendrá a revisar algunos aspectos de cuatro normas interesantes ya vigentes de Colombia, Perú, Chile y la Ciudad de Buenos Aires. Como dije más arriba, nuestros estados se encuentran inmersos en la discusión sobre cuán transparente deben ser. Pero si bien parece evidente que todos han tomado el mismo rumbo, en Paraguay y Bolivia el proceso de discusión de la ley está siendo sometido a un entorpecimiento sistemático por sectores políticos del ejecutivo y del legislativo. Como todos ustedes recuerdan, en 2001 el gobierno paraguayo fue presionado para que el congreso derogase la Ley de Transparencia Administrativa, que se hizo famosa bajo el nombre de “Ley Mordaza” debido a que excluía del escrutinio público información relacionada al uso de determinados fondos por los funcionarios públicos, y además impedía el seguimiento periodístico de casos de corrupción si éstos eran ventilados en los tribunales. En este caso fue vital para conseguir la derogatoria de la ley el rechazo coordinado del Sindicato de Periodistas del Paraguay y algunas organizaciones civiles, a través de los medios de prensa. Pero en la actualidad la presencia mediática del debate se ha debilitado con el estancamiento de la discusión entre dos nuevos proyectos de ley, uno presentado en diputados y otro en senadores, y que se oponen debido a que el segundo propone incluir como información reservada las rentas de los funcionarios públicos en determinados casos, y también relaja el sistema de sanciones administrativas para aquellos que contravienen la ley. En Bolivia el retroceso ha sido similar, pero esta vez fue el mismo presidente de la República, Gonzalo Sánchez de Lozada quien se negó a finales del año pasado a firmar la Ley de Transparencia Administrativa, devolviéndola al congreso con objeciones al procedimiento de elaboración. En la actualidad la facción gubernamental del congreso se niega a debatir el tema nuevamente, bajo el pretexto de que el grave clima de convulsión social que padece Bolivia impone una agenda distinta, cuando justamente el retroceso en el tema de la transparencia informativa es uno de los puntos más criticados del gobierno. De otro lado tenemos el caso de Venezuela que es singular. En ese país el tema del acceso a la información, desde el punto de vista legislativo, no está en la agenda de nadie; ni en la de los políticos, ni en la de los medios de comunicación, y tampoco en la de las organizaciones que defienden derechos civiles. Pero eso no significa que no se solicite con éxito información al estado. Hace muy pocos meses, la ONG Provea logró a nivel de corte suprema una sentencia favorable para obtener importante información de índole militar. De este modo, es importante anotar que en aquellos países en donde no existe iniciativa del ejecutivo o del congreso para implementar normas de acceso a la información y tampoco existe una sociedad organizada para tal efecto, el poder judicial se convierte en la vía natural para reequilibrar el estado de cosas a favor de los individuos, y establecer a través de la jurisprudencia el contenido de conceptos como “seguridad nacional”, “información pública” o “plazo razonable” y específicamente en el caso venezolano, el concepto de “límite aceptable” al acceso a la información, contemplado en su constitución. Otros países, como Uruguay y Argentina, se encuentran bastante avanzados en sus procesos de aprobación de leyes nacionales o federales, toda vez que sus respectivos proyectos de ley ya han sido sancionados a nivel de la cámara de diputados y actualmente están en el senado. En el Uruguay la aprobación ha sido muy reciente, pero en Argentina, para sorpresa de sus impulsores el proyecto se ha detenido más de lo esperado en la cámara de senadores por falta de consenso aunque éstos esperan, sin mucha expectativa es verdad, un cambio favorable con el nuevo gobierno del señor Néstor Kirchner, en vista del impulso que la esposa del presidente, la senadora Cristina Fernández, podría hacer valer en esa cámara. Para terminar esta parte, sólo falta señalar el caso de Ecuador en donde existe un incipiente debate con la presentación muy reciente ante el congreso de un proyecto de ley impulsado por la asociación de medios de prensa escrita. Luego tenemos países en donde existen normas relativas al acceso a la información pública y que son, en mi opinión, puntos de referencia para entablar un debate sobre el tema. Se trata de la ley colombiana número 57 de 1985, la ley peruana 27806, que son de ámbito nacional, la ley 104 de la Ciudad de Buenos Aires, que también específica pero de ámbito territorial restringido, y la ley chilena 19.653 que es una enmienda a la Ley de Bases Generales de la Administración del Estado. Estas cuatro normas presentan características comunes y otras particulares. El primer elemento común a estas normas es el reconocimiento de que el derecho al acceso a la información es un derecho humano. De ello se deriva el segundo elemento común, el principio de inmotivación de las solicitudes de información pública, también presente en estos cuatro casos. La información que es considerada de acceso público no puede restringirse a nadie sin que ello implique una degradación de la dignidad de la persona, toda vez que se vulnera al mismo tiempo su libertad de expresión, pensamiento y opinión. En este punto es importante recalcar que la nacionalidad del solicitante, ni ninguna otra condición, le puede ser opuesta ante el ejercicio de ese derecho. Diversos proyectos de ley se refieren al acceso a la información pública como un derecho de los ciudadanos y de las personas indistintamente, creando confusión en vista de que el primer concepto es más restrictivo que el primero. Toda persona de cualquier nacionalidad debe tener acceso a la información pública de cualquier estado. También hay que añadir que no es indispensable una mención expresa en las constituciones nacionales para que el estado reconozca ese derecho ya sea a través de jurisprudencia o a través de leyes. Por ejemplo, la constitución chilena no menciona expresamente ese derecho, lo que no ha impedido al ejecutivo modificar su ley referente a la carrera administrativa. Bolivia tampoco tiene una mención expresa al derecho, y el congreso elaboró una ley de acceso a la información. El tercer elemento común es la consagración del principio de publicidad de los actos del estado. Esta regla general puede establecerse desde dos enfoques; como una obligación del estado en donde - cito la norma chilena - la función pública se ejercerá con transparencia, de manera que permita y promueva el conocimiento de los procedimientos, contenidos y fundamentos de las decisiones que se adopten en ejercicio de ella, o como un derecho humano por la cual - cito la ley de Buenos Aires - toda persona tiene derecho, de conformidad con el principio de publicidad de los actos de gobierno, a solicitar y a recibir información completa, veraz, adecuada y oportuna, de cualquier órgano perteneciente a la administración central, descentralizada, Empresas y Sociedades del Estado, etc. Junto al principio de publicidad las leyes acceso a la información deben señalar los casos excepcionales en los cuales el estado puede negar información a una persona. Sin una delimitación rigurosa de lo que se clasifica como secreto, se le sustrae contenido al derecho. Si la legislación permite que de manera arbitraria el estado clasifique una u otra información como secreta, sin adecuarse a parámetros preestablecidos, la única consecuencia es que las entidades tenderán a restringir el ámbito de lo público. Entre las cuatro normas que estamos revisando hay ejemplos de uno y otro caso. La ley chilena establece el principio de publicidad de los actos de la administración, pero al mismo tiempo autoriza a todas las entidades públicas a señalar a través de un reglamento qué información es reservada. Tal es así que de acuerdo con los reportes del Instituto Prensa y Sociedad en Chile, son cada vez mayores los ámbitos que se restringen al dominio público. Por el contrario, la constitución y la ley peruanas prohíben expresamente que se establezcan restricciones a la información pública a través de una norma de inferior jerarquía a una ley del congreso. La ley colombiana se expresa en idéntico sentido. Sobre el plazo para entregar información, el principio rector es que éste debe ser corto, de tal modo que una excesiva demora por parte de la administración no se convierta en una forma de restricción al ejercicio del derecho. Los plazos en Colombia y Chile son menores que los de Argentina y Perú en donde el procedimiento señala una doble instancia administrativa, lo cual no es recomendable. El plazo más largo es el peruano que puede llegar hasta los 22 días hábiles, si es que el solicitante cumple rigurosamente con el procedimiento. El silencio administrativo también varía en cada país, pues, por ejemplo, en Perú, Chile y Argentina el solicitante debe considerarlo negativo ya sea para recurrir a la segunda instancia o para agotar la vía administrativa. En Colombia el silencio es positivo y la administración tiene tres días para entregar la información. Para terminar quisiera referirme a las garantías judiciales del acceso a la información pública. Me refiero a la acción de hábeas data en Perú, a la acción de amparo en Chile y Argentina, y a la acción de tutela en Colombia. En la medida que se le otorga al estado la capacidad de restringir objetivamente un derecho humano, como es el de información, toda persona puede recurrir al juez natural y exigir que revise cualquier decisión administrativa de ese tipo, apelando a una suerte de “presunción de ilegalidad” del uso de esa capacidad. Es por ello que, para garantizar la vigencia del derecho, no basta una buena norma sino también un juez que pueda crear jurisprudencia en base a ella.