15/06/2003 ¿A QUIÉN DAMOS NUESTROS DATOS? El respeto de nuestra intimidad depende del valor que le demos a la hora de facilitar las señas personales. Tenemos derecho a conservar el control de nuestro entorno y evitar un uso inadecuado Comunicar nuestros datos personales a extraños se ha convertido en algo tremendamente habitual. Estamos acostumbrados a dar el nombre, dirección y estado civil y a responder sobre nuestros gustos y aficiones bajo el señuelo de algún sorteo. A veces los ordenadores necesitan alimentarse de estas señas para "pasar la pantalla" o, incomprensiblemente, parecen imprescindibles para que una tienda acepte el cambio de un producto. Nuestro anonimato es ilusorio. Los buzones y cuentas de correo electrónico rebosantes de publicidad, las visitas a domicilio o las llamadas telefónicas ofreciendo productos o servicios alertan del trasiego de datos. Si irrumpen en horas que, en un hogar normal, se consideran de actividad familiar, o contienen mensajes pregrabados, quizá nos quedemos con las ganas de preguntar por qué nos han elegido o de dónde tomaron nuestras señas. Las campañas de márketing seleccionan a sus destinatarios en función de su edad, sexo, estado familiar, preferencias o nivel adquisitivo. Aun así, existen consecuencias más perjudiciales porque los datos arrojan información valiosa en manos de bancos y aseguradoras o de empresas en demanda de empleo, que nos podrían denegar peticiones o servicios en función de nuestra solvencia o volumen de compras. Las multinacionales, compañías aéreas, hospitales o departamentos de recursos humanos manejan información personal y los medios informáticos que gestionan los ficheros permiten cruzarlos con otros, obteniendo una información nueva que la persona no sospecha por la sencilla razón de que nunca la facilitó. Poner el acento sobre esta realidad no es un divertimento de paranoicos. La protección de datos es un derecho fundamental recogido en la Constitución y la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, desarrollado en España por la ley orgánica de protección de datos. Pero, además, esta información es un activo empresarial importante y genera un negocio lucrativo al que suelen colaborar gratuitamente quienes carecen de elementos para valorar las advertencias legales que, en letra diminuta, figuran en los cuestionarios. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 1 Creemos que falta una adecuada sensibilización de la sociedad civil, una cultura de la intimidad, basada en la difusión de los riesgos del uso inadecuado de los datos personales y en el conocimiento de los derechos. Para conservar el control sobre nuestro entorno tenemos derecho a no ser tratados sobre perfiles obtenidos de forma técnica y selectiva. Sin embargo, el uso de los datos puede ser necesario y lícito: las compañías de telecomunicaciones los necesitan para dar servicio, facturarlo y cumplir su contrato con los clientes. Pero las personas tienen derecho a saber si sus datos se incorporan a un fichero, cuáles se registran, a quién se ceden, para qué se usan y cómo puede evitarse. Sólo así se hallan en condición de calibrar si les conviene suministrar datos superfluos para merecer un servicio, una información o la tarjeta de un supermercado. Además, cuando los datos son públicos, es evidente la pugna de intereses entre consumidores y empresas del sector. En general, estos datos públicos pueden usarse sin permiso y entonces la molestia se traslada a la persona, que debe oponerse o apuntarse en una lista de exclusión (las famosas listas Robinson). Vista la situación, es importante seguir el proceso de elaboración del futuro censo promocional. Este listado, que la Administración podrá editar y vender a quien desee mandar publicidad, sólo debería incluir a los ciudadanos que den su conformidad expresa. De momento, las leyes más recientes, como la ley de servicios de la sociedad de la información (LSSI) o el reglamento de telecomunicaciones, sólo prohíben las comunicaciones comerciales no solicitadas a través del correo electrónico o medios equivalentes, considerados agresivos (llamadas pregrabadas, mediante móvil o fax). Los medios han acuñado una expresión, la confianza, que parece el condicionante del desarrollo económico. Uno de sus ingredientes es una política de protección de datos personales que involucre a todos los agentes sociales. Legislar es necesario pero, en un mundo globalizado donde los poderes públicos corren el riesgo de verse desbordados, es imprescindible la concienciación, una información suficiente y veraz y el compromiso de instituciones y empresas. El respeto de la intimidad depende del valor que le confieran los propios interesados. En realidad, éste es el substrato de cualquier libertad. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C 28015 Madrid Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 2