A C U E R D O

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 7 de setiembre de
2005,
habiéndose
dispuesto
en
el
siguiente
orden
establecido,
Acuerdo
de
de
2078,
votación:
que
conformidad
deberá
doctores
con
observarse
Soria,
lo
el
Roncoroni,
Negri, Pettigiani, Kogan, Genoud, se reúnen los señores
jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario
para pronunciar sentencia definitiva en la causa L. 92.508,
"Montenegro,
Jorge
Alberto
contra
Municipalidad
de
la
Costa. Enfermedad accidente".
A N T E C E D E N T E S.
El Tribunal del Trabajo de Dolores rechazó la
demanda deducida por Jorge Alberto Montenegro contra la
Municipalidad de la Costa, en la que pretendía el cobro de
indemnización
por
incapacidad
derivada
de
enfermedad
accidente en los términos de los arts. 1109, 1113 y 512 del
Código Civil, con costas a la parte actora.
Esta
dedujo
el
recurso
extraordinario
de
inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y hallándose la
causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte
decidió plantear y votar la siguiente
C U E S T I O N
¿Es
fundado
inaplicabilidad de ley?
el
recurso
extraordinario
de
V O T A C I O N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Soria dijo:
I. El actor Jorge Alberto Montenegro demandó a la
comuna
empleadora
en
reclamo
de
indemnización
por
incapacidad derivada de la hipertensión severa que padece,
y
que
adujo
haber
contraído
como
consecuencia
de
la
realización de tareas pesadas, así como de las condiciones
laborales
desfavorables
y
de
continuo
estrés
en
que
se
desempeñaba (fs. 15/17).
El tribunal del trabajo desestimó la demanda con
base en la definitoria comprobación del carácter inculpable
y
no
atribuible
demandada,
de
conclusión
ésta
a
la
las
tareas
dolencia
que
reposa
desempeñadas
que
en
incapacita
el
dictamen
para
la
al
actor,
del
experto
médico, de cuyos términos consideró no debía apartarse,
atento
la
ausencia
de
elementos
que
así
lo
indicaran
(vered. fs. 270 y vta.).
II.
La
parte
actora
deduce
el
recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia
infracción de los arts. 163 inc. 5, 375, 385 y 474 del
Código Procesal Civil y Comercial y 12, 37, 40 y 44 inc.
"d" de la ley 11.653. Afirma que la sentencia es absurda
porque
centró
su
fundamentación
en
los
términos
de
un
dictamen pericial médico carente -a su juicio- de rigor
científico.
Alega,
por
otra
parte,
que
el
tribunal
no
analizó las respuestas dadas por el perito a la impugnación
formulada,
y
en
este
sentido
-añade-
omitió
evaluar
la
afirmación del experto en lo relativo a que los trabajos de
esfuerzo
actor-
en
pacientes
pueden
con
provocar
hipertensión
un
accidente
severa
-como
cerebrovascular
el
o
infarto de miocardio, tal como sucedió al accionante (fs.
307).
Sostiene,
asimismo,
que
no
fue
considerado
el
estrés laboral como generador de alteraciones patológicas
del tipo de la padecida por el actor, para agregar en tal
sentido que el tribunal prescindió de las facultades cuyo
ejercicio le confiere el art. 12 de la ley 11.653 a los
fines de obtener el debido esclarecimiento de los hechos
ventilados en la causa. En ese mismo orden, agrega que el
juzgador
omitió
considerar
los
distintos
episodios
padecidos por el demandante durante su prestación laboral.
Aduce, en síntesis, que frente a la indicación de realizar
tareas
livianas
atendieron,
por
éstas
parte
no
de
fueron
los
facultativos
proporcionadas
que
por
lo
la
empleadora, actitud en la que, sumado a la realización de
tareas
de
esfuerzo
y
estresantes,
se
sustenta
la
responsabilidad que le atribuye.
III. El recurso no puede prosperar.
1. Corresponde advertir, de manera inicial, que
el actor imputó responsabilidad subjetiva y objetiva a la
comuna demandada en los términos de los arts. 1109 y 1113
del
Código
Civil.
Denunció
así,
que
la
hipertensión
arterial severa que padece -de la que tomó conocimiento con
fecha 27-V-1996 y fue notificada la demandada el 4-VI-1996la adquirió como consecuencia del desempeño de tareas que
genéricamente
invocó
como
determinantes
de
esfuerzos
físicos -al tener que manipular elementos de considerable
peso-
de
estrés
elementos
-responsabilidad
sometidos
a
su
en
el
control-
cuidado
maltrato
de
de
los
sus
compañeros, temor a perder el empleo, modalidades a las que
adunó las condiciones climáticas desfavorables de la zona
(ver demanda fs. 15 vta./16).
Sostuvo que la empleadora desoyó la recomendación
efectuada por la junta médica en lo relativo a la necesidad
de
adjudicarle
al
actor
tareas
livianas,
y
que
dicha
omisión, representativa de un claro incumplimiento de las
obligaciones previstas -en el marco del deber de seguridadpor las normas de seguridad e higiene laboral, se erige
como
sustento
del
factor
subjetivo
de
atribución
de
la
responsabilidad civil extracontractual.
La
formulando
parte
una
demandada
negativa
repelió
general
de
la
las
propuesta
condiciones
laborales invocadas por el actor y la realización de las
tareas
que
denunció,
así
como
que
a
éstas
pudiere
atribuirse
la
dolencia
que
padece
la
que
consideró
de
denotan
la
carácter o naturaleza inculpable (fs. 52/53).
2.
Dos
aspectos
del
recurso
improcedencia
sustanciales
en
examen,
vinculados,
el
primero, con la falta de demostración del absurdo que se
adjudica en torno a la ponderación axiológica efectuada por
el tribunal de grado, y el segundo, y fundamental, con la
ausencia
de
presupuestos
acreditación
que
responsabilidad
-extremo
permitan
civil
a
tener
su
cargo-
por
extracontractual
de
los
verificada
la
invocada
como
fundamento de la pretensión indemnizatoria introducida en
la demanda.
a. Respecto de la primera de tales deficiencias,
cabe recordar que en lo concerniente a la valoración de las
pruebas
los
sistema
de
tribunales
gozan
apreciación
"en
-conforme
el
registro
conciencia"-
de
del
amplias
atribuciones, de suerte que a los fines de obtener una
descalificación de las conclusiones emitidas en ejercicio
de
aquéllas
razonamiento
es
necesario
absurdo
o
demostrar
el
grave
la
existencia
desencuentro
de
con
un
las
constancias objetivas que resultan de la causa.
En
tal
sentido
tiene
dicho
esta
Corte
que
la
evaluación del material probatorio, y específicamente lo
atinente al mérito y fundamento de la pericia médica, como
la determinación de las circunstancias fácticas que en cada
caso concurren, constituyen el ejercicio de una atribución
privativa
del
tribunal
del
trabajo,
insusceptible
de
revisión en la instancia extraordinaria, salvo absurdo que
debe ser eficazmente demostrado por quien lo invoca (conf.
causas L. 67.515 sent. de 4-V-1999; L. 66.525 sent. de
3-XI-1999; L. 71.644 sent. de 28-III-2001; L. 76.278 sent.
de 2-IV-2003).
En el caso, el perito médico dictaminó que la
hipertensión
severa
que
padece
el
actor
es
de
carácter
inculpable y, por lo tanto, que no es atribuible a las
tareas desarrolladas para la demandada (fs. 247 vta.). Al
dar respuesta a la impugnación de la parte actora aclaró
que no es aconsejable la realización de tareas pesadas o de
gran esfuerzo que impliquen riesgo de generar accidente
cerebrovascular o infarto de miocardio (fs. 251/vta.).
De manera que si bien las afirmaciones del perito
-impugnadas o no- no cancelan la facultad del tribunal del
trabajo para efectuar la ponderación de las circunstancias
del
caso,
porque
sus
conclusiones
carecen
de
efectos
vinculantes, es lo cierto que el dictamen médico constituye
el
medio
más
apto
para
determinar
la
etiología
y
características de la dolencia que afecta al trabajador
(conf. causa L. 62.544, sent. de 23-II-1999).
No cabe duda que las facultades privativas que
los tribunales del trabajo tienen para valorar el mérito y
fundamento de la pericia médica no convalida un ejercicio
arbitrario
de
esta
atribución
jurisdiccional,
ni
puede
llevar a prescindir de las consecuencias de un apartamiento
infundado del contenido de tal elemento probatorio, máxime
cuando el pronunciamiento se apoya en el mencionado parecer
técnico. En todo caso, la desestimación de las conclusiones
de
los
expertos
fundada
(conf.
debe
causa
ser
L.
razonable
77.914,
y
científicamente
sent.
de
2-X-2002),
particularmente, en cuanto se refiere al diagnóstico y la
etiología
de
la
enfermedad
que
invoca
padecer
el
trabajador, a cuyo respecto la evaluación médica es, en
principio,
el
medio
más
idóneo
y
eficaz
para
su
determinación, dado el saber científico necesario para ello
(conf. causa L. 75.670, sent. de 21-V-2003).
Por lo tanto, no demuestra el recurrente, con el
criterio discrepante que exhibe y el endeble apoyo de una
afirmación genérica formulada por el médico en respuesta a
un también genérico interrogante, apartado de la situación
fáctica
acreditada
en
el
caso
-y
en
esta
circunstancia
reposa el déficit técnico del recurso- que las conclusiones
del fallo respecto del origen inculpable de la dolencia que
padece el actor, sean descalificables por absurdo (art.
279, C.P.C.C.). Antes bien, reconocen como sustento las
propias expresiones del experto que intervino en la causa.
Por otra parte cabe agregar que las facultades
que
otorga
al
tribunal
de
grado
el
art.
12
de
la
ley
11.653, cuya inaplicación invoca el quejoso, no constituyen
sucedáneo de la deficiente o adversa actividad probatoria
de las partes. Sobre el particular tiene dicho esta Corte
que sin perjuicio de la amplitud de tales atribuciones, la
facultad de ordenar medidas para mejor proveer no configura
una
obligación
legal
que
deba
observar
o
imponerse
al
juzgador (conf. causas L. 60.494, sent. de 9-II-1999; L.
73.884,
sent.
de
5-XII-2001),
ni
de
sus
potestades
instructorias o de investigación puede inferirse que las
partes estén relevadas de demostrar los extremos en que
fundan sus pretensiones, ya que son ellas quienes tienen la
carga de aportar la prueba de sus afirmaciones o en caso
contrario,
soportar
las
consecuencias
de
omitir
ese
imperativo en el propio interés (conf. causas L. 69.516,
sent. de 1-XII-1999; L. 78.030, sent. de 2-VII-2003).
b.
Sin
perjuicio
de
lo
expuesto,
conviene
destacar que lo que resulta sustancial en el caso es la
falta de acreditación de las tareas a cuya realización se
atribuyó
relación
de
causalidad
con
la
dolencia
incapacitante que padece el actor -anteriores o posteriores
a la recomendación de realizar tareas livianas- y, por lo
tanto, del factor con el que se vinculó la responsabilidad
civil imputada a la demandada.
Cabe
advertir
al
respecto
que
la
prueba
testimonial fue desistida (ver acta de vista de causa, fs.
268 vta.) dejando despojado de sustento fáctico -más que el
derivado
de
las
propias
afirmaciones
contenidas
en
los
escritos de demanda y recursivo- el nexo de causalidad a
partir del cual pretende encauzar el reclamo fincado en la
supuesta responsabilidad extracontractual de su empleador.
Ni la originaria realización de las tareas o su modalidad,
ni su continuidad posterior a la indicación de prácticas
livianas, fue demostrado en autos.
Más allá de que pueda admitirse como válida la
imprecisa invocación formulada en la demanda respecto al
esfuerzo o nocividad -en términos de estrés- de las tareas
cuya realización denunció el actor, aquéllas -menos aún sus
características- no contaron con efectiva acreditación en
autos, inobservando de tal modo una tarea cuya carga le
incumbía
en
consecuencia
virtud
de
la
de
la
necesaria
imposición
nacida
determinación
como
de
los
presupuestos en los que se sustenta la acción y de la
negativa formulada por su oponente (art. 375, C.P.C.C.).
El demandante ejercitó la opción por la acción
fundada en el derecho civil y en este ámbito o encuadre
normativo no es siquiera dudoso que, para la procedencia de
la pretensión destinada a obtener el resarcimiento integral
de los daños y perjuicios invocados, debía acreditar la
configuración
de
los
factores
de
la
responsabilidad
atribuida a la demandada: a) en el plano objetivo (art.
1113, Código Civil), el carácter riesgoso de la cosa y su
incidencia en el daño causado, es decir que el daño obedece
al
riesgo
o
vicio
de
la
cosa
-luego
también
que
el
empleador es el dueño o guardián de la misma- (conf. causa
L.
80.086,
sent.
de
1-IV-2004),
o
bien
de
qué
modo,
eventualmente -y en una propuesta de mayor amplitud, tal y
como se impone en los términos de la doctrina legal en
vigencia-
pudo
haber
adquirido
el
referido
carácter
la
actividad laboral, para constituirse en factor de causación
del
daño
causas
L.
en
el
marco
80.406,
del
citado
"Ferreyra",
precepto
sent.
de
legal
(conf.
29-IX-2004;
L.
72.336, "Iommi", sent. de 14-IV-2004); b) y en lo que a la
responsabilidad
subjetiva
concierne
(art.
1109
Código
Civil), la culpa o negligencia del principal, vale decir,
la
inejecución
de
una
obligación
en
nexo
de causalidad
adecuada respecto del daño (conf. causas L. 45.746, sent.
de 4-VI-1991; L. 73.197, sent. de 8-VI-1999, L. 77.453,
sent. de 8-VII-2003).
c.
Cabe
concluir
que
en
el
caso,
al
señalado
déficit técnico del recurso -vinculado al ineficaz ataque a
la valoración probatoria- se suma -y cobra definitorio y
máximo relieve- la falta de acreditación de las condiciones
laborales
invocadas
por
el
actor
o
la
modalidad
en
el
desempeño de la prestación susceptible de generar un nexo
de causalidad con la dolencia incapacitante que lo afecta
(conf. causa L. 58.367 sent. de 8-VII-1997). Tampoco se
vislumbra como consecuencia de lo anterior, la continuidad
en la prestación de tareas que resultaran perjudiciales
para su salud a partir de la realización de la junta médica
en el mes de junio de 1996 ni, eventualmente, la incidencia
de
dicho
factor
en
el
agravamiento
de
una
dolencia
ya
desatada y definida para esa fecha.
IV. Por todo lo expuesto, propongo el rechazo del
recurso deducido, con costas (art. 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
Los señores jueces doctores Roncoroni y Negri,
por
los
mismos
fundamentos
expuestos
por
el
señor
Juez
doctor Soria, votaron también por la negativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Pettigiani dijo:
Adhiero al voto del doctor Soria excepto en la
hermenéutica que, si bien por vía de hipótesis, plantea
respecto del art. 1113 del Código Civil, en virtud de la
cual considera viable incorporar a la actividad laboral
como factor de causación del daño en la conceptualización
de la cosa a que alude el citado dispositivo legal.
Sin
perjuicio
de
no
desconocer
la
opinión
coincidente de varios miembros de este Tribunal que han
concitado
la
mayoría
-sin
mi
intervención-
en
los
precedentes citados por mi distinguido colega doctor Soria
-registrados
como
L.
80.406,
"Ferreyra"
y
L.
72.336,
"Iommi"- en el sentido de propiciar que la noción "riesgo"
como factor de atribución de responsabilidad civil amplíe
sus límites incluyendo la "actividad" propia del desempeño
laboral del trabajador, he participado de la interpretación
doctrinaria acuñada anteriormente por esta Corte, en orden
a que si bien no corresponde circunscribir el carácter de
cosa al concepto que enuncia el art. 2311 del Código Civil,
la tarea realizada por el dependiente no puede enmarcarse
dentro de la definición de cosa productora de riesgo a que
se refiere el art. 1113 del mismo cuerpo legal (conf. causa
L. 56.413, sent. del 8-VIII-1995).
He
empleada
por
sostenido
el
al
artículo
respecto
citado
en
que
dicha
último
locución
término
no
establece un sistema de responsabilidad que contemple el
denominado
riesgo
de
autoridad
o
profesional,
sino
que
recepta la responsabilidad fundada en el riesgo creado que
se aplica solamente a los casos en que media intervención
de una cosa, pero que no se extiende a supuestos diferentes
ni, como se señaló, lo constituye el trabajo desempeñado
por
el
dependiente
(conf.
causa
L.
67.051,
sent.
del
9-II-2000).
Sin embargo, y a todo evento, considero que el
caso
de
autos,
en
que
la
cuestión
ha
sido
sólo
tangencialmente abordada, no configura el marco adecuado
para realizar una toma de posición al respecto.
Con el señalado alcance, adhiero en lo demás al
voto del colega preopinante y doy el mío por la negativa.
Los señores jueces doctores Kogan y Genoud, por
los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votaron
también por la negativa.
Con
lo
que
terminó
el
acuerdo,
dictándose
la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se
rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
traído; con costas (art. 289, C.P.C.C.).
Notifíquese y devuélvase.
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