Escondida: “perder perder” Rafael Mies M., Ph.D. Profesor Titular de la Cátedra de Capital Humano Embotelladora Andina ESE - Escuela de Negocios, Universidad de los Andes No deja de llamar la atención el acuerdo generalizado que existe acerca del pobre desenlace de la negociación colectiva en la Minera Escondida. Este proceso ha sido para todos los actores algo doloroso que además ha revivido viejas polémicas, como son los aparentes conflictos entre el capital y el trabajo y la dimensión ética de las ganancias económicas de la empresa privada. Hace un par de años disfrutábamos del estreno de la película “Una Mente Brillante” donde se otorgaba el premio Nobel a John Nash, un profesor esquizofrénico que se hacía merecedor de tal galardón por haber destruido el antiguo paradigma “Ganar - Perder”. Se trataba éste de un convencimiento de la teoría económica que sostenía que toda ganancia siempre era a costa de una pérdida similar en otro sector o actor de la economía. Nash demostraba matemáticamente lo contrario, es decir que se podían dar escenarios donde ante una acción económica el fruto final fuera una mayor ganancia para todas las partes. A esto se le llamo el “Ganar - Ganar” una verdadera evolución económica y ética que rápidamente se instaló en muchos como la manera correcta de enfrentar negociaciones o proyectos económicos. Lejos de las demostraciones de Nash, la solución de Escondida parece ni siquiera satisfacer un “Ganar-Perder” (propio del óptimo de Pareto y de la antigua teoría económica) y más bien aparece como un claro: “Perder-Perder”. En efecto, perdió el país una producción de cobre que jamás será vendida, perdió en impuestos y ganancias fiscales. Perdió la empresa en varios aspectos: partiendo si se quiere por lo menos valorados, como sus legítimos derechos a percibir ganancias. Pero además, se dañó un activo fundamental como es el clima de trabajo y la confianza mutua construida durante años con su fuerza laboral -resulta claro que tanto a la empresa como a sus colaboradores les llevara tiempo recomponer las confianzas mutuas y los niveles de compromisos anteriores a la negociación. Hay más actores que también pierden, principalmente pierden las pymes, tanto sus empresarios como trabajadores. Los empresarios que hoy se manifiestan asustados de lo que pasó y restringen la inversión en capital humano y los trabajadores que al ver los altos niveles de sueldo de los mineros se sienten desmotivados en su propia fuente de trabajo. El presidente de Escondida ha hecho un público “mea culpa” acerca de la incapacidad de su empresa para comunicar mejor los beneficios que Escondida ofrece a sus trabajadores. Por otra parte, ha llamado la atención acerca de los riesgos de personas inexpertas asesorando una negociación colectiva. Ambas situaciones nos permiten una reflexión final acerca de nuestra visión de la administración del capital humano en la organización. Es imperativo que las áreas de recursos humanos sean capaces de construir una relación de confianza con todos en la organización, de modo de llegar ellos mismos a ser los mejores socios de su fuerza de trabajo y evitar que situaciones como las vividas en Escondida se repitan. Publicado en la "Columna de Recursos Humanos", Diario Financiero. Septiembre 2006