142 La guerra en el aire y la Aviación extranjera* Antecedentes Tras la invención del aeroplano por los hermanos Wright en el año 1903, la utilización de tan maravillosa máquina en acciones de guerra no sólo era previsible sino inevitable. Ya había ocurrido con los globos, al crear el ejército francés un parque aerostático y utilizar por primera vez, en el año 1794, el globo1 en la batalla de Fleurus para la observación de movimientos de tropas y corrección de tiro de la artillería. F a En la década 1903-1913, el aeroplano sufrió mejoras suficientes para que pudiera ser utilizado con fines bélicos y así, en el conflicto ItaloTurco fueron lo italianos los primeros en emplear el aeroplano como aparato de guerra2. A finales de octubre de 1911 los capitanes Piazza y Moizo habían realizado varios vuelos de reconocimiento para que, el 1 de noviembre, el teniente Gavotti3 desde un avión de construcción alemana, el Etrich, arrojara sobre posiciones turcas en Libia las primeras cuatro bombas de picrato de potasio. Los oficiales citados estaban bajo el mando de Giulio Dohuet. El empleo del aeroplano en misiones de observación y de bombardeo por parte del ejército italiano llegó a adquirir tanta importancia que muy poco después, años 1912 y 13, los búlgaros lo utilizaron contra los turcos en Andrinópolis y ya, imparablemente, los turcos adquirieron también los aeroplanos para ser utilizados en misiones de guerra4. Por aquellas fechas, el ejército español contaba ya con una sección de Aerostación (globos) adscrita al arma de Ingenieros Militares con base en Guadalajara y, desde el año 1911, un nuevo Servicio de Aviación con residencia en Cuatro Vientos5. La revista Memorial de Ingenieros, de publicación mensual, estuvo muy pendiente de los adelantos relacionados con los aeroplanos, por lo que los profesionales estuvieron siempre bien informados de los progresos del aeroplano en las cuestiones bélicas. Cuando en octubre del año 1913 el Gobierno español decidió enviar su flota de aeroplanos militares al Norte de África6 para ser utilizados en operaciones de guerra, los profesionales de aquella 1ª Escuadrilla Expedicionaria sabían que iban emplear los aviones en acciones ofensivas y conocían perfectamente la utilización que de los aeroplanos habían hecho los italianos, búlgaros y turcos. El primer lanzamiento de bombas, a mano y sin visor de puntería, realizado por un avión militar español, tuvo lugar sobre el poblado de Ben Karrik el día 17 de diciembre de 1913 desde un avión Lohner pilotado por los capitanes Eduardo Barrón y Ramos de Sotomayor y Carlos Cifuentes Rodríguez. Se lanzaron «proyectiles de caída para arrojar desde aeroplanos» de 10 kilos, fabricados en Alemania por la casa Carbonit. Quizás con excesiva vehemencia, se ha llegado a escribir que España fue la primera nación que lanzó bombas desde un avión, debiéndose corregir esta desmesurada afirmación para dejarla en sus justos términos, ya que España sólo empleó el avión en acciones ofensivas después de los italianos, los búlgaros y los turcos. Se podría aceptar, eso sí, que fue la primera en utilizar bombas especialmente diseñadas para ser lanzadas desde aeroplanos, bombas fusiformes específicas de aviación y que, poco después, empleó el lanzabombas y el visor de puntería. La Aviación extranjera o aliada La aviación militar experimentó un notable progreso durante el Javier Criado 143 Primero bombardeos. Aviones Lohner y bombas Carbonit. En la foto los capitanes barrón y Cifuentes. (Foto IHCA) El primer conflicto en el que intervino España contando con la colaboración de una aviación aliada, fue el desembarco aeronaval de Alhucemas en el año 1925. En la planificación de esta operación, el Mando tuvo en cuenta el único precedente conocido respecto al empleo de aviación en apoyo (en este caso mínimo) a la infantería de marina durante el desembarco de tropas aliadas en la península de Gallipolis, hoy Gelibolu (Turquía). Tras la conferencia hispano-francesa del mes de julio de 1925 las altas partes acordaron que Francia aportaría, en la ofensiva que España tenía previsto realizar en el territorio marroquí, un número a determinar de barcos de guerra y una escuadrilla de aviones del tipo Farman Goliath, que intervinieron en labores de reconocimiento y fotografía de las posiciones enemigas. No sería hasta la guerra civil de 1939, cuando la aviación militar española actuó aliada con aviaciones extranjeras. Aviaciones extranjeras funcionaron como aviaciones aliadas en los distintos bandos contendientes. Los sublevados recibieron material militar italiano, no sólo aeronáutico, llegando de Italia los primeros aviones Savoia el mes de julio de 1936. El grueso de los aviones aportados por Italia a lo largo de la guerra fueron los bombarderos Savoia-81 y 79 y los cazas Fiat CR-32, aunque hubo otros modelos de menor importancia militar que llegaron en menor cuantía. Por supuesto que los aviones italianos vinieron acompañados por un importante número de pilotos y personal auxiliar que formaron lo que se conoció como Aviación Legionaria, nombre muy apropiado dado que estaban legalmente adscritos a La Legión y porque incluso en sus emblemas figuraban las armas del citado cuerpo. Por su parte, los alemanes inicialmente aportaron los bombarderos Junkers-52 y Heinkel-111 y los cazas Heinkel-51 y, en una segunda etapa, los efectivos de la Legión Cóndor F a desarrollo de la 1ª Guerra Mundial en la que operaron, como aviaciones aliadas, las distintas formaciones en liza. España, que se mantuvo neutral, de alguna forma se benefició de las mejoras técnicas del material de aviación militar así como en lo que al empleo del arma se refiere ya que, a partir del año 1921, dispuso de la doctrina que Dohuet había dado a conocer en su famoso trabajo El dominio del aire7. La guerra en el aire y la Aviación extranjera Junkers-52 en acción con la barquilla desplegada. (Foto IHCA) con bombarderos Junkers-52, Heinkel-111 y Dornier-17, el cazabombardero Junker-87 «Stuka», el hidro He-59 «Zapatones» y el caza Messerschmitt-109, otros aviones de menor importancia militar que equiparon pequeñas unidades y material de artillería, sobre todo antiaérea. suministrar el material bélico. En cuanto a los aviones, envió aviones Polikarpov I-15 «Chato», el I-16 «Mosca o Rata» y el RZ «Natacha» F a Los alemanes utilizaron los emblemas y distintivos españoles y, al igual que los italianos, el material de vuelo alemán vino con las dotaciones de personal volante necesario así como un segundo escalón de mantenimiento y personal auxiliar, aunque paulatinamente fueron adiestrando en el manejo de sus aviones a personal español. Por su parte, la Republica, debido a la actitud de de no intervención declarada por Inglaterra y Francia, adquirió como pudo algunos aviones por medios de sociedades interpuestas, recurriendo finalmente a Rusia que, en ese momento, aceptó Polikarvo I-16 «Mosca» y también «Rata». más los bombarderos Tupolev SB-2 «Katiuska». Los tripulantes rusos evitaron cualquier signo que les identificara, de tal modo que no Javier Criado ostentaron en sus uniformes y monos de vuelo distintivos de empleo ni emblemas. Cuando finalizó la guerra, el Gobierno organizó una gran parada aérea en homenaje a las tres aviaciones aliadas. Celebrada en Barajas el día 12 de mayo de 1939, contó con la asistencia de sus Jefes y del Jefe del nuevo estado, se impusieron condecoraciones y el general Alfredo Kindelán leyó un discurso que tituló Despedida a la Aviaciones Aliadas. En el pequeño desfile de las tropas ante la tribuna presidencial, llamó poderosamente la atención la formación alemana que desfiló al paso de la oca. Comentario final Para cerrar esta breve charla, retomo la frase que da título a este curso «La Guerra Civil. El difícil ejercicio de reconstruirla.» para manifestar que, en lo que se refiere a las aviaciones enfrentadas y por supuesto las aviaciones extranjeras aliadas en ambos bandos, su intervención en la Guerra Civil está razonablemente reconstruida si bien, como todos sabemos, en materia histórica no se puede descartar que afloren nuevos documentos en temas concretos. Aunque sin duda existe un buen número de obras publicadas en relación con la guerra en el aire y la aviación extranjera en España, disponemos del monumental trabajo de investigación realizado y dado conocer en la obra del general Jesús Salas Larrazábal, Guerra Aérea 1936-39, 4 volúmenes, donde se puede consultar prácticamente todo lo relativo a la Guerra Civil desde el aire, incluyendo cuadros con el personal participante, material utilizado, bajas en ambos bandos y otros asuntos capitales sobre la contienda. Bibliografía Mario E. del Monte, La Guerra Italo-Turca 1911-12, Maucci Hermanos Editores, Buenos Aires, 1912; Alfredo Kindelán, Despedida a la Aviaciones Aliadas, Heraldo de Aragón, Zaragoza, 1939; José Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica española, vol.I, Prensa Española, Madrid, 1946; John W. R. Taylor and Kenneth Munson, History of Aviation, Crown Publishers, Inc., N. York, 1972; Cesar Falessi/Maurizio Pagliano, Storia fotografica dell’aviazione Debo decir, finalmente, que el Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, institución que me honro en dirigir, inició en el año 1983 la difícil tarea de reconstruir la participación de las aviaciones militares enfrentadas en la Guerra Civil a través de trabajos serios y bien documentados, publicados en las revistas de Aeronáutica y Astronáutica y Aeroplano, con aciertos y errores como toda obra humana, pero siempre con el mayor rigor, espíritu de concordia y respeto a los contendientes. Además el Ejército del Aire mantiene abierto su Archivo Histórico, sin más requisito que el interés que pueda sentir el investigador. italiana, Newton Compton editori, Roma,1984; Jesús Salas Larrazábal, Guerra Aérea 1936/39,Volúmenes 1,2 y 3 Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas (IHCA) y vol. 4 Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire (SHYCEA), Madrid, 1999-2003. Notas 1. John W. R. Taylor and Kenneth Munson, History of Aviation, Crown Publishers, Inc., N. York, 1972. 2. Mario E. del Monte, La Guerra Italo-Turca 1911-12, Maucci Hermanos Editores, Buenos Aires, 1912; el contenido de este libro es prácticamente un diario de operaciones del ejército italiano en Libia. 3. La prensa de la época publicó esta noticia con notable coincidencia, excepto la catalana Aviación (nº 5, de 15-11-12) que adjudicó tan notable hazaña al también piloto italiano teniente de navío Rossi. 4. En la prensa gráfica de la época se encuentra abundante información sobre estas actividades. 5. Cuatro Vientos fue el primer aeródromo habilitado en España. 6. La 1ª Escuadrilla Expedicionaria se asentó en una gran llanura próxima a la ciudad de Tetuán campo que, con el tiempo, se convertiría el próspero aeródromo de Sania Ramel. 7. General Giulio Dohuet, El dominio del aire, Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas (IHCA), Madrid, 1987. 145