iconografía del poder ii - Museo Nacional de las Culturas

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Investigación y Textos: Agripina García Díaz
SEMINARIO PERMANENTE DE ICONOGRAFÍA
ICONOGRAFÍA DEL PODER II
SHIVA: DIOS DE LA TRIMURTI HINDÚ
Agripina García Díaz
La India, tierra de dioses
Es difícil penetrar profundamente en la milenaria civilización de la India, ya que su cultura
es esencialmente religiosa y simbólica, donde el escepticismo moderno no ha podido
triunfar y sus habitantes aún viven con sus creencias y tradiciones que han hecho de este
país un verdadero conservatorio religioso. De ellas, la que ha permanecido a través de
miles de años es el hinduismo, donde se agrupa el 85% de su población: más de 900
millones de habitantes.
El hinduismo no ha tenido un fundador en especial como otras religiones (budismo,
cristianismo, islamismo, etc.), se ha ido estructurando al absorber y asimilar todos los
movimientos religiosos y culturales que se originaron y llegaron a su territorio, para
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integrarse a su cultura; nació, creció y llegó a su madurez entre el tercer milenio a.C. y el
siglo XVII de nuestra era, cuando se enfrentó al Islam con la invasión musulmana que
dominó la mayor parte del país. Sin embargo, a lo largo de su proceso histórico se impuso
la cultura hindú y fue el hinduismo la principal fuerza civilizadora en todo el sudeste
asiático entre los siglos II y IX de nuestra era.
Es, asimismo, como el país donde ha nacido: extraño al Occidente por sus contrastes, sus
costumbres, sus ritos, sus dioses, sus elementos tan diversos fuera de nuestra lógica. El
hindú admite que su religión tolere muchas creencias y que la devoción tome variados
aspectos, a veces contradictorios; reconoce la multiplicidad de los estratos sociales, las
castas, y cada uno de ellos con su forma religiosa.
No obstante existen bases comunes, creencias fundamentales y libros sagrados para
todos. El autor A. C. Bouquet resume: “la India presenta en su seno todo tipo de ejemplos
concebibles para intentar resolver el problema religioso”.
El hinduismo es, pues, la forma religiosa por excelencia de la cultura hindú desde hace
2000 años, diferente a las mediterráneas puesto que integra la vida social y la
especulación filosófica; encierra totalmente la vida de los hindúes desde su nacimiento
hasta su muerte.
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La Trimurti hindú
Los dioses mayores. El rasgo
más significativo de la mitología
hindú clásica es la coexistencia
en un mismo plano teórico de
tres
grandes
figuras,
representadas tanto en el arte
como en las escrituras en un
conjunto de tres rostros llevados
por una misma cabeza: Brahma,
Visnú y Shiva forman la
“Trimurti” -en sánscrito— hindú y
que corresponde a la acción
creadora
conservadora
y
destructora de lo divino único; son tres aspectos tan inseparables como los elementos de
nuestra propia actividad, pues en el universo no se puede tener uno sin lo demás. Estas
tres formas de lo divino, aunque aparecen tardíamente, su existencia es relativamente
remota; cada uno tenía antecedentes védicos, y en cuanto grupo, no recibe un culto
particular, pero cada uno de ellos puede convertirse en el dios supremo. La importancia
que representan estos tres dioses, sobre todo Visnú y Shiva, es lo que caracteriza al
hinduismo. Su carácter inseparable no sólo está señalado en la iconografía de la Trimurti,
sino en otras imágenes compuestas; así Harihara, quien hoy día tiene numerosos
adoradores, participa de Visnú y Shiva. Está representado en dos mitades por una
vertical: el lado derecho lleva los atributos de Shiva como son el moño de asceta, el
tridente, la piel de tigre, y del lado izquierdo los de Visnú: tiara, guirnalda de flores y
vestido con pliegues.
Shiva, dios del hinduismo
Shiva, dios de la destrucción y la regeneración es con quien más se identifica el pueblo,
con todas sus contradicciones es el que simboliza mejor el espíritu hindú. Es una figura
muy compleja y misteriosa, y ya aparece desde la civilización del Valle del Indo —2500
a.C. — en los famosos sellos donde existen representaciones de un dios masculino con
cuernos y tres caras, sentado en la posición de un yogui; en otros este dios está rodeado
de cuatro animales: un elefante, un tigre, un rinoceronte y un bisonte; a sus pies, al lado
del trono, una pareja de ciervos. Aquí no cabe duda de que se trata de la imagen del gran
dios Shiva como señor de las bestias y príncipe de los yoguis. Es por tanto una deidad en
la que se han conservado las concepciones de una antigua fase cultural agrícola existente
en las llanuras de la India. Esta cosmovisión se une con una divinidad védica, el terrible
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Rudra, que procede del dios solar Surya y al que le temen los dioses tanto como los
mortales.
Rudra/Shiva provisto de las tradiciones dravídicas y arias, llegaría a ser la síntesis de
varias divinidades. El nombre Shiva alcanzó arraigo en todas partes, de la misma manera
con los nombres de Mahadeva, “Gran Señor”, Isa o Isvara “Señor soberano”, que en
tiempos anteriores se utilizaba para designar a Rudra. Lo que más profundamente le
caracteriza es su aspecto ambiguo y contradictorio, ya que como destructor está
identificado con la muerte y su cuerpo está cubierto de cenizas; en su mano sostiene una
concha de mendigo hecha con el cráneo de
un hombre. Un cráneo de muerto sujeto a un
hueso le sirve de maza, otros cráneos en su
cabeza le sirven de decoración; las
serpientes forman collares, pulseras y
cinturón que adornan su cuerpo. La luna en
su cabellera es un símbolo para el mundo de
los muertos: Shiva es el dios del tiempo —
Kala— que da muerte a todo ser vivo. Su
alimento son lágrimas y sangre y su acción
es la venganza y castigo de las almas. Pero
tiene también un aspecto bienhechor,
transformador; entonces es el gran asceta,
el señor de los monjes, de los solitarios, es el gran yogui que lucha contra los demonios y
triunfa sobre los sentidos; es el señor del conocimiento salvador y que reposa sobre el
monte Kalidasa en los Himalaya, medio desnudo, en meditación. Es también el guerrero
impetuoso, el dios de las victorias y li que nadie se atreve a hacerle frente; es el
dominador y símbolo de los tres mundos: la Tierra, la atmósfera y el cielo. Su aspecto
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salvaje y destructor fue aprovechado en el mito para la destrucción de los enemigos de
los dioses, y ofreció un importante punto de apoyo para la ayuda de las castas guerreras.
Estos aspectos de destrucción y salvación son visibles también en el tercer ojo del dios,
que está colocado en la frente, sobre la nariz, donde reside el centro del conocimiento que
significa no sólo la percepción sino también la fuerza destructora que posee el dios para
aplicarlas cuando lo considere necesario.
Shiva es también el dios de la vida, de la generación, que veneran los pequeños
propietarios agricultores y la amplia población de obreros agrícolas; lo reverencian como
el señor de la fecundidad, que sale del varón y que es recogido por la hembra para dar
vida a un nuevo ser. Sus símbolos son el toro blanco —Nandin—, su montura y el falo que
en sánscrito se denomina el lingam (“el distintivo”), bajo cuya forma es venerado en todos
los templos shivaistas de la India. Se representa desde época remota, antes de la
migración aria, como una pequeña columna encajada en un círculo horizontal colocado
sobre el suelo, el yoni (matriz). El lingam y el yoni son el principio masculino y femenino
de la creación. Para los hindúes son la representación metafísica de la materia y de la
energía, de la fuerza creadora divina cuya fuerza sexual es la presencia sagrada en el
universo, y su significado esencial es el pilar cósmico, soporte de universo: el lingam
muestra el aspecto de la fecundidad y de la salvación al mismo tiempo. La estrecha unión
del lingam con el yoni aparece también en la representación antropomórfica de Shiva
como Ardhanarisvara es decir como el “señor que es mitad mujer” o es acompañado de
su esposa. Este aspecto andrógino del dios fue tomado de las poblaciones prearias, ya
que en la cultura del Indo tenían una divinidad de este tipo.
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El arte hindú representa al dios mediante numerosas y diversas formas. En su aspecto
antropomorfo, generalmente tiene cuatro brazos; las manos superiores sostienen una
pandereta y un tridente y los otros dos hacen, respectiva mente, el gesto de dar y de
tranquilizar. El dios va vestido con una piel de tigre; una serpiente le sirve de collar, otra
de cordón sagrado, otras más se le enrollan en los brazos. Tiene el cabello enredado y
por lo general dispuesto en un alto moño de asceta, adornado con una luna creciente.
En el aspecto transformador del
mundo,
Shiva
se
representa
bailando la danza del universo. Es el
concepto del proceso cósmico de la
creación
y
destrucción,
del
nacimiento y la muerte. En una
mano el señor
sostiene el
tamborcito, símbolo de la creación;
en otra el fuego, símbolo de la
destrucción. Con una mano también
invita al hombre a que se refugie en
él, pero debe purificarse antes de
que pueda volverse hacia el Señor.
¿Cómo?:
debe
superar
sus
debilidades, renunciar al deseo, la
ira, la avaricia, el apego, el ego y el
celo (kama, krodha, lobha, moha,
macla
y matsara), que son los enemigos
de la ilustración y que está
representados por el demonio
Muyalaka, sobre el que Shiva ha
colocado su pie derecho; el pie
izquierdo suspendido en el aire,
significa la liberación del alma: el señor de la muerte y la vida, destruye y engendra sin
cesar; con su ritmo alternativamente destruye y crea al mundo. Sin embargo este frenesí
divino es equilibrado, interno y mesurado; la cabellera del dios vuela alrededor de su
cabeza, pero las manos y los pies marcan el compás.
La serpiente, símbolo de la energía divina que reside en el ser humano, la “kundalini”
enrollada alrededor de su cuerpo, no está desordenada y sigue la danza del Señor. En
esta figura del “Nataraja” se representa el proceso cósmico de la creación y la
destrucción, el aturdimiento del hombre y el camino a la salvación. Es una visión del
universo y su estado elemental, con su incesante danza de energía.
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Los estudiosos indios manifiestan que esta figura es una síntesis de la religión, el arte y la
ciencia, y la más imaginativa expresión artística del proceso cósmico. Es la más grande
pieza maestra del arte indio; por eso es que adorna el mayor número de oficinas y
hogares en la India.
Bibliografía
DE MORA, JUAN MIGUEL
1978. La dialéctica en el Rig Veda,
México, Ed. Diana.
GERHARD FRANZ, HEINRICH
1990. La antigua India, Barcelona, Plaza
y Janés Editores.
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1982. Mitología. Del Mediterráneo al
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2.
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1994. Ganga, Sacred River of India, Hong Kong, Ed. R.V. Pandit for The Perennial Press.
PUECH, HENRI-CHARLES (DIR.)
1978. Historia de las religiones. Las religiones en la India y en Extremo Oriente, México,
Ed. Siglo XXI.
RENOU, LOUIS
1973. El hinduismo, Buenos Aires, EUDEBA.
RIVIERE, JUAN ROGER
1971. Historia de las religiones, México, Ed. Marín.
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