Y las mujeres hicieron sentir su voz

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Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía
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Y las mujeres hicieron sentir su voz
Gladys Prada
Abogada, Investigadora de la Consultoría para los Derechos Humanos y el
Desplazamiento, Codhes
La defensa de los derechos de la mujer ha propiciado de antaño importantes
debates políticos, económicos e ideológicos. Las demandas mundiales que
reiterativamente vienen exponiéndose están asociadas a la búsqueda de espacios
de igualdad, y en este sentido al ejercicio primario de escuchar a las mujeres.
Ayer, jueves 10 de mayo, la Corte Constitucional abrió sus puertas a la voz y la
opinión de miles de mujeres colombianas a quienes el conflicto armado las ha
hecho huir de sus territorios de origen junto con sus familias o sin ellas.
Durante los últimos tres años y en un ejercicio sin precedentes, la Corte ha
venido adelantando un proceso de seguimiento a las órdenes que impartiera en la
Sentencia T-025 para proteger a la población desplazada. Ha propiciado el
trabajo en reuniones amplias de carácter técnico entre el gobierno nacional, los
organismos de control y la sociedad civil; ha exhortado a los grupos y
organizaciones con trabajo en el tema para que alleguen sus aportes y opiniones
sobre la problemática; y ha exigido condiciones reales para la participación
activa de la población afectada. Con su más reciente decisión sobre el proceso ha
dejado claro que para adoptar cualquier decisión es fundamental escuchar las
voces de quienes día a día vienen soportando los avatares de una situación por
demás indigna, entendiendo que existen elementos diferenciales que en cada
caso hacen menos o más vulnerable a un grupo de población que a otro.
La pobre presencia de entidades gubernamentales ayer en la audiencia fue
elocuente. Pese a los compromisos adquiridos en el marco internacional con la
adopción de tratados y declaraciones que propenden por el respeto, la
promoción y garantía de los derechos de la mujer, los logros del Estado
colombiano son incipientes, y responden al poco valor e importancia que le ha
otorgado al tema.
La Consejería Presidencial para la Mujer, dedicó su intervención a explicar el
proceso que adelanta desde el año pasado para concretar un manual de
entrenamiento en cuestiones de género, advirtiendo que en todo caso la
construcción de política pública es un ejercicio lento y dispendioso. Esto es
realmente preocupante. Mientras la titular de la entidad del gobierno encargada
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de trabajar por la realización de los derechos de las mujeres entiende que su
marco de trabajo es la progresividad, las mujeres desplazadas ven cada día como
su situación se agudiza y nada tiene que ver con el ritmo que se impone al
desarrollo de políticas. En este debate es necesario recalcar que existen
componentes de los derechos que de una u otra manera deben asociarse a un
alcance progresivo a través de políticas públicas. Pero existen otros en los que su
conexidad con el primigenio derecho a la vida solo da lugar a la protección real e
inmediata; es el caso de derechos civiles como la seguridad personal e integridad
física, o derechos económicos, sociales y culturales como la alimentación y la
salud, entre otros.
Los organismos de control dejaron clara la urgencia con que se requiere la
adopción práctica del enfoque de género en cuestiones tan básicas como el
ofrecimiento de asistencia humanitaria adecuada a las necesidades biológicas y
fisiológicas de las mujeres; el peligro de abuso sexual que las mujeres menores
de edad corren al vivir en condiciones de hacinamiento, y la adopción de
medidas de coordinación institucional que permitan a las mujeres desplazadas el
acceso efectivo a los servicios sociales del Estado.
Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil, respondieron a la Consejera
Presidencial para la Mujer, que si bien la protección del derecho a la vida de las
mujeres desplazadas se determina, como para toda la población del país, en el
desarrollo de la estrategia de seguridad democrática, ha sido precisamente
durante el tiempo de implementación de esta estrategia que los derechos de las
mujeres en Colombia se han visto más duramente afectados.
Varias denuncias puntuales se hicieron en desarrollo de la audiencia, en su
mayoría referidas a las condiciones indignas por las que los desplazados
atraviesan a falta de una atención integral y el reconocimiento de sus derechos
más básicos.
Con todos estos elementos ofrecidos, hoy, la Corte se enfrenta a un importante
desafío, y es el de lograr que con las decisiones que adopte se vean
efectivamente protegidos derechos que hasta ahora solo vienen siendo parte de
un ejercicio formal del lenguaje, sin un trasfondo real. En poco tiempo la Corte
también escuchará a los grupos étnicos afectados por el desplazamiento, y a la
población, que en medios de tantas vicisitudes más preocupa: los niños y niñas
desplazados.
Mayo 11 de 2007
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