220-014429 abril 6 de 2004 Ref: facultades del representante legal. Me refiero a su comunicación radicada en esta Entidad con el número 2004-01-020787, mediante la cual formula los siguientes interrogantes: 1. El acto jurídico celebrado por un representante legal de una sociedad limitada extralimitando sus funciones, restricción que consta en el certificado de existencia y representación legal es válido y existente?. 2. 3. Ese mismo acto debe ser respetado por la sociedad ? 4. Que acción debe seguir la sociedad para lograr restituir jurídica y materialmente el bien transferido mediante el acto jurídico referido?. 5. Si en el acto jurídico mediante el cual se transfirió el bien inmueble se estableció una cláusula compromisoria, la sociedad debe hacer uso de las misma o es inoponible a ella? Ese mismo acto jurídico, tratándose de un acto que implica la transferencia del derecho de dominio, puede solicitarse a la oficina de registro de instrumentos que sea cancelada la anotación correspondiente?. 6. Si para celebrar el acto referido se requirió de autorización de la Junta Directiva y la otorga la Junta de Socios, tiene valor? Me permito recordarle que la función de absolver consultas es de carácter general y abstracta, este presupuesto necesariamente circunscribe la obligación de esta oficina a señalar las directrices normativas que regulan las actuaciones de los agentes que interactúan en las relaciones mercantiles, con el fin de que puedan los interesados fundamentalmente adecuar sus actuaciones a la ley y eventualmente corregirlas. Efectuada la precisión que antecede, se procederá a abordar las inquietudes propuestas dentro de los siguientes temas: 1. La Representación Legal. Debe observarse que la representación legal surge de una regla de derecho que impone a las personas jurídicas tener un representante, el que constituye un órgano de gestión externa, con poderes y facultades limitados o restringidos en los estatutos, presupuesto que determina el límite dentro del cual puede contratar y a partir del cual, sus actos generan directa y eficazmente efectos entre el tercero y la sociedad; a contrario sensu, el acto o contrato no puede vincular al representado, sino al representante, vale decir, a la persona que en su nombre se hubiere obligado. Así lo confirma el doctor José Ignacio Narváez en su obra "Teoría General de las Sociedades", editorial Temis, página 282, en el que afirma: "los administradores son funcionarios de la sociedad con atribuciones y facultades consagradas en la ley y en los estatutos. Son agentes de la voluntad social y deben acatarla y cumplirla en cuanto se exprese dentro de los carriles legales. Su gestión deben adelantarla con diligencia, buena fe e inteligencia, dentro de las atribuciones y limitaciones estatutarias, para que no contraigan responsabilidad personal por los actos realizados y ordenados en nombre de la sociedad....". En este sentido dispone el artículo 833 del Código de Comercio: "Los negocios jurídicos propuestos o concluidos por el representante en nombre del representado, dentro del límite de sus poderes, producirán directamente efectos en relación con éste. La regla anterior no se aplicará a los negocios propuestos o celebrados por intermediario que carezca de facultad para representar". Las referidas consideraciones, responden al primer interrogante, puesto que a juicio de este Despacho permiten concluir que el negocio jurídico celebrado existe y es válido frente al representante legal, pero no vincula a la sociedad, por exceder el límite de las facultades conferidas para obligarla. 2. El Derecho como ciencia social. Para responder el punto segundo del cuestionario formulado, es forzoso observar que el Derecho como ciencia social, es una disciplina que le permite al interesado buscar alternativas distintas para solucionar los conflictos, presupuesto que abarca desde la simple posibilidad de llegar a la solución a través de un arreglo amistoso entre las partes, hasta acudir a las instancias judiciales respectivas; por tanto, la fórmula única de solución ésta en manos de las partes, quienes si lo estiman pertinente con la ayuda de un profesional del derecho, son los llamados a escoger el camino más viable a la solución del conflicto. Ahora bien, los interrogantes tres y cuatro, necesariamente plantean la posibilidad de demandar judicialmente al representante legal de la sociedad. Así, el articulo 200 del Código de Comercio, modificado por el artículo 24 de la ley 222 de 1995, establece una responsabilidad solidaria e ilimitada de los administradores que participaron y ejecutaron la decisión, por los perjuicios que por dolo o culpa le causen a la sociedad, los asociados o terceros; de igual forma, la citada disposición consagra una excepción a la responsabilidad de los administradores y dispone que no estarán sujetos a responsabilidad quienes no hayan tenido conocimiento de la acción u omisión o hayan votado en contra, siempre y cuando no la ejecuten. Uno de los preceptos más drásticos de la nueva normativa en materia de administradores es el que tiene que ver con la presunción de culpa en los casos previstos en los incisos 3 y 4 del artículo 24 de la citada ley. En efecto, tanto en los casos de violación de la ley o del contrato, como en los de transgresión de las disposiciones sobre reparto de utilidades, se produce un importante efecto probatorio, de manera que ocasionado el daño, el demandante damnificado no necesita demostrar que el administrador actuó con culpa. Es al administrador, a quien corresponde desvirtuar dicha presunción legal. Por supuesto, el demandante deberá haber comprobado, cuando menos la existencia de la violación legal o estatutaria. Correlativamente a la consagración de disposiciones sustantivas que establecen responsabilidades en los administradores, la ley se ocupa en definir mecanismos procedimentales para la concreción de las correspondientes acciones. Para el efecto, consagra dos tipos de acciones, a saber: A. La acción individual de responsabilidad, por la cual, cualquier persona que haya sufrido perjuicio derivado de actuaciones de los administradores, previa comprobación del interés jurídico que le asiste puede demandar se le compensen los daños causados al patrimonio personal del asociado o tercero afectado por el hecho. Se trata de una responsabilidad personal del administrador frente a los accionistas o frente a terceros y no de responsabilidad de la sociedad por la actuación de los administradores como órgano social en nombre de ella. B. La acción social de responsabilidad que persigue la reconstitución del patrimonio de la sociedad, cuando éste ha sido diezmado por la acción u omisión de sus administradores. Los demandantes no actúan con una legitimación propia, que les pertenezca en su carácter individual. Su accionar se produce con un carácter representativo, con base en una legitimación que pertenece a la sociedad; la verdadera parte interesada es la compañía. (artículo 25 de la ley 222 de 1995). Tanto las acciones individuales como las sociales, conforme al articulo 233 de la ley 222 de 1995, tienen el procedimiento verbal sumario en única instancia, por lo que no admite el recurso de apelación sobre lo decidido. Tampoco caben las excepciones previas, reformar la demanda, ni las demás garantías procesales a que alude el artículo 440 del código de procedimiento civil. De acuerdo con el aludido precepto, la acción puede intentarse cuando los conflictos tengan origen en el contrato de sociedad o en la ley que lo rige, cuando no se hayan sometido a pacto arbitral o amigable composición. 3. La legalidad de los contratos. De otra parte, la inquietud contenida en el punto quinto que se circunscribe a la posibilidad de la sociedad para hacer uso de la cláusula compromisoria prevista en el contrato de compraventa, negocio jurídico suscrito por el representante legal en las condiciones descritas, debe resolverse a la luz del artículo 1602 del Código Civil, por virtud de la cual todos los contratos válidamente celebrados son ley para las partes y no pueden ser invalidados sino por su consentimiento mutuo o por causas legales. Finalmente, la junta de socios como máximo órgano social de la sociedad, en el caso de las sociedades de responsabilidad limitada, además de las funciones generales previstas en el artículo 187 del Código de Comercio, está investido de las funciones de representación y administración previstas en el artículo 358 ibidem, las que podrá delegar en un gerente, estableciendo de manera clara y precisa sus atribuciones. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en la sociedad de responsabilidad limitada, el gerente y la junta directiva son órganos facultativos. Al respecto, el doctor José Ignacio Narváez en la misma obra, página 280, manifiesta que en la exposición de motivos presentada por la comisión revisora del Código de Comercio al Gobierno, se explicó la obligatoriedad de la junta directiva en la anónima y la finalidad del artículo 202 del Código de Comercio, así: "La junta directiva continuará siendo un órgano facultativo en las sociedades en nombre colectivo, en comandita y de responsabilidad limitada, pero será obligatorio en las anónimas, con la finalidad primordial de planear y dirigir la política económica y administrativa de la sociedad en la forma que se prevea en los estatutos. En este punto la revisión se hizo teniendo en cuenta que esta norma ya había sido acogida por el Senado de la República al aprobar el proyecto de Ley "sobre sociedades comerciales" en el año de 1960". Por lo anterior, a pesar de que de acuerdo con lo planteado, el representante legal procedió a celebrar el negocio jurídico de compraventa excediendo sus facultades legales y omitió la autorización del órgano social competente, en los términos previstos por el artículo 191 del Código de Comercio, podría impugnarse tal decisión; sin perjuicio también de someter la operación realizada a la convalidación de la junta directiva.