305 El cuerpo de Giulia-no de Jorge Eduardo Eielson: cuerpo físico y cuerpo mental Giovanna Minardi Universidad de Palermo, Italia J orge Eduardo Eielson estaba fascinado sin duda alguna por la multiplicidad del mundo y, para expresarla, ha tendido al máximo los lenguajes y los instrumentos a su disposición, recurriendo al arte figurativo, a la literatura, a la performance, a la poesía verbal y visual, al teatro. Octavio Paz ha escrito de él que es “uno de los rarísimos artistas y poetas auténticos en este continente de loros, monos y transistores” (Restany, 2004, 28). Él es un afirmado poeta y artista plástico, pero su narrativa todavía se conoce muy poco, incluso en su patria, el Perú, donde, entre otras cosas, su segunda novela, Primera muerte de María, aún no ha sido publicada (existe sólo la edición mexicana). El cuerpo de Giulia-no, escrito en los años 50 pero publicado en México en 1971,1 es un texto seguramente innovador, que desconcierta por su composición fragmentaria, su tendencia elíptica, su latente diálogo entre literatura, artes visuales y ciencia. Su estructura parece responder al método zen, que consiste en desconcertar, excitar, cansar el intelecto, hasta que éste se de cuenta de que su conocimiento de las cosas no es otra cosa que un pensar alrededor de las cosas. El budismo enseña que el mundo es ilusorio, que el universo nos presenta continuamente formas, colores, olores, sonidos, etc., mas detrás de estas apariencias no hay nada, todos los sistemas conducen al error, por lo tanto la mente debe estar siempre en vigilia, el deseo de indagar siempre activo. Estas ideas de la ilusoriedad de lo real, la transitoriedad, la incognoscibilidad del yo y la negación de la individualidad, el enigma del tiempo recorren toda la novela y confirman la “natura inquisitoria”, “la incorregible necesidad de indagar” que Eielson reconoce ser peculiares de su carácter (Canfield, 2011, 31). 1 El cuerpo de Giulia-no ha sido publicado en el Perú en 2000, por la editorial Adobe (una edición non cuidada y que, puesto que se vendía como suplemento del periódico de Lima El Expreso, no llegó a las librerias), y en 2004. Comparto plenamente la inquietud de José Ignacio Padilla, quien se pregunta cuándo saldrá en el Perú una edición decente de esta novela, para él bellísima (Padilla, 2009, 179). En México, la editorial Magenta ha reeditado la novela, en 2009. 306 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR El cuerpo de Giulia-no se inserta dentro de la visión postmoderna, que es una constelación de proposiciones fragmentadas, que no acepta definiciones últimas; el texto presenta reiterados cortes de la enunciación que imponen al lector una percepción minimalista de la historia e inducen un ritmo discontinuo a la lectura. Para nuestro autor el caos y la fragmentación son dos de los principios básicos del arte contemporánea. El caos es sinónimo de ruptura del esquema de la obra cerrada y ordenada, y la fragmentación es una invitación al lector para que reconstruya, junto al autor, el sentido de la obra. El artista es un “semionauta”, término acuñado a comienzos del tercer milenio por Nicolas Bourriaud, es decir el que inventa una trayectoria entre los signos, un viajante a través de los signos; según Bourriaud, artífice de la estética relacional, nada se concluye, más bien tenemos vacíos, interrupciones, suspensiones del referente, que conducen a la creación de relaciones nuevas, más íntimas, a la ampliación del rizoma (Bourriaud, 2010). En este contexto, El cuerpo de Giulia-no, así como las grandes novelas del siglo XX, asume en sí la imposibilidad de representar una totalidad armónica y racional del mundo. Es, por lo tanto, un texto indefinible (como indefinible es para el zen la vida), que rehúsa de toda formalización de género. Eielson más de una vez ha declarado su total aversión a todo tipo de rígida formalización y clasificación: “me bastaría que ante un trabajo mío, la gente no se tomara la molestia de decidir si se trata de un poema, una novela, una pintura, una escultura o un ballet, sino que simplemente dijera: yo no sé qué cosa es, pero me gusta” (Canfield, 2011, p. 36). Define sus novelas como “objetos verbales tridimensionales”, pero añadiendo en seguida que se puede tratar de “una ulterior payasada” (Canfield, 2011, 85), es decir, estamos siempre ante una definición, de por sí aleatoria y falaz. En una entrevista al estudioso francés Roland Forgues afirma: “el universo para mí carece de fronteras […] no creo que El cuerpo de Giulia-no pertenezca realmente a la narrativa. Se trata más bien de un largo poema en prosa [...] No hago mayores distinciones entre los llamados géneros literarios e incluso, más de una vez, mis temas básicos pasan de la literatura o la poesía a las artes visuales y viceversa” (Forgues, 1988). No es casual, pues, que, un año después de la publicación de la novela, en 1972, Eielson presente en la Bienal de Venecia la performance con el mismo título, en la que aparece una mujer envuelta en una larga y anudada sábana blanca. El cuerpo del libro, el cuerpo en el libro continúa, adquiere valor, o al menos lo amplía, en el cuerpo vivo, material de la mujer de la performance2 que aparece y desaparece, con ritmo variable por entre metros y metros de tela de algodón que el mismo Eielson desplegaba y anudaba en torno a ella. Con estas palabras bien explícitas el 2 Para Rebaza Soraluz (2005), la publicación tardía de la novela responde a la posibilidad de difundir más que el texto literario, la performance. ANEXO DIGITAL 307 autor explica el valor de la performance: “[los espectadores] estaban viendo, y viviendo, la imagen de la pureza en el cuerpo de la muchacha [...] rodeada de elementos igualmente limpios. Ninguna ilusión, ninguna interpretación personal –como ante un cuadro– sino la pura evidencia” (Rebaza Soraluz, 2010, 136, énfasis mío). Ésta es la ‘pureza integral’, es decir, como enseña el budismo, desnudar el intelecto. El argumento de la novela podría resumirse en pocas palabras: ante el cadáver de Giulia, ahogada en un canal de Venecia, Eduardo, el narradorprotagonista, empieza a ponerse preguntas guiado por los recuerdos de su infancia, que lo llevan a la selva peruana, donde la madre tenía una plantación de café y donde había conocido a Giuliano, y de los últimos años pasados con Giulia entre Roma y París.3 Quisiera concentrarme en un elemento de la novela que, en mi opinión, vehicula una estrecha relación entre literatura, teatro y arte visual: el cuerpo de Giulia. La novela empieza con la imagen del cadáver de Giulia en la morgue de Venecia (que, entre otras cosas, aparece como un lienzo de Tintoretto: “Tintoretto desplegaba sus velas”), cubierto por la sábana blanca, que hace de contrapunto al Gran Traje de Seda que ésta llevaba siempre y que está tan unido a su figura que sólo la muerte los separará. La desnudez del cuerpo humano se relaciona con la separación del mundo de los vivos, adquiriendo una carga tanática complementar a la ‘violencia’ del acto erótico. El erotismo, fuerza obscura violenta subversiva y transgresora, como sostiene Georges Bataille (2006), conduce a la desintegración del yo, a la fusión del objeto y del sujeto: “Una suerte de luminosa gravedad invadió siempre mi cuerpo mientras estuviste a mi lado” (Eielson, 2000, 8), dice el narrador refiriéndose a Giulia, así como más adelante, hablando de Giuliano, dirá que sólo el cuerpo de éste parecía existir, haciendo casi desaparecer el suyo. Luminosa gravedad, desaparición: en el momento del máximo placer, cuando nuestro yo parece fundirse con la energía cósmica universal, somos nosotros mismos: “En el fragor de la noche todo nos estaba permitido, hasta quitarnos nuestro cuerpo por momentos y volvernos una sola criatura celeste, un solo esplendor sobre el lecho” (Eielson, 2000, 93). Esta entrega, no de la vida sino de nuestra potencial espiración, define el acto amoroso, cuyo objeto del deseo es siempre la totalidad, el universo, bajo la forma de ella/él, que, en el amplexo, es el espejo en el que nos reflejamos. En este fragmento se hace alusión a 3 Cabe destacar como la novela recuerda a Rayuela de Julio Cortázar, cuando Oliveira invoca a la Maga o la busca, utiliza la segunda persona. Leemos: «Cuando te pescaron en el Canal, La Salute amanecía, Tintoretto desplegaba sus velas, los turistas al acecho se mordían los labios. ¿Con quién era la cita esta vez, Dogaresa? ¿Te fotografiaron, al fin, come tanto habías deseado, co tu Gran Traje de Seda, tus cabellos rojos, tu adorable silueta tendida en el pantano?» (Eielson, 2000, 7). 308 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR los restos de Pompeya, el clímax del acto sexual está asociado a las energías destructoras que causaron la desaparición de la ciudad romana. El silencio de la terrible devastación es como el alcance del orgasmo: las palabras o los signos diseñados por dos cuerpos que se juntan en uno solo conducen a la nada. No es casualidad que, al final del pasaje, la voz enunciadora, con un tono casi inquisitorio, ponga en tela de juicio la validez de la escritura ante la sabiduría cósmica que emana el acto copulativo, es decir la escritura es incapaz de traducir, de entregar en su integridad esta experiencia. Giulia, al ofrecer al protagonista la visión de su cuerpo muerto tapado sólo con una sábana, sin sofisticaciones, ha realizado el streap-tease esencial en el que uno se desnuda de todo lo que es superfluo. El narrador comprende entonces lo que Giulia había querido explicarle a lo largo de toda la obra, cuando le miraba envuelta en la sábana de la cama (casi como un nudo) o cuando se ofrecía sexualmente a Giuliano, es decir, un reflejo, triste y pervertido, de ella, la negación de Giulia, como anuncia la partícula no añadida a su nombre en el título. Porque, mientras para Giuliano y el narrador, antes de su muerte el sexo es posesión, para Giulia es una ‘entrega total’. Ella vive en el ideal casi geométrico de los cuadros y de los nudos, ideal que significa no tener ambiciones, no poseer nada. La vida de Giulia es significativa sólo en el silencio, en el ser mudo de su cuerpo muerto que se convierte en signo. En otros términos, en la mujer como en el hombre, el erotismo, que, siempre recurriendo a Bataille, nos acerca a nuestra animalidad negada y al mismo tiempo a nuestra más profunda verdad humana, en sus instantes de eternidad, va más allá del sexo, que es siempre un hacer, que está siempre en el tiempo. La aspiración última, el lugar último del encuentro erótico es la contemplación beatífica, fuera del tiempo, como los ritos ceremoniales. De ahí la instancia de la concretez y de la limitación del cuerpo, muy fuerte en algunos pasajes de la novela; hacia el final del capítulo 7, por ejemplo, leemos: Trato de recordar. No sólo tu cabeza roja y tus ojos ribeteados. No sólo tu estomago y tus dientes admirables. Sino además el bazo, los riñones, las costillas, la vejiga, los nervios de tu cuello y de tu sexo, tus glándulas oscuras y tus intestinos. La triple cascada de tu sangre, tu saliva y tu orina. Y no sólo tus huesos y cartílagos, tus músculos y tus células, sino además tus ácidos y sales, los crecimientos extraños, humores, residuos. Todo eso hirviendo, verdoso, putrefacto, sometido a las malditas leyes de la descomposición de la carne, violado por los gusanos. (Eielson, 2000, 36) La utilización de este lenguaje literal sobre el/del cuerpo, la búsqueda de la desnudez específica del nombre científico, anatómico provoca en el lector, paradójicamente, un resultado poético. De la mujer amada no se recuerda, ANEXO DIGITAL 309 no se busca sólo el aspecto exterior, sino también el más orgánico. A eso hay que agregar el significado primordial de la muerte como corrupción, descomposición, putrefacción, mas al mismo tiempo como “manantial y condición repelente de la vida” (Bataille, 2006, 57). La belleza de Giulia muestra ahora un aspecto diferente y terrible; la muerte la destruye poco a poco, pero en estas líneas se puede entrever una contemplación del cuerpo no sustanciada por los cánones establecidos por el sistema cultural judíocristiano, sino por una sensibilidad cercana a las cosmogonías orientales, una sensibilidad según la cual la desnudez lleva hacia la meditación más profunda, lejos de toda impudicicia del acto sexual, hacia el cuerpo puro, un cuerpo mental, no físico. La visión obsesiva de la obesidad de Giuliano adulto, aquella del cuerpo inerte de Giulia, así como aquella del cuerpo convertido en mercancía económica, en bien de subsistencia material, simbolizada por el trabajo que hace Giulia, sea éste modelo o prostituta, confirman cómo el cuerpo puede ser destinado a ser un refugio fugaz, efímero, que no conduce a otra cosa que a la soledad. Entre otras cosas, la prostituta representa en general la figura de la muerte bajo la mascara de la vida, en cuanto tiene el significado mismo del erotismo, que es el lugar donde la vida y la muerte se confunden. El encuentro erótico, con sus consiguientes orgasmos que en determinados momentos experimenta la entidad pareja Eduardo-Giulia, sugiere una especie de anulación de los contrarios, con evidentes resonancias de las antiguas cosmogonías, que contemplan siempre parejas fundadoras. No es casualidad que el paisaje, aunque mental, que hace de telón de fondo de estos amplexos es el de la selva virgen, no devastada por la tecnología occidental, como se lee en el siguiente pasaje, donde se afirma el cuerpo como limitación y posibilidad de transcendencia y donde aparece una referencia más a la pintura: Yo te hablé de pintura mirándote los ojos verde esmeralda adivinando tu desnudez ante mí como ante un espejo o lienzo rojo del que brotaban mil puntos verdes como una galaxia y yo que me perdía en ella y que volaba desde hacía millones de años hacia la Montaña de la Beatitud Celeste junto a un chiwaco negro y dorado mientras a nuestros pies las nubes cubrían Monteyacu y yo me bañaba contigo en el Tulumayo, desnudos los dos, y que perdíamos las ropas en el bosque y tú que me guiabas con tus dos ojos verdes en la oscuridad y caíamos en orgasmo y nos despertábamos y caíamos en orgasmo y nos despertábamos. (Eielson, 2000, 71-72) El cuerpo de Giulia-no dialoga con Noche oscura del cuerpo, de 1955, que a su vez tiene fuertes vínculos con Noche oscura del alma de San Juan de la Cruz, pero mientras la aventura de San Juan es la elevación y el viaje hacia lo absoluto, aquella de Eielson es la bajada al aspecto somático, a 310 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR la exaltación de la corporalidad como posibilidad de una nueva forma de transcendencia, sostenida por la síntesis entre elemento terrenal y elemento divino. Recuperar el cuerpo significa rechazar el formalismo de la conciencia para sustituirlo con la comunicación sensorial, sin la cual no nos es posible habitar el mundo. Y el amor es posible cuando el cuerpo mantiene toda su ambivalencia y no se reduce a aquel significado unívoco que es el sexo, así como ha sido codificado. El cuerpo es expresión de nuestra subjetividad, pero puede llegar a ser también un objeto al que se da una forma de acuerdo a un modelo de belleza estereotipado y conforme a cánones socialmente compartidos. Es el aspecto exterior del cuerpo, del cuerpo-objeto que ‘aparece’ a los ojos de los demás; es el caso de la Giulia modelo y quizás prostituta. En este sentido, el cuerpo se convierte en una bella máscara que esconde nuestros miedos más profundos. Cabe destacar las palabras iniciales del narrador frente al cadáver de Giulia: dice que al fin la fotografiaron, tendida en el pantano, es decir, en el momento de la muerte el cuerpo de Giulia adquiere un ‘valor añadido’, sale de su anonimato, haciéndose noticia. Ella que había vivido de su cuerpo, y cuyo cuerpo había representado ‘el gran placer’ de la vida del narrador, ahora es un cuerpo inmóvil que da vida a la curiosidad humana, pero también a las reflexiones del narrador. El traje también puede ser una máscara, símbolo de las reglas sociales a las que someterse, y que a menudo esconden hipocresía y vacío existencial. Eso es evidente en la escena del restaurante de lujo donde Giuliano invita a Giulia y al narrador: “Grupos de sacos y smokings con camisas huecas almidonadas y corbatas de lazo y pantalones hediondos junto a vestidos de seda brillante y combinación y calzones vacíos. Figuras inmóviles en torno a ti” (Eielson, 2000, 84-85; la cursiva es mía). Este lugar revela el falso esplendor de la etiqueta, que no logra esconder su infame vacío, sobre el que destaca, vencedora y más auténtica, Giulia con su Gran Traje de Seda. El traje representa, por lo tanto, una critica al ‘mundo de los poderosos’, una toma de conciencia de la hipocresía y la avidez de una sociedad del espectáculo y de la imagen, que no tienen nada que ver con la verdadera desnudez, que para Eielson “no es sino la entrega a los demás, sin máscara ni ropaje” (Canfield, 2010, 4). Liberarse del traje significa hacer lo mismo con los pueriles y a menudos estériles juegos sociales. En su artículo “Saber existir” declara: A la retórica de la vida opongo la desnudez de la existencia, hecha de cosas esenciales, de cosas humildes cuya veracidad y cuya inevitable presencia constituyen su más profundo y duradero esplendor. Porque saber existir es, sobre todo, formar parte de la creación, ser digno de la creación, articulán- ANEXO DIGITAL 311 dose para ello en el cuadro glorioso de sus más altas exigencias humanas y divinas. (Rebaza Soraluz, 2010, 66) El cuerpo carnal está estrictamente vinculado al cuerpo de la escritura, al cuerpo del lenguaje: “Pero mis palabras no podrán nunca formular ese vacío, puesto que ahora tu cuerpo mismo depende de estas palabras” (Eielson, 2000, 9). Libres de los condicionamientos sociales del traje y de la imposibilidad de aprehender el cuerpo desnudo, entramos así en el terreno del arte. Pero también el refugio que ofrece el arte se mostrará incapaz de conducir a la pureza. El protagonista intenta fijar con el lenguaje su recuerdo de Giulia, evitando caer en la inautenticidad. La triste tipología de la palabra escrita difícilmente tiene el mismo espesor de un cuerpo: “tales son las fronteras movedizas que separan la mistificación escrita de la desnuda verdad” (Eielson, 2000, 131). En las últimas páginas, el mundo, junto a la palabra, se desvela como una ignominiosa mentira, una construcción hecha de promesas, posibilidades y materias inservibles; sin embargo, el narrador no renuncia a la posibilidad de volver a perseguir la felicidad que se entrevé en sus recuerdos, en un orden y una descripción coherentes. Pero este orden al final colapsa ante la brutalidad de una verdad que se demuestra convulsionada, incapaz tal vez de ser sostenida sea por el lenguaje que por la realidad en sus aspectos y formas habituales. El espacio de la novela pues no es sino las incesantes metamorfosis de la escritura, como nos sugiere la elección del epígrafe del escritor vanguardista Raymond Roussel. En la irrupción del caos hay, sin embargo, la configuración de un orden nuevo, la apuesta por un futuro de esperanza, aunque in fieri, no obstante las evidencias dejen pensar que nuestro planeta está proyectado hacia el abismo. Tal vez es por eso que Eielson ha abandonado la literatura para dedicarse a la pintura y otras manifestaciones artísticas. El lenguaje, víctima de la ansiedad de nombrar lo específico, el objeto del deseo, se multiplica, se vuelve hacia sí mismo, mas ni siquiera así logra poseer completamente el objeto, aferrarlo. He ahí que experimenta su límite, su finitud, su parcial fracaso. Y como Giulia se desnuda, el cuerpo de la escritura también tiene que desnudarse: “El cuerpo es para mí desnudez. Como el lenguaje es desnudamiento. El cuerpo es un lenguaje cuya clave de lectura es el amor. El lenguaje es un cuerpo cuyo ejercicio es un acto de amor: ambos requieren de una extrema desnudez para entregarse” (Eielson, 1987, 89). El capítulo 20 representa uno de los momentos en que emerge con mayor intensidad la conciencia de la insuficiencia de las palabras frente al presente, intraducible, de la contemplación del cuerpo sin vida de Giulia y al recuerdo. Y, al final del capítulo, el narrador, defiende el valor de los quipus 312 HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR de los antiguos peruanos, propone una tabla o esquema nudal que presenta diferentes formas de lectura: “los antiguos peruanos, que nada sabían de las letras, no conocían la mentira ni el subterfugio. No conocían la literatura” (Eielson, 2000, 131). Esta referencia a los quipus indica una puesta en tela de juicio de la cultura ‘literaria’, un deseo de comunicar en una forma diferente al lenguaje escrito. El universo existía mucho antes de la invención de la escritura, los nudos, los quipus, que han eternizado un modo de estar en el mundo, llaman la atención sobre ellos mismos, no sobre los referentes convencionales. En una entrevista, Eielson afirma la contemporaneidad del arte precolombina entendida como visión del mundo ‘integrada’ y al mismo tiempo reconoce a las artes visuales en general una mayor y precoz experimentación respecto a la literatura: “yo considero contemporáneo al arte precolombino […] corresponde a nuestra sensibilidad […] En la literatura hay un gran retardo respecto a las experiencias visuales” (Urco y Cisneros Cox, 1988, 198). Es necesaria, pues, una renovación de la literatura en un estrecho y proficuo diálogo con “las demás disciplinas, todas las cuales, para bien o para mal, están cambiando nuestra existencia” (Eielson, 1997, 290-91). Podemos intentar resumir la obra de Jorge Eielson diciendo que ha conseguido anudar la materia y la vida, el cuerpo y el espíritu, lo sublime y la experiencia cotidiana, lo sagrado y lo profano. El cuerpo de Giulia-no no implica descubrir ni llenar de significación, es un evento que invita a un despertar o iluminación de sus lectores, que se convierten en testigos de una experiencia poética. Bibliografía Bataille, Georges, 2006. Storia dell’erotismo. —————, 2000, El cuerpo de Giulia-no. Roma: Fazi Ed. Lima: Adobe. Bourriaud, Nicolas, 2010. Estetica relaziona- Forgues, Roland, 1988, “Eielson describe le. Milano: Postmedia. la fuente de su poesía”, [en línea] http:// copypastelilustrado.wordpress.com/tag/ Canfield, Martha, 2010. “Testamento en jorge-eduardo-eielson. Milán”, Libros y artes, 38-39: 1-4. Huamán Zúñiga, Ricardo, 2001, “Presencia el —————, 2011. El diálogo infinito. Sepensamiento zen en la poesía de Eielson”, villa: Sibila. Evohé, 5: 116-130. Eielson, Jorge Eduardo, 1997. “Defensa de la Padilla, José Ignacio, 2009, “Epílogo para palabra. A propósito de El diálogo infinito”, Giulia-no”, Hueso Húmero, 53: 179-182. Inti, 45: 289-297. Ramírez Franco, Sergio, 2000. A favor de la —————,1987. Primera muerte de María. esfinge. La novelística de Jorge Eduardo México: Joaquín Mortiz. Eielson, Lima: UNMSM. ANEXO DIGITAL 313 Rebaza Soraluz Luis, 2005. “Narrativa y rito Restany, Pierre, 2004. “Eielson: il grande slaen la novela El cuerpo de Giulia-no de Jorge lom esistenziale”, en catálogo Jorge EduarEduardo Eielson”, Cuadernos de Literatura, do Eielson, Saronno: Il Chiostro, pp. 27-31. 19: 34-52. Urco, Jaime y Cisneros Cox, Alfonso, 1988. —————, 2010. Jorge Eduardo Eielson. “Jorge Eduardo Eielson: El creador como Ceremonia comentada. Textos sobre arte, transgresor”, Lienzo: 189-205. estética y cultura. 1946-2005. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. Resumen: El cuerpo de Giulia-no de Jorge Eduardo Eielson es un texto discontinuo, indefinible;escrito en los 50s, pero publicado sólo en 1971 en México, es una obra seguramente innovativa, que desplaza toda expectativa del lector por su composición fragmentaria, su tendencia elíptica, el latente diálogo entre literatura, artes visuales y ciencia que atraviesa el texto. En este trabajo me concentro en un elemento de la novela que vehicula una estrecha relación entre literatura, teatro y arte visual: el cuerpo de su protagonista, Giulia, que es un cuerpo físico y mental a la vez, de acuerdo a la visión budista a la que adhiere el autor. Palabras clave: Narrativa peruana, Jorge Eduardo Eielson, literatura y cuerpo, literatura y nudo. Abstract: El cuerpo de Giulia-no de Jorge Eduardo Eielson is a discontinous and elusive text. Written in the 1950s but unpublished until 1971, it is an undoubtedly innovative work which thwarts the readersʼ expectations due to its fragmentary composition, elliptical tendencies, and the underlying dialogue amongst literature, visual arts and science running throughout the text. In this article, I analyse one element of the novel which expresses in an evident way the relationship between literature, theatre and visual arts: The body of its protagonist—Giulia— which is a physical and a mental body, according with the Buddhist vision of Eielson. Keywords: Peruvian prose, Jorge Eduardo Eielson, literature and the body, literature and the knot.