Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados

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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
CONFIGURACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES EN EL TRÁNSITO A LA VIDA
CIVIL DE JÓVENES DESMOVILIZADOS DE LAS FUERZAS ARMADAS
REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA-FARC
TESIS DOCTORAL
LUZ MARINA LARA SALCEDO
Código 2006299021
DIRECTOR
DOCTOR RICARDO MAURICIO DELGADO SALAZAR
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
DOCTORADO INTERINSTITUCIONAL EN EDUCACIÓN
BOGOTÁ, 9 DE DICIEMBRE DE 2011
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Resumen Analítico - RAE
Tipo de documento: Tesis de Grado
Acceso al documento: Universidad Pedagógica Nacional
Titulo del documento: la educación especial en Colombia
Autor(s): LARA SALCEDO, Luz Marina
Publicación: Bogotá, 2012, 294 p.
Unidad Patrocinante: Universidad Pedagógica Nacional
Palabras Claves: subjetividad, conflicto armado, tránsito a la vida civil, jóvenes
desmovilizados, socioconstruccionismo y escenarios emocionales en el ámbito educativo.
Descripción:
Esta investigación se inscribe en la línea de investigación Educación, Sujeto y Cultura, del
énfasis Educación, Cultura y Desarrollo, en el Doctorado Interinstitucional en Educación de
la Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la
Universidad del Valle.
Su pregunta central buscó comprender por un lado, cuáles son los desplazamientos,
continuidades y rupturas en las subjetividades de un grupo de jóvenes desmovilizados de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC-, en su paso hacia la vida civil, y por el
otro, problematizar cómo son leídas e interpretadas esas subjetividades en los programas
educativos y de apoyo psicosocial ofrecidos a esta población.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
El problema central del estudio analizó el tránsito a la vida civil, en lo que respecta a los
desplazamientos de la subjetividad, y como este tránsito a la vida civil cobra una connotación
importante en la configuración de la misma, puesto que se trata del tiempo del sujeto y de su
duración, con un desfase respecto del tiempo en el cual se formalizó la desvinculación. Como
bien lo señala Castro (2001, p. 138 y 139), “los tiempos subjetivos son tiempos personales,
particulares a cada sujeto, y no operan en una cronología, no dan curso a una sincronía ni a
una secuencialidad; como tiempos lógicos operan en la retroactividad”.
Fuentes:
Para la fase de producción de narrativas se aplicaron entrevistas semiestructuradas y el análisis
de los relatos obtenidos de los investigadores expertos en el tema de la Universidad de Los
Andes; el Observatorio de desarme, desmovilización y reintegración- DDR- de la Universidad
Nacional; la Defensoría Del Pueblo, la Organización Internacional para las Migraciones-OIM,
formuladores de políticas públicas de la Alta Consejería para la Reintegración Social y
Económica –ACR- y siete docentes que se encontraban trabajando con jóvenes
desmovilizados.
De igual modo, se recogieron narrativas de ocho profesionales pertenecientes al Programa de
Apoyo Psicosocial del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué mediante la técnica de grupos
focales y se entrevistaron diez jóvenes desmovilizados pertenecientes al mismo Centro, con
quienes posteriormente también se llevó a cabo un grupo focal. La construcción teórica se
centró en el estudio, análisis y articulación teórica de categorías orientadoras relacionadas
con la subjetividad, tales como, identidad personal y colectiva, vínculos y valores, memoria,
narración y experiencia.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Contenidos:
Las investigaciones de los jóvenes en relación con el conflicto armado, por lo general abarcan
tres momentos: el antes de la vinculación, durante la vinculación y el después de la
desvinculación; sin desconocer los dos primeros, me interesó en particular ubicarme en el
momento de la desvinculación, dada la importancia crucial de esta fase por ser la más difícil
en la vida de los jóvenes desvinculados; de otra parte, la experiencia adelantada por países
como El Salvador, Angola, Sierra Leona y República Democrática del Congo, “demuestran
que los programas de reintegración centrados en niños y jóvenes pueden fomentar una
transición exitosa hacia la vida civil, y en última instancia, hacia una paz sostenible” (Verhey,
2008, p.20).
Los jóvenes excombatientes tienen sus propias particularidades en relación con su infancia y
adolescencia, de sus razones para incorporarse a un grupo armado ilegal, de sus vivencias en
el colectivo armado, de sus motivos para desvincularse y de la forma como asumen el reto de
reintegrarse a la vida civil; por lo tanto, se buscó descubrir qué sucede en las lógicas
subjetivas que se construyen en la experiencia de la desvinculación cuando ya no se forma
parte de un cuerpo armado, y “se tiene que empezar desde cero” para el encuentro con la
sociedad civil. Para tal fin se tuvieron como categorías de análisis los referentes de identidad
personal y colectiva, los vínculos, los valores y su relación con los proyectos de vida.
Se buscó entonces investigar aquello que por lo general no es develado en las investigaciones
sobre la reintegración a la vida civil de la población desvinculada, interrogando sobre los
movimientos subjetivos que se suscitan, los mecanismos que soportan al sujeto cuando ya no
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
pertenece al colectivo guerrero,
así como las lógicas derivadas en la experiencia de la
desvinculación y en el pasaje a la vida civil.
Metodología:
Desde la perspectiva socio-construccionista que orientó esta investigación, se plantea que el
conocimiento no está en la mente de las personas, ni las palabras son reflejo, ni de la mente,
ni de una naturaleza pre-existente, sino que “la fuente principal de las palabras que utilizamos
sobre el mundo radica en la relación social” (Gergen, 1996, p.167). Nos proponemos entonces,
ganar una mayor comprensión y conocimiento en torno a los desplazamientos y continuidades
en la configuración de las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, a través del análisis
de sus narrativas y cómo éstas son significadas, puesto que construimos significados en la
medida que nos narramos, y en esa misma medida se reconfigura nuestra identidad.
El diseño metodológico estuvo orientado a partir de las premisas centrales de la perspectiva
del socio-construccionismo, el cual entre sus postulados nos señala que para dar cuenta de la
acción humana, debemos hacerlo en términos de los procesos relacionales, siendo el “discurso
acerca del yo” la forma de dar cuenta de nosotros y de nuestras experiencias; por tanto, frente
al interés investigativo de comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades en la
subjetividad de
un grupo de jóvenes desmovilizados de las FARC en su proceso de
reintegración a la vida civil, desarrollamos como proceso de conocimiento: la investigación
del conocimiento acumulado con relación a los procesos de desvinculación y la reintegración a
la vida civil, la investigación teórica sobre la subjetividad con sus categorías de análisis y la
producción y reconstrucción de relatos de vida de los jóvenes desmovilizados.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
El proceso metodológico desarrollado abordó los tres componentes anteriores, y estuvo
dividido en tres fases a saber: Producción de narrativas, Análisis de narrativas e Interpretación
de narrativas. Para la producción de narrativas con los jóvenes se desarrolló el proceso
“fundador” propuesto por Althabe (1999), de tal manera que en el trabajo de campo se
generaron acercamientos hacia los jóvenes para superar la exterioridad y adentrarse en ese
mundo que nos permitió producir conocimiento desde adentro, configurando a su vez el
horizonte para desarrollar el análisis y la interpretación. Para el análisis de las narrativas se
tuvieron en cuenta las categorías orientadoras del proyecto, como también las emergentes. En
este proceso analítico se aplicaron los tres modelos propuestos por Connick y Godard (1998):
el arqueológico, que buscó identificar los puntos nodales donde los relatos de vida tomaban un
giro; pues estos elementos a la vez que nos cuentan del pasado, son determinantes del futuro e
implican procesos de subjetivación en momentos cruciales. El segundo modelo de análisis fue
el de trayectorias, el cual nos permitió establecer los recorridos y transiciones vividas por los
sujetos, señalando los procesos que dieron lugar a los cambios; y el tercer modelo, el
estructural nos permitió identificar los contextos sociales con su temporalidad y las lógicas
colectivas que determinaron los trayectos individuales.
Conclusiones:
A manera de autoexamen presento algunos aportes que logré identificar en relación con el
bordeamiento de la subjetividad y del proceso de reincorporación a la vida civil, teniendo en
cuenta el grupo de jóvenes participantes y sus experiencias muy particulares, las cuales
iluminaron aspectos que no han sido abordados en otras investigaciones:
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En primer lugar, este estudio aporta que la vida de los jóvenes en los grupos alzados en armas
se despliega a partir de la emergencia de una serie de subjetividades que transitan desde una
subjetividad de la esperanza, de la obediencia y resignada, hacia una subjetividad rebelde y
nuevamente esperanzada por encontrar en la sociedad civil, un escenario donde se pueda vivir
con dignidad y justicia. Sin embargo, ese proceso de sujetamiento disciplinario vivido, para
muchos fue la oportunidad de ganar reconocimiento, don de mando, de llevar al límite sus
capacidades, de adquirir conocimientos relacionados con la milicia, de desarrollar habilidades
para la supervivencia, de construirse a sí mismos y de encontrarle un sentido a sus vidas.
En segundo lugar, que el tránsito a la vida civil en el caso de muchas jóvenes, se inicia con el
redescubrimiento de aspectos olvidados de sus referentes de identidad femenina, pues durante
el tiempo de permanencia en el grupo insurgente adquirieron nuevos referentes de identidad y
pertenencia caracterizados por la masculinidad, al estar asociados a la vida militar y a las
demandas de la guerra. Con respecto a los jóvenes, nuestros hallazgos coinciden con los
planteamientos de Kimberly Theydon (2005) pues para ellos la educación, el trabajo y una
vivienda digna
son referentes simbólicos de masculinidad con un gran potencial para
favorecer los procesos de reintegración.
En tercer lugar, que los jóvenes en la vida civil llegan a una sociedad estratificada donde ya
no se es uniforme e indiferenciado entre los demás, y donde la familia, el estudio, el trabajo y
el dinero, como también el ser joven, ser estudiante, trabajador, ciudadano y tener un plan de
vida, son los nuevos referentes de identidad y pertenencia que determinan necesidades y
oportunidades. Y justamente, la construcción de nuevas formas de ciudadanía, pasa también
por procesos de subjetivación en esos diferentes espacios que configuran la vida civil, pues allí
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
se establecen relaciones sociales diferentes y se tejen nuevos sentidos de pertenencia, nuevos
vínculos y nuevos valores.
En cuarto lugar, que con el regreso a la vida civil los jóvenes transitan por dos tipos de
reglamentos: de un reglamento basado en un código normativo militar, rígido y coercitivo,
pasan a otro centrado fundamentalmente en el derecho y en una autoridad colegiada que regula
las relaciones entre los ciudadanos, y esa regulación se da a través de procedimientos
normativos que los jóvenes entran a reconocer en los diferentes espacios donde comienzan a
interactuar. Por consiguiente, los jóvenes transitan entre dos formas de poder que van del
autoritarismo a la construcción consensuada o negociada, y en este contexto, sus
subjetividades pasan por la búsqueda de mayores niveles de igualdad, de equidad y de
reconocimiento.
En quinto lugar, para los jóvenes desmovilizados el tránsito a la vida civil les demandó
experiencias fuertes y complejas que implicaron movimientos en su subjetividad, traducidos
en rupturas de sus referentes identitarios y de sus vínculos emocionales (movimientos
subjetivos que producen un quiebre y marcan un antes y un después); en desplazamientos de
sus miedos y valores (movimientos de la subjetividad donde se dan transformaciones y
acomodaciones); y en continuidades (se conservan algunos rasgos de la subjetividad), como
también en la capacidad de construir nuevas formas de ciudadanía diferentes a la subversión.
Con relación al espacio institucional, la casa donde funciona la Alta Consejería se constituye
en uno de los escenarios más valiosos para los jóvenes en el proceso de construcción de
ciudadanía y de aprendizaje en el establecimiento de relaciones sociales para poder vivir en
comunidad. Y aunque allí también existen evidentes relaciones de poder, podemos decir que
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
este escenario contribuye a la verdadera desmovilización, al afianzar la dejación de las armas
a través del acompañamiento psicosocial brindado.
De otra parte, la reintegración es un proceso de gran complejidad y de muchas dificultades,
pues adecuar la política a los diversos contextos y las dinámicas sociales no es tarea fácil,
surgen tensiones entre lo central y lo local, falta un mayor impacto en las comunidades
quienes estigmatizan al desmovilizado, falta apoyo institucional por parte de los sectores
público y privado; y adicionalmente, porque el proceso se está llevando a cabo cuando el
conflicto armado continúa en el país.
En los escenarios de la vida civil donde se tejen diferentes formas de sociabilidad y se tramitan
tensiones y resistencias, la apuesta educativa por los escenarios emocionales
puede
constituirse en un marco que enriquezca y amplíe los contextos de intervención de la ACR y
aporte a la recuperación de la confianza, el reconocimiento y la construcción de la autonomía
por parte de los jóvenes.
Finalmente, la reintegración no es una sola, son varias y diferentes de acuerdo con las
subjetividades en juego en los diferentes escenarios y por lo tanto, llamamos la atención sobre
esos planos de interacción social donde los procesos de reacomodación son diferentes para
cada cual.
Fecha Elaboración resumen
15 de junio de 2012
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A mi país Colombia
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
AGRADECIMIENTOS
Quiero iniciar mis agradecimientos con la Alta Consejería para la Reintegración Social
y Económica, pues sin su aprobación y apoyo para llevar a cabo esta investigación, no
me hubiera sido posible conocer y entrevistar a los jóvenes desmovilizados del Centro
de Servicios de la ciudad de Ibagué.
Agradezco a estos jóvenes por responder mi invitación, por su disposición a responder
y por creer en mí, al confiarme un trozo de su vida y develar sus experiencias
relacionadas con el antes-durante y después de su vinculación a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia-FARC- A ellos, gracias por su tiempo y por acudir a mi
llamado, a pesar de las dificultades económicas y personales.
Quiero reconocer también la apertura e interés del equipo de profesionales del
Programa de Apoyo Psicosocial del Centro de Servicios, quienes no sólo me facilitaron
el acceso a los jóvenes, sino que también me regalaron su tiempo para sentarnos a
conversar, repensar a los jóvenes, repensarse a sí mismos y al proceso de reintegración
en el país.
Debo agradecer a mi director de tesis, el Doctor Ricardo Delgado Salazar, por su
acogida al aceptar ser mi tutor, por la formación que me brindó, por su rigor y por el
acompañamiento brindado en estos seis años de trabajo intenso. Este logro es tan suyo,
como mío.
Agradezco también a mis evaluadores, Doctora Leonor Arfuch del Instituto Gino
Germanni de la Universidad de Buenos Aires, quien me acogió para hacer mi pasantía;
Doctor Rafael Campo de la Pontificia Universidad Javeriana, con quien compartí el
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sueño de llegar a estudiar un doctorado, y el Doctor Adolfo Atehortúa de la
Universidad Pedagógica Nacional.
A mi esposo y mis hijas, por el tiempo en familia que “les robé”, por la paciencia que
me tuvieron y por creer en mí.
En la Universidad Pedagógica Nacional, a la Doctora Rosalba Pulido, directora del
Doctorado en Educación, por el ánimo y apoyo brindados; como también, a Aleyda
Rodríguez, asistente técnica del Doctorado, por su colaboración y gestión permanentes.
A mi amiga y colega Piedad Ramírez, un tesoro que me dejó el Doctorado, por su
comprensión, dulzura, aportes y porque siempre estuvo ahí, al lado mío.
Finalmente, agradezco a todos aquellos que de una u otra manera me acompañaron y
me apoyaron de distintas maneras, hasta alcanzar esta meta.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
INDICE
PRESENTACIÓN ..................................................................................................................... 17
CAPÍTULO 1. CONSIDERACIONES GENERALES DEL ESTUDIO .............................. 22
1.1 Discursos acerca de la vinculación y desvinculación de jóvenes como campo problemático de estudio
............................................................................................................................................................ 22
1.1.1 Algunos discursos en relación con el conflicto armado, niñez y juventud .................................... 24
1.1.2 Discursos sobre experiencias de desarme y reinserción social en el país ..................................... 30
1.1.3 Experiencias de Desarme, Desmovilización, Rehabilitación y Reintegración-DDRR- de jóvenes a la vida
civil ......................................................................................................................................................... 36
1.2 Apertura a la especificidad del problema ....................................................................................... 45
1.2.1 Formulación del problema ........................................................................................................... 52
1.2.2 Tesis............................................................................................................................................... 52
1.2.3 Objetivos ....................................................................................................................................... 53
1.3 Horizonte conceptual y metodológico ............................................................................................ 54
1.3.1 El Socioconstruccionismo, una perspectiva teórica y metodológica para la comprensión de la
subjetividad de las y los jóvenes desmovilizados de los grupos armados ............................................. 54
1.3.2 Premisas del Socioconstruccionismo ............................................................................................ 58
1.3.3 Diseño Metodológico ................................................................................................................... 67
1.3.3.1 Fundamentación teórica del enfoque narrativo .................................................................... 69
1.3.3.2 Propuesta Metodológica ....................................................................................................... 72
1.3.3.3 Proceso Metodológico .......................................................................................................... 75
1.3.3.4 Modelo Analítico.................................................................................................................... 80
CAPÍTULO 2. ACERCA DE LA CONFIGURACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES EN LA
EXPERIENCIA DE LA VINCULACIÓN Y DESVINCULACIÓN A LA VIDA CIVIL ...... 91
2.1 La subjetividad, un proceso relacional ........................................................................................... 92
2.2 El contexto de la vinculación: Factores asociados .......................................................................... 97
2.2.1 La presencia frecuente de los grupos en la región ........................................................................ 98
2.2.2 Procesos de identificación relacionados con el gusto por las armas, el uniforme y ser como ellos100
2.2.3 El ambiente familiar en que viven los jóvenes ............................................................................ 102
2.2.4 Los amigos que facilitan el ingreso ............................................................................................. 105
2.2.5 La situación económica asociada a la falta de educación y de dinero ........................................ 106
2.2.6 El estar enamoradas .................................................................................................................... 107
2.2.7 El momento crítico: el detonante para vincularse ...................................................................... 108
2.3 Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la vinculación ...................... 111
2.3.1 El ingreso de los jóvenes al grupo armado: las subjetividades de la esperanza ......................... 111
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.3.2 La vida en el grupo armado: del tránsito de las subjetividades de la esperanza a las subjetividades de la
obediencia ............................................................................................................................................ 112
2.3.3 La vida en el grupo armado: subjetividades en conflicto ............................................................ 116
2.3.4 El sentido de su experiencia en el grupo..................................................................................... 124
2.4 Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la desvinculación ................. 126
2.4.1 Factores de la desvinculación ..................................................................................................... 127
2.4.1.1 Cuando los jóvenes se decepcionan del grupo .................................................................... 127
2.4.1.2 Cuando se agrede la condición de mujer: entre la indignación y la injusticia ..................... 129
2.4.1.3 Cuando de querer vivir una vida digna se trata ................................................................... 134
2.4.1.4 Cuando ya lo hizo un familiar .............................................................................................. 135
2.4.1.5 Cuando es una decisión compartida con otro ..................................................................... 136
2.4.2 Y se llegó el momento de la fuga ................................................................................................ 137
2.4.3 El comienzo del tránsito a la vida civil de los jóvenes ................................................................. 141
2.5 A manera de conclusiones............................................................................................................ 149
CAPÍTULO 3. LOS MOVIMIENTOS QUE SE SUSCITAN EN LAS IDENTIDADES, LOS
VÍNCULOS Y LOS VALORES EN EL RETORNO A LA VIDA CIVIL ........................... 157
3.1 Identidad y experiencia como dimensiones de la subjetividad .................................................... 159
3.2 La transformación de los referentes de identidad ........................................................................ 169
3.2.1 Los cambios del referente identitario en clave de género .......................................................... 170
3.2.2 Del camuflado, el fusil y las botas, a los jeans y el desarme como referentes de identidad y pertenencia
............................................................................................................................................................. 172
3.2.3 El cambio de nombre como referente identitario ...................................................................... 174
3.2.4 La identidad del guerrero y la del ciudadano .............................................................................. 176
3.2.5 El reglamento como referente de identidad en el grupo armado .............................................. 178
3.2.6 Con respecto a la noción “dura de identidad” del desmovilizado .............................................. 179
3.2.7 La identidad frente al estigma del desmovilizado ...................................................................... 180
3.3 Devenir de los vínculos y los valores en el trasegar a la vida civil ................................................ 183
3.3.1 A propósito de la construcción de vínculos y valores en el grupo ilegal ..................................... 185
3.3.2. La transición de esos vínculos y valores en la vida civil ............................................................. 189
3.3.3 Escenarios de la vida civil donde los jóvenes establecen pautas de relación para configurar vínculos y
valores .................................................................................................................................................. 192
3.3.4 Las lecciones aprendidas por los jóvenes en el tránsito a la vida civil, en relación con la construcción de
vínculos y de valores ............................................................................................................................ 194
3.4. El cambio de regímenes con la llegada a la vida civil ................................................................... 197
CAPÍTULO 4. LA REINTEGRACIÓN Y SUS SIGNIFICADOS VISTA DESDE SUS OTROS
ACTORES: EL EQUIPO PSICOSOCIAL DE LA ALTA CONSEJERÍA PARA LA
REINTEGRACIÓN-ACR-DE IBAGUÉ Y ALGUNOS DOCENTES DE LOS JOVENES208
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
4.1 Acerca de la complejidad del proceso Desarme-Desmovilización-Reintegración-DDR- en nuestro país.
.......................................................................................................................................................... 209
4.2 La Reintegración y sus significaciones para el equipo de apoyo psicosocial ................................. 214
4.2.1 La reintegración como un proceso centrado en el programa ..................................................... 215
4.2.2 La reintegración como un proceso que pasa por los sujetos implicados .................................... 219
4.2.3 Una mirada al proceso poniendo el acento en la subjetividad de los jóvenes .......................... 221
4.2.4 La experiencia del trabajo con los jóvenes desmovilizados y las lecciones aprendidas ............. 224
4.3 El trabajo con los jóvenes en el aula escolar: lo que dicen los docentes ...................................... 229
4.3.1 Dificultades en el trabajo pedagógico con los jóvenes ............................................................... 229
4.3.2 ¿Cómo las han sorteado? ........................................................................................................... 232
4.3.3 Lecciones aprendidas de la experiencia pedagógica con los jóvenes ......................................... 233
4.4 Aproximación a un balance del proceso de reintegración ........................................................... 235
4.4.1 Aprendizajes destacados en el proceso ...................................................................................... 236
4.4.1.1. La Atención Psicosocial de la Reintegración Social ............................................................. 236
4.4.1.2 El Programa de Reintegración............................................................................................. 238
4.4.1.3 De los participantes y los profesionales .............................................................................. 239
4.4.2 Lo que falta por aprender en el proceso .................................................................................... 241
4.4.2.1 En la Alta Consejería para La Reintegración ....................................................................... 241
4.4.2.2. En el programa a nivel local ................................................................................................ 242
4.4.2.3. Falta de corresponsabilidad de diversos sectores de la sociedad ...................................... 243
4.4.2.4 Adelantar el proceso en medio del conflicto ....................................................................... 244
4.5 Acerca del potencial socializador y formador de los ámbitos laboral, educativo y comunitario en el
proceso de reintegración a la vida civil .............................................................................................. 246
4.6 Retos y desafíos para el programa: la voz de los profesionales y los maestros ............................. 250
4.6.1 Los retos identificados por los profesionales del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué ............ 251
4.6.2 Los retos identificados por los docentes ..................................................................................... 253
4.6.3 A modo de conclusión ................................................................................................................. 255
CAPÍTULO 5. TRAZANDO HORIZONTES EDUCATIVOS ......................................... 257
RETOMANDO LA EXPERIENCIA, LA PALABRA Y LA MEMORIA .......................... 257
5.1 Los espacios relacionales como escenarios emocionales .............................................................. 258
5.2 Nuestra apuesta: la construcción de vínculos en escenarios emocionales .................................... 261
5.2.1 Primer escenario emocional de los jóvenes: el familiar ............................................................. 264
5.2.2 Segundo escenario emocional: el laboral ................................................................................... 265
5.2.3 Tercer escenario emocional: el educativo .................................................................................. 266
5.2.4 Cuarto escenario emocional: la comunidad ................................................................................ 268
5.3 Los componentes de la propuesta educativa................................................................................ 269
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
5.3.1 La experiencia como acontecimiento ......................................................................................... 269
5.3.2 La memoria y narración como horizonte de significación para el reconocimiento y la vinculación a la
vida civil................................................................................................................................................ 270
5.3.3 De una educación monológica a una dialógica de creación de sentido ...................................... 274
5.3.4 Educar también desde la alteridad: una experiencia de “amor mundi” ..................................... 275
CONCLUSIONES
REFERENCIAS ..................................................................................................................... 286
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
PRESENTACIÓN
Esta investigación se inscribe en la línea de investigación Educación, Sujeto y Cultura,
perteneciente al énfasis de Educación, Cultura y Desarrollo, del Doctorado Interinstitucional
en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Distrital Francisco José de
Caldas y la Universidad del Valle.
Su pregunta central buscó comprender por un lado, cuáles son los desplazamientos,
continuidades y rupturas en las subjetividades de un grupo de jóvenes desmovilizados de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC-, en su paso hacia la vida civil1, y por
el otro, problematizar cómo son leídas e interpretadas esas subjetividades en los programas
educativos y de apoyo psicosocial ofrecidos a esta población.
El problema central del estudio analizó el tránsito a la vida civil, en lo que respecta a
los desplazamientos de la subjetividad, y como este tránsito a la vida civil genera afectaciones
en la configuración de la misma, puesto que se trata del tiempo del sujeto y de su duración,
con un desfase respecto del tiempo en el cual se formalizó la desvinculación. Como bien lo
1
Dejar los grupos alzados en armas implica dejar la perspectiva de la guerra y ubicarse en la vida civil;
podríamos decir que es un cambio de estado, de contexto y de sentido. El tránsito a la vida civil ha sido
nombrado de diversas maneras como desmovilización, desvinculación, reinserción y reincorporación, entre otros.
Este tránsito inaugura un nuevo sujeto con unas nuevas condiciones de vida, nuevos escenarios y nuevas maneras
de ser y de estar, los cuales implican movimientos en sus subjetividades.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
señala Castro (2001, p. 138 y 139), “los tiempos subjetivos son tiempos personales,
particulares a cada sujeto, y no operan en una cronología, no dan curso a una sincronía ni a
una secuencialidad; como tiempos lógicos operan en la retroactividad”.
Las investigaciones de los jóvenes en relación con el conflicto armado, por lo general
abarcan tres momentos: el antes de la vinculación, durante la vinculación y el después de la
desvinculación; sin desconocer los dos primeros, me interesó en particular ubicarme en el
momento de la desvinculación, dada la importancia crucial de esta fase por ser la más difícil
en la vida de los jóvenes desvinculados; de otra parte, la experiencia adelantada por países
como El Salvador, Angola, Sierra Leona y República Democrática del Congo, “demuestran
que los programas de reintegración centrados en niños y jóvenes pueden fomentar una
transición exitosa hacia la vida civil, y en última instancia, hacia una paz sostenible” (Verhey,
2008, p.20).
Los jóvenes excombatientes tienen sus propias particularidades en relación con su
infancia y adolescencia, de sus razones para incorporarse a un grupo armado ilegal, de sus
vivencias en el colectivo armado, de sus razones para desvincularse y de la forma como
asumen el reto de reintegrarse a la vida civil; por lo tanto, se busca descubrir lo que sucede en
las lógicas subjetivas que se construyen en la experiencia de la desvinculación cuando ya no se
forma parte de un cuerpo armado y “se tiene que empezar desde cero” para el encuentro con la
sociedad civil. Para tal fin se tendrán como categorías de análisis los referentes de identidad
personal y colectiva, los vínculos, los valores y su relación con los proyectos de vida.
Se trató entonces de investigar aquello que por lo general no es develado en las
investigaciones sobre la reintegración a la vida civil de la población desvinculada,
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
interrogando sobre las lógicas subjetivas que se construyen, los mecanismos que soportan al
sujeto cuando ya no pertenece a un colectivo, ni está en la guerra, así como las lógicas
derivadas en la experiencia de la desvinculación y en el pasaje a la vida civil.
Desde la perspectiva socio-construccionista que orientó esta investigación, se plantea
que el conocimiento no está en la mente de las personas, ni las palabras son reflejo, ni de la
mente, ni de una naturaleza pre-existente, sino que “la fuente principal de las palabras que
utilizamos sobre el mundo radica en la relación social” (Gergen, 1996, p.167). Nos
proponemos ganar una mayor comprensión y conocimiento en torno a los desplazamientos y
continuidades en la configuración de las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, a
través del análisis de sus narrativas y cómo éstas son significadas, puesto que construimos
significados en la medida que nos narramos, y en esa misma medida se reconfigura nuestra
identidad.
El diseño metodológico estuvo orientado a partir de las premisas centrales de la
perspectiva del socio-construccionismo, el cual entre sus postulados nos señala que para dar
cuenta de la acción humana, debemos hacerlo en términos de los procesos relacionales, siendo
el “discurso acerca del yo” la forma de dar cuenta de nosotros y de nuestras experiencias; por
tanto, frente al interés investigativo de comprender los desplazamientos, rupturas y
continuidades en la subjetividad de un grupo de jóvenes desmovilizados de las FARC en su
proceso de reintegración a la vida civil, propusimos como proceso de conocimiento: la
investigación del conocimiento acumulado con relación a los procesos de desvinculación y la
reintegración a la vida civil, la investigación teórica sobre la subjetividad con sus categorías de
análisis y la producción y reconstrucción de relatos de vida de los jóvenes desmovilizados.
20
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
El proceso metodológico desarrollado a través del abordaje de los tres componentes
anteriores,
estuvo dividido en tres fases a saber: Producción de narrativas, Análisis de
narrativas e Interpretación. Para la producción de narrativas con los jóvenes se desarrolló el
proceso “fundador” propuesto por Althabe (1999), de tal manera que en el trabajo de campo
se generaron acercamientos hacia los jóvenes para superar la exterioridad y adentrarse en ese
mundo que nos permitirá producir conocimiento desde adentro, configurando a su vez el
horizonte para desarrollar el análisis y la interpretación. Para el análisis de las narrativas se
tuvieron en cuenta las categorías orientadoras del proyecto, como también las emergentes. En
el proceso analítico se aplicaron los tres modelos propuestos por Connick y Godard (1998): el
arqueológico, que buscó identificar los puntos nodales donde los relatos de vida tomaban un
giro; estos elementos a la vez que nos cuentan del pasado, son determinantes del futuro e
implican procesos de subjetivación en momentos cruciales. El segundo modelo de análisis fue
el de trayectorias, el cual nos permitió establecer los recorridos y transiciones vividas por los
sujetos, señalando los procesos que dieron lugar a los cambios; y el tercer modelo, el
estructural nos permitió identificar los contextos sociales con su temporalidad y las lógicas
colectivas que determinan los trayectos individuales.
Los aportes derivados de este trabajo se sitúan por un lado, en el campo del
conocimiento con relación a una mayor comprensión de la categoría de subjetividad, y por el
otro lado, en el campo educativo, al realizar una apuesta educativa que desde la voz de los
jóvenes y de sus propias experiencias, nos señalen caminos que faciliten su pasaje a la vida
civil.
Con los resultados de esta investigación se espera aportar a los procesos adelantados
por la Alta Consejería para la Reintegración Social –ACR- en la ruta de reintegración que se
21
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
viene construyendo, como también, poder incidir en la formulación de las políticas educativas
para los procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) a la vida civil, pues en
nuestro país, a diferencia de otros países donde ha habido negociaciones definitivas de paz, el
proceso está ocurriendo en medio de un conflicto armado que aun continúa.
El presente trabajo está organizado de la siguiente manera. Un primer capítulo donde
se presentan las consideraciones generales de esta investigación, en relación con los
antecedentes del problema, su planteamiento, objetivos y el horizonte conceptual y
metodológico que guió el proceso investigativo. Los próximos capítulos dan cuenta de los
hallazgos de la investigación, de tal modo que en el segundo capítulo se analiza la
configuración de las subjetividades de los jóvenes, en relación con la experiencia de la
vinculación y desvinculación del grupo armado. En el tercer capítulo, el lector encontrará los
movimientos que ocurren con la identidad, los vínculos y los valores de los jóvenes durante el
retorno a la vida civil. En el cuarto capítulo nos centramos en los significados del proceso de
reintegración desde la voz de un grupo de profesionales que forma parte del Equipo de Apoyo
Psicosocial de la Unidad de Servicios de la ACR de la ciudad de Ibagué, como también, de un
grupo de docentes de esta misma ciudad que trabaja con jóvenes desmovilizados.
Finalmente, en el quinto capítulo presentamos horizontes educativos para algunos
escenarios de la vida civil de los jóvenes, escenarios donde se tejen diversas formas de
sociabilidad y a su vez, donde se tramitan tensiones, resistencias y rupturas. Y justamente ahí
es necesario abordar la dimensión educativa, para ampliar y enriquecer los procesos de
interacción y hacer de la reintegración una experiencia que nos comprometa a todos.
22
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
CAPÍTULO 1. CONSIDERACIONES GENERALES DEL ESTUDIO
El presente capítulo inicia con una aproximación al estado del arte acerca de la vinculación y
desvinculación de niños y jóvenes a los grupos alzados en armas, el cual está organizado en
tres ejes articuladores a manera de discursos. En segundo lugar nos centraremos en la
especificidad del problema de investigación, la tesis formulada alrededor de él y los objetivos
que guiaron el trabajo investigativo. A continuación desarrollamos nuestro horizonte
conceptual y metodológico a la luz del socio-construccionismo, como perspectiva teórica
desde la cual realizamos nuestras comprensiones e interpretaciones en torno al problema de
investigación.
1.1 Discursos acerca de la vinculación y desvinculación de jóvenes como campo
problemático de estudio
El Conflicto Armado emerge como un campo de conocimiento en las Ciencias Sociales,
constituyéndose en un campo problemático que con el surgimiento de diferentes estudios e
investigaciones, buscan comprenderlo y explicarlo con el ánimo de encontrarle salidas; sin
embargo existen rupturas discursivas en las formas de explicarlo y caracterizarlo, bien sea
23
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
como un fenómeno coyuntural originado por múltiples causas, o como una caracterización
política y sociológica entre las relaciones Estado-Sociedad.
De acuerdo con las revisiones efectuadas en la literatura, se puede afirmar que si existe un
consenso en la naturaleza y orígenes del conflicto armado en nuestro país, en cuanto a que éste
es un fenómeno multicausal; sin embargo, las divergencias se presentan al identificar las
causas de la violencia, como las características del conflicto en sí, lo que dificulta asumir una
explicación privilegiada. Por tanto, ante la variedad de causas que lo originan, las respuestas a
las salidas del conflicto deben ser multipolares.
Con el fin de ganar inteligibilidad en torno al problema de la vinculación, desvinculación y
reintegración a la vida civil de los jóvenes que estuvieron enrolados en los grupos alzados en
armas, a continuación se presenta un balance sobre algunas posturas en torno a este campo
problemático, posturas cuya construcción se ha venido dando de manera reciente desde
mediados de la década de los noventa cuando se visibiliza esta problemática, razón por la cual
los primeros documentos elaborados fueron más de carácter exploratorio, descriptivos y de
denuncia; sin embargo, con las primeras entregas de jóvenes a partir de 1997 y a pesar de no
contar en ese entonces con programas de reinserción en el país, se evidencian avances en
términos de caracterizaciones, factores de riesgo, restitución de derechos, categorizaciones,
construcciones conceptuales, formulación de políticas públicas en relación con la
desvinculación y sensibilización frente al problema, entre otros.
24
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
El balance que presentamos de las posturas, las cuales hemos llamado “discursos”2, lo
hemos organizado a través de tres ejes articuladores así: en primer lugar, los discursos del
conflicto armado que plantean la problemática de la vinculación de la niñez y la juventud a los
grupos alzados en armas en nuestro país; en segundo lugar, los discursos en relación con los
procesos de desarme y reinserción social adelantados en el país, y finalmente, los discursos
centrados en las experiencias de desmovilización, rehabilitación y reintegración a la vida civil
de los jóvenes, lugar donde se encuentran nuestros intereses investigativos.
1.1.1 Algunos discursos en relación con el conflicto armado, niñez y juventud
Aunque los estudios e investigaciones relacionados con la violencia juvenil datan desde la
década de los ochenta e inclusive desde antes, se considera que 1996 es el año en que se hace
visible en particular la problemática de la niñez y el conflicto armado, con la publicación del
estudio mundial realizado por Graca Machel, designada por las Naciones Unidas, sobre las
repercusiones del conflicto armado en la infancia; en el mismo año se lleva a cabo en nuestro
país la Quinta Consulta Regional sobre el impacto de los Conflictos Armados en la Infancia,
en América Latina y el Caribe, con la participación de Cuba, Colombia, El Salvador,
Guatemala, Haití, Nicaragua y Perú, donde se analizó el tema a nivel local, nacional, regional
y global, enmarcados en el estudio adelantado por Machel, la Convención de los Derechos del
Niño y en los Tratados Internacionales sobre el Derecho Internacional Humanitario y los
Derechos Humanos.
2
La fuente de inspiración para la organización de la información es el doctor Adolfo Chaparro (2005), con su
trabajo titulado “Procesos de subjetivación, conflicto armado y construcción del Estado Nación en Colombia.
25
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Para vislumbrar el estado del conocimiento logrado hasta el momento, sobre la
participación y desvinculación de niños, niñas y jóvenes de los grupos alzados en armas y
establecer qué tanto se ha avanzado en la comprensión de este problema, a continuación
presentamos un balance de los hallazgos investigativos.
La producción de las investigaciones realizadas entre los años 1990 y 2001
(Observatorio sobre Infancia- Universidad Nacional, 2002) se puede agrupar en dos grandes
temáticas. La primera que va desde comienzos de la década de los noventa hasta el año de
1995, la cual analiza las causas estructurales de la violencia y de la violencia política, y la
segunda que va desde el año 1996 hasta el 2001, la cual centra su análisis en los impactos y
efectos del conflicto armado.
Discursos sobre las causas de la violencia y su relación con la vinculación de niños, niñas y
jóvenes a los grupos alzados en armas
La producción documental de estos discursos no es muy numerosa, la mayor parte de su
publicación aparece entre los años 92 y 94, con una tendencia a la disminución en el 96; su
perspectiva es sociológica y centra su análisis en las causas de la violencia en el país,
relacionándolas con la desigualdad social, la marginalidad, la injusticia social y la pobreza en
algunas regiones del país. En estos primeros años se habla más de violencia que de conflicto
armado y el niño es considerado como una víctima por su condición de vulnerabilidad; entre
los niños víctima se contaban los combatientes, los desplazados, los refugiados, como
también, los jóvenes sicarios, los niños y niñas de la calle y las niñas prostitutas,
correlacionando lo rural y lo urbano.
26
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Entre las publicaciones más significativas tenemos “Violencia, pobreza y conflictos
armados en América Latina” ( Salazar,1992), que junto con “Niños y violencia: el caso de
Colombia” (Mojica, 1993), señalan que las personas más vulnerables a la violencia son los
campesinos, los que pertenecen a comunidades indígenas o negras y los pobres de la ciudad; y
desde ese entonces están advirtiendo que con la llegada de los desplazados a las ciudades, los
niños están expuestos a la descomposición de su grupo familiar y a la violencia intrafamiliar.
El problema es abordado para el sector urbano por Human Rights Watch y la Comisión
Andina de Juristas, Seccional Colombia, en su libro “Una generación bajo fuego: los niños y
la violencia en Colombia” (HUMAN RIGHTS WATCH, 1995), donde se aborda el tema de la
violencia urbana, la participación de los jóvenes en las Milicias Urbanas y la mal llamada
limpieza social, aportando cifras y caracterizando algunas funciones desempeñadas por los
niños, niñas y jóvenes en los grupos armados.
A nivel internacional, y con el ánimo de promover la creación del Protocolo
Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño, en diciembre de 1995 la Cruz Roja
Internacional y la Media Luna Roja, adoptaron un plan de acción para los niños en conflictos
armados, lo que se constituye en la antesala para el deslizamiento temático hacia los impactos
del conflicto armado en la población infantil y juvenil, razón por la cual entre los años 19941996 se evidencia una transición temática, de corte jurídico-normativo, donde se da un viraje
conceptual hacia los derechos según la Convención Internacional de los Derechos del Niño y
se plantea la distinción entre niños de la guerra y niños en situación especialmente difícil,
como también, entre problemáticas rurales y urbanas. Así, con respecto al contexto urbano se
plantea la vinculación de los jóvenes a las milicias donde se desempeñan como mensajeros,
compañeros y guardaespaldas, siendo entonces considerados como víctimas y victimarios.
27
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Discursos sobre los impactos del conflicto armado en los niños, niñas y jóvenes que se
enrolan a los grupos armados
En la producción de este tipo de discursos se evidencia una amplia producción
documental, aquí se desplaza el interés por la investigación de las causas del conflicto
armado, hacia el estudio y análisis de sus impactos en los niños, niñas y jóvenes colombianos,
siendo sus perspectivas psicosocial y jurídico normativa puesto que enfatizan en el desarrollo
de procesos psicoterapéuticos de carácter asistencial, para atender los impactos del conflicto
en esta población, y porque prevalece la mirada desde los derechos en relación con los
impactos del conflicto armado. La comprensión del problema se dirige a los efectos y ya no a
las causas, y las preguntas de interés giran en torno a “por qué los niños van a la guerra, por
qué se les recluta, qué les ocurre, cuántos son y qué les pasa a las víctimas de los hechos
violentos, tanto física como psicológicamente” (Observatorio sobre infancia-Universidad
Nacional, 2002, p. 58).
Con la problemática ya denunciada, la Defensoría del Pueblo comienza un seguimiento
sistemático de la misma, a través de la publicación de una serie de boletines que alcanzan un
significativo avance en términos cualitativos y de análisis del problema desde una perspectiva
de los derechos humanos, puesto que construye categorías de análisis y elabora adelantos a
nivel conceptual.
Algunas de las publicaciones más significativas de este período son “Los niños
víctimas de la guerra” (Colmenares,1994), donde aparece la categoría del niño guerrero, como
toda persona menor de 18 años que se involucra en las hostilidades, y además llama la
atención sobre el desplazamiento forzado en nuestro país y el manejo inadecuado que se le
28
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
estaba dando a esta problemática; e “Infancia y conflicto armado” (Ardila,1995), la cual
establece tres categorías de los impactos del conflicto armado sobre la población infantil:
efectos socio-económicos, efectos socio-políticos y efectos psicosociales.
La relevancia de esta producción en el año 1996, coincide con la Quinta Consulta
Regional para América Latina y el Caribe y con la publicación de Graca Machel sobre los
impactos del conflicto armado en los niños, documentos que visibilizan la problemática como
tal. En el análisis de los impactos aparecen el secuestro, la desaparición y el desplazamiento
forzado, la vinculación directa, la tortura, los efectos de las minas antipersonales y la violencia
con perspectiva de género, entre otros, mostrando al país una panorámica del problema y
formulando recomendaciones para aliviar esta situación. Los niños son declarados como zonas
de paz y se establece que la paz es un derecho de ellos.
Asimismo, se hace referencia al niño como sujeto de derechos y actor de la vida social;
sin embargo el niño no logra ocupar un lugar protagónico en la formulación de políticas
públicas que mejoren sus condiciones de vida. De otra parte, se analiza la condición de
“voluntariedad” del ingreso de niños y jóvenes a los grupos armados y las causas que los
llevan a tomar la decisión de enrolarse. En la lectura de la problemática también se considera
la socialización bélica y su relación con la prolongación del conflicto armado, como también,
que todos los niños, niñas y jóvenes del país están siendo afectados por el conflicto armado de
manera indirecta, pues la situación de violencia se impone como algo cotidiano gracias a los
medios de comunicación.
A finales de 1997 y comienzos de 1998, el interés por los impactos se centra en el
desplazamiento forzado en el país, razón por la cual su producción documental es la mayor.
29
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Esta situación posiblemente responde a una coyuntura política, debida al agravamiento del
conflicto, donde las mujeres y los niños aparecen como los sectores más vulnerables y
afectados. “De este modo, muchos de los documentos plantean que los secuestros,
desapariciones, torturas, amenazas, asesinatos, violaciones, reclutamientos forzados a los
grupos armados y demás impactos de los que pueden llegar a ser objeto la población
colombiana en general, y la población infantil en particular, obligan a la aparición del
desplazamiento forzado dentro del contexto socio-político colombiano” (Bello, 2002, p.46).
Esta coyuntura también hace que entidades como el ICBF, Save the Children, la Procuraduría
General de la Nación y la Defensoría del Pueblo, entre otras, se interesen por esta
problemática.
La finalización de la década del 90 y el comienzo del nuevo milenio (1999-2001)
muestra una variación temática, ahora el interés se centra en la vinculación, en los niños y
jóvenes combatientes, como también en la desvinculación, restándole producción al problema
del desplazamiento como consecuencia del conflicto armado.
“El dolor oculto de la infancia” (Grajales,1999), “Guerreros sin sombra” (Álvarez y
Aguirre, 2002), “Conflicto armado, niñez y juventud: una perspectiva psicosocial” (Bello,
2002) y “Aprenderás a no llorar” (HUMAN RIGHTS WATCH, 2004), son obras
emblemáticas que muestran las técnicas de reclutamiento, las motivaciones de la vinculación
voluntaria, la vida en la guerra, la socialización bélica, sus impactos, la desvinculación, entre
otros, formulando recomendaciones y propuestas para mitigar las repercusiones del conflicto
en la infancia y juventud. Desde la perspectiva de género sobresalen los trabajos de Erika Páez
(2002), quien llevó a cabo la investigación “Las niñas en los grupos armados de Colombia”,
cuyo objetivo fue describir las condiciones de las niñas y adolescentes como sujetas del
30
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
conflicto armado, antes, durante el proceso de reclutamiento y después, en la etapa de
desvinculación y reintegración. Busca además, señalar la división de género en el contexto de
la guerra, donde usualmente las niñas son presentadas como víctimas, el sexo débil, y no como
sobrevivientes del conflicto armado.
1.1.2 Discursos sobre experiencias de desarme y reinserción social en el país
Como hemos visto, nuestra historia cuenta con una tradición de enfrentamientos armados y de
violencias políticas y no políticas, pero a su vez, hemos experimentado diversas formas de
resolución política traducidas en negociaciones, amnistías, pactos de paz, indultos y acuerdos
humanitarios, entre otros.
Antes de abordar los procesos de desarme, desmovilización y reintegración a la vida
civil de los jóvenes que estuvieron vinculados a los grupos alzados en armas, y con el ánimo
de ganar una mayor comprensión al respecto, referiremos algunas experiencias de desarme e
inserción social que el país ha tenido desde 19533.
Experiencias relacionadas con la amnistía, perdón o indulto
La primera experiencia de amnistía se dio en la época conocida como La Violencia, cuando las
guerrillas de ese entonces le pidieron al presidente Rafael Urdaneta una negociación que
contemplaba la amnistía, la libertad incondicional para los presos de la guerrilla y para sus
3
Para una información más detallada acerca de estas experiencias consultar Procesos de paz, desarme y
reinserción en Colombia, de Álvaro Villarraga Sarmiento (2005).
31
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
integrantes, el cese de la represión militar, indemnización a la población afectada y expedición
de salvo conductos para el porte de armas de defensa personal. Esta negociación no fue
aceptada y las Fuerzas Armadas se tomaron el poder, nombrando como presidente al general
Gustavo Rojas Pinilla, quien proclamó la paz y decretó amnistías para los alzados en armas, de
tal modo, que la mayoría de guerrillas liberales en el Magdalena Medio, Santander y
Antioquia, junto con las dirigidas por Guadalupe Salcedo en la región de Los Llanos,
entregaron las armas y se desmovilizaron, sin negociación ni pactos de paz. Sin embargo, las
guerrillas de corte comunista y algunas liberales se replegaron en autodefensas campesinas y
no aceptaron la amnistía, quedando latente la presencia guerrillera en varias zonas de
colonización.
“Los resultados fueron exiguos, la restitución de tierras fue bastante limitada y en buen
grado acreditadas a los militares, así como notoria la carencia de programas en beneficios de
los desmovilizados” (Villaraga, 2005, p.153).
Otra experiencia de amnistía y reinserción de las guerrillas se llevó a cabo en 1958,
bajo el gobierno del presidente Alberto Lleras, quien recurrió a pequeños acuerdos con los
grupos armados, dando amnistía a los guerrilleros que se acogieron, pero aplicando represión a
los denominados “bandoleros” o campesinos armados, a través de verdaderas cacerías de
muerte. “El Frente Nacional, a pesar del profundo impacto de la violencia y la grave tragedia
humanitaria desatada, pretendió imponer una “terapia de olvido histórico”, sin reconocimiento
ni referencia a los hechos sucedidos, ni a los responsables. Se buscó una reconciliación sin
tratar la problemática ni sus consecuencias y se impuso un perdón, no solo sobre la base de la
impunidad total, sino de la recuperación política y el reconocimiento social a los mismos
causantes e inspiradores de la tragedia acaecida” (Villaraga, 2005, p. 155), lo que originó una
32
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
polémica en el Congreso, y más con la publicación del informe “La violencia en Colombia”,
realizado por el sociólogo Orlando Fals Borda, Monseñor Germán Guzmán y el jurista
Eduardo Umaña.
Con Belisario Betancur como presidente, tenemos una nueva experiencia con la
amnistía de 1984 la cual contempla programas de reinserción a través de la entrega de tierras,
apoyo para vivienda rural, créditos y algunos compromisos de atención social; se da inicio al
denominado “Plan Nacional de Rehabilitación” para la promoción de obras públicas en las
zonas afectadas por el conflicto, se logra la elección popular de alcaldes y a través de la
Comisión de Paz se adelantan conversaciones con los insurgentes. Asimismo, el presidente
suscribe pactos bilaterales de cese al fuego con las FARC, para crear un movimiento legal que
dio origen a la Unión Patriótica; con el M-19 y el EPL se realizó la convocatoria de una Mesa
de Diálogo Nacional, con acuerdos referidos a los derechos humanos y el derecho
humanitario. Sin embargo, el ELN y otras pequeñas guerrillas rechazaron los acuerdos para
insistir en la lucha armada, Betancur perdió la iniciativa, el diálogo nacional fracasó, las
comisiones de verificación no cumplieron su cometido y los militares chocaron con los
campamentos guerrilleros en tregua, deteriorándose la tregua, lo que desembocó en la toma
del Palacio de Justicia por el M-19, en Bogotá. Estos hechos nos revelan el incumplimiento de
garantías para la inserción a la vida política y social, requisito básico para los acuerdos de paz
en el país.
33
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Experiencias relacionadas con Acuerdos de Paz
En el año de 1990 se produce la firma del acuerdo de paz y la reinserción del M-19, en el
gobierno de Virgilio Barco, quien encomendó en 1987 a la Comisión Académica de Estudios
sobre la Violencia, presidida por Gonzalo Sánchez, entregar recomendaciones sobre la
violencia desatada, y ésta le propuso entre muchas de sus recomendaciones, desarrollar
negociaciones con las guerrillas. El M-19 inicia las negociaciones en forma directa con el
Gobierno Nacional, suscriben un pacto político y luego un acuerdo concertado de paz que
implicó la amnistía, el inicio de programas económicos, sociales y políticos de reinserción,
entre ellos el reconocimiento del grupo como partido político legal, con Carlos Pizarro como
su representante.
En la presidencia de Cesar Gaviria y con la Asamblea Nacional Constituyente,
promovida por un movimiento estudiantil, se avanzó en las negociaciones y acuerdos de paz
con otros grupos alzados en armas; en 1991 se produjo un nuevo proceso de desmovilización y
desarme escalonado: el Partido Revolucionario de los Trabajadores-PRT- arrojó sus armas al
mar Caribe; el Ejército Popular de Liberación-EPL- las entregó simbólicamente a la
Constituyente y el Quintín Lame lo hizo ante las comunidades indígenas. Este proceso
desencadenó en la participación de los tres grupos en la Constituyente y en otros proyectos
políticos, como también, en el cumplimiento de los compromisos adquiridos para la
reinserción como el indulto, apoyo en inversiones a las áreas afectadas, el desarrollo de
programas de beneficios para los excombatientes y compromisos relativos a los derechos
humanos.
34
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En 1992 un sector del ELN denominado Corriente de Revolución Socialista-CRSprotagoniza los acuerdos de paz iniciando conversaciones con el Gobierno Nacional, de tal
modo que para 1994 firman un acuerdo de paz que contó con la veeduría internacional de los
Países Bajos. Con los compromisos pactados logró “la participación en el Congreso de la
República con dos parlamentarios, el otorgamiento de indultos, la vinculación a programas de
reinserción y la conformación, en1994, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos”
(Villarraga, 2005, p. 163). De este grupo se derivó la ONG conocida hoy día como,
Corporación Nuevo Arco Iris.
Experiencias relacionadas con Acuerdos de Convivencia
En el año de 1994 tenemos la primera experiencia de este tipo, la cual cuenta con los jóvenes
milicianos como sus principales actores. El presidente César Gaviria firma los acuerdos de
convivencia con tres grupos de milicianos urbanos de la ciudad de Medellín, donde el
Gobierno se comprometió a fortalecer la inversión social y la participación en las comunas
populares; como resultado, se recuperó la presencia estatal y los desmovilizados conformaron
una cooperativa de vigilancia para la seguridad colectiva, la cual más adelante fracasó por los
comportamientos arbitrarios de sus integrantes con la población civil y con asesinatos entre
ellos mismos, incluyendo el de su propio vocero. En 1998, con Ernesto Samper en la
presidencia, se adelanta otro acuerdo de convivencia con dos grupos milicianos de la misma
ciudad, experiencia que también buscó la participación política y comunitaria desde lo local y
el apoyo a las comunas con programas del departamento y el gobierno.
35
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Experiencias en el marco de Programas de Reinserción
A partir del año 1994, las reinserciones que se han dado en el país han sido fruto de acuerdos
de paz firmados en el marco de programas de reinserción formulados por el Gobierno, en
virtud de los diferentes programas de beneficios formulados para incentivar la
desmovilización individual y colectiva.
En el actual gobierno de Álvaro Uribe, a través de la Política de Seguridad
Democrática, entre los años 2003-2005 se dio la desmovilización de la mayor parte de los
bloques paramilitares, la cual ha sido cuestionada a nivel nacional e internacional por la puesta
en marcha de la Ley de Justicia y Paz, porque a pesar de las graves violaciones a los derechos
humanos cometidos contra la población civil, a los paramilitares solamente se les aplicó una
condena de hasta ocho (8) años luego de confesar sus crímenes.
¿Qué reflexiones suscitan esta mirada a las experiencias de desmovilización?
Para empezar, estamos hablando de procesos de reinserción y de paz, en medio del
conflicto armado, por tanto, los procesos de paz adelantados han sido parciales, discontinuos,
con retrocesos en ocasiones y con características diferentes según cada grupo y las
condiciones para su retorno a la vida civil. De otra parte, las experiencias vividas nos
demuestran que existe un acumulado importante de búsquedas, de mecanismos, de salidas al
conflicto y a la reintegración a la vida civil, en el marco de una solución negociada del
conflicto; sin embargo, hacen falta más dinámicas institucionales, el respaldo de todos los
sectores de la sociedad y un acompañamiento más firme de la comunidad internacional,
traducido en mecanismos de cooperación, intermediación y veeduría.
36
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Los programas de reinserción deben consolidar proyectos de vida por fuera de la
guerra y no solamente deben estar dirigidos a los excombatientes para garantizar su educación,
su empleabilidad, su independencia económica y un lugar en la sociedad para llevar una vida
digna, sino que también deben estar dirigidos a las comunidades receptoras puesto que ellas
también son actores decisivos en este proceso. En otras palabras, la reinserción implica un
encuentro con la sociedad civil, por lo tanto, es necesario que ella esté dispuesta a recibir a
quienes han hecho en un momento de su vida, una apuesta por la vía armada.
1.1.3 Experiencias de Desarme, Desmovilización, Rehabilitación y Reintegración-DDRR- de
jóvenes a la vida civil
A nivel internacional países como Sudáfrica y El Congo son los pioneros en la formulación de
programas para la reintegración a la vida civil, con la diferencia que lo hicieron una vez
finalizó la guerra.
La desmovilización de jóvenes es de carácter reciente en el país con dos hitos
significativos: primero en 1997 la entrega en Media Luna (Cesár), por parte del Ejército de
Liberación Nacional-ELN- de seis adolescentes capturadas y retenidas por este grupo por
espacio de un año, con la promesa de no volver a reclutar menores de edad a través de la firma
de los Acuerdos de Mainz (Puerta del Cielo-Alemania); y segundo, en el año 2000, con la
recuperación tras un operativo militar en Suratá (Santander), de 73 niños, niñas y adolescentes
en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- “Gracias a estos
acontecimientos, la desvinculación de la niñez y la adolescencia de los grupos armados
ilegales no sólo se constituye en objeto de preocupación en la comunidad académica, sino que
37
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
también adquiere importancia entre los planificadores de políticas públicas, y los legisladores
y líderes políticos, suscitándose un proceso de reflexión política, técnica y legal, en torno a las
necesidades que se derivan de este fenómeno” (DEFENSORÍA DEL PUEBLO-UNICEF,
2006, p.20, 21).
En Colombia, como en otros países, los jóvenes desmovilizados pasan por los procesos
del Programa de Desarme, Desmovilización, Rehabilitación y Reintegración-DDRR- el cual
tiene dos modalidades: atención en medio familiar y atención institucional4. La fase de
reintegración es la más crucial y parece ser la más difícil porque representa nuevos modos de
ser y de estar en el mundo, y a su vez, porque requiere de la aceptación por parte de las
comunidades receptoras.
La fase de desmovilización individual contempla dos momentos: el desarme que se
inicia con la presentación voluntaria y entrega de armas ante las respectivas autoridades;
posteriormente en la desmovilización se verifica la pertenencia al grupo armado ante el
Comité Operativo de Dejación de Armas y el desmovilizado es remitido a una guarnición
militar y el trámite y apoyo queda a cargo del Programa de Atención Humanitaria al
Desmovilizado (PAHD) del Ministerio de Defensa Nacional. Los desmovilizados son
ubicados temporalmente en los denominados “Hogares de Paz”, del Ministerio de Defensa,
donde reciben atención humanitaria mientras que son certificados por el Comité Operativo
para la Dejación de Armas-CODA- el cual se encarga de constatar y certificar la pertenencia
del desmovilizado a una organización armada al margen de la ley y su voluntad de
4
La atención en medio familiar incluye la reunificación y planes de atención en hogares tutelares; la atención
institucional incluye: Hogares Transitorios, Centros de Atención Especializada-CAE- y Casas Juveniles.
Conviene anotar que hacia el año 2010 aproximadamente, dejaron de funcionar los CAE y las Casas Juveniles.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
abandonarla, como también, de verificar y gestionar los documentos necesarios para
identificar al desmovilizado, tramitar su historial jurídico o los expedientes legales que tenga.
En el caso de las desmovilizaciones colectivas, la fase de desmovilización está a cargo
de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Los desmovilizados son remitidos a una Zona
de Ubicación Temporal, donde paralelamente a las labores de registro, reciben talleres
informativos y ayuda humanitaria e ingresan al Programa de la Alta Consejería para la
Reintegración Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en Armas, que a partir de
septiembre de 2006 es la encargada de los procesos de reintegración a nivel nacional.
Con la expedición del Decreto 395 del 14 de febrero de 2007, se individualizó el
proceso de reintegración, para llevarlo a cabo de acuerdo con el ritmo de cada uno de los
desmovilizados y terminarlo cuando según criterios de la Alta Consejería, el desmovilizado
culmine su proceso según sus propios progresos.
Con relación a las desmovilizaciones que se han dado de los jóvenes en el país, se
pueden establecer tres momentos, así:
Los primeros desmovilizados eran grupos pequeños de jóvenes campesinos
pertenecientes a las FARC y el ELN, quienes fueron ubicados en instituciones designadas
especialmente para esta misión, pero que no contaban con experiencia en este tipo de atención;
además se carecía de
lineamientos que orientaran el proceso de reintegración y
adicionalmente, la infraestructura institucional en el país era débil, por lo que prácticamente
aprendieron del proceso con la experiencia que fueron acumulando.
El siguiente grupo se caracterizó por presentar problemas psicológicos relacionados
con el abuso, el maltrato y la drogadicción; estos desmovilizados provienen de las AUC
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
quienes en noviembre de 2002, se acogieron a los acuerdos de paz. Con esta desmovilización
masiva de combatientes, la cifra alcanzó su punto máximo llegando a 775 los niñ@s y
adolescentes que pasaron por el programa del ICBF, representando un desafío importante para
los educadores juveniles.
A partir del año 2006, luego de que finalizaron las desmovilizaciones de las AUC, se
produjo un índice menor de desmovilizaciones individuales. Los desmovilizados del 2006
pertenecían a las FARC y el ELN, con perfiles similares al de los jóvenes campesinos de las
primeras desmovilizaciones, siendo en su mayoría jóvenes capturados y no desmovilizados
voluntariamente.
Inicialmente la red de instituciones que participaron en los procesos de reintegración
fue amplia; posteriormente, con las desvinculaciones masivas el ICBF tuvo que contratar los
servicios de varias ONG para la atención en medio institucional. Sin embargo y de acuerdo
con los resultados del trabajo adelantado en las dos modalidades durante estos años, parece ser
que ha sido más benéfica para la población desvinculada, la atención en medio familiar con
hogares tutores mientras se re-encuentran con sus familias y se preparan para la vida civil, que
la atención en medio institucional, razón por la cual ha disminuido el número de Centros de
Atención Especializada y ha aumentado el número de Hogares Tutores.
Tradicionalmente los enfoques de los programas intervienen sobre dos tipos de
población: tenemos de un lado al grupo de los “niños combatientes” que son jóvenes menores
de 18 años, quienes son tratados como niños, sin tener en cuenta las experiencias límite que ya
vivieron y que muchos ya son padres y tienen compromisos con el sustento de su familia; del
otro lado tenemos a los mayores de 18 años y que son considerados de manera tajante como
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
adultos, siendo incluidos en programas que buscan asegurar su subsistencia inmediata,
desconociéndose sus necesidades de educación y de desarrollar un proyecto de vida, ya que
para muchos de ellos regresar a terminar sus estudios primarios como “niños”, no es la mejor
opción, y los programas educativos pasan por alto el hecho de que ellos fueron combatientes y
lo que les significó esta experiencia. Como bien lo señalan Brett y Specht (2005, p.40) “todos
los países que salen de conflictos armados, encaran el reto de adaptar su sistema educativo y
de capacitación vocacional a las nuevas demandas”.
Con respecto a la legislación, todavía existen vacíos para el proceso de reintegración
pues ya se han presentado tensiones de orden político en torno al tratamiento de la población
desvinculada en relación con su edad legal, su edad penal, su responsabilidad penal,
victimización y culpabilización, y el reconocimiento de su ciudadanía, entre otros, como
también, tensiones de orden institucional, por cuanto, no obstante los avances en el tema, no se
ha alcanzado la comprensión suficiente acerca de los procesos implicados en el antes, durante
y después de la desvinculación , ni de los sentidos que ellos les atribuyen a esta experiencia, ni
de la forma como son afectadas sus subjetividades y las implicaciones educativas y formativas
que de ello se derivan para los programas de atención.
De otro lado, se necesita un sistema de seguimiento a los jóvenes que finalizaron el
programa y también a quienes lo abandonaron, pues se carece de información. Al respecto,
vale la pena tener en cuenta un estudio reciente de la CEPAL (2005), sobre la violencia
durante el posconflicto, en el cual se identificó que ésta ha asumido como característica la
constitución de grupos violentos, caracterizados por pertenecer a población adolescente y
juvenil que se organizan como pandillas, pertenecen a estratos socio-económicos muy bajos,
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
poseen muchas carencias para satisfacer sus necesidades básicas, manifiestan un desarraigo
constante y una percepción de violencia ligada al narcotráfico.
Sin embargo, uno de los desafíos más grandes para la reintegración es la
estigmatización, por lo tanto, es necesario que la sociedad en general tome parte en el proceso.
Al respecto, es conveniente que los actores de la sociedad civil inicien un debate sobre cómo
facilitar la reintegración efectiva y adelantar proyectos piloto comunitarios que preparen a las
comunidades para el recibimiento de los jóvenes.
Vale la pena resaltar que las experiencias en Guatemala nos enseñan que la reinserción
debe ser un esfuerzo constructivo conjunto, en el que deben participar no solo el gobierno,
sino también las organizaciones sociales y la iglesia, y que además se precisa de un apoyo
político y económico de la comunidad internacional, pues en el año 2005, solamente los Países
Bajos nos suministraron ayuda económica para la reinserción de los desmovilizados
individualmente.
De las investigaciones se desprende que “la reinserción social sólo comienza en el
momento en que los excombatientes terminan el programa gubernamental” (CEPAL, 2005, p.
59), puesto que todavía para los jóvenes resultan problemáticos aspectos relacionados con la
falta de educación, de capacitación, de oportunidades para el trabajo, la estigmatización, la
adaptación a la vida en la ciudad, la exclusión frecuente, los problemas de salud física y
mental, entre otros.
Con respecto a las recomendaciones para formular iniciativas que apunten a fortalecer
una verdadera reintegración, se señalan entre otras, que lo más conveniente para el joven es la
reunificación familiar y volver a la comunidad de origen lo más pronto posible; sin embargo
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
se debe confirmar sí la familia está dispuesta a recibirlo y sí es capaz de cuidarlo y asegurar
que se respeten sus derechos. En el plano educativo se deben elaborar planes de estudio más
estimulantes y programas perfeccionados, con la finalidad de ayudar a los jóvenes a triunfar
académicamente. Con respecto a los programas psicosociales, se advierte que hace falta una
mayor comprensión del tipo de apoyo psicosocial que necesitan los jóvenes y cómo éste se
relaciona con el rendimiento educativo, la generación de medios de subsistencia y una
reintegración exitosa; para todos los profesionales que trabajan con esta población, se requiere
establecer relaciones basadas en la confianza, el respeto y la igualdad, pues los jóvenes
necesitan desaprender las relaciones basadas en la autoridad y jerarquía.
Discursos sobre las afectaciones de la subjetividad
Como se puede apreciar, los intereses investigativos han estado centrados en establecer en qué
medida el actual proceso de desmovilización produce la reinserción plena de los
excombatientes a la sociedad, y aunque el problema de la subjetividad no ha sido ampliamente
investigado, se han dado algunos matices en estas investigaciones que me interesa resaltar, en
relación con las implicaciones de la subjetividad de los jóvenes en el tránsito a la vida civil
durante su proceso de reintegración.
En primer lugar, “Lógicas de la subjetividad en la vía guerrillera y avatares en el paso a
la vida civil”, realizada por María Clemencia Castro (2001), la cual se plantea la pregunta por
la subjetividad implicada en la elección de la vía guerrillera y en el paso a la vida civil,
analizando las lógicas de la subjetividad y sus incidencias en el lazo social; es un trabajo con
una perspectiva psicoanalítica que plantea cómo en toda elección hay un sujeto y una
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
subjetividad implicados, en particular, en el contexto del conflicto armado y las
transformaciones para la subjetividad cuando ya no se forma parte de los grupos alzados en
armas.
Desde el punto de vista de la subjetividad, el paso a la vida civil tiene un valor lógico
referido a los tiempos personales subjetivos, los cuales son particulares a cada sujeto; esto
significa que dejar el grupo armado, no garantiza el abandono de la identidad guerrera y que
su inmersión en la vida social como ciudadano y no como adversario, implicará poner fin a la
configuración del “enemigo”, así como una apertura al dialogo y a la concertación, proceso
que siempre estará sujeto a las transformaciones y continuidades de la subjetividad en ese
tránsito a la civilidad. De esta manera, afirma Castro, el verdadero paso a la vida civil, aquel
que permite inscribirse sin ambigüedades, es de carácter subjetivo y por tanto, “ningún análisis
empírico permite dar cuenta del punto en que se produce el pasaje íntimo, subjetivo, y del
mecanismo de ruptura y de articulación” (2001, p.142). Dejar los grupos armados y dar el paso
a la vida civil para muchos, es una fractura de la vida, de la historia personal y de su
reordenamiento, donde lo subjetivo emerge buscando un nuevo camino para hacerse a otra
identidad.
En segundo lugar, un estudio que ha llamado la atención sobre las debilidades y vacíos
de los programas adelantados en los Centros de Atención Especializada-CAE- con respecto a
las acciones educativas que se vienen adelantando, es la investigación llevada a cabo por
Ángela María Estrada (2006), cuyo foco de investigación fue la atmósfera socio-moral de
estos centros para adelantar una crítica cultural a su cotidianidad con esta población. Estrada
señala la necesidad de que estas instituciones se pregunten y ganen claridad sobre la noción de
sujeto que subyace en las propuestas y el bajo impacto en la transformación de procesos psico-
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sociales, asociados al uso de lenguaje confrontativo y desafiante entre los jóvenes y los
profesionales a cargo, la resolución de conflictos por la vía del más fuerte y no del diálogo, la
jerarquización de las posiciones de sujeto, prácticas autoritarias y escasa participación de los
jóvenes en la construcción del Manual de Convivencia, entre otros.
Con respecto a los vínculos y su potencial para hacer el giro de las narrativas del
combatiente a las narrativas civiles, hace un señalamiento importante partiendo del hecho de
que la mayoría de estos niños y jóvenes provienen de familias expulsoras: “dado el deterioro
de los vínculos que tiene lugar en la vida de los menores, en razón de la dinámica familiar y
las estrategias de retención de los menores por parte de los grupos armados, centradas en la
vulneración de todo vínculo personal, un reto central del programa está en facilitar la
vinculación en primer lugar con la vida a través de la dinámica cotidiana” (2006, p.20). Por lo
tanto, en el día a día se requiere de la reconstrucción de vínculos seguros basados en la
confianza y la disminución de la desesperanza.
Como se puede deducir, el campo de la investigación en relación con los procesos de
reintegración a la vida civil está apenas en sus comienzos y más en relación con las
implicaciones de la subjetividad, pues si bien existe una preocupación en torno a las
implicaciones de la subjetividad, no hay suficiente producción investigativa en cuanto a los
procesos de construcción de las identidades y de las subjetividades de las niñas, niños y
jóvenes en contextos de guerra, en condiciones de vinculación o desvinculación.
Si el
problema de la vinculación al conflicto armado abarca un antes, un durante y un después, es
justamente este después el proceso que
resulta ser el más crítico, porque implica un
perdonarse a sí mismo, despojarse de aquella identidad guerrera que se tuvo a través de un
cuerpo militar, un viaje a lo desconocido, empezar una nueva vida, y es justamente aquí en
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
esta plataforma que hemos construido, donde se inserta el problema de investigación, pues nos
interesa comprender las transformaciones de la subjetividad en ese tránsito a la vida civil y
cómo desde los procesos educativos se puede aportar para su reintegración a la vida civil y
también, para la reconstrucción de sus proyectos de vida.
1.2. Apertura a la especificidad del problema
Como hemos visto, la violencia en el país lleva más de cuarenta años, con un costo de
centenares de miles de vidas, pérdidas afectivas, materiales, económicas, desintegración
familiar, pero sobre todo, la pérdida de generaciones de ciudadanos para el país.
La violencia de los grupos alzados en armas, quienes fueron construyendo nexos con el
narcotráfico, encontró un terreno fértil en las poblaciones de niños, niñas y jóvenes de los
sectores rural y urbano, quienes terminaron involucrados en estos grupos al no contar con
mayores expectativas educativas y laborales, vivir sus vidas en ambientes caracterizados
muchas veces por la violencia intrafamiliar, el maltrato y la pobreza, todo esto sumado a la
ausencia del Estado en algunas regiones del país, donde estos grupos terminaron imponiendo
su legitimidad y legalidad.
En la experiencia que acontece a los jóvenes desmovilizados de los grupos alzados en
armas5 en su tránsito a la vida civil, se encuentra nuestro interés investigativo en particular, en
5
Es conveniente aclarar que la condición de desvinculado se le otorga a los menores de 18 años de edad quienes
siguieron la ruta establecida por el ICBF, y que al cumplir los 18 años son atendidos por la Organización
Internacional para las Migraciones –OIM- y que la condición de desmovilizado se da a los jóvenes entre 18 y 25
años de edad, quienes en el momento de su entrega eran mayores de edad y por lo tanto, son atendidos por la Alta
Consejería para la Reintegración Social y Económica.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
lo relacionado con las rupturas, continuidades y deslizamientos de su subjetividad en sus
referentes de identidad personal y colectiva, sus valores, sus vínculos y la construcción de sus
proyectos de vida.
De otro lado, nos interesa desde el ámbito educativo analizar las trayectorias de las
identidades en los programas de tipo educativo y de apoyo psicosocial dirigidos a los
Con respecto al Programa del ICBF, la atención se lleva a cabo a través de dos modalidades: Medio Institucional
y Medio Sociofamiliar.
La atención en Medio Institucional se desarrolla a través de tres fases:
En la primera fase, de acuerdo con el perfil, se ubica al menor desvinculado, en una entidad adscrita al sistema
Nacional de Bienestar, denominada Hogar Transitorio, donde son acogidos y se llevan a cabo diferentes
diagnósticos psicológico, médico, nutricional y social y la preparación para las siguientes fases del programa. En
la segunda fase, son trasladados a los Centros de Atención Especializada CAE, los cuales son operados por
diferentes instituciones adscritas también al Sistema Nacional de Bienestar, para asumir su protección integral,
restituir sus derechos, propiciar su desarrollo físico, psicosocial, educativo, vocacional, deportivo y cultural.
La Casa Juvenil es la tercera fase del Programa, allí se desarrollan procesos de inserción social en áreas de
atención educativa, cultural, deportiva, productiva, familiar y laboral. Busca proteger y brindar atención integral a
los menores que han pasado por un CAE y que no tienen familia, o que contando con ella, no pueden brindarles
la protección que requieren. La edad para ser ubicados en esta modalidad es a partir de los diecisiete años, su
cupo máximo es de doce adolescentes y el mínimo de cinco. Son acompañados por un animador social quien es el
responsable del funcionamiento adecuado de la casa. Las instituciones que operan como Casas Juveniles, también
son instituciones adscritas al Sistema Nacional de Bienestar.
De forma complementaria, algunos jóvenes que por sus circunstancias particulares lo requieran, o aquellos que
han culminado su proceso de atención en el Programa y requieran de un tratamiento especial, son ubicados en la
Red de Instituciones de Protección, entre ellas tenemos, Instituciones de Protección para Menores en Situación de
Peligro y Abandono, Instituciones de Protección para Menores con Problemas Psiquiátricos, Instituciones para el
Manejo del Consumo, o Instituciones para Adolescentes Gestantes o Lactantes.
La atención en Medio Sociofamiliar se lleva a cabo a través de los Hogares Tutores y del Reintegro Familiar. El
Hogar Tutor es una modalidad de atención en la cual una familia seleccionada y capacitada, según criterios
técnicos del ICBF, acoge voluntariamente y de tiempo completo, a un niño, niña o adolescente, con medida de
colocación familiar, por encontrarse en situación de peligro, brindándole en un ambiente afectivo una atención
integral que le garantice y restituya sus derechos. La permanencia es de carácter temporal, hasta cuando de
conformidad con la Ley, deba egresar.
El reintegro familiar se da cuando se logra un adecuado proceso con las familias y adolescentes, en coordinación
con la autoridad competente. El proceso de acercamiento con las familias se hace gradualmente, para ir
preparando a las familias y adolescentes para el encuentro definitivo. Es de anotar que no siempre se logra
contactar a las familias y muchas veces se niegan a recibirlos, por cuestiones de seguridad.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
jóvenes, en relación con la configuración de las subjetividades- sí es que son reconocidascomo también, cómo se reconoce ese nuevo sujeto que se configura y las tensiones que se
originan; y a su vez, explorar el potencial educativo que pueden encerrar los escenarios
emocionales en los procesos para la integración a la vida civil de los jóvenes.
Dejar los grupos alzados en armas implica dejar la perspectiva de la confrontación para
ubicarse en lo que denominamos la vida civil, podríamos decir que es un cambio de estado, de
contexto y de sentido. Entonces el problema central del estudio es analizar el tránsito a la vida
civil, en lo que respecta a los movimientos de la subjetividad y este pasaje a la vida civil
genera afectaciones en la configuración de la misma, puesto que se trata del tiempo del sujeto
y de su duración, con un desfase respecto del tiempo en el cual se tomó la decisión de la
desvinculación. Como bien lo señala Castro (2001, p. 138, 139), “los tiempos subjetivos son
tiempos personales, particulares a cada sujeto, y no operan en una cronología, no dan curso a
una sincronía ni a una secuencialidad; como tiempos lógicos operan en la retroactividad”.
Parafraseando a Castro (2001), hablamos de tránsito a la vida civil para referirnos a la
experiencia a través de la cual se dejan las armas y se inicia el caminar hacia la civilidad. Este
caminar es
una experiencia la mayoría de las veces dolorosa, deja huellas, implica
transformaciones, procesos de resignificación, de dolor y de perdón, marcando y configurando
la subjetividad desde el mismo tiempo personal de la toma de decisión, pasando por el
desarme, la desmovilización, la desvinculación, hasta la reintegración a la vida civil.
Asumirse como un civil implica la ruptura con la vida militar, recuperar el propio nombre, los
derechos civiles y la búsqueda de una vida digna en la legalidad. Implica por tanto, un nuevo
sujeto, una nueva manera de actuar, de llamarse y de reconocerse; es abandonar la identidad
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
guerrera y empezar a asumirse y ser reconocido como ciudadano y no como adversario, y
todos estos son cambios que por supuesto comprometen la subjetividad.
En relación con los campos de configuración de la subjetividad, es importante tener en
cuenta que cuando ya no se está en la guerra, viene tiempos de crisis en la identidad y se hace
necesario contar con nuevos vínculos, valores y planes de vida. Sobre este aspecto se ha
interesado Castro (2001), cuando resalta que los sujetos inmersos en un colectivo que
soportaba su identidad, afrontan la pérdida de identidad y de horizonte, quedando a la deriva
para la reconstrucción de un nuevo proyecto de vida. En el paso de ese proyecto colectivo a
uno individual, los referentes de identidad y pertenencia atraviesan por un proceso de
reconfiguración de identidades, como fruto de los desplazamientos vividos por el sujeto; de
otra parte, se desintegran los vínculos afectivos, grupales y sociales hasta ahora mantenidos,
pero ¿Cómo asumen esos desplazamientos los jóvenes en el tránsito a la vida civil? ¿Cómo
los reconocen y asumen los programas?
Ahora bien, la vida en los grupos alzados en armas implica una renuncia a la historia
personal y familiar; pero así mismo es probable que se gane visibilidad, identidad,
reconocimiento y pertenencia a un grupo. También exige otra renuncia importante, renunciar
al propio nombre el cual marca al sujeto en su identidad, para asumir uno nuevo que le
asignen, posiblemente varios y con ellos unos nuevos referentes de identidad. De esta manera,
con el cambio de nombre se formaliza la pertenencia al colectivo, constituyendo por tanto, un
referente de identidad personal y colectiva. Castro (2001), llama la atención al señalar que la
renuncia al nombre propio implica una ruptura del sujeto que lo marca, iniciando una nueva
cadena de identificaciones, a través de un nuevo tiempo en la historia subjetiva. Con el
tránsito a la vida civil, ¿Qué sucede con su identidad? ¿Cómo se reconoce y cómo se
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
diferencia en el proceso de identidad? ¿Sobre qué concepción de jóvenes se fundamentan los
programas? ¿Los programas reconocen esas identidades?
De otra parte, en los grupos armados irregulares se logra mantener la cohesión a través
del concepto “enemigo” el cual se deriva de tensiones como la de amigo-enemigo, donde el
odio puede llegar a ser tan grande que puede producir un efecto cohesionador y generar lazos
muy fuertes entre los miembros del grupo. De esta manera, se promueven valores que
cohesionan, como la solidaridad, la lealtad, la fraternidad y la seguridad. Ahora bien, ¿Qué
valores emergen con respecto al adversario? ¿Cuáles son los valores que los programas
reconocen en estos sujetos? ¿Qué valores nuevos se configuran? Esta dimensión relacionada
con los valores es de nuestro interés investigativo y la queremos dilucidar a través del estudio.
Otro aspecto que llama la atención en estas organizaciones, es que albergan sujetos de
diferentes edades, quienes proceden de distintas regiones, de variada extracción social y
cultural y de diferente nivel educativo. ¿Cómo es posible que a pesar de ser tan diferentes
puedan convivir y sostenerse unidos? Castro (2001) nos advierte que aquí entran en juego el
vínculo, los valores y los referentes de identidad, pues la filiación a estos grupos se realiza a
través del vínculo al cuerpo armado, a un cuerpo estructurado, donde la intensidad de esos
vínculos se expresa y se vive como si fueran una gran familia, configurando por tanto, una
especie de fraternidad. Asimismo, la identificación que se llega a establecer tiene un poder
unificador entre quienes pertenecen al colectivo; mientras que los lazos creados como fruto de
la cooperación, desdibujan las diferencias y todos terminan siendo iguales.
En estos grupos alzados en armas, otro referente de identificación lo constituye el
discurso, donde el sujeto siente que forma parte de una causa colectiva y al circular y hacerse
50
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
común su apropiación, genera sentimientos de unidad. Se trata de una identificación simbólica
que crea vínculos, los cuales se soportan además en los símbolos del grupo, en las armas, en el
lenguaje, el uniforme militar, las rutinas vividas, las formas de organización y la violencia,
entre otros. Sobre este particular vale la pena traer a colación los aportes de Estrada (2007),
quien alerta a los CAE al afirmar que los vínculos personales de estos jóvenes están
doblemente deteriorados, en razón de la dinámica familiar vivida y de las estrategias de
retención por parte de los grupos armados, por lo cual es un reto central del programa,
facilitar la vinculación en primer lugar con la vida, a través de la dinámica cotidiana.
De otro lado, con el tránsito a la vida civil se pone en juego el vínculo con la ley social
y la institucionalidad, inaugurando también una nueva relación política con la autoridad y con
el Estado. Sin embargo, el verdadero tránsito a la vida civil es un paso íntimo, de carácter
subjetivo y en un tiempo personal, donde probablemente el sujeto se siente desprotegido y
desamparado, puesto que los valores de fraternidad y solidaridad adquiridos en el grupo
armado desaparecen de repente y aparece un mundo con nuevos significados sociales que
invaden al sujeto. Asimismo, se ve enfrentado a nuevas identidades del ser y nuevos modos de
hacer, preguntándose: ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Qué voy a hacer ahora? ¿A dónde iré? ¿Qué
pasará conmigo?
Ahora bien, ligado a esta problemática se encuentra lo educativo. Sobre este particular,
la investigadora Cielo Mariño (2005), presenta un señalamiento importante en relación con el
componente educativo de los programas que se vienen adelantando, los cuales parecen estar
más preocupados por capacitar que por generar habilidades para afrontar la vida, teniendo en
cuenta que la participación en el conflicto armado afecta a cada persona de una manera
diferente y que depende de las circunstancias personales y culturales previas, como también,
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
del cúmulo de experiencias vividas durante la permanencia en el grupo armado. “Estos
elementos deben ser tenidos en cuenta porque determinan la elaboración y resignificación que
se hacen de la propia historia y de los proyectos futuros en el momento de la desvinculación”
(p.118, 119).
En relación con lo anterior, otro aspecto que tiene que ver con las acciones educativas
que se vienen adelantando, son las investigaciones de Estrada (2006), las cuales llaman la
atención sobre “las preguntas por los a priori históricos sobre la noción de sujeto, su desarrollo
y su identidad, así como las políticas de la identidad que con base en ellos se configuran”
(p.26), pues estos son centrales frente a la estigmatización y la desesperanza en las y los
jóvenes.
En este estudio no se busca investigar las particularidades del fenómeno social con
relación a las causas o el impacto psicosocial de la vinculación, tampoco se pretende hacer un
análisis de un grupo armado ilegal en particular, ni de la violación de los derechos humanos;
se trata entonces, de reflexionar sobre el sujeto en relación con su subjetividad en la
experiencia de su desvinculación y el tránsito a la vida civil, como también, de problematizar a
los programas educativos y de apoyo psicosocial frente a las subjetividades que emergen, y a
su vez, establecer el potencial educativo que se pueden desplegar en los procesos para la
integración social.
Por lo tanto, nuestro interés investigativo tiene una doble entrada: primero, ganar
mayor comprensión con relación a los movimientos que se dan en las subjetividades de los
jóvenes que estuvieron vinculados a los grupos armados, en su paso hacia la vida civil; y
52
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
segundo, de ese aprendizaje ofrecer unos horizontes educativos que permitan potenciar los
procesos del retorno a la vida civil.
Considerando la descripción realizada del problema, esta investigación abordará los
interrogantes que se formulan a continuación.
1.2.1 Formulación del problema
¿Qué desplazamientos, rupturas y continuidades se suscitan con respecto a las subjetividades
de un grupo de jóvenes desmovilizados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
-FARC- en la experiencia que conlleva su tránsito hacia la vida civil?
¿Cómo leen e interpretan los programas educativo y de apoyo psicosocial, las afectaciones
que acontecen en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, como consecuencia de su
reintegración a la vida civil?
1.2.2 Tesis
El tránsito hacia la vida civil de los jóvenes que estuvieron vinculados a los grupos alzados en
armas, genera desplazamientos, rupturas y continuidades en las subjetividades de los jóvenes.
53
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
1.2.3 Objetivos
1.2.3.1Objetivos generales:
a. Comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades que se han suscitado en las
subjetividades de los jóvenes desmovilizados de los grupos alzados en armas, en su
tránsito hacia la vida civil.
b. Problematizar la propuesta actual de los programas educativo y de apoyo psicosocial,
dirigida a los jóvenes desmovilizados de los grupos alzados en armas, con el propósito de
aportar elementos educativos que potencien el retorno a la vida civil.
1.2.3.2 Objetivos específicos:
1. Identificar los cambios que se han suscitado en los referentes de identidad personal,
colectiva y de pertenencia, como consecuencia de la experiencia de desvinculación de los
grupos armados y de su camino a la civilidad.
2. Comprender y analizar las tensiones y transformaciones producidas alrededor de los
vínculos y los valores que orientaron y orientan los proyectos personales y colectivos, de
los jóvenes desmovilizados, con la experiencia su tránsito hacia la vida civil.
3. Problematizar desde qué lugar aborda y cómo comprende la institucionalidad educativa,
desde sus políticas y programas, las transformaciones suscitadas en las subjetividades de
los jóvenes, en la experiencia de su reintegración a la sociedad.
54
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
4. Aportar elementos que desde la dimensión educativa, favorezcan la comprensión de las
transformaciones que se suscitan en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, en
su proceso de regreso a la vida civil.
1.3. Horizonte conceptual y metodológico
1.3.1
El Socioconstruccionismo, una perspectiva teórica y metodológica para la
comprensión de la subjetividad de las y los jóvenes desmovilizados de los grupos armados
Un enfoque teórico metodológico se puede comparar con la metáfora de la linterna, la cual
logra iluminar una parte del problema, mientras que la otra permanece en la sombra; para
comnprender el problema de los desplazamientos de las subjetividades en los jóvenes
desvinculados de los grupos alzados en armas, en su tránsito hacia la vida civil, lo haré
iluminando en diferentes momentos varias de sus caras, es decir, de sus categorías
orientadoras, teniendo como horizonte interpretativo los desarrollos conceptuales y
metodológicos de dos autores: Kenneth Gergen (1996) desde el campo de la psicología crítica
y cultural, y de Paul Ricoeur ( 1995) desde la filosofía, autores que si bien tienen trayectorias
distintas, comparten una serie de proposiciones que como veremos a continuación, son tenidas
en cuenta también por otros investigadores sociales, que en conjunto, son centrales para los
propósitos de la investigación.
Iniciemos considerando que para el sociocontruccionismo, el conocimiento no está en
la mente de las personas, ni las palabras son reflejo, ni de la mente, ni de una naturaleza preexistente; al respecto señala Gergen, “la fuente principal de las palabras que utilizamos sobre
55
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
el mundo radica en la relación social. Desde este ángulo lo que llamamos conocimiento, no es
el producto de mentes individuales, sino del intercambio social; no es el fruto de la
individualidad sino el de la interdependencia”(Ibañez, 1989, p. 169), sustituyendo así la
epistemología dualista de una mente cognoscente que se enfrenta a un mundo real, por una
epistemología social, donde “el lugar del conocimiento ya no es la mente del individuo, sino
más bien las pautas de relación social” (Gergen, 1996, p. 167).
En sus orígenes, podemos decir que partió por analizar los cambios cualitativos en la
cultura y en los objetos de estudio de las ciencias a mediados del siglo XX, al considerarlos
construcciones históricas que se transforman o incluso pueden desaparecer con el tiempo, y lo
hace formulando una reconceptualización que obtuvo su mayor resonancia en la psicología
con relación a su potencial cultural, pero después se fue ampliando a otras ciencias sociales,
con una perspectiva renovada que buscó evaluar el paradigma experimental vigente, “a partir
del crisol de la vida social”. De esta manera, Kenneth Gergen da relevancia al estudio de las
prácticas en el contexto social, cuestiona el interés de la psicología por la predicción y el
control, como también, sus pretensiones de universalidad frente al conocimiento, sus juegos
de poder y sus pretensiones hegemónicas.6
6
Se puede afirmar que el socioconstruccionismo parte de la crítica a dos grandes tradiciones intelectuales basadas
en la individualidad: el empirismo, de la cual su expresión es la psicología conductual (perspectiva exógena), y el
racionalismo representado por la psicología cognitiva (perspectiva endógena). La primera propone al
conocimiento como una copia de la realidad, mientras que en la segunda, el conocimiento depende de
procesamientos internos del organismo mediante los cuales organiza la realidad para hacerla entendible,
intentando superar de esta manera, la dualidad objeto-sujeto, a través del desarrollo de una teoría alternativa que
desafía la idea de conocimiento como representación mental, en contraposición al conocimiento que surge del
intercambio social entre las personas, de donde se desprende que el conocimiento es el producto de las relaciones
a través del lenguaje y que éste es una actividad compartida.
56
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Uno de sus principales objetivos es dejar atrás el concepto de conocimiento ahistórico,
objetivo e individualista, para llegar a entender la investigación como el resultado del
intercambio activo y comunal entre las personas; esta perspectiva inicialmente se conoció
como Sociorracionalismo, porque consideraba “la racionalidad humana como algo que no está
dentro de las mentes de personas independientes, sino dentro del conjunto social, siendo lo
racional el resultado de la inteligibilidad negociada”.
En síntesis, podríamos decir que es el paso de una psicología de la mente, a una
psicología de las relaciones sociales, morales y políticas; que del conocimiento individual
avanza hacia el conocimiento relacionado con las prácticas culturales, frente al paradigma
positivista imperante de la época, el cual, en concepto de Gergen (1978), estaba haciendo de
la psicología una disciplina miope e irrelevante.
Pasemos ahora a Paul Ricoeur, quien desde la filosofía de la acción, y frente a las
nociones de sujeto propuestas por Descartes y Nietczsche, elabora su teoría de la identidad
narrativa con una intención mediadora entre estas dos tradiciones filosóficas: el sujeto
cartesiano, ese yo que piensa; y el sujeto biográfico que se puede comprender a través de la
literatura. De esta manera, emerge la identidad personal como una identidad hermenéutica del
sujeto que se construye como interpretación de sí.
El autor recoge de Hannah Arendt la idea de que la acción solo alcanza su sentido,
luego de que el agente ha dejado de actuar. Para Ricoeur esta acción estaría dada por dos polos
de la identidad: la identidad personal- idem- y la identidad reflexiva-ipseidad-; poniendo de
relieve que hablar de la identidad, es tratar de dar respuesta a la pregunta ¿quién ha hecho esta
acción? Al preguntarnos por ese quién, estamos preguntando por la identidad de ese agente de
57
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
la acción, por el soporte que le da la permanencia a ese nombre propio que poseemos, es decir,
a nuestra identidad, y valiéndose de la tesis arendtiana que dice responder a la pregunta quién,
es contar la historia de una vida, deduce entonces que la historia narrada nos dice el quién de
esa acción y que la identidad de ese quién, no es más que una identidad narrativa.
Su argumento principal radica en que construimos nuestra identidad narrativamente, a
través de lecturas históricas y de ficción por medio de las cuales vamos construyendo nuestro
personaje; por otra parte, retoma de Emmanuel Levinas (1997) la idea del “Otro” y de la
relación intersubjetiva, que de acuerdo con Bárcena y Mèlich (2000, p.93) es “un lugar de
paso obligado en cualquier debate pedagógico que (…) pretenda poner el acento de la
formación humana en la capacidad para aprender de la historia a través de los relatos y
narraciones de aquellos que fueron sus víctimas”; señalamiento importante para los propósitos
de este trabajo, pues sí cada vida es una historia narrada en el tiempo y a la vez, un proyecto
biográfico, las y los jóvenes desvinculados como novelistas de sí mismos, se configuran como
sujetos interpretativos de sus experiencias y portadores de valiosas historias, donde entran en
juego la ficción y la imaginación para encontrar sentidos a lo que vivieron, como también,
para que a través de sus relatos comprendamos la historia de violencia que ha marcado en las
últimas décadas a nuestro país.
De acuerdo con lo expuesto hasta ahora, encuentro en estas perspectivas un referente
conceptual y metodológico para abordar mi trabajo, porque el haber pertenecido a un grupo
armado ilegal y estar expuesto a procesos de socialización, son experiencias que se incrustan
en las prácticas sociales de los sujetos, y son constitutivas de su subjetividad, la cual se puede
desplegar a través de la narración; de otra parte, sí la comprensión de sí es narrativa y
comprenderse es apropiarse de la propia vida, esto significa que nos hacemos lectores de
58
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
nuestra propia vida, todo lo cual resulta de gran valía para aproximarnos a los referentes de
identidad personal y colectiva, sus valores y vínculos, preocupaciones que pueden encontrar
respuestas desde estos lugares de enunciación teórica.
Una vez hechas estas precisiones, demos lugar a la presentación de las premisas de este
enfoque, postura epistémica que nos ilumina para hacer el abordaje del proyecto y a la vez,
tematizar las categorías de estudio.
1.3.2. Premisas del Socioconstruccionismo
En primer lugar conviene decir que la epistemología socioconstruccionista, invita a investigar
los procesos sociales con un nuevo conjunto de preguntas: ¿Por medio de qué procesos las
personas logran colectivamente la comprensión? ¿De qué modo se producen los fracasos en la
comprensión? ¿Bajo qué condiciones es probable que cambien o resistan al cambio, las
construcciones comunes?
¿De qué modo pueden reconciliarse las construcciones
contradictorias sobre el mundo?
En relación con estos interrogantes y desde la argumentación de Ricoeur, se puede
establecer que la comprensión de sí está mediatizada por los relatos históricos y de ficción que
“leemos”, en su sentido tanto literal, como metafórico; y es precisamente esa lectura, el medio
por el cual nos comprendemos a nosotros mismos, pues de un lado, al leer vamos
configurando y reconfigurando el personaje que somos, y del otro, escuchando relatos y
narraciones mejora nuestra propia capacidad para comprendernos en las diferentes etapas de
59
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
nuestras vidas7. De otra parte, es importante considerar que el texto de nuestra vida, como
cualquier texto, puede ser objeto de múltiples interpretaciones, razón por la cual es necesario
confrontarlo con el texto de otras vidas, siendo la comparación interpretativa fundamental para
dar sentido a la existencia, comprensión que exige “verme como otro” para comprenderme y
comprender el mundo.
A
continuación,
examinemos
brevemente
los
planteamientos
epistemológicos
socioconstruccionistas y las articulaciones que se pueden ir tejiendo con la teoría de la
identidad narrativa ricoeuriana:
Los términos con los que damos cuenta del mundo y de nosotros mismos están
determinados por la cultura, la historia y el contexto social. El construccionismo
social establece que el conocimiento es construido desde las prácticas socio-culturales,
en contraposición al conocimiento construido por el individuo; lo que consideramos
conocimiento del mundo no es producto de la inducción o de la construcción de
hipótesis generales, como pensaba el positivismo, sino que está determinado por la
cultura, la historia y el contexto social, centrándose en procesos de intercambio social
de narraciones definidos histórica y culturalmente; así por ejemplo, conceptos como
“violencia”,
“conflicto”,
“excombatiente”,
“reinsertado”,
“desvinculado”
y
“desmovilizado”, entre otros, están definidos por el uso que hacemos de ellos
socialmente, a través del lenguaje. Esta premisa resulta de gran valía para la
comprensión de las dinámicas sociales entre las personas en contextos y formas de
7
Adicionalmente, sí la identidad narrativa es el espacio interpuesto entre historia y ficción, la comprensión de sí
es una interpretación que encuentra en la narración una mediación privilegiada que se mueve entre la historia y la
ficción.
60
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
relación particulares, en las que el lenguaje está incrustado, de las cuales emerge su
sentido y se amplían sus dimensiones explicativas. De esta manera, desarrolla una
epistemología social, puesto que en lugar de preguntarse cómo funcionan las palabras
en la mente individual, se pregunta por la función del lenguaje en el quehacer cotidiano
del intercambio social.
Ese dar cuenta del mundo y de nosotros mismos, está mediado por los relatos
que hacemos. Bien vale la pena traer a colación los planteamientos de Ricoeur (1995),
quien retomando los estudios de Roland Barthes (1974) sobre las cualidades del relato
como inherente al género humano y de Benveniste, con su categorización del tiempo
en el relato -ese tiempo que va del presente de la enunciación al tiempo psíquicoelabora su propia definición de un “tercer tiempo” que se configura en el relato, capaz
de dar cuenta de una inteligencia narrativa que crea cierta unicidad del tiempo
histórico, donde el ser humano puede situar su propia experiencia en un antes y un
después. Por tanto, sí la temporalidad y la experiencia solo pueden configurarse a
través del relato, la importancia de la narrativa emerge con toda nitidez en el
socioconstruccionismo, puesto que ella puede dar cuenta de los procesos sociales, de
las pautas de relación que sostenemos, de nuestra experiencia histórica situada y de la
constitución de nuestras identidades individuales y colectivas.
Los términos con los cuales comprendemos el mundo y nosotros mismos, son
artefactos sociales, productos de intercambios entre las personas histórica y
culturalmente situadas. En este sentido, las descripciones y las explicaciones que
hacemos del mundo, son resultado de la coordinación entre los hombres en términos de
61
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sus acciones, donde las palabras adquieren su significado en el contexto de relaciones
actualmente vigentes. Por ejemplo, los conceptos de “joven”, “conflicto”, “ciudadano”,
“guerra”, “desmovilización” y “reintegración”, entre otros, varían en su sentido según
la época histórica y la cultura en que los consideremos 8. Así mismo, alcanzar la
inteligibilidad es participar reiterativamente en relaciones con el pasado para
encontrarle sentido al mundo9.
Bien vale la pena resaltar, que para la comprensión del problema de
investigación, es de gran valor considerar la mirada histórica del objeto de estudio,
puesto que no es posible comprender los desplazamientos en las subjetividades, sin
tener en cuenta la historia de violencia que ha caracterizado al país, que los menores
desvinculados provienen en su mayoría del sector rural donde los grupos alzados en
armas han ejercido un control territorial, que su historia familiar está marcada por la
vulneración de sus derechos, toda vez que en sus contextos de socialización, la
pobreza, la violencia intrafamiliar y la falta de oportunidades, que junto con sus
procesos de socialización en un contexto militarista, han configurado a lo largo del
tiempo sus subjetividades.
Pero esa mirada hacia el pasado a través del tiempo, ese tiempo que engloba la
vida humana en tanto sucesión de aconteceres, tiempo de nuestra existencia, de la
8
Recordemos que el construccionismo social planteado por Berger y Luckman (1967), señala que la realidad es
construida en la interacción significativa que realizan los seres humanos y que esta realidad es internalizada a
través del proceso de socialización. Los procesos sociales que constituyen a la realidad, toman el carácter de
procesos históricos y se concretizan en discursos acerca de la realidad; por lo tanto, en el socioconstruccionismo,
el lenguaje en tanto sentidos socialmente compartidos, construye realidades y cambia, junto con las relaciones
sociales.
9
Al respecto Gergen (2007, p. 104) nos dice, “debemos luchar por sostener la vitalidad de nuestras primeras
tradiciones y así mismo cuestionarlas para enriquecerlas y revitalizarlas a la luz del contexto cultural
contemporáneo. Esta revitalización histórica también debe ir acompañada del análisis sobre las condiciones
históricas que las originaron, siendo nuestra tarea crear inteligibilidades que puedan promover mundos por
venir”.
62
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
experiencia en común, donde se disponen los acontecimientos, nos dice Leonor Arfuch
(2002, p. 89), es el que se articula a su vez con otro tiempo, el lingüístico, “que se
despliega en el acto de la enunciación, no ya como una manifestación individual sino
intersubjetiva, en tanto pone en correlación presente, actual, un yo y un tú: mi “hoy” es
tu “hoy”. Esta comunidad temporal es la posibilidad misma del relato biográfico”. Y es
precisamente ese “tercer tiempo” que se configura en el relato, producto del
entrecruzamiento de la historia y la ficción, de esa imbricación entre relatos, formulado
por Ricoeur (1995), el que opera a partir de una precomprensión del mundo de la vida
y de la acción, el que confiere inteligibilidad a ese mundo y el que encuentra en la
identidad narrativa, un punto de articulación10.
El grado en el cual una forma dada de comprensión prevalece en el tiempo, no
depende fundamentalmente de su validez empírica, sino de las vicisitudes de los
procesos sociales. Esta premisa refleja buena parte de la historia de la tradición
científica sobre los procesos sociales, con sus pretensiones de verdad, razón por la cual
es necesario tener en cuenta procesos sociales como la comunicación, la negociación y
los conflictos, en el desarrollo de las relaciones sociales a través del tiempo. Esta
consideración acerca de la realidad, abre el camino hacia una Epistemología Social del
Conocimiento.
La significación del lenguaje en los asuntos humanos se deriva del modo como
funciona dentro de las pautas de relación. El lenguaje gana significado a través de la
10
Identidad tiene para Ricoeur el sentido de una categoría práctica, supone la respuesta a la pregunta “¿Quién ha
hecho tal acción, quién fue el autor?”, respuesta que no puede ser sino narrativa en el sentido fuerte que le
otorgara Hannah Arendt: responder quién supone “contar la historia de una vida”.
63
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
interacción, en los “juegos del lenguaje” como los llamó Wittengstein (1953), haciendo
alusión a los sentidos con que se utiliza en el intercambio social; “el lenguaje es
constitutivo del mundo y ayuda a generar y/o sostener ciertas formas de práctica
cultural”(Estrada, 2007, p. 101); este enfoque del significado como algo que deriva de
intercambios microsociales incrustados en las pautas de vida cultural, presta al
socioconstruccionismo unas dimensiones críticas sobre el modo en que los lenguajes,
incluyendo las teorías científicas, son utilizados en la cultura, muchas veces como
mecanismos de control y dominación; también presta atención al modo en que el
lenguaje es inherente a las pautas de relación. Valga aclarar que la teoría relacional en
la cual se apoya Gergen, busca dar cuenta de la acción humana en términos del proceso
relacional, moverse más allá del individuo en singular, para reconocer la realidad de la
relación. Al respecto dice Gergen (1996, p. 231), “aquí quiero proponer un enfoque
relacional que considera la autoconcepción no como una estructura privada personal
del individuo, sino como un discurso acerca del yo: la representación de los lenguajes
disponibles en la esfera pública”. Se trata entonces de un yo como narración que se
hace inteligible a través de las relaciones, configurándose en un relato de relatos acerca
del yo, relatos que nos sirven para identificarnos con otros y a nosotros mismos11,
puesto que en el relato anudamos nuestras vivencias y logramos un sentido de ellas. En
sentido figurado, vivimos mediante narraciones, tanto al relatar como al realizar el yo,
pero advierte nuestro autor que, “las narraciones del yo no son posesiones
11
Nos dice Gergen (1996, p. 232), que contar relatos para hacernos comprender no es ir demasiado lejos, pues no
sólo contamos nuestras vidas como relatos, sino que existe también un sentido importante en el que nuestras
relaciones con los otros las vivimos de forma narrativa. Las vidas son acontecimientos narrativos y los relatos
son formas de dar cuenta de ellas; sin embargo, los relatos están incrustados en la acción social y por lo tanto,
hacen que los acontecimientos sean socialmente visibles y establecen expectativas para acontecimientos futuros.
De otra parte, dado que los acontecimientos de la vida cotidiana están inmersos en la narración, se van cargando
de sentido relatado, adquieren la realidad de un “principio”, de un “punto grave”, de un “clímax”, de un “final, y
así sucesivamente.
64
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
fundamentalmente del individuo, sino de las relaciones: son producto del intercambio
social” (Gergen, 1996, p. 232).
De esta manera, el socioconstruccionismo busca una base para vincular la
palabra con el mundo y formular que el lenguaje, en tanto sentidos socialmente
compartidos, puede representar y reflejar el conocimiento objetivo, construir realidades
y cambiar junto con las relaciones sociales; es decir, el lenguaje se configura como una
práctica social y la comunicación como una construcción comunitaria de significados,
donde las palabras se incrustan en nuestras prácticas de vida, y al decir que el lenguaje
construye el mundo, se está significando que las palabras están activas, en la medida
que las personas las utilizan al relacionarse, y en que son un poder en el intercambio
humano.
La relevancia del lenguaje también es señalada por otros autores, en relación
con la experiencia, la narración y la memoria, como veremos más adelante. Por lo
pronto digamos que en la reflexión que hace Ricoeur (2000) sobre la memoria, nos
dice que ésta se orienta a la realidad anterior en la cual encontramos la “cosa
recordada” o “lo recordado” y no disponemos de otro recurso para hacer referencia al
pasado que la memoria misma., siendo el testimonio, el relato, la estructura
fundamental de transición entre memoria e historia. Por su parte, en cuanto a relato y
experiencia, Jorge Larrosa (2003 b) nos invita a pensarla desde la reflexión del sujeto
sobre sí mismo, y desde las cualidades de receptividad, apertura y pasión que el
término encierra, para que la pensemos en términos de lo que acontece, desde una
lógica del acontecimiento, muy cerca de la palabra existencia, donde la narración es la
65
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
mejor forma de contarla y contárnosla, siendo para él fundamental la experiencia vital
de los sujetos en la configuración de sus subjetividades12.
Otro autor que se acerca y fundamenta sus planteamientos sobre esta premisa es
Arfuch (2002, p. 92), quien rescata el papel de la experiencia en su análisis sobre el
espacio biográfico, al afirmar que la experiencia es “un testimonio subjetivo, la más
auténtica clase de verdad, es fundamento de todo razonamiento y análisis, pero
además, en una forma externa, es una reacción a influencias o percepciones del medio
en discordancia”.
Así mismo, resulta pertinente considerar la concepción de Gergen sobre la
experiencia, quien al igual que Larrosa le otorga como cualidades esenciales la
reflexión o conciencia del sujeto, su interpretación a través de la narración y su poder
transformador en nosotros mismos y con quienes establecemos relaciones. Gergen
(1996, p. 96), nos dice que la experiencia es todo cuanto realmente podemos conocer y
siempre precede a la construcción social. “Sin mi experiencia no puedo tomar parte en
el lenguaje y en la vida social…afirmar la posesión de la experiencia (de lo
experimentado) supone una toma de conciencia de la experiencia, o de un modo más
terminante, que “tengo experiencia de mi experiencia”” Gergen, 1996, p.96), sin
embargo, desde el punto de vista socioconstruccionista se considera más enriquecedor
hablar del discurso sobre la experiencia y de su capacidad para llevar a cabo
12
Larrosa (2003, p. 7), en su análisis de la conferencia del escritor húngaro Imre Kertész, señala que sus
experiencias son su vida, lo que a él le ha pasado, lo que él ha vivido y advierte su relación con la formación: “la
experiencia es lo que me pasa y lo que, al pasarme, me forma o me transforma, me constituye, me hace como soy,
marca mi manera de ser, configura mi persona y mi personalidad…es la experiencia la que forma, la que nos hace
como somos, la que transforma lo que somos y lo convierte en otra cosa”.
66
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
relaciones13, dado que al hablar de “mi experiencia” en las relaciones cotidianas,
aumenta nuestra capacidad de participar en las formas de relación que son valoradas, y
a su vez, es un ritual cultural importante porque brinda pautas de revelación, permite
compartir, confirmar y afirmar nuestra identidad.
Estimar las formas existentes de discurso consiste en evaluar las pautas de vida
cultural y el impacto que éste genera. Las formas de comprensión están conectadas
con muchas actividades sociales que al formar parte de varios contextos sociales,
sirven para sostener y apoyar ciertos contextos, excluyendo a otros. Por lo tanto, esta
es una invitación al dialogo que evalúe todas las pautas de vida cultural, el cual puede
contribuir con la construcción de una sociedad más humana. Gergen no dejará de
expresar sus esperanzas, pues en la medida en que el dialogo continúe y las
construcciones teóricas continúen abiertas, los significados locales tal vez se
ramifiquen y quizás las personas lleguen a compartir los modos de vida de los demás y
se alcance el bienestar humano.
13
A propósito Gergen se pregunta sobre las formas de vida cultural que sustentan o suprimen este discurso. Este
interrogante se desplaza en dos formas, una diacrónica y otra sincrónica; en el primer caso se tendrían en cuenta
las vicisitudes históricas del hablar de la experiencia, de las condiciones en que gana o pierde vigencia, de los
modos en que esas palabras se han utilizado, los discursos que la han sostenido y las pautas de relación a las que
ayuda a constituirse. La investigación sincrónica también comportaría este análisis histórico, explorando las
funciones pragmáticas a las que sirve este discurso en la actualidad. El valor del discurso descansa en su
posibilidad de establecer relaciones, tiene un fin social en razón de las historias particulares; por ejemplo, el dar
cuenta del discurso feminista de la experiencia de las mujeres, no nos informa sobre su mundo interno, sino que
atrae nuestra atención hacia un discurso marginalizado y permite que adquiera una valoración política.
67
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Teniendo en cuenta las anteriores premisas, el estudio del desplazamiento de las
subjetividades de los jóvenes desvinculados de los grupos armados, en su tránsito a la vida
civil, y considerando al mismo tiempo las preguntas del estudio, presentamos a continuación y
en consonancia con esta perspectiva, el diseño metodológico de la investigación.
1.3.3 Diseño Metodológico
El enfoque narrativo en la investigación de las subjetividades de los jóvenes desvinculados de
los grupos armados, en el tránsito a la vida civil.
Como se expuso en la introducción del referente conceptual, el diseño metodológico estará
orientado a partir de las premisas centrales de la perspectiva del socio-construccionismo, el
cual entre sus postulados afirma que para dar cuenta de la acción humana, debemos hacerlo en
términos de los procesos relacionales, siendo el “discurso acerca del yo” la forma de dar
cuenta de nosotros y de nuestras experiencias; en otras palabras, nuestro relato es una
construcción narrativa que se hace inteligible en el seno de las relaciones que sostenemos con
los demás, razón por la cual la narrativa no solo expresa las dimensiones de las experiencias
que vivimos, sino que también media nuestra propia experiencia, configurando la construcción
social de la realidad14.
14
Para Gergen (1996, p. 98), los relatos son los medios por los cuales el ser humano se hace inteligible a sí
mismo y a los otros, del mismo modo, que las narraciones hacen que los hechos sociales sean visibles y
establezcan expectativas para los acontecimientos futuros.
68
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
De igual forma, en este lugar de enunciación emerge la Autonarración o narración del
yo, como esa forma social de dar cuenta de sí mismo a través de la explicación que
presentamos acerca de acontecimientos vitales o sobre sucesos de nuestra vida cotidiana; al
narrarnos no solamente anudamos nuestras vivencias y obtenemos un sentido para ellas, sino
que también, devenimos en sujeto y en lo que cuentan de nosotros. Es en este marco, donde
podemos ubicar el desarrollo de la investigación, y que está en consonancia con el proceso
“fundador” propuesto por Althabe (1999), el cual señala que solo en el curso de la
investigación podrán elaborarse tanto la realidad estudiada, como la respuesta, presupuesto
que se identifica con la Investigación Biográfica Narrativa.
De otro lado, sí la subjetividad es una construcción social, intersubjetivamente
conformada por el discurso comunicativo, entonces resulta pertinente incluir la subjetividad en
el proceso de comprensión de esa realidad, como categoría que nos puede conducir para
encontrar las formas para comprender el entramado de sentidos y significados que subyacen a
nuestras acciones; desde esta perspectiva, la narrativa resulta un terreno fértil, pues lo que hace
inteligible el sentido de las acciones es la explicación narrativa del sujeto sobre sus
intenciones, motivos y propósitos en el horizonte de su vida. Es así que las respuestas a
preguntas tales como -¿Quién era antes de la desvinculación? ¿Quién soy ahora? ¿Dónde
estoy? ¿Qué haré? ¿Cuáles eran y cuáles son mis referentes de identidad personal y colectiva?
¿Desde dónde configurar un nuevo lazo social? ¿Qué búsquedas hacer en lo personal, familiar,
social, cultural y político, para reconstruir mi proyecto de vida?- entre otras, implican no solo
una reflexión total de la vida -con sus quiebres, giros y continuidades- sino también, una
reconfiguración de las identidades y de las subjetividades a partir de los significados que de
ella construyan los jóvenes desvinculados, en dialogo consigo mismo y con los demás.
69
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Si bien en esta iniciativa investigativa hemos venido haciendo alusión a la narrativa
como fenómeno de investigación, bien vale la pena señalar que también la abordaremos como
método de investigación para adentrarnos en las experiencias y el mundo subjetivo de los
jóvenes desvinculados, en su paso a la vida civil. En tal sentido, adoptaremos los presupuestos
metodológicos que implica una investigación narrativa, donde a su vez, las narraciones de los
jóvenes nos permitirán la comprensión e interpretación de los desplazamientos de sus
subjetividades, puesto que el significado que estos actores le atribuyan a sus acciones,
permitirán nutrir y configurar los marcos de interpretación.
1.3.3.1 Fundamentación teórica del enfoque narrativo
El enfoque narrativo es aquel que se centra en el relato o narración como género específico del
discurso, puesto que capta la riqueza y detalles de los significados que subyacen a nuestras
acciones; de esta manera, el relato narrativo se configura como una forma específica de
discurso con sentido, al estar organizado alrededor de una trama argumental, una secuencia
temporal, unos personajes y una situación, elementos que nos permiten afirmar que el
conocimiento de sí mismo sólo es posible por medio de una vida contada en un relato temporal
porque recoge un pasado, recrea el presente y diseña un horizonte de acción en el futuro, a
través de “una particular reconstrucción de la experiencia por la que mediante un proceso
reflexivo, se da significado a lo sucedido o vivido” (Bolívar, p. 20).
Vale la pena precisar que la investigación biográfica-narrativa tiene como criterio de
conocimiento el relato, y en su interés de dar sentido y comprender la experiencia vivida y
70
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
narrada en ese relato, acude a la hermenéutica para dar cuenta de la comprensión de la
experiencia humana, desde las intenciones que confieren sentido a nuestras acciones.
A la luz de las anteriores consideraciones, examinemos brevemente ahora algunas
características de la narrativa. En primer lugar, a través de la narrativa se configura la
experiencia y se le otorga sentido; en segundo lugar, la trama provee los criterios para la
selección de los sucesos que configurarán el relato narrativo, delimitando a su vez un rango
temporal que marca un comienzo y un final; en tercer lugar, temporalidad y narración están
coimplicados, pues el tiempo vivido es un tiempo narrado y articulado en una historia;
finalmente, las narrativas dependen también del contexto socio-cultural en el cual se
encuentran inmersos los sujetos y estos contextos a su vez, nos ofrecen relatos que expresan
los modelos de identidad y de acción de sus miembros.
No está por demás decir, que Jerónimo Brunner (1988, p. 23-53) ha sido uno de los
autores que más ha contribuido para dar un estatuto epistemológico al conocimiento y
razonamiento narrativo, proponiendo dos modos de pensar y conocer: un modo paradigmático
que se identifica con el positivismo clásico, y otro emergente que lo denomina modo
narrativo, el cual se caracteriza por presentar la experiencia humana como una descripción de
relatos cargados de intenciones, sentimientos, vivencias y acciones en contextos específicos,
donde los relatos biográficos-narrativos se constituyen en el modo privilegiado para investigar,
conocer y comprender cómo los sujetos le dan sentido a lo que hacen. Esta línea de
argumentación se corresponde muy bien con los propósitos investigativos del presente estudio,
puesto que nos interesa conocer esas experiencias vividas por las y los jóvenes desvinculados,
los sentimientos que las atraviesan, las rupturas y continuidades en sus subjetividades, los
sentidos que les otorgan, y las lógicas de argumentación que despliegan.
71
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Hemos examinado hasta aquí las narrativas en su generalidad, conviene abordar ahora
en su especificidad, las narrativas autobiográficas también llamadas relatos de vida.
Iniciemos por decir que éstos se encuentran incrustados en nuestras experiencias, por lo tanto,
“son un recurso para reconstruir acciones sociales ya realizadas; no son la acción misma, sino
una versión que el autor de la acción da posteriormente acerca de su propia acción pasada”
(Lindon, p. 297). Uno de sus rasgos distintivos es su carácter “experiencial”, puesto que “se
narran experiencias vividas por el narrador, recordadas, interpretadas y conectadas, en las que
hay otros actores, pero siempre son experiencias de quien habla” (p. 298).
De otro lado, en estos relatos el narrador imprime su propia estructura en la narración,
construyendo una ilación particular entre sus experiencias vividas y que considera
significativas, articulándolas de manera comprensible para los demás, recurriendo a su
memoria y al contexto socio-cultural en el que esas experiencias cobraron sentido. Sumado a
lo anterior, bien vale la pena agregar que en relación con la identidad, la
narrativa
autobiográfica busca “dar un sentido global al pasado y presente, entre lo que el narrador era y
es, estableciendo una consistencia que, a pesar de las transformaciones, mantienen la
identidad” (Bolívar, p. 21).
Así mismo, son significativas socialmente pues su estructuración hace que lo
experiencial pueda ser comprendido por el otro (el investigador); es decir que “se produce una
“traducción de lo íntimo” de las experiencias vividas, a formas compartidas socialmente por
medio del lenguaje (…). Se trata de un discurso construido sobre un conjunto de “saberes
compartidos” (Lindon, p.299), donde el sujeto es expresión singular de lo social y se convierte
en un actor capaz de construir un discurso y de hacer un verdadero montaje, pues cuando se
narra se construye a sí mismo como el personaje central. Este montaje “puede ser
72
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
comprendido en la perspectiva de que al narrar su vida el individuo la vuelve a pensar, incluso
de manera amplia podríamos decir que deviene en sociólogo de su propia biografía, ya que
busca establecer conexiones entre acontecimientos, construye secuencias de eventos con las
que selecciona unos para incluirlos y excluye otros; incluso llega a veces a interrogarse a sí
mismo acerca de las motivaciones que tuvieron sus propias acciones” (Lindon, p. 301).
No sobra recordar, que el pensar nuestra propia historia es algo que hacemos en el
presente, pero es un presente en el que se ha sedimentado toda nuestra biografía y que por lo
tanto, contiene un pasado que es relatado con referencia a las condiciones presentes de nuestra
existencia y con esquemas incorporados en otros momentos de nuestra vida; sin embargo, las
cosas que memorizamos sufren una transformación tanto en el momento de su almacenaje,
como también al retroceder a ellas, y en el momento de recordarlas, lo que nos muestra
aquello que Alicia Lindon denomina, “los vericuetos de la construcción social de la realidad”
(p. 302).
Así mismo, a lo largo de nuestras vidas sedimentamos experiencias que nos cambian y
que representan nuevos conocimientos de sentido común, por lo tanto, siempre estamos
construyendo nuevos referentes para orientarnos en el mundo, razón por la cual, no son iguales
las interpretaciones que hacemos en diferentes momentos de nuestra vida respecto de una
misma experiencia.
1.3.3.2 Propuesta Metodológica
Frente al interés investigativo de comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades
en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, en su proceso de reintegración a la vida
civil, realizamos como proceso de conocimiento el siguiente:
73
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Investigación del conocimiento acumulado y producido por investigadores expertos en
el tema, formuladores de política pública y docentes que trabajan con esta población,
en su proceso de reincorporación a la vida civil, mediante entrevistas semiestructuradas
y sus propios relatos.
Investigación teórica acerca de la subjetividad en torno a las categorías de referentes
de identidad personal y colectiva, valores, vínculos, memoria y experiencia, como
bases conceptuales para comprender los procesos de la construcción narrativa de la
subjetividad.
Producción y reconstrucción de relatos de vida, para explorar los sentidos y
significados entretejidos, develar los movimientos de la subjetividad de los jóvenes
desvinculados, a través de entrevistas en profundidad y grupos focales, con el fin de
comprender cómo se constituyen y reconstruyen esos contextos de sentido en que los
sujetos desarrollan sus vidas, incorporándolos, y al mismo tiempo, modificándolos.
Análisis de los relatos de vida mediante la aplicación combinada de los tres modelos
propuestos para el análisis de narrativas, por Connick y Godard (1998), y que
corresponden al modelo arqueológico del relato, el del análisis de trayectorias y el
modelo de análisis estructural, con el fin de ganar mayor inteligibilidad frente a los
relatos. De otro lado, para
los grupos focales se aplicó el modelo de análisis
conversacional.
Estos cuatro componentes fueron abordados simultáneamente a lo largo de todo el proceso
investigativo, con una mirada analítica e integradora en el proceso de recolección,
74
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
procesamiento, análisis, interpretación y confrontación de la información. El siguiente cuadro
resume el diseño metodológico de la investigación:
ENFOQUE
MÉTODO
TÉCNICA
MODELO
ANALITICO
Narrativo
Relatos de Vida
Entrevistas
semiestructuradas
Modelo de Análisis:
Combinación de los
tres modelos: el
arqueológico
del
relato, el análisis de
las trayectorias y el
estructural
Tipo de análisis
narrativo: Holístico
del Contenido
Grupos Focales
Modelo de Análisis:
Conversacional
No sobra recordar que el enfoque narrativo es aquel que se centra en el relato o
narración como género específico del discurso, pues el relato capta la riqueza y detalles de los
significados que subyacen a nuestras acciones, es un modo de comprensión y expresión de la
vida a través de la voz de su autor; de otro lado, el relato narrativo -en nuestro caso los
relatos de vida- se configura como una forma específica de discurso con sentido, puesto que
está organizado alrededor de una trama argumental, una secuencia temporal, unos personajes y
una situación.
Con respecto al modelo de análisis de las entrevistas semiestructuradas, es conveniente
recordar que el modelo arqueológico busca establecer cuáles son los puntos nodales en la
75
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
historia del sujeto a partir de los cuales se desprenden los elementos esenciales de su relato; en
este modelo se busca el punto fundante que determina la historia del sujeto, en el cual
convergen distintas causalidades y que a su vez, determinan las que vienen a futuro. El modelo
de análisis de trayectorias busca describir los recorridos que realizan los actores en un
contexto social determinado; este modelo presta atención a las conexiones causales a partir de
las cuales se puede comprender la transición entre un antes y un después. El modelo de
análisis estructural busca identificar las lógicas colectivas y las temporalidades globales que
determinan los trayectos individuales de los actores; este modelo utiliza las “experiencias
subjetivas” como puerta de entrada a fenómenos objetivos donde los relatos son el soporte de
contextos y dinámicas externas.
1.3.3.3 Proceso Metodológico
Para el abordaje de los cuatro componentes del diseño metodológico, se siguió un proceso
cuyo desarrollo no fue lineal y que estuvo dividido en tres fases a saber:
 Producción de narrativas
 Análisis de narrativas
 Interpretación
a. Fase de producción de narrativas: en esta fase se llevó a cabo la recolección y
procesamiento de la información, la cual comprendió los tres componentes presentados
en el diseño metodológico: construcción de narrativas sobre el conocimiento
acumulado y producido por investigadores, formuladores de políticas públicas y
76
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
docentes; construcción teórica; y construcción de narrativas de los jóvenes
desvinculados en su pasaje a la vida civil.
La construcción de narrativas del conocimiento producido y acumulado, que se
llevó a cabo luego de las entrevistas semiestructuradas y el análisis de los relatos
obtenidos con investigadores expertos en esta temática (Universidad de Los Andes,
Observatorio de desarme, desmovilización y reintegración- DDR- de la Universidad
Nacional, Defensoría Del Pueblo, Organización Internacional para las MigracionesOIM), formuladores de política pública de la Alta Consejería para la Reintegración
Social y Productiva del Ministerio del Interior y docentes que se encontraran
trabajando con esta población. En esta construcción se identificaron las formas como
se reconocen los desplazamientos de las subjetividades en relación con las categorías
de análisis propuestas y otras emergentes, como también, las dificultades y lecciones
aprendidas en el proceso de reintegración.
La construcción teórica se centró en el estudio, análisis y articulación teórica de las
siguientes categorías de análisis relacionadas con la subjetividad, tales como, identidad
personal y colectiva, vínculos y valores, memorias, narración y experiencia.
Esta construcción teórica fue de carácter permanente, buscando ganar mayor claridad y
comprensión en torno a cada una las categorías, para luego poder articularlas, establecer
relaciones entre ellas y ganar comprensión frente al problema.
77
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
La producción de narrativas con los jóvenes, convocándolos a pensar en conjunto,
superando la relación yo-tú, para trabajar desde la perspectiva de un “nosotros”, y
construir conocimiento en conjunto. Para tal fin, en primer lugar desde la ACR-Ibagué
se hizo una convocatoria a cincuenta (50) jóvenes para conocerlos, presentarles el
proyecto de investigación, motivarlos a participar en él y aplicarles un cuestionario. Al
llamado acudieron tan solo catorce (14) jóvenes, quienes contestaron un cuestionario y
luego se les hizo la invitación para realizarles una entrevista.
A la entrevista asistieron diez (10) jóvenes, con quienes se hizo necesario
establecer una relación de confianza que posibilitara conversar con ellos acerca de sus
experiencias. Estos jóvenes asistieron a la semana siguiente para llevar a cabo un grupo
focal y hacer el cierre del proceso.
Asimismo, se llevó a cabo un grupo focal con el equipo de psicólogos del
programa de apoyo psicosocial del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué y una
entrevista a un grupo de docentes de diferentes áreas, pertenecientes a una institución
educativa que trabajan con esta población.
A través de los relatos de vida se buscó identificar los puntos de quiebre y de
rupturas en sus vidas y como han sido asumidos en el camino a la civilidad; se
desarrollaron grupos focales porque a través de ellos los jóvenes tuvieron la
oportunidad de visibilizarse más, ya que en los grupos de discusión los pliegues de la
subjetividad se subsumen en la colectividad, y además porque los grupos focales
favorecen la construcción de marcos nucleadores compartidos de las experiencias,
trascendiendo de lo individual a lo grupal.
78
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En estos grupos se aplicó un modelo de análisis conversacional, el cual permitió
registrar los relatos en un contexto conversacional, donde la atención se centró en la
estructura de la conversación y en las categorías emergentes. Para ganar comprensión a
través del dialogo, sobre la forma como la experiencia de la desvinculación de los
grupos armados y el reintegro a la vida civil generó afecciones en la subjetividad de
los jóvenes, como también en el significado que le atribuyen a esta experiencia y las
implicaciones para sus proyectos de vida, los jóvenes no fueron vistos
como
informantes, sino como autores de sus relatos, puesto que ellos son los protagonistas
de las historias y experiencias que configuran sus vidas.
b. Fase de análisis de las narrativas: en esta fase el trabajo fue eminentemente analítico
con el fin de acercarse a la comprensión de los quiebres, continuidades y rupturas de la
subjetividad de los jóvenes. Fue un ejercicio de análisis reflexivo, con el fin de
establecer un dialogo entre los elementos teóricos, el conocimiento acumulado por
investigadores-formuladores de política pública y docentes- y las narrativas de los
jóvenes.
Como se mencionó anteriormente, para el análisis de narrativas se tuvieron en cuenta los
tres modelos propuestos por Connick y Godard (1998, pp 128, 129): el arqueológico del relato
que buscó identificar los puntos nodales donde los relatos de vida tomaban un giro, no como
meros accidentes biográficos, puesto que estos elementos a la vez que nos cuentan del pasado,
en la dimensión narrativa son determinantes del modo en que los protagonistas pueden
elaborar un pasado traumático, encontrar sentidos y vislumbrar perspectivas del futuro, e
79
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
implican a su vez procesos de subjetivación en momentos cruciales. El segundo modelo de
análisis fue el de trayectorias, el cual nos permitió establecer los recorridos y transiciones
vividas por los sujetos, señalando los procesos que dieron lugar a los cambios; y el tercer
modelo, el estructural para identificar los contextos sociales con su temporalidad y las lógicas
colectivas que determinan los trayectos individuales.
La combinación de estos tres modelos nos permitió ganar mayor inteligibilidad en relación
con la pertinencia, relevancia, credibilidad o saturación de los relatos, y además, nos posibilitó
tener en cuenta los contextos históricos y sociales que en gran medida determinan las
experiencias y sus relatos.
c. Fase de Interpretación: podemos decir que esta fase se desarrolló a lo largo de todo
el proceso investigativo y correspondió al trabajo más comprensivo y analítico, donde
teoría y práctica social entraron en dialogo para producir un texto que diera respuestas
a la pregunta de investigación que guió esta investigación. El texto que se produjo en
esta fase permitió dar cuenta de:
los cambios suscitados en los referentes de identidad personal, colectiva
y de pertenencia;
las transformaciones producidas en relación con los valores que
fundamentan sus proyectos personales de vida y de proyección social;
las tensiones y rupturas generadas con respecto a los vínculos;
el potencial de trabajar los escenarios emocionales en los procesos de
reintegración a la vida civil;
80
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
y las lecciones aprendidas, retos y desafíos
que contribuyen, en
términos educativos y formativos, a la integración a la vida civil.
1.3.3.4. Modelo Analítico
El ejercicio interpretativo consideró para el estudio de las subjetividades de los jóvenes
desmovilizados, los siguientes planos de la realidad que implica ese pasaje a la vida civil:
El contexto del desarme y la forma de desvinculación, individual o colectiva.
El contexto de la reintegración a la vida civil, donde se elaboran experiencias,
conflictos personales y se llevan a cabo los programas educativos y de apoyo
psicosocial.
La construcción de nuevos vínculos y valores que estructuran y orientan el paso
a la vida civil.
La elaboración de nuevos referentes de identidad personal y colectiva, que
configuran un horizonte de sentido en la civilidad.
Los escenarios emocionales como estrategia educativa para la reintegración.
Con respecto a los relatos de vida y como ya se expuso anteriormente, utilizamos un
modelo combinado que consideró el análisis arqueológico del relato, el análisis de
trayectorias y el análisis estructural. De otra parte, en el análisis narrativo se aplicó el modelo
holístico del contenido, donde los relatos de vida se toman como un todo, siendo cada parte
interpretada en función de las restantes o en el contexto de la totalidad del relato. Finalmente,
para los grupos focales aplicamos el modelo de análisis conversacional, el cual permitió
81
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
registrar los relatos en un contexto conversacional, y la atención se centró en la estructura de
la conversación, puesto que conversamos como vivimos, y nos rectificamos y retractamos en
un orden social.
1.3.3.5 Población: las fuentes primarias de consulta fueron investigadores expertos en el
tema, formuladores de políticas pública, docentes que trabajan con jóvenes desmovilizados, el
equipo de profesionales de apoyo psicosocial del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué y la
voz viva de un grupo de jóvenes desmovilizados pertenecientes a las FARC.
Caracterización del grupo de jóvenes: para finalizar este capítulo, consideramos oportuno
presentar la caracterización del grupo
de jóvenes (14) a partir del cuestionario que
contestaron. Esta caracterización comprende tres tópicos: el antes de la vinculación, durante
la vinculación y el después de la desvinculación en relación con la reintegración.
Antecedentes y actividades antes de la vinculación: en la mayoría de los casos, los jóvenes
se vincularon a un grupo armado durante la adolescencia, entre los 12 y los 17 años. Ocho de
ellos no estaban estudiando (57%) al momento de vincularse y el 79% se encontraban
trabajando, en oficios agrícolas principalmente. Los que sí estudiaban, combinaban esta
actividad con trabajo, excepto uno o dos casos, y en su mayoría cursaban los primeros grados
de escolaridad (primero, segundo, tercero y cuarto), siendo mayores para cursar dichos grados
(sólo dos estaban en un grado de escolaridad acorde con su edad).
82
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
¿Estudiaba antes de la vinculación?
Si: 5 (36%) No: 8 (57%)
Frecuencia del grado de escolaridad cursado:
Ningún nivel 4 29%
Primer grado 1 7%
Segundo grado 2 14%
Tercer grado 1 7%
Cuarto grado 3 21%
Quinto grado 0 0%
Sexto grado 1 7%
Séptimo grado 1 7%
Octavo grado 1 7%
Noveno grado 0 0%
Décimo grado 0 0%
Undécimo grado 0 0%
83
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
¿Trabajaba? Si: 11 (79%)
No: 3 (21%)
Ahora bien, frente a las relaciones familiares, ocho jóvenes aseguraron tener buenas relaciones
con su familia, cinco relaciones regulares y uno malas relaciones. Esto lleva a pensar que más
allá del tipo de relaciones, ayudar a la familia es un ideal reiterativo y pareciera que tienen el
imaginario que ingresar a un grupo armado les genera dichas oportunidades de ayudar y sacar
adelante a los suyos. Sin embargo, para dos de los jóvenes quienes tenían buenas relaciones
familiares, su ideal era ingresar a un grupo armado.
¿Cómo eran sus relaciones familiares? Buenas: 8 (57%)
Regulares: 5 (36%) Malas: 1 (7%)
84
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
¿Tenía novio(a) o pareja?
Si: 8 (57%) No: 5 (36%)
Por otra parte, en muchos casos los ideales que tenían los jóvenes estaban relacionados con
terminar sus estudios (57%) y trabajar y ayudar a sus familias (50%). Pareciera que, si bien
tenían bajos niveles educativos, reconocían la importancia de la educación, de la formación,
para el logro de las metas trazadas.
Terminar sus estudios: 8 (57%)
Trabajar y ayudar a su familia: 7 (50%)
Organizar una familia con su pareja: 3 (21%)
Ingresar a un grupo armado: 2 (14%)
Other 0: 0%
Con respecto a las razones para vincularse, ellas fueron principalmente la pobreza
(necesidades económicas), la falta de oportunidades y el deseo de hacerlo. No obstante, para
85
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
otros vincularse al grupo armado fue su interés, en algunos casos ese era su ideal, otros fueron
convencidos por alguien y a uno le gustaban las armas.
Problemas familiares: 4 (29%)
Fue obligado(a): 2 (14%)
Falta de oportunidades educativas y/o laborales: 4 (29%)
La pobreza en su región: 6 (43%)
Other: 8 (57%)
Los tres detonantes principales para vincularse fueron el sentir que podía llegar a ser alguien
importante, las necesidades económicas y las peleas en la familia.
Peleas y disgustos frecuentes en su familia: 3 (23%)
Necesidades económicas: 4 (31%)
Sentir que podía llegar a ser alguien importante: 6 (46%)
La vinculación de un amigo(a): 3 (23%)
Other: 3 (23%)
86
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Ahora bien, de no haberse vinculado, los jóvenes consideran que seguirían desempeñando las
labores que tenían antes: el 79% considera que estaría trabajando y/o el 50% que estaría
estudiando.
Durante la permanencia en el grupo armado: dos son, principalmente, los aspectos que se
resaltan entre aquellos que les gustaban a los jóvenes de ser miembros de un grupo armado.
Uno tiene que ver con la vida al interior de un grupo con estructura militar, que son la
disciplina y el uniforme y las armas, y el otro tiene que ver con sentirse miembro de una gran
familia y la vida compartida en grupo. Estos llevan a pensar que los jóvenes necesitaban
sentirse parte de algo, miembros de una comunidad, compartir con personas con las que se
podían identificar, ser parte activa de un colectivo de personas, etcétera.
La disciplina: 5 (36%)
El uniforme y la armas: 7 (50%)
Sentirse miembro de una familia: 4 (29%)
Las formas de organización que tenían: 1 (7%)
La vida compartida en grupo: 2 (14%)
Su ideario social y político: 3 (21%)
Other: 2 (14%)
87
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Por su parte, entre aquellos aspectos que no les gustaban se encuentran los castigos recibidos,
los consejos de guerra y el daño al otro (representado en el daño a la población civil).
Además, se presentaron aspectos como la falta de autonomía, tener que pedir permisos, la falta
de libertad, entre otros, que tiene que ver con no tener control sobre sí mismo, sobre sus
convicciones, sus necesidades, sus intereses.
El haber cambiado el nombre: 3 (21%)
Los castigos: 7 (50%)
Los consejo de guerra: 8 (57%)
No poder comunicarse con su familia: 5 (36%)
Los ataques a la población civil: 5 (36%)
Tener que "dar de baja" a los soldados del ejército: 2 (14%)
Other: 4 (29%)
Con relación a los valores aprendidos para la vida en el grupo armado que más resaltaron, son
aquellos relacionados con el establecimiento y mantenimiento de la identidad colectiva que se
forma al interior del grupo armado. Estos son: la responsabilidad (79%), la disciplina (63%),
la solidaridad y la lealtad (43%).
88
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
La solidaridad: 6 (43%)
La lealtad: 6 (43%)
La fraternidad: 1 (7%)
La responsabilidad: 11 (79%)
La disciplina: 9 (64%)
la cooperación: 4 (29%)
Other: 1 (7
Frente a las razones por las cuales se reintegraron a la vida civil, éstas tienen que ver con tener
una vida familiar, bien sea reencontrándose con su familia o haciendo una familia propia con
su pareja e hijo(s). Otra razón fue recuperar la libertad que se había perdido (libertad en
términos de autonomía, toma de decisiones, entre otros) y en un caso, los problemas con la
organización, de los cuales no se especifica qué tipo de problemas.
Durante la reintegración a la vida civil: en este apartado de la encuesta, los jóvenes
identificaron aquellos aspectos que más les gustan de no estar vinculados a un grupo armado,
la posibilidad de volver con su familia (64%), poder vivir con su pareja, no tener que “dar de
baja a nadie” y/o haber recuperado el nombre (43%). En concordancia con otros aspectos
señalados, lo que más les gusta es la posibilidad de tener vida familiar (a la que muy
seguramente habían renunciado), recuperar su vida, su ser, su nombre que los identifica como
sujetos y no tener que dañar o vulnerar al otro.
89
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
La autonomía que ha ganado: 3 (21%)
Tener la posibilidad de volver con su familia: 9 (64%)
Poder vivir con su pareja: 6 (43%)
No tener que "dar de baja" a nadie: 6 (43%)
No recibir castigos: 8 (57%)
Haber recuperado el nombre: 6 (43%)
Other: 8 (57%)
Entre los aspectos que les disgustan de no ser más un(a) joven vinculado(a) sobresalen los
amigos que dejó en el grupo y las ausencias de los modos de vida compartidos. Sin embargo,
al 36% de los jóvenes no les disgusta nada.
90
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Sentirse desprotegido(a): 2 (14%)
No portar el arma y el uniforme: 2 (14%)
Los amigos(as) que dejó en el grupo: 5 (36%)
No tener el don de mando: 0 (0%)
Sentir que ya no hay un "nosotros":0 (0%)
La ausencia de los modos de vida compartidos: 3 (21%)
Nada: 5 (36%)
Other: 1 (7%)
Finalmente, es de señalar que el 100% de los jóvenes aseguraron que no les gustaría volver a
vincularse a un grupo armado.
¿Le gustaría volver al grupo armado? Si: 0 (0%)
No: 14 (100%)
91
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
CAPÍTULO 2. ACERCA DE LA CONFIGURACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES EN
LA EXPERIENCIA DE LA VINCULACIÓN Y DESVINCULACIÓN A LA VIDA
CIVIL
En este capítulo abordaremos la experiencia de la vinculación y desvinculación de los jóvenes
a los grupos alzados en armas, en este caso en particular, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia-FARC- teniendo como foco de análisis la subjetividad
implicada y sus movimientos en el antes de la vinculación, durante la vinculación y después de
la desvinculación. Con el ánimo de ganar una mayor comprensión acerca de estos tres
momentos, en primer lugar haremos una entrada teórica para aproximarnos a la subjetividad;
en segundo lugar nos detendremos en el contexto de la vinculación para examinar las
condiciones que incidieron para que los jóvenes llegaran al momento crítico de tomar la
decisión de enrolarse al grupo, como una opción de vida esperanzadora que busca un lugar que
les asegure su futuro. En tercer lugar, analizaremos las subjetividades de los jóvenes que
emergen durante la vinculación y cómo un tiempo después entran en conflicto, al darse cuenta
que su dignidad se ve menoscabada, que no pueden hacer nada, nada más que obedecer,
arrepintiéndose de la decisión tomada.
En cuarto lugar, pasaremos al momento de la desvinculación, donde analizaremos los
motivos que empujaron a los jóvenes a abandonar el grupo y como éstos propician
nuevamente la emergencia de subjetividades que bien podemos llamar de la esperanza, hasta
92
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
llegar a aquel instante en que llenos de coraje, emprenden la fuga y comienzan su travesía
hacia la civilidad.
De esta manera, queda abierta la invitación a disfrutar la lectura del presente capítulo
que por la riqueza de sus testimonios, hacen de él una experiencia que nos lleva a “meternos
en la piel” de sus protagonistas y a sentir y vivir los desplazamientos de sus subjetividades,
como si fueran las nuestras.
2.1 La subjetividad, un proceso relacional
En consonancia con las premisas anteriormente expuestas, podríamos decir que la
subjetividad es una dimensión de la vida individual y colectiva, estrechamente relacionada con
los procesos de construcción de sentidos de identidad y pertenencia, que involucra valores,
creencias, normas, lenguajes y formas de aprehender el mundo, que le permiten al sujeto
elaborar sus propias experiencias y sus propios sentidos de vida.
Esta categoría, emergente en las ciencias sociales, se constituye en un campo
problemático desde el cual podemos pensar la realidad social y nuestro propio pensar sobre
esa realidad para aprehenderla, abriendo una nueva perspectiva de análisis sobre la manera
como configuramos el conocimiento del mundo social. Es en el plano de la subjetividad donde
los sujetos reelaboran y reconstruyen las experiencias de la vida cotidiana, donde confluyen
las dimensiones del pasado como reconstrucción en el presente y como apropiación del futuro
y permite a su vez, reconceptualizar las rupturas y continuidades, desde la óptica de una
historicidad que reconstruye las tramas de significación. Entonces, la subjetividad como
93
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
actualización del pasado es memoria, como presente es experiencia y como futuro es
construcción de posibilidades.
Como lo hemos venido señalando en las premisas anteriores, las subjetividades son
configuradas en el marco de las relaciones sociales con el otro, un otro con quien se construye
la vida social en medio de las fisuras, de los dolores y de las posibilidades que abre el
conflicto entre seres humanos, es decir, la subjetividad
se encuentra atravesada por la
significación personal y colectiva de las experiencias, así como por la configuración de
sentidos que orientan las acciones. Veamos algunas aproximaciones a esta categoría desde
autores como Paul Ricoeur, Leonor Arfuch y Kenneth Gergen.
Desde los aportes de Ricoeur, es posible deducir que la subjetividad está relacionada
con la identidad personal y la identidad narrativa. La indagación de Ricoeur sobre la identidad
personal, aquello que aparece como un singular, aquel lugar en el que nos reconocemos como
“el mismo/la misma”, lo lleva a preguntarse, ¿cómo reconocerse en un sí mismo cuando se
está atravesado por la otredad? Para el autor, el dilema desaparece si a la identidad entendida
en el sentido de un mismo (idem), se sustituye por un sí mismo (ipse); por lo tanto, la
diferencia entre idem e ipse, no es sino la diferencia entre una identidad formal y la identidad
narrativa, diferencia que nos puede ser útil para hablar de subjetividad desde Ricoeur15.
De otra parte, Ricoeur nos dice que efectivamente existe un principio de
reconocimiento, de algo que perdura, es el polo de la mismidad; significa entonces que nos
movemos en la metáfora de los dos polos: mismidad e ipseidad, en una oscilación entre el
15
De esta manera, la ipseidad escapa del dilema de lo Mismo y lo Otro, en la medida en que se apoya en una
estructura temporal conforme al modelo de identidad dinámica que caracteriza la trama de un texto narrativo,
donde el sí mismo aparece así reconfigurado por el juego reflexivo de la narrativa; por lo tanto, ya no se trata de
una yoidad o identidad formal, sino de una ipseidad, un sí mismo que se construye en la cultura y la recrea
permanentemente
94
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
autorreconocimiento de lo que permanece y aquello que se revela como otro. Podríamos
hablar entonces, de una subjetividad de la exterioridad, donde lo externo nos atraviesa y nos
transforma (ipseidad); como también, de una subjetividad de la interioridad o movimiento
autorreferencial e intrasubjetivo (mismidad).
Sí nos detenemos en este planteamiento, emerge como relevante para el estudio de los
desplazamientos de las subjetividades de los jóvenes desvinculados, analizar aquello que
permanece, que se resiste al cambio, podríamos decir, a la desvinculación, como también,
aquello que emerge en las subjetividades al estar desvinculado no solo físicamente, sino lo
más importante, al estar desvinculado emocionalmente del grupo armado.
Una valiosa interpretación que nos aporta Arfuch (2005, p.27) frente a los anteriores
planteamientos de Ricoeur, nos dice que ayudándonos de la imaginación, pensemos en un
péndulo para representar ese movimiento entre ambos extremos, el cual no se posa nunca en
ninguno de ellos; esta figura sirve para caracterizar la tendencia al cambio y la interacción
entre las identidades colectivas.
Esta misma autora relaciona la subjetividad con el lenguaje y la interacción social, es
decir, con esas dimensiones relacionales, simbólicas y políticas de un sujeto en interacción con
otro, que implica a su vez, deseos y posturas que pueden ser contradictorias. Nos dice que es
en y por el lenguaje que el hombre se constituye como sujeto y su subjetividad entra en juego
a través de la capacidad de expresión para plantearse como tal, es decir, como sujeto que
emerge a través del lenguaje, estando sujetado por el propio lenguaje; es decir que para nuestra
autora, la dimensión simbólico/narrativa es constituyente de la subjetividad, pues más que un
simple devenir de relatos, “es una necesidad de subjetivación e identificación… que permite
articular… una imagen de autoreconocimiento” (Arfuch, 2002, p. 65).
95
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Así pues, subjetividad y tiempo se instauran en el lenguaje, y avanzando un poco más
en estas comprensiones, Arfuch entra en sintonía con el socioconstruccionismo al señalarnos
que al narrar una historia se configuran procesos de subjetividad referidos no sólo a una
biografía personal, sino también a una vida contextualizada en las culturas. Una subjetividad
ligada a la narración implica una subjetividad vulnerable a interpretaciones que transfiguran al
sujeto en sujeto de comprensión, en sujeto de interpretación y en sujeto en construcción.
Es oportuno señalar aquí, que desde los planteamientos teóricos sobre el yo relacional
y el yo como una narración que formula el socioconstruccionismo, se desprenden nexos que
nos permiten relacionarlos con la subjetividad, teniendo presente que ésta emerge en la
relación con los otros, que no se da en el vacío, que depende de las estructuras de relación,
como también, de los procesos culturales en los cuales estamos insertos. De igual manera, al
narrarnos, establecemos relaciones coherentes entre acontecimientos vitales, acontecimientos
autorrelevantes en palabras de Gergen, donde nuestra identidad presente es el resultado
sensible de un relato vital, otorgándole a nuestras experiencias de vida un significado y una
dirección. Nos autoidentificamos, nos autojustificamos, nos autocriticamos al narrarnos y al
narrar nuestras experiencias con los otros, estas historias personales no son solamente un
modo de contar a alguien (incluso a sí mismo), la propia vida; puesto que “no son el producto
de la vida misma, sino construcciones de vida”16.
16
GERGEN, Kenneth (1996, p. 244) nos dice que esto equivale a decir que nuestro yo lo construimos
socialmente, y ese yo es inteligible en la medida que nos reconocemos con un pasado y con un futuro, como
también, con experiencias vividas que vamos tejiendo y que nos van marcando. Pero nosotros no somos los
únicos protagonistas de nuestras experiencias, también existen otros, y en muchas ocasiones, sus acciones nos
afectan de manera vital en la construcción de nuestro yo, y por tanto, son parte integrante de nuestra
inteligibilidad; en este sentido, las experiencias vividas con otros actores en determinados contextos, son
experiencias de vida que van configurando nuestra subjetividad.
96
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Cotejando las miradas, al considerar la subjetividad en términos de una subjetividad de
la exterioridad y una subjetividad de la interioridad, de acuerdo con los planteamientos
derivados de Ricoeur; o bien, al considerarla como esa capacidad de expresar lo que somos a
través del lenguaje; o ya sea como ese yo relacional que se configura en las experiencias de
vida con los otros, podemos inferir cuatro dimensiones que la atraviesan y que resultan muy
útiles desde la perspectiva teórica y metodológica del presente estudio, siendo ellas, la
potencia del lenguaje en la construcción social; el marco relacional de experiencias con los
otros como telón de fondo; la expresión de relatos y de narraciones a través de los cuales la
subjetividad emerge, y el contexto cultural donde se construye y re-crea esa subjetividad.
Para los propósitos de este trabajo en el cual nos interesa mirar los movimientos de la
subjetividad, he elaborado un concepto que se asume de acuerdo con esas transformaciones,
fruto de los hallazgos de esta investigación y lo aprendido a través de ella. Concibo la
subjetividad como una construcción social intersubjetivamente configurada en el marco de las
relaciones sociales, la cual se encuentra atravesada por las significaciones personal y colectiva
de las experiencias, que le otorgan sentidos a nuestras acciones. La subjetividad se configura
mediante movimientos que se traducen en rupturas (quiebres que marcan un antes y un
después en nuestras vidas), desplazamientos (transformaciones y acomodaciones) y
continuidades.
Como podemos deducir, es una dimensión relacional que se despliega en todos los
espacios donde actúa el sujeto, y está sujeta a transformaciones por las experiencias de la vida
misma y por las maneras particulares como es sentida y narrada por cada persona.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.2 El contexto de la vinculación: Factores asociados
El propósito de este apartado es analizar el contexto en el que se encontraban los jóvenes en el
momento de la vinculación al grupo armado. Aunque la mayoría afirmó haberlo hecho
voluntariamente, conviene mirar a fondo sus realidades para poder establecer esa
“voluntariedad” y comprender los factores que los motivaron a tomar la decisión.
Indudablemente ellos deberán tenerse en cuenta en el proceso de retorno a la vida civil.
Es necesario iniciar este análisis recordando que los instrumentos aplicados fueron un
cuestionario, contestado por 14 jóvenes (12 de ellos pertenecientes a las FARC y 2 a las AUC)
y una entrevista en profundidad realizada con 10 de ellos, de los cuales 9 pertenecían a las
FARC. En el primer caso se encontró que la mayoría de los jóvenes se vinculó cuando tenían
un promedio de edad entre los 12 y los 17 años; y en el caso de los jóvenes entrevistados, que
su mayoría se encontraban en el período de la adolescencia, en edades comprendidas entre los
15 y los 18 años, en el momento de su vinculación.
Contando con este referente, es preciso considerar esta etapa, la cual aglutina a la
mayoría de jóvenes combatientes del mundo, tal y como lo señaló Graca Machel en su Estudio
de las Naciones Unidas sobre el impacto del conflicto armado en los niños (1996), donde los
identifica como el grupo más descuidado y más vulnerable para el reclutamiento.
La adolescencia es una época de incertidumbres y de grandes cambios en el desarrollo
físico, mental y emocional; pero es también el tiempo de las oportunidades para obtener mayor
libertad y para asumir responsabilidades. A su vez, es el tiempo de reafirmación de la propia
identidad y del lugar que se quiere ocupar en la familia, la comunidad y en la sociedad.
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En este orden de ideas, el análisis de las causas de la vinculación de los jóvenes a los
grupos alzados en armas no sería completo, sí la adolescencia no se toma en cuenta como un
momento significativo de su desarrollo personal y de las consecuencias que de esta etapa se
derivan en la búsqueda de su identidad, en su comportamiento, en los modelos a seguir, en las
decisiones que tome, y en las formas de leer e interiorizar la cultura en la cual están inmersos,
entre otros. Estas características no deben ser subestimadas, pues las razones que los jóvenes
señalaron, reflejan todos estos aspectos de esta etapa específica de su vida.
De otro lado, gran parte de la explicación del por qué los jóvenes se enrolaron, se
encontraron en las características compartidas de su medio ambiente, tales como, la pobreza,
el ambiente familiar, la falta de oportunidades educativas y laborales, la atracción por las
armas y llegar a ser alguien, cristalizando el momento particular de la decisión. A
continuación veamos en detalle este contexto.
2.2.1 La presencia frecuente de los grupos en la región
Es sabido que la mayoría de las personas que se vinculan a los grupos alzados en armas lo
hacen porque hay un conflicto armado, éste crea el ambiente, el trasfondo cotidiano de sus
vidas. Parafraseando a Rachell Brett e Irma Specht (2005, p. 26), “la guerra les llega a ellos,
no es que ellos hayan ido a buscar una guerra para pelearla”. Esta situación se hizo evidente en
algunos de los jóvenes entrevistados quienes lo expresaron así:
“En mi caso es que por allá donde vivíamos nosotros, siempre se ve esa gente a diario,
por donde usted voltiaba, ellos estaban. Nosotros vivíamos por allá en Ataco Tolima
pa arribita. Entonces por allá siempre se ven, entonces nosotros salíamos al pueblo,
ellos venían a la casa, entonces uno siempre se sienta, se reúne uno con ellos”.
(Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 13 años. Entrevista N° 2).
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Pues porque a uno le parece muchas veces, le parece fácil las cosas ¿cierto? y pues
como por donde yo vivía mantenía a diario la guerrilla. Pues la verdad como que me
nació irme para allá. No sé, pues de verlos a ellos, como que le dentra a uno como ese
gusto ¿cierto? de que a uno le parecen fáciles las cosas y ya uno de pronto hace
amigos de las personas allá, que amigos y amigas y eso es como todo, a uno le gusta,
no sé, me gusto y me fui para allá”. (Exguerrilera de las FARC quien ingresó al grupo
a los 14 años. Entrevista N° 6).
“Siempre mantenían por allá, uno los veía como ver al ejército, todos camuflados en
carro, con los fusiles y todo”. (Exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los
14 años. Entrevista N° 7).
Como se puede apreciar, vivir en un contexto de violencia armada hace que los jóvenes se
acostumbren a ver a los combatientes, deseen ser como ellos y terminen por naturalizar la
guerra, teniendo en cuenta la etapa de búsquedas en que se encuentran. Así mismo, en razón
del carácter prolongado del conflicto armado en nuestro país, lamentablemente para un gran
número de niños y jóvenes de nuestro territorio, la guerra se ha convertido en la norma y no en
la excepción, y en consecuencia, no conocen otro ambiente pues el conflicto está alrededor de
ellos.
En esta línea, es conveniente señalar que cuando los jóvenes se vincularon vivían en
regiones que eran frecuentadas por los grupos alzados en armas, donde el Estado no había
hecho presencia y por lo tanto, terminaban ejerciendo control territorial sobre la población.
Algunas de esas regiones son Ataco-Tolima; vereda La Encarnación en Urrao-Antioquia;
Ciénaga-Santa Marta; vereda La Esmeralda en Planadas-Tolima; Palermo-Huila; vereda
Cañón de las Hermosas en Chaparral-Tolima y en Valparaíso-Caquetá.
100
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.2.2 Procesos de identificación relacionados con el gusto por las armas, el uniforme y ser
como ellos
Para la mitad de los jóvenes entrevistados, esta fue una de las principales razones que
argumentaron como causa de la vinculación, razón que va de la mano con el contexto de
violencia armada en que se encontraban, puesto que al ver con frecuencia a los grupos
armados, les llamaba poderosamente la atención las armas, sus uniformes y el poder que ellos
representan. Esto se puede explicar porque en la adolescencia brotan sentimientos de fortaleza
y de poder, como resultado de la madurez física e intelectual que experimenta la persona
joven, sumado a los procesos de identificación por los que pasan. Así lo expresaron algunos
jóvenes:
“En ese momento me gustaban las armas, sobre todo me vinculé por las armas. Poder
tener un arma, cargarla”. (Exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 14
años. Entrevista N° 7).
“A mí personalmente si me gustan los uniformes, las armas, me ha gustado por
ejemplo pertenecer al ejército de Colombia”. (Joven que perteneció a las AUC e
ingresó al grupo a los 19 años. Entrevista N° 9).
“Entonces, en ese momento le van gustando las armas, pero como que al mismo
momento algo lo detiene, entonces uno quisiera ser como ellos, pero entonces en ese
momento, estaban haciendo recogida y ahí me recogieron y me dijeron: ¡A pertenecer
a las fuerzas del pueblo!” (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 13
años. Entrevista N° 2).
En este relato, a su vez se pone de manifiesto que los grupos van por los pueblos haciendo
“recogidas” para reclutar jóvenes. Como vemos, la joven expresa atracción por las armas y
evidencia procesos de identificación; sin embargo, surge en ella el temor por lo desconocido.
101
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Yo quería hacer parte del grupo. Tener el uniforme, el arma. Si, sentirme parte de
ellos, como los miraba a ellos, así uniformados con todo lo que mantenían, y pues uno
también, yo quería ser como ellos, no sé. Si, ser como ellos, estar allá, tener todo lo
que ellos tenían. Me nació irme para allá, entrar a ser uno como alguien, ¿cierto? por
ejemplo, como ya uno sentirse que uno mismo pueda hacer las cosas, que no va a estar
con el papá, ni con la mamá, sino que ya responsabilizarse uno mismo de lo que uno
hace”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 14 años. Entrevista N°
6).
Vemos aquí reflejadas esas búsquedas identitarias y de independencia que caracterizan a los
jóvenes, incluso la responsabilidad del mantenimiento de sí, lo que paradójicamente se pierde
al quedar bajo el régimen de disciplinamiento al que son sometidos cuando los grupos se
hacen cargo de los jóvenes y terminan por controlar sus vidas, aspecto que será abordado más
adelante. En todo caso, se puede afirmar que el fenómeno del reclutamiento se facilita por los
mecanismos de identificación que operan en los jóvenes, pues los combatientes parecen
“deseables” en cuanto al uniforme, las armas y el poder que irradian, aunque no alcancen a
dimensionar la vida que les deparará al interior del grupo, en la guerra y en la selva o en el
monte.
Con respecto al gusto por las armas, es importante subrayar que 4 de las jóvenes
entrevistadas lo manifestaron abiertamente, y si bien, éste suele ser un referente típico en los
adolescentes, en el caso de las jóvenes pareciera cobrar particular realce. De acuerdo con la
investigación de Luz María Londoño y Yoana Nieto, Mujeres no contadas (2007), además de
la representación simbólica de poder que el arma representa, existe previamente una situación
de subordinación que aumenta la admiración de todo aquello que se convierte en imaginario
de fuerza.
102
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
De hecho, los hallazgos ponen de manifiesto esta situación en un caso en particular
donde la niña carecía de reconocimiento y de valoración en su contexto familiar, pues en su
ambiente reinaban la violencia, la exclusión y el maltrato. Esta niña que permaneció en el
grupo durante 13 años, llegó a ver en el grupo su entorno familiar, logró alcanzar don de
mando y llama la atención que de las experiencias que más valora, fue el haber portado un
arma:
“Ella me pegaba mucho, y cuando ella me dejaba timbadas de ropa pa lavar y yo no la
lavaba, me colgaba de los pies, por eso me fui de la casa, y porque me gustaban las
armas”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 8 años. Entrevista N°
5).
2.2.3 El ambiente familiar en que viven los jóvenes
De acuerdo con las investigaciones de Brett y Specht (2005), la situación familiar es el factor
más significativo en el involucramiento o no, de los jóvenes a los grupos alzados en armas. Sin
embargo, los hallazgos de esta investigación no lo confirman, pues las respuestas encontradas
por parte de los jóvenes que contestaron el cuestionario, indican que en su mayoría tenían
buenas relaciones, cinco regulares y uno malas, mientras que la mayoría de los jóvenes
entrevistados afirmaron tener buenas relaciones familiares, y tan solo tres de ellos, provenían
de familias disfuncionales, donde las peleas, la violencia intrafamiliar y el maltrato eran el
“pan de cada día”. Así las cosas, se puede afirmar que en esos casos en particular, los
problemas familiares si fueron una poderosa razón para escapar de ellas y optar por la
vinculación:
“Estaba aburrida en mi casa sí, mi mamá y mi papá peleaban mucho, mis hermanos
peleaban entre ellos y como yo soy la menor de la casa. Nosotros somos nueve
103
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
hermanos y estos problemas me tenían aburrida y pues la verdad en el campo no es
como en la ciudad, que uno tiene otras oportunidades ni nada, y yo pues en esa época
era casi una niña, yo no tuve otra opción sino coger para eso… Me acuerdo yo iba pa
mi casa y me encontré con ellos y había un señor que le decían “El Pollo” que era
comandante de por ahí, y pues yo estaba aburrida y le dije que me quería ir y me fui y
de una vez me recogieron y me dijeron “camine””. (Exguerrillera de las FARC quien
ingresó al grupo a los 12 años. Entrevista N° 4).
“Porque tuve una crisis familiar, mi papá se juntó con una señora que tenía cuatro
hijos varones y ella me daba muy mala vida a mí y los chinos también. Y ella me
pegaba mucho, y cuando ella me dejaba timbadas de ropa pa lavar y yo no la lavaba,
me colgaba de los pies, por eso me fui de la casa y porque me gustaban las armas…
Ellos venían a la casa constante y yo les dije que me llevaran y ellos nunca me
quisieron llevar y yo me puse a llorar para que me llevaran, que mi madrastra me
pegaba muchísimo y miraban como me pegaba y dijeron “llevémosla””. (Exguerrillera
de las FARC quien ingresó al grupo a los 8 años. Entrevista N°5).
En estos dos relatos se pueden apreciar situaciones de familias disfuncionales, una
caracterizada por las frecuentes peleas familiares y la otra, por la recomposición familiar con
la llegada de una madrastra con sus hijos. Se trata de hogares expulsores, donde la única salida
es irse de la casa y buscar en el grupo nuevos vínculos y esa familia que no se tiene, en razón
de lo cual es posible afirmar que en estos casos, se va configurando el detonante para el
momento crítico de tomar la decisión. Una situación similar la encontramos en el siguiente
caso, donde el ambiente familiar del joven se desintegra en un momento vulnerable de su
desarrollo, ante la ausencia de la persona que representaba su figura paterna:
“Me vinculé porque al mes y medio de la muerte de mi abuelo, la abuela me quitó el
pedacito de tierra con caña, para dárselo a sus hijos y también me quitó la pieza y me
mandó a la de herramientas. Ante esto le dije que me iba para la guerrilla”. (Joven
exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 16 años. Entrevista N° 10).
104
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Ahora bien, es importante considerar en los casos en los cuales los jóvenes aseguraron tener
buenas relaciones con sus familias, sus razones para vincularse. Para los jóvenes a quienes se
encuestó, esas razones fueron principalmente la pobreza, la falta de oportunidades y el deseo
de hacerlo; y para el caso de los entrevistados, fueron la atracción por las armas que se asocia
con sus procesos de identificación; el deseo de ayudar económicamente a sus familias, que se
relaciona con la pobreza; y el ver a los combatientes frecuentemente en sus regiones, situación
que dispara procesos identitarios y que refleja la ausencia del Estado.
Cotejando las causas, encontramos que la pobreza es un factor común en ambos casos.
Esta situación convierte a los jóvenes en personas más fáciles de reclutar, siendo posible
afirmar que la vinculación es vista por ellos como una oportunidad para cubrir sus necesidades
básicas, y en otros casos, como un factor de movilidad social y como una ilusión para poder
ayudar a sus familias.
Por tanto, el ambiente familiar predispone y actúa como un factor desencadenante;
adicionalmente, quienes carecen de ella o son separados de sus familias, son más vulnerables
para ser reclutados, y aunque en estos tres casos se puede pensar que fue una decisión
voluntaria, no podemos perder de vista las condiciones familiares que generaron esta
“voluntariedad”.
En este contexto, el deseo de hacerlo libremente manifestado en todos los jóvenes, nos
habla de una “falsa voluntariedad”, pues las dificultades económicas en que se encontraban
sus familias, junto con la presencia permanente de estos grupos, son un caldo de cultivo que
los hace candidatos para engrosar las filas.
105
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.2.4 Los amigos que facilitan el ingreso
Después de la familia cuando ésta es disfuncional, el grupo de amigos ejerce gran influencia
para los jóvenes, y más cuando éstos ya forman parte de los grupos, pues operan procesos
identitarios que despiertan deseos de ser parte de un grupo y ser como ellos. De los jóvenes
entrevistados encontramos dos casos en los cuales además del gusto por las armas, se
vincularon gracias a la ayuda de los amigos:
“No, yo me fui, en esos momentos tenía un amigo miliciano que era de allá, él me
ayudó a que me dieran el ingreso, entré facilito. Allá en la casa siempre las
relaciones han sido buenas, sino que en esos días yo ya le había dicho a mi amigo que
me pidiera el ingreso y entonces estaba por ahí, y él bajo y de una vez yo me fui con
él. De una vez me llevaron por allá para una vereda, para un campamento, ahí me
tuvieron como ocho días en ese campamento; me sacaron a otro campamento, que
fue en donde recibí el entrenamiento, ahí el entrenamiento fue por como tres meses”.
(Joven exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 15 años. Entrevista N°
7).
“Uno veía bien a los compañeros, como que era bueno, había reuniones y decían que
eso era bueno, que estaban luchando por una revolución, y me convencí y me dio por
experimentar. Ingresé por decisión mía, a mi no me obligaron ni nada”. (Joven
exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 18 años. Entrevista N° 8).
Adicionalmente, resulta muy atractivo para los jóvenes el estatus de respeto, de masculinidad
y de poder con el cual son vistos sus amigos miembros de los grupos armados. Esta influencia
unida al deseo de “ser alguien” y obtener un estatus personal mejor frente a sus familias y
comunidades, se convierte en una poderosa razón para vincularse.
Es más, en las regiones donde lucir el uniforme y portar el arma se percibe como algo
deseable, hace más significativo el deseo de vincularse y todavía más, cuando esta posibilidad
106
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
los jóvenes la encuentran a la mano y comienza a circular entre ellos la idea de la vinculación,
como una oportunidad para ser alguien y ascender socialmente.
2.2.5 La situación económica asociada a la falta de educación y de dinero
De acuerdo con diversos estudios adelantados como el de Rachel Brett y Margaret McCallin
(1998), Rachel Brett e Irma Specht (2005), Yvonne Keairns (2004) y Defensoría del PuebloUnicef (2006), entre otros, se ha encontrado que para los niños y jóvenes la falta de educación
es un factor crítico en relación con su relevancia para conseguir empleo, ayudar a sus familias
y dar un significado a sus vidas. En este orden de ideas, se puede afirmar que la educación es
uno de los factores más significativos, que puede hacer la diferencia en relación con la
vinculación de los jóvenes:
“Me tocaba ir a estudiar a 3 horas de la casa. Ellos por el camino (los hermanastros)
se me comían los borradores, los lápices, se me comían lo poquito que llevaba para el
recreo, y yo mantenía como un virigüero, flaquita (risas) y negrita”. (Exguerrillera de
las FARC quien ingresó al grupo a los 8 años. Entrevista N°5).
“Pues más que todo yo me fui fue pues por los problemas que había como en mi
familia y también pues yo quería estudiar y no se me había presentado esa
oportunidad, porque yo vivía en el campo”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó
al grupo a los 12 años. Entrevista N° 4).
Conviene señalar que para la mayoría de los jóvenes, el hecho de no asistir a la escuela
traducido en las dificultades para acceder a la educación por las distancias, o en la carencia de
oportunidades educativas que les permitieran obtener un empleo y sobre todo, ayudar
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
económicamente a sus familias, fue un factor que motivó su vinculación, porque los enfrentó a
qué hacer.
Esto se reitera al compararlo con los datos obtenidos a través de los cuestionarios,
donde se encontró que sus ideales antes de ingresar al grupo estuvieron relacionados con la
finalización de sus estudios y poder trabajar para ayudar a sus familias, y que aunque contaban
con bajos niveles educativos reconocían la importancia de la educación para vincularse
laboralmente y aportar económicamente con sus ingresos a sus padres:
“Inicié trabajando en la milicia por la plata, porque uno pobre y uno robaba, poquito,
pero siempre. Me ganaba una platica extra, cualquier moneda le dan a uno, como
cualquier doscientos, trescientos y uno tan joven a dónde va a ver tanta plata,
entonces uno es como huevón; se le daña a uno porque vio cien mil, doscientos mil en
el bolsillo, contento con eso y en ese tiempo era como platica”. (Exguerrillero de las
FARC quien ingresó al grupo a los 15 años. Entrevista N° 3).
2.2.6 El estar enamoradas
Esta es una razón que fue manifestada por una de las jóvenes, y aunque haya sido por decisión
propia, no podemos desconocer que fue una decisión influenciada por una relación amorosa
con el miembro de un grupo armado:
“Yo me vinculé porque me enamoré de un muchacho y me fui con él”.
exguerrillera quien ingresó al grupo a los 17 años. Entrevista N° 1).
(Joven
Cuando ellas se vinculan al grupo por esta motivación, usualmente no pueden compartir
mucho tiempo con esa persona, por la movilidad que demanda el contexto de guerra y porque
108
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
en los grupos no se apoyan este tipo de relaciones, razón por la cual, al corto tiempo esas
relaciones se deshacen y se crean otras nuevas.
2.2.7 El momento crítico: el detonante para vincularse
Ahora bien, luego de este panorama es necesario ir acotando los hallazgos en relación con los
factores asociados a la vinculación y pasar a considerar sus detonantes, es decir, aquellas
circunstancias clave que aceleraron la toma de decisión, pues aunque con frecuencia los
jóvenes han pensado en esta posibilidad, se requiere de un evento específico para que la
traduzca en hechos.
Se trata de profundizar en ese momento crítico, justo cuando se
encuentran los grupos armados a su alrededor.
Con respecto a los jóvenes encuestados tenemos en primer lugar, el sentir que podían
llegar a ser alguien importante, es decir, esa necesidad de reconocimiento que el joven
requiere de sus capacidades, ante la exclusión social que vive; en segundo lugar, las
necesidades económicas como fruto de la pobreza en que se vive; y en menor medida, las
peleas y disgustos frecuentes en sus familias y la influencia de los amigos.
Detonante vinculación
Sentirse importante
Necesidades
económicas
Ambiente familiar
Amigos
109
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Para los jóvenes entrevistados, los hallazgos señalan en primer lugar el gusto por las armas,
seguido de su situación económica, y la falta de oportunidades educativas o laborales en
cuanto a un mejor trabajo.
Detonante para entrevistados
Armas
Pobreza
Falta de oportunidades
Cruzando la información, los hallazgos sugieren en primer lugar como detonante, la necesidad
de reconocimiento y valoración de las capacidades de los jóvenes, como también, de un
reconocimiento social representado en la imagen y el poder que el uniforme y el arma brindan,
toda vez que las características de sus contextos de origen y la etapa de desarrollo por la que
atraviesan, les demandan reafirmar su identidad. Por tanto, les resultan muy atractivos la
aventura, la emoción, el heroísmo y el estatus que pueden ganar ante los ojos de sus amigos y
familiares.
Con respecto a la situación de pobreza en que se encontraban y la necesidad de apoyar
a sus familias, estos jóvenes buscaban un trabajo diferente a los oficios agrícolas que
desempeñaban y que les representara el dinero necesario para poder mejorar sus condiciones
110
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
de vida. Sin mayores posibilidades educativas y sin contar con otras opciones, todo parece
indicar que la única salida que los jóvenes encontraron en sus contextos, caracterizados por
carencias y por injusticia social, fue unirse a los grupos armados como una opción de
movilidad social ascendente.
De otra parte y en clave de género, con mayor frecuencia las niñas son víctimas de
diversas formas de maltrato y de violencia intrafamilar, traducidas en falta de afecto,
exclusión, maltrato físico y psicológico. Este cuadro lo encontramos en dos de las jóvenes
entrevistadas, quienes comenzaron a generar rechazo hacia sus familias y a su vez, la
necesidad de escapar en búsqueda de protección, seguridad y nuevos vínculos afectivos. A tal
extremo llegó la situación de desespero de una de las niñas, que le lloró e imploró al grupo
para que se la llevaran. Situaciones como estas son aprovechadas por los grupos armados y
más cuando frecuentan ciertas veredas donde saben que hay muchos niños y jóvenes
candidatos a engrosar sus filas.
Al respecto, hubo un caso de reclutamiento en particular, acerca de las jornadas de
recogida que los grupos efectúan en los pueblos, para llevarse a los jóvenes. Se podría decir
que se llevaron a la joven en el momento preciso, en ese período crítico en el cual ella se
encontraba sintiendo atracción por las armas, y aunque sintió algo de temor, no tuvo el tiempo
siquiera de pensarlo porque ahí mismo se la llevaron.
De acuerdo con lo encontrado, se concluye que el detonante no es un evento que opera
de manera aislada, sino una situación en particular donde confluyen distintos aspectos que
inciden en la toma de decisión de los jóvenes, la mayoría de las veces de manera impulsiva y
sin dimensionar siquiera las consecuencias que ello les deparará para sus vidas.
111
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
De igual modo se concluye, que para los jóvenes el grupo armado se configura como
un tren de oportunidades donde subirse, para mejorar sus condiciones de vida. En los casos
donde solo parece haber esta opción, no debe sorprendernos que ellos la escojan, como medio
para cubrir sus necesidades básicas.
2.3 Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la vinculación
2.3.1 El ingreso de los jóvenes al grupo armado: las subjetividades de la esperanza
Como hemos visto, los factores asociados a la vinculación de los jóvenes a los grupos alzados
en armas se relacionan con el contexto de pobreza que los rodea, el deseo de ayudar
económicamente a sus familias, la falta de oportunidades para llegar a ser “alguien” y el
encontrarse viviendo en zonas de violencia. Estos factores, sumados al hecho de que los
jóvenes se encontraban buscando reconocimiento, estatus, apoyo y un sentido de identidad en
un período crítico de su desarrollo, se conjugan a favor de los grupos armados. ¿Cómo?
Configurando el escenario donde los jóvenes ven en ellos una esperanza, una oportunidad para
entrar en escena y desempeñar el rol o los roles que les permitan alcanzar sus sueños. Esa
esperanza es la razón por la cual terminan uniéndose a ellos.
Como podemos ver, muchos de los factores asociados a la vinculación son de carácter
negativo, pero al mismo tiempo, operan factores de atracción positivos, tales como,
visibilidad, seguridad, dinero, alimento, bienestar, un nicho de acogida, en pocas palabras, un
futuro. Entonces podemos afirmar que estos factores hacen que los jóvenes opten por el grupo
como la única salida, esperanzados en encontrar “algo” para mejorar su situación. Y también
112
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
podemos decir que en esas búsquedas emerge una subjetividad de la esperanza, de un
horizonte de vida con nuevos sentidos, donde será necesario demostrarse a sí mismos y a los
demás, que son capaces de instalarse en las lógicas de la guerra y de convertirse en guerreros.
Sin embargo, surge la pregunta que los jóvenes en medio de sus ilusiones no
alcanzaron a formularse ¿Cuál será el costo físico y emocional que ello les demandará?
2.3.2 La vida en el grupo armado: del tránsito de las subjetividades de la esperanza a las
subjetividades de la obediencia
La investigación permitió establecer que al ingresar al grupo armado, los jóvenes se vieron
enfrentados a un régimen muy fuerte de disciplina. Este régimen comprendió un sistema de
rutinas, reglas, patrones, normas y comportamientos que conllevaron a una especie de
uniformidad caracterizada por la pérdida de autonomía17 y que en últimas se transformó en un
tipo de vinculación que bien podríamos denominar, “por domesticación”. Aquí la vida de los
jóvenes queda sujetada a la obediencia, puesto que se hace parte de ese cuerpo militar, en la
medida en que se obedece:
“Allá tenía que obedecer y cumplir; todos los días eran iguales porque todos los días
eran prácticamente caminar, hacer de comer, si a uno lo mandan y le toca irse para
17
Podemos deducir que las dinámicas al interior de este grupo armado hacen de él lo que Erving Goffman (1961)
denominó como instituciones totales. El autor considera que toda institución total absorbe parte del tiempo y del
interés de sus miembros, y les brinda en cierto modo un mundo propio. Su tendencia totalizadora se manifiesta
por los obstáculos para la interacción social con el exterior y a la huida de los individuos. Otras características de
este tipo de institución aluden a las barreras que separan los ámbitos del dormir, jugar y trabajar, pues ellas se
desarrollan en un mismo lugar y bajo una misma autoridad; asimismo, las actividades diarias se llevan a cabo en
la compañía inmediata de un gran número de otros a quienes se trata del mismo modo y de quienes se requiere
que hagan las mismas cosas juntos.
113
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
tal lado, claro le toca ¿cierto? porque lo están mandando”. (Exguerrillera de las
FARC. Entrevista N° 6).
“Al principio fue legal, ya después fue más difícil, porque ya empezó como a
fastidiarme todo. Tenía que obedecer a todo tiro, eso es a los calzones”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3).
“Allá nos dicen ¡se cumplen las ordenes o se acaba la milicia!” (Exguerrillero de las
FARC. Entrevista N° 7).
De otro lado, los hallazgos obtenidos señalan que la estrategia de control y dominación
utilizada por estos grupos hacia los jóvenes, fue el miedo. Es un miedo socialmente construido
que logra penetrar por los imaginarios individuales y colectivos, hasta instalarse en sus vidas.
Incluso, desde el primer día de ingreso, son intimidados para que no se escapen,
amenazándolos de muerte a ellos o a sus familias18. De esta manera, el grupo se configura en
un referente de miedo colectivo:
“Yo me acuerdo que cuando entré allá me dijeron: usted acaba de entrar viva y para
usted salirse, tiene que salir muerta. Es sabido que nunca le dan la salida a uno…
Uno se va para allá y compromete a la familia, porque a uno le dicen que sí uno se
vuela, que los que van a pagar son la familia”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista
N° 2).
En este sentido, los mecanismos de represión utilizados en el grupo se convierten en un factor
de producción de miedos, que va desde el castigo físico y corporal ante los ojos de todos, hasta
18
Uno de los procesos fundamentales en las instituciones totales es el referido a la mutilación del yo. Al respecto
nos dice Adolfo Atehortúa (2005) que “el individuo llega al establecimiento con una concepción de sí mismo que
ciertas disposiciones sociales estables de su medio habitual hicieron posible. Sin embargo, apenas ingresa a este
tipo de instituciones, se le despoja del apoyo que su medio habitual le brindó y comienzan para él una serie de
depresiones, degradaciones, humillaciones y profanaciones” (pp. 95-96). En este sentido, al interior del grupo se
presentan mortificaciones sistemáticas, tales como, la separación de la pareja, la pérdida del nombre junto con la
asignación de uno nuevo, los ataques a la imagen del yo de múltiples formas (miedos, castigos, consejos de
guerra) y la ruptura de los vínculos familiares, entre otros, como mecanismos para mutilar el yo.
114
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
llegar a decidir en los Consejos de Guerra, quién vive o quién muere. Aquí entran en juego
aspectos como el buen comportamiento, el cual está asociado a la obediencia y la disciplina, y
sí el joven es considerado un buen guerrero:
“Lo que pasa es que allá cuenta el comportamiento que uno haya tenido, la disciplina
y si uno ha sido bueno. Y bueno, allá el comandante en esos consejos de guerra puede
decir que lo maten, que lo maten y pues sí son 25 personas las que hacen el consejo de
guerra, y de esos 25 hay 20 que no están de acuerdo, pues no lo fusilan a uno. Pero si
por ejemplo hay un empate, pues ahí si es mas verraco porque van y lo revocan”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
En el siguiente relato el joven manifiesta que en los casos de fuga, los comandantes son
quienes terminan decidiendo ante el grupo, por la suerte de los implicados:
“Si le hicieron consejo de guerra porque él ya había intentado volarse, entonces lo
pillaron en eso. Pusieron a otro muchacho a hacer eso, a un compañero para que le
disparara y sobre todo, llegaron y le cortaron todas las coyunturas. En ese tiempo lo
hacían formar a uno, le comentaban a uno que lo iban a matar y ponían a votar quién
quería que lo matara y quién no. Igual, así ganara el que no quería que lo mataran,
ahí hacían la reunión entre comandantes y siempre lo decidían ellos. Si él tiene un
amigo por ahí, ponen al amigo; si tiene un hermano sacan al hermano para que haga
eso. También hay gente que se ofrece, hay gente que es mala también”. (Exguerrillero
de las FARC. Entrevista N° 7).
“Cuando yo estuve allá, conozco que hubo dos casos que intentaron volarse y hubo
uno que si lo perdonaron, pero hubo otro que no. Entonces lo perdonaron. Pero mire
que eso le dieron juete, eso le hicieron cosas horribles, la espalda toda totiada. Eso les
hacen cosas horribles, feas; y al otro si lo mataron, porque el uno dijo que era que el
otro le había propuesto que se fugaran”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
De otra parte, en los casos en los cuales hay un intento de fuga y deciden perdonar la
vida a los jóvenes, los comandantes les asignan castigos ejemplares y “merecidos”,
115
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
pues la falta es considerada una traición. Estos castigos van desde tenerlos amarrados
por un período de tiempo el cual suele ser de dos meses, escribir páginas enteras acerca
del reglamento, hasta ponerlos a realizar trabajos forzados:
“Claro, un castigo merecido. Pues el merecido mío fue hacer 400 metros de trinchera
cada metro, con 20 de hondo. A él (su compañero) le tocó hacer 500 metros y a mí
400 de trinchera; me tocó también hacer 60 huecos de un metro de ancho y un metro
de hondo para echar la basura, esto en un mes. También un mes estuve haciendo los
chontos, donde uno hace del cuerpo. Además del castigo, 100 horas cargando la olla
desocupada más grande y lo mismo mi marido, 100 horas cargando la olla más
grande que había en la unidad. También hay que hacer páginas escribiendo sobre los
delitos que uno había cometido, sobre el reglamento y sobre la disciplina. Por
ejemplo, hablando sobre el reglamento que tienen allá, sobre la disciplina, sobre el
delito y muchas cosas más.” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
Llama la atención que la joven manifiesta “merecer” esos castigos, justificando entre otras sus
relaciones de dependencia con el grupo y las formas de violencia con que son tratados. Esta
situación refleja a su vez, la naturalización de las relaciones de dominación y la instalación del
sujeto en esas relaciones y en esas lógicas, donde se asume de esta manera la vida cotidiana al
interior del grupo. En esta misma línea, ni qué decir de quienes son vinculadas desde la
infancia y prácticamente son criadas en ese colectivo militar, donde impera el régimen de la
obediencia, pero también, de una obediencia interesada:
“Allá me sentí mejor, me sentí como en familia, como acogida, hubo un señor que me
crió como una hija y sique me quería pero me pegaba de vez en cuando… Pero,
además de ser cariñosa y cumplidora, porque uno cumpliendo también se gana,
termina en admiración porque uno es muy cumplidor, disciplinado, que uno no
reniegue por nada. Y Cuando uno comete faltas de indisciplina, por ser chiquita,
entonces lo protegen a uno”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
116
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Vemos aquí un proceso de sujetamiento disciplinario19, donde “ganarse el cariño” no solo es
sinónimo de obedecer, de cumplir con las tareas, sino también, de ganar protección y
prebendas con los turnos, la comida o la rancha. Así mismo, están inmersos unos valores
necesarios para ese disciplinamiento tales como, la obediencia, el cumplimiento y el respeto.
De otra parte, no se trata solamente de “ganarse el cariño” de los adultos, sino también, de ser
reconocida, factores que constituyen dos grandes carencias en los contextos de origen de
muchos niños y jóvenes que se vinculan.
En esta medida, las más pequeñas compensan esa necesidad de cariño con el
sometimiento a las normas de disciplina y al reglamento del grupo, configurándose una
subjetividad obediente pero interesada, y carente de autonomía:
“Pues yo digo que el trato uno se lo gana, si uno se porta mal, pues mal le va; y si uno
se porta bien, pues bien le va; y yo la verdad nunca tuve problemas ni nada. Lo que
pasa es que cuando uno se gana el cariño de los compañeros allá, no le va mal a uno”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
2.3.3 La vida en el grupo armado: subjetividades en conflicto
Como hemos visto, los jóvenes terminan en un régimen de disciplinamiento muy fuerte,
construido a través del miedo. Al delegar en el grupo armado el mantenimiento de sí mismos,
dejan en sus manos el control y la dirección de sus vidas. Esto conduce por un lado, a la
generación de autoritarismos dentro del grupo como forma de ejercer el poder y de gobernar
19
Al respecto, Judith Butler en su obra Mecanismos psíquicos del poder (1997), señala que “el poder no sólo
actúa sobre el cuerpo, sino también dentro del cuerpo, que el poder no sólo produce las fronteras del sujeto, sino
que también impregna su interioridad” (pp. 101-102). Siguiendo a Foucault, la autora plantea que el poder
también forma al sujeto y que el poder no es solamente algo a lo que nos oponemos, sino también, algo de lo que
dependemos para nuestra existencia y que abrigamos y preservamos en los seres que somos. Butler, desde una
perspectiva psicoanalítica, nos dice que el poder tiene una doble valencia, de subordinación y producción: “el
poder que en un principio aparece como externo, presionado sobre el sujeto, presionando al sujeto a la
subordinación, asume una forma psíquica que constituye la identidad del sujeto” (p.13).
117
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sus vidas, y por el otro, a que la vida de los jóvenes se reduzca a relaciones de dependencia y
sumisión Entonces surge la pregunta, ¿Qué tipo de subjetividades emergen bajo estas
circunstancias?
La mayoría de las entrevistas dan cuenta del desencanto y de la sensación de
impotencia en que se encontraban los jóvenes al sentir que estaban en un “callejón sin salida”,
al poco tiempo de su ingreso al grupo. Para muchos, la salida está en resignarse y terminar por
acostumbrarse a ese régimen. Nos encontramos así ante unas subjetividades domesticadas:
“Ya después de que uno está allá, lo que a uno se le mete en la cabeza es que uno ya
tiene ¿si me entiende? ya tiene uno que hacer de cuenta que tiene, pero de corazón y
en el fondo no lo es; después como a mí me llevaron, yo ya sabía que a mí me tocaba
pertenecer, me tocaba, pero eso no fue voluntario (Exguerrillera de las FARC.
Entrevista N° 2).
Esto en otras palabras se traduce en un proceso de sujetamiento disciplinario y en una forma
de adaptarse al régimen por parte de los jóvenes, dando paso a lo que hemos dado en llamar,
una subjetividad de la resignación, que en el caso de dos chicas, estuvo acompañado de
repertorios emocionales de rabia y de amargura por las experiencias que les tocó vivir para su
corta edad, y por no poder ver a sus padres, situación ésta que la mayoría de los jóvenes
reclamaron, teniendo en cuenta que casi todos sostenían buenas relaciones con ellos al
momento de su ingreso al grupo:
“La verdad, yo ya estaba acostumbrada, todo es una costumbre. Todo el tiempo lo
estuve fue como amargada y es que a uno le quitan es la juventud ¿si me entiende?
Me fui con miedo y no que allá siempre vivir uno diario en el monte es una vida dura,
como llegar de noche a buscar donde dormir, a veces que la comida muy tarde, otras
que no hay comida y las largas caminatas”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N°
1).
118
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Yo si lo digo que desde que entré fue con miedo y me sentía como con rabia a ratos,
pero entonces hay cosas del destino que a uno le toca sin quererlas. Yo pensaba
siempre en mi familia, porque siempre habíamos tenido un buen trato, y a veces lo que
me llamó la atención allá un tiempo, fue que a uno le decían que a uno le pagaban y
entonces yo pensaba, yo decía, si a uno le pagan yo voy a poder ayudar a mi familia,
pero no, eso es mentira y hablándolo así, a veces uno consigue plata pero es porque
uno se la roba. Toca cogerla así”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
Es de anotar que en esta joven se instala una comprensión de la vida acrítica, que la lleva a
resignarse ante los designios del destino; pero como veremos más adelante, vendrán tiempos
de revelación que romperán con esas resignaciones y les permitirán ver lo que al momento ha
estado oculto, pues siempre ha estado detrás de ellos un sujeto con sus búsquedas.
Los resultados también nos muestran otra manifestación de la subjetividad que hemos
denominado, subjetividades arrepentidas. Éstas son aquellas que terminan reconociendo su
error en la decisión tomada y por tanto, no les queda otro camino sino el de asumir las
consecuencias de sus decisiones:
“Uno vive es solo como por vivir, porque imagínese que yo entré de 15 años, ¿uno qué
va a pensar de la vida? Nada, bobadas. Y cuando uno despierta, uno se da de cuenta
que está metido en una olla ¡y ya qué! La embarrada”. (Exguerrillero de las FARC.
Entrevista N° 3).
“Allá se veía que uno vivía no más para el grupo, allá no más es el grupo y el grupo.
Una vida rutinaria. Todos los días lo mismo. Yo pensaba ¡no, la embarré cuando me
vine para acá!”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
En el anterior fragmento la expresión metafórica “cuando uno despierta”, alude a la realidad
que develó de las condiciones de vida al interior del grupo y que al ingresar, como la mayoría
119
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
de los jóvenes, no alcanzó a dimensionar por la corta edad que tenía. No sobra mencionar que
en la adolescencia operan el gusto por las armas, por el uniforme, y la necesidad de
reconocimiento, como lo demostraron los resultados de este estudio, sin que los jóvenes
alcancen a descubrir qué hay detrás de todo esto. Así mismo, la expresión “estar metido en una
olla” denota no solo un lugar indigno para vivir, sino también, la emergencia de un sujeto de
derechos como consecuencia del agotamiento de los motivos de su vinculación al grupo
armado y de las transformaciones que han operado en sus subjetividades.
Ahora bien, como lo pusimos de relieve al inicio de este apartado, los jóvenes llegan al
grupo con muchas esperanzas y optimistas frente a su nueva vida y a su futuro. Sin embargo,
como lo hemos venido manifestando, esa convivencia tranquila y sin mayores exigencias muy
pronto cambia y se acaba esa “luna de miel”.
El reglamento, el régimen militar, las
condiciones de vida en el monte y el disciplinamiento comienza a generar afectaciones en la
vida del sujeto, derivándose procesos de subjetivación que hacen que las subjetividades de los
jóvenes entren en conflicto:
“No pues la verdad uno entra allá y los primeros ocho días son muy buenos, pero ahí
palante ya uno empieza a pensar todo, que la embarré, porque las cosas se van
apretando. Entonces ya uno comienza a recapacitar, ¿ahora cómo me voy a salir, a
quién le digo, cómo hago? (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“Yo estaba contenta porque ya había entrado, y eso es como todo, uno los primeros
días bien y todo paque!! Luego todo le va cambiando a uno porque ya comienzan a
apretarle la disciplina a uno”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
De otro lado, la vida de los jóvenes se diluye en las dinámicas propias del grupo armado y de
la vida militar; por esta razón, su vida comienza a girar en torno al grupo y deben renunciar a
vivir su propia vida. Esta transformación en sus vidas les exige aprender a ver la vida a través
120
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
de los ojos del grupo y lo que éste les demanda. Es como sí sus subjetividades estuvieran
suspendidas en el tiempo, a la espera de una oportunidad para recuperar su mismidad:
“Entonces la vida de uno allá yo la veía solamente estar cumpliéndole a ellos. Sin
proyectos, sin ningún rumbo”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
“Antes era igual, que fuera lunes, martes, miércoles viernes sábado o domingo,
porque a usted se le pasaba el tiempo, usted no sabía ni cuándo era sábado ni
domingo. No sé, era como pasarla, lo que pasara y ahí estaba uno… Allá no hay
ningún proyecto para uno llegar”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1).
En estas circunstancias, a los jóvenes no les resta sino asumir ese modo de vida sujetada al
grupo y cumplir con las funciones y responsabilidades que les son asignadas:
“Allá patrullaba y una que otra vez en la rancha como a todos nos toca y de resto
caminar. Cuando se daban cuenta que el ejército estaba cerca, lo mandaban a uno a
hacer inteligencia y todo eso”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
“Allá es como uno vivir en el campo, y pues en la casa mía me tocaba desyerbar, me
tocaba cargar leña, hacer el trabajo que uno hace en el campo, y pues uno ya está
acostumbrado a las trochas, está acostumbrado a que llueva, uno está acostumbrado
a todo eso y pues la verdad, no me dio duro irme para allá”. (Exguerrillera de las
FARC. Entrevista N° 4).
Sin embargo, conviene tener en cuenta que la adaptación no es fácil para todos los jóvenes,
pues implica un cambio brusco en su estilo de vida y en sus rutinas, por las madrugadas, los
turnos que deben cumplir en la guardia, las largas jornadas caminando y con equipaje pesado,
por la lluvia constante, y en muchas ocasiones, porque deben permanecer mojados y sin
derecho a tomar un descanso. De otra parte, implica cambios en la calidad de la alimentación,
en los horarios para comer y dormir, y en la pérdida de privacidad, entre otros. Todo lo
121
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
anterior, sumado a la carga emocional que genera el régimen de disciplinamiento con sus
castigos, la obediencia y para muchos, el vacío de sus padres, en particular, de la figura
materna:
“Nos tocaba entrenar, cargar agua, ranchear, lavar ropa, hacer guardia. La
adaptación fue dura pues tocaba caminar con la lluvia, había culebras, cargar hasta 4
arrobas de equipaje, comida, armas, municiones, dormir a la intemperie, estar
mojada, más los hostigamientos”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 9).
“En el entrenamiento me enseñaron a formar, al combate, como defenderse, como
cubrirse, a desarmar un fusil. Hay que madrugar mucho y caminar bastante, no fue
fácil… Mi mamá me mandaba cartas por allá, pero eso no se las entregan a uno. Eso
si lo mantiene a uno mal porque uno lejos y sin escuchar la voz de aliento, ¡pues qué”!
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“El dormir mal, cuando uno se va a parar a prestar lo que es la guardia, cayendo
agua y uno envolviéndose en esos plásticos. Hay que madrugar a la hora que le toque,
por lo menos el tercer turno porque uno se acuesta a las 8, el tercer turno que lo coge
de 12:00 a 2:00 ese es el martirioso porque duerme uno dos horas y al ratico esa
pereza pues para levantarse. El último turno que es de 4:00 a 6:00 ese el mejor porque
a las 4:30 es para volverse a levantar. Ese es el que más aguanta. A veces cuando lo
llevan a uno como en la mala, le meten el tercero, entonces martirizan a la gente, esa
tercera guardia eso si lo mata a uno”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3).
Como podemos ver, el asumirse como combatiente obediente también representó ganancias
para los jóvenes, puesto que les demandó el desarrollo de su resistencia física, su fuerza,
coraje y valentía, aspectos que a su vez les representaron reconocimiento y visibilidad al
interior del grupo.
Hay que decir también, que frente a los peligros a los cuales se vieron enfrentados los
jóvenes y ante la inminencia de la muerte en muchas ocasiones, se puso de presente una
122
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
subjetividad que puso en evidencia la finitud, al reconocer la vulnerabilidad de sus vidas, que
sus días pueden estar contados, que la muerte los acecha y que en cualquier momento esa
experiencia que están viviendo, puede acabar con sus vidas. Paradójicamente, podemos decir
que desde el primer día, el horizonte de su vida es la muerte:
“Uno allá mantiene la vida en un hilo, porque si usted llega herido, allá no van a
lidiar con uno, según la herida que uno lleve, allá lo acaban de matar a uno, diga
usted como qué confianza va usted a tener contra ellos mismos, allá el que se libró se
libró y el que cayó ahí lo acaban de fregar; ya si es muy leve lo que le hacen ya ahí si
se lo llevan. Y ya sabe uno que si uno dura mucho, pues entonces allá se muere,
entonces uno piensa que va a morir allá, porque a uno nunca lo dejan salir, porque
como a veces le dicen a los muchachos que entren, que tranquilos, que cuando se
aburran los dejan salir, pero eso es mentira, eso no existe allá. El que entra sale
muerto o si sale, es porque se vuela” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
“El rumbo de uno es que le llega el día de que en cualquier momento lo matan a uno,
porque uno no piensa sino en eso, en el día en que lo maten y no más”. (Exguerrillera
de las FARC. Entrevista N° 6).
“Lo que uno piensa es que la vida tiene minutos y segundos y ya, pero no más”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
“Pues, prácticamente allá la vida se la pasa malgastando porque uno en cualquier
momento podía fallecer, o sea uno andaba como decidido a volver o no volver; uno
allá no pensaba nada, no miraba para delante, solo caminar, que no haya una mina
por ahí, un combate rapidito, bueno murió y ya se acabo la vida de uno por allá. Uno
tiene ese pensamiento desde que entra allá y con eso se vive”. (Exguerrillero de las
FARC. Entrevista N° 8).
Ahora bien, en el contexto de estas subjetividades, pasemos a considerar cómo veían la vida
estos jóvenes cuando estaban en el grupo. Como es de esperar, todos coinciden en afirmar que
no vislumbraban nada para sí, pues nos encontramos con sujetos sujetados al control del
grupo. Incluso hay quien dice que “a veces veía la vida” y otros, “como que no la veían”. Esto
explica la emergencia de unas subjetividades que nos atrevemos a llamar vacías (¿o
123
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
aburridas?), pues se configuraron sin un horizonte de expectativas y de oportunidades, donde
todos los días eran iguales y su vida se limitaba a obedecer órdenes y cumplir. Al dejar su
vida en manos del grupo, se acaba la preocupación del mantenimiento de sí y su única
responsabilidad se traduce en obedecer y ser un buen guerrero.
En este contexto conviene anotar que estos jóvenes eran soldados rasos, sin
oportunidades de escalar posiciones jerárquicas ni ganar poder frente al grupo. Por lo tanto, su
discurso político es incipiente o casi inexistente, y ponen el acento en el aspecto militar y no
en el político, pues en últimas su función se ubicó en la tropa y en el combate:
“Yo veía la vida como una nube ¡pailas! Ahí no se ve nada de una oportunidad, de
volverla a ver, ¿esperar a qué? Pues nada, prácticamente un papel blanco y esperar
que le peguen a uno un balinazo, que le den a uno en la cabeza. La vida pues estando
allá, nada, no había oportunidad de nada. Ya después de estar montado ¡ya qué! Allá
no hay un día normal sino montañas, todo es igual, mientras que aquí se diferencia
porque el domingo es solo, y entre semana es lleno”. (Exguerrillero de las FARC.
Entrevista N° 3).
“Pues a veces yo la veía, pero uno no piensa ni mierda, no piensa nada; hacer lo que
el otro lo mande y estar ahí. Uno allá no piensa nada porque uno no tiene que
mantener a nadie, uno no tiene que estar pensando en que tiene que pagar la luz, nada
de eso. Solo se piensa en cumplirle a otros”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N°
4).
“Pues mire que la verdad uno allá en eso no piensa como piensa ahorita, uno piensa
mas diferente, solamente apostarle al movimiento y trabajar solo para ellos y uno no
piensa en sí mismo. Uno piensa solamente es en estar ahí, ranchar, pasar guardia,
rendirle al comandante, pues es que como a uno no le pagan, no le dan plata, pero al
menos uno tiene la ropa, tiene todo lo que uno necesita y uno no aspira a tener nada
por eso, porque uno ya tiene todo allá”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
124
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.3.4 El sentido de su experiencia en el grupo
El estudio con los jóvenes permitió constatar que al instalarse en las lógicas del colectivo y de
la guerra, así se esté arrepentido de la decisión tomada, la razón de su ser y hacer termina
girando alrededor del grupo, pues se comienzan a construir referentes de identidad que
operan como sus referentes de vida y de producción de sentido y significado. En este contexto,
comienzan a emerger nuevas subjetividades frente al régimen de la obediencia y al marco de
la vida en la guerra, en el colectivo, en el monte y en la selva.
Así mismo, que al estar dentro del grupo se producen rupturas de los esquemas
tradicionales de vida y en consecuencia, transformaciones en las subjetividades de estos
jóvenes. Entre ellas podemos citar, el cambio de vida, que para muchos significó un desarraigo
afectivo y cultural pues de vivir su infancia y parte de su adolescencia en un contexto
campesino marcado por las tradiciones, pasaron a una realidad dura y desafiante que comenzó
con el cambio de nombre, el uso del uniforme, aprender a manejar el arma, y que luego
continuó con la asignación de las tareas propias de la milicia y de la vida en el monte; también
implicó el aprendizaje de una serie de valores relacionados con la vida en el colectivo; el
desarrollo de destrezas corporales que prepararan al cuerpo para la guerra y las largas
caminatas, en especial para aquellos que pertenecieron a las columnas móviles y los anillos de
seguridad; cambios en el ejercicio de la sexualidad, pues para muchos fue el escenario de
inicio de su vida sexual y para muchas, estar disponibles para sus superiores o para sus
compañeros; y el vivir experiencias límite al participar en los combates donde corrieron el
riesgo de perder su propia vida, o en los consejos de guerra donde presenciaron la muerte de
sus compañeros, llegando a comprender la finitud del ser humano.
125
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Como vemos, el costo emocional de esta experiencia fue bastante alto, pues les implicó
no mostrar debilidad y a toda costa, ser capaces de cumplir con las órdenes recibidas. En el
caso de las jóvenes, la rabia y la agresividad afloraron al manifestar que les robaron su
juventud y para el caso de los jóvenes, el tener que cumplir hasta “reventarse”.
Todo parece indicar que aunque la mayoría de jóvenes entrevistados construyeron un
sentido de pertenencia con el grupo, traducido en algunos referentes de identidad personal y
colectiva, no hubo un referente político como determinante para su vinculación y permanencia
en el grupo armado. Este factor, sumado a otros tales como, el mal trato recibido, el miedo
generado, el régimen de disciplina y el vivir con la muerte respirándoles en la nuca, pudieron
desencadenar por un lado, el arrepentimiento acerca de la decisión tomada, y por el otro, la
falta de condiciones que propiciaran la creación de un vínculo emocional o lazo que los atara
fuertemente, razón por la cual permanecieron allí resignados, obedientes y aburridos, a la
espera de una oportunidad para escaparse.
Finalmente, por parte de los jóvenes hay una valoración positiva de la experiencia y los
aprendizajes adquiridos a pesar del régimen de disciplinamiento y de obediencia que les
implicó su participación en el grupo armado. En términos de ganancias, se puede deducir que
esta experiencia les dio la oportunidad de probarse a sí mismos y ver qué tan capaces eran,
incluso en el caso de las mujeres quienes pusieron a prueba sus capacidades y resistencia
física; también les permitió adquirir conocimientos y desarrollar habilidades relacionadas con
el manejo de armas, estrategias para el escape, habilidades para sobrevivir en el monte,
aumento de la confianza en sí mismos, teniendo en cuenta además que todas y todos fueron
combatientes rasos y que no tuvieron cargos de dirección, razón por la cual, por igual debieron
desempeñar labores como, cocinar, entrenar, hacer guardia, combatir, entre otros.
126
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.4. Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la desvinculación
Como hemos visto, al interior del grupo armado se tejen relaciones que se mueven entre los
sentimientos de confianza y de temor a raíz del disciplinamiento a que son sometidos los
jóvenes. En este escenario, el miedo se va configurando como una estrategia poderosa para
controlar y dominar sus vidas en los diferentes espacios de relación; sin embargo, ante esa
ambivalencia producto de los sentimientos, surgen líneas de fuga y de resistencia que los
llevan a reflexionar sobre su propia existencia y a terminar decidiéndose por dirigir su propia
vida. Se inaugura así, un tiempo de revelación que a través de procesos de subjetivación, pone
en conflicto esas subjetividades obedientes, aburridas y resignadas, que evidencian la finitud
de su existencia. Es estar como en un atolladero, vacilando y vislumbrando a la vez la salida, y
en este proceso que comienza a fraguarse, surgen ciertos móviles, ciertas motivaciones en el
sujeto, que le van reclamando para sí una vida digna. De esta manera, paulatinamente se van
dando movimientos subjetivos que coadyuvan a la emergencia de un sujeto que quiere para sí
una vida distinta y que comienza a decidir lo que se merece para vivir en la dignidad.
Estos aspectos serán abordados en el siguiente apartado a través de tres analizadores.
En primer lugar, señalamos los factores de la desvinculación encontrados como los más
relevantes; en segundo lugar, nos detendremos en el momento de la fuga como un instante
decisivo en la vida de los jóvenes y finalmente, daremos una mirada al tránsito que deben
recorrer los jóvenes y como viven esta experiencia.
127
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.4.1 Factores de la desvinculación
Ahora bien, nos interesa saber qué motivó la salida de los jóvenes, para que sus vínculos,
lealtades y motivaciones con respecto a la vida en la insurgencia se debilitaran. Veamos a
continuación esos elementos claves en las trayectorias de los jóvenes, los cuales se incrustaron
de manera diferente en cada uno para tomar la decisión de desvincularse del grupo. Como
veremos, se configuraron en artefactos que comenzaron a marcar el camino hacia la salida del
grupo en búsqueda de un nuevo destino, pues el elegido como una oportunidad para la
construcción de sí mismos en la vida armada, donde esperaron tenerlo todo, en últimas les
demostró que no tenían nada.
2.4.1.1 Cuando los jóvenes se decepcionan del grupo
Si bien el grupo se había constituido para los jóvenes en una comunidad de acogida que les
ofrecía cierta seguridad y protección, la situación de confrontación en la guerra hizo que esas
subjetividades se vieran afectadas y que las relaciones de confianza construidas con el grupo,
se fueran deteriorando. De esta manera, los trajines propios de la vida en la guerra influyeron
para que cambiaran esas relaciones y los jóvenes las vieran de manera diferente, razón que fue
compartida por varios de los jóvenes entrevistados.
Para iniciar, queremos detenernos en el siguiente relato, donde la joven vive una
experiencia límite como lo es un bombardeo. En esta confrontación armada, donde no hay
lugar a defenderse y la consigna viene a ser “sálvese quien pueda”, la joven se siente
totalmente desprotegida por parte del comandante, quien con su indiferencia y la falta de
128
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
relaciones de cuidado y de protección con otras niñas recién ingresadas, hizo que en la joven
se debilitara el soporte que ésta creía tener y se impusiera la idea de huir de allá:
“Eso fue acá en el Tolima, en toda esa parte que es zona roja. Eran las dos de la
mañana y nos habíamos parado a hacer el desayuno. Esa vez yo estaba en la rancha,
la rancha es donde uno come, esa vez me había tocado a mí cuando escuchamos un
avión, había un muchacho que estaba conmigo que ya había estado en eso hartas
veces, entonces dijo, eso a las 6 vueltas del aparato nos van a bombiar a todos los que
estamos. Y entonces si a las 4 vueltas, a la cinco y ya cuando estaba para la seis, nos
tocó salir corriendo de ahí y nosotros que salimos corriendo cuando si tiraron bombas
y se prendió el combate. ¡Dios bendito! A la gente casi no le queda tiempo ni de
disparar, ahí lo que hacen es correr y correr, si porque no hacen sino tirar bombas y
bombas ¡Dios bendito! eso es cosa terrible. Me toco salirme para el filo.
Eso corrimos mucho y eso como disparaban, y ya después el ejercito por tierra.
Murieron un poco, niñas recién ingresadas y no le pedían sino al comandante que
las sacara ¿y sabe qué les decía el comandante? que se defendieran como fuera, y
ahí quedaron esas muchachas todas botadas, unas niñas bonitas, pero ahí murieron
todas, como de 14 años. Y así fue donde yo ¡Dios bendito! yo le pedía mucho que me
diera la oportunidad de volver a ser libre, y eso corrimos dos días por los lados de
Gaitán y esa gente era detrás de nosotros”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N°
2).
Veamos otro relato de un joven donde se rompen sus lazos de confianza con el grupo, puesto
que lo dejaron abandonado luego de un combate con el ejército, donde resultó herido en una
pierna. Esta situación de quedar abandonado a su suerte la consideró una injusticia por parte
de sus compañeros, pues él se consideraba un buen guerrero y por lo tanto, no se merecía que
lo dejaran herido y expuesto a una captura, razón por la cual, como él mismo lo dice, “lo
perdieron”:
“Fui herido en una pierna luego de un bombardeo. Estuve cuatro días solo,
abandonado y escondido. El ejército estuvo allá pero no me vieron, vi que ellos
mataron a un guerrillero que estaba mal herido. Luego de esto me puse a gritar y
gritar pidiendo ayuda, hasta que un guerrillo me escuchó y fue a avisarle a mi tío
129
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
quien me rescató. Me llevaron donde la abuela y de allí estuve con mi tío durante mes
y medio hasta que me recuperé; luego me llevaron donde mis suegros donde también
estuve otro mes y medio en muletas. Estando allá llegó un guerrillero que el grupo
había mandado, porque querían responder por haberme dejado tirado. Entonces fui
hasta allá y aproveché para “pedir la baja” y me la negaron. Entonces el
secretariado ordenó mi ascenso porque yo fui “firme” con ellos y no los traicioné.
Me dieron el rango de comandante, pero no lo quise aceptar porque me habían dejado
botado. Le dije “camarada, ustedes al dejarme botado y mal herido, me perdieron y
quiero la salida para mañana. Pero me la negaron y me encargaron de doce unidades
de avanzada, o sea, de una escuadra”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10).
2.4.1.2 Cuando se agrede la condición de mujer: entre la indignación y la injusticia
En un contexto de confrontación armada en las montañas o en la selva, el embarazo y la
maternidad son situaciones problemáticas para la seguridad del grupo, razón por la cual a las
jóvenes se les ordena planificar. Sí esta norma se incumple, suelen recibir sanciones y por lo
general, se ven obligadas a abortar.
Esta experiencia relacionada con la condición de ser mujer, fue uno de los factores más
determinantes que disparó la toma de decisión en las jóvenes e hizo de ella un proceso sin
reversa. A continuación, quiero presentarles tres experiencias que en mi concepto son
reveladoras porque marcaron el comienzo del fin de la vida de las jóvenes dentro del grupo
armado.
En primer lugar tenemos el caso de esta joven que nunca contempló la posibilidad de
retirarse del grupo, porque lo consideraba su familia ya que ingresó a él cuando contaba con
ocho años de edad. El hecho de que la durmieran para interrumpir su embarazo de ocho meses,
130
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
fue el detonante fulminante para que se dieran en ella procesos de subjetivación que
determinaron su salida:
“Eso fue como a los veinte años cuando salí embarazada. Oculté mi embarazo hasta
que ya no pude más y de ahí para allá empezaron a correrme, a andar detrás de mí y
no me dejaban, se me arrimaban, parecían un perro y yo los mordía, los pateaba. Eso
como a las 5 de la mañana iban a ofrecerme pastas, yo decía pastas no, no. Yo no me
le tomaba pastas ni nada, y como no pudieron, entonces me durmieron. Mi hija nació
viva y nació completica, porque ya tenía ocho meses de embarazo cuando nació mi
bebé y se me murió allá. Esa fue la mayor parte de decidir venirme, porque yo juraba
a capa y espada que yo jamás me iba a venir. Si yo me veía era allá, yo decía ¿a qué
vuelvo? Me gustaba estar allá, entre más días más se enamora uno de la vida allá”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
No está por demás decir que esta joven no tenía motivos para volver con su familia;
adicionalmente, por los procesos de socialización vividos al interior del grupo desde los ocho
años hasta los veinte, además de establecer vínculos con él ligados a la violencia y la guerra,
éste se configuró en su referente de identidad personal y colectiva, lo que debilitó sus vínculos
familiares. Podemos decir también,
que la guerrilla fue su escenario de acogida y
reconocimiento, donde operaron procesos identitarios referenciados en el grupo, los cuales
pusieron en juego su ipseidad en el proceso de ser otra, desde el momento que se vinculó. Sin
embargo, la pérdida de su bebé fue una experiencia que le generó mucha indignación,
desencadenando sentimientos de rabia y rencor que comprometieron su posicionamiento
subjetivo y determinaron la salida del grupo.
En segundo lugar, les compartimos el caso de una joven que estuvo por fuera del
grupo un año, mientras se recuperaba de una herida en una pierna como consecuencia de una
emboscada. Durante ese tiempo, podemos decir que emocionalmente inició su proceso de
131
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
desvinculación del grupo y lo pudo vivenciar al tener que regresar contra su voluntad,
entrando en conflicto su subjetividad. Sin embargo, el factor más decisivo fue un aborto que le
practicaron más adelante:
“Me pegaron en la pierna en una emboscada, yo perdí el equipo y todo lo que llevaba.
Luego me mandaron por allá para Palermo porque había mucho ejército y me gustó.
Pero luego me aburrí cuando volví porque me recogieron cuando ya me había
amañado. Me mandaron para Marquetalia y yo no me quise ir para allá, eso había
mucho ejército. Yo no quería ¡no, ya no! En Neiva estuve trabajando unos días y ya
como que era más diferente todo y volver a ese monte otra vez… Yo duré casi un año
por ahí, porque no me podían recoger porque había ejército. Y eso ya cuando me
recogieron la primera noche me tocó guardia ¡hijuemadre! eso me tocó de doce a dos
de la mañana y yo me paré y me quedé dormida, me senté en un palo y me quedé
dormida, tenía que parar un carro y eso el carro se me pasó. Al otro día me regañaron
!y yo qué, yo me largo! Me salía de los chiros y me regañaban y me daba rabia”
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
Como podemos observar, esta joven muestra conflictos en sus procesos identitarios. En
primera instancia, porque en Neiva estableció pautas de relación con otros jóvenes de ambos
sexos de su edad, compartiendo lo propio del ser joven, razón por la cual hubo un cambio en
sus referentes identitarios; en segundo lugar, porque de estar viviendo en el monte pasó a vivir
a un contexto urbano, lo que marca una gran diferencia en la calidad de vida; y finalmente,
porque ella había ganado autonomía y libertad y ya no estaba dispuesta a obedecer ni a recibir
más regaños. Este tiempo de ausencia de un año por fuera del grupo, es un tiempo subjetivo
que marca el comienzo de un proceso de emergencia de una subjetividad que entra en
conflicto, con sentimientos morales de rabia e indignación que comienzan a operar, para darse
cuenta que ese ya no es su lugar:
132
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Cuando yo llegue allá, ya no quería ponerme ese camuflado que me hacían poner,
ya no quería cargar ese bolso, ya no quería eso. Que me ponían a caminar y yo ¡ahhg
qué pereza! yo salía de esa casa para el trabajo en una buseta, y yo ya no quería
andar, ya no quería embarrarme”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
Sumado a lo anterior, al poco tiempo resultó embarazada y le practicaron un aborto cuando
tenía cuatro meses de embarazo. Con esto, se selló la toma de decisión de volarse del grupo:
“Si, a mi me hicieron un legrado después de mi regreso del tiro en la pierna. Seguro
porque yo magnificaba eso y seguro por tanta droga y tanta cosa que me ponían y me
revolvían, entonces esas inyecciones no me hicieron. Ya tenía cuatro meses y el
médico que me lo hizo me dijo que era una niña… el amor de mi hija me dejó
trastornada, pues yo la enterré y a los tres días delante de la Virgen yo la saqué,
escarbé con las manos y la saqué. Eso me tenía atemorizada, atormentada, todos los
días, todas las noches, la imagen de ella estaba en mi mente. Por eso me volé”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
Todo parece indicar que en el caso de muchas mujeres, el detonante para la desvinculación
emocional del grupo, es la presión hacia el aborto, su práctica o la muerte de los bebés. Estas
son experiencias encarnadas que se pueden relacionar con lo que Goffman (1961) denomina
“la mutilación del yo,” y que comienzan a generar sentimientos morales como la rabia, la
indignación, el dolor y el resentimiento.
Conviene señalar además que también se dan casos en los cuales el grupo acepta que
el embarazo de la joven llegue a término, pero con la condición que luego dejen a sus bebés a
cargo de sus familiares, situación que las jóvenes madres no están dispuestas a asumir. Por lo
tanto sus subjetividades entran en conflicto y prefieren escaparse, a tener que quedarse en el
133
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
grupo, trabajando para el grupo y renunciar a su maternidad. Veamos entonces el tercer caso,
que es de nuestro interés resaltar:
“Estuve embarazada a los cinco años de vivir con ellos. Pero por cosas de mi diosito,
porque eso allá es prohibido, lo pude tener. La verdad yo era la enfermera y yo
prácticamente no planificaba. Cuando el comandante me llamó y me preguntó yo
como estaba, que si estaba planificando y le dije que si, que yo planificaba, pero
mentira yo no. Y a los tres meses fue que yo les avisé, como a los tres meses y medio.
Pedí permiso para ir a tener la bebé a Ibagué donde unos familiares. Al mes me
mandaron llamar, entonces dejé a la bebé con mi mamá y regresé al grupo a pedir la
baja. Ya después de que uno no quiere estar allá, ya todo va cambiando… Al mes
completico de tenerla ya me llamaron y me tocaba ir a presentarme. Pero como yo
pensaba salir por las buenas de allá ¿cierto? Por ejemplo, estar allá ir a presentarme
y hablar con ellos, porque yo me quería venir para acá y estar con la niña, decirles:
bueno aquí estoy pero les cuento que ya por la niña me voy. Si y lo primero que hice
fue eso, ¡pero qué, me tocaba quedarme! Y no, pues a lo último tomé la decisión de
venirme con mi marido”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
Sin embargo, conviene dejar en claro que la práctica del aborto no se puede generalizar, pues
no en todos los casos el grupo guerrillero interrumpe los embarazos, en particular, cuando la
joven tiene un rango alto dentro del grupo o es la compañera de un comandante. De otro lado,
estamos de acuerdo con los planteamientos de Luz María Londoño y Yoana Nieto (2007),
cuando nos dicen que si bien las practicas de control natal y del aborto pueden interpretarse
como formas de control del cuerpo femenino, esto a su vez es explicable en escenarios donde
hombres y mujeres cuentan con una vida sexual activa, pero con pocas posibilidades de llevar
a término los embarazos y criar niños en condiciones inadecuadas, tanto para los madres,
como para sus hijos.
Así mismo, estamos de acuerdo con las autoras cuando afirman que el uso de métodos
anticonceptivos en las organizaciones armadas ilegales, no tiene como finalidad la
134
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
construcción de una sexualidad libre y responsable, sino “la instrumentalización del cuerpo
femenino con un fin funcional para la guerra” (p, 241).
2.4.1.3 Cuando de querer vivir una vida digna se trata
Los sentimientos morales de rabia e indignación que sienten los jóvenes cuando se dan cuenta
que no están viviendo una vida digna, son el comienzo de las luchas por la recuperación de su
dignidad. En esa conquista por la dignidad nos encontramos a varios a jóvenes, que como
sujetos de derechos inician un proceso de reflexión sobre su propia existencia y la conflictúan
a través de procesos de subjetivación no solo de la exterioridad, sino también de la
interioridad. Entonces se generan movimientos en sus subjetividades, los cuales comienzan a
transitar desde una subjetividad de la obediencia y resignada, hacia una subjetividad rebelde y
nuevamente esperanzada por encontrar en la sociedad civil, un escenario donde se pueda vivir
con dignidad y justicia:
“Cuando ya casi tuve por ahí los 17 años, ya empecé a ver que no era algo normal,
que no era una vida adecuada para un ser humano. Ahí me vi yo, porque uno
mojándose, a toda hora, uno ve que no es una vida normal ¡esa es la vida para
marranos! Uno ya empieza a pensar que le hacen falta cosas, a veces no le llegan a
uno los útiles de aseo, que le hace a uno falta la crema, que el jabón para uno poder
bañarse. Todo eso no lo ve uno de joven, no le presta atención a nada, pero ya más
adelante va mirando que así no le sirve… y además tener una pareja, tener hijos,
todas esas cosas lo hacen pensar a uno diferente, dan ganas de formar un hogar. Ahí
es cuando le cambia la forma de pensar a la persona… La lluvia me comenzó a
molestar, a afectar en la parte de la moral que llaman. Cuando hay que prestar lo que
es la guardia, cayendo agua y uno envolviéndose en esos plásticos ¡ya empezó como a
fastidiarme todo!” (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3).
135
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Este relato pone de cara a un sujeto con experiencias encarnadas en su cuerpo, experiencias
reveladoras alrededor de la dignidad de la persona humana y por decir lo menos decide buscar
nuevos horizontes de sentido para su vida. Así mismo surge en él la necesidad de crear nuevos
vínculos, en este caso con una pareja para formar un hogar. Más allá de esta situación,
podemos decir que nos encontramos con un sujeto que no reduce su experiencia vital a su
vida personal, sino que la vincula a un otro - una compañera- y a unos otros –sus hijos- que lo
sucederán y serán su continuidad.
2.4.1.4 Cuando ya lo hizo un familiar
En los relatos de los jóvenes, encontramos también casos en los cuales la decisión fue
motivada por un familiar. El hecho de saber que algún familiar ya retornó a la civilidad,
motiva poderosamente al sujeto a hacerlo también y a buscar los modos de salirse prontamente
del grupo. El imaginarse que alguien muy cercano logró desmovilizarse, es libre y se
encuentra viviendo su propia vida, es un fuerte incentivo para la salida, pues logra terminar de
resquebrajar los vínculos que ya habían venido debilitándose:
“Tengo otro hermano que también hacen parte del programa, entonces pues ahí como
a los dos meses él se desmovilizó, entonces yo me di cuenta que se habían
desmovilizado y pues si ya mi hermano esta por allá, me gustaría también salirme de
acá. Ese fue el principal motivo, saber que él ya había salido de por allá. Demoré
como cinco meses para poder escaparme”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N°
7).
Al respecto vale la pena decir que incentivar la desmovilización a través de la radio y la
televisión, indicando cuántos lo han hecho y sus beneficios- y sin desconocer que ésta es usada
136
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
de manera desvirtuada por las partes- puede constituirse en un hecho que favorezca la toma de
decisión de los jóvenes, pues ello los motiva poderosamente, además de informarlos. Como
veremos más adelante, ellos tienen mucha ignorancia al respecto, y esta situación es
aprovechada por los grupos para distorsionarla y asustarlos para que no lo hagan.
2.4.1.5 Cuando es una decisión compartida con otro
Ya vimos en líneas anteriores el caso de una joven a quien le tocó dejar a su bebé con sus
familiares y posteriormente tomó la decisión de volarse con su marido. Ahora quiero
mostrarles el caso de un joven quien en la entrevista manifestó, que decidió entregarse por
iniciativa de su tío quien también formaba parte del grupo armado.
Al respecto, es conveniente decir que cuando los vínculos se están debilitando, es más
fácil tomar la decisión para fugarse, acompañado de otra persona que inspira confianza, que
hacerlo en solitario. Así mismo, genera más seguridad el hecho de hacerlo con una persona
mayor en edad, o con el compañero (a), puesto que se presume que son personas que poseen
más conocimiento y experiencia para sortear la vida en el monte:
“Yo trataba de sobrevivir para ver si algún día salía de eso… Yo tomé la decisión por
apoyo y solidaridad con mi tío. Ese fue un paso que dimos los dos. Prácticamente
estábamos solos, los docitos, entonces nos dio la idea y nos fuimos a un punto que le
dicen punto de soldado, ellos (los soldados) fueron hasta allá a recogernos. Nos
llevaron a Buenaventura y luego a la brigada y empezaron la investigación y el
papeleo”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8).
137
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
2.4.2 Y se llegó el momento de la fuga
Una vez el joven ha tomado la decisión, comienza a planear solo la fuga, piensa en el
momento y la forma de hacerlo, analiza la situación y solo le resta esperar a que se presente
esa oportunidad para arriesgarse y jugarse el todo por el todo, incluso la propia vida. Valga
decir aquí, que la fuga es una experiencia donde emerge la subjetividad que pone en evidencia
la finitud, haciéndonos conscientes de nuestra vulnerabilidad y fragilidad.
Sin embargo, ya la decisión está tomada, lo que permite que los jóvenes se llenen de
coraje y valentía para afrontar las incertidumbres que les esperan, el riesgo de morir en el
intento, la persecución de sus compañeros por traición o la captura por parte del ejército.
En el siguiente testimonio identificamos cómo en situaciones extremas de miedo,
paradójicamente el entrenamiento recibido para sobrevivir a los combates en el monte, se
constituyó en una fortaleza que le permitió ganar confianza y resistencia física para que el
cuerpo no se venciera fácilmente ante el cansancio y el hambre, luego de varias horas de
persecución. La travesía de la joven protagonista duró cerca de nueve horas, hasta llegar a la
casa de una mujer quien le prestó ayuda:
“Yo esperaba la oportunidad para escaparme y eso fue una noche, entonces nos
reunieron y a mí me tocó la guardia de las 2 de la mañana. Yo dije, la única
oportunidad es esa, y si, a las dos de la mañana me llamaron para la guardia, y yo de
una vez fui saliendo y esperando a que ellos se retiraran un poquitico y claro, ya
cuando yo estaba lejos, los del ejercito venían cerquitica, y los perros en la otra finca
estaban ladrando. Imagínese ya lo que nos esperaba, entonces yo dije ¡es la única
oportunidad que yo tengo! Y si lo fue. Entonces los compañeros se dieron cuenta que
yo me había volado y ahí me toco correr mucho, mucho, mucho y eso casi me
alcanzan. Me disparaban, cuando me vieron cerquita a un filo me dispararon y cuando
llegué a ese filo, lo único que pude hacer fue saltar lejos para no dejarme y meterme
138
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
debajo de las hojas, y esa gente pasó por ahí que me buscaba ¿si me entiende? Eso yo
me acuerdo y es algo que a mí nunca se me olvida.
Yo duré ahí como tres horas metida, hasta que no escuché nada, ya después salí y me
bajé por otro lado y llegué a una casa donde una señora. Ya era de día, eran las once
de la mañana, yo no había dormido nada y yo era corra y sufra de hambre, y eso como
dice el cuento, cuando uno tiene miedo uno aguanta.
Salí a una casa y me encontré con una señora y mire que esa señora desde que me vio,
ella reconoció que yo estaba volada, sabía que era de allá por el uniforme y porque
me había arañado la cara con alambre. Empezó a hacerme conversa, y yo con miedo
porque así es como lo entregan a uno, pero no. La señora me dijo que si quería, ella
me regalaba ropa para que yo me quitara el uniforme, y ahí yo me cambié, yo le hice
caso, pero yo no le dejaba ver el arma. Yo tenía el pelo largo así y todo porque a mí
siempre me ha gustado el cabello largo así hasta la cadera, y la señora me dijo que si
me mochaba el pelo, que cambiaba, y yo le dije que sí, y el pelo me quedó bien
bajito”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
Queremos mostrar también, que más allá de la resistencia física y del coraje, en estas
circunstancias por lo general siempre hay una persona que tiende la mano a los jóvenes y les
ayuda, evidenciándose unas primeras muestras de solidaridad de la sociedad civil hacia ellos.
Así mismo, que otra manera de ayudar a las jóvenes para engañar al enemigo y ocultar su
identidad, consiste en cambiarles su apariencia física y “disfrazarlas” de mujer, bien sea
cortándoles el cabello o maquillándolas, lo que dicho sea de paso, comienza a operar sobre sus
nuevos referentes identitarios, tal y como lo veremos en el siguiente capítulo.
Ahora bien, como ya lo mencionamos anteriormente, la fuga es una experiencia donde
emerge la subjetividad que nos enfrenta con la finitud y vulnerabilidad de la vida, nos permite
comprender que no hay nada absoluto en nuestras vidas y más, cuando los propios
compañeros están al acecho. Así lo expresa la joven en su relato:
139
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Porque cuando uno escapa de allá, uno tiene la vida en un hilo, los compañeros de
uno se vienen, uno tiene como dice el cuento, tiene que llevárselos por delante. Ahí no
existen amigos, nada, y como ellos se ponen a cogerlo a uno vivo, o a cogerlo muerto,
entonces uno también lleva lo de uno, pues uno no se va a dejar joder” (Exguerrillera
de las FARC. Entrevista N° 2).
De acuerdo con las narraciones obtenidas, es posible afirmar que la fuga fue una experiencia
imborrable, que además del esfuerzo físico y desgaste emocional llevados al extremo, dejó
huellas imborrables, porque paradójicamente los jóvenes estuvieron más cerca de la muerte
para salvar su vida y poder alcanzar la libertad. Así nos lo relata la siguiente joven:
“Si, entonces entre las matas de piña tenían ron encaletado, botellas de ron, entonces
dijeron:” no como usted se va, vamos a celebrar”. Bueno, esa noche se pusieron a
jartar, entonces se emborracharon, y eso como estaba oscuro yo lo votaba, tenía que
estar era buenecita para caminar, imagínese que eso fue en el Guaviare en los puros
cerros, en las montañas. Bueno y fuera de eso uno se quedó dormido y el otro se fue
para la caseta civil a pedir agua porque estaba seco y entonces fue cuando yo
aproveché y dije: este man se va y el otro está dormido, entonces me voy, y con una
mecha de esas de linternita, cuando salieron esas mechitas de moda, porque ni
linterna tenía, yo decía no, y me le pelo por una montaña oiga, un potrero como de
unas cien hectáreas. Y fuera de eso había comejenes, ay eso terminé aplastada por allá
y eso me andaban en la barriga y yo los sentía por allá, me pasé una laguna que yo
jamás la había pasado (risas) del miedo. A lo último se dieron de cuenta que yo no
estaba ahí, miraron todas mis fornituras y no las encontraron.
Las fornituras son pecheras, un chaleco donde uno carga las armas, las mecheras,
carga uno bobadas, hasta el cepillo, todo eso carga uno ahí. Entonces dijeron ¡no esa
vieja se voló! y entonces Raúl dijo, ah mi niña ya debe ir llegando al batallón o sí no,
que se atenga al juicio. Cuando yo me les interné en ese potrero, oiga, paticas para
qué las tengo ¡diosito santo! ahí fue cuando me pasé la laguna, pasé para el otro lado
cuando llegaron a una casa a preguntar por mí. Y yo me les escondí, me quede
quietica en la pared, y eso me metí por entre un piñadero y las piernas eran llenas de
chuzos de las piñas ¡pero salí oiga! salí a las seis de la mañana a la carretera. Llegué
a una casita y donde esa señora me quité la ropa mojada que llevaba y me cambié por
ropa seca y me fui por esa carretera, y como por este lado es montaña y por ese
también ¡ay mamacita, yo le pedí a mi diosito que me ayudara a pasar esos montes! y
pasé. Cuando pasó un carro me echó y me tocó irme hasta con unos marranos ¡ay
140
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
pero me fui y llegué a San José del Guaviare!”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista
N° 4).
En este recorrido por las experiencias, también es valioso dar a conocer aquellas situaciones
en las que los jóvenes contaron con suerte por pertenecer a las columnas móviles, pues las
condiciones para su fuga se dieron en un momento determinado, y por lo tanto, llevarla a cabo
fue relativamente fácil. Conozcamos dos de esas experiencias:
“Yo pertenecía a la columna móvil Daniel Aldana, éramos 55 y manteníamos
caminando por ahí en el día, donde acampaba uno, pues uno tenía que estarse ahí
quieto haciendo guardia, entonces no había oportunidad de nada. Hasta que un día
decidieron sacarnos para que fuéramos a encontrarnos con otros y conformar otro
frente. Nos escapamos tres menores de edad. Sí, nos habían mandado por allá a
conformar otro frente, y ahí fue la oportunidad porque nunca llegamos por allá donde
nos habían mandado. Teníamos que caminar hasta una parte que se llama “El
Toche” y allí encontrarnos con otros guerrilleros, que nos iban a llevar para otro
frente. Nosotros teníamos todo, nos pusimos a pensar entre nosotros, la idea fue de
otro muchacho sí deberíamos irnos, ya que no había nadie por allá. Él lo dijo con
miedo, ustedes son menores de edad, nos vamos o nos quedamos, nosotros nos pusimos
a pensar y como a las cuatro horas después de que dijo, fue que decidimos irnos. Eran
como cinco días de camino para llegar hasta donde estaban los otros, entonces se
dieron las cosas y ¡gracias a Dios!
Eso fue como a las 10 de la mañana ¡estaba calentando un sol! no habíamos ni
desayunado, teníamos mucha hambre, y eso también nos ayudó a salir de por allá.
Estábamos por ahí y caímos a una carretera. Caminamos un rato porque nadie nos
recogía en los carros, nos daba hasta miedo seguir por la carretera porque de pronto
informaban por allá. Por ahí encontramos una señora le comentamos la historia, ella
nos llamó al ejército, entonces el ejercito vino y nos recogió”. (Exguerrillero de las
FARC. Entrevista N° 7).
El siguiente testimonio que quiero resaltar es el de un joven que cuando ingresó formó parte
del escuadrón de guardia del guerrillero cuyo alias era el abuelo, y luego formó parte del
primer anillo de seguridad del guerrillero conocido como Jerónimo. Posteriormente se
141
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
desempeñó como radista (el encargado de manejar las comunicaciones a través de la radio), y
fue quien transmitió al grupo la muerte del camarada Raúl Reyes.
Este joven quien a pesar de ser considerado un buen guerrero, fue abandonado por el
grupo tras un combate donde resultó herido en una pierna, ya había tomado la decisión de
fugarse aunque el grupo luego mandó por él y lo ascendió a comandante de doce unidades de
avanzada. Aquí también la fuga fue relativamente fácil para este joven, cuyos lazos de
confianza ya se habían roto con el grupo, pero éste todavía confiaba en él:
“A mi escuadra le puse de oficio
coger café y leña. Como yo había decidido
escaparme, una mañana les puse oficio a mis soldados y les dije que a las 2:00 PM nos
encontrábamos. Mi estrategia mientras me alejaba fue usar la radio que yo cargaba,
le puse alto el volumen para escuchar música y despistarlos. Estando en esas me
encontré con el comandante miliciano y le dije “voy para Maracaibo”. Luego salí a la
carretera, subí la línea y me encontré con dos civiles que me regalaron lo del pasaje
para irme a Rioblanco donde mi abuela. Llegué a la pieza de mi abuelito y me vestí
con su ropa; luego de allí me fui con ayuda de un tío político hasta donde mi mamá.
De allí llamamos a la Sijin y ellos me llevaron a un hotel para esconderme, pues me
estaban buscando. Luego salimos para Chaparral donde estuve todo el día dando
entrevistas. De allí me mandaron para Ibagué a un Hogar de Paz mientras me salía el
CODA”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10).
2.4.3 El comienzo del tránsito a la vida civil de los jóvenes
Con la salida del grupo armado se inaugura un movimiento subjetivo en los jóvenes, que lanza
nuevamente la apuesta subjetiva de sus vidas. El modo como ocurre su salida tiene relevancia,
pues en el caso de las desmovilizaciones individuales no hay mesa de concertación, ni
acuerdos previos. Para rematar, los jóvenes son considerados por el grupo como desertores y a
la vez son declarados objetivo militar por ser unos traidores a la causa.
142
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Prácticamente inician este proceso desde la clandestinidad y en esta nueva etapa se
sienten desamparados, pues no están preparados para solventar su existencia. Adicionalmente,
no se encuentran en condiciones de asumir los retos del retorno a la vida civil en un contexto
por lo general urbano, siendo muchos los interrogantes que comienzan a hacerse en su
apertura subjetiva, y para los cuales no tienen todavía las respuestas: ¿Quién soy ahora? ¿Qué
voy a hacer? ¿Cómo será mi vida ahora? ¿Elegí el camino correcto? ¿Me estarán persiguiendo
y hasta cuándo?
De otra parte, la fuga implica la tramitación de sentimientos morales como la traición y
la deslealtad frente al grupo, lo que hace más complejo el panorama. Mientras se configura su
nuevo horizonte subjetivo, vivirán en un tiempo de incertidumbres, de inseguridad y de
temores al transitar por un mundo de cambios y de transiciones, en lugares extraños y con
personas extrañas. Es un tiempo del regreso al sujeto que se piensa en un medio ajeno a él,
donde vuelve a preguntarse por su mismidad para descifrar su identidad y actualizar quién y
cómo continúa siendo.
Para empezar, quiero detenerme en esa fracción de tiempo subjetivo caracterizado por
la incertidumbre, donde salen a flote esos primeros sentimientos que surgen cuando se está a la
deriva y que van convocando al sujeto a la confrontación:
“La verdad es que uno se siente muy afligido y triste pensando qué se va a poner a
hacer…” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1).
”Yo tenía esperanza y a la vez miedo”… (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“Yo no sabía qué iba a pasar en verdad, sentí miedo sí, porque yo no sabía si me
tocaba regresar a la tierra mía, no podía en ningún momento, en eso si sentí miedo”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8).
143
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Uno sale de allá y queda es como vacío, uno se pregunta ¿a dónde voy, qué voy a
hacer, qué será de mi? porque uno acá en la ciudad sin poder distinguir a nadie,
entonces es muy verraco, entonces lo que uno piensa es eso, miedo y como
desesperación”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
Sin duda, son tiempos que configuran un nuevo horizonte subjetivo en cada uno, donde su
identidad, vínculos, valores y proyectos de vida pasan necesariamente por un proceso de
resignificación y reconfiguración, pues el sujeto necesita “reinventarse” y poco a poco poder
hacerse a un lugar, para situarse de nuevo en la sociedad civil. Como vemos, con temores,
pero también con esperanza de ser acogido y reconocido, y para esto, cada uno demandará de
un tiempo subjetivo para su elaboración.
De otra parte, no es de sorprender que en el comienzo de ese tránsito, la mayoría de los
jóvenes añore en primer lugar el reencuentro con sus familiares; sin embargo no alcanzan a
imaginar que les depara trasegar por varios destinos, donde posiblemente muchos vivirán
procesos de vinculación y desvinculación frecuentes, hasta que al fin logran por lo menos una
estabilidad espacial. Es así que para la siguiente joven le significó desplazarse del batallón a
Chaparral, de allí a una correccional en Ibagué, luego a Bogotá y por último, a Ibagué:
“Yo bajé al pueblo para coger para la finca donde vivían mis padres, y ahí el ejército
me rodeó y comenzó a hacerme preguntas, y yo dígales mentiras que yo no era de
allá. Ellos me decían que me había volado y que me estaba buscando “esa gente”, y
comenzaron a decirme cosas, que si yo era que me entregara, porque si yo me iba
para el otro lado, me cogían y me jodían. Entonces yo me llené de coraje, si me
entiende, y ellos me dijeron un poco de cosas y a lo ultimo yo lloré. Ahí se me bajaron
lagrimas, yo dije que si, que yo era y “no pues a empezar una nueva vida”, porque
sin saber para dónde, entonces ellos me llevaron allá para el batallón y después al
otro día, de ahí me trajeron para Chaparral.
144
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En Chaparral duré ocho días y de ahí de Chaparral vine a Ibagué a una correccional;
en la correccional no duré sino un mes y ya de ahí me fui para Bogotá a unos hogares
de paso donde duré 8 meses y de allá volvieron y me trajeron a Ibagué al Hogar de la
Joven. A los dos meses yo dije que no más, que me dejaran libre y pedí que me dejaran
con mi familia. Pero entonces “han sido cambios que yo no me los esperaba, eso
fueron cambios muy fuertes”. Eso fue en el 2004, desde que me salí en el 2003 al
2004, todo ese tiempo pasó y yo estaba muy aburrida porque eso allá uno tan lejos de
la familia, cuando el pensado mío era volverlos a ver y estar con ellos”. (Exguerrillera
de las FARC. Entrevista N° 2).
En el siguiente caso, queremos mostrar también la ruta que tuvo que seguir el joven, pues
inicialmente el ICBF se hizo cargo de él por ser menor de edad, en la sede de Ibagué; luego
fue trasladado a una casa juvenil en la ciudad de Bogotá, posteriormente lo llevaron a un hogar
tutor de donde se voló a buscar a su mamá, pero por cuestiones de seguridad debió marcharse
para Chaparral y finalmente regresar a la ciudad de Ibagué para acogerse al programa:
“El ejército nos llevó por allá, nos dejó en un colegio y ahí llegó el Comisionado de
Paz. Le entregamos los fusiles y todo. Nos tuvieron allá hasta que llegó el Bienestar
Familiar y nos recogió a los menores de edad. El Bienestar Familiar nos trajo para
Ibagué, de ahí nos llevó para Bogotá a la casa Shalom. Ahí en esa casa uno duraba
quince días o un mes sí se portaba juicioso; de ahí lo llevaban a un hogar tutor. Yo me
quedé en la casa Shalom hasta que me sacaron, yo me amañé pues era bueno el trato y
había muchos muchachos. Me sacaron de ahí, y me mandaron a una casa con otros
muchachos. Era un hogar tutor. Ahí dure como ocho días, todos eran muy buena
gente, todo bien, todo bueno. Pero me volé para Planadas porque quería estar con mi
mamá… le comenté que me había desvinculado, estaba muy contenta pero igual
corría riesgo, que yo no me podía quedar allá, porque allá era donde ingresaban. De
ahí me fui para Chaparral y me contacté con una señora quien me dijo que me viniera
para Ibagué con el programa”. Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
145
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Cabe precisar que durante este tránsito los jóvenes experimentan sentimientos de confusión,
abandono y soledad, y que posiblemente el desprendimiento del grupo ya iniciado comience a
tomar fuerza en este devenir.
En este contexto, es fundamental la acogida que en ese primer momento se brinde, para
dar a los jóvenes un ambiente de seguridad y tranquilidad, pues además, ellos vienen
desinformados o con miedo a que los golpeen y los lleven a la cárcel:
“Cuando me desmovilicé, la gente que me recogió fue bien conmigo, me explicaron, y
entonces ahí fui sintiendo que iba saliendo ya de esa mancha verde. Porque eso es
por todo lado. Una mancha por todo el país. Sentí como una esperanza, igual pues mi
hermano ya se había desmovilizado y no le había pasado nada, que no le habían
metido ni a la cárcel ni nada, porque el miedo es que lo metan a la cárcel por uno
desvincularse así, que pues uno allá es que por ser guerrillero le meten mucha
sicología que si uno se viene, que el ejercito acá lo mete a la cárcel, le pega un tiro,
entonces lo asustan a uno también, y uno también piensa en eso para venirse”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“En el albergue no nos habían hablado que uno salía independiente ni nada, nosotros
creíamos que íbamos a pertenecer toda la vida a un albergue, pues no nos habían
dado una charla ni nada. Hasta el momento que fuimos a la oficina de Bogotá y allá
el Capitán nos orientó”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8).
Bien vale decir que el hecho de no presentarse y reportarse como desmovilizados, les puede
representar un alto costo emocional, que se traduce en aislamiento, inseguridad, temores y
adicionalmente, dificultades para establecer redes sociales de apoyo y la pérdida de los
beneficios que brinda el programa en la restitución de sus derechos:
“Nosotros vinimos a dar ahí, a Chaparral. Luego nos vinimos para acá a Ibagué y ahí
fue cuando yo me contacté con un muchacho que es de por allá de donde mi familia, si
un señor que también se desmovilizó. En mi familia me decían que nos entregáramos
que nos desmovilizáramos, pero siempre con ese temor de que lo lleven a uno a la
cárcel, porque cuando eso, todo lo que a uno le decían que se entregara, que eso era
146
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
mentira, que se lo llevaban derechito para la cárcel. Y cuando eso mi marido hizo
contacto con ese muchacho y él hizo contacto con un coronel, sargento, no sé, del
batallón y así duramos como ocho días y pues el señor le dijo a mi marido que no, que
eso no había ningún problema, que nos presentáramos al batallón, que llegáramos
allá que no nos pasaba nada. Y así fue, nos fuimos y así duramos como cuatro, cinco
días. Luego pedimos que nos dejaran aquí en el albergue en Ibagué y pues ahí
duramos que, como hasta diciembre cuando nos dieron el certificado y luego ya nos
integramos al programa”. (Exguerrillera de las FARC quien se voló con su
compañero. Entrevista N° 6).
Pero esa ruta emprendida, como vemos, es también el comienzo de nuevos miedos, pues en
primer lugar, surge el temor natural hacia lo desconocido, ya que los jóvenes se ven rodeados
de extraños, no saben a dónde van a llegar, con quién van a vivir, qué tan seguros estarán. En
segundo lugar, a raíz de la pérdida de sus referentes de identidad y no saber quién se es, la
identidad entra en crisis. En tercer lugar, por la impotencia de no poder decidir por sí mismo y
que otros nuevamente tomen el control de sus vidas:
“A mí me dio mucho miedo, esa falta de sentirse uno mismo, porque a uno lo llevan a
un hogar de esos y uno no sabe para qué lado lo van a llevar”. (Exguerrillera de las
FARC. Entrevista N° 2).
“Sentí miedo porque eso meten el papel y eso esperan que lo aprueben yo no sé a
dónde, y si le sale negativo entonces tiene que devolverse para su tierra, entonces más
que todo yo en eso yo tenía más miedo, que el CODA me fuera a salir negativo porque
con el CODA se viene la independización. Ese proceso duró más o menos tres meses.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8).
“En esos primeros días se sentía uno como mal, porque estábamos en esos
albergues, la comida era mala, eso no lo dejaban salir a uno después de las siete, era
complicado…En el albergue dure seis meses y en la granja duré tres meses. El
albergue era en Bogotá y la granja era en La Mesa- Cundinamarca. En el albergue no
cocinaban como era debido, era feo y uno en las reuniones hablaba de eso y decían
que lo iban a solucionar ¡y qué, no solucionaban nada! seguían cocinando así. En la
granja empeoró la comida; la granja por un lado era muy bonita porque era una finca
muy hermosa, bacana, había como un rio y chorreaba el agua para bañarse, había
147
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
piscina, una naturaleza muy hermosa, pero lo que era la comida, eso si nos daba duro
a nosotros, porque no habíamos sido enseñados a comer tan mal”. (Exguerrillero de
las FARC. Entrevista N° 8).
Es claro también que el tránsito emprendido por los jóvenes esté marcado de significados los
cuales otorgan sentidos a la nueva vida que están inaugurando y a partir de los cuales,
reelaboran sus experiencias para irse edificando así mismos. Pero los miedos aun no terminan.
Con la llegada a la ciudad de estos jóvenes acostumbrados a la vida en el campo y en las
montañas, también surgen nuevos miedos, ya que el nuevo contexto les resulta hostil, ruidoso,
con mucha gente e inseguro. Nos encontramos con expresiones como las siguientes:
“A uno le da miedo hasta de los carros” (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“Me daba miedo la gente…” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
Adicionalmente, deben comenzar a hacerse cargo de sí mismos para satisfacer sus necesidades
básicas y recuperar el mantenimiento de sí que le habían delegado al grupo guerrillero.
Además de estas preocupaciones se suman las de su seguridad, pues temen ser reconocidos
por algún compañero del grupo, ser delatados o terminar muertos. Sin lugar a dudas, lo vivido
por estos jóvenes son experiencias que nos atrevemos a decir, los dejan tempranamente
envejecidos:
“La vida en la ciudad, acá es muy diferente a la de donde uno estaba, porque aquí
todo es plata y allá no; usted se pone que ni qué hacer, de qué va a vivir, qué va a
comer ¡Uno no sabe qué le espera!” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1).
“Y uno sabe que no puede salir, porque tiene uno ese miedo que de pronto alguien lo
vea y lo sapee”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
148
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Bueno, y ahora cabe preguntarnos qué pasa con las jóvenes cuando no se presentan ante
alguna autoridad para ser desmovilizadas. Para algunas jóvenes que fueron combatientes o
enfermeras, el retorno a la vida civil en estas circunstancias les implicó renunciar a lo
aprendido en la vida armada y desempeñar actividades domésticas, ocultando así su identidad:
“Yo cuando me vine duré trabajando un año de niñera, cuidando muchachitos y
ganaba $510.000 pesos mensuales, pero yo trabajaba interna y un día me fui disque a
un almacén a comprar ropa y ahí me pescaron. Yo me escondí, ¡pero me echaron al
agua! Por eso es que la “señorita” está en el programa, porque la “señorita” no tenía
pensado eso, yo nunca pensé meterme en el programa”. (Exguerrillera de las FARC.
Entrevista N° 5).
No podemos finalizar este apartado, sin mencionar que muchos de los jóvenes luego de que se
presentan a la autoridad respectiva, el ejército los aprovecha para obtener información o hacer
operativos, aunque esto sea prohibido por la legislación:
“Por ejemplo, a mí sí que me decían que fuera y recogiéramos yo no sé a quién, que
hiciéramos operativos por allá, que fuéramos a coger, ahh entonces yo les dije ¿de
verdad quieren ir? porque como yo dejé un poco de cosas por allá guardadas,
entonces me dijeron ¿usted quiere ir es a traer esas cosas? entonces yo les dije:
pónganse un camuflado, pero se van ustedes solos”. (Exguerrillera de las FARC.
Entrevista N° 4).
“Y eso fue cuando me ofrecieron plata, a mi me pusieron 20 millones en una mesa
para que yo fuera e hiciera matar al pollo Libardo, para que yo fuera de sapa, y
fuéramos y desenterráramos una radio y unas cosas que yo tenía allá encalatedas. Yo
les dije que no, porque por allá estaba mi familia y yo ni iba a hacer más zarape con
las personas que hacia tanto tiempo habían compartido conmigo, y yo no fui”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
149
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Los relatos que cuidadosamente seleccionamos, nos han permitido aproximarnos a la
comprensión de ese tránsito que deben recorrer los jóvenes. Como podemos ver, nos hemos
encontrado con unos sujetos que en sus pautas de relación social, política y cultural, han
oscilado entre el desengaño en la vida armada y la esperanza en la vida civil; de vivir para
otros, a vivir para sí mismos; de la vida en la colectividad armada a otra en la individualidad
desarmada; de una vida en la ilegalidad por otra en las vías de la legalidad, y la lista de estas
dicotomías puede resultar interminable.
Pero más allá de ellas, es necesario reconocer que las experiencias de la fuga, de la
desmovilización y del retorno a la vida civil de los jóvenes, son procesos complejos que
implican construcciones y deconstrucciones de sus referentes de identidad, de sus vínculos,
valores y proyectos de vida. También debemos decir, que cada uno lo experimenta a través de
procesos de subjetivación muy particulares, ligados a su historia familiar, su contexto sociocultural, sus experiencias en el grupo armado, como también, a su propia capacidad para
reponerse y buscarse de nuevo un lugar en la sociedad civil.
2.5. A manera de conclusiones
El presente apartado pretende recoger los principales planteamientos de los aspectos
analizados en este capítulo, en relación con las subjetividades en juego de los jóvenes, antes,
durante y después de la vinculación de los grupos alzados en armas, como también durante su
tránsito a la vida civil.
150
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Para iniciar, es necesario considerar al sujeto joven más allá de sus delimitaciones
biológicas como la edad, y pensarlo en sus modos de ser joven, intentando reconocer sus
características y especificidades como sujeto juvenil, con el fin de lograr comprenderlo en su
complejidad y desde allí interrogar la realidad. En este sentido, “la posibilidad de sostener que
puede hablarse de un sujeto juvenil, supone la elaboración de múltiples articulaciones, que
ancladas efectivamente en unos rangos de edad, sean capaces de dar cuenta (…) de los modos
particulares de experimentar y participar en el mundo (Reguillo, 2000, p. 56-57).
En esta misma línea, resultan valiosos los aportes de Sara Victoria Alvarado (2009),
quien nos dice que, “pensar lo juvenil es aventurarse en la reconstrucción de los mundos de la
vida, con temporalidades y espacialidades diferentes a las ofrecidas por el mundo adulto”
(p.100), y agrega que el concepto de juventud demanda de una perspectiva transdisciplinaria
que asuma su esencia problémica y compleja, para poder delimitar las especificidades de lo
juvenil y así, ganar una mayor comprensión de sus modos de vida.
De otro lado, es necesario tener en cuenta que la conflictividad es inherente a las
sociedades y se constituye en fuente de emergencia de manifestaciones identitarias, donde lo
juvenil es entendido como el espacio vital en el cual se evidencian los fenómenos sociales.
Manifestaciones identitarias en el caso de los jóvenes que se enrolaron en los grupos al
margen de la ley, quienes por diferentes razones - socioeconómicas, de exclusión, de bajas
condiciones de vida, de violencia familiar, de atracción y gusto por las armas y el uniforme, y
de necesidad de reconocimiento, entre otras - en esa búsqueda vital, terminaron migrando a
nuevos territorios, en términos de Reguillo (2000), generando adscripciones identitarias,
donde asumieron unos discursos, unas prácticas y unas estéticas guerreras que más adelante,
en su condición de desmovilizados, no podrán abandonar fácilmente.
151
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Como vimos en el capítulo, el análisis de las causas de la vinculación de los jóvenes a
los grupos alzados en armas no sería completo si la condición del sujeto joven no se toma en
cuenta, como también, el contexto de guerra en el que muchos se encuentran y que va en
detrimento del tejido social, generando referentes de identidad de los pobladores con estos
grupos armados.
Los hallazgos de este estudio coinciden con el adelantado por Brett y McCallin (1998)
titulada Children: the invisible soldiers, y que evidencia algunos factores claves para la
participación de adolescentes en los conflictos, tales como, pertenecer a los sectores con más
desventajas y pobres de la sociedad, a las propias zonas del conflicto y provenir de familias
deshechas; Así mismo, que esa “voluntariedad” que los jóvenes manifiestan para enrolarse, se
encuentra ligada a situaciones que se salen de sus manos y que los empujan a tomar la
decisión de vincularse. Con relación a la educación, estamos de acuerdo con lo señalado por
las mencionadas autoras, en cuanto a que para los niños, niñas y jóvenes, el acceso a la
educación es un factor determinante para conseguir empleo, ayudar a sus familias y dar un
significado a sus vidas y que por tanto, éste es uno de los factores que puede hacer la
diferencia.
Siguiéndole la pista a los factores asociados a la vinculación, encontramos también
varios puntos de encuentro con el estudio realizado por Brett y Specht (2005), denominado
Jóvenes soldados y combatientes: por qué van a luchar, donde se profundizan las causas por
las cuáles niños, niñas y jóvenes se unen a las fuerzas armadas o a los grupos armados en
nueve países: Afganistán, Colombia, Congo-Brazzaville, República Democrática del Congo,
Pakistán, Sierra Leona, Sri-Lanka, Irlanda del Norte y Reino Unido.
152
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Con relación a las causas encontradas que ponen en entredicho la voluntariedad, y que
también las arrojó esta investigación, aparecen reiteradamente la pobreza, el hecho de vivir en
zonas de conflicto, la procedencia de familias disfuncionales, deshechas o inexistentes y la
falta de educación, circunstancias que unidas a las características propias de la edad,
configuran un poderoso detonante para tomar la decisión de reclutarse. Sin embargo, aunque
el estudio señala a la familia y amigos como los factores más significativos para la vinculación
de los jóvenes a los grupos armados, en nuestra investigación encontramos como primer factor
mencionado, la identidad de los jóvenes asociada con indicadores tales como, la atracción
por las armas y el gusto por el uniforme. Como segundo factor emergió la necesidad de
reconocimiento social y de sus capacidades en sus contextos de origen.
En nuestro país se han adelantado numerosas investigaciones sobre las causas de la
vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado, entre ellas se encuentran:
Caracterización psicosocial de los niños, niñas y adolescentes desvinculados del conflicto
armado (2001 y 2006), estudio realizado por la Defensoría del Pueblo en asocio con Unicef.
Guerreros sin sombra (2002), trabajo adelantado por la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM). El dolor oculto de la infancia (1999) y La niñez y sus derechos (2001),
investigaciones efectuadas por Unicef.
También se cuenta con las investigaciones Aprenderás a no llorar (2004), de Human
Wrigts Watch, Inocencia en la guerra: panorama actual de la niñez en Colombia (2002),
realizada por la Universidad de Los Andes. Conflicto armado, niñez y juventud (2002), de la
Universidad Nacional de Colombia, y Niños, niñas y conflicto armado en Colombia. Una
aproximación al estado del arte 1990-2001, del Observatorio de Infancia de la Universidad
Nacional, sólo por mencionar algunos trabajos.
153
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Coincidimos con los hallazgos de estas investigaciones, donde se resaltan entre las
causas más comunes de vinculación de los jóvenes a los grupos armados: la identidad
(relacionada con el gusto por el uniforme, las armas y la vida militar), factores económicos
(relacionados con la pobreza y la falta de educación, salud y oportunidades laborales, los
cuales terminan generando discriminación y diferentes tipos de exclusión) y en nuestro caso
en menor grado, lo afectivo (ligado a los problemas familiares, violencia intrafamiliar,
maltrato y presencia de familiares o amigos en grupos armados).
No está por demás decir que los factores que conducen a la “voluntariedad” de la
decisión son casi los mismos que los señalados por el estudio de Brett y Specht (2005), citado
anteriormente, entre ellos: la guerra, la pobreza, la falta de educación, la falta de oportunidades
laborales, las dificultades en la familia y los rasgos de la adolescencia.
En relación con factores como la pobreza, la guerra, la familia y la educación, tenemos
también puntos de encuentro en clave de género con la investigación Voces de jóvenes
excombatientes adelantada por Keairns (2004) en cuatro países (Sri-Lanka, Angola, Colombia
y Filipinas) con jóvenes mujeres menores de dieciocho años de edad. Para el caso colombiano
aduce los mismos factores de riesgo y pone en entredicho la “voluntariedad”: ser pobre y
marginada, vivir en una zona de combate y estar separada de la familia. Como riesgos
adicionales figuran, en primer lugar la educación (abandonar los estudios); en segundo lugar,
no poder incidir en las decisiones de la vida; en tercer lugar, ser marginada de las nuevas
estructuras familiares y finalmente, no ser protegidas por la familia.
Rastreando el carácter de esa “voluntariedad” al tomar la decisión para irse al grupo
armado, se ha encontrado que es una situación que puede durar varios años, pues los jóvenes
se encuentran viviendo una vida llena de ambivalencias y de tensiones, donde muchas veces se
154
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
tiene que escoger entre tener que comer o no comer; entre contar con algún dinero para
mantener a sus familias o soportar la presión constante de conseguirlo; entre tener que
aguantar el maltrato familiar o evadirlo; en quedarse en un mundo que se desintegra cada vez
más o formar parte de uno nuevo, con nuevas posibilidades. En cualquier caso, es de vital
importancia conocer y comprender las razones que ellas y ellos identifican, y también
comprender por qué se enrolan, pues estas motivaciones brindan pistas sobre qué hacer para
que otros y otras no sigan los mismos pasos.
De otra parte, y de acuerdo con Juan Manuel Castellanos y William Torres (2008), no
se debe olvidar que los conflictos locales de clase, generacionales y de condiciones sociales,
articulan de manera específica las condiciones y los motivos por los cuales los sujetos
juveniles se incorporan a la guerra. Además, “más allá de la falsa oposición entre condiciones
objetivas y subjetivas, es necesario preguntarse por las condiciones subjetivas del conflicto
armado y la construcción social de la realidad, en un escenario signado por la violencia
(Bolívar, González & Vásquez, 2003, p.40); y aunque todavía no se tienen respuestas
definitivas de sí las formas de reclutamiento están asociadas a este entramado de condiciones
desfavorables para los jóvenes, o a las condiciones organizativas de los grupos que los
reclutan, es “una decisión-constricción a la que se enfrentan solos los pelaos, los muchachos
de cada región” (Bolívar, 2006).
Con respecto a la vida de los jóvenes dentro del grupo armado, se encontró que ésta se
caracteriza por relaciones jerárquicas de dominación y que al instalarse en ellas, se van
configurando subjetividades caracterizadas por la sumisión y la obediencia. Así mismo, que al
delegar en el grupo el mantenimiento de sí, delegan a su vez el control y la dirección de sus
vidas, lo que termina en relaciones autoritarias como ejercicio del poder y en un régimen de
155
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
disciplinamiento muy fuerte, donde el miedo se configura como la principal estrategia de
control y dominación. Sin embargo, este proceso de sujetamiento disciplinario, para muchos
fue la oportunidad para ganar reconocimiento, don de mando, de llevar al límite sus
capacidades, de adquirir conocimientos relacionados con la milicia, de desarrollar habilidades
para la supervivencia, de construirse a sí mismos y de encontrarle un sentido a sus vidas.
Ahora bien, con respecto al comienzo de la desvinculación de los jóvenes, estamos de
acuerdo con Lara y Delgado (2010), cuando afirman que “esas mismas lógicas que el sujeto
construyó al instalarse en la guerra, cuando ya no encuentran un soporte, cuando ya no
satisfacen, cuando ya no cumplen con las expectativas, comienzan a señalar el camino de
regreso hacia la salida y a generar movimientos subjetivos en aras de deshacer su vida dentro
del colectivo guerrero y prepararse para lo desconocido que le aguarda” (p. 36). Estos
movimientos subjetivos son a su vez una apertura para la confrontación, que como bien lo
señala Castro (2001), cada cual resolverá a su manera y en un tiempo subjetivo. Las voces de
los jóvenes ponen de manifiesto que ese tránsito es un período de cambios bruscos, de
incertidumbres, confusiones y soledad, acompañado de sentimientos de miedo, rabia y
angustia, sumados a los sentimientos morales de deslealtad y traición frente al grupo donde
alguna vez encontraron acogida y un soporte en sus vidas.
Por su parte, los procesos de vinculación y desvinculación de los grupos insurgentes,
ponen de presente una gran movilización de repertorios emocionales que supone una intensa
transformación emocional que va de lo emotivo a lo racional, de lo colectivo a lo individual,
acompañada de emociones orientadas hacia el futuro que los anima a tomar la decisión de
fugarse. Sin embargo, más adelante, en ese transitar hacia la vida civil se generan nuevamente
sentimientos de miedo e inseguridad, pero a la vez de esperanza, hasta que finalmente logran
156
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
una estabilidad territorial donde se ven enfrentados a la necesidad de construir nuevos
vínculos y valores, en esta oportunidad con la sociedad civil, proceso que nuevamente estará
acompañado de una serie de transformaciones emocionales.
Al respecto conviene tener de presente, que “las emociones son labradas en la
interacción social, son estructuradas en términos de estatus y poder y son expresadas con base
en entendimientos culturales (Bolívar, 2006, p. XXIX). De ahí la importancia de reconocer la
vida discursiva de las emociones de los jóvenes y en particular, del lenguaje en la comprensión
de lo que sienten, de lo que deben sentir o lo que pueden llegar a sentir en estos procesos.
Asimismo, en el proceso del retorno a la vida civil de los jóvenes, es pertinente el
señalamiento de Bolívar con respecto a las emociones cuando nos dice que “la pregunta por
las emociones no se diluye en lo subjetivo, sino que precisamente los repertorios emocionales
recogen y expresan la forma como los actores viven la violencia” (p. XLII), y que la
humillación y la rabia no son sólo cuestiones subjetivas, sino que ellas desnudan las formas
como los grupos experimentan la pobreza, la explotación o la marginalidad.
157
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
CAPÍTULO 3. LOS MOVIMIENTOS QUE SE SUSCITAN EN LAS IDENTIDADES,
LOS VÍNCULOS Y LOS VALORES EN EL RETORNO A LA VIDA CIVIL
Con la salida del grupo armado y el tránsito a la vida civil, los jóvenes viven un presente que
se divide entre las incertidumbres del futuro y las confusiones del pasado y sus recuerdos.
Podríamos decir, parafraseando a Marc Auge (1998), que en esos tiempos difíciles, pero a la
vez de retornos, surge un tiempo intermedio de búsquedas, de tregua, de pausa, un tiempo
subjetivo según Castro (2001), donde nace un sujeto que ya no es él, y otro que todavía no es.
La experiencia de los jóvenes en el tránsito a la civilidad, ese viaje que emprenden, es
la inauguración de un nuevo comienzo, de búsquedas de nuevos futuros, donde está
comprometida su subjetividad. Es un trasegar que los confronta con respecto a su mismidad y
que a la vez va marcando el despojo de la identidad guerrera asumida. Se trata de una
oscilación entre lo que permanece y lo que se revela como otro, entre la mismidad y la
ipseidad en términos ricoeurianos. En otras palabras, en ese tránsito, la identidad de los
jóvenes deviene en una constante lucha entre la necesidad de anclaje en algún lugar de la vida
civil, y el escape de la vida subversiva, configurando un nuevo horizonte subjetivo que les
demandará a la vez, la reconfiguración de sus vínculos y de sus valores.
Por tanto, en este capítulo nos centraremos en la identidad, los vínculos y los valores,
como categorías analíticas que nos permiten bordear esas transiciones de las subjetividades. Y
esta aproximación la haremos contando con dos fuentes: las entrevistas en profundidad
158
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
aplicada a los jóvenes y un grupo focal llevado a cabo con ellos, con el fin de analizar no sólo
“lo que dicen”, sino de poder interpretar “cómo lo dicen”, para acercarnos más a sus puntos
de vista, motivaciones y temporalidades, como también, a los sentidos otorgados en sus tramas
narrativas, a las dimensiones que trazan y las identidades que emergen.
Es preciso destacar además, que asumir el desafío de trabajar colectivamente con los
jóvenes en la producción de relatos, donde las cualidades de la subjetividad toman cuerpo en
la narración, implica abordar esos relatos, no como una materia inerte, como bien lo señala
Arfuch
(2002, p.189), sino como un acontecimiento de palabra que convoca a una
complejidad dialógica existencial. En este sentido, las voces de los jóvenes se constituyeron
en una pluralidad que fueron marcando los acuerdos y desacuerdos, sus propias valoraciones y
comprensiones, generándose movimientos que permitieron el despliegue de su identidad
narrativa, que como bien lo señala Ricoeur (2006 ), tiende a oscilar entre el autoreconocimiento de aquello que permanece y de aquello que se revela como otro, y en ese
vaivén, su devenir es un trayecto abierto a la diferencia, que resignifica permanentemente ese
autoreconocimiento para devenir en sujeto de la propia vida.
En este orden de ideas, en el presente capítulo iniciaremos nuestro recorrido con un
abordaje teórico en relación con la identidad y la experiencia como puertas de entrada a la
subjetividad, las cuales nos darán elementos para comprender los movimientos que se dan
durante el pasaje a la vida civil, no solo en relación con la identidad de los jóvenes, sino
también, con sus vínculos y valores. En segundo lugar pasaremos a analizar las
transformaciones que se suscitan en los referentes de identidad personal y colectiva de los
jóvenes, para luego, en tercer lugar poder interpretar qué sucede con sus vínculos y valores.
159
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Finalizaremos con una mirada crítica en relación con el cambio de regímenes que afrontan los
jóvenes, a propósito de su retorno a la sociedad civil.
3.1 Identidad y experiencia como dimensiones de la subjetividad
Los avatares de la identidad
La reflexión en torno de la identidad es uno de los grandes aportes en la obra de Ricoeur; su
indagación se centra en un principio sobre la identidad personal, aquel lugar en el que nos
reconocemos como el mismo o la misma, sin embargo le preocupa el anclaje de la identidad,
abordando desde distintos ángulos esta problemática, hasta llegar a su elaboración de la
identidad narrativa, asignable tanto a un sujeto, como a un colectivo.
En la teoría narrativa de Ricoeur (2006, p. 108), la dialéctica de la ipseidad-mismidad
alcanza su pleno desarrollo en la constitución del sí, pues su comprensión es una
interpretación que encuentra en la narración una mediación privilegiada, ya que la narración se
vale de la historia y la ficción, haciendo, por lo tanto, de la “historia de una vida”, una ficción
histórica; sin embargo, en su obra “Sí mismo como otro”, encuentra que a esta aprehensión
intuitiva de la identidad narrativa le falta la comprensión de “identidad”, ante lo cual acude a
la mediación reflexiva que denominó, el sí mismo, y que desarrolló en los términos de una
hermenéutica del sí.
Como vimos al inicio de esta presentación, esta hermenéutica emerge entre dos
tradiciones filosóficas que divergen en cuanto su concepción de identidad: una cercana al
proyecto epistemológico moderno que considera al sujeto en su esencialidad, exaltándolo más
160
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
allá de toda duda, y la otra, cercana a la post-modernidad, que da cuenta de un yo permeado
por las contingencias. Ricoeur plantea entonces, una doble valencia para la identidad: por un
lado, la mismidad, que recoge la permanencia y resistencia del sujeto a cambiar, es decir, la
identidad ídem, y por el otro, una identidad que cambia con el tiempo o identidad ipse, que
reivindica el potencial constitutivo de la alteridad20, y que se expresa “sí mismo en cuanto
otro”, siendo una identidad que nos obliga a vernos desde fuera y que por lo tanto, tiene un
poder de cambio y transformación.
De esta manera, la hermenéutica del sí explora una zona media entre los
planteamientos de Descartes y de Nietzsche, abordándola desde su finitud; y para ello acude a
la narrativa, configurándola como la columna vertebral de la hermenéutica del sí21 , la cual a
su vez, le permite tender un puente hacia la literatura, donde la trama del texto es capaz de
brindarle a la identidad su mejor modelo. En este orden de ideas, la historia de una vida, que
es la categoría con la cual se plantea el problema del sí mismo, se revela como una historia
narrada, donde la identidad narrativa posee rasgos inmutables que se deben al anclaje de la
historia de una vida en el carácter, que junto con la palabra dada, constituyen los modelos de
permanencia en el tiempo.
20
La primera de estas tradiciones es el proyecto cartesiano que se erige sobre un yo que renuncia a todo anclaje
corporal y mundano; se trata de un sujeto metafísico que no encuentra claves de identificación en el contexto
práctico, y que Ricoeur considera “no es nadie”. Este escenario da paso a la concepción esencialista de la
identidad-mismidad de Ricoeur. La segunda tradición corresponde al yo nietzscheano que adquiere su entidad en
la praxis y no en la meditación, donde el cuerpo se presenta como la mejor metáfora de la identidad personal, en
la medida que expresa la circunstancialidad del ser humano, y la imaginación gana protagonismo como
constitutiva de la identidad. Este yo Ricoeur lo relaciona con la ipseidad y será el antecedente del sí mismo. Así
pues, la mismidad se desdibuja, pero se enriquece la ipseidad.
21
Es a través del componente narrativo como se cuenta una historia, como se articula la temporalidad en el
relato, donde se marca un inicio, se entraman múltiples tiempos en la memoria, se distribuyen los personajes y
sus voces, se enfatizan algunos aspectos y se desdibujan otros, quedando silencios y penumbras.
161
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Nos dice Ricoeur (2006, p. 108), que la teoría narrativa solo sirve verdaderamente de
mediación, sí las consideraciones éticas son implicadas en la estructura misma del acto de
narrar; “en muchas narraciones el “sí” busca su identidad a lo largo de toda una vida entre las
acciones breves…y la conexión de una vida”. Es así, que la narrativa como cercana a la
experiencia, no consiste solamente en brindar un estatuto de verdad, sino que valoriza la
narratividad trazándole un espacio ético. El eje que soporta la construcción de la identidad
narrativa, es decir, la identidad del personaje, es la construcción de la trama, donde el
personaje configura su identidad entre una concordancia u orden, y una discordancia o
desorden, es decir una especie de “concordancia discordante”, o “síntesis de lo heterogéneo”,
sometiendo a la identidad a variaciones imaginativas que hacen de la identidad narrativa un
punto intermedio entre la mismidad y la ipseidad. De esta manera, se expresa la dialéctica
entre mismidad e ipseidad que configura al personaje22, y el narrar se sitúa entre el describir y
el prescribir.
Como vemos, este autor nos propone una lectura creativa de la identidad que dé cuenta
de sus posibilidades, donde el relato va tejiendo nuevas e inéditas perspectivas que influyen en
la “historia de una vida”, encontrando por medio de la literatura, otros modos de ser en el
mundo.
Es importante anotar que la mismidad pone el acento en la identidad cuantitativa y
numérica que se refiere a lo mismo, lo que es idéntico a través del tiempo, al igual que idem;
por tanto, la identidad es planteada en la base de la similitud y de la continuidad
22
Lo indeterminado de las posibilidades en la construcción de una trama se maneja a nivel imaginativo; el
espacio de lo posible en el que se urde una narración, se acota con las versiones que cada uno presenta de sí a
propósito de lo que cree y desea ser.
162
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
ininterrumpida del cambio, con un principio de “permanencia en el tiempo”23. La ipseidad
por su parte, posee un acento reflexivo y se refiere a una identidad conquistada a partir de la
reflexividad y de la interpretación que el sujeto hace de sí.
Esta polaridad sugiere la
intervención de la identidad narrativa en la construcción conceptual de la identidad personal
que hace Ricoeur, ubicándola entre el polo del carácter24 (donde ipse e idem se confunden), y
el polo del mantenimiento de sí –o de la palabra dada- (donde la ipseidad se libera de la
mismidad).
Y es justamente en esta figura del intervalo entre los dos polos hipotéticos de la
mismidad y la ipseidad, donde se despliega la identidad narrativa, la cual a veces está más
cerca de un polo que de otro, pero sin fijarse nunca en ellos; podríamos decir que es una
“oscilación entre el auto/reconocimiento de lo que permanece y aquello que se revela como
otro, que muestra precisamente en sus innumerables facetas, la heterogeneidad” (Arfuch, 2007,
p.216). Estos planteamientos sobre la polaridad los consideramos relevantes para el estudio de
las subjetividades, pues al desplegarse la identidad narrativa emergerá aquello que permanece
23
Nuestro autor entonces se pregunta: “¿Una forma de permanencia en el tiempo se deja vincular a la palabra
quién en cuanto irreductible a toda pregunta qué? Una forma de permanencia en el tiempo que responda a la
pregunta ¿quién soy?”. Y responde, al hablar de nosotros mismos disponemos de dos modelos de permanencia en
el tiempo, “el carácter y la palabra dada” (2006, p. 112).
24
El carácter hace alusión a los signos distintivos que nos permiten identificar a alguien como que sigue “siendo
el mismo”, y por consiguiente designa la mismidad de la persona y nos señala su dimensión temporal. Al decir de
Ricoeur, “el carácter designa el conjunto de disposiciones duraderas en las que reconocemos a una persona”, las
cuales están relacionadas con las identificaciones adquiridas (valores, normas, modelos, héroes, ideales) en las
que la persona se reconoce y el reconocerse “dentro de”, contribuye a reconocerse “en”. La noción de costumbre
le proporciona una historia al carácter; pero es una historia donde la sedimentación tiende a recubrir y abolir la
innovación anterior. Esta sedimentación le da al carácter una permanencia en el tiempo y que Ricoeur interpreta
como recubrimiento del ipse por el idem, pues el carácter se vuelve el qué del quién y esta dialéctica de la
sedimentación en el proceso de identificación, nos recuerda que el carácter posee una historia “contraída”, y por
consiguiente, que el polo estable del carácter tiene una dimensión narrativa, donde el qué y el quién de la apuesta
identitaria se delinean justamente en la forma del discurso, en aquellos relatos centrados en la propia subjetividad.
Entonces, lo que la sedimentación ha contraído, la narración vuelve a desplegarlo a través del lenguaje. (2006, p.
113 y ss).
163
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
en las identidades de los jóvenes, aquello que se resiste al cambio, como también, aquello que
emerge con relación a sus proyectos de vida.
Ahora bien, este desplazamiento espacial con un despliegue de la temporalidad, al
decir de Arfuch (2007), “introduce un nuevo matiz en el “vaivén” de la identidad narrativa, en
tanto más allá de los polos en juego-que no dejan de involucrar una dualidad-, habilita a
considerar el devenir de la identidad como un trayecto siempre abierto a la diferencia, que
resignifica constantemente las instancias del autorreconocimiento” (Arfuch, 2002, p. 97), lo
cual resulta muy pertinente para las pretensiones de la investigación, puesto que los referentes
de identidad personal y colectiva construidos por los jóvenes durante su vinculación a los
grupos armados, que han configurado identidades militares y guerreras, durante el pasaje a la
vida civil, sufren transformaciones que implican su desprendimiento en un tiempo subjetivo,
para generar unos nuevos referentes de identidad, que en muchas ocasiones tiene que ver con
la identidad del “desvinculado”, la cual resulta problemática en los procesos de reintegración
social25, pues opera como una naturalización de lo que se ha dado en llamar “noción dura de
identidad”, por la cual los individuos y sus relaciones se constituyen, en tanto son
“nombrados” por los demás de esta manera26.
Precisamente, con relación a la identidad personal, Arfuch (2005) nos hace el llamado
que muchas veces pensamos en ella cuando se la “pierde”, “cuando su tranquilo discurrir está
amenazado por algún factor, externo o interno, en el despliegue que va del
25
El investigador Carlos Jiménez advierte que en el proceso de elaboración de la experiencia con las y los
jóvenes desvinculados, transita el reconocimiento de nombrarse a sí mismos como desvinculados, ante la
precariedad de condiciones y de acumulados simbólicos, para configurar los vínculos constituyentes de un
después, nominación que no es otra cosa que la manifestación de dependencia de quien no se hace cargo de sí
(2008, p. 10, 11).
26
Jiménez en sus trabajos con jóvenes desvinculados afirma que en este horizonte se es, en un orden de cosas
inamovible, siendo vivido en sus imaginarios como sí no estuviera al alcance de sus posibilidades de acción y de
control, y acontece en la medida en que es otorgado desde afuera (2008, p.15, 16).
164
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
autorreconocimiento a las identificaciones grupales, colectivas. Dicho de otro modo, que el
énfasis identitario sobreviene justamente en tiempos de crisis, desarraigo, inseguridad,
incertidumbre de presentes y futuros (Arfuch, 2005. p.13). Y de hecho, son tiempos de crisis
personales, de desarraigos de las formas de vida e identidades interiorizadas, como también,
de incertidumbres frente a sí mismo y a sus proyectos de vida, los que viven los jóvenes
desvinculados, en su proceso de reintegración a la vida civil.
A la luz de estas consideraciones que nos presenta Arfuch (2005), su concepción
contemporánea de las identidades se aleja de todo esencialismo, para pensarla en términos de
su cualidad relacional, contingente, de su posicionalidad en una trama social, de su desajuste
respecto de cualquier intento totalizador, puesto que en ella confluyen discursos donde se
actualizan las diversas posiciones temporales del sujeto, y en consecuencia, “la identidad –en
singular- será vista entonces como un “momento” identificatorio en un trayecto nunca
concluido, donde está en juego, tanto la mutación de la temporalidad, como la “otredad del sí
mismo””(p.14), porque toda identidad, en tanto relacional, supone un otro que no es “lo
mismo” y a partir del cual puede afirmar su diferencia.
Esta cualidad relacional de la identidad es planteada también desde el socioconstruccionismo por Gergen (1992), quien nos dice que “para bien o para mal, las pautas de
acción de las personas dependen del modo en que el individuo es construido socialmente, y no
hay forma de trascender esas construcciones en busca de lo “real”, que se situaría mucho más
allá. A medida que se va erosionando la idea del yo esencial, aumenta la percepción (el
apercibimiento) de las distintas maneras en que se crea y se recrea la identidad personal en las
relaciones. Esta conciencia de la construcción no sobreviene súbitamente, sino que va
penetrando lenta e irregularmente en las fronteras de la conciencia y al matizar nuestra
165
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
comprensión del yo y de las relaciones, el carácter de dicha conciencia sufre un cambio
cualitativo… Entonces ya no se le define como una esencia, sino como producto de las
relaciones” (p. 191), donde la experiencia personal se descarta por la experiencia en la
relación con los otros.
En este ámbito de análisis, consideramos que podemos vislumbrar e interconectar los
referentes desde los cuales, los sujetos construyen sentidos y significados a las experiencias
personales y colectivas, contextualizadas en tiempos y espacios sociales, vinculando la
identidad con procesos sociales y narrativos, como también, los valores y los vínculos que
emergen luego de la desvinculación de los grupos armados.
La experiencia y sus sentidos en la configuración de la subjetividad
De acuerdo con las premisas presentadas sobre el socioconstruccionismo, ha quedado en claro,
que es a través de la interacción social con otros y a través del lenguaje, como nos construimos
socialmente y construimos conocimiento sobre la realidad.
Ubicados en este contexto,
dialoguemos con Jorge Larrosa, autor que ha trabajado con profundidad en sus reflexiones
sobre la experiencia.
Para iniciar, la palabra Ex-per-ientia significa salir hacia fuera y pasar a través de, hace
alusión a un saber que se adquiere en el modo como respondemos a lo que nos pasa a lo largo
de la vida, y que nos va configurando en lo que llegamos a ser. Al respecto nos dice el
filósofo, “es un saber que revela al hombre singular su propia finitud…es el punto en que la
vida alcanza su sentido…es un saber subjetivo y personal que no puede separarse del
individuo en quien encarna” (2003a, p.34); en pocas palabras, es lo que nos pasa, nos acontece
o nos llega. Desde una lógica del acontecimiento, muy cerca de la palabra existencia, nos dice
166
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
el autor: “la experiencia sería el modo de habitar el mundo de un ser que existe, de un ser que
no tiene otro ser, otra esencia: corporal, finita, encarnada, en el tiempo y el espacio, con otros.
Y la existencia como la vida, no se puede conceptualizar porque siempre escapa a cualquier
determinación…porque es ella misma posibilidad, creación, invención, acontecimiento” (2003
b, p.5).
Sí nos acercamos a la raíz indo-europea de la palabra experiencia que es “per”,
encontramos en ella relaciones con la idea de travesía y con la idea de prueba. En griego
existen numerosos derivados de esa raíz, los cuales marcan la travesía, el recorrido, el pasaje
27
, y la experiencia es el pasaje de la existencia, que en el contexto de la desvinculación y
reintegración se configura como ese pasaje a la vida civil, puesto que en palabras de Larrosa,
“la experiencia es siempre de alguien, es subjetiva, es siempre de aquí y de ahora, es
contextual, finita, provisional, sensible, mortal, de carne y hueso, como la vida misma. La
experiencia tiene algo de la opacidad, de la oscuridad y de la confusión de la vida, algo del
desorden y de la indecisión de la vida” (2003 b, p.3).
Un llamado importante que hace nuestro autor con relación a la experiencia y que
resulta muy sugestivo de ser considerado en el marco de la investigación, es el referido a que
la experiencia requiere de un tiempo para pararnos a pensar, a escuchar; para pensar más
despacio, mirar más despacio, escuchar más despacio y sentir más despacio, de tal modo que
abramos los ojos y los oídos para demorarnos más en los detalles y poder aprender con
lentitud. Y ese tiempo de la experiencia tiene que ver, no solamente con lo vivido durante la
vinculación al conflicto, sino también, con el tiempo subjetivo para tomar la decisión de
27
. Nos dice Larrosa (2003 a, p. 96) que en nuestras lenguas todavía hay una hermosa palabra que tiene ese “per”
griego de la travesía: la palabra pirata, donde el sujeto de la experiencia tiene algo de ese ser fascinante que se
expresa atravesando un espacio indeterminado y peligroso, poniéndose a prueba y buscando en él su oportunidad,
su ocasión.
167
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
desvincularse, de escapar, de entregarse, y el tiempo que demanda la experiencia de
reintegración a la vida civil.
Ahora bien, a estas alturas no nos hemos preguntado quién es ese sujeto de la
experiencia, respuesta que encontramos en Larrosa (2003 b) al señalar que el sujeto de la
experiencia es un espacio donde tienen lugar los acontecimientos, es como un territorio de
pasaje, una superficie de sensibilidad, pues lo que le pasa inscribe algunas marcas y deja
huellas y efectos; el sujeto de la experiencia es entonces, un sujeto expuesto. “En cualquier
caso, sea como territorio de paso, lugar de llegada o como espacio del acontecer, el sujeto de
la experiencia se define no tanto por su actividad, como por su pasividad, por su receptividad,
por su disponibilidad, por su apertura” (p.94), resaltando que esta pasividad está hecha de
pasión, de padecimiento y de paciencia.
De esta forma, sí la experiencia es lo que nos pasa, y sí el sujeto de la experiencia es un
territorio de paso, entonces la experiencia es pasión, como un vivir, un soportar, un aceptar,
como un testimonio de algo, que se da en la soledad, donde el sujeto reflexiona sobre sí
mismo, en tanto que es sujeto pasional. Pero la experiencia va más allá, puesto que
“desestabiliza, actualiza y hace emerger la pregunta por quién soy: pone en cuestión el sentido
establecido de mi mismo…uno se encuentra a sí mismo, y a veces, uno se sorprende por lo
que encuentra, no se reconoce. Tiene que reconstruirse, que reinterpretarse, que rehacerse”
(2003 b, p.615), y para dar cuenta de esos cambios se precisa de una construcción narrativa. Y
es precisamente en el análisis del famoso texto de Walter Benjamín titulado “El narrador”
(1991), donde
Larrosa nos dice que el relato es el lenguaje de la experiencia, que la
experiencia se elabora en forma de relato y que la materia prima del relato es la experiencia,
la vida misma, dado que el modo en que la narrativa logra articular temporalidad y
168
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
experiencia, coloca a la experiencia de lleno en el plano del discurso y no como una instancia
muda28.
De acuerdo con lo dicho hasta el momento, es posible afirmar que los procesos de
vinculación y desvinculación de los grupos armados, como también los de y reintegración a la
vida civil, se constituyen en una densa y potente experiencia que marca en la vida de los
sujetos un antes, un durante y un después, experiencia que demanda ser elaborada y asimilada
críticamente, mediante un proceso que transite “por el reconocimiento ante sí mismos, de la
autoría y la actoría de sus actos, en la dirección que se hagan cargo de ellos y de sus
implicaciones sociales” (Jiménez, Muriel y Buitrago, 2008, p. 10).
La concepción de experiencia de Arfuch es muy cercana a la concepción de Arendt, y
que comentamos anteriormente, pues la autora la relaciona con la acción y la reflexión
posterior a ella, otorgándole sentidos al nuevo actuar. Establece puentes entre experiencia y
memoria, relacionados con la conciencia de ser afectado por un acontecimiento (feliz o
traumático), y que operan como una especie de marcaje de algo por lo que se ha pasado –
experimentado- lo que supone un cambio, una transformación en nosotros. Es otro matiz de la
experiencia, “un algo más que se agrega al simple devenir, un involucramiento del sujeto –
racional, afectivo, cognitivo- y una transformación cualitativa que es a la vez pasado y futuro:
haber tenido una experiencia y actuar a partir de ella” (Arfuch, 2007, p. 218).
Desde el socioconstruccionismo, afirmar que he tenido una experiencia supone una
toma de conciencia de esa experiencia. Hablar de “mi experiencia” en las relaciones
cotidianas aumenta nuestra capacidad de participar en las formas de relación que son
28
Efectivamente, Larrosa al analizar la interpretación de Giorgio Agamben, nos muestra cómo el autor retoma el
concepto benjaminiano de “pobreza” o “pérdida” de la experiencia, al que la banalidad de la vida contemporánea
y la rutina, impiden acceder.
169
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
valoradas y es a su vez, un ritual cultural de los más importantes porque brinda pautas de
revelación, permite compartir, confirmar y afirmar nuestra identidad. Este “hablar de mi
experiencia” (Gergen, 1996, p.97) es un medio crítico a través del cual nos hacemos
inteligibles en el mundo social, con un sentido significativo en el cual nuestras relaciones con
los otros se viven.
Todo lo expuesto hasta ahora, nos revela que indudablemente la experiencia nos lleva a
la narración, y a su vez, a los territorios de la identidad, los vínculos y los valores, los cuales
están íntimamente relacionados con los procesos de subjetivación, de renovación de sentidos y
de una resignificación ética y política de las experiencias vividas, durante su retorno a la vida
civil. Estas transformaciones servirán de plataforma para sostener e impulsar los proyectos de
vida de nuestros jóvenes desvinculados.
3.2 La transformación de los referentes de identidad
Para iniciar el abordaje acerca de la identidad, tomaremos en primer lugar algunos
señalamientos de Bauman (1977), cuando afirma que pensamos en ella cuando no estamos
seguros del lugar donde pertenecemos, o cuando no sabemos cómo ubicarnos ante la
diversidad de estilos de comportamiento. Asimismo, los planteamientos de Arfuch (2002),
quien nos dice que toda vez que el vacío constitutivo del sujeto se torna amenazador,
asumiendo el carácter de una crisis de identidad, ésta aparece como un escape frente a la
incertidumbre y a su vez, como una afirmación ontológica en términos de “proyecto”, más que
como algo definitivo o acabado.
170
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Circunstancias como un viaje, el desplazamiento, la búsqueda de otras tierras, de
nuevos proyectos, de otras vidas, son motivos de esa crisis de identidad. La identidad será por
tanto, una constante lucha entre la necesidad de anclaje en algún lugar y el escape de otro. Y
es precisamente esta dualidad atravesada por desarraigos y temporalidades la que viven los
jóvenes desmovilizados, en ese “tránsito” que emprendieron y que para muchos significó un
desarraigo afectivo y cultural, una marginación y de paso, una crisis de identidad.
Una vía introductoria para la comprensión de la identidad, la cual se caracteriza por las
posiciones cambiantes del sujeto, la adelantaremos a través de siete referentes que emergieron
en el proceso analítico: la identidad ligada al género; al uniforme y las armas; al nombre; a
la ciudadanía; al reglamento; a la noción dura de identidad y a la estigmatización. No está
por demás recordar que las identidades se construyen en las relaciones sociales con los demás
y a través de esas relaciones, y que por tanto, la identidad se caracteriza por ser relacional,
situacional y cambiante.
3.2.1 Los cambios del referente identitario en clave de género
El tránsito a la vida civil en el caso de muchas jóvenes, se inicia con el redescubrimiento de
aspectos olvidados de sus referentes de identidad femenina, pues durante el tiempo de
permanencia en el grupo insurgente adquirieron nuevos referentes de identidad y pertenencia
caracterizados por la masculinidad, al estar asociados a la vida militar y a las demandas de la
guerra. En ese paso de un proyecto colectivo y militar a uno individual en la civilidad, dichos
referentes atraviesan por una serie de reconfiguraciones que comienzan a generar afectaciones
en la identidad:
171
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Entonces ella me dijo que si me mochaba el pelo que cambiaría, y yo sí, yo le dije que
sí, y yo me acuerdo que esa vez me moché el pelo bien bajito, así, que me quedara así.
Y luego ella me maquilló y ya uno se ve muy diferente… pero yo ya con el pelo cortico
me diferenciaba mucho. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
Al indagar a la joven sí le gustó su nueva apariencia, contestó:
“Lo hace ver a uno como más… como uno no se maquilla, ni nada, se ve uno como
exótico, porque como uno nunca se había visto así ¿si me entiende? Y así era que yo
me veía con el cambio, y uno se miraba ahí en el espejo y se veía uno como rara”.
A propósito nos dice Jiménez (2008), que el desprendimiento de la identidad guerrera de las
jóvenes durante su tránsito a la vida civil, se ve favorecido por el uso del maquillaje y la ropa
que usan las mujeres cotidianamente, funcionando como un referente de identidad femenino
muy potente y con efectos terapéuticos que favorecen la creatividad diaria y coadyuvan a que
las jóvenes aprendan a verse y reconocerse como una mujer.
Con respecto a los jóvenes, Kimberly Theydon (2005) al investigar en torno a la
reconstrucción de la masculinidad y la reintegración de excombatientes en nuestro país, pone
de presente que la educación, el trabajo y una vivienda digna entre otros, son referentes
simbólicos de masculinidad y de prestigio en la sociedad civil, con un gran potencial para
favorecer los procesos de reintegración.
En relación con la maternidad como referente de identidad, en el grupo focal una joven
aseguró:
“Si, yo he cambiado mucho porque antes era como una persona amargada, la vida
mía no tenía sentido ¿sí me entiende? teníamos que seguir porque todos íbamos y tenía
que hacer lo que era, pero de ese tiempo a este he cambiado mucho por mis hijos y
porque estoy estudiando para salir adelante”.
172
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Como podemos ver, para las jóvenes la maternidad es una circunstancia que encierra un gran
referente identitario y que junto con el estudio, otorgan nuevos sentidos a los modos de verse
y sentirse en la vida.
3.2.2 Del camuflado, el fusil y las botas, a los jeans y el desarme como referentes de
identidad y pertenencia
A partir de la discusión realizada en el grupo focal, los jóvenes pusieron en evidencia el
establecimiento de varios referentes de identidad durante su permanencia en el grupo armado
y, durante el tránsito a la vida civil. El primer referente de pertenencia mencionado es el
uniforme. Usar un uniforme, estar uniformado, hace alusión a la homogeneidad entre los
miembros de un grupo, a ser uno más entre los otros y con los otros. Adicionalmente los hace
identificarse y reconocerse como parte del grupo armado al margen de la ley en el que están
combatiendo, inscribirse en el marco del colectivo y asumirse como
guerreros. A este
respecto, una de las jóvenes manifestó:
“cuando yo era guerrillera me sentía con unas botas de infantería, un uniforme y con
un fusil encima, ahora no. Ahora me veo con unos jeanes rotos, con unos tacones y
una blusa y un bolso”.
De esta manera, los atuendos militares, traducidos en el uniforme, las botas y el fusil, operan
como referentes de pertenencia de los jóvenes, que configuran a la par una identidad
173
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
guerrillera, la cual fluctúa en la vida civil de acuerdo con los modos del vestir y los accesorios
propios de la mujer como referentes de identidad, que les permiten verse y sentirse diferente.
De otro lado, el arma como referente de identidad otorga privilegios y masculinidad
que hace que los jóvenes se sientan más hombres y con poder al interior del grupo armado,
pues tener un arma es tener poder. A su vez, el arma es un referente de pertenencia al colectivo
armado:
“Cuando uno está pues chino como dicen, pues a uno le interesa más el cuento de las
armas y todo eso. Poder tener un arma, cargarla… Ya al tener el arma en las manos,
ya se siente que es parte del grupo, porque cualquier cosa ya van a contar con usted
para lo que sea”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
Es de destacar que el arma llega a convertirse en una prolongación de su cuerpo y de su
fortaleza. Se puede decir que el arma se incorpora de tal forma en las identidades guerreras de
los jóvenes, que se vuelve su brazo, su mano, un miembro más de su cuerpo. De esta manera,
portar un fusil los instaura en una situación de guerra que refuerza sus procesos de
identificación, definiéndolos y brindándoles un horizonte de sentido a lo que hacen.
Ahora bien, como vimos en el capítulo anterior, cuando los jóvenes desertaron de sus
grupos, lo primero que hicieron tan pronto tuvieron la oportunidad fue quitarse el uniforme y
cambiarse de ropa. Al des-uniformarse, simbólicamente se dan dos fenómenos: por un lado,
comienzan a despojarse de esa identidad asociada al grupo armado y a la guerra; y por el otro,
inicia la desaparición, el borramiento de los referentes de igualdad, pues las diferencias en el
grupo armado eran pocas en razón de la cadena de mando. Ahora se llega a una sociedad
estratificada donde el estudio, el trabajo y el dinero son referentes de identidad y pertenencia
174
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
que determinan necesidades, oportunidades, y donde ya no se es uniforme e indiferenciado
entre los demás. Más adelante, con el desarme, bien sea porque escondieron el arma o
entregaron el fusil, simbólicamente dejan también la investidura de poder coercitivo, la
seguridad que ésta les brindaba y los significantes construidos alrededor de ella, para asumir
otros referentes de poder, de sociabilidad social que en el caso de los jóvenes está ligado
principalmente a su vinculación a otros espacios y procesos familiares, educativos, laborales,
productivos para poder acceder a un trabajo bien remunerado, satisfacer sus necesidades
básicas y poder vivir con dignidad.
3.2.3 El cambio de nombre como referente identitario
Así como el cambio de nombre al ingresar al grupo armado les significó a los jóvenes un
cambio en sus referentes de identidad y una ruptura en sus trayectos de vida que les significó
un antes y un después, con la salida del grupo y la recuperación del nombre propio, también se
origina otra ruptura de sus referentes identitarios con el colectivo guerrero:
“Si, eso allá se ve uno como un guerrillero, allá tiene cambiado todo, tiene que dejar
las cosas que tenía buenas aparte y hasta el nombre… entonces ya uno empieza a ser
un guerrillero”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
Es de destacar cómo estos jóvenes a través de las entrevistas en profundidad, dieron cuenta no
sólo de los nombres o “chapas” que les fueron asignados por cuestiones de seguridad, sino
también, de los modos de verse y sentirse hoy día con relación a ese otro guerrero que los
habitó:
175
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“A mí me llamaban Milena. Yo era una guerrera solitaria, aburrida, obediente…hoy
día soy más luchadora, como más pensadora ¿si me entiende? Se me facilitan más las
cosas ahora, además soy mamá”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
“A mí me llamaban Chela, allá me tocaba cumplir lo que mandaban, madrugar,
tocaba ranchar, caminar que más le digo yo, era alegre. Ahora, quiero salir adelante,
estoy haciendo el curso de sistemas que me gusta y que nunca pensé que iba a
aprender. Estoy estudiando y nunca pensé que iba a acabar el estudio, ni que iba a
seguir estudiando. Ahora vivo con mi familia y es algo muy importante. La vida ahora
la ve uno de otra manera, antes, cuando era Chela, la veía de otra”. (Exguerrillera de
las FARC. Entrevista N° 1).
Las identidades de estas jóvenes hacen alusión a identidades militarizadas, disciplinadas y
sumisas que se han venido transformando en identidades que están en consonancia con otros
referentes diferentes al de ser combatientes, como el ser joven, ser estudiante, trabajador, y
tener un plan de vida. En esta línea de análisis no se puede ignorar el caso de un joven que
manifestó haber tenido varios nombres y que con ello surge también una cadena de
identificaciones en su historia subjetiva:
“Mi chapa era Gago, pero eso se la cambian a uno cada mes, cada dos meses. La
última fue Gago porque yo utilizaba mucho el radio y me mantenía comunicando con
todos, por todas las colinas, todos los montes, todas las escuadras, pasándoles la
información. La chapa más común fue Gago o Coca Cola, también me llamaban
Chipichipi y El gato. Eran chapas para hablar con seguridad por la radio, porque no
se podían decir nombres porque la ley interviene los radios. (Exguerrillero de las
FARC. Entrevista N° 8).
“Yo me llamaba Belisario Betancourt. Me pusieron ese nombre porque era el de un
presidente si no estoy mal, que fue revolucionario…No, pues yo era un inexperto de la
vida cuando a mi me pusieron ese nombre, pues uno se adapta por lo que uno es un
chino y uno no sabe nada, nada. Estaba aprendiendo mejor dicho a dar los pasos de la
vida. Belisario era hábil, fuerte, veloz y con una cabeza que no le entraba nada. Hoy
soy sobresaliente, súper mejor, ahora por lo menos uno ya sabe para dónde va, con
mejores ideas para sobrevivir, con proyectos de vida para salir adelante, si Dios
quiere”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3).
176
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Es de destacar en estos dos jóvenes que su identidad estuvo relacionada con las tareas
asignadas; en el caso de Gago porque era quien manejaba la radio (era radista), y en el de
Belisario, por sus habilidades y destrezas corporales.
Pero las identidades también se
construyen a través de las relaciones sociales que establecemos con otros, recordándonos así
su carácter situacional, relacional y cambiante:
“Yo me llamaba Yuliana. Yo era diferente porque es que esa vida es diferente. Me
gustaba ser responsable, cumplir con lo que era, con la disciplina, ser amigable
también, me gustaba ser sociable con los compañeros, me gustaba ser disciplinada.
Fui mamá siendo Yuliana. Pues yo ahorita soy alegre, mantengo contenta,
responsable, juiciosa con mis estudios y seguir a ver hasta donde sacamos las metas
que nos pusimos, que nos hemos propuesto”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista
N° 6).
3.2.4 La identidad del guerrero y la del ciudadano
Un aspecto interesante para analizar en torno a la identidad es el relacionado con la
ciudadanía. En el contexto de esta población, es importante señalar que si bien en el conflicto
y la acción subversiva hay un sentido político e ideológico respecto a una situación de
beligerancia y cuestionamiento de las fuerzas dominantes del Estado, los jóvenes ahora se
encuentran con que esa exigibilidad ya no es por la fuerza, la presión o el ejercicio de la
violencia, sino que se hace a través de otros mecanismos propios de la civilidad y que de
alguna manera, se encuentran acudiendo al orden jurídico estatal vigente.
Sí esa lucha del colectivo guerrero estuvo sustentada en unos patrones normativos
centrados en el poderío militar para demandar sus reivindicaciones, en contraste, en la
177
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sociedad civil la demanda de esas luchas y derechos se circunscribe en al ámbito individual y
personal.
Ahora bien,
“sentirse ciudadano” y “sentirse libre” luego de desmovilizarse, ha
implicado para los jóvenes reconocer sus derechos, aprender a reclamarlos y asumir las
responsabilidades y los nuevos modos de vida que les demanda la sociedad, lo que
inherentemente los ha conducido a construir nuevos referentes de identidad:
“A mí me llamaban Fierro, yo era un guerrillero muy responsable; yo era un buen
guerrero, pero al final ya estaba aburrido… Hoy soy un ciudadano libre, responsable,
alegre, estoy aprendiendo muchas cosas, tengo un hogar y un trabajo”. ”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10).
Esa concepción de ciudadano que el joven posee, podría estar relacionada con los cambios en
sus formas de ver la vida en relación con referentes de identidad y pertenencia tales como, la
dignidad, la posibilidad de relacionarse con los otros, la libertad ganada, mayores niveles de
autonomía, reconocimiento, auto-respeto y auto- valoracion positiva. Al respecto, los jóvenes
manifestaron en el grupo focal que en su condición de desmovilizados recuperaron los
derechos civiles que perdieron durante su permanencia en el grupo armado. Es de anotar que
la mayoría se identifican como ciudadanos y personas valiosas, en contra posición con la
imagen que algunos tienen y sienten de su vida en la milicia: unos subversivos, lo que les da
una percepción negativa y desfavorable de ellos mismos:
“Uno allá se mira, y uno se siente como un guerrillero, un subversivo, ya pues ahora
está uno en la vida civil, ya todo cambia… ya lo cuentan a uno como una persona”.
“Bueno hoy en día me pienso una persona civil como los demás, me siento, como le
digo, mejor a la vida que llevaba allá ¿me entiende? Porque allá no tenia como un
futuro, ahorita soy estudiante, he trabajado pero ahorita no tengo trabajo, ya me
178
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
siento mejor, no pienso con males, pienso en hacer el bien, conseguir amigos y
compartir”.
“Acá, ya soy un hombre más de la sociedad, estar allá es una parte negativa de la vida”.
3.2.5 El reglamento como referente de identidad en el grupo armado
En una de las intervenciones en el grupo focal con los jóvenes, surgió el reglamento interno
del grupo armado como un referente de identidad. La razón que lo sustenta es que éste obliga a
pensar en un régimen, a cumplirlo y en una forma de vida disciplinada y pre-establecida por
otros.
El reglamento traducido en discursos, opera como un referente de identificación que a
la par genera vínculos, pues con su circulación, éste permite generar identificaciones entre los
miembros del grupo, de manera tal que el sujeto siente que forma parte de una causa colectiva,
que se soporta además en otros referentes como la disciplina, el uniforme, las rutinas, las
formas jerárquicas de la organización y los castigos, entre otros.
Con el regreso a la vida civil, los jóvenes transitan por dos tipos de reglamentos: del
reglamento basado en un código normativo militar, rígido y coercitivo, a uno centrado
fundamentalmente en el derecho y en una autoridad colegiada. Con esto queremos hacer
cuatro señalamientos. En primer lugar, que en la vida civil los jóvenes van a encontrarse con
un conjunto de reglas y procesos regulativos, que por supuesto, también regulan las relaciones
entre los ciudadanos; en segundo lugar, que los jóvenes pasan de un régimen militarista a uno
civilista, y que como en todo régimen, hay normas que buscan regular y controlar los
comportamientos de las personas. En tercer lugar, que todo derecho es restrictivo y que esa
179
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
regulación se da a través de procedimientos normativos, que los jóvenes entran a reconocer en
los diferentes espacios donde comienzan a interactuar: en el programa de la Alta Consejería,
en el colegio, en el trabajo, en el hogar y en el barrio donde viven, principalmente. Y
finalmente, que los jóvenes transitan entre dos formas de poder que van del autoritarismo a la
construcción consensuada o negociada.
3.2.6 Con respecto a la noción “dura de identidad” del desmovilizado
Con sorpresa encontramos en este estudio, que a los jóvenes no les gusta que los llamen
“desmovilizados” ni llamarse de esta manera. Ellos prefieren y les gusta que los llamen por su
propio nombre. Este hallazgo no coincide con los encontrados en la investigación de Lara y
Delgado (2010) ni con los estudios de Jiménez (2008), con relación a la noción dura de
identidad por la cual los individuos y sus relaciones se constituyen en tanto son nombrados
por los demás de esta manera.
Al respecto podemos inferir que la nominación de “participante” que utiliza la ACR
con los jóvenes, concepto dinámico sinónimo de colaborador, partícipe, copartícipe, puede
haber incidido fuertemente en el desplazamiento del término “desmovilizado”, el cual alude a
los imaginarios de inmovilidad, detener, paralizar, quedar sin móvil (Londoño y Nieto, 2007,
p. 118), y por ende, en el desplazamiento de la identidad “del desmovilizado” por la “del
participante”.
En esta misma línea, resultó revelador que dos de los jóvenes entrevistados
manifestaran un gran sentido de pertenencia con la ACR. Al preguntárseles cómo se ven hoy
cuando los llaman por su nombre, estas fueron sus respuestas:
180
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Pues siento que vivo y que pertenezco a la sede”. (Exguerrillero de las FARC.
Entrevista N° 7).
“Me veo que soy de la ACR”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10).
Desde los planteamientos de Arfuch (2002, p.97), nos atrevemos a pensar que estas
expresiones hacen alusión a una cierta permanencia de la identidad en un trayecto, a un
reencuentro temporal con ese yo donde es posible, según Richard Rorty (1989) (1999, p.62),
un margen de autocreación o redescripción del sujeto.
3.2.7 La identidad frente al estigma del desmovilizado
En el pasaje a la vida civil de los jóvenes desmovilizados, la construcción de referentes de
identidad afines a la civilidad se ve afectada por la estigmatización. El concepto de estigma
fue introducido por Goffman29 (1986), quien sostiene que la sociedad establece medios para
categorizar a las personas de acuerdo con sus atributos, lo que permite establecer su identidad
social. El término estigma hace referencia a un atributo profundamente desacreditador y
conlleva un doble sentido: el de los “desacreditados”, cuya condición de diferente es conocida
29
Goffman (1986) presenta tres tipos de estigmas: los referidos a las deformaciones físicas; los
relacionados con los defectos del carácter y asociados a la falta de voluntad, las pasiones antinaturales, la
deshonestidad, las enfermedades mentales, las adicciones, la homosexualidad o el desempleo, y los estigmas
tribales de raza, nación o religión que son susceptibles de ser transmitidos por herencia y contaminar a los
miembros de una familia. En los casos extremos, las personas “normales” consideran que quien tiene un estigma
no es totalmente humano y en función de eso practican diversos tipos de discriminación, llegando a considerar
que representa un peligro para la sociedad. Por su parte y en ciertas ocasiones, el individuo estigmatizado tiende a
sostener las mismas creencias que los “normales” y a tener la sensación de llegar a ser una persona normal que
merece una oportunidad justa, siendo éste puede uno de los más profundos sentimientos acerca de su identidad.
181
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
o resulta evidente -como es el caso de los jóvenes desmovilizados-, y el de los
“desacreditables”, cuya diferencia no es conocida, ni inmediatamente perceptible.
En otras palabras, el estigma es un rasgo sociológico que obstaculiza la interacción
social y hace que nos alejemos de quien lo posee, derivando en diversos tipos de
discriminación. Al respecto, la mitad de los jóvenes entrevistados hicieron alusión a este
estigma:
“Porque a veces, ser desmovilizado lo perjudica a uno. En esos talleres la gente lo
está mirando, y mucha gente lo distingue. La gente dice “ese que va allá, yo sé que es
desmovilizado porque yo lo he visto en la ACR”, entonces todo eso lo perjudica a
uno… Pero uno a veces se hace el guevón y no le presta atención a nada. Pero lo que
es en la vida laboral si lo puede perjudicar, pues dicen “no, a ese man no le demos
trabajo” y lo van como despreciando a uno…”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista
N° 3).
“Mire que a veces si hay gente que lo mira a uno como raro, pero al fin y al cabo
ellos no dejan de ser lo mismo que es uno. Todos somos seres humanos, el hecho de
que uno haya participado en una organización, entonces que lo van a mirar a uno.
¿Qué defecto tiene uno? Nada, uno es una persona, un ser humano lo mismo que el
otro. Entonces ¿qué defecto? que de pronto uno fue recorrido, que si dicen que uno es
malo, que uno mata, pero ¿A quién le consta que uno mata o no mata? Uno puede
pertenecer a un grupo, pero ninguno ha visto que uno mató… (Exguerrillera de las
FARC. Entrevista N° 6).
Ahora bien, los jóvenes al percibir que los otros no los aceptan y que muchas veces no están
dispuestos a establecer relaciones sociales con ellos en igualdad de condiciones, terminan por
elaborar una serie de pautas de comportamiento que les permiten estar alerta frente a quienes
lo rechazan; tal es el caso de los desvinculados, quienes prefieren optar por no revelar su
condición en los diferentes contextos en donde interactúan:
182
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“A mí no me gusta que me llamen desmovilizada. Vea uno está en el colegio y
preguntan quién es de la ACR? Y uno levanta la mano y todos voltean ¡uch no, que
fastidio!”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
“En el colegio preguntan ¿Quién es de la ACR? vengan a firmar los de la ACR y todos
¡huy esa vieja es desmovilizada! Es que yo no soy, guambitos, ellos ya saben qué es
ACR, ya todo el mundo sabe qué es ACR. Ellos tiene las listas, ellos saben quienes son
de la ACR y quiénes no. Debían decir venga que la necesitamos y ya uno sabe”.
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
Asimismo, cuando “normales” y estigmatizados se encuentran, estos últimos pueden descubrir
que se sienten inseguros sobre cómo van a ser identificados y recibidos. Su incertidumbre
surge porque no saben en qué categoría serán ubicados y porque sienten que los demás pueden
definirlos en función de su estigma, y como vemos, pueden reaccionar con un retraimiento
defensivo.
Más aun, hay que resaltar que esos sentimientos de inseguridad y miedo que embargan
a los jóvenes durante su recorrido a la vida civil, también se extienden a las personas de la
sociedad civil, lo que sumado al estigma del desmovilizado dificulta el proceso, por los
sentimientos de vergüenza que puedan llegar a albergar, debido a las reacciones de la gente:
“Cuando uno se viene allá es con miedo de la gente, como lo mire la gente y todo, y
eso que aun todavía hay mucha gente que se da cuenta que uno es desmovilizado y de
una vez como que le hacen el chai”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
Por lo demás, el temor de los jóvenes con la denominación del “desmovilizado”, también tiene
que ver con su seguridad y su integridad, pues muchos temen ser identificados por sus
compañeros guerrilleros quienes como ya vimos, los consideran unos desertores y traidores:
183
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“No me gusta que me llamen desvinculado por miedo a que me quiebren. Me gusta
que me llamen por mi nombre”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10).
Finalmente, queremos llamar la atención en que las diversas situaciones de exclusión,
marginalidad y/o desprecio social que los jóvenes viven, desencadenan un conjunto de
repertorios emocionales que aluden a sentimientos de vergüenza, indignación, temor y
resentimiento, entre otros, los cuales no deben ser minimizados en su proceso de retorno a la
vida civil30.
3.3 Devenir de los vínculos y los valores en el trasegar a la vida civil
Recapitulando el camino adelantado hasta ahora, se hace necesario mencionar que cuando se
abandona el grupo armado y se comienza el tránsito hacia la civilidad, para los jóvenes
comienza también un tiempo de confrontación, de dudas y temores que cada uno a su manera
deberá afrontar. Inmersos en un colectivo que soportaba su identidad, los vínculos construidos,
los valores adquiridos y sus proyectos de vida,
se enfrentan ahora a nuevas
pérdidas,
navegando a la deriva de sus incertidumbres, pero también con la esperanza de reconstruir sus
proyectos de vida.
30
Una vez el sujeto logra reparar el motivo de su estigmatización, Goffman (1986) nos dice que el resultado
no es la simple adquisición de un estatus normal, sino la transformación del yo, la transformación de alguien que
tenía un defecto por alguien que ha conseguido superarlo. Dicho cambio tiene serias implicaciones para ser
reconocido como ciudadano o ciudadana por parte de los mismos desvinculados, para el ejercicio de su
ciudadanía frente a la comunidad que lo acoge y frente a una sociedad no excluyente en el proceso de su
reintegración.
184
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Vimos también que en ese tránsito, el sujeto se siente desprotegido y desamparado; los
valores de fraternidad y solidaridad adquiridos en la vida guerrillera desaparecen de repente y
aparece un mundo de significantes sociales nuevos, donde se ve enfrentado a nuevos modos de
ser y de hacer.
De otro lado, instalarse en la vida civil conlleva varios cambios traducidos en dejar la
vida militar, el fusil, el camuflado, las botas, abandonar la clandestinidad e inscribirse en la
legalidad. Implica también la configuración de un nuevo sujeto político, con nuevas maneras
de actuar, de nombrarse y de reconocerse, y por consiguiente, implica también la inmersión en
la vida social como ciudadano y no como guerrilleros.
Todos estos cambios comprometen sus subjetividades pues demandan la construcción
de unos nuevos referentes de identidad y de pertenencia; la construcción de nuevos vínculos;
la permanencia de algunos valores que pueden facilitar ese retorno, y a la vez, el aprendizaje
de unos nuevos; como también, prepararse para hacerse cargo de sí mismos, tomar sus propias
decisiones y asumir nuevos retos en la sociedad civil.
En este apartado nos centraremos en los cambios que se dan en torno a los vínculos y
los valores de los jóvenes desmovilizados, puesto que en el mundo de la vida civil comienzan
a emerger relaciones vinculares en diferentes espacios, que privilegian a su vez, nuevos y
diferentes valores. Con esto queremos poner de relieve que los vínculos y los valores no son
invenciones individuales, sino construcciones relacionales que regulan nuestro interactuar con
los demás, al situarse en espacios y en pautas de relación social donde los reconocemos.
Para tal fin, en primer lugar nos detendremos en la construcción de vínculos y valores
de los jóvenes, durante su permanencia en el grupo armado ilegal. En segundo lugar nos
185
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
aproximaremos a la transición de esos vínculos y valores de los jóvenes, en la sociedad civil.
En tercer lugar, bordearemos los escenarios de la vida civil donde los jóvenes desmovilizados
configuran nuevos vínculos y valores. Finalmente, presentaremos algunas lecciones
aprendidas por los jóvenes durante su paso a la civilidad, para configurar sus nuevos vínculos
y valores.
3.3.1 A propósito de la construcción de vínculos y valores en el grupo ilegal
La construcción de vínculos es fundamental para el soporte y la cohesión en el grupo armado.
El presente estudio nos permitió establecer que con la vinculación, muchos de los jóvenes
crearon lazos afectivos y emocionales como fruto de la convivencia, las condiciones de vida
dura y de la cooperación en la vida militar. Un referente de identificación que genera vínculo
al interior del grupo armado es el discurso, pues con su circulación, éste permite generar
identificaciones, de manera tal que el sujeto siente que forma parte de una causa colectiva, que
se soporta además en el uniforme, en el arma, en las rutinas, en las formas de organización y
en los peligros compartidos, entre otros, y esa identificación simbólica crea vínculos:
“En el grupo lo tenía todo, ellos tenían buenos pensamientos, nos hablaban del
derecho a la educación, a la salud, al empleo; nos decían que debíamos cuidar el
agua, pues el agua es bendita. Su ideología era contra la oligarquía, nos hablaban de
la igualdad para todos, que el rico debía aportar al pobre o sí no, debíamos quitarles
las tierras”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10).
“Me sentía parte del grupo pues ya de tener el arma en la manos, ya se siente que es
parte del grupo porque cualquier cosa ya van a contar con usted para las que sea”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“Recuerdo mucho las amistades, uno muchas veces dice que uno no tiene amigos ni
nada ¿cierto? Pero uno allá pasa como a ser una familia ¿Cierto? porque es un
186
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
grupo y uno está pendiente del uno, del otro, aunque esa familia también es peligrosa,
porque uno la caga y allá se la cobran. Pero yo sí recuerdo mucho las amistades que
tuve, porque como hay personas que son buenas, hay otras que no son buenas…”
(Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
En el grupo focal uno de los jóvenes aseguró que:
“Algo bueno de allá me parece como pensaban unos jefes, como pensaba Jerónimo.
Él nos hacía charlas, iba cada nada y nos decía: miren nosotros debemos ser alguien
en la vida, cuando nos tomemos el poder tenemos que ayudar a los campesinos, los
pobrecitos que no tienen nada , no tienen de donde sacar un plato de comidita, ni
donde trabajar, ni nada. Entonces eso es lo que nosotros tenemos que mirar, ayudar
a los más pobres, y pues uno siendo también campesino dice ¡esos pensamientos tan
buenos! Entonces eso es lo que yo me traje de allá”.
Y con respecto al sentido de pertenencia que se deriva por usar el uniforme, otro joven
comentó lo siguiente:
“el uniforme es una diferencia porque uno si salía a la población civil y todo el
mundo con ropa de civil y uno pues uniformado, pues, ya era diferente y con el fusil
también”.
Ahora bien, no todos consideran que durante su permanencia en la guerrilla hubieran hecho
amigos, pues no se desarrollaron lazos de confianza. Al decir de ellos, “solamente se tuvieron
compañeros”:
“Es que uno allá no hace amigos ahí del grupo, pues porque uno no tiene la libertad
de contarles cosas ¿si? Que me dieron ganas de irme, que me voy a ir, uno no tiene
allá la libertad de decirle eso porque el que mejor piensa, va y le cuenta al
comandante y lo joden a uno… Allá no hay amigos”. (Exguerrillero de las FARC.
Entrevista N° 7).
187
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Prácticamente allá son amigos, o sea como le digo, de sonrisas nada más, porque
allá no hay amigos, no hay confianza con nadie” (Exguerrillero de las FARC.
Entrevista N° 8).
Estamos de acuerdo con Lara y Delgado (2010) en el llamado que hacen con relación a la
relevancia de la historia previa de cada uno en su forma de vincularse al grupo armado, pues
ésta determina en gran parte el tejido de los vínculos y las identificaciones con el colectivo. Al
igual que ellos, encontramos que así como algunos se instalan fácilmente en las lógicas de la
vida militar al interior del grupo, no todos desarrollan sentidos de pertenencia con él, ni logran
vincularse a pesar de haber estado allí. Para ilustrar esta particularidad, veamos el siguiente
relato:
“Uno allá se siente que no es como ellos, porque uno allá se encuentra con gente
que lleva mucho tiempo, que son raros, como en el porte, en el modo de ser,
entonces uno no siente nunca que es de allá, porque es que uno allá se encuentra con
manes de quince años, diez años, entonces uno no se siente superior a ellos, ni igual a
ellos”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
De otro lado, al interior del colectivo armado se promueven valores que cohesionan y
fortalecen los vínculos, tales como, la disciplina, el respeto, la obediencia y la lealtad, los
cuales resultan indispensables para formar parte de ese proyecto guerrillero y de sus formas
de organización. Asimismo, esos valores otorgan un sentido a su existencia y a esa apuesta
como proyecto de vida. Con respecto a esos valores aprendidos que más recuerdan los
jóvenes, ellos resaltan la disciplina, el respeto, el compañerismo, la responsabilidad y la
honestidad:
188
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“A mí me enseñaron la disciplina, y que uno aprende a respetar a los demás, a no ser
individualista a ser responsable, compañerista, que uno lo poquito que tiene lo
aprende a compartir con los demás muchachos, eso me gustaba. Y no aprender a
envolverse en problemas y chismes. Eso le enseñan a uno y uno como que lo lleva
aquí adentro y eso le sirve a uno acá porque a uno le prestan algo y uno tiene que ser
responsable. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
“Yo valoro la lealtad. Yo no estoy de acuerdo con los desmovilizados que se vienen y
van y hacen matar a un poco de gente, yo no estoy de acuerdo con eso. Es que por
ejemplo, yo compartí mi niñez, compartí casi mi juventud con ellos, y hacerlos matar
buenamente, yo dije no. Yo ya me salí, ojalá ellos también se puedan librar de eso;
entonces me dijeron que si, que sí fulana se entrega, la condenan a tantos años de
cárcel y no sé qué cosas. Entonces, ¡que se pudran en una puta cárcel y no que se
mueran! (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
“La verdad, pues, yo creo que a ser responsable… nos enseñaban sobre el
compañerismo, que el respeto, que la honestidad…” (Exguerrillera de las FARC.
Entrevista N° 1).
“Allá también le enseñan a uno que el respeto con los del rango más alto, el mando,
el respeto que nosotros también merecemos. Ellos hacia nosotros un respeto y
nosotros hacia ellos, porque donde nosotros los irrespetemos a ellos, eso va para
castigo. También le enseñan a uno la disciplina y el entrenamiento”. (Exguerrillera de
las FARC. Entrevista N° 2).
“Pues ¿qué es lo que yo mas valoro, qué le respondo yo a usted? Yo por ejemplo viví
una vida muy diferente ¿cierto? ¡Porque esa vida que uno vive por allá, no la vive
cualquier persona tampoco! Pues yo valoro la vida que tuve por allá, dura y todo
pero que fue algo real en uno, ¿cierto? Si, algo que nunca más si Dios quiera y la
Virgen Santísima, nunca más la vuelva a vivir y como todo son cosas que pasan y ya
queda una historia. Son cosas que uno tiene que valorarlas porque ya lo vivió. Eso sí
para qué, la disciplina para mí fue muy buena allá y es algo bueno que en ese tiempo
había ¿cierto? Valoro la disciplina, porque la disciplina es buena para todo, es algo
que trae una enseñanza y uno muchas veces se guía con la disciplina que uno ha
tenido”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
“Valoro la disciplina que aprendí, a ser ordenado”. (Exguerrillero de las FARC.
Entrevista N° 7).
189
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
No tenemos duda en afirmar que el valor más apreciado por los jóvenes fue el de la
disciplina. ¿Su razón de ser? Probablemente porque ella juega un papel central en la vida
militar, puesto que amortigua los temores y angustias individuales, promueve la obediencia y
opera a la vez como un soporte que permite el despliegue de la fortaleza y del espíritu
aguerrido que coadyuva a configurar ese cuerpo armado. No obstante, con el pasaje a la vida
civil los vínculos con el grupo armado se resquebrajan, y valores como la seguridad, la
solidaridad, la protección y la fraternidad desaparecen casi que instantáneamente, y el miedo a
morir en combate a manos del ejército, ahora se transforma en miedo a morir en manos de sus
propios compañeros, pues al desertar ya no se cuenta con el apoyo del grupo al cual
pertenecían.
3.3.2. La transición de esos vínculos y valores en la vida civil
Una veta interesante para desplegar, se refiere a esos valores que perduran y que para los
jóvenes han resultado valiosos en la creación de nuevos vínculos en el contexto de la vida
civil. Al respecto, es necesario poner de presente que la vida civil está conformada por varios
espacios sociales como son el familiar, el doméstico, el productivo-laboral, el asociativo y el
del ámbito de la participación política, entre otros más. En estos escenarios, a la par que los
jóvenes han ido construyendo nuevos lazos sociales y afectivos, también han puesto en juego
valores aprendidos en el grupo armado, tales como, la responsabilidad, el respeto, la honradez
y la disciplina. Del grupo focal realizado, queremos compartir los siguientes relatos de algunos
jóvenes:
“De allá tengo buenos pensamientos y me traje muy buenos recuerdos, me traje así
que me ayude para acá, la responsabilidad. Allá, es como todo, se sufre y se goza…
190
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
fue una experiencia y tampoco fue tiempo perdido, porque la verdad los catorce años
que yo estuve allá fue bueno porque tuve una experiencia que jamás la hubiera
tenido”.
“Me traje conmigo más que todo la responsabilidad, primero que todo la
responsabilidad pues a donde uno va tiene que ser responsable, ser honrado y a
aprender a respetar a las demás personas. No me traje todo lo malo, eso lo dejé allá.
Por ejemplo, los malos pensamientos sobre cómo hacerle daño a la población civil”.
“Bueno, pues la convivencia de la gente en el grupo, aquí mismo se aprende a
convivir con la gente de acá, son diferentes estilos pero casi lo mismo, o sea lo del
trato es diferente pero la gente acá se tratan casi lo mismo que si estuviera uno allá”.
En el ámbito escolar emerge el respeto aprendido ante los superiores, en este caso
representado en la figura del profesor:
“Por ejemplo, yo me pongo a ver en los colegios el año pasado que yo terminé, yo me
puse a ver que en el salón donde yo estaba, yo era la seria y de resto eran puros
chinos, huy esos chinos un relajo en ese salón, o sea chinos culicagados que no
respetan ni a los profesores, ni nada. Y los de la ACR no somos así, o sea, nunca le
llaman la atención a una persona de la ACR. Y eso lo aprende uno allá en el grupo,
y como uno se va pollito para allá, entonces uno recoge todo eso”. (Exguerrillera de
las FARC. Entrevista N° 5).
En estrecha relación con los valores, en ese proceso de creación de nuevos vínculos en la vida
civil, los jóvenes desmovilizados afirman que les ha “funcionado” aprender a relacionarse con
las personas, “distinguirlas” como ellos mismos dicen. Por ejemplo, uno de las jóvenes
argumentó que:
“Lo que a mí me ha ayudado es como distinguir más gente, me entiende, como
distinguir gente civil, porque yo antes con gente civil casi no podía hablar o me sentía
mal ¿si me entiende? Pero ahorita ya no, ahorita prefiero hablar con una persona
civil… Sentía como falta como de confianza, yo no confío en casi nadie. Además, me
191
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
daba pena, pero ahorita casi no. Antes yo no era capaz de sentarme delante de más
gente, no era capaz y por eso cuando recién llegué a este proceso, huy para mí eso fue
lo más difícil”.
Frente a esta situación, recordemos dos datos importantes que nos pueden ayuda a
comprenderla. En primer lugar, que para ellos la desconfianza hacia los civiles fue un factor
de supervivencia mientras estuvieron involucrados en el grupo. En segundo lugar, que para
estos jóvenes de procedencia campesina, que han permanecido mucho tiempo en la selva o en
las montañas de nuestro país, llegar a la ciudad es llegar a un medio extraño que les resulta
hostil y les genera sensación de miedo. De hecho, recién llegados le tienen miedo a las
personas, a los carros, al ruido de la ciudad.
Como vemos, el retorno a la vida civil es un reto para los jóvenes desmovilizados, pues
además de hacerse cargo de sí mismos, el hacerse a un lugar y configurar su propio “nicho”,
les implica también procesos de construcción de confianza y de nuevos vínculos afectivos y
emocionales, con las diversas personas con quienes aprenden a interactuar en los diferentes
espacios de la sociedad civil, entre ellos, la Alta Consejería, el centro educativo, el lugar de
trabajo, la familia, la calle y su vecindario.
Y esos retos también van atravesados por sentimientos de nostalgia, pues se añoran y
se echan de menos los vínculos creados años atrás en su lugar de origen, con sus familias y
amigos. Tal es el caso de una joven que en el grupo focal lamentó estar alejada del campo y
saber que no puede volver a su tierra, añorando la vida rural. En sus propias palabras:
“sentía tristeza por las tierras de uno, porque uno siempre cuando es del campo, es
algo que a uno lo hace lamentar porque uno no puede volver por allá. A mí me
gustaría mucho volver ahora que estoy bien, pero no puedo…”
192
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
De acuerdo con la comprensión ganada hasta el momento, nos atrevemos a decir que frente a
la incertidumbre y a los retos de la vida civil, los jóvenes son perseverantes, luchadores, y que
a pesar de los obstáculos que puedan surgir en el camino, están dispuestos a alcanzar las metas
trazadas en su nuevo horizonte de vida. Como bien lo manifestó una joven en el grupo focal:
“Lo clave es que yo decidí esta vida y pues si yo quiero esta vida, tengo es que
acoplarme a ella. Asumí esta vida y la sigo asumiendo, porque esta es la vida que
ahora me tocó”.
3.3.3 Escenarios de la vida civil donde los jóvenes establecen pautas de relación para
configurar vínculos y valores
Como en el grupo armado, la vida en la sociedad civil también está atravesada por relaciones
de control, de poder y dominación. Al interior de ella encontramos regímenes de todo tipo,
razón por la cual los jóvenes terminan transitando de un marco normativo y despótico, hacia
otro que también regula y normatiza, pero que intenta ser menos arbitrario.
Ahora bien, el retorno de los jóvenes a ese nuevo régimen de la vida civil, encierra
formas de sociabilidad diferentes, en contextos diferentes. Entre ellos, el contexto familiar les
brinda la oportunidad de fortalecer sus vínculos o de crear unos nuevos, al conseguir una
pareja y tener hijos, generando también nuevos valores. Así, el espacio familiar les brinda la
oportunidad de crear vínculos y valores paternales, afectivos, de cuidado, seguridad y
protección, entre muchos más. De hecho, la mayoría busca contactar a sus familiares o hacer
vida en pareja y tener hijos, como un referente central de apoyo, siendo el vínculo familiar y
193
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
afectivo un valioso soporte cargado de valores, que facilitará la nueva vida en la sociedad
civil.
De otra parte, al trabajar, estudiar y asistir a las actividades programadas por la ACR,
se dan las condiciones para el establecimiento de nuevos vínculos con sus compañeros de
estudio, de trabajo, e incluso con otros jóvenes desmovilizados. Por tanto, en cada espacio
social van estableciendo relaciones sociales diferentes, a la par que se van creando nuevos
vínculos, los cuales se afirman en ciertos valores centrales.
Por ejemplo, el espacio productivo-laboral el cual se caracteriza por ser normatizado y
jerarquizado, es un espacio al cual tendrá que ingresar el joven y posteriormente realizar un
proceso de socialización laboral. En ese proceso, gradualmente irá estableciendo vínculos con
los compañeros, con los jefes y con la institución. Simultáneamente se dan procesos de
reconocimientos sociales diferentes que se mueven en valores nuevos y diferentes como la
productividad, la eficacia, la cooperación, la competitividad, el estatus y la solidaridad, pues
allí también hay poderes y formas de disciplinamiento.
En el ámbito escolar, donde se construyen vínculos con el director de la institución,
los profesores y los compañeros de estudio, emergen valores como la responsabilidad escolar,
el respeto, el ser competente en el mundo escolar, la puntualidad, la disciplina escolar, la
tolerancia, el orden y el aseo personal, entre otros. Entonces, la creación de nuevos vínculos
implica reconocer y participar en otros espacios de la vida social, donde se establecen
relaciones sociales diferentes y se tejen sentidos de pertenencia diferentes.
Sin embargo, debemos decirlo, en razón del tiempo subjetivo del que nos habla Castro
(2001), no todos lo logran al mismo tiempo y pareciera que se les dificulta, pues todavía
194
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
albergan sentimientos de desconfianza, miedo, inseguridad e incluso timidez. Creemos que
tienden a ser muy reservados y distantes, tal vez, como mecanismo de defensa y de
supervivencia en los nuevos contextos que les resultan extraños. En este sentido, tenemos
puntos de encuentro con relación a los hallazgos de la investigación adelantada por Lara y
Delgado (2010), en cuanto a que la disciplina, el respeto, la lealtad y la responsabilidad son
algunos de los valores que permanecen en los jóvenes, acompañados de una actitud de
desconfianza que aumenta en la vida civil, mientras los jóvenes establecen nuevos vínculos
emocionales en ese nuevo mundo de significantes sociales en que se encuentran inmersos.
Por tanto y retomando la potencia del vínculo emocional, se hace necesario continuar
en la búsqueda para la creación de nuevos vínculos de los jóvenes con la sociedad civil, de
orden laboral, social, afectivo, comunitario, participativo y de pertenencia, de manera tal que
los reconozcamos y ellos se sienten reconocidos como ciudadanos.
3.3.4 Las lecciones aprendidas por los jóvenes en el tránsito a la vida civil, en relación con
la construcción de vínculos y de valores
A continuación detengámonos en aquellos aprendizajes que los jóvenes identificaron en su
tránsito a la vida civil, y que necesariamente pasan por la construcción de nuevos vínculos y
de los valores que les dan soporte. El tránsito a la vida civil es la experiencia a través de la
cual se dejan las armas y se inicia el caminar hacia la civilidad. Esta experiencia conlleva
procesos de transformación, de resignificación, de dolor y también de perdón, marcando y
configurando la subjetividad desde el mismo tiempo personal de la toma de decisión, el
195
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
posterior desarme, la desmovilización, y los procesos de desvinculación y de reintegración a la
vida civil.
Entonces, ese volver a la vida civil implica además de la ruptura con la vida militar, el
retorno al propio nombre, la recuperación de sus derechos y la búsqueda de una vida digna en
la legalidad. Convoca a un nuevo sujeto, unas nuevas maneras de actuar, una nueva manera de
nombrarse y de reconocerse, el abandono de una identidad guerrera y el empezar a asumirse y
ser reconocido como ciudadano y no como subversivo, cambios que
a todas luces
comprometen su subjetividad. A manera de ilustración presentamos el siguiente testimonio de
un joven en el grupo focal:
“Hoy en día me pienso una persona civil como los demás, me siento ¿cómo le digo?
mejor a la vida que llevaba allá ¿me entiende? porque allá no tenía como un futuro,
ahorita soy estudiante, he trabajado (ahorita no tengo trabajo), ya me siento mejor, no
pienso con males, pienso en hacer el bien, conseguir amigos y compartir con los
demás”.
Ahora bien, en cuanto a los aprendizajes logrados durante el tránsito a la vida civil, los jóvenes
señalaron que es muy importante dejar atrás el concepto de enemigo, lo que resulta esencial
para establecer lazos de confianza, incluso con quienes fueron sus oponentes:
“Yo ahorita estoy con un soldado y ese muchacho cada vez que sale viene acá; ese
muchacho ya va para ocho años en el ejército y él dijo que se iba a salir por mí, o sea
que ya pidió la baja. Umm ¡y después de decir que uno odia a los soldados y se queda
uno con ellos! Yo tengo muchos amigos soldados, ellos cuando salen de permiso
siempre van a mi casa” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4).
“Cuando yo estuve en la oficina del hotel Tequendama, allá como son puros peladitos
un día un muchacho jovencitico que se llamaba Ortigosa, eso me seguía y me seguía y
yo le dije: ¿oiga usted por qué me sigue tanto? Huy es que usted me gusta muchísimo,
muchísimo, es que a mí me gustan las veteranas, ¿cómo la ve? Y yo con cagados 22
años, dizque las veteranas; y yo le digo ¿cuántos años cree que tengo? y me dijo, por
196
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
ahí unos 30. No papito, yo tengo 22 años. ! Pues lo que pasa es que usted me gusta a
mi muchísimo. Pero no hay caso joder contigo! Me gusta charlar con ellos, pero no
más”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5).
También señalaron la necesidad de darle nuevos significados al concepto convivir, pues en la
vida civil se requiere aprender a vivir con los demás bajo las normas y acuerdos establecidos
en el orden legal, y no bajo autoritarismos como estaban acostumbrados. Esa convivencia pasa
por el establecimiento de vínculos con esos otros y por el surgimiento de valores como la
solidaridad, el respeto, la cooperación, la tolerancia y la prudencia, entre otros.
De igual forma, han aprendido a tener firmeza en la decisión de dejar el grupo, es
decir, a no reincidir sea cual sea la situación; asumir los cambios (que son muchos) con buena
actitud, con apertura hacia las personas que los están ayudando, con calma, mucha paciencia,
comportarse adecuadamente en los diferentes espacios donde se desenvuelven y evitar las
malas compañías, entre otros.
Algunas de las recomendaciones que los jóvenes formulan a quienes están iniciando el
proceso de retorno a la vida civil, y que tienen que ver con el establecimiento de vínculos y
valores con la sociedad civil, son:
“Ser solidarios con los demás, aprovechar esta oportunidad para cambiar, seguir
para adelante; no desanimarse; tener buen comportamiento y no hacerle daño a
nadie; no perjudicar a la sociedad con los conocimientos aprendidos, porque hay
gente que es muy hábil para las bombas, los explosivos, y puede hacer daño a la
sociedad…”
Existen de igual forma unas lecciones implícitas, pero muy valiosas, que estos jóvenes han
asumido como son: aprender a responsabilizarse de sí mismo; ganar confianza y seguridad en
197
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sí mismo y en las relaciones con los demás; no sentir vergüenza; ser perseverantes para sacar
adelante el proyecto de vida y no desaprovechar esta segunda oportunidad que se les está
brindando.
3.4. El cambio de regímenes con la llegada a la vida civil
En este capítulo hemos realizado una aproximación a los movimientos de la identidad de los
jóvenes desmovilizados y a la reconfiguración de sus vínculos y sus valores en tres momentos:
al dejar la vida en el grupo armado, durante el tránsito que a su manera cada uno emprendió
en el proceso de retorno a la vida civil. Queremos en este apartado detenernos en lo que
llamamos “vida civil” y las implicaciones que tiene para los jóvenes vivir en ella, pues si bien
en el contexto del grupo insurgente sus subjetividades estuvieron dominadas y sujetadas, es
necesario poner de presente que en el ámbito de la vida civil, los jóvenes también se enfrentan
a mecanismos de dominación y poder, pero en este caso más sutiles. En este contexto sus
subjetividades pasan por la búsqueda de mayores niveles de igualdad, de equidad y de
reconocimiento31, que para algunos se traducen en prácticas de resistencia y de emancipación.
En esta línea de argumentación, es necesario pegar una mirada a los espacios sociales
de la vida civil, donde a través de las interacciones y pautas de relación que establecemos con
los demás, configuramos diferentes identidades y vamos adquiriendo sentidos y
significaciones diferentes en cada uno de ellos. Por ejemplo, nuestra identidad en el espacio
31
Se trata de la justicia como equidad en la participación de la que nos habla Alvarado (2007), citando a Fraser
(2003), la cual requiere acuerdos sociales que posibiliten la interacción de las personas de una sociedad en
calidad de iguales. La justicia como equidad posee una doble dimensión: “es económica en cuanto exige una
redistribución equitativa y es cultural, en cuanto exige el reconocimiento como regulador de la convivencia
social…El requisito de la equidad participativa aplica en todas las áreas de la vida social: la vida laboral, las
relaciones sexuales, la vida familiar, la esfera pública, la educación y las asociaciones voluntarias de la sociedad
civil, aunque la participación adquiere connotaciones diferentes en cada una de ellas” (p. 27).
198
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
familiar, es diferente de la que entra en juego cuando estamos en el ámbito laboral o en el
ámbito ciudadano, pues ella se despliega en función del escenario donde nos encontramos.
Esa adscripción a la vida civil en la legalidad y en la institucionalidad, demanda la
construcción de nuevos vínculos sociales y afectivos, en el proceso de redireccionar sus vidas
para instalarse con nuevos modos en el orden social y poder vivir una vida digna como
ciudadanos. Bien vale decir, de acuerdo con el Observatorio de Procesos de Desarme,
Desmovilización y Reintegración-ODDR- (2010), que en este proceso están implicadas la
subjetivación de su experiencia y la generación de capacidades para la construcción de nuevas
formas de ciudadanía (p.9).
Y esa construcción de nuevas formas de ciudadanía, pasa también por procesos de
subjetivación en los diferentes espacios que configuran la vida civil, pues en ellos se tejen
diversidad de relaciones sociales y de poder. Hablamos entonces del escenario familiar donde
los jóvenes comienzan a establecer o fortalecer sus vínculos, pero que a su vez está enmarcado
por unas normas, unos valores y por los nuevos roles que comienzan a desempeñar,
emergiendo por tanto identidades que los identifican como marido y mujer, como padres o
como familiares de otros miembros. Podemos decir que en este espacio, la práctica social está
caracterizada por el establecimiento de relaciones desiguales, a causa de las diferencias de
sexo y generacionales entre sus miembros
Otro escenario importante en la vida civil de los jóvenes, es el laboral. En él se dan
relaciones desiguales por las diferencias jerárquicas entre trabajadores y patronos y por tanto,
sus identidades fluctúan de acuerdo con quienes interactúen y por los valores de
199
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
competitividad, respeto, productividad, cumplimiento y honradez, entre otros, que allí
circulan.
No podemos dejar de lado el espacio comunitario, aquel espacio físico y simbólico
donde los jóvenes comienzan a crear sentidos de pertenencia, valores para vivir en comunidad
y relaciones sociales con otros, con sus vecinos, quienes bien pueden terminar aceptándolos o
rechazándolos, a través de relaciones de poder incluyentes o excluyentes.
Con relación al espacio institucional, la casa donde funciona la Alta Consejería se
constituye en uno de los escenarios más valiosos para los jóvenes, en el proceso de
construcción de ciudadanía y de aprendizaje en el establecimiento de relaciones sociales para
poder vivir en comunidad. Y aunque allí también existen evidentes relaciones de poder,
podemos decir que en este escenario, para la mayoría se da la verdadera desmovilización, al
afianzar la dejación de las armas a través del acompañamiento psicosocial brindado.
De otro lado la ciudad, aquel lugar que inicialmente les inspira temor e inseguridad,
poco a poco adquiere sentido para ellos, mediante las interacciones sociales que gradualmente
establecen en la esfera pública. Sin duda alguna, allí se dan relaciones desiguales en el marco
de los derechos que gradualmente van conquistando y van aprendiendo a reclamar como
ciudadanos, y por las mismas tensiones que les genera el aprender a moverse entre los
intereses privados o públicos, y entre la individualidad y la colectividad.
Como vemos, en cada uno de estos espacios se dan modos de producción de práctica
social distintos, es decir, de relaciones sociales donde opera un poder diferente; y estas
prácticas sociales son dinamizadas por las contradicciones que se dan entre ellas, generando
relaciones desiguales.
200
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Aclaremos qué entendemos por poder. El poder hace alusión a toda relación social
caracterizada por un intercambio desigual, y que por lo tanto, termina afectando las
condiciones que determinan una vida digna, como también, las trayectorias y los proyectos
personales y sociales. En otras palabras, ese poder se traduce en el intercambio desigual al que
se ven enfrentados los jóvenes en la adquisición de bienes, servicios, recursos, valores,
capacidades y oportunidades, entre otros.
Y a esto precisamente nos interesa llegar, pues sí lo más característico de las relaciones
de poder son las desigualdades, que como acabamos de ver pueden ser en educación, en
oportunidades, en participación, en servicios, etc., esa desigualdad termina por afectar las
condiciones de vida y las trayectorias individuales o colectivas de los jóvenes desmovilizados,
en las diversas constelaciones de poder donde se desenvuelvan. Por tanto, los jóvenes
desmovilizados se enfrentarán a relaciones desiguales de poder en su vida de matrimonio y la
familia; en la fábrica o empresa donde trabajen; en la comunidad, barrio o región donde vivan;
en las organizaciones de base a las que pertenezcan y en el Estado. Y esas formas de poder se
hacen evidentes en la cultura
patriarcal, la explotación, la diferenciación desigual, la
dominación y el cambio desigual, entre muchos más. Y aunque algunas de ellas privilegien
unos espacios, estarán siempre presentes también en las constelaciones sociales de poder de
otras relaciones. Ilustrémoslo con el siguiente relato de un joven desmovilizado:
“Vea el caso de un hermano él que le digo que se desmovilizó, ya tenía todo el
proyecto, mejor dicho lo tiene, le faltaba un local porque él iba a poner una
panadería. Se fue para ya para El Salado a buscar a un amigo a ayudarle a lavar una
piscina en un balneario, entonces el amigo se puso a tomar y no llegó; mientras él se
puso a lavar la piscina y se vino como a las ocho de la noche y por esa carretera sola
había como dos espejos así tirados, de esos retrovisores de moto y estaban buenos.
Entonces él los recogió y más adelante estaba la policía por ahí y lo requisó y
encontraron los espejos, entonces le dijeron que dizque hubo un atraco por allá y que
201
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
él había estado ahí supuestamente, y se lo llevaron al CAI y llevaron al denunciante.
El policía le dijo que lo culpara “diga que fue ese”, y el tipo le hizo caso y se lo
llevaron a “la picaleña” nueve meses, y eso que salió por vencimiento de términos,
porque le leían como para cuarenta años, que porque era desmovilizado, que por aquí
, que por allá , si ve, doctora que no es fácil”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista
N° 3).
Y es justamente en los diversos espacios sociales donde se amplía la subjetividad, pues
como ya hemos visto, las experiencias y las formas de sociabilidad son diferentes, a raíz de las
tensiones, conflictos, desencuentros, relaciones de poder, y desigualdades, que en ellos se
presentan32. Y es aquí donde los jóvenes comienzan a vivir relaciones de tensión y de
negociación, dándose cuenta que no solo en la guerra se mata o se aniquila al otro:
“Como le decía doctora, hay veces lo tratan a uno mal ¿si mira? Por ejemplo, yo tuve
un caso con un policía, un agente, estaba allá en la casa sentado y llegan con una
requisa. Me requisan y me dicen “súbase al camión”, yo digo pero por qué me voy a
subir al camión, si no me ha pedido ni papeles, “que súbase o lo subo” me dice.
Entonces me subí y le dije: “no mire yo soy desmovilizado”, entonces de una vez
comenzó ese señor a pegarme y me decía “para echarle acá un paraco, que le saque
los dientes”, que no se qué ¿si mira? No más por haberle dicho que era desmovilizado
¡y a un policía! Entonces como a los dos meses volví y me lo encontré y yo iba con
otro muchacho, un menor de edad, me pide los papeles, le paso la cédula, pasa la del
otro muchacho y me dice que la mía no, que no hay sistema, que toca ir a la Sijin para
averiguar, que me subiera al camión otra vez, me subí porque íbamos para la Sijin. Me
sacó fuera de Ibagué por allá y me pegó otra vez, me hizo desnudar y me hizo venir
para la casa sin ropa. Yo lo denuncie, pero eso no hacen nada. Acá vine, pero me
mandaron a la Fiscalía. Allá eso quedó quieto. Pues yo puse la demanda en la
Defensoría del Pueblo y no la recibieron; me mandaron para la Procuraduría y allá
está eso. La última vez él man me dijo que donde me encontrara me iba a matar. Y eso
es lo que pasa y puede preguntarle a muchos desmovilizados que han tenido
32
Alvarado (2007) señala que” la construcción de subjetividades singulares y su interacción con otras
subjetividades en la que se desdibujan los límites entre el yo y el otro, se da solo en la experiencia, no en los
discursos vacíos del sujeto; experiencia en la que confluyen la socialidad y los marcos simbólicos de la cultura,
experiencia que se realiza en un presente que permite integrar la dimensión del pasado como cosmovisión y la de
futuro como mixtura de expectativas, proyecciones y horizonte posible de obra colectiva (Zemelman, 2004), en la
medida en que la experiencia pase por la reflexividad” (p. 86).
202
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
problemas con la policía, y ellos dicen “soy desmovilizado”, pertenezco a la ACR y
eso les dan “como a ratas”, como dicen” y acá no prestan ningún cuidado a eso”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
A la luz de estas consideraciones y tal como lo vemos reflejado en el anterior relato, no
podemos desconocer que en la vida civil también se dan procesos de control que configuran
regímenes derivados de las reglas y, en otras ocasiones, de los abusos de ellas, y que por ellos
transitan las subjetividades de los jóvenes, donde se despliegan con especial fuerza sus
dimensiones política y ciudadana.
Nos encontramos entonces con subjetividades supeditadas a esos vaivenes, a esos ires
y venires, que en la complejidad de esos espacios- en el contexto de la vida armada y en el de
la vida civil- han transitado por una lucha y tensión entre la dominación y la búsqueda de la
emancipación. Por tanto, queremos poner de relieve que esa transición de las subjetividades
de los jóvenes no termina con la llegada a la vida civil, pues como bien vemos, esos
mecanismos de dominación, aunque más sutiles, continúan en la vida civil y demandan otros
procesos de configuración, dado que las subjetividades no emergen en abstracto, todas tienen
su contexto y aunque muchas continúen domesticadas, otras se resistirán a las prácticas de
dominación a través de mecanismos de resistencia.
Ahora bien, este análisis nos quedaría incompleto sí no tenemos en cuenta el contexto
de la justicia social. En el marco de la justicia como equidad participativa, Nancy Fraser
(2003) ubica la exclusión social en la intersección de dos dimensiones de la justicia social: la
mala distribución de recursos (justicia distributiva) y la falta de reconocimiento (filosofía del
reconocimiento), de manera tal que a una persona excluida socialmente se le impide la
participación económica y cultural. En este sentido, los jóvenes desvinculados en su proceso
de retorno a la vida civil, se encuentran con una serie de obstáculos institucionalizados
203
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
traducidos muchas veces en impedimentos, por un lado, de tipo económico por la mala
distribución y no contar con los recursos que necesitan para interactuar libremente en igualdad
de condiciones con los demás; y por el otro lado, en impedimentos culturales cuando el orden
social establecido les niega el estatus de socios con plenos derechos en la interacción social,
careciendo de reconocimiento:
“Como le decía, hace ocho días, estuve reclamando los medicamentos de salud, pero a
mí no me están cumpliendo con la salud ni nada. Entonces le dije allá al médico “
hijueputa vida”, así se lo dije, a mi me dio mucha rabia, porque como no estoy
acostumbrado a que me nieguen las cosas y donde yo estaba pues no me negaban
nada, y acá pues qué va, que no, que los carné que yo tenía dizque no cubrían esos
medicamentos y con eso me despacharon, entonces yo les dije: pero estaba mejor
donde estaba, porque allá si dan todo sin estar rogando a otro”. (Exguerrillero de las
FARC. Entrevista N° 10).
Entonces, y de acuerdo con la autora, lo que se necesita son políticas que puedan establecer
una igualdad de estatus y que fomenten la equidad participativa en todas las esferas de la vida
social.
Con respecto al reconocimiento de los jóvenes desmovilizados, resulta muy pertinente
el “modelo de estatus” que Fraser (2003) aporta, donde “el reconocimiento es una cuestión de
posición social…lo que requiere reconocimiento es la posición de los miembros individuales,
como socios de pleno derecho en la interacción social” (p.62). Así las cosas, la falta de
reconocimiento significa subordinación o exclusión social, que en los procesos de
reintegración a la vida civil se acentúan, pues los jóvenes se encuentran con una sociedad de
“puertas cerradas”, haciéndose necesario no sólo que la sociedad se prepare y se abra a la
reintegración, sino también, que el Estado continúe formulando políticas tendientes a superar
la exclusión, de manera tal que esta población sea reconocida como miembro de la sociedad,
204
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
como socios con derechos y capacidad para participar en igualdad de condiciones con los
demás.
Por lo tanto, se requiere de debates públicos entre sociedad, Estado y jóvenes
desmovilizados, donde sean ellos mismos quienes deban “discutir si el modelo de valores
culturales institucionalizado obstaculiza la equidad de participación y sí las alternativas
propuestas la fomentarían” (p.66); de otro lado, las reformas que se adelanten deben atender el
problema de la exclusión social de manera integral, lo que en palabras de Fraser significa
(2003), “con una visión política bifocal que permita mirar simultánea y analíticamente a través
de las lentes de la distribución y el reconocimiento”(p.67).
En esta misma línea resultan pertinentes los aportes de Axel Honneth (2003), al
plantear que el reconocimiento de la persona depende no sólo del respeto por parte de todos,
de los derechos universales, sino también de que “reciba un trato afectuoso, cuidadoso y
amoroso en el nivel de sus relaciones familiares y amistades íntimas, y de que consiga una
valoración de sus capacidades y particularidades en el ámbito de sus relaciones laborales”
(citado por Cortés, 2007, p.97). Bajo estos criterios de justicia será posible el reconocimiento
de los derechos sociales y culturales de los jóvenes desmovilizados en las políticas públicas y
a su vez, se posibilitará su reconocimiento como ciudadanos por parte de la sociedad.
Ahora bien, es interesante advertir que a pesar de las dificultades que los jóvenes
puedan encontrar en sus diferentes contextos, muchas de ellas asociadas con ese no querer
reconocer los derechos que les corresponden como ciudadanos, con el abuso de poder o el
estigma, en su mayoría se muestran optimistas frente a su condición de ciudadano y a los retos
que les impone el futuro:
205
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Soy otro ciudadano más, otro civil más en la cuenta. Estoy siendo un chino juicioso
que está estudiando, y quiero llegar a ser un buen mecánico automotriz”.
(Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7).
“Estoy siendo un civil que quiere progresar; estoy siendo un estudiante, y quiero
llegar a ser un trabajador independiente”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N°
3).
“Yo soy una ciudadana más; ahora estoy siendo una estudiante, no me dedico sino a
estudiar y a dormir. Y para el futuro quiero llegar a ser una gran médica para cuidar
a los niños enfermos y a todas las personas”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista
N° 5).
“Soy un ciudadano más en la vida, soy un padre de familia; estoy siendo un
estudiante que quiere tener un negocio para salir adelante, y quiero llegar a ser un
mecánico automotriz, porque por donde yo vivo se ve mucho eso , con eso ya saldría
adelante… Me siento una persona de bien, una persona sociable, con amigos y
amigas. Me siento como cualquier persona, para solidarizarme con las personas,
como un civil normal, común y corriente como los demás”. (Exguerrillero de las
FARC. Entrevista N° 8).
“Pues yo ahorita soy un estudiante que es cumplido en todo. Estoy siendo un
trabajador para que de aquí a mañana pueda tener algo en la vida, poder sostenerme,
conseguir las cosas que necesito y no depender de nadie. Quiero llegar a ser alguien
en la vida, tener algún proyecto y trabajar por mi propia cuenta”. (Exguerrillero de
las FARC. Entrevista N° 10).
“Soy una civil más, estoy estudiando arto para llegar a ser una ingeniera civil, esa es
mi meta”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2).
Queremos señalar el hecho que a pesar de los obstáculos que se les han presentado en su
proceso de retorno a la civilidad y legalidad, sorprende que su identidad esté asociada a la del
ciudadano que está ejerciendo varios roles para llegar a ser “alguien en la vida”, y por sobre
todo, una persona independiente económicamente, y por qué no, un profesional. En este
contexto y en contraste, encontramos que de una subjetividad configurada por la obediencia y
el miedo en el grupo armado, con el tránsito a la vida civil se va configurando otra
206
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
subjetividad que gana en autonomía y que a través del estudio y el trabajo busca vivir una
vida digna. Nos hallamos entonces frente a un sujeto que al recuperar su libertad, comienza a
decidir lo que quiere para su vida y está perdiendo el temor a hacerse cargo de sí mismo:
“Bueno hoy en día yo lo veo bien porque nos han brindado el estudio y la oportunidad
de seguir adelante; uno ya está aquí afuera y tiene la libertad y puede conseguir lo
que usted quiera, comerse lo que usted quiera, antes no lo podía .Ahora puedo dormir
hasta la hora que quiera, salir los domingos para donde quiera, usted ya sabe que es
sábado o domingo y puede estar viendo la familia”. (Exguerrillera de las FARC.
Entrevista N° 1).
“Hoy en día tengo mi libertad, soy libre, no estoy pensando que tengo que pedirle
permiso a fulano de tal. No, ya por ejemplo, ya uno es libre de hacer lo que uno quiera
¿cierto? Aunque ya estamos aquí comprometidos con la ACR, todo es muy diferente
porque ya se siente uno alguien, porque uno no le está pidiendo permiso a alguien, si
lo hago o no lo hago. En cambio allá era muy diferente porque uno hasta para ir a
orinar tocaba pedir permiso”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6).
Asimismo, encontramos que los jóvenes van reconfigurando sus vínculos y valores y de esta
manera hacen “más llevadera la vida” en la civilidad. Y esa identidad asociada a la ciudadanía,
se despliega entonces en un plan de vida que los lleva a retomar sus vínculos familiares (es su
referente central de apoyo), vivir su condición juvenil como cualquier joven, tener proyectos
y construirse un lugar en la sociedad. En otras palabras, el retorno a la vida civil termina
siendo un proceso de autocreación como experiencia de devenir sujeto de la propia vida, lo
que al decir de Arfuch (2002, p. 139), son diversos “sentidos” de la vida en juego:
“Soy una persona de bien, una persona trabajadora, que tiene amigos, que más le
digo, estudiante y con el ánimo de salir adelante, que se siente bien. Yo soy un joven
alegre, me gusta mucho la música, me gusta salir con los amigos, ir al parque a
bañarse, ir a paseos, todo eso me gusta. Pues a lo que soy ahora a lo que era antes es
207
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
como mejor. La diferencia es que soy una persona de bien, un civil igual que todos, y
antes era una persona, no sé… En verdad he cambiado mucho, mi mamá se siente
bien, tengo unos hijos ya en un hogar seguro”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista
N° 8).
Finalmente, es nuestro interés insistir en que la configuración de las subjetividades de estos
jóvenes en la vida civil, se juega en un enfrentamiento y tensión entre mecanismos que
promueven la regulación y la adaptación, y aquellos que se orientan por abrir espacios de
deliberación, de participación crítica y de resistencia. Y esta es una tensión que siempre estará
presente.
208
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Capítulo 4. LA REINTEGRACIÓN Y SUS SIGNIFICADOS VISTA DESDE SUS
OTROS ACTORES: EL EQUIPO PSICOSOCIAL DE LA ALTA CONSEJERÍA PARA
LA REINTEGRACIÓN-ACR-DE IBAGUÉ Y ALGUNOS DOCENTES DE LOS
JOVENES
En los capítulos anteriores hemos analizado los testimonios de los jóvenes para comprender la
configuración de sus subjetividades, en su experiencia de la vinculación y desvinculación de
los grupos alzados en armas; también hemos podido comprender cuáles han sido esos
movimientos que se han dado en sus subjetividades, a través de los cambios suscitados en la
identidad, los vínculos y los valores.
A continuación dedicaremos este capítulo al análisis de las voces del equipo de
profesionales del Centro de Servicios de la Alta Consejería33 de la ciudad de Ibagué,
encargados de brindar el apoyo psicosocial a los jóvenes, como también, a los testimonios de
algunos docentes que vienen trabajando con ellos, con el fin de conocer la mirada institucional
y comprender a partir de sus experiencias, cómo ven y cómo han vivido el proceso. De esta
manera y como punto de partida para este capítulo, se hace necesario comprender la
complejidad de los procesos de Desarme-Desmovilización y Reintegración-DDR- en nuestro
33
La Alta Consejería Presidencial para la Reintegración Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en
Armas (ACR), la cual hace parte del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (DAPRE),
fue creada por el Gobierno Nacional en el año de 2006, con el fin de definir, coordinar, ejecutar y evaluar la
política nacional para la reintegración social y económica de los desmovilizados de organizaciones armadas
ilegales, en coordinación con el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PAHD) del Ministerio del
Defensa, el Ministerio del Interior y de Justicia y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Con la creación de
la ACR se transformó el programa de Reinserción del Ministerio del Interior, en una Política Nacional de
Reintegración.
209
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
país, para así contar con elementos que nos permitan ganar claridades acerca del programa y
de las voces de sus otros protagonistas. A continuación, en un segundo momento, nos
centraremos en los significados que otorgan los profesionales al proceso de reintegración y sus
implicaciones en la subjetividad; en tercer lugar, haremos un acercamiento a las experiencias
adquiridas por los profesionales y a las lecciones aprendidas en su trabajo con los jóvenes.
Luego, en un cuarto momento, conoceremos cómo es vista la reintegración a partir de la
experiencia adelantada por un grupo de docentes de una institución educativa que presta sus
servicios a la ACR. A partir de estos desarrollos, en quinto lugar intentaremos hacer un
balance de la experiencia de acuerdo con los aprendizajes destacados y lo que falta por
aprender, de acuerdo con los profesionales. Finalmente, presentaremos los retos y desafíos que
tanto profesionales, como docentes, identifican para el programa.
4.1. Acerca de la complejidad del proceso Desarme-Desmovilización-ReintegraciónDDR- en nuestro país.
El retorno a la vida civil de quienes han estado vinculados a los conflictos armados en nuestro
país, se ha llevado a cabo de diversas maneras. En el primer capítulo dedicado a las
consideraciones generales de este estudio, hicimos alusión a los discursos alrededor del
conflicto armado, la violencia y los procesos de paz en nuestro país. Este recorrido nos
permitió ver la complejidad del proceso, pues éste se ha movido entre la amnistía; el perdón y
olvido; los acuerdos de paz; los acuerdos de convivencia; los programas para la reinserción y a
partir del año 2000, en programas para la desmovilización. Sin embargo, todas estas iniciativas
se han llevado a cabo en medio del conflicto y los procesos de paz, en consecuencia, han sido
210
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
parciales, discontinuos, con retrocesos en ocasiones y con características diferentes según cada
grupo y las condiciones para su retorno a la vida civil.
Con respecto al DDR, investigadores como Colin Gleichmann, Michael Odenwald y
Adrian Wilkinson (2004),
identificaron que existen tres componentes que no sólo
caracterizaban los programas estudiados, sino que también, contribuían a la consecución de la
paz y a la planeación de procesos de reconstrucción en el posconflicto: el desarme, la
desmovilización y la reintegración, tres procesos cuya ruta, aparentemente puede planificarse
temporalmente cuando se desconocen las implicaciones de la subjetividad y las transiciones de
quienes han estado involucrados en los conflictos armados.
Colombia se ha acogido a este proceso, y los jóvenes que se desmovilizan34 pasan por
los procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración-DDR- como un componente que
forma parte de una estrategia más amplia en la construcción de paz del país 35. Ahora bien,
todos los procesos de construcción de paz relacionados con conflictos armados, deben pasar
por una etapa final en la cual los excombatientes se reintegran a la vida civil. Esta fase suele
ser la más crucial de las tres, pues parece ser la más difícil para quienes deponen las armas,
por dos razones de mucha complejidad. La primera, porque en lo subjetivo representa un
34
Los desmovilizados colectivos negocian con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y los
desmovilizados individualmente son atendidos por el Ministerio de Defensa Nacional, a través del Programa de
Atención Humanitaria al Desplazado –PAHD- En ambos casos, la etapa de reintegración está a cargo de la ACR,
que coordina, asesora y ejecuta con entidades públicas y privadas la ruta de reintegración. (MAPAZ, 2010).
35
La Comisión Nacional de Reparación en su II informe titulado “La reintegración. Logros en medio de rearmes
y dificultades no resueltas” del año 2010, identifica cuatro etapas a saber: desarme o fase en la cual se considera
el armamento existente y su recolección, almacenaje, destrucción o redistribución a las fuerzas nacionales de
seguridad; la desmovilización, que hace alusión a la liberación controlada de los combatientes activos de las
Fuerzas Armadas o de grupos armados organizados irregulares, procediendo a su acantonamiento en centros
temporales para proceder a medidas de registro, desarme, orientación previa y vinculación a la vida civil. La
reinserción o atención inmediata a la población desmovilizada en cuanto a su instalación, sostenimiento y acceso
a programas de documentación, capacitación, formación laboral y atención en salud; y la fase de reintegración o
proceso por el cual los excombatientes adquieren la condición de civiles y obtienen un empleo sostenible e
ingresos regulares; es un proceso social y económico que busca su proyección a las comunidades de impacto,
siendo una responsabilidad nacional.
211
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
momento determinante para sus vidas, sumado a las condiciones sociales y económicas que
favorecerán su retorno; la segunda, porque requiere de la aceptación por parte de las
comunidades36.
Con respecto a los significantes de estas tres etapas, la socióloga e investigadora
experta en conflicto armado y reconciliación Kimberly Theydon (2005), nos dice que el
desarme consiste en la recolección y eliminación de armas pequeñas, municiones, explosivos
y armas pesadas de los combatientes. La desmovilización, en un proceso en el cual las
organizaciones armadas disminuyen de tamaño e implica concentración, acuartelamiento,
gestión y concesión de licencias a los excombatientes, junto con asistencia para motivar a
deponer las armas. Finalmente la reinserción, en una medida para fortalecer la capacidad
social y económica de los desmovilizados y sus familias, con el fin de facilitar su
reintegración.
No obstante, de acuerdo con el Observatorio de Procesos de Desarme,
Desmovilización y Reintegración de la Universidad Nacional-ODDR- “lo que en un principio
podría parecer como una configuración en serie DDR, y por lo mismo una ruta clara con tres
fases definidas, enseguida muestra una dificultad en su precisión, en particular para el caso
colombiano” (ODDR, 2009, p, 2). Y es que ellas pierden su nitidez cuando se intenta
establecer su especificidad, pues para algunos la desmovilización va antes que el desarme,
36
En la ACR la comunidad es entendida como “el grupo de actores sociales, individuales y colectivos, que
intervienen (de manera directa o indirecta) a nivel local, regional y/o nacional e internacional en el proceso de
reintegración de los participantes. Entre dichos actores se encuentran los miembros de la comunidad, las víctimas
de la violencia, las entidades del Estado, las instituciones educativas y de salud, el sector productivo privado, las
organizaciones sociales locales, los medios de comunicación y las organizaciones de cooperación internacional,
entre otros” (MAPAZ, 2010, p.19).
212
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
mientras que para otros, va después, y no falta quienes afirmen que el desarme es una parte de
la misma desmovilización.
Ante esta confusa situación, el Observatorio sugiere un nuevo ordenamiento:
Desmovilización-Desarme-Reintegración, emergiendo la desmovilización como término
genérico para denominar todo el proceso en su conjunto, proceso que incluso ha llegado a
asociarse con la inscripción en este programa.
Pero en esta misma línea de argumentación, hay quienes optan por hablar de
desmovilización cuando se hace alusión a la firma de Acuerdos de Paz, y de deserción para
referirse a quienes se desvinculan de manera individual. De esta manera, el orden de los
componentes del proceso cambia, así: Desarme-Deserción-Reintegración. Frente a esta
situación y de acuerdo con el Observatorio, se inaugura la aparición de dos nuevos
calificativos los cuales tiene que ver con los desmovilizados y los desertores.
Ante esto, muchos excombatientes reclamaron que el primer momento no debería
llamarse desarme, sino “presentación”, quedando entonces el proceso como: PresentaciónDesmovilización-Reintegración.
Pero teniendo en cuenta la complejidad del proceso, que seguimos en medio del
conflicto armado, que no se puede pensar la salida en términos lineales y que sus componentes
no se cumplen a cabalidad desde el primer momento, el Observatorio nos invita a pensar la
complejidad
del
proceso
en
los
siguientes
términos:
Desarme-Desmovilización-
Reintegración- Desmovilización-Desarme. En esta ecuación, que se inicia con el desarme
formal, le sigue una desmovilización parcial, seguida de unos intentos de reintegración a la
vida civil, y a partir de sus resultados se afianzan la desmovilización y finalmente el desarme,
213
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
interpretado como la experiencia personal de desprendimiento del sujeto con el grupo y su
resolución. Vale la pena poner de relieve que no todos logran “desarmarse” en términos de
Castro (2010, p.6), es decir, deshacerse del poderío que significan las armas, y quienes lo
hacen, lo llevan a cabo en privado y en un tiempo subjetivo. Y es precisamente en este
“segundo desarme” como lo llama nuestra autora, en el cual se renuncia al poder de las armas,
a las estructuras de la organización armada, a los jefes y su mando, cuando se da la verdadera
desmovilización. Para nosotros se constituye en lo que hemos venido llamando, la
“desvinculación emocional” del grupo y es el que consideramos, hace del proceso de
reintegración algo impredecible.
Aunque la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación-CNRR- hable de los
procesos DDR como Desmovilización-Desarme y Reintegración, estamos de acuerdo con el
Observatorio ODDR y con la ACR en denominar el proceso como Desarme-Desmovilización
y Reintegración pues tal y como éste se lleva a cabo, en primer lugar viene el desarme o
entrega de armas; luego de transcurrido un tiempo subjetivo se vive un proceso donde se
desiste de la guerra y sus lógicas y se deshacen los referentes de identidad personal y
colectivos. Este proceso lo denominamos desmovilización. Posteriormente se da la
reintegración y que nosotros preferimos denominar como retorno; es un proceso a través del
cual el sujeto se inscribe nuevamente a la vida legal, a la institucionalidad, a las lógicas del
vínculo social, al ejercicio de la ciudadanía y se da su reintegración social y económica.
Como podemos ver, la complejidad del proceso es enorme, lo que nos lleva a
considerarlo como un campo abierto, donde se siguen repensando sus categorías pues éstas
continúan problematizándose. Y esta disyuntiva se hace presente en la ACR, aunque ellos en
su programa conciban la reintegración como una política que busca brindar salud, educación,
214
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
formación para el trabajo y apoyo social y afectivo para cada participante, atendiendo su
propio proceso, para promover su desarrollo personal y social. La política nacional de
reintegración37 al comprender esta complejidad, incluye además a las familias y comunidades
receptoras “bajo la concepción de que la sostenibilidad de la reintegración, implica trabajar no
solo con el desmovilizado, sino también con su entorno” (MAPAZ, 2010, p.1), de acuerdo con
la particularidad de cada contexto.
4.2 La Reintegración y sus significaciones para el equipo de apoyo psicosocial
Con la creación de la ACR en el 2006, se inaugura la creación e implementación de un
Modelo de Atención Psicosocial, es decir, el modelo lleva 5 años de implementación con los
protagonistas del proceso de reintegración. Está basado en el desarrollo de competencias de
acuerdo con los contextos en los cuales se desenvuelve el participante. Por tanto, busca
desarrollar habilidades psicosociales, educativas, laborales y comunitarias para vivir en
comunidad como ciudadanos autónomos. La reintegración cubre tres dimensiones, social,
económica y comunitaria. La reintegración social comprende atención psicosocial, salud y
educación; la reintegración económica cubre dos líneas, formación para el trabajo y
37
De acuerdo con el informe de cierre de gobierno de la ACR septiembre 2006-2010, la Reintegración como
Política Nacional es un compromiso de Estado que se basa en tres pilares: visión de largo plazo, participación de
las comunidades y sostenibilidad (p.1). Asimismo, hace parte de la Visión Colombia Segundo Centenario 2019,
la cual tenía proyectado para el año 2010 alcanzar a 41.047 personas reincorporadas, cifra que se superó a junio
de 2010 con 45.000 desmovilizados (p.2).
215
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
generación de ingresos; y el trabajo con la comunidad el cual aborda la formación ciudadana,
el proyecto comunitario y la acción simbólica38.
Desde la institucionalidad, veamos a continuación las significaciones que le otorga el
equipo de profesionales de apoyo psicosocial del Centro de Servicios de la ACR, de la ciudad
de Ibagué. Todos los profesionales, quienes son psicólogos, coincidieron en concebir la
reintegración como un proceso, pero en esta aproximación encontramos también tensiones, las
cuales reflejan la complejidad que éste encierra. Dada la diversidad de respuestas, hemos
tratado de agruparlas en dos bloques así:
4.2.1 La reintegración como un proceso centrado en el programa
En primer lugar, encontramos la reintegración como un proceso de cambios psicológicos que
viven los jóvenes para su adaptabilidad a la vida social, a través del desarrollo de
competencias que se trabajan en el programa:
“La reintegración es un proceso, una transición que implica cambios a nivel de
creencias, de conductas, de emociones, de la relación de uno con la comunidad, con
el gobierno; es digamos un cambio que implica un desarrollo de competencias que
permite la adaptabilidad al sistema social que tiene el país”. (Profesional ACR N° 1).
En el programa, estas competencias apuntan al establecimiento de relaciones asertivas, la
resolución no violenta de conflictos, la responsabilidad y la proyección y orientación al logro.
38
Según el informe de cierre de gobierno de la ACR 2006-2010, “A partir de la inclusión de la Política de
Reintegración en los planes de desarrollo de 17 departamentos y 132 municipios en el país, los gobiernos locales
e han apropiado gradualmente del proceso” (p.11).
216
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En segundo lugar, es vista como el restablecimiento de otros proyectos de vida,
diferentes al delito de la vinculación al grupo armado, delito que en algunos casos se ha
naturalizado en su entorno familiar. Bajo esta concepción, los jóvenes serían vistos como
delincuentes, lo que evidencia una tensión en cuanto a la concepción de los desmovilizados
como “participantes”, que se maneja en el programa:
“Si bien son personas que vienen siendo participes del delito como una opción, se
quiere a través de este proceso lograr que ellos se aparten del delito, delito que es
concebido por ellos como un trabajo, pero para nosotros es delito y está tipificado en
el código penal como tal…o también ha sido algo que trasciende de generación en
generación: mi familia perteneció, ahora yo pertenezco y pues lo normal es que
también mis hijos lo hagan. Entonces se trabaja esa dependencia hacia el delito, que
realmente ellos no la tienen consiente. La idea es que ellos no tomen el delito como
una opción de vida, sino como algo que pasó en sus vidas y reiniciar de nuevo su
proceso, restablecer su propio proyecto de vida generando otras opciones y que
ellos puedan adaptarse a la vida social, pero con otra visión”. (Profesional ACR N°
2).
Siguiéndole la pista a esta tensión, resulta pertinente traer a colación la concepción de la ACR
acerca de los participantes: “son los protagonistas del proceso de reintegración que pudieron
romper el vínculo de la violencia… tienen capacidad de discernir y decidir lo que consideran
mejor para sus vidas, optando voluntariamente por el camino a la reintegración… y como
consecuencia, autorregulan su comportamiento a favor de su bienestar personal, familiar y
comunitario” (MAPAZ, 2010, p.5).
En tercer lugar, la reintegración es vista como un modelo en construcción que brinda
diferentes opciones para la vida civil a aquellas personas que por diferentes razones optaron
por la vía armada:
217
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Es un proceso que en estos momentos lo está liderando la Alta Consejería para la
Reintegración y busca dar la oportunidad a aquellas personas que por diferentes
motivos se vieron involucrados en situaciones con grupos armados al margen de la
ley, para brindarles opciones en diferentes áreas, y para lograrlo lo que está
haciendo la Alta Consejería es construir un modelo que permita de alguna manera,
dar la oportunidad a estas personas que están en el proceso. Es un modelo en
construcción y por lo tanto, hay muchas cosas que han dado buenos resultados, y
otras que en cambio no han sido tan buenas”. (Profesional ACR N° 3).
El modelo en mención es un Modelo de Atención Psicosocial39 que se comenzó a implementar
desde el año 2006, y que se ha construido con base en la experiencia de los profesionales
vinculados a él. Estos profesionales son en su mayoría mujeres (75%), quienes trabajan como
“facilitadores” para focalizar la atención psicosocial en el presente, en el futuro y en la
resignificación del pasado. Si bien, lo psicosocial enfatiza en las habilidades, los sueños, los
intereses, las fortalezas, las oportunidades, y los comportamientos de los participantes, no es
fácil lograr la recuperación de la confianza, el reconocimiento y la construcción de la
autonomía, como veremos más adelante.
De manera similar a la concepción anterior, la reintegración es concebida como una
oferta de servicios dirigida a los jóvenes participantes, en los campos social y económico,
promoviendo el desarrollo de competencias en cuatro contextos: productivo, comunitario,
familiar y educativo:
39
La atención psicosocial se lleva a cabo a través de cuatro rutas, establecidas de acuerdo con las características
del participante y sus contextos: 1. Intervención: cuando el participante no requiere tratamiento especializado. 2.
Monitoreo: cuando el participante tiene problemas de seguridad o difícil acceso de servicio. Los encuentros se
hacen mensualmente. 3. Remisión y acompañamiento: cuando el participante es discapacitado o dependiente de
sustancias psicoactivas y/o alcohol, presenta cuadros clínicos, razón por la cual es remitido a instituciones
especializadas. 4. Remisión e intervención: cuando el participante presenta problemáticas psicosociales y es
remitido a terapia psicológica a otras instituciones públicas.
218
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“La reintegración desde mi punto de vista es el proceso que vive un individuo que ha
tomado la decisión de dejar las armas, desde el momento en que es certificado por el
CODA y accede a una oferta de servicios que le brinda la Alta Consejería. Esta
oferta de servicios incluye todo lo que tiene que ver con un abordaje de lo social,
pero también, un abordaje desde lo económico.
Entonces dentro de lo social encontramos específicamente tres áreas, digamos desde
la mirada que tiene la Alta Consejería, que son la atención psicosocial, la atención en
educación y la atención en salud; y dentro de lo económico encontramos la
formación para el trabajo y la oportunidad de acceder, ya sea a un empleo, o a un
plan de negocios. Entonces digamos que la unión del abordaje de lo social y de lo
económico nos da la reintegración propiamente dicha”. ”. (Profesional ACR N° 2).
“La reintegración empieza con un participante o con una persona que se desvincula
del conflicto armado ilegal y llega la sociedad civil; en este momento la Alta
Consejería brinda unos servicios donde ellos pueden acceder a ciertos derechos
como tener salud, y pues el acompañamiento psicosocial que nosotros le brindamos.
La reintegración se da en cuatro contextos: productivo, comunitario, familiar y
educativo y se fortalece a través de unas competencias”. (Profesional ACR N° 4).
Veamos en detalle estos cuatro contextos. El contexto familiar se enmarca en las relaciones
entre los actores, las costumbres, los valores y las normas establecidos por el participante con
sus familiares; el contexto productivo se refiere a la actividad económica del participante en
relación con los actores y organizaciones con quienes se relaciona; el contexto educativo está
centrado en el proceso de aprendizaje del participante con los otros actores y con la institución
educativa; y el comunitario, que está referido a las relaciones en los escenarios de la
institucionalidad, como también a las costumbres y valores de la comunidad en la que se
encuentra inmerso el participante.
Ahora bien, en estos contextos o escenarios de la vida civil, como lo vimos en el
capítulo anterior, operan relaciones de poder que generan tensiones, las cuales se resuelven en
219
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
prácticas de obediencia o de resistencia, pues hay un despliegue de la ciudadanía en cada
espacio. De otro lado, las subjetividades de los jóvenes están supeditadas a los vaivenes en la
complejidad de esos contextos, lo que nos muestra que el asunto no se resuelve con la mera
adquisición de competencias para la vida civil. Insistimos en señalar que en cada espacio hay
regímenes de intercambios desiguales, que las subjetividades pasan por ellos y que el
aprendizaje ciudadano requiere del reconocimiento de los derechos de los jóvenes, de las
oportunidades de participación, de la construcción de comunidades democráticas de confianza
y cooperación, entre otros, para que logren vivir una vida digna en el espacio social.
4.2.2 La reintegración como un proceso que pasa por los sujetos implicados
Avanzando un poco más en los significantes de la reintegración, observamos que ésta es
pensada fuera del programa y es situada directamente en los jóvenes, como una construcción
individual para el establecimiento de vínculos familiares y con la comunidad, en concordancia
con la concepción de “participante” de la ACR como protagonista del proceso:
“Creo que la reintegración la va haciendo el participante de manera individual en el
momento en que llega a la comunidad y establece vínculos familiares, y es un
ejercicio como decimos en la Alta Consejería, de corresponsabilidad para brindarles
unas posibilidades, unos servicios y ellos deben hacer ciertas cosas para acceder a
ellos”. (Profesional ACR N° 4).
Finalmente, encontramos una concepción de reintegración que pasa por las comunidades
receptoras, su aceptación de los jóvenes y la reconciliación de éstos con ellas, lo que implica
en el proceso, abordar los imaginarios y la estigmatización hacia los jóvenes:
220
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“La reintegración es un proceso que le brinda a un participante cuando llega a la
Alta Consejería, el acceso a la reconciliación con la comunidad, y es un poco
manejar dentro del proceso que nosotros tenemos, algunos imaginarios de los
participantes frente a la comunidad”. (Profesional ACR N° 5).
De acuerdo con la complejidad señalada para el proceso, conviene mencionar que actualmente
la reintegración se asocia también con procesos de Reparación y Reconciliación en el ámbito
comunitario, escenario en el cual faltan mayores desarrollos y experiencias para poder generar
procesos de confianza de doble vía:
“Bueno este proceso dentro de la Alta Consejería, en este momento se está dando
como ya lo hablaron dos compañeras, mediante el desarrollo de competencias y el
trabajo con la comunidad… en realidad no se ha conseguido generar un impacto
grande en ellos, en la comunidad que ellos habitan, que es la comunidad receptora,
porque en ocasiones se manejan imaginarios donde la población no quiere acceder a
generar vínculos con la población, y de igual manera, ellos también sienten temor
de ser rechazados , entonces prefieren como evitar. Dentro de las actividades que
nosotros realizamos, está por ejemplo, el invitar a gente de la acción comunal o gente
representativa de la comunidad y ellos (los jóvenes) dicen “no, prefiero que no, nadie
sabe quién soy yo, prefiero hacerme invisible dentro de la comunidad”. Entonces,
obviamente ese tema ha sido un poquito complicado y ha sido uno de los pilares de
integración a la vida civil, el poder reconciliarse con la comunidad”. (Profesional
ACR N° 6).
Según las concepciones presentadas por los profesionales, podemos deducir que se privilegian
las significaciones de la reintegración a la luz del programa, como sí éste lo fuera el todo. Pero
la reintegración va más allá del programa y algunos profesionales ya han ganado esta
comprensión, al considerarla como una construcción del sujeto quien en un proceso de
corresponsabilidad requiere establecer nuevos vínculos, en este caso, familiares, comunitarios,
educativos y laborales. Se reconoce además que el proceso es de doble vía e interpela también
221
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
a las comunidades receptoras, para que desmovilicen su radicalidad frente a los jóvenes y se
logren generar mecanismos de reconocimiento social, que contribuyan a que ellos se hagan a
un lugar en la sociedad y puedan ejercer su ciudadanía para vivir con dignidad.
4.2.3 Una mirada al proceso poniendo el acento en la subjetividad de los jóvenes
Los procesos de DDR demandan dinámicas complejas relacionadas con la política, la
legislación, los contextos, las propuestas y programas que se brindan, como también, en
relación con las mismas dinámicas sociales de aceptación y de responsabilidad de todos. De
otro lado, para los jóvenes desmovilizados el proceso DDR les demanda experiencias fuertes y
complejas que se traducen en rupturas (movimientos subjetivos que producen un quiebre y
marcan un antes y un después); en desplazamientos (movimientos de la subjetividad donde se
dan transformaciones y acomodaciones); y en continuidades (se conservan algunos rasgos de
la subjetividad) de sus subjetividades; como también en la capacidad de construir nuevas
formas de ciudadanía diferentes a la subversión.
Ahora bien, ¿cómo pueden responder los programas a esos movimientos de la
subjetividad? Creemos conveniente que en ellos se abran espacios para que los jóvenes tengan
la oportunidad de tramitar sus duelos y las pérdidas que han vivido; de igual manera, que se
propongan nuevos modos para contribuir al fortalecimiento de la creación de vínculos con la
sociedad.
Como ya lo hemos mencionado en distintas oportunidades en este estudio, el desarme
no es tan sencillo como parece y va más allá de la entrega del camuflado, de las armas y del
material de guerra. Desarmarse es entregar una parte del cuerpo, es como entregarlo todo,
222
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
pues implica desistir del poderío que el arma representa. Y para esto se requieren tiempos
subjetivos de elaboración que no siempre coinciden en el tiempo cronológico.
Por su parte, la desmovilización no es solamente la salida de uno o varios combatientes
de una organización armada o la adscripción a un programa para desmovilizados. La
desmovilización es un proceso que nos remite al sujeto cuando logra deshacer sus lógicas
guerreras, sus afinidades, cambiar sus referentes de identidad y dejar los vínculos emocionales
con el grupo armado. Y aunque no todos se vinculan emocionalmente con el grupo a pesar de
haber estado allí, para quienes hicieron ese anclaje, deshacer los lazos afectivos y las
identificaciones implica un tiempo subjetivo, un tiempo personal (Castro, 2001), razón por la
cual muchos no logran resolver “la salida” del grupo, permaneciendo “vinculados
emocionalmente” por muchos años. Según Lara y Delgado (2010), es como si hubieran
quedado “congelados” en el tiempo, lo que nos indica que la desmovilización también pasa
por el sujeto y por el tránsito de sus subjetividades, jugando aquí un papel crucial, el tiempo
subjetivo.
En este orden de ideas, ni qué decir de la reintegración, ella es mucho más que la
adscripción a un programa. De acuerdo con Castro (ODRR-2010), es también “la nueva
adscripción a la legalidad y a la institucionalidad, a nuevas lógicas del vínculo social que
reorientan la vida, el ejercicio de la ciudadanía y la articulación social y económica” (p.6).
Como podemos apreciar, el proceso DDR en su conjunto es bastante complejo e
impredecible a la vez, no es lineal y puede tomar diversas rutas, lo que sumado a las mismas
dificultades del proceso, hace que no siempre la reintegración culmine en la vida civil. De
hecho, se presentan casos en que los jóvenes terminan reintegrándose nuevamente a su grupo
223
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
armado, otros en los cuales terminan presos en una celda, otros extraditados y muchos más,
asesinados.
Dentro de esta complejidad, no podemos dejar de lado la sociedad y el reto que ésta
debe asumir para tener la capacidad de brindar acogida a quienes alguna vez hicieron de su
vida una apuesta guerrera, y hoy día le apuestan a la civilidad. Y como acertadamente
reflexiona Castro (ODDR-2010), “el conjunto social polarizado en la época de guerra, tendrá
también que desmovilizar su beligerancia y radicalidad, su ánimo guerrero. Para la
institucionalidad, implica comprender que estos procesos se generan y organizan desde las
políticas y programas, pero que en su dimensión más profunda trascienden este ámbito y son
un asunto del país, por cuanto comprometen elementos estructurales y una pluralidad de
participaciones” (p.10).
Consideramos que para que los programas institucionales logren favorecer el retorno a
la civilidad, es conveniente adelantar acciones que favorezcan ese tiempo subjetivo ya puesto
en marcha, “en aras de que cada cual elabore sus duelos y logre nuevos vínculos,
especialmente con la sociedad. Aquí resultan particularmente útiles los trabajos de
recuperación de la memoria sobre aquellas experiencias que dejaron huellas y marcaron al
sujeto, propiciando una confrontación del sujeto consigo mismo, la cual requiere de un tiempo
y un espacio que no logran cubrir los programas” (Lara y Delgado, 2010, p. 53). Y es
precisamente esta confrontación, la que permitirá a los jóvenes resignificar sus experiencias
vividas, imprimirle un sentido ético-político a las experiencias de la guerra y al mismo proceso
de desarme- desmovilización y retorno, para orientar así sus proyectos de vida. En tal sentido,
es indudable la importancia del acompañamiento que se puede brindar a los jóvenes desde los
programas, para ayudarlos a reinterpretar su experiencia guerrera.
224
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
4.2.4 La experiencia del trabajo con los jóvenes desmovilizados y las lecciones aprendidas
A partir de los diálogos realizados en el grupo focal con los profesionales del Centro de
Servicios de la ACR-Ibagué, se pueden identificar algunos aspectos relevantes, relacionados
con las experiencias que han tenido en el acompañamiento y seguimiento del proceso a los
jóvenes desmovilizados. En este contexto, resulta pertinente indicar que en el proceso de
reintegración propuesto por la ACR, lo psicosocial es entendido como “un marco para
identificar, comprender y atender las problemáticas y recursos individuales generados por la
interacción histórica entre el sujeto y un contexto social. Este marco surge como resultado de
los vínculos entre el participante y su contexto familiar, educativo, productivo y comunitario,
además del originado con el profesional psicosocial” (MAPAZ, 2010, p.4).
Esta concepción guarda relación con algunas de las premisas socio-construccionistas,
pues para comprender y dar cuenta de lo jóvenes, es necesario considerar su cultura, su
historia y su contexto social; así mismo se evidencia la importancia de las pautas de relación
en el trabajo con ellos, donde podemos ver cómo el conocimiento es una construcción
intersubjetiva gracias al lenguaje y las relaciones sociales. De otro lado, en esta relación
surgen los vínculos, no sólo en los diferentes contextos, sino también, con el profesional de
apoyo, lo que resulta fundamental en la generación de confianza, compromisos y
responsabilidades de los participantes. Con este telón de fondo, pasemos a revisar qué nos
dicen los profesionales acerca de sus experiencias.
En primer lugar, se pone en evidencia que los profesionales tienen un buen concepto
de los jóvenes, ya que reconocen que ellos, a pesar de las características propias de la
adolescencia, asumen con mucha responsabilidad y compromiso su proceso de reintegración a
225
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
la vida civil, pues ellos “saben qué es la responsabilidad, saben cómo relacionarse”. De esta
manera, y más allá de las necesidades particulares de estos jóvenes, los profesionales tienen
muy claro que su función en el proceso es la de ser acompañantes, pues la obligación de salir
adelante y de responder les corresponde a ellos.
De otro lado, los profesionales de la ACR se reconocen a sí mismos como un equipo
que los apoya, al responder sus inquietudes, guiarlos y aconsejarlos, pero sin asumir sus
responsabilidades o hacer las cosas por ellos, lo que permite entrever que en el programa es
muy importante el compromiso de los participantes. En otras palabras, ellos son los
encargados de entregarles las herramientas necesarias en la vida para que aprendan a usarlas
para su propio bienestar y el de los demás.
En segundo lugar, aseguraron que el trabajo realizado con los jóvenes se les facilita
más que el adelantado con los adultos, pues, éste consiste en abrir espacios para que puedan
compartir sus experiencias, hablar sobre aquello que les pasó y proyectarse hacia el futuro. Al
respecto, es preciso señalar que dos de los principios de la estrategia psicosocial son su
metodología experiencial y la creación del vínculo entre el profesional y el participante, lo que
a su vez puede facilitar el trabajo alrededor de sus vivencias y experiencias, con una mirada
retrospectiva, apreciativa y prospectiva, como lo pretende el programa.
En tercer lugar, afirman que los jóvenes se podrían clasificar en dos grupos:
“Unos son aquellos jóvenes que están dentro de su edad, es decir, hacen cosas de su
edad, tienen problemas de su edad, se afectan por situaciones de su edad, y se
preocupan por cosas que quieren en este momento. Y hay otro grupo de participantes
que son jóvenes pero que a pesar de su edad parecen muy viejitos, entonces son
participantes que la mayoría del tiempo están trabajando y tienen muchas
226
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
responsabilidades porque ya tienen hijos y tienen esposa, pero además tienen
hijastros; y además de eso está la otra familia que son su mamá, su papá y sus
hermanos” (Profesional N° 4).
En este segundo grupo, se pueden ubicar también los jóvenes caracterizados por una carga
emocional de tristeza que menciona otra profesional:
“Algo que hay que agregar, es que he notado también que con la edad que tienen,
han tenido vidas muy tristes, viven con mucha tristeza, no se les evidencia la alegría
de vivir, de los años y cargan con un peso mayor en años al que tienen, porque han
asumido responsabilidades y muchas cosas más” (Profesional N° 3).
Este tratamiento de las profesionales hacia los jóvenes al considerarlos como unos “viejitos” y
además como unas personas muy tristes, es un llamado importante en el trabajo de apoyo
psicosocial para tratar las experiencias dolorosas, pues si bien se reconocen sus historias de
vida, es necesario abordarlas con ellos y darles tiempo para tramitarlas, teniendo en cuenta que
estos tiempos son siempre subjetivos. De igual modo, es deseable que en el programa se
promuevan actividades de esparcimiento atractivas para el mundo juvenil, y que ellos logren
otorgar nuevos significados a su horizonte de vida, más allá de la responsabilidad de trabajar y
conseguir el sustento para sus familias.
Otro señalamiento interesante en esta misma línea, nos remite a la concepción de
“participante” de la ACR, porque si bien lo considera un sujeto en transición a la ciudadanía,
pareciera que se queda corta al no pensarlo también como un sujeto de deseos, de emociones y
de pasiones. Y esto se evidenció en los pocos profesionales que así los pensaron y
reconocieron. Aquí resulta muy valioso el llamado que nos hace el socio-construccionismo, al
recordarnos que las comprensiones que alcancemos de la realidad social, dependen también de
las vicisitudes de los procesos sociales:
227
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Hay jóvenes que a pesar de su corta edad han recorrido todo un mundo porque
desde los nueve o diez, ya han hecho un recorrido del cual muchos ni siquiera nunca
vuelven, es haber estado cuatro, cinco años en un grupo armado y lo que ello implica,
por ejemplo […] una participante que en este momento tiene 21 años, tiene cuatro
hijos,[…] entonces ¿a qué horas empezó su responsabilidad como mamá, a qué horas
ha tenido que asumir tantas cosas? (Profesional N° 3).
Con relación a las lecciones aprendidas en el marco del trabajo realizado en la ACR, los
profesionales mencionaron que es muy importante tener empatía con los jóvenes para así
comprender mejor las situaciones por las que ellos pasaron. De esta forma, el profesional no
debe presentarse ante ellos como una persona impositiva, sino que debe hacerlo como un líder
que les inspire confianza, sin perder de vista el respeto que este trabajo implica. Todo esto les
permite conocer mejor sus historias de vida, para así percibir las necesidades y falencias que
llevaron a los jóvenes a integrarse a un grupo armado al margen de la ley (negligencias
familiares, falta de oportunidades educativas, pobreza, entre otras) y, a
partir de éstas,
proponer ejercicios y actividades para que comprendan que tienen los mismos derechos que la
demás personas y que pueden aprender de las experiencias vividas al interior del grupo
armado para ser mejores personas.
En cuanto a esta dimensión relacional del modelo, los profesionales también han
aprendido que si un joven llega a formar parte de un grupo armado ilegal, es una consecuencia
de una serie de situaciones ya mencionadas: “porque en su casa no había tranquilidad, no
había afecto, no había posibilidades, no había diversión, no había derechos de cierta forma”;
por tanto, logran comprender que el joven estuvo allí impulsado por la presión que ejercen
228
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
dichas situaciones y, en consecuencia, el trabajo en prevención debe ir dirigido principalmente
a las familias y a la población que está más predispuesta a éstas.
En tercer lugar, mencionaron entre las lecciones aprendidas, que los jóvenes que
permanecieron menos tiempo en el grupo armado ilegal se adaptan mejor al programa de
reintegración. Igualmente, han aprendido que los jóvenes que vienen del campo son más
abiertos, más flexibles y más dinámicos para trabajar, además que tienen el interés de realizar
diversas actividades como estudiar, asistir a eventos culturales, pasatiempos, entre otros,
puesto que ellos mismos aseguran que ya no están siguiendo órdenes de un comandante, y por
tanto, ya tienen libertad y deben aprovecharla.
En cuarto lugar, una de los profesionales aseguró que aprendió a valorar más su propia
vida y a admirarlos por su perseverancia y fortaleza:
“Yo he aprendido a valorar la familia, la familia que tengo, la familia que tenemos la
mayoría de los colombianos, familias que son constituidas, digámoslo así, he
aprendido a valorar el estudio, la casa y mi hogar, a través de ellos me he dado cuenta
cómo con esas cosas que son básicas, y que tenemos muchos colombianos niñas o
niños, ellos no las tuvieron. Por ello también siento admiración en cuanto a la
perseverancia que ellos tienen y la fortaleza”. (Profesional N° 4).
Junto a lo antes mencionado, se hace alusión a la capacidad de resiliencia de estos jóvenes:
“que tienen para sobreponerse a las dificultades que han tenido en su corta vida y
de sacar de esas experiencias negativas, por decirlo de alguna manera, provecho. Y
cómo a pesar de que sus historias de vida son difíciles, están pensando en estudiar,
por ejemplo, están pensando en prepararse para tener ingresos mejores que les
permitan ser”. (Profesional N° 6).
229
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Por último, como lección aprendida se resalta que en el proceso de reintegración el joven
desmovilizado le encuentra un sentido a su vida, la mayoría aprende a cumplir los acuerdos
pactados, es respetuoso y aprende a solucionar sus conflictos de manera pacífica.
4.3 El trabajo con los jóvenes en el aula escolar: lo que dicen los docentes
En el marco de la investigación se entrevistaron 5 docentes que trabajan con jóvenes
desmovilizados, con quienes conversamos acerca de su labor pedagógica. El tiempo de
experiencia docente con los jóvenes oscila entre 1 año y 8 años (3 de ellos tienen 3 años de
experiencia) y pertenecen a diversas áreas, en diferentes ciclos de la educación, excepto uno
de ellos quien es el coordinador académico de la institución educativa.
En este apartado el análisis se presenta en tres líneas: en un primer momento nos
detendremos en las dificultades más frecuentes con que se han encontrado los docentes; a
continuación veremos los modos cómo las han sorteado y finalmente, buscamos identificar las
lecciones aprendidas por los docentes en esta experiencia.
4.3.1 Dificultades en el trabajo pedagógico con los jóvenes
A nivel general identificamos tres dificultades a las que se enfrentan los docentes
principalmente: en primer lugar, los jóvenes no tienen buenas bases educativas, algunos
ingresan al estudio sin haber cursado algún grado de escolaridad; en segundo lugar, el interés
central de ellos radica en tener la posibilidad de recibir ayuda económica y no en estudiar; y,
en tercer lugar, la inasistencia y falta de compromiso por parte de los estudiantes.
230
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Ahora bien, no contar con buenas bases educativas se ve representado en el primer
ciclo, donde algunos jóvenes deben comenzar “de cero”, es decir, que no saben leer, escribir,
sumar, restar, entre otros aspectos que son la base de conocimientos superiores. Así mismo, en
algunos jóvenes sus ritmos de aprendizaje son más lentos que los de sus compañeros (razón
por la cual se suelen sentir o estar en desventaja frente a otros) y, por último, presentan vacíos
en cuanto a conceptos y contenidos requeridos para avanzar.
Sobre el interés que tienen algunos en recibir ayuda económica, se dan algunas
afirmaciones por parte de los docentes, tales como: “No vienen con el ánimo de aprender, sino
de solucionar un problema de tipo económico”, “Un 40% tiene el deseo de superación, el
resto viene por interés económico”, “La mayoría no aprovecha el estudio, vienen por cobrar
y no por adquirir conocimientos y mejorar su calidad de vida”. Lo anterior nos permite
afirmar que una de las principales preocupaciones de los jóvenes durante el tránsito a la vida
civil, es conseguir algún ingreso para mejorar su situación económica, ya que desde que se
desvincularon, ellos debieron hacerse cargo de sí mismos, de su propio sostenimiento, y en
algunos casos, del sostenimiento de su familia. De esta manera, con el estudio en la ACR
encuentran una posible solución a sus necesidades en este aspecto, y esto se relaciona
directamente con la tercera dificultad planteada. Cabe señalar, que tener la posibilidad de autosostenerse, se convierte en un factor clave para que los jóvenes retomen el control de sus vidas
y logren una plena reintegración.
De este modo, la aparente falta de compromiso puede ser causada porque la única
razón que tienen para asistir es la mesada que reciben y no porque sus ideales sean formarse
para enfrentar la vida. Esto se ve representado en afirmaciones tales como: “Se enojan por
ponerles fallas de inasistencia, lo que genera una tensión frente al deber, pues certificarles la
231
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
asistencia cuando no vienen, les permite un pago con el dinero del heraldo público” y
“Muchos no quieren pasar al bachillerato porque disminuye su mesada de la ACR, lo que
ocasiona cambios de institución y repitencia de cursos”. No obstante, la falta de compromiso
por parte de los jóvenes podría estar relacionada con falta de motivación hacia el estudio y de
un modelo de enseñanza que se ajuste a sus necesidades y particularidades; en este sentido el
docente debe preguntarse también por la responsabilidad que tiene en este proceso y el rol que
debe desempeñar, para brindar posibles soluciones a la problemática planteada por ellos, en el
sentido de incentivar el compromiso de los jóvenes frente al estudio.
De otra parte, la falta de compromiso, de motivación e inasistencia por parte de los
jóvenes se refleja en situaciones tales como, no realizar las tareas y los trabajos propuestos por
los docentes, abandono del estudio, no ir a la escuela y no interiorizar (lo que lleva a no
cumplir) las normas de la misma; sin embargo, la inasistencia podría estar relacionada también
con la pobreza de algunos, pues, muchos no tienen los recursos económicos para pagar el
transporte que los lleva a la escuela, ni para alimentarse mientras están allá.
De otro lado, el “incumplimiento” de las obligaciones escolares se podría deber a que,
como lo menciona uno de los docentes durante su entrevista, son muchas las obligaciones que
tienen los jóvenes, lo que no les da suficiente tiempo para realizar sus tareas y trabajos, y/o a
que se sienten “desmotivados” o “incapaces” de realizarlas a causa de sus bajos nivel
educativos y malas bases escolares. Esto último nos lleva a pensar que existe la necesidad de
formular un modelo pedagógico que responda a las características y necesidades de los
jóvenes desmovilizados que llegan a la escuela, luego de haber vivido experiencias límite, y
que además no cuentan con bases académicas sólidas, suelen estar desmotivados, en
situaciones de pobreza, entre otras. Un modelo que también responda a sus sentimientos y
232
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
repertorios emocionales, pues en últimas, de lo que se trata es de acogerlos y vincularlos a la
vida civil.
Además de lo anterior, se plantean otras dificultades no menos graves, en el sentido
que son jóvenes que llegan a la escuela con necesidades educativas especiales, con dificultades
para trabajar en grupo y con poco interés, aparentemente, por prepararse para la vida.
4.3.2 ¿Cómo las han sorteado?
Las formas cómo los docentes han sorteado las dificultades a las que se enfrentan son
variadas, esto podría deberse a que cada uno tiene sus propios imaginarios sobre el rol que
deben desempeñar, a que buscan intuitivamente las maneras más acordes para hacerlo de
acuerdo con el grupo de jóvenes con los que trabajan, pues no los prepararon para ello, y/o que
abordan las problemáticas de acuerdo con su experiencia como docentes, como padres, como
tutores y como amigos.
No obstante, entre los docentes se identifican algunos aspectos en común; por ejemplo,
el diálogo con los jóvenes sobre la importancia del conocimiento para desempeñarse en la
vida; del esfuerzo que está realizando el Estado con el Programa, los beneficios de éste y las
responsabilidades y compromisos que ellos tienen con el mismo.
De igual modo, a través de la promoción de normas de convivencia que los cobijan en
la escuela; es común que los docentes planteen refuerzos pedagógicos para manejar las
dificultades, que otorguen algunos beneficios por el cumplimiento de trabajos y que generen
métodos de control.
233
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Un docente propone que los jóvenes lleven una carpeta en la que organicen sus
ejercicios y muestren resultados; otro abre espacios, al interior del aula y fuera de ella para
realizar las actividades de refuerzo; otro da calificaciones por asistencia y otro genera espacios
de trabajo individual y grupal. Por último, algunos otorgan un lugar privilegiado a la
participación activa por parte de los estudiantes, como medio para sortear las dificultades.
Lo anterior nos lleva a reconocer el proceso formativo como un acontecimiento
comunicativo y relacional, sujeto a las transformaciones y cambios por parte de los jóvenes,
propios del tránsito a la vida civil, lo que demanda en los docentes, permanentes
interpretaciones y resignificaciones de sus acciones y experiencias.
4.3.3 Lecciones aprendidas de la experiencia pedagógica con los jóvenes
Las lecciones aprendidas por parte de los docentes son muchas. En primer lugar, ellos
han aprendido que los jóvenes deben ser tratados con respeto y con mucho amor, de este modo
se reconoce su dignidad y la necesidad de crear vínculos afectivos y sociales que generen
sentido de pertenencia. Lo anterior nos permite reafirmar que la dignidad y el establecimiento
de nuevos vínculos, en particular los afectivos, encierran un gran potencial y se convierten en
elementos claves para que los procesos de formación académica, sean más exitosos durante el
tránsito a la vida civil de los jóvenes. A su vez, se puede convertir en una forma privilegiada
de crear vínculos afectivos y emocionales con las comunidades receptoras y con la sociedad
civil.
234
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
En segundo lugar, los docentes han aprendido que deben modificar los parámetros
educativos que existen, pues, reconocen que trabajan con jóvenes que han vivido situaciones
no convencionales y extremas, y por tanto, dicen que se requiere tener mucha paciencia, ser
buenos escuchas, tener en cuenta sus dificultades y brindarles apoyo, entre otros aspectos. Esto
permite que se genere una relación maestro-estudiante basada en el afecto y en la cercanía,
caracterizada por la buena comunicación y en sintonía con el reconocimiento de cada uno
como sujeto.
En tercer lugar, de la experiencia pedagógica con los jóvenes, los docentes han
aprendido que deben ser muy exigentes en aspectos como la puntualidad, la responsabilidad y
la tolerancia, entre otros, aspectos necesarios para llevar a cabo una buena convivencia. Esto
nos permite pensar que, a pesar que los jóvenes aprendieron los valores necesarios para
formar parte de un colectivo, una vez se desmovilizan, en la escuela se debe trabajar mucho en
torno a los valores necesarios para vivir en sociedad.
Asimismo, insistimos que el tránsito marca el cambio de un régimen hacia otro, pues
los jóvenes al interior del grupo fueron formados en valores alrededor del disciplinamiento y
de la obediencia y en el proceso de reintegración a la vida civil, llegan a otros referentes,
aprenden otros valores en otro tipo de régimen -la escuela- con la diferencia que en el contexto
de la civilidad pareciera que vuelven a ser ellos mismos, recuperan su mismidad, viven un
proceso de reconocimiento del sí mismo y del otro, a la par que van adquiriendo valores
necesarios para la convivencia, entre ellos el respeto y la tolerancia.
En cuarto lugar, se aprendieron otras lecciones, por ejemplo la importancia de la
lectura en el sentido de leerles mucho, como también, asignarles lecturas; otra lección
235
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
aprendida sugiere incluir en la educación el desarrollo de competencias laborales; llevar un
control de los procesos de aprendizaje de cada uno de los estudiantes y generar diversos
ambientes de aprendizaje.
En relación con lo anterior, podríamos pensar que una de las bases para el trabajo
pedagógico con los jóvenes desvinculados, está en reconocerlos como personas que tienen
derechos, intereses propios, temores y experiencias particulares de subjetivación que han
determinado sus formas de ver la realidad, en otras palabras, proponemos que se reconozca
la subjetividad de cada uno. Así mismo, creemos que posiblemente es muy importante para
los docentes, de un lado, creer en la voluntad de cambio y en el interés de los jóvenes por
aprender y, de otro lado, tener muy claro su rol dentro del proceso de transición y
reintegración a la vida civil de los jóvenes.
4.4 Aproximación a un balance del proceso del proceso de reintegración
Como se mencionó al comienzo de este capítulo, la aproximación a un balance del
proceso de reintegración la llevaremos a cabo a través de dos fuentes primarias: el grupo de
profesionales de apoyo psicosocial y los docentes consultados, con base en los aspectos
sobresalientes y aquellos que generan dificultades, identificadas por ellos de acuerdo con el
conocimiento que tienen del mismo y de las experiencias vividas con los jóvenes y sus
familias.
Ahora bien, recordemos que el proceso de reintegración llevado a cabo por la ACR,
implica el desarrollo de tres aspectos: sociales, económicos y comunitarios. De acuerdo con la
236
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
ACR, estos tres aspectos configuran el “Modelo de Atención Integral para la Reintegración”,
pues a través de él se aborda la reintegración en tres dimensiones: la reintegración social, la
reintegración económica y el trabajo con la comunidad, los cuales apuntan a desarrollar un
proceso de transformación personal y social de los participantes y sus familias en el contexto
social.
4.4.1 Aprendizajes destacados en el proceso
4.4.1.1. La Atención Psicosocial de la Reintegración Social
Con respecto a las fortalezas identificadas por el equipo de psicólogos que brindan apoyo
psicosocial a los jóvenes, encontramos diversidad de respuestas, las cuales se centran en el
componente de “Reintegración Social del Modelo” y dentro de él, se destacan las categorías
que veremos a continuación.
En primer lugar, el apoyo psicosocial que se les brinda y la responsabilidad asumida
por los jóvenes:
“Bueno, yo pienso que una de las mayores fortalezas del proceso es el apoyo
psicosocial que se le brinda al participante y en algunos casos a su familia, pienso
que esto ha sido una línea que ha sostenido el proceso como tal. (Profesional N° 2).
“El programa es el único que tiene una estrategia psicosocial como la nuestra, es el
único que ha brindado servicios para el tema de reintegración social y económica;,
es el único que está en medio del conflicto todavía y eso es una debilidad; es un
proceso en construcción también por eso es único. (Profesional N° 4).
“Bueno, comparto algunas de las cosas que ya han mencionado; digamos que en las
cosas para resaltar en cuanto a las fortalezas, el apoyo psicosocial desde el diseño de
237
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
la estrategia como ya lo mencionaba mi compañera, porque está trabajando y
fortaleciendo aspectos importantes para relacionarse con las personas, la
oportunidad que les brinda la Alta Consejería de acceder a un estudio a las
personas que escasamente sabían firmar y en este momento ya están leyendo; y
personas que digamos no habrían podido estudiar en el Sena o de pronto hasta una
carrera, y vemos que de una alguna manera se les abren las oportunidades para que
accedan a eso. Y que se preparen eso me parece bien y me parece importante”.
(Profesional N° 6).
Ahora bien, conviene aclarar que este componente del modelo, la Reintegración Social, está
compuesto por tres líneas de acción: atención psicosocial, gestión para la educación y la salud.
Como vemos, los profesionales privilegian la atención o el apoyo psicosocial tal vez porque lo
han venido trabajando con mayor énfasis desde su campo de formación como psicólogos y
porque les ha permitido conocer sus historias de vida, hacerles un acompañamiento cercano
que involucra a sus familias, como también, evidenciar
los logros que ellos han venido
alcanzando.
En segundo lugar, el seguimiento realizado. Con relación a este seguimiento, un
profesional hace mención del compromiso que tiene con los jóvenes para darles el tiempo que
ellos requieran:
“Digamos que una de las principales fortalezas es el seguimiento constante con ellos
para mirar las disponibilidades y luego motivarlos; si ellos necesitan alguna asesoría,
alguna atención, tanto en lo psicosocial, como en la salud, en educación, como en el
hogar, como en la misma vida; en el centro de servicios estamos dispuestos a darles el
tiempo que necesiten. Entonces digamos que ellos cuentan con un espacio
institucional”. (Profesional N° 1).
Debemos decir también, que el trabajo adelantado por los profesionales de todo el país en lo
psicosocial a partir del año 2006, año en que se crea la ACR, ha permitido el desarrollo de
238
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
experiencias que lo han configurado hoy día como un “Modelo de Atención Psicosocial”
denominado MAPAZ. Este modelo busca
desarrollar, fortalecer y re-orientar las
competencias de los participantes y sus familias, hacia comportamientos sociales asertivos, la
resolución no violenta de los conflictos, el reconocimiento y ejercicio de los deberes y
derechos como ciudadanos y la proyección y orientación hacia el logro.
En tercer lugar tenemos entonces, las competencias que se trabajan y las
oportunidades que el programa les ofrece para la vida civil:
“Como fortalezas yo creo que la estrategia psicosocial apunta a trabajar el tema de
las competencias que son asertivas, porque finalmente es hablar de responsabilidad,
hablar de cómo tenemos que relacionarnos con la otra persona, hablar de cómo yo
tengo que proyectarlas a un futuro y realmente cómo debo solucionar los conflictos
de una manera no violenta… Una fortaleza son las oportunidades que ellos tienen
acá en volver a creer en la sociedad civil, encontramos participantes que nunca
estuvieron en una escuela, en un colegio, eso para ellos es importante, o sea les gusta
les agrada, no vamos a decir que a todos porque eso si es una gran mentira, muchos lo
hacen solamente por el dinero, pero obviamente también hay un porcentaje que quiere
salir adelante y que quieren progresar”. (Profesional N° 5).
4.4.1.2 El Programa de Reintegración
Descentrándose de la mirada del componente de Reintegración Social, un profesional ubica las
fortalezas del proceso en el programa de la ACR y considera que el programa de reintegración
en su conjunto, es una política de Estado y a la vez, un programa integrador que cuenta con un
equipo interdisciplinario a nivel nacional:
“En el corto tiempo que llevo acá en la Alta Consejería, me puedo dar cuenta que
como fortaleza es que se ha constituido en una política de Estado,
independientemente que haya sido creado por el Presidente de turno, se ha
consolidado como una política; en este momento pienso que el programa le debe una
239
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
responsabilidad a la sociedad si? ¿Qué me gusta de este programa? que es un
programa integrador; respondo que significa integrador, que el programa no es
discriminatorio tiene grupos sectarios distintos, que está en todo el país y si un
participante es del Tolima, puede terminar su proceso en la Guajira. Aparte de que en
un mismo grupo podemos encontrar personas de todas las edades, podemos encontrar
personas con sentido de guerrilla y personas de grupos paramilitares, pues toda la
diversidad cultural, porque hay personas indígenas, adultos mayores, personas que
tienen un alto nivel educativo o que tienen cero nivel educativo, especialmente
analfabetas; entonces por eso es un plan integrador. Ya dentro de la parte psicosocial
como tal, me gusta como abarca a cada ser humano en todos sus aspectos si? y en
todos sus contextos, no solamente que sea un programa que le brinde estabilidad
económica o de proveer ciertas cosas materiales, sino que integra absolutamente todo.
La otra cosa seria que está conformado por un equipo profesional bastante amplio a
nivel nacional, no solamente en el número de personas que lo componen, sino en la
diversidad de profesiones… Es totalmente interdisciplinar. (Profesional N° 2).
De hecho, la ACR fue creada para definir, coordinar, ejecutar y evaluar la política
nacional para la reintegración social y económica de los desmovilizados de organizaciones
armadas ilegales, en coordinación con el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado
(PAHD) del Ministerio del Defensa, el Ministerio del Interior y de Justicia y la Oficina del
Alto Comisionado para la Paz. Esta política no solo incluye a todos los desmovilizados de los
diferentes grupos armados del país, sino que también comprende a las familias
de los
desmovilizados y las comunidades receptoras.
4.4.1.3 De los participantes y los profesionales
Centrando la mirada en los jóvenes como protagonistas del proceso y en los mismos
profesionales de apoyo psicosocial como actores de ese proceso, solo hubo un par de
respuestas que hacen alusión a la responsabilidad con que asumen su proceso y la posibilidad
240
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
que tienen los profesionales de conocer sus historias de vida y ganar mayores comprensiones
en torno a la prevención del reclutamiento:
Como segundo, pienso que la mayoría de los participantes han asumido el
compromiso de responsabilidad que tienen con el proceso”. (Profesional N° 2).
Dentro de las fortalezas que tiene el proceso, está la posibilidad de conocer las
historias de las personas, el por qué llegaron a formar parte de grupos armados
ilegales y eso permite trabajar la prevención en el reclutamiento”. (Profesional N° 4).
Con respecto a la Reintegración Económica, la ACR brinda a los participantes dos estrategias:
formación para el trabajo y así desenvolverse en el mercado laboral; y generación de ingresos,
con dos líneas de acción: empleabilidad y planes de negocio. Aunque los profesionales no
hicieron alusión a ella, conviene decir que los jóvenes entrevistados manifestaron estar
aprendiendo algún oficio para trabajar como empleados o como independientes, para lo cual se
están formando en proyectos productivos para la creación de pequeñas y medianas empresas.
Para la Reintegración Comunitaria la ACR cuenta con una estrategia que busca
promover en los participantes y en las comunidades, el liderazgo y el ejercicio de la
ciudadanía, promoviendo escenarios de convivencia y reconciliación a través del aprendizaje
de la resolución de conflictos, el respeto por los derechos humanos, la cultura democrática y el
fortalecimiento de niveles de confianza entre los participantes, las comunidades y las
autoridades locales. Ahora bien, aunque los profesionales tampoco hicieron alusión a este
componente del programa, es pertinente señalar que la ACR ha venido trabajándolo a nivel
nacional (desde el 2011 y lo corrido del 2012) mediante actividades simbólicas de perdón y
reparación, actividades culturales, deportivas y de contribuciones de los jóvenes a la solución
de necesidades de las comunidades, entre otras.
241
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
4.4.2 Lo que falta por aprender en el proceso
Como ya lo hemos dicho, el “Modelo de Atención Integral para la Reintegración” lleva seis
años de implementación y ajustes. Por lo tanto, no es un modelo acabado y está en proceso de
consolidación. De hecho, la misma reintegración es un campo abierto donde cada día hay
salidas y llegan nuevos desmovilizados al programa, que como bien lo dice Castro (ODDR2010), “es una progresión que parecería no tener fin” (p.7).
En este orden de ideas, es natural que el programa de reintegración tenga debilidades.
Vamos a aproximarnos a ellas, a través de lo que nos dicen los profesionales.
4.4.2.1 En la Alta Consejería para La Reintegración
Con relación a las debilidades, las respuestas también fueron variadas e intentaremos
agruparlas para poder hacer algunas interpretaciones. En primer lugar nos detendremos en
aquellas que se relacionan con el nivel central y que se articulan con la política y la
normatividad sobre la cual tiene soporte el programa:
“Pienso que la debilidad más grande de este proceso es que depende del gobierno
como tal, y que depende de decisiones políticas, entonces que si el gobierno que está
de turno le parece bien, entonces puede invertir en él, pero sí no entonces no le da
recursos, si? Y así mismo, esto causa ciertos impactos en el proceso, porque tal vez no
hay planeación dentro la misma Consejería, que eso también es una debilidad y por
eso se da el tema de que es un proceso en construcción, porque hoy dicen una cosa y
mañana dicen otra, entonces eso causa incertidumbre entre los participantes, el no
saber qué pasará en un mañana, en que el gobierno les dice una cosa cuando salen,
pero realmente cuando están en la realidad es otra, si? y eso pues desmotiva al
participante porque muchas veces dice por lo menos yo afuera, dentro del grupo tenía
comida y dormida gratis, acá tengo a mi familia y no tengo con que alimentarlos y eso
242
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
son cosas que causan desmotivaciones y pienso que eso es una gran mentira en el
proceso”. (Profesional N° 5).
“En cuanto a debilidades, desde un principio el programa como tal no tuvo una
planeación a largo plazo, en este momento el programa lleva, desde el 2000 que
tenemos desmovilizados, como desde el 2003? y tenemos pactos de siete años y ese
participante quizás tenga el mismo avance o quizás no esté en las mismas condiciones
que un participante de hace dos años, quizás el de dos años tenga su proceso un poco
mas estructurado”. (Profesional N° 2).
Bajo esta óptica, podemos reiterar que la reintegración es un proceso de gran complejidad,
pues adecuar la política a los diversos contextos y las dinámicas sociales no es tarea fácil, y
pareciera que falta planeación desde el nivel central. De otro lado, el asunto de la asignación
de recursos está sujeto a la aprobación del Consejo Nacional de Política Económica y SocialCONPES- lo que genera incertidumbres entre los profesionales de la ACR y los mismos
participantes, afectando por supuesto, el proceso.
4.4.2.2. En el programa a nivel local
Muy relacionado con lo señalado arriba, surgen tensiones entre lo central y lo local, pues
existen directrices de trabajo que muchas veces por seguirlas, los profesionales sienten que se
está descuidando la mirada al contexto local y por lo mismo, falta un mayor impacto en las
comunidades, quienes estigmatizan al desmovilizado:
“Una de las debilidades que yo veo en cuanto a la estrategia es que al venir del nivel
central se deja un poquito de lado lo local en aspectos como de economía y cultura”
(Profesional N° 1).
“Debilidades, muchos cambios que pasan acá al interior de la Consejería y que
repercuten, y creo que a la Alta Consejería le hace falta impactar más a las
243
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
comunidades y no solamente a las comunidades receptoras, digamos donde vive el
participante, sino en lo que tiene que ver con las empresas, de pronto donde podrían
ellos acceder a un empleo en todo el sector privado. Creo que nos hace falta también
impactar mucho allí porque todavía tenemos la estigmatización del desmovilizado,
entonces muchos piensan que el desmovilizado sigue robando, sigue matando…”
(Profesional N° 6).
4.4.2.3. Falta de corresponsabilidad de diversos sectores de la sociedad
Ligado a lo anterior, surge la falta de apoyo institucional por parte de los sectores
público y privado, y como bien lo señala una profesional, este es un asunto de todos:
“También tengo otra gran debilidad que es el poco apoyo institucional; a veces
cuando la Alta Consejería toca puertas, siempre tiene que ir con una ley por delante,
no hay una corresponsabilidad sino es una cosa que dentro de la Ley tal, dice tal cosa.
Entonces ya es a las malas porque les toca, no porque realmente ellos crean en ese
proceso”. (Profesional N° 5).
“Debilidades encuentro principalmente la falta de responsabilidad que tienen las
demás instituciones que corresponden a los sectores públicos y privados, porque la
reintegración hasta ahora he sentido que la asume únicamente la Alta Consejería y
realmente para hablar de reintegración, necesitamos de todos los entes que están en la
sociedad”. (Profesional N° 4).
Derivado de lo anterior, una posible causa de esta situación la encontramos en el testimonio de
una de las profesionales quien reconoce que al programa le falta mayor divulgación en la
población en general, y tal vez por ese mismo desconocimiento, no acogen a los
desmovilizados pues les generan temor y finalizar el conflicto nos demanda a todos, dar
oportunidades para la paz:
244
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“Yo como ciudadano, así no trabajara en la Alta Consejería, también tengo una
responsabilidad, que es compartir con ellos, respetarles sus derechos y saber de qué
se trata o qué hace, cuál es el papel de una persona desmovilizada, que en la sociedad
les tienen miedo, porque no conocen el programa, eso es otra debilidad que a pesar
de ser política de Estado muchas veces uno tiene que entrar en algunas instituciones
siendo también del Estado, tiene que entrar a socializar el programa como tal”.
(Profesional N° 2).
4.4.2.4 Adelantar el proceso en medio del conflicto
Finalmente, un participante reconoce como debilidad, llevar a cabo un proceso de
reintegración cuando el conflicto armado continúa en el país. Y esta es una gran dificultad que
puede favorecer el regreso a la ilegalidad y dar nuevamente inicio al ciclo de la violencia, y
más aun, cuando muchos no han logrado desvincularse emocionalmente del grupo, ni construir
nuevos referentes de identidad personal y colectiva:
Como debilidad en este momento, el acercamiento o la integración de los
participantes a la comunidad, y debe ser de doble vía, de la comunidad a los
participantes también”. (Profesional N° 2).
De acuerdo con la aproximación presentada al proceso de DDR desde la voz de algunos de los
profesionales que trabajan en él, nos atrevemos a decir que en un país como el nuestro, la
reintegración sigue siendo un fenómeno complejo por descifrar. Al encontrarnos en medio del
conflicto surgen dificultades y tensiones que confrontan a los gobernantes; esto hace que sus
dinámicas sean cambiantes y que con frecuencia se hagan replanteamientos en el camino. De
otro lado, hasta hace muy poco estos procesos eran adelantados con mucho sigilo y por lo
245
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
tanto, con muy poca apertura hacia el conjunto social, lo que probablemente ha incidido en esa
falta de corresponsabilidad institucional y social para que sea un compromiso de todos.
Asimismo, el proceso se mueve entre tensiones sociales, que de acuerdo con el
Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración-ODDR- se expresan
“entre la capacidad de regular y formular iniciativas y la capacidad de ofrecer autonomía y
apertura de espacios y posibilidades; entre proponer para los excombatientes y proponer con
ellos; entre el apoyo a los excombatientes y la atención y reparación a las víctimas; entre la
formulación de beneficios para quienes salen de la guerra y el respeto de sus derechos; entre el
mantenimiento de programas específicos y la generación ágil de condiciones para la
sostenibilidad de los procesos; entre el intento de vincular a la comunidad y la generación de
políticas sociales de amplia cobertura” (ODDR, 2010, p.14).
En cuanto a los vínculos con la sociedad civil, los profesionales consideran que falta
fortalecer el trabajo en esta línea, falta generar mayor impacto en la comunidad que ellos
habitan, pues, en muchos casos se tiene el imaginario que la sociedad civil no quiere
comprometerse, ni generar vínculos con los jóvenes que se encuentran en este proceso; de
igual manera, los jóvenes tienen el temor de ser rechazados. A pesar de lo anterior, los
profesionales no tienen muy claro aún cómo crear ese vínculo con las sociedades receptoras,
pues, ellas son necesarias para que los jóvenes se reintegren a la vida en sociedad. Reconocen
que no es un proceso sencillo, pero tampoco imposible; para ello plantean como posibles
soluciones la publicidad u “otras maneras” porque en algunas actividades que se desarrollan
en el contexto comunitario, ellos tienen acercamiento con algunas personas representativas
sobre todo de la comunidad:
246
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
“El presidente de la junta, la policía; esas personas que tienen esos cargos
regularmente, o por lo menos lo manifiestan, los aceptan a ellos en su medio, pero
también necesitamos que todo el mundo los acepte”. (Profesional N° 4).
Con relación a las comunidades, como bien lo señalaba un profesional, ellas no solo deben
aludir a las comunidades receptoras sino que debe ser un concepto que trascienda a la sociedad
en general: empresas, comercio, academia, organizaciones, partidos políticos, entre otros, pues
en estos espacios los jóvenes están configurando nuevas formas de sociabilidad que son vitales
para sus proyectos de vida, se restablecen nuevos vínculos, así como nuevos referentes de
identificación, nuevos roles y proyecciones en la vida civil. Bajo esta óptica, finalizaremos
este apartado presentando un breve análisis acerca de la importancia que tienen lo educativo y
lo laboral en el proceso de reintegración.
4.5 Acerca del potencial socializador y formador de los ámbitos laboral, educativo y
comunitario en el proceso de reintegración a la vida civil
De acuerdo con el recorrido adelantado a través de los diferentes testimonios, podemos darnos
cuenta que la principal fortaleza está puesta en el apoyo psicosocial que se brinda a los
jóvenes, dentro del componente de Reintegración Social. Sin embargo, este componente del
modelo, cubre también lo educativo y no debe quedarse solamente en la gestión para el acceso
a él, sino que también requiere de un mayor acompañamiento. De igual manera, en el
componente de Reintegración Económica que incluye la formación para el trabajo y la
generación de ingresos, como en el Componente Comunitario, nos preguntamos ¿cuál es el
seguimiento que el programa hace para esos ámbitos?
247
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Hacemos estos señalamientos porque consideramos que estos escenarios de la vida
civil, el educativo, el laboral y el comunitario, son muy potentes para favorecer el retorno a la
vida civil por su potencial formador y socializador. Ellos pasan por el sujeto en su
socialización, en sus maneras de establecer nuevos vínculos sociales, de acceder a la cultura,
son lugares de reconocimiento que suscitan experiencias que “mueven” mucho a los sujetos.
Por tanto, reorganizan nuestras subjetividades y las formas de interpretar la realidad.
Analicemos en primer lugar el trabajo. Éste es una experiencia de socialización donde
gracias a la interacción social se construyen comunidades de aprendizaje, de comunicación, de
producción de sentidos y de prácticas sociales compartidas, es decir, es un escenario donde el
trabajador se constituye como sujeto y se vincula socialmente. Para Delgado (2009), la
estabilidad y permanencia del trabajo favorecen el establecimiento y apropiación de “unos
referentes simbólicos sobre los cuales el trabajador esculpe su identidad personal y social y
elabora un sentido de pertenencia” (p.95). Asimismo nos dice el autor que “el trabajo como
espacio de socialización secundaria ofrece la posibilidad de adquirir un conjunto de
conocimientos, de vocabularios y rutinas referidos a los papeles específicos, lo cual significa
la internalización y el aprendizaje de un conjunto de referentes y de repertorios culturales
adscritos al campo semántico de lo institucional” (p.95).
Por tanto, y ahí radica gran parte de su valor, el trabajo como escenario socializador es
fuente de valores, de creencias y normas que funcionan como pautas de significación que
inciden en la subjetividad del trabajador, ofreciendo un conjunto de referentes identitarios
donde se gesta el sentido de pertenencia a una comunidad, con intereses compartidos y
definidos por la organización social. Bajo esta línea de argumentación, el trabajo para los
jóvenes desmovilizados configura un espacio social donde depositan sus esperanzas y
248
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
esfuerzos en una trayectoria laboral que les permitirá construir parte de su historia personal y
su proyección familiar y social; asimismo, el trabajo les puede brindar sentimientos de
seguridad, de estabilidad y tranquilidad.
Pero la potencia del trabajo no termina aquí. El estar vinculados laboralmente hace que
los jóvenes se sientan útiles, productivos, valorados, reconocidos y partícipes de la vida social,
aspectos que van de la mano con su construcción de dignidad y del estatus de sentirse
miembro de una comunidad.
Con relación a las subjetividades de los jóvenes desmovilizados en el mundo laboral,
como bien lo señala Delgado (2009), “el tiempo y las condiciones de estabilidad laboral son
fundamentales en la elaboración de las subjetividades de los trabajadores, y en el sentido y
concepción que éstos atribuyen al trabajo” (p.96). De lo anterior se deriva la importancia de
tener un referente de estabilidad laboral en los procesos de reintegración de los jóvenes, pues
éste se constituye en la plataforma donde construyen sus sentidos de futuro con ciertos grados
de seguridad, lo que les permite minimizar las incertidumbres. Por tanto, las condiciones
laborales estables con que cuenten los jóvenes desmovilizados serán cruciales para la
construcción de sus referentes de estabilidad, sentido de pertenencia, identidad y futuro sobre
los cuales se cimentará la realización de sus proyectos de vida.
En segundo lugar, demos una breve mirada a los ámbitos educativo y comunitario,
como lugares donde se desarrollan procesos de socialización, se tejen nuevas relaciones, se
adquieren nuevos valores y se dan procesos de inclusión y reconocimiento.
Estos lugares como espacio de socialización secundaria, ofrecen la posibilidad de
interactuar con los demás, pero también, de adquirir un conjunto de conocimientos, de
249
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
vocabularios y rutinas, que implican la internalización y el aprendizaje de un conjunto de
referentes y de repertorios sociales y culturales relacionados con la vida escolar y comunitaria.
En estos ámbitos también se construyen comunidades de aprendizaje y a la vez, permiten
establecer relaciones sociales portadoras de sentidos y significados compartidos, los cuales
configuran la noción de un nosotros, sobre la base de compartir un conjunto de objetivos
comunes, de valores, de símbolos, de vocabularios y normas que posibilitan el reconocimiento
y el sentido de pertenencia.
Con respecto a los valores como referentes de identificación colectiva, nos dice
Delgado (2009), que estos se refieren a “las formas más abstractas de organización de ideas
que permiten a una persona o grupo, juzgar la conveniencia o inconveniencia de algo,
constituyéndose en modelos referenciales que orientan y funden de sentido las acciones
personales y colectivas, para tomar cualquier decisión más o menos importante” (p.133). En
este sentido, la riqueza de estos escenarios también radica en que los valores compartidos en
los ámbitos educativo y comunitario, promueven la cooperación como una forma de
construcción de acuerdos para el bien común; el respeto a la diferencia o capacidad para
ejercer el derecho a la crítica, la controversia, a pensar diferente; y la solidaridad, relacionada
con la empatía y el apoyo mutuo, para favorecer la convivencia social.
Los jóvenes desmovilizados entrevistados nos ratificaron que la educación es
fundamental para el logro de sus proyectos de vida y reconocen la necesidad que tienen de
estudiar para alcanzar mejores posibilidades laborales que les favorezcan tener una buena
calidad de vida en un futuro, hacerse cargo de sí mismos y de sus familias, “llegar a ser
alguien en la vida” y no depender nunca más de otro. Incluso, sueñan con ir a la universidad y
realizar una carrera profesional.
250
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Finalmente, el trabajo, la educación y la comunidad son los escenarios ideales para la
apertura y la acogida de los jóvenes, y por lo tanto, también encierran un gran valor como
posibilidad de construir nuevas dinámicas de confianza y procesos tendientes a la construcción
de la convivencia, la reconciliación y el compromiso de un nunca más.
4.6 Retos y desafíos para el programa: la voz de los profesionales y los maestros
Como hemos visto, el proceso de reintegración a la vida civil es un proceso complejo y
abierto, con sus virtudes, dificultades, tensiones y lecciones aprendidas. Pero más que un
programa, la reintegración o retorno a la vida civil tiene que ver con la configuración de las
subjetividades de quienes han dejado su apuesta guerrera, por una apuesta a la vida en la
civilidad. Y en ese tránsito, cobra especial importancia el tiempo subjetivo para la
resignificación de sus experiencias, como la capacidad de construir nuevos vínculos sociales
que reorienten la ciudadanía y la articulen con los contextos educativo, laboral y comunitario,
donde la incertidumbre y temores de los jóvenes se desvanezcan, se sientan reconocidos y
puedan llevar una vida digna.
Para finalizar este capítulo, nos centraremos en los retos y desafíos identificados para
el programa por los profesionales y docentes entrevistados, pero pensándolos en clave de
subjetividad, pues a nuestro modo de ver, está comprometida en todo el proceso que vive el
sujeto para hacerse un lugar en la sociedad civil.
251
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
4.6.1 Los retos identificados por los profesionales del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué
Los profesionales identifican dos tipos de retos: los que se deben asumir desde la ACR y los
que atañen al Estado. Entre los retos a los que se enfrentan los profesionales, el primero está
relacionado con el fortalecimiento de la expresión oral por parte de los jóvenes, puesto que es
necesario que ellos aprendan a decir los que piensan, lo que sienten y, sobre todo, sus
dificultades. Se trataría de lograr una comunicación asertiva, lo que tendría un impacto directo
en la motivación de los jóvenes y en consecuencia, en el hecho que no abandonen el programa.
En relación con lo anterior, los profesionales aclaran que su labor de acompañantes no
debe tornarse paternalistas y sobre-protectora, aunque reconocen que los jóvenes necesitan
una guía para la toma de decisiones, principalmente en las relacionadas con los aspectos
económicos, pues actualmente muchos están recibiendo reparación económica y no saben
cómo invertir su dinero. De igual manera, los jóvenes requieren acompañamiento en los
diversos contextos, principalmente en el familiar, para que sus historias no se repitan con sus
hijos.
Lograr mantener la motivación de los jóvenes frente al programa y a su proyecto de
vida es otro reto identificado, de manera tal que el joven no abandone sus metas y esté
concentrado en lo que es el objetivo de la reintegración, en su reincorporación a la vida civil,
y en su proyección personal.
Otro reto al que se enfrentan, es al de hacer caer en cuenta a la familia, de la
importancia que tiene, pues, de ésta depende, en gran medida, el éxito de los niños y jóvenes.
Dicho de otro modo, la familia debe comprender que un niño y una niña satisfechos no
formarán parte de pandillas, ni de grupos al margen de la ley. “Lo que se viva en la familia
252
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
impacta lo que vaya a ser la vida de esa persona”. Por tal motivo, ellos consideran que es
importante “fortalecer el tema familiar, sus valores, su proyecto de vida, que sea
mancomunado con todos los miembros de la familia […] que él aprenda a compartir con los
demás miembros de su familia para que pueda ser más llevadero todo este proceso”.
Asimismo, es un reto brindarles oportunidades en la sociedad puesto que ellos
necesitan oportunidades de empleo y éste es una base determinante en sus vidas. Igualmente,
que la sociedad crea que ellos son útiles y que pese a su proceso e historia de vida, son
personas que pueden participar como cualquier otro ciudadano, con sus deberes y sus
derechos.
Un reto muy importante señalado por los profesionales, tiene que ver con el manejo de
los problemas que la juventud tiene hoy día, y eso no lo han contemplado dentro de la
estrategia psicosocial en la Unidad de Reintegración. No se ha trabajado el tema de la
sexualidad en los jóvenes, el tema del consumo, del alcohol, de la prostitución, y algunos de
ellos ya están presentando estas problemáticas.
Del mismo modo, se destaca que un reto grande al que se enfrentan es el de dar a
conocer el proceso de reintegración que se adelanta desde la Alta Consejería, puesto que, esta
entidad es la encargada del programa y como tal debe difundir lo que hace, en qué consiste su
labor, buscar mecanismos para integrar diversas instituciones, del sector público y privado, y
generar espacios de apoyo y corresponsabilidad por parte de las mismas. Todo ello con el fin
que en el momento que los jóvenes se den a conocer como desmovilizados, sean aceptados, o
al menos el rechazo sea menor. A manera de ilustración, uno de los docentes propone que se
hagan “campañas publicitarias sugestivas, donde a la gente se le vaya diciendo: donde vive
253
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
hay un desmovilizado y que no necesariamente el desmovilizado lo tiene amenazado y le va a
meter una bomba”.
De igual manera, los profesionales pusieron en evidencia que existe un reto para el
Estado, el cual está directamente relacionado con la prevención “para que los que hoy son
jóvenes, o los que hoy son niños, […] no tengan que recurrir a estos caminos”. De esta
manera plantean que el Estado tiene una gran responsabilidad, pues, en medio de la situación
pareciera que éste los tiene en una suerte de abandono que puede justificar las decisiones de
los jóvenes de ir a formar parte de las filas de los grupos armados ilegales.
Además, aseguran que el contexto educativo en general debe estar comprometido con
la causa, ya que, algunos docentes asumen su responsabilidad y contribuyen a que los niños
permanezcan en la escuela, “pero hay otros muchos docentes que no tienen ni idea del
compromiso que ellos tienen y sería bueno que les llegara a los oídos que muchos de los
participantes que tenemos salieron de las escuelas, fueron un día y nunca volvieron, o fueron
dos o tres veces y no regresaron, porque la condición no fue buena, porque no se le escuchó,
porque se le maltrató, por tantas otras cosas”.
4.6.2 Los retos identificados por los docentes
Desde el punto de vista de los docentes, los principales retos que debe asumir la educación
dirigida a jóvenes desmovilizados son:
Mejorar la calidad de vida de los jóvenes, lo cual tiene que ver con su dignidad. Para tal fin se
requieren políticas que los favorezca en aspectos como educación, salud, vivienda y trabajo, y
254
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
en el ámbito local, mejorar la calidad en el trato entre docentes y estudiantes y entre
estudiantes, reto que se puede alcanzar, entre otros, por medio de una formación en valores,
una formación ética y política para la vida en sociedad.
Prevenir la reincidencia a los grupos armados ilegales. Frente a este reto surge la propuesta
de una educación para el éxito, que les ayude a ser exitosos en sus estudios, pues el fracaso
escolar podría ser una causa para volver a dichos grupos y que relacione el éxito con la
conquista de la dignidad en el marco de los derechos humanos.
Brindar una educación que propenda por una formación técnica y ojalá profesional, que les
asegure un trabajo digno que a su vez les permita tener un sustento económico y vivir una vida
digna. Creemos que este es el principal reto, pues en últimas, la esencia de la educación radica
en formar para la vida, para afrontar los retos que ésta impone y para lograr los recursos
necesarios para tener una vida plena y digna.
Adicionalmente, asumir este reto pude minimizar
una de las problemáticas
mencionadas por los docentes, y es que los jóvenes asisten a la escuela por el interés de
recibir la mesada, razón por la cual, algunos repiten años para no salir del sistema. En este
marco cobra gran importancia el motivarlos, interesarlos y apasionarlos por asistir a la escuela,
y esta responsabilidad recae principalmente en el docente.
Acompañamiento en todo el proceso, se propone igualmente que el mismo docente acompañe
a los jóvenes durante todo el proceso formativo en los diferentes ciclos, y de esta manera
garantizar un mejor seguimiento.
255
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Contar con mayores y mejores recursos (materiales y humanos) en las escuelas. Este reto
tiene directa relación con una vida y educación digna, pues como bien lo señala el
coordinador, las instalaciones de los colegios deben contar con unos mínimos como luz, agua,
zonas verdes, buen mobiliario, recursos adecuados y suficientes, entre otros, y además, con los
profesionales necesarios que esta población demanda, tales como psicólogos, psicopedagogos,
terapistas, trabajadores sociales y otros, de tal forma que se conforme un equipo
interdisciplinario, pues hay mucha pobreza en la educación que se brinda a esta población.
4.6.3 A modo de conclusión
Hay cuatro aspectos que consideramos fundamentales en el proceso de reintegración,
puesto que estos mismos incidieron en la decisión de la mayoría de los jóvenes, de formar
parte de un grupo armado al margen de la ley, y por lo tanto, pueden tener gran peso a la hora
de definir el éxito o el fracaso de los programas: la necesidad que tienen los jóvenes de contar
con recursos económicos para su sostenimiento (en algunos casos el sostenimiento de sus
familias); mejorar el nivel educativo que se presenta entre ellos, disminuir la deserción del
sistema de educación y, mejorar las oportunidades laborales.
De otra parte, se debe seguir la pista, a la manera como la escuela contribuye a los
procesos de configuración de las subjetividades de los jóvenes, en tanto se convierte en
espacio de socialización, de reconocimiento, de intercambios, de formación en valores para
aprender a convivir, para reflexionar, para tomar una posición crítica, ética y política frente a
la realidad, para formar la propia identidad en comunión con el otro, en las relaciones con el
otro y los otros, y en un espacio para re-nacer.
256
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
A este respecto podría surgir un nuevo reto relacionado con el tipo de eduación que
deben recibir los jóvenes desmovilizados, o en tránsito, ya que, las necesidades educativas que
tienen son diferentes, han estado mucho tiempo alejados del mundo laboral y, además, tienen
otras responsabilidades de las que depende su supervivencia; por ejemplo, deben trabajar al
tiempo que estudian porque no les alcanza la mesada, y por lo tanto, deben cumplir en su
trabajo y en el colegio.
Trabajar el proceso de reintegración en clave de género, pues existen diferencias en
las maneras en que éste es vivido por mujeres y hombres, demarcando posibilidades distintas
para satisfacer sus necesidades y acceder a condiciones de vida más justas. Esta perspectiva
implica también el reconocimiento de la configuración de sus subjetividades y las diversas
maneras de ser ciudadanas. Asimismo implica el establecimiento de acciones a favor de
aquellas que se encuentren en mayor estado de vulnerabilidad y la restitución de sus derechos
plenos.
257
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Capítulo 5. TRAZANDO HORIZONTES EDUCATIVOS
RETOMANDO LA EXPERIENCIA, LA PALABRA Y LA MEMORIA
Este capítulo lo dedicaremos a repensar los escenarios de la vida civil donde los
jóvenes desmovilizados deben establecer nuevas pautas de relación, durante su regreso a la
civilidad. Como vimos anteriormente, la ruta de reintegración propuesta por la ACR,
comprende los escenarios familiar, educativo, laboral y comunitario, donde los jóvenes ejercen
prácticas sociales diferentes. Asimismo, llamamos la atención sobre la potencia que encierran
esos escenarios para los procesos de socialización y de sociabilidad de los jóvenes, por cuanto
las prácticas y relaciones sociales que en ellos se construyen, configuran sus subjetividades,
pues al participar en diferentes escenarios, actúan según el contexto social en que se
encuentren. También vimos que estos escenarios de la vida civil no son solamente espacios
relacionales, sino que a su vez son espacios de regulación social donde se presentan tensiones
y resistencias, que es necesario tramitar, y llamamos la atención acerca de su relevancia y
significación, por cuanto en ellos se despliegan diferentes subjetividades de los jóvenes.
En este orden de ideas, buscamos potenciar y reconocer estos escenarios relacionales,
partiendo de la base que “en contextos de violencia, el deterioro de las relaciones comunitarias
entre vecinos, compañeros y amigos, la desconfianza y el miedo como sentimiento paralizante,
son situaciones que des-politizan y des-posibilitan la articulación de colectivos de acción en
las comunidades regionales” (Alvarado, Ospina, Botero y Muñoz, 2008, p. 23), y que en su
258
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
tránsito a la vida civil los jóvenes no solo deben “acomodarse” a ellos, sino también, moverse
entre las tensiones y los ajustes que de ellos se derivan. Y pensamos que justamente ahí, en
esos escenarios donde se tejen diferentes formas de sociabilidad y a su vez, donde se deben
tramitar tensiones, resistencias y rupturas, es necesario abordar la dimensión educativa de tal
manera que la ACR cuente con un marco que enriquezca y amplíe sus contextos de
intervención con los jóvenes desmovilizados.
Desde una perspectiva socio-construccionista, estamos apostando a concebir esos
escenarios de la vida civil como escenarios emocionales. Por tanto, vamos a presentar en
primer lugar los fundamentos teóricos de nuestra propuesta; a continuación, miraremos estos
escenarios desde la lente de los escenarios emocionales, y finalmente pondremos a su
consideración los componentes de la propuesta desde una dimensión educativa.
5.1 Los espacios relacionales como escenarios emocionales
El socioconstruccionismo pone su acento en las relaciones sociales pues a través de
ellas construimos la realidad y nos construimos socialmente. Moldear esa realidad con
cualidades relacionales, demanda generar comprensiones en los términos del lenguaje que
utilizamos y desarrollar prácticas sociales que ofrezcan nuevas potencialidades a la vida
cultural. En este contexto emerge el escenario relacional, aquel donde la concepción del yo y
de nuestras propias acciones, es dependiente de las actitudes y acciones de los demás, y por
tanto, nuestras formas de acción son interdependientes. Aquí, no es el individuo que piensa y
luego argumenta, sino que son las formas sociales de argumentación “las que piensan al
individuo” (Gergen, 1996, p.269).
259
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
De otro lado y teniendo en cuenta que en la cultura occidental las emociones son
posesiones individuales, Gergen propone reinterpretarlas como acontecimientos dentro de las
pautas relacionales: “como acciones sociales que derivan su significado e importancia dentro
de rituales de relación” (p.269). Bajo esta premisa, los discursos que utilizamos en las pautas
de relación cultural, adquieren el significado de emocionales, pues gracias a la interacción las
comunidades generan sus propios significados y sus propios modos convencionales de
relación. Por tanto, las pautas de relación cultural pueden considerarse como escenarios
emocionales, pues favorecen el intercambio social y emocional entre las personas. Vemos así
la relevancia de la vida cotidiana y de la participación simultánea de las personas en diferentes
espacios de relación, puesto que en ellos los significados “se crean en” o “provienen de” las
relaciones, y además actuamos en función de las personas, los contextos, los significados y las
producciones sociales.
Adicionalmente, las pautas de relación están orientadas a valorar al otro; de hecho, nos
construimos mediante las relaciones y los significados derivados de ellas a través del tiempo y
de esta manera construimos nuestra historia personal, aquella que cuenta por qué nos
relacionamos como lo hacemos. Ubicados en los procesos que viven los jóvenes para
vincularse nuevamente a la sociedad civil, resulta muy valioso conocer las formas en que se
teje el lazo social y las relaciones que van creando en los diferentes escenarios para
relacionarse y vivir con los demás, pues esas relaciones afectan sus subjetividades, así como
las maneras de relacionarse pueden estar afectadas por las experiencias vividas en contextos
significativos como la guerra, su familia y el entorno de donde vienen.
De acuerdo con lo dicho hasta el momento, podemos afirmar que las emociones son
construcciones culturales que son creadas por los demás en las relaciones que construimos con
260
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
ellos; de igual modo, que las emociones nos orientan frente al mundo y demuestran el tipo de
relaciones que vivimos, bien sea, de alegría, de tristeza o de rabia y que las expresiones
emocionales por tanto, son parte constituyente de la vida relacional40. De igual modo y como
ya se mencionó, las formas como emergen las relaciones no son solo diferentes, sino también
significativas según el contexto, ya que cada cultura establece conexiones particulares entre
las acciones de los sujetos y las emociones que surgen, creando así escenarios emocionales.
De otro lado, el enfoque relacional nos permite trabajar las emociones como
narraciones vividas, situando las expresiones emocionales en escenarios relacionales más
amplios. Por ejemplo, la violencia suele ser considerada como una expresión de sentimientos
hostiles; vemos entonces que hay una relación muy estrecha entre violencia y emoción, donde
se presentan pautas recurrentes de intercambio que no son deseadas por los participantes, pero
que aun así, se repiten; otro ejemplo de ello es la violencia intrafamiliar entre la pareja de
esposos. Una emoción como el enfado, puede ser una reacción inteligible a una variedad de
circunstancias, como la frustración, una pelea, una decepción, y puede a su vez, generar en los
demás distintas reacciones. Al respecto Gergen (1996, p. 287) nos advierte acerca de la
emergencia de escenarios efectivos o deseados e inefectivos o defectuosos; en efecto, según el
escenario, podemos evitar pautas indeseables y repetitivas o descubrir secuencias
potencialmente válidas que puedan compartirse culturalmente y de esta manera, a través de las
relaciones con los demás, construir escenarios de empatía, de felicidad, de acogida y de
respeto, entre otros.
40
“Los y las jóvenes y sus relaciones, además de cognición-razón y lenguaje, son sensibilidad, cuerpo,
emociones, anhelos, tradiciones, sentimientos, es decir, son historia en construcción, son experiencia vital…con
otros, en referencia a otros o por otros, es decir, se trata de reconocer en el sujeto concreto el despliegue de su
subjetividad”. (Alvarado, Ospina, Botero, Muñóz, 2008, p. 26).
261
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
5.2 Nuestra apuesta: la construcción de vínculos en escenarios emocionales
De acuerdo con estos planteamientos, pretendemos construir en medio del conflicto,
fluidez en los procesos sociales a través de escenarios emocionales como la familia, la
institución educativa, el trabajo y la comunidad, los cuales son a su vez, escenarios de la vida
civil. Pensamos también, que ellos pueden acoger a los jóvenes que llegan con sus diferentes
costumbres, reconocer en la diferencia nuevas oportunidades para el enriquecimiento mutuo y
construir nuevos caminos que promuevan relaciones sociales y nuevas invenciones para la
sociabilidad. En este sentido, sí los jóvenes se integran de una manera diferente a estos
escenarios, sintiendo que pueden conversar, participar, expresar sus emociones y ser
escuchados, se podrán generar afectaciones en su subjetividad, las cuales favorecerán su
proceso.
Se trata de abordarlos en la vida cotidiana y en diferentes escenarios emocionales, para
escuchar sus voces, otorgarles un papel más protagónico y facilitar la emergencia de sus
subjetividades en el contexto de la civilidad. Conviene señalar que en estos escenarios
emocionales, las narraciones juegan un papel fundamental en la construcción de pautas de
relación, en particular, las narraciones acerca de cómo están viviendo su regreso a la vida civil,
ya que nos permiten que no demos por sentado “que todo va bien”; haciéndose necesario
explorar e indagar cómo lo están viviendo.
De igual manera, es crucial recuperar las memorias de los jóvenes y “ponerle piel” al
proceso desde su voz y sus sentires, desde ellos, sus protagonistas. Estamos hablando de la
memoria que alude a lo que les pasa en relación con lo que están viviendo, con sus
sentimientos y pensamientos y los modos como están construyendo sus vidas, como también,
262
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
las formas como han visto y vivido la realidad social donde se encuentran. Esa memoria de los
procesos puede otorgar una visión renovada del regreso en los diferentes escenarios donde se
desenvuelven. Esto permite generar nuevas comprensiones acerca de lo que ha significado
para ellos este tránsito y cómo entre todos podemos apostarle, pues no se trata de un problema
solamente de los jóvenes o del Estado, es un problema que nos implica a todos y por tanto, es
responsabilidad de todos. Llegamos así a la corresponsabilidad como un asunto relacional
también, y esa corresponsabilidad la podemos construir por medio de las relaciones que
logremos establecer con los jóvenes en los escenarios emocionales de la vida civil.
De otra parte y como hemos visto a lo largo de este estudio, las situaciones de
exclusión, marginalidad, violencia y estigmatización manifiestas por los jóvenes antes, durante
y después de la vinculación al grupo armado, como durante su pasaje a la vida civil, nos ponen
de presente la relación entre las emociones y las consecuencias derivadas del conflicto
armado, cuyas expresiones de violencia desencadenan una serie de repertorios que en palabras
de Strawson (1995), aluden a sentimientos morales tales como resentimiento, ira, indignación,
perdón, miedo, vergüenza o solidaridad, entre otros.
Al respecto Lara y Delgado (2010, p. 51) nos dicen que “los repertorios emocionales
son construcciones colectivas que se comparten en la interacción social y que el
discernimiento sobre lo que se siente, sobre lo que es justo o injusto, se aprende a hacer en el
compartir con los otros, en el intercambio de testimonios, en las maneras diversas en que las y
los jóvenes se escuchan, se narran, se comprenden y se interpelan”.
Por tanto, nuestra propuesta busca también realzar la importancia del mundo de las emociones
y de los sentimientos de los jóvenes, para orientarlos en el campo de los derechos humanos.
Resumiendo, nuestra apuesta educativa a través de escenarios emocionales, busca la
263
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
producción de relatos conversacionales con los jóvenes, para comprender el presente de ese
tránsito a la vida civil, desde la perspectiva teórica del socioconstruccionismo. Los escenarios
emocionales propuestos son la familia, la institución educativa, el trabajo y la comunidad,
teniendo como telón de fondo los derechos humanos para la construcción de la dignidad.
El eje central de nuestra propuesta es la creación y el fortalecimiento de vínculos,
siendo sus principales componentes: la experiencia como acontecimiento, memoria y
narración, la alteridad y la dialogicidad41. No está por demás decir que el proceso educativo
de creación y fortalecimiento de vínculos de los jóvenes en los diferentes escenarios
emocionales, estará permeado por valores como la confianza, el reconocimiento, el respeto, la
solidaridad y la participación, no sólo entre los jóvenes y las comunidades receptoras, sino
además entre las comunidades receptoras con los jóvenes, en un proceso de doble vía. De
igual manera, el lenguaje será central en la construcción de estos escenarios emocionales; pero
no se trata de un lenguaje plano y despoblado, sin un otro que lo habite, donde nadie se
escucha a sí mismo y donde no hay un “tú”.
Se trata de recuperar su sabor y de estar presentes en lo que decimos; de abandonar
palabras como “desmovilizado, desvinculado, reinsertado, victimario, victima y enemigo”,
entre otras; y de cambiarlas por “ofensor, ofendido y afectado” como las propone Molina
Valencia42 (2010); y por qué no, de recuperar palabras abandonadas como “dignidad, acogida,
aceptación, confianza”, a fin de cuentas el mundo social es una construcción que se basa en
41
“La acción vivida y narrada no significa nada si no hay quien juzgue lo que se dice y hace, si no afecta a
alguien, si no transforma las condiciones o las tramas de relaciones y poder de alguien, si no es apropiada y
recordada por una comunidad plural o comunidad pública”. (Alvarado, Ospina, Botero, Muñóz, 2008, p. 26).
42
Molina sugiere que el cambio de categorías para nombrar los actores, transforma su propia comprensión y la
del conflicto; en este sentido, el conflicto no depende solamente de la relación entre dos o más actores que han
generado una disputa, sino de todos los actores que causan daño, son dañados y potencialmente podrían sufrirlo.
Así las cosas, el conflicto es una relación entre actores. (p. 67).
264
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
significados y estos se construyen en las relaciones. De ahí la importancia que cobran los
escenarios emocionales como marcos sociales que nos permiten entender los cambios de
sentido y/o las elaboraciones y reelaboraciones que hacemos de los significados.
Entonces, desde este lugar de enunciación queremos pensar en los procesos del retorno,
del regreso; queremos que se reconozcan estos espacios relacionales como escenarios
emocionales para pensar en los modos como podemos acoger al “recién llegado”, y facilitarle
el hacerse a un lugar en la sociedad civil, y más teniendo en cuenta que la reintegración no es
una sola, son varias y diferentes de acuerdo con las subjetividades en juego en los diferentes
escenarios, que es un proceso muy complejo y tensionante y por lo tanto, estamos llamando la
atención sobre esos planos de interacción social, puesto que los procesos de reacomodación
son diferentes para cada cual. En el mismo sentido, es necesario afectar los modos en que los
jóvenes generen confianza en la sociedad civil, venzan sus temores y logren acogernos
también. El conflicto armado ha construido un escenario relacional de desconfianza,
imposición, arbitrariedad, control y sometimiento, que es necesario deconstruir para pensar en
nuevos escenarios en los que podamos reconocernos, teniendo como base la creación de
nuevos vínculos sociales. Veamos esos escenarios emocionales, en donde las relaciones de
poder presentadas están apoyadas desde los planteamientos de Boaventura de Sousa Santos
(2000).
5.2.1 Primer escenario emocional de los jóvenes: el familiar
La dinámica de las relaciones emocionales en este escenario, está caracterizada por el
conjunto de relaciones sociales de producción y reproducción de lo doméstico entre los padres,
265
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
los hijos y demás miembros del grupo familiar. Estas relaciones se procesan a través de la
energía emocional en la interacción y se hacen manifiestas en el poder patriarcal por medio del
estilo que se le imprime a la vida familiar.
El patriarcado como forma de poder en este espacio y su expresión emocional lo
podemos observar en el trabajo doméstico, en las relaciones de cuidado, en la administración
de los bienes, la educación de los hijos, la recreación y el descanso. De igual modo, es usual la
asimetría en la comunicación, traduciéndose en manipulaciones, violencia simbólica,
autoritarismos, silencios y malos tratos hacia la mujer y los hijos.
Así las cosas, se deduce fácilmente la complejidad de este espacio y la necesidad de
buscar nuevos horizontes en este escenario emocional, con el fin de fortalecer las pautas de
relación familiar.
5.2.2 Segundo escenario emocional: el laboral
Este escenario está referido al conjunto de relaciones sociales y emocionales que
marcan la interacción entre el patrón y los trabajadores y entre los mismos trabajadores, en
torno a la producción de valores de carácter económico y a los procesos relacionados con el
trabajo. Es necesario poner de relieve que en este escenario se ha venido imponiendo una
nueva forma de trabajo, la cual es llamada por Boaventura de Sousa Santos (2000, p.321) el
trabajo emocional y que se caracteriza por la buena apariencia física, la amabilidad, la sonrisa,
la atención con el cliente y la delicadeza y los buenos modales del trabajador.
Las relaciones laborales están organizadas a través de reglamentos, patrones
normativos y códigos de conducta, los cuales establecen para el trabajador las rutinas, las
266
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
sanciones, la disciplina en los ritmos biológicos, el tipo de interacciones y de conversaciones
permitidas, las formas de vestir y de hablar, incluso hasta el silencio, entre muchas más. Se
trata de un escenario emocional donde el mando, las jerarquías y las reglas de obediencia
pueden llegar a invadir la vida familiar, el tiempo libre y las actividades políticas del
trabajador.
Es importante considerar este espacio en la vida de los jóvenes, quienes al no poseer un
título profesional,
consiguen empleos donde la explotación, la desvalorización, la mala
remuneración, el tipo de contratación y la misma incertidumbre laboral, reflejan la precariedad
actual del trabajo y le restan potencia como escenario emocional y como posibilidad para tener
una vida digna.
5.2.3 Tercer escenario emocional: el educativo
En este escenario se tejen relaciones sociales entre profesores y estudiantes, entre los
mismos estudiantes y entre los miembros que componen la comunidad educativa. Suelen ser
relaciones jerárquicas concentradas en la autoridad del profesor y las directivas, y están
caracterizadas por la obediencia, la disciplina y la mirada homogénea hacia el grupo de
estudiantes.
La potencia emocional de este escenario de interacción social, radica en que allí se
constituyen comunidades de aprendizaje y de producción de sentidos, mediante prácticas
sociales compartidas, donde el estudiante se va configurando como sujeto, a la vez que se
vincula socialmente. Asimismo, como espacio de socialización secundaria es fuente de valores
267
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
y normas, ofrece la posibilidad de adquirir un conjunto de conocimientos, lenguajes y rutinas
que se internalizan, promoviendo el aprendizaje de referentes y de repertorios culturales
necesarios para la interacción social.
Ahora bien, con respecto a la educación resulta oportuno el señalamiento que Elsa
Bocanegra (2008) nos hace en relación con la mirada que debemos hacer de la institución
educativa,
apoyándonos en una lente que nos permita captarla más allá de lo que
tradicionalmente hemos concebido, pues ella “no es sólo el lugar físico, sino los discursos que
la nombran o la interpretan, y las distintas producciones imaginarias que la sociedad
históricamente se permite” (p.324). Entre el ideal de escuela de los niños y jóvenes y el que se
vive en el día a día, existe una brecha enorme, dado que en sus dinámicas no suele operar
como “contenedora” de sus estudiantes, sino que al contrario, se convierte en “expulsora”.
Entonces concebirla y asumirla como escenario relacional y emocional es un gran reto
y una gran oportunidad para que los jóvenes desmovilizados amplíen su experiencia de ser
joven, desplieguen su subjetividad y construyan horizontes de sentido como ciudadanos y
como comunidad. En este sentido, la noción de espacio biográfico de Arfuch (2002) resulta
muy fértil en el escenario educativo, porque el poder hablar de sí, acerca de las experiencias
(agradables o desagradables) que a diario afrontan los jóvenes en su proceso de reintegración,
de sus conflictos y dificultades en los diferentes escenarios de pertenencia, “es una ayuda
invalorable para la creación colectiva del saber, al tiempo que el conocimiento recíproco
puede aportar justamente al reconocimiento de las diferencias –étnicas, religiosas, culturales,
de género, etcétera–, en tempranas etapas de la formación” (Arfuch, 2008, p.9).
268
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
5.2.4 Cuarto escenario emocional: la comunidad
Las dinámicas sociales en el espacio comunitario están basadas en procesos de
identificación que operan con base en los orígenes comunes, el sentido de pertenencia,
objetivos e intereses compartidos y los lazos sociales que se tejen. Se manifiestan a través de
inclusiones o exclusiones entre sus miembros, demandando una fuerte inversión emocional;
sin embargo, cuando se es reconocido como miembro de la comunidad, surgen relaciones de
reciprocidad y ayuda que los fortalecen como grupo.
Las relaciones de poder en este espacio se centran en la definición del diferente, de
quien es considerado un extraño. Quienes son vistos de esta manera, suelen ser estigmatizados,
discriminados, generando un gran impacto en sus vidas. Por tanto, es indispensable
direccionar las relaciones con ese otro semejante, que nos inquieta y nos perturba, pero que
debemos verlo diferente en términos de la riqueza que encierra.
Ahora bien, el buen trato, la aceptación y el reconocimiento social, entre otros, son
formas de crear vínculos emocionales fuertes para la reintegración, no solo en este escenario
sino en todos aquellos donde los jóvenes interactúan. Y es en los escenarios emocionales
donde encontramos los lugares ideales para vencer los sentimientos de soledad, tristeza, rabia,
incertidumbre y miedo que acompañan el proceso. Buscamos que en esos escenarios se creen
nuevas relaciones comunitarias, sociales y políticas, de manera que se configuren redes
significativas con quienes puedan interactuar, dando origen a escenarios emocionales que
afecten sus modos de ver el mundo y los modos como sienten que éste también los ve,
contribuyendo así a la creación de vínculos con la sociedad civil.
269
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
5.3 Los componentes de la propuesta educativa
5.3.1 La experiencia como acontecimiento
La experiencia es una fuente de aprendizaje muy valiosa. Si la experiencia es lo que
nos sucede, nos pasa o nos acontece, también requiere de un tiempo para pararnos a pensar, a
escuchar; para pensar más despacio y sentir más despacio, de tal modo que se haga necesario
abrir los ojos y los oídos para demorarnos más y aprender con lentitud acerca de lo que nos ha
sucedido. Pero la experiencia va más allá, puesto que “desestabiliza, actualiza y hace emerger
la pregunta por quién soy: pone en cuestión el sentido establecido de mi mismo…uno se
encuentra a sí mismo, y a veces, uno se sorprende por lo que encuentra, no se reconoce. Tiene
que reconstruirse, que reinterpretarse, que rehacerse” (Larrosa, 2003 b, p.615).
En consonancia con estos planteamientos, desde el socio-construccionismo podemos
considerar la experiencia como el conjunto de influencias que hemos tenido de otras personas
y que por los significados que les otorgamos, constituyen nuestra subjetividad. Cuando
contamos nuestras experiencias, estamos dando a conocer las claves sociales que definen
nuestros modos de relación con los demás y las formas como afectan nuestra subjetividad;
pero a su vez, estamos generando procesos identificatorios y de empatía con quienes nos
escuchan, que contribuyen en la construcción de horizontes de sentido compartido.
El valor de conocer
las experiencias de los jóvenes acerca de cómo ha sido su
vinculación a la vida civil radica en las comprensiones que tienen acerca de ellas como
acontecimientos en relación con los otros y en los diferentes escenarios, y del reconocimiento
y trato que reciben como ciudadanos por parte de la sociedad. Hablamos entonces de escuchar
270
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
experiencias acerca del reconocimiento o la exclusión; de la acogida (Bárcena y Melich, 2000)
(Melich, 2002) o el rechazo; de experiencias en el marco de una justicia anamnética para
recuperar los derechos negados (Reyes, M. 2003) o de desconocimiento de sus derechos; de
experiencias sobre el volver a la vida civil como un nacer o como un morir (Arendt, 1993),
entre muchas más.
Buscamos bordear esas experiencias de acogida en los diferentes escenarios, para que
se puedan iniciar acciones de reconocimiento y de reparación que contribuyan a la
reintegración social y económica. “Cuando los actores se acercan más allá de su identidad
subjetiva y se relacionan a partir de su anclaje social, se recomponen las distancias entre
actores e instituciones que antes quizá no habían prestado la suficiente atención a un fenómeno
así, como actores que no atribuían confianza a un tipo específico de relación y, por qué no
decirlo, de intervención simbólica” (Molina, 2010, p.73).
5.3.2 La memoria y narración como horizonte de significación para el reconocimiento y la
vinculación a la vida civil
La memoria como práctica social de construcción del pasado colectivo o personal,
tiene sus funciones y actúa en el presente: abre espacios para compartir, genera contextos de
expresión y de comunicación, permite justificaciones, mantiene determinados órdenes
sociales, genera sentimientos compartidos, produce valoraciones morales y éticas y
proporciona las bases para una acción futura y su legitimación. Es en el acto de narrar que
reconstruimos el pasado, creando y enfatizando en las dimensiones espacial y temporal con
271
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
referencias afectivas personales, para hacer más vívidas las situaciones43. Las narraciones son
constructoras de los procesos sociales y de la misma realidad social; de igual modo, posibilitan
diferentes inteligibilidades de los actores sociales y generan contextos de relación e
interpretación.
Estamos de acuerdo con Molano (2010, p.69) cuando afirma que en nuestro país ha
recibido mayor atención la narración de las personas afectadas, que la de quienes han
cometido las ofensas, condición que debe transformarse para ganar una mayor equidad en la
reconstrucción de memorias, el dialogo social y la reconciliación. Como proceso, la memoria
implica transformaciones permanentes, acciones selectivas y consecuencias relacionales, que
han hecho más evidente la importancia de la memoria colectiva y su valor para la
transformación en contextos de conflicto armado.
Ahora bien, la memoria colectiva es un proceso simbólico que implica recuerdos y
olvidos, con base en el intercambio y transformación de significados relacionados con hechos
y objetos, en coordenadas espaciales y temporales específicas44. Desde una perspectiva socio-
43
Arfuch (2010), nos dice que la memoria es el presente del pasado y su futuro anterior, es decir, lo que habría
sido, que equivale a lo ausente del futuro. A decir de esta autora, la memoria se deshace y reconstruye
permanentemente en el presente, esa es su cualidad significativa para darle sentido a las experiencias,
permitiéndonos instalarnos críticamente en el tiempo, para retornar al pasado con un conjunto de “yoes” donde es
pertinente preguntarse ¿Quién habla? ¿Para quién se habla? ¿Habla un sí mismo como otro? ¿Por qué ese pasado
que insiste sin cristalizarse en el presente, nos sale al paso?
44
La relación establecida entre sociedad, moral, conciencia colectiva y representación colectiva con la memoria,
fue revisada, entre otros autores, por Halbawchs, siendo su principal aporte la noción de memoria colectiva con
todas sus implicaciones. Para este autor, la memoria es una acción eminentemente colectiva y social, primero
porque evocar recuerdos depende de la presencia de un grupo social; segundo, porque los elementos que
transitan en esa evocación, son por naturaleza sociales y tercero, porque la evocación cumple una función de
regulación social, al actualizarlos. Y es justamente esa presencia de la sociedad en la memoria, lo que Halbwachs
retoma para sus nociones de marco colectivo y marco social de la memoria. “Estos marcos no son el agregado de
recuerdos individuales ni tampoco la adición de todos ellos, sino que son los encuadres que un grupo social
mantiene para reconstruir el pasado, que están por encima de cualquier arbitrio individual…ellos no son otra cosa
que el rango de conciencia o el espectro de representaciones a través de las cuales un grupo tramita sus
recuerdos” (Citado por Serna, 2007, p. 101). En otras palabras, para Halbwachs lo susceptible de ser recordado,
272
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
construccionista, Molano (2010, p.70) identifica tres características de la memoria colectiva:
los factores sociales, la temporalidad y los medios implicados. Con relación a los factores
sociales, nuestro autor citando a Vásquez (2003), señala que estos aluden a los significados
que orientan la acción y que tal comprensión de lo simbólico nos dice que la realidad está
configurada por significados y en consecuencia, la manera como comprendemos, recordamos
y olvidamos está mediada por el valor que encierran las declaraciones y los juegos de lenguaje
particulares de cada contexto.
Respecto a la temporalidad de la memoria, ella per se es un fenómeno temporal que
vincula pasado, presente y futuro a la experiencia, contribuyendo a su organización en la
narración45. Pero recordamos experiencias como acontecimientos que nos sucedieron y que
reconstruimos no solo de acuerdo con el valor y los significados otorgados a ellas, sino
también, de acuerdo con las personas que están con nosotros al recordar.
De su lado, los medios implicados en la memoria se refieren a los procesos de la
identificación, bien sea, el recuerdo o el olvido y la selectividad de los significados. Esto
explica por qué las comunidades configuran a través del lenguaje, los significados que
comparten como recuerdo o como olvido, es decir, aquello que se recuerda viene a ser una
selección de significados que tienen la capacidad de vincular o desvincular a las comunidades
incluidos los sentimientos, está regulado por las representaciones de sociedad que posee el sujeto o colectivo que
recuerda.
45
Como analista de la memoria y del olvido, Ricoeur (2000, p. 19) separa a la memoria de la imaginación, puesto
que la imaginación se centra en lo fantástico, lo irreal y lo utópico, mientras que la memoria se orienta a la
realidad, y nos invita a pensarla como un lugar de paso obligado para la reflexión sobre el tiempo y sobre lo que
ha tenido lugar en la huella del tiempo, estableciendo así, su poder veritativo frente a los hechos del pasado, pues
como él mismo nos lo recuerda, no tenemos otro recurso sobre la referencia al pasado, que la memoria misma.
273
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
de situaciones o propósitos particulares en marcos temporales. (Castillejo, 2004). Por tanto,
recordar y olvidar son acciones de selección de significados.
Ahora bien, para contribuir con el retorno a la vida civil de los jóvenes desmovilizados,
proponemos hacer memoria de aquello que obstaculiza esa reintegración, como también, de
aquello que los vincula y que nos une. Proponemos trabajar con los jóvenes la memoria como
un proceso significante en contextos específicos, no solo de aquello que se recuerda y se
olvida, sino de las experiencias cargadas de significados que tienen la capacidad de vincularlos
con las comunidades en un lugar y tiempo determinados. Por tanto, se requiere potenciar el
lenguaje y la narración de los jóvenes en los procesos de memoria colectiva, para poder llegar
a las comunidades, comprender sus valores, creencias y significados y poder interpretar no
solo a quien narra, sino también, al contexto donde se narra46.
Sí queremos construir sociedad, las narraciones de los jóvenes acerca de su retorno a la
vida civil serán un horizonte de inteligibilidad para comprender sus experiencias, las
decisiones que han tomado, cómo están viviendo su llegada a la civilidad y en qué medida
podemos favorecer ese proceso; de esta manera no solo podremos comprender a los narradores
y sus contextos, sino que también, ellos podrán comprender los contextos donde narran. Y es
precisamente a partir de esta comprensión y encuentro con los jóvenes en los escenarios
emocionales, que se puede lograr un efecto político, puesto que este tipo de acercamientos es
el inicio para recuperar la confianza entre ambas partes.
46
Desde el punto de vista de una filosofía de la finitud, “aprender a hacer memoria pasa hoy, ineludiblemente,
por recuperar los lenguajes olvidados, es decir, la palabra o las palabras humanas, unas palabras situadas en el
tiempo y el espacio, en la contingencia, en la fragilidad y en la vulnerabilidad” (Mélich, 2002, p.103). Por tanto,
se trata de acoger al otro ausente, para mantener vivo su recuerdo y actualizar su recuerdo, puesto que “en la
palabra humana surge una posibilidad de ser otro, de ser diferente y también una inevitabilidad: ser para el otro,
ante el otro, responsable del otro”. (Mélich, 2002, p.17).
274
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
5.3.3 De una educación monológica a una dialógica de creación de sentido
Como hemos visto, desde la perspectiva socioconstrucionista, el lenguaje adquiere su
valor social y sus significados, por la forma en que la gente lo utiliza en determinados
contextos. “El reto del proceso educativo no es, entonces, almacenar datos, teorías, heurística
racional en las mentes de los individuos, sino generar contextos en los cuales el discurso y la
práctica puedan unirse, contextos en los cuales los diálogos se puedan ligar a las continuas
búsquedas prácticas de las personas” (Gergen, 2007, p. 233).
La educación dialógica requiere de relaciones dialógicas. En el contexto de los jóvenes
desmovilizados, busca el restablecimiento de la red de relaciones basadas en el dialogo, para
en conjunto, construir comunidades educativas más deliberativas que contribuyan al
establecimiento de instituciones más justas e incluyentes que favorezcan la realización de sus
proyectos de vida. En la educación dialógica el dialogo configura la acción educativa y alude a
la construcción de pluralidad para tener varias perspectivas de mundo. De hecho, las
relaciones dialógicas que se lleguen a establecer pueden ser de contraposición, elogio, crítica,
autointerpelación, interrogación, cooperación, entre otras, anudando así las relaciones entre los
sujetos. De otra parte y como bien lo señalan Viviana Arias, Paula Cifuentes y otros (2010, p.
117), el dialogo se encuentra “en estrecha relación con la dignidad: ese poder interiorizar la
idea de dignidad, es decir, de sentirse digno, pasa necesariamente por participar del dialogo y
en él, aparecer para ser escuchado y valorado en la diversidad”.
De igual modo, este tipo de relaciones permite articular valores a partir de la
confrontación, en relación con la intersubjetividad y la comunidad de pertenencia; de esta
manera se busca promover prácticas en las cuales los estudiantes trabajen junto a sus
275
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
profesores y compañeros para decidir los contenidos y actividades que puedan crear
participaciones significativas. Esta es una invitación pertinente para el trabajo educativo con
los jóvenes desmovilizados, que propone el desplazamiento del monólogo del profesor, hacia
el dialogo con sus estudiantes, para desarrollar nuevas formas relacionales y participar de
ellas, y que reconoce el proceso formativo como un acontecimiento comunicativo y relacional.
Por tanto, uno de los retos para los educadores es el de “contribuir a las relaciones
generativas a partir de las cuales el estudiante pueda emerger con un potencial ampliado para
relacionarse efectivamente. El rol del estudiante deja de ser el de objeto, y pasa a ser un sujeto
dentro de las relaciones” (Estrada, 2007, p. 238). En otras palabras, se trata de una educación
centrada en las relaciones que promueva aprendizajes cooperativos y colaborativos, y de esta
manera abrir nuevas posibilidades en las relaciones de los jóvenes con sus profesores para que
a partir del dialogo y el reconocimiento se contribuya a menguar las actitudes de resistencia,
que como costras pesadas generan actitudes de rebeldía, a la vez que se favorece la creación
de nuevos vínculos en este escenario.
5.3.4 Educar también desde la alteridad: una experiencia de “amor mundi”
Como ya lo hemos visto, pensar la educación de los jóvenes en su proceso de retorno a
la vida civil es un reto. Podemos decir también que es un acontecimiento, es pensarla de un
modo nuevo, pues nos encontramos con jóvenes que nos interpelan con su mirada y que
siempre estarán frente a nosotros, retándonos con un cara a cara ineludible por sus
experiencias límite vividas. Se trata por tanto, de educar al “recién llegado” (Bárcena y
Mélich, 2003) que necesita ser acogido, y comenzar algo nuevo.
276
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Esto nos lleva necesariamente a dejar abierto un lugar, un espacio y un tiempo para que
ellos hablen por sí mismos, nos narren sus historias, vuelvan a narrarlas, invitarlos a indagar
hasta sus últimas consecuencias el sentido de sus experiencias, para que aprendan a mirar el
mundo, ese mundo centrado en la soledad del yo y desde la otra orilla.
Bárcena y Mélich (2003), con base en los principios de una filosofía de la alteridad,
han desarrollado una propuesta educativa que nos aporta valiosos elementos pedagógicos y
didácticos para bordear las subjetividades de los jóvenes, acudiendo a la memoria y a la
narración. Educar a estos jóvenes desde la alteridad, es una invitación a educar desde la
experiencia de quien ha padecido y sufrido la injusticia, tratando de ver el mundo desde su
ángulo; equivale a cambiar el ángulo de visión y el sentido de la mirada. Implica por tanto,
para nosotros los docentes, cruzar un límite, traspasar una frontera, cambiar la trayectoria y
modificar la dirección de la mirada, para ver el mundo desde una “salvaje oscuridad”,
imaginándonos a nosotros mismos en el lugar de los otros, en el lugar de ellos, de quienes han
sufrido la guerra en carne propia.
Nos dicen los autores, “la educación, que está todavía basada en la presencia de un cara
a cara, en un encuentro entre dos rostros y dos cuerpos, y en la carne de las palabras, ¿qué
puede decirnos acerca de estos silencios-otros, de estos gritos-otros, de estos dolores que nos
enmudecen?” (p.211). En esta tarea, es necesario un tiempo y un espacio para la expresión de
los jóvenes; ese estado tal vez de sufrimiento, en otras de quietud y de silencio, les permite
confrontarse a sí mismos, mirar la realidad que les concierne y su fondo de verdad ante el
desfallecimiento, la soledad o el extravío Se trata por tanto, de educar la sensibilidad y de
recuperar al sujeto pasional, aquel que se abre al mundo y se deja tocar por lo que ocurre y lo
que acontece.
277
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Esto implica también una afectación del pensamiento y la acción (Martha Tafalla,
2003), no solo por parte de los jóvenes desmovilizados, sino también de quienes los escuchan,
donde a través del reconocimiento de sus experiencias, se promuevan la dignidad, la
humanización y la identidad como ciudadanos, y de esta manera se reconozcan en un proyecto
de vida futuro. En otras palabras, al educar para la alteridad se busca generar reflexiones de
tipo moral que nos lleven a preguntarnos con ellos mismos, por la humanidad del hombre
desde la inhumanidad. Pero además de la alteridad, existe también un requisito que deben
poseer quienes interactúen con los jóvenes en el escenario educativo. Se trata del amor mundi.
Este concepto que fue acuñado por Hanna Arendt (1996), se refiere al cuidado, la
preocupación y el acogimiento del otro como una forma de amarlo. Consideramos que este
concepto es muy valioso en el contexto de la reintegración a la vida civil, ya que este amor se
traduce en un proceso formativo que busca reconstruir la dignidad, mediante el cuidado, la
acogida, la escucha y la responsabilidad con que se asuma esta tarea. Como bien lo señala
nuestra autora:
“La educación es el punto en que decidimos si amamos el mundo como para asumir
una responsabilidad por él y así salvarlo de la ruina que, de no ser por la renovación,
de no ser por la llegada de los nuevos y los jóvenes, sería inevitable. También
mediante la educación decidimos sí amamos a nuestros hijos lo bastante como para no
arrojarlos de nuestro mundo y librarlos a sus propios recursos, sin quitarles de las
manos la oportunidad de emprender algo nuevo, algo que nosotros mismos no
imaginamos, lo bastante como para prepararlos con tiempo para la tarea de renovar
un mundo común” (Arendt, 1996, p.234).
Se trata de ser verdaderos maestros para contribuir responsablemente con la formación
de los jóvenes, donde la educación viene a ser tanto para el maestro, como para el alumno, un
278
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
aprendizaje de hospitalidad, emergiendo en los maestros
“una subjetividad acogedora,
hospitalaria, una subjetividad ética”, en palabras de Melich (2001, p. 69).Entonces, ser
educador en este contexto es una invitación a estar atento a los estudiantes, a sus alegrías,
tristezas y sufrimientos.
En este orden de ideas y porque la educación es una tarea constitutivamente humana,
educar se convierte en una relación de alteridad donde el otro me interpela, me obliga a
responder y a hacerme cargo de él. Es responder con hospitalidad a ese llamado de los que
nacen por segunda vez, para que conozcan el mundo, lo habiten y lo renueven. Se trata de
acogerlos, de ser receptivos y de ofrecerles la posibilidad de hablar, de expresarse y de iniciar
algo nuevo para ellos y para el conjunto social que habitan.
Pero el escenario de acogida no deber ser solamente el educativo, existen otros
escenarios que ya hemos analizado como la familia, el trabajo y la comunidad y que pueden
funcionar con esta ética de la hospitalidad siempre y cuando estén dispuestos a participar del
proceso, recibirlos y hacer de la reintegración un compromiso de todos.
279
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
CONCLUSIONES
A manera de autoexamen presento algunos aportes que logré identificar en relación con el
bordeamiento de la subjetividad y del proceso de reincorporación a la vida civil, teniendo en
cuenta el grupo de jóvenes participantes y sus experiencias muy particulares, las cuales
iluminaron aspectos que no han sido abordados en otras investigaciones:
Con relación a las causas de la vinculación de los jóvenes a los grupos alzados en armas, se
encontró que los factores están relacionados con el contexto de pobreza que los rodeaba, el
deseo de ayudar económicamente a sus familias, la falta de oportunidades para llegar a ser
“alguien” y el encontrarse viviendo en zonas de violencia. Estos factores, que nos hablan de
una falsa “voluntariedad”, sumados al hecho de que los jóvenes se encontraban buscando
reconocimiento, estatus, apoyo y un sentido de identidad en un período crítico de su
desarrollo, se conjugan a favor de los grupos armados, cristalizando el momento particular de
la decisión. Sin embargo, todavía no se tienen respuestas definitivas de sí las formas de
reclutamiento están asociadas a este entramado de condiciones desfavorables para los jóvenes
o a las condiciones organizativas de los grupos que los reclutan. Para el caso de este estudio,
se presentaron ambas condiciones.
280
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
Ahora bien, es conveniente señalar que cuando los jóvenes se vincularon vivían en regiones
que eran frecuentadas por los grupos alzados en armas, donde el Estado no había hecho
presencia y por lo tanto, terminaban ejerciendo control territorial sobre la población. Algunas
de esas regiones son Ataco-Tolima; vereda La Encarnación en Urrao-Antioquia; CiénagaSanta Marta; vereda La Esmeralda en Planadas-Tolima; Palermo-Huila; vereda Cañón de las
Hermosas en Chaparral-Tolima y en Valparaíso-Caquetá.
De acuerdo con lo encontrado se concluye que el detonante de la vinculación no es un evento
que opera de manera aislada, sino una situación en particular donde confluyen distintos
aspectos que inciden en la toma de decisión de los jóvenes, la mayoría de las veces de manera
impulsiva y sin dimensionar siquiera las consecuencias que ello les deparará para sus vidas.
Para el caso particular de esta investigación, los hallazgos sugieren en primer lugar como
detonante, la necesidad de reconocimiento y valoración de las capacidades de los jóvenes,
como también, de un reconocimiento social representado en la imagen y el poder que el
uniforme y el arma brindan, toda vez que las características de sus contextos de origen y la
etapa de desarrollo por la que atraviesan, les demandan reafirmar su identidad.
Con respecto a la situación de pobreza en que se encontraban y la necesidad de apoyar a sus
familias, al no contar con mayores posibilidades educativas y otras opciones, todo parece
indicar que la única salida que los jóvenes encontraron en sus contextos, caracterizados por
carencias y por injusticia social, fue unirse a los grupos armados como una opción de
movilidad social ascendente.
De igual modo se concluye, que para los jóvenes el grupo armado se configura como un tren
de oportunidades donde subirse para mejorar sus condiciones de vida. En los casos donde solo
281
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
parece haber esta opción, no debe sorprendernos que ellos la elijan como medio para cubrir
sus necesidades básicas.
Con respecto a las subjetividades, este estudio aporta que la vida de los jóvenes en los grupos
alzados en armas se despliega a partir de la emergencia de una serie de subjetividades que
transitan desde una subjetividad de la esperanza, de la obediencia y resignada, hacia una
subjetividad rebelde y nuevamente esperanzada por encontrar en la sociedad civil, un
escenario donde se pueda vivir con dignidad y justicia.
Sin embargo, ese proceso de
sujetamiento disciplinario vivido, para muchos fue la oportunidad de ganar reconocimiento,
don de mando, de llevar al límite sus capacidades, de adquirir conocimientos relacionados con
la milicia, de desarrollar habilidades para la supervivencia, de construirse a sí mismos y de
encontrarle un sentido a sus vidas.
La salida del grupo armado es un trasegar que los confronta con respecto a su mismidad y que
a la vez va marcando el despojo de la identidad guerrera asumida; se trata de una oscilación
entre lo que permanece y lo que se revela como otro, entre la mismidad y la ipseidad, entre
aquello que permanece y lo que se revela como otro, en términos ricoeurianos; es una
constante lucha entre la necesidad de anclaje en algún lugar de la vida civil y el escape de la
vida subversiva, configurando un nuevo horizonte subjetivo.
De otra parte, el tránsito a la vida civil en el caso de muchas jóvenes, se inicia con el
redescubrimiento de aspectos olvidados de sus referentes de identidad femenina, pues durante
el tiempo de permanencia en el grupo insurgente adquirieron nuevos referentes de identidad y
pertenencia caracterizados por la masculinidad, al estar asociados a la vida militar y a las
demandas de la guerra. Con respecto a los jóvenes, nuestros hallazgos coinciden con los
282
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
planteamientos de Kimberly Theydon (2005) pues para ellos la educación, el trabajo y una
vivienda digna
son referentes simbólicos de masculinidad con un gran potencial para
favorecer los procesos de reintegración.
Conviene poner de relieve que los jóvenes en la vida civil llegan a una sociedad estratificada
donde ya no se es uniforme e indiferenciado entre los demás, y donde la familia, el estudio, el
trabajo y el dinero, como también el ser joven, ser estudiante, trabajador, ciudadano y tener un
plan de vida, son los nuevos referentes de identidad y pertenencia que determinan necesidades
y oportunidades. Y justamente, la construcción de nuevas formas de ciudadanía, pasa también
por procesos de subjetivación en esos diferentes espacios que configuran la vida civil, pues allí
se establecen relaciones sociales diferentes y se tejen nuevos sentidos de pertenencia, nuevos
vínculos y nuevos valores.
Asimismo, con el regreso a la vida civil los jóvenes transitan por dos tipos de reglamentos: de
un reglamento basado en un código normativo militar, rígido y coercitivo, pasan a otro
centrado fundamentalmente en el derecho y en una autoridad colegiada que regula las
relaciones entre los ciudadanos, y esa regulación se da a través de procedimientos normativos
que los jóvenes entran a reconocer en los diferentes espacios donde comienzan a interactuar.
Por consiguiente, los jóvenes transitan entre dos formas de poder que van del autoritarismo a
la construcción consensuada o negociada, y en este contexto, sus subjetividades pasan por la
búsqueda de mayores niveles de igualdad, de equidad y de reconocimiento.
No obstante, queremos llamar la atención en que las diversas situaciones de exclusión,
marginalidad y/o desprecio social que afrontan los jóvenes, desencadenan un conjunto de
repertorios emocionales que aluden a sentimientos de vergüenza, indignación, temor y
283
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
resentimiento, entre otros, los cuales no deben ser minimizados en su proceso de retorno a la
vida civil.
En esta misma línea, para los jóvenes desmovilizados el tránsito a la vida civil les demandó
experiencias fuertes y complejas que implicaron movimientos en su subjetividad, traducidos
en rupturas de sus referentes identitarios y de sus vínculos emocionales (movimientos
subjetivos que producen un quiebre y marcan un antes y un después); en desplazamientos de
sus miedos y valores (movimientos de la subjetividad donde se dan transformaciones y
acomodaciones); y en continuidades (se conservan algunos rasgos de la subjetividad), como
también en la capacidad de construir nuevas formas de ciudadanía diferentes a la subversión.
Con relación al espacio institucional, la casa donde funciona la Alta Consejería se constituye
en uno de los escenarios más valiosos para los jóvenes en el proceso de construcción de
ciudadanía y de aprendizaje en el establecimiento de relaciones sociales para poder vivir en
comunidad. Y aunque allí también existen evidentes relaciones de poder, podemos decir que
este escenario contribuye a la verdadera desmovilización, al afianzar la dejación de las armas
a través del acompañamiento psicosocial brindado.
Ahora bien, no podemos concluir sin tener en cuenta el contexto de la justicia social. En el
marco de la justicia como equidad participativa que propone Fraser (2003) donde la justicia
social alude a la mala distribución de recursos (justicia distributiva) y a la falta de
reconocimiento (filosofía del reconocimiento), los jóvenes desmovilizados en su proceso de
vinculación a la vida civil se encuentran con una serie de obstáculos institucionalizados,
traducidos muchas veces en impedimentos, por un lado, de tipo económico, y por el otro lado,
en impedimentos culturales cuando el orden social establecido les niega el estatus de socios
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Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
con plenos derechos en la interacción social, careciendo de reconocimiento. Así las cosas, lo
que se necesita son políticas que puedan establecer una igualdad de estatus y que fomenten la
equidad participativa y el reconocimiento en todas las esferas de la vida social para estos
jóvenes, de manera tal que esta población sea reconocida como miembro de la sociedad, como
socios con derechos y capacidad para participar en igualdad de condiciones con los demás.
Ahora bien, ¿cómo pueden responder los programas a esos movimientos de la subjetividad?
Creemos conveniente que en ellos se abran espacios para que los jóvenes adelanten acciones
que favorezcan ese tiempo subjetivo ya puesto en marcha, tengan la oportunidad de tramitar
sus duelos y las pérdidas que han vivido e imprimirle un sentido ético-político a las
experiencias de la guerra y al mismo proceso de desarme- desmovilización y retorno, para
orientar así sus proyectos de vida; de igual manera, que se propongan nuevos modos para
contribuir al fortalecimiento de la creación de vínculos con la sociedad. En tal sentido, es
indudable la importancia del acompañamiento que se puede brindar a los jóvenes desde los
programas, para ayudarlos a reinterpretar su experiencia guerrera.
En los escenarios de la vida civil donde se tejen diferentes formas de sociabilidad y se tramitan
tensiones y resistencias, la apuesta educativa por los escenarios emocionales
puede
constituirse en un marco que enriquezca y amplíe los contextos de intervención de la ACR y
aporte a la recuperación de la confianza, el reconocimiento y la construcción de la autonomía
por parte de los jóvenes.
Con el ánimo de acotar los resultados, hay cuatro aspectos que consideramos fundamentales
en el proceso de reintegración, puesto que estos mismos incidieron en la decisión de la
mayoría de los jóvenes, de formar parte de un grupo armado al margen de la ley, y por lo
tanto, pueden tener gran peso a la hora de definir el éxito o el fracaso de los programas: la
285
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
necesidad que tienen los jóvenes de contar con recursos económicos para su sostenimiento
(en algunos casos el sostenimiento de sus familias); mejorar el nivel educativo que se presenta
entre ellos, disminuir la deserción del sistema de educación y, mejorar las oportunidades
laborales. De igual modo, trabajar el proceso de reintegración en clave de género.
La reintegración es un proceso de gran complejidad y de muchas dificultades, pues adecuar la
política a los diversos contextos y las dinámicas sociales no es tarea fácil, surgen tensiones
entre lo central y lo local, falta un mayor impacto en las comunidades quienes estigmatizan al
desmovilizado, falta apoyo institucional por parte de los sectores público y privado; y
adicionalmente, porque el proceso se está llevando a cabo cuando el conflicto armado continúa
en el país.
Finalmente, la reintegración no es una sola, son varias y diferentes de acuerdo con las
subjetividades en juego en los diferentes escenarios y por lo tanto, llamamos la atención sobre
esos planos de interacción social donde los procesos de reacomodación son diferentes para
cada cual.
286
Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados
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