1 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados CONFIGURACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES EN EL TRÁNSITO A LA VIDA CIVIL DE JÓVENES DESMOVILIZADOS DE LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA-FARC TESIS DOCTORAL LUZ MARINA LARA SALCEDO Código 2006299021 DIRECTOR DOCTOR RICARDO MAURICIO DELGADO SALAZAR UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL DOCTORADO INTERINSTITUCIONAL EN EDUCACIÓN BOGOTÁ, 9 DE DICIEMBRE DE 2011 2 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Resumen Analítico - RAE Tipo de documento: Tesis de Grado Acceso al documento: Universidad Pedagógica Nacional Titulo del documento: la educación especial en Colombia Autor(s): LARA SALCEDO, Luz Marina Publicación: Bogotá, 2012, 294 p. Unidad Patrocinante: Universidad Pedagógica Nacional Palabras Claves: subjetividad, conflicto armado, tránsito a la vida civil, jóvenes desmovilizados, socioconstruccionismo y escenarios emocionales en el ámbito educativo. Descripción: Esta investigación se inscribe en la línea de investigación Educación, Sujeto y Cultura, del énfasis Educación, Cultura y Desarrollo, en el Doctorado Interinstitucional en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la Universidad del Valle. Su pregunta central buscó comprender por un lado, cuáles son los desplazamientos, continuidades y rupturas en las subjetividades de un grupo de jóvenes desmovilizados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC-, en su paso hacia la vida civil, y por el otro, problematizar cómo son leídas e interpretadas esas subjetividades en los programas educativos y de apoyo psicosocial ofrecidos a esta población. 3 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados El problema central del estudio analizó el tránsito a la vida civil, en lo que respecta a los desplazamientos de la subjetividad, y como este tránsito a la vida civil cobra una connotación importante en la configuración de la misma, puesto que se trata del tiempo del sujeto y de su duración, con un desfase respecto del tiempo en el cual se formalizó la desvinculación. Como bien lo señala Castro (2001, p. 138 y 139), “los tiempos subjetivos son tiempos personales, particulares a cada sujeto, y no operan en una cronología, no dan curso a una sincronía ni a una secuencialidad; como tiempos lógicos operan en la retroactividad”. Fuentes: Para la fase de producción de narrativas se aplicaron entrevistas semiestructuradas y el análisis de los relatos obtenidos de los investigadores expertos en el tema de la Universidad de Los Andes; el Observatorio de desarme, desmovilización y reintegración- DDR- de la Universidad Nacional; la Defensoría Del Pueblo, la Organización Internacional para las Migraciones-OIM, formuladores de políticas públicas de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica –ACR- y siete docentes que se encontraban trabajando con jóvenes desmovilizados. De igual modo, se recogieron narrativas de ocho profesionales pertenecientes al Programa de Apoyo Psicosocial del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué mediante la técnica de grupos focales y se entrevistaron diez jóvenes desmovilizados pertenecientes al mismo Centro, con quienes posteriormente también se llevó a cabo un grupo focal. La construcción teórica se centró en el estudio, análisis y articulación teórica de categorías orientadoras relacionadas con la subjetividad, tales como, identidad personal y colectiva, vínculos y valores, memoria, narración y experiencia. 4 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Contenidos: Las investigaciones de los jóvenes en relación con el conflicto armado, por lo general abarcan tres momentos: el antes de la vinculación, durante la vinculación y el después de la desvinculación; sin desconocer los dos primeros, me interesó en particular ubicarme en el momento de la desvinculación, dada la importancia crucial de esta fase por ser la más difícil en la vida de los jóvenes desvinculados; de otra parte, la experiencia adelantada por países como El Salvador, Angola, Sierra Leona y República Democrática del Congo, “demuestran que los programas de reintegración centrados en niños y jóvenes pueden fomentar una transición exitosa hacia la vida civil, y en última instancia, hacia una paz sostenible” (Verhey, 2008, p.20). Los jóvenes excombatientes tienen sus propias particularidades en relación con su infancia y adolescencia, de sus razones para incorporarse a un grupo armado ilegal, de sus vivencias en el colectivo armado, de sus motivos para desvincularse y de la forma como asumen el reto de reintegrarse a la vida civil; por lo tanto, se buscó descubrir qué sucede en las lógicas subjetivas que se construyen en la experiencia de la desvinculación cuando ya no se forma parte de un cuerpo armado, y “se tiene que empezar desde cero” para el encuentro con la sociedad civil. Para tal fin se tuvieron como categorías de análisis los referentes de identidad personal y colectiva, los vínculos, los valores y su relación con los proyectos de vida. Se buscó entonces investigar aquello que por lo general no es develado en las investigaciones sobre la reintegración a la vida civil de la población desvinculada, interrogando sobre los movimientos subjetivos que se suscitan, los mecanismos que soportan al sujeto cuando ya no 5 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados pertenece al colectivo guerrero, así como las lógicas derivadas en la experiencia de la desvinculación y en el pasaje a la vida civil. Metodología: Desde la perspectiva socio-construccionista que orientó esta investigación, se plantea que el conocimiento no está en la mente de las personas, ni las palabras son reflejo, ni de la mente, ni de una naturaleza pre-existente, sino que “la fuente principal de las palabras que utilizamos sobre el mundo radica en la relación social” (Gergen, 1996, p.167). Nos proponemos entonces, ganar una mayor comprensión y conocimiento en torno a los desplazamientos y continuidades en la configuración de las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, a través del análisis de sus narrativas y cómo éstas son significadas, puesto que construimos significados en la medida que nos narramos, y en esa misma medida se reconfigura nuestra identidad. El diseño metodológico estuvo orientado a partir de las premisas centrales de la perspectiva del socio-construccionismo, el cual entre sus postulados nos señala que para dar cuenta de la acción humana, debemos hacerlo en términos de los procesos relacionales, siendo el “discurso acerca del yo” la forma de dar cuenta de nosotros y de nuestras experiencias; por tanto, frente al interés investigativo de comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades en la subjetividad de un grupo de jóvenes desmovilizados de las FARC en su proceso de reintegración a la vida civil, desarrollamos como proceso de conocimiento: la investigación del conocimiento acumulado con relación a los procesos de desvinculación y la reintegración a la vida civil, la investigación teórica sobre la subjetividad con sus categorías de análisis y la producción y reconstrucción de relatos de vida de los jóvenes desmovilizados. 6 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados El proceso metodológico desarrollado abordó los tres componentes anteriores, y estuvo dividido en tres fases a saber: Producción de narrativas, Análisis de narrativas e Interpretación de narrativas. Para la producción de narrativas con los jóvenes se desarrolló el proceso “fundador” propuesto por Althabe (1999), de tal manera que en el trabajo de campo se generaron acercamientos hacia los jóvenes para superar la exterioridad y adentrarse en ese mundo que nos permitió producir conocimiento desde adentro, configurando a su vez el horizonte para desarrollar el análisis y la interpretación. Para el análisis de las narrativas se tuvieron en cuenta las categorías orientadoras del proyecto, como también las emergentes. En este proceso analítico se aplicaron los tres modelos propuestos por Connick y Godard (1998): el arqueológico, que buscó identificar los puntos nodales donde los relatos de vida tomaban un giro; pues estos elementos a la vez que nos cuentan del pasado, son determinantes del futuro e implican procesos de subjetivación en momentos cruciales. El segundo modelo de análisis fue el de trayectorias, el cual nos permitió establecer los recorridos y transiciones vividas por los sujetos, señalando los procesos que dieron lugar a los cambios; y el tercer modelo, el estructural nos permitió identificar los contextos sociales con su temporalidad y las lógicas colectivas que determinaron los trayectos individuales. Conclusiones: A manera de autoexamen presento algunos aportes que logré identificar en relación con el bordeamiento de la subjetividad y del proceso de reincorporación a la vida civil, teniendo en cuenta el grupo de jóvenes participantes y sus experiencias muy particulares, las cuales iluminaron aspectos que no han sido abordados en otras investigaciones: 7 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En primer lugar, este estudio aporta que la vida de los jóvenes en los grupos alzados en armas se despliega a partir de la emergencia de una serie de subjetividades que transitan desde una subjetividad de la esperanza, de la obediencia y resignada, hacia una subjetividad rebelde y nuevamente esperanzada por encontrar en la sociedad civil, un escenario donde se pueda vivir con dignidad y justicia. Sin embargo, ese proceso de sujetamiento disciplinario vivido, para muchos fue la oportunidad de ganar reconocimiento, don de mando, de llevar al límite sus capacidades, de adquirir conocimientos relacionados con la milicia, de desarrollar habilidades para la supervivencia, de construirse a sí mismos y de encontrarle un sentido a sus vidas. En segundo lugar, que el tránsito a la vida civil en el caso de muchas jóvenes, se inicia con el redescubrimiento de aspectos olvidados de sus referentes de identidad femenina, pues durante el tiempo de permanencia en el grupo insurgente adquirieron nuevos referentes de identidad y pertenencia caracterizados por la masculinidad, al estar asociados a la vida militar y a las demandas de la guerra. Con respecto a los jóvenes, nuestros hallazgos coinciden con los planteamientos de Kimberly Theydon (2005) pues para ellos la educación, el trabajo y una vivienda digna son referentes simbólicos de masculinidad con un gran potencial para favorecer los procesos de reintegración. En tercer lugar, que los jóvenes en la vida civil llegan a una sociedad estratificada donde ya no se es uniforme e indiferenciado entre los demás, y donde la familia, el estudio, el trabajo y el dinero, como también el ser joven, ser estudiante, trabajador, ciudadano y tener un plan de vida, son los nuevos referentes de identidad y pertenencia que determinan necesidades y oportunidades. Y justamente, la construcción de nuevas formas de ciudadanía, pasa también por procesos de subjetivación en esos diferentes espacios que configuran la vida civil, pues allí 8 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados se establecen relaciones sociales diferentes y se tejen nuevos sentidos de pertenencia, nuevos vínculos y nuevos valores. En cuarto lugar, que con el regreso a la vida civil los jóvenes transitan por dos tipos de reglamentos: de un reglamento basado en un código normativo militar, rígido y coercitivo, pasan a otro centrado fundamentalmente en el derecho y en una autoridad colegiada que regula las relaciones entre los ciudadanos, y esa regulación se da a través de procedimientos normativos que los jóvenes entran a reconocer en los diferentes espacios donde comienzan a interactuar. Por consiguiente, los jóvenes transitan entre dos formas de poder que van del autoritarismo a la construcción consensuada o negociada, y en este contexto, sus subjetividades pasan por la búsqueda de mayores niveles de igualdad, de equidad y de reconocimiento. En quinto lugar, para los jóvenes desmovilizados el tránsito a la vida civil les demandó experiencias fuertes y complejas que implicaron movimientos en su subjetividad, traducidos en rupturas de sus referentes identitarios y de sus vínculos emocionales (movimientos subjetivos que producen un quiebre y marcan un antes y un después); en desplazamientos de sus miedos y valores (movimientos de la subjetividad donde se dan transformaciones y acomodaciones); y en continuidades (se conservan algunos rasgos de la subjetividad), como también en la capacidad de construir nuevas formas de ciudadanía diferentes a la subversión. Con relación al espacio institucional, la casa donde funciona la Alta Consejería se constituye en uno de los escenarios más valiosos para los jóvenes en el proceso de construcción de ciudadanía y de aprendizaje en el establecimiento de relaciones sociales para poder vivir en comunidad. Y aunque allí también existen evidentes relaciones de poder, podemos decir que 9 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados este escenario contribuye a la verdadera desmovilización, al afianzar la dejación de las armas a través del acompañamiento psicosocial brindado. De otra parte, la reintegración es un proceso de gran complejidad y de muchas dificultades, pues adecuar la política a los diversos contextos y las dinámicas sociales no es tarea fácil, surgen tensiones entre lo central y lo local, falta un mayor impacto en las comunidades quienes estigmatizan al desmovilizado, falta apoyo institucional por parte de los sectores público y privado; y adicionalmente, porque el proceso se está llevando a cabo cuando el conflicto armado continúa en el país. En los escenarios de la vida civil donde se tejen diferentes formas de sociabilidad y se tramitan tensiones y resistencias, la apuesta educativa por los escenarios emocionales puede constituirse en un marco que enriquezca y amplíe los contextos de intervención de la ACR y aporte a la recuperación de la confianza, el reconocimiento y la construcción de la autonomía por parte de los jóvenes. Finalmente, la reintegración no es una sola, son varias y diferentes de acuerdo con las subjetividades en juego en los diferentes escenarios y por lo tanto, llamamos la atención sobre esos planos de interacción social donde los procesos de reacomodación son diferentes para cada cual. Fecha Elaboración resumen 15 de junio de 2012 10 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados A mi país Colombia 11 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados AGRADECIMIENTOS Quiero iniciar mis agradecimientos con la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica, pues sin su aprobación y apoyo para llevar a cabo esta investigación, no me hubiera sido posible conocer y entrevistar a los jóvenes desmovilizados del Centro de Servicios de la ciudad de Ibagué. Agradezco a estos jóvenes por responder mi invitación, por su disposición a responder y por creer en mí, al confiarme un trozo de su vida y develar sus experiencias relacionadas con el antes-durante y después de su vinculación a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC- A ellos, gracias por su tiempo y por acudir a mi llamado, a pesar de las dificultades económicas y personales. Quiero reconocer también la apertura e interés del equipo de profesionales del Programa de Apoyo Psicosocial del Centro de Servicios, quienes no sólo me facilitaron el acceso a los jóvenes, sino que también me regalaron su tiempo para sentarnos a conversar, repensar a los jóvenes, repensarse a sí mismos y al proceso de reintegración en el país. Debo agradecer a mi director de tesis, el Doctor Ricardo Delgado Salazar, por su acogida al aceptar ser mi tutor, por la formación que me brindó, por su rigor y por el acompañamiento brindado en estos seis años de trabajo intenso. Este logro es tan suyo, como mío. Agradezco también a mis evaluadores, Doctora Leonor Arfuch del Instituto Gino Germanni de la Universidad de Buenos Aires, quien me acogió para hacer mi pasantía; Doctor Rafael Campo de la Pontificia Universidad Javeriana, con quien compartí el 12 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sueño de llegar a estudiar un doctorado, y el Doctor Adolfo Atehortúa de la Universidad Pedagógica Nacional. A mi esposo y mis hijas, por el tiempo en familia que “les robé”, por la paciencia que me tuvieron y por creer en mí. En la Universidad Pedagógica Nacional, a la Doctora Rosalba Pulido, directora del Doctorado en Educación, por el ánimo y apoyo brindados; como también, a Aleyda Rodríguez, asistente técnica del Doctorado, por su colaboración y gestión permanentes. A mi amiga y colega Piedad Ramírez, un tesoro que me dejó el Doctorado, por su comprensión, dulzura, aportes y porque siempre estuvo ahí, al lado mío. Finalmente, agradezco a todos aquellos que de una u otra manera me acompañaron y me apoyaron de distintas maneras, hasta alcanzar esta meta. 13 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados INDICE PRESENTACIÓN ..................................................................................................................... 17 CAPÍTULO 1. CONSIDERACIONES GENERALES DEL ESTUDIO .............................. 22 1.1 Discursos acerca de la vinculación y desvinculación de jóvenes como campo problemático de estudio ............................................................................................................................................................ 22 1.1.1 Algunos discursos en relación con el conflicto armado, niñez y juventud .................................... 24 1.1.2 Discursos sobre experiencias de desarme y reinserción social en el país ..................................... 30 1.1.3 Experiencias de Desarme, Desmovilización, Rehabilitación y Reintegración-DDRR- de jóvenes a la vida civil ......................................................................................................................................................... 36 1.2 Apertura a la especificidad del problema ....................................................................................... 45 1.2.1 Formulación del problema ........................................................................................................... 52 1.2.2 Tesis............................................................................................................................................... 52 1.2.3 Objetivos ....................................................................................................................................... 53 1.3 Horizonte conceptual y metodológico ............................................................................................ 54 1.3.1 El Socioconstruccionismo, una perspectiva teórica y metodológica para la comprensión de la subjetividad de las y los jóvenes desmovilizados de los grupos armados ............................................. 54 1.3.2 Premisas del Socioconstruccionismo ............................................................................................ 58 1.3.3 Diseño Metodológico ................................................................................................................... 67 1.3.3.1 Fundamentación teórica del enfoque narrativo .................................................................... 69 1.3.3.2 Propuesta Metodológica ....................................................................................................... 72 1.3.3.3 Proceso Metodológico .......................................................................................................... 75 1.3.3.4 Modelo Analítico.................................................................................................................... 80 CAPÍTULO 2. ACERCA DE LA CONFIGURACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES EN LA EXPERIENCIA DE LA VINCULACIÓN Y DESVINCULACIÓN A LA VIDA CIVIL ...... 91 2.1 La subjetividad, un proceso relacional ........................................................................................... 92 2.2 El contexto de la vinculación: Factores asociados .......................................................................... 97 2.2.1 La presencia frecuente de los grupos en la región ........................................................................ 98 2.2.2 Procesos de identificación relacionados con el gusto por las armas, el uniforme y ser como ellos100 2.2.3 El ambiente familiar en que viven los jóvenes ............................................................................ 102 2.2.4 Los amigos que facilitan el ingreso ............................................................................................. 105 2.2.5 La situación económica asociada a la falta de educación y de dinero ........................................ 106 2.2.6 El estar enamoradas .................................................................................................................... 107 2.2.7 El momento crítico: el detonante para vincularse ...................................................................... 108 2.3 Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la vinculación ...................... 111 2.3.1 El ingreso de los jóvenes al grupo armado: las subjetividades de la esperanza ......................... 111 14 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.3.2 La vida en el grupo armado: del tránsito de las subjetividades de la esperanza a las subjetividades de la obediencia ............................................................................................................................................ 112 2.3.3 La vida en el grupo armado: subjetividades en conflicto ............................................................ 116 2.3.4 El sentido de su experiencia en el grupo..................................................................................... 124 2.4 Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la desvinculación ................. 126 2.4.1 Factores de la desvinculación ..................................................................................................... 127 2.4.1.1 Cuando los jóvenes se decepcionan del grupo .................................................................... 127 2.4.1.2 Cuando se agrede la condición de mujer: entre la indignación y la injusticia ..................... 129 2.4.1.3 Cuando de querer vivir una vida digna se trata ................................................................... 134 2.4.1.4 Cuando ya lo hizo un familiar .............................................................................................. 135 2.4.1.5 Cuando es una decisión compartida con otro ..................................................................... 136 2.4.2 Y se llegó el momento de la fuga ................................................................................................ 137 2.4.3 El comienzo del tránsito a la vida civil de los jóvenes ................................................................. 141 2.5 A manera de conclusiones............................................................................................................ 149 CAPÍTULO 3. LOS MOVIMIENTOS QUE SE SUSCITAN EN LAS IDENTIDADES, LOS VÍNCULOS Y LOS VALORES EN EL RETORNO A LA VIDA CIVIL ........................... 157 3.1 Identidad y experiencia como dimensiones de la subjetividad .................................................... 159 3.2 La transformación de los referentes de identidad ........................................................................ 169 3.2.1 Los cambios del referente identitario en clave de género .......................................................... 170 3.2.2 Del camuflado, el fusil y las botas, a los jeans y el desarme como referentes de identidad y pertenencia ............................................................................................................................................................. 172 3.2.3 El cambio de nombre como referente identitario ...................................................................... 174 3.2.4 La identidad del guerrero y la del ciudadano .............................................................................. 176 3.2.5 El reglamento como referente de identidad en el grupo armado .............................................. 178 3.2.6 Con respecto a la noción “dura de identidad” del desmovilizado .............................................. 179 3.2.7 La identidad frente al estigma del desmovilizado ...................................................................... 180 3.3 Devenir de los vínculos y los valores en el trasegar a la vida civil ................................................ 183 3.3.1 A propósito de la construcción de vínculos y valores en el grupo ilegal ..................................... 185 3.3.2. La transición de esos vínculos y valores en la vida civil ............................................................. 189 3.3.3 Escenarios de la vida civil donde los jóvenes establecen pautas de relación para configurar vínculos y valores .................................................................................................................................................. 192 3.3.4 Las lecciones aprendidas por los jóvenes en el tránsito a la vida civil, en relación con la construcción de vínculos y de valores ............................................................................................................................ 194 3.4. El cambio de regímenes con la llegada a la vida civil ................................................................... 197 CAPÍTULO 4. LA REINTEGRACIÓN Y SUS SIGNIFICADOS VISTA DESDE SUS OTROS ACTORES: EL EQUIPO PSICOSOCIAL DE LA ALTA CONSEJERÍA PARA LA REINTEGRACIÓN-ACR-DE IBAGUÉ Y ALGUNOS DOCENTES DE LOS JOVENES208 15 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 4.1 Acerca de la complejidad del proceso Desarme-Desmovilización-Reintegración-DDR- en nuestro país. .......................................................................................................................................................... 209 4.2 La Reintegración y sus significaciones para el equipo de apoyo psicosocial ................................. 214 4.2.1 La reintegración como un proceso centrado en el programa ..................................................... 215 4.2.2 La reintegración como un proceso que pasa por los sujetos implicados .................................... 219 4.2.3 Una mirada al proceso poniendo el acento en la subjetividad de los jóvenes .......................... 221 4.2.4 La experiencia del trabajo con los jóvenes desmovilizados y las lecciones aprendidas ............. 224 4.3 El trabajo con los jóvenes en el aula escolar: lo que dicen los docentes ...................................... 229 4.3.1 Dificultades en el trabajo pedagógico con los jóvenes ............................................................... 229 4.3.2 ¿Cómo las han sorteado? ........................................................................................................... 232 4.3.3 Lecciones aprendidas de la experiencia pedagógica con los jóvenes ......................................... 233 4.4 Aproximación a un balance del proceso de reintegración ........................................................... 235 4.4.1 Aprendizajes destacados en el proceso ...................................................................................... 236 4.4.1.1. La Atención Psicosocial de la Reintegración Social ............................................................. 236 4.4.1.2 El Programa de Reintegración............................................................................................. 238 4.4.1.3 De los participantes y los profesionales .............................................................................. 239 4.4.2 Lo que falta por aprender en el proceso .................................................................................... 241 4.4.2.1 En la Alta Consejería para La Reintegración ....................................................................... 241 4.4.2.2. En el programa a nivel local ................................................................................................ 242 4.4.2.3. Falta de corresponsabilidad de diversos sectores de la sociedad ...................................... 243 4.4.2.4 Adelantar el proceso en medio del conflicto ....................................................................... 244 4.5 Acerca del potencial socializador y formador de los ámbitos laboral, educativo y comunitario en el proceso de reintegración a la vida civil .............................................................................................. 246 4.6 Retos y desafíos para el programa: la voz de los profesionales y los maestros ............................. 250 4.6.1 Los retos identificados por los profesionales del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué ............ 251 4.6.2 Los retos identificados por los docentes ..................................................................................... 253 4.6.3 A modo de conclusión ................................................................................................................. 255 CAPÍTULO 5. TRAZANDO HORIZONTES EDUCATIVOS ......................................... 257 RETOMANDO LA EXPERIENCIA, LA PALABRA Y LA MEMORIA .......................... 257 5.1 Los espacios relacionales como escenarios emocionales .............................................................. 258 5.2 Nuestra apuesta: la construcción de vínculos en escenarios emocionales .................................... 261 5.2.1 Primer escenario emocional de los jóvenes: el familiar ............................................................. 264 5.2.2 Segundo escenario emocional: el laboral ................................................................................... 265 5.2.3 Tercer escenario emocional: el educativo .................................................................................. 266 5.2.4 Cuarto escenario emocional: la comunidad ................................................................................ 268 5.3 Los componentes de la propuesta educativa................................................................................ 269 16 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 5.3.1 La experiencia como acontecimiento ......................................................................................... 269 5.3.2 La memoria y narración como horizonte de significación para el reconocimiento y la vinculación a la vida civil................................................................................................................................................ 270 5.3.3 De una educación monológica a una dialógica de creación de sentido ...................................... 274 5.3.4 Educar también desde la alteridad: una experiencia de “amor mundi” ..................................... 275 CONCLUSIONES REFERENCIAS ..................................................................................................................... 286 17 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados PRESENTACIÓN Esta investigación se inscribe en la línea de investigación Educación, Sujeto y Cultura, perteneciente al énfasis de Educación, Cultura y Desarrollo, del Doctorado Interinstitucional en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la Universidad del Valle. Su pregunta central buscó comprender por un lado, cuáles son los desplazamientos, continuidades y rupturas en las subjetividades de un grupo de jóvenes desmovilizados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC-, en su paso hacia la vida civil1, y por el otro, problematizar cómo son leídas e interpretadas esas subjetividades en los programas educativos y de apoyo psicosocial ofrecidos a esta población. El problema central del estudio analizó el tránsito a la vida civil, en lo que respecta a los desplazamientos de la subjetividad, y como este tránsito a la vida civil genera afectaciones en la configuración de la misma, puesto que se trata del tiempo del sujeto y de su duración, con un desfase respecto del tiempo en el cual se formalizó la desvinculación. Como bien lo 1 Dejar los grupos alzados en armas implica dejar la perspectiva de la guerra y ubicarse en la vida civil; podríamos decir que es un cambio de estado, de contexto y de sentido. El tránsito a la vida civil ha sido nombrado de diversas maneras como desmovilización, desvinculación, reinserción y reincorporación, entre otros. Este tránsito inaugura un nuevo sujeto con unas nuevas condiciones de vida, nuevos escenarios y nuevas maneras de ser y de estar, los cuales implican movimientos en sus subjetividades. 18 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados señala Castro (2001, p. 138 y 139), “los tiempos subjetivos son tiempos personales, particulares a cada sujeto, y no operan en una cronología, no dan curso a una sincronía ni a una secuencialidad; como tiempos lógicos operan en la retroactividad”. Las investigaciones de los jóvenes en relación con el conflicto armado, por lo general abarcan tres momentos: el antes de la vinculación, durante la vinculación y el después de la desvinculación; sin desconocer los dos primeros, me interesó en particular ubicarme en el momento de la desvinculación, dada la importancia crucial de esta fase por ser la más difícil en la vida de los jóvenes desvinculados; de otra parte, la experiencia adelantada por países como El Salvador, Angola, Sierra Leona y República Democrática del Congo, “demuestran que los programas de reintegración centrados en niños y jóvenes pueden fomentar una transición exitosa hacia la vida civil, y en última instancia, hacia una paz sostenible” (Verhey, 2008, p.20). Los jóvenes excombatientes tienen sus propias particularidades en relación con su infancia y adolescencia, de sus razones para incorporarse a un grupo armado ilegal, de sus vivencias en el colectivo armado, de sus razones para desvincularse y de la forma como asumen el reto de reintegrarse a la vida civil; por lo tanto, se busca descubrir lo que sucede en las lógicas subjetivas que se construyen en la experiencia de la desvinculación cuando ya no se forma parte de un cuerpo armado y “se tiene que empezar desde cero” para el encuentro con la sociedad civil. Para tal fin se tendrán como categorías de análisis los referentes de identidad personal y colectiva, los vínculos, los valores y su relación con los proyectos de vida. Se trató entonces de investigar aquello que por lo general no es develado en las investigaciones sobre la reintegración a la vida civil de la población desvinculada, 19 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados interrogando sobre las lógicas subjetivas que se construyen, los mecanismos que soportan al sujeto cuando ya no pertenece a un colectivo, ni está en la guerra, así como las lógicas derivadas en la experiencia de la desvinculación y en el pasaje a la vida civil. Desde la perspectiva socio-construccionista que orientó esta investigación, se plantea que el conocimiento no está en la mente de las personas, ni las palabras son reflejo, ni de la mente, ni de una naturaleza pre-existente, sino que “la fuente principal de las palabras que utilizamos sobre el mundo radica en la relación social” (Gergen, 1996, p.167). Nos proponemos ganar una mayor comprensión y conocimiento en torno a los desplazamientos y continuidades en la configuración de las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, a través del análisis de sus narrativas y cómo éstas son significadas, puesto que construimos significados en la medida que nos narramos, y en esa misma medida se reconfigura nuestra identidad. El diseño metodológico estuvo orientado a partir de las premisas centrales de la perspectiva del socio-construccionismo, el cual entre sus postulados nos señala que para dar cuenta de la acción humana, debemos hacerlo en términos de los procesos relacionales, siendo el “discurso acerca del yo” la forma de dar cuenta de nosotros y de nuestras experiencias; por tanto, frente al interés investigativo de comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades en la subjetividad de un grupo de jóvenes desmovilizados de las FARC en su proceso de reintegración a la vida civil, propusimos como proceso de conocimiento: la investigación del conocimiento acumulado con relación a los procesos de desvinculación y la reintegración a la vida civil, la investigación teórica sobre la subjetividad con sus categorías de análisis y la producción y reconstrucción de relatos de vida de los jóvenes desmovilizados. 20 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados El proceso metodológico desarrollado a través del abordaje de los tres componentes anteriores, estuvo dividido en tres fases a saber: Producción de narrativas, Análisis de narrativas e Interpretación. Para la producción de narrativas con los jóvenes se desarrolló el proceso “fundador” propuesto por Althabe (1999), de tal manera que en el trabajo de campo se generaron acercamientos hacia los jóvenes para superar la exterioridad y adentrarse en ese mundo que nos permitirá producir conocimiento desde adentro, configurando a su vez el horizonte para desarrollar el análisis y la interpretación. Para el análisis de las narrativas se tuvieron en cuenta las categorías orientadoras del proyecto, como también las emergentes. En el proceso analítico se aplicaron los tres modelos propuestos por Connick y Godard (1998): el arqueológico, que buscó identificar los puntos nodales donde los relatos de vida tomaban un giro; estos elementos a la vez que nos cuentan del pasado, son determinantes del futuro e implican procesos de subjetivación en momentos cruciales. El segundo modelo de análisis fue el de trayectorias, el cual nos permitió establecer los recorridos y transiciones vividas por los sujetos, señalando los procesos que dieron lugar a los cambios; y el tercer modelo, el estructural nos permitió identificar los contextos sociales con su temporalidad y las lógicas colectivas que determinan los trayectos individuales. Los aportes derivados de este trabajo se sitúan por un lado, en el campo del conocimiento con relación a una mayor comprensión de la categoría de subjetividad, y por el otro lado, en el campo educativo, al realizar una apuesta educativa que desde la voz de los jóvenes y de sus propias experiencias, nos señalen caminos que faciliten su pasaje a la vida civil. Con los resultados de esta investigación se espera aportar a los procesos adelantados por la Alta Consejería para la Reintegración Social –ACR- en la ruta de reintegración que se 21 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados viene construyendo, como también, poder incidir en la formulación de las políticas educativas para los procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) a la vida civil, pues en nuestro país, a diferencia de otros países donde ha habido negociaciones definitivas de paz, el proceso está ocurriendo en medio de un conflicto armado que aun continúa. El presente trabajo está organizado de la siguiente manera. Un primer capítulo donde se presentan las consideraciones generales de esta investigación, en relación con los antecedentes del problema, su planteamiento, objetivos y el horizonte conceptual y metodológico que guió el proceso investigativo. Los próximos capítulos dan cuenta de los hallazgos de la investigación, de tal modo que en el segundo capítulo se analiza la configuración de las subjetividades de los jóvenes, en relación con la experiencia de la vinculación y desvinculación del grupo armado. En el tercer capítulo, el lector encontrará los movimientos que ocurren con la identidad, los vínculos y los valores de los jóvenes durante el retorno a la vida civil. En el cuarto capítulo nos centramos en los significados del proceso de reintegración desde la voz de un grupo de profesionales que forma parte del Equipo de Apoyo Psicosocial de la Unidad de Servicios de la ACR de la ciudad de Ibagué, como también, de un grupo de docentes de esta misma ciudad que trabaja con jóvenes desmovilizados. Finalmente, en el quinto capítulo presentamos horizontes educativos para algunos escenarios de la vida civil de los jóvenes, escenarios donde se tejen diversas formas de sociabilidad y a su vez, donde se tramitan tensiones, resistencias y rupturas. Y justamente ahí es necesario abordar la dimensión educativa, para ampliar y enriquecer los procesos de interacción y hacer de la reintegración una experiencia que nos comprometa a todos. 22 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados CAPÍTULO 1. CONSIDERACIONES GENERALES DEL ESTUDIO El presente capítulo inicia con una aproximación al estado del arte acerca de la vinculación y desvinculación de niños y jóvenes a los grupos alzados en armas, el cual está organizado en tres ejes articuladores a manera de discursos. En segundo lugar nos centraremos en la especificidad del problema de investigación, la tesis formulada alrededor de él y los objetivos que guiaron el trabajo investigativo. A continuación desarrollamos nuestro horizonte conceptual y metodológico a la luz del socio-construccionismo, como perspectiva teórica desde la cual realizamos nuestras comprensiones e interpretaciones en torno al problema de investigación. 1.1 Discursos acerca de la vinculación y desvinculación de jóvenes como campo problemático de estudio El Conflicto Armado emerge como un campo de conocimiento en las Ciencias Sociales, constituyéndose en un campo problemático que con el surgimiento de diferentes estudios e investigaciones, buscan comprenderlo y explicarlo con el ánimo de encontrarle salidas; sin embargo existen rupturas discursivas en las formas de explicarlo y caracterizarlo, bien sea 23 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados como un fenómeno coyuntural originado por múltiples causas, o como una caracterización política y sociológica entre las relaciones Estado-Sociedad. De acuerdo con las revisiones efectuadas en la literatura, se puede afirmar que si existe un consenso en la naturaleza y orígenes del conflicto armado en nuestro país, en cuanto a que éste es un fenómeno multicausal; sin embargo, las divergencias se presentan al identificar las causas de la violencia, como las características del conflicto en sí, lo que dificulta asumir una explicación privilegiada. Por tanto, ante la variedad de causas que lo originan, las respuestas a las salidas del conflicto deben ser multipolares. Con el fin de ganar inteligibilidad en torno al problema de la vinculación, desvinculación y reintegración a la vida civil de los jóvenes que estuvieron enrolados en los grupos alzados en armas, a continuación se presenta un balance sobre algunas posturas en torno a este campo problemático, posturas cuya construcción se ha venido dando de manera reciente desde mediados de la década de los noventa cuando se visibiliza esta problemática, razón por la cual los primeros documentos elaborados fueron más de carácter exploratorio, descriptivos y de denuncia; sin embargo, con las primeras entregas de jóvenes a partir de 1997 y a pesar de no contar en ese entonces con programas de reinserción en el país, se evidencian avances en términos de caracterizaciones, factores de riesgo, restitución de derechos, categorizaciones, construcciones conceptuales, formulación de políticas públicas en relación con la desvinculación y sensibilización frente al problema, entre otros. 24 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados El balance que presentamos de las posturas, las cuales hemos llamado “discursos”2, lo hemos organizado a través de tres ejes articuladores así: en primer lugar, los discursos del conflicto armado que plantean la problemática de la vinculación de la niñez y la juventud a los grupos alzados en armas en nuestro país; en segundo lugar, los discursos en relación con los procesos de desarme y reinserción social adelantados en el país, y finalmente, los discursos centrados en las experiencias de desmovilización, rehabilitación y reintegración a la vida civil de los jóvenes, lugar donde se encuentran nuestros intereses investigativos. 1.1.1 Algunos discursos en relación con el conflicto armado, niñez y juventud Aunque los estudios e investigaciones relacionados con la violencia juvenil datan desde la década de los ochenta e inclusive desde antes, se considera que 1996 es el año en que se hace visible en particular la problemática de la niñez y el conflicto armado, con la publicación del estudio mundial realizado por Graca Machel, designada por las Naciones Unidas, sobre las repercusiones del conflicto armado en la infancia; en el mismo año se lleva a cabo en nuestro país la Quinta Consulta Regional sobre el impacto de los Conflictos Armados en la Infancia, en América Latina y el Caribe, con la participación de Cuba, Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití, Nicaragua y Perú, donde se analizó el tema a nivel local, nacional, regional y global, enmarcados en el estudio adelantado por Machel, la Convención de los Derechos del Niño y en los Tratados Internacionales sobre el Derecho Internacional Humanitario y los Derechos Humanos. 2 La fuente de inspiración para la organización de la información es el doctor Adolfo Chaparro (2005), con su trabajo titulado “Procesos de subjetivación, conflicto armado y construcción del Estado Nación en Colombia. 25 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Para vislumbrar el estado del conocimiento logrado hasta el momento, sobre la participación y desvinculación de niños, niñas y jóvenes de los grupos alzados en armas y establecer qué tanto se ha avanzado en la comprensión de este problema, a continuación presentamos un balance de los hallazgos investigativos. La producción de las investigaciones realizadas entre los años 1990 y 2001 (Observatorio sobre Infancia- Universidad Nacional, 2002) se puede agrupar en dos grandes temáticas. La primera que va desde comienzos de la década de los noventa hasta el año de 1995, la cual analiza las causas estructurales de la violencia y de la violencia política, y la segunda que va desde el año 1996 hasta el 2001, la cual centra su análisis en los impactos y efectos del conflicto armado. Discursos sobre las causas de la violencia y su relación con la vinculación de niños, niñas y jóvenes a los grupos alzados en armas La producción documental de estos discursos no es muy numerosa, la mayor parte de su publicación aparece entre los años 92 y 94, con una tendencia a la disminución en el 96; su perspectiva es sociológica y centra su análisis en las causas de la violencia en el país, relacionándolas con la desigualdad social, la marginalidad, la injusticia social y la pobreza en algunas regiones del país. En estos primeros años se habla más de violencia que de conflicto armado y el niño es considerado como una víctima por su condición de vulnerabilidad; entre los niños víctima se contaban los combatientes, los desplazados, los refugiados, como también, los jóvenes sicarios, los niños y niñas de la calle y las niñas prostitutas, correlacionando lo rural y lo urbano. 26 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Entre las publicaciones más significativas tenemos “Violencia, pobreza y conflictos armados en América Latina” ( Salazar,1992), que junto con “Niños y violencia: el caso de Colombia” (Mojica, 1993), señalan que las personas más vulnerables a la violencia son los campesinos, los que pertenecen a comunidades indígenas o negras y los pobres de la ciudad; y desde ese entonces están advirtiendo que con la llegada de los desplazados a las ciudades, los niños están expuestos a la descomposición de su grupo familiar y a la violencia intrafamiliar. El problema es abordado para el sector urbano por Human Rights Watch y la Comisión Andina de Juristas, Seccional Colombia, en su libro “Una generación bajo fuego: los niños y la violencia en Colombia” (HUMAN RIGHTS WATCH, 1995), donde se aborda el tema de la violencia urbana, la participación de los jóvenes en las Milicias Urbanas y la mal llamada limpieza social, aportando cifras y caracterizando algunas funciones desempeñadas por los niños, niñas y jóvenes en los grupos armados. A nivel internacional, y con el ánimo de promover la creación del Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño, en diciembre de 1995 la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja, adoptaron un plan de acción para los niños en conflictos armados, lo que se constituye en la antesala para el deslizamiento temático hacia los impactos del conflicto armado en la población infantil y juvenil, razón por la cual entre los años 19941996 se evidencia una transición temática, de corte jurídico-normativo, donde se da un viraje conceptual hacia los derechos según la Convención Internacional de los Derechos del Niño y se plantea la distinción entre niños de la guerra y niños en situación especialmente difícil, como también, entre problemáticas rurales y urbanas. Así, con respecto al contexto urbano se plantea la vinculación de los jóvenes a las milicias donde se desempeñan como mensajeros, compañeros y guardaespaldas, siendo entonces considerados como víctimas y victimarios. 27 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Discursos sobre los impactos del conflicto armado en los niños, niñas y jóvenes que se enrolan a los grupos armados En la producción de este tipo de discursos se evidencia una amplia producción documental, aquí se desplaza el interés por la investigación de las causas del conflicto armado, hacia el estudio y análisis de sus impactos en los niños, niñas y jóvenes colombianos, siendo sus perspectivas psicosocial y jurídico normativa puesto que enfatizan en el desarrollo de procesos psicoterapéuticos de carácter asistencial, para atender los impactos del conflicto en esta población, y porque prevalece la mirada desde los derechos en relación con los impactos del conflicto armado. La comprensión del problema se dirige a los efectos y ya no a las causas, y las preguntas de interés giran en torno a “por qué los niños van a la guerra, por qué se les recluta, qué les ocurre, cuántos son y qué les pasa a las víctimas de los hechos violentos, tanto física como psicológicamente” (Observatorio sobre infancia-Universidad Nacional, 2002, p. 58). Con la problemática ya denunciada, la Defensoría del Pueblo comienza un seguimiento sistemático de la misma, a través de la publicación de una serie de boletines que alcanzan un significativo avance en términos cualitativos y de análisis del problema desde una perspectiva de los derechos humanos, puesto que construye categorías de análisis y elabora adelantos a nivel conceptual. Algunas de las publicaciones más significativas de este período son “Los niños víctimas de la guerra” (Colmenares,1994), donde aparece la categoría del niño guerrero, como toda persona menor de 18 años que se involucra en las hostilidades, y además llama la atención sobre el desplazamiento forzado en nuestro país y el manejo inadecuado que se le 28 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados estaba dando a esta problemática; e “Infancia y conflicto armado” (Ardila,1995), la cual establece tres categorías de los impactos del conflicto armado sobre la población infantil: efectos socio-económicos, efectos socio-políticos y efectos psicosociales. La relevancia de esta producción en el año 1996, coincide con la Quinta Consulta Regional para América Latina y el Caribe y con la publicación de Graca Machel sobre los impactos del conflicto armado en los niños, documentos que visibilizan la problemática como tal. En el análisis de los impactos aparecen el secuestro, la desaparición y el desplazamiento forzado, la vinculación directa, la tortura, los efectos de las minas antipersonales y la violencia con perspectiva de género, entre otros, mostrando al país una panorámica del problema y formulando recomendaciones para aliviar esta situación. Los niños son declarados como zonas de paz y se establece que la paz es un derecho de ellos. Asimismo, se hace referencia al niño como sujeto de derechos y actor de la vida social; sin embargo el niño no logra ocupar un lugar protagónico en la formulación de políticas públicas que mejoren sus condiciones de vida. De otra parte, se analiza la condición de “voluntariedad” del ingreso de niños y jóvenes a los grupos armados y las causas que los llevan a tomar la decisión de enrolarse. En la lectura de la problemática también se considera la socialización bélica y su relación con la prolongación del conflicto armado, como también, que todos los niños, niñas y jóvenes del país están siendo afectados por el conflicto armado de manera indirecta, pues la situación de violencia se impone como algo cotidiano gracias a los medios de comunicación. A finales de 1997 y comienzos de 1998, el interés por los impactos se centra en el desplazamiento forzado en el país, razón por la cual su producción documental es la mayor. 29 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Esta situación posiblemente responde a una coyuntura política, debida al agravamiento del conflicto, donde las mujeres y los niños aparecen como los sectores más vulnerables y afectados. “De este modo, muchos de los documentos plantean que los secuestros, desapariciones, torturas, amenazas, asesinatos, violaciones, reclutamientos forzados a los grupos armados y demás impactos de los que pueden llegar a ser objeto la población colombiana en general, y la población infantil en particular, obligan a la aparición del desplazamiento forzado dentro del contexto socio-político colombiano” (Bello, 2002, p.46). Esta coyuntura también hace que entidades como el ICBF, Save the Children, la Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo, entre otras, se interesen por esta problemática. La finalización de la década del 90 y el comienzo del nuevo milenio (1999-2001) muestra una variación temática, ahora el interés se centra en la vinculación, en los niños y jóvenes combatientes, como también en la desvinculación, restándole producción al problema del desplazamiento como consecuencia del conflicto armado. “El dolor oculto de la infancia” (Grajales,1999), “Guerreros sin sombra” (Álvarez y Aguirre, 2002), “Conflicto armado, niñez y juventud: una perspectiva psicosocial” (Bello, 2002) y “Aprenderás a no llorar” (HUMAN RIGHTS WATCH, 2004), son obras emblemáticas que muestran las técnicas de reclutamiento, las motivaciones de la vinculación voluntaria, la vida en la guerra, la socialización bélica, sus impactos, la desvinculación, entre otros, formulando recomendaciones y propuestas para mitigar las repercusiones del conflicto en la infancia y juventud. Desde la perspectiva de género sobresalen los trabajos de Erika Páez (2002), quien llevó a cabo la investigación “Las niñas en los grupos armados de Colombia”, cuyo objetivo fue describir las condiciones de las niñas y adolescentes como sujetas del 30 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados conflicto armado, antes, durante el proceso de reclutamiento y después, en la etapa de desvinculación y reintegración. Busca además, señalar la división de género en el contexto de la guerra, donde usualmente las niñas son presentadas como víctimas, el sexo débil, y no como sobrevivientes del conflicto armado. 1.1.2 Discursos sobre experiencias de desarme y reinserción social en el país Como hemos visto, nuestra historia cuenta con una tradición de enfrentamientos armados y de violencias políticas y no políticas, pero a su vez, hemos experimentado diversas formas de resolución política traducidas en negociaciones, amnistías, pactos de paz, indultos y acuerdos humanitarios, entre otros. Antes de abordar los procesos de desarme, desmovilización y reintegración a la vida civil de los jóvenes que estuvieron vinculados a los grupos alzados en armas, y con el ánimo de ganar una mayor comprensión al respecto, referiremos algunas experiencias de desarme e inserción social que el país ha tenido desde 19533. Experiencias relacionadas con la amnistía, perdón o indulto La primera experiencia de amnistía se dio en la época conocida como La Violencia, cuando las guerrillas de ese entonces le pidieron al presidente Rafael Urdaneta una negociación que contemplaba la amnistía, la libertad incondicional para los presos de la guerrilla y para sus 3 Para una información más detallada acerca de estas experiencias consultar Procesos de paz, desarme y reinserción en Colombia, de Álvaro Villarraga Sarmiento (2005). 31 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados integrantes, el cese de la represión militar, indemnización a la población afectada y expedición de salvo conductos para el porte de armas de defensa personal. Esta negociación no fue aceptada y las Fuerzas Armadas se tomaron el poder, nombrando como presidente al general Gustavo Rojas Pinilla, quien proclamó la paz y decretó amnistías para los alzados en armas, de tal modo, que la mayoría de guerrillas liberales en el Magdalena Medio, Santander y Antioquia, junto con las dirigidas por Guadalupe Salcedo en la región de Los Llanos, entregaron las armas y se desmovilizaron, sin negociación ni pactos de paz. Sin embargo, las guerrillas de corte comunista y algunas liberales se replegaron en autodefensas campesinas y no aceptaron la amnistía, quedando latente la presencia guerrillera en varias zonas de colonización. “Los resultados fueron exiguos, la restitución de tierras fue bastante limitada y en buen grado acreditadas a los militares, así como notoria la carencia de programas en beneficios de los desmovilizados” (Villaraga, 2005, p.153). Otra experiencia de amnistía y reinserción de las guerrillas se llevó a cabo en 1958, bajo el gobierno del presidente Alberto Lleras, quien recurrió a pequeños acuerdos con los grupos armados, dando amnistía a los guerrilleros que se acogieron, pero aplicando represión a los denominados “bandoleros” o campesinos armados, a través de verdaderas cacerías de muerte. “El Frente Nacional, a pesar del profundo impacto de la violencia y la grave tragedia humanitaria desatada, pretendió imponer una “terapia de olvido histórico”, sin reconocimiento ni referencia a los hechos sucedidos, ni a los responsables. Se buscó una reconciliación sin tratar la problemática ni sus consecuencias y se impuso un perdón, no solo sobre la base de la impunidad total, sino de la recuperación política y el reconocimiento social a los mismos causantes e inspiradores de la tragedia acaecida” (Villaraga, 2005, p. 155), lo que originó una 32 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados polémica en el Congreso, y más con la publicación del informe “La violencia en Colombia”, realizado por el sociólogo Orlando Fals Borda, Monseñor Germán Guzmán y el jurista Eduardo Umaña. Con Belisario Betancur como presidente, tenemos una nueva experiencia con la amnistía de 1984 la cual contempla programas de reinserción a través de la entrega de tierras, apoyo para vivienda rural, créditos y algunos compromisos de atención social; se da inicio al denominado “Plan Nacional de Rehabilitación” para la promoción de obras públicas en las zonas afectadas por el conflicto, se logra la elección popular de alcaldes y a través de la Comisión de Paz se adelantan conversaciones con los insurgentes. Asimismo, el presidente suscribe pactos bilaterales de cese al fuego con las FARC, para crear un movimiento legal que dio origen a la Unión Patriótica; con el M-19 y el EPL se realizó la convocatoria de una Mesa de Diálogo Nacional, con acuerdos referidos a los derechos humanos y el derecho humanitario. Sin embargo, el ELN y otras pequeñas guerrillas rechazaron los acuerdos para insistir en la lucha armada, Betancur perdió la iniciativa, el diálogo nacional fracasó, las comisiones de verificación no cumplieron su cometido y los militares chocaron con los campamentos guerrilleros en tregua, deteriorándose la tregua, lo que desembocó en la toma del Palacio de Justicia por el M-19, en Bogotá. Estos hechos nos revelan el incumplimiento de garantías para la inserción a la vida política y social, requisito básico para los acuerdos de paz en el país. 33 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Experiencias relacionadas con Acuerdos de Paz En el año de 1990 se produce la firma del acuerdo de paz y la reinserción del M-19, en el gobierno de Virgilio Barco, quien encomendó en 1987 a la Comisión Académica de Estudios sobre la Violencia, presidida por Gonzalo Sánchez, entregar recomendaciones sobre la violencia desatada, y ésta le propuso entre muchas de sus recomendaciones, desarrollar negociaciones con las guerrillas. El M-19 inicia las negociaciones en forma directa con el Gobierno Nacional, suscriben un pacto político y luego un acuerdo concertado de paz que implicó la amnistía, el inicio de programas económicos, sociales y políticos de reinserción, entre ellos el reconocimiento del grupo como partido político legal, con Carlos Pizarro como su representante. En la presidencia de Cesar Gaviria y con la Asamblea Nacional Constituyente, promovida por un movimiento estudiantil, se avanzó en las negociaciones y acuerdos de paz con otros grupos alzados en armas; en 1991 se produjo un nuevo proceso de desmovilización y desarme escalonado: el Partido Revolucionario de los Trabajadores-PRT- arrojó sus armas al mar Caribe; el Ejército Popular de Liberación-EPL- las entregó simbólicamente a la Constituyente y el Quintín Lame lo hizo ante las comunidades indígenas. Este proceso desencadenó en la participación de los tres grupos en la Constituyente y en otros proyectos políticos, como también, en el cumplimiento de los compromisos adquiridos para la reinserción como el indulto, apoyo en inversiones a las áreas afectadas, el desarrollo de programas de beneficios para los excombatientes y compromisos relativos a los derechos humanos. 34 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En 1992 un sector del ELN denominado Corriente de Revolución Socialista-CRSprotagoniza los acuerdos de paz iniciando conversaciones con el Gobierno Nacional, de tal modo que para 1994 firman un acuerdo de paz que contó con la veeduría internacional de los Países Bajos. Con los compromisos pactados logró “la participación en el Congreso de la República con dos parlamentarios, el otorgamiento de indultos, la vinculación a programas de reinserción y la conformación, en1994, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos” (Villarraga, 2005, p. 163). De este grupo se derivó la ONG conocida hoy día como, Corporación Nuevo Arco Iris. Experiencias relacionadas con Acuerdos de Convivencia En el año de 1994 tenemos la primera experiencia de este tipo, la cual cuenta con los jóvenes milicianos como sus principales actores. El presidente César Gaviria firma los acuerdos de convivencia con tres grupos de milicianos urbanos de la ciudad de Medellín, donde el Gobierno se comprometió a fortalecer la inversión social y la participación en las comunas populares; como resultado, se recuperó la presencia estatal y los desmovilizados conformaron una cooperativa de vigilancia para la seguridad colectiva, la cual más adelante fracasó por los comportamientos arbitrarios de sus integrantes con la población civil y con asesinatos entre ellos mismos, incluyendo el de su propio vocero. En 1998, con Ernesto Samper en la presidencia, se adelanta otro acuerdo de convivencia con dos grupos milicianos de la misma ciudad, experiencia que también buscó la participación política y comunitaria desde lo local y el apoyo a las comunas con programas del departamento y el gobierno. 35 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Experiencias en el marco de Programas de Reinserción A partir del año 1994, las reinserciones que se han dado en el país han sido fruto de acuerdos de paz firmados en el marco de programas de reinserción formulados por el Gobierno, en virtud de los diferentes programas de beneficios formulados para incentivar la desmovilización individual y colectiva. En el actual gobierno de Álvaro Uribe, a través de la Política de Seguridad Democrática, entre los años 2003-2005 se dio la desmovilización de la mayor parte de los bloques paramilitares, la cual ha sido cuestionada a nivel nacional e internacional por la puesta en marcha de la Ley de Justicia y Paz, porque a pesar de las graves violaciones a los derechos humanos cometidos contra la población civil, a los paramilitares solamente se les aplicó una condena de hasta ocho (8) años luego de confesar sus crímenes. ¿Qué reflexiones suscitan esta mirada a las experiencias de desmovilización? Para empezar, estamos hablando de procesos de reinserción y de paz, en medio del conflicto armado, por tanto, los procesos de paz adelantados han sido parciales, discontinuos, con retrocesos en ocasiones y con características diferentes según cada grupo y las condiciones para su retorno a la vida civil. De otra parte, las experiencias vividas nos demuestran que existe un acumulado importante de búsquedas, de mecanismos, de salidas al conflicto y a la reintegración a la vida civil, en el marco de una solución negociada del conflicto; sin embargo, hacen falta más dinámicas institucionales, el respaldo de todos los sectores de la sociedad y un acompañamiento más firme de la comunidad internacional, traducido en mecanismos de cooperación, intermediación y veeduría. 36 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Los programas de reinserción deben consolidar proyectos de vida por fuera de la guerra y no solamente deben estar dirigidos a los excombatientes para garantizar su educación, su empleabilidad, su independencia económica y un lugar en la sociedad para llevar una vida digna, sino que también deben estar dirigidos a las comunidades receptoras puesto que ellas también son actores decisivos en este proceso. En otras palabras, la reinserción implica un encuentro con la sociedad civil, por lo tanto, es necesario que ella esté dispuesta a recibir a quienes han hecho en un momento de su vida, una apuesta por la vía armada. 1.1.3 Experiencias de Desarme, Desmovilización, Rehabilitación y Reintegración-DDRR- de jóvenes a la vida civil A nivel internacional países como Sudáfrica y El Congo son los pioneros en la formulación de programas para la reintegración a la vida civil, con la diferencia que lo hicieron una vez finalizó la guerra. La desmovilización de jóvenes es de carácter reciente en el país con dos hitos significativos: primero en 1997 la entrega en Media Luna (Cesár), por parte del Ejército de Liberación Nacional-ELN- de seis adolescentes capturadas y retenidas por este grupo por espacio de un año, con la promesa de no volver a reclutar menores de edad a través de la firma de los Acuerdos de Mainz (Puerta del Cielo-Alemania); y segundo, en el año 2000, con la recuperación tras un operativo militar en Suratá (Santander), de 73 niños, niñas y adolescentes en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- “Gracias a estos acontecimientos, la desvinculación de la niñez y la adolescencia de los grupos armados ilegales no sólo se constituye en objeto de preocupación en la comunidad académica, sino que 37 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados también adquiere importancia entre los planificadores de políticas públicas, y los legisladores y líderes políticos, suscitándose un proceso de reflexión política, técnica y legal, en torno a las necesidades que se derivan de este fenómeno” (DEFENSORÍA DEL PUEBLO-UNICEF, 2006, p.20, 21). En Colombia, como en otros países, los jóvenes desmovilizados pasan por los procesos del Programa de Desarme, Desmovilización, Rehabilitación y Reintegración-DDRR- el cual tiene dos modalidades: atención en medio familiar y atención institucional4. La fase de reintegración es la más crucial y parece ser la más difícil porque representa nuevos modos de ser y de estar en el mundo, y a su vez, porque requiere de la aceptación por parte de las comunidades receptoras. La fase de desmovilización individual contempla dos momentos: el desarme que se inicia con la presentación voluntaria y entrega de armas ante las respectivas autoridades; posteriormente en la desmovilización se verifica la pertenencia al grupo armado ante el Comité Operativo de Dejación de Armas y el desmovilizado es remitido a una guarnición militar y el trámite y apoyo queda a cargo del Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PAHD) del Ministerio de Defensa Nacional. Los desmovilizados son ubicados temporalmente en los denominados “Hogares de Paz”, del Ministerio de Defensa, donde reciben atención humanitaria mientras que son certificados por el Comité Operativo para la Dejación de Armas-CODA- el cual se encarga de constatar y certificar la pertenencia del desmovilizado a una organización armada al margen de la ley y su voluntad de 4 La atención en medio familiar incluye la reunificación y planes de atención en hogares tutelares; la atención institucional incluye: Hogares Transitorios, Centros de Atención Especializada-CAE- y Casas Juveniles. Conviene anotar que hacia el año 2010 aproximadamente, dejaron de funcionar los CAE y las Casas Juveniles. 38 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados abandonarla, como también, de verificar y gestionar los documentos necesarios para identificar al desmovilizado, tramitar su historial jurídico o los expedientes legales que tenga. En el caso de las desmovilizaciones colectivas, la fase de desmovilización está a cargo de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Los desmovilizados son remitidos a una Zona de Ubicación Temporal, donde paralelamente a las labores de registro, reciben talleres informativos y ayuda humanitaria e ingresan al Programa de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en Armas, que a partir de septiembre de 2006 es la encargada de los procesos de reintegración a nivel nacional. Con la expedición del Decreto 395 del 14 de febrero de 2007, se individualizó el proceso de reintegración, para llevarlo a cabo de acuerdo con el ritmo de cada uno de los desmovilizados y terminarlo cuando según criterios de la Alta Consejería, el desmovilizado culmine su proceso según sus propios progresos. Con relación a las desmovilizaciones que se han dado de los jóvenes en el país, se pueden establecer tres momentos, así: Los primeros desmovilizados eran grupos pequeños de jóvenes campesinos pertenecientes a las FARC y el ELN, quienes fueron ubicados en instituciones designadas especialmente para esta misión, pero que no contaban con experiencia en este tipo de atención; además se carecía de lineamientos que orientaran el proceso de reintegración y adicionalmente, la infraestructura institucional en el país era débil, por lo que prácticamente aprendieron del proceso con la experiencia que fueron acumulando. El siguiente grupo se caracterizó por presentar problemas psicológicos relacionados con el abuso, el maltrato y la drogadicción; estos desmovilizados provienen de las AUC 39 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados quienes en noviembre de 2002, se acogieron a los acuerdos de paz. Con esta desmovilización masiva de combatientes, la cifra alcanzó su punto máximo llegando a 775 los niñ@s y adolescentes que pasaron por el programa del ICBF, representando un desafío importante para los educadores juveniles. A partir del año 2006, luego de que finalizaron las desmovilizaciones de las AUC, se produjo un índice menor de desmovilizaciones individuales. Los desmovilizados del 2006 pertenecían a las FARC y el ELN, con perfiles similares al de los jóvenes campesinos de las primeras desmovilizaciones, siendo en su mayoría jóvenes capturados y no desmovilizados voluntariamente. Inicialmente la red de instituciones que participaron en los procesos de reintegración fue amplia; posteriormente, con las desvinculaciones masivas el ICBF tuvo que contratar los servicios de varias ONG para la atención en medio institucional. Sin embargo y de acuerdo con los resultados del trabajo adelantado en las dos modalidades durante estos años, parece ser que ha sido más benéfica para la población desvinculada, la atención en medio familiar con hogares tutores mientras se re-encuentran con sus familias y se preparan para la vida civil, que la atención en medio institucional, razón por la cual ha disminuido el número de Centros de Atención Especializada y ha aumentado el número de Hogares Tutores. Tradicionalmente los enfoques de los programas intervienen sobre dos tipos de población: tenemos de un lado al grupo de los “niños combatientes” que son jóvenes menores de 18 años, quienes son tratados como niños, sin tener en cuenta las experiencias límite que ya vivieron y que muchos ya son padres y tienen compromisos con el sustento de su familia; del otro lado tenemos a los mayores de 18 años y que son considerados de manera tajante como 40 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados adultos, siendo incluidos en programas que buscan asegurar su subsistencia inmediata, desconociéndose sus necesidades de educación y de desarrollar un proyecto de vida, ya que para muchos de ellos regresar a terminar sus estudios primarios como “niños”, no es la mejor opción, y los programas educativos pasan por alto el hecho de que ellos fueron combatientes y lo que les significó esta experiencia. Como bien lo señalan Brett y Specht (2005, p.40) “todos los países que salen de conflictos armados, encaran el reto de adaptar su sistema educativo y de capacitación vocacional a las nuevas demandas”. Con respecto a la legislación, todavía existen vacíos para el proceso de reintegración pues ya se han presentado tensiones de orden político en torno al tratamiento de la población desvinculada en relación con su edad legal, su edad penal, su responsabilidad penal, victimización y culpabilización, y el reconocimiento de su ciudadanía, entre otros, como también, tensiones de orden institucional, por cuanto, no obstante los avances en el tema, no se ha alcanzado la comprensión suficiente acerca de los procesos implicados en el antes, durante y después de la desvinculación , ni de los sentidos que ellos les atribuyen a esta experiencia, ni de la forma como son afectadas sus subjetividades y las implicaciones educativas y formativas que de ello se derivan para los programas de atención. De otro lado, se necesita un sistema de seguimiento a los jóvenes que finalizaron el programa y también a quienes lo abandonaron, pues se carece de información. Al respecto, vale la pena tener en cuenta un estudio reciente de la CEPAL (2005), sobre la violencia durante el posconflicto, en el cual se identificó que ésta ha asumido como característica la constitución de grupos violentos, caracterizados por pertenecer a población adolescente y juvenil que se organizan como pandillas, pertenecen a estratos socio-económicos muy bajos, 41 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados poseen muchas carencias para satisfacer sus necesidades básicas, manifiestan un desarraigo constante y una percepción de violencia ligada al narcotráfico. Sin embargo, uno de los desafíos más grandes para la reintegración es la estigmatización, por lo tanto, es necesario que la sociedad en general tome parte en el proceso. Al respecto, es conveniente que los actores de la sociedad civil inicien un debate sobre cómo facilitar la reintegración efectiva y adelantar proyectos piloto comunitarios que preparen a las comunidades para el recibimiento de los jóvenes. Vale la pena resaltar que las experiencias en Guatemala nos enseñan que la reinserción debe ser un esfuerzo constructivo conjunto, en el que deben participar no solo el gobierno, sino también las organizaciones sociales y la iglesia, y que además se precisa de un apoyo político y económico de la comunidad internacional, pues en el año 2005, solamente los Países Bajos nos suministraron ayuda económica para la reinserción de los desmovilizados individualmente. De las investigaciones se desprende que “la reinserción social sólo comienza en el momento en que los excombatientes terminan el programa gubernamental” (CEPAL, 2005, p. 59), puesto que todavía para los jóvenes resultan problemáticos aspectos relacionados con la falta de educación, de capacitación, de oportunidades para el trabajo, la estigmatización, la adaptación a la vida en la ciudad, la exclusión frecuente, los problemas de salud física y mental, entre otros. Con respecto a las recomendaciones para formular iniciativas que apunten a fortalecer una verdadera reintegración, se señalan entre otras, que lo más conveniente para el joven es la reunificación familiar y volver a la comunidad de origen lo más pronto posible; sin embargo 42 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados se debe confirmar sí la familia está dispuesta a recibirlo y sí es capaz de cuidarlo y asegurar que se respeten sus derechos. En el plano educativo se deben elaborar planes de estudio más estimulantes y programas perfeccionados, con la finalidad de ayudar a los jóvenes a triunfar académicamente. Con respecto a los programas psicosociales, se advierte que hace falta una mayor comprensión del tipo de apoyo psicosocial que necesitan los jóvenes y cómo éste se relaciona con el rendimiento educativo, la generación de medios de subsistencia y una reintegración exitosa; para todos los profesionales que trabajan con esta población, se requiere establecer relaciones basadas en la confianza, el respeto y la igualdad, pues los jóvenes necesitan desaprender las relaciones basadas en la autoridad y jerarquía. Discursos sobre las afectaciones de la subjetividad Como se puede apreciar, los intereses investigativos han estado centrados en establecer en qué medida el actual proceso de desmovilización produce la reinserción plena de los excombatientes a la sociedad, y aunque el problema de la subjetividad no ha sido ampliamente investigado, se han dado algunos matices en estas investigaciones que me interesa resaltar, en relación con las implicaciones de la subjetividad de los jóvenes en el tránsito a la vida civil durante su proceso de reintegración. En primer lugar, “Lógicas de la subjetividad en la vía guerrillera y avatares en el paso a la vida civil”, realizada por María Clemencia Castro (2001), la cual se plantea la pregunta por la subjetividad implicada en la elección de la vía guerrillera y en el paso a la vida civil, analizando las lógicas de la subjetividad y sus incidencias en el lazo social; es un trabajo con una perspectiva psicoanalítica que plantea cómo en toda elección hay un sujeto y una 43 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados subjetividad implicados, en particular, en el contexto del conflicto armado y las transformaciones para la subjetividad cuando ya no se forma parte de los grupos alzados en armas. Desde el punto de vista de la subjetividad, el paso a la vida civil tiene un valor lógico referido a los tiempos personales subjetivos, los cuales son particulares a cada sujeto; esto significa que dejar el grupo armado, no garantiza el abandono de la identidad guerrera y que su inmersión en la vida social como ciudadano y no como adversario, implicará poner fin a la configuración del “enemigo”, así como una apertura al dialogo y a la concertación, proceso que siempre estará sujeto a las transformaciones y continuidades de la subjetividad en ese tránsito a la civilidad. De esta manera, afirma Castro, el verdadero paso a la vida civil, aquel que permite inscribirse sin ambigüedades, es de carácter subjetivo y por tanto, “ningún análisis empírico permite dar cuenta del punto en que se produce el pasaje íntimo, subjetivo, y del mecanismo de ruptura y de articulación” (2001, p.142). Dejar los grupos armados y dar el paso a la vida civil para muchos, es una fractura de la vida, de la historia personal y de su reordenamiento, donde lo subjetivo emerge buscando un nuevo camino para hacerse a otra identidad. En segundo lugar, un estudio que ha llamado la atención sobre las debilidades y vacíos de los programas adelantados en los Centros de Atención Especializada-CAE- con respecto a las acciones educativas que se vienen adelantando, es la investigación llevada a cabo por Ángela María Estrada (2006), cuyo foco de investigación fue la atmósfera socio-moral de estos centros para adelantar una crítica cultural a su cotidianidad con esta población. Estrada señala la necesidad de que estas instituciones se pregunten y ganen claridad sobre la noción de sujeto que subyace en las propuestas y el bajo impacto en la transformación de procesos psico- 44 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sociales, asociados al uso de lenguaje confrontativo y desafiante entre los jóvenes y los profesionales a cargo, la resolución de conflictos por la vía del más fuerte y no del diálogo, la jerarquización de las posiciones de sujeto, prácticas autoritarias y escasa participación de los jóvenes en la construcción del Manual de Convivencia, entre otros. Con respecto a los vínculos y su potencial para hacer el giro de las narrativas del combatiente a las narrativas civiles, hace un señalamiento importante partiendo del hecho de que la mayoría de estos niños y jóvenes provienen de familias expulsoras: “dado el deterioro de los vínculos que tiene lugar en la vida de los menores, en razón de la dinámica familiar y las estrategias de retención de los menores por parte de los grupos armados, centradas en la vulneración de todo vínculo personal, un reto central del programa está en facilitar la vinculación en primer lugar con la vida a través de la dinámica cotidiana” (2006, p.20). Por lo tanto, en el día a día se requiere de la reconstrucción de vínculos seguros basados en la confianza y la disminución de la desesperanza. Como se puede deducir, el campo de la investigación en relación con los procesos de reintegración a la vida civil está apenas en sus comienzos y más en relación con las implicaciones de la subjetividad, pues si bien existe una preocupación en torno a las implicaciones de la subjetividad, no hay suficiente producción investigativa en cuanto a los procesos de construcción de las identidades y de las subjetividades de las niñas, niños y jóvenes en contextos de guerra, en condiciones de vinculación o desvinculación. Si el problema de la vinculación al conflicto armado abarca un antes, un durante y un después, es justamente este después el proceso que resulta ser el más crítico, porque implica un perdonarse a sí mismo, despojarse de aquella identidad guerrera que se tuvo a través de un cuerpo militar, un viaje a lo desconocido, empezar una nueva vida, y es justamente aquí en 45 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados esta plataforma que hemos construido, donde se inserta el problema de investigación, pues nos interesa comprender las transformaciones de la subjetividad en ese tránsito a la vida civil y cómo desde los procesos educativos se puede aportar para su reintegración a la vida civil y también, para la reconstrucción de sus proyectos de vida. 1.2. Apertura a la especificidad del problema Como hemos visto, la violencia en el país lleva más de cuarenta años, con un costo de centenares de miles de vidas, pérdidas afectivas, materiales, económicas, desintegración familiar, pero sobre todo, la pérdida de generaciones de ciudadanos para el país. La violencia de los grupos alzados en armas, quienes fueron construyendo nexos con el narcotráfico, encontró un terreno fértil en las poblaciones de niños, niñas y jóvenes de los sectores rural y urbano, quienes terminaron involucrados en estos grupos al no contar con mayores expectativas educativas y laborales, vivir sus vidas en ambientes caracterizados muchas veces por la violencia intrafamiliar, el maltrato y la pobreza, todo esto sumado a la ausencia del Estado en algunas regiones del país, donde estos grupos terminaron imponiendo su legitimidad y legalidad. En la experiencia que acontece a los jóvenes desmovilizados de los grupos alzados en armas5 en su tránsito a la vida civil, se encuentra nuestro interés investigativo en particular, en 5 Es conveniente aclarar que la condición de desvinculado se le otorga a los menores de 18 años de edad quienes siguieron la ruta establecida por el ICBF, y que al cumplir los 18 años son atendidos por la Organización Internacional para las Migraciones –OIM- y que la condición de desmovilizado se da a los jóvenes entre 18 y 25 años de edad, quienes en el momento de su entrega eran mayores de edad y por lo tanto, son atendidos por la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica. 46 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados lo relacionado con las rupturas, continuidades y deslizamientos de su subjetividad en sus referentes de identidad personal y colectiva, sus valores, sus vínculos y la construcción de sus proyectos de vida. De otro lado, nos interesa desde el ámbito educativo analizar las trayectorias de las identidades en los programas de tipo educativo y de apoyo psicosocial dirigidos a los Con respecto al Programa del ICBF, la atención se lleva a cabo a través de dos modalidades: Medio Institucional y Medio Sociofamiliar. La atención en Medio Institucional se desarrolla a través de tres fases: En la primera fase, de acuerdo con el perfil, se ubica al menor desvinculado, en una entidad adscrita al sistema Nacional de Bienestar, denominada Hogar Transitorio, donde son acogidos y se llevan a cabo diferentes diagnósticos psicológico, médico, nutricional y social y la preparación para las siguientes fases del programa. En la segunda fase, son trasladados a los Centros de Atención Especializada CAE, los cuales son operados por diferentes instituciones adscritas también al Sistema Nacional de Bienestar, para asumir su protección integral, restituir sus derechos, propiciar su desarrollo físico, psicosocial, educativo, vocacional, deportivo y cultural. La Casa Juvenil es la tercera fase del Programa, allí se desarrollan procesos de inserción social en áreas de atención educativa, cultural, deportiva, productiva, familiar y laboral. Busca proteger y brindar atención integral a los menores que han pasado por un CAE y que no tienen familia, o que contando con ella, no pueden brindarles la protección que requieren. La edad para ser ubicados en esta modalidad es a partir de los diecisiete años, su cupo máximo es de doce adolescentes y el mínimo de cinco. Son acompañados por un animador social quien es el responsable del funcionamiento adecuado de la casa. Las instituciones que operan como Casas Juveniles, también son instituciones adscritas al Sistema Nacional de Bienestar. De forma complementaria, algunos jóvenes que por sus circunstancias particulares lo requieran, o aquellos que han culminado su proceso de atención en el Programa y requieran de un tratamiento especial, son ubicados en la Red de Instituciones de Protección, entre ellas tenemos, Instituciones de Protección para Menores en Situación de Peligro y Abandono, Instituciones de Protección para Menores con Problemas Psiquiátricos, Instituciones para el Manejo del Consumo, o Instituciones para Adolescentes Gestantes o Lactantes. La atención en Medio Sociofamiliar se lleva a cabo a través de los Hogares Tutores y del Reintegro Familiar. El Hogar Tutor es una modalidad de atención en la cual una familia seleccionada y capacitada, según criterios técnicos del ICBF, acoge voluntariamente y de tiempo completo, a un niño, niña o adolescente, con medida de colocación familiar, por encontrarse en situación de peligro, brindándole en un ambiente afectivo una atención integral que le garantice y restituya sus derechos. La permanencia es de carácter temporal, hasta cuando de conformidad con la Ley, deba egresar. El reintegro familiar se da cuando se logra un adecuado proceso con las familias y adolescentes, en coordinación con la autoridad competente. El proceso de acercamiento con las familias se hace gradualmente, para ir preparando a las familias y adolescentes para el encuentro definitivo. Es de anotar que no siempre se logra contactar a las familias y muchas veces se niegan a recibirlos, por cuestiones de seguridad. 47 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados jóvenes, en relación con la configuración de las subjetividades- sí es que son reconocidascomo también, cómo se reconoce ese nuevo sujeto que se configura y las tensiones que se originan; y a su vez, explorar el potencial educativo que pueden encerrar los escenarios emocionales en los procesos para la integración a la vida civil de los jóvenes. Dejar los grupos alzados en armas implica dejar la perspectiva de la confrontación para ubicarse en lo que denominamos la vida civil, podríamos decir que es un cambio de estado, de contexto y de sentido. Entonces el problema central del estudio es analizar el tránsito a la vida civil, en lo que respecta a los movimientos de la subjetividad y este pasaje a la vida civil genera afectaciones en la configuración de la misma, puesto que se trata del tiempo del sujeto y de su duración, con un desfase respecto del tiempo en el cual se tomó la decisión de la desvinculación. Como bien lo señala Castro (2001, p. 138, 139), “los tiempos subjetivos son tiempos personales, particulares a cada sujeto, y no operan en una cronología, no dan curso a una sincronía ni a una secuencialidad; como tiempos lógicos operan en la retroactividad”. Parafraseando a Castro (2001), hablamos de tránsito a la vida civil para referirnos a la experiencia a través de la cual se dejan las armas y se inicia el caminar hacia la civilidad. Este caminar es una experiencia la mayoría de las veces dolorosa, deja huellas, implica transformaciones, procesos de resignificación, de dolor y de perdón, marcando y configurando la subjetividad desde el mismo tiempo personal de la toma de decisión, pasando por el desarme, la desmovilización, la desvinculación, hasta la reintegración a la vida civil. Asumirse como un civil implica la ruptura con la vida militar, recuperar el propio nombre, los derechos civiles y la búsqueda de una vida digna en la legalidad. Implica por tanto, un nuevo sujeto, una nueva manera de actuar, de llamarse y de reconocerse; es abandonar la identidad 48 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados guerrera y empezar a asumirse y ser reconocido como ciudadano y no como adversario, y todos estos son cambios que por supuesto comprometen la subjetividad. En relación con los campos de configuración de la subjetividad, es importante tener en cuenta que cuando ya no se está en la guerra, viene tiempos de crisis en la identidad y se hace necesario contar con nuevos vínculos, valores y planes de vida. Sobre este aspecto se ha interesado Castro (2001), cuando resalta que los sujetos inmersos en un colectivo que soportaba su identidad, afrontan la pérdida de identidad y de horizonte, quedando a la deriva para la reconstrucción de un nuevo proyecto de vida. En el paso de ese proyecto colectivo a uno individual, los referentes de identidad y pertenencia atraviesan por un proceso de reconfiguración de identidades, como fruto de los desplazamientos vividos por el sujeto; de otra parte, se desintegran los vínculos afectivos, grupales y sociales hasta ahora mantenidos, pero ¿Cómo asumen esos desplazamientos los jóvenes en el tránsito a la vida civil? ¿Cómo los reconocen y asumen los programas? Ahora bien, la vida en los grupos alzados en armas implica una renuncia a la historia personal y familiar; pero así mismo es probable que se gane visibilidad, identidad, reconocimiento y pertenencia a un grupo. También exige otra renuncia importante, renunciar al propio nombre el cual marca al sujeto en su identidad, para asumir uno nuevo que le asignen, posiblemente varios y con ellos unos nuevos referentes de identidad. De esta manera, con el cambio de nombre se formaliza la pertenencia al colectivo, constituyendo por tanto, un referente de identidad personal y colectiva. Castro (2001), llama la atención al señalar que la renuncia al nombre propio implica una ruptura del sujeto que lo marca, iniciando una nueva cadena de identificaciones, a través de un nuevo tiempo en la historia subjetiva. Con el tránsito a la vida civil, ¿Qué sucede con su identidad? ¿Cómo se reconoce y cómo se 49 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados diferencia en el proceso de identidad? ¿Sobre qué concepción de jóvenes se fundamentan los programas? ¿Los programas reconocen esas identidades? De otra parte, en los grupos armados irregulares se logra mantener la cohesión a través del concepto “enemigo” el cual se deriva de tensiones como la de amigo-enemigo, donde el odio puede llegar a ser tan grande que puede producir un efecto cohesionador y generar lazos muy fuertes entre los miembros del grupo. De esta manera, se promueven valores que cohesionan, como la solidaridad, la lealtad, la fraternidad y la seguridad. Ahora bien, ¿Qué valores emergen con respecto al adversario? ¿Cuáles son los valores que los programas reconocen en estos sujetos? ¿Qué valores nuevos se configuran? Esta dimensión relacionada con los valores es de nuestro interés investigativo y la queremos dilucidar a través del estudio. Otro aspecto que llama la atención en estas organizaciones, es que albergan sujetos de diferentes edades, quienes proceden de distintas regiones, de variada extracción social y cultural y de diferente nivel educativo. ¿Cómo es posible que a pesar de ser tan diferentes puedan convivir y sostenerse unidos? Castro (2001) nos advierte que aquí entran en juego el vínculo, los valores y los referentes de identidad, pues la filiación a estos grupos se realiza a través del vínculo al cuerpo armado, a un cuerpo estructurado, donde la intensidad de esos vínculos se expresa y se vive como si fueran una gran familia, configurando por tanto, una especie de fraternidad. Asimismo, la identificación que se llega a establecer tiene un poder unificador entre quienes pertenecen al colectivo; mientras que los lazos creados como fruto de la cooperación, desdibujan las diferencias y todos terminan siendo iguales. En estos grupos alzados en armas, otro referente de identificación lo constituye el discurso, donde el sujeto siente que forma parte de una causa colectiva y al circular y hacerse 50 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados común su apropiación, genera sentimientos de unidad. Se trata de una identificación simbólica que crea vínculos, los cuales se soportan además en los símbolos del grupo, en las armas, en el lenguaje, el uniforme militar, las rutinas vividas, las formas de organización y la violencia, entre otros. Sobre este particular vale la pena traer a colación los aportes de Estrada (2007), quien alerta a los CAE al afirmar que los vínculos personales de estos jóvenes están doblemente deteriorados, en razón de la dinámica familiar vivida y de las estrategias de retención por parte de los grupos armados, por lo cual es un reto central del programa, facilitar la vinculación en primer lugar con la vida, a través de la dinámica cotidiana. De otro lado, con el tránsito a la vida civil se pone en juego el vínculo con la ley social y la institucionalidad, inaugurando también una nueva relación política con la autoridad y con el Estado. Sin embargo, el verdadero tránsito a la vida civil es un paso íntimo, de carácter subjetivo y en un tiempo personal, donde probablemente el sujeto se siente desprotegido y desamparado, puesto que los valores de fraternidad y solidaridad adquiridos en el grupo armado desaparecen de repente y aparece un mundo con nuevos significados sociales que invaden al sujeto. Asimismo, se ve enfrentado a nuevas identidades del ser y nuevos modos de hacer, preguntándose: ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Qué voy a hacer ahora? ¿A dónde iré? ¿Qué pasará conmigo? Ahora bien, ligado a esta problemática se encuentra lo educativo. Sobre este particular, la investigadora Cielo Mariño (2005), presenta un señalamiento importante en relación con el componente educativo de los programas que se vienen adelantando, los cuales parecen estar más preocupados por capacitar que por generar habilidades para afrontar la vida, teniendo en cuenta que la participación en el conflicto armado afecta a cada persona de una manera diferente y que depende de las circunstancias personales y culturales previas, como también, 51 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados del cúmulo de experiencias vividas durante la permanencia en el grupo armado. “Estos elementos deben ser tenidos en cuenta porque determinan la elaboración y resignificación que se hacen de la propia historia y de los proyectos futuros en el momento de la desvinculación” (p.118, 119). En relación con lo anterior, otro aspecto que tiene que ver con las acciones educativas que se vienen adelantando, son las investigaciones de Estrada (2006), las cuales llaman la atención sobre “las preguntas por los a priori históricos sobre la noción de sujeto, su desarrollo y su identidad, así como las políticas de la identidad que con base en ellos se configuran” (p.26), pues estos son centrales frente a la estigmatización y la desesperanza en las y los jóvenes. En este estudio no se busca investigar las particularidades del fenómeno social con relación a las causas o el impacto psicosocial de la vinculación, tampoco se pretende hacer un análisis de un grupo armado ilegal en particular, ni de la violación de los derechos humanos; se trata entonces, de reflexionar sobre el sujeto en relación con su subjetividad en la experiencia de su desvinculación y el tránsito a la vida civil, como también, de problematizar a los programas educativos y de apoyo psicosocial frente a las subjetividades que emergen, y a su vez, establecer el potencial educativo que se pueden desplegar en los procesos para la integración social. Por lo tanto, nuestro interés investigativo tiene una doble entrada: primero, ganar mayor comprensión con relación a los movimientos que se dan en las subjetividades de los jóvenes que estuvieron vinculados a los grupos armados, en su paso hacia la vida civil; y 52 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados segundo, de ese aprendizaje ofrecer unos horizontes educativos que permitan potenciar los procesos del retorno a la vida civil. Considerando la descripción realizada del problema, esta investigación abordará los interrogantes que se formulan a continuación. 1.2.1 Formulación del problema ¿Qué desplazamientos, rupturas y continuidades se suscitan con respecto a las subjetividades de un grupo de jóvenes desmovilizados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- en la experiencia que conlleva su tránsito hacia la vida civil? ¿Cómo leen e interpretan los programas educativo y de apoyo psicosocial, las afectaciones que acontecen en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, como consecuencia de su reintegración a la vida civil? 1.2.2 Tesis El tránsito hacia la vida civil de los jóvenes que estuvieron vinculados a los grupos alzados en armas, genera desplazamientos, rupturas y continuidades en las subjetividades de los jóvenes. 53 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 1.2.3 Objetivos 1.2.3.1Objetivos generales: a. Comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades que se han suscitado en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados de los grupos alzados en armas, en su tránsito hacia la vida civil. b. Problematizar la propuesta actual de los programas educativo y de apoyo psicosocial, dirigida a los jóvenes desmovilizados de los grupos alzados en armas, con el propósito de aportar elementos educativos que potencien el retorno a la vida civil. 1.2.3.2 Objetivos específicos: 1. Identificar los cambios que se han suscitado en los referentes de identidad personal, colectiva y de pertenencia, como consecuencia de la experiencia de desvinculación de los grupos armados y de su camino a la civilidad. 2. Comprender y analizar las tensiones y transformaciones producidas alrededor de los vínculos y los valores que orientaron y orientan los proyectos personales y colectivos, de los jóvenes desmovilizados, con la experiencia su tránsito hacia la vida civil. 3. Problematizar desde qué lugar aborda y cómo comprende la institucionalidad educativa, desde sus políticas y programas, las transformaciones suscitadas en las subjetividades de los jóvenes, en la experiencia de su reintegración a la sociedad. 54 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 4. Aportar elementos que desde la dimensión educativa, favorezcan la comprensión de las transformaciones que se suscitan en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, en su proceso de regreso a la vida civil. 1.3. Horizonte conceptual y metodológico 1.3.1 El Socioconstruccionismo, una perspectiva teórica y metodológica para la comprensión de la subjetividad de las y los jóvenes desmovilizados de los grupos armados Un enfoque teórico metodológico se puede comparar con la metáfora de la linterna, la cual logra iluminar una parte del problema, mientras que la otra permanece en la sombra; para comnprender el problema de los desplazamientos de las subjetividades en los jóvenes desvinculados de los grupos alzados en armas, en su tránsito hacia la vida civil, lo haré iluminando en diferentes momentos varias de sus caras, es decir, de sus categorías orientadoras, teniendo como horizonte interpretativo los desarrollos conceptuales y metodológicos de dos autores: Kenneth Gergen (1996) desde el campo de la psicología crítica y cultural, y de Paul Ricoeur ( 1995) desde la filosofía, autores que si bien tienen trayectorias distintas, comparten una serie de proposiciones que como veremos a continuación, son tenidas en cuenta también por otros investigadores sociales, que en conjunto, son centrales para los propósitos de la investigación. Iniciemos considerando que para el sociocontruccionismo, el conocimiento no está en la mente de las personas, ni las palabras son reflejo, ni de la mente, ni de una naturaleza preexistente; al respecto señala Gergen, “la fuente principal de las palabras que utilizamos sobre 55 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados el mundo radica en la relación social. Desde este ángulo lo que llamamos conocimiento, no es el producto de mentes individuales, sino del intercambio social; no es el fruto de la individualidad sino el de la interdependencia”(Ibañez, 1989, p. 169), sustituyendo así la epistemología dualista de una mente cognoscente que se enfrenta a un mundo real, por una epistemología social, donde “el lugar del conocimiento ya no es la mente del individuo, sino más bien las pautas de relación social” (Gergen, 1996, p. 167). En sus orígenes, podemos decir que partió por analizar los cambios cualitativos en la cultura y en los objetos de estudio de las ciencias a mediados del siglo XX, al considerarlos construcciones históricas que se transforman o incluso pueden desaparecer con el tiempo, y lo hace formulando una reconceptualización que obtuvo su mayor resonancia en la psicología con relación a su potencial cultural, pero después se fue ampliando a otras ciencias sociales, con una perspectiva renovada que buscó evaluar el paradigma experimental vigente, “a partir del crisol de la vida social”. De esta manera, Kenneth Gergen da relevancia al estudio de las prácticas en el contexto social, cuestiona el interés de la psicología por la predicción y el control, como también, sus pretensiones de universalidad frente al conocimiento, sus juegos de poder y sus pretensiones hegemónicas.6 6 Se puede afirmar que el socioconstruccionismo parte de la crítica a dos grandes tradiciones intelectuales basadas en la individualidad: el empirismo, de la cual su expresión es la psicología conductual (perspectiva exógena), y el racionalismo representado por la psicología cognitiva (perspectiva endógena). La primera propone al conocimiento como una copia de la realidad, mientras que en la segunda, el conocimiento depende de procesamientos internos del organismo mediante los cuales organiza la realidad para hacerla entendible, intentando superar de esta manera, la dualidad objeto-sujeto, a través del desarrollo de una teoría alternativa que desafía la idea de conocimiento como representación mental, en contraposición al conocimiento que surge del intercambio social entre las personas, de donde se desprende que el conocimiento es el producto de las relaciones a través del lenguaje y que éste es una actividad compartida. 56 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Uno de sus principales objetivos es dejar atrás el concepto de conocimiento ahistórico, objetivo e individualista, para llegar a entender la investigación como el resultado del intercambio activo y comunal entre las personas; esta perspectiva inicialmente se conoció como Sociorracionalismo, porque consideraba “la racionalidad humana como algo que no está dentro de las mentes de personas independientes, sino dentro del conjunto social, siendo lo racional el resultado de la inteligibilidad negociada”. En síntesis, podríamos decir que es el paso de una psicología de la mente, a una psicología de las relaciones sociales, morales y políticas; que del conocimiento individual avanza hacia el conocimiento relacionado con las prácticas culturales, frente al paradigma positivista imperante de la época, el cual, en concepto de Gergen (1978), estaba haciendo de la psicología una disciplina miope e irrelevante. Pasemos ahora a Paul Ricoeur, quien desde la filosofía de la acción, y frente a las nociones de sujeto propuestas por Descartes y Nietczsche, elabora su teoría de la identidad narrativa con una intención mediadora entre estas dos tradiciones filosóficas: el sujeto cartesiano, ese yo que piensa; y el sujeto biográfico que se puede comprender a través de la literatura. De esta manera, emerge la identidad personal como una identidad hermenéutica del sujeto que se construye como interpretación de sí. El autor recoge de Hannah Arendt la idea de que la acción solo alcanza su sentido, luego de que el agente ha dejado de actuar. Para Ricoeur esta acción estaría dada por dos polos de la identidad: la identidad personal- idem- y la identidad reflexiva-ipseidad-; poniendo de relieve que hablar de la identidad, es tratar de dar respuesta a la pregunta ¿quién ha hecho esta acción? Al preguntarnos por ese quién, estamos preguntando por la identidad de ese agente de 57 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados la acción, por el soporte que le da la permanencia a ese nombre propio que poseemos, es decir, a nuestra identidad, y valiéndose de la tesis arendtiana que dice responder a la pregunta quién, es contar la historia de una vida, deduce entonces que la historia narrada nos dice el quién de esa acción y que la identidad de ese quién, no es más que una identidad narrativa. Su argumento principal radica en que construimos nuestra identidad narrativamente, a través de lecturas históricas y de ficción por medio de las cuales vamos construyendo nuestro personaje; por otra parte, retoma de Emmanuel Levinas (1997) la idea del “Otro” y de la relación intersubjetiva, que de acuerdo con Bárcena y Mèlich (2000, p.93) es “un lugar de paso obligado en cualquier debate pedagógico que (…) pretenda poner el acento de la formación humana en la capacidad para aprender de la historia a través de los relatos y narraciones de aquellos que fueron sus víctimas”; señalamiento importante para los propósitos de este trabajo, pues sí cada vida es una historia narrada en el tiempo y a la vez, un proyecto biográfico, las y los jóvenes desvinculados como novelistas de sí mismos, se configuran como sujetos interpretativos de sus experiencias y portadores de valiosas historias, donde entran en juego la ficción y la imaginación para encontrar sentidos a lo que vivieron, como también, para que a través de sus relatos comprendamos la historia de violencia que ha marcado en las últimas décadas a nuestro país. De acuerdo con lo expuesto hasta ahora, encuentro en estas perspectivas un referente conceptual y metodológico para abordar mi trabajo, porque el haber pertenecido a un grupo armado ilegal y estar expuesto a procesos de socialización, son experiencias que se incrustan en las prácticas sociales de los sujetos, y son constitutivas de su subjetividad, la cual se puede desplegar a través de la narración; de otra parte, sí la comprensión de sí es narrativa y comprenderse es apropiarse de la propia vida, esto significa que nos hacemos lectores de 58 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados nuestra propia vida, todo lo cual resulta de gran valía para aproximarnos a los referentes de identidad personal y colectiva, sus valores y vínculos, preocupaciones que pueden encontrar respuestas desde estos lugares de enunciación teórica. Una vez hechas estas precisiones, demos lugar a la presentación de las premisas de este enfoque, postura epistémica que nos ilumina para hacer el abordaje del proyecto y a la vez, tematizar las categorías de estudio. 1.3.2. Premisas del Socioconstruccionismo En primer lugar conviene decir que la epistemología socioconstruccionista, invita a investigar los procesos sociales con un nuevo conjunto de preguntas: ¿Por medio de qué procesos las personas logran colectivamente la comprensión? ¿De qué modo se producen los fracasos en la comprensión? ¿Bajo qué condiciones es probable que cambien o resistan al cambio, las construcciones comunes? ¿De qué modo pueden reconciliarse las construcciones contradictorias sobre el mundo? En relación con estos interrogantes y desde la argumentación de Ricoeur, se puede establecer que la comprensión de sí está mediatizada por los relatos históricos y de ficción que “leemos”, en su sentido tanto literal, como metafórico; y es precisamente esa lectura, el medio por el cual nos comprendemos a nosotros mismos, pues de un lado, al leer vamos configurando y reconfigurando el personaje que somos, y del otro, escuchando relatos y narraciones mejora nuestra propia capacidad para comprendernos en las diferentes etapas de 59 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados nuestras vidas7. De otra parte, es importante considerar que el texto de nuestra vida, como cualquier texto, puede ser objeto de múltiples interpretaciones, razón por la cual es necesario confrontarlo con el texto de otras vidas, siendo la comparación interpretativa fundamental para dar sentido a la existencia, comprensión que exige “verme como otro” para comprenderme y comprender el mundo. A continuación, examinemos brevemente los planteamientos epistemológicos socioconstruccionistas y las articulaciones que se pueden ir tejiendo con la teoría de la identidad narrativa ricoeuriana: Los términos con los que damos cuenta del mundo y de nosotros mismos están determinados por la cultura, la historia y el contexto social. El construccionismo social establece que el conocimiento es construido desde las prácticas socio-culturales, en contraposición al conocimiento construido por el individuo; lo que consideramos conocimiento del mundo no es producto de la inducción o de la construcción de hipótesis generales, como pensaba el positivismo, sino que está determinado por la cultura, la historia y el contexto social, centrándose en procesos de intercambio social de narraciones definidos histórica y culturalmente; así por ejemplo, conceptos como “violencia”, “conflicto”, “excombatiente”, “reinsertado”, “desvinculado” y “desmovilizado”, entre otros, están definidos por el uso que hacemos de ellos socialmente, a través del lenguaje. Esta premisa resulta de gran valía para la comprensión de las dinámicas sociales entre las personas en contextos y formas de 7 Adicionalmente, sí la identidad narrativa es el espacio interpuesto entre historia y ficción, la comprensión de sí es una interpretación que encuentra en la narración una mediación privilegiada que se mueve entre la historia y la ficción. 60 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados relación particulares, en las que el lenguaje está incrustado, de las cuales emerge su sentido y se amplían sus dimensiones explicativas. De esta manera, desarrolla una epistemología social, puesto que en lugar de preguntarse cómo funcionan las palabras en la mente individual, se pregunta por la función del lenguaje en el quehacer cotidiano del intercambio social. Ese dar cuenta del mundo y de nosotros mismos, está mediado por los relatos que hacemos. Bien vale la pena traer a colación los planteamientos de Ricoeur (1995), quien retomando los estudios de Roland Barthes (1974) sobre las cualidades del relato como inherente al género humano y de Benveniste, con su categorización del tiempo en el relato -ese tiempo que va del presente de la enunciación al tiempo psíquicoelabora su propia definición de un “tercer tiempo” que se configura en el relato, capaz de dar cuenta de una inteligencia narrativa que crea cierta unicidad del tiempo histórico, donde el ser humano puede situar su propia experiencia en un antes y un después. Por tanto, sí la temporalidad y la experiencia solo pueden configurarse a través del relato, la importancia de la narrativa emerge con toda nitidez en el socioconstruccionismo, puesto que ella puede dar cuenta de los procesos sociales, de las pautas de relación que sostenemos, de nuestra experiencia histórica situada y de la constitución de nuestras identidades individuales y colectivas. Los términos con los cuales comprendemos el mundo y nosotros mismos, son artefactos sociales, productos de intercambios entre las personas histórica y culturalmente situadas. En este sentido, las descripciones y las explicaciones que hacemos del mundo, son resultado de la coordinación entre los hombres en términos de 61 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sus acciones, donde las palabras adquieren su significado en el contexto de relaciones actualmente vigentes. Por ejemplo, los conceptos de “joven”, “conflicto”, “ciudadano”, “guerra”, “desmovilización” y “reintegración”, entre otros, varían en su sentido según la época histórica y la cultura en que los consideremos 8. Así mismo, alcanzar la inteligibilidad es participar reiterativamente en relaciones con el pasado para encontrarle sentido al mundo9. Bien vale la pena resaltar, que para la comprensión del problema de investigación, es de gran valor considerar la mirada histórica del objeto de estudio, puesto que no es posible comprender los desplazamientos en las subjetividades, sin tener en cuenta la historia de violencia que ha caracterizado al país, que los menores desvinculados provienen en su mayoría del sector rural donde los grupos alzados en armas han ejercido un control territorial, que su historia familiar está marcada por la vulneración de sus derechos, toda vez que en sus contextos de socialización, la pobreza, la violencia intrafamiliar y la falta de oportunidades, que junto con sus procesos de socialización en un contexto militarista, han configurado a lo largo del tiempo sus subjetividades. Pero esa mirada hacia el pasado a través del tiempo, ese tiempo que engloba la vida humana en tanto sucesión de aconteceres, tiempo de nuestra existencia, de la 8 Recordemos que el construccionismo social planteado por Berger y Luckman (1967), señala que la realidad es construida en la interacción significativa que realizan los seres humanos y que esta realidad es internalizada a través del proceso de socialización. Los procesos sociales que constituyen a la realidad, toman el carácter de procesos históricos y se concretizan en discursos acerca de la realidad; por lo tanto, en el socioconstruccionismo, el lenguaje en tanto sentidos socialmente compartidos, construye realidades y cambia, junto con las relaciones sociales. 9 Al respecto Gergen (2007, p. 104) nos dice, “debemos luchar por sostener la vitalidad de nuestras primeras tradiciones y así mismo cuestionarlas para enriquecerlas y revitalizarlas a la luz del contexto cultural contemporáneo. Esta revitalización histórica también debe ir acompañada del análisis sobre las condiciones históricas que las originaron, siendo nuestra tarea crear inteligibilidades que puedan promover mundos por venir”. 62 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados experiencia en común, donde se disponen los acontecimientos, nos dice Leonor Arfuch (2002, p. 89), es el que se articula a su vez con otro tiempo, el lingüístico, “que se despliega en el acto de la enunciación, no ya como una manifestación individual sino intersubjetiva, en tanto pone en correlación presente, actual, un yo y un tú: mi “hoy” es tu “hoy”. Esta comunidad temporal es la posibilidad misma del relato biográfico”. Y es precisamente ese “tercer tiempo” que se configura en el relato, producto del entrecruzamiento de la historia y la ficción, de esa imbricación entre relatos, formulado por Ricoeur (1995), el que opera a partir de una precomprensión del mundo de la vida y de la acción, el que confiere inteligibilidad a ese mundo y el que encuentra en la identidad narrativa, un punto de articulación10. El grado en el cual una forma dada de comprensión prevalece en el tiempo, no depende fundamentalmente de su validez empírica, sino de las vicisitudes de los procesos sociales. Esta premisa refleja buena parte de la historia de la tradición científica sobre los procesos sociales, con sus pretensiones de verdad, razón por la cual es necesario tener en cuenta procesos sociales como la comunicación, la negociación y los conflictos, en el desarrollo de las relaciones sociales a través del tiempo. Esta consideración acerca de la realidad, abre el camino hacia una Epistemología Social del Conocimiento. La significación del lenguaje en los asuntos humanos se deriva del modo como funciona dentro de las pautas de relación. El lenguaje gana significado a través de la 10 Identidad tiene para Ricoeur el sentido de una categoría práctica, supone la respuesta a la pregunta “¿Quién ha hecho tal acción, quién fue el autor?”, respuesta que no puede ser sino narrativa en el sentido fuerte que le otorgara Hannah Arendt: responder quién supone “contar la historia de una vida”. 63 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados interacción, en los “juegos del lenguaje” como los llamó Wittengstein (1953), haciendo alusión a los sentidos con que se utiliza en el intercambio social; “el lenguaje es constitutivo del mundo y ayuda a generar y/o sostener ciertas formas de práctica cultural”(Estrada, 2007, p. 101); este enfoque del significado como algo que deriva de intercambios microsociales incrustados en las pautas de vida cultural, presta al socioconstruccionismo unas dimensiones críticas sobre el modo en que los lenguajes, incluyendo las teorías científicas, son utilizados en la cultura, muchas veces como mecanismos de control y dominación; también presta atención al modo en que el lenguaje es inherente a las pautas de relación. Valga aclarar que la teoría relacional en la cual se apoya Gergen, busca dar cuenta de la acción humana en términos del proceso relacional, moverse más allá del individuo en singular, para reconocer la realidad de la relación. Al respecto dice Gergen (1996, p. 231), “aquí quiero proponer un enfoque relacional que considera la autoconcepción no como una estructura privada personal del individuo, sino como un discurso acerca del yo: la representación de los lenguajes disponibles en la esfera pública”. Se trata entonces de un yo como narración que se hace inteligible a través de las relaciones, configurándose en un relato de relatos acerca del yo, relatos que nos sirven para identificarnos con otros y a nosotros mismos11, puesto que en el relato anudamos nuestras vivencias y logramos un sentido de ellas. En sentido figurado, vivimos mediante narraciones, tanto al relatar como al realizar el yo, pero advierte nuestro autor que, “las narraciones del yo no son posesiones 11 Nos dice Gergen (1996, p. 232), que contar relatos para hacernos comprender no es ir demasiado lejos, pues no sólo contamos nuestras vidas como relatos, sino que existe también un sentido importante en el que nuestras relaciones con los otros las vivimos de forma narrativa. Las vidas son acontecimientos narrativos y los relatos son formas de dar cuenta de ellas; sin embargo, los relatos están incrustados en la acción social y por lo tanto, hacen que los acontecimientos sean socialmente visibles y establecen expectativas para acontecimientos futuros. De otra parte, dado que los acontecimientos de la vida cotidiana están inmersos en la narración, se van cargando de sentido relatado, adquieren la realidad de un “principio”, de un “punto grave”, de un “clímax”, de un “final, y así sucesivamente. 64 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados fundamentalmente del individuo, sino de las relaciones: son producto del intercambio social” (Gergen, 1996, p. 232). De esta manera, el socioconstruccionismo busca una base para vincular la palabra con el mundo y formular que el lenguaje, en tanto sentidos socialmente compartidos, puede representar y reflejar el conocimiento objetivo, construir realidades y cambiar junto con las relaciones sociales; es decir, el lenguaje se configura como una práctica social y la comunicación como una construcción comunitaria de significados, donde las palabras se incrustan en nuestras prácticas de vida, y al decir que el lenguaje construye el mundo, se está significando que las palabras están activas, en la medida que las personas las utilizan al relacionarse, y en que son un poder en el intercambio humano. La relevancia del lenguaje también es señalada por otros autores, en relación con la experiencia, la narración y la memoria, como veremos más adelante. Por lo pronto digamos que en la reflexión que hace Ricoeur (2000) sobre la memoria, nos dice que ésta se orienta a la realidad anterior en la cual encontramos la “cosa recordada” o “lo recordado” y no disponemos de otro recurso para hacer referencia al pasado que la memoria misma., siendo el testimonio, el relato, la estructura fundamental de transición entre memoria e historia. Por su parte, en cuanto a relato y experiencia, Jorge Larrosa (2003 b) nos invita a pensarla desde la reflexión del sujeto sobre sí mismo, y desde las cualidades de receptividad, apertura y pasión que el término encierra, para que la pensemos en términos de lo que acontece, desde una lógica del acontecimiento, muy cerca de la palabra existencia, donde la narración es la 65 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados mejor forma de contarla y contárnosla, siendo para él fundamental la experiencia vital de los sujetos en la configuración de sus subjetividades12. Otro autor que se acerca y fundamenta sus planteamientos sobre esta premisa es Arfuch (2002, p. 92), quien rescata el papel de la experiencia en su análisis sobre el espacio biográfico, al afirmar que la experiencia es “un testimonio subjetivo, la más auténtica clase de verdad, es fundamento de todo razonamiento y análisis, pero además, en una forma externa, es una reacción a influencias o percepciones del medio en discordancia”. Así mismo, resulta pertinente considerar la concepción de Gergen sobre la experiencia, quien al igual que Larrosa le otorga como cualidades esenciales la reflexión o conciencia del sujeto, su interpretación a través de la narración y su poder transformador en nosotros mismos y con quienes establecemos relaciones. Gergen (1996, p. 96), nos dice que la experiencia es todo cuanto realmente podemos conocer y siempre precede a la construcción social. “Sin mi experiencia no puedo tomar parte en el lenguaje y en la vida social…afirmar la posesión de la experiencia (de lo experimentado) supone una toma de conciencia de la experiencia, o de un modo más terminante, que “tengo experiencia de mi experiencia”” Gergen, 1996, p.96), sin embargo, desde el punto de vista socioconstruccionista se considera más enriquecedor hablar del discurso sobre la experiencia y de su capacidad para llevar a cabo 12 Larrosa (2003, p. 7), en su análisis de la conferencia del escritor húngaro Imre Kertész, señala que sus experiencias son su vida, lo que a él le ha pasado, lo que él ha vivido y advierte su relación con la formación: “la experiencia es lo que me pasa y lo que, al pasarme, me forma o me transforma, me constituye, me hace como soy, marca mi manera de ser, configura mi persona y mi personalidad…es la experiencia la que forma, la que nos hace como somos, la que transforma lo que somos y lo convierte en otra cosa”. 66 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados relaciones13, dado que al hablar de “mi experiencia” en las relaciones cotidianas, aumenta nuestra capacidad de participar en las formas de relación que son valoradas, y a su vez, es un ritual cultural importante porque brinda pautas de revelación, permite compartir, confirmar y afirmar nuestra identidad. Estimar las formas existentes de discurso consiste en evaluar las pautas de vida cultural y el impacto que éste genera. Las formas de comprensión están conectadas con muchas actividades sociales que al formar parte de varios contextos sociales, sirven para sostener y apoyar ciertos contextos, excluyendo a otros. Por lo tanto, esta es una invitación al dialogo que evalúe todas las pautas de vida cultural, el cual puede contribuir con la construcción de una sociedad más humana. Gergen no dejará de expresar sus esperanzas, pues en la medida en que el dialogo continúe y las construcciones teóricas continúen abiertas, los significados locales tal vez se ramifiquen y quizás las personas lleguen a compartir los modos de vida de los demás y se alcance el bienestar humano. 13 A propósito Gergen se pregunta sobre las formas de vida cultural que sustentan o suprimen este discurso. Este interrogante se desplaza en dos formas, una diacrónica y otra sincrónica; en el primer caso se tendrían en cuenta las vicisitudes históricas del hablar de la experiencia, de las condiciones en que gana o pierde vigencia, de los modos en que esas palabras se han utilizado, los discursos que la han sostenido y las pautas de relación a las que ayuda a constituirse. La investigación sincrónica también comportaría este análisis histórico, explorando las funciones pragmáticas a las que sirve este discurso en la actualidad. El valor del discurso descansa en su posibilidad de establecer relaciones, tiene un fin social en razón de las historias particulares; por ejemplo, el dar cuenta del discurso feminista de la experiencia de las mujeres, no nos informa sobre su mundo interno, sino que atrae nuestra atención hacia un discurso marginalizado y permite que adquiera una valoración política. 67 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Teniendo en cuenta las anteriores premisas, el estudio del desplazamiento de las subjetividades de los jóvenes desvinculados de los grupos armados, en su tránsito a la vida civil, y considerando al mismo tiempo las preguntas del estudio, presentamos a continuación y en consonancia con esta perspectiva, el diseño metodológico de la investigación. 1.3.3 Diseño Metodológico El enfoque narrativo en la investigación de las subjetividades de los jóvenes desvinculados de los grupos armados, en el tránsito a la vida civil. Como se expuso en la introducción del referente conceptual, el diseño metodológico estará orientado a partir de las premisas centrales de la perspectiva del socio-construccionismo, el cual entre sus postulados afirma que para dar cuenta de la acción humana, debemos hacerlo en términos de los procesos relacionales, siendo el “discurso acerca del yo” la forma de dar cuenta de nosotros y de nuestras experiencias; en otras palabras, nuestro relato es una construcción narrativa que se hace inteligible en el seno de las relaciones que sostenemos con los demás, razón por la cual la narrativa no solo expresa las dimensiones de las experiencias que vivimos, sino que también media nuestra propia experiencia, configurando la construcción social de la realidad14. 14 Para Gergen (1996, p. 98), los relatos son los medios por los cuales el ser humano se hace inteligible a sí mismo y a los otros, del mismo modo, que las narraciones hacen que los hechos sociales sean visibles y establezcan expectativas para los acontecimientos futuros. 68 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados De igual forma, en este lugar de enunciación emerge la Autonarración o narración del yo, como esa forma social de dar cuenta de sí mismo a través de la explicación que presentamos acerca de acontecimientos vitales o sobre sucesos de nuestra vida cotidiana; al narrarnos no solamente anudamos nuestras vivencias y obtenemos un sentido para ellas, sino que también, devenimos en sujeto y en lo que cuentan de nosotros. Es en este marco, donde podemos ubicar el desarrollo de la investigación, y que está en consonancia con el proceso “fundador” propuesto por Althabe (1999), el cual señala que solo en el curso de la investigación podrán elaborarse tanto la realidad estudiada, como la respuesta, presupuesto que se identifica con la Investigación Biográfica Narrativa. De otro lado, sí la subjetividad es una construcción social, intersubjetivamente conformada por el discurso comunicativo, entonces resulta pertinente incluir la subjetividad en el proceso de comprensión de esa realidad, como categoría que nos puede conducir para encontrar las formas para comprender el entramado de sentidos y significados que subyacen a nuestras acciones; desde esta perspectiva, la narrativa resulta un terreno fértil, pues lo que hace inteligible el sentido de las acciones es la explicación narrativa del sujeto sobre sus intenciones, motivos y propósitos en el horizonte de su vida. Es así que las respuestas a preguntas tales como -¿Quién era antes de la desvinculación? ¿Quién soy ahora? ¿Dónde estoy? ¿Qué haré? ¿Cuáles eran y cuáles son mis referentes de identidad personal y colectiva? ¿Desde dónde configurar un nuevo lazo social? ¿Qué búsquedas hacer en lo personal, familiar, social, cultural y político, para reconstruir mi proyecto de vida?- entre otras, implican no solo una reflexión total de la vida -con sus quiebres, giros y continuidades- sino también, una reconfiguración de las identidades y de las subjetividades a partir de los significados que de ella construyan los jóvenes desvinculados, en dialogo consigo mismo y con los demás. 69 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Si bien en esta iniciativa investigativa hemos venido haciendo alusión a la narrativa como fenómeno de investigación, bien vale la pena señalar que también la abordaremos como método de investigación para adentrarnos en las experiencias y el mundo subjetivo de los jóvenes desvinculados, en su paso a la vida civil. En tal sentido, adoptaremos los presupuestos metodológicos que implica una investigación narrativa, donde a su vez, las narraciones de los jóvenes nos permitirán la comprensión e interpretación de los desplazamientos de sus subjetividades, puesto que el significado que estos actores le atribuyan a sus acciones, permitirán nutrir y configurar los marcos de interpretación. 1.3.3.1 Fundamentación teórica del enfoque narrativo El enfoque narrativo es aquel que se centra en el relato o narración como género específico del discurso, puesto que capta la riqueza y detalles de los significados que subyacen a nuestras acciones; de esta manera, el relato narrativo se configura como una forma específica de discurso con sentido, al estar organizado alrededor de una trama argumental, una secuencia temporal, unos personajes y una situación, elementos que nos permiten afirmar que el conocimiento de sí mismo sólo es posible por medio de una vida contada en un relato temporal porque recoge un pasado, recrea el presente y diseña un horizonte de acción en el futuro, a través de “una particular reconstrucción de la experiencia por la que mediante un proceso reflexivo, se da significado a lo sucedido o vivido” (Bolívar, p. 20). Vale la pena precisar que la investigación biográfica-narrativa tiene como criterio de conocimiento el relato, y en su interés de dar sentido y comprender la experiencia vivida y 70 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados narrada en ese relato, acude a la hermenéutica para dar cuenta de la comprensión de la experiencia humana, desde las intenciones que confieren sentido a nuestras acciones. A la luz de las anteriores consideraciones, examinemos brevemente ahora algunas características de la narrativa. En primer lugar, a través de la narrativa se configura la experiencia y se le otorga sentido; en segundo lugar, la trama provee los criterios para la selección de los sucesos que configurarán el relato narrativo, delimitando a su vez un rango temporal que marca un comienzo y un final; en tercer lugar, temporalidad y narración están coimplicados, pues el tiempo vivido es un tiempo narrado y articulado en una historia; finalmente, las narrativas dependen también del contexto socio-cultural en el cual se encuentran inmersos los sujetos y estos contextos a su vez, nos ofrecen relatos que expresan los modelos de identidad y de acción de sus miembros. No está por demás decir, que Jerónimo Brunner (1988, p. 23-53) ha sido uno de los autores que más ha contribuido para dar un estatuto epistemológico al conocimiento y razonamiento narrativo, proponiendo dos modos de pensar y conocer: un modo paradigmático que se identifica con el positivismo clásico, y otro emergente que lo denomina modo narrativo, el cual se caracteriza por presentar la experiencia humana como una descripción de relatos cargados de intenciones, sentimientos, vivencias y acciones en contextos específicos, donde los relatos biográficos-narrativos se constituyen en el modo privilegiado para investigar, conocer y comprender cómo los sujetos le dan sentido a lo que hacen. Esta línea de argumentación se corresponde muy bien con los propósitos investigativos del presente estudio, puesto que nos interesa conocer esas experiencias vividas por las y los jóvenes desvinculados, los sentimientos que las atraviesan, las rupturas y continuidades en sus subjetividades, los sentidos que les otorgan, y las lógicas de argumentación que despliegan. 71 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Hemos examinado hasta aquí las narrativas en su generalidad, conviene abordar ahora en su especificidad, las narrativas autobiográficas también llamadas relatos de vida. Iniciemos por decir que éstos se encuentran incrustados en nuestras experiencias, por lo tanto, “son un recurso para reconstruir acciones sociales ya realizadas; no son la acción misma, sino una versión que el autor de la acción da posteriormente acerca de su propia acción pasada” (Lindon, p. 297). Uno de sus rasgos distintivos es su carácter “experiencial”, puesto que “se narran experiencias vividas por el narrador, recordadas, interpretadas y conectadas, en las que hay otros actores, pero siempre son experiencias de quien habla” (p. 298). De otro lado, en estos relatos el narrador imprime su propia estructura en la narración, construyendo una ilación particular entre sus experiencias vividas y que considera significativas, articulándolas de manera comprensible para los demás, recurriendo a su memoria y al contexto socio-cultural en el que esas experiencias cobraron sentido. Sumado a lo anterior, bien vale la pena agregar que en relación con la identidad, la narrativa autobiográfica busca “dar un sentido global al pasado y presente, entre lo que el narrador era y es, estableciendo una consistencia que, a pesar de las transformaciones, mantienen la identidad” (Bolívar, p. 21). Así mismo, son significativas socialmente pues su estructuración hace que lo experiencial pueda ser comprendido por el otro (el investigador); es decir que “se produce una “traducción de lo íntimo” de las experiencias vividas, a formas compartidas socialmente por medio del lenguaje (…). Se trata de un discurso construido sobre un conjunto de “saberes compartidos” (Lindon, p.299), donde el sujeto es expresión singular de lo social y se convierte en un actor capaz de construir un discurso y de hacer un verdadero montaje, pues cuando se narra se construye a sí mismo como el personaje central. Este montaje “puede ser 72 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados comprendido en la perspectiva de que al narrar su vida el individuo la vuelve a pensar, incluso de manera amplia podríamos decir que deviene en sociólogo de su propia biografía, ya que busca establecer conexiones entre acontecimientos, construye secuencias de eventos con las que selecciona unos para incluirlos y excluye otros; incluso llega a veces a interrogarse a sí mismo acerca de las motivaciones que tuvieron sus propias acciones” (Lindon, p. 301). No sobra recordar, que el pensar nuestra propia historia es algo que hacemos en el presente, pero es un presente en el que se ha sedimentado toda nuestra biografía y que por lo tanto, contiene un pasado que es relatado con referencia a las condiciones presentes de nuestra existencia y con esquemas incorporados en otros momentos de nuestra vida; sin embargo, las cosas que memorizamos sufren una transformación tanto en el momento de su almacenaje, como también al retroceder a ellas, y en el momento de recordarlas, lo que nos muestra aquello que Alicia Lindon denomina, “los vericuetos de la construcción social de la realidad” (p. 302). Así mismo, a lo largo de nuestras vidas sedimentamos experiencias que nos cambian y que representan nuevos conocimientos de sentido común, por lo tanto, siempre estamos construyendo nuevos referentes para orientarnos en el mundo, razón por la cual, no son iguales las interpretaciones que hacemos en diferentes momentos de nuestra vida respecto de una misma experiencia. 1.3.3.2 Propuesta Metodológica Frente al interés investigativo de comprender los desplazamientos, rupturas y continuidades en las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, en su proceso de reintegración a la vida civil, realizamos como proceso de conocimiento el siguiente: 73 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Investigación del conocimiento acumulado y producido por investigadores expertos en el tema, formuladores de política pública y docentes que trabajan con esta población, en su proceso de reincorporación a la vida civil, mediante entrevistas semiestructuradas y sus propios relatos. Investigación teórica acerca de la subjetividad en torno a las categorías de referentes de identidad personal y colectiva, valores, vínculos, memoria y experiencia, como bases conceptuales para comprender los procesos de la construcción narrativa de la subjetividad. Producción y reconstrucción de relatos de vida, para explorar los sentidos y significados entretejidos, develar los movimientos de la subjetividad de los jóvenes desvinculados, a través de entrevistas en profundidad y grupos focales, con el fin de comprender cómo se constituyen y reconstruyen esos contextos de sentido en que los sujetos desarrollan sus vidas, incorporándolos, y al mismo tiempo, modificándolos. Análisis de los relatos de vida mediante la aplicación combinada de los tres modelos propuestos para el análisis de narrativas, por Connick y Godard (1998), y que corresponden al modelo arqueológico del relato, el del análisis de trayectorias y el modelo de análisis estructural, con el fin de ganar mayor inteligibilidad frente a los relatos. De otro lado, para los grupos focales se aplicó el modelo de análisis conversacional. Estos cuatro componentes fueron abordados simultáneamente a lo largo de todo el proceso investigativo, con una mirada analítica e integradora en el proceso de recolección, 74 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados procesamiento, análisis, interpretación y confrontación de la información. El siguiente cuadro resume el diseño metodológico de la investigación: ENFOQUE MÉTODO TÉCNICA MODELO ANALITICO Narrativo Relatos de Vida Entrevistas semiestructuradas Modelo de Análisis: Combinación de los tres modelos: el arqueológico del relato, el análisis de las trayectorias y el estructural Tipo de análisis narrativo: Holístico del Contenido Grupos Focales Modelo de Análisis: Conversacional No sobra recordar que el enfoque narrativo es aquel que se centra en el relato o narración como género específico del discurso, pues el relato capta la riqueza y detalles de los significados que subyacen a nuestras acciones, es un modo de comprensión y expresión de la vida a través de la voz de su autor; de otro lado, el relato narrativo -en nuestro caso los relatos de vida- se configura como una forma específica de discurso con sentido, puesto que está organizado alrededor de una trama argumental, una secuencia temporal, unos personajes y una situación. Con respecto al modelo de análisis de las entrevistas semiestructuradas, es conveniente recordar que el modelo arqueológico busca establecer cuáles son los puntos nodales en la 75 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados historia del sujeto a partir de los cuales se desprenden los elementos esenciales de su relato; en este modelo se busca el punto fundante que determina la historia del sujeto, en el cual convergen distintas causalidades y que a su vez, determinan las que vienen a futuro. El modelo de análisis de trayectorias busca describir los recorridos que realizan los actores en un contexto social determinado; este modelo presta atención a las conexiones causales a partir de las cuales se puede comprender la transición entre un antes y un después. El modelo de análisis estructural busca identificar las lógicas colectivas y las temporalidades globales que determinan los trayectos individuales de los actores; este modelo utiliza las “experiencias subjetivas” como puerta de entrada a fenómenos objetivos donde los relatos son el soporte de contextos y dinámicas externas. 1.3.3.3 Proceso Metodológico Para el abordaje de los cuatro componentes del diseño metodológico, se siguió un proceso cuyo desarrollo no fue lineal y que estuvo dividido en tres fases a saber: Producción de narrativas Análisis de narrativas Interpretación a. Fase de producción de narrativas: en esta fase se llevó a cabo la recolección y procesamiento de la información, la cual comprendió los tres componentes presentados en el diseño metodológico: construcción de narrativas sobre el conocimiento acumulado y producido por investigadores, formuladores de políticas públicas y 76 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados docentes; construcción teórica; y construcción de narrativas de los jóvenes desvinculados en su pasaje a la vida civil. La construcción de narrativas del conocimiento producido y acumulado, que se llevó a cabo luego de las entrevistas semiestructuradas y el análisis de los relatos obtenidos con investigadores expertos en esta temática (Universidad de Los Andes, Observatorio de desarme, desmovilización y reintegración- DDR- de la Universidad Nacional, Defensoría Del Pueblo, Organización Internacional para las MigracionesOIM), formuladores de política pública de la Alta Consejería para la Reintegración Social y Productiva del Ministerio del Interior y docentes que se encontraran trabajando con esta población. En esta construcción se identificaron las formas como se reconocen los desplazamientos de las subjetividades en relación con las categorías de análisis propuestas y otras emergentes, como también, las dificultades y lecciones aprendidas en el proceso de reintegración. La construcción teórica se centró en el estudio, análisis y articulación teórica de las siguientes categorías de análisis relacionadas con la subjetividad, tales como, identidad personal y colectiva, vínculos y valores, memorias, narración y experiencia. Esta construcción teórica fue de carácter permanente, buscando ganar mayor claridad y comprensión en torno a cada una las categorías, para luego poder articularlas, establecer relaciones entre ellas y ganar comprensión frente al problema. 77 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados La producción de narrativas con los jóvenes, convocándolos a pensar en conjunto, superando la relación yo-tú, para trabajar desde la perspectiva de un “nosotros”, y construir conocimiento en conjunto. Para tal fin, en primer lugar desde la ACR-Ibagué se hizo una convocatoria a cincuenta (50) jóvenes para conocerlos, presentarles el proyecto de investigación, motivarlos a participar en él y aplicarles un cuestionario. Al llamado acudieron tan solo catorce (14) jóvenes, quienes contestaron un cuestionario y luego se les hizo la invitación para realizarles una entrevista. A la entrevista asistieron diez (10) jóvenes, con quienes se hizo necesario establecer una relación de confianza que posibilitara conversar con ellos acerca de sus experiencias. Estos jóvenes asistieron a la semana siguiente para llevar a cabo un grupo focal y hacer el cierre del proceso. Asimismo, se llevó a cabo un grupo focal con el equipo de psicólogos del programa de apoyo psicosocial del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué y una entrevista a un grupo de docentes de diferentes áreas, pertenecientes a una institución educativa que trabajan con esta población. A través de los relatos de vida se buscó identificar los puntos de quiebre y de rupturas en sus vidas y como han sido asumidos en el camino a la civilidad; se desarrollaron grupos focales porque a través de ellos los jóvenes tuvieron la oportunidad de visibilizarse más, ya que en los grupos de discusión los pliegues de la subjetividad se subsumen en la colectividad, y además porque los grupos focales favorecen la construcción de marcos nucleadores compartidos de las experiencias, trascendiendo de lo individual a lo grupal. 78 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En estos grupos se aplicó un modelo de análisis conversacional, el cual permitió registrar los relatos en un contexto conversacional, donde la atención se centró en la estructura de la conversación y en las categorías emergentes. Para ganar comprensión a través del dialogo, sobre la forma como la experiencia de la desvinculación de los grupos armados y el reintegro a la vida civil generó afecciones en la subjetividad de los jóvenes, como también en el significado que le atribuyen a esta experiencia y las implicaciones para sus proyectos de vida, los jóvenes no fueron vistos como informantes, sino como autores de sus relatos, puesto que ellos son los protagonistas de las historias y experiencias que configuran sus vidas. b. Fase de análisis de las narrativas: en esta fase el trabajo fue eminentemente analítico con el fin de acercarse a la comprensión de los quiebres, continuidades y rupturas de la subjetividad de los jóvenes. Fue un ejercicio de análisis reflexivo, con el fin de establecer un dialogo entre los elementos teóricos, el conocimiento acumulado por investigadores-formuladores de política pública y docentes- y las narrativas de los jóvenes. Como se mencionó anteriormente, para el análisis de narrativas se tuvieron en cuenta los tres modelos propuestos por Connick y Godard (1998, pp 128, 129): el arqueológico del relato que buscó identificar los puntos nodales donde los relatos de vida tomaban un giro, no como meros accidentes biográficos, puesto que estos elementos a la vez que nos cuentan del pasado, en la dimensión narrativa son determinantes del modo en que los protagonistas pueden elaborar un pasado traumático, encontrar sentidos y vislumbrar perspectivas del futuro, e 79 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados implican a su vez procesos de subjetivación en momentos cruciales. El segundo modelo de análisis fue el de trayectorias, el cual nos permitió establecer los recorridos y transiciones vividas por los sujetos, señalando los procesos que dieron lugar a los cambios; y el tercer modelo, el estructural para identificar los contextos sociales con su temporalidad y las lógicas colectivas que determinan los trayectos individuales. La combinación de estos tres modelos nos permitió ganar mayor inteligibilidad en relación con la pertinencia, relevancia, credibilidad o saturación de los relatos, y además, nos posibilitó tener en cuenta los contextos históricos y sociales que en gran medida determinan las experiencias y sus relatos. c. Fase de Interpretación: podemos decir que esta fase se desarrolló a lo largo de todo el proceso investigativo y correspondió al trabajo más comprensivo y analítico, donde teoría y práctica social entraron en dialogo para producir un texto que diera respuestas a la pregunta de investigación que guió esta investigación. El texto que se produjo en esta fase permitió dar cuenta de: los cambios suscitados en los referentes de identidad personal, colectiva y de pertenencia; las transformaciones producidas en relación con los valores que fundamentan sus proyectos personales de vida y de proyección social; las tensiones y rupturas generadas con respecto a los vínculos; el potencial de trabajar los escenarios emocionales en los procesos de reintegración a la vida civil; 80 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados y las lecciones aprendidas, retos y desafíos que contribuyen, en términos educativos y formativos, a la integración a la vida civil. 1.3.3.4. Modelo Analítico El ejercicio interpretativo consideró para el estudio de las subjetividades de los jóvenes desmovilizados, los siguientes planos de la realidad que implica ese pasaje a la vida civil: El contexto del desarme y la forma de desvinculación, individual o colectiva. El contexto de la reintegración a la vida civil, donde se elaboran experiencias, conflictos personales y se llevan a cabo los programas educativos y de apoyo psicosocial. La construcción de nuevos vínculos y valores que estructuran y orientan el paso a la vida civil. La elaboración de nuevos referentes de identidad personal y colectiva, que configuran un horizonte de sentido en la civilidad. Los escenarios emocionales como estrategia educativa para la reintegración. Con respecto a los relatos de vida y como ya se expuso anteriormente, utilizamos un modelo combinado que consideró el análisis arqueológico del relato, el análisis de trayectorias y el análisis estructural. De otra parte, en el análisis narrativo se aplicó el modelo holístico del contenido, donde los relatos de vida se toman como un todo, siendo cada parte interpretada en función de las restantes o en el contexto de la totalidad del relato. Finalmente, para los grupos focales aplicamos el modelo de análisis conversacional, el cual permitió 81 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados registrar los relatos en un contexto conversacional, y la atención se centró en la estructura de la conversación, puesto que conversamos como vivimos, y nos rectificamos y retractamos en un orden social. 1.3.3.5 Población: las fuentes primarias de consulta fueron investigadores expertos en el tema, formuladores de políticas pública, docentes que trabajan con jóvenes desmovilizados, el equipo de profesionales de apoyo psicosocial del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué y la voz viva de un grupo de jóvenes desmovilizados pertenecientes a las FARC. Caracterización del grupo de jóvenes: para finalizar este capítulo, consideramos oportuno presentar la caracterización del grupo de jóvenes (14) a partir del cuestionario que contestaron. Esta caracterización comprende tres tópicos: el antes de la vinculación, durante la vinculación y el después de la desvinculación en relación con la reintegración. Antecedentes y actividades antes de la vinculación: en la mayoría de los casos, los jóvenes se vincularon a un grupo armado durante la adolescencia, entre los 12 y los 17 años. Ocho de ellos no estaban estudiando (57%) al momento de vincularse y el 79% se encontraban trabajando, en oficios agrícolas principalmente. Los que sí estudiaban, combinaban esta actividad con trabajo, excepto uno o dos casos, y en su mayoría cursaban los primeros grados de escolaridad (primero, segundo, tercero y cuarto), siendo mayores para cursar dichos grados (sólo dos estaban en un grado de escolaridad acorde con su edad). 82 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ¿Estudiaba antes de la vinculación? Si: 5 (36%) No: 8 (57%) Frecuencia del grado de escolaridad cursado: Ningún nivel 4 29% Primer grado 1 7% Segundo grado 2 14% Tercer grado 1 7% Cuarto grado 3 21% Quinto grado 0 0% Sexto grado 1 7% Séptimo grado 1 7% Octavo grado 1 7% Noveno grado 0 0% Décimo grado 0 0% Undécimo grado 0 0% 83 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ¿Trabajaba? Si: 11 (79%) No: 3 (21%) Ahora bien, frente a las relaciones familiares, ocho jóvenes aseguraron tener buenas relaciones con su familia, cinco relaciones regulares y uno malas relaciones. Esto lleva a pensar que más allá del tipo de relaciones, ayudar a la familia es un ideal reiterativo y pareciera que tienen el imaginario que ingresar a un grupo armado les genera dichas oportunidades de ayudar y sacar adelante a los suyos. Sin embargo, para dos de los jóvenes quienes tenían buenas relaciones familiares, su ideal era ingresar a un grupo armado. ¿Cómo eran sus relaciones familiares? Buenas: 8 (57%) Regulares: 5 (36%) Malas: 1 (7%) 84 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ¿Tenía novio(a) o pareja? Si: 8 (57%) No: 5 (36%) Por otra parte, en muchos casos los ideales que tenían los jóvenes estaban relacionados con terminar sus estudios (57%) y trabajar y ayudar a sus familias (50%). Pareciera que, si bien tenían bajos niveles educativos, reconocían la importancia de la educación, de la formación, para el logro de las metas trazadas. Terminar sus estudios: 8 (57%) Trabajar y ayudar a su familia: 7 (50%) Organizar una familia con su pareja: 3 (21%) Ingresar a un grupo armado: 2 (14%) Other 0: 0% Con respecto a las razones para vincularse, ellas fueron principalmente la pobreza (necesidades económicas), la falta de oportunidades y el deseo de hacerlo. No obstante, para 85 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados otros vincularse al grupo armado fue su interés, en algunos casos ese era su ideal, otros fueron convencidos por alguien y a uno le gustaban las armas. Problemas familiares: 4 (29%) Fue obligado(a): 2 (14%) Falta de oportunidades educativas y/o laborales: 4 (29%) La pobreza en su región: 6 (43%) Other: 8 (57%) Los tres detonantes principales para vincularse fueron el sentir que podía llegar a ser alguien importante, las necesidades económicas y las peleas en la familia. Peleas y disgustos frecuentes en su familia: 3 (23%) Necesidades económicas: 4 (31%) Sentir que podía llegar a ser alguien importante: 6 (46%) La vinculación de un amigo(a): 3 (23%) Other: 3 (23%) 86 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Ahora bien, de no haberse vinculado, los jóvenes consideran que seguirían desempeñando las labores que tenían antes: el 79% considera que estaría trabajando y/o el 50% que estaría estudiando. Durante la permanencia en el grupo armado: dos son, principalmente, los aspectos que se resaltan entre aquellos que les gustaban a los jóvenes de ser miembros de un grupo armado. Uno tiene que ver con la vida al interior de un grupo con estructura militar, que son la disciplina y el uniforme y las armas, y el otro tiene que ver con sentirse miembro de una gran familia y la vida compartida en grupo. Estos llevan a pensar que los jóvenes necesitaban sentirse parte de algo, miembros de una comunidad, compartir con personas con las que se podían identificar, ser parte activa de un colectivo de personas, etcétera. La disciplina: 5 (36%) El uniforme y la armas: 7 (50%) Sentirse miembro de una familia: 4 (29%) Las formas de organización que tenían: 1 (7%) La vida compartida en grupo: 2 (14%) Su ideario social y político: 3 (21%) Other: 2 (14%) 87 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Por su parte, entre aquellos aspectos que no les gustaban se encuentran los castigos recibidos, los consejos de guerra y el daño al otro (representado en el daño a la población civil). Además, se presentaron aspectos como la falta de autonomía, tener que pedir permisos, la falta de libertad, entre otros, que tiene que ver con no tener control sobre sí mismo, sobre sus convicciones, sus necesidades, sus intereses. El haber cambiado el nombre: 3 (21%) Los castigos: 7 (50%) Los consejo de guerra: 8 (57%) No poder comunicarse con su familia: 5 (36%) Los ataques a la población civil: 5 (36%) Tener que "dar de baja" a los soldados del ejército: 2 (14%) Other: 4 (29%) Con relación a los valores aprendidos para la vida en el grupo armado que más resaltaron, son aquellos relacionados con el establecimiento y mantenimiento de la identidad colectiva que se forma al interior del grupo armado. Estos son: la responsabilidad (79%), la disciplina (63%), la solidaridad y la lealtad (43%). 88 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados La solidaridad: 6 (43%) La lealtad: 6 (43%) La fraternidad: 1 (7%) La responsabilidad: 11 (79%) La disciplina: 9 (64%) la cooperación: 4 (29%) Other: 1 (7 Frente a las razones por las cuales se reintegraron a la vida civil, éstas tienen que ver con tener una vida familiar, bien sea reencontrándose con su familia o haciendo una familia propia con su pareja e hijo(s). Otra razón fue recuperar la libertad que se había perdido (libertad en términos de autonomía, toma de decisiones, entre otros) y en un caso, los problemas con la organización, de los cuales no se especifica qué tipo de problemas. Durante la reintegración a la vida civil: en este apartado de la encuesta, los jóvenes identificaron aquellos aspectos que más les gustan de no estar vinculados a un grupo armado, la posibilidad de volver con su familia (64%), poder vivir con su pareja, no tener que “dar de baja a nadie” y/o haber recuperado el nombre (43%). En concordancia con otros aspectos señalados, lo que más les gusta es la posibilidad de tener vida familiar (a la que muy seguramente habían renunciado), recuperar su vida, su ser, su nombre que los identifica como sujetos y no tener que dañar o vulnerar al otro. 89 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados La autonomía que ha ganado: 3 (21%) Tener la posibilidad de volver con su familia: 9 (64%) Poder vivir con su pareja: 6 (43%) No tener que "dar de baja" a nadie: 6 (43%) No recibir castigos: 8 (57%) Haber recuperado el nombre: 6 (43%) Other: 8 (57%) Entre los aspectos que les disgustan de no ser más un(a) joven vinculado(a) sobresalen los amigos que dejó en el grupo y las ausencias de los modos de vida compartidos. Sin embargo, al 36% de los jóvenes no les disgusta nada. 90 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Sentirse desprotegido(a): 2 (14%) No portar el arma y el uniforme: 2 (14%) Los amigos(as) que dejó en el grupo: 5 (36%) No tener el don de mando: 0 (0%) Sentir que ya no hay un "nosotros":0 (0%) La ausencia de los modos de vida compartidos: 3 (21%) Nada: 5 (36%) Other: 1 (7%) Finalmente, es de señalar que el 100% de los jóvenes aseguraron que no les gustaría volver a vincularse a un grupo armado. ¿Le gustaría volver al grupo armado? Si: 0 (0%) No: 14 (100%) 91 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados CAPÍTULO 2. ACERCA DE LA CONFIGURACIÓN DE LAS SUBJETIVIDADES EN LA EXPERIENCIA DE LA VINCULACIÓN Y DESVINCULACIÓN A LA VIDA CIVIL En este capítulo abordaremos la experiencia de la vinculación y desvinculación de los jóvenes a los grupos alzados en armas, en este caso en particular, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC- teniendo como foco de análisis la subjetividad implicada y sus movimientos en el antes de la vinculación, durante la vinculación y después de la desvinculación. Con el ánimo de ganar una mayor comprensión acerca de estos tres momentos, en primer lugar haremos una entrada teórica para aproximarnos a la subjetividad; en segundo lugar nos detendremos en el contexto de la vinculación para examinar las condiciones que incidieron para que los jóvenes llegaran al momento crítico de tomar la decisión de enrolarse al grupo, como una opción de vida esperanzadora que busca un lugar que les asegure su futuro. En tercer lugar, analizaremos las subjetividades de los jóvenes que emergen durante la vinculación y cómo un tiempo después entran en conflicto, al darse cuenta que su dignidad se ve menoscabada, que no pueden hacer nada, nada más que obedecer, arrepintiéndose de la decisión tomada. En cuarto lugar, pasaremos al momento de la desvinculación, donde analizaremos los motivos que empujaron a los jóvenes a abandonar el grupo y como éstos propician nuevamente la emergencia de subjetividades que bien podemos llamar de la esperanza, hasta 92 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados llegar a aquel instante en que llenos de coraje, emprenden la fuga y comienzan su travesía hacia la civilidad. De esta manera, queda abierta la invitación a disfrutar la lectura del presente capítulo que por la riqueza de sus testimonios, hacen de él una experiencia que nos lleva a “meternos en la piel” de sus protagonistas y a sentir y vivir los desplazamientos de sus subjetividades, como si fueran las nuestras. 2.1 La subjetividad, un proceso relacional En consonancia con las premisas anteriormente expuestas, podríamos decir que la subjetividad es una dimensión de la vida individual y colectiva, estrechamente relacionada con los procesos de construcción de sentidos de identidad y pertenencia, que involucra valores, creencias, normas, lenguajes y formas de aprehender el mundo, que le permiten al sujeto elaborar sus propias experiencias y sus propios sentidos de vida. Esta categoría, emergente en las ciencias sociales, se constituye en un campo problemático desde el cual podemos pensar la realidad social y nuestro propio pensar sobre esa realidad para aprehenderla, abriendo una nueva perspectiva de análisis sobre la manera como configuramos el conocimiento del mundo social. Es en el plano de la subjetividad donde los sujetos reelaboran y reconstruyen las experiencias de la vida cotidiana, donde confluyen las dimensiones del pasado como reconstrucción en el presente y como apropiación del futuro y permite a su vez, reconceptualizar las rupturas y continuidades, desde la óptica de una historicidad que reconstruye las tramas de significación. Entonces, la subjetividad como 93 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados actualización del pasado es memoria, como presente es experiencia y como futuro es construcción de posibilidades. Como lo hemos venido señalando en las premisas anteriores, las subjetividades son configuradas en el marco de las relaciones sociales con el otro, un otro con quien se construye la vida social en medio de las fisuras, de los dolores y de las posibilidades que abre el conflicto entre seres humanos, es decir, la subjetividad se encuentra atravesada por la significación personal y colectiva de las experiencias, así como por la configuración de sentidos que orientan las acciones. Veamos algunas aproximaciones a esta categoría desde autores como Paul Ricoeur, Leonor Arfuch y Kenneth Gergen. Desde los aportes de Ricoeur, es posible deducir que la subjetividad está relacionada con la identidad personal y la identidad narrativa. La indagación de Ricoeur sobre la identidad personal, aquello que aparece como un singular, aquel lugar en el que nos reconocemos como “el mismo/la misma”, lo lleva a preguntarse, ¿cómo reconocerse en un sí mismo cuando se está atravesado por la otredad? Para el autor, el dilema desaparece si a la identidad entendida en el sentido de un mismo (idem), se sustituye por un sí mismo (ipse); por lo tanto, la diferencia entre idem e ipse, no es sino la diferencia entre una identidad formal y la identidad narrativa, diferencia que nos puede ser útil para hablar de subjetividad desde Ricoeur15. De otra parte, Ricoeur nos dice que efectivamente existe un principio de reconocimiento, de algo que perdura, es el polo de la mismidad; significa entonces que nos movemos en la metáfora de los dos polos: mismidad e ipseidad, en una oscilación entre el 15 De esta manera, la ipseidad escapa del dilema de lo Mismo y lo Otro, en la medida en que se apoya en una estructura temporal conforme al modelo de identidad dinámica que caracteriza la trama de un texto narrativo, donde el sí mismo aparece así reconfigurado por el juego reflexivo de la narrativa; por lo tanto, ya no se trata de una yoidad o identidad formal, sino de una ipseidad, un sí mismo que se construye en la cultura y la recrea permanentemente 94 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados autorreconocimiento de lo que permanece y aquello que se revela como otro. Podríamos hablar entonces, de una subjetividad de la exterioridad, donde lo externo nos atraviesa y nos transforma (ipseidad); como también, de una subjetividad de la interioridad o movimiento autorreferencial e intrasubjetivo (mismidad). Sí nos detenemos en este planteamiento, emerge como relevante para el estudio de los desplazamientos de las subjetividades de los jóvenes desvinculados, analizar aquello que permanece, que se resiste al cambio, podríamos decir, a la desvinculación, como también, aquello que emerge en las subjetividades al estar desvinculado no solo físicamente, sino lo más importante, al estar desvinculado emocionalmente del grupo armado. Una valiosa interpretación que nos aporta Arfuch (2005, p.27) frente a los anteriores planteamientos de Ricoeur, nos dice que ayudándonos de la imaginación, pensemos en un péndulo para representar ese movimiento entre ambos extremos, el cual no se posa nunca en ninguno de ellos; esta figura sirve para caracterizar la tendencia al cambio y la interacción entre las identidades colectivas. Esta misma autora relaciona la subjetividad con el lenguaje y la interacción social, es decir, con esas dimensiones relacionales, simbólicas y políticas de un sujeto en interacción con otro, que implica a su vez, deseos y posturas que pueden ser contradictorias. Nos dice que es en y por el lenguaje que el hombre se constituye como sujeto y su subjetividad entra en juego a través de la capacidad de expresión para plantearse como tal, es decir, como sujeto que emerge a través del lenguaje, estando sujetado por el propio lenguaje; es decir que para nuestra autora, la dimensión simbólico/narrativa es constituyente de la subjetividad, pues más que un simple devenir de relatos, “es una necesidad de subjetivación e identificación… que permite articular… una imagen de autoreconocimiento” (Arfuch, 2002, p. 65). 95 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Así pues, subjetividad y tiempo se instauran en el lenguaje, y avanzando un poco más en estas comprensiones, Arfuch entra en sintonía con el socioconstruccionismo al señalarnos que al narrar una historia se configuran procesos de subjetividad referidos no sólo a una biografía personal, sino también a una vida contextualizada en las culturas. Una subjetividad ligada a la narración implica una subjetividad vulnerable a interpretaciones que transfiguran al sujeto en sujeto de comprensión, en sujeto de interpretación y en sujeto en construcción. Es oportuno señalar aquí, que desde los planteamientos teóricos sobre el yo relacional y el yo como una narración que formula el socioconstruccionismo, se desprenden nexos que nos permiten relacionarlos con la subjetividad, teniendo presente que ésta emerge en la relación con los otros, que no se da en el vacío, que depende de las estructuras de relación, como también, de los procesos culturales en los cuales estamos insertos. De igual manera, al narrarnos, establecemos relaciones coherentes entre acontecimientos vitales, acontecimientos autorrelevantes en palabras de Gergen, donde nuestra identidad presente es el resultado sensible de un relato vital, otorgándole a nuestras experiencias de vida un significado y una dirección. Nos autoidentificamos, nos autojustificamos, nos autocriticamos al narrarnos y al narrar nuestras experiencias con los otros, estas historias personales no son solamente un modo de contar a alguien (incluso a sí mismo), la propia vida; puesto que “no son el producto de la vida misma, sino construcciones de vida”16. 16 GERGEN, Kenneth (1996, p. 244) nos dice que esto equivale a decir que nuestro yo lo construimos socialmente, y ese yo es inteligible en la medida que nos reconocemos con un pasado y con un futuro, como también, con experiencias vividas que vamos tejiendo y que nos van marcando. Pero nosotros no somos los únicos protagonistas de nuestras experiencias, también existen otros, y en muchas ocasiones, sus acciones nos afectan de manera vital en la construcción de nuestro yo, y por tanto, son parte integrante de nuestra inteligibilidad; en este sentido, las experiencias vividas con otros actores en determinados contextos, son experiencias de vida que van configurando nuestra subjetividad. 96 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Cotejando las miradas, al considerar la subjetividad en términos de una subjetividad de la exterioridad y una subjetividad de la interioridad, de acuerdo con los planteamientos derivados de Ricoeur; o bien, al considerarla como esa capacidad de expresar lo que somos a través del lenguaje; o ya sea como ese yo relacional que se configura en las experiencias de vida con los otros, podemos inferir cuatro dimensiones que la atraviesan y que resultan muy útiles desde la perspectiva teórica y metodológica del presente estudio, siendo ellas, la potencia del lenguaje en la construcción social; el marco relacional de experiencias con los otros como telón de fondo; la expresión de relatos y de narraciones a través de los cuales la subjetividad emerge, y el contexto cultural donde se construye y re-crea esa subjetividad. Para los propósitos de este trabajo en el cual nos interesa mirar los movimientos de la subjetividad, he elaborado un concepto que se asume de acuerdo con esas transformaciones, fruto de los hallazgos de esta investigación y lo aprendido a través de ella. Concibo la subjetividad como una construcción social intersubjetivamente configurada en el marco de las relaciones sociales, la cual se encuentra atravesada por las significaciones personal y colectiva de las experiencias, que le otorgan sentidos a nuestras acciones. La subjetividad se configura mediante movimientos que se traducen en rupturas (quiebres que marcan un antes y un después en nuestras vidas), desplazamientos (transformaciones y acomodaciones) y continuidades. Como podemos deducir, es una dimensión relacional que se despliega en todos los espacios donde actúa el sujeto, y está sujeta a transformaciones por las experiencias de la vida misma y por las maneras particulares como es sentida y narrada por cada persona. 97 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.2 El contexto de la vinculación: Factores asociados El propósito de este apartado es analizar el contexto en el que se encontraban los jóvenes en el momento de la vinculación al grupo armado. Aunque la mayoría afirmó haberlo hecho voluntariamente, conviene mirar a fondo sus realidades para poder establecer esa “voluntariedad” y comprender los factores que los motivaron a tomar la decisión. Indudablemente ellos deberán tenerse en cuenta en el proceso de retorno a la vida civil. Es necesario iniciar este análisis recordando que los instrumentos aplicados fueron un cuestionario, contestado por 14 jóvenes (12 de ellos pertenecientes a las FARC y 2 a las AUC) y una entrevista en profundidad realizada con 10 de ellos, de los cuales 9 pertenecían a las FARC. En el primer caso se encontró que la mayoría de los jóvenes se vinculó cuando tenían un promedio de edad entre los 12 y los 17 años; y en el caso de los jóvenes entrevistados, que su mayoría se encontraban en el período de la adolescencia, en edades comprendidas entre los 15 y los 18 años, en el momento de su vinculación. Contando con este referente, es preciso considerar esta etapa, la cual aglutina a la mayoría de jóvenes combatientes del mundo, tal y como lo señaló Graca Machel en su Estudio de las Naciones Unidas sobre el impacto del conflicto armado en los niños (1996), donde los identifica como el grupo más descuidado y más vulnerable para el reclutamiento. La adolescencia es una época de incertidumbres y de grandes cambios en el desarrollo físico, mental y emocional; pero es también el tiempo de las oportunidades para obtener mayor libertad y para asumir responsabilidades. A su vez, es el tiempo de reafirmación de la propia identidad y del lugar que se quiere ocupar en la familia, la comunidad y en la sociedad. 98 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En este orden de ideas, el análisis de las causas de la vinculación de los jóvenes a los grupos alzados en armas no sería completo, sí la adolescencia no se toma en cuenta como un momento significativo de su desarrollo personal y de las consecuencias que de esta etapa se derivan en la búsqueda de su identidad, en su comportamiento, en los modelos a seguir, en las decisiones que tome, y en las formas de leer e interiorizar la cultura en la cual están inmersos, entre otros. Estas características no deben ser subestimadas, pues las razones que los jóvenes señalaron, reflejan todos estos aspectos de esta etapa específica de su vida. De otro lado, gran parte de la explicación del por qué los jóvenes se enrolaron, se encontraron en las características compartidas de su medio ambiente, tales como, la pobreza, el ambiente familiar, la falta de oportunidades educativas y laborales, la atracción por las armas y llegar a ser alguien, cristalizando el momento particular de la decisión. A continuación veamos en detalle este contexto. 2.2.1 La presencia frecuente de los grupos en la región Es sabido que la mayoría de las personas que se vinculan a los grupos alzados en armas lo hacen porque hay un conflicto armado, éste crea el ambiente, el trasfondo cotidiano de sus vidas. Parafraseando a Rachell Brett e Irma Specht (2005, p. 26), “la guerra les llega a ellos, no es que ellos hayan ido a buscar una guerra para pelearla”. Esta situación se hizo evidente en algunos de los jóvenes entrevistados quienes lo expresaron así: “En mi caso es que por allá donde vivíamos nosotros, siempre se ve esa gente a diario, por donde usted voltiaba, ellos estaban. Nosotros vivíamos por allá en Ataco Tolima pa arribita. Entonces por allá siempre se ven, entonces nosotros salíamos al pueblo, ellos venían a la casa, entonces uno siempre se sienta, se reúne uno con ellos”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 13 años. Entrevista N° 2). 99 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Pues porque a uno le parece muchas veces, le parece fácil las cosas ¿cierto? y pues como por donde yo vivía mantenía a diario la guerrilla. Pues la verdad como que me nació irme para allá. No sé, pues de verlos a ellos, como que le dentra a uno como ese gusto ¿cierto? de que a uno le parecen fáciles las cosas y ya uno de pronto hace amigos de las personas allá, que amigos y amigas y eso es como todo, a uno le gusta, no sé, me gusto y me fui para allá”. (Exguerrilera de las FARC quien ingresó al grupo a los 14 años. Entrevista N° 6). “Siempre mantenían por allá, uno los veía como ver al ejército, todos camuflados en carro, con los fusiles y todo”. (Exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 14 años. Entrevista N° 7). Como se puede apreciar, vivir en un contexto de violencia armada hace que los jóvenes se acostumbren a ver a los combatientes, deseen ser como ellos y terminen por naturalizar la guerra, teniendo en cuenta la etapa de búsquedas en que se encuentran. Así mismo, en razón del carácter prolongado del conflicto armado en nuestro país, lamentablemente para un gran número de niños y jóvenes de nuestro territorio, la guerra se ha convertido en la norma y no en la excepción, y en consecuencia, no conocen otro ambiente pues el conflicto está alrededor de ellos. En esta línea, es conveniente señalar que cuando los jóvenes se vincularon vivían en regiones que eran frecuentadas por los grupos alzados en armas, donde el Estado no había hecho presencia y por lo tanto, terminaban ejerciendo control territorial sobre la población. Algunas de esas regiones son Ataco-Tolima; vereda La Encarnación en Urrao-Antioquia; Ciénaga-Santa Marta; vereda La Esmeralda en Planadas-Tolima; Palermo-Huila; vereda Cañón de las Hermosas en Chaparral-Tolima y en Valparaíso-Caquetá. 100 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.2.2 Procesos de identificación relacionados con el gusto por las armas, el uniforme y ser como ellos Para la mitad de los jóvenes entrevistados, esta fue una de las principales razones que argumentaron como causa de la vinculación, razón que va de la mano con el contexto de violencia armada en que se encontraban, puesto que al ver con frecuencia a los grupos armados, les llamaba poderosamente la atención las armas, sus uniformes y el poder que ellos representan. Esto se puede explicar porque en la adolescencia brotan sentimientos de fortaleza y de poder, como resultado de la madurez física e intelectual que experimenta la persona joven, sumado a los procesos de identificación por los que pasan. Así lo expresaron algunos jóvenes: “En ese momento me gustaban las armas, sobre todo me vinculé por las armas. Poder tener un arma, cargarla”. (Exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 14 años. Entrevista N° 7). “A mí personalmente si me gustan los uniformes, las armas, me ha gustado por ejemplo pertenecer al ejército de Colombia”. (Joven que perteneció a las AUC e ingresó al grupo a los 19 años. Entrevista N° 9). “Entonces, en ese momento le van gustando las armas, pero como que al mismo momento algo lo detiene, entonces uno quisiera ser como ellos, pero entonces en ese momento, estaban haciendo recogida y ahí me recogieron y me dijeron: ¡A pertenecer a las fuerzas del pueblo!” (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 13 años. Entrevista N° 2). En este relato, a su vez se pone de manifiesto que los grupos van por los pueblos haciendo “recogidas” para reclutar jóvenes. Como vemos, la joven expresa atracción por las armas y evidencia procesos de identificación; sin embargo, surge en ella el temor por lo desconocido. 101 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Yo quería hacer parte del grupo. Tener el uniforme, el arma. Si, sentirme parte de ellos, como los miraba a ellos, así uniformados con todo lo que mantenían, y pues uno también, yo quería ser como ellos, no sé. Si, ser como ellos, estar allá, tener todo lo que ellos tenían. Me nació irme para allá, entrar a ser uno como alguien, ¿cierto? por ejemplo, como ya uno sentirse que uno mismo pueda hacer las cosas, que no va a estar con el papá, ni con la mamá, sino que ya responsabilizarse uno mismo de lo que uno hace”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 14 años. Entrevista N° 6). Vemos aquí reflejadas esas búsquedas identitarias y de independencia que caracterizan a los jóvenes, incluso la responsabilidad del mantenimiento de sí, lo que paradójicamente se pierde al quedar bajo el régimen de disciplinamiento al que son sometidos cuando los grupos se hacen cargo de los jóvenes y terminan por controlar sus vidas, aspecto que será abordado más adelante. En todo caso, se puede afirmar que el fenómeno del reclutamiento se facilita por los mecanismos de identificación que operan en los jóvenes, pues los combatientes parecen “deseables” en cuanto al uniforme, las armas y el poder que irradian, aunque no alcancen a dimensionar la vida que les deparará al interior del grupo, en la guerra y en la selva o en el monte. Con respecto al gusto por las armas, es importante subrayar que 4 de las jóvenes entrevistadas lo manifestaron abiertamente, y si bien, éste suele ser un referente típico en los adolescentes, en el caso de las jóvenes pareciera cobrar particular realce. De acuerdo con la investigación de Luz María Londoño y Yoana Nieto, Mujeres no contadas (2007), además de la representación simbólica de poder que el arma representa, existe previamente una situación de subordinación que aumenta la admiración de todo aquello que se convierte en imaginario de fuerza. 102 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados De hecho, los hallazgos ponen de manifiesto esta situación en un caso en particular donde la niña carecía de reconocimiento y de valoración en su contexto familiar, pues en su ambiente reinaban la violencia, la exclusión y el maltrato. Esta niña que permaneció en el grupo durante 13 años, llegó a ver en el grupo su entorno familiar, logró alcanzar don de mando y llama la atención que de las experiencias que más valora, fue el haber portado un arma: “Ella me pegaba mucho, y cuando ella me dejaba timbadas de ropa pa lavar y yo no la lavaba, me colgaba de los pies, por eso me fui de la casa, y porque me gustaban las armas”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 8 años. Entrevista N° 5). 2.2.3 El ambiente familiar en que viven los jóvenes De acuerdo con las investigaciones de Brett y Specht (2005), la situación familiar es el factor más significativo en el involucramiento o no, de los jóvenes a los grupos alzados en armas. Sin embargo, los hallazgos de esta investigación no lo confirman, pues las respuestas encontradas por parte de los jóvenes que contestaron el cuestionario, indican que en su mayoría tenían buenas relaciones, cinco regulares y uno malas, mientras que la mayoría de los jóvenes entrevistados afirmaron tener buenas relaciones familiares, y tan solo tres de ellos, provenían de familias disfuncionales, donde las peleas, la violencia intrafamiliar y el maltrato eran el “pan de cada día”. Así las cosas, se puede afirmar que en esos casos en particular, los problemas familiares si fueron una poderosa razón para escapar de ellas y optar por la vinculación: “Estaba aburrida en mi casa sí, mi mamá y mi papá peleaban mucho, mis hermanos peleaban entre ellos y como yo soy la menor de la casa. Nosotros somos nueve 103 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados hermanos y estos problemas me tenían aburrida y pues la verdad en el campo no es como en la ciudad, que uno tiene otras oportunidades ni nada, y yo pues en esa época era casi una niña, yo no tuve otra opción sino coger para eso… Me acuerdo yo iba pa mi casa y me encontré con ellos y había un señor que le decían “El Pollo” que era comandante de por ahí, y pues yo estaba aburrida y le dije que me quería ir y me fui y de una vez me recogieron y me dijeron “camine””. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 12 años. Entrevista N° 4). “Porque tuve una crisis familiar, mi papá se juntó con una señora que tenía cuatro hijos varones y ella me daba muy mala vida a mí y los chinos también. Y ella me pegaba mucho, y cuando ella me dejaba timbadas de ropa pa lavar y yo no la lavaba, me colgaba de los pies, por eso me fui de la casa y porque me gustaban las armas… Ellos venían a la casa constante y yo les dije que me llevaran y ellos nunca me quisieron llevar y yo me puse a llorar para que me llevaran, que mi madrastra me pegaba muchísimo y miraban como me pegaba y dijeron “llevémosla””. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 8 años. Entrevista N°5). En estos dos relatos se pueden apreciar situaciones de familias disfuncionales, una caracterizada por las frecuentes peleas familiares y la otra, por la recomposición familiar con la llegada de una madrastra con sus hijos. Se trata de hogares expulsores, donde la única salida es irse de la casa y buscar en el grupo nuevos vínculos y esa familia que no se tiene, en razón de lo cual es posible afirmar que en estos casos, se va configurando el detonante para el momento crítico de tomar la decisión. Una situación similar la encontramos en el siguiente caso, donde el ambiente familiar del joven se desintegra en un momento vulnerable de su desarrollo, ante la ausencia de la persona que representaba su figura paterna: “Me vinculé porque al mes y medio de la muerte de mi abuelo, la abuela me quitó el pedacito de tierra con caña, para dárselo a sus hijos y también me quitó la pieza y me mandó a la de herramientas. Ante esto le dije que me iba para la guerrilla”. (Joven exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 16 años. Entrevista N° 10). 104 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Ahora bien, es importante considerar en los casos en los cuales los jóvenes aseguraron tener buenas relaciones con sus familias, sus razones para vincularse. Para los jóvenes a quienes se encuestó, esas razones fueron principalmente la pobreza, la falta de oportunidades y el deseo de hacerlo; y para el caso de los entrevistados, fueron la atracción por las armas que se asocia con sus procesos de identificación; el deseo de ayudar económicamente a sus familias, que se relaciona con la pobreza; y el ver a los combatientes frecuentemente en sus regiones, situación que dispara procesos identitarios y que refleja la ausencia del Estado. Cotejando las causas, encontramos que la pobreza es un factor común en ambos casos. Esta situación convierte a los jóvenes en personas más fáciles de reclutar, siendo posible afirmar que la vinculación es vista por ellos como una oportunidad para cubrir sus necesidades básicas, y en otros casos, como un factor de movilidad social y como una ilusión para poder ayudar a sus familias. Por tanto, el ambiente familiar predispone y actúa como un factor desencadenante; adicionalmente, quienes carecen de ella o son separados de sus familias, son más vulnerables para ser reclutados, y aunque en estos tres casos se puede pensar que fue una decisión voluntaria, no podemos perder de vista las condiciones familiares que generaron esta “voluntariedad”. En este contexto, el deseo de hacerlo libremente manifestado en todos los jóvenes, nos habla de una “falsa voluntariedad”, pues las dificultades económicas en que se encontraban sus familias, junto con la presencia permanente de estos grupos, son un caldo de cultivo que los hace candidatos para engrosar las filas. 105 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.2.4 Los amigos que facilitan el ingreso Después de la familia cuando ésta es disfuncional, el grupo de amigos ejerce gran influencia para los jóvenes, y más cuando éstos ya forman parte de los grupos, pues operan procesos identitarios que despiertan deseos de ser parte de un grupo y ser como ellos. De los jóvenes entrevistados encontramos dos casos en los cuales además del gusto por las armas, se vincularon gracias a la ayuda de los amigos: “No, yo me fui, en esos momentos tenía un amigo miliciano que era de allá, él me ayudó a que me dieran el ingreso, entré facilito. Allá en la casa siempre las relaciones han sido buenas, sino que en esos días yo ya le había dicho a mi amigo que me pidiera el ingreso y entonces estaba por ahí, y él bajo y de una vez yo me fui con él. De una vez me llevaron por allá para una vereda, para un campamento, ahí me tuvieron como ocho días en ese campamento; me sacaron a otro campamento, que fue en donde recibí el entrenamiento, ahí el entrenamiento fue por como tres meses”. (Joven exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 15 años. Entrevista N° 7). “Uno veía bien a los compañeros, como que era bueno, había reuniones y decían que eso era bueno, que estaban luchando por una revolución, y me convencí y me dio por experimentar. Ingresé por decisión mía, a mi no me obligaron ni nada”. (Joven exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 18 años. Entrevista N° 8). Adicionalmente, resulta muy atractivo para los jóvenes el estatus de respeto, de masculinidad y de poder con el cual son vistos sus amigos miembros de los grupos armados. Esta influencia unida al deseo de “ser alguien” y obtener un estatus personal mejor frente a sus familias y comunidades, se convierte en una poderosa razón para vincularse. Es más, en las regiones donde lucir el uniforme y portar el arma se percibe como algo deseable, hace más significativo el deseo de vincularse y todavía más, cuando esta posibilidad 106 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados los jóvenes la encuentran a la mano y comienza a circular entre ellos la idea de la vinculación, como una oportunidad para ser alguien y ascender socialmente. 2.2.5 La situación económica asociada a la falta de educación y de dinero De acuerdo con diversos estudios adelantados como el de Rachel Brett y Margaret McCallin (1998), Rachel Brett e Irma Specht (2005), Yvonne Keairns (2004) y Defensoría del PuebloUnicef (2006), entre otros, se ha encontrado que para los niños y jóvenes la falta de educación es un factor crítico en relación con su relevancia para conseguir empleo, ayudar a sus familias y dar un significado a sus vidas. En este orden de ideas, se puede afirmar que la educación es uno de los factores más significativos, que puede hacer la diferencia en relación con la vinculación de los jóvenes: “Me tocaba ir a estudiar a 3 horas de la casa. Ellos por el camino (los hermanastros) se me comían los borradores, los lápices, se me comían lo poquito que llevaba para el recreo, y yo mantenía como un virigüero, flaquita (risas) y negrita”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 8 años. Entrevista N°5). “Pues más que todo yo me fui fue pues por los problemas que había como en mi familia y también pues yo quería estudiar y no se me había presentado esa oportunidad, porque yo vivía en el campo”. (Exguerrillera de las FARC quien ingresó al grupo a los 12 años. Entrevista N° 4). Conviene señalar que para la mayoría de los jóvenes, el hecho de no asistir a la escuela traducido en las dificultades para acceder a la educación por las distancias, o en la carencia de oportunidades educativas que les permitieran obtener un empleo y sobre todo, ayudar 107 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados económicamente a sus familias, fue un factor que motivó su vinculación, porque los enfrentó a qué hacer. Esto se reitera al compararlo con los datos obtenidos a través de los cuestionarios, donde se encontró que sus ideales antes de ingresar al grupo estuvieron relacionados con la finalización de sus estudios y poder trabajar para ayudar a sus familias, y que aunque contaban con bajos niveles educativos reconocían la importancia de la educación para vincularse laboralmente y aportar económicamente con sus ingresos a sus padres: “Inicié trabajando en la milicia por la plata, porque uno pobre y uno robaba, poquito, pero siempre. Me ganaba una platica extra, cualquier moneda le dan a uno, como cualquier doscientos, trescientos y uno tan joven a dónde va a ver tanta plata, entonces uno es como huevón; se le daña a uno porque vio cien mil, doscientos mil en el bolsillo, contento con eso y en ese tiempo era como platica”. (Exguerrillero de las FARC quien ingresó al grupo a los 15 años. Entrevista N° 3). 2.2.6 El estar enamoradas Esta es una razón que fue manifestada por una de las jóvenes, y aunque haya sido por decisión propia, no podemos desconocer que fue una decisión influenciada por una relación amorosa con el miembro de un grupo armado: “Yo me vinculé porque me enamoré de un muchacho y me fui con él”. exguerrillera quien ingresó al grupo a los 17 años. Entrevista N° 1). (Joven Cuando ellas se vinculan al grupo por esta motivación, usualmente no pueden compartir mucho tiempo con esa persona, por la movilidad que demanda el contexto de guerra y porque 108 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados en los grupos no se apoyan este tipo de relaciones, razón por la cual, al corto tiempo esas relaciones se deshacen y se crean otras nuevas. 2.2.7 El momento crítico: el detonante para vincularse Ahora bien, luego de este panorama es necesario ir acotando los hallazgos en relación con los factores asociados a la vinculación y pasar a considerar sus detonantes, es decir, aquellas circunstancias clave que aceleraron la toma de decisión, pues aunque con frecuencia los jóvenes han pensado en esta posibilidad, se requiere de un evento específico para que la traduzca en hechos. Se trata de profundizar en ese momento crítico, justo cuando se encuentran los grupos armados a su alrededor. Con respecto a los jóvenes encuestados tenemos en primer lugar, el sentir que podían llegar a ser alguien importante, es decir, esa necesidad de reconocimiento que el joven requiere de sus capacidades, ante la exclusión social que vive; en segundo lugar, las necesidades económicas como fruto de la pobreza en que se vive; y en menor medida, las peleas y disgustos frecuentes en sus familias y la influencia de los amigos. Detonante vinculación Sentirse importante Necesidades económicas Ambiente familiar Amigos 109 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Para los jóvenes entrevistados, los hallazgos señalan en primer lugar el gusto por las armas, seguido de su situación económica, y la falta de oportunidades educativas o laborales en cuanto a un mejor trabajo. Detonante para entrevistados Armas Pobreza Falta de oportunidades Cruzando la información, los hallazgos sugieren en primer lugar como detonante, la necesidad de reconocimiento y valoración de las capacidades de los jóvenes, como también, de un reconocimiento social representado en la imagen y el poder que el uniforme y el arma brindan, toda vez que las características de sus contextos de origen y la etapa de desarrollo por la que atraviesan, les demandan reafirmar su identidad. Por tanto, les resultan muy atractivos la aventura, la emoción, el heroísmo y el estatus que pueden ganar ante los ojos de sus amigos y familiares. Con respecto a la situación de pobreza en que se encontraban y la necesidad de apoyar a sus familias, estos jóvenes buscaban un trabajo diferente a los oficios agrícolas que desempeñaban y que les representara el dinero necesario para poder mejorar sus condiciones 110 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados de vida. Sin mayores posibilidades educativas y sin contar con otras opciones, todo parece indicar que la única salida que los jóvenes encontraron en sus contextos, caracterizados por carencias y por injusticia social, fue unirse a los grupos armados como una opción de movilidad social ascendente. De otra parte y en clave de género, con mayor frecuencia las niñas son víctimas de diversas formas de maltrato y de violencia intrafamilar, traducidas en falta de afecto, exclusión, maltrato físico y psicológico. Este cuadro lo encontramos en dos de las jóvenes entrevistadas, quienes comenzaron a generar rechazo hacia sus familias y a su vez, la necesidad de escapar en búsqueda de protección, seguridad y nuevos vínculos afectivos. A tal extremo llegó la situación de desespero de una de las niñas, que le lloró e imploró al grupo para que se la llevaran. Situaciones como estas son aprovechadas por los grupos armados y más cuando frecuentan ciertas veredas donde saben que hay muchos niños y jóvenes candidatos a engrosar sus filas. Al respecto, hubo un caso de reclutamiento en particular, acerca de las jornadas de recogida que los grupos efectúan en los pueblos, para llevarse a los jóvenes. Se podría decir que se llevaron a la joven en el momento preciso, en ese período crítico en el cual ella se encontraba sintiendo atracción por las armas, y aunque sintió algo de temor, no tuvo el tiempo siquiera de pensarlo porque ahí mismo se la llevaron. De acuerdo con lo encontrado, se concluye que el detonante no es un evento que opera de manera aislada, sino una situación en particular donde confluyen distintos aspectos que inciden en la toma de decisión de los jóvenes, la mayoría de las veces de manera impulsiva y sin dimensionar siquiera las consecuencias que ello les deparará para sus vidas. 111 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados De igual modo se concluye, que para los jóvenes el grupo armado se configura como un tren de oportunidades donde subirse, para mejorar sus condiciones de vida. En los casos donde solo parece haber esta opción, no debe sorprendernos que ellos la escojan, como medio para cubrir sus necesidades básicas. 2.3 Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la vinculación 2.3.1 El ingreso de los jóvenes al grupo armado: las subjetividades de la esperanza Como hemos visto, los factores asociados a la vinculación de los jóvenes a los grupos alzados en armas se relacionan con el contexto de pobreza que los rodea, el deseo de ayudar económicamente a sus familias, la falta de oportunidades para llegar a ser “alguien” y el encontrarse viviendo en zonas de violencia. Estos factores, sumados al hecho de que los jóvenes se encontraban buscando reconocimiento, estatus, apoyo y un sentido de identidad en un período crítico de su desarrollo, se conjugan a favor de los grupos armados. ¿Cómo? Configurando el escenario donde los jóvenes ven en ellos una esperanza, una oportunidad para entrar en escena y desempeñar el rol o los roles que les permitan alcanzar sus sueños. Esa esperanza es la razón por la cual terminan uniéndose a ellos. Como podemos ver, muchos de los factores asociados a la vinculación son de carácter negativo, pero al mismo tiempo, operan factores de atracción positivos, tales como, visibilidad, seguridad, dinero, alimento, bienestar, un nicho de acogida, en pocas palabras, un futuro. Entonces podemos afirmar que estos factores hacen que los jóvenes opten por el grupo como la única salida, esperanzados en encontrar “algo” para mejorar su situación. Y también 112 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados podemos decir que en esas búsquedas emerge una subjetividad de la esperanza, de un horizonte de vida con nuevos sentidos, donde será necesario demostrarse a sí mismos y a los demás, que son capaces de instalarse en las lógicas de la guerra y de convertirse en guerreros. Sin embargo, surge la pregunta que los jóvenes en medio de sus ilusiones no alcanzaron a formularse ¿Cuál será el costo físico y emocional que ello les demandará? 2.3.2 La vida en el grupo armado: del tránsito de las subjetividades de la esperanza a las subjetividades de la obediencia La investigación permitió establecer que al ingresar al grupo armado, los jóvenes se vieron enfrentados a un régimen muy fuerte de disciplina. Este régimen comprendió un sistema de rutinas, reglas, patrones, normas y comportamientos que conllevaron a una especie de uniformidad caracterizada por la pérdida de autonomía17 y que en últimas se transformó en un tipo de vinculación que bien podríamos denominar, “por domesticación”. Aquí la vida de los jóvenes queda sujetada a la obediencia, puesto que se hace parte de ese cuerpo militar, en la medida en que se obedece: “Allá tenía que obedecer y cumplir; todos los días eran iguales porque todos los días eran prácticamente caminar, hacer de comer, si a uno lo mandan y le toca irse para 17 Podemos deducir que las dinámicas al interior de este grupo armado hacen de él lo que Erving Goffman (1961) denominó como instituciones totales. El autor considera que toda institución total absorbe parte del tiempo y del interés de sus miembros, y les brinda en cierto modo un mundo propio. Su tendencia totalizadora se manifiesta por los obstáculos para la interacción social con el exterior y a la huida de los individuos. Otras características de este tipo de institución aluden a las barreras que separan los ámbitos del dormir, jugar y trabajar, pues ellas se desarrollan en un mismo lugar y bajo una misma autoridad; asimismo, las actividades diarias se llevan a cabo en la compañía inmediata de un gran número de otros a quienes se trata del mismo modo y de quienes se requiere que hagan las mismas cosas juntos. 113 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados tal lado, claro le toca ¿cierto? porque lo están mandando”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). “Al principio fue legal, ya después fue más difícil, porque ya empezó como a fastidiarme todo. Tenía que obedecer a todo tiro, eso es a los calzones”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). “Allá nos dicen ¡se cumplen las ordenes o se acaba la milicia!” (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). De otro lado, los hallazgos obtenidos señalan que la estrategia de control y dominación utilizada por estos grupos hacia los jóvenes, fue el miedo. Es un miedo socialmente construido que logra penetrar por los imaginarios individuales y colectivos, hasta instalarse en sus vidas. Incluso, desde el primer día de ingreso, son intimidados para que no se escapen, amenazándolos de muerte a ellos o a sus familias18. De esta manera, el grupo se configura en un referente de miedo colectivo: “Yo me acuerdo que cuando entré allá me dijeron: usted acaba de entrar viva y para usted salirse, tiene que salir muerta. Es sabido que nunca le dan la salida a uno… Uno se va para allá y compromete a la familia, porque a uno le dicen que sí uno se vuela, que los que van a pagar son la familia”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). En este sentido, los mecanismos de represión utilizados en el grupo se convierten en un factor de producción de miedos, que va desde el castigo físico y corporal ante los ojos de todos, hasta 18 Uno de los procesos fundamentales en las instituciones totales es el referido a la mutilación del yo. Al respecto nos dice Adolfo Atehortúa (2005) que “el individuo llega al establecimiento con una concepción de sí mismo que ciertas disposiciones sociales estables de su medio habitual hicieron posible. Sin embargo, apenas ingresa a este tipo de instituciones, se le despoja del apoyo que su medio habitual le brindó y comienzan para él una serie de depresiones, degradaciones, humillaciones y profanaciones” (pp. 95-96). En este sentido, al interior del grupo se presentan mortificaciones sistemáticas, tales como, la separación de la pareja, la pérdida del nombre junto con la asignación de uno nuevo, los ataques a la imagen del yo de múltiples formas (miedos, castigos, consejos de guerra) y la ruptura de los vínculos familiares, entre otros, como mecanismos para mutilar el yo. 114 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados llegar a decidir en los Consejos de Guerra, quién vive o quién muere. Aquí entran en juego aspectos como el buen comportamiento, el cual está asociado a la obediencia y la disciplina, y sí el joven es considerado un buen guerrero: “Lo que pasa es que allá cuenta el comportamiento que uno haya tenido, la disciplina y si uno ha sido bueno. Y bueno, allá el comandante en esos consejos de guerra puede decir que lo maten, que lo maten y pues sí son 25 personas las que hacen el consejo de guerra, y de esos 25 hay 20 que no están de acuerdo, pues no lo fusilan a uno. Pero si por ejemplo hay un empate, pues ahí si es mas verraco porque van y lo revocan”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). En el siguiente relato el joven manifiesta que en los casos de fuga, los comandantes son quienes terminan decidiendo ante el grupo, por la suerte de los implicados: “Si le hicieron consejo de guerra porque él ya había intentado volarse, entonces lo pillaron en eso. Pusieron a otro muchacho a hacer eso, a un compañero para que le disparara y sobre todo, llegaron y le cortaron todas las coyunturas. En ese tiempo lo hacían formar a uno, le comentaban a uno que lo iban a matar y ponían a votar quién quería que lo matara y quién no. Igual, así ganara el que no quería que lo mataran, ahí hacían la reunión entre comandantes y siempre lo decidían ellos. Si él tiene un amigo por ahí, ponen al amigo; si tiene un hermano sacan al hermano para que haga eso. También hay gente que se ofrece, hay gente que es mala también”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Cuando yo estuve allá, conozco que hubo dos casos que intentaron volarse y hubo uno que si lo perdonaron, pero hubo otro que no. Entonces lo perdonaron. Pero mire que eso le dieron juete, eso le hicieron cosas horribles, la espalda toda totiada. Eso les hacen cosas horribles, feas; y al otro si lo mataron, porque el uno dijo que era que el otro le había propuesto que se fugaran”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). De otra parte, en los casos en los cuales hay un intento de fuga y deciden perdonar la vida a los jóvenes, los comandantes les asignan castigos ejemplares y “merecidos”, 115 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados pues la falta es considerada una traición. Estos castigos van desde tenerlos amarrados por un período de tiempo el cual suele ser de dos meses, escribir páginas enteras acerca del reglamento, hasta ponerlos a realizar trabajos forzados: “Claro, un castigo merecido. Pues el merecido mío fue hacer 400 metros de trinchera cada metro, con 20 de hondo. A él (su compañero) le tocó hacer 500 metros y a mí 400 de trinchera; me tocó también hacer 60 huecos de un metro de ancho y un metro de hondo para echar la basura, esto en un mes. También un mes estuve haciendo los chontos, donde uno hace del cuerpo. Además del castigo, 100 horas cargando la olla desocupada más grande y lo mismo mi marido, 100 horas cargando la olla más grande que había en la unidad. También hay que hacer páginas escribiendo sobre los delitos que uno había cometido, sobre el reglamento y sobre la disciplina. Por ejemplo, hablando sobre el reglamento que tienen allá, sobre la disciplina, sobre el delito y muchas cosas más.” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). Llama la atención que la joven manifiesta “merecer” esos castigos, justificando entre otras sus relaciones de dependencia con el grupo y las formas de violencia con que son tratados. Esta situación refleja a su vez, la naturalización de las relaciones de dominación y la instalación del sujeto en esas relaciones y en esas lógicas, donde se asume de esta manera la vida cotidiana al interior del grupo. En esta misma línea, ni qué decir de quienes son vinculadas desde la infancia y prácticamente son criadas en ese colectivo militar, donde impera el régimen de la obediencia, pero también, de una obediencia interesada: “Allá me sentí mejor, me sentí como en familia, como acogida, hubo un señor que me crió como una hija y sique me quería pero me pegaba de vez en cuando… Pero, además de ser cariñosa y cumplidora, porque uno cumpliendo también se gana, termina en admiración porque uno es muy cumplidor, disciplinado, que uno no reniegue por nada. Y Cuando uno comete faltas de indisciplina, por ser chiquita, entonces lo protegen a uno”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). 116 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Vemos aquí un proceso de sujetamiento disciplinario19, donde “ganarse el cariño” no solo es sinónimo de obedecer, de cumplir con las tareas, sino también, de ganar protección y prebendas con los turnos, la comida o la rancha. Así mismo, están inmersos unos valores necesarios para ese disciplinamiento tales como, la obediencia, el cumplimiento y el respeto. De otra parte, no se trata solamente de “ganarse el cariño” de los adultos, sino también, de ser reconocida, factores que constituyen dos grandes carencias en los contextos de origen de muchos niños y jóvenes que se vinculan. En esta medida, las más pequeñas compensan esa necesidad de cariño con el sometimiento a las normas de disciplina y al reglamento del grupo, configurándose una subjetividad obediente pero interesada, y carente de autonomía: “Pues yo digo que el trato uno se lo gana, si uno se porta mal, pues mal le va; y si uno se porta bien, pues bien le va; y yo la verdad nunca tuve problemas ni nada. Lo que pasa es que cuando uno se gana el cariño de los compañeros allá, no le va mal a uno”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). 2.3.3 La vida en el grupo armado: subjetividades en conflicto Como hemos visto, los jóvenes terminan en un régimen de disciplinamiento muy fuerte, construido a través del miedo. Al delegar en el grupo armado el mantenimiento de sí mismos, dejan en sus manos el control y la dirección de sus vidas. Esto conduce por un lado, a la generación de autoritarismos dentro del grupo como forma de ejercer el poder y de gobernar 19 Al respecto, Judith Butler en su obra Mecanismos psíquicos del poder (1997), señala que “el poder no sólo actúa sobre el cuerpo, sino también dentro del cuerpo, que el poder no sólo produce las fronteras del sujeto, sino que también impregna su interioridad” (pp. 101-102). Siguiendo a Foucault, la autora plantea que el poder también forma al sujeto y que el poder no es solamente algo a lo que nos oponemos, sino también, algo de lo que dependemos para nuestra existencia y que abrigamos y preservamos en los seres que somos. Butler, desde una perspectiva psicoanalítica, nos dice que el poder tiene una doble valencia, de subordinación y producción: “el poder que en un principio aparece como externo, presionado sobre el sujeto, presionando al sujeto a la subordinación, asume una forma psíquica que constituye la identidad del sujeto” (p.13). 117 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sus vidas, y por el otro, a que la vida de los jóvenes se reduzca a relaciones de dependencia y sumisión Entonces surge la pregunta, ¿Qué tipo de subjetividades emergen bajo estas circunstancias? La mayoría de las entrevistas dan cuenta del desencanto y de la sensación de impotencia en que se encontraban los jóvenes al sentir que estaban en un “callejón sin salida”, al poco tiempo de su ingreso al grupo. Para muchos, la salida está en resignarse y terminar por acostumbrarse a ese régimen. Nos encontramos así ante unas subjetividades domesticadas: “Ya después de que uno está allá, lo que a uno se le mete en la cabeza es que uno ya tiene ¿si me entiende? ya tiene uno que hacer de cuenta que tiene, pero de corazón y en el fondo no lo es; después como a mí me llevaron, yo ya sabía que a mí me tocaba pertenecer, me tocaba, pero eso no fue voluntario (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Esto en otras palabras se traduce en un proceso de sujetamiento disciplinario y en una forma de adaptarse al régimen por parte de los jóvenes, dando paso a lo que hemos dado en llamar, una subjetividad de la resignación, que en el caso de dos chicas, estuvo acompañado de repertorios emocionales de rabia y de amargura por las experiencias que les tocó vivir para su corta edad, y por no poder ver a sus padres, situación ésta que la mayoría de los jóvenes reclamaron, teniendo en cuenta que casi todos sostenían buenas relaciones con ellos al momento de su ingreso al grupo: “La verdad, yo ya estaba acostumbrada, todo es una costumbre. Todo el tiempo lo estuve fue como amargada y es que a uno le quitan es la juventud ¿si me entiende? Me fui con miedo y no que allá siempre vivir uno diario en el monte es una vida dura, como llegar de noche a buscar donde dormir, a veces que la comida muy tarde, otras que no hay comida y las largas caminatas”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). 118 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Yo si lo digo que desde que entré fue con miedo y me sentía como con rabia a ratos, pero entonces hay cosas del destino que a uno le toca sin quererlas. Yo pensaba siempre en mi familia, porque siempre habíamos tenido un buen trato, y a veces lo que me llamó la atención allá un tiempo, fue que a uno le decían que a uno le pagaban y entonces yo pensaba, yo decía, si a uno le pagan yo voy a poder ayudar a mi familia, pero no, eso es mentira y hablándolo así, a veces uno consigue plata pero es porque uno se la roba. Toca cogerla así”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Es de anotar que en esta joven se instala una comprensión de la vida acrítica, que la lleva a resignarse ante los designios del destino; pero como veremos más adelante, vendrán tiempos de revelación que romperán con esas resignaciones y les permitirán ver lo que al momento ha estado oculto, pues siempre ha estado detrás de ellos un sujeto con sus búsquedas. Los resultados también nos muestran otra manifestación de la subjetividad que hemos denominado, subjetividades arrepentidas. Éstas son aquellas que terminan reconociendo su error en la decisión tomada y por tanto, no les queda otro camino sino el de asumir las consecuencias de sus decisiones: “Uno vive es solo como por vivir, porque imagínese que yo entré de 15 años, ¿uno qué va a pensar de la vida? Nada, bobadas. Y cuando uno despierta, uno se da de cuenta que está metido en una olla ¡y ya qué! La embarrada”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). “Allá se veía que uno vivía no más para el grupo, allá no más es el grupo y el grupo. Una vida rutinaria. Todos los días lo mismo. Yo pensaba ¡no, la embarré cuando me vine para acá!”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). En el anterior fragmento la expresión metafórica “cuando uno despierta”, alude a la realidad que develó de las condiciones de vida al interior del grupo y que al ingresar, como la mayoría 119 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados de los jóvenes, no alcanzó a dimensionar por la corta edad que tenía. No sobra mencionar que en la adolescencia operan el gusto por las armas, por el uniforme, y la necesidad de reconocimiento, como lo demostraron los resultados de este estudio, sin que los jóvenes alcancen a descubrir qué hay detrás de todo esto. Así mismo, la expresión “estar metido en una olla” denota no solo un lugar indigno para vivir, sino también, la emergencia de un sujeto de derechos como consecuencia del agotamiento de los motivos de su vinculación al grupo armado y de las transformaciones que han operado en sus subjetividades. Ahora bien, como lo pusimos de relieve al inicio de este apartado, los jóvenes llegan al grupo con muchas esperanzas y optimistas frente a su nueva vida y a su futuro. Sin embargo, como lo hemos venido manifestando, esa convivencia tranquila y sin mayores exigencias muy pronto cambia y se acaba esa “luna de miel”. El reglamento, el régimen militar, las condiciones de vida en el monte y el disciplinamiento comienza a generar afectaciones en la vida del sujeto, derivándose procesos de subjetivación que hacen que las subjetividades de los jóvenes entren en conflicto: “No pues la verdad uno entra allá y los primeros ocho días son muy buenos, pero ahí palante ya uno empieza a pensar todo, que la embarré, porque las cosas se van apretando. Entonces ya uno comienza a recapacitar, ¿ahora cómo me voy a salir, a quién le digo, cómo hago? (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Yo estaba contenta porque ya había entrado, y eso es como todo, uno los primeros días bien y todo paque!! Luego todo le va cambiando a uno porque ya comienzan a apretarle la disciplina a uno”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). De otro lado, la vida de los jóvenes se diluye en las dinámicas propias del grupo armado y de la vida militar; por esta razón, su vida comienza a girar en torno al grupo y deben renunciar a vivir su propia vida. Esta transformación en sus vidas les exige aprender a ver la vida a través 120 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados de los ojos del grupo y lo que éste les demanda. Es como sí sus subjetividades estuvieran suspendidas en el tiempo, a la espera de una oportunidad para recuperar su mismidad: “Entonces la vida de uno allá yo la veía solamente estar cumpliéndole a ellos. Sin proyectos, sin ningún rumbo”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). “Antes era igual, que fuera lunes, martes, miércoles viernes sábado o domingo, porque a usted se le pasaba el tiempo, usted no sabía ni cuándo era sábado ni domingo. No sé, era como pasarla, lo que pasara y ahí estaba uno… Allá no hay ningún proyecto para uno llegar”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). En estas circunstancias, a los jóvenes no les resta sino asumir ese modo de vida sujetada al grupo y cumplir con las funciones y responsabilidades que les son asignadas: “Allá patrullaba y una que otra vez en la rancha como a todos nos toca y de resto caminar. Cuando se daban cuenta que el ejército estaba cerca, lo mandaban a uno a hacer inteligencia y todo eso”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). “Allá es como uno vivir en el campo, y pues en la casa mía me tocaba desyerbar, me tocaba cargar leña, hacer el trabajo que uno hace en el campo, y pues uno ya está acostumbrado a las trochas, está acostumbrado a que llueva, uno está acostumbrado a todo eso y pues la verdad, no me dio duro irme para allá”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). Sin embargo, conviene tener en cuenta que la adaptación no es fácil para todos los jóvenes, pues implica un cambio brusco en su estilo de vida y en sus rutinas, por las madrugadas, los turnos que deben cumplir en la guardia, las largas jornadas caminando y con equipaje pesado, por la lluvia constante, y en muchas ocasiones, porque deben permanecer mojados y sin derecho a tomar un descanso. De otra parte, implica cambios en la calidad de la alimentación, en los horarios para comer y dormir, y en la pérdida de privacidad, entre otros. Todo lo 121 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados anterior, sumado a la carga emocional que genera el régimen de disciplinamiento con sus castigos, la obediencia y para muchos, el vacío de sus padres, en particular, de la figura materna: “Nos tocaba entrenar, cargar agua, ranchear, lavar ropa, hacer guardia. La adaptación fue dura pues tocaba caminar con la lluvia, había culebras, cargar hasta 4 arrobas de equipaje, comida, armas, municiones, dormir a la intemperie, estar mojada, más los hostigamientos”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 9). “En el entrenamiento me enseñaron a formar, al combate, como defenderse, como cubrirse, a desarmar un fusil. Hay que madrugar mucho y caminar bastante, no fue fácil… Mi mamá me mandaba cartas por allá, pero eso no se las entregan a uno. Eso si lo mantiene a uno mal porque uno lejos y sin escuchar la voz de aliento, ¡pues qué”! (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “El dormir mal, cuando uno se va a parar a prestar lo que es la guardia, cayendo agua y uno envolviéndose en esos plásticos. Hay que madrugar a la hora que le toque, por lo menos el tercer turno porque uno se acuesta a las 8, el tercer turno que lo coge de 12:00 a 2:00 ese es el martirioso porque duerme uno dos horas y al ratico esa pereza pues para levantarse. El último turno que es de 4:00 a 6:00 ese el mejor porque a las 4:30 es para volverse a levantar. Ese es el que más aguanta. A veces cuando lo llevan a uno como en la mala, le meten el tercero, entonces martirizan a la gente, esa tercera guardia eso si lo mata a uno”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). Como podemos ver, el asumirse como combatiente obediente también representó ganancias para los jóvenes, puesto que les demandó el desarrollo de su resistencia física, su fuerza, coraje y valentía, aspectos que a su vez les representaron reconocimiento y visibilidad al interior del grupo. Hay que decir también, que frente a los peligros a los cuales se vieron enfrentados los jóvenes y ante la inminencia de la muerte en muchas ocasiones, se puso de presente una 122 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados subjetividad que puso en evidencia la finitud, al reconocer la vulnerabilidad de sus vidas, que sus días pueden estar contados, que la muerte los acecha y que en cualquier momento esa experiencia que están viviendo, puede acabar con sus vidas. Paradójicamente, podemos decir que desde el primer día, el horizonte de su vida es la muerte: “Uno allá mantiene la vida en un hilo, porque si usted llega herido, allá no van a lidiar con uno, según la herida que uno lleve, allá lo acaban de matar a uno, diga usted como qué confianza va usted a tener contra ellos mismos, allá el que se libró se libró y el que cayó ahí lo acaban de fregar; ya si es muy leve lo que le hacen ya ahí si se lo llevan. Y ya sabe uno que si uno dura mucho, pues entonces allá se muere, entonces uno piensa que va a morir allá, porque a uno nunca lo dejan salir, porque como a veces le dicen a los muchachos que entren, que tranquilos, que cuando se aburran los dejan salir, pero eso es mentira, eso no existe allá. El que entra sale muerto o si sale, es porque se vuela” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). “El rumbo de uno es que le llega el día de que en cualquier momento lo matan a uno, porque uno no piensa sino en eso, en el día en que lo maten y no más”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). “Lo que uno piensa es que la vida tiene minutos y segundos y ya, pero no más”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). “Pues, prácticamente allá la vida se la pasa malgastando porque uno en cualquier momento podía fallecer, o sea uno andaba como decidido a volver o no volver; uno allá no pensaba nada, no miraba para delante, solo caminar, que no haya una mina por ahí, un combate rapidito, bueno murió y ya se acabo la vida de uno por allá. Uno tiene ese pensamiento desde que entra allá y con eso se vive”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). Ahora bien, en el contexto de estas subjetividades, pasemos a considerar cómo veían la vida estos jóvenes cuando estaban en el grupo. Como es de esperar, todos coinciden en afirmar que no vislumbraban nada para sí, pues nos encontramos con sujetos sujetados al control del grupo. Incluso hay quien dice que “a veces veía la vida” y otros, “como que no la veían”. Esto explica la emergencia de unas subjetividades que nos atrevemos a llamar vacías (¿o 123 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados aburridas?), pues se configuraron sin un horizonte de expectativas y de oportunidades, donde todos los días eran iguales y su vida se limitaba a obedecer órdenes y cumplir. Al dejar su vida en manos del grupo, se acaba la preocupación del mantenimiento de sí y su única responsabilidad se traduce en obedecer y ser un buen guerrero. En este contexto conviene anotar que estos jóvenes eran soldados rasos, sin oportunidades de escalar posiciones jerárquicas ni ganar poder frente al grupo. Por lo tanto, su discurso político es incipiente o casi inexistente, y ponen el acento en el aspecto militar y no en el político, pues en últimas su función se ubicó en la tropa y en el combate: “Yo veía la vida como una nube ¡pailas! Ahí no se ve nada de una oportunidad, de volverla a ver, ¿esperar a qué? Pues nada, prácticamente un papel blanco y esperar que le peguen a uno un balinazo, que le den a uno en la cabeza. La vida pues estando allá, nada, no había oportunidad de nada. Ya después de estar montado ¡ya qué! Allá no hay un día normal sino montañas, todo es igual, mientras que aquí se diferencia porque el domingo es solo, y entre semana es lleno”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). “Pues a veces yo la veía, pero uno no piensa ni mierda, no piensa nada; hacer lo que el otro lo mande y estar ahí. Uno allá no piensa nada porque uno no tiene que mantener a nadie, uno no tiene que estar pensando en que tiene que pagar la luz, nada de eso. Solo se piensa en cumplirle a otros”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). “Pues mire que la verdad uno allá en eso no piensa como piensa ahorita, uno piensa mas diferente, solamente apostarle al movimiento y trabajar solo para ellos y uno no piensa en sí mismo. Uno piensa solamente es en estar ahí, ranchar, pasar guardia, rendirle al comandante, pues es que como a uno no le pagan, no le dan plata, pero al menos uno tiene la ropa, tiene todo lo que uno necesita y uno no aspira a tener nada por eso, porque uno ya tiene todo allá”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). 124 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.3.4 El sentido de su experiencia en el grupo El estudio con los jóvenes permitió constatar que al instalarse en las lógicas del colectivo y de la guerra, así se esté arrepentido de la decisión tomada, la razón de su ser y hacer termina girando alrededor del grupo, pues se comienzan a construir referentes de identidad que operan como sus referentes de vida y de producción de sentido y significado. En este contexto, comienzan a emerger nuevas subjetividades frente al régimen de la obediencia y al marco de la vida en la guerra, en el colectivo, en el monte y en la selva. Así mismo, que al estar dentro del grupo se producen rupturas de los esquemas tradicionales de vida y en consecuencia, transformaciones en las subjetividades de estos jóvenes. Entre ellas podemos citar, el cambio de vida, que para muchos significó un desarraigo afectivo y cultural pues de vivir su infancia y parte de su adolescencia en un contexto campesino marcado por las tradiciones, pasaron a una realidad dura y desafiante que comenzó con el cambio de nombre, el uso del uniforme, aprender a manejar el arma, y que luego continuó con la asignación de las tareas propias de la milicia y de la vida en el monte; también implicó el aprendizaje de una serie de valores relacionados con la vida en el colectivo; el desarrollo de destrezas corporales que prepararan al cuerpo para la guerra y las largas caminatas, en especial para aquellos que pertenecieron a las columnas móviles y los anillos de seguridad; cambios en el ejercicio de la sexualidad, pues para muchos fue el escenario de inicio de su vida sexual y para muchas, estar disponibles para sus superiores o para sus compañeros; y el vivir experiencias límite al participar en los combates donde corrieron el riesgo de perder su propia vida, o en los consejos de guerra donde presenciaron la muerte de sus compañeros, llegando a comprender la finitud del ser humano. 125 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Como vemos, el costo emocional de esta experiencia fue bastante alto, pues les implicó no mostrar debilidad y a toda costa, ser capaces de cumplir con las órdenes recibidas. En el caso de las jóvenes, la rabia y la agresividad afloraron al manifestar que les robaron su juventud y para el caso de los jóvenes, el tener que cumplir hasta “reventarse”. Todo parece indicar que aunque la mayoría de jóvenes entrevistados construyeron un sentido de pertenencia con el grupo, traducido en algunos referentes de identidad personal y colectiva, no hubo un referente político como determinante para su vinculación y permanencia en el grupo armado. Este factor, sumado a otros tales como, el mal trato recibido, el miedo generado, el régimen de disciplina y el vivir con la muerte respirándoles en la nuca, pudieron desencadenar por un lado, el arrepentimiento acerca de la decisión tomada, y por el otro, la falta de condiciones que propiciaran la creación de un vínculo emocional o lazo que los atara fuertemente, razón por la cual permanecieron allí resignados, obedientes y aburridos, a la espera de una oportunidad para escaparse. Finalmente, por parte de los jóvenes hay una valoración positiva de la experiencia y los aprendizajes adquiridos a pesar del régimen de disciplinamiento y de obediencia que les implicó su participación en el grupo armado. En términos de ganancias, se puede deducir que esta experiencia les dio la oportunidad de probarse a sí mismos y ver qué tan capaces eran, incluso en el caso de las mujeres quienes pusieron a prueba sus capacidades y resistencia física; también les permitió adquirir conocimientos y desarrollar habilidades relacionadas con el manejo de armas, estrategias para el escape, habilidades para sobrevivir en el monte, aumento de la confianza en sí mismos, teniendo en cuenta además que todas y todos fueron combatientes rasos y que no tuvieron cargos de dirección, razón por la cual, por igual debieron desempeñar labores como, cocinar, entrenar, hacer guardia, combatir, entre otros. 126 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.4. Subjetividades que emergen y subjetividades en conflicto durante la desvinculación Como hemos visto, al interior del grupo armado se tejen relaciones que se mueven entre los sentimientos de confianza y de temor a raíz del disciplinamiento a que son sometidos los jóvenes. En este escenario, el miedo se va configurando como una estrategia poderosa para controlar y dominar sus vidas en los diferentes espacios de relación; sin embargo, ante esa ambivalencia producto de los sentimientos, surgen líneas de fuga y de resistencia que los llevan a reflexionar sobre su propia existencia y a terminar decidiéndose por dirigir su propia vida. Se inaugura así, un tiempo de revelación que a través de procesos de subjetivación, pone en conflicto esas subjetividades obedientes, aburridas y resignadas, que evidencian la finitud de su existencia. Es estar como en un atolladero, vacilando y vislumbrando a la vez la salida, y en este proceso que comienza a fraguarse, surgen ciertos móviles, ciertas motivaciones en el sujeto, que le van reclamando para sí una vida digna. De esta manera, paulatinamente se van dando movimientos subjetivos que coadyuvan a la emergencia de un sujeto que quiere para sí una vida distinta y que comienza a decidir lo que se merece para vivir en la dignidad. Estos aspectos serán abordados en el siguiente apartado a través de tres analizadores. En primer lugar, señalamos los factores de la desvinculación encontrados como los más relevantes; en segundo lugar, nos detendremos en el momento de la fuga como un instante decisivo en la vida de los jóvenes y finalmente, daremos una mirada al tránsito que deben recorrer los jóvenes y como viven esta experiencia. 127 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.4.1 Factores de la desvinculación Ahora bien, nos interesa saber qué motivó la salida de los jóvenes, para que sus vínculos, lealtades y motivaciones con respecto a la vida en la insurgencia se debilitaran. Veamos a continuación esos elementos claves en las trayectorias de los jóvenes, los cuales se incrustaron de manera diferente en cada uno para tomar la decisión de desvincularse del grupo. Como veremos, se configuraron en artefactos que comenzaron a marcar el camino hacia la salida del grupo en búsqueda de un nuevo destino, pues el elegido como una oportunidad para la construcción de sí mismos en la vida armada, donde esperaron tenerlo todo, en últimas les demostró que no tenían nada. 2.4.1.1 Cuando los jóvenes se decepcionan del grupo Si bien el grupo se había constituido para los jóvenes en una comunidad de acogida que les ofrecía cierta seguridad y protección, la situación de confrontación en la guerra hizo que esas subjetividades se vieran afectadas y que las relaciones de confianza construidas con el grupo, se fueran deteriorando. De esta manera, los trajines propios de la vida en la guerra influyeron para que cambiaran esas relaciones y los jóvenes las vieran de manera diferente, razón que fue compartida por varios de los jóvenes entrevistados. Para iniciar, queremos detenernos en el siguiente relato, donde la joven vive una experiencia límite como lo es un bombardeo. En esta confrontación armada, donde no hay lugar a defenderse y la consigna viene a ser “sálvese quien pueda”, la joven se siente totalmente desprotegida por parte del comandante, quien con su indiferencia y la falta de 128 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados relaciones de cuidado y de protección con otras niñas recién ingresadas, hizo que en la joven se debilitara el soporte que ésta creía tener y se impusiera la idea de huir de allá: “Eso fue acá en el Tolima, en toda esa parte que es zona roja. Eran las dos de la mañana y nos habíamos parado a hacer el desayuno. Esa vez yo estaba en la rancha, la rancha es donde uno come, esa vez me había tocado a mí cuando escuchamos un avión, había un muchacho que estaba conmigo que ya había estado en eso hartas veces, entonces dijo, eso a las 6 vueltas del aparato nos van a bombiar a todos los que estamos. Y entonces si a las 4 vueltas, a la cinco y ya cuando estaba para la seis, nos tocó salir corriendo de ahí y nosotros que salimos corriendo cuando si tiraron bombas y se prendió el combate. ¡Dios bendito! A la gente casi no le queda tiempo ni de disparar, ahí lo que hacen es correr y correr, si porque no hacen sino tirar bombas y bombas ¡Dios bendito! eso es cosa terrible. Me toco salirme para el filo. Eso corrimos mucho y eso como disparaban, y ya después el ejercito por tierra. Murieron un poco, niñas recién ingresadas y no le pedían sino al comandante que las sacara ¿y sabe qué les decía el comandante? que se defendieran como fuera, y ahí quedaron esas muchachas todas botadas, unas niñas bonitas, pero ahí murieron todas, como de 14 años. Y así fue donde yo ¡Dios bendito! yo le pedía mucho que me diera la oportunidad de volver a ser libre, y eso corrimos dos días por los lados de Gaitán y esa gente era detrás de nosotros”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Veamos otro relato de un joven donde se rompen sus lazos de confianza con el grupo, puesto que lo dejaron abandonado luego de un combate con el ejército, donde resultó herido en una pierna. Esta situación de quedar abandonado a su suerte la consideró una injusticia por parte de sus compañeros, pues él se consideraba un buen guerrero y por lo tanto, no se merecía que lo dejaran herido y expuesto a una captura, razón por la cual, como él mismo lo dice, “lo perdieron”: “Fui herido en una pierna luego de un bombardeo. Estuve cuatro días solo, abandonado y escondido. El ejército estuvo allá pero no me vieron, vi que ellos mataron a un guerrillero que estaba mal herido. Luego de esto me puse a gritar y gritar pidiendo ayuda, hasta que un guerrillo me escuchó y fue a avisarle a mi tío 129 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados quien me rescató. Me llevaron donde la abuela y de allí estuve con mi tío durante mes y medio hasta que me recuperé; luego me llevaron donde mis suegros donde también estuve otro mes y medio en muletas. Estando allá llegó un guerrillero que el grupo había mandado, porque querían responder por haberme dejado tirado. Entonces fui hasta allá y aproveché para “pedir la baja” y me la negaron. Entonces el secretariado ordenó mi ascenso porque yo fui “firme” con ellos y no los traicioné. Me dieron el rango de comandante, pero no lo quise aceptar porque me habían dejado botado. Le dije “camarada, ustedes al dejarme botado y mal herido, me perdieron y quiero la salida para mañana. Pero me la negaron y me encargaron de doce unidades de avanzada, o sea, de una escuadra”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). 2.4.1.2 Cuando se agrede la condición de mujer: entre la indignación y la injusticia En un contexto de confrontación armada en las montañas o en la selva, el embarazo y la maternidad son situaciones problemáticas para la seguridad del grupo, razón por la cual a las jóvenes se les ordena planificar. Sí esta norma se incumple, suelen recibir sanciones y por lo general, se ven obligadas a abortar. Esta experiencia relacionada con la condición de ser mujer, fue uno de los factores más determinantes que disparó la toma de decisión en las jóvenes e hizo de ella un proceso sin reversa. A continuación, quiero presentarles tres experiencias que en mi concepto son reveladoras porque marcaron el comienzo del fin de la vida de las jóvenes dentro del grupo armado. En primer lugar tenemos el caso de esta joven que nunca contempló la posibilidad de retirarse del grupo, porque lo consideraba su familia ya que ingresó a él cuando contaba con ocho años de edad. El hecho de que la durmieran para interrumpir su embarazo de ocho meses, 130 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados fue el detonante fulminante para que se dieran en ella procesos de subjetivación que determinaron su salida: “Eso fue como a los veinte años cuando salí embarazada. Oculté mi embarazo hasta que ya no pude más y de ahí para allá empezaron a correrme, a andar detrás de mí y no me dejaban, se me arrimaban, parecían un perro y yo los mordía, los pateaba. Eso como a las 5 de la mañana iban a ofrecerme pastas, yo decía pastas no, no. Yo no me le tomaba pastas ni nada, y como no pudieron, entonces me durmieron. Mi hija nació viva y nació completica, porque ya tenía ocho meses de embarazo cuando nació mi bebé y se me murió allá. Esa fue la mayor parte de decidir venirme, porque yo juraba a capa y espada que yo jamás me iba a venir. Si yo me veía era allá, yo decía ¿a qué vuelvo? Me gustaba estar allá, entre más días más se enamora uno de la vida allá”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). No está por demás decir que esta joven no tenía motivos para volver con su familia; adicionalmente, por los procesos de socialización vividos al interior del grupo desde los ocho años hasta los veinte, además de establecer vínculos con él ligados a la violencia y la guerra, éste se configuró en su referente de identidad personal y colectiva, lo que debilitó sus vínculos familiares. Podemos decir también, que la guerrilla fue su escenario de acogida y reconocimiento, donde operaron procesos identitarios referenciados en el grupo, los cuales pusieron en juego su ipseidad en el proceso de ser otra, desde el momento que se vinculó. Sin embargo, la pérdida de su bebé fue una experiencia que le generó mucha indignación, desencadenando sentimientos de rabia y rencor que comprometieron su posicionamiento subjetivo y determinaron la salida del grupo. En segundo lugar, les compartimos el caso de una joven que estuvo por fuera del grupo un año, mientras se recuperaba de una herida en una pierna como consecuencia de una emboscada. Durante ese tiempo, podemos decir que emocionalmente inició su proceso de 131 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados desvinculación del grupo y lo pudo vivenciar al tener que regresar contra su voluntad, entrando en conflicto su subjetividad. Sin embargo, el factor más decisivo fue un aborto que le practicaron más adelante: “Me pegaron en la pierna en una emboscada, yo perdí el equipo y todo lo que llevaba. Luego me mandaron por allá para Palermo porque había mucho ejército y me gustó. Pero luego me aburrí cuando volví porque me recogieron cuando ya me había amañado. Me mandaron para Marquetalia y yo no me quise ir para allá, eso había mucho ejército. Yo no quería ¡no, ya no! En Neiva estuve trabajando unos días y ya como que era más diferente todo y volver a ese monte otra vez… Yo duré casi un año por ahí, porque no me podían recoger porque había ejército. Y eso ya cuando me recogieron la primera noche me tocó guardia ¡hijuemadre! eso me tocó de doce a dos de la mañana y yo me paré y me quedé dormida, me senté en un palo y me quedé dormida, tenía que parar un carro y eso el carro se me pasó. Al otro día me regañaron !y yo qué, yo me largo! Me salía de los chiros y me regañaban y me daba rabia” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). Como podemos observar, esta joven muestra conflictos en sus procesos identitarios. En primera instancia, porque en Neiva estableció pautas de relación con otros jóvenes de ambos sexos de su edad, compartiendo lo propio del ser joven, razón por la cual hubo un cambio en sus referentes identitarios; en segundo lugar, porque de estar viviendo en el monte pasó a vivir a un contexto urbano, lo que marca una gran diferencia en la calidad de vida; y finalmente, porque ella había ganado autonomía y libertad y ya no estaba dispuesta a obedecer ni a recibir más regaños. Este tiempo de ausencia de un año por fuera del grupo, es un tiempo subjetivo que marca el comienzo de un proceso de emergencia de una subjetividad que entra en conflicto, con sentimientos morales de rabia e indignación que comienzan a operar, para darse cuenta que ese ya no es su lugar: 132 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Cuando yo llegue allá, ya no quería ponerme ese camuflado que me hacían poner, ya no quería cargar ese bolso, ya no quería eso. Que me ponían a caminar y yo ¡ahhg qué pereza! yo salía de esa casa para el trabajo en una buseta, y yo ya no quería andar, ya no quería embarrarme”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). Sumado a lo anterior, al poco tiempo resultó embarazada y le practicaron un aborto cuando tenía cuatro meses de embarazo. Con esto, se selló la toma de decisión de volarse del grupo: “Si, a mi me hicieron un legrado después de mi regreso del tiro en la pierna. Seguro porque yo magnificaba eso y seguro por tanta droga y tanta cosa que me ponían y me revolvían, entonces esas inyecciones no me hicieron. Ya tenía cuatro meses y el médico que me lo hizo me dijo que era una niña… el amor de mi hija me dejó trastornada, pues yo la enterré y a los tres días delante de la Virgen yo la saqué, escarbé con las manos y la saqué. Eso me tenía atemorizada, atormentada, todos los días, todas las noches, la imagen de ella estaba en mi mente. Por eso me volé”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). Todo parece indicar que en el caso de muchas mujeres, el detonante para la desvinculación emocional del grupo, es la presión hacia el aborto, su práctica o la muerte de los bebés. Estas son experiencias encarnadas que se pueden relacionar con lo que Goffman (1961) denomina “la mutilación del yo,” y que comienzan a generar sentimientos morales como la rabia, la indignación, el dolor y el resentimiento. Conviene señalar además que también se dan casos en los cuales el grupo acepta que el embarazo de la joven llegue a término, pero con la condición que luego dejen a sus bebés a cargo de sus familiares, situación que las jóvenes madres no están dispuestas a asumir. Por lo tanto sus subjetividades entran en conflicto y prefieren escaparse, a tener que quedarse en el 133 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados grupo, trabajando para el grupo y renunciar a su maternidad. Veamos entonces el tercer caso, que es de nuestro interés resaltar: “Estuve embarazada a los cinco años de vivir con ellos. Pero por cosas de mi diosito, porque eso allá es prohibido, lo pude tener. La verdad yo era la enfermera y yo prácticamente no planificaba. Cuando el comandante me llamó y me preguntó yo como estaba, que si estaba planificando y le dije que si, que yo planificaba, pero mentira yo no. Y a los tres meses fue que yo les avisé, como a los tres meses y medio. Pedí permiso para ir a tener la bebé a Ibagué donde unos familiares. Al mes me mandaron llamar, entonces dejé a la bebé con mi mamá y regresé al grupo a pedir la baja. Ya después de que uno no quiere estar allá, ya todo va cambiando… Al mes completico de tenerla ya me llamaron y me tocaba ir a presentarme. Pero como yo pensaba salir por las buenas de allá ¿cierto? Por ejemplo, estar allá ir a presentarme y hablar con ellos, porque yo me quería venir para acá y estar con la niña, decirles: bueno aquí estoy pero les cuento que ya por la niña me voy. Si y lo primero que hice fue eso, ¡pero qué, me tocaba quedarme! Y no, pues a lo último tomé la decisión de venirme con mi marido”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). Sin embargo, conviene dejar en claro que la práctica del aborto no se puede generalizar, pues no en todos los casos el grupo guerrillero interrumpe los embarazos, en particular, cuando la joven tiene un rango alto dentro del grupo o es la compañera de un comandante. De otro lado, estamos de acuerdo con los planteamientos de Luz María Londoño y Yoana Nieto (2007), cuando nos dicen que si bien las practicas de control natal y del aborto pueden interpretarse como formas de control del cuerpo femenino, esto a su vez es explicable en escenarios donde hombres y mujeres cuentan con una vida sexual activa, pero con pocas posibilidades de llevar a término los embarazos y criar niños en condiciones inadecuadas, tanto para los madres, como para sus hijos. Así mismo, estamos de acuerdo con las autoras cuando afirman que el uso de métodos anticonceptivos en las organizaciones armadas ilegales, no tiene como finalidad la 134 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados construcción de una sexualidad libre y responsable, sino “la instrumentalización del cuerpo femenino con un fin funcional para la guerra” (p, 241). 2.4.1.3 Cuando de querer vivir una vida digna se trata Los sentimientos morales de rabia e indignación que sienten los jóvenes cuando se dan cuenta que no están viviendo una vida digna, son el comienzo de las luchas por la recuperación de su dignidad. En esa conquista por la dignidad nos encontramos a varios a jóvenes, que como sujetos de derechos inician un proceso de reflexión sobre su propia existencia y la conflictúan a través de procesos de subjetivación no solo de la exterioridad, sino también de la interioridad. Entonces se generan movimientos en sus subjetividades, los cuales comienzan a transitar desde una subjetividad de la obediencia y resignada, hacia una subjetividad rebelde y nuevamente esperanzada por encontrar en la sociedad civil, un escenario donde se pueda vivir con dignidad y justicia: “Cuando ya casi tuve por ahí los 17 años, ya empecé a ver que no era algo normal, que no era una vida adecuada para un ser humano. Ahí me vi yo, porque uno mojándose, a toda hora, uno ve que no es una vida normal ¡esa es la vida para marranos! Uno ya empieza a pensar que le hacen falta cosas, a veces no le llegan a uno los útiles de aseo, que le hace a uno falta la crema, que el jabón para uno poder bañarse. Todo eso no lo ve uno de joven, no le presta atención a nada, pero ya más adelante va mirando que así no le sirve… y además tener una pareja, tener hijos, todas esas cosas lo hacen pensar a uno diferente, dan ganas de formar un hogar. Ahí es cuando le cambia la forma de pensar a la persona… La lluvia me comenzó a molestar, a afectar en la parte de la moral que llaman. Cuando hay que prestar lo que es la guardia, cayendo agua y uno envolviéndose en esos plásticos ¡ya empezó como a fastidiarme todo!” (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). 135 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Este relato pone de cara a un sujeto con experiencias encarnadas en su cuerpo, experiencias reveladoras alrededor de la dignidad de la persona humana y por decir lo menos decide buscar nuevos horizontes de sentido para su vida. Así mismo surge en él la necesidad de crear nuevos vínculos, en este caso con una pareja para formar un hogar. Más allá de esta situación, podemos decir que nos encontramos con un sujeto que no reduce su experiencia vital a su vida personal, sino que la vincula a un otro - una compañera- y a unos otros –sus hijos- que lo sucederán y serán su continuidad. 2.4.1.4 Cuando ya lo hizo un familiar En los relatos de los jóvenes, encontramos también casos en los cuales la decisión fue motivada por un familiar. El hecho de saber que algún familiar ya retornó a la civilidad, motiva poderosamente al sujeto a hacerlo también y a buscar los modos de salirse prontamente del grupo. El imaginarse que alguien muy cercano logró desmovilizarse, es libre y se encuentra viviendo su propia vida, es un fuerte incentivo para la salida, pues logra terminar de resquebrajar los vínculos que ya habían venido debilitándose: “Tengo otro hermano que también hacen parte del programa, entonces pues ahí como a los dos meses él se desmovilizó, entonces yo me di cuenta que se habían desmovilizado y pues si ya mi hermano esta por allá, me gustaría también salirme de acá. Ese fue el principal motivo, saber que él ya había salido de por allá. Demoré como cinco meses para poder escaparme”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). Al respecto vale la pena decir que incentivar la desmovilización a través de la radio y la televisión, indicando cuántos lo han hecho y sus beneficios- y sin desconocer que ésta es usada 136 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados de manera desvirtuada por las partes- puede constituirse en un hecho que favorezca la toma de decisión de los jóvenes, pues ello los motiva poderosamente, además de informarlos. Como veremos más adelante, ellos tienen mucha ignorancia al respecto, y esta situación es aprovechada por los grupos para distorsionarla y asustarlos para que no lo hagan. 2.4.1.5 Cuando es una decisión compartida con otro Ya vimos en líneas anteriores el caso de una joven a quien le tocó dejar a su bebé con sus familiares y posteriormente tomó la decisión de volarse con su marido. Ahora quiero mostrarles el caso de un joven quien en la entrevista manifestó, que decidió entregarse por iniciativa de su tío quien también formaba parte del grupo armado. Al respecto, es conveniente decir que cuando los vínculos se están debilitando, es más fácil tomar la decisión para fugarse, acompañado de otra persona que inspira confianza, que hacerlo en solitario. Así mismo, genera más seguridad el hecho de hacerlo con una persona mayor en edad, o con el compañero (a), puesto que se presume que son personas que poseen más conocimiento y experiencia para sortear la vida en el monte: “Yo trataba de sobrevivir para ver si algún día salía de eso… Yo tomé la decisión por apoyo y solidaridad con mi tío. Ese fue un paso que dimos los dos. Prácticamente estábamos solos, los docitos, entonces nos dio la idea y nos fuimos a un punto que le dicen punto de soldado, ellos (los soldados) fueron hasta allá a recogernos. Nos llevaron a Buenaventura y luego a la brigada y empezaron la investigación y el papeleo”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). 137 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 2.4.2 Y se llegó el momento de la fuga Una vez el joven ha tomado la decisión, comienza a planear solo la fuga, piensa en el momento y la forma de hacerlo, analiza la situación y solo le resta esperar a que se presente esa oportunidad para arriesgarse y jugarse el todo por el todo, incluso la propia vida. Valga decir aquí, que la fuga es una experiencia donde emerge la subjetividad que pone en evidencia la finitud, haciéndonos conscientes de nuestra vulnerabilidad y fragilidad. Sin embargo, ya la decisión está tomada, lo que permite que los jóvenes se llenen de coraje y valentía para afrontar las incertidumbres que les esperan, el riesgo de morir en el intento, la persecución de sus compañeros por traición o la captura por parte del ejército. En el siguiente testimonio identificamos cómo en situaciones extremas de miedo, paradójicamente el entrenamiento recibido para sobrevivir a los combates en el monte, se constituyó en una fortaleza que le permitió ganar confianza y resistencia física para que el cuerpo no se venciera fácilmente ante el cansancio y el hambre, luego de varias horas de persecución. La travesía de la joven protagonista duró cerca de nueve horas, hasta llegar a la casa de una mujer quien le prestó ayuda: “Yo esperaba la oportunidad para escaparme y eso fue una noche, entonces nos reunieron y a mí me tocó la guardia de las 2 de la mañana. Yo dije, la única oportunidad es esa, y si, a las dos de la mañana me llamaron para la guardia, y yo de una vez fui saliendo y esperando a que ellos se retiraran un poquitico y claro, ya cuando yo estaba lejos, los del ejercito venían cerquitica, y los perros en la otra finca estaban ladrando. Imagínese ya lo que nos esperaba, entonces yo dije ¡es la única oportunidad que yo tengo! Y si lo fue. Entonces los compañeros se dieron cuenta que yo me había volado y ahí me toco correr mucho, mucho, mucho y eso casi me alcanzan. Me disparaban, cuando me vieron cerquita a un filo me dispararon y cuando llegué a ese filo, lo único que pude hacer fue saltar lejos para no dejarme y meterme 138 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados debajo de las hojas, y esa gente pasó por ahí que me buscaba ¿si me entiende? Eso yo me acuerdo y es algo que a mí nunca se me olvida. Yo duré ahí como tres horas metida, hasta que no escuché nada, ya después salí y me bajé por otro lado y llegué a una casa donde una señora. Ya era de día, eran las once de la mañana, yo no había dormido nada y yo era corra y sufra de hambre, y eso como dice el cuento, cuando uno tiene miedo uno aguanta. Salí a una casa y me encontré con una señora y mire que esa señora desde que me vio, ella reconoció que yo estaba volada, sabía que era de allá por el uniforme y porque me había arañado la cara con alambre. Empezó a hacerme conversa, y yo con miedo porque así es como lo entregan a uno, pero no. La señora me dijo que si quería, ella me regalaba ropa para que yo me quitara el uniforme, y ahí yo me cambié, yo le hice caso, pero yo no le dejaba ver el arma. Yo tenía el pelo largo así y todo porque a mí siempre me ha gustado el cabello largo así hasta la cadera, y la señora me dijo que si me mochaba el pelo, que cambiaba, y yo le dije que sí, y el pelo me quedó bien bajito”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Queremos mostrar también, que más allá de la resistencia física y del coraje, en estas circunstancias por lo general siempre hay una persona que tiende la mano a los jóvenes y les ayuda, evidenciándose unas primeras muestras de solidaridad de la sociedad civil hacia ellos. Así mismo, que otra manera de ayudar a las jóvenes para engañar al enemigo y ocultar su identidad, consiste en cambiarles su apariencia física y “disfrazarlas” de mujer, bien sea cortándoles el cabello o maquillándolas, lo que dicho sea de paso, comienza a operar sobre sus nuevos referentes identitarios, tal y como lo veremos en el siguiente capítulo. Ahora bien, como ya lo mencionamos anteriormente, la fuga es una experiencia donde emerge la subjetividad que nos enfrenta con la finitud y vulnerabilidad de la vida, nos permite comprender que no hay nada absoluto en nuestras vidas y más, cuando los propios compañeros están al acecho. Así lo expresa la joven en su relato: 139 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Porque cuando uno escapa de allá, uno tiene la vida en un hilo, los compañeros de uno se vienen, uno tiene como dice el cuento, tiene que llevárselos por delante. Ahí no existen amigos, nada, y como ellos se ponen a cogerlo a uno vivo, o a cogerlo muerto, entonces uno también lleva lo de uno, pues uno no se va a dejar joder” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). De acuerdo con las narraciones obtenidas, es posible afirmar que la fuga fue una experiencia imborrable, que además del esfuerzo físico y desgaste emocional llevados al extremo, dejó huellas imborrables, porque paradójicamente los jóvenes estuvieron más cerca de la muerte para salvar su vida y poder alcanzar la libertad. Así nos lo relata la siguiente joven: “Si, entonces entre las matas de piña tenían ron encaletado, botellas de ron, entonces dijeron:” no como usted se va, vamos a celebrar”. Bueno, esa noche se pusieron a jartar, entonces se emborracharon, y eso como estaba oscuro yo lo votaba, tenía que estar era buenecita para caminar, imagínese que eso fue en el Guaviare en los puros cerros, en las montañas. Bueno y fuera de eso uno se quedó dormido y el otro se fue para la caseta civil a pedir agua porque estaba seco y entonces fue cuando yo aproveché y dije: este man se va y el otro está dormido, entonces me voy, y con una mecha de esas de linternita, cuando salieron esas mechitas de moda, porque ni linterna tenía, yo decía no, y me le pelo por una montaña oiga, un potrero como de unas cien hectáreas. Y fuera de eso había comejenes, ay eso terminé aplastada por allá y eso me andaban en la barriga y yo los sentía por allá, me pasé una laguna que yo jamás la había pasado (risas) del miedo. A lo último se dieron de cuenta que yo no estaba ahí, miraron todas mis fornituras y no las encontraron. Las fornituras son pecheras, un chaleco donde uno carga las armas, las mecheras, carga uno bobadas, hasta el cepillo, todo eso carga uno ahí. Entonces dijeron ¡no esa vieja se voló! y entonces Raúl dijo, ah mi niña ya debe ir llegando al batallón o sí no, que se atenga al juicio. Cuando yo me les interné en ese potrero, oiga, paticas para qué las tengo ¡diosito santo! ahí fue cuando me pasé la laguna, pasé para el otro lado cuando llegaron a una casa a preguntar por mí. Y yo me les escondí, me quede quietica en la pared, y eso me metí por entre un piñadero y las piernas eran llenas de chuzos de las piñas ¡pero salí oiga! salí a las seis de la mañana a la carretera. Llegué a una casita y donde esa señora me quité la ropa mojada que llevaba y me cambié por ropa seca y me fui por esa carretera, y como por este lado es montaña y por ese también ¡ay mamacita, yo le pedí a mi diosito que me ayudara a pasar esos montes! y pasé. Cuando pasó un carro me echó y me tocó irme hasta con unos marranos ¡ay 140 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados pero me fui y llegué a San José del Guaviare!”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). En este recorrido por las experiencias, también es valioso dar a conocer aquellas situaciones en las que los jóvenes contaron con suerte por pertenecer a las columnas móviles, pues las condiciones para su fuga se dieron en un momento determinado, y por lo tanto, llevarla a cabo fue relativamente fácil. Conozcamos dos de esas experiencias: “Yo pertenecía a la columna móvil Daniel Aldana, éramos 55 y manteníamos caminando por ahí en el día, donde acampaba uno, pues uno tenía que estarse ahí quieto haciendo guardia, entonces no había oportunidad de nada. Hasta que un día decidieron sacarnos para que fuéramos a encontrarnos con otros y conformar otro frente. Nos escapamos tres menores de edad. Sí, nos habían mandado por allá a conformar otro frente, y ahí fue la oportunidad porque nunca llegamos por allá donde nos habían mandado. Teníamos que caminar hasta una parte que se llama “El Toche” y allí encontrarnos con otros guerrilleros, que nos iban a llevar para otro frente. Nosotros teníamos todo, nos pusimos a pensar entre nosotros, la idea fue de otro muchacho sí deberíamos irnos, ya que no había nadie por allá. Él lo dijo con miedo, ustedes son menores de edad, nos vamos o nos quedamos, nosotros nos pusimos a pensar y como a las cuatro horas después de que dijo, fue que decidimos irnos. Eran como cinco días de camino para llegar hasta donde estaban los otros, entonces se dieron las cosas y ¡gracias a Dios! Eso fue como a las 10 de la mañana ¡estaba calentando un sol! no habíamos ni desayunado, teníamos mucha hambre, y eso también nos ayudó a salir de por allá. Estábamos por ahí y caímos a una carretera. Caminamos un rato porque nadie nos recogía en los carros, nos daba hasta miedo seguir por la carretera porque de pronto informaban por allá. Por ahí encontramos una señora le comentamos la historia, ella nos llamó al ejército, entonces el ejercito vino y nos recogió”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). El siguiente testimonio que quiero resaltar es el de un joven que cuando ingresó formó parte del escuadrón de guardia del guerrillero cuyo alias era el abuelo, y luego formó parte del primer anillo de seguridad del guerrillero conocido como Jerónimo. Posteriormente se 141 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados desempeñó como radista (el encargado de manejar las comunicaciones a través de la radio), y fue quien transmitió al grupo la muerte del camarada Raúl Reyes. Este joven quien a pesar de ser considerado un buen guerrero, fue abandonado por el grupo tras un combate donde resultó herido en una pierna, ya había tomado la decisión de fugarse aunque el grupo luego mandó por él y lo ascendió a comandante de doce unidades de avanzada. Aquí también la fuga fue relativamente fácil para este joven, cuyos lazos de confianza ya se habían roto con el grupo, pero éste todavía confiaba en él: “A mi escuadra le puse de oficio coger café y leña. Como yo había decidido escaparme, una mañana les puse oficio a mis soldados y les dije que a las 2:00 PM nos encontrábamos. Mi estrategia mientras me alejaba fue usar la radio que yo cargaba, le puse alto el volumen para escuchar música y despistarlos. Estando en esas me encontré con el comandante miliciano y le dije “voy para Maracaibo”. Luego salí a la carretera, subí la línea y me encontré con dos civiles que me regalaron lo del pasaje para irme a Rioblanco donde mi abuela. Llegué a la pieza de mi abuelito y me vestí con su ropa; luego de allí me fui con ayuda de un tío político hasta donde mi mamá. De allí llamamos a la Sijin y ellos me llevaron a un hotel para esconderme, pues me estaban buscando. Luego salimos para Chaparral donde estuve todo el día dando entrevistas. De allí me mandaron para Ibagué a un Hogar de Paz mientras me salía el CODA”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). 2.4.3 El comienzo del tránsito a la vida civil de los jóvenes Con la salida del grupo armado se inaugura un movimiento subjetivo en los jóvenes, que lanza nuevamente la apuesta subjetiva de sus vidas. El modo como ocurre su salida tiene relevancia, pues en el caso de las desmovilizaciones individuales no hay mesa de concertación, ni acuerdos previos. Para rematar, los jóvenes son considerados por el grupo como desertores y a la vez son declarados objetivo militar por ser unos traidores a la causa. 142 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Prácticamente inician este proceso desde la clandestinidad y en esta nueva etapa se sienten desamparados, pues no están preparados para solventar su existencia. Adicionalmente, no se encuentran en condiciones de asumir los retos del retorno a la vida civil en un contexto por lo general urbano, siendo muchos los interrogantes que comienzan a hacerse en su apertura subjetiva, y para los cuales no tienen todavía las respuestas: ¿Quién soy ahora? ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo será mi vida ahora? ¿Elegí el camino correcto? ¿Me estarán persiguiendo y hasta cuándo? De otra parte, la fuga implica la tramitación de sentimientos morales como la traición y la deslealtad frente al grupo, lo que hace más complejo el panorama. Mientras se configura su nuevo horizonte subjetivo, vivirán en un tiempo de incertidumbres, de inseguridad y de temores al transitar por un mundo de cambios y de transiciones, en lugares extraños y con personas extrañas. Es un tiempo del regreso al sujeto que se piensa en un medio ajeno a él, donde vuelve a preguntarse por su mismidad para descifrar su identidad y actualizar quién y cómo continúa siendo. Para empezar, quiero detenerme en esa fracción de tiempo subjetivo caracterizado por la incertidumbre, donde salen a flote esos primeros sentimientos que surgen cuando se está a la deriva y que van convocando al sujeto a la confrontación: “La verdad es que uno se siente muy afligido y triste pensando qué se va a poner a hacer…” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). ”Yo tenía esperanza y a la vez miedo”… (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Yo no sabía qué iba a pasar en verdad, sentí miedo sí, porque yo no sabía si me tocaba regresar a la tierra mía, no podía en ningún momento, en eso si sentí miedo”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). 143 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Uno sale de allá y queda es como vacío, uno se pregunta ¿a dónde voy, qué voy a hacer, qué será de mi? porque uno acá en la ciudad sin poder distinguir a nadie, entonces es muy verraco, entonces lo que uno piensa es eso, miedo y como desesperación”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Sin duda, son tiempos que configuran un nuevo horizonte subjetivo en cada uno, donde su identidad, vínculos, valores y proyectos de vida pasan necesariamente por un proceso de resignificación y reconfiguración, pues el sujeto necesita “reinventarse” y poco a poco poder hacerse a un lugar, para situarse de nuevo en la sociedad civil. Como vemos, con temores, pero también con esperanza de ser acogido y reconocido, y para esto, cada uno demandará de un tiempo subjetivo para su elaboración. De otra parte, no es de sorprender que en el comienzo de ese tránsito, la mayoría de los jóvenes añore en primer lugar el reencuentro con sus familiares; sin embargo no alcanzan a imaginar que les depara trasegar por varios destinos, donde posiblemente muchos vivirán procesos de vinculación y desvinculación frecuentes, hasta que al fin logran por lo menos una estabilidad espacial. Es así que para la siguiente joven le significó desplazarse del batallón a Chaparral, de allí a una correccional en Ibagué, luego a Bogotá y por último, a Ibagué: “Yo bajé al pueblo para coger para la finca donde vivían mis padres, y ahí el ejército me rodeó y comenzó a hacerme preguntas, y yo dígales mentiras que yo no era de allá. Ellos me decían que me había volado y que me estaba buscando “esa gente”, y comenzaron a decirme cosas, que si yo era que me entregara, porque si yo me iba para el otro lado, me cogían y me jodían. Entonces yo me llené de coraje, si me entiende, y ellos me dijeron un poco de cosas y a lo ultimo yo lloré. Ahí se me bajaron lagrimas, yo dije que si, que yo era y “no pues a empezar una nueva vida”, porque sin saber para dónde, entonces ellos me llevaron allá para el batallón y después al otro día, de ahí me trajeron para Chaparral. 144 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En Chaparral duré ocho días y de ahí de Chaparral vine a Ibagué a una correccional; en la correccional no duré sino un mes y ya de ahí me fui para Bogotá a unos hogares de paso donde duré 8 meses y de allá volvieron y me trajeron a Ibagué al Hogar de la Joven. A los dos meses yo dije que no más, que me dejaran libre y pedí que me dejaran con mi familia. Pero entonces “han sido cambios que yo no me los esperaba, eso fueron cambios muy fuertes”. Eso fue en el 2004, desde que me salí en el 2003 al 2004, todo ese tiempo pasó y yo estaba muy aburrida porque eso allá uno tan lejos de la familia, cuando el pensado mío era volverlos a ver y estar con ellos”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). En el siguiente caso, queremos mostrar también la ruta que tuvo que seguir el joven, pues inicialmente el ICBF se hizo cargo de él por ser menor de edad, en la sede de Ibagué; luego fue trasladado a una casa juvenil en la ciudad de Bogotá, posteriormente lo llevaron a un hogar tutor de donde se voló a buscar a su mamá, pero por cuestiones de seguridad debió marcharse para Chaparral y finalmente regresar a la ciudad de Ibagué para acogerse al programa: “El ejército nos llevó por allá, nos dejó en un colegio y ahí llegó el Comisionado de Paz. Le entregamos los fusiles y todo. Nos tuvieron allá hasta que llegó el Bienestar Familiar y nos recogió a los menores de edad. El Bienestar Familiar nos trajo para Ibagué, de ahí nos llevó para Bogotá a la casa Shalom. Ahí en esa casa uno duraba quince días o un mes sí se portaba juicioso; de ahí lo llevaban a un hogar tutor. Yo me quedé en la casa Shalom hasta que me sacaron, yo me amañé pues era bueno el trato y había muchos muchachos. Me sacaron de ahí, y me mandaron a una casa con otros muchachos. Era un hogar tutor. Ahí dure como ocho días, todos eran muy buena gente, todo bien, todo bueno. Pero me volé para Planadas porque quería estar con mi mamá… le comenté que me había desvinculado, estaba muy contenta pero igual corría riesgo, que yo no me podía quedar allá, porque allá era donde ingresaban. De ahí me fui para Chaparral y me contacté con una señora quien me dijo que me viniera para Ibagué con el programa”. Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). 145 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Cabe precisar que durante este tránsito los jóvenes experimentan sentimientos de confusión, abandono y soledad, y que posiblemente el desprendimiento del grupo ya iniciado comience a tomar fuerza en este devenir. En este contexto, es fundamental la acogida que en ese primer momento se brinde, para dar a los jóvenes un ambiente de seguridad y tranquilidad, pues además, ellos vienen desinformados o con miedo a que los golpeen y los lleven a la cárcel: “Cuando me desmovilicé, la gente que me recogió fue bien conmigo, me explicaron, y entonces ahí fui sintiendo que iba saliendo ya de esa mancha verde. Porque eso es por todo lado. Una mancha por todo el país. Sentí como una esperanza, igual pues mi hermano ya se había desmovilizado y no le había pasado nada, que no le habían metido ni a la cárcel ni nada, porque el miedo es que lo metan a la cárcel por uno desvincularse así, que pues uno allá es que por ser guerrillero le meten mucha sicología que si uno se viene, que el ejercito acá lo mete a la cárcel, le pega un tiro, entonces lo asustan a uno también, y uno también piensa en eso para venirse”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “En el albergue no nos habían hablado que uno salía independiente ni nada, nosotros creíamos que íbamos a pertenecer toda la vida a un albergue, pues no nos habían dado una charla ni nada. Hasta el momento que fuimos a la oficina de Bogotá y allá el Capitán nos orientó”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). Bien vale decir que el hecho de no presentarse y reportarse como desmovilizados, les puede representar un alto costo emocional, que se traduce en aislamiento, inseguridad, temores y adicionalmente, dificultades para establecer redes sociales de apoyo y la pérdida de los beneficios que brinda el programa en la restitución de sus derechos: “Nosotros vinimos a dar ahí, a Chaparral. Luego nos vinimos para acá a Ibagué y ahí fue cuando yo me contacté con un muchacho que es de por allá de donde mi familia, si un señor que también se desmovilizó. En mi familia me decían que nos entregáramos que nos desmovilizáramos, pero siempre con ese temor de que lo lleven a uno a la cárcel, porque cuando eso, todo lo que a uno le decían que se entregara, que eso era 146 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados mentira, que se lo llevaban derechito para la cárcel. Y cuando eso mi marido hizo contacto con ese muchacho y él hizo contacto con un coronel, sargento, no sé, del batallón y así duramos como ocho días y pues el señor le dijo a mi marido que no, que eso no había ningún problema, que nos presentáramos al batallón, que llegáramos allá que no nos pasaba nada. Y así fue, nos fuimos y así duramos como cuatro, cinco días. Luego pedimos que nos dejaran aquí en el albergue en Ibagué y pues ahí duramos que, como hasta diciembre cuando nos dieron el certificado y luego ya nos integramos al programa”. (Exguerrillera de las FARC quien se voló con su compañero. Entrevista N° 6). Pero esa ruta emprendida, como vemos, es también el comienzo de nuevos miedos, pues en primer lugar, surge el temor natural hacia lo desconocido, ya que los jóvenes se ven rodeados de extraños, no saben a dónde van a llegar, con quién van a vivir, qué tan seguros estarán. En segundo lugar, a raíz de la pérdida de sus referentes de identidad y no saber quién se es, la identidad entra en crisis. En tercer lugar, por la impotencia de no poder decidir por sí mismo y que otros nuevamente tomen el control de sus vidas: “A mí me dio mucho miedo, esa falta de sentirse uno mismo, porque a uno lo llevan a un hogar de esos y uno no sabe para qué lado lo van a llevar”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). “Sentí miedo porque eso meten el papel y eso esperan que lo aprueben yo no sé a dónde, y si le sale negativo entonces tiene que devolverse para su tierra, entonces más que todo yo en eso yo tenía más miedo, que el CODA me fuera a salir negativo porque con el CODA se viene la independización. Ese proceso duró más o menos tres meses. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). “En esos primeros días se sentía uno como mal, porque estábamos en esos albergues, la comida era mala, eso no lo dejaban salir a uno después de las siete, era complicado…En el albergue dure seis meses y en la granja duré tres meses. El albergue era en Bogotá y la granja era en La Mesa- Cundinamarca. En el albergue no cocinaban como era debido, era feo y uno en las reuniones hablaba de eso y decían que lo iban a solucionar ¡y qué, no solucionaban nada! seguían cocinando así. En la granja empeoró la comida; la granja por un lado era muy bonita porque era una finca muy hermosa, bacana, había como un rio y chorreaba el agua para bañarse, había 147 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados piscina, una naturaleza muy hermosa, pero lo que era la comida, eso si nos daba duro a nosotros, porque no habíamos sido enseñados a comer tan mal”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). Es claro también que el tránsito emprendido por los jóvenes esté marcado de significados los cuales otorgan sentidos a la nueva vida que están inaugurando y a partir de los cuales, reelaboran sus experiencias para irse edificando así mismos. Pero los miedos aun no terminan. Con la llegada a la ciudad de estos jóvenes acostumbrados a la vida en el campo y en las montañas, también surgen nuevos miedos, ya que el nuevo contexto les resulta hostil, ruidoso, con mucha gente e inseguro. Nos encontramos con expresiones como las siguientes: “A uno le da miedo hasta de los carros” (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Me daba miedo la gente…” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). Adicionalmente, deben comenzar a hacerse cargo de sí mismos para satisfacer sus necesidades básicas y recuperar el mantenimiento de sí que le habían delegado al grupo guerrillero. Además de estas preocupaciones se suman las de su seguridad, pues temen ser reconocidos por algún compañero del grupo, ser delatados o terminar muertos. Sin lugar a dudas, lo vivido por estos jóvenes son experiencias que nos atrevemos a decir, los dejan tempranamente envejecidos: “La vida en la ciudad, acá es muy diferente a la de donde uno estaba, porque aquí todo es plata y allá no; usted se pone que ni qué hacer, de qué va a vivir, qué va a comer ¡Uno no sabe qué le espera!” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). “Y uno sabe que no puede salir, porque tiene uno ese miedo que de pronto alguien lo vea y lo sapee”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). 148 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Bueno, y ahora cabe preguntarnos qué pasa con las jóvenes cuando no se presentan ante alguna autoridad para ser desmovilizadas. Para algunas jóvenes que fueron combatientes o enfermeras, el retorno a la vida civil en estas circunstancias les implicó renunciar a lo aprendido en la vida armada y desempeñar actividades domésticas, ocultando así su identidad: “Yo cuando me vine duré trabajando un año de niñera, cuidando muchachitos y ganaba $510.000 pesos mensuales, pero yo trabajaba interna y un día me fui disque a un almacén a comprar ropa y ahí me pescaron. Yo me escondí, ¡pero me echaron al agua! Por eso es que la “señorita” está en el programa, porque la “señorita” no tenía pensado eso, yo nunca pensé meterme en el programa”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). No podemos finalizar este apartado, sin mencionar que muchos de los jóvenes luego de que se presentan a la autoridad respectiva, el ejército los aprovecha para obtener información o hacer operativos, aunque esto sea prohibido por la legislación: “Por ejemplo, a mí sí que me decían que fuera y recogiéramos yo no sé a quién, que hiciéramos operativos por allá, que fuéramos a coger, ahh entonces yo les dije ¿de verdad quieren ir? porque como yo dejé un poco de cosas por allá guardadas, entonces me dijeron ¿usted quiere ir es a traer esas cosas? entonces yo les dije: pónganse un camuflado, pero se van ustedes solos”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). “Y eso fue cuando me ofrecieron plata, a mi me pusieron 20 millones en una mesa para que yo fuera e hiciera matar al pollo Libardo, para que yo fuera de sapa, y fuéramos y desenterráramos una radio y unas cosas que yo tenía allá encalatedas. Yo les dije que no, porque por allá estaba mi familia y yo ni iba a hacer más zarape con las personas que hacia tanto tiempo habían compartido conmigo, y yo no fui”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). 149 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Los relatos que cuidadosamente seleccionamos, nos han permitido aproximarnos a la comprensión de ese tránsito que deben recorrer los jóvenes. Como podemos ver, nos hemos encontrado con unos sujetos que en sus pautas de relación social, política y cultural, han oscilado entre el desengaño en la vida armada y la esperanza en la vida civil; de vivir para otros, a vivir para sí mismos; de la vida en la colectividad armada a otra en la individualidad desarmada; de una vida en la ilegalidad por otra en las vías de la legalidad, y la lista de estas dicotomías puede resultar interminable. Pero más allá de ellas, es necesario reconocer que las experiencias de la fuga, de la desmovilización y del retorno a la vida civil de los jóvenes, son procesos complejos que implican construcciones y deconstrucciones de sus referentes de identidad, de sus vínculos, valores y proyectos de vida. También debemos decir, que cada uno lo experimenta a través de procesos de subjetivación muy particulares, ligados a su historia familiar, su contexto sociocultural, sus experiencias en el grupo armado, como también, a su propia capacidad para reponerse y buscarse de nuevo un lugar en la sociedad civil. 2.5. A manera de conclusiones El presente apartado pretende recoger los principales planteamientos de los aspectos analizados en este capítulo, en relación con las subjetividades en juego de los jóvenes, antes, durante y después de la vinculación de los grupos alzados en armas, como también durante su tránsito a la vida civil. 150 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Para iniciar, es necesario considerar al sujeto joven más allá de sus delimitaciones biológicas como la edad, y pensarlo en sus modos de ser joven, intentando reconocer sus características y especificidades como sujeto juvenil, con el fin de lograr comprenderlo en su complejidad y desde allí interrogar la realidad. En este sentido, “la posibilidad de sostener que puede hablarse de un sujeto juvenil, supone la elaboración de múltiples articulaciones, que ancladas efectivamente en unos rangos de edad, sean capaces de dar cuenta (…) de los modos particulares de experimentar y participar en el mundo (Reguillo, 2000, p. 56-57). En esta misma línea, resultan valiosos los aportes de Sara Victoria Alvarado (2009), quien nos dice que, “pensar lo juvenil es aventurarse en la reconstrucción de los mundos de la vida, con temporalidades y espacialidades diferentes a las ofrecidas por el mundo adulto” (p.100), y agrega que el concepto de juventud demanda de una perspectiva transdisciplinaria que asuma su esencia problémica y compleja, para poder delimitar las especificidades de lo juvenil y así, ganar una mayor comprensión de sus modos de vida. De otro lado, es necesario tener en cuenta que la conflictividad es inherente a las sociedades y se constituye en fuente de emergencia de manifestaciones identitarias, donde lo juvenil es entendido como el espacio vital en el cual se evidencian los fenómenos sociales. Manifestaciones identitarias en el caso de los jóvenes que se enrolaron en los grupos al margen de la ley, quienes por diferentes razones - socioeconómicas, de exclusión, de bajas condiciones de vida, de violencia familiar, de atracción y gusto por las armas y el uniforme, y de necesidad de reconocimiento, entre otras - en esa búsqueda vital, terminaron migrando a nuevos territorios, en términos de Reguillo (2000), generando adscripciones identitarias, donde asumieron unos discursos, unas prácticas y unas estéticas guerreras que más adelante, en su condición de desmovilizados, no podrán abandonar fácilmente. 151 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Como vimos en el capítulo, el análisis de las causas de la vinculación de los jóvenes a los grupos alzados en armas no sería completo si la condición del sujeto joven no se toma en cuenta, como también, el contexto de guerra en el que muchos se encuentran y que va en detrimento del tejido social, generando referentes de identidad de los pobladores con estos grupos armados. Los hallazgos de este estudio coinciden con el adelantado por Brett y McCallin (1998) titulada Children: the invisible soldiers, y que evidencia algunos factores claves para la participación de adolescentes en los conflictos, tales como, pertenecer a los sectores con más desventajas y pobres de la sociedad, a las propias zonas del conflicto y provenir de familias deshechas; Así mismo, que esa “voluntariedad” que los jóvenes manifiestan para enrolarse, se encuentra ligada a situaciones que se salen de sus manos y que los empujan a tomar la decisión de vincularse. Con relación a la educación, estamos de acuerdo con lo señalado por las mencionadas autoras, en cuanto a que para los niños, niñas y jóvenes, el acceso a la educación es un factor determinante para conseguir empleo, ayudar a sus familias y dar un significado a sus vidas y que por tanto, éste es uno de los factores que puede hacer la diferencia. Siguiéndole la pista a los factores asociados a la vinculación, encontramos también varios puntos de encuentro con el estudio realizado por Brett y Specht (2005), denominado Jóvenes soldados y combatientes: por qué van a luchar, donde se profundizan las causas por las cuáles niños, niñas y jóvenes se unen a las fuerzas armadas o a los grupos armados en nueve países: Afganistán, Colombia, Congo-Brazzaville, República Democrática del Congo, Pakistán, Sierra Leona, Sri-Lanka, Irlanda del Norte y Reino Unido. 152 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Con relación a las causas encontradas que ponen en entredicho la voluntariedad, y que también las arrojó esta investigación, aparecen reiteradamente la pobreza, el hecho de vivir en zonas de conflicto, la procedencia de familias disfuncionales, deshechas o inexistentes y la falta de educación, circunstancias que unidas a las características propias de la edad, configuran un poderoso detonante para tomar la decisión de reclutarse. Sin embargo, aunque el estudio señala a la familia y amigos como los factores más significativos para la vinculación de los jóvenes a los grupos armados, en nuestra investigación encontramos como primer factor mencionado, la identidad de los jóvenes asociada con indicadores tales como, la atracción por las armas y el gusto por el uniforme. Como segundo factor emergió la necesidad de reconocimiento social y de sus capacidades en sus contextos de origen. En nuestro país se han adelantado numerosas investigaciones sobre las causas de la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado, entre ellas se encuentran: Caracterización psicosocial de los niños, niñas y adolescentes desvinculados del conflicto armado (2001 y 2006), estudio realizado por la Defensoría del Pueblo en asocio con Unicef. Guerreros sin sombra (2002), trabajo adelantado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El dolor oculto de la infancia (1999) y La niñez y sus derechos (2001), investigaciones efectuadas por Unicef. También se cuenta con las investigaciones Aprenderás a no llorar (2004), de Human Wrigts Watch, Inocencia en la guerra: panorama actual de la niñez en Colombia (2002), realizada por la Universidad de Los Andes. Conflicto armado, niñez y juventud (2002), de la Universidad Nacional de Colombia, y Niños, niñas y conflicto armado en Colombia. Una aproximación al estado del arte 1990-2001, del Observatorio de Infancia de la Universidad Nacional, sólo por mencionar algunos trabajos. 153 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Coincidimos con los hallazgos de estas investigaciones, donde se resaltan entre las causas más comunes de vinculación de los jóvenes a los grupos armados: la identidad (relacionada con el gusto por el uniforme, las armas y la vida militar), factores económicos (relacionados con la pobreza y la falta de educación, salud y oportunidades laborales, los cuales terminan generando discriminación y diferentes tipos de exclusión) y en nuestro caso en menor grado, lo afectivo (ligado a los problemas familiares, violencia intrafamiliar, maltrato y presencia de familiares o amigos en grupos armados). No está por demás decir que los factores que conducen a la “voluntariedad” de la decisión son casi los mismos que los señalados por el estudio de Brett y Specht (2005), citado anteriormente, entre ellos: la guerra, la pobreza, la falta de educación, la falta de oportunidades laborales, las dificultades en la familia y los rasgos de la adolescencia. En relación con factores como la pobreza, la guerra, la familia y la educación, tenemos también puntos de encuentro en clave de género con la investigación Voces de jóvenes excombatientes adelantada por Keairns (2004) en cuatro países (Sri-Lanka, Angola, Colombia y Filipinas) con jóvenes mujeres menores de dieciocho años de edad. Para el caso colombiano aduce los mismos factores de riesgo y pone en entredicho la “voluntariedad”: ser pobre y marginada, vivir en una zona de combate y estar separada de la familia. Como riesgos adicionales figuran, en primer lugar la educación (abandonar los estudios); en segundo lugar, no poder incidir en las decisiones de la vida; en tercer lugar, ser marginada de las nuevas estructuras familiares y finalmente, no ser protegidas por la familia. Rastreando el carácter de esa “voluntariedad” al tomar la decisión para irse al grupo armado, se ha encontrado que es una situación que puede durar varios años, pues los jóvenes se encuentran viviendo una vida llena de ambivalencias y de tensiones, donde muchas veces se 154 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados tiene que escoger entre tener que comer o no comer; entre contar con algún dinero para mantener a sus familias o soportar la presión constante de conseguirlo; entre tener que aguantar el maltrato familiar o evadirlo; en quedarse en un mundo que se desintegra cada vez más o formar parte de uno nuevo, con nuevas posibilidades. En cualquier caso, es de vital importancia conocer y comprender las razones que ellas y ellos identifican, y también comprender por qué se enrolan, pues estas motivaciones brindan pistas sobre qué hacer para que otros y otras no sigan los mismos pasos. De otra parte, y de acuerdo con Juan Manuel Castellanos y William Torres (2008), no se debe olvidar que los conflictos locales de clase, generacionales y de condiciones sociales, articulan de manera específica las condiciones y los motivos por los cuales los sujetos juveniles se incorporan a la guerra. Además, “más allá de la falsa oposición entre condiciones objetivas y subjetivas, es necesario preguntarse por las condiciones subjetivas del conflicto armado y la construcción social de la realidad, en un escenario signado por la violencia (Bolívar, González & Vásquez, 2003, p.40); y aunque todavía no se tienen respuestas definitivas de sí las formas de reclutamiento están asociadas a este entramado de condiciones desfavorables para los jóvenes, o a las condiciones organizativas de los grupos que los reclutan, es “una decisión-constricción a la que se enfrentan solos los pelaos, los muchachos de cada región” (Bolívar, 2006). Con respecto a la vida de los jóvenes dentro del grupo armado, se encontró que ésta se caracteriza por relaciones jerárquicas de dominación y que al instalarse en ellas, se van configurando subjetividades caracterizadas por la sumisión y la obediencia. Así mismo, que al delegar en el grupo el mantenimiento de sí, delegan a su vez el control y la dirección de sus vidas, lo que termina en relaciones autoritarias como ejercicio del poder y en un régimen de 155 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados disciplinamiento muy fuerte, donde el miedo se configura como la principal estrategia de control y dominación. Sin embargo, este proceso de sujetamiento disciplinario, para muchos fue la oportunidad para ganar reconocimiento, don de mando, de llevar al límite sus capacidades, de adquirir conocimientos relacionados con la milicia, de desarrollar habilidades para la supervivencia, de construirse a sí mismos y de encontrarle un sentido a sus vidas. Ahora bien, con respecto al comienzo de la desvinculación de los jóvenes, estamos de acuerdo con Lara y Delgado (2010), cuando afirman que “esas mismas lógicas que el sujeto construyó al instalarse en la guerra, cuando ya no encuentran un soporte, cuando ya no satisfacen, cuando ya no cumplen con las expectativas, comienzan a señalar el camino de regreso hacia la salida y a generar movimientos subjetivos en aras de deshacer su vida dentro del colectivo guerrero y prepararse para lo desconocido que le aguarda” (p. 36). Estos movimientos subjetivos son a su vez una apertura para la confrontación, que como bien lo señala Castro (2001), cada cual resolverá a su manera y en un tiempo subjetivo. Las voces de los jóvenes ponen de manifiesto que ese tránsito es un período de cambios bruscos, de incertidumbres, confusiones y soledad, acompañado de sentimientos de miedo, rabia y angustia, sumados a los sentimientos morales de deslealtad y traición frente al grupo donde alguna vez encontraron acogida y un soporte en sus vidas. Por su parte, los procesos de vinculación y desvinculación de los grupos insurgentes, ponen de presente una gran movilización de repertorios emocionales que supone una intensa transformación emocional que va de lo emotivo a lo racional, de lo colectivo a lo individual, acompañada de emociones orientadas hacia el futuro que los anima a tomar la decisión de fugarse. Sin embargo, más adelante, en ese transitar hacia la vida civil se generan nuevamente sentimientos de miedo e inseguridad, pero a la vez de esperanza, hasta que finalmente logran 156 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados una estabilidad territorial donde se ven enfrentados a la necesidad de construir nuevos vínculos y valores, en esta oportunidad con la sociedad civil, proceso que nuevamente estará acompañado de una serie de transformaciones emocionales. Al respecto conviene tener de presente, que “las emociones son labradas en la interacción social, son estructuradas en términos de estatus y poder y son expresadas con base en entendimientos culturales (Bolívar, 2006, p. XXIX). De ahí la importancia de reconocer la vida discursiva de las emociones de los jóvenes y en particular, del lenguaje en la comprensión de lo que sienten, de lo que deben sentir o lo que pueden llegar a sentir en estos procesos. Asimismo, en el proceso del retorno a la vida civil de los jóvenes, es pertinente el señalamiento de Bolívar con respecto a las emociones cuando nos dice que “la pregunta por las emociones no se diluye en lo subjetivo, sino que precisamente los repertorios emocionales recogen y expresan la forma como los actores viven la violencia” (p. XLII), y que la humillación y la rabia no son sólo cuestiones subjetivas, sino que ellas desnudan las formas como los grupos experimentan la pobreza, la explotación o la marginalidad. 157 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados CAPÍTULO 3. LOS MOVIMIENTOS QUE SE SUSCITAN EN LAS IDENTIDADES, LOS VÍNCULOS Y LOS VALORES EN EL RETORNO A LA VIDA CIVIL Con la salida del grupo armado y el tránsito a la vida civil, los jóvenes viven un presente que se divide entre las incertidumbres del futuro y las confusiones del pasado y sus recuerdos. Podríamos decir, parafraseando a Marc Auge (1998), que en esos tiempos difíciles, pero a la vez de retornos, surge un tiempo intermedio de búsquedas, de tregua, de pausa, un tiempo subjetivo según Castro (2001), donde nace un sujeto que ya no es él, y otro que todavía no es. La experiencia de los jóvenes en el tránsito a la civilidad, ese viaje que emprenden, es la inauguración de un nuevo comienzo, de búsquedas de nuevos futuros, donde está comprometida su subjetividad. Es un trasegar que los confronta con respecto a su mismidad y que a la vez va marcando el despojo de la identidad guerrera asumida. Se trata de una oscilación entre lo que permanece y lo que se revela como otro, entre la mismidad y la ipseidad en términos ricoeurianos. En otras palabras, en ese tránsito, la identidad de los jóvenes deviene en una constante lucha entre la necesidad de anclaje en algún lugar de la vida civil, y el escape de la vida subversiva, configurando un nuevo horizonte subjetivo que les demandará a la vez, la reconfiguración de sus vínculos y de sus valores. Por tanto, en este capítulo nos centraremos en la identidad, los vínculos y los valores, como categorías analíticas que nos permiten bordear esas transiciones de las subjetividades. Y esta aproximación la haremos contando con dos fuentes: las entrevistas en profundidad 158 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados aplicada a los jóvenes y un grupo focal llevado a cabo con ellos, con el fin de analizar no sólo “lo que dicen”, sino de poder interpretar “cómo lo dicen”, para acercarnos más a sus puntos de vista, motivaciones y temporalidades, como también, a los sentidos otorgados en sus tramas narrativas, a las dimensiones que trazan y las identidades que emergen. Es preciso destacar además, que asumir el desafío de trabajar colectivamente con los jóvenes en la producción de relatos, donde las cualidades de la subjetividad toman cuerpo en la narración, implica abordar esos relatos, no como una materia inerte, como bien lo señala Arfuch (2002, p.189), sino como un acontecimiento de palabra que convoca a una complejidad dialógica existencial. En este sentido, las voces de los jóvenes se constituyeron en una pluralidad que fueron marcando los acuerdos y desacuerdos, sus propias valoraciones y comprensiones, generándose movimientos que permitieron el despliegue de su identidad narrativa, que como bien lo señala Ricoeur (2006 ), tiende a oscilar entre el autoreconocimiento de aquello que permanece y de aquello que se revela como otro, y en ese vaivén, su devenir es un trayecto abierto a la diferencia, que resignifica permanentemente ese autoreconocimiento para devenir en sujeto de la propia vida. En este orden de ideas, en el presente capítulo iniciaremos nuestro recorrido con un abordaje teórico en relación con la identidad y la experiencia como puertas de entrada a la subjetividad, las cuales nos darán elementos para comprender los movimientos que se dan durante el pasaje a la vida civil, no solo en relación con la identidad de los jóvenes, sino también, con sus vínculos y valores. En segundo lugar pasaremos a analizar las transformaciones que se suscitan en los referentes de identidad personal y colectiva de los jóvenes, para luego, en tercer lugar poder interpretar qué sucede con sus vínculos y valores. 159 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Finalizaremos con una mirada crítica en relación con el cambio de regímenes que afrontan los jóvenes, a propósito de su retorno a la sociedad civil. 3.1 Identidad y experiencia como dimensiones de la subjetividad Los avatares de la identidad La reflexión en torno de la identidad es uno de los grandes aportes en la obra de Ricoeur; su indagación se centra en un principio sobre la identidad personal, aquel lugar en el que nos reconocemos como el mismo o la misma, sin embargo le preocupa el anclaje de la identidad, abordando desde distintos ángulos esta problemática, hasta llegar a su elaboración de la identidad narrativa, asignable tanto a un sujeto, como a un colectivo. En la teoría narrativa de Ricoeur (2006, p. 108), la dialéctica de la ipseidad-mismidad alcanza su pleno desarrollo en la constitución del sí, pues su comprensión es una interpretación que encuentra en la narración una mediación privilegiada, ya que la narración se vale de la historia y la ficción, haciendo, por lo tanto, de la “historia de una vida”, una ficción histórica; sin embargo, en su obra “Sí mismo como otro”, encuentra que a esta aprehensión intuitiva de la identidad narrativa le falta la comprensión de “identidad”, ante lo cual acude a la mediación reflexiva que denominó, el sí mismo, y que desarrolló en los términos de una hermenéutica del sí. Como vimos al inicio de esta presentación, esta hermenéutica emerge entre dos tradiciones filosóficas que divergen en cuanto su concepción de identidad: una cercana al proyecto epistemológico moderno que considera al sujeto en su esencialidad, exaltándolo más 160 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados allá de toda duda, y la otra, cercana a la post-modernidad, que da cuenta de un yo permeado por las contingencias. Ricoeur plantea entonces, una doble valencia para la identidad: por un lado, la mismidad, que recoge la permanencia y resistencia del sujeto a cambiar, es decir, la identidad ídem, y por el otro, una identidad que cambia con el tiempo o identidad ipse, que reivindica el potencial constitutivo de la alteridad20, y que se expresa “sí mismo en cuanto otro”, siendo una identidad que nos obliga a vernos desde fuera y que por lo tanto, tiene un poder de cambio y transformación. De esta manera, la hermenéutica del sí explora una zona media entre los planteamientos de Descartes y de Nietzsche, abordándola desde su finitud; y para ello acude a la narrativa, configurándola como la columna vertebral de la hermenéutica del sí21 , la cual a su vez, le permite tender un puente hacia la literatura, donde la trama del texto es capaz de brindarle a la identidad su mejor modelo. En este orden de ideas, la historia de una vida, que es la categoría con la cual se plantea el problema del sí mismo, se revela como una historia narrada, donde la identidad narrativa posee rasgos inmutables que se deben al anclaje de la historia de una vida en el carácter, que junto con la palabra dada, constituyen los modelos de permanencia en el tiempo. 20 La primera de estas tradiciones es el proyecto cartesiano que se erige sobre un yo que renuncia a todo anclaje corporal y mundano; se trata de un sujeto metafísico que no encuentra claves de identificación en el contexto práctico, y que Ricoeur considera “no es nadie”. Este escenario da paso a la concepción esencialista de la identidad-mismidad de Ricoeur. La segunda tradición corresponde al yo nietzscheano que adquiere su entidad en la praxis y no en la meditación, donde el cuerpo se presenta como la mejor metáfora de la identidad personal, en la medida que expresa la circunstancialidad del ser humano, y la imaginación gana protagonismo como constitutiva de la identidad. Este yo Ricoeur lo relaciona con la ipseidad y será el antecedente del sí mismo. Así pues, la mismidad se desdibuja, pero se enriquece la ipseidad. 21 Es a través del componente narrativo como se cuenta una historia, como se articula la temporalidad en el relato, donde se marca un inicio, se entraman múltiples tiempos en la memoria, se distribuyen los personajes y sus voces, se enfatizan algunos aspectos y se desdibujan otros, quedando silencios y penumbras. 161 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Nos dice Ricoeur (2006, p. 108), que la teoría narrativa solo sirve verdaderamente de mediación, sí las consideraciones éticas son implicadas en la estructura misma del acto de narrar; “en muchas narraciones el “sí” busca su identidad a lo largo de toda una vida entre las acciones breves…y la conexión de una vida”. Es así, que la narrativa como cercana a la experiencia, no consiste solamente en brindar un estatuto de verdad, sino que valoriza la narratividad trazándole un espacio ético. El eje que soporta la construcción de la identidad narrativa, es decir, la identidad del personaje, es la construcción de la trama, donde el personaje configura su identidad entre una concordancia u orden, y una discordancia o desorden, es decir una especie de “concordancia discordante”, o “síntesis de lo heterogéneo”, sometiendo a la identidad a variaciones imaginativas que hacen de la identidad narrativa un punto intermedio entre la mismidad y la ipseidad. De esta manera, se expresa la dialéctica entre mismidad e ipseidad que configura al personaje22, y el narrar se sitúa entre el describir y el prescribir. Como vemos, este autor nos propone una lectura creativa de la identidad que dé cuenta de sus posibilidades, donde el relato va tejiendo nuevas e inéditas perspectivas que influyen en la “historia de una vida”, encontrando por medio de la literatura, otros modos de ser en el mundo. Es importante anotar que la mismidad pone el acento en la identidad cuantitativa y numérica que se refiere a lo mismo, lo que es idéntico a través del tiempo, al igual que idem; por tanto, la identidad es planteada en la base de la similitud y de la continuidad 22 Lo indeterminado de las posibilidades en la construcción de una trama se maneja a nivel imaginativo; el espacio de lo posible en el que se urde una narración, se acota con las versiones que cada uno presenta de sí a propósito de lo que cree y desea ser. 162 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ininterrumpida del cambio, con un principio de “permanencia en el tiempo”23. La ipseidad por su parte, posee un acento reflexivo y se refiere a una identidad conquistada a partir de la reflexividad y de la interpretación que el sujeto hace de sí. Esta polaridad sugiere la intervención de la identidad narrativa en la construcción conceptual de la identidad personal que hace Ricoeur, ubicándola entre el polo del carácter24 (donde ipse e idem se confunden), y el polo del mantenimiento de sí –o de la palabra dada- (donde la ipseidad se libera de la mismidad). Y es justamente en esta figura del intervalo entre los dos polos hipotéticos de la mismidad y la ipseidad, donde se despliega la identidad narrativa, la cual a veces está más cerca de un polo que de otro, pero sin fijarse nunca en ellos; podríamos decir que es una “oscilación entre el auto/reconocimiento de lo que permanece y aquello que se revela como otro, que muestra precisamente en sus innumerables facetas, la heterogeneidad” (Arfuch, 2007, p.216). Estos planteamientos sobre la polaridad los consideramos relevantes para el estudio de las subjetividades, pues al desplegarse la identidad narrativa emergerá aquello que permanece 23 Nuestro autor entonces se pregunta: “¿Una forma de permanencia en el tiempo se deja vincular a la palabra quién en cuanto irreductible a toda pregunta qué? Una forma de permanencia en el tiempo que responda a la pregunta ¿quién soy?”. Y responde, al hablar de nosotros mismos disponemos de dos modelos de permanencia en el tiempo, “el carácter y la palabra dada” (2006, p. 112). 24 El carácter hace alusión a los signos distintivos que nos permiten identificar a alguien como que sigue “siendo el mismo”, y por consiguiente designa la mismidad de la persona y nos señala su dimensión temporal. Al decir de Ricoeur, “el carácter designa el conjunto de disposiciones duraderas en las que reconocemos a una persona”, las cuales están relacionadas con las identificaciones adquiridas (valores, normas, modelos, héroes, ideales) en las que la persona se reconoce y el reconocerse “dentro de”, contribuye a reconocerse “en”. La noción de costumbre le proporciona una historia al carácter; pero es una historia donde la sedimentación tiende a recubrir y abolir la innovación anterior. Esta sedimentación le da al carácter una permanencia en el tiempo y que Ricoeur interpreta como recubrimiento del ipse por el idem, pues el carácter se vuelve el qué del quién y esta dialéctica de la sedimentación en el proceso de identificación, nos recuerda que el carácter posee una historia “contraída”, y por consiguiente, que el polo estable del carácter tiene una dimensión narrativa, donde el qué y el quién de la apuesta identitaria se delinean justamente en la forma del discurso, en aquellos relatos centrados en la propia subjetividad. Entonces, lo que la sedimentación ha contraído, la narración vuelve a desplegarlo a través del lenguaje. (2006, p. 113 y ss). 163 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados en las identidades de los jóvenes, aquello que se resiste al cambio, como también, aquello que emerge con relación a sus proyectos de vida. Ahora bien, este desplazamiento espacial con un despliegue de la temporalidad, al decir de Arfuch (2007), “introduce un nuevo matiz en el “vaivén” de la identidad narrativa, en tanto más allá de los polos en juego-que no dejan de involucrar una dualidad-, habilita a considerar el devenir de la identidad como un trayecto siempre abierto a la diferencia, que resignifica constantemente las instancias del autorreconocimiento” (Arfuch, 2002, p. 97), lo cual resulta muy pertinente para las pretensiones de la investigación, puesto que los referentes de identidad personal y colectiva construidos por los jóvenes durante su vinculación a los grupos armados, que han configurado identidades militares y guerreras, durante el pasaje a la vida civil, sufren transformaciones que implican su desprendimiento en un tiempo subjetivo, para generar unos nuevos referentes de identidad, que en muchas ocasiones tiene que ver con la identidad del “desvinculado”, la cual resulta problemática en los procesos de reintegración social25, pues opera como una naturalización de lo que se ha dado en llamar “noción dura de identidad”, por la cual los individuos y sus relaciones se constituyen, en tanto son “nombrados” por los demás de esta manera26. Precisamente, con relación a la identidad personal, Arfuch (2005) nos hace el llamado que muchas veces pensamos en ella cuando se la “pierde”, “cuando su tranquilo discurrir está amenazado por algún factor, externo o interno, en el despliegue que va del 25 El investigador Carlos Jiménez advierte que en el proceso de elaboración de la experiencia con las y los jóvenes desvinculados, transita el reconocimiento de nombrarse a sí mismos como desvinculados, ante la precariedad de condiciones y de acumulados simbólicos, para configurar los vínculos constituyentes de un después, nominación que no es otra cosa que la manifestación de dependencia de quien no se hace cargo de sí (2008, p. 10, 11). 26 Jiménez en sus trabajos con jóvenes desvinculados afirma que en este horizonte se es, en un orden de cosas inamovible, siendo vivido en sus imaginarios como sí no estuviera al alcance de sus posibilidades de acción y de control, y acontece en la medida en que es otorgado desde afuera (2008, p.15, 16). 164 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados autorreconocimiento a las identificaciones grupales, colectivas. Dicho de otro modo, que el énfasis identitario sobreviene justamente en tiempos de crisis, desarraigo, inseguridad, incertidumbre de presentes y futuros (Arfuch, 2005. p.13). Y de hecho, son tiempos de crisis personales, de desarraigos de las formas de vida e identidades interiorizadas, como también, de incertidumbres frente a sí mismo y a sus proyectos de vida, los que viven los jóvenes desvinculados, en su proceso de reintegración a la vida civil. A la luz de estas consideraciones que nos presenta Arfuch (2005), su concepción contemporánea de las identidades se aleja de todo esencialismo, para pensarla en términos de su cualidad relacional, contingente, de su posicionalidad en una trama social, de su desajuste respecto de cualquier intento totalizador, puesto que en ella confluyen discursos donde se actualizan las diversas posiciones temporales del sujeto, y en consecuencia, “la identidad –en singular- será vista entonces como un “momento” identificatorio en un trayecto nunca concluido, donde está en juego, tanto la mutación de la temporalidad, como la “otredad del sí mismo””(p.14), porque toda identidad, en tanto relacional, supone un otro que no es “lo mismo” y a partir del cual puede afirmar su diferencia. Esta cualidad relacional de la identidad es planteada también desde el socioconstruccionismo por Gergen (1992), quien nos dice que “para bien o para mal, las pautas de acción de las personas dependen del modo en que el individuo es construido socialmente, y no hay forma de trascender esas construcciones en busca de lo “real”, que se situaría mucho más allá. A medida que se va erosionando la idea del yo esencial, aumenta la percepción (el apercibimiento) de las distintas maneras en que se crea y se recrea la identidad personal en las relaciones. Esta conciencia de la construcción no sobreviene súbitamente, sino que va penetrando lenta e irregularmente en las fronteras de la conciencia y al matizar nuestra 165 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados comprensión del yo y de las relaciones, el carácter de dicha conciencia sufre un cambio cualitativo… Entonces ya no se le define como una esencia, sino como producto de las relaciones” (p. 191), donde la experiencia personal se descarta por la experiencia en la relación con los otros. En este ámbito de análisis, consideramos que podemos vislumbrar e interconectar los referentes desde los cuales, los sujetos construyen sentidos y significados a las experiencias personales y colectivas, contextualizadas en tiempos y espacios sociales, vinculando la identidad con procesos sociales y narrativos, como también, los valores y los vínculos que emergen luego de la desvinculación de los grupos armados. La experiencia y sus sentidos en la configuración de la subjetividad De acuerdo con las premisas presentadas sobre el socioconstruccionismo, ha quedado en claro, que es a través de la interacción social con otros y a través del lenguaje, como nos construimos socialmente y construimos conocimiento sobre la realidad. Ubicados en este contexto, dialoguemos con Jorge Larrosa, autor que ha trabajado con profundidad en sus reflexiones sobre la experiencia. Para iniciar, la palabra Ex-per-ientia significa salir hacia fuera y pasar a través de, hace alusión a un saber que se adquiere en el modo como respondemos a lo que nos pasa a lo largo de la vida, y que nos va configurando en lo que llegamos a ser. Al respecto nos dice el filósofo, “es un saber que revela al hombre singular su propia finitud…es el punto en que la vida alcanza su sentido…es un saber subjetivo y personal que no puede separarse del individuo en quien encarna” (2003a, p.34); en pocas palabras, es lo que nos pasa, nos acontece o nos llega. Desde una lógica del acontecimiento, muy cerca de la palabra existencia, nos dice 166 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados el autor: “la experiencia sería el modo de habitar el mundo de un ser que existe, de un ser que no tiene otro ser, otra esencia: corporal, finita, encarnada, en el tiempo y el espacio, con otros. Y la existencia como la vida, no se puede conceptualizar porque siempre escapa a cualquier determinación…porque es ella misma posibilidad, creación, invención, acontecimiento” (2003 b, p.5). Sí nos acercamos a la raíz indo-europea de la palabra experiencia que es “per”, encontramos en ella relaciones con la idea de travesía y con la idea de prueba. En griego existen numerosos derivados de esa raíz, los cuales marcan la travesía, el recorrido, el pasaje 27 , y la experiencia es el pasaje de la existencia, que en el contexto de la desvinculación y reintegración se configura como ese pasaje a la vida civil, puesto que en palabras de Larrosa, “la experiencia es siempre de alguien, es subjetiva, es siempre de aquí y de ahora, es contextual, finita, provisional, sensible, mortal, de carne y hueso, como la vida misma. La experiencia tiene algo de la opacidad, de la oscuridad y de la confusión de la vida, algo del desorden y de la indecisión de la vida” (2003 b, p.3). Un llamado importante que hace nuestro autor con relación a la experiencia y que resulta muy sugestivo de ser considerado en el marco de la investigación, es el referido a que la experiencia requiere de un tiempo para pararnos a pensar, a escuchar; para pensar más despacio, mirar más despacio, escuchar más despacio y sentir más despacio, de tal modo que abramos los ojos y los oídos para demorarnos más en los detalles y poder aprender con lentitud. Y ese tiempo de la experiencia tiene que ver, no solamente con lo vivido durante la vinculación al conflicto, sino también, con el tiempo subjetivo para tomar la decisión de 27 . Nos dice Larrosa (2003 a, p. 96) que en nuestras lenguas todavía hay una hermosa palabra que tiene ese “per” griego de la travesía: la palabra pirata, donde el sujeto de la experiencia tiene algo de ese ser fascinante que se expresa atravesando un espacio indeterminado y peligroso, poniéndose a prueba y buscando en él su oportunidad, su ocasión. 167 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados desvincularse, de escapar, de entregarse, y el tiempo que demanda la experiencia de reintegración a la vida civil. Ahora bien, a estas alturas no nos hemos preguntado quién es ese sujeto de la experiencia, respuesta que encontramos en Larrosa (2003 b) al señalar que el sujeto de la experiencia es un espacio donde tienen lugar los acontecimientos, es como un territorio de pasaje, una superficie de sensibilidad, pues lo que le pasa inscribe algunas marcas y deja huellas y efectos; el sujeto de la experiencia es entonces, un sujeto expuesto. “En cualquier caso, sea como territorio de paso, lugar de llegada o como espacio del acontecer, el sujeto de la experiencia se define no tanto por su actividad, como por su pasividad, por su receptividad, por su disponibilidad, por su apertura” (p.94), resaltando que esta pasividad está hecha de pasión, de padecimiento y de paciencia. De esta forma, sí la experiencia es lo que nos pasa, y sí el sujeto de la experiencia es un territorio de paso, entonces la experiencia es pasión, como un vivir, un soportar, un aceptar, como un testimonio de algo, que se da en la soledad, donde el sujeto reflexiona sobre sí mismo, en tanto que es sujeto pasional. Pero la experiencia va más allá, puesto que “desestabiliza, actualiza y hace emerger la pregunta por quién soy: pone en cuestión el sentido establecido de mi mismo…uno se encuentra a sí mismo, y a veces, uno se sorprende por lo que encuentra, no se reconoce. Tiene que reconstruirse, que reinterpretarse, que rehacerse” (2003 b, p.615), y para dar cuenta de esos cambios se precisa de una construcción narrativa. Y es precisamente en el análisis del famoso texto de Walter Benjamín titulado “El narrador” (1991), donde Larrosa nos dice que el relato es el lenguaje de la experiencia, que la experiencia se elabora en forma de relato y que la materia prima del relato es la experiencia, la vida misma, dado que el modo en que la narrativa logra articular temporalidad y 168 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados experiencia, coloca a la experiencia de lleno en el plano del discurso y no como una instancia muda28. De acuerdo con lo dicho hasta el momento, es posible afirmar que los procesos de vinculación y desvinculación de los grupos armados, como también los de y reintegración a la vida civil, se constituyen en una densa y potente experiencia que marca en la vida de los sujetos un antes, un durante y un después, experiencia que demanda ser elaborada y asimilada críticamente, mediante un proceso que transite “por el reconocimiento ante sí mismos, de la autoría y la actoría de sus actos, en la dirección que se hagan cargo de ellos y de sus implicaciones sociales” (Jiménez, Muriel y Buitrago, 2008, p. 10). La concepción de experiencia de Arfuch es muy cercana a la concepción de Arendt, y que comentamos anteriormente, pues la autora la relaciona con la acción y la reflexión posterior a ella, otorgándole sentidos al nuevo actuar. Establece puentes entre experiencia y memoria, relacionados con la conciencia de ser afectado por un acontecimiento (feliz o traumático), y que operan como una especie de marcaje de algo por lo que se ha pasado – experimentado- lo que supone un cambio, una transformación en nosotros. Es otro matiz de la experiencia, “un algo más que se agrega al simple devenir, un involucramiento del sujeto – racional, afectivo, cognitivo- y una transformación cualitativa que es a la vez pasado y futuro: haber tenido una experiencia y actuar a partir de ella” (Arfuch, 2007, p. 218). Desde el socioconstruccionismo, afirmar que he tenido una experiencia supone una toma de conciencia de esa experiencia. Hablar de “mi experiencia” en las relaciones cotidianas aumenta nuestra capacidad de participar en las formas de relación que son 28 Efectivamente, Larrosa al analizar la interpretación de Giorgio Agamben, nos muestra cómo el autor retoma el concepto benjaminiano de “pobreza” o “pérdida” de la experiencia, al que la banalidad de la vida contemporánea y la rutina, impiden acceder. 169 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados valoradas y es a su vez, un ritual cultural de los más importantes porque brinda pautas de revelación, permite compartir, confirmar y afirmar nuestra identidad. Este “hablar de mi experiencia” (Gergen, 1996, p.97) es un medio crítico a través del cual nos hacemos inteligibles en el mundo social, con un sentido significativo en el cual nuestras relaciones con los otros se viven. Todo lo expuesto hasta ahora, nos revela que indudablemente la experiencia nos lleva a la narración, y a su vez, a los territorios de la identidad, los vínculos y los valores, los cuales están íntimamente relacionados con los procesos de subjetivación, de renovación de sentidos y de una resignificación ética y política de las experiencias vividas, durante su retorno a la vida civil. Estas transformaciones servirán de plataforma para sostener e impulsar los proyectos de vida de nuestros jóvenes desvinculados. 3.2 La transformación de los referentes de identidad Para iniciar el abordaje acerca de la identidad, tomaremos en primer lugar algunos señalamientos de Bauman (1977), cuando afirma que pensamos en ella cuando no estamos seguros del lugar donde pertenecemos, o cuando no sabemos cómo ubicarnos ante la diversidad de estilos de comportamiento. Asimismo, los planteamientos de Arfuch (2002), quien nos dice que toda vez que el vacío constitutivo del sujeto se torna amenazador, asumiendo el carácter de una crisis de identidad, ésta aparece como un escape frente a la incertidumbre y a su vez, como una afirmación ontológica en términos de “proyecto”, más que como algo definitivo o acabado. 170 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Circunstancias como un viaje, el desplazamiento, la búsqueda de otras tierras, de nuevos proyectos, de otras vidas, son motivos de esa crisis de identidad. La identidad será por tanto, una constante lucha entre la necesidad de anclaje en algún lugar y el escape de otro. Y es precisamente esta dualidad atravesada por desarraigos y temporalidades la que viven los jóvenes desmovilizados, en ese “tránsito” que emprendieron y que para muchos significó un desarraigo afectivo y cultural, una marginación y de paso, una crisis de identidad. Una vía introductoria para la comprensión de la identidad, la cual se caracteriza por las posiciones cambiantes del sujeto, la adelantaremos a través de siete referentes que emergieron en el proceso analítico: la identidad ligada al género; al uniforme y las armas; al nombre; a la ciudadanía; al reglamento; a la noción dura de identidad y a la estigmatización. No está por demás recordar que las identidades se construyen en las relaciones sociales con los demás y a través de esas relaciones, y que por tanto, la identidad se caracteriza por ser relacional, situacional y cambiante. 3.2.1 Los cambios del referente identitario en clave de género El tránsito a la vida civil en el caso de muchas jóvenes, se inicia con el redescubrimiento de aspectos olvidados de sus referentes de identidad femenina, pues durante el tiempo de permanencia en el grupo insurgente adquirieron nuevos referentes de identidad y pertenencia caracterizados por la masculinidad, al estar asociados a la vida militar y a las demandas de la guerra. En ese paso de un proyecto colectivo y militar a uno individual en la civilidad, dichos referentes atraviesan por una serie de reconfiguraciones que comienzan a generar afectaciones en la identidad: 171 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Entonces ella me dijo que si me mochaba el pelo que cambiaría, y yo sí, yo le dije que sí, y yo me acuerdo que esa vez me moché el pelo bien bajito, así, que me quedara así. Y luego ella me maquilló y ya uno se ve muy diferente… pero yo ya con el pelo cortico me diferenciaba mucho. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Al indagar a la joven sí le gustó su nueva apariencia, contestó: “Lo hace ver a uno como más… como uno no se maquilla, ni nada, se ve uno como exótico, porque como uno nunca se había visto así ¿si me entiende? Y así era que yo me veía con el cambio, y uno se miraba ahí en el espejo y se veía uno como rara”. A propósito nos dice Jiménez (2008), que el desprendimiento de la identidad guerrera de las jóvenes durante su tránsito a la vida civil, se ve favorecido por el uso del maquillaje y la ropa que usan las mujeres cotidianamente, funcionando como un referente de identidad femenino muy potente y con efectos terapéuticos que favorecen la creatividad diaria y coadyuvan a que las jóvenes aprendan a verse y reconocerse como una mujer. Con respecto a los jóvenes, Kimberly Theydon (2005) al investigar en torno a la reconstrucción de la masculinidad y la reintegración de excombatientes en nuestro país, pone de presente que la educación, el trabajo y una vivienda digna entre otros, son referentes simbólicos de masculinidad y de prestigio en la sociedad civil, con un gran potencial para favorecer los procesos de reintegración. En relación con la maternidad como referente de identidad, en el grupo focal una joven aseguró: “Si, yo he cambiado mucho porque antes era como una persona amargada, la vida mía no tenía sentido ¿sí me entiende? teníamos que seguir porque todos íbamos y tenía que hacer lo que era, pero de ese tiempo a este he cambiado mucho por mis hijos y porque estoy estudiando para salir adelante”. 172 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Como podemos ver, para las jóvenes la maternidad es una circunstancia que encierra un gran referente identitario y que junto con el estudio, otorgan nuevos sentidos a los modos de verse y sentirse en la vida. 3.2.2 Del camuflado, el fusil y las botas, a los jeans y el desarme como referentes de identidad y pertenencia A partir de la discusión realizada en el grupo focal, los jóvenes pusieron en evidencia el establecimiento de varios referentes de identidad durante su permanencia en el grupo armado y, durante el tránsito a la vida civil. El primer referente de pertenencia mencionado es el uniforme. Usar un uniforme, estar uniformado, hace alusión a la homogeneidad entre los miembros de un grupo, a ser uno más entre los otros y con los otros. Adicionalmente los hace identificarse y reconocerse como parte del grupo armado al margen de la ley en el que están combatiendo, inscribirse en el marco del colectivo y asumirse como guerreros. A este respecto, una de las jóvenes manifestó: “cuando yo era guerrillera me sentía con unas botas de infantería, un uniforme y con un fusil encima, ahora no. Ahora me veo con unos jeanes rotos, con unos tacones y una blusa y un bolso”. De esta manera, los atuendos militares, traducidos en el uniforme, las botas y el fusil, operan como referentes de pertenencia de los jóvenes, que configuran a la par una identidad 173 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados guerrillera, la cual fluctúa en la vida civil de acuerdo con los modos del vestir y los accesorios propios de la mujer como referentes de identidad, que les permiten verse y sentirse diferente. De otro lado, el arma como referente de identidad otorga privilegios y masculinidad que hace que los jóvenes se sientan más hombres y con poder al interior del grupo armado, pues tener un arma es tener poder. A su vez, el arma es un referente de pertenencia al colectivo armado: “Cuando uno está pues chino como dicen, pues a uno le interesa más el cuento de las armas y todo eso. Poder tener un arma, cargarla… Ya al tener el arma en las manos, ya se siente que es parte del grupo, porque cualquier cosa ya van a contar con usted para lo que sea”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). Es de destacar que el arma llega a convertirse en una prolongación de su cuerpo y de su fortaleza. Se puede decir que el arma se incorpora de tal forma en las identidades guerreras de los jóvenes, que se vuelve su brazo, su mano, un miembro más de su cuerpo. De esta manera, portar un fusil los instaura en una situación de guerra que refuerza sus procesos de identificación, definiéndolos y brindándoles un horizonte de sentido a lo que hacen. Ahora bien, como vimos en el capítulo anterior, cuando los jóvenes desertaron de sus grupos, lo primero que hicieron tan pronto tuvieron la oportunidad fue quitarse el uniforme y cambiarse de ropa. Al des-uniformarse, simbólicamente se dan dos fenómenos: por un lado, comienzan a despojarse de esa identidad asociada al grupo armado y a la guerra; y por el otro, inicia la desaparición, el borramiento de los referentes de igualdad, pues las diferencias en el grupo armado eran pocas en razón de la cadena de mando. Ahora se llega a una sociedad estratificada donde el estudio, el trabajo y el dinero son referentes de identidad y pertenencia 174 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados que determinan necesidades, oportunidades, y donde ya no se es uniforme e indiferenciado entre los demás. Más adelante, con el desarme, bien sea porque escondieron el arma o entregaron el fusil, simbólicamente dejan también la investidura de poder coercitivo, la seguridad que ésta les brindaba y los significantes construidos alrededor de ella, para asumir otros referentes de poder, de sociabilidad social que en el caso de los jóvenes está ligado principalmente a su vinculación a otros espacios y procesos familiares, educativos, laborales, productivos para poder acceder a un trabajo bien remunerado, satisfacer sus necesidades básicas y poder vivir con dignidad. 3.2.3 El cambio de nombre como referente identitario Así como el cambio de nombre al ingresar al grupo armado les significó a los jóvenes un cambio en sus referentes de identidad y una ruptura en sus trayectos de vida que les significó un antes y un después, con la salida del grupo y la recuperación del nombre propio, también se origina otra ruptura de sus referentes identitarios con el colectivo guerrero: “Si, eso allá se ve uno como un guerrillero, allá tiene cambiado todo, tiene que dejar las cosas que tenía buenas aparte y hasta el nombre… entonces ya uno empieza a ser un guerrillero”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). Es de destacar cómo estos jóvenes a través de las entrevistas en profundidad, dieron cuenta no sólo de los nombres o “chapas” que les fueron asignados por cuestiones de seguridad, sino también, de los modos de verse y sentirse hoy día con relación a ese otro guerrero que los habitó: 175 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “A mí me llamaban Milena. Yo era una guerrera solitaria, aburrida, obediente…hoy día soy más luchadora, como más pensadora ¿si me entiende? Se me facilitan más las cosas ahora, además soy mamá”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). “A mí me llamaban Chela, allá me tocaba cumplir lo que mandaban, madrugar, tocaba ranchar, caminar que más le digo yo, era alegre. Ahora, quiero salir adelante, estoy haciendo el curso de sistemas que me gusta y que nunca pensé que iba a aprender. Estoy estudiando y nunca pensé que iba a acabar el estudio, ni que iba a seguir estudiando. Ahora vivo con mi familia y es algo muy importante. La vida ahora la ve uno de otra manera, antes, cuando era Chela, la veía de otra”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). Las identidades de estas jóvenes hacen alusión a identidades militarizadas, disciplinadas y sumisas que se han venido transformando en identidades que están en consonancia con otros referentes diferentes al de ser combatientes, como el ser joven, ser estudiante, trabajador, y tener un plan de vida. En esta línea de análisis no se puede ignorar el caso de un joven que manifestó haber tenido varios nombres y que con ello surge también una cadena de identificaciones en su historia subjetiva: “Mi chapa era Gago, pero eso se la cambian a uno cada mes, cada dos meses. La última fue Gago porque yo utilizaba mucho el radio y me mantenía comunicando con todos, por todas las colinas, todos los montes, todas las escuadras, pasándoles la información. La chapa más común fue Gago o Coca Cola, también me llamaban Chipichipi y El gato. Eran chapas para hablar con seguridad por la radio, porque no se podían decir nombres porque la ley interviene los radios. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). “Yo me llamaba Belisario Betancourt. Me pusieron ese nombre porque era el de un presidente si no estoy mal, que fue revolucionario…No, pues yo era un inexperto de la vida cuando a mi me pusieron ese nombre, pues uno se adapta por lo que uno es un chino y uno no sabe nada, nada. Estaba aprendiendo mejor dicho a dar los pasos de la vida. Belisario era hábil, fuerte, veloz y con una cabeza que no le entraba nada. Hoy soy sobresaliente, súper mejor, ahora por lo menos uno ya sabe para dónde va, con mejores ideas para sobrevivir, con proyectos de vida para salir adelante, si Dios quiere”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). 176 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Es de destacar en estos dos jóvenes que su identidad estuvo relacionada con las tareas asignadas; en el caso de Gago porque era quien manejaba la radio (era radista), y en el de Belisario, por sus habilidades y destrezas corporales. Pero las identidades también se construyen a través de las relaciones sociales que establecemos con otros, recordándonos así su carácter situacional, relacional y cambiante: “Yo me llamaba Yuliana. Yo era diferente porque es que esa vida es diferente. Me gustaba ser responsable, cumplir con lo que era, con la disciplina, ser amigable también, me gustaba ser sociable con los compañeros, me gustaba ser disciplinada. Fui mamá siendo Yuliana. Pues yo ahorita soy alegre, mantengo contenta, responsable, juiciosa con mis estudios y seguir a ver hasta donde sacamos las metas que nos pusimos, que nos hemos propuesto”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). 3.2.4 La identidad del guerrero y la del ciudadano Un aspecto interesante para analizar en torno a la identidad es el relacionado con la ciudadanía. En el contexto de esta población, es importante señalar que si bien en el conflicto y la acción subversiva hay un sentido político e ideológico respecto a una situación de beligerancia y cuestionamiento de las fuerzas dominantes del Estado, los jóvenes ahora se encuentran con que esa exigibilidad ya no es por la fuerza, la presión o el ejercicio de la violencia, sino que se hace a través de otros mecanismos propios de la civilidad y que de alguna manera, se encuentran acudiendo al orden jurídico estatal vigente. Sí esa lucha del colectivo guerrero estuvo sustentada en unos patrones normativos centrados en el poderío militar para demandar sus reivindicaciones, en contraste, en la 177 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sociedad civil la demanda de esas luchas y derechos se circunscribe en al ámbito individual y personal. Ahora bien, “sentirse ciudadano” y “sentirse libre” luego de desmovilizarse, ha implicado para los jóvenes reconocer sus derechos, aprender a reclamarlos y asumir las responsabilidades y los nuevos modos de vida que les demanda la sociedad, lo que inherentemente los ha conducido a construir nuevos referentes de identidad: “A mí me llamaban Fierro, yo era un guerrillero muy responsable; yo era un buen guerrero, pero al final ya estaba aburrido… Hoy soy un ciudadano libre, responsable, alegre, estoy aprendiendo muchas cosas, tengo un hogar y un trabajo”. ”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). Esa concepción de ciudadano que el joven posee, podría estar relacionada con los cambios en sus formas de ver la vida en relación con referentes de identidad y pertenencia tales como, la dignidad, la posibilidad de relacionarse con los otros, la libertad ganada, mayores niveles de autonomía, reconocimiento, auto-respeto y auto- valoracion positiva. Al respecto, los jóvenes manifestaron en el grupo focal que en su condición de desmovilizados recuperaron los derechos civiles que perdieron durante su permanencia en el grupo armado. Es de anotar que la mayoría se identifican como ciudadanos y personas valiosas, en contra posición con la imagen que algunos tienen y sienten de su vida en la milicia: unos subversivos, lo que les da una percepción negativa y desfavorable de ellos mismos: “Uno allá se mira, y uno se siente como un guerrillero, un subversivo, ya pues ahora está uno en la vida civil, ya todo cambia… ya lo cuentan a uno como una persona”. “Bueno hoy en día me pienso una persona civil como los demás, me siento, como le digo, mejor a la vida que llevaba allá ¿me entiende? Porque allá no tenia como un futuro, ahorita soy estudiante, he trabajado pero ahorita no tengo trabajo, ya me 178 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados siento mejor, no pienso con males, pienso en hacer el bien, conseguir amigos y compartir”. “Acá, ya soy un hombre más de la sociedad, estar allá es una parte negativa de la vida”. 3.2.5 El reglamento como referente de identidad en el grupo armado En una de las intervenciones en el grupo focal con los jóvenes, surgió el reglamento interno del grupo armado como un referente de identidad. La razón que lo sustenta es que éste obliga a pensar en un régimen, a cumplirlo y en una forma de vida disciplinada y pre-establecida por otros. El reglamento traducido en discursos, opera como un referente de identificación que a la par genera vínculos, pues con su circulación, éste permite generar identificaciones entre los miembros del grupo, de manera tal que el sujeto siente que forma parte de una causa colectiva, que se soporta además en otros referentes como la disciplina, el uniforme, las rutinas, las formas jerárquicas de la organización y los castigos, entre otros. Con el regreso a la vida civil, los jóvenes transitan por dos tipos de reglamentos: del reglamento basado en un código normativo militar, rígido y coercitivo, a uno centrado fundamentalmente en el derecho y en una autoridad colegiada. Con esto queremos hacer cuatro señalamientos. En primer lugar, que en la vida civil los jóvenes van a encontrarse con un conjunto de reglas y procesos regulativos, que por supuesto, también regulan las relaciones entre los ciudadanos; en segundo lugar, que los jóvenes pasan de un régimen militarista a uno civilista, y que como en todo régimen, hay normas que buscan regular y controlar los comportamientos de las personas. En tercer lugar, que todo derecho es restrictivo y que esa 179 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados regulación se da a través de procedimientos normativos, que los jóvenes entran a reconocer en los diferentes espacios donde comienzan a interactuar: en el programa de la Alta Consejería, en el colegio, en el trabajo, en el hogar y en el barrio donde viven, principalmente. Y finalmente, que los jóvenes transitan entre dos formas de poder que van del autoritarismo a la construcción consensuada o negociada. 3.2.6 Con respecto a la noción “dura de identidad” del desmovilizado Con sorpresa encontramos en este estudio, que a los jóvenes no les gusta que los llamen “desmovilizados” ni llamarse de esta manera. Ellos prefieren y les gusta que los llamen por su propio nombre. Este hallazgo no coincide con los encontrados en la investigación de Lara y Delgado (2010) ni con los estudios de Jiménez (2008), con relación a la noción dura de identidad por la cual los individuos y sus relaciones se constituyen en tanto son nombrados por los demás de esta manera. Al respecto podemos inferir que la nominación de “participante” que utiliza la ACR con los jóvenes, concepto dinámico sinónimo de colaborador, partícipe, copartícipe, puede haber incidido fuertemente en el desplazamiento del término “desmovilizado”, el cual alude a los imaginarios de inmovilidad, detener, paralizar, quedar sin móvil (Londoño y Nieto, 2007, p. 118), y por ende, en el desplazamiento de la identidad “del desmovilizado” por la “del participante”. En esta misma línea, resultó revelador que dos de los jóvenes entrevistados manifestaran un gran sentido de pertenencia con la ACR. Al preguntárseles cómo se ven hoy cuando los llaman por su nombre, estas fueron sus respuestas: 180 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Pues siento que vivo y que pertenezco a la sede”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Me veo que soy de la ACR”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). Desde los planteamientos de Arfuch (2002, p.97), nos atrevemos a pensar que estas expresiones hacen alusión a una cierta permanencia de la identidad en un trayecto, a un reencuentro temporal con ese yo donde es posible, según Richard Rorty (1989) (1999, p.62), un margen de autocreación o redescripción del sujeto. 3.2.7 La identidad frente al estigma del desmovilizado En el pasaje a la vida civil de los jóvenes desmovilizados, la construcción de referentes de identidad afines a la civilidad se ve afectada por la estigmatización. El concepto de estigma fue introducido por Goffman29 (1986), quien sostiene que la sociedad establece medios para categorizar a las personas de acuerdo con sus atributos, lo que permite establecer su identidad social. El término estigma hace referencia a un atributo profundamente desacreditador y conlleva un doble sentido: el de los “desacreditados”, cuya condición de diferente es conocida 29 Goffman (1986) presenta tres tipos de estigmas: los referidos a las deformaciones físicas; los relacionados con los defectos del carácter y asociados a la falta de voluntad, las pasiones antinaturales, la deshonestidad, las enfermedades mentales, las adicciones, la homosexualidad o el desempleo, y los estigmas tribales de raza, nación o religión que son susceptibles de ser transmitidos por herencia y contaminar a los miembros de una familia. En los casos extremos, las personas “normales” consideran que quien tiene un estigma no es totalmente humano y en función de eso practican diversos tipos de discriminación, llegando a considerar que representa un peligro para la sociedad. Por su parte y en ciertas ocasiones, el individuo estigmatizado tiende a sostener las mismas creencias que los “normales” y a tener la sensación de llegar a ser una persona normal que merece una oportunidad justa, siendo éste puede uno de los más profundos sentimientos acerca de su identidad. 181 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados o resulta evidente -como es el caso de los jóvenes desmovilizados-, y el de los “desacreditables”, cuya diferencia no es conocida, ni inmediatamente perceptible. En otras palabras, el estigma es un rasgo sociológico que obstaculiza la interacción social y hace que nos alejemos de quien lo posee, derivando en diversos tipos de discriminación. Al respecto, la mitad de los jóvenes entrevistados hicieron alusión a este estigma: “Porque a veces, ser desmovilizado lo perjudica a uno. En esos talleres la gente lo está mirando, y mucha gente lo distingue. La gente dice “ese que va allá, yo sé que es desmovilizado porque yo lo he visto en la ACR”, entonces todo eso lo perjudica a uno… Pero uno a veces se hace el guevón y no le presta atención a nada. Pero lo que es en la vida laboral si lo puede perjudicar, pues dicen “no, a ese man no le demos trabajo” y lo van como despreciando a uno…”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). “Mire que a veces si hay gente que lo mira a uno como raro, pero al fin y al cabo ellos no dejan de ser lo mismo que es uno. Todos somos seres humanos, el hecho de que uno haya participado en una organización, entonces que lo van a mirar a uno. ¿Qué defecto tiene uno? Nada, uno es una persona, un ser humano lo mismo que el otro. Entonces ¿qué defecto? que de pronto uno fue recorrido, que si dicen que uno es malo, que uno mata, pero ¿A quién le consta que uno mata o no mata? Uno puede pertenecer a un grupo, pero ninguno ha visto que uno mató… (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). Ahora bien, los jóvenes al percibir que los otros no los aceptan y que muchas veces no están dispuestos a establecer relaciones sociales con ellos en igualdad de condiciones, terminan por elaborar una serie de pautas de comportamiento que les permiten estar alerta frente a quienes lo rechazan; tal es el caso de los desvinculados, quienes prefieren optar por no revelar su condición en los diferentes contextos en donde interactúan: 182 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “A mí no me gusta que me llamen desmovilizada. Vea uno está en el colegio y preguntan quién es de la ACR? Y uno levanta la mano y todos voltean ¡uch no, que fastidio!”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). “En el colegio preguntan ¿Quién es de la ACR? vengan a firmar los de la ACR y todos ¡huy esa vieja es desmovilizada! Es que yo no soy, guambitos, ellos ya saben qué es ACR, ya todo el mundo sabe qué es ACR. Ellos tiene las listas, ellos saben quienes son de la ACR y quiénes no. Debían decir venga que la necesitamos y ya uno sabe”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). Asimismo, cuando “normales” y estigmatizados se encuentran, estos últimos pueden descubrir que se sienten inseguros sobre cómo van a ser identificados y recibidos. Su incertidumbre surge porque no saben en qué categoría serán ubicados y porque sienten que los demás pueden definirlos en función de su estigma, y como vemos, pueden reaccionar con un retraimiento defensivo. Más aun, hay que resaltar que esos sentimientos de inseguridad y miedo que embargan a los jóvenes durante su recorrido a la vida civil, también se extienden a las personas de la sociedad civil, lo que sumado al estigma del desmovilizado dificulta el proceso, por los sentimientos de vergüenza que puedan llegar a albergar, debido a las reacciones de la gente: “Cuando uno se viene allá es con miedo de la gente, como lo mire la gente y todo, y eso que aun todavía hay mucha gente que se da cuenta que uno es desmovilizado y de una vez como que le hacen el chai”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). Por lo demás, el temor de los jóvenes con la denominación del “desmovilizado”, también tiene que ver con su seguridad y su integridad, pues muchos temen ser identificados por sus compañeros guerrilleros quienes como ya vimos, los consideran unos desertores y traidores: 183 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “No me gusta que me llamen desvinculado por miedo a que me quiebren. Me gusta que me llamen por mi nombre”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). Finalmente, queremos llamar la atención en que las diversas situaciones de exclusión, marginalidad y/o desprecio social que los jóvenes viven, desencadenan un conjunto de repertorios emocionales que aluden a sentimientos de vergüenza, indignación, temor y resentimiento, entre otros, los cuales no deben ser minimizados en su proceso de retorno a la vida civil30. 3.3 Devenir de los vínculos y los valores en el trasegar a la vida civil Recapitulando el camino adelantado hasta ahora, se hace necesario mencionar que cuando se abandona el grupo armado y se comienza el tránsito hacia la civilidad, para los jóvenes comienza también un tiempo de confrontación, de dudas y temores que cada uno a su manera deberá afrontar. Inmersos en un colectivo que soportaba su identidad, los vínculos construidos, los valores adquiridos y sus proyectos de vida, se enfrentan ahora a nuevas pérdidas, navegando a la deriva de sus incertidumbres, pero también con la esperanza de reconstruir sus proyectos de vida. 30 Una vez el sujeto logra reparar el motivo de su estigmatización, Goffman (1986) nos dice que el resultado no es la simple adquisición de un estatus normal, sino la transformación del yo, la transformación de alguien que tenía un defecto por alguien que ha conseguido superarlo. Dicho cambio tiene serias implicaciones para ser reconocido como ciudadano o ciudadana por parte de los mismos desvinculados, para el ejercicio de su ciudadanía frente a la comunidad que lo acoge y frente a una sociedad no excluyente en el proceso de su reintegración. 184 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Vimos también que en ese tránsito, el sujeto se siente desprotegido y desamparado; los valores de fraternidad y solidaridad adquiridos en la vida guerrillera desaparecen de repente y aparece un mundo de significantes sociales nuevos, donde se ve enfrentado a nuevos modos de ser y de hacer. De otro lado, instalarse en la vida civil conlleva varios cambios traducidos en dejar la vida militar, el fusil, el camuflado, las botas, abandonar la clandestinidad e inscribirse en la legalidad. Implica también la configuración de un nuevo sujeto político, con nuevas maneras de actuar, de nombrarse y de reconocerse, y por consiguiente, implica también la inmersión en la vida social como ciudadano y no como guerrilleros. Todos estos cambios comprometen sus subjetividades pues demandan la construcción de unos nuevos referentes de identidad y de pertenencia; la construcción de nuevos vínculos; la permanencia de algunos valores que pueden facilitar ese retorno, y a la vez, el aprendizaje de unos nuevos; como también, prepararse para hacerse cargo de sí mismos, tomar sus propias decisiones y asumir nuevos retos en la sociedad civil. En este apartado nos centraremos en los cambios que se dan en torno a los vínculos y los valores de los jóvenes desmovilizados, puesto que en el mundo de la vida civil comienzan a emerger relaciones vinculares en diferentes espacios, que privilegian a su vez, nuevos y diferentes valores. Con esto queremos poner de relieve que los vínculos y los valores no son invenciones individuales, sino construcciones relacionales que regulan nuestro interactuar con los demás, al situarse en espacios y en pautas de relación social donde los reconocemos. Para tal fin, en primer lugar nos detendremos en la construcción de vínculos y valores de los jóvenes, durante su permanencia en el grupo armado ilegal. En segundo lugar nos 185 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados aproximaremos a la transición de esos vínculos y valores de los jóvenes, en la sociedad civil. En tercer lugar, bordearemos los escenarios de la vida civil donde los jóvenes desmovilizados configuran nuevos vínculos y valores. Finalmente, presentaremos algunas lecciones aprendidas por los jóvenes durante su paso a la civilidad, para configurar sus nuevos vínculos y valores. 3.3.1 A propósito de la construcción de vínculos y valores en el grupo ilegal La construcción de vínculos es fundamental para el soporte y la cohesión en el grupo armado. El presente estudio nos permitió establecer que con la vinculación, muchos de los jóvenes crearon lazos afectivos y emocionales como fruto de la convivencia, las condiciones de vida dura y de la cooperación en la vida militar. Un referente de identificación que genera vínculo al interior del grupo armado es el discurso, pues con su circulación, éste permite generar identificaciones, de manera tal que el sujeto siente que forma parte de una causa colectiva, que se soporta además en el uniforme, en el arma, en las rutinas, en las formas de organización y en los peligros compartidos, entre otros, y esa identificación simbólica crea vínculos: “En el grupo lo tenía todo, ellos tenían buenos pensamientos, nos hablaban del derecho a la educación, a la salud, al empleo; nos decían que debíamos cuidar el agua, pues el agua es bendita. Su ideología era contra la oligarquía, nos hablaban de la igualdad para todos, que el rico debía aportar al pobre o sí no, debíamos quitarles las tierras”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). “Me sentía parte del grupo pues ya de tener el arma en la manos, ya se siente que es parte del grupo porque cualquier cosa ya van a contar con usted para las que sea”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Recuerdo mucho las amistades, uno muchas veces dice que uno no tiene amigos ni nada ¿cierto? Pero uno allá pasa como a ser una familia ¿Cierto? porque es un 186 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados grupo y uno está pendiente del uno, del otro, aunque esa familia también es peligrosa, porque uno la caga y allá se la cobran. Pero yo sí recuerdo mucho las amistades que tuve, porque como hay personas que son buenas, hay otras que no son buenas…” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). En el grupo focal uno de los jóvenes aseguró que: “Algo bueno de allá me parece como pensaban unos jefes, como pensaba Jerónimo. Él nos hacía charlas, iba cada nada y nos decía: miren nosotros debemos ser alguien en la vida, cuando nos tomemos el poder tenemos que ayudar a los campesinos, los pobrecitos que no tienen nada , no tienen de donde sacar un plato de comidita, ni donde trabajar, ni nada. Entonces eso es lo que nosotros tenemos que mirar, ayudar a los más pobres, y pues uno siendo también campesino dice ¡esos pensamientos tan buenos! Entonces eso es lo que yo me traje de allá”. Y con respecto al sentido de pertenencia que se deriva por usar el uniforme, otro joven comentó lo siguiente: “el uniforme es una diferencia porque uno si salía a la población civil y todo el mundo con ropa de civil y uno pues uniformado, pues, ya era diferente y con el fusil también”. Ahora bien, no todos consideran que durante su permanencia en la guerrilla hubieran hecho amigos, pues no se desarrollaron lazos de confianza. Al decir de ellos, “solamente se tuvieron compañeros”: “Es que uno allá no hace amigos ahí del grupo, pues porque uno no tiene la libertad de contarles cosas ¿si? Que me dieron ganas de irme, que me voy a ir, uno no tiene allá la libertad de decirle eso porque el que mejor piensa, va y le cuenta al comandante y lo joden a uno… Allá no hay amigos”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). 187 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Prácticamente allá son amigos, o sea como le digo, de sonrisas nada más, porque allá no hay amigos, no hay confianza con nadie” (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). Estamos de acuerdo con Lara y Delgado (2010) en el llamado que hacen con relación a la relevancia de la historia previa de cada uno en su forma de vincularse al grupo armado, pues ésta determina en gran parte el tejido de los vínculos y las identificaciones con el colectivo. Al igual que ellos, encontramos que así como algunos se instalan fácilmente en las lógicas de la vida militar al interior del grupo, no todos desarrollan sentidos de pertenencia con él, ni logran vincularse a pesar de haber estado allí. Para ilustrar esta particularidad, veamos el siguiente relato: “Uno allá se siente que no es como ellos, porque uno allá se encuentra con gente que lleva mucho tiempo, que son raros, como en el porte, en el modo de ser, entonces uno no siente nunca que es de allá, porque es que uno allá se encuentra con manes de quince años, diez años, entonces uno no se siente superior a ellos, ni igual a ellos”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). De otro lado, al interior del colectivo armado se promueven valores que cohesionan y fortalecen los vínculos, tales como, la disciplina, el respeto, la obediencia y la lealtad, los cuales resultan indispensables para formar parte de ese proyecto guerrillero y de sus formas de organización. Asimismo, esos valores otorgan un sentido a su existencia y a esa apuesta como proyecto de vida. Con respecto a esos valores aprendidos que más recuerdan los jóvenes, ellos resaltan la disciplina, el respeto, el compañerismo, la responsabilidad y la honestidad: 188 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “A mí me enseñaron la disciplina, y que uno aprende a respetar a los demás, a no ser individualista a ser responsable, compañerista, que uno lo poquito que tiene lo aprende a compartir con los demás muchachos, eso me gustaba. Y no aprender a envolverse en problemas y chismes. Eso le enseñan a uno y uno como que lo lleva aquí adentro y eso le sirve a uno acá porque a uno le prestan algo y uno tiene que ser responsable. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). “Yo valoro la lealtad. Yo no estoy de acuerdo con los desmovilizados que se vienen y van y hacen matar a un poco de gente, yo no estoy de acuerdo con eso. Es que por ejemplo, yo compartí mi niñez, compartí casi mi juventud con ellos, y hacerlos matar buenamente, yo dije no. Yo ya me salí, ojalá ellos también se puedan librar de eso; entonces me dijeron que si, que sí fulana se entrega, la condenan a tantos años de cárcel y no sé qué cosas. Entonces, ¡que se pudran en una puta cárcel y no que se mueran! (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). “La verdad, pues, yo creo que a ser responsable… nos enseñaban sobre el compañerismo, que el respeto, que la honestidad…” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). “Allá también le enseñan a uno que el respeto con los del rango más alto, el mando, el respeto que nosotros también merecemos. Ellos hacia nosotros un respeto y nosotros hacia ellos, porque donde nosotros los irrespetemos a ellos, eso va para castigo. También le enseñan a uno la disciplina y el entrenamiento”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). “Pues ¿qué es lo que yo mas valoro, qué le respondo yo a usted? Yo por ejemplo viví una vida muy diferente ¿cierto? ¡Porque esa vida que uno vive por allá, no la vive cualquier persona tampoco! Pues yo valoro la vida que tuve por allá, dura y todo pero que fue algo real en uno, ¿cierto? Si, algo que nunca más si Dios quiera y la Virgen Santísima, nunca más la vuelva a vivir y como todo son cosas que pasan y ya queda una historia. Son cosas que uno tiene que valorarlas porque ya lo vivió. Eso sí para qué, la disciplina para mí fue muy buena allá y es algo bueno que en ese tiempo había ¿cierto? Valoro la disciplina, porque la disciplina es buena para todo, es algo que trae una enseñanza y uno muchas veces se guía con la disciplina que uno ha tenido”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). “Valoro la disciplina que aprendí, a ser ordenado”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). 189 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados No tenemos duda en afirmar que el valor más apreciado por los jóvenes fue el de la disciplina. ¿Su razón de ser? Probablemente porque ella juega un papel central en la vida militar, puesto que amortigua los temores y angustias individuales, promueve la obediencia y opera a la vez como un soporte que permite el despliegue de la fortaleza y del espíritu aguerrido que coadyuva a configurar ese cuerpo armado. No obstante, con el pasaje a la vida civil los vínculos con el grupo armado se resquebrajan, y valores como la seguridad, la solidaridad, la protección y la fraternidad desaparecen casi que instantáneamente, y el miedo a morir en combate a manos del ejército, ahora se transforma en miedo a morir en manos de sus propios compañeros, pues al desertar ya no se cuenta con el apoyo del grupo al cual pertenecían. 3.3.2. La transición de esos vínculos y valores en la vida civil Una veta interesante para desplegar, se refiere a esos valores que perduran y que para los jóvenes han resultado valiosos en la creación de nuevos vínculos en el contexto de la vida civil. Al respecto, es necesario poner de presente que la vida civil está conformada por varios espacios sociales como son el familiar, el doméstico, el productivo-laboral, el asociativo y el del ámbito de la participación política, entre otros más. En estos escenarios, a la par que los jóvenes han ido construyendo nuevos lazos sociales y afectivos, también han puesto en juego valores aprendidos en el grupo armado, tales como, la responsabilidad, el respeto, la honradez y la disciplina. Del grupo focal realizado, queremos compartir los siguientes relatos de algunos jóvenes: “De allá tengo buenos pensamientos y me traje muy buenos recuerdos, me traje así que me ayude para acá, la responsabilidad. Allá, es como todo, se sufre y se goza… 190 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados fue una experiencia y tampoco fue tiempo perdido, porque la verdad los catorce años que yo estuve allá fue bueno porque tuve una experiencia que jamás la hubiera tenido”. “Me traje conmigo más que todo la responsabilidad, primero que todo la responsabilidad pues a donde uno va tiene que ser responsable, ser honrado y a aprender a respetar a las demás personas. No me traje todo lo malo, eso lo dejé allá. Por ejemplo, los malos pensamientos sobre cómo hacerle daño a la población civil”. “Bueno, pues la convivencia de la gente en el grupo, aquí mismo se aprende a convivir con la gente de acá, son diferentes estilos pero casi lo mismo, o sea lo del trato es diferente pero la gente acá se tratan casi lo mismo que si estuviera uno allá”. En el ámbito escolar emerge el respeto aprendido ante los superiores, en este caso representado en la figura del profesor: “Por ejemplo, yo me pongo a ver en los colegios el año pasado que yo terminé, yo me puse a ver que en el salón donde yo estaba, yo era la seria y de resto eran puros chinos, huy esos chinos un relajo en ese salón, o sea chinos culicagados que no respetan ni a los profesores, ni nada. Y los de la ACR no somos así, o sea, nunca le llaman la atención a una persona de la ACR. Y eso lo aprende uno allá en el grupo, y como uno se va pollito para allá, entonces uno recoge todo eso”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). En estrecha relación con los valores, en ese proceso de creación de nuevos vínculos en la vida civil, los jóvenes desmovilizados afirman que les ha “funcionado” aprender a relacionarse con las personas, “distinguirlas” como ellos mismos dicen. Por ejemplo, uno de las jóvenes argumentó que: “Lo que a mí me ha ayudado es como distinguir más gente, me entiende, como distinguir gente civil, porque yo antes con gente civil casi no podía hablar o me sentía mal ¿si me entiende? Pero ahorita ya no, ahorita prefiero hablar con una persona civil… Sentía como falta como de confianza, yo no confío en casi nadie. Además, me 191 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados daba pena, pero ahorita casi no. Antes yo no era capaz de sentarme delante de más gente, no era capaz y por eso cuando recién llegué a este proceso, huy para mí eso fue lo más difícil”. Frente a esta situación, recordemos dos datos importantes que nos pueden ayuda a comprenderla. En primer lugar, que para ellos la desconfianza hacia los civiles fue un factor de supervivencia mientras estuvieron involucrados en el grupo. En segundo lugar, que para estos jóvenes de procedencia campesina, que han permanecido mucho tiempo en la selva o en las montañas de nuestro país, llegar a la ciudad es llegar a un medio extraño que les resulta hostil y les genera sensación de miedo. De hecho, recién llegados le tienen miedo a las personas, a los carros, al ruido de la ciudad. Como vemos, el retorno a la vida civil es un reto para los jóvenes desmovilizados, pues además de hacerse cargo de sí mismos, el hacerse a un lugar y configurar su propio “nicho”, les implica también procesos de construcción de confianza y de nuevos vínculos afectivos y emocionales, con las diversas personas con quienes aprenden a interactuar en los diferentes espacios de la sociedad civil, entre ellos, la Alta Consejería, el centro educativo, el lugar de trabajo, la familia, la calle y su vecindario. Y esos retos también van atravesados por sentimientos de nostalgia, pues se añoran y se echan de menos los vínculos creados años atrás en su lugar de origen, con sus familias y amigos. Tal es el caso de una joven que en el grupo focal lamentó estar alejada del campo y saber que no puede volver a su tierra, añorando la vida rural. En sus propias palabras: “sentía tristeza por las tierras de uno, porque uno siempre cuando es del campo, es algo que a uno lo hace lamentar porque uno no puede volver por allá. A mí me gustaría mucho volver ahora que estoy bien, pero no puedo…” 192 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados De acuerdo con la comprensión ganada hasta el momento, nos atrevemos a decir que frente a la incertidumbre y a los retos de la vida civil, los jóvenes son perseverantes, luchadores, y que a pesar de los obstáculos que puedan surgir en el camino, están dispuestos a alcanzar las metas trazadas en su nuevo horizonte de vida. Como bien lo manifestó una joven en el grupo focal: “Lo clave es que yo decidí esta vida y pues si yo quiero esta vida, tengo es que acoplarme a ella. Asumí esta vida y la sigo asumiendo, porque esta es la vida que ahora me tocó”. 3.3.3 Escenarios de la vida civil donde los jóvenes establecen pautas de relación para configurar vínculos y valores Como en el grupo armado, la vida en la sociedad civil también está atravesada por relaciones de control, de poder y dominación. Al interior de ella encontramos regímenes de todo tipo, razón por la cual los jóvenes terminan transitando de un marco normativo y despótico, hacia otro que también regula y normatiza, pero que intenta ser menos arbitrario. Ahora bien, el retorno de los jóvenes a ese nuevo régimen de la vida civil, encierra formas de sociabilidad diferentes, en contextos diferentes. Entre ellos, el contexto familiar les brinda la oportunidad de fortalecer sus vínculos o de crear unos nuevos, al conseguir una pareja y tener hijos, generando también nuevos valores. Así, el espacio familiar les brinda la oportunidad de crear vínculos y valores paternales, afectivos, de cuidado, seguridad y protección, entre muchos más. De hecho, la mayoría busca contactar a sus familiares o hacer vida en pareja y tener hijos, como un referente central de apoyo, siendo el vínculo familiar y 193 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados afectivo un valioso soporte cargado de valores, que facilitará la nueva vida en la sociedad civil. De otra parte, al trabajar, estudiar y asistir a las actividades programadas por la ACR, se dan las condiciones para el establecimiento de nuevos vínculos con sus compañeros de estudio, de trabajo, e incluso con otros jóvenes desmovilizados. Por tanto, en cada espacio social van estableciendo relaciones sociales diferentes, a la par que se van creando nuevos vínculos, los cuales se afirman en ciertos valores centrales. Por ejemplo, el espacio productivo-laboral el cual se caracteriza por ser normatizado y jerarquizado, es un espacio al cual tendrá que ingresar el joven y posteriormente realizar un proceso de socialización laboral. En ese proceso, gradualmente irá estableciendo vínculos con los compañeros, con los jefes y con la institución. Simultáneamente se dan procesos de reconocimientos sociales diferentes que se mueven en valores nuevos y diferentes como la productividad, la eficacia, la cooperación, la competitividad, el estatus y la solidaridad, pues allí también hay poderes y formas de disciplinamiento. En el ámbito escolar, donde se construyen vínculos con el director de la institución, los profesores y los compañeros de estudio, emergen valores como la responsabilidad escolar, el respeto, el ser competente en el mundo escolar, la puntualidad, la disciplina escolar, la tolerancia, el orden y el aseo personal, entre otros. Entonces, la creación de nuevos vínculos implica reconocer y participar en otros espacios de la vida social, donde se establecen relaciones sociales diferentes y se tejen sentidos de pertenencia diferentes. Sin embargo, debemos decirlo, en razón del tiempo subjetivo del que nos habla Castro (2001), no todos lo logran al mismo tiempo y pareciera que se les dificulta, pues todavía 194 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados albergan sentimientos de desconfianza, miedo, inseguridad e incluso timidez. Creemos que tienden a ser muy reservados y distantes, tal vez, como mecanismo de defensa y de supervivencia en los nuevos contextos que les resultan extraños. En este sentido, tenemos puntos de encuentro con relación a los hallazgos de la investigación adelantada por Lara y Delgado (2010), en cuanto a que la disciplina, el respeto, la lealtad y la responsabilidad son algunos de los valores que permanecen en los jóvenes, acompañados de una actitud de desconfianza que aumenta en la vida civil, mientras los jóvenes establecen nuevos vínculos emocionales en ese nuevo mundo de significantes sociales en que se encuentran inmersos. Por tanto y retomando la potencia del vínculo emocional, se hace necesario continuar en la búsqueda para la creación de nuevos vínculos de los jóvenes con la sociedad civil, de orden laboral, social, afectivo, comunitario, participativo y de pertenencia, de manera tal que los reconozcamos y ellos se sienten reconocidos como ciudadanos. 3.3.4 Las lecciones aprendidas por los jóvenes en el tránsito a la vida civil, en relación con la construcción de vínculos y de valores A continuación detengámonos en aquellos aprendizajes que los jóvenes identificaron en su tránsito a la vida civil, y que necesariamente pasan por la construcción de nuevos vínculos y de los valores que les dan soporte. El tránsito a la vida civil es la experiencia a través de la cual se dejan las armas y se inicia el caminar hacia la civilidad. Esta experiencia conlleva procesos de transformación, de resignificación, de dolor y también de perdón, marcando y configurando la subjetividad desde el mismo tiempo personal de la toma de decisión, el 195 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados posterior desarme, la desmovilización, y los procesos de desvinculación y de reintegración a la vida civil. Entonces, ese volver a la vida civil implica además de la ruptura con la vida militar, el retorno al propio nombre, la recuperación de sus derechos y la búsqueda de una vida digna en la legalidad. Convoca a un nuevo sujeto, unas nuevas maneras de actuar, una nueva manera de nombrarse y de reconocerse, el abandono de una identidad guerrera y el empezar a asumirse y ser reconocido como ciudadano y no como subversivo, cambios que a todas luces comprometen su subjetividad. A manera de ilustración presentamos el siguiente testimonio de un joven en el grupo focal: “Hoy en día me pienso una persona civil como los demás, me siento ¿cómo le digo? mejor a la vida que llevaba allá ¿me entiende? porque allá no tenía como un futuro, ahorita soy estudiante, he trabajado (ahorita no tengo trabajo), ya me siento mejor, no pienso con males, pienso en hacer el bien, conseguir amigos y compartir con los demás”. Ahora bien, en cuanto a los aprendizajes logrados durante el tránsito a la vida civil, los jóvenes señalaron que es muy importante dejar atrás el concepto de enemigo, lo que resulta esencial para establecer lazos de confianza, incluso con quienes fueron sus oponentes: “Yo ahorita estoy con un soldado y ese muchacho cada vez que sale viene acá; ese muchacho ya va para ocho años en el ejército y él dijo que se iba a salir por mí, o sea que ya pidió la baja. Umm ¡y después de decir que uno odia a los soldados y se queda uno con ellos! Yo tengo muchos amigos soldados, ellos cuando salen de permiso siempre van a mi casa” (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 4). “Cuando yo estuve en la oficina del hotel Tequendama, allá como son puros peladitos un día un muchacho jovencitico que se llamaba Ortigosa, eso me seguía y me seguía y yo le dije: ¿oiga usted por qué me sigue tanto? Huy es que usted me gusta muchísimo, muchísimo, es que a mí me gustan las veteranas, ¿cómo la ve? Y yo con cagados 22 años, dizque las veteranas; y yo le digo ¿cuántos años cree que tengo? y me dijo, por 196 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ahí unos 30. No papito, yo tengo 22 años. ! Pues lo que pasa es que usted me gusta a mi muchísimo. Pero no hay caso joder contigo! Me gusta charlar con ellos, pero no más”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). También señalaron la necesidad de darle nuevos significados al concepto convivir, pues en la vida civil se requiere aprender a vivir con los demás bajo las normas y acuerdos establecidos en el orden legal, y no bajo autoritarismos como estaban acostumbrados. Esa convivencia pasa por el establecimiento de vínculos con esos otros y por el surgimiento de valores como la solidaridad, el respeto, la cooperación, la tolerancia y la prudencia, entre otros. De igual forma, han aprendido a tener firmeza en la decisión de dejar el grupo, es decir, a no reincidir sea cual sea la situación; asumir los cambios (que son muchos) con buena actitud, con apertura hacia las personas que los están ayudando, con calma, mucha paciencia, comportarse adecuadamente en los diferentes espacios donde se desenvuelven y evitar las malas compañías, entre otros. Algunas de las recomendaciones que los jóvenes formulan a quienes están iniciando el proceso de retorno a la vida civil, y que tienen que ver con el establecimiento de vínculos y valores con la sociedad civil, son: “Ser solidarios con los demás, aprovechar esta oportunidad para cambiar, seguir para adelante; no desanimarse; tener buen comportamiento y no hacerle daño a nadie; no perjudicar a la sociedad con los conocimientos aprendidos, porque hay gente que es muy hábil para las bombas, los explosivos, y puede hacer daño a la sociedad…” Existen de igual forma unas lecciones implícitas, pero muy valiosas, que estos jóvenes han asumido como son: aprender a responsabilizarse de sí mismo; ganar confianza y seguridad en 197 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sí mismo y en las relaciones con los demás; no sentir vergüenza; ser perseverantes para sacar adelante el proyecto de vida y no desaprovechar esta segunda oportunidad que se les está brindando. 3.4. El cambio de regímenes con la llegada a la vida civil En este capítulo hemos realizado una aproximación a los movimientos de la identidad de los jóvenes desmovilizados y a la reconfiguración de sus vínculos y sus valores en tres momentos: al dejar la vida en el grupo armado, durante el tránsito que a su manera cada uno emprendió en el proceso de retorno a la vida civil. Queremos en este apartado detenernos en lo que llamamos “vida civil” y las implicaciones que tiene para los jóvenes vivir en ella, pues si bien en el contexto del grupo insurgente sus subjetividades estuvieron dominadas y sujetadas, es necesario poner de presente que en el ámbito de la vida civil, los jóvenes también se enfrentan a mecanismos de dominación y poder, pero en este caso más sutiles. En este contexto sus subjetividades pasan por la búsqueda de mayores niveles de igualdad, de equidad y de reconocimiento31, que para algunos se traducen en prácticas de resistencia y de emancipación. En esta línea de argumentación, es necesario pegar una mirada a los espacios sociales de la vida civil, donde a través de las interacciones y pautas de relación que establecemos con los demás, configuramos diferentes identidades y vamos adquiriendo sentidos y significaciones diferentes en cada uno de ellos. Por ejemplo, nuestra identidad en el espacio 31 Se trata de la justicia como equidad en la participación de la que nos habla Alvarado (2007), citando a Fraser (2003), la cual requiere acuerdos sociales que posibiliten la interacción de las personas de una sociedad en calidad de iguales. La justicia como equidad posee una doble dimensión: “es económica en cuanto exige una redistribución equitativa y es cultural, en cuanto exige el reconocimiento como regulador de la convivencia social…El requisito de la equidad participativa aplica en todas las áreas de la vida social: la vida laboral, las relaciones sexuales, la vida familiar, la esfera pública, la educación y las asociaciones voluntarias de la sociedad civil, aunque la participación adquiere connotaciones diferentes en cada una de ellas” (p. 27). 198 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados familiar, es diferente de la que entra en juego cuando estamos en el ámbito laboral o en el ámbito ciudadano, pues ella se despliega en función del escenario donde nos encontramos. Esa adscripción a la vida civil en la legalidad y en la institucionalidad, demanda la construcción de nuevos vínculos sociales y afectivos, en el proceso de redireccionar sus vidas para instalarse con nuevos modos en el orden social y poder vivir una vida digna como ciudadanos. Bien vale decir, de acuerdo con el Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración-ODDR- (2010), que en este proceso están implicadas la subjetivación de su experiencia y la generación de capacidades para la construcción de nuevas formas de ciudadanía (p.9). Y esa construcción de nuevas formas de ciudadanía, pasa también por procesos de subjetivación en los diferentes espacios que configuran la vida civil, pues en ellos se tejen diversidad de relaciones sociales y de poder. Hablamos entonces del escenario familiar donde los jóvenes comienzan a establecer o fortalecer sus vínculos, pero que a su vez está enmarcado por unas normas, unos valores y por los nuevos roles que comienzan a desempeñar, emergiendo por tanto identidades que los identifican como marido y mujer, como padres o como familiares de otros miembros. Podemos decir que en este espacio, la práctica social está caracterizada por el establecimiento de relaciones desiguales, a causa de las diferencias de sexo y generacionales entre sus miembros Otro escenario importante en la vida civil de los jóvenes, es el laboral. En él se dan relaciones desiguales por las diferencias jerárquicas entre trabajadores y patronos y por tanto, sus identidades fluctúan de acuerdo con quienes interactúen y por los valores de 199 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados competitividad, respeto, productividad, cumplimiento y honradez, entre otros, que allí circulan. No podemos dejar de lado el espacio comunitario, aquel espacio físico y simbólico donde los jóvenes comienzan a crear sentidos de pertenencia, valores para vivir en comunidad y relaciones sociales con otros, con sus vecinos, quienes bien pueden terminar aceptándolos o rechazándolos, a través de relaciones de poder incluyentes o excluyentes. Con relación al espacio institucional, la casa donde funciona la Alta Consejería se constituye en uno de los escenarios más valiosos para los jóvenes, en el proceso de construcción de ciudadanía y de aprendizaje en el establecimiento de relaciones sociales para poder vivir en comunidad. Y aunque allí también existen evidentes relaciones de poder, podemos decir que en este escenario, para la mayoría se da la verdadera desmovilización, al afianzar la dejación de las armas a través del acompañamiento psicosocial brindado. De otro lado la ciudad, aquel lugar que inicialmente les inspira temor e inseguridad, poco a poco adquiere sentido para ellos, mediante las interacciones sociales que gradualmente establecen en la esfera pública. Sin duda alguna, allí se dan relaciones desiguales en el marco de los derechos que gradualmente van conquistando y van aprendiendo a reclamar como ciudadanos, y por las mismas tensiones que les genera el aprender a moverse entre los intereses privados o públicos, y entre la individualidad y la colectividad. Como vemos, en cada uno de estos espacios se dan modos de producción de práctica social distintos, es decir, de relaciones sociales donde opera un poder diferente; y estas prácticas sociales son dinamizadas por las contradicciones que se dan entre ellas, generando relaciones desiguales. 200 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Aclaremos qué entendemos por poder. El poder hace alusión a toda relación social caracterizada por un intercambio desigual, y que por lo tanto, termina afectando las condiciones que determinan una vida digna, como también, las trayectorias y los proyectos personales y sociales. En otras palabras, ese poder se traduce en el intercambio desigual al que se ven enfrentados los jóvenes en la adquisición de bienes, servicios, recursos, valores, capacidades y oportunidades, entre otros. Y a esto precisamente nos interesa llegar, pues sí lo más característico de las relaciones de poder son las desigualdades, que como acabamos de ver pueden ser en educación, en oportunidades, en participación, en servicios, etc., esa desigualdad termina por afectar las condiciones de vida y las trayectorias individuales o colectivas de los jóvenes desmovilizados, en las diversas constelaciones de poder donde se desenvuelvan. Por tanto, los jóvenes desmovilizados se enfrentarán a relaciones desiguales de poder en su vida de matrimonio y la familia; en la fábrica o empresa donde trabajen; en la comunidad, barrio o región donde vivan; en las organizaciones de base a las que pertenezcan y en el Estado. Y esas formas de poder se hacen evidentes en la cultura patriarcal, la explotación, la diferenciación desigual, la dominación y el cambio desigual, entre muchos más. Y aunque algunas de ellas privilegien unos espacios, estarán siempre presentes también en las constelaciones sociales de poder de otras relaciones. Ilustrémoslo con el siguiente relato de un joven desmovilizado: “Vea el caso de un hermano él que le digo que se desmovilizó, ya tenía todo el proyecto, mejor dicho lo tiene, le faltaba un local porque él iba a poner una panadería. Se fue para ya para El Salado a buscar a un amigo a ayudarle a lavar una piscina en un balneario, entonces el amigo se puso a tomar y no llegó; mientras él se puso a lavar la piscina y se vino como a las ocho de la noche y por esa carretera sola había como dos espejos así tirados, de esos retrovisores de moto y estaban buenos. Entonces él los recogió y más adelante estaba la policía por ahí y lo requisó y encontraron los espejos, entonces le dijeron que dizque hubo un atraco por allá y que 201 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados él había estado ahí supuestamente, y se lo llevaron al CAI y llevaron al denunciante. El policía le dijo que lo culpara “diga que fue ese”, y el tipo le hizo caso y se lo llevaron a “la picaleña” nueve meses, y eso que salió por vencimiento de términos, porque le leían como para cuarenta años, que porque era desmovilizado, que por aquí , que por allá , si ve, doctora que no es fácil”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). Y es justamente en los diversos espacios sociales donde se amplía la subjetividad, pues como ya hemos visto, las experiencias y las formas de sociabilidad son diferentes, a raíz de las tensiones, conflictos, desencuentros, relaciones de poder, y desigualdades, que en ellos se presentan32. Y es aquí donde los jóvenes comienzan a vivir relaciones de tensión y de negociación, dándose cuenta que no solo en la guerra se mata o se aniquila al otro: “Como le decía doctora, hay veces lo tratan a uno mal ¿si mira? Por ejemplo, yo tuve un caso con un policía, un agente, estaba allá en la casa sentado y llegan con una requisa. Me requisan y me dicen “súbase al camión”, yo digo pero por qué me voy a subir al camión, si no me ha pedido ni papeles, “que súbase o lo subo” me dice. Entonces me subí y le dije: “no mire yo soy desmovilizado”, entonces de una vez comenzó ese señor a pegarme y me decía “para echarle acá un paraco, que le saque los dientes”, que no se qué ¿si mira? No más por haberle dicho que era desmovilizado ¡y a un policía! Entonces como a los dos meses volví y me lo encontré y yo iba con otro muchacho, un menor de edad, me pide los papeles, le paso la cédula, pasa la del otro muchacho y me dice que la mía no, que no hay sistema, que toca ir a la Sijin para averiguar, que me subiera al camión otra vez, me subí porque íbamos para la Sijin. Me sacó fuera de Ibagué por allá y me pegó otra vez, me hizo desnudar y me hizo venir para la casa sin ropa. Yo lo denuncie, pero eso no hacen nada. Acá vine, pero me mandaron a la Fiscalía. Allá eso quedó quieto. Pues yo puse la demanda en la Defensoría del Pueblo y no la recibieron; me mandaron para la Procuraduría y allá está eso. La última vez él man me dijo que donde me encontrara me iba a matar. Y eso es lo que pasa y puede preguntarle a muchos desmovilizados que han tenido 32 Alvarado (2007) señala que” la construcción de subjetividades singulares y su interacción con otras subjetividades en la que se desdibujan los límites entre el yo y el otro, se da solo en la experiencia, no en los discursos vacíos del sujeto; experiencia en la que confluyen la socialidad y los marcos simbólicos de la cultura, experiencia que se realiza en un presente que permite integrar la dimensión del pasado como cosmovisión y la de futuro como mixtura de expectativas, proyecciones y horizonte posible de obra colectiva (Zemelman, 2004), en la medida en que la experiencia pase por la reflexividad” (p. 86). 202 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados problemas con la policía, y ellos dicen “soy desmovilizado”, pertenezco a la ACR y eso les dan “como a ratas”, como dicen” y acá no prestan ningún cuidado a eso”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). A la luz de estas consideraciones y tal como lo vemos reflejado en el anterior relato, no podemos desconocer que en la vida civil también se dan procesos de control que configuran regímenes derivados de las reglas y, en otras ocasiones, de los abusos de ellas, y que por ellos transitan las subjetividades de los jóvenes, donde se despliegan con especial fuerza sus dimensiones política y ciudadana. Nos encontramos entonces con subjetividades supeditadas a esos vaivenes, a esos ires y venires, que en la complejidad de esos espacios- en el contexto de la vida armada y en el de la vida civil- han transitado por una lucha y tensión entre la dominación y la búsqueda de la emancipación. Por tanto, queremos poner de relieve que esa transición de las subjetividades de los jóvenes no termina con la llegada a la vida civil, pues como bien vemos, esos mecanismos de dominación, aunque más sutiles, continúan en la vida civil y demandan otros procesos de configuración, dado que las subjetividades no emergen en abstracto, todas tienen su contexto y aunque muchas continúen domesticadas, otras se resistirán a las prácticas de dominación a través de mecanismos de resistencia. Ahora bien, este análisis nos quedaría incompleto sí no tenemos en cuenta el contexto de la justicia social. En el marco de la justicia como equidad participativa, Nancy Fraser (2003) ubica la exclusión social en la intersección de dos dimensiones de la justicia social: la mala distribución de recursos (justicia distributiva) y la falta de reconocimiento (filosofía del reconocimiento), de manera tal que a una persona excluida socialmente se le impide la participación económica y cultural. En este sentido, los jóvenes desvinculados en su proceso de retorno a la vida civil, se encuentran con una serie de obstáculos institucionalizados 203 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados traducidos muchas veces en impedimentos, por un lado, de tipo económico por la mala distribución y no contar con los recursos que necesitan para interactuar libremente en igualdad de condiciones con los demás; y por el otro lado, en impedimentos culturales cuando el orden social establecido les niega el estatus de socios con plenos derechos en la interacción social, careciendo de reconocimiento: “Como le decía, hace ocho días, estuve reclamando los medicamentos de salud, pero a mí no me están cumpliendo con la salud ni nada. Entonces le dije allá al médico “ hijueputa vida”, así se lo dije, a mi me dio mucha rabia, porque como no estoy acostumbrado a que me nieguen las cosas y donde yo estaba pues no me negaban nada, y acá pues qué va, que no, que los carné que yo tenía dizque no cubrían esos medicamentos y con eso me despacharon, entonces yo les dije: pero estaba mejor donde estaba, porque allá si dan todo sin estar rogando a otro”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). Entonces, y de acuerdo con la autora, lo que se necesita son políticas que puedan establecer una igualdad de estatus y que fomenten la equidad participativa en todas las esferas de la vida social. Con respecto al reconocimiento de los jóvenes desmovilizados, resulta muy pertinente el “modelo de estatus” que Fraser (2003) aporta, donde “el reconocimiento es una cuestión de posición social…lo que requiere reconocimiento es la posición de los miembros individuales, como socios de pleno derecho en la interacción social” (p.62). Así las cosas, la falta de reconocimiento significa subordinación o exclusión social, que en los procesos de reintegración a la vida civil se acentúan, pues los jóvenes se encuentran con una sociedad de “puertas cerradas”, haciéndose necesario no sólo que la sociedad se prepare y se abra a la reintegración, sino también, que el Estado continúe formulando políticas tendientes a superar la exclusión, de manera tal que esta población sea reconocida como miembro de la sociedad, 204 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados como socios con derechos y capacidad para participar en igualdad de condiciones con los demás. Por lo tanto, se requiere de debates públicos entre sociedad, Estado y jóvenes desmovilizados, donde sean ellos mismos quienes deban “discutir si el modelo de valores culturales institucionalizado obstaculiza la equidad de participación y sí las alternativas propuestas la fomentarían” (p.66); de otro lado, las reformas que se adelanten deben atender el problema de la exclusión social de manera integral, lo que en palabras de Fraser significa (2003), “con una visión política bifocal que permita mirar simultánea y analíticamente a través de las lentes de la distribución y el reconocimiento”(p.67). En esta misma línea resultan pertinentes los aportes de Axel Honneth (2003), al plantear que el reconocimiento de la persona depende no sólo del respeto por parte de todos, de los derechos universales, sino también de que “reciba un trato afectuoso, cuidadoso y amoroso en el nivel de sus relaciones familiares y amistades íntimas, y de que consiga una valoración de sus capacidades y particularidades en el ámbito de sus relaciones laborales” (citado por Cortés, 2007, p.97). Bajo estos criterios de justicia será posible el reconocimiento de los derechos sociales y culturales de los jóvenes desmovilizados en las políticas públicas y a su vez, se posibilitará su reconocimiento como ciudadanos por parte de la sociedad. Ahora bien, es interesante advertir que a pesar de las dificultades que los jóvenes puedan encontrar en sus diferentes contextos, muchas de ellas asociadas con ese no querer reconocer los derechos que les corresponden como ciudadanos, con el abuso de poder o el estigma, en su mayoría se muestran optimistas frente a su condición de ciudadano y a los retos que les impone el futuro: 205 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Soy otro ciudadano más, otro civil más en la cuenta. Estoy siendo un chino juicioso que está estudiando, y quiero llegar a ser un buen mecánico automotriz”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 7). “Estoy siendo un civil que quiere progresar; estoy siendo un estudiante, y quiero llegar a ser un trabajador independiente”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 3). “Yo soy una ciudadana más; ahora estoy siendo una estudiante, no me dedico sino a estudiar y a dormir. Y para el futuro quiero llegar a ser una gran médica para cuidar a los niños enfermos y a todas las personas”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 5). “Soy un ciudadano más en la vida, soy un padre de familia; estoy siendo un estudiante que quiere tener un negocio para salir adelante, y quiero llegar a ser un mecánico automotriz, porque por donde yo vivo se ve mucho eso , con eso ya saldría adelante… Me siento una persona de bien, una persona sociable, con amigos y amigas. Me siento como cualquier persona, para solidarizarme con las personas, como un civil normal, común y corriente como los demás”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). “Pues yo ahorita soy un estudiante que es cumplido en todo. Estoy siendo un trabajador para que de aquí a mañana pueda tener algo en la vida, poder sostenerme, conseguir las cosas que necesito y no depender de nadie. Quiero llegar a ser alguien en la vida, tener algún proyecto y trabajar por mi propia cuenta”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 10). “Soy una civil más, estoy estudiando arto para llegar a ser una ingeniera civil, esa es mi meta”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 2). Queremos señalar el hecho que a pesar de los obstáculos que se les han presentado en su proceso de retorno a la civilidad y legalidad, sorprende que su identidad esté asociada a la del ciudadano que está ejerciendo varios roles para llegar a ser “alguien en la vida”, y por sobre todo, una persona independiente económicamente, y por qué no, un profesional. En este contexto y en contraste, encontramos que de una subjetividad configurada por la obediencia y el miedo en el grupo armado, con el tránsito a la vida civil se va configurando otra 206 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados subjetividad que gana en autonomía y que a través del estudio y el trabajo busca vivir una vida digna. Nos hallamos entonces frente a un sujeto que al recuperar su libertad, comienza a decidir lo que quiere para su vida y está perdiendo el temor a hacerse cargo de sí mismo: “Bueno hoy en día yo lo veo bien porque nos han brindado el estudio y la oportunidad de seguir adelante; uno ya está aquí afuera y tiene la libertad y puede conseguir lo que usted quiera, comerse lo que usted quiera, antes no lo podía .Ahora puedo dormir hasta la hora que quiera, salir los domingos para donde quiera, usted ya sabe que es sábado o domingo y puede estar viendo la familia”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 1). “Hoy en día tengo mi libertad, soy libre, no estoy pensando que tengo que pedirle permiso a fulano de tal. No, ya por ejemplo, ya uno es libre de hacer lo que uno quiera ¿cierto? Aunque ya estamos aquí comprometidos con la ACR, todo es muy diferente porque ya se siente uno alguien, porque uno no le está pidiendo permiso a alguien, si lo hago o no lo hago. En cambio allá era muy diferente porque uno hasta para ir a orinar tocaba pedir permiso”. (Exguerrillera de las FARC. Entrevista N° 6). Asimismo, encontramos que los jóvenes van reconfigurando sus vínculos y valores y de esta manera hacen “más llevadera la vida” en la civilidad. Y esa identidad asociada a la ciudadanía, se despliega entonces en un plan de vida que los lleva a retomar sus vínculos familiares (es su referente central de apoyo), vivir su condición juvenil como cualquier joven, tener proyectos y construirse un lugar en la sociedad. En otras palabras, el retorno a la vida civil termina siendo un proceso de autocreación como experiencia de devenir sujeto de la propia vida, lo que al decir de Arfuch (2002, p. 139), son diversos “sentidos” de la vida en juego: “Soy una persona de bien, una persona trabajadora, que tiene amigos, que más le digo, estudiante y con el ánimo de salir adelante, que se siente bien. Yo soy un joven alegre, me gusta mucho la música, me gusta salir con los amigos, ir al parque a bañarse, ir a paseos, todo eso me gusta. Pues a lo que soy ahora a lo que era antes es 207 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados como mejor. La diferencia es que soy una persona de bien, un civil igual que todos, y antes era una persona, no sé… En verdad he cambiado mucho, mi mamá se siente bien, tengo unos hijos ya en un hogar seguro”. (Exguerrillero de las FARC. Entrevista N° 8). Finalmente, es nuestro interés insistir en que la configuración de las subjetividades de estos jóvenes en la vida civil, se juega en un enfrentamiento y tensión entre mecanismos que promueven la regulación y la adaptación, y aquellos que se orientan por abrir espacios de deliberación, de participación crítica y de resistencia. Y esta es una tensión que siempre estará presente. 208 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Capítulo 4. LA REINTEGRACIÓN Y SUS SIGNIFICADOS VISTA DESDE SUS OTROS ACTORES: EL EQUIPO PSICOSOCIAL DE LA ALTA CONSEJERÍA PARA LA REINTEGRACIÓN-ACR-DE IBAGUÉ Y ALGUNOS DOCENTES DE LOS JOVENES En los capítulos anteriores hemos analizado los testimonios de los jóvenes para comprender la configuración de sus subjetividades, en su experiencia de la vinculación y desvinculación de los grupos alzados en armas; también hemos podido comprender cuáles han sido esos movimientos que se han dado en sus subjetividades, a través de los cambios suscitados en la identidad, los vínculos y los valores. A continuación dedicaremos este capítulo al análisis de las voces del equipo de profesionales del Centro de Servicios de la Alta Consejería33 de la ciudad de Ibagué, encargados de brindar el apoyo psicosocial a los jóvenes, como también, a los testimonios de algunos docentes que vienen trabajando con ellos, con el fin de conocer la mirada institucional y comprender a partir de sus experiencias, cómo ven y cómo han vivido el proceso. De esta manera y como punto de partida para este capítulo, se hace necesario comprender la complejidad de los procesos de Desarme-Desmovilización y Reintegración-DDR- en nuestro 33 La Alta Consejería Presidencial para la Reintegración Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en Armas (ACR), la cual hace parte del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (DAPRE), fue creada por el Gobierno Nacional en el año de 2006, con el fin de definir, coordinar, ejecutar y evaluar la política nacional para la reintegración social y económica de los desmovilizados de organizaciones armadas ilegales, en coordinación con el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PAHD) del Ministerio del Defensa, el Ministerio del Interior y de Justicia y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Con la creación de la ACR se transformó el programa de Reinserción del Ministerio del Interior, en una Política Nacional de Reintegración. 209 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados país, para así contar con elementos que nos permitan ganar claridades acerca del programa y de las voces de sus otros protagonistas. A continuación, en un segundo momento, nos centraremos en los significados que otorgan los profesionales al proceso de reintegración y sus implicaciones en la subjetividad; en tercer lugar, haremos un acercamiento a las experiencias adquiridas por los profesionales y a las lecciones aprendidas en su trabajo con los jóvenes. Luego, en un cuarto momento, conoceremos cómo es vista la reintegración a partir de la experiencia adelantada por un grupo de docentes de una institución educativa que presta sus servicios a la ACR. A partir de estos desarrollos, en quinto lugar intentaremos hacer un balance de la experiencia de acuerdo con los aprendizajes destacados y lo que falta por aprender, de acuerdo con los profesionales. Finalmente, presentaremos los retos y desafíos que tanto profesionales, como docentes, identifican para el programa. 4.1. Acerca de la complejidad del proceso Desarme-Desmovilización-ReintegraciónDDR- en nuestro país. El retorno a la vida civil de quienes han estado vinculados a los conflictos armados en nuestro país, se ha llevado a cabo de diversas maneras. En el primer capítulo dedicado a las consideraciones generales de este estudio, hicimos alusión a los discursos alrededor del conflicto armado, la violencia y los procesos de paz en nuestro país. Este recorrido nos permitió ver la complejidad del proceso, pues éste se ha movido entre la amnistía; el perdón y olvido; los acuerdos de paz; los acuerdos de convivencia; los programas para la reinserción y a partir del año 2000, en programas para la desmovilización. Sin embargo, todas estas iniciativas se han llevado a cabo en medio del conflicto y los procesos de paz, en consecuencia, han sido 210 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados parciales, discontinuos, con retrocesos en ocasiones y con características diferentes según cada grupo y las condiciones para su retorno a la vida civil. Con respecto al DDR, investigadores como Colin Gleichmann, Michael Odenwald y Adrian Wilkinson (2004), identificaron que existen tres componentes que no sólo caracterizaban los programas estudiados, sino que también, contribuían a la consecución de la paz y a la planeación de procesos de reconstrucción en el posconflicto: el desarme, la desmovilización y la reintegración, tres procesos cuya ruta, aparentemente puede planificarse temporalmente cuando se desconocen las implicaciones de la subjetividad y las transiciones de quienes han estado involucrados en los conflictos armados. Colombia se ha acogido a este proceso, y los jóvenes que se desmovilizan34 pasan por los procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración-DDR- como un componente que forma parte de una estrategia más amplia en la construcción de paz del país 35. Ahora bien, todos los procesos de construcción de paz relacionados con conflictos armados, deben pasar por una etapa final en la cual los excombatientes se reintegran a la vida civil. Esta fase suele ser la más crucial de las tres, pues parece ser la más difícil para quienes deponen las armas, por dos razones de mucha complejidad. La primera, porque en lo subjetivo representa un 34 Los desmovilizados colectivos negocian con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y los desmovilizados individualmente son atendidos por el Ministerio de Defensa Nacional, a través del Programa de Atención Humanitaria al Desplazado –PAHD- En ambos casos, la etapa de reintegración está a cargo de la ACR, que coordina, asesora y ejecuta con entidades públicas y privadas la ruta de reintegración. (MAPAZ, 2010). 35 La Comisión Nacional de Reparación en su II informe titulado “La reintegración. Logros en medio de rearmes y dificultades no resueltas” del año 2010, identifica cuatro etapas a saber: desarme o fase en la cual se considera el armamento existente y su recolección, almacenaje, destrucción o redistribución a las fuerzas nacionales de seguridad; la desmovilización, que hace alusión a la liberación controlada de los combatientes activos de las Fuerzas Armadas o de grupos armados organizados irregulares, procediendo a su acantonamiento en centros temporales para proceder a medidas de registro, desarme, orientación previa y vinculación a la vida civil. La reinserción o atención inmediata a la población desmovilizada en cuanto a su instalación, sostenimiento y acceso a programas de documentación, capacitación, formación laboral y atención en salud; y la fase de reintegración o proceso por el cual los excombatientes adquieren la condición de civiles y obtienen un empleo sostenible e ingresos regulares; es un proceso social y económico que busca su proyección a las comunidades de impacto, siendo una responsabilidad nacional. 211 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados momento determinante para sus vidas, sumado a las condiciones sociales y económicas que favorecerán su retorno; la segunda, porque requiere de la aceptación por parte de las comunidades36. Con respecto a los significantes de estas tres etapas, la socióloga e investigadora experta en conflicto armado y reconciliación Kimberly Theydon (2005), nos dice que el desarme consiste en la recolección y eliminación de armas pequeñas, municiones, explosivos y armas pesadas de los combatientes. La desmovilización, en un proceso en el cual las organizaciones armadas disminuyen de tamaño e implica concentración, acuartelamiento, gestión y concesión de licencias a los excombatientes, junto con asistencia para motivar a deponer las armas. Finalmente la reinserción, en una medida para fortalecer la capacidad social y económica de los desmovilizados y sus familias, con el fin de facilitar su reintegración. No obstante, de acuerdo con el Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración de la Universidad Nacional-ODDR- “lo que en un principio podría parecer como una configuración en serie DDR, y por lo mismo una ruta clara con tres fases definidas, enseguida muestra una dificultad en su precisión, en particular para el caso colombiano” (ODDR, 2009, p, 2). Y es que ellas pierden su nitidez cuando se intenta establecer su especificidad, pues para algunos la desmovilización va antes que el desarme, 36 En la ACR la comunidad es entendida como “el grupo de actores sociales, individuales y colectivos, que intervienen (de manera directa o indirecta) a nivel local, regional y/o nacional e internacional en el proceso de reintegración de los participantes. Entre dichos actores se encuentran los miembros de la comunidad, las víctimas de la violencia, las entidades del Estado, las instituciones educativas y de salud, el sector productivo privado, las organizaciones sociales locales, los medios de comunicación y las organizaciones de cooperación internacional, entre otros” (MAPAZ, 2010, p.19). 212 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados mientras que para otros, va después, y no falta quienes afirmen que el desarme es una parte de la misma desmovilización. Ante esta confusa situación, el Observatorio sugiere un nuevo ordenamiento: Desmovilización-Desarme-Reintegración, emergiendo la desmovilización como término genérico para denominar todo el proceso en su conjunto, proceso que incluso ha llegado a asociarse con la inscripción en este programa. Pero en esta misma línea de argumentación, hay quienes optan por hablar de desmovilización cuando se hace alusión a la firma de Acuerdos de Paz, y de deserción para referirse a quienes se desvinculan de manera individual. De esta manera, el orden de los componentes del proceso cambia, así: Desarme-Deserción-Reintegración. Frente a esta situación y de acuerdo con el Observatorio, se inaugura la aparición de dos nuevos calificativos los cuales tiene que ver con los desmovilizados y los desertores. Ante esto, muchos excombatientes reclamaron que el primer momento no debería llamarse desarme, sino “presentación”, quedando entonces el proceso como: PresentaciónDesmovilización-Reintegración. Pero teniendo en cuenta la complejidad del proceso, que seguimos en medio del conflicto armado, que no se puede pensar la salida en términos lineales y que sus componentes no se cumplen a cabalidad desde el primer momento, el Observatorio nos invita a pensar la complejidad del proceso en los siguientes términos: Desarme-Desmovilización- Reintegración- Desmovilización-Desarme. En esta ecuación, que se inicia con el desarme formal, le sigue una desmovilización parcial, seguida de unos intentos de reintegración a la vida civil, y a partir de sus resultados se afianzan la desmovilización y finalmente el desarme, 213 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados interpretado como la experiencia personal de desprendimiento del sujeto con el grupo y su resolución. Vale la pena poner de relieve que no todos logran “desarmarse” en términos de Castro (2010, p.6), es decir, deshacerse del poderío que significan las armas, y quienes lo hacen, lo llevan a cabo en privado y en un tiempo subjetivo. Y es precisamente en este “segundo desarme” como lo llama nuestra autora, en el cual se renuncia al poder de las armas, a las estructuras de la organización armada, a los jefes y su mando, cuando se da la verdadera desmovilización. Para nosotros se constituye en lo que hemos venido llamando, la “desvinculación emocional” del grupo y es el que consideramos, hace del proceso de reintegración algo impredecible. Aunque la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación-CNRR- hable de los procesos DDR como Desmovilización-Desarme y Reintegración, estamos de acuerdo con el Observatorio ODDR y con la ACR en denominar el proceso como Desarme-Desmovilización y Reintegración pues tal y como éste se lleva a cabo, en primer lugar viene el desarme o entrega de armas; luego de transcurrido un tiempo subjetivo se vive un proceso donde se desiste de la guerra y sus lógicas y se deshacen los referentes de identidad personal y colectivos. Este proceso lo denominamos desmovilización. Posteriormente se da la reintegración y que nosotros preferimos denominar como retorno; es un proceso a través del cual el sujeto se inscribe nuevamente a la vida legal, a la institucionalidad, a las lógicas del vínculo social, al ejercicio de la ciudadanía y se da su reintegración social y económica. Como podemos ver, la complejidad del proceso es enorme, lo que nos lleva a considerarlo como un campo abierto, donde se siguen repensando sus categorías pues éstas continúan problematizándose. Y esta disyuntiva se hace presente en la ACR, aunque ellos en su programa conciban la reintegración como una política que busca brindar salud, educación, 214 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados formación para el trabajo y apoyo social y afectivo para cada participante, atendiendo su propio proceso, para promover su desarrollo personal y social. La política nacional de reintegración37 al comprender esta complejidad, incluye además a las familias y comunidades receptoras “bajo la concepción de que la sostenibilidad de la reintegración, implica trabajar no solo con el desmovilizado, sino también con su entorno” (MAPAZ, 2010, p.1), de acuerdo con la particularidad de cada contexto. 4.2 La Reintegración y sus significaciones para el equipo de apoyo psicosocial Con la creación de la ACR en el 2006, se inaugura la creación e implementación de un Modelo de Atención Psicosocial, es decir, el modelo lleva 5 años de implementación con los protagonistas del proceso de reintegración. Está basado en el desarrollo de competencias de acuerdo con los contextos en los cuales se desenvuelve el participante. Por tanto, busca desarrollar habilidades psicosociales, educativas, laborales y comunitarias para vivir en comunidad como ciudadanos autónomos. La reintegración cubre tres dimensiones, social, económica y comunitaria. La reintegración social comprende atención psicosocial, salud y educación; la reintegración económica cubre dos líneas, formación para el trabajo y 37 De acuerdo con el informe de cierre de gobierno de la ACR septiembre 2006-2010, la Reintegración como Política Nacional es un compromiso de Estado que se basa en tres pilares: visión de largo plazo, participación de las comunidades y sostenibilidad (p.1). Asimismo, hace parte de la Visión Colombia Segundo Centenario 2019, la cual tenía proyectado para el año 2010 alcanzar a 41.047 personas reincorporadas, cifra que se superó a junio de 2010 con 45.000 desmovilizados (p.2). 215 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados generación de ingresos; y el trabajo con la comunidad el cual aborda la formación ciudadana, el proyecto comunitario y la acción simbólica38. Desde la institucionalidad, veamos a continuación las significaciones que le otorga el equipo de profesionales de apoyo psicosocial del Centro de Servicios de la ACR, de la ciudad de Ibagué. Todos los profesionales, quienes son psicólogos, coincidieron en concebir la reintegración como un proceso, pero en esta aproximación encontramos también tensiones, las cuales reflejan la complejidad que éste encierra. Dada la diversidad de respuestas, hemos tratado de agruparlas en dos bloques así: 4.2.1 La reintegración como un proceso centrado en el programa En primer lugar, encontramos la reintegración como un proceso de cambios psicológicos que viven los jóvenes para su adaptabilidad a la vida social, a través del desarrollo de competencias que se trabajan en el programa: “La reintegración es un proceso, una transición que implica cambios a nivel de creencias, de conductas, de emociones, de la relación de uno con la comunidad, con el gobierno; es digamos un cambio que implica un desarrollo de competencias que permite la adaptabilidad al sistema social que tiene el país”. (Profesional ACR N° 1). En el programa, estas competencias apuntan al establecimiento de relaciones asertivas, la resolución no violenta de conflictos, la responsabilidad y la proyección y orientación al logro. 38 Según el informe de cierre de gobierno de la ACR 2006-2010, “A partir de la inclusión de la Política de Reintegración en los planes de desarrollo de 17 departamentos y 132 municipios en el país, los gobiernos locales e han apropiado gradualmente del proceso” (p.11). 216 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En segundo lugar, es vista como el restablecimiento de otros proyectos de vida, diferentes al delito de la vinculación al grupo armado, delito que en algunos casos se ha naturalizado en su entorno familiar. Bajo esta concepción, los jóvenes serían vistos como delincuentes, lo que evidencia una tensión en cuanto a la concepción de los desmovilizados como “participantes”, que se maneja en el programa: “Si bien son personas que vienen siendo participes del delito como una opción, se quiere a través de este proceso lograr que ellos se aparten del delito, delito que es concebido por ellos como un trabajo, pero para nosotros es delito y está tipificado en el código penal como tal…o también ha sido algo que trasciende de generación en generación: mi familia perteneció, ahora yo pertenezco y pues lo normal es que también mis hijos lo hagan. Entonces se trabaja esa dependencia hacia el delito, que realmente ellos no la tienen consiente. La idea es que ellos no tomen el delito como una opción de vida, sino como algo que pasó en sus vidas y reiniciar de nuevo su proceso, restablecer su propio proyecto de vida generando otras opciones y que ellos puedan adaptarse a la vida social, pero con otra visión”. (Profesional ACR N° 2). Siguiéndole la pista a esta tensión, resulta pertinente traer a colación la concepción de la ACR acerca de los participantes: “son los protagonistas del proceso de reintegración que pudieron romper el vínculo de la violencia… tienen capacidad de discernir y decidir lo que consideran mejor para sus vidas, optando voluntariamente por el camino a la reintegración… y como consecuencia, autorregulan su comportamiento a favor de su bienestar personal, familiar y comunitario” (MAPAZ, 2010, p.5). En tercer lugar, la reintegración es vista como un modelo en construcción que brinda diferentes opciones para la vida civil a aquellas personas que por diferentes razones optaron por la vía armada: 217 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Es un proceso que en estos momentos lo está liderando la Alta Consejería para la Reintegración y busca dar la oportunidad a aquellas personas que por diferentes motivos se vieron involucrados en situaciones con grupos armados al margen de la ley, para brindarles opciones en diferentes áreas, y para lograrlo lo que está haciendo la Alta Consejería es construir un modelo que permita de alguna manera, dar la oportunidad a estas personas que están en el proceso. Es un modelo en construcción y por lo tanto, hay muchas cosas que han dado buenos resultados, y otras que en cambio no han sido tan buenas”. (Profesional ACR N° 3). El modelo en mención es un Modelo de Atención Psicosocial39 que se comenzó a implementar desde el año 2006, y que se ha construido con base en la experiencia de los profesionales vinculados a él. Estos profesionales son en su mayoría mujeres (75%), quienes trabajan como “facilitadores” para focalizar la atención psicosocial en el presente, en el futuro y en la resignificación del pasado. Si bien, lo psicosocial enfatiza en las habilidades, los sueños, los intereses, las fortalezas, las oportunidades, y los comportamientos de los participantes, no es fácil lograr la recuperación de la confianza, el reconocimiento y la construcción de la autonomía, como veremos más adelante. De manera similar a la concepción anterior, la reintegración es concebida como una oferta de servicios dirigida a los jóvenes participantes, en los campos social y económico, promoviendo el desarrollo de competencias en cuatro contextos: productivo, comunitario, familiar y educativo: 39 La atención psicosocial se lleva a cabo a través de cuatro rutas, establecidas de acuerdo con las características del participante y sus contextos: 1. Intervención: cuando el participante no requiere tratamiento especializado. 2. Monitoreo: cuando el participante tiene problemas de seguridad o difícil acceso de servicio. Los encuentros se hacen mensualmente. 3. Remisión y acompañamiento: cuando el participante es discapacitado o dependiente de sustancias psicoactivas y/o alcohol, presenta cuadros clínicos, razón por la cual es remitido a instituciones especializadas. 4. Remisión e intervención: cuando el participante presenta problemáticas psicosociales y es remitido a terapia psicológica a otras instituciones públicas. 218 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “La reintegración desde mi punto de vista es el proceso que vive un individuo que ha tomado la decisión de dejar las armas, desde el momento en que es certificado por el CODA y accede a una oferta de servicios que le brinda la Alta Consejería. Esta oferta de servicios incluye todo lo que tiene que ver con un abordaje de lo social, pero también, un abordaje desde lo económico. Entonces dentro de lo social encontramos específicamente tres áreas, digamos desde la mirada que tiene la Alta Consejería, que son la atención psicosocial, la atención en educación y la atención en salud; y dentro de lo económico encontramos la formación para el trabajo y la oportunidad de acceder, ya sea a un empleo, o a un plan de negocios. Entonces digamos que la unión del abordaje de lo social y de lo económico nos da la reintegración propiamente dicha”. ”. (Profesional ACR N° 2). “La reintegración empieza con un participante o con una persona que se desvincula del conflicto armado ilegal y llega la sociedad civil; en este momento la Alta Consejería brinda unos servicios donde ellos pueden acceder a ciertos derechos como tener salud, y pues el acompañamiento psicosocial que nosotros le brindamos. La reintegración se da en cuatro contextos: productivo, comunitario, familiar y educativo y se fortalece a través de unas competencias”. (Profesional ACR N° 4). Veamos en detalle estos cuatro contextos. El contexto familiar se enmarca en las relaciones entre los actores, las costumbres, los valores y las normas establecidos por el participante con sus familiares; el contexto productivo se refiere a la actividad económica del participante en relación con los actores y organizaciones con quienes se relaciona; el contexto educativo está centrado en el proceso de aprendizaje del participante con los otros actores y con la institución educativa; y el comunitario, que está referido a las relaciones en los escenarios de la institucionalidad, como también a las costumbres y valores de la comunidad en la que se encuentra inmerso el participante. Ahora bien, en estos contextos o escenarios de la vida civil, como lo vimos en el capítulo anterior, operan relaciones de poder que generan tensiones, las cuales se resuelven en 219 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados prácticas de obediencia o de resistencia, pues hay un despliegue de la ciudadanía en cada espacio. De otro lado, las subjetividades de los jóvenes están supeditadas a los vaivenes en la complejidad de esos contextos, lo que nos muestra que el asunto no se resuelve con la mera adquisición de competencias para la vida civil. Insistimos en señalar que en cada espacio hay regímenes de intercambios desiguales, que las subjetividades pasan por ellos y que el aprendizaje ciudadano requiere del reconocimiento de los derechos de los jóvenes, de las oportunidades de participación, de la construcción de comunidades democráticas de confianza y cooperación, entre otros, para que logren vivir una vida digna en el espacio social. 4.2.2 La reintegración como un proceso que pasa por los sujetos implicados Avanzando un poco más en los significantes de la reintegración, observamos que ésta es pensada fuera del programa y es situada directamente en los jóvenes, como una construcción individual para el establecimiento de vínculos familiares y con la comunidad, en concordancia con la concepción de “participante” de la ACR como protagonista del proceso: “Creo que la reintegración la va haciendo el participante de manera individual en el momento en que llega a la comunidad y establece vínculos familiares, y es un ejercicio como decimos en la Alta Consejería, de corresponsabilidad para brindarles unas posibilidades, unos servicios y ellos deben hacer ciertas cosas para acceder a ellos”. (Profesional ACR N° 4). Finalmente, encontramos una concepción de reintegración que pasa por las comunidades receptoras, su aceptación de los jóvenes y la reconciliación de éstos con ellas, lo que implica en el proceso, abordar los imaginarios y la estigmatización hacia los jóvenes: 220 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “La reintegración es un proceso que le brinda a un participante cuando llega a la Alta Consejería, el acceso a la reconciliación con la comunidad, y es un poco manejar dentro del proceso que nosotros tenemos, algunos imaginarios de los participantes frente a la comunidad”. (Profesional ACR N° 5). De acuerdo con la complejidad señalada para el proceso, conviene mencionar que actualmente la reintegración se asocia también con procesos de Reparación y Reconciliación en el ámbito comunitario, escenario en el cual faltan mayores desarrollos y experiencias para poder generar procesos de confianza de doble vía: “Bueno este proceso dentro de la Alta Consejería, en este momento se está dando como ya lo hablaron dos compañeras, mediante el desarrollo de competencias y el trabajo con la comunidad… en realidad no se ha conseguido generar un impacto grande en ellos, en la comunidad que ellos habitan, que es la comunidad receptora, porque en ocasiones se manejan imaginarios donde la población no quiere acceder a generar vínculos con la población, y de igual manera, ellos también sienten temor de ser rechazados , entonces prefieren como evitar. Dentro de las actividades que nosotros realizamos, está por ejemplo, el invitar a gente de la acción comunal o gente representativa de la comunidad y ellos (los jóvenes) dicen “no, prefiero que no, nadie sabe quién soy yo, prefiero hacerme invisible dentro de la comunidad”. Entonces, obviamente ese tema ha sido un poquito complicado y ha sido uno de los pilares de integración a la vida civil, el poder reconciliarse con la comunidad”. (Profesional ACR N° 6). Según las concepciones presentadas por los profesionales, podemos deducir que se privilegian las significaciones de la reintegración a la luz del programa, como sí éste lo fuera el todo. Pero la reintegración va más allá del programa y algunos profesionales ya han ganado esta comprensión, al considerarla como una construcción del sujeto quien en un proceso de corresponsabilidad requiere establecer nuevos vínculos, en este caso, familiares, comunitarios, educativos y laborales. Se reconoce además que el proceso es de doble vía e interpela también 221 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados a las comunidades receptoras, para que desmovilicen su radicalidad frente a los jóvenes y se logren generar mecanismos de reconocimiento social, que contribuyan a que ellos se hagan a un lugar en la sociedad y puedan ejercer su ciudadanía para vivir con dignidad. 4.2.3 Una mirada al proceso poniendo el acento en la subjetividad de los jóvenes Los procesos de DDR demandan dinámicas complejas relacionadas con la política, la legislación, los contextos, las propuestas y programas que se brindan, como también, en relación con las mismas dinámicas sociales de aceptación y de responsabilidad de todos. De otro lado, para los jóvenes desmovilizados el proceso DDR les demanda experiencias fuertes y complejas que se traducen en rupturas (movimientos subjetivos que producen un quiebre y marcan un antes y un después); en desplazamientos (movimientos de la subjetividad donde se dan transformaciones y acomodaciones); y en continuidades (se conservan algunos rasgos de la subjetividad) de sus subjetividades; como también en la capacidad de construir nuevas formas de ciudadanía diferentes a la subversión. Ahora bien, ¿cómo pueden responder los programas a esos movimientos de la subjetividad? Creemos conveniente que en ellos se abran espacios para que los jóvenes tengan la oportunidad de tramitar sus duelos y las pérdidas que han vivido; de igual manera, que se propongan nuevos modos para contribuir al fortalecimiento de la creación de vínculos con la sociedad. Como ya lo hemos mencionado en distintas oportunidades en este estudio, el desarme no es tan sencillo como parece y va más allá de la entrega del camuflado, de las armas y del material de guerra. Desarmarse es entregar una parte del cuerpo, es como entregarlo todo, 222 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados pues implica desistir del poderío que el arma representa. Y para esto se requieren tiempos subjetivos de elaboración que no siempre coinciden en el tiempo cronológico. Por su parte, la desmovilización no es solamente la salida de uno o varios combatientes de una organización armada o la adscripción a un programa para desmovilizados. La desmovilización es un proceso que nos remite al sujeto cuando logra deshacer sus lógicas guerreras, sus afinidades, cambiar sus referentes de identidad y dejar los vínculos emocionales con el grupo armado. Y aunque no todos se vinculan emocionalmente con el grupo a pesar de haber estado allí, para quienes hicieron ese anclaje, deshacer los lazos afectivos y las identificaciones implica un tiempo subjetivo, un tiempo personal (Castro, 2001), razón por la cual muchos no logran resolver “la salida” del grupo, permaneciendo “vinculados emocionalmente” por muchos años. Según Lara y Delgado (2010), es como si hubieran quedado “congelados” en el tiempo, lo que nos indica que la desmovilización también pasa por el sujeto y por el tránsito de sus subjetividades, jugando aquí un papel crucial, el tiempo subjetivo. En este orden de ideas, ni qué decir de la reintegración, ella es mucho más que la adscripción a un programa. De acuerdo con Castro (ODRR-2010), es también “la nueva adscripción a la legalidad y a la institucionalidad, a nuevas lógicas del vínculo social que reorientan la vida, el ejercicio de la ciudadanía y la articulación social y económica” (p.6). Como podemos apreciar, el proceso DDR en su conjunto es bastante complejo e impredecible a la vez, no es lineal y puede tomar diversas rutas, lo que sumado a las mismas dificultades del proceso, hace que no siempre la reintegración culmine en la vida civil. De hecho, se presentan casos en que los jóvenes terminan reintegrándose nuevamente a su grupo 223 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados armado, otros en los cuales terminan presos en una celda, otros extraditados y muchos más, asesinados. Dentro de esta complejidad, no podemos dejar de lado la sociedad y el reto que ésta debe asumir para tener la capacidad de brindar acogida a quienes alguna vez hicieron de su vida una apuesta guerrera, y hoy día le apuestan a la civilidad. Y como acertadamente reflexiona Castro (ODDR-2010), “el conjunto social polarizado en la época de guerra, tendrá también que desmovilizar su beligerancia y radicalidad, su ánimo guerrero. Para la institucionalidad, implica comprender que estos procesos se generan y organizan desde las políticas y programas, pero que en su dimensión más profunda trascienden este ámbito y son un asunto del país, por cuanto comprometen elementos estructurales y una pluralidad de participaciones” (p.10). Consideramos que para que los programas institucionales logren favorecer el retorno a la civilidad, es conveniente adelantar acciones que favorezcan ese tiempo subjetivo ya puesto en marcha, “en aras de que cada cual elabore sus duelos y logre nuevos vínculos, especialmente con la sociedad. Aquí resultan particularmente útiles los trabajos de recuperación de la memoria sobre aquellas experiencias que dejaron huellas y marcaron al sujeto, propiciando una confrontación del sujeto consigo mismo, la cual requiere de un tiempo y un espacio que no logran cubrir los programas” (Lara y Delgado, 2010, p. 53). Y es precisamente esta confrontación, la que permitirá a los jóvenes resignificar sus experiencias vividas, imprimirle un sentido ético-político a las experiencias de la guerra y al mismo proceso de desarme- desmovilización y retorno, para orientar así sus proyectos de vida. En tal sentido, es indudable la importancia del acompañamiento que se puede brindar a los jóvenes desde los programas, para ayudarlos a reinterpretar su experiencia guerrera. 224 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 4.2.4 La experiencia del trabajo con los jóvenes desmovilizados y las lecciones aprendidas A partir de los diálogos realizados en el grupo focal con los profesionales del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué, se pueden identificar algunos aspectos relevantes, relacionados con las experiencias que han tenido en el acompañamiento y seguimiento del proceso a los jóvenes desmovilizados. En este contexto, resulta pertinente indicar que en el proceso de reintegración propuesto por la ACR, lo psicosocial es entendido como “un marco para identificar, comprender y atender las problemáticas y recursos individuales generados por la interacción histórica entre el sujeto y un contexto social. Este marco surge como resultado de los vínculos entre el participante y su contexto familiar, educativo, productivo y comunitario, además del originado con el profesional psicosocial” (MAPAZ, 2010, p.4). Esta concepción guarda relación con algunas de las premisas socio-construccionistas, pues para comprender y dar cuenta de lo jóvenes, es necesario considerar su cultura, su historia y su contexto social; así mismo se evidencia la importancia de las pautas de relación en el trabajo con ellos, donde podemos ver cómo el conocimiento es una construcción intersubjetiva gracias al lenguaje y las relaciones sociales. De otro lado, en esta relación surgen los vínculos, no sólo en los diferentes contextos, sino también, con el profesional de apoyo, lo que resulta fundamental en la generación de confianza, compromisos y responsabilidades de los participantes. Con este telón de fondo, pasemos a revisar qué nos dicen los profesionales acerca de sus experiencias. En primer lugar, se pone en evidencia que los profesionales tienen un buen concepto de los jóvenes, ya que reconocen que ellos, a pesar de las características propias de la adolescencia, asumen con mucha responsabilidad y compromiso su proceso de reintegración a 225 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados la vida civil, pues ellos “saben qué es la responsabilidad, saben cómo relacionarse”. De esta manera, y más allá de las necesidades particulares de estos jóvenes, los profesionales tienen muy claro que su función en el proceso es la de ser acompañantes, pues la obligación de salir adelante y de responder les corresponde a ellos. De otro lado, los profesionales de la ACR se reconocen a sí mismos como un equipo que los apoya, al responder sus inquietudes, guiarlos y aconsejarlos, pero sin asumir sus responsabilidades o hacer las cosas por ellos, lo que permite entrever que en el programa es muy importante el compromiso de los participantes. En otras palabras, ellos son los encargados de entregarles las herramientas necesarias en la vida para que aprendan a usarlas para su propio bienestar y el de los demás. En segundo lugar, aseguraron que el trabajo realizado con los jóvenes se les facilita más que el adelantado con los adultos, pues, éste consiste en abrir espacios para que puedan compartir sus experiencias, hablar sobre aquello que les pasó y proyectarse hacia el futuro. Al respecto, es preciso señalar que dos de los principios de la estrategia psicosocial son su metodología experiencial y la creación del vínculo entre el profesional y el participante, lo que a su vez puede facilitar el trabajo alrededor de sus vivencias y experiencias, con una mirada retrospectiva, apreciativa y prospectiva, como lo pretende el programa. En tercer lugar, afirman que los jóvenes se podrían clasificar en dos grupos: “Unos son aquellos jóvenes que están dentro de su edad, es decir, hacen cosas de su edad, tienen problemas de su edad, se afectan por situaciones de su edad, y se preocupan por cosas que quieren en este momento. Y hay otro grupo de participantes que son jóvenes pero que a pesar de su edad parecen muy viejitos, entonces son participantes que la mayoría del tiempo están trabajando y tienen muchas 226 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados responsabilidades porque ya tienen hijos y tienen esposa, pero además tienen hijastros; y además de eso está la otra familia que son su mamá, su papá y sus hermanos” (Profesional N° 4). En este segundo grupo, se pueden ubicar también los jóvenes caracterizados por una carga emocional de tristeza que menciona otra profesional: “Algo que hay que agregar, es que he notado también que con la edad que tienen, han tenido vidas muy tristes, viven con mucha tristeza, no se les evidencia la alegría de vivir, de los años y cargan con un peso mayor en años al que tienen, porque han asumido responsabilidades y muchas cosas más” (Profesional N° 3). Este tratamiento de las profesionales hacia los jóvenes al considerarlos como unos “viejitos” y además como unas personas muy tristes, es un llamado importante en el trabajo de apoyo psicosocial para tratar las experiencias dolorosas, pues si bien se reconocen sus historias de vida, es necesario abordarlas con ellos y darles tiempo para tramitarlas, teniendo en cuenta que estos tiempos son siempre subjetivos. De igual modo, es deseable que en el programa se promuevan actividades de esparcimiento atractivas para el mundo juvenil, y que ellos logren otorgar nuevos significados a su horizonte de vida, más allá de la responsabilidad de trabajar y conseguir el sustento para sus familias. Otro señalamiento interesante en esta misma línea, nos remite a la concepción de “participante” de la ACR, porque si bien lo considera un sujeto en transición a la ciudadanía, pareciera que se queda corta al no pensarlo también como un sujeto de deseos, de emociones y de pasiones. Y esto se evidenció en los pocos profesionales que así los pensaron y reconocieron. Aquí resulta muy valioso el llamado que nos hace el socio-construccionismo, al recordarnos que las comprensiones que alcancemos de la realidad social, dependen también de las vicisitudes de los procesos sociales: 227 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Hay jóvenes que a pesar de su corta edad han recorrido todo un mundo porque desde los nueve o diez, ya han hecho un recorrido del cual muchos ni siquiera nunca vuelven, es haber estado cuatro, cinco años en un grupo armado y lo que ello implica, por ejemplo […] una participante que en este momento tiene 21 años, tiene cuatro hijos,[…] entonces ¿a qué horas empezó su responsabilidad como mamá, a qué horas ha tenido que asumir tantas cosas? (Profesional N° 3). Con relación a las lecciones aprendidas en el marco del trabajo realizado en la ACR, los profesionales mencionaron que es muy importante tener empatía con los jóvenes para así comprender mejor las situaciones por las que ellos pasaron. De esta forma, el profesional no debe presentarse ante ellos como una persona impositiva, sino que debe hacerlo como un líder que les inspire confianza, sin perder de vista el respeto que este trabajo implica. Todo esto les permite conocer mejor sus historias de vida, para así percibir las necesidades y falencias que llevaron a los jóvenes a integrarse a un grupo armado al margen de la ley (negligencias familiares, falta de oportunidades educativas, pobreza, entre otras) y, a partir de éstas, proponer ejercicios y actividades para que comprendan que tienen los mismos derechos que la demás personas y que pueden aprender de las experiencias vividas al interior del grupo armado para ser mejores personas. En cuanto a esta dimensión relacional del modelo, los profesionales también han aprendido que si un joven llega a formar parte de un grupo armado ilegal, es una consecuencia de una serie de situaciones ya mencionadas: “porque en su casa no había tranquilidad, no había afecto, no había posibilidades, no había diversión, no había derechos de cierta forma”; por tanto, logran comprender que el joven estuvo allí impulsado por la presión que ejercen 228 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados dichas situaciones y, en consecuencia, el trabajo en prevención debe ir dirigido principalmente a las familias y a la población que está más predispuesta a éstas. En tercer lugar, mencionaron entre las lecciones aprendidas, que los jóvenes que permanecieron menos tiempo en el grupo armado ilegal se adaptan mejor al programa de reintegración. Igualmente, han aprendido que los jóvenes que vienen del campo son más abiertos, más flexibles y más dinámicos para trabajar, además que tienen el interés de realizar diversas actividades como estudiar, asistir a eventos culturales, pasatiempos, entre otros, puesto que ellos mismos aseguran que ya no están siguiendo órdenes de un comandante, y por tanto, ya tienen libertad y deben aprovecharla. En cuarto lugar, una de los profesionales aseguró que aprendió a valorar más su propia vida y a admirarlos por su perseverancia y fortaleza: “Yo he aprendido a valorar la familia, la familia que tengo, la familia que tenemos la mayoría de los colombianos, familias que son constituidas, digámoslo así, he aprendido a valorar el estudio, la casa y mi hogar, a través de ellos me he dado cuenta cómo con esas cosas que son básicas, y que tenemos muchos colombianos niñas o niños, ellos no las tuvieron. Por ello también siento admiración en cuanto a la perseverancia que ellos tienen y la fortaleza”. (Profesional N° 4). Junto a lo antes mencionado, se hace alusión a la capacidad de resiliencia de estos jóvenes: “que tienen para sobreponerse a las dificultades que han tenido en su corta vida y de sacar de esas experiencias negativas, por decirlo de alguna manera, provecho. Y cómo a pesar de que sus historias de vida son difíciles, están pensando en estudiar, por ejemplo, están pensando en prepararse para tener ingresos mejores que les permitan ser”. (Profesional N° 6). 229 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Por último, como lección aprendida se resalta que en el proceso de reintegración el joven desmovilizado le encuentra un sentido a su vida, la mayoría aprende a cumplir los acuerdos pactados, es respetuoso y aprende a solucionar sus conflictos de manera pacífica. 4.3 El trabajo con los jóvenes en el aula escolar: lo que dicen los docentes En el marco de la investigación se entrevistaron 5 docentes que trabajan con jóvenes desmovilizados, con quienes conversamos acerca de su labor pedagógica. El tiempo de experiencia docente con los jóvenes oscila entre 1 año y 8 años (3 de ellos tienen 3 años de experiencia) y pertenecen a diversas áreas, en diferentes ciclos de la educación, excepto uno de ellos quien es el coordinador académico de la institución educativa. En este apartado el análisis se presenta en tres líneas: en un primer momento nos detendremos en las dificultades más frecuentes con que se han encontrado los docentes; a continuación veremos los modos cómo las han sorteado y finalmente, buscamos identificar las lecciones aprendidas por los docentes en esta experiencia. 4.3.1 Dificultades en el trabajo pedagógico con los jóvenes A nivel general identificamos tres dificultades a las que se enfrentan los docentes principalmente: en primer lugar, los jóvenes no tienen buenas bases educativas, algunos ingresan al estudio sin haber cursado algún grado de escolaridad; en segundo lugar, el interés central de ellos radica en tener la posibilidad de recibir ayuda económica y no en estudiar; y, en tercer lugar, la inasistencia y falta de compromiso por parte de los estudiantes. 230 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Ahora bien, no contar con buenas bases educativas se ve representado en el primer ciclo, donde algunos jóvenes deben comenzar “de cero”, es decir, que no saben leer, escribir, sumar, restar, entre otros aspectos que son la base de conocimientos superiores. Así mismo, en algunos jóvenes sus ritmos de aprendizaje son más lentos que los de sus compañeros (razón por la cual se suelen sentir o estar en desventaja frente a otros) y, por último, presentan vacíos en cuanto a conceptos y contenidos requeridos para avanzar. Sobre el interés que tienen algunos en recibir ayuda económica, se dan algunas afirmaciones por parte de los docentes, tales como: “No vienen con el ánimo de aprender, sino de solucionar un problema de tipo económico”, “Un 40% tiene el deseo de superación, el resto viene por interés económico”, “La mayoría no aprovecha el estudio, vienen por cobrar y no por adquirir conocimientos y mejorar su calidad de vida”. Lo anterior nos permite afirmar que una de las principales preocupaciones de los jóvenes durante el tránsito a la vida civil, es conseguir algún ingreso para mejorar su situación económica, ya que desde que se desvincularon, ellos debieron hacerse cargo de sí mismos, de su propio sostenimiento, y en algunos casos, del sostenimiento de su familia. De esta manera, con el estudio en la ACR encuentran una posible solución a sus necesidades en este aspecto, y esto se relaciona directamente con la tercera dificultad planteada. Cabe señalar, que tener la posibilidad de autosostenerse, se convierte en un factor clave para que los jóvenes retomen el control de sus vidas y logren una plena reintegración. De este modo, la aparente falta de compromiso puede ser causada porque la única razón que tienen para asistir es la mesada que reciben y no porque sus ideales sean formarse para enfrentar la vida. Esto se ve representado en afirmaciones tales como: “Se enojan por ponerles fallas de inasistencia, lo que genera una tensión frente al deber, pues certificarles la 231 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados asistencia cuando no vienen, les permite un pago con el dinero del heraldo público” y “Muchos no quieren pasar al bachillerato porque disminuye su mesada de la ACR, lo que ocasiona cambios de institución y repitencia de cursos”. No obstante, la falta de compromiso por parte de los jóvenes podría estar relacionada con falta de motivación hacia el estudio y de un modelo de enseñanza que se ajuste a sus necesidades y particularidades; en este sentido el docente debe preguntarse también por la responsabilidad que tiene en este proceso y el rol que debe desempeñar, para brindar posibles soluciones a la problemática planteada por ellos, en el sentido de incentivar el compromiso de los jóvenes frente al estudio. De otra parte, la falta de compromiso, de motivación e inasistencia por parte de los jóvenes se refleja en situaciones tales como, no realizar las tareas y los trabajos propuestos por los docentes, abandono del estudio, no ir a la escuela y no interiorizar (lo que lleva a no cumplir) las normas de la misma; sin embargo, la inasistencia podría estar relacionada también con la pobreza de algunos, pues, muchos no tienen los recursos económicos para pagar el transporte que los lleva a la escuela, ni para alimentarse mientras están allá. De otro lado, el “incumplimiento” de las obligaciones escolares se podría deber a que, como lo menciona uno de los docentes durante su entrevista, son muchas las obligaciones que tienen los jóvenes, lo que no les da suficiente tiempo para realizar sus tareas y trabajos, y/o a que se sienten “desmotivados” o “incapaces” de realizarlas a causa de sus bajos nivel educativos y malas bases escolares. Esto último nos lleva a pensar que existe la necesidad de formular un modelo pedagógico que responda a las características y necesidades de los jóvenes desmovilizados que llegan a la escuela, luego de haber vivido experiencias límite, y que además no cuentan con bases académicas sólidas, suelen estar desmotivados, en situaciones de pobreza, entre otras. Un modelo que también responda a sus sentimientos y 232 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados repertorios emocionales, pues en últimas, de lo que se trata es de acogerlos y vincularlos a la vida civil. Además de lo anterior, se plantean otras dificultades no menos graves, en el sentido que son jóvenes que llegan a la escuela con necesidades educativas especiales, con dificultades para trabajar en grupo y con poco interés, aparentemente, por prepararse para la vida. 4.3.2 ¿Cómo las han sorteado? Las formas cómo los docentes han sorteado las dificultades a las que se enfrentan son variadas, esto podría deberse a que cada uno tiene sus propios imaginarios sobre el rol que deben desempeñar, a que buscan intuitivamente las maneras más acordes para hacerlo de acuerdo con el grupo de jóvenes con los que trabajan, pues no los prepararon para ello, y/o que abordan las problemáticas de acuerdo con su experiencia como docentes, como padres, como tutores y como amigos. No obstante, entre los docentes se identifican algunos aspectos en común; por ejemplo, el diálogo con los jóvenes sobre la importancia del conocimiento para desempeñarse en la vida; del esfuerzo que está realizando el Estado con el Programa, los beneficios de éste y las responsabilidades y compromisos que ellos tienen con el mismo. De igual modo, a través de la promoción de normas de convivencia que los cobijan en la escuela; es común que los docentes planteen refuerzos pedagógicos para manejar las dificultades, que otorguen algunos beneficios por el cumplimiento de trabajos y que generen métodos de control. 233 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Un docente propone que los jóvenes lleven una carpeta en la que organicen sus ejercicios y muestren resultados; otro abre espacios, al interior del aula y fuera de ella para realizar las actividades de refuerzo; otro da calificaciones por asistencia y otro genera espacios de trabajo individual y grupal. Por último, algunos otorgan un lugar privilegiado a la participación activa por parte de los estudiantes, como medio para sortear las dificultades. Lo anterior nos lleva a reconocer el proceso formativo como un acontecimiento comunicativo y relacional, sujeto a las transformaciones y cambios por parte de los jóvenes, propios del tránsito a la vida civil, lo que demanda en los docentes, permanentes interpretaciones y resignificaciones de sus acciones y experiencias. 4.3.3 Lecciones aprendidas de la experiencia pedagógica con los jóvenes Las lecciones aprendidas por parte de los docentes son muchas. En primer lugar, ellos han aprendido que los jóvenes deben ser tratados con respeto y con mucho amor, de este modo se reconoce su dignidad y la necesidad de crear vínculos afectivos y sociales que generen sentido de pertenencia. Lo anterior nos permite reafirmar que la dignidad y el establecimiento de nuevos vínculos, en particular los afectivos, encierran un gran potencial y se convierten en elementos claves para que los procesos de formación académica, sean más exitosos durante el tránsito a la vida civil de los jóvenes. A su vez, se puede convertir en una forma privilegiada de crear vínculos afectivos y emocionales con las comunidades receptoras y con la sociedad civil. 234 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados En segundo lugar, los docentes han aprendido que deben modificar los parámetros educativos que existen, pues, reconocen que trabajan con jóvenes que han vivido situaciones no convencionales y extremas, y por tanto, dicen que se requiere tener mucha paciencia, ser buenos escuchas, tener en cuenta sus dificultades y brindarles apoyo, entre otros aspectos. Esto permite que se genere una relación maestro-estudiante basada en el afecto y en la cercanía, caracterizada por la buena comunicación y en sintonía con el reconocimiento de cada uno como sujeto. En tercer lugar, de la experiencia pedagógica con los jóvenes, los docentes han aprendido que deben ser muy exigentes en aspectos como la puntualidad, la responsabilidad y la tolerancia, entre otros, aspectos necesarios para llevar a cabo una buena convivencia. Esto nos permite pensar que, a pesar que los jóvenes aprendieron los valores necesarios para formar parte de un colectivo, una vez se desmovilizan, en la escuela se debe trabajar mucho en torno a los valores necesarios para vivir en sociedad. Asimismo, insistimos que el tránsito marca el cambio de un régimen hacia otro, pues los jóvenes al interior del grupo fueron formados en valores alrededor del disciplinamiento y de la obediencia y en el proceso de reintegración a la vida civil, llegan a otros referentes, aprenden otros valores en otro tipo de régimen -la escuela- con la diferencia que en el contexto de la civilidad pareciera que vuelven a ser ellos mismos, recuperan su mismidad, viven un proceso de reconocimiento del sí mismo y del otro, a la par que van adquiriendo valores necesarios para la convivencia, entre ellos el respeto y la tolerancia. En cuarto lugar, se aprendieron otras lecciones, por ejemplo la importancia de la lectura en el sentido de leerles mucho, como también, asignarles lecturas; otra lección 235 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados aprendida sugiere incluir en la educación el desarrollo de competencias laborales; llevar un control de los procesos de aprendizaje de cada uno de los estudiantes y generar diversos ambientes de aprendizaje. En relación con lo anterior, podríamos pensar que una de las bases para el trabajo pedagógico con los jóvenes desvinculados, está en reconocerlos como personas que tienen derechos, intereses propios, temores y experiencias particulares de subjetivación que han determinado sus formas de ver la realidad, en otras palabras, proponemos que se reconozca la subjetividad de cada uno. Así mismo, creemos que posiblemente es muy importante para los docentes, de un lado, creer en la voluntad de cambio y en el interés de los jóvenes por aprender y, de otro lado, tener muy claro su rol dentro del proceso de transición y reintegración a la vida civil de los jóvenes. 4.4 Aproximación a un balance del proceso del proceso de reintegración Como se mencionó al comienzo de este capítulo, la aproximación a un balance del proceso de reintegración la llevaremos a cabo a través de dos fuentes primarias: el grupo de profesionales de apoyo psicosocial y los docentes consultados, con base en los aspectos sobresalientes y aquellos que generan dificultades, identificadas por ellos de acuerdo con el conocimiento que tienen del mismo y de las experiencias vividas con los jóvenes y sus familias. Ahora bien, recordemos que el proceso de reintegración llevado a cabo por la ACR, implica el desarrollo de tres aspectos: sociales, económicos y comunitarios. De acuerdo con la 236 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ACR, estos tres aspectos configuran el “Modelo de Atención Integral para la Reintegración”, pues a través de él se aborda la reintegración en tres dimensiones: la reintegración social, la reintegración económica y el trabajo con la comunidad, los cuales apuntan a desarrollar un proceso de transformación personal y social de los participantes y sus familias en el contexto social. 4.4.1 Aprendizajes destacados en el proceso 4.4.1.1. La Atención Psicosocial de la Reintegración Social Con respecto a las fortalezas identificadas por el equipo de psicólogos que brindan apoyo psicosocial a los jóvenes, encontramos diversidad de respuestas, las cuales se centran en el componente de “Reintegración Social del Modelo” y dentro de él, se destacan las categorías que veremos a continuación. En primer lugar, el apoyo psicosocial que se les brinda y la responsabilidad asumida por los jóvenes: “Bueno, yo pienso que una de las mayores fortalezas del proceso es el apoyo psicosocial que se le brinda al participante y en algunos casos a su familia, pienso que esto ha sido una línea que ha sostenido el proceso como tal. (Profesional N° 2). “El programa es el único que tiene una estrategia psicosocial como la nuestra, es el único que ha brindado servicios para el tema de reintegración social y económica;, es el único que está en medio del conflicto todavía y eso es una debilidad; es un proceso en construcción también por eso es único. (Profesional N° 4). “Bueno, comparto algunas de las cosas que ya han mencionado; digamos que en las cosas para resaltar en cuanto a las fortalezas, el apoyo psicosocial desde el diseño de 237 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados la estrategia como ya lo mencionaba mi compañera, porque está trabajando y fortaleciendo aspectos importantes para relacionarse con las personas, la oportunidad que les brinda la Alta Consejería de acceder a un estudio a las personas que escasamente sabían firmar y en este momento ya están leyendo; y personas que digamos no habrían podido estudiar en el Sena o de pronto hasta una carrera, y vemos que de una alguna manera se les abren las oportunidades para que accedan a eso. Y que se preparen eso me parece bien y me parece importante”. (Profesional N° 6). Ahora bien, conviene aclarar que este componente del modelo, la Reintegración Social, está compuesto por tres líneas de acción: atención psicosocial, gestión para la educación y la salud. Como vemos, los profesionales privilegian la atención o el apoyo psicosocial tal vez porque lo han venido trabajando con mayor énfasis desde su campo de formación como psicólogos y porque les ha permitido conocer sus historias de vida, hacerles un acompañamiento cercano que involucra a sus familias, como también, evidenciar los logros que ellos han venido alcanzando. En segundo lugar, el seguimiento realizado. Con relación a este seguimiento, un profesional hace mención del compromiso que tiene con los jóvenes para darles el tiempo que ellos requieran: “Digamos que una de las principales fortalezas es el seguimiento constante con ellos para mirar las disponibilidades y luego motivarlos; si ellos necesitan alguna asesoría, alguna atención, tanto en lo psicosocial, como en la salud, en educación, como en el hogar, como en la misma vida; en el centro de servicios estamos dispuestos a darles el tiempo que necesiten. Entonces digamos que ellos cuentan con un espacio institucional”. (Profesional N° 1). Debemos decir también, que el trabajo adelantado por los profesionales de todo el país en lo psicosocial a partir del año 2006, año en que se crea la ACR, ha permitido el desarrollo de 238 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados experiencias que lo han configurado hoy día como un “Modelo de Atención Psicosocial” denominado MAPAZ. Este modelo busca desarrollar, fortalecer y re-orientar las competencias de los participantes y sus familias, hacia comportamientos sociales asertivos, la resolución no violenta de los conflictos, el reconocimiento y ejercicio de los deberes y derechos como ciudadanos y la proyección y orientación hacia el logro. En tercer lugar tenemos entonces, las competencias que se trabajan y las oportunidades que el programa les ofrece para la vida civil: “Como fortalezas yo creo que la estrategia psicosocial apunta a trabajar el tema de las competencias que son asertivas, porque finalmente es hablar de responsabilidad, hablar de cómo tenemos que relacionarnos con la otra persona, hablar de cómo yo tengo que proyectarlas a un futuro y realmente cómo debo solucionar los conflictos de una manera no violenta… Una fortaleza son las oportunidades que ellos tienen acá en volver a creer en la sociedad civil, encontramos participantes que nunca estuvieron en una escuela, en un colegio, eso para ellos es importante, o sea les gusta les agrada, no vamos a decir que a todos porque eso si es una gran mentira, muchos lo hacen solamente por el dinero, pero obviamente también hay un porcentaje que quiere salir adelante y que quieren progresar”. (Profesional N° 5). 4.4.1.2 El Programa de Reintegración Descentrándose de la mirada del componente de Reintegración Social, un profesional ubica las fortalezas del proceso en el programa de la ACR y considera que el programa de reintegración en su conjunto, es una política de Estado y a la vez, un programa integrador que cuenta con un equipo interdisciplinario a nivel nacional: “En el corto tiempo que llevo acá en la Alta Consejería, me puedo dar cuenta que como fortaleza es que se ha constituido en una política de Estado, independientemente que haya sido creado por el Presidente de turno, se ha consolidado como una política; en este momento pienso que el programa le debe una 239 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados responsabilidad a la sociedad si? ¿Qué me gusta de este programa? que es un programa integrador; respondo que significa integrador, que el programa no es discriminatorio tiene grupos sectarios distintos, que está en todo el país y si un participante es del Tolima, puede terminar su proceso en la Guajira. Aparte de que en un mismo grupo podemos encontrar personas de todas las edades, podemos encontrar personas con sentido de guerrilla y personas de grupos paramilitares, pues toda la diversidad cultural, porque hay personas indígenas, adultos mayores, personas que tienen un alto nivel educativo o que tienen cero nivel educativo, especialmente analfabetas; entonces por eso es un plan integrador. Ya dentro de la parte psicosocial como tal, me gusta como abarca a cada ser humano en todos sus aspectos si? y en todos sus contextos, no solamente que sea un programa que le brinde estabilidad económica o de proveer ciertas cosas materiales, sino que integra absolutamente todo. La otra cosa seria que está conformado por un equipo profesional bastante amplio a nivel nacional, no solamente en el número de personas que lo componen, sino en la diversidad de profesiones… Es totalmente interdisciplinar. (Profesional N° 2). De hecho, la ACR fue creada para definir, coordinar, ejecutar y evaluar la política nacional para la reintegración social y económica de los desmovilizados de organizaciones armadas ilegales, en coordinación con el Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado (PAHD) del Ministerio del Defensa, el Ministerio del Interior y de Justicia y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Esta política no solo incluye a todos los desmovilizados de los diferentes grupos armados del país, sino que también comprende a las familias de los desmovilizados y las comunidades receptoras. 4.4.1.3 De los participantes y los profesionales Centrando la mirada en los jóvenes como protagonistas del proceso y en los mismos profesionales de apoyo psicosocial como actores de ese proceso, solo hubo un par de respuestas que hacen alusión a la responsabilidad con que asumen su proceso y la posibilidad 240 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados que tienen los profesionales de conocer sus historias de vida y ganar mayores comprensiones en torno a la prevención del reclutamiento: Como segundo, pienso que la mayoría de los participantes han asumido el compromiso de responsabilidad que tienen con el proceso”. (Profesional N° 2). Dentro de las fortalezas que tiene el proceso, está la posibilidad de conocer las historias de las personas, el por qué llegaron a formar parte de grupos armados ilegales y eso permite trabajar la prevención en el reclutamiento”. (Profesional N° 4). Con respecto a la Reintegración Económica, la ACR brinda a los participantes dos estrategias: formación para el trabajo y así desenvolverse en el mercado laboral; y generación de ingresos, con dos líneas de acción: empleabilidad y planes de negocio. Aunque los profesionales no hicieron alusión a ella, conviene decir que los jóvenes entrevistados manifestaron estar aprendiendo algún oficio para trabajar como empleados o como independientes, para lo cual se están formando en proyectos productivos para la creación de pequeñas y medianas empresas. Para la Reintegración Comunitaria la ACR cuenta con una estrategia que busca promover en los participantes y en las comunidades, el liderazgo y el ejercicio de la ciudadanía, promoviendo escenarios de convivencia y reconciliación a través del aprendizaje de la resolución de conflictos, el respeto por los derechos humanos, la cultura democrática y el fortalecimiento de niveles de confianza entre los participantes, las comunidades y las autoridades locales. Ahora bien, aunque los profesionales tampoco hicieron alusión a este componente del programa, es pertinente señalar que la ACR ha venido trabajándolo a nivel nacional (desde el 2011 y lo corrido del 2012) mediante actividades simbólicas de perdón y reparación, actividades culturales, deportivas y de contribuciones de los jóvenes a la solución de necesidades de las comunidades, entre otras. 241 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 4.4.2 Lo que falta por aprender en el proceso Como ya lo hemos dicho, el “Modelo de Atención Integral para la Reintegración” lleva seis años de implementación y ajustes. Por lo tanto, no es un modelo acabado y está en proceso de consolidación. De hecho, la misma reintegración es un campo abierto donde cada día hay salidas y llegan nuevos desmovilizados al programa, que como bien lo dice Castro (ODDR2010), “es una progresión que parecería no tener fin” (p.7). En este orden de ideas, es natural que el programa de reintegración tenga debilidades. Vamos a aproximarnos a ellas, a través de lo que nos dicen los profesionales. 4.4.2.1 En la Alta Consejería para La Reintegración Con relación a las debilidades, las respuestas también fueron variadas e intentaremos agruparlas para poder hacer algunas interpretaciones. En primer lugar nos detendremos en aquellas que se relacionan con el nivel central y que se articulan con la política y la normatividad sobre la cual tiene soporte el programa: “Pienso que la debilidad más grande de este proceso es que depende del gobierno como tal, y que depende de decisiones políticas, entonces que si el gobierno que está de turno le parece bien, entonces puede invertir en él, pero sí no entonces no le da recursos, si? Y así mismo, esto causa ciertos impactos en el proceso, porque tal vez no hay planeación dentro la misma Consejería, que eso también es una debilidad y por eso se da el tema de que es un proceso en construcción, porque hoy dicen una cosa y mañana dicen otra, entonces eso causa incertidumbre entre los participantes, el no saber qué pasará en un mañana, en que el gobierno les dice una cosa cuando salen, pero realmente cuando están en la realidad es otra, si? y eso pues desmotiva al participante porque muchas veces dice por lo menos yo afuera, dentro del grupo tenía comida y dormida gratis, acá tengo a mi familia y no tengo con que alimentarlos y eso 242 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados son cosas que causan desmotivaciones y pienso que eso es una gran mentira en el proceso”. (Profesional N° 5). “En cuanto a debilidades, desde un principio el programa como tal no tuvo una planeación a largo plazo, en este momento el programa lleva, desde el 2000 que tenemos desmovilizados, como desde el 2003? y tenemos pactos de siete años y ese participante quizás tenga el mismo avance o quizás no esté en las mismas condiciones que un participante de hace dos años, quizás el de dos años tenga su proceso un poco mas estructurado”. (Profesional N° 2). Bajo esta óptica, podemos reiterar que la reintegración es un proceso de gran complejidad, pues adecuar la política a los diversos contextos y las dinámicas sociales no es tarea fácil, y pareciera que falta planeación desde el nivel central. De otro lado, el asunto de la asignación de recursos está sujeto a la aprobación del Consejo Nacional de Política Económica y SocialCONPES- lo que genera incertidumbres entre los profesionales de la ACR y los mismos participantes, afectando por supuesto, el proceso. 4.4.2.2. En el programa a nivel local Muy relacionado con lo señalado arriba, surgen tensiones entre lo central y lo local, pues existen directrices de trabajo que muchas veces por seguirlas, los profesionales sienten que se está descuidando la mirada al contexto local y por lo mismo, falta un mayor impacto en las comunidades, quienes estigmatizan al desmovilizado: “Una de las debilidades que yo veo en cuanto a la estrategia es que al venir del nivel central se deja un poquito de lado lo local en aspectos como de economía y cultura” (Profesional N° 1). “Debilidades, muchos cambios que pasan acá al interior de la Consejería y que repercuten, y creo que a la Alta Consejería le hace falta impactar más a las 243 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados comunidades y no solamente a las comunidades receptoras, digamos donde vive el participante, sino en lo que tiene que ver con las empresas, de pronto donde podrían ellos acceder a un empleo en todo el sector privado. Creo que nos hace falta también impactar mucho allí porque todavía tenemos la estigmatización del desmovilizado, entonces muchos piensan que el desmovilizado sigue robando, sigue matando…” (Profesional N° 6). 4.4.2.3. Falta de corresponsabilidad de diversos sectores de la sociedad Ligado a lo anterior, surge la falta de apoyo institucional por parte de los sectores público y privado, y como bien lo señala una profesional, este es un asunto de todos: “También tengo otra gran debilidad que es el poco apoyo institucional; a veces cuando la Alta Consejería toca puertas, siempre tiene que ir con una ley por delante, no hay una corresponsabilidad sino es una cosa que dentro de la Ley tal, dice tal cosa. Entonces ya es a las malas porque les toca, no porque realmente ellos crean en ese proceso”. (Profesional N° 5). “Debilidades encuentro principalmente la falta de responsabilidad que tienen las demás instituciones que corresponden a los sectores públicos y privados, porque la reintegración hasta ahora he sentido que la asume únicamente la Alta Consejería y realmente para hablar de reintegración, necesitamos de todos los entes que están en la sociedad”. (Profesional N° 4). Derivado de lo anterior, una posible causa de esta situación la encontramos en el testimonio de una de las profesionales quien reconoce que al programa le falta mayor divulgación en la población en general, y tal vez por ese mismo desconocimiento, no acogen a los desmovilizados pues les generan temor y finalizar el conflicto nos demanda a todos, dar oportunidades para la paz: 244 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “Yo como ciudadano, así no trabajara en la Alta Consejería, también tengo una responsabilidad, que es compartir con ellos, respetarles sus derechos y saber de qué se trata o qué hace, cuál es el papel de una persona desmovilizada, que en la sociedad les tienen miedo, porque no conocen el programa, eso es otra debilidad que a pesar de ser política de Estado muchas veces uno tiene que entrar en algunas instituciones siendo también del Estado, tiene que entrar a socializar el programa como tal”. (Profesional N° 2). 4.4.2.4 Adelantar el proceso en medio del conflicto Finalmente, un participante reconoce como debilidad, llevar a cabo un proceso de reintegración cuando el conflicto armado continúa en el país. Y esta es una gran dificultad que puede favorecer el regreso a la ilegalidad y dar nuevamente inicio al ciclo de la violencia, y más aun, cuando muchos no han logrado desvincularse emocionalmente del grupo, ni construir nuevos referentes de identidad personal y colectiva: Como debilidad en este momento, el acercamiento o la integración de los participantes a la comunidad, y debe ser de doble vía, de la comunidad a los participantes también”. (Profesional N° 2). De acuerdo con la aproximación presentada al proceso de DDR desde la voz de algunos de los profesionales que trabajan en él, nos atrevemos a decir que en un país como el nuestro, la reintegración sigue siendo un fenómeno complejo por descifrar. Al encontrarnos en medio del conflicto surgen dificultades y tensiones que confrontan a los gobernantes; esto hace que sus dinámicas sean cambiantes y que con frecuencia se hagan replanteamientos en el camino. De otro lado, hasta hace muy poco estos procesos eran adelantados con mucho sigilo y por lo 245 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados tanto, con muy poca apertura hacia el conjunto social, lo que probablemente ha incidido en esa falta de corresponsabilidad institucional y social para que sea un compromiso de todos. Asimismo, el proceso se mueve entre tensiones sociales, que de acuerdo con el Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración-ODDR- se expresan “entre la capacidad de regular y formular iniciativas y la capacidad de ofrecer autonomía y apertura de espacios y posibilidades; entre proponer para los excombatientes y proponer con ellos; entre el apoyo a los excombatientes y la atención y reparación a las víctimas; entre la formulación de beneficios para quienes salen de la guerra y el respeto de sus derechos; entre el mantenimiento de programas específicos y la generación ágil de condiciones para la sostenibilidad de los procesos; entre el intento de vincular a la comunidad y la generación de políticas sociales de amplia cobertura” (ODDR, 2010, p.14). En cuanto a los vínculos con la sociedad civil, los profesionales consideran que falta fortalecer el trabajo en esta línea, falta generar mayor impacto en la comunidad que ellos habitan, pues, en muchos casos se tiene el imaginario que la sociedad civil no quiere comprometerse, ni generar vínculos con los jóvenes que se encuentran en este proceso; de igual manera, los jóvenes tienen el temor de ser rechazados. A pesar de lo anterior, los profesionales no tienen muy claro aún cómo crear ese vínculo con las sociedades receptoras, pues, ellas son necesarias para que los jóvenes se reintegren a la vida en sociedad. Reconocen que no es un proceso sencillo, pero tampoco imposible; para ello plantean como posibles soluciones la publicidad u “otras maneras” porque en algunas actividades que se desarrollan en el contexto comunitario, ellos tienen acercamiento con algunas personas representativas sobre todo de la comunidad: 246 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados “El presidente de la junta, la policía; esas personas que tienen esos cargos regularmente, o por lo menos lo manifiestan, los aceptan a ellos en su medio, pero también necesitamos que todo el mundo los acepte”. (Profesional N° 4). Con relación a las comunidades, como bien lo señalaba un profesional, ellas no solo deben aludir a las comunidades receptoras sino que debe ser un concepto que trascienda a la sociedad en general: empresas, comercio, academia, organizaciones, partidos políticos, entre otros, pues en estos espacios los jóvenes están configurando nuevas formas de sociabilidad que son vitales para sus proyectos de vida, se restablecen nuevos vínculos, así como nuevos referentes de identificación, nuevos roles y proyecciones en la vida civil. Bajo esta óptica, finalizaremos este apartado presentando un breve análisis acerca de la importancia que tienen lo educativo y lo laboral en el proceso de reintegración. 4.5 Acerca del potencial socializador y formador de los ámbitos laboral, educativo y comunitario en el proceso de reintegración a la vida civil De acuerdo con el recorrido adelantado a través de los diferentes testimonios, podemos darnos cuenta que la principal fortaleza está puesta en el apoyo psicosocial que se brinda a los jóvenes, dentro del componente de Reintegración Social. Sin embargo, este componente del modelo, cubre también lo educativo y no debe quedarse solamente en la gestión para el acceso a él, sino que también requiere de un mayor acompañamiento. De igual manera, en el componente de Reintegración Económica que incluye la formación para el trabajo y la generación de ingresos, como en el Componente Comunitario, nos preguntamos ¿cuál es el seguimiento que el programa hace para esos ámbitos? 247 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Hacemos estos señalamientos porque consideramos que estos escenarios de la vida civil, el educativo, el laboral y el comunitario, son muy potentes para favorecer el retorno a la vida civil por su potencial formador y socializador. Ellos pasan por el sujeto en su socialización, en sus maneras de establecer nuevos vínculos sociales, de acceder a la cultura, son lugares de reconocimiento que suscitan experiencias que “mueven” mucho a los sujetos. Por tanto, reorganizan nuestras subjetividades y las formas de interpretar la realidad. Analicemos en primer lugar el trabajo. Éste es una experiencia de socialización donde gracias a la interacción social se construyen comunidades de aprendizaje, de comunicación, de producción de sentidos y de prácticas sociales compartidas, es decir, es un escenario donde el trabajador se constituye como sujeto y se vincula socialmente. Para Delgado (2009), la estabilidad y permanencia del trabajo favorecen el establecimiento y apropiación de “unos referentes simbólicos sobre los cuales el trabajador esculpe su identidad personal y social y elabora un sentido de pertenencia” (p.95). Asimismo nos dice el autor que “el trabajo como espacio de socialización secundaria ofrece la posibilidad de adquirir un conjunto de conocimientos, de vocabularios y rutinas referidos a los papeles específicos, lo cual significa la internalización y el aprendizaje de un conjunto de referentes y de repertorios culturales adscritos al campo semántico de lo institucional” (p.95). Por tanto, y ahí radica gran parte de su valor, el trabajo como escenario socializador es fuente de valores, de creencias y normas que funcionan como pautas de significación que inciden en la subjetividad del trabajador, ofreciendo un conjunto de referentes identitarios donde se gesta el sentido de pertenencia a una comunidad, con intereses compartidos y definidos por la organización social. Bajo esta línea de argumentación, el trabajo para los jóvenes desmovilizados configura un espacio social donde depositan sus esperanzas y 248 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados esfuerzos en una trayectoria laboral que les permitirá construir parte de su historia personal y su proyección familiar y social; asimismo, el trabajo les puede brindar sentimientos de seguridad, de estabilidad y tranquilidad. Pero la potencia del trabajo no termina aquí. El estar vinculados laboralmente hace que los jóvenes se sientan útiles, productivos, valorados, reconocidos y partícipes de la vida social, aspectos que van de la mano con su construcción de dignidad y del estatus de sentirse miembro de una comunidad. Con relación a las subjetividades de los jóvenes desmovilizados en el mundo laboral, como bien lo señala Delgado (2009), “el tiempo y las condiciones de estabilidad laboral son fundamentales en la elaboración de las subjetividades de los trabajadores, y en el sentido y concepción que éstos atribuyen al trabajo” (p.96). De lo anterior se deriva la importancia de tener un referente de estabilidad laboral en los procesos de reintegración de los jóvenes, pues éste se constituye en la plataforma donde construyen sus sentidos de futuro con ciertos grados de seguridad, lo que les permite minimizar las incertidumbres. Por tanto, las condiciones laborales estables con que cuenten los jóvenes desmovilizados serán cruciales para la construcción de sus referentes de estabilidad, sentido de pertenencia, identidad y futuro sobre los cuales se cimentará la realización de sus proyectos de vida. En segundo lugar, demos una breve mirada a los ámbitos educativo y comunitario, como lugares donde se desarrollan procesos de socialización, se tejen nuevas relaciones, se adquieren nuevos valores y se dan procesos de inclusión y reconocimiento. Estos lugares como espacio de socialización secundaria, ofrecen la posibilidad de interactuar con los demás, pero también, de adquirir un conjunto de conocimientos, de 249 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados vocabularios y rutinas, que implican la internalización y el aprendizaje de un conjunto de referentes y de repertorios sociales y culturales relacionados con la vida escolar y comunitaria. En estos ámbitos también se construyen comunidades de aprendizaje y a la vez, permiten establecer relaciones sociales portadoras de sentidos y significados compartidos, los cuales configuran la noción de un nosotros, sobre la base de compartir un conjunto de objetivos comunes, de valores, de símbolos, de vocabularios y normas que posibilitan el reconocimiento y el sentido de pertenencia. Con respecto a los valores como referentes de identificación colectiva, nos dice Delgado (2009), que estos se refieren a “las formas más abstractas de organización de ideas que permiten a una persona o grupo, juzgar la conveniencia o inconveniencia de algo, constituyéndose en modelos referenciales que orientan y funden de sentido las acciones personales y colectivas, para tomar cualquier decisión más o menos importante” (p.133). En este sentido, la riqueza de estos escenarios también radica en que los valores compartidos en los ámbitos educativo y comunitario, promueven la cooperación como una forma de construcción de acuerdos para el bien común; el respeto a la diferencia o capacidad para ejercer el derecho a la crítica, la controversia, a pensar diferente; y la solidaridad, relacionada con la empatía y el apoyo mutuo, para favorecer la convivencia social. Los jóvenes desmovilizados entrevistados nos ratificaron que la educación es fundamental para el logro de sus proyectos de vida y reconocen la necesidad que tienen de estudiar para alcanzar mejores posibilidades laborales que les favorezcan tener una buena calidad de vida en un futuro, hacerse cargo de sí mismos y de sus familias, “llegar a ser alguien en la vida” y no depender nunca más de otro. Incluso, sueñan con ir a la universidad y realizar una carrera profesional. 250 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Finalmente, el trabajo, la educación y la comunidad son los escenarios ideales para la apertura y la acogida de los jóvenes, y por lo tanto, también encierran un gran valor como posibilidad de construir nuevas dinámicas de confianza y procesos tendientes a la construcción de la convivencia, la reconciliación y el compromiso de un nunca más. 4.6 Retos y desafíos para el programa: la voz de los profesionales y los maestros Como hemos visto, el proceso de reintegración a la vida civil es un proceso complejo y abierto, con sus virtudes, dificultades, tensiones y lecciones aprendidas. Pero más que un programa, la reintegración o retorno a la vida civil tiene que ver con la configuración de las subjetividades de quienes han dejado su apuesta guerrera, por una apuesta a la vida en la civilidad. Y en ese tránsito, cobra especial importancia el tiempo subjetivo para la resignificación de sus experiencias, como la capacidad de construir nuevos vínculos sociales que reorienten la ciudadanía y la articulen con los contextos educativo, laboral y comunitario, donde la incertidumbre y temores de los jóvenes se desvanezcan, se sientan reconocidos y puedan llevar una vida digna. Para finalizar este capítulo, nos centraremos en los retos y desafíos identificados para el programa por los profesionales y docentes entrevistados, pero pensándolos en clave de subjetividad, pues a nuestro modo de ver, está comprometida en todo el proceso que vive el sujeto para hacerse un lugar en la sociedad civil. 251 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 4.6.1 Los retos identificados por los profesionales del Centro de Servicios de la ACR-Ibagué Los profesionales identifican dos tipos de retos: los que se deben asumir desde la ACR y los que atañen al Estado. Entre los retos a los que se enfrentan los profesionales, el primero está relacionado con el fortalecimiento de la expresión oral por parte de los jóvenes, puesto que es necesario que ellos aprendan a decir los que piensan, lo que sienten y, sobre todo, sus dificultades. Se trataría de lograr una comunicación asertiva, lo que tendría un impacto directo en la motivación de los jóvenes y en consecuencia, en el hecho que no abandonen el programa. En relación con lo anterior, los profesionales aclaran que su labor de acompañantes no debe tornarse paternalistas y sobre-protectora, aunque reconocen que los jóvenes necesitan una guía para la toma de decisiones, principalmente en las relacionadas con los aspectos económicos, pues actualmente muchos están recibiendo reparación económica y no saben cómo invertir su dinero. De igual manera, los jóvenes requieren acompañamiento en los diversos contextos, principalmente en el familiar, para que sus historias no se repitan con sus hijos. Lograr mantener la motivación de los jóvenes frente al programa y a su proyecto de vida es otro reto identificado, de manera tal que el joven no abandone sus metas y esté concentrado en lo que es el objetivo de la reintegración, en su reincorporación a la vida civil, y en su proyección personal. Otro reto al que se enfrentan, es al de hacer caer en cuenta a la familia, de la importancia que tiene, pues, de ésta depende, en gran medida, el éxito de los niños y jóvenes. Dicho de otro modo, la familia debe comprender que un niño y una niña satisfechos no formarán parte de pandillas, ni de grupos al margen de la ley. “Lo que se viva en la familia 252 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados impacta lo que vaya a ser la vida de esa persona”. Por tal motivo, ellos consideran que es importante “fortalecer el tema familiar, sus valores, su proyecto de vida, que sea mancomunado con todos los miembros de la familia […] que él aprenda a compartir con los demás miembros de su familia para que pueda ser más llevadero todo este proceso”. Asimismo, es un reto brindarles oportunidades en la sociedad puesto que ellos necesitan oportunidades de empleo y éste es una base determinante en sus vidas. Igualmente, que la sociedad crea que ellos son útiles y que pese a su proceso e historia de vida, son personas que pueden participar como cualquier otro ciudadano, con sus deberes y sus derechos. Un reto muy importante señalado por los profesionales, tiene que ver con el manejo de los problemas que la juventud tiene hoy día, y eso no lo han contemplado dentro de la estrategia psicosocial en la Unidad de Reintegración. No se ha trabajado el tema de la sexualidad en los jóvenes, el tema del consumo, del alcohol, de la prostitución, y algunos de ellos ya están presentando estas problemáticas. Del mismo modo, se destaca que un reto grande al que se enfrentan es el de dar a conocer el proceso de reintegración que se adelanta desde la Alta Consejería, puesto que, esta entidad es la encargada del programa y como tal debe difundir lo que hace, en qué consiste su labor, buscar mecanismos para integrar diversas instituciones, del sector público y privado, y generar espacios de apoyo y corresponsabilidad por parte de las mismas. Todo ello con el fin que en el momento que los jóvenes se den a conocer como desmovilizados, sean aceptados, o al menos el rechazo sea menor. A manera de ilustración, uno de los docentes propone que se hagan “campañas publicitarias sugestivas, donde a la gente se le vaya diciendo: donde vive 253 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados hay un desmovilizado y que no necesariamente el desmovilizado lo tiene amenazado y le va a meter una bomba”. De igual manera, los profesionales pusieron en evidencia que existe un reto para el Estado, el cual está directamente relacionado con la prevención “para que los que hoy son jóvenes, o los que hoy son niños, […] no tengan que recurrir a estos caminos”. De esta manera plantean que el Estado tiene una gran responsabilidad, pues, en medio de la situación pareciera que éste los tiene en una suerte de abandono que puede justificar las decisiones de los jóvenes de ir a formar parte de las filas de los grupos armados ilegales. Además, aseguran que el contexto educativo en general debe estar comprometido con la causa, ya que, algunos docentes asumen su responsabilidad y contribuyen a que los niños permanezcan en la escuela, “pero hay otros muchos docentes que no tienen ni idea del compromiso que ellos tienen y sería bueno que les llegara a los oídos que muchos de los participantes que tenemos salieron de las escuelas, fueron un día y nunca volvieron, o fueron dos o tres veces y no regresaron, porque la condición no fue buena, porque no se le escuchó, porque se le maltrató, por tantas otras cosas”. 4.6.2 Los retos identificados por los docentes Desde el punto de vista de los docentes, los principales retos que debe asumir la educación dirigida a jóvenes desmovilizados son: Mejorar la calidad de vida de los jóvenes, lo cual tiene que ver con su dignidad. Para tal fin se requieren políticas que los favorezca en aspectos como educación, salud, vivienda y trabajo, y 254 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados en el ámbito local, mejorar la calidad en el trato entre docentes y estudiantes y entre estudiantes, reto que se puede alcanzar, entre otros, por medio de una formación en valores, una formación ética y política para la vida en sociedad. Prevenir la reincidencia a los grupos armados ilegales. Frente a este reto surge la propuesta de una educación para el éxito, que les ayude a ser exitosos en sus estudios, pues el fracaso escolar podría ser una causa para volver a dichos grupos y que relacione el éxito con la conquista de la dignidad en el marco de los derechos humanos. Brindar una educación que propenda por una formación técnica y ojalá profesional, que les asegure un trabajo digno que a su vez les permita tener un sustento económico y vivir una vida digna. Creemos que este es el principal reto, pues en últimas, la esencia de la educación radica en formar para la vida, para afrontar los retos que ésta impone y para lograr los recursos necesarios para tener una vida plena y digna. Adicionalmente, asumir este reto pude minimizar una de las problemáticas mencionadas por los docentes, y es que los jóvenes asisten a la escuela por el interés de recibir la mesada, razón por la cual, algunos repiten años para no salir del sistema. En este marco cobra gran importancia el motivarlos, interesarlos y apasionarlos por asistir a la escuela, y esta responsabilidad recae principalmente en el docente. Acompañamiento en todo el proceso, se propone igualmente que el mismo docente acompañe a los jóvenes durante todo el proceso formativo en los diferentes ciclos, y de esta manera garantizar un mejor seguimiento. 255 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Contar con mayores y mejores recursos (materiales y humanos) en las escuelas. Este reto tiene directa relación con una vida y educación digna, pues como bien lo señala el coordinador, las instalaciones de los colegios deben contar con unos mínimos como luz, agua, zonas verdes, buen mobiliario, recursos adecuados y suficientes, entre otros, y además, con los profesionales necesarios que esta población demanda, tales como psicólogos, psicopedagogos, terapistas, trabajadores sociales y otros, de tal forma que se conforme un equipo interdisciplinario, pues hay mucha pobreza en la educación que se brinda a esta población. 4.6.3 A modo de conclusión Hay cuatro aspectos que consideramos fundamentales en el proceso de reintegración, puesto que estos mismos incidieron en la decisión de la mayoría de los jóvenes, de formar parte de un grupo armado al margen de la ley, y por lo tanto, pueden tener gran peso a la hora de definir el éxito o el fracaso de los programas: la necesidad que tienen los jóvenes de contar con recursos económicos para su sostenimiento (en algunos casos el sostenimiento de sus familias); mejorar el nivel educativo que se presenta entre ellos, disminuir la deserción del sistema de educación y, mejorar las oportunidades laborales. De otra parte, se debe seguir la pista, a la manera como la escuela contribuye a los procesos de configuración de las subjetividades de los jóvenes, en tanto se convierte en espacio de socialización, de reconocimiento, de intercambios, de formación en valores para aprender a convivir, para reflexionar, para tomar una posición crítica, ética y política frente a la realidad, para formar la propia identidad en comunión con el otro, en las relaciones con el otro y los otros, y en un espacio para re-nacer. 256 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados A este respecto podría surgir un nuevo reto relacionado con el tipo de eduación que deben recibir los jóvenes desmovilizados, o en tránsito, ya que, las necesidades educativas que tienen son diferentes, han estado mucho tiempo alejados del mundo laboral y, además, tienen otras responsabilidades de las que depende su supervivencia; por ejemplo, deben trabajar al tiempo que estudian porque no les alcanza la mesada, y por lo tanto, deben cumplir en su trabajo y en el colegio. Trabajar el proceso de reintegración en clave de género, pues existen diferencias en las maneras en que éste es vivido por mujeres y hombres, demarcando posibilidades distintas para satisfacer sus necesidades y acceder a condiciones de vida más justas. Esta perspectiva implica también el reconocimiento de la configuración de sus subjetividades y las diversas maneras de ser ciudadanas. Asimismo implica el establecimiento de acciones a favor de aquellas que se encuentren en mayor estado de vulnerabilidad y la restitución de sus derechos plenos. 257 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Capítulo 5. TRAZANDO HORIZONTES EDUCATIVOS RETOMANDO LA EXPERIENCIA, LA PALABRA Y LA MEMORIA Este capítulo lo dedicaremos a repensar los escenarios de la vida civil donde los jóvenes desmovilizados deben establecer nuevas pautas de relación, durante su regreso a la civilidad. Como vimos anteriormente, la ruta de reintegración propuesta por la ACR, comprende los escenarios familiar, educativo, laboral y comunitario, donde los jóvenes ejercen prácticas sociales diferentes. Asimismo, llamamos la atención sobre la potencia que encierran esos escenarios para los procesos de socialización y de sociabilidad de los jóvenes, por cuanto las prácticas y relaciones sociales que en ellos se construyen, configuran sus subjetividades, pues al participar en diferentes escenarios, actúan según el contexto social en que se encuentren. También vimos que estos escenarios de la vida civil no son solamente espacios relacionales, sino que a su vez son espacios de regulación social donde se presentan tensiones y resistencias, que es necesario tramitar, y llamamos la atención acerca de su relevancia y significación, por cuanto en ellos se despliegan diferentes subjetividades de los jóvenes. En este orden de ideas, buscamos potenciar y reconocer estos escenarios relacionales, partiendo de la base que “en contextos de violencia, el deterioro de las relaciones comunitarias entre vecinos, compañeros y amigos, la desconfianza y el miedo como sentimiento paralizante, son situaciones que des-politizan y des-posibilitan la articulación de colectivos de acción en las comunidades regionales” (Alvarado, Ospina, Botero y Muñoz, 2008, p. 23), y que en su 258 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados tránsito a la vida civil los jóvenes no solo deben “acomodarse” a ellos, sino también, moverse entre las tensiones y los ajustes que de ellos se derivan. Y pensamos que justamente ahí, en esos escenarios donde se tejen diferentes formas de sociabilidad y a su vez, donde se deben tramitar tensiones, resistencias y rupturas, es necesario abordar la dimensión educativa de tal manera que la ACR cuente con un marco que enriquezca y amplíe sus contextos de intervención con los jóvenes desmovilizados. Desde una perspectiva socio-construccionista, estamos apostando a concebir esos escenarios de la vida civil como escenarios emocionales. Por tanto, vamos a presentar en primer lugar los fundamentos teóricos de nuestra propuesta; a continuación, miraremos estos escenarios desde la lente de los escenarios emocionales, y finalmente pondremos a su consideración los componentes de la propuesta desde una dimensión educativa. 5.1 Los espacios relacionales como escenarios emocionales El socioconstruccionismo pone su acento en las relaciones sociales pues a través de ellas construimos la realidad y nos construimos socialmente. Moldear esa realidad con cualidades relacionales, demanda generar comprensiones en los términos del lenguaje que utilizamos y desarrollar prácticas sociales que ofrezcan nuevas potencialidades a la vida cultural. En este contexto emerge el escenario relacional, aquel donde la concepción del yo y de nuestras propias acciones, es dependiente de las actitudes y acciones de los demás, y por tanto, nuestras formas de acción son interdependientes. Aquí, no es el individuo que piensa y luego argumenta, sino que son las formas sociales de argumentación “las que piensan al individuo” (Gergen, 1996, p.269). 259 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados De otro lado y teniendo en cuenta que en la cultura occidental las emociones son posesiones individuales, Gergen propone reinterpretarlas como acontecimientos dentro de las pautas relacionales: “como acciones sociales que derivan su significado e importancia dentro de rituales de relación” (p.269). Bajo esta premisa, los discursos que utilizamos en las pautas de relación cultural, adquieren el significado de emocionales, pues gracias a la interacción las comunidades generan sus propios significados y sus propios modos convencionales de relación. Por tanto, las pautas de relación cultural pueden considerarse como escenarios emocionales, pues favorecen el intercambio social y emocional entre las personas. Vemos así la relevancia de la vida cotidiana y de la participación simultánea de las personas en diferentes espacios de relación, puesto que en ellos los significados “se crean en” o “provienen de” las relaciones, y además actuamos en función de las personas, los contextos, los significados y las producciones sociales. Adicionalmente, las pautas de relación están orientadas a valorar al otro; de hecho, nos construimos mediante las relaciones y los significados derivados de ellas a través del tiempo y de esta manera construimos nuestra historia personal, aquella que cuenta por qué nos relacionamos como lo hacemos. Ubicados en los procesos que viven los jóvenes para vincularse nuevamente a la sociedad civil, resulta muy valioso conocer las formas en que se teje el lazo social y las relaciones que van creando en los diferentes escenarios para relacionarse y vivir con los demás, pues esas relaciones afectan sus subjetividades, así como las maneras de relacionarse pueden estar afectadas por las experiencias vividas en contextos significativos como la guerra, su familia y el entorno de donde vienen. De acuerdo con lo dicho hasta el momento, podemos afirmar que las emociones son construcciones culturales que son creadas por los demás en las relaciones que construimos con 260 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados ellos; de igual modo, que las emociones nos orientan frente al mundo y demuestran el tipo de relaciones que vivimos, bien sea, de alegría, de tristeza o de rabia y que las expresiones emocionales por tanto, son parte constituyente de la vida relacional40. De igual modo y como ya se mencionó, las formas como emergen las relaciones no son solo diferentes, sino también significativas según el contexto, ya que cada cultura establece conexiones particulares entre las acciones de los sujetos y las emociones que surgen, creando así escenarios emocionales. De otro lado, el enfoque relacional nos permite trabajar las emociones como narraciones vividas, situando las expresiones emocionales en escenarios relacionales más amplios. Por ejemplo, la violencia suele ser considerada como una expresión de sentimientos hostiles; vemos entonces que hay una relación muy estrecha entre violencia y emoción, donde se presentan pautas recurrentes de intercambio que no son deseadas por los participantes, pero que aun así, se repiten; otro ejemplo de ello es la violencia intrafamiliar entre la pareja de esposos. Una emoción como el enfado, puede ser una reacción inteligible a una variedad de circunstancias, como la frustración, una pelea, una decepción, y puede a su vez, generar en los demás distintas reacciones. Al respecto Gergen (1996, p. 287) nos advierte acerca de la emergencia de escenarios efectivos o deseados e inefectivos o defectuosos; en efecto, según el escenario, podemos evitar pautas indeseables y repetitivas o descubrir secuencias potencialmente válidas que puedan compartirse culturalmente y de esta manera, a través de las relaciones con los demás, construir escenarios de empatía, de felicidad, de acogida y de respeto, entre otros. 40 “Los y las jóvenes y sus relaciones, además de cognición-razón y lenguaje, son sensibilidad, cuerpo, emociones, anhelos, tradiciones, sentimientos, es decir, son historia en construcción, son experiencia vital…con otros, en referencia a otros o por otros, es decir, se trata de reconocer en el sujeto concreto el despliegue de su subjetividad”. (Alvarado, Ospina, Botero, Muñóz, 2008, p. 26). 261 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 5.2 Nuestra apuesta: la construcción de vínculos en escenarios emocionales De acuerdo con estos planteamientos, pretendemos construir en medio del conflicto, fluidez en los procesos sociales a través de escenarios emocionales como la familia, la institución educativa, el trabajo y la comunidad, los cuales son a su vez, escenarios de la vida civil. Pensamos también, que ellos pueden acoger a los jóvenes que llegan con sus diferentes costumbres, reconocer en la diferencia nuevas oportunidades para el enriquecimiento mutuo y construir nuevos caminos que promuevan relaciones sociales y nuevas invenciones para la sociabilidad. En este sentido, sí los jóvenes se integran de una manera diferente a estos escenarios, sintiendo que pueden conversar, participar, expresar sus emociones y ser escuchados, se podrán generar afectaciones en su subjetividad, las cuales favorecerán su proceso. Se trata de abordarlos en la vida cotidiana y en diferentes escenarios emocionales, para escuchar sus voces, otorgarles un papel más protagónico y facilitar la emergencia de sus subjetividades en el contexto de la civilidad. Conviene señalar que en estos escenarios emocionales, las narraciones juegan un papel fundamental en la construcción de pautas de relación, en particular, las narraciones acerca de cómo están viviendo su regreso a la vida civil, ya que nos permiten que no demos por sentado “que todo va bien”; haciéndose necesario explorar e indagar cómo lo están viviendo. De igual manera, es crucial recuperar las memorias de los jóvenes y “ponerle piel” al proceso desde su voz y sus sentires, desde ellos, sus protagonistas. Estamos hablando de la memoria que alude a lo que les pasa en relación con lo que están viviendo, con sus sentimientos y pensamientos y los modos como están construyendo sus vidas, como también, 262 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados las formas como han visto y vivido la realidad social donde se encuentran. Esa memoria de los procesos puede otorgar una visión renovada del regreso en los diferentes escenarios donde se desenvuelven. Esto permite generar nuevas comprensiones acerca de lo que ha significado para ellos este tránsito y cómo entre todos podemos apostarle, pues no se trata de un problema solamente de los jóvenes o del Estado, es un problema que nos implica a todos y por tanto, es responsabilidad de todos. Llegamos así a la corresponsabilidad como un asunto relacional también, y esa corresponsabilidad la podemos construir por medio de las relaciones que logremos establecer con los jóvenes en los escenarios emocionales de la vida civil. De otra parte y como hemos visto a lo largo de este estudio, las situaciones de exclusión, marginalidad, violencia y estigmatización manifiestas por los jóvenes antes, durante y después de la vinculación al grupo armado, como durante su pasaje a la vida civil, nos ponen de presente la relación entre las emociones y las consecuencias derivadas del conflicto armado, cuyas expresiones de violencia desencadenan una serie de repertorios que en palabras de Strawson (1995), aluden a sentimientos morales tales como resentimiento, ira, indignación, perdón, miedo, vergüenza o solidaridad, entre otros. Al respecto Lara y Delgado (2010, p. 51) nos dicen que “los repertorios emocionales son construcciones colectivas que se comparten en la interacción social y que el discernimiento sobre lo que se siente, sobre lo que es justo o injusto, se aprende a hacer en el compartir con los otros, en el intercambio de testimonios, en las maneras diversas en que las y los jóvenes se escuchan, se narran, se comprenden y se interpelan”. Por tanto, nuestra propuesta busca también realzar la importancia del mundo de las emociones y de los sentimientos de los jóvenes, para orientarlos en el campo de los derechos humanos. Resumiendo, nuestra apuesta educativa a través de escenarios emocionales, busca la 263 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados producción de relatos conversacionales con los jóvenes, para comprender el presente de ese tránsito a la vida civil, desde la perspectiva teórica del socioconstruccionismo. Los escenarios emocionales propuestos son la familia, la institución educativa, el trabajo y la comunidad, teniendo como telón de fondo los derechos humanos para la construcción de la dignidad. El eje central de nuestra propuesta es la creación y el fortalecimiento de vínculos, siendo sus principales componentes: la experiencia como acontecimiento, memoria y narración, la alteridad y la dialogicidad41. No está por demás decir que el proceso educativo de creación y fortalecimiento de vínculos de los jóvenes en los diferentes escenarios emocionales, estará permeado por valores como la confianza, el reconocimiento, el respeto, la solidaridad y la participación, no sólo entre los jóvenes y las comunidades receptoras, sino además entre las comunidades receptoras con los jóvenes, en un proceso de doble vía. De igual manera, el lenguaje será central en la construcción de estos escenarios emocionales; pero no se trata de un lenguaje plano y despoblado, sin un otro que lo habite, donde nadie se escucha a sí mismo y donde no hay un “tú”. Se trata de recuperar su sabor y de estar presentes en lo que decimos; de abandonar palabras como “desmovilizado, desvinculado, reinsertado, victimario, victima y enemigo”, entre otras; y de cambiarlas por “ofensor, ofendido y afectado” como las propone Molina Valencia42 (2010); y por qué no, de recuperar palabras abandonadas como “dignidad, acogida, aceptación, confianza”, a fin de cuentas el mundo social es una construcción que se basa en 41 “La acción vivida y narrada no significa nada si no hay quien juzgue lo que se dice y hace, si no afecta a alguien, si no transforma las condiciones o las tramas de relaciones y poder de alguien, si no es apropiada y recordada por una comunidad plural o comunidad pública”. (Alvarado, Ospina, Botero, Muñóz, 2008, p. 26). 42 Molina sugiere que el cambio de categorías para nombrar los actores, transforma su propia comprensión y la del conflicto; en este sentido, el conflicto no depende solamente de la relación entre dos o más actores que han generado una disputa, sino de todos los actores que causan daño, son dañados y potencialmente podrían sufrirlo. Así las cosas, el conflicto es una relación entre actores. (p. 67). 264 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados significados y estos se construyen en las relaciones. De ahí la importancia que cobran los escenarios emocionales como marcos sociales que nos permiten entender los cambios de sentido y/o las elaboraciones y reelaboraciones que hacemos de los significados. Entonces, desde este lugar de enunciación queremos pensar en los procesos del retorno, del regreso; queremos que se reconozcan estos espacios relacionales como escenarios emocionales para pensar en los modos como podemos acoger al “recién llegado”, y facilitarle el hacerse a un lugar en la sociedad civil, y más teniendo en cuenta que la reintegración no es una sola, son varias y diferentes de acuerdo con las subjetividades en juego en los diferentes escenarios, que es un proceso muy complejo y tensionante y por lo tanto, estamos llamando la atención sobre esos planos de interacción social, puesto que los procesos de reacomodación son diferentes para cada cual. En el mismo sentido, es necesario afectar los modos en que los jóvenes generen confianza en la sociedad civil, venzan sus temores y logren acogernos también. El conflicto armado ha construido un escenario relacional de desconfianza, imposición, arbitrariedad, control y sometimiento, que es necesario deconstruir para pensar en nuevos escenarios en los que podamos reconocernos, teniendo como base la creación de nuevos vínculos sociales. Veamos esos escenarios emocionales, en donde las relaciones de poder presentadas están apoyadas desde los planteamientos de Boaventura de Sousa Santos (2000). 5.2.1 Primer escenario emocional de los jóvenes: el familiar La dinámica de las relaciones emocionales en este escenario, está caracterizada por el conjunto de relaciones sociales de producción y reproducción de lo doméstico entre los padres, 265 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados los hijos y demás miembros del grupo familiar. Estas relaciones se procesan a través de la energía emocional en la interacción y se hacen manifiestas en el poder patriarcal por medio del estilo que se le imprime a la vida familiar. El patriarcado como forma de poder en este espacio y su expresión emocional lo podemos observar en el trabajo doméstico, en las relaciones de cuidado, en la administración de los bienes, la educación de los hijos, la recreación y el descanso. De igual modo, es usual la asimetría en la comunicación, traduciéndose en manipulaciones, violencia simbólica, autoritarismos, silencios y malos tratos hacia la mujer y los hijos. Así las cosas, se deduce fácilmente la complejidad de este espacio y la necesidad de buscar nuevos horizontes en este escenario emocional, con el fin de fortalecer las pautas de relación familiar. 5.2.2 Segundo escenario emocional: el laboral Este escenario está referido al conjunto de relaciones sociales y emocionales que marcan la interacción entre el patrón y los trabajadores y entre los mismos trabajadores, en torno a la producción de valores de carácter económico y a los procesos relacionados con el trabajo. Es necesario poner de relieve que en este escenario se ha venido imponiendo una nueva forma de trabajo, la cual es llamada por Boaventura de Sousa Santos (2000, p.321) el trabajo emocional y que se caracteriza por la buena apariencia física, la amabilidad, la sonrisa, la atención con el cliente y la delicadeza y los buenos modales del trabajador. Las relaciones laborales están organizadas a través de reglamentos, patrones normativos y códigos de conducta, los cuales establecen para el trabajador las rutinas, las 266 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados sanciones, la disciplina en los ritmos biológicos, el tipo de interacciones y de conversaciones permitidas, las formas de vestir y de hablar, incluso hasta el silencio, entre muchas más. Se trata de un escenario emocional donde el mando, las jerarquías y las reglas de obediencia pueden llegar a invadir la vida familiar, el tiempo libre y las actividades políticas del trabajador. Es importante considerar este espacio en la vida de los jóvenes, quienes al no poseer un título profesional, consiguen empleos donde la explotación, la desvalorización, la mala remuneración, el tipo de contratación y la misma incertidumbre laboral, reflejan la precariedad actual del trabajo y le restan potencia como escenario emocional y como posibilidad para tener una vida digna. 5.2.3 Tercer escenario emocional: el educativo En este escenario se tejen relaciones sociales entre profesores y estudiantes, entre los mismos estudiantes y entre los miembros que componen la comunidad educativa. Suelen ser relaciones jerárquicas concentradas en la autoridad del profesor y las directivas, y están caracterizadas por la obediencia, la disciplina y la mirada homogénea hacia el grupo de estudiantes. La potencia emocional de este escenario de interacción social, radica en que allí se constituyen comunidades de aprendizaje y de producción de sentidos, mediante prácticas sociales compartidas, donde el estudiante se va configurando como sujeto, a la vez que se vincula socialmente. Asimismo, como espacio de socialización secundaria es fuente de valores 267 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados y normas, ofrece la posibilidad de adquirir un conjunto de conocimientos, lenguajes y rutinas que se internalizan, promoviendo el aprendizaje de referentes y de repertorios culturales necesarios para la interacción social. Ahora bien, con respecto a la educación resulta oportuno el señalamiento que Elsa Bocanegra (2008) nos hace en relación con la mirada que debemos hacer de la institución educativa, apoyándonos en una lente que nos permita captarla más allá de lo que tradicionalmente hemos concebido, pues ella “no es sólo el lugar físico, sino los discursos que la nombran o la interpretan, y las distintas producciones imaginarias que la sociedad históricamente se permite” (p.324). Entre el ideal de escuela de los niños y jóvenes y el que se vive en el día a día, existe una brecha enorme, dado que en sus dinámicas no suele operar como “contenedora” de sus estudiantes, sino que al contrario, se convierte en “expulsora”. Entonces concebirla y asumirla como escenario relacional y emocional es un gran reto y una gran oportunidad para que los jóvenes desmovilizados amplíen su experiencia de ser joven, desplieguen su subjetividad y construyan horizontes de sentido como ciudadanos y como comunidad. En este sentido, la noción de espacio biográfico de Arfuch (2002) resulta muy fértil en el escenario educativo, porque el poder hablar de sí, acerca de las experiencias (agradables o desagradables) que a diario afrontan los jóvenes en su proceso de reintegración, de sus conflictos y dificultades en los diferentes escenarios de pertenencia, “es una ayuda invalorable para la creación colectiva del saber, al tiempo que el conocimiento recíproco puede aportar justamente al reconocimiento de las diferencias –étnicas, religiosas, culturales, de género, etcétera–, en tempranas etapas de la formación” (Arfuch, 2008, p.9). 268 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 5.2.4 Cuarto escenario emocional: la comunidad Las dinámicas sociales en el espacio comunitario están basadas en procesos de identificación que operan con base en los orígenes comunes, el sentido de pertenencia, objetivos e intereses compartidos y los lazos sociales que se tejen. Se manifiestan a través de inclusiones o exclusiones entre sus miembros, demandando una fuerte inversión emocional; sin embargo, cuando se es reconocido como miembro de la comunidad, surgen relaciones de reciprocidad y ayuda que los fortalecen como grupo. Las relaciones de poder en este espacio se centran en la definición del diferente, de quien es considerado un extraño. Quienes son vistos de esta manera, suelen ser estigmatizados, discriminados, generando un gran impacto en sus vidas. Por tanto, es indispensable direccionar las relaciones con ese otro semejante, que nos inquieta y nos perturba, pero que debemos verlo diferente en términos de la riqueza que encierra. Ahora bien, el buen trato, la aceptación y el reconocimiento social, entre otros, son formas de crear vínculos emocionales fuertes para la reintegración, no solo en este escenario sino en todos aquellos donde los jóvenes interactúan. Y es en los escenarios emocionales donde encontramos los lugares ideales para vencer los sentimientos de soledad, tristeza, rabia, incertidumbre y miedo que acompañan el proceso. Buscamos que en esos escenarios se creen nuevas relaciones comunitarias, sociales y políticas, de manera que se configuren redes significativas con quienes puedan interactuar, dando origen a escenarios emocionales que afecten sus modos de ver el mundo y los modos como sienten que éste también los ve, contribuyendo así a la creación de vínculos con la sociedad civil. 269 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 5.3 Los componentes de la propuesta educativa 5.3.1 La experiencia como acontecimiento La experiencia es una fuente de aprendizaje muy valiosa. Si la experiencia es lo que nos sucede, nos pasa o nos acontece, también requiere de un tiempo para pararnos a pensar, a escuchar; para pensar más despacio y sentir más despacio, de tal modo que se haga necesario abrir los ojos y los oídos para demorarnos más y aprender con lentitud acerca de lo que nos ha sucedido. Pero la experiencia va más allá, puesto que “desestabiliza, actualiza y hace emerger la pregunta por quién soy: pone en cuestión el sentido establecido de mi mismo…uno se encuentra a sí mismo, y a veces, uno se sorprende por lo que encuentra, no se reconoce. Tiene que reconstruirse, que reinterpretarse, que rehacerse” (Larrosa, 2003 b, p.615). En consonancia con estos planteamientos, desde el socio-construccionismo podemos considerar la experiencia como el conjunto de influencias que hemos tenido de otras personas y que por los significados que les otorgamos, constituyen nuestra subjetividad. Cuando contamos nuestras experiencias, estamos dando a conocer las claves sociales que definen nuestros modos de relación con los demás y las formas como afectan nuestra subjetividad; pero a su vez, estamos generando procesos identificatorios y de empatía con quienes nos escuchan, que contribuyen en la construcción de horizontes de sentido compartido. El valor de conocer las experiencias de los jóvenes acerca de cómo ha sido su vinculación a la vida civil radica en las comprensiones que tienen acerca de ellas como acontecimientos en relación con los otros y en los diferentes escenarios, y del reconocimiento y trato que reciben como ciudadanos por parte de la sociedad. Hablamos entonces de escuchar 270 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados experiencias acerca del reconocimiento o la exclusión; de la acogida (Bárcena y Melich, 2000) (Melich, 2002) o el rechazo; de experiencias en el marco de una justicia anamnética para recuperar los derechos negados (Reyes, M. 2003) o de desconocimiento de sus derechos; de experiencias sobre el volver a la vida civil como un nacer o como un morir (Arendt, 1993), entre muchas más. Buscamos bordear esas experiencias de acogida en los diferentes escenarios, para que se puedan iniciar acciones de reconocimiento y de reparación que contribuyan a la reintegración social y económica. “Cuando los actores se acercan más allá de su identidad subjetiva y se relacionan a partir de su anclaje social, se recomponen las distancias entre actores e instituciones que antes quizá no habían prestado la suficiente atención a un fenómeno así, como actores que no atribuían confianza a un tipo específico de relación y, por qué no decirlo, de intervención simbólica” (Molina, 2010, p.73). 5.3.2 La memoria y narración como horizonte de significación para el reconocimiento y la vinculación a la vida civil La memoria como práctica social de construcción del pasado colectivo o personal, tiene sus funciones y actúa en el presente: abre espacios para compartir, genera contextos de expresión y de comunicación, permite justificaciones, mantiene determinados órdenes sociales, genera sentimientos compartidos, produce valoraciones morales y éticas y proporciona las bases para una acción futura y su legitimación. Es en el acto de narrar que reconstruimos el pasado, creando y enfatizando en las dimensiones espacial y temporal con 271 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados referencias afectivas personales, para hacer más vívidas las situaciones43. Las narraciones son constructoras de los procesos sociales y de la misma realidad social; de igual modo, posibilitan diferentes inteligibilidades de los actores sociales y generan contextos de relación e interpretación. Estamos de acuerdo con Molano (2010, p.69) cuando afirma que en nuestro país ha recibido mayor atención la narración de las personas afectadas, que la de quienes han cometido las ofensas, condición que debe transformarse para ganar una mayor equidad en la reconstrucción de memorias, el dialogo social y la reconciliación. Como proceso, la memoria implica transformaciones permanentes, acciones selectivas y consecuencias relacionales, que han hecho más evidente la importancia de la memoria colectiva y su valor para la transformación en contextos de conflicto armado. Ahora bien, la memoria colectiva es un proceso simbólico que implica recuerdos y olvidos, con base en el intercambio y transformación de significados relacionados con hechos y objetos, en coordenadas espaciales y temporales específicas44. Desde una perspectiva socio- 43 Arfuch (2010), nos dice que la memoria es el presente del pasado y su futuro anterior, es decir, lo que habría sido, que equivale a lo ausente del futuro. A decir de esta autora, la memoria se deshace y reconstruye permanentemente en el presente, esa es su cualidad significativa para darle sentido a las experiencias, permitiéndonos instalarnos críticamente en el tiempo, para retornar al pasado con un conjunto de “yoes” donde es pertinente preguntarse ¿Quién habla? ¿Para quién se habla? ¿Habla un sí mismo como otro? ¿Por qué ese pasado que insiste sin cristalizarse en el presente, nos sale al paso? 44 La relación establecida entre sociedad, moral, conciencia colectiva y representación colectiva con la memoria, fue revisada, entre otros autores, por Halbawchs, siendo su principal aporte la noción de memoria colectiva con todas sus implicaciones. Para este autor, la memoria es una acción eminentemente colectiva y social, primero porque evocar recuerdos depende de la presencia de un grupo social; segundo, porque los elementos que transitan en esa evocación, son por naturaleza sociales y tercero, porque la evocación cumple una función de regulación social, al actualizarlos. Y es justamente esa presencia de la sociedad en la memoria, lo que Halbwachs retoma para sus nociones de marco colectivo y marco social de la memoria. “Estos marcos no son el agregado de recuerdos individuales ni tampoco la adición de todos ellos, sino que son los encuadres que un grupo social mantiene para reconstruir el pasado, que están por encima de cualquier arbitrio individual…ellos no son otra cosa que el rango de conciencia o el espectro de representaciones a través de las cuales un grupo tramita sus recuerdos” (Citado por Serna, 2007, p. 101). En otras palabras, para Halbwachs lo susceptible de ser recordado, 272 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados construccionista, Molano (2010, p.70) identifica tres características de la memoria colectiva: los factores sociales, la temporalidad y los medios implicados. Con relación a los factores sociales, nuestro autor citando a Vásquez (2003), señala que estos aluden a los significados que orientan la acción y que tal comprensión de lo simbólico nos dice que la realidad está configurada por significados y en consecuencia, la manera como comprendemos, recordamos y olvidamos está mediada por el valor que encierran las declaraciones y los juegos de lenguaje particulares de cada contexto. Respecto a la temporalidad de la memoria, ella per se es un fenómeno temporal que vincula pasado, presente y futuro a la experiencia, contribuyendo a su organización en la narración45. Pero recordamos experiencias como acontecimientos que nos sucedieron y que reconstruimos no solo de acuerdo con el valor y los significados otorgados a ellas, sino también, de acuerdo con las personas que están con nosotros al recordar. De su lado, los medios implicados en la memoria se refieren a los procesos de la identificación, bien sea, el recuerdo o el olvido y la selectividad de los significados. Esto explica por qué las comunidades configuran a través del lenguaje, los significados que comparten como recuerdo o como olvido, es decir, aquello que se recuerda viene a ser una selección de significados que tienen la capacidad de vincular o desvincular a las comunidades incluidos los sentimientos, está regulado por las representaciones de sociedad que posee el sujeto o colectivo que recuerda. 45 Como analista de la memoria y del olvido, Ricoeur (2000, p. 19) separa a la memoria de la imaginación, puesto que la imaginación se centra en lo fantástico, lo irreal y lo utópico, mientras que la memoria se orienta a la realidad, y nos invita a pensarla como un lugar de paso obligado para la reflexión sobre el tiempo y sobre lo que ha tenido lugar en la huella del tiempo, estableciendo así, su poder veritativo frente a los hechos del pasado, pues como él mismo nos lo recuerda, no tenemos otro recurso sobre la referencia al pasado, que la memoria misma. 273 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados de situaciones o propósitos particulares en marcos temporales. (Castillejo, 2004). Por tanto, recordar y olvidar son acciones de selección de significados. Ahora bien, para contribuir con el retorno a la vida civil de los jóvenes desmovilizados, proponemos hacer memoria de aquello que obstaculiza esa reintegración, como también, de aquello que los vincula y que nos une. Proponemos trabajar con los jóvenes la memoria como un proceso significante en contextos específicos, no solo de aquello que se recuerda y se olvida, sino de las experiencias cargadas de significados que tienen la capacidad de vincularlos con las comunidades en un lugar y tiempo determinados. Por tanto, se requiere potenciar el lenguaje y la narración de los jóvenes en los procesos de memoria colectiva, para poder llegar a las comunidades, comprender sus valores, creencias y significados y poder interpretar no solo a quien narra, sino también, al contexto donde se narra46. Sí queremos construir sociedad, las narraciones de los jóvenes acerca de su retorno a la vida civil serán un horizonte de inteligibilidad para comprender sus experiencias, las decisiones que han tomado, cómo están viviendo su llegada a la civilidad y en qué medida podemos favorecer ese proceso; de esta manera no solo podremos comprender a los narradores y sus contextos, sino que también, ellos podrán comprender los contextos donde narran. Y es precisamente a partir de esta comprensión y encuentro con los jóvenes en los escenarios emocionales, que se puede lograr un efecto político, puesto que este tipo de acercamientos es el inicio para recuperar la confianza entre ambas partes. 46 Desde el punto de vista de una filosofía de la finitud, “aprender a hacer memoria pasa hoy, ineludiblemente, por recuperar los lenguajes olvidados, es decir, la palabra o las palabras humanas, unas palabras situadas en el tiempo y el espacio, en la contingencia, en la fragilidad y en la vulnerabilidad” (Mélich, 2002, p.103). Por tanto, se trata de acoger al otro ausente, para mantener vivo su recuerdo y actualizar su recuerdo, puesto que “en la palabra humana surge una posibilidad de ser otro, de ser diferente y también una inevitabilidad: ser para el otro, ante el otro, responsable del otro”. (Mélich, 2002, p.17). 274 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados 5.3.3 De una educación monológica a una dialógica de creación de sentido Como hemos visto, desde la perspectiva socioconstrucionista, el lenguaje adquiere su valor social y sus significados, por la forma en que la gente lo utiliza en determinados contextos. “El reto del proceso educativo no es, entonces, almacenar datos, teorías, heurística racional en las mentes de los individuos, sino generar contextos en los cuales el discurso y la práctica puedan unirse, contextos en los cuales los diálogos se puedan ligar a las continuas búsquedas prácticas de las personas” (Gergen, 2007, p. 233). La educación dialógica requiere de relaciones dialógicas. En el contexto de los jóvenes desmovilizados, busca el restablecimiento de la red de relaciones basadas en el dialogo, para en conjunto, construir comunidades educativas más deliberativas que contribuyan al establecimiento de instituciones más justas e incluyentes que favorezcan la realización de sus proyectos de vida. En la educación dialógica el dialogo configura la acción educativa y alude a la construcción de pluralidad para tener varias perspectivas de mundo. De hecho, las relaciones dialógicas que se lleguen a establecer pueden ser de contraposición, elogio, crítica, autointerpelación, interrogación, cooperación, entre otras, anudando así las relaciones entre los sujetos. De otra parte y como bien lo señalan Viviana Arias, Paula Cifuentes y otros (2010, p. 117), el dialogo se encuentra “en estrecha relación con la dignidad: ese poder interiorizar la idea de dignidad, es decir, de sentirse digno, pasa necesariamente por participar del dialogo y en él, aparecer para ser escuchado y valorado en la diversidad”. De igual modo, este tipo de relaciones permite articular valores a partir de la confrontación, en relación con la intersubjetividad y la comunidad de pertenencia; de esta manera se busca promover prácticas en las cuales los estudiantes trabajen junto a sus 275 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados profesores y compañeros para decidir los contenidos y actividades que puedan crear participaciones significativas. Esta es una invitación pertinente para el trabajo educativo con los jóvenes desmovilizados, que propone el desplazamiento del monólogo del profesor, hacia el dialogo con sus estudiantes, para desarrollar nuevas formas relacionales y participar de ellas, y que reconoce el proceso formativo como un acontecimiento comunicativo y relacional. Por tanto, uno de los retos para los educadores es el de “contribuir a las relaciones generativas a partir de las cuales el estudiante pueda emerger con un potencial ampliado para relacionarse efectivamente. El rol del estudiante deja de ser el de objeto, y pasa a ser un sujeto dentro de las relaciones” (Estrada, 2007, p. 238). En otras palabras, se trata de una educación centrada en las relaciones que promueva aprendizajes cooperativos y colaborativos, y de esta manera abrir nuevas posibilidades en las relaciones de los jóvenes con sus profesores para que a partir del dialogo y el reconocimiento se contribuya a menguar las actitudes de resistencia, que como costras pesadas generan actitudes de rebeldía, a la vez que se favorece la creación de nuevos vínculos en este escenario. 5.3.4 Educar también desde la alteridad: una experiencia de “amor mundi” Como ya lo hemos visto, pensar la educación de los jóvenes en su proceso de retorno a la vida civil es un reto. Podemos decir también que es un acontecimiento, es pensarla de un modo nuevo, pues nos encontramos con jóvenes que nos interpelan con su mirada y que siempre estarán frente a nosotros, retándonos con un cara a cara ineludible por sus experiencias límite vividas. Se trata por tanto, de educar al “recién llegado” (Bárcena y Mélich, 2003) que necesita ser acogido, y comenzar algo nuevo. 276 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Esto nos lleva necesariamente a dejar abierto un lugar, un espacio y un tiempo para que ellos hablen por sí mismos, nos narren sus historias, vuelvan a narrarlas, invitarlos a indagar hasta sus últimas consecuencias el sentido de sus experiencias, para que aprendan a mirar el mundo, ese mundo centrado en la soledad del yo y desde la otra orilla. Bárcena y Mélich (2003), con base en los principios de una filosofía de la alteridad, han desarrollado una propuesta educativa que nos aporta valiosos elementos pedagógicos y didácticos para bordear las subjetividades de los jóvenes, acudiendo a la memoria y a la narración. Educar a estos jóvenes desde la alteridad, es una invitación a educar desde la experiencia de quien ha padecido y sufrido la injusticia, tratando de ver el mundo desde su ángulo; equivale a cambiar el ángulo de visión y el sentido de la mirada. Implica por tanto, para nosotros los docentes, cruzar un límite, traspasar una frontera, cambiar la trayectoria y modificar la dirección de la mirada, para ver el mundo desde una “salvaje oscuridad”, imaginándonos a nosotros mismos en el lugar de los otros, en el lugar de ellos, de quienes han sufrido la guerra en carne propia. Nos dicen los autores, “la educación, que está todavía basada en la presencia de un cara a cara, en un encuentro entre dos rostros y dos cuerpos, y en la carne de las palabras, ¿qué puede decirnos acerca de estos silencios-otros, de estos gritos-otros, de estos dolores que nos enmudecen?” (p.211). En esta tarea, es necesario un tiempo y un espacio para la expresión de los jóvenes; ese estado tal vez de sufrimiento, en otras de quietud y de silencio, les permite confrontarse a sí mismos, mirar la realidad que les concierne y su fondo de verdad ante el desfallecimiento, la soledad o el extravío Se trata por tanto, de educar la sensibilidad y de recuperar al sujeto pasional, aquel que se abre al mundo y se deja tocar por lo que ocurre y lo que acontece. 277 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Esto implica también una afectación del pensamiento y la acción (Martha Tafalla, 2003), no solo por parte de los jóvenes desmovilizados, sino también de quienes los escuchan, donde a través del reconocimiento de sus experiencias, se promuevan la dignidad, la humanización y la identidad como ciudadanos, y de esta manera se reconozcan en un proyecto de vida futuro. En otras palabras, al educar para la alteridad se busca generar reflexiones de tipo moral que nos lleven a preguntarnos con ellos mismos, por la humanidad del hombre desde la inhumanidad. Pero además de la alteridad, existe también un requisito que deben poseer quienes interactúen con los jóvenes en el escenario educativo. Se trata del amor mundi. Este concepto que fue acuñado por Hanna Arendt (1996), se refiere al cuidado, la preocupación y el acogimiento del otro como una forma de amarlo. Consideramos que este concepto es muy valioso en el contexto de la reintegración a la vida civil, ya que este amor se traduce en un proceso formativo que busca reconstruir la dignidad, mediante el cuidado, la acogida, la escucha y la responsabilidad con que se asuma esta tarea. Como bien lo señala nuestra autora: “La educación es el punto en que decidimos si amamos el mundo como para asumir una responsabilidad por él y así salvarlo de la ruina que, de no ser por la renovación, de no ser por la llegada de los nuevos y los jóvenes, sería inevitable. También mediante la educación decidimos sí amamos a nuestros hijos lo bastante como para no arrojarlos de nuestro mundo y librarlos a sus propios recursos, sin quitarles de las manos la oportunidad de emprender algo nuevo, algo que nosotros mismos no imaginamos, lo bastante como para prepararlos con tiempo para la tarea de renovar un mundo común” (Arendt, 1996, p.234). Se trata de ser verdaderos maestros para contribuir responsablemente con la formación de los jóvenes, donde la educación viene a ser tanto para el maestro, como para el alumno, un 278 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados aprendizaje de hospitalidad, emergiendo en los maestros “una subjetividad acogedora, hospitalaria, una subjetividad ética”, en palabras de Melich (2001, p. 69).Entonces, ser educador en este contexto es una invitación a estar atento a los estudiantes, a sus alegrías, tristezas y sufrimientos. En este orden de ideas y porque la educación es una tarea constitutivamente humana, educar se convierte en una relación de alteridad donde el otro me interpela, me obliga a responder y a hacerme cargo de él. Es responder con hospitalidad a ese llamado de los que nacen por segunda vez, para que conozcan el mundo, lo habiten y lo renueven. Se trata de acogerlos, de ser receptivos y de ofrecerles la posibilidad de hablar, de expresarse y de iniciar algo nuevo para ellos y para el conjunto social que habitan. Pero el escenario de acogida no deber ser solamente el educativo, existen otros escenarios que ya hemos analizado como la familia, el trabajo y la comunidad y que pueden funcionar con esta ética de la hospitalidad siempre y cuando estén dispuestos a participar del proceso, recibirlos y hacer de la reintegración un compromiso de todos. 279 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados CONCLUSIONES A manera de autoexamen presento algunos aportes que logré identificar en relación con el bordeamiento de la subjetividad y del proceso de reincorporación a la vida civil, teniendo en cuenta el grupo de jóvenes participantes y sus experiencias muy particulares, las cuales iluminaron aspectos que no han sido abordados en otras investigaciones: Con relación a las causas de la vinculación de los jóvenes a los grupos alzados en armas, se encontró que los factores están relacionados con el contexto de pobreza que los rodeaba, el deseo de ayudar económicamente a sus familias, la falta de oportunidades para llegar a ser “alguien” y el encontrarse viviendo en zonas de violencia. Estos factores, que nos hablan de una falsa “voluntariedad”, sumados al hecho de que los jóvenes se encontraban buscando reconocimiento, estatus, apoyo y un sentido de identidad en un período crítico de su desarrollo, se conjugan a favor de los grupos armados, cristalizando el momento particular de la decisión. Sin embargo, todavía no se tienen respuestas definitivas de sí las formas de reclutamiento están asociadas a este entramado de condiciones desfavorables para los jóvenes o a las condiciones organizativas de los grupos que los reclutan. Para el caso de este estudio, se presentaron ambas condiciones. 280 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados Ahora bien, es conveniente señalar que cuando los jóvenes se vincularon vivían en regiones que eran frecuentadas por los grupos alzados en armas, donde el Estado no había hecho presencia y por lo tanto, terminaban ejerciendo control territorial sobre la población. Algunas de esas regiones son Ataco-Tolima; vereda La Encarnación en Urrao-Antioquia; CiénagaSanta Marta; vereda La Esmeralda en Planadas-Tolima; Palermo-Huila; vereda Cañón de las Hermosas en Chaparral-Tolima y en Valparaíso-Caquetá. De acuerdo con lo encontrado se concluye que el detonante de la vinculación no es un evento que opera de manera aislada, sino una situación en particular donde confluyen distintos aspectos que inciden en la toma de decisión de los jóvenes, la mayoría de las veces de manera impulsiva y sin dimensionar siquiera las consecuencias que ello les deparará para sus vidas. Para el caso particular de esta investigación, los hallazgos sugieren en primer lugar como detonante, la necesidad de reconocimiento y valoración de las capacidades de los jóvenes, como también, de un reconocimiento social representado en la imagen y el poder que el uniforme y el arma brindan, toda vez que las características de sus contextos de origen y la etapa de desarrollo por la que atraviesan, les demandan reafirmar su identidad. Con respecto a la situación de pobreza en que se encontraban y la necesidad de apoyar a sus familias, al no contar con mayores posibilidades educativas y otras opciones, todo parece indicar que la única salida que los jóvenes encontraron en sus contextos, caracterizados por carencias y por injusticia social, fue unirse a los grupos armados como una opción de movilidad social ascendente. De igual modo se concluye, que para los jóvenes el grupo armado se configura como un tren de oportunidades donde subirse para mejorar sus condiciones de vida. En los casos donde solo 281 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados parece haber esta opción, no debe sorprendernos que ellos la elijan como medio para cubrir sus necesidades básicas. Con respecto a las subjetividades, este estudio aporta que la vida de los jóvenes en los grupos alzados en armas se despliega a partir de la emergencia de una serie de subjetividades que transitan desde una subjetividad de la esperanza, de la obediencia y resignada, hacia una subjetividad rebelde y nuevamente esperanzada por encontrar en la sociedad civil, un escenario donde se pueda vivir con dignidad y justicia. Sin embargo, ese proceso de sujetamiento disciplinario vivido, para muchos fue la oportunidad de ganar reconocimiento, don de mando, de llevar al límite sus capacidades, de adquirir conocimientos relacionados con la milicia, de desarrollar habilidades para la supervivencia, de construirse a sí mismos y de encontrarle un sentido a sus vidas. La salida del grupo armado es un trasegar que los confronta con respecto a su mismidad y que a la vez va marcando el despojo de la identidad guerrera asumida; se trata de una oscilación entre lo que permanece y lo que se revela como otro, entre la mismidad y la ipseidad, entre aquello que permanece y lo que se revela como otro, en términos ricoeurianos; es una constante lucha entre la necesidad de anclaje en algún lugar de la vida civil y el escape de la vida subversiva, configurando un nuevo horizonte subjetivo. De otra parte, el tránsito a la vida civil en el caso de muchas jóvenes, se inicia con el redescubrimiento de aspectos olvidados de sus referentes de identidad femenina, pues durante el tiempo de permanencia en el grupo insurgente adquirieron nuevos referentes de identidad y pertenencia caracterizados por la masculinidad, al estar asociados a la vida militar y a las demandas de la guerra. Con respecto a los jóvenes, nuestros hallazgos coinciden con los 282 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados planteamientos de Kimberly Theydon (2005) pues para ellos la educación, el trabajo y una vivienda digna son referentes simbólicos de masculinidad con un gran potencial para favorecer los procesos de reintegración. Conviene poner de relieve que los jóvenes en la vida civil llegan a una sociedad estratificada donde ya no se es uniforme e indiferenciado entre los demás, y donde la familia, el estudio, el trabajo y el dinero, como también el ser joven, ser estudiante, trabajador, ciudadano y tener un plan de vida, son los nuevos referentes de identidad y pertenencia que determinan necesidades y oportunidades. Y justamente, la construcción de nuevas formas de ciudadanía, pasa también por procesos de subjetivación en esos diferentes espacios que configuran la vida civil, pues allí se establecen relaciones sociales diferentes y se tejen nuevos sentidos de pertenencia, nuevos vínculos y nuevos valores. Asimismo, con el regreso a la vida civil los jóvenes transitan por dos tipos de reglamentos: de un reglamento basado en un código normativo militar, rígido y coercitivo, pasan a otro centrado fundamentalmente en el derecho y en una autoridad colegiada que regula las relaciones entre los ciudadanos, y esa regulación se da a través de procedimientos normativos que los jóvenes entran a reconocer en los diferentes espacios donde comienzan a interactuar. Por consiguiente, los jóvenes transitan entre dos formas de poder que van del autoritarismo a la construcción consensuada o negociada, y en este contexto, sus subjetividades pasan por la búsqueda de mayores niveles de igualdad, de equidad y de reconocimiento. No obstante, queremos llamar la atención en que las diversas situaciones de exclusión, marginalidad y/o desprecio social que afrontan los jóvenes, desencadenan un conjunto de repertorios emocionales que aluden a sentimientos de vergüenza, indignación, temor y 283 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados resentimiento, entre otros, los cuales no deben ser minimizados en su proceso de retorno a la vida civil. En esta misma línea, para los jóvenes desmovilizados el tránsito a la vida civil les demandó experiencias fuertes y complejas que implicaron movimientos en su subjetividad, traducidos en rupturas de sus referentes identitarios y de sus vínculos emocionales (movimientos subjetivos que producen un quiebre y marcan un antes y un después); en desplazamientos de sus miedos y valores (movimientos de la subjetividad donde se dan transformaciones y acomodaciones); y en continuidades (se conservan algunos rasgos de la subjetividad), como también en la capacidad de construir nuevas formas de ciudadanía diferentes a la subversión. Con relación al espacio institucional, la casa donde funciona la Alta Consejería se constituye en uno de los escenarios más valiosos para los jóvenes en el proceso de construcción de ciudadanía y de aprendizaje en el establecimiento de relaciones sociales para poder vivir en comunidad. Y aunque allí también existen evidentes relaciones de poder, podemos decir que este escenario contribuye a la verdadera desmovilización, al afianzar la dejación de las armas a través del acompañamiento psicosocial brindado. Ahora bien, no podemos concluir sin tener en cuenta el contexto de la justicia social. En el marco de la justicia como equidad participativa que propone Fraser (2003) donde la justicia social alude a la mala distribución de recursos (justicia distributiva) y a la falta de reconocimiento (filosofía del reconocimiento), los jóvenes desmovilizados en su proceso de vinculación a la vida civil se encuentran con una serie de obstáculos institucionalizados, traducidos muchas veces en impedimentos, por un lado, de tipo económico, y por el otro lado, en impedimentos culturales cuando el orden social establecido les niega el estatus de socios 284 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados con plenos derechos en la interacción social, careciendo de reconocimiento. Así las cosas, lo que se necesita son políticas que puedan establecer una igualdad de estatus y que fomenten la equidad participativa y el reconocimiento en todas las esferas de la vida social para estos jóvenes, de manera tal que esta población sea reconocida como miembro de la sociedad, como socios con derechos y capacidad para participar en igualdad de condiciones con los demás. Ahora bien, ¿cómo pueden responder los programas a esos movimientos de la subjetividad? Creemos conveniente que en ellos se abran espacios para que los jóvenes adelanten acciones que favorezcan ese tiempo subjetivo ya puesto en marcha, tengan la oportunidad de tramitar sus duelos y las pérdidas que han vivido e imprimirle un sentido ético-político a las experiencias de la guerra y al mismo proceso de desarme- desmovilización y retorno, para orientar así sus proyectos de vida; de igual manera, que se propongan nuevos modos para contribuir al fortalecimiento de la creación de vínculos con la sociedad. En tal sentido, es indudable la importancia del acompañamiento que se puede brindar a los jóvenes desde los programas, para ayudarlos a reinterpretar su experiencia guerrera. En los escenarios de la vida civil donde se tejen diferentes formas de sociabilidad y se tramitan tensiones y resistencias, la apuesta educativa por los escenarios emocionales puede constituirse en un marco que enriquezca y amplíe los contextos de intervención de la ACR y aporte a la recuperación de la confianza, el reconocimiento y la construcción de la autonomía por parte de los jóvenes. Con el ánimo de acotar los resultados, hay cuatro aspectos que consideramos fundamentales en el proceso de reintegración, puesto que estos mismos incidieron en la decisión de la mayoría de los jóvenes, de formar parte de un grupo armado al margen de la ley, y por lo tanto, pueden tener gran peso a la hora de definir el éxito o el fracaso de los programas: la 285 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados necesidad que tienen los jóvenes de contar con recursos económicos para su sostenimiento (en algunos casos el sostenimiento de sus familias); mejorar el nivel educativo que se presenta entre ellos, disminuir la deserción del sistema de educación y, mejorar las oportunidades laborales. De igual modo, trabajar el proceso de reintegración en clave de género. La reintegración es un proceso de gran complejidad y de muchas dificultades, pues adecuar la política a los diversos contextos y las dinámicas sociales no es tarea fácil, surgen tensiones entre lo central y lo local, falta un mayor impacto en las comunidades quienes estigmatizan al desmovilizado, falta apoyo institucional por parte de los sectores público y privado; y adicionalmente, porque el proceso se está llevando a cabo cuando el conflicto armado continúa en el país. Finalmente, la reintegración no es una sola, son varias y diferentes de acuerdo con las subjetividades en juego en los diferentes escenarios y por lo tanto, llamamos la atención sobre esos planos de interacción social donde los procesos de reacomodación son diferentes para cada cual. 286 Configuración de las subjetividades de jóvenes desmovilizados REFERENCIAS BIBLIOGRÁGFICAS Althabe, G y Schuster, F. (1999). Antropología del presente. Buenos Aires: edición Edicial S.A. Alvarado, S.V. (2009). 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