HISTORIA POLITICA DE LA EDUCACION ARGENTINA- ISFD N° 807 FICHA DE CATEDRA- UNIDAD N° 1 Prof. Lic. Roberto Rodríguez LOS JESUITAS A manera de introducción, es sabido que el tema de las misiones jesuitas entre los indios americanos ha sido una cuestión abordada no solo por estudiosos de la Compañía de Jesús y de la iglesia católica sino, también, por historiadores, antropólogos y otros científicos sociales, al menos por tres razones. En primer lugar, se halla el notable dinamismo de la joven orden religiosa. En efecto, ésta, a pesar de su tardía llegada a América, como medio siglo después de las cuatro grandes órdenes (dominicos, franciscanos, agustinos y mercedarios), desempeñó una amplia labor misional en las colonias de tres reinos católicos (Portugal, España y Francia). En segundo lugar, se observa el original modelo misionero desarrollado por los jesuitas. Estos tuvieron, por el mismo territorio misional periférico que les tocó con su tardía llegada, mayor libertad de acción con los indios frente al Estado colonial y, al mismo tiempo, aplicaron unos métodos más adecuados a las culturas indígenas- Y, en tercer lugar, se tienen los resultados obtenidos en las misiones jesuitas, a pesar de que estas fueron bruscamente interrumpidas en la segunda mitad del siglo XVIII a causa de la conocida hostilidad de la Ilustración contra la Compañía de Jesús. Por ese entonces, la Compañía era considerada vanguardia de la Iglesia y de la política de los ministros ilustrados, que tenían gran ascendencia en los monarcas de los tres países. Las misiones tuvieron mucho éxito tanto en el campo pastoral como en la promoción humana de los indios; sin duda, el mayor logro se tuvo en las reducciones del Paraguay. Esta orden religiosa surgió a principios del siglo XVI a partir de la inspiración del español Ignacio de Loyola. Originalmente, el objetivo de esta asociación era peregrinar a Tierra Santa. Pero interrumpidas las rutas por las guerras contra los turcos, permanecieron en Roma aguardando una mejor oportunidad. Mientras tanto, se dedicaron a la asistencia de enfermos y mendigos, prostitutas y huérfanos, para dedicarse a la predicación. En el turbulento clima generado por las tesis de Martín Lucero y el cisma al que se precipitó la Cristiandad occidental, los luego llamados “jesuitas” se orientaron a la enseñanza. Si bien existían diferencias muy grandes entre los jesuitas y Lucero, compartían el origen 1 humanista, el subjetivismo y el intelectualismo. Recordemos que los jesuitas constituían la orden religiosa más moderna, abierta a las ideas de la época. También esta orden se diferenciaba de las demás en que, si bien hacían votos de obediencia, pobreza y castidad, adquirían un carácter secular, es decir actuar en el “mundo”, rechazando el aislamiento monacal. Además tenían un férreo disciplinamiento al Papa. En otras palabras, esta orden era vista como una orden “de vanguardia” de la Contrarreforma por su raíz humanista, e inclinación por el conocimiento y la reflexión intelectual. Gracias a su rigor metodológico, la disciplina en la acción y la eficacia en la enseñanza, los jesuitas se expandieron en Italia, Francia, España y en las regiones alemanas católicas. La Orden, ya reconocida y consolidada como “Compañía de Jesús”, inició su proceso de expansión fuera de Europa, dirigiéndose a Catay (China) e instalando el catolicismo. También se dirigieron a América, acompañando a España en el proceso de colonización. Es decir, llegaron recién en la segunda mitad del siglo XVI, en un momento histórico en que ya se habían formado las estructuras más importantes de la sociedad colonial. En América, los Jesuitas encararon dos tipos de acciones religioso-políticas: la Universidad y las reducciones, ajustándose a las Leyes Española y del Papado. Es conocido el hecho de que la llegada a América de los miembros de la Compañía de Jesús en el siglo XVI estuvo precedida tanto por sus logros educacionales en Europa como por constituir la principal fuerza intelectual en la Contrarreforma, a lo cual debe agregarse su destacado desempeño misional en el Lejano Oriente. A su arribo, los jesuitas se establecieron en las ciudades hispanoamericanas de reciente fundación y, a pesar de su anhelo por dedicarse a los pueblos de naturales, las instrucciones que habían recibido y su experiencia como educadoras les señalaban que debían empezar en los centros urbanos. Organizaron las llamadas “Misiones guaraníticas”, que fueron las particulares formas que le dieron a las reducciones indígenas. Dichas misiones se instalaron en la región del Paraguay, un vasto territorio que se extendía por el actual Paraguay, Río Grande Do Sul y hasta el Río de la Plata. Pero las 30 misiones que habrían llegado a reunir unas 300.000 personas, cubrían las zonas allegadas al Alto Paraná, intermedias en la ruta entre Santa Catarina y Asunción. Políticamente se instalaron en esta zona para frenar el avance de los Bandeirantes, traficantes de esclavos. Por medio del apoyo económico de funcionarios reales y de individuos particulares, lograron crear una sólida base económica, centrada en la explotación de propiedades rurales diversas, cuya base la constituyeron las haciendas, que producían alimentos, ganado mayor y 2 menor, y cosechas comerciales, y elaboraban ciertos productos, como vinos, aguardientes diversos, panes de azúcar, aceite de oliva, artículos de vidrio y muchos otros. Fueron las haciendas las que proveyeron los ingresos necesarios para la sustentación de colegios y noviciados, las instituciones educativas por ellos administradas, así como el financiamiento de las actividades evangelizadoras y de catequesis de la orden en las reducciones y misiones, las que estaban en constante expansión durante su experiencia colonial americana. Esta organización catequístico-política-productiva funcionó desde 1609 hasta 1778, año de la expulsión de los Jesuitas del Reino de España por Carlos III. Los Guaraníes componían un pueblo parte de la gran comunidad Tupí Nambá: cazadores, recolectores, pescadores, que se hallaban en la transición a la revolución agrícola y el sedentarismo. Los Jesuitas precipitaron estas etapas: radicaron a los aborígenes en poblaciones de urbanización simétrica, cuadrada, sustrayéndolos a la selva y al vivir espontáneo. Organizaron tanto la producción (tabaco, yerba mate, trigo –que importaron- maíz, mandioca, patata) como las manufacturas (alfarería, cestería, hilandería, teñidos) y los oficios (carpintería, albañilería, herrería). Introdujeron por tanto, la “división del trabajo organizada” y los intercambios – comercio- (incluso a nivel internacional). Cuando se habla de políticas económicas en las reducciones y demás posesiones jesuíticas, se hace referencia a aquellas medidas que promueven y facilitan el desarrollo: - Profundo conocimiento de las ventajas y obstáculos del territorio y su gente. - Adecuada organización del proceso productivo para lograr óptimos niveles de competitividad. - Adquisición del “espíritu industrioso” y fomento de las “artes” para darle mayor valor agregado a la producción. - Elevación de la productividad del trabajo. - Correcta administración como eje de una economía sana. - Diversificación de la producción para lograr una economía integrada e independiente. - Justicia en los tratos económicos como procura del bien común- - Fomento del comercio como compromiso con el progreso social. Con estos elementos, los jesuitas expusieron de manera coherente una visión particular sobre las etapas del crecimiento y desarrollo económico y social de las comunidades nativas. Crearon un sistema político interno, de carácter electivo, aunque la autoridad final era externa (del “Padre General”). Organizaron el “cotidiano” de la vida individual, familiar y comunitaria. Era en sí, un sistema “igualitario” (se ha hablado incorrectamente del “comunismo” 3 de los Jesuitas) entre los Guaraníes. En lo formal, los Jesuitas cumplieron las Leyes de Indias: reducir y fijar a los indios, catequizarlos; enseñarles el trabajo (el europeo); organizarlos en la obediencia al Rey y a la Iglesia. Y aislarlos (sólo el Padre General podía ingresar en las reducciones). En el propósito de la legislación se consignaba: sustraerlos a la explotación de los encomenderos y protegerlos de la esclavitud. La labor total de los Jesuitas era una tarea “pedagógica” de enseñanza en su más lata acepción, ejecutada sobre todos los individuos con independencia de sexo y edad, y sobre la colectividad en conjunto. Esta estrategia era la de “enseñar una nueva forma de vida”, desde las concepciones de los Jesuitas. No arrasaron la cultura local (como ocurrió en México y en el Perú), sino que se adaptaron a ella y la readaptaron a los cánones europeos. Tarea que los propios Jesuitas llamaron de “inculturación”. En materia estrictamente escolar, en cada población establecieron una escuela, sistematizaron su acción, enseñaron lectura, escritura, cálculo, canto, música, artesanías y doctrina. Los niños y niñas debían concurrir todos entre los 6 y los 12 años, aunque privilegiaban la formación de los hijos de caciques y nobles guaraníes. A manera de cierre, diremos que los Jesuitas en la América Virreinal: - trasplantaron el “orden de ideas” europeo a los Guaraníes; - catequizaron en el dogma, sin violencia ni pena de muerte; pero sí con castigos (azotes y cárcel); - impusieron la monogamia y la organización familiar europea; - construyeron una sociedad aborigen igualitaria, comunitaria y con un alto grado de programación; - organizaron la distribución parcelaria de la tierra (en privada y comunal) y de los bienes y productos; - la división del trabajo y el trabajo mismo; - crearon un régimen político; - conservaron el lenguaje nativo e incluso lo convirtieron a la escritura; - introdujeron el español y el latín, pero sin competencia y desplazamiento del idioma local; - no introdujeron los cultivos (puesto que eran de la región) pero planificaron su producción y comercio; - canalizaron los excedentes de la producción interna hacia la exportación, importando metales y herramientas; - explotaron la habilidad artesanal desarrollándolas a niveles artísticos; 4 - aprendieron de los Guaraníes la herboristería y sus aplicaciones medicinales, que desarrollaron; - los Jesuitas relevaron la flora y fauna de la región. - Hubo una política educativa popular desarrollada por los Jesuitas, y que tuvo tres notas distintivas: - la asimilación de los aborígenes, a través de la evangelización y la españolización; - la formación práctica (enseñanza para el trabajo); - atención de la demanda de los niños de origen hispano, miembros de la clase gobernante y propietaria, cuyas necesidades de formación atendían las órdenes enseñantes. Bibliografía de referencia - DABAT, Roque E., Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana. Ed. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1999. - DI STEFANO, Roberto/ ZANATTA, Loris, Historia de la Iglesia Argentina. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX. Ed. Grijalbo, Buenos Aires, 2000. - NEGRO, Sandra/ MARZAL, Manuel, Esclavitud, Economía y Evangelización. Las haciendas jesuitas en la América Virreinal. Fondo Editorial PUCP, Lima, 2005. 5