Bases Biológicas de la Aterosclerosis Camilo Etchegaray; Maximiliano Mestre camilo.etchegaray.g@mail.pucv.cl; mestrem609@gmail.com La aterosclerosis es un trastorno fisiopatológico que está en la base de la mayoría de las enfermedades cardiovasculares, tales como la cardiopatía isquémica, la enfermedad cerebrovascular y la enfermedad arterial periférica (Hernández & Zunen, 2016). En recientes investigaciones, este trastorno ha sido conceptualizado como una forma de inflamación crónica que responde a la hiperlipidemia, y que afecta tanto a arterias grandes como medianas (Getz & Reardon, 2017; Witztum & Lichtman, 2014). Factores de Riesgo La aterosclerosis representa un significativo desafío para la salud pública, especialmente en países desarrollados, donde se erige como la principal causa de morbilidad y mortalidad (Hernández & Zunen, 2016). Los factores de riesgo predominantes incluyen la edad avanzada, el género, el tabaquismo, una dieta inadecuada, la inactividad física, la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2 y la dislipidemia. Cada uno de estos factores está estrechamente relacionado con niveles elevados de colesterol, un elemento clave en la patogénesis de la aterosclerosis (Santana et al., 2016; Mur Villar et al., 2017). Características Fisiopatológicas y Patogénesis La aterosclerosis se manifiesta por la acumulación de placas irregulares —denominadas ateromas— en las paredes de arterias grandes y medianas. Estas placas se componen en su mayoría de colesterol y ésteres de colesterol, recubiertos por una capa fibrosa (Lahoz & Mostaza, 2007). Las lipoproteínas de baja densidad (LDL-c) juegan un papel crucial en la formación de estas placas, mientras que las lipoproteínas de alta densidad (HDL-c) actúan en sentido opuesto, promoviendo el transporte inverso de colesterol (Carvajal, 2015). El desarrollo de la aterosclerosis es un proceso complejo que involucra múltiples células y mediadores bioquímicos. Las células endoteliales, las células musculares lisas, los macrófagos y los linfocitos T son actores centrales en la regulación de la respuesta inflamatoria y en la proliferación celular. Los monocitos se adhieren al endotelio arterial y migran hacia la íntima, donde se convierten en macrófagos bajo la influencia de LDL oxidadas y otros factores quimiotácticos (Sasaguri & Tanimoto, 2004; Hansson, Libby, Schonbeck, & Yan, 2002). Estos macrófagos, a su vez, contribuyen a la oxidación de las LDL y liberan una variedad de citoquinas y factores de crecimiento que estimulan la proliferación y migración de células musculares lisas (Libby, 2002). La disfunción endotelial, un aspecto clave en la patogénesis de la aterosclerosis, puede ser inducida por diversos factores. Entre ellos se incluyen el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), la interleucina 1β, toxinas bacterianas y, especialmente, niveles elevados de colesterol y LDL oxidadas (De Caterina, 2000). El óxido nítrico, liberado por las células endoteliales, tiene un papel esencial en la regulación del tono arterial y en la prevención del daño endotelial (Wagner & Chen, 1991). La aterosclerosis es un proceso complejo y multifactorial que requiere un entendimiento profundo de sus bases biológicas para el desarrollo de estrategias de tratamiento y prevención eficaces. Bibliografía: • Carvajal, C. (2015). LDL oxidada y la aterosclerosis. Medicina Legal de Costa Rica, 32(1), 161169. • De Caterina, R. (2000). Endothelial dysfunctions: common denominators in vascular disease. Current Opinion in Lipidology, 11(1), 9-24. • Fernández-Britto, J. E., Castillo, J. A., Taquechel, N., Barriuso, A., & Vilaú, F. (1999). Aterosclerosis, colesterol y pared arterial: algunas reflexiones. 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