TITA En un mundo que se reconstruye a diario a pasos agigantados, donde la tecnología ha ido penetrando hasta en los más íntimos espacios de los individuos y donde las distancias parecen desaparecer, la misma condición del ser humano, las creencias, los valores, los paradigmas que marcan nuestro actuar, se cuestionan y nos cuestionan a diario. En la labor docente, donde tenemos la responsabilidad de ayudar en la formación de seres humanos para que sean capaces de afrontar los retos de la sociedad actual, asumir críticamente su vida y aportar en la construcción de un entorno mejor, se hace ineludible reflexionar y evaluar constantemente nuestro quehacer y cómo asumimos los retos que implica formar desde esta gran diversidad. En el año inmediatamente anterior, las directivas de la Institución nos comunicaron la noticia de que habíamos sido seleccionados dentro del programa Tit@ y nos explicaron que tal selección implicaba el compromiso de la capacitación de los docentes en una serie de sesiones diseñadas con tal fin que recibiríamos en este año. Además, la sede iba a ser dotada con pupitres, tableros, video beam y computadores en algunos salones. También se nos informó que para facilitar nuestra labor, las capacitaciones se realizarían de manera constante, una vez por semana, en el horario de trabajo y que mientras estuviésemos en la capacitación, nuestros estudiantes estarían recibiendo clases con profesores que nos reemplazarían, de tal forma que ni los estudiantes ni el trabajo de los docentes se viera perjudicado. Estas noticias se recibieron con mucha alegría y con expectativas muy positivas pues la modernización de las aulas con tecnología en el contexto de nuestra institución brinda a nuestros estudiantes una serie de herramientas para mejorar su calidad de vida y poder generar un impacto positivo en su entorno tanto familiar como social. Por otra parte, nuestra labor docente también se impacta positivamente al tener acceso a contenidos y herramientas que facilitan la relación enseñanzaaprendizaje. Así mismo, pensar que nuestros estudiantes no tuvieran que desescolarizarse debido a nuestras capacitaciones, que ellos pudieran seguir realizando sus actividades académicas con la compañía de un docente capacitado en el área, era también una noticia positiva y que marcaba diferencias con muchas capacitaciones a las que hemos sido citados los docentes afectando el normal desarrollo de las clases. Al comenzar las capacitaciones, en abril 08 del presente año, se nos realizó una presentación del programa, de la función de los PADs y se nos explicaron los requerimientos mínimos del trabajo y la manera como lo íbamos a desarrollar a lo largo de las distintas sesiones. De igual manera se nos comenzó a capacitar en el uso de la plataforma y nuestros maestros capacitadores comenzaron a asignarnos las tareas que debíamos realizar en cada una de las sesiones, comenzando por una introspección acerca de mí mismo, de mi labor como docente y de mis motivaciones íntimas que marcan mi forma de ser. Posteriormente la reflexión fue centrándose en el quehacer docente, en las prácticas y en la manera en que se debe realizar una integración de las tecnologías de la información y la comunicación con la labor docente de manera clara, efectiva y crítica. Sin embargo, a partir del mes de mayo, comenzaron a presentarse una serie de inconvenientes con los PADs que se habían asignado. El primer PAD, un estudiante del área de la Educación Artística, renunció y de allí en adelante se asignó a una persona diferente, quienes no tenían un conocimiento del área y terminaron sólo en una labor de acompañamiento pero sin poder realizar una guía y una capacitación real a los estudiantes de los grados que debían cubrir. Esto obviamente afectó el normal desempeño de las clases perjudicando notoriamente a los estudiantes y siendo un factor negativo del proyecto, y se convirtió en parte de un problema mayor que fue el manejo disciplinario casi nulo de la mayoría de los PADs con los grupos asignados. Por otra parte, la asignación de 3 o más actividades para realizarse en cada una de las sesiones se convirtió en un activismo al que muchas veces no se le encontraba relación con los contenidos que se planteaban. Si bien es necesario reconocer el esfuerzo del programa por brindar herramientas que permitan la integración de la pedagogía y el uso de las nuevas tecnologías en el aula de clases para el beneficio de los estudiantes mediante un uso adecuado de las aulas tita y sus recursos, también es necesario señalar los aspectos menos positivos para que, ojalá, sean tenidos en cuenta y puedan corregirse para eventos futuros. Hacer una reflexión seria acerca de las tecnologías y la comunicación actual, como se expresaba al inicio de este texto, y su importancia en el aula de clase, debe ir mucho más allá de la saturación de los docentes con capacitaciones que dejan en la boca el sabor de estar llenando formatos y elaborando evidencias sólo para cumplir con un requisito impuesto desde una instancia superior, con unas finalidades que no terminan de ser claras. Esperemos, para el bien de nuestra sociedad, que los conocimientos adquiridos por cada uno de los docentes, puedan generar un impacto real que permita a nuestros estudiantes asumir posiciones críticas propositivas que mejoren sus condiciones de vida y les permitan elaborar un verdadero proyecto de vida.