Las recetas que le dieron los economistas a Lagos El viernes pasado, ante el Presidente Ricardo Lagos y los principales 50 empresarios nacionales, tres de los mejores economistas chilenos expusieron sobre la economía chilena − En vez de analizar sólo la coyuntura, marcada por la crisis económica internacional, optaron por fijar la vista en el largo plazo y explicar qué es lo que Chile debe hacer para seguir creciendo. −Sebastián Edwards cree que el estatus de país desarrollado está a una generación de distancia. Pero que para alcanzarlo hay que invertir cuanto antes en investigación y desarrollo, aumentar la competitividad y reducir y reformar el aparato estatal eliminando 10 mil empleos públicos. −Eduardo Engel, profesor de Yale, y Andrés Velasco, académico de Harvard, optaron por exponer juntos sus conclusiones. Los dos creen que el explosivo crecimiento de los '90 no se debió a un aumento de la inversión, sino de la productividad. Y que el estancamiento de ésta explica la situación actual. Para ambos, la clave está en incentivar la competencia, mejorar la calidad de las instituciones, invertir en capital humano y flexibilizar el mercado del trabajo. −Entre los tres, sin embargo, hay muchas coincidencias. Todos dan por hecho que es indispensable mantener la estabilidad macroeconómica, invertir fuerte en educación e incentivar la competencia. Sebastián Edwards: El desarrollo, a una generación de distancia Menos optimista que Lagos y su meta del Chile desarrollado el 2010, Edwards cree que para alcanzar ese estatus hay que mejorar la educación e invertir en investigación y desarrollo, para comenzar a exportar bienes con valor agregado. Pero también modernizar y achicar el Estado eliminando 10 mil empleos públicos, y aumentar la competencia. ¿Cómo? Privatizando, si es necesario, el gigante Codelco. "Crecimiento económico en Chile: una perspectiva de largo plazo", fue el nombre que eligió Sebastián Edwards, profesor de la Universidad de California y del National Bureau of Economic Research, para su presentación en el CEP. Su punto de partida: "la discusión se quedó detenida en si Chile puede o no volver a crecer un 7%. Y esa es una trampa. Cualquier análisis serio, indicaba ya a mediados de los '90 que ésa era una tasa muy temporal, que respondió a reformas específicas", señala el economista, para quien una tasa sostenible en el tiempo ahora está, "con suerte", en el rango de 4,5% a 5%. Por el momento, dice, hay que poner manos a la obra y no entramparse en números que suelen no significar nada. Esa es su propuesta. La recomendación de mantener la estabilidad macroeconómica, a su juicio, nunca está de más. "Es un activo esencial, que se gana con mucha dificultad y que es muy fácil perder. Es como cuando Casio, el teniente de Otelo en la obra de Shakespeare, después de quedarse dormido en la guardia, se lamenta de haber perdido su credibilidad, porque a partir de ese momento todo lo que queda de él es la bestia, Perder la estabilidad macro tiene esa connotación". 1 Tregua impositiva Si de señales se trata, una deseable sería, en su opinión, una tregua en los impuestos. "Ojalá un compromiso de que no habrá más aumentos ni variaciones en la política impositiva de aquí al 2006". Un Estado eficiente es, para Edwards, otro tema que hay que arreglar. "Siempre son palabras, palabras, palabras, etc., pero podemos empezar por reducir el número de ministerios a 12 y disminuir al menos en 10 mil los empleos públicos, a cambio de un programa especial de retiro" ¿Una medida impopular? "Bueno, para hacer tortillas hay que quebrar huevos". Por otra parte, aumentar en cuatro o cinco veces el presupuesto país en investigación y desarrollo es, en su opinión, la única manera de lograr un crecimiento con innovación tecnológica y científica y alto valor agregado. Para ello resulta indispensable, en todo caso, evitar la fuga de cerebros y atraer grandes talentos. ¿Cómo? Con un mayor incentivo económico. "Hoy un académico chileno gana una miseria, ni siquiera comparable con lo que podría ganar en México o Brasil. Y para qué hablar de Estados Unidos y Europa", dice. Competitivamente hablando, agrega, para lograr un país desarrollado en un período de 25 años −equivalentes a una generación− "hay que empezar a gastar desde ya". ¿De dónde sacar el dinero?. "Vendamos alguna cosita", sugiere. Sí, privatizaciones, "pero muy juiciosas". "Uno no puede regalar, ni mal vender", advierte. Ojo con los lobbies, dice, "porque utilizan la legislación para lograr prebendas y proteger ineficiencias. Tenemos el caso del azúcar, el transporte público y el acero, por ejemplo", acusa. ¿Cómo controlar su alcance?. "Con una legislación antimonopólica moderna, que en este país no existe y con una institucionalidad integrada por profesionales muy independientes y muy bien pagados". ...Y el cuoteo político También abordó el tema de los cuoteos políticos, poniendo sobre la mesa el ejemplo del Banco Central, cuyo máximo representante será elegido en diciembre por el Presidente Lagos. "Él debiera tener el derecho a nombrar a quien considere más idóneo. El cuoteo atenta contra la inteligencia del ser humano. El próximo presidente del Central debiera ser simplemente el más meritorio". Otro punto de su exposición fue la legislación laboral, "que en Chile es extraordinariamente antidemocrática". "Discrimina a las personas que quieren tener una vida adicional al trabajo". El sistema es muy rígido, reclama. ¿Flexibilizar entonces? "Esa discusión ha sido muy mal encarada. Lo que hay que hacer es abrir el mercado laboral y democratizarlo". La cultura fue uno de los temas a los que Edwards le dedicó especial atención. Su propuesta: aumentar entre 8 y 10 veces el presupuesto dedicado a ese ítem. "Este es un país homogéneo, donde la diversidad, la innovación y el disenso son penalizados". "El gobierno cometió un gran error al ir postergando la agenda cultural y valórica". "Era un pequeño paso, tímido, pero paso al fin y al cabo. Mientras, seguimos siendo los mismos grises de siempre", dice. Edwards también abordó el problema de las minorías étnicas y la necesidad de "lograr paz y cierta justicia en esa área". Su propuesta: "darles una solución permanente que implique una compensación monetaria. ¿La plata? "Habría que vender Codelco y dedicar un porcentaje. "Claro, esto es algo que no se puede decidir de un día para otro, pero hay que pensarlo". Un mercado distante en 1.500 kilómetros, dice Edwards, significa para Chile un arancel de 17,5%. Ello significa que un productor nacional, en comparación con uno portugués, que está en el centro de los grandes 2 mercados, tiene que producir 60% más barato "para recién empezar a competir". "Hay un radio geográfico óptimo de 8.000 kilómetros. Ahí está Europa y Estados Unidos, pero no Asia, un destino importante de nuestros commodities, pero no de productos industriales con mayor valor agregado, que es lo que debemos buscar". Acortar las distancias, dice Edwards, resulta relevante en todo orden de cosas. Por eso sugiere también entre US$ 5.000 a US$ 6.000 millones más de inversión en infraestructura, mediante una mezcla de concesiones y de financiamiento directo del Estado. Engel y Velasco: En búsqueda de la productividad perdida Recuperar el crecimiento depende, según la dupla Engel− Velasco, de volver a tener los altos índices de productividad que alcanzó el país durante la primera década de los '90. Parte de la receta: cuidar la estabilidad macroeconómica y mejorar las instituciones y la calidad de la educación. Sí a la competencia. No a los grupos de presión. El verdadero boom económico que experimentó Chile en la década de los '90, sobre todo en la primera mitad, fue de productividad. Esta, sin embargo, desde 1998 a la fecha, prácticamente no ha crecido. ¿Efecto cíclico, agotamiento de las reformas o nuevas rigideces microeconómicas? Esa es la interrogante inicial que se plantearon los economistas Eduardo Engel, profesor de la Universidad de Yale, y Andrés Velasco, académico de Harvard, en su presentación titulada "Para crecer rápido se necesita... competencia, productividad y otra cosita". Para ellos la clave del crecimiento no está necesariamente −como suele plantearse− en un incremento de la inversión, sino en un aumento de la productividad. Las cifras lo demuestran: subir la inversión en 10 puntos del PIB, rinde 1,3 puntos de crecimiento anual per cápita, mientras que subir la productividad en 2 puntos, rinde 2 puntos de crecimiento anual per cápita. ¿Qué se necesita para incrementar la productividad? Preservar la estabilidad macroeconómica. "Sin ella no hay aumento de productividad que valga", dicen estos economistas. Está demostrado que los países de Latinoamérica que más han bajado la inflación −y con ello la incertidumbre− son los que más han crecido en innovación y productividad. ¿Cómo reducir la volatilidad? Con bancos centrales independientes, metas de inflación, reglas fiscales claras y austeras, flexibilidad cambiaria, una estricta regulación cambiaria y prudencia en el endeudamiento de corto plazo y en moneda extranjera. En opinión de Engel, Chile es uno de los países que mejor cumple esas reglas. "Pero nunca está de más repetirlo. Siempre hay presiones por abandonarlas y uno de los grandes méritos del ministro Eyzaguirre es no sólo haberlas mantenido, sino profundizado". ð Calidad de las instituciones. Incluye un gobierno eficiente, calidad del aparato regulatorio, estado de derecho, estabilidad política y control de la corrupción. "Muchas veces los líderes de opinión dicen que no podemos mejorar tal o cual institución porque somos un país chico y que cuando crezca eso vendrá solo. No es cierto", advierte Engel. "No basta esperar la prosperidad para que las instituciones mejoren automáticamente" ð Calidad de la educación. Hay regiones del mundo que han aumentado drásticamente su escolaridad. Sin embargo, su crecimiento ha bajado. Según Engel y Velasco la relación estadística entre el crecimiento del PIB y el aumento en la cantidad acumulada de educación es cero, e incluso negativa. La clave está entonces en la calidad. En este sentido, observar la situación chilena no es alentador. La calidad en Chile no es buena. "Aun corrigiendo por nuestro nivel de ingresos los resultados, está un 17% por debajo del lugar en que debiera estar Chile en pruebas internacionales como el Timss", explica Engel 3 ð Recursos naturales. Según Engel y Velasco, es un lugar común aquello de que "hay que salir pronto de la exportación de puros recursos naturales, agregando valor". No necesariamente es así. "Muchos países que crecieron en el siglo XX fueron y siguen siendo productores intensivos de recursos naturales. Entre ellos EEUU, Suecia, Noruega, Dinamarca, Australia y Nueva Zelandia". La regla: los países con recursos naturales que crecen son los que además tienen alto capital humano. "En minería, nuestro principal recurso natural, no nos hemos preocupado del capital humano lo suficiente y nuestros competidores, como Australia, nos llevan mucha ventaja en eso", dicen. Y ponen un ejemplo contrario: Chile y su industria del vino ð Más competencia. "Todos −como consumidores− quisiéramos competencia. Pero todos −como productores o trabajadores− quisiéramos ser monopolio. Como sociedad hay que optar", dicen. Una mayor competencia beneficia a la gente e incrementa la productividad. Un buen ejemplo de ello es la implementación del multicarrier en el sector de las telecomunicaciones, en 1994, que redujo las tarifas en más de 50%. En todo caso, el traspaso de beneficios a consumidores depende de la regulación y para ello urgen reformas a la institucionalidad antimonopolios. "Está obsoleta y necesita mayor independencia, dedicación y profesionalización de sus integrantes", aseguran ð Información y transparencia. Esto es válido tanto para los mercados privados, como para los servicios públicos y la política. Es la gran debilidad de Chile, aseguran. "Falta, por ejemplo, que un ciudadano pueda fácilmente acceder a cómo votó un parlamentario. La única forma de saber si queremos votar por ellos otra vez, es saber cómo han votado en el pasado. Qué cuesta tener una página web, por lo menos", reclama Engel ð No a los grupos de presión. Los micreros, los trabajadores de la salud, los profesores y algunas empresas reguladas, como Iansa, son algunos ejemplos. Sus presiones pueden tener, advierten, impactos adversos como pérdidas de competitividad, desviación de recursos en contratación de lobby −ítem al que se destina tiempo y esfuerzo que bien podría dedicarse a crear nuevos negocios−, y la adopción de malas políticas. Sobre este último punto, los economistas citaron los resultados preliminares de una encuesta del Foro Económico Mundial, que revela que buena parte de la población percibe que los funcionarios de gobierno, al momento de decidir políticas y contratos, favorecen a firmas e individuos bien conectados ¿Cómo se le hace frente a los grupos? Entre otras cosas, con mayor coordinación y un mejor diseño institucional Mayor flexibilidad laboral. Recomiendan mejores políticas para las pymes, flexibilidad en la jornada y en los costos de despido −"que en Chile ya eran demasiado altos antes de las reformas"− y, ojalá, seguros de cesantía en lugar de indemnizaciones por años de servicio Un tema que hay que atender: los crecimientos de productividad llevan consigo que los trabajadores se muevan dentro de una empresa, pero también entre empresas, desde las poco productivas a las más productivas. Las primeras van saliendo del mercado, y otras nuevas entran. Este proceso se llama 'creación destructiva'. "Y si no funciona bien, puede terminar en mucho desempleo y malos salarios", advierte Engel. El pronóstico de Wall Street para Chile el 2003 Consultados por La Tercera, los seis más famosos bancos de inversión entregaron sus estimaciones para el crecimiento económico chileno. En promedio, apuntan a un 3,8% para el próximo año y dicen que Chile debe acostumbrarse a crecer en torno al 4% en los años venideros. La advertencia es clara: el 7% de crecimiento sostenido que Chile logró en los '90 es, por el momento, una quimera. Hay que asumirlo. Sin bajar los brazos −la economía tiene muchas vueltas−, sin conformismos −no 4 es la idea compararse con Latinoamérica−, pero sí con una buena cuota de realismo. Así lo confirma el diagnóstico de seis prestigiosos bancos de inversión con base en Nueva York que, desde el corazón financiero del mundo, proyectan en promedio un crecimiento para Chile de 2,2% para el 2002 y de 3,8% para el 2003. Cifras meritorias para la mayoría de los países con el nivel de ingresos de Chile, pero mediocres para lo que el país esperaba. Los planes de celebrar el bicentenario en el umbral del desarrollo, dejando atrás la categoría de emergente, están virtualmente frustrados. No todo está perdido, sin embargo. A la distancia, las conclusiones de los principales analistas de Wall Street son mucho menos drásticas que las locales. Probablemente el diagnóstico más compartido es que la incertidumbre externa tiene la mayor cuota de responsabilidad en los problemas que enfrenta la economía chilena, la más abierta de los países emergentes y, por lo mismo, la más susceptible al contagio. "Diría que un 60% de la caída del crecimiento chileno se puede atribuir a factores externos y un 40% a factores internos. De estos últimos, un 25% lo atribuiría a falta de inversión −extranjera y nacional− y el 15% restante va por el lado de los consumidores", dice Carlos Janada, de ABN Amro. Sobre los factores externos a los que alude Janada, efectivamente Latinoamérica está sufriendo los embates de la desaceleración del crecimiento global, que ha traído como secuelas un menor flujo de capitales y una caída en el precio de los commodities. Mientras eso no cambie, las perspectivas de un crecimiento fuerte para Chile son limitadas. En ese frente, poco es lo que se puede hacer por este año. Sin embargo, dejando de lado una eventual intervención bélica en el Medio Oriente −factor difícil de cuantificar por el momento−, los analistas coinciden en proyectar un cambio positivo en el escenario externo entrado el 2003. Si ello ocurre, todo quedaría en manos de la inversión y la reactivación de la demanda. ¿Adiós a los años dorados? El mundo crecerá este año 1,8% y el próximo 3,3%, según las proyecciones de Miguel Palomino, de Merrill Lynch. "Hoy, en la parte baja del ciclo económico, Chile sigue creciendo más que el resto del mundo. Eso indica la fortaleza de la economía chilena", dice el analista. "Es difícil decirlo hoy", dice Gustavo Cañonero, del Deutsche Bank. "Soy moderadamente pesimista sobre el crecimiento futuro. Chile crecerá entre 3,5% y 4,5%, todavía un par de años más", sostiene. Y es que en el corto plazo no hay un factor gatillador que pueda cambiar las cosas. Después de una década de crecimiento elevado, es lógico esperar que la tasa potencial de crecimiento sea algo menor. "Estamos hablando de un crecimiento potencial que, en el mejor de los casos, puede estar entre un 4% y un 5%", aventura Janada. "Pero nunca hay que bajar los brazos", dice Vladimir Werning, de JP Morgan Chase. En los '90 Chile usó una receta de crecimiento basada en una liberalización gradual de los flujos de capitales, una regulación del sistema bancario prudente, mecanismos de desarrollo del mercado interno de créditos y una persistencia en la búsqueda de integración comercial con otros mercados. "Si uno recrea esas condiciones en un contexto de desafíos nuevos, y con algo de suerte en el precio de los commodities y en el rumbo del ciclo mundial, es factible recrear esas tasas", dice. En este punto la mayoría de los analistas coincide en que Chile tiene aseguradas las bases para un crecimiento 5 futuro. Dicen que hay activos importantes que el país ha acumulado para lograrlo, como la integración comercial con otros mercados, cuya máxima expresión es el tratado con la Unión Europea que comienza a regir en enero del próximo año. "Eso progresivamente va generando incentivos a la inversión y ése es un factor positivo a mediano plazo", coinciden los analistas. Una gota de Prozac ¿Por qué tanto pesimismo entonces? "En Chile vemos que todos los factores son positivos excepto las expectativas de los mismos chilenos. Aquí (en Merrill Lynch) comentamos en broma que la mejor manera de elevar el ánimo en Chile es vaciando Prozac (un antidepresivo) al agua potable de Santiago", dice Palomino. "Creo que ese pesimismo es un efecto prolongado de un golpe muy negativo a las expectativas en el período 1999−2000. Un país que durante 17 años vivió tranquilo, súbitamente se encontró con que a veces las cosas salen mal, creo que los chilenos todavía no se recuperan de esa impresión", explica. En lo externo, en términos reales y concretos las cosas han sido difíciles y Chile no ha sido la excepción. Pero en el plano interno, el problema pasa más por la desconfianza, aseguran los analistas. Matías Silvani, de UBS Warburg llama la atención sobre lo poco que ayuda a la reactivación interna la desconfianza del sector privado en el gobierno. "Es un fenómeno extraño porque la imagen del gobierno de Lagos es fuerte y estable. En países como Argentina y Perú la baja confianza del sector privado va aparejada con las bajas popularidades de sus gobernantes". ¿La razón? "Probablemente iniciativas que no han sido vistas con buenos ojos, como la reforma laboral y el financiamiento del plan Auge", dice el analista. "La sensación afuera es que se responsabiliza mucho más de lo que realmente es responsable al gobierno, que ha tenido la mala suerte de enfrentar un terrible shock de la economía externa, una brusca caída en el precio de los commodities y de la inversión extranjera", coincide Cañonero. "La asunción de Lagos coincidió con la recesión. Vino todo a la vez. Y el gobierno posiblemente no ha ayudado, asustando a los empresarios con cosas que finalmente no tuvieron mayor impacto, opina Palomino. "Por el lado de los consumidores, con la caída del crecimiento y el aumento del desempleo, todo el mundo tiene temor a gastar y eso no ayuda al consumo", agrega. Cuentas en orden El gobierno ha sido prudente, coinciden los analistas. Pero no hay que aflojar la cuerda, alertan, negándose a la posibilidad de una política fiscal expansiva. "La experiencia demuestra que más vale la credibilidad del gobierno que el efecto expansivo. Una vez que se resuelvan los problemas de la región quedará la imagen de que Chile fue prudente. Eso es lo que permanece", dice Cañonero. Según los analistas el déficit fiscal llegó a un límite "tolerable". Si sigue subiendo, puede afectar el riesgo país. "También hay que tomar en cuenta que el próximo año, como va el precio del cobre, probablemente los fondos de estabilización se agoten y eso afecta el déficit", advierte Janada. Como sea, Chile crece y seguirá creciendo más que el resto del mundo. Ahora, si eso conforma a los chilenos es un tema aparte. "Lo que está claro es que las comparaciones con Latinoamérica son demasiado facilistas y no permiten hacer correcciones constructivas", sostiene Werning.nR 6